11 octubre, 2013

Beato Juan XXIII



Oh, Beato Juan XXIII, vos, sois,
el hijo del Dios de la vida y su
amado santo, que, desde siempre
el llamado de Dios sentisteis,
tanto que, abrazasteis la Regla
de la Orden franciscana seglar,
vuestro camino, que, aunque no
del todo fácil, al cielo os dirigió.
La gente, os conoció como el “Papa
bueno”. Vuestro “Diario del alma”,
son un dulce testimonio de vuestra
reflexión espiritual, donde reflejáis
el sustento espiritual de San Carlos
Borromeo, san Francisco de Sales
y San Gregorio Barbarigo. Vuestro
lema “Obediencia y paz”, marcó
todo vuestro magisterio y vida, a
la par de vuestras dotes humanas,
de solicitud y caridad. Y, Jesús,
nunca os dejó y por el contrario,
os fortalecía y os daba cada día
confianza plena en SU Cruz. Ortodoxos
y musulmanes, os admiran hasta
hoy, por vuestra tolerancia y tino.
En plena guerra, noticias dabais sobre
los prisioneros y vuestras manos
salvaron a cientos de judíos perseguidos.
Buscasteis siempre la sencillez evangélica,
animado por una piedad sincera, dedicado
todos los días, a la oración y la meditación.
Pastor sabio y resuelto, a imitación
de los santos, a quienes venerabais,
reflejo siendo de nuestro “Buen Pastor”,
manso y atento, emprendedor y valiente,
sencillo y cordial. Nunca de practicar
dejasteis las obras de misericordia
corporales y espirituales, visitando
a los encarcelados y a los enfermos,
recibiendo a hombres de todas las naciones
y creencias, y cultivando un especial
sentimiento de paternidad hacia todos
y todas. Vuestro magisterio, con vuestras
encíclicas “Pacem in terris” y “Mater
et magistra”, son un legado de vuestro
corazón y amor por la humanidad. Y, por
todo ello, Dios os coronó con corona
de luz y eternidad, como justo premio
a vuestra entrega de amor, constancia y fe;
oh, Beato, Juan XXIII, “Obediencia y paz”.

© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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11 Octubre
Beato Juan XXIII
CCLXI Papa

Nació en el seno de una numerosa familia campesina, de profunda raigambre cristiana. Pronto ingresó en el Seminario, donde profesó la Regla de la Orden franciscana seglar. Ordenado sacerdote, trabajó en su diócesis hasta que, en 1921, se puso al servicio de la Santa Sede. En 1958 fue elegido Papa, y sus cualidades humanas y cristianas le valieron el nombre de “papa bueno”. Juan Pablo II lo beatificó el año 2000 y estableció que su fiesta se celebre el 11 de octubre.
Nació el día 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, diócesis y provincia de Bérgamo (Italia). Ese mismo día fue bautizado, con el nombre de Ángelo Giuseppe. Fue el cuarto de trece hermanos. Su familia vivía del trabajo del campo. La vida de la familia Roncalli era de tipo patriarcal. A su tío Zaverio, padrino de bautismo, atribuirá él mismo su primera y fundamental formación religiosa. El clima religioso de la familia y la fervorosa vida parroquial, fueron la primera y fundamental escuela de vida cristiana, que marcó la fisonomía espiritual de Ángelo Roncalli.
Recibió la confirmación y la primera comunión en 1889 y, en 1892, ingresó en el seminario de Bérgamo, donde estudió hasta el segundo año de teología. Allí empezó a redactar sus apuntes espirituales, que escribiría hasta el fin de sus días y que han sido recogidos en el «Diario del alma». El 1 de marzo de 1896 el director espiritual del seminario de Bérgamo lo admitió en la Orden franciscana seglar, cuya Regla profesó el 23 de mayo de 1897.
De 1901 a 1905 fue alumno del Pontificio seminario romano, gracias a una beca de la diócesis de Bérgamo. En este tiempo hizo, además, un año de servicio militar. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904, en Roma. En 1905 fue nombrado secretario del nuevo obispo de Bérgamo, Mons. Giácomo María Radini Tedeschi. Desempeñó este cargo hasta 1914, acompañando al obispo en las visitas pastorales y colaborando en múltiples iniciativas apostólicas: sínodo, redacción del boletín diocesano, peregrinaciones, obras sociales. A la vez era profesor de historia, patrología y apologética en el seminario, asistente de la Acción católica femenina, colaborador en el diario católico de Bérgamo y predicador muy solicitado por su elocuencia elegante, profunda y eficaz.
En aquellos años, además, ahondó en el estudio de tres grandes pastores: san Carlos Borromeo (de quien publicó las Actas de la visita apostólica realizada a la diócesis de Bérgamo en 1575), san Francisco de Sales y el entonces beato Gregorio Barbarigo. Tras la muerte de Mons. Radini Tedeschi, en 1914, don Ángelo prosiguió su ministerio sacerdotal dedicado a la docencia en el seminario y al apostolado, sobre todo entre los miembros de las asociaciones católicas.
En 1915, cuando Italia entró en guerra, fue llamado como sargento sanitario y nombrado capellán militar de los soldados heridos que regresaban del frente. Al final de la guerra abrió la «Casa del estudiante» y trabajó en la pastoral de estudiantes. En 1919 fue nombrado director espiritual del seminario.
En 1921 empezó la segunda parte de la vida de don Ángelo Roncalli, dedicada al servicio de la Santa Sede. Llamado a Roma por Benedicto XV como presidente para Italia del Consejo central de las Obras pontificias para la Propagación de la fe, recorrió muchas diócesis de Italia organizando círculos de misiones. En 1925 Pío XI lo nombró visitador apostólico para Bulgaria y lo elevó al episcopado asignándole la sede titular de Areópoli. Su lema episcopal, programa que lo acompañó durante toda la vida, era: «Obediencia y paz».
Tras su consagración episcopal, que tuvo lugar el 19 de marzo de 1925 en Roma, inició su ministerio en Bulgaria, donde permaneció hasta 1935. Visitó las comunidades católicas y cultivó relaciones respetuosas con las demás comunidades cristianas. Actuó con gran solicitud y caridad, aliviando los sufrimientos causados por el terremoto de 1928. Sobrellevó en silencio las incomprensiones y dificultades de un ministerio marcado por la táctica pastoral de pequeños pasos. Afianzó su confianza en Jesús crucificado y su entrega a él.
En 1935 fue nombrado delegado apostólico en Turquía y Grecia. Era un vasto campo de trabajo. La Iglesia católica tenía una presencia activa en muchos ámbitos de la joven república, que se estaba renovando y organizando. Mons. Roncalli trabajó con intensidad al servicio de los católicos y destacó por su diálogo y talante respetuoso con los ortodoxos y con los musulmanes. Cuando estalló la segunda guerra mundial se hallaba en Grecia, que quedó devastada por los combates. Procuró dar noticias sobre los prisioneros de guerra y salvó a muchos judíos con el «visado de tránsito» de la delegación apostólica. En diciembre de 1944 Pío XII lo nombró nuncio apostólico en París.
Durante los últimos meses del conflicto mundial, y una vez restablecida la paz, ayudó a los prisioneros de guerra y trabajó en la normalización de la vida eclesiástica en Francia. Visitó los grandes santuarios franceses y participó en las fiestas populares y en las manifestaciones religiosas más significativas. Fue un observador atento, prudente y lleno de confianza en las nuevas iniciativas pastorales del episcopado y del clero de Francia. Se distinguió siempre por su búsqueda de la sencillez evangélica, incluso en los asuntos diplomáticos más intrincados. Procuró actuar como sacerdote en todas las situaciones. Animado por una piedad sincera, dedicaba todos los días largo tiempo a la oración y la meditación.
En 1953 fue creado cardenal y enviado a Venecia como patriarca. Fue un pastor sabio y resuelto, a ejemplo de los santos a quienes siempre había venerado, como san Lorenzo Giustiniani, primer patriarca de Venecia.
Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958, y tomó el nombre de Juan XXIII. Su pontificado, que duró menos de cinco años, lo presentó al mundo como una auténtica imagen del buen Pastor. Manso y atento, emprendedor y valiente, sencillo y cordial, practicó cristianamente las obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y a los enfermos, recibiendo a hombres de todas las naciones y creencias, y cultivando un exquisito sentimiento de paternidad hacia todos. Su magisterio, sobre todo sus encíclicas «Pacem in terris» y «Mater et magistra», fue muy apreciado.
Convocó el Sínodo romano, instituyó una Comisión para la revisión del Código de derecho canónico y convocó el Concilio ecuménico Vaticano II. Visitó muchas parroquias de su diócesis de Roma, sobre todo las de los barrios nuevos. La gente vio en él un reflejo de la bondad de Dios y lo llamó «el Papa de la bondad». Lo sostenía un profundo espíritu de oración. Su persona, iniciadora de una gran renovación en la Iglesia, irradiaba la paz propia de quien confía siempre en el Señor. Falleció la tarde del 3 de junio de 1963.
Juan Pablo II lo beatificó el 3 de septiembre del año 2000, y estableció que su fiesta se celebre el 11 de octubre, recordando así que Juan XXIII inauguró solemnemente el Concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962.

10 octubre, 2013

San Daniel Comboni


Oh, San Daniel Comboni, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo, que
fundasteis el Instituto para las Misiones
en África, y que, tras ser elegido obispo
de ese continente, os entregasteis sin
reservas y predicasteis el Evangelio
por aquellas regiones, trabajando,
por la dignidad humana y hacerla respetar.
Fuisteis el primer Obispo de África
Central y uno de los más grandes misioneros
de la historia de la Iglesia. Al África
marchasteis, con la bendición de vuestra
madre Domenica, quien os dijo antes de partir:
“Vete, y que el Señor te bendiga”. Fatigas,
clima insoportable, enfermedades, muerte
de jóvenes y compañeros misioneros, pobreza
de la gente abandonada a sí misma, os empujaron
hacia adelante y a nunca renunciar. “Tendremos
que fatigarnos, sudar, morir; pero al pensar
que se suda y se muere por amor de Jesucristo
y la salvación de las almas abandonadas
de este mundo, encuentro el consuelo
necesario para no desistir en esta gran
empresa. África o muerte!”. Escribíais
a vuestros padres. Delante de la tumba
de San Pedro, en Roma, elaborasteis vuestro
famoso “Plan para la regeneración de África”.
O lo que es lo mismo “Salvar África por medio
de África”. Fundasteis dos Institutos
misioneros, llamados Misioneros Combonianos
y Misioneras Combonianas. Participáis además,
en el Concilio Vaticano I, consiguiendo
se firmara vuestra petición, “Postulatum
pro Nigris Africæ Centralis”. Tomasteis
“como fiel y amada esposa”, a la Cruz Santa
que nunca os abandonó, para morir, todo
rodeado de vuestra gente, exclamando: “Yo
muero pero mi obra, no morirá”. Y asi,
entregasteis vuestra alma al cielo, y Dios
os premio, coronándoos de luz eterna,
como justo premio a vuestra entrega de amor;
Oh, San Daniel Comboni, amor, fe y luz eterna.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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10 de Octubfre
San Daniel Comboni
Evangelizador del Africa

Fundador de los Misioneros Combonianos


Santo Obispo Martirologio Romano: En Khartum, en Sudán, san Daniel Comboni, obispo, que fundó el Instituto para las Misiones en África (Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús), y tras ser elegido obispo en ese continente, se entregó sin reservas y predicó el Evangelio por aquellas regiones, trabajando también por hacer respetar la dignidad humana. († 1881)
Daniel Comboni: hijo de campesinos pobres, llegó a ser el primer Obispo de Africa Central y uno de los más grandes misioneros de la historia de la Iglesia.
La vida de Comboni nos muestra que, cuando Dios interviene y encuentra una persona generosa y disponible, se realizan grandes cosas.
Hijo único – padres santos
Daniel Comboni nace en Limone sul Garda (Brescia, Italia) el 15 de marzo de 1831, en una familia de campesinos al servicio de un rico señor de la zona. Su padre Luigi y su madre Domenica se sienten muy unidos a Daniel, que es el cuarto de ocho hijos, muertos casi todos ellos en edad temprana. Ellos tres forman una familia unida, de fe profunda y rica de valores humanos, pero pobre de medios materiales. La pobreza de la familia empuja a Daniel a dejar el pueblo para ir a la escuela a Verona, en el Instituto fundado por el sacerdote don Nicola Mazza para jóvenes prometedores pero sin recursos.
Durante estos años pasados en Verona Daniel descubre su vocación sacerdotal, cursa los estudios de filosofía y teología y, sobre todo, se abre a la misión de Africa Central, atraído por el testimonio de los primeros misioneros del Instituto Mazza que vuelven del continente africano. En 1854, Daniel Comboni es ordenado sacerdote y tres años después parte para la misión de Africa junto a otros cinco misioneros del Istituto Mazza, con la bendición de su madre Domenica que llega a decir: «Vete, Daniel, y que el Señor te bendiga».
En el corazón de Africa – con Africa en el corazón
Después de cuatro meses de viaje, el grupo de misioneros del que forma parte Comboni llega a Jartum, la capital de Sudán. El impacto con la realidad Africana es muy fuerte. Daniel se da cuenta en seguida de las dificultades que la nueva misión comporta. Fatigas, clima insoportable, enfermedades, muerte de numerosos y jóvenes compañeros misioneros, pobreza de la gente abandonada a si misma, todo ello empuja a Comboni a ir hacia adelante y a no aflojar en la tarea que ha iniciado con tanto entusiasmo. Desde la misión de Santa Cruz escribe a sus padres: «Tendremos que fatigarnos, sudar, morir; pero al pensar que se suda y se muere por amor de Jesucristo y la salvación de las almas más abandonadas de este mundo, encuentro el consuelo necesario para no desistir en esta gran empresa».
Asistiendo a la muerte de un joven compañero misionero, Comboni no se desanima y se siente confirmado en la decisión de continuar su misión: «Africa o muerte!».
Cuando regresa a Italia, el recuerdo de Africa y de sus gentes empujan a Comboni a preparar una nueva estrategia misionera. En 1864, recogido en oración sobre la tumba de San Pedro en Roma, Daniel tiene una fulgurante intuición que lo lleva a elaborar su famoso «Plan para la regeneración de Africa», un proyecto misionero que puede resumirse en la expresión «Salvar Africa por medio de Africa», fruto de su ilimitada confianza en las capacidades humanas y religiosas de los pueblos africanos.
Un Obispo misionero original
En medio de muchas dificultades e incomprensiones, Daniel Comboni intuye que la sociedad europea y la Iglesia deben tomarse más en serio la misión de Africa Central. Para lograrlo se dedica con todas sus fuerzas a la animación misionera por toda Europa, pidiendo ayudas espirituales y materiales para la misión africana tanto a reyes, obispos y señores como a la gente sencilla y pobre. Y funda una revista misionera, la primera en Italia, como instrumento de animación misionera.
Su inquebrantable confianza en el Señor y su amor a Africa llevan a Comboni a fundar en 1867 y en 1872 dos Institutos misioneros, masculino y femenino respectivamente; más tarde sus miembros se llamarán Misioneros Combonianos y Misioneras Combonianas.
Como teólogo del Obispo de Verona participa en el Concilio Vaticano I, consiguiendo que 70 obispos firmen una petición en favor de la evangelización de Africa Central (Postulatum pro Nigris Africæ Centralis).
El 2 de julio de 1877, Comboni es nombrado Vicario Apostólico de Africa Central y consagrado Obispo un mes más tarde. Este nombramiento confirma que sus ideas y sus acciones, que muchos consideran arriesgadas e incluso ilusorias, son eficaces para el anuncio del Evangelio y la liberación del continente africano.
Durante los años 1877-1878, Comboni sufre en el cuerpo y en el espíritu, junto con sus misioneros y misioneras, las consecuencias de una sequía sin precedentes en Sudán, que diezma la población local, agota al personal misionero y bloquea la actividad evangelizadora.
La cruz como «amiga y esposa
En 1880 Comboni vuelve a Africa por octava y última vez, para estar al lado de sus misioneros y misioneras, con el entusiasmo de siempre y decidido a continuar la lucha contra la esclavitud y a consolidar la actividad misionera. Un año más tarde, puesto a prueba por el cansancio, la muerte reciente de varios de sus colaboradores y la amargura causada por acusaciones infundadas, Comboni cae enfermo. El 10 de octubre de 1881, a los 50 años de edad, marcado por la cruz que nunca lo ha abandonado «como fiel y amada esposa», muere en Jartum, en medio de su gente, consciente de que su obra misionera no morirá. «Yo muero –exclama– pero mi obra, no morirá».
Comboni acertó. Su obra no ha muerto. Como todas las grandes realidades que « nacen al pie de la cruz », sigue viva gracias al don que de la propia vida han hecho y hacen tantos hombres y mujeres que han querido seguir a Comboni por el camino difícil y fascinante de la misión entre los pueblos más pobres en la fe y más abandonados de la solidaridad de los hombres.
Fechas más importantes
— Daniel Comboni nace en Limone sul Garda (Brescia, Italia) el 15 de marzo de 1831.
— Consagra su vida a Africa en 1849, realizando un proyecto que lo lleva a arriesgar la vida varias veces en las difíciles expediciones misioneras desde 1857, que es cuando va por primera vez a Africa.
— El 31 de diciembre de 1854, año en que se proclama el dogma de la Inmaculada Concepción de María, es ordenado sacerdote por el Beato Juan Nepomuceno Tschiderer, Obispo de Trento.
— En 1864 escribe un Plan fundado sobre la idea de « salvar Africa por medio de Africa », que demuestra la confianza que Comboni tiene en los africanos, pensando que serán ellos los protagonistas de su propia evangelización (Plan de 1864).
— Fiel a su consigna « Africa o muerte », no obstante las dificultades sigue con su Plan fundando, en 1867, el Instituto de los Misioneros Combonianos.
— Voz profética, anuncia a toda la Iglesia, sobre todo en Europa, que ha llegado la hora de evangelizar a los pueblos de Africa. No teme presentarse, como simple sacerdote que es, a los Obispos del Concilio Vaticano I, pidiéndoles que cada Iglesia local se comprometa en la conversión de Africa (Postulatum, 1870).
— Demostrando un valor fuera de lo común, Comboni consigue que también las religiosas participen directamente en la misión de Africa Central, siendo el primero en tomar tal iniciativa. En 1872, funda un Instituto de religiosas dedicadas exclusivamente a la misión: las Hermanas Misioneras Combonianas.
— Gasta todas sus energías por los africanos y lucha con tesón para que sea abolida la esclavitud.
— En 1877, es consagrado Obispo nombrado Vicario Apostólico de Africa Central.
— Muere en Jartum, Sudán, abatido por las fatigas y cruces, en la noche del 10 de octubre de 1881.
— El 26 de marzo de 1994, se reconoce la heroicidad de sus virtudes.
— El 6 de abril de 1995, se reconoce el milagro realizado por su intercesión en una muchacha afrobrasileña, la joven María José de Oliveira Paixão.
— El 17 de marzo de 1996, es beatificado por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro de Roma.
— El 20 de diciembre 2002, se reconoce el segundo milagro realizado por su intercesión en une madre musulmana del Sudan, Lubna Abdel Aziz.
— El 5 de octubre de 2003, es canonizado por el Papa Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro de Roma.
Autor: Vaticano | Fuente: Vatican.va

09 octubre, 2013

San Dionisio


Oh, San Dionisio, vos, sois
el hijo del Dios de la vida,
y su amado Santo y mártir, que,
con audacia y valor, os decidisteis
evangelizar las galias, siendo
su primer obispo y apóstol.
Fundasteis iglesias y diseminasteis
la palabra de Dios, y, por ello,
martirizado fuisteis, junto
a Rústico y Eleuterio, durante
la impía persecución de Valeriano.
Y, Dios, no os abandonó y, para
admiración de las gentes de vuestro
tiempo, ya que, con vuestra cabeza,
en las manos, caminasteis trecho
largo, hasta que, Casulla, la tomó
y, os desplomasteis. Y, así, vuestra
alma voló al cielo, para coronaros
de luz eterna, como premio justo
a vuestra entrega de amor. Y, quiso
Dios, que allí justo, os edificaran
una basílica en vuestro honor;
oh, Dionisio, “amor, fe y luz”.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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9 de Octubre

San Dionisio
Mártir
Patrón de Jerez

¿Quién fue San Dionisio?
Dionisio de París (Dionysius, en latín; Saint Denis, en francés), según el relato de San Gregorio de Tours en su Historiae francorum (Historia de los francos), llegó a Francia hacia el 250 ó 270 desde Italia con seis compañeros con el fin de evangelizarla. Fue el primer obispo de París, y apóstol de las Galias. Dionisio fundó en Francia muchas iglesias y fue martirizado en el 272, junto con Rústico y Eleuterio, durante la persecución de Valeriano. Actualmente es el Santo Patrón de Francia.
Según las Vidas de San Dionisio, escritas en la época carolingia, tras ser decapitado, Dionisio anduvo durante seis kilómetros con la cabeza en sus manos, atravesando Montmartre, por el camino que, más tarde, sería conocido como calle de los Mártires. Al término de su trayecto, entregó su cabeza a una piadosa mujer descendiente de la nobleza romana, llamada Casulla, y después se desplomó. En ese punto exacto se edificó una basílica en su honor. La ciudad se llama actualmente Saint-Denis. Su fiesta se celebra el 9 de octubre.
La tradición del culto a San Dionisio de París, fue creciendo poco a poco, dándole a conocer, llegando a confundirlo con Dionisio Areopagita (obispo de Atenas) o con Dionisio el Místico. Esta confusión proviene del siglo XII cuando el abad Suger falsificó unos documentos por razones políticas, haciendo creer que San Dionisio había asistido a los sermones de Pablo de Tarso.
Una leyenda tardía confunde a Dionisio Areopagita con el primer obispo de París, martirizado alrededor de 270. Tal identificación la encontramos en el Martirologio y en el Breviario Romano, el 9 de octubre. Pero en el Vetus Romanum Martyrologium, los dos Dionisios se distinguen claramente uno del otro; el 3 de octubre, en efecto, se lee: “Athenis, Dionysii Areopagitae, sub Adriano diversis tormentis passi, ut Aristides testis est in opere quod de Christiana religione composuit; y el 9 de octubre: “Parisiis Dionysii episcopi cum sociis suis a Fescennino cum gladio animadversi” (PL, CXXIII, col. 171).

08 octubre, 2013

San Evodio de Brana



Oh, San Evodio de Brana, vos,
sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo, que, en Rouen,
en la Galia Lugdunense, fuisteis
por amor a Cristo, Dios y Señor
Nuestro, erigido en su santo
Obispo, pues desde joven os
entregasteis al servicio de su
causa de amor, recibiendo
las órdenes sagradas de manos
de san Victricio, y que, os valió
para arribar al cargo de arzobispo
de Rouen, y así, reunir en torno
a Cristo, a vuestra iglesia, liberada
recién, de la persecución, el martirio
y la muerte. Patrón de la colegiata
de Saint Yved de Braine, hoy,
estáis, coronado todo, con corona
de luz como premio a vuestro amor;
Oh, San Evodio de Brana, “fe y luz”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Octubre
San Evodio de Brana
Obispo
Martirologio Romano: En Rouen, en la Galia Lugdunense, san Evodio, obispo. 550.
Formado desde muy joven al servicio de la catedral de Rouen, su ciudad natal, recibió las órdenes sagradas de manos del obispo san Victricio. Fue elegido arzobispo de Rouen.
Su labor como obispo fue consolidar la iglesia de su diócesis recién salida de las persecuciones. Patrón de la colegiata de Saint Yved de Braine, cerca de Soissons, donde trasladaron sus reliquias.


07 octubre, 2013

Nuestra Señora del Rosario


Oh, Nuestra Señora del Rosario, 
a Vos, recurrimos, Santa Madre 
de Dios, en especial en este día, 
y todos los días de nuestra vida
a implorar vuestra generosa 
ayuda por medio del rezo del 
santo Rosario, los misterios 
de Cristo, vuestro amadísimo
Hijo, Dios y Señor Nuestro
meditando, a los amparos 
de vuestra singular y amorosa 
guía, pues Vos, unida estuvisteis
a su encarnación, su vida, su pasión 
y su maravillosa resurrección;
oh, Nuestra Señora del Rosario.  

© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Octubre
Nuestra Señora del Rosario
Fiesta

Martirologio Romano: Memoria de la santísima Virgen María del Rosario. En este día se pide la ayuda de la santa Madre de Dios por medio del Rosario o corona mariana, meditando los misterios de Cristo bajo la guía de aquélla que estuvo especialmente unida a la encarnación, pasión y resurrección del Hijo de Dios.
Cuenta la leyenda que la Virgen se apareció en 1208 a Santo Domingo de Guzmán en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) con un rosario en las manos, le enseñó a rezarlo y le dijo que lo predicara entre los hombres; además, le ofreció diferentes promesas referentes al rosario. El santo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen. Por ello, Montfort erigió la primera capilla dedicada a la imagen.
En el siglo XV su devoción había decaído, por lo que nuevamente la imagen se apareció al beato Alano de la Rupe, le pidió que la reviviera, que recogiera en un libro todos los milagros llevados a cabo por el rosario y le recordó las promesas que siglos atrás dio a Santo Domingo.
El rezo del Santo Rosario es una de las devociones más firmemente arraigada en el pueblo cristiano. Popularizó y extendió esta devoción el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la batalla de Lepanto (1571), victoria atribuída a la Madre de Dios, invocada por la oración del Rosario. Más hoy la Iglesia no nos invita tanto a rememorar un suceso lejano cuanto a descubrir la importancia de María dentro del misterio de la salvación y a saludarla como Madre de Dios, repitiendo sin cesar: Ave María. La celebración de este día es una invitación a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.
(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=421)

06 octubre, 2013

San Bruno



Oh, San Bruno, vos, sois, el hijo del Dios
de la vida y su amado santo. Y, aquél que,
habiendo escuchado el relato aquél, sobre
el cadáver que habló y dijo: “He sido juzgado,
he sido hallado culpable y he sido condenado”.
Efecto grande, hizo en vos, y os, invitó
a que, a todo renunciarais y, de especial
manera, a la mundana vida y sus veleidades,
conduciéndoos, a que, formarais la casi
increíble, pero cierta “Comunidad Religiosa
de Los Monjes Cartujos”, que, rigurosa,
austera y penitente, por compañía al silencio
perpetuo eligieron y, que oran y claman
por la salvación eterna de las almas, en éste
descreído, pero al fin, mundo entero nuestro.
Así, los quiere y ama el Padre eterno. Así,
cuida sus almas y cuerpos que, entregados
al Dios de la vida; vida y paz nos regalan
a los hombres del mundo, con sus penitencias
y oración constantes. Nunca comer carne,
ni tomar licores. Recibir visitas solamente
una vez por año. Dedicarse por varias horas
al día al estudio o a labores manuales
especialmente a copiar libros. Vivir totalmente
incomunicados con el mundo. Ésto, hicisteis
vos, con vuestra orden y, claro, todos os
admiran y ruegan porque vos, santo del silencio,
intercedáis, para que, Dios Nuestro Señor,
envíe a esta vida, muchos santos hombres,
capaces de imitaros en el vivir y el convivir
en el silencio, tanto, en el fondo, como
en la forma, como vos, hoy, que brilláis,
coronado de luz, como justo premio a vuestra
entrega de amor, confianza y fidelidad;
Oh, San Bruno, “luz, en medio del silencio”.

© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Octubre
San Bruno
Fundador de los Monjes Cartujos
Año 1101

Bruno significa: “fuerte como una coraza o armadura metálica” (Brunne, en alemán es coraza). Este santo se hizo famoso por haber fundado la comunidad religiosa más austera y penitente, los monjes cartujos, que viven en perpetuo silencio y jamás comen carne ni toman bebidas alcohólicas.

Nació en Colonia, Alemania, en el año 1030. Desde joven demostró poseer grandes cualidades intelectuales, y especialísimas aptitudes para dirigir espiritualmente a los demás. Ya a los 27 años era director espiritual de muchísimas personas importantes. Uno de sus dirigidos fue el futuro Papa Urbano II.

Ordenado sacerdote fue profesor de teología durante 18 años en Reims, y Canciller del Sr. Arzobispo, pero al morir éste, un hombre indigno, llamado Manasés, se hizo elegir arzobispo de esa ciudad, y ante sus comportamientos tan inmorales, Bruno lo acusó ante una reunión de obispos, y el Sumo Pontífice destituyó a Manasés. Le ofrecieron el cargo de Arzobispo a nuestro santo, pero él no lo quiso aceptar, porque se creía indigno de tan alto cargo. El destituido en venganza, le hizo quitar a Bruno todos sus bienes y quemar varias de sus posesiones.

Dicen que por aquel tiempo oyó Bruno una narración que le impresionó muchísimo. Le contaron que un hombre que tenía fama de ser buena persona (pero que en la vida privada no era nada santo) cuando le estaban celebrando su funeral, habló tres veces. La primera dijo: “He sido juzgado”. La segunda: “He sido hallado culpable”. La tercera: “He sido condenado”. Y decían que las gentes se habían asustado muchísimo y habían huido de él y que el cadáver había sido arrojado al fondo de un río caudaloso. Estas narraciones y otros pensamientos muy profundos que bullían en su mente, llevaron a Bruno a alejarse de la vida mundana y dedicarse totalmente a la vida de oración y penitencia, en un sitio bien alejado de todos.

Teniendo todavía abundantes riquezas y gozando de la amistad de altos personajes y de una gran estimación entre la gente, y pudiendo, si aceptaba, ser nombrado Arzobispo de Reims, Bruno renunció a todo esto y se fue de monje al monasterio de San Roberto en Molesmes. Pero luego sintió que aunque allí se observaban reglamentos muy estrictos, sin embargo lo que él deseaba era un silencio total y un apartamiento completo del mundo. Por eso dispuso irse a un sitio mucho más alejado. Iba a hacer una nueva fundación.

San Hugo, obispo de Grenoble, vio en un sueño que siete estrellas lo conducían a él hacia un bosque apartado y que allá construían un faro que irradiaba luz hacia todas partes. Al día siguiente llegaron Bruno y seis compañeros a pedirle que les señalara un sitio muy apartado para ellos dedicarse a la oración y a la penitencia. San Hugo reconoció en ellos los que había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había sido indicado en la visión. Aquel sitio se llamaba Cartuja, y los nuevos religiosos recibieron el nombre de Cartujos.

San Bruno redactó para sus monjes un reglamento que es quizás el más severo que ha existido para una comunidad. Silencio perpetuo. Levantarse a media noche a rezar por más de una hora. A las 5:30 de la mañana ir otra vez a rezar a la capilla por otra hora, todo en coro. Lo mismo a mediodía y al atardecer.

Nunca comer carne ni tomar licores. Recibir visitas solamente una vez por año. Dedicarse por varias horas al día al estudio o a labores manuales especialmente a copiar libros. Vivir totalmente incomunicados con el mundo… Es un reglamento propio para hombres que quieren hacer gran penitencia por los pecadores y llegar a un alto grado de santidad.

San Hugo llegó a admirar tanto la sabiduría y la santidad de San Bruno, que lo eligió como su director espiritual, y cada vez que podía se iba al convento de la Cartuja a pasar unos días en silencio y oración y pedirle consejos al santo fundador. Lo mismo el Conde Rogerio, quien desde el día en que se encontró con Bruno la primera vez, sintió hacia él una veneración tan grande, que no dejaba de consultarlo cuando tenía problemas muy graves que resolver. Y aun se cuenta que una vez a Rogerio le tenían preparada una trampa para matarlo, y en sueños se le apareció San Bruno a decirle que tuviera mucho cuidado, y así logró librarse de aquel peligro.

Por aquel tiempo había sido nombrado Papa Urbano II, el cual de joven había sido discípulo de Bruno, y al recordar su santidad y su gran sabiduría y su don de consejo, lo mandó ir hacia Roma a que le sirviera de consejero. Esta obediencia fue muy dolorosa para él, pues tenía que dejar su vida retirada y tranquila de La Cartuja para irse a vivir en medio del mundo y sus afanes. Pero obedeció inmediatamente. Es difícil calcular la tristeza tan grande que sus monjes sintieron al verle partir para lejanas tierras. Varios de ellos no fueron capaces de soportar su ausencia y se fueron a acompañarlo a Roma. Y entonces el Conde Rogerio le obsequió una finca en Italia y allá fundó el santo un nuevo convento, con los mismos reglamentos de La Cartuja.

Los últimos años del santo los pasó entre misiones que le confiaba el Sumo Pontífice, y largas temporadas en el convento dedicado a la contemplación y a la penitencia. Su fama de santo era ya muy grande. Murió el 6 e octubre del año 1101 dejando en la tierra como recuerdo una fundación religiosa que ha sido famosa en todo el mundo por su santidad y su austeridad. Que Dios nos conceda como a él, el ser capaces de apartarnos de lo que es mundano y materialista, y dedicarnos a lo que es espiritual y lleva a la santidad. Que sean pocas tus palabras (S. Biblia).

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Bruno.htm)


05 octubre, 2013

Santa Faustina Kowalska


Oh, Santa Faustina Kowalska, vos, sois
la hija del Dios de la vida, y su amada
santa, y que, desde niña destacasteis
por vuestro amor a la oración, el trabajo,
la obediencia. Y, erais, ante la pobreza
humana, sensible. Cocinera, jardinera
y portera, en vuestra orden. Y, en medio
de ello, vuestro amor por Dios, profundo
y prístino, siempre fue. Aspirabais a santa
ser, y por ello, con Jesús, colaborasteis
para salvar perdidas almas, ofreciéndoos
como sacrificio por los pecadores hombres.
Vuestra conventual vida, marcada estuvo,
por el dolor y el sufrimiento y las gracias
místicas, que, de Dios recibíais. Vuestra
misión en este mundo: el amor de Dios
proclamar a cada persona, generar el culto
a la Divina Misericordia, el primer domingo
después de la Pascua de Resurrección celebrar,
y el rezo de su coronilla y la oración
a la hora de la Misericordia. Un movimiento
apostólico de la Divina Misericordia crear,
la perfección cristiana aspirando, siguiendo
el camino que vos habíais trazado: cumplir
su voluntad y de lado no dejar la caridad.
Vos, que os encontrasteis con Jesús, al pie
de la letra escribisteis, tal como os dijo
Él: “Tu misión es la de escribir todo lo que
te hago conocer sobre mi misericordia para
el provecho de aquellos que leyendo estos
escritos, encontrarán en sus almas consuelo
y adquirirán valor para acercarse a Mí”.
Así, vuestra vida transcurrió, hasta el día
en que, Dios, os premió con corona de luz
eterna, como justo premio a vuestro amor;
oh, santa Faustina Kowalska, “luz y fe”.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de Octubre
Santa Faustina Kowalska
Apóstol de la Divina Misericordia
Sor Faustina nació en el año 1905 en la aldea de Glogowiec, cerca de Lodz, como la tercera de diez hermanos en la familia de Kowalski. Desde pequeña se destacó por el amor a la oración, laboriosidad, obediencia y sensibilidad ante la pobreza humana. Su educación escolar duró apenas tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para trabajar de empleada doméstica en casas de familias acomodadas. A los 20 años entró en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, donde ­ como Sor María Faustina vivió 13 años cumpliendo los deberes de cocinera, jardinera y portera. Su vida, aparentemente ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria profundidad de su unión con Dios.
Desde niña había deseado ser una gran santa y, en consecuencia, caminó hacia este fin colaborando con Jesús en la obra de salvar a las almas perdidas, hasta ofrecerse como sacrificio por los pecadores. Los años de su vida conventual estuvieron marcados, pues, por el estigma del sufrimiento y las extraordinarias gracias místicas.
La misión de sor Faustina consiste en 3 tareas:
1.Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona.
2.Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la práctica de las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas por el Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción: Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la tarde). A estas formas de la devoción y a la propagación del culto a la Divina Misericordia el Señor Jesús vinculó grandes promesas bajo la condición de confiar en Dios y practicar el amor activo hacia el prójimo.
3. Inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la beata sor María Faustina. Este camino es la actitud de confianza de niño hacia Dios que se expresa en cumplir su voluntad y la postura de caridad hacia el prójimo.
Actualmente este movimiento dentro de la Iglesia abarca a millones de personas en el mundo entero: congregaciones religiosas, institutos laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas comunidades de apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas que se comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor María Faustina.
Sor María Faustina manifestó su misión en el Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los confesores
Registró en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió todos los encuentros de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo misterio ‹dijo el Señor Jesús a sor María Faustina‹ tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí (Diario 1693). Esta obra acerca de modo extraordinario el misterio de la misericordia Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino también a científicos que descubren en ella un frente más para sus investigaciones. El Diario ha sido traducido a muchos idiomas,por citar algunos: inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe, ruso, húngaro, checo y eslovaco.
El 18 de abril de 1993 el Papa Juan Pablo II beatificó a nuestra Sor Faustina Kowalska en la Basílica de San Pedro en Roma. Fue en el primer domingo de Pascua, en el cual, según el pedido expreso de Jesús a Sor Faustina, debía celebrarse la Fiesta de la Misericordia. Y la beatificó precisamente Juan Pablo II, quien siendo aún arzobispo de Cracovia, llevó adelante el proceso arquidiocesano como paso previo a los procesos romanos. El 30 de abril de 2000, el Santo Padre Juan Pablo II, canonizó a Sor Faustina, en la Basílica de San Pedro, frente a 200.000 devotos de la Divina Misericordia.
ORACIÓN PARA ALCANZAR GRACIAS POR MEDIO DE LA SANTA SOR FAUSTINA
Oh Jesús, que hiciste de la beata Faustina una gran devota de tu infinita misericordia, concédeme por su intercesión, si fuere esto conforme a tu santísima voluntad, la gracia de …………………………, que te pido. Yo, pecador/a, no soy digno/a de tu misericordia, pero dígnate mirar el espíritu de entrega y sacrificio de Sor Faustina y recompensa sus virtudes atendiendo las súplicas que a través de ella te presento confiando en tí.

Padre nuestro…
Ave María…
Gloria…

Santa Faustina, ruega por nosotros.
También vea:
*La página de Divina Misericordia

*Corazones.org
*El sitIo de Santa Faustina

Este día también se festeja a San Plácido, San Simón y San Flroilan