17 mayo, 2013

San Pascual Bailón

 
 
Oh, San Pascual Bailón, vos, sois
el hijo del Dios de la vida y su
amado santo. Vos, al Padre eterno,
lo adorasteis en la Santa Eucaristía,
a lo largo de vuestra vida santa.
Os llamaron Pascual, por nacido
haber, el día de Pascua y, aunque
de ovejas pastor, terminasteis de
franciscano religioso, pastando
“otras” ovejas. Un día gritasteis
“¡Ahí viene!, ¡allí está!”. Y, de
rodillas caísteis, porque a Jesús
visteis. Descalzo por los caminos
andabais, de piedras y espinas llenos,
y, os acompañaba vuestro devocionario,
por los campos aquellos. Fraile
ya, vuestros oficios los humildes:
portero, cocinero, mandadero y
barrendero. Pero vos, experto erais
en amar a Jesús en la Eucaristía.
Un día dijisteis vos, a Nuestra
Señora: “Señora: no puedo ofrecerte
grandes cualidades, porque no las
tengo, pero te ofrezco mi danza
campesina en tu honor” Y, de seguro
Ella, muy feliz debió sentirse. Así,
erais vos, una sencillez de amor puro.
Y, estando en el día de Pentecostés,
antes de morir, el sonido de una
campana oísteis y preguntasteis: “¿De
qué se trata?”. Y, os respondieron:
“Es que están en la elevación en la
Santa Misa” “¡Ah que hermoso momento!”,
dijisteis. Y, luego, vuestra terrena
vida, entregasteis, plácido al Padre,
que os premió, con justicia total. De
los “Congresos Eucarísticos” y de la
“Adoración Nocturna Patrono y guía”;
oh, San Pascual Bailón, “Eucaristía y luz”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de Mayo
San Pascual Bailón
Religioso
(año 1592)
 
Querido San Pascual: consíguenos del buen Dios un inmenso amor por la Sagrada Eucaristía, un fervor muy grande en nuestras frecuentes visitas al Santísimo y una grande estimación por la Santa Misa. Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y veréis lo que son los milagros (S. J. Bosco).
 
Le pusieron por nombre Pascual, por haber nacido el día de Pascua (del año 1540). Nació en Torre Hermosa, Aragón, España. Es el patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna. Desde los 7 años hasta los 24, por 17 años fue pastor de ovejas. Después por 28 será hermano religioso, franciscano.
 
Su más grande amor durante toda la vida fue la Sagrada Eucaristía. Decía el dueño de la finca en el cual trabajaba como pastor, que el mejor regalo que le podía ofrecer al niño Pascual era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa. Desde los campos donde cuidaba las ovejas de su amo, alcanzaba a ver la torre del pueblo y de vez en cuando se arrodillaba a adorar el Santísimo Sacramento, desde esas lejanías. En esos tiempos se acostumbraba que al elevar la Hostia el sacerdote en la Misa, se diera un toque de campanas. Cuando el pastorcito Pascual oía la campana, se arrodillaba allá en su campo, mirando hacia el templo y adoraba a Jesucristo presente en la Santa Hostia.Un día otros pastores le oyeron gritar: “¡Ahí viene!, ¡allí está!”. Y cayó de rodillas. Después dijo que había visto a Jesús presente en la Santa Hostia.
 
De niño siendo pastor, ya hacía sus mortificaciones. Por ej. la de andar descalzo por caminos llenos de piedras y espinas. Y cuando alguna de las ovejas se pasaba al potrero del vecino le pagaba al otro, con los escasos dineros que le pagaban de sueldo, el pasto que la oveja se había comido.
 
A los 24 años pidió ser admitido como hermano religioso entre los franciscanos. Al principio le negaron la aceptación por su poca instrucción, pues apenas había aprendido a leer. Y el único libro que leía era el devocionario, el cual llevaba siempre mientras pastoreaba sus ovejas y allí le encantaba leer especialmente las oraciones a Jesús Sacramentado y a la Sma. Virgen.
 
Como religioso franciscano sus oficios fueron siempre los más humildes: portero, cocinero, mandadero, barrendero. Pero su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas antes de que los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor.
 
Ayudaba cada día el mayor número de misas que le era posible y trataba de demostrar de cuantas maneras le fuera posible su gran amor a Jesús y a María. Un día un humilde religioso se asomó por la ventana y vio a Pascual danzando ante un cuadro de la Sma. Virgen y diciéndole: “Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor”. Pocos minutos después el religioso aquel se encontró con el santo y lo vio tan lleno de alegría en el rostro como nunca antes lo había visto así. Cuando los padres oyeron esto, unos se rieron, otros se pusieron muy serios, pero nadie comentó nada.
 
Pascual compuso varias oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luis de Rivera al leerlas exclamó admirado: “Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes”.
 
Sus superiores lo enviaron a Francia a llevar un mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de protestantes. Un día un hereje le preguntó: “¿Dónde está Dios?”. Y él respondió: “Dios está en el cielo”, y el otro se fue. Pero enseguida el santo fraile se puso a pensar: “¡Oh, me perdí la ocasión de haber muerto mártir por Nuestro Señor! Si le hubiera dicho que Dios está en la Santa Hostia en la Eucaristía me habrían matado y sería mártir. Pero no fui digno de ese honor”. Llegado a Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo rodeó un grupo de protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús sí está en la Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y apenas si sabía leer y escribir, habló de tal manera bien de la presencia de Jesús en la Eucaristía, que los demás no fueron capaces de contestarle. Lo único que hicieron fue apedrearlo. Y él sintió lo que dice la S. Biblia que sintieron los apóstoles cuando los golpearon por declararse amigos de Jesús: “Una gran alegría por tener el honor de sufrir por proclamarse fiel seguidor de Jesús”.
 
Lo primero que hacía al llegar a algún pueblo era dirigirse al templo y allí se quedaba por un buen tiempo de rodillas adorando a Jesús Sacramentado.
 
Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado por el Espíritu Santo y hablaba muy hermosamente. Había recibido de Dios ese don especial: el de un inmenso amor por Jesús Sacramentado.
 
Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar.
 
Pascual nació en la Pascua de Pentecostés de 1540 y murió en la fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo (la Iglesia celebra tres pascuas: Pascua de Navidad, Pascua de Resurrección y Pascua de Pentecostés. Pascua significa: paso de la esclavitud a la libertad). Y parece que el regalo de Pentecostés que el Espíritu Santo le concedió fue su inmenso y constante amor por Jesús en la Eucaristía.
 
Cuando estaba moribundo, en aquel día de Pentecostés, oyó una campana y preguntó: “¿De qué se trata?”. Es que están en la elevación en la Santa Misa”. “¡Ah que hermoso momento!”, y quedó muerto plácidamente.
 
Después durante su funeral, tenían el ataúd descubierto, y en el momento de la elevación de la Santa Hostia en la misa, los presentes vieron con admiración que abría y cerraba por dos veces sus ojos. Hasta su cadáver quería adorar a Cristo en la Eucaristía. Los que lo querían ver eran tantos, que su cadáver lo tuvieron expuesto a la veneración del público por tres días seguidos.
Por 200 años muchísimas personas, al acercarse a la tumba de San Pascual oyeron unos misteriosos golpecitos. Nadie supo explicar el porqué pero todos estaban convencidos de que eran señales de que este hombre tan sencillo fue un gran santo. Y los milagros que hizo después de su muerte, fueron tantos, que el Papa lo declaró santo en 1690.
 
El Sumo Pontífice nombró a San Pascual Bailón Patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna.
 
 

16 mayo, 2013

San Ubaldo Baldassini de Gubbio


Oh, San Ubaldo Baldassini de Gubbio,
vos, sois el hijo del Dios de la vida,
y su amado santo, que os entregasteis
a la vida de escándalo de los clérigos
reformar, cosa que lograsteis de forma
y manera milagrosas. Vos, no solo os
mostrasteis conocedor de las virtudes
desde el púlpito, sino que, en practica
las poníais en vuestra santa vida. De
todas ellas, la mansedumbre y vuestra
increíble paciencia, fueron las que más
os acompañaron a lo largo de vuestra
vida. Soportasteis injurias y afrentas,
casi a diario, en silencio humilde y
místico. Vos, pastoreasteis y la cara
sacasteis siempre por vuestra grey
contra los peligros que acechaban en
aquellos tiempos. Os enfrentasteis al
terrible Barbarroja, en defensa de
Gubbio, vuestra amada ciudad. Y, así,
cumplida vuestra tarea, entregasteis
vuestra alma al cielo, que, coronada
fue con corona de luz y eternidad, por
vuestra entrega de amor, fe y esperanza;
oh, San Ubalado Baldassini de Gubbio.


© 2013 Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de Mayo
San Ubaldo Baldassini de Gubbio
Obispo, 16 de Mayo


Martirologio Romano: En Gubbio, en la región de Umbría, Italia, san Ubaldo, obispo, que se entregó a la labor de reformar la vida común de los clérigos. († 1160)
 
Nacido de noble cuna en Gubbio, Umbría, Italia. Perdió a su padre cuando era muy joven, fue educado por el prior de la Iglesia Catedral de su ciudad natal, donde fue canónigo regular.
 
Deseando servir a Dios con mayor regularidad,pasó al monasterio de San Segundo de la misma ciudad, donde permaneció algunos años. Llamado de vuelta por su obispo regresó al monasterio de la Catedral, donde fue hecho prior.
 
Fue nombrado obispo de Gubbio por el papa Honorio II. Durante su gobierno pastoral se distinguió por su gran paciencia y la notable frugalidad de su vida.
 
Su presencia salvó a la ciudad de ser saqueada por Federico Barbarroja. Murió el año 1160.
El día 16 de mayo se celebra la festividad de San Ubaldo, siendo el patrón de Gubbio, también se celebra su festividad en Jessup, Pennsylvania, Estados Unidos.
 
La devoción hacia el santo es muy grande en toda la Umbria y especialmente en Gubbio, donde en todas las familias hay al menos algún miembro con el nombre de Ubaldo. La festividad de su patrón se celebra por los habitantes con gran solemnidad.
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fuente:«Vidas de los santos», Alban Butler
 
Felizmente poseemos una excelente biografía de san Ubaldo Baldassini, obispo de Gubbio, escrita por Teobaldo, su sucesor en la sede. Ubaldo pertenecía a una noble familia de Gubbio. Quedó huérfano a temprana edad; su tío, el obispo de la ciudad, se encargó de educarle en la escuela de la catedral. Ubaldo recibió la ordenación sacerdotal al terminar sus estudios. Aunque era muy joven, fue nombrado deán de la catedral para que llevase a cabo la reforma de los canónigos, cuya existencia disipada era el escándalo de la ciudad. La tarea no era fácil, pero Ubaldo logró convencer a tres de los canónigos para que formasen una comunidad. Con el propósito de familiarizarse con la vida en común de los canónigos regulares, Ubaldo fue a pasar tres meses en la comunidad que Pedro de Honestis había fundado en el territorio de Ravena. A su regreso estableció en Gubbio las mismas reglas y, al poco tiempo, las aceptó todo el capítulo. Algo más tarde, un incendio consumió la casa de los canónigos y Ubaldo aprovechó la ocasión para trasladarse a Fonte Avellano y consultar a Pedro de Rímini, pues tenía la intención de retirarse a la soledad. Pero el siervo de Dios le hizo ver que se trataba de una tentación muy peligrosa y le exhortó a volver a ocupar el puesto que Dios le había señalado para bien de los demás. Ubaldo retornó, pues, a Gubbio y, bajo su dirección, el capítulo floreció más que nunca. En 1126, el santo fue elegido obispo de Perugia, pero se escondió para que los delegados de la ciudad no le encontrasen; en seguida fue a Roma a rogar al papa Honorio III que le permitiese rehusar el cargo. El Papa accedió a su petición, pero dos años después, quedó vacante la sede de Gubbio y el mismo Pontífice aconsejó al clero que eligiese a Ubaldo.
 
El santo practicó todas las virtudes dignas de un sucesor de los Apóstoles, pero se distinguió sobre todo por la mansedumbre y paciencia con que soportaba las injurias y afrentas, como si fuese insensible a ellas. En cierta ocasión, los obreros que reparaban las murallas de la ciudad, penetraron en la viña de san Ubaldo y dañaron las plantas. Al ver esto, el santo les rogó que procediesen con mayor cuidado; pero el capataz, que probablemente no le reconoció, le propinó un empellón con el que le hizo caer en un charco de mortero. San Ubaldo se levantó cubierto de lodo y se retiró sin decir palabra; pero algunos testigos del incidente esparcieron la noticia y el pueblo pidió que se castigase al capataz. La gran indignación popular estaba a punto de ejecutar un castigo brutal contra el capataz, cuando se presentó san Ubaldo en la corte y manifestó que, como se trataba de una ofensa cometida contra un miembro del clero, el culpable debía ser juzgado por el obispo. Después, se acercó al acusado, le dio el beso de paz en señal de reconciliación, rogó a Dios que le perdonara ésa y todas las otras injurias que hubiese cometido en su vida y pidió al juez que dejera en libertad al reo.
 
El santo defendió, repetidas veces, a su grey contra los peligros públicos. El emperador Federico Barbarroja había saqueado Espoleto y amenazaba con caer sobre Gubbio. San Ubaldo salió al encuentro del emperador y consiguió que desistiese de su propósito. Durante los dos últimos años de su vida, el santo obispo tuvo una serie de enfermedades que le hicieron sufrir mucho; pero todo lo soportó con heroica paciencia. El día de Pascua de 1160, aunque estaba muy enfermo, se levantó a celebrar la misa, predicó y dio la bendición al pueblo para que no quedase decepcionado. Al terminar estaba tan débil, que debió ser trasportado a su lecho, del que ya no se levantó. El día de Pentecostés, todo el pueblo de Gubbio desfiló por su habitación para despedirse del que cada uno consideraba como a un padre. San Ubaldo murió el 16 de mayo de 1160. La multitud que acudió a sus funerales, desde muy lejos, fue testigo de los numerosos milagros que Dios obró en su tumba.

 

15 mayo, 2013

San Isidro, labrador

 

Oh, San Isidro labrador; vos, sois
el hijo del Dios de la vida y su
amado santo, y, que, vuestra santa
vida fundasteis en el temor de no
a Dios ofender, y, por ello a diario
lo buscabais, en el Santo Oficio,
por todas las gentes rogando de
vuestra conflictiva época. Sensible
con los más desposeídos, siendo vos,
uno más, nunca se os olvidó, ni
siquiera las avecillas del campo,
que de vos, se alimentaban. No os
abandonó nunca la Providencia del
Señor, y, de manera constante, os
favorecía de mil y una maneras. Y,
vuestros campos florecientes siempre
estaban y aunque generabais envidia,
ella, nunca prosperó, y mejor, hoy
por hoy, de los Agricultores, Patrono
del mundo sois, porque Aquél, que lo
ve e hizo todo, os bañó, de eterna
luz, como premio justo a vuestro amor;
oh, San Isidro; “humildad y santidad”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de Mayo
 San Isidro labrador
(Año 1130)
 
San Isidro bendito: ruega por nuestros campos y por nuestros agricultores.
 
Es el patrono de los agricultores del mundo. Le pusieron ese nombre en honor de San Isidoro, un santo muy apreciado en España.
 
Sus padres eran unos campesinos sumamente pobres que ni siquiera pudieron enviar a su hijo a la escuela. Pero en casa le enseñaron a tener temor a ofender a Dios y gran amor de caridad hacia el prójimo y un enorme aprecio por la oración y por la Santa Misa y la Comunión.
 
Huérfano y solo en el mundo cuando llegó a la edad de diez años Isidro se empleó como peón de campo, ayudando en la agricultura a Don Juan de Vargas un dueño de una finca, cerca de Madrid. Allí pasó muchos años de su existencia labrando las tierras, cultivando y cosechando.
 
Se casó con una sencilla campesina que también llegó a ser santa y ahora se llama Santa María de la Cabeza (no porque ese fuera su apellido, sino porque su cabeza es sacada en procesión en rogativas, cuando pasan muchos meses sin llover).
 
Isidro se levantaba muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a la Santa Misa. Varios de sus compañeros muy envidiosos lo acusaron ante el patrón por “ausentismo” y abandono del trabajo. El señor Vargas se fue a observar el campo y notó que sí era cierto que Isidro llegaba una hora más tarde que los otros (en aquel tiempo se trabajaba de seis de la mañana a seis de la tarde) pero que mientras Isidro oía misa, un personaje invisible (quizá un ángel) le guiaba sus bueyes y estos araban juiciosamente como si el propio campesino los estuviera dirigiendo.
 
Los mahometanos se apoderaron de Madrid y de sus alrededores y los buenos católicos tuvieron que salir huyendo. Isidro fue uno de los inmigrantes y sufrió por un buen tiempo lo que es irse a vivir donde nadie lo conoce a uno y donde es muy difícil conseguir empleo y confianza de las gentes. Pero sabía aquello que Dios ha prometido varias veces en la Biblia: “Yo nunca te abandonaré”, y confió en Dios y fue ayudado por Dios.
 
Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo, otra para los pobres y otra para su familia (él, su esposa y su hijito). Y hasta para las avecillas tenía sus apartados. En pleno invierno cuando el suelo se cubría de nieve, Isidro esparcía granos de trigo por el camino para que las avecillas tuvieran con que alimentarse. Un día lo invitaron a un gran almuerzo. El se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El invitador le dijo disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no para los otros. Isidro repartió su almuerzo entre los mendigos y alcanzó para todos y sobró.
 
Los domingos los distribuía así: un buen rato en el templo rezando, asistiendo a misa y escuchando la Palabra de Dios. Otro buen rato visitando pobres y enfermos y por la tarde saliendo a pasear por los campos con su esposa y su hijito. Pero un día mientras ellos corrían por el campo, dejaron al niñito junto a un profundo pozo de sacar agua y en un movimiento brusco del chiquitín, la canasta donde estaba dio vuelta y cayó dentro del hoyo. Alcanzaron a ver esto los dos esposos y corrieron junto al pozo, pero este era muy profundo y no había cómo rescatar al hijo. Entonces se arrodillaron a rezar con toda fe y las aguas de aquel aljibe fueron subiendo y apareció la canasta con el niño y a este no le había sucedido ningún mal. No se cansaron nunca de dar gracias a Dios por tan admirable prodigio.
 
Volvió después a Madrid y se alquiló como obrero en una finca, pero los otros peones, llenos de envidia lo acusaron ante el dueño de que trabajaba menos que los demás por dedicarse a rezar y a ir al templo. El dueño le puso entonces como tarea a cada obrero cultivar una parcela de tierra. Y la de Isidro produjo el doble que las de los demás, porque Nuestro Señor le recompensaba su piedad y su generosidad.
 
En el año 1130 sintiendo que se iba a morir hizo humilde confesión de sus pecados y recomendando a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a Dios y mucha caridad con el prójimo, murió santamente.
 
A los 43 años de haber sido sepultado en 1163 sacaron del sepulcro su cadáver y estaba incorrupto, como si estuviera recién muerto. Las gentes consideraron esto como un milagro. Poco después el rey Felipe III se hallaba gravísimamente enfermo y los médicos dijeron que se moriría de aquella enfermedad. Entonces sacaron los restos de San Isidro del templo a donde los habían llevado cuando los trasladaron del cementerio. Y tan pronto como los restos salieron del templo, al rey se le fue la fiebre y al llegar junto a él los restos del santo se le fue por completo la enfermedad. A causa de esto el rey intercedió ante el Sumo Pontífice para que declarara santo al humilde labrador, y por este y otros muchos milagros, el Papa lo canonizó en el año 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier y San Felipe Neri.
 
 

14 mayo, 2013

San Matías, Apóstol



Oh, San Matías, vos, sois el hijo
del Dios del vida y su santo Apóstol.
A vos, os eligieron, para completar
a los “doce”, después de la Ascensión
de Jesús, en remplazo del Judas “malo”,
que, su vida terminó, por su traición
a Cristo. Pedro, vuestra elección
dirigió así, orando con fe: “Señor,
tú que conoces los corazones de todos,
muéstranos a cual de estos dos eliges
como apóstol, en remplazo de Judas”.
Y, en vos, cayó la suerte y desde
aquél día, admitido fuisteis como
Apóstol. Vos, quizás no brillasteis
como otros tantos, pero, sois, como
muchos de nosotros, gente común, a
quienes animáis a serlo, tales como:
San Chofer de camión y Santa Costurera.
San Cargador de bultos y Santa Lavandera
de ropa. San Colocador de ladrillos
y Santa Vendedora de almacén, San
Empleado y Santa Secretaria. Al final
de cuentas, llamados todos estamos
a ser santos, para la gloria de Dios;
oh, San Matías, “fe y regalo de Dios”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de mayo
San Matías, Apóstol
(siglo I)


Matías significa: “Regalo de Dios”. Este es el apóstol No. 13 (El 14 es San Pablo). Es un apóstol “póstumo” (Se llama póstumo al que aparece después de la muerte de otro). Matías fue elegido “apóstol” por los otros 11, después de la muerte y Ascensión de Jesús, para reemplazar a Judas Iscariote que se ahorcó. La S. Biblia narra de la siguiente manera su elección:
 
“Después de la Ascensión de Jesús, Pedro dijo a los demás discípulos: Hermanos, en Judas se cumplió lo que de él se había anunciado en la Sagrada Escritura: con el precio de su maldad se compró un campo. Se ahorcó, cayó de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. El campo comprado con sus 30 monedas se llamó Haceldama, que significa: “Campo de sangre”. El salmo 69 dice: “su puesto queda sin quién lo ocupe, y su habitación queda sin quién la habite”, y el salmo 109 ordena: “Que otro reciba su cargo”.
 
“Conviene entonces que elijamos a uno que reemplace a Judas. Y el elegido debe ser de los que estuvieron con nosotros todo el tiempo en que el Señor convivió con nosotros, desde que fue bautizado por Juan Bautista hasta que resucitó y subió a los cielos”.
 
Los discípulos presentaron dos candidatos: José, hijo de Sabas y Matías. Entonces oraron diciendo: “Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cual de estos dos eliges como apóstol, en reemplazo de Judas”.
 
Echaron suertes y la suerte cayó en Matías y fue admitido desde ese día en el número de los doce apóstoles (Hechos de los Apóstoles, capítulo 1).
 
San Matías se puede llamar un “apóstol gris”, que no brilló de manera especial, sino que fue como tantos de nosotros, un discípulo del montón, como una hormiga en un hormiguero. Y a muchos nos anima que haya santos así porque esa va a ser nuestra santidad: la santidad de la gentecita común y corriente. Y de estos santos está lleno el cielo: San Chofer de camión y Santa Costurera. San Cargador de bultos y Santa Lavandera de ropa. San Colocador de ladrillos y Santa Vendedora de Almacén, San Empleado y Santa Secretaria, etc. Esto democratiza mucho la santidad, porque ella ya no es para personajes brillantes solamente, sino para nosotros los del montón, con tal de que cumplamos bien cada día nuestros propios deberes y siempre por amor de Dios y con mucho amor a Dios.
 
San Clemente y San Jerónimo dicen que San Matías había sido uno de los 72 discípulos que Jesús mandó una vez a misionar, de dos en dos. Una antigua tradición cuenta que murió crucificado. Lo pintan con una cruz de madera en su mano y los carpinteros le tienen especial devoción.
 
 
 

13 mayo, 2013

Nuestra Señora de Fátima




Alegría y asombro de veros Nuestra Madre,
aquél de Mayo trece, que vinisteis amorosa.
Amor, para con Cristo pidiendo y, honrosa
os posasteis, en esta tierra, obra de Dios Padre.


Vos, que de los cielos bajasteis amada Madre,
compartisteis las eternas verdades y, ansiosa
a tus amados hijos les mostrasteis gloriosa,
el camino, para seguros llegar a Dios Padre:


Por el camino ancho jamás, sí, por el angosto
porque es ése, el andar de Vos, Santa María,
desde Belén hasta Fátima, uno y, muy angosto.


Y, sabe Dios, cuántos más, como el angosto,
porque Él, es el Dios de la vida. Santa María
de sol vestida, por vuestro andar en el angosto.

© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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13 de Mayo
La Virgen de Fátima
(1917)


Desde el 13 de Mayo de 1917 la Sma. Virgen María se apareció por seis veces en Fátima (Portugal) a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta. En un hermoso libro titulado “Memorias de Lucía” (cuya lectura recomendamos) la que vio a la Virgen cuenta todos los detalles de esas apariciones.
 
Primera Aparición 13 de Mayo de 1917
 
El 13 de mayo se produjo el siguiente diálogo:
- ¿De dónde es su merced?
- Mi patria es el cielo.
- ¿Y qué desea de nosotros?
- Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes a esta hora (mediodía). En octubre les diré quién soy y qué es lo que quiero.
- ¿Y nosotros también iremos al cielo?
- Lucía y Jacinta sí.
- ¿Y Francisco?

Los ojos de la aparición se vuelven hacia el jovencito y lo miran con expresión de bondad y de maternal reproche mientras va diciendo:
 
- El también irá al cielo, pero antes tendrá que rezar muchos rosarios.
 
Y la Sma. continuó diciéndoles:
 
- ¿Quieren ofrecerse al Señor y estar prontos para aceptar con generosidad los sufrimientos que Dios permita que les lleguen y ofreciéndolo todo en desagravio por las ofensas que se hacen a Nuestro Señor?
- Sí, Señora, queremos y aceptamos.

Con un gesto de amable alegría, al ver su generosidad, les dijo:
- Tendrán ocasión de padecer y sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá.
 
Segunda aparición: 13 de Junio de 1917
 
La Sma. Virgen le dice a los tres niños: “Es necesario que recen el rosario y aprendan a leer”.
Lucía le pide la curación de un enfermo y la Virgen le dice: “Que se convierta y el año entrante recuperará la salud”.
 
Lucía le suplica: “Señora: ¿quiere llevarnos a los tres al cielo?”.
 
- Sí a Jacinta y a Francisco los llevaré muy pronto, pero tú debes quedarte aquí abajo, porque Jesús quiere valerse de ti para hacerme amar y conocer. El desea propagar por el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María.
 
- ¿Y voy a quedarme solita en este mundo?


- ¡No hijita! ¿Sufres mucho? Pero no te desanimes, que yo no te abandonaré. Mi corazón inmaculado será tu refugio y yo seré el camino que te conduzca a Dios.
 
Tercera aparición: 13 de julio de 1917
 
Ya hay 4,000 personas. Nuestra Señora les dice a los videntes: “Es necesario rezar el rosario para que se termine la guerra. Con la oración a la Virgen se puede obtener la paz. Cuando sufran algo digan: ‘Oh Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores’”.
 
La Virgen abrió sus manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos de dolor. Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la Virgen como pidiendo socorro y Ella les dijo:
 
- ¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores? Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre.
 
Vengo a pedir la Consagración del mundo al Corazón de María y la Comunión de los Primeros Sábados, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Pero si no una propaganda impía difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Varias naciones quedarán aniquiladas. Pero al fin mi Inmaculado Corazón triunfará.
 
Y añadió Nuestra Señora: Cuando recen el Rosario, después de cada misterio digan: “Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”.

Cuarta aparición: Agosto 1917
 
La 4ª. Aparición no fue posible el 13 de agosto, porque en este día el alcalde tenía prisioneros a los 3 niños para tratar de hacerlos decir que ellos no habían visto a la Virgen. Aunque no lo logró. La aparición sucedió unos días después.
 
La Sma. Virgen les dijo en la 4ª. Aparición:
 
“Recen, recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Tienen que recordar que muchas almas se condenan porque no hay quién rece y haga sacrificios por ellas”. (El Papa Pío XII decía que esta frase era la que más le impresionaba del mensaje de Fátima y exclamaba: “Misterio tremendo: que la salvación de muchas almas dependa de las oraciones y sacrificios que se hagan por los pecadores”.
Desde esta aparición los tres niños se dedicaron a ofrecer todos los sacrificios posibles por la conversión de los pecadores y a rezar con más fervor el Rosario.
 
Quinta aparición: 13 de Septiembre 1917
 
Ya hay unas 12,000 personas. Nuestra Señora les recomienda a los videntes que sigan rezando el Rosario y anuncia el fin de la guerra. Lucía le pide por varios enfermos. La Virgen le responde que algunos sí curarán, pero que otros no, porque Dios no se confía de ellos, y porque para la santificación de algunas personas es más conveniente la enfermedad que la buena salud. E invita a todos a presenciar un gran milagro el próximo 13 de octubre.
 
Sexta y última aparición. 13 de octubre de 1917
 
En este día hay 70,000 personas. La aparición dice a los tres niños: “Yo soy la Virgen del Rosario. Deseo que en este sitio me construyan un templo y que recen todos los días el Santo Rosario”.
 
Lucía les dice los nombres de bastantes personas que quieren conseguir salud y otros favores muy importantes. Nuestra Señora le responde que algunos de esos favores serán concedidos y otros serán reemplazados por favores mejores. Y añade: “Pero es muy importante que se enmienden y que pidan perdón por sus pecados”.
 
Y tomando un aire de tristeza la Sma. Virgen dijo estas sus últimas palabras de las apariciones: QUE NO OFENDAN MAS A DIOS QUE YA ESTA MUY OFENDIDO (Lucía afirma que de todas las frases oídas en Fátima, esta fue la que más le impresionó).
 
La Sma. Virgen antes de despedirse señaló con sus manos hacia el sol y entonces los 70,000 espectadores presenciaron un milagro conmovedor, un espectáculo maravilloso, nunca visto: la lluvia cesó instantáneamente (había llovido desde el amanecer y era mediodía) las nubes se alejaron y el sol apareció como un inmenso globo de plata o de nieve, que empezó a dar vueltas a gran velocidad, esparciendo hacia todas partes luces amarillas, rojas, verdes, azules y moradas, y coloreando de una manera hermosísima las lejanas nubes, los árboles, las rocas y los rostros de la muchedumbre que allí estaba presente. De pronto el sol se detiene y empieza a girar hacia la izquierda despidiendo luces tan bellas que parece una explosión de juegos pirotécnicos, y luego la multitud ve algo que la llena de terror y espanto.
 
Ven que el sol se viene hacia abajo, como si fuera a caer encima de todos ellos y a carbonizarlos, y un grito inmenso de terror se desprende de todas las gargantas. “Perdón, Señor, perdón”, fue un acto de contricción dicho por muchos miles de pecadores. Este fenómeno natural se repitió tres veces y duró diez minutos. No fue registrado por ningún observatorio astronómico porque era un milagro absolutamente sobrenatural.
 
Luego el sol volvió a su sitio y los miles de peregrinos que tenían sus ropas totalmente empapadas por tanta lluvia, quedaron con sus vestidos instantáneamente secos. Y aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones.

Y nosotros queremos recordar y obedecer los mensajes de la Sma. Virgen en Fátima: “Rezar el Rosario. Hacer oración y sacrificios por la conversión de los pecadores y NO ofender más a Dios, que ya esta muy ofendido”.
 

12 mayo, 2013

Solemnidad de la Ascensión de Nuestro Señor

 
 
“Yo estaré con vosotros hasta
el final de los tiempos”. Así,
dijisteis Vos, Señor y Dios de
la vida, antes de llevado ser
al Padre, glorificado de luz.
 
“Hombres de Galilea, ¿qué hacen
ahí mirando al cielo? Este que ha
sido llevado, este mismo Jesús,
vendrá como lo han visto subir al cielo”
Vuestros ángles así dijeron aquél día.
 
Y, duda alguna no queda, pues
Vos, sois verdadera comida
y verdadera bebida. Luz que
brilla en la oscuridad absoluta
y puro amor insondable sin fin.
 
Permitidnos, pues Amadísimo
Señor, alados ser junto a Vos,
y, al final de los tiempos, por
nuestras obras, con Vos, vivir,
la gloria santa de la vida eterna.
 
¡Gloria al Padre!
¡Gloria a Vos!
¡Gloria al Espíritu Santo!
Por los siglos de los siglos
Amén.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Mayo
Solemnidad de la Ascensión de Nuestro Señor
 
Cuarenta días después de la Resurrección, la Palabra de Dios describe cómo Jesús se despide físicamente de sus discípulos, dándoles las últimas instrucciones:
 
“Y les dijo: – Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará. Y estas señales acompañarán a los que crean en mi Nombre: echarán los espíritus malos, hablarán en nuevas lenguas, tomarán con sus manos las serpientes y si beben algún veneno no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán- Así pues, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios”(Mc 16, 15-19; cfr. Lc 24, 50-51).
 
Mientras miraban fijamente al cielo hacia donde iba Jesús, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: "Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? Este que ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá como lo han visto subir al cielo”. (Hch 1, 3-11)
 
Celebración
 
Celebramos la Ascensión del Señor, es el domingo anterior a la fiesta de Pentecostés, son solemnidades muy importantes de la Iglesia, nos hablan de nuestro destino final: ir al Padre como Jesús y de la fundación y misión de nuestra Iglesia Católica. Se usa el color blanco, tanto en el altar como en las vestiduras del sacerdote.
 
Significado de la expresión
 
Los evangelistas describen al final de los evangelios y al principio del libro de los Hechos de los Apóstoles, que Jesús “fue elevado al cielo”, por lo que los cristianos repetimos en nuestro Credo:
“Subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre”. Esta afirmación es un modo de hablar para decir que Jesús se fue al Padre, llevando consigo su naturaleza humana. La ida de Jesús al Padre constituyó nuestro cielo.
 
Jesús, al ir al Padre, no entra en un lugar, sino en una nueva dimensión, en donde no tienen sentido nuestras expresiones: arriba, abajo, subir, bajar… Ir al cielo significa, ir a Dios. En el cielo, iremos a unirnos al cuerpo de Cristo resucitado todos los que aceptamos su salvación.
 
Significado de la fiesta en la iglesia
 
Según la narración de San Lucas, la Iglesia celebra la Ascensión del Señor a los cuarenta días de su resurrección. Esta fiesta está dentro del tiempo pascual que consta de cincuenta días y concluye con la Venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia. (Cf. Lc 24, 49-53; Hch 1, 3-11; 2, 1-41) La fiesta de la Ascensión no nos habla de un alejamiento de Cristo, sino de su glorificación en el Padre. Su cuerpo humano adquiere la gloria y las propiedades de Dios antes de encarnarse. Con la Ascensión, Cristo se ha acercado más a nosotros, con la misma cercanía de Dios. Es también una fiesta de esperanza, pues con Cristo una parte, la primicia de nuestra humanidad, está con Dios. Con él, todos nosotros hemos subido al Padre en la esperanza y en la promesa.
 
En la Ascensión celebramos la subida de Cristo al Padre y nuestra futura ascensión con él. Al celebrar el misterio de la Ascensión del Señor, recuerda que EL CIELO ES NUESTRA META y que la vida terrena es el camino para conseguirla.
 
 

Dia de la Madre

 
Enhorabuena que llegó Eva
De la costilla del hombre amado
Porque quiso Dios haberla dado
Para encaminar la vida nueva.
 
Bella, frágil, inteligente y cautivadora
La porfía del amor en el alma lleva
Y cual flor del paraíso derrama y lleva
Aroma que el hombre ama y ahora
 
Tiene en la novia, hermana y madre
La misma virtud que María: ser Madre
Madre, madres a las que jamás yo podré
 
Pagar siquiera sus desvelos madre
Ni con todo el oro del mundo madre
Porque para ser madre sólo la madre.

© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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María, Madre de Dios: la Madre Perfecta

La Iglesia Católica comienza el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María. La fiesta mariana más antigua que se conoce en Occidente es la de “María Madre de Dios”. Ya en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma y donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa, en tiempos de las persecuciones, hay pinturas con este nombre: “María, Madre de Dios”.
 
Si nosotros hubiéramos podido formar a nuestra madre, ¿qué cualidades no le habríamos dado? Pues Cristo, que es Dios, sí formó a su propia madre. Y ya podemos imaginar que la dotó de las mejores cualidades que una criatura humana puede tener.

 Pero, ¿es que Dios ha tenido principio? No. Dios nunca tuvo principio, y la Virgen no formó a Dios. Pero Ella es Madre de uno que es Dios, y por eso es Madre de Dios.
 
Y qué hermoso repetir lo que decía San Estanislao: “La Madre de Dios es también madre mía”. Quien nos dio a su Madre santísima como madre nuestra, en la cruz al decir al discípulo que nos representaba a nosotros: “He ahí a tu madre”, ¿será capaz de negarnos algún favor si se lo pedimos en nombre de la Madre Santísima?
 
Al saber que nuestra Madre Celestial es también Madre de Dios, sentimos brotar en nuestro corazón una gran confianza hacia Ella.
Cuando en el año 431 el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años) e iluminados por el Espíritu Santo declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios”. Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.
 
El título “Madre de Dios” es el principal y el más importante de la Virgen María, y de él dependen todos los demás títulos y cualidades y privilegios que Ella tiene.
 
Los santos muy antiguos dicen que en Oriente y Occidente, el nombre más generalizado con el que los cristianos llamaban a la Virgen era el de “María, Madre de Dios”.
 
Benedicto XVI, 2008
 
“El título de Madre de Dios, tan profundamente vinculado a las festividades navideñas, es, por consiguiente, el apelativo fundamental con que la comunidad de los creyentes honra, podríamos decir, desde siempre a la Virgen santísima. Expresa muy bien la misión de María en la historia de la salvación. Todos los demás títulos atribuidos a la Virgen se fundamentan en su vocación de Madre del Redentor, la criatura humana elegida por Dios para realizar el plan de la salvación, centrado en el gran misterio de la encarnación del Verbo divino.
 
Y todos sabemos que estos privilegios no fueron concedidos a María para alejarla de nosotros, sino, al contrario, para que estuviera más cerca. En efecto, al estar totalmente con Dios, esta Mujer se encuentra muy cerca de nosotros y nos ayuda como madre y como hermana. También el puesto único e irrepetible que María ocupa en la comunidad de los creyentes deriva de esta vocación suya fundamental a ser la Madre del Redentor. Precisamente en cuanto tal, María es también la Madre del Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia. Así pues, justamente, durante el concilio Vaticano II, el 21 de noviembre de 1964, Pablo VI atribuyó solemnemente a María el título de “Madre de la Iglesia”.
Precisamente por ser Madre de la Iglesia, la Virgen es también Madre de cada uno de nosotros, que somos miembros del Cuerpo místico de Cristo.
 
Desde la cruz Jesús encomendó a su Madre a cada uno de sus discípulos y, al mismo tiempo, encomendó a cada uno de sus discípulos al amor de su Madre. El evangelista san Juan concluye el breve y sugestivo relato con las palabras: “Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” (Jn 19, 27). Así es la traducción española del texto griego: εiς tά íδια; la acogió en su propia realidad, en su propio ser. Así forma parte de su vida y las dos vidas se compenetran. Este aceptarla en la propia vida (εiς tά íδια) es el testamento del Señor. Por tanto, en el momento supremo del cumplimiento de la misión mesiánica, Jesús deja a cada uno de sus discípulos, como herencia preciosa, a su misma Madre, la Virgen María. – Benedicto XVI, 2008
 
HISTORIA DEL DÍA DE LA MADRE
 
La conmemoración oficial del “Día de la Madre” se remonta a los tiempos de la antigua Grecia cuando Rea era la gran madre de los Dioses. A lo largo de la historia se van encontrando manifestaciones de esta celebración. En la Inglaterra del siglo XVII se celebraba el “servir de domingo”. Ese día las sirvientas iban a sus hogares a visitar a su madre, y festejaban el encuentro con una torta. No sería hasta el siglo XX que esta conmemoración recibiría un carácter oficial de la mano de Anna M. Jarvis. Tras un encuentro familiar con motivo del tercer aniversario de la muerte de su madre, esta profesora americana tuvo la idea de dedicar un día a todas las madres. A raíz de aquí el segundo domingo de mayo de 1907 se celebró por primera vez el “Día de la Madre”.
 
Anna Jarvis prosiguió su campaña por el “Día de la Madre” y finalmente el 10 de mayo de 1908 se celebró esta fecha públicamente.
 
En la Iglesia Episcopal de Grafton en West Virginia hay constancia de este hecho con una placa conmemorativa. Esta fecha fue declarada oficial en 1910 por parte del gobernador del estado de West Virginia, William Glascock. En mayo de 1914 Anna consiguió que esta fecha fuera incluida en el calendario federal de los Estados Unidos. En poco tiempo, más de 40 países adoptaron esta conmemoración.
 
En homenaje a una persona tan especial, en el Día de la Madre no es necesario ningún regalo de gran valor, este concepto fue implantado por el comercio. Es suficiente ofrecer algo simbólico: una flor del jardín, una postal, un poema o un simple abrazo afectuoso, unas palabras de ternura, de reconocimiento o un simple gesto para que se sienta querida.
 
“Día de la Madre” en el Perú y muchos países del orbe
 
El segundo domingo del mes de mayo se celebra el “Día de la Madre” en el Perú y muchos países del orbe. Esa fecha es muy importante para todos ya que ese día se lo dedicamos al ser que nos trajo al mundo y le brindamos más amor, cariño y devoción .
 
La Madre es el ser más maravilloso de la tierra. Ella no sabe de cansancio ni le importa tener que esperar largas horas por los hijos para atenderlos. Es la persona más tolerante, comprensiva y cariñosa que pueda haber. Todos los días del año debemos demostrarle nuestro amor y cariño. No esperemos que nuestra madre ya no esté en este mundo para darnos cuenta de lo mucho que ella hizo por nosotros y de que pudimos hacerla sentir más feliz con tan sólo demostrarle día a día nuestro cariño, amor y agradecimiento hacia ella.
 
El compositor y estudioso de la música criolla, Don Manuel Acosta Ojeda, tiene más de mil composiciones de entre las cuales destaca una que por su mensaje y a quien va dirigida se ha convertido en una de las canciones clásicas de la música criolla, “Madre”.
 
El periodista Jesús Raymundo en el artículo titulado “Homenaje a Manuel Acosta Ojeda”, publicado en el diario “El Peruano” de Lima el 28 de junio del 2002, nos relata la historia de ese hermoso vals que la recogió del mismo compositor:
’En una de sus madrugadas de mayo, después de cantar en El Botellón, visitó con sus amigos el bar El Silletazo. Era víspera de Día de la Madre, en 1951. “Mareado escribí sobre la envoltura de una cajetilla de cigarrillos algunos versos para mi madre, que me había dado todo. Sentí pena y remordimiento. A las diez de la mañana, cuando terminé mi autoconfesión, fui a mi casa”. En 1956, el tema Madre fue grabado por el grupo Los Cholos. Pero fueron Los Chamas quienes lanzaron a la popularidad el valse de la sinceridad’.
 
El vals “Madre” es considerado, tanto por su letra como por su música, como un excelente aporte hacia nuestra música criolla y en el Perú es tema obligado en toda actuación en homenaje al Día de la Madre. A mi madre, hermanas y todas las madres les deseo un ¡Feliz Día de la Madre!
 
MADRE

 Autor: Manuel Acosta Ojeda
 
Madre, cuando recojas con tu frente mis besos
todos los labios rojos
que en mi boca dejaron
huirán como sombras
cuando se hace la luz.
Madre, esas arrugas se formaron pensando
¿dónde estará mi hijo?
¿porqué no llegará?
y por más que las bese
no las podré borrar.
Madre, tus manos tristes
como aves moribundas
déjame que las bese
tanto, tanto han rezado
por mis locos errores
y mis vanas pasiones
y por último madre
deja que me arrodille
y sobre tu regazo
coloque mi cabeza
y dime hijo de mi alma
para llorar contigo.
Madre, esas arrugas se formaron pensando
¿dónde estará mi hijo?
¿porqué no llegará?
y por más que las bese
no las podré borrar.
Madre, tus manos tristes
como aves moribundas
déjame que las bese
tanto, tanto han rezado
por mis locos errores
y mis vanas pasiones
y por último madre
deja que me arrodille
y sobre tu regazo
coloque mi cabeza
y dime hijo de mi alma
para llorar… contigo.

Cuando el Perú saludo por primera vez a mamá
 
Carlos Alberto Izaguirre, diputado ancashino, sanmarquino de corazón, presidente del grupo cultural universitario ‘Ariel’, hijo bien, alzó la voz muy fuerte y anunció su deseo de romper con la orfandad en el Perú. Habló en el hemiciclo ante sus pares y les dijo que el país no podía sustraerse a una fiesta que cada vez se extendía más, por medio de la cual se honraba a mamá, sí, la de todos, la única, la reina de la casa.
 
Los políticos olvidaron entonces sus banderas partidarias y alzaron el pabellón filial. Aceptaron por unanimidad la petición, llegó el tema al Senado, al ministro de Instrucción y al presidente, y el 12 de abril de 1924 se promulgó la resolución suprema más mimosa: “Vista la solicitud que formula el ‘Ateneo Universitario Ariel’ de esta capital, sobre la constitución del ‘Día de la Madre’. Estando a lo acordado. Se resuelve: Declarar día solemne, bajo la denominación de Día de la Madre, el segundo domingo del mes de mayo”.
 
De inmediato, Lima tomó partido por el tema y empezaron las sugerencias. La educadora Elvira García y García, por ejemplo, expuso la conveniencia de honrar a las madres que habían perdido a sus hijos en la guerra de 1879. Sin embargo, pronto el grupo ‘Ariel’ anunció las que serían las actividades centrales. Entre ellas, una romería ante el busto de la protectora de los niños Juana Alarco de Dammert, una ceremonia cultural y artística en la Casona de San Marcos en el Parque Universitario, y otras similares a nivel de los colegios.
 
Pronto surgieron las adhesiones del Círculo de Estudiantes Piuranos, de la Asociación Estudiantil Ancashina, de la Escuela Técnica de Comercio, de la Liga de Cultura y Bondad del Instituto Molinares, de la Legión Feminista Pro Cultura y en especial de la Asociación Cristiana de Jóvenes. También se prestaron a colaborar los colegios Nuestra Señora de Guadalupe, el Anglo Peruano, los Sagrados Corazones, Rodó, Corazón de Jesús, la Escuela Normal de Señoritas, el Liceo Lima y muchos más.
 
”No se piensa por ningún motivo en premios que sólo opacarían la inmaculada belleza de la fiesta materna”, escribiría un lector en El Comercio, y como ésta se publicaron varias misivas y reflexiones en torno al significado de la fecha.
 
Los promotores acordaron con los colegios que a las actuaciones fueran invitadas las madres de los estudiantes y que éstos, al igual que en otros países latinoamericanos, colocaran en sus ojales “los que tienen a la madre viva (…) una flor roja en todo el día y los que la tienen muerta una flor blanca”.
A la campaña se aunó el arzobispado de Lima que dispuso que en los templos se hicieran rogativas y que en todos los hogares católicos se dedique una especial consideración a la fiesta.
 
Además se imprimieron y repartieron volantes con oraciones dedicadas a las madres y una poesía que redactó la mencionada García y García. “En muchos hogares, los hijos preparan sencillas fiestas en honor a sus madres. Los niños podrían repetir en nuestro medio lo que ya se ha hecho en otros lugares: en la semana de la madre, el primer día se dedica, por ejemplo, a la narración de un cuento que alguno de los hijos hace, estando por la noche la familia reunida; en los otros días tienen lugar las comidas en honor de la madre. Aquí todo queda a la espontaneidad del momento”, escribió uno de los organizadores.
 
Un domingo 11 de mayo empezó todo. Por la mañana, cientos de escolares y bandas de música llegaron ante el busto a Juana Alarco de Dammert, ubicado en la Plaza de la Exposición, en tanto que en el Liceo Grau se celebraba una misa de salud por las madres, Elvira García y García recitaba su composición, y las alumnas Teresa Franco, Hilda Cánepa y Clelia Rojas hacían lo propio con sus trabajos.
 
La ceremonia central, como estaba previsto, empezó a las cinco de la tarde. “La impresión que ofrecía ayer el General de San Marcos con este motivo era imponente y simpática”.
 
Fue el rector Manuel Vicente Villarán el primero en hablar a la enorme concurrencia, saludando la iniciativa del grupo ‘Ariel’. “Me es grato que la Universidad, templo de educación, auspicie y presida este homenaje que la piedad filial tributa a las madres, a las perennes y supremas educadoras, a las maestras nativas del género humano”
 
Después le tocó el turno al principal gestor del homenaje, Carlos Alberto Izaguirre, quien muy emocionado enfrentó los ojos clavados sobre él. “En este instante de crisis en todos los órdenes de la vida estamos de parte del ideal y hemos querido dar un jalón moral a la conciencia de todos los hijos del Perú. (…) La liberación del hombre, su redención, sólo pueden venir de un esfuerzo del corazón, de las fuentes puras del silencio, del heroísmo cotidiano, pero sobre todo de una gran ternura: la madre”.
 
El ‘significado de la fiesta’ fue ampliado por el catedrático Luis Varela y Orbegoso y posteriormente, llegó el clímax poético con la timbrada voz del vate Daniel Ruzo. Al término de la ceremonia todos se pusieron de pie durante unos minutos recordando a la madre querida. Por la noche se llevó a cabo una actuación literaria en el local de la Asociación Cristiana de Jóvenes, en la que tomaron parte los poetas José Gálvez y Ricardo Martínez de la Torre, y se dictó una conferencia sobre el concepto de la madre a través de los tiempos a cargo del doctor John Mackay, quien “ensalzó a la mujer y condenó al hombre que la hace víctima de sus impulsos”.
 
(El Comercio, mayo 03)