23 marzo, 2014

Santo Toribio de Mogrovejo

 
Oh; Santo Toribio de Mogrovejo; vos,
sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo, y aunque abrazasteis
la Cruz de Cristo en el continente
viejo; vuestro corazón lo extendisteis
a la morena América. Y, como si San
Pablo, hecho espíritu en vos, viviese,
de palmo a palmo la recorristeis,
expandiendo la palabra del Dios vivo
entre la gente de vuestro tiempo. Y,
sabéis vos, que no habrá dicha más
grande, que, la que Dios, os concedió,
al confirmar en la fe de Nuestro Señor
Jesús; a los que hoy, santos ya, como
vos, la gloria de los cielos comparten
como: Santa Rosa de Lima, San Francisco
Solano y San Martín de Porres, “el santo
de la escoba”. Tres veces visitasteis
vuestra arquidiócesis, recorriéndola
a pie, en mula, pasando del calor al
frío, la vida gastándoos por el Dios
eterno. Los preferidos de vuestras
visitas eran los indios y los negros,
y dentro de ellos, los enfermos, los
pobres e ignorantes. “De gozo se llenó
mi corazón cuando escuché una voz: iremos
a la Casa del Señor. Que alegría cuando
me dijeron: vamos a la Casa del Señor”.
Fueron vuestras últimas palabras. Y,
¿qué premio podríais tener vos, si vuestra
tarea, hecha fue tan perfecta? Sin duda,
alguna: ¡la vida eterna y la corona
de luz!, que lucís hoy, como premio
justo a vuestro amor y entrega total;
Oh; Santo Toribio de Mogrovejo, “fe y luz”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Marzo
Santo Toribio de Mogrovejo
Arzobispo de Lima
(año 1606)
 
Nació en Mayorga, España, en 1538. Los datos acerca de este Arzobispo, personaje excepcional en la historia de Sur América, producen asombro y maravilla.
 
Los historiadores dicen que Santo Toribio fue uno de los regalos más valiosos que España le envió a América. Las gentes lo llamaban un nuevo San Ambrosio, y el Papa Benedicto XIV dijo de él que era sumamente parecido en sus actuaciones a San Carlos Borromeo, el famoso Arzobispo de Milán.
 
Toribio era graduado en derecho, y había sido nombrado Presidente del Tribunal de Granada (España) cuando el emperador Felipe II al conocer sus grandes cualidades le propuso al Sumo Pontífice para que lo nombrara Arzobispo de Lima. Roma aceptó y envió en nombramiento, pero Toribio tenía mucho temor a aceptar. Después de tres meses de dudas y vacilaciones aceptó.
 
El Arzobispo que lo iba a ordenar de sacerdote le propuso darle todas las órdenes menores en un solo día, pero él prefirió que le fueran confiriendo una orden cada semana, para así irse preparando debidamente a recibirlas.
 
En 1581 llegó Toribio a Lima como Arzobispo. Su arquidiócesis tenía dominio sobre Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, Chile y parte de Argentina. Medía cinco mil kilómetros de longitud, y en ella había toda clase de climas y altitudes. Abarcaba más de seis millones de kilómetros cuadrados.
 
Al llegar a Lima Santo Toribio tenía 42 años y se dedicó con todas sus energías a lograr el progreso espiritual de sus súbditos. La ciudad estaba en una grave situación de decadencia espiritual. Los conquistadores cometían muchos abusos y los sacerdotes no se atrevían a corregirlos. Muchos para excusarse del mal que estaban haciendo, decían que esa era la costumbre. El arzobispo les respondió que Cristo es verdad y no costumbre. Y empezó a atacar fuertemente todos los vicios y escándalos. A los pecadores públicos los reprendía fuertemente, aunque estuvieran en altísimos puestos.
 
Las medidas enérgica que tomó contra los abusos que se cometían, le atrajeron muchos persecuciones y atroces calumnias. El callaba y ofrecía todo por amor a Dios, exclamando, “Al único que es necesario siempre tener contento es a Nuestro Señor”.

Tres veces visitó completamente su inmensa arquidiócesis de Lima. En la primera vez gastó siete años recorriéndola. En la segunda vez duró cinco años y en la tercera empleó cuatro años. La mayor parte del recorrido era a pie. A veces en mula, por caminos casi intransitables, pasando de climas terriblemente fríos a climas ardientes. Eran viajes para destruir la salud del más fuerte. Muchísimas noches tuvo que pasar a la intemperie o en ranchos miserabilísmos, durmiendo en el puro suelo. Los preferidos de sus visitas eran los indios y los negros, especialmente los más pobres, los más ignorantes y los enfermos.
 
Logró la conversión de un enorme número de indios. Cuando iba de visita pastoral viajaba siempre rezando. Al llegar a cualquier sitio su primera visita era al templo. Reunía a los indios y les hablaba por horas y horas en el idioma de ellos que se había preocupado por aprender muy bien. Aunque en la mayor parte de los sitios que visitaba no había ni siquiera las más elementales comodidades, en cada pueblo se quedaba varios días instruyendo a los nativos, bautizando y confirmando.
 
Celebraba la misa con gran fervor, y varias veces vieron los acompañantes que mientras rezaba se le llenaba el rostro de resplandores.
 
Santo Toribio recorrió unos 40,000 kilómetros visitando y ayudando a sus fieles. Pasó por caminos jamás transitados, llegando hasta tribus que nunca habían visto un hombre blanco.
 
Al final de su vida envió una relación al rey contándole que había administrado el sacramento de la confirmación a más de 800,000 personas.
 
Una vez una tribu muy guerrera salió a su encuentro en son de batalla, pero al ver al arzobispo tan venerable y tan amable cayeron todos de rodillas ante él y le atendieron con gran respeto las enseñanzas que les daba.
 
Santo Toribio se propuso reunir a los sacerdotes y obispos de América en Sínodos o reuniones generales para dar leyes acerca del comportamiento que deben tener los católicos. Cada dos años reunía a todo el clero de la diócesis para un Sínodo y cada siete años a los de las diócesis vecinas. Y en estas reuniones se daban leyes severas y a diferencia de otras veces en que se hacían leyes pero no se cumplían, en los Sínodos dirigidos por Santo Toribio, las leyes se hacían y se cumplían, porque él estaba siempre vigilante para hacerlas cumplir.
 
Nuestro santo era un gran trabajador. Desde muy de madrugada ya estaba levantado y repetía frecuentemente: “Nuestro gran tesoro es el momento presente. Tenemos que aprovecharlo para ganarnos con él la vida eterna. El Señor Dios nos tomará estricta cuenta del modo como hemos empleado nuestro tiempo”.
 
Fundó el primer seminario de América. Insistió y obtuvo que los religiosos aceptaran parroquias en sitios supremamente pobres. Casi duplicó el número de parroquias o centros de evangelización en su arquidiócesis. Cuando él llegó había 150 y cuando murió ya existían 250 parroquias en su territorio.
 
Su generosidad lo llevaba a repartir a los pobres todo lo que poseía. Un día al regalarle sus camisas a un necesitado le recomendó: “Váyase rapidito, no sea que llegue mi hermana y no permita que Ud. se lleve la ropa que tengo para cambiarme”.
 
Cuando llegó una terrible epidemia gastó sus bienes en socorrer a los enfermos, y él mismo recorrió las calles acompañado de una gran multitud llevando en sus manos un gran crucifijo y rezándole con los ojos fijos en la cruz, pidiendo a Dios misericordia y salud para todos.
 
El 23 de marzo de 1606, un Jueves Santo, murió en una capillita de los indios, en una lejana región, donde estaba predicando y confirmando a los indígenas.
 
Estaba a 440 kilómetros de Lima. Cuando se sintió enfermo prometió a sus acompañantes que le daría un premio al primero que le trajera la noticia de que ya se iba a morir. Y repetía aquellas palabras de San Pablo: “Deseo verme libre de las ataduras de este cuerpo y quedar en libertad para ir a encontrarme con Jesucristo”.
 
Ya moribundo pidió a los que rodeaban su lecho que entonaran el salmo que dice: “De gozo se llenó mi corazón cuando escuché una voz: iremos a la Casa del Señor. Que alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor”.
 
Las últimas palabras que dijo antes de morir fueron las del salmo 30: “En tus manos encomiendo mi espíritu”.
 
Su cuerpo, cuando fue llevado a Lima, un año después de su muerte, todavía se hallaba incorrupto, como si estuviera recién muerto.
 
Después de su muerte se consiguieron muchos milagros por su intercesión. Santo Toribio tuvo el gusto de administrarle el sacramento de la confirmación a tres santos: Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano y San Martín de Porres.
 
El Papa Benedicto XIII lo declaró santo en 1726.
 
Y toda América del Sur espera que este gran santo e infatigable apóstol, quizás el más grande obispo que ha vivido en este continente, siga rogando para que nuestra santa religión se mantenga fervorosa y creciente en todos estos países.
 

22 marzo, 2014

Santa Lea

 
Oh, Santa Lea, vos, sois la hija del  Dios
de la vida, y su amada santa y que, por San
Jerónimo, considerada erais “santísima”,
porque, viuda quedando, al mundo renunciasteis,
ingresando a un monasterio y, dentro de él,
a ser su superiora llegasteis. San Jerónimo,
de vos escribió así: “De un modo tan  completo
se convirtió a Dios, que  mereció ser cabeza
de su monasterio y madre de vírgenes; después
de llevar blandas vestiduras, mortificó
su cuerpo vistiendo sacos; pasaba las noches
en oración y enseñaba a sus compañeras más
con el ejemplo que con sus palabras. Fue tan
grande su humildad y sumisión, que la que
había sido señora de tantos criados parecía
ahora criada de todos; aunque tanto más era
sierva de Cristo cuanto menos era tenida
por señora de hombres. Su vestido era pobre
y sin ningún esmero, comía cualquier cosa,
llevaba los cabellos sin peinar, pero todo
eso de tal manera que huía en todo la ostentación”.
Cumplisteis vuestro tiempo, y luego, voló
vuestra alma hacia el Padre, para justo premio
recibir: coronada ser de inmarchitable luz
eterna por vuestra entrega de sublime amor;
oh, Santa Lea, “excelsa sierva de Dios”.
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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22 de Marzo
Santa Lea
Abadesa
 
De “la santísima Lea”, como la llama san Jerónimo, sólo sabemos lo que él mismo nos dice en una especie de elogio fúnebre que incluyó en una de sus cartas. Era una matrona romana que al enviudar – quizá joven aún – renunció al mundo para ingresar en una comunidad religiosa de la que llegó a ser superiora, llevando siempre una vida ejemplarísima.
 
Estas son las palabras insustituibles de san Jerónimo: «De un modo tan completo se convirtió a Dios, que mereció ser cabeza de su monasterio y madre de vírgenes; después de llevar blandas vestiduras, mortificó su cuerpo vistiendo sacos; pasaba las noches en oración y enseñaba a sus compañeras más con el ejemplo que con sus palabras».
 
«Fue tan grande su humildad y sumisión, que la que había sido señora de tantos criados parecía ahora criada de todos; aunque tanto más era sierva de Cristo cuanto menos era tenida por señora de hombres. Su vestido era pobre y sin ningún esmero, comía cualquier cosa, llevaba los cabellos sin peinar, pero todo eso de tal manera que huía en todo la ostentación».
 
No sabemos más de esta dama penitente, cuyo recuerdo sólo pervive en las frases que hemos citado de san Jerónimo. La Roma en la que fue una rica señora de alcurnia no tardaría en desaparecer asolada por los bárbaros, y Lea, «cuya vida era tenida por todos como un desatino», llega hasta nosotros con su áspero perfume de santidad que desafía al tiempo.
 

21 marzo, 2014

Santos Filemón y Donino


Oh, Filemón y Donino, santos, vosotros
sois los hijos del Dios de la vida y
sus amados santos, que, perseguidos
fuisteis por razón de vuestra fe. Y,
siempre, en Dios confiando, recorristeis
Italia, y las alegrías manifestasteis
que el Resucitado, os dio, en vuestro
interior mundo. Jamás nunca, os contentasteis
en quedaros vosotros mismos encerrados
e inmóviles y decidisteis el Evangelio
predicar y bautizar a los que os encontrabais
en vuestro andar. Vuestra palabra, ardorosa
era, tanto que, hasta las montañas conmoverse
parecían, pero más, los infieles y paganos.
Y resultó que los impíos del tiempo vuestro,
de pronto celos sintieron porque sus paganos
templos vacíos estaban y, todo por vuestra
“feliz culpa”, ya que, los vuestros, llenos
de fieles permanecían, siempre en Cristo Jesús.
Entonces, prometiéndoles, el oro del mundo,
lograr quisieron que, de Cristo rengasen,
cosa por cierto, que jamás lograron. Por ello,
Dios, en su infinita bondad, os premió,
coronándoos con corona de luz eterna, como
justo premio a vuestra entrega de amor;
oh, Santos Filemón y Donino; “fe y luz”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de Marzo
San Filemón y Donino de Roma.
Mártires
 
Este joven con su amigo Donino, en tiempos de la duras y temibles persecuciones, confiando más en Dios que en ellos mismos, se dedicaron a recorrer Italia.
 
¿Qué buscaban?
 
Sencillamente, manifestar a todo el mundo la alegría que les daba el Resucitado en su mundo interior. No podían quedarse encerrados en sí mismos -lo más fácil– sino que tenían que vivir la solidaridad de su fe.
 
Iban predicando el Evangelio y bautizando a los infieles que se encontraban en su camino, previa preparación, claro está.
 
Dicen sus biógrafos que su palabra era tan ardiente que conmovían a las masas de paganos e infieles. Las dificultades no tardaron en aparecer. Provenían principalmente de los seguidores de los cultos a los ídolos.
 
No aguantaban que dos jóvenes dejaran los templos paganos vacíos mientras que sus reuniones para celebrar la Palabra de Dios, se llenaran de fieles en Cristo Jesús
.
Los arrestaron y enviaron al gobernador. Este, para ganárselos, le prometió el oro y el moro con tal de que renegasen de Cristo.
 
Visto con halagos no conseguía sus propósitos, los enviaron a la cárcel en la cual les dieron tremendos tormentos. Y cansado de su fama, mandó que les cortasen la cabeza tal día como hoy. Sus vidas se crearon en las “Passio” o teatro para dar a conocer su vida. No hay fundamento histórico.
 
(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=8748)
 

20 marzo, 2014

Santas Claudia, Alejandra, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia, y Teodosia

 
 
Oh, Siete Santas Claudia, Alejandra,
Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia
y Teodosia, vosotras, sois las hijas
del Dios de la Vida, y sus amadas santas
que, cuando a prueba puesta fue, vuestra
fe, no dudaron ni un segundo el gritarla
a los cuatro vientos. Y, por ello, vuestros
verdugos, de sí fuera, os torturaron de
cruel manera, vuestros pechos cortándoos,
con ello creyendo que vosotras cambiaríais
de fe y, os rendiríais ante sus paganos
dioses, cosa que por el contario encendió
más aún la vuestra, y, dejó actuar al
Espíritu Santo, quien os animó en aquella
hora, a no desistir y vuestras santas vidas
donar, para, premio recibir eternamente,
por vuestro amor, esperanza y fidelidad.
Y, Dios viendo vuestro martirio, os coronó
con sendas coronas de eternidad y de luz;
oh, Santas, Claudia, Alejandra, Eufrasia,
Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia,
mártires por la luz y por la eternidad.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado.
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20 de Marzo
Santa Claudia y Alejandra,
Eufrasia, Matrona, Juliana,
Eufemia y Teodosia
Compañeras Mártires
 
Siete santas mujeres llamadas Alejandra, Claudia, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia, a quienes imitaron en la confesión de la fe a Derfuta y una hermana suya, amiga de Paflagonia. No conservamos muchos datos sobre estas santos, lo que podemos decir de ellas es lo siguiente: Las Santas Vírgenes Mártires Alejandra, Claudia, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia fueron arrestadas en la ciudad de Amisa (en la región costera del Mar Negro) durante la persecusión en contra de los Cristianos del emperador Maximiano Galerio (305-311).
 
Bajo interrogación confesaron su fe y por esto fueron sometidas a horribles y crueles torturas. Los malhechores las azotaron y batieron con varas, y cortaron sus bustos. Finalmente, las santas vírgenes fueron quemadas vivas en un horno candente, era el año 310.
 

19 marzo, 2014

San José, Esposo de la Virgen María

 
 
 
Oh, San José, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y por designio
Divino, Esposo de Nuestra Señora, la Virgen
María. Dios, en su infinito amor, a vos,
confió sus dos más preciosos tesoros: Jesús
y María. Descendíais de la familia de David
y la devoción a vos San José, propagada ha
sido por San Vicente Ferrer, Santa Brígida,
San Bernardino de Siena, San Francisco de
Sales y Santa Teresa, quien milagrosamente
curada fue por vos. Decía Santa Teresa,
justamente de vos así: “Otros santos parece
que tienen especial poder para solucionar
ciertos problemas. Pero a San José le ha
concedido Dios un gran poder para ayudar
en todo. Durante cuarenta años, cada año
en la fiesta de San José le he pedido alguna
gracia o favor especial, y no me ha fallado
ni una sola vez. Yo les digo a los que me
escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe
a este gran santo, y verán que grandes frutos
van a conseguir”. Hombre justo como erais
y verdadero santo, actuasteis siempre como
tal. Soñasteis un día, que el hijo que
María, iba a tener, obra era, del Espíritu
Santo y que podíais casaros tranquilamente
con Ella, pues fiel totalmente era. Y, así
lo hicisteis. En vuestro sueño segundo, en
Belén, un ángel os comunicó que Herodes
buscaba al Niño Jesús para matarlo, y que
debía salir a Egipto huyendo. Y, vos os
levantasteis a medianoche y con María y
el Niño os fuisteis a Egipto. En vuestro
tercer sueño, en Egipto, el ángel os comunicó
que ya había muerto Herodes y que podían
volver a Israel. Y, así también lo hicieron.
Hoy, nuestra Iglesia Católica, mucho venera,
vuestros cinco dolores, pero a cada dolor,
le correspondió una inmensa alegría que
Dios os envió: El dolor primero, nacer ver
al Niño Jesús en una pobre cueva, en Belén.
A este dolor correspondió la alegría de ver y
oír a los ángeles y pastores llegar a adorar
al Divino Niño, y luego la visita de los Magos
reyes, con oro, incienso y mirra. El dolor
segundo, el día de la Presentación del Niño
Jesús en el Templo, al profeta Simeón y oír
anunciar que Jesús, causa sería de división
y que, muchos en su contra irían y que, por
esa causa, un puñal de dolor atravesaría el
corazón de María. A este dolor, le correspondió
la alegría de oír al profeta anunciar que,
Jesús sería la luz que, a todas las naciones
iluminaría, y la gloria del pueblo de Israel.
El dolor tercero, a Egipto la huida. A esta
pena, le tocó la alegría de ser, recibido muy
bien por sus paisanos en Egipto y el gozo de
crecer ver tan santo y hermoso al Divino Niño.
El dolor cuarto, la pérdida del Niño Jesús
en el Templo y la angustia de buscarlo por
tres días. A este sufrimiento, le siguió la
alegría de encontrarlo sano y salvo y de tenerlo
en casa, hasta los treinta años y verlo crecer
en edad, sabiduría y gracia ante Dios y ante
los hombres. El quinto dolor, la separación
de Jesús y de María al llegarle la hora de
morir. A este dolor, la alegría, la paz y el
consuelo le siguió de acompañado morir de los
dos seres más santos de la tierra: Jesús y
María. Y, Dios os premió por toda vuestra
entrega, coronándoos con corona eterna de luz,
como justo premio a vuestra entrega de amor;
Oh, San José, “Patrono Universal de la Iglesia”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado.
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19 de Marzo
San José
Esposo de la Virgen María
 
San José, Esposo de la Virgen María. José: significa “Dios me ayuda”. De San José únicamente sabemos los datos históricos que San Mateo y San Lucas nos narran en el Evangelio. Su más grande honor es que Dios le confió sus dos más preciosos tesoros: Jesús y María. San Mateo nos dice que era descendiente de la familia de David.
 
Una muy antigua tradición dice que 19 de Marzo sucedió la muerte de nuestro santo y el paso de su alma de la tierra al cielo.Los santos que más han propagado la devoción a San José han sido: San Vicente Ferrer, Santa Brígida, San Bernardino de Siena (que escribió en su honor muy hermosos sermones) y San Francisco de Sales, que predicó muchas veces recomendando la devoción al santo
Patriarca. Pero sobre todo, la que más propagó su devoción fue Santa Teresa, que fue curada por él de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada, enfermedad que ya era considerada incurable. Le rezó con fe a San José y obtuvo de manera maravillosa su curación. En adelante esta santa ya no dejó nunca de recomendar a las gentes que se encomendaran a él. Y repetía: “Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo”.
 
Hacia el final de su vida, la mística fundadora decía: “Durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán que grandes frutos van a conseguir”. Y es de notar que a todos los conventos que fundó Santa Teresa les puso por patrono a San José.
 
San Mateo narra que San José se había comprometido en ceremonia pública a casarse con la Virgen María. Pero que luego al darse cuenta de que Ella estaba esperando un hijo sin haber vivido juntos los dos, y no entendiendo aquel misterio, en vez de denunciarla como infiel, dispuso abandonarla en secreto e irse a otro pueblo a vivir. Y dice el evangelio que su determinación de no denunciarla, se debió a que “José era un hombre justo”, un verdadero santo. Este es un enorme elogio que le hace la Sagrada Escritura. En la Biblia, “ser justo” es lo mejor que un hombre puede ser.
 
Nuestro santo tuvo unos sueños muy impresionantes, en los cuales recibió importantísimos mensajes del cielo
 
En su primer sueño, en Nazaret, un ángel le contó que el hijo que iba a tener María era obra del Espíritu Santo y que podía casarse tranquilamente con Ella, que era totalmente fiel. Tranquilizando con ese mensaje, José celebró sus bodas. La leyenda cuenta que doce jóvenes pretendían casarse con María, y que cada uno llevaba en su mano un bastón de madera muy seca. Y que en el momento en que María debía escoger entre los 12, he aquí que el bastón que José llevaba milagrosamente floreció. Por eso pintan a este santo con un bastón florecido en su mano.
 
En su segundo sueño en Belén, un ángel le comunicó que Herodes buscaba al Niño Jesús para matarlo, y que debía salir huyendo a Egipto. José se levantó a medianoche y con María y el Niño se fue hacia Egipto.
 
En su tercer sueño en Egipto, el ángel le comunicó que ya había muerto Herodes y que podían volver a Israel. Entonces José, su esposa y el Niño volvieron a Nazaret.
 
La Iglesia Católica venera mucho los cinco grandes dolores o penas que tuvo este santo, pero a cada dolor o sufrimiento le corresponde una inmensa alegría que Nuestro Señor le envió.
 
El primer dolor
 
Ver nacer al Niño Jesús en una pobrísima cueva en Belén, y no lograr conseguir ni siquiera una casita pobre para el nacimiento. A este dolor correspondió la alegría de ver y oír a los ángeles pastores llegar a adorar al Divino Niño, y luego recibir la visita de los Magos de oriente con oro, incienso y mirra.
 
El segundo dolor
 
El día de la Presentación del Niño en el Templo, al oír al profeta Simeón anunciar que Jesús sería causa de división y que muchos irían en su contra y que por esa causa, un puñal de dolor atravesaría el corazón de María. A este sufrimiento correspondió la alegría de oír al profeta anunciar que Jesús sería la luz que iluminaría a todas las naciones, y la gloria del pueblo de Israel.
 
El tercer dolor
 
La huida a Egipto. Tener que huir por entre esos desiertos a 40 grados de temperatura, y sin sombras ni agua, y con el Niño recién nacido. A este sufrimiento le correspondió la alegría de ser muy bien recibido por sus paisanos en Egipto y el gozo de ver crecer tan santo y hermoso al Divino Niño.
 
El cuarto dolor
 
La pérdida del Niño Jesús en el Templo y la angustia de estar buscándolo por tres días. A este sufrimiento le siguió la alegría de encontrarlo sano y salvo y de tenerlo en sus casa hasta los 30 años y verlo crecer en edad, sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres.
 
El quinto dolor
 
La separación de Jesús y de María al llegarle la hora de morir. Pero a este sufrimiento le siguió la alegría, la paz y el consuelo de morir acompañado de los dos seres más santos de la tierra. Por eso invocamos a San José como Patrono de la Buena Muerte, porque tuvo la muerte más dichosa que un ser humano pueda desear: acompañado y consolado por Jesús y María.
 
San José, el santo del Silencio
 
Es un caso excepcional en la Biblia: un santo al que no se le escucha ni una sola palabra. No es que haya sido uno de esos seres que no hablaban nada, pero seguramente fue un hombre que cumplió aquel mandato del profeta antiguo: “Sean pocas tus palabras”. Quizás Dios ha permitido que de tan grande amigo del Señor no se conserve ni una sola palabra, para enseñarnos a amar también nosotros en silencio. “San José, Patrono de la Vida interior, enséñanos a orar, a sufrir y a callar”.
 
Un dato curioso
 
Desde que el Papa Pío Nono declaró en 1870 a San José como Patrono Universal de la Iglesia, todos los Pontífices que ha tenido la Iglesia Católica desde esa fecha, han sido santos. Buen regalo de San José.
 
Santa Teresa repetía: “Parece que Jesucristo quiere demostrar que así como San José lo trató tan sumamente bien a El en esta tierra, El le concede ahora en el cielo todo lo que le pida para nosotros. Pido a todos que hagan la prueba y se darán cuenta de cuán ventajoso es ser devotos de este santo Patriarca”.
 
“Yo no conozco persona que le haya rezado con fe y perseverancia a San José, y que no se haya vuelto más virtuosa y más progresista en santidad”.
 
(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/José.htm)

18 marzo, 2014

San Cirilo de Jerusalén

 
Oh, San Cirilo de Jerusalén; vos,
sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo. De carácter suave,
no os gustaba las discusiones, pues
mas queríais instruir antes que
polemizar, y tratabais ser neutral
en las discusiones y por ello, el
destierro sufristeis de parte de
los partidos de vuestra época. Así
la vida por destierro tuvisteis,
pero, a nuestra Iglesia, defenderla
supisteis de cuanto hereje e impío
se os cruzó por el camino. De San
Hilario y San Atanasio sincero y
grande amigo fuisteis y éste último,
os llama “valiente luchador para
defender a la Iglesia de los herejes
que niegan las verdades de nuestra
religión”. Y, en “Catequesis”, vuestros
excelsos sermones, tratáis la penitencia,
el pecado, el bautismo y el Credo,
explicándolos con reflexiones sencillas
y a la vez profundas. Nuestra Santa
Eucaristía, amasteis en la que vos,
teníais la certeza de la real y
verdadera presencia de Jesucristo,
Dios y Señor Nuestro. “Hagan de su
mano izquierda como un trono en el
que se apoya la mano derecha que va
a recibir al Rey Celestial. Cuidando:
que no se caigan pedacitos de hostia.
Así como no dejaríamos caer al suelo
pedacitos de oro, sino que los llevamos
con gran cuidado, hagamos lo mismo
con los pedacitos de Hostia Consagrada”.
Recomendabais vos, al recibo del Cuerpo
de Cristo. Por vuestra grande obra,
el mismo Dios, a quien vos, ardorosamente
defendisteis, os, ciñó corona de luz
eterna como justo premio a vuestro amor;
oh, San Cirilo de Jerusalén, fe y luz.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de Marzo
San Cirilo de Jerusalén
Doctor de la Iglesia
Año 386
 
San Cirilo nació cerca de Jerusalén y fue Arzobispo de esa ciudad durante 30 años, de los cuales estuvo 16 años en destierro. 5 veces fue desterrado: tres por los de extrema izquierda y dos por los de extrema derecha.
 
Era un hombre suave de carácter, enemigo de andar discutiendo, que deseaba más instruir que polemizar, y trataba de permanecer neutral en las discusiones. Pero por eso mismo una vez lo desterraban los de un partido y otra vez los del otro.
 
Aunque los de cada partido extremista lo llamaban hereje, sin embargo San Hilario (el defensor del dogma de la Santísima Trinidad) lo tuvo siempre como amigo, y San Atanasio (el defensor de la divinidad de Jesucristo) le profesaba una sincera amistad, y el Concilio general de Constantinopla, en el año 381, lo llama “valiente luchador para defender a la Iglesia de los herejes que niegan las verdades de nuestra religión”.
 
Una de las acusaciones que le hicieron los enemigos fue el haber vendido varias posesiones de la Iglesia de Jerusalén para ayudar a los pobres en épocas de grandes hambres y miserias. Pero esto mismo hicieron muchos obispos en diversas épocas, con tal de remediar las graves necesidades de los pobres.
 
El emperador Juliano, el apóstata, se propuso reconstruir el templo de Jerusalén para demostrar que lo que Jesús había anunciado en el evangelio ya no se cumplía. San Cirilo anunció mientras preparaban las grandes cantidades de materiales para esa reconstrucción, que aquella obra fracasaría estrepitosamente. Y así sucedió y el templo no se reconstruyó.
 
San Cirilo de Jerusalén se ha hecho célebre y ha merecido el título de Doctor de la Iglesia, por unos escritos suyos muy importantes que se llaman “Catequesis”. Son 18 sermones pronunciados en Jerusalén, y en ellos habla de la penitencia, del pecado, del bautismo, y del Credo, explicándolo frase por frase. Allí instruye a los recién bautizados acerca de las verdades de la fe y habla bellísimamente de la Eucaristía.
 
En sus escritos insiste fuertemente en que Jesucristo sí esta presente en la Santa Hostia de la Eucaristía. A los que reciben la comunión en la mano les aconseja: “Hagan de su mano izquierda como un trono en el que se apoya la mano derecha que va a recibir al Rey Celestial. Cuidando: que no se caigan pedacitos de hostia. Así como no dejaríamos caer al suelo pedacitos de oro, sino que los llevamos con gran cuidado, hagamos lo mismo con los pedacitos de Hostia Consagrada”.
 
Al volver de su último destierro que duró 11 años, encontró a Jerusalén llena de vicios y desórdenes y divisiones y se dedicó con todas sus fuerzas a volver a las gentes al fervor y a la paz, y a obtener que los que se habían pasado a las herejías volvieran otra vez a la Santa Iglesia Católica.
 
A los 72 años murió en Jerusalén en el año 386. En 1882 el Sumo Pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Cirilo_de_Jerusalén.htm)

17 marzo, 2014

San Patricio, Obispo y Patrono de Irlanda

 
 
Oh, San Patricio, vos sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo que siendo pastor de ovejas, os
abrazasteis a la vida clerical y así, consagrado obispo
de Irlanda, convertisteis a la fe católica a vuestro pueblo.
El monte de Crochan Aigli, sabe mucho de vuestro ayuno,
como así, de los tristes años de vuestra juventud. “Oraba
de continuo durante las horas del día y fue así como
el amor de Dios y el temor ante su grandeza, crecieron
más dentro de mí, al tiempo que se afirmaba mi fe y mi
espíritu se conmovía y se inquietaba, de suerte que me
sentía impulsado a hacer hasta cien oraciones en el día y,
por la noche otras tantas. Con este fin, permanecía solo
en los bosques y en las montañas. Y si acaso me quedaba
dormido, desde antes de que despuntara el alba me despertaba
para orar, en tiempos de neviscas y de heladas, de niebla
y de lluvias. Por entonces estaba contento, porque lejos
de sentir en mi la tibieza que ahora suele embargarme,
el espíritu hervía en mi interior”. Durante vuestra vigilias,
las visiones volvieron y oíais unas voces que os decían:
“Clamamos a ti, oh joven lleno de virtudes, para que vengas
entre nosotros nuevamente”. A los legos, les explicabais a
cerca de la Santísima Trinidad, y les presentabais la hoja
del trébol, diciéndoles que, como esa hojita, así era Dios.
Los druidas y los herejes pelagianos, eran vuestros enemigos
quienes hasta os calumniaban y trataban de que fracasaseis.
Siempre, en vuestras “Confessio”, escribisteis de vos mismo,
y de cómo os sentíais y actuabais y de cómo Dios os salvó
más de cinco veces. Construisteis abadías, derribasteis
al ídolo de Crom Cruach y en su lugar edificasteis una iglesia
cristiana. En Tirechan convertisteis a Ethne y Fedelm,
hijas del rey Laoghaire y predicasteis heroicamente en Ulster,
en Leinster y en Munster. Por vuestra santidad, vuestro
lenguaje sencillo al evangelizar y por el don de hacer milagros,
lograsteis victorias sobre vuestros oponentes paganos y
hechiceros, ese triunfo os sirvió para que Los pobladores
de Irlanda se abrieran a la predicación y conversión.
En “Confesiones”, decíais vos: “A diario estoy a la espera
de una muerte violenta, de ser robado, de que me secuestren
para servir como esclavo, o de cualquier otra calamidad
semejante”. “Me he puesto en manos del Dios de misericordia,
del Todopoderoso Señor que gobierna toda cosa y, como dijo
el profeta: “Deja tus cuidados con el Señor y El proveerá
la manera de aliviarlos”. Así confiabais en Dios. Y, así,
habiendo gastado vuestra vida, subisteis a una montaña
y luego de ayunar disteis la bendición a vuestro pueblo,
y más tarde, entregasteis vuestra alma al Padre, quien os
recibió con alegría, y os coronó con justicia con corona
de luz eterna, como recompensa a vuestra entrega de amor,
Santo Patrón y extraordinario evangelizador de Irlanda;
Oh, San Patricio, Obispo de Irlanda, “camino, verdad y vida”.
 
© 2014by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Marzo 17
San Patricio
Obispo y Patrón de Irlanda
 
Nacido en Gran Bretaña (Bennhaven Taberniae (pueblecito de Escocia que hoy no se encuentra en los mapas) hacia el 385, muy joven fue llevado cautivo a Irlanda, y obligado a guardar ovejas. Recobrada la libertad, abrazó el estado clerical y fue consagrado obispo Irlanda, desplegando extraordinarias dotes de evangelizador, y convirtiendo a la fe a numerosas gentes, entre las que organizó la Iglesia. Murió el año 461, en Down, llamado en su honor Downpatrik (Irlanda).
 
No se conoce con exactitud los datos cronológicos del Apóstol de Irlanda. Por lo que el santo dice de si mismo, se supone que era de origen romano-bretón. Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejercito romano; su madre era familia de San Martín de Tours; su abuelo había sido sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en todo el occidente.
 
Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayó prisionero de piratas junto con otros jóvenes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió cuidando ovejas. Trató de huir varias veces sin éxito.
 
La Divina Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya que el mismo dijo que hasta entonces “aún no conocía al verdadero Dios“, queriendo decir que había vivido indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia.
 
Se cree que el lugar de su cautiverio fue en las costas de Mayo, al borde del bosque de Fochlad (o Foclut). De ser así, el monte de Crochan Aigli, que fue escenario del famoso ayuno de San Patricio, también fue el lugar donde vivió los tristes años de su juventud.
 
Lo mas importante es que para entonces, como el lo dice: “oraba de continuo durante las horas del día y fue así como el amor de Dios y el temor ante su grandeza, crecieron mas dentro de mí, al tiempo que se afirmaba mi fe y mi espíritu se conmovía y se inquietaba, de suerte que me sentía impulsado a hacer hasta cien oraciones en el día y, por la noche otras tantas. Con este fin, permanecía solo en los bosques y en las montañas. Y si acaso me quedaba dormido, desde antes de que despuntara el alba me despertaba para orar, en tiempos de neviscas y de heladas, de niebla y de lluvias. Por entonces estaba contento, porque lejos de sentir en mi la tibieza que ahora suele embargarme, el espíritu hervía en mi interior”.
 
Después de seis años en tierra de Irlanda y de haber rezado mucho a Dios para que le iluminara sobre su futuro, una noche soñó que una voz le mandaba salir huyendo y llegar hasta el mar, donde un barco lo iba a recibir. Huyendo, caminó mas de 300 kilómetros para llegar a la costa. Encontró el barco, pero el capitán se negaba rotundamente a transportarlo. Sus reiteradas peticiones para que le dejasen viajar gratis fueron siempre rechazadas, hasta que al fin, después de mucho orar con fervor, el capitán accedió a llevarlo hasta Francia. La travesía fue aventurada y peligrosa. Después de tres días de tormenta en el mar, tocaron tierra en un lugar deshabitado de la costa, caminaron un mes sin encontrar a nadie y hasta las provisiones se agotaron.
 
Patricio narra esa aventura diciendo: “llegó el día en que el capitán de la nave, angustiado por nuestra situación, me instaba a pedir el auxilio del cielo. ’¿Cómo es que nos sucede esto, cristiano? Dijiste que tu Dios era grande y todopoderoso, ¿por qué entonces no le diriges una plegaria por nosotros, que estamos amenazados de morir por hambre? Tal vez no volvamos a ver a un ser humano…’ A aquellas súplicas yo respondí francamente: ’Poned toda vuestra confianza y volved vuestros corazones al Señor mi Dios, para quien nada es imposible, a fin de que en este día os envíe vuestro alimento en abundancia y también para los siguientes del viaje, hasta que estéis satisfechos puesto que El tiene de sobra en todas partes’. Fue entonces cuando vimos cruzar por el camino una piara de cerdos; mis compañeros los persiguieron y mataron a muchos. Ahí nos quedamos dos noches y, cuando todos estuvieron bien satisfechos y hasta los perros que aún sobrevivían, quedaron hartos, reanudamos la caminata. Después de aquella comilona todos mostraban su agradecimiento a Dios y yo me convertí en un ser muy honorable a sus ojos. Desde aquel día tuvimos alimento en abundancia.”
 
Finalmente llegaron a lugar habitado y así Patricio quedó a salvo a la edad de veintidós o veintitrés años y volvió a su casa. Con el tiempo, durante las vigilias de Patricio en los campos, se reanudaron las visiones y, a menudo, oía “las voces de los que moran mas allá del bosque Foclut, mas allá del mar del oeste y así gritaban todas al mismo tiempo, como si salieran de una sola boca, estas palabras: ’Clamamos a ti, Ho joven lleno de virtudes, para que vengas entre nosotros nuevamente’ “. “Eternas gracias deben dársele a Dios, agrega, porque al cabo de algunos años el Señor les concedió aquello por lo que clamaban”.
 
No hay ninguna certeza respecto al orden de los acontecimientos que se produjeron desde entonces.
 
Los primeros biógrafos del santo dicen que Patricio pasó varios años en Francia antes de realizar su trabajo de evangelización en Irlanda. Existen pruebas firmes de que pasó unos tres años en la isla de Lérins, frente a Canes, y después se radicó en Auxerre durante quince años mas. También hay sólidas evidencias de que tenía buenas relaciones personales con el obispo San Germán de Auxerre. Durante este tiempo le ordenaron sacerdote.
 
Algunos historiadores sostienen, que en esa época hizo un viaje a Roma y que, el Papa Celestino I fue quien le envió a Irlanda con una misión especial, ya que su primer enviado Paladio nunca logró cumplir porque a los doce meses de haber partido murió en el norte de Britania. Para realizar esa misión encomendada por el Pontífice, San Germán de Auxerre consagró obispo a Patricio.
 
Puesto que dependemos de datos confusos, legendarios y muchas veces contradictorios, de sus primeros biógrafos, es materialmente imposible obtener detalles del heroico trabajo en las tierras donde había estado cautivo. La tradición afirma que trabajó en el norte, en la región de Slemish, que dicen fue la misma donde Patricio cuidaba el ganado y oraba a Dios cuando era un joven esclavo. Una anécdota que antiguamente la tenían por auténtica en Irlanda relata que cuando el amo se enteró del regreso de Patricio convertido en venerado predicador, se puso tan furioso que prendió fuego a su propia casa, pereciendo en medio de las llamas.
 
Se afirma que, a su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saúl y que con la energía que lo caracterizaba se propuso la tarea de conquistar el favor del “Gran Rey” Laoghaire, que vivía con su corte en Tara, de la región de Meath.
 
Utilizaba un lenguaje sencillo al evangelizar. Por ejemplo, para explicarles acerca de la Santísima Trinidad, les presentaba la hoja del trébol, diciéndoles que así como esas tres hojitas forman una sola verdadera hoja, así las tres personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, forman un solo Dios verdadero. Todos lo escuchaban con gusto, porque el pueblo lo que deseaba era entender.
 
San Patricio y sus enemigos
 
Sus acérrimos opositores fueron los druidas, representantes de los dioses paganos. También sufrió mucho a manos de los herejes pelagianos, que para arruinar su obra recurrieron inclusive a la calumnia. Para defenderse, Patricio escribió su Confessio. Por fortuna poseemos una colección bastante nutrida de esos escritos, que nos muestra algo de el mismo, como sentía y actuaba.
 
Circulaba entre los paganos un extraño vaticinio, una profecía, respecto al santo, que Muirchu, su historiador nos transmite textualmente así: “Cabeza de azuela (referencia a la forma aplanada de la cabeza tonsurada) vendrá con sus seguidores de cabezas chatas, y su casa (casulla o casuela, es decir casa pequeña) tendrá un agujero para que saque su cabeza. Desde su mesa clamará contra la impiedad hacia el oriente de su casa. Y todos sus familiares responderán, Amén, Amén”. Los augurios agregaban esto todavía: “Por lo tanto, cuando sucedan todas estas cosas, nuestro reino, que es un reinado de idolatría, se derrumbará”.
 
En la evangelización, San Patricio puso mucha atención en la conversión de los jefes, aunque parece ser que el mismo rey Laoghaire no se convirtió al cristianismo, pero si, varios miembros de su familia. Consiguió el amparo de muchos jefes poderosos, en medio de muchas dificultades y constantes peligros, incluso el riesgo de perder la vida (mas de cinco veces) en su trato con aquellos bárbaros. Pero se notaba que había una intervención milagrosa de Dios que lo libraba de la muerte todas las veces que los enemigos de la religión trataban de matarlo. En un incidente que ocurrió en misión, su cochero Odhran, quizás por algún presentimiento, insistió en reemplazar al santo en el manejo de los caballos que tiraban del coche, por consiguiente fue Odhram quien recibió el golpe mortal de una lanza que estaba destinada a quitarle la vida a San Patricio.
 
No obstante los contratiempos, el trabajo de la evangelización de Irlanda, siguió firme. En varios sitios de Irlanda, construyó abadías, que después llegaron a ser famosas y alrededor de ellas nacieron las futuras ciudades. En Leitrim, al norte de Tara, derribó al ídolo de Crom Cruach y fue uno de los lugares donde edificó una de las iglesias cristianas. En la región de Connaught, realizó cosas notables. En la población de Tirechan se conservó para la posteridad la historia de la conversión de Ethne y Fedelm, hijas del rey Laoghaire. También existen las narraciones de las heroicas predicaciones de San Patricio en Ulster, en Leinster y en Munster.
 
Por su santidad, manifiesta en su carácter su lenguaje sencillo al evangelizar y por el don de hacer milagros, San Patricio logró muchas victorias sobre sus oponentes paganos y hechiceros. Ese triunfo le sirvió para que los pobladores de Irlanda se abrieran a la predicación del cristianismo. De hecho hacen referencias en los textos del Senchus Mor (el antiguo código de las leyes irlandesas) a cierto acuerdo concertado en Tara entre los paganos y el santo y su discípulo San Benigno (Benen).
 
Dicen esos libros que “Patricio convocó a los hombres del Erin para que se reunieran todos en un sitio a fin de conferenciar con él. Cuando estuvieron reunidos, se les predicó el Evangelio de Cristo para que todos lo escucharan. Y sucedió que, en cuanto los hombres del Erin escucharon el Evangelio y conocieron como este daba frutos en el gran poder de Patricio demostrado desde su arribo y al ver al rey Laoghaire y a sus druidas asombrados por las grandes maravillas y los milagros que obraba, todos se inclinaron para mostrar su obediencia a la voluntad de Dios y a Patricio”.
 
Hay muchas fantasías sobre las confrontaciones de San Patricio con los magos druidas pero también hay relatos que tienen un trasfondo sin duda histórico. Dicen que un Sábado Santo, cuando nuestro santo encendió el fuego pascual, se lanzaron con toda su furia a apagarlo, pero por más que trataron no lo lograron. Entonces uno de ellos exclamó: “El fuego de la religión que Patricio ha encendido, se extenderá por toda la isla”. Y se alejaron. La frase del mago se ha cumplido; la religión católica se extendió de tal manera por toda Irlanda, que hoy sigue siendo un país católico, iluminado por la luz de la religión de Cristo, y que a su vez a dado muchos misioneros a la Iglesia.
 
El Sínodo
 
Hay muchas y buenas razones para creer que San Patricio convocó a un sínodo, seguramente en Armagh, no se mencionó el sitio. Muchos de los decretos emitidos en aquella asamblea, han llegado hasta nosotros tal como fueron redactados, aunque no cabe dudas que a varios de ellos se le hicieron añadiduras y enmiendas.
 
En esa época San Patricio era ya un anciano con la salud quebrantada por el desgaste físico de sus austeridades y de sus treinta años de viajes de evangelización. Probablemente el sínodo haya tenido lugar cuando los días del santo ya estaban contados.
 
Vida de Santidad
 
Solo llegaremos a comprender el hondo sentimiento humano que tenía el santo y el profundo amor a Dios que lo animaba, si estudiamos detenidamente sus escritos contenidos en las “Confesiones“, la Lorica y la carta a Coroticus de San Patricio. Conoceremos el secreto de la extraordinaria impresión que causaba a los que lo conocían personalmente. Patricio era un hombre muy sencillo, con un gran espíritu de humildad. Decía que su trabajo misionero era la simple actuación de un mandamiento divino y que su aversión contra los pelagianos se debía al absoluto valor teológico que él atribuía a la gracia.
 
Era profundamente afectuoso, por lo que vemos en sus escritos referirse tantas veces al inmenso dolor que le produjo separarse de su familia de sangre y de su casa, a la que le unía un gran cariño. Era muy sensible, le hacía sufrir mucho que digan que trabajaba en la misión que había emprendido para buscar provecho propio, por eso insistía tanto en el desinterés que lo animaban a seguir trabajando.
 
De sus Confesiones: “Incontables dones me fueron concedidos con el llanto y con las lágrimas. Contrarié a mis gentes y también, contra mi voluntad, a no pocos de mis mayores; pero como Dios era mi guía, yo no consentí en ceder ante ellos de ninguna manera. No fue por mérito propio, sino porque Dios me había conquistado y reinaba en mí. Fue El quien se resistió a los ruegos de los que me amaban, de suerte que me aparté de ellos para morar entre los paganos de Irlanda, a fin de predicarles el Evangelio y soportar una cantidad grande de insultos por parte de los incrédulos, que me hacían continuos reproches y que aun desataban persecuciones contra mí, en tanto que yo sacrificaba mi libertad en su provecho. Pero si acaso se me considera digno, estoy pronto a dar hasta mi vida en nombre de Dios, sin vacilaciones y con gozo. Es mi vida la que me propongo pasar aquí hasta que se extinga, si el Señor me concede esa gracia”.
 
La santidad da frutos
 
El buen éxito de la misión de San Patricio se debe ante todo a su fe por la que se disponía a cualquier sacrificio y a la inteligente organización que supo crear en esa isla, carente de ciudades y dividida en muchas tribus o clanes, dirigidos por un jefe independiente cada una. El supo adaptarse a las condiciones sociales del lugar, formando un clero local, consagró obispos y sacerdotes y fundo monasterios y pequeñas comunidades cristianas dentro del mismo clan, sin rechazar usos ni costumbres tradicionales. Tuvo la feliz idea de que el obispo de cada región fuera al mismo tiempo el Abad o superior del monasterio más importante del lugar, así cada obispo era un fervoroso religioso y tenía la ayuda de sus monjes para enseñar la religión al pueblo. Las vocaciones que consiguió para el sacerdocio y la vida religiosa fueron muchísimas.
 
La obra de evangelización pudo progresar rápidamente gracias también a que San Patricio atrajo muchos discípulos fieles, como Benigno quién estaba destinado a sucederle. Siempre fue muy fiel a la Iglesia y, a pesar de la distancia, el santo se mantenía en contacto con Roma. En el año 444 se fundó la iglesia catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, dato que está asentado en los “Anales de Ulster”. Es probable que no haya pasado mucho tiempo antes que Armagh se convirtiera en un gran centro de educación y administración.
 
San Patricio, en el transcurso de 30 años de apostolado, convirtió al cristianismo a “toda Irlanda“. El propio santo alude, mas de una vez, a las “multitudes”, a los “muchos miles” que bautizó y confirmó. “Ahí”, dice San Patricio, “donde jamás se había tenido conocimiento de Dios; allá, en Irlanda, donde se adoraba a los ídolos y se cometían toda suerte de abominaciones, ¿cómo ha sido posible formar un pueblo del Señor, donde las gentes puedan llamarse hijos de Dios? Ahí se ha visto que hijos e hijas de los reyezuelos escoceses, se transformen en monjes y en vírgenes de Cristo”. Sin embargo, como es lógico pensar, el paganismo y el vicio no habían desaparecido por completo.
 
En las “Confesiones”, que fueron escritas hacia el fin de su vida, dice el santo: “A diario estoy a la espera de una muerte violenta, de ser robado, de que me secuestren para servir como esclavo, o de cualquier otra calamidad semejante”. Pero más adelante agrega: “Me he puesto en manos del Dios de misericordia, del Todopoderoso Señor que gobierna toda cosa y, como dijo el profeta: “Deja tus cuidados con el Señor y El proveerá la manera de aliviarlos“. En esta confianza estaba, sin duda su incansable valor y la firme decisión de San Patricio a lo largo de su heroica carrera. Su fortaleza de no permitir a los enemigos del catolicismo que propagaran por allí sus herejías, fue una de las razones para que Irlanda se haya conservado tan católica.
 
La obra del incansable misionero dio muchos frutos con el tiempo: Lo vemos en el maravilloso florecimiento de santos irlandeses. Logró reformar las leyes civiles de Irlanda, consiguió que la legislación fuera hecha de acuerdo con los principios católicos, lo cual ha contribuido a que esa nación se haya conservado firme en la fe por mas de 15 siglos, a pesar de todas las persecuciones.
 
Según un cronista de Britania, Nennius, San Patricio subió a una montaña a rezar y hacer ayuno y “desde aquella colina, Patricio bendijo al pueblo de Irlanda y, el objeto que perseguía al subir a la cima, era el de orar por todos y el de ver el fruto de sus trabajos…Después, en edad bien avanzada, fue a recoger su recompensa y a gozar de ella eternamente. Amén”. Patricio murió y fue sepultado en el año 461, en Saúl, región de Stragford Lough, donde había edificado su primera iglesia.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Patricio.htm)