26 marzo, 2014

San Braulio

 
Oh, San Braulio, vos sois el hijo
del Dios de la vida, una “espada
de “fuego”, que haciendo honor al
significado de vuestro nombre, en
en buena lid combatisteis, la defensa
de la fe contra los impíos y herejes
arrianos. Vuestra elocuencia vasta
y grande era que la gente que os
escuchaba decía: “Parece que cuando
está hablando, es el mismo Espíritu
Santo el que le va diciendo lo que
él tiene que decir”. Nuestra Señora
del Pilar lo sabe, pues pasasteis
allí horas de horas, vuestras creces
elevando al Autor de la vida, y, aunque
de la física visión privado, vos,
con los ojos del alma veíais y así,
oísteis de Él, su dulce llamado cuando
os dijo: “Ven siervo bueno y fiel;
has sido fiel en lo poco, te pondré
sobre lo mucho. Entra en el gozo de
tu Señor”. Y, con voz viva respondisteis:
“Voy pronto, mi Señor; ya estoy listo”.
Y voló vuestra alma al cielo, para
vuestro premio recibir, por vuestra
entrega y vuestro amor y coronado ser,
con corona de luz y eternidad de vida;
oh, San Braulio, “vivo fuego de Dios”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de Marzo
San Braulio
Obispo
(año 651)
 
Braulio significa: “espada de fuego”. Fue discípulo y amigo del gran sabio San Isidro de Sevilla, al cual le ayudó mucho en la corrección y edición de sus libros.
 
Al morir su hermano Juan, que era obispo de Zaragoza, el clero y los fieles lo eligieron para que lo reemplazara.
 
Como obispo se preocupó mucho por tratar de que el pueblo se instruyera más en la religión y por extirpar y acabar con los errores y herejías que se habían propagado, especialmente el arrianismo, una doctrina hereje que negaba que Jesucristo sea Dios verdadero.
 
Tan grande era la elocuencia de San Braulio y su capacidad para convencer a quienes le escuchaban sus sermones que la gente decía: “Parece que cuando está hablando, es el mismo Espíritu Santo el que le va diciendo lo que él tiene que decir”.
 
Los obispos de España lo encargaron de las relaciones episcopales con el Papa de Roma.
 
En la catedral, y en el famosísimo santuario de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, pasaba varias horas cada día rezando con especial fervor.
 
Aborrecía todo lo que fuera lujo y vanidad. Sus vestidos eran siempre pobres, y su comida como la de un obrero de clase baja.
 
Todas las limosnas que le llegaban las daba para ayudar a los pobres. Y se dedicaba con mucho esmero a enseñar a los ignorantes.
 
Las gentes decían que era difícil encontrar en el país uno que fuera más sabio que él. Y en sus cartas se nota que había leído muchos autores famosos. Había estudiado muy profundamente la S. Biblia. Y su estilo es elegante y lleno de bondad y de amabilidad. Se firmaba: “Braulio, siervo inútil de los santos de Dios”.
 
Los últimos años tuvo que sufrir mucho por la falta de la vista, algo que para él que era tan gran lector, era un verdadero martirio. Pero aprovechaba su ceguera para dedicarse a rezar y meditar. Tuvo como alumno a otro gran santo: San Eugenio, obispo.
 
Poco antes de morir le pareció escuchar aquellas palabras de Jesús: “Ven siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te pondré sobre lo mucho. Entra en el gozo de tu Señor”. Y respondió entusiasmado: “Voy pronto, Señor, ya estoy listo“. Y murió santamente. Era el año 651.
 
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (San Pablo).
 
 

25 marzo, 2014

Solemnidad de la Anunciación de Jesús


Oh, Dios mío, Solemne Anunciación de Jesús;
en la que Vos, Padre creador de la vida,
amoroso y generoso como sois, a Gabriel
vuestro ángel de las “buenas nuevas”,
enviasteis a María, sierva humilde
vuestra, a anunciarle que, en su seno
virginal, al Varón Perfecto y Salvador
del mundo albergaría: Sí, Jesús, Hijo
amadísimo Vuestro, para la grande obra
Redentora cumplir de la salvación, que
Vos, Dios del amor, diseñado habíais
desde antes de que, el mundo hecho fuera.
Porque Vos, nos amasteis y nos amas
de tal forma y manera, que nos donasteis
gratuitamente a vuestro único Hijo, Jesús.
Él, Divino sí, porque Vos, el distes vuestra
Divinidad, y Humano, -y ¡qué ser Humano!-,
por María, pues ella, su humanidad compartió
feliz. por ello, ¡Alegraos pues, pueblos
todos del orbe de la tierra, porque,
si en el pasado, por un hombre, Adán,
el pecado en el mundo, entró, por otro,
Jesús, Divino y a la vez Humano, la salvación
para todos llegó en el seno de María virgen;
oh, Dios mío, solemne Anunciación de Jesús.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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La voluntad de María coincide con la voluntad del Hijo en el único proyecto de amor del Padre.

La Anunciación de Jesús

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin. María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios. Dijo María: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y el ángel dejándola se fue.
 
Oración introductoria
 
Oh María, qué gran regalo nos ha hecho Jesús desde su cruz: en Ti tenemos una verdadera Madre que nos acompaña en este peregrinar por el mundo y guía nuestros pasos hasta el cielo. Por eso celebramos con júbilo la Pascua y, en este momento, pido tu intercesión para que esta oración aumente mi fe y sepa decir siempre «sí» al Señor.

Petición
 
Señor, dame tu gracia para que se haga tu voluntad en mi vida con la perfección, delicadeza y amor de María.

Meditación del Papa Francisco
 
La Virgen Inmaculada intercede por nosotros en el Cielo como una buena madre que cuida de sus hijos. Que María nos enseñe con su vida qué significa ser discípulo misionero. Cada vez que rezamos el Angelus, recordamos el evento que ha cambiado para siempre la historia de los hombres. Cuando el ángel Gabriel anunció a María que iba a ser la Madre de Jesús, del Salvador, ella, aun sin comprender del todo el significado de aquella llamada, se fio de Dios y respondió: “Aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra”.

Pero, ¿qué hizo inmediatamente después? Después de recibir la gracia de ser la Madre del Verbo encarnado, no se quedó con aquel regalo; se sintió responsable, y marchó, salió de su casa y se fue rápidamente a ayudar a su pariente Isabel, que tenía necesidad de ayuda; realizó un gesto de amor, de caridad y de servicio concreto, llevando a Jesús en su seno. Y este gesto lo hizo diligentemente.
Queridos amigos, éste es nuestro modelo. La que ha recibido el don más precioso de parte de Dios, como primer gesto de respuesta se pone en camino para servir y llevar a Jesús. (S.S. Francisco, 28 de julio de 2013).

Reflexión
 
Ante esta escena uno no sabría qué pensar, ¿cuál de los dos personajes se habrá maravillado más? Penetremos atrevidamente en los pensamientos del arcángel Gabriel para comprender desde otro punto de vista la enorme gracia concedida a la humanidad entera en este grandioso momento.
En efecto, estamos situados, -y es preciso decirlo despacio y como midiendo cada palabra -, en la plenitud de los tiempos. Parece que toda la creación dependía de este punto culminante. Y así es, sin ninguna exageración. En ese momento se encarna Dios Hombre en las entrañas de María. Y ante este misterio, ¿qué puede hacerse sino contemplar con nuestro corazón y sin palabras este misterio?
El arcángel, debía comunicar el sublime mensaje de la Encarnación del Verbo. Quizás habrá dicho: Voy a encontrar otra creatura de Dios, quiera o no, esclava del pecado de Adán y Eva. Era lógico. Todos los hombres nacían pecadores, nacían con el pecado original. Nada de común habría de encontrar en ella, salvo que habría de ser afortunadísima. Y hasta podríamos pensar que no conocía a fondo, con ser ángel, el misterio que comunicaría.
 
Y he aquí que cuando llega ante ella, ¡magnífico prodigio de la Mano Providente de Dios! Ni en el cielo había criatura tan brillante, tan pura, tan sublime como esa dulce mujer sencilla de pueblo. ¿Ella? Sí, Ella sería la Madre del Verbo. Qué bien ha hecho Dios todo se habrá dicho para sí, estremecido de su hermosura y pureza. Era la mejor Madre.
 
Probemos un poco también nosotros de este sobrecogimiento, de este estremecimiento ante el misterio, de verla tan pura y bendita, Ella, Nuestra Madre; y que sea Ella quien nos enseñe a amar a su Hijo, como la mejor de las madres.

Diálogo con Cristo

Señor, conocer lo que quieres y seguir tu voluntad es la alegría y el camino para dar plenitud a mi vida. Como María, no debo apegarme ciegamente a las propias ideas, sino que debo abrir el corazón para saber escucharte. Por el amor a tu santísima Madre, te suplico la gracia para serte fiel y perseverar en el cumplimiento de tu voluntad hasta el día de mi muerte.
 
Propósito
 
Rezar un rosario pidiendo a María su intercesión para crecer en mi fe y mi esperanza, a fin de aceptar con docilidad la voluntad de Dios.
 
La Anunciación del Ángel a la Virgen Máría. Fiesta de Jesús que se encarnó y fiesta de la Virgen, que fue la que dijo “Hágase en mí según tu palabra”.

Autor: Andrés Pérez | Fuente: Catholic.net

(http://es.catholic.net/evangeliodehoy/)

24 marzo, 2014

Santa Catalina de Suecia

 
 
 
Oh, Santa Catalina de Suecia,
vos, sois la hija del Dios de
la vida, y, a pesar de casada
estar, en castidad vivisteis
para admiración de extraños y
propios. Brígida, vuestra madre
de la revelación os habló, que,
Dios, le había confiado, para
la Orden del Santísimo Salvador
fundar, cuyo fin sería, -como
es- de loar al Señor y a Nuestra
Señora y, las ofensas reparar
de los hombres y, la oración
contemplativa de la vida, pasión,
muerte y resurrección, vivir
como norma, para la salvación
de las almas, conseguir. Y, así,
vos, y vuestra amada madre, en
oración constante, mortificación
y pobreza sumieron sé y pronto
Dios Padre, os respondió, obrando
caridades por doquier. Vuestra
virtuosa madre y vos, sois hoy,
habitantes del cielo, porque Dios,
así lo quiso, y os premió con
coronas de luz eterna, como
justo premio, por amor a Cristo;
oh, Santa Catalina de Suecia, “amor”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de Marzo
Santa Catalina de Suecia
Virgen
 
Catalina de Suecia o de Vadstena nació alrededor del año 1331 del matrimonio formado por el príncipe Ulf Gudmarsson y Brigitta Birgesdotter; fue la cuarta de ocho hermanos. La educaron, como era frecuente en la época, al calor del monasterio; en este caso lo hicieron las monjas de Riseberga.
Contrajo matrimonio con el buen conde Egar Lyderson van Kyren con quien acordó vivir su matrimonio en castidad; ambos influyeron muy positivamente en los ambientes nobles plagados de costumbres frívolas y profanas.
 
Brígida, su madre, ha tenido la revelación de fundar la Orden del Santísimo Salvador que tenga como fin alabar al Señor y a la Santísima Virgen según la liturgia de la Iglesia, reparar por las ofensas que recibe de los hombres, propagar la oración contemplativa -preferentemente de la Pasión- para la salvación de las almas.
 
Madre e hija se encuentran juntas en Roma. Cuando Catalina tiene planes de regresar a su casa junto al esposo, Brígida comunica a su hija otra revelación sobrenatural de Dios: ha muerto su yerno. Esto va a determinar el rumbo de la vida de Catalina desde entonces. Ante el lógico dolor y la depresión anímica que sufre, es sacada de la situación por la Virgen. Es en estas circunstancias cuando muestra ante su madre la firme disposición interna a pasar toda suerte de penalidades y sufrimientos por Jesucristo. Las dos juntas y emprenden una época de oración intensa, de mortificación y pobreza extrema; sus cuerpos no conocen sino el suelo duro para dormir; visitan iglesias y hacen caridad. La joven viuda rechaza proposiciones matrimoniales que surgen frecuentes, llegando algunas hasta la impertinencia y el acoso. Peregrinan a los santuarios famosos y organizan una visita a Tierra Santa para empaparse de amor a Dios en los lugares donde padeció y murió el Redentor.
 
En el año 1373 han regresado, muere en Roma Brígida y Catalina da sepultura provisional en la Ciudad Eterna al cadáver de su madre en la iglesia de san Lorenzo. El traslado del cuerpo en cortejo fúnebre hasta Suecia es una continua actividad misionera por donde pasa. Catalina habla de la misericordia de Dios que espera siempre la conversión de los pecadores; va contando las revelaciones y predicciones que Dios hizo a su santa madre.
 
Söderkoping es el lugar patrio que recibe la procesión en 1374 como si fuera un acto triunfal. Se relatan conversiones y milagros que se suceden hasta depositar los restos en el monasterio de Vadstena, donde entra y se queda Catalina, practicando la regla que vivió durante veinticinco años con su madre.
 
Un segundo viaje a Roma durará cinco años; tendrá como meta la puesta en marcha del proceso de canonización de la futura santa Brígida y la aprobación de la Orden del Santísimo Salvador. A su regreso a Vadstena, muere el 24 de marzo de 1381.
 
Aparte de las revelaciones que tuvo y de las predicciones sobrenaturales que hizo la santa, se cuenta de ella la finura de alma que le llevó a la confesión diaria durante veinticinco años -no por ser escrupulosa- y que consiguió la confesión arrepentida de impenitentes a punto de morir.
 
También se habla de luces que rodean el cuerpo inerte después de su muerte, de una estrella que pudo verse por un tiempo señalando el lugar del reposo y de luminosidades que refulgían junto al sarcófago. No es extraño que la leyenda haya querido dejar su huella intentando hacer que los sentidos descubran la magnanimidad de su alma que sólo es perceptible por lo externo. Por eso dijeron que nunca mamó la leche de la nodriza mundana mientras buscaba el pecho de su madre santa y de otras mujeres honestas. Igualmente contaron que libró a Roma de inundación entrando sus pies en el Tiber y hablaron de la liberación de una posesa.
 
De todos modos, los santos de ayer y de hoy, siempre han sido puntos de inflexión de la gracia para el bien de todos los hombres.
 

23 marzo, 2014

Santo Toribio de Mogrovejo

 
Oh; Santo Toribio de Mogrovejo; vos,
sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo, y aunque abrazasteis
la Cruz de Cristo en el continente
viejo; vuestro corazón lo extendisteis
a la morena América. Y, como si San
Pablo, hecho espíritu en vos, viviese,
de palmo a palmo la recorristeis,
expandiendo la palabra del Dios vivo
entre la gente de vuestro tiempo. Y,
sabéis vos, que no habrá dicha más
grande, que, la que Dios, os concedió,
al confirmar en la fe de Nuestro Señor
Jesús; a los que hoy, santos ya, como
vos, la gloria de los cielos comparten
como: Santa Rosa de Lima, San Francisco
Solano y San Martín de Porres, “el santo
de la escoba”. Tres veces visitasteis
vuestra arquidiócesis, recorriéndola
a pie, en mula, pasando del calor al
frío, la vida gastándoos por el Dios
eterno. Los preferidos de vuestras
visitas eran los indios y los negros,
y dentro de ellos, los enfermos, los
pobres e ignorantes. “De gozo se llenó
mi corazón cuando escuché una voz: iremos
a la Casa del Señor. Que alegría cuando
me dijeron: vamos a la Casa del Señor”.
Fueron vuestras últimas palabras. Y,
¿qué premio podríais tener vos, si vuestra
tarea, hecha fue tan perfecta? Sin duda,
alguna: ¡la vida eterna y la corona
de luz!, que lucís hoy, como premio
justo a vuestro amor y entrega total;
Oh; Santo Toribio de Mogrovejo, “fe y luz”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Marzo
Santo Toribio de Mogrovejo
Arzobispo de Lima
(año 1606)
 
Nació en Mayorga, España, en 1538. Los datos acerca de este Arzobispo, personaje excepcional en la historia de Sur América, producen asombro y maravilla.
 
Los historiadores dicen que Santo Toribio fue uno de los regalos más valiosos que España le envió a América. Las gentes lo llamaban un nuevo San Ambrosio, y el Papa Benedicto XIV dijo de él que era sumamente parecido en sus actuaciones a San Carlos Borromeo, el famoso Arzobispo de Milán.
 
Toribio era graduado en derecho, y había sido nombrado Presidente del Tribunal de Granada (España) cuando el emperador Felipe II al conocer sus grandes cualidades le propuso al Sumo Pontífice para que lo nombrara Arzobispo de Lima. Roma aceptó y envió en nombramiento, pero Toribio tenía mucho temor a aceptar. Después de tres meses de dudas y vacilaciones aceptó.
 
El Arzobispo que lo iba a ordenar de sacerdote le propuso darle todas las órdenes menores en un solo día, pero él prefirió que le fueran confiriendo una orden cada semana, para así irse preparando debidamente a recibirlas.
 
En 1581 llegó Toribio a Lima como Arzobispo. Su arquidiócesis tenía dominio sobre Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, Chile y parte de Argentina. Medía cinco mil kilómetros de longitud, y en ella había toda clase de climas y altitudes. Abarcaba más de seis millones de kilómetros cuadrados.
 
Al llegar a Lima Santo Toribio tenía 42 años y se dedicó con todas sus energías a lograr el progreso espiritual de sus súbditos. La ciudad estaba en una grave situación de decadencia espiritual. Los conquistadores cometían muchos abusos y los sacerdotes no se atrevían a corregirlos. Muchos para excusarse del mal que estaban haciendo, decían que esa era la costumbre. El arzobispo les respondió que Cristo es verdad y no costumbre. Y empezó a atacar fuertemente todos los vicios y escándalos. A los pecadores públicos los reprendía fuertemente, aunque estuvieran en altísimos puestos.
 
Las medidas enérgica que tomó contra los abusos que se cometían, le atrajeron muchos persecuciones y atroces calumnias. El callaba y ofrecía todo por amor a Dios, exclamando, “Al único que es necesario siempre tener contento es a Nuestro Señor”.

Tres veces visitó completamente su inmensa arquidiócesis de Lima. En la primera vez gastó siete años recorriéndola. En la segunda vez duró cinco años y en la tercera empleó cuatro años. La mayor parte del recorrido era a pie. A veces en mula, por caminos casi intransitables, pasando de climas terriblemente fríos a climas ardientes. Eran viajes para destruir la salud del más fuerte. Muchísimas noches tuvo que pasar a la intemperie o en ranchos miserabilísmos, durmiendo en el puro suelo. Los preferidos de sus visitas eran los indios y los negros, especialmente los más pobres, los más ignorantes y los enfermos.
 
Logró la conversión de un enorme número de indios. Cuando iba de visita pastoral viajaba siempre rezando. Al llegar a cualquier sitio su primera visita era al templo. Reunía a los indios y les hablaba por horas y horas en el idioma de ellos que se había preocupado por aprender muy bien. Aunque en la mayor parte de los sitios que visitaba no había ni siquiera las más elementales comodidades, en cada pueblo se quedaba varios días instruyendo a los nativos, bautizando y confirmando.
 
Celebraba la misa con gran fervor, y varias veces vieron los acompañantes que mientras rezaba se le llenaba el rostro de resplandores.
 
Santo Toribio recorrió unos 40,000 kilómetros visitando y ayudando a sus fieles. Pasó por caminos jamás transitados, llegando hasta tribus que nunca habían visto un hombre blanco.
 
Al final de su vida envió una relación al rey contándole que había administrado el sacramento de la confirmación a más de 800,000 personas.
 
Una vez una tribu muy guerrera salió a su encuentro en son de batalla, pero al ver al arzobispo tan venerable y tan amable cayeron todos de rodillas ante él y le atendieron con gran respeto las enseñanzas que les daba.
 
Santo Toribio se propuso reunir a los sacerdotes y obispos de América en Sínodos o reuniones generales para dar leyes acerca del comportamiento que deben tener los católicos. Cada dos años reunía a todo el clero de la diócesis para un Sínodo y cada siete años a los de las diócesis vecinas. Y en estas reuniones se daban leyes severas y a diferencia de otras veces en que se hacían leyes pero no se cumplían, en los Sínodos dirigidos por Santo Toribio, las leyes se hacían y se cumplían, porque él estaba siempre vigilante para hacerlas cumplir.
 
Nuestro santo era un gran trabajador. Desde muy de madrugada ya estaba levantado y repetía frecuentemente: “Nuestro gran tesoro es el momento presente. Tenemos que aprovecharlo para ganarnos con él la vida eterna. El Señor Dios nos tomará estricta cuenta del modo como hemos empleado nuestro tiempo”.
 
Fundó el primer seminario de América. Insistió y obtuvo que los religiosos aceptaran parroquias en sitios supremamente pobres. Casi duplicó el número de parroquias o centros de evangelización en su arquidiócesis. Cuando él llegó había 150 y cuando murió ya existían 250 parroquias en su territorio.
 
Su generosidad lo llevaba a repartir a los pobres todo lo que poseía. Un día al regalarle sus camisas a un necesitado le recomendó: “Váyase rapidito, no sea que llegue mi hermana y no permita que Ud. se lleve la ropa que tengo para cambiarme”.
 
Cuando llegó una terrible epidemia gastó sus bienes en socorrer a los enfermos, y él mismo recorrió las calles acompañado de una gran multitud llevando en sus manos un gran crucifijo y rezándole con los ojos fijos en la cruz, pidiendo a Dios misericordia y salud para todos.
 
El 23 de marzo de 1606, un Jueves Santo, murió en una capillita de los indios, en una lejana región, donde estaba predicando y confirmando a los indígenas.
 
Estaba a 440 kilómetros de Lima. Cuando se sintió enfermo prometió a sus acompañantes que le daría un premio al primero que le trajera la noticia de que ya se iba a morir. Y repetía aquellas palabras de San Pablo: “Deseo verme libre de las ataduras de este cuerpo y quedar en libertad para ir a encontrarme con Jesucristo”.
 
Ya moribundo pidió a los que rodeaban su lecho que entonaran el salmo que dice: “De gozo se llenó mi corazón cuando escuché una voz: iremos a la Casa del Señor. Que alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor”.
 
Las últimas palabras que dijo antes de morir fueron las del salmo 30: “En tus manos encomiendo mi espíritu”.
 
Su cuerpo, cuando fue llevado a Lima, un año después de su muerte, todavía se hallaba incorrupto, como si estuviera recién muerto.
 
Después de su muerte se consiguieron muchos milagros por su intercesión. Santo Toribio tuvo el gusto de administrarle el sacramento de la confirmación a tres santos: Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano y San Martín de Porres.
 
El Papa Benedicto XIII lo declaró santo en 1726.
 
Y toda América del Sur espera que este gran santo e infatigable apóstol, quizás el más grande obispo que ha vivido en este continente, siga rogando para que nuestra santa religión se mantenga fervorosa y creciente en todos estos países.
 

22 marzo, 2014

Santa Lea

 
Oh, Santa Lea, vos, sois la hija del  Dios
de la vida, y su amada santa y que, por San
Jerónimo, considerada erais “santísima”,
porque, viuda quedando, al mundo renunciasteis,
ingresando a un monasterio y, dentro de él,
a ser su superiora llegasteis. San Jerónimo,
de vos escribió así: “De un modo tan  completo
se convirtió a Dios, que  mereció ser cabeza
de su monasterio y madre de vírgenes; después
de llevar blandas vestiduras, mortificó
su cuerpo vistiendo sacos; pasaba las noches
en oración y enseñaba a sus compañeras más
con el ejemplo que con sus palabras. Fue tan
grande su humildad y sumisión, que la que
había sido señora de tantos criados parecía
ahora criada de todos; aunque tanto más era
sierva de Cristo cuanto menos era tenida
por señora de hombres. Su vestido era pobre
y sin ningún esmero, comía cualquier cosa,
llevaba los cabellos sin peinar, pero todo
eso de tal manera que huía en todo la ostentación”.
Cumplisteis vuestro tiempo, y luego, voló
vuestra alma hacia el Padre, para justo premio
recibir: coronada ser de inmarchitable luz
eterna por vuestra entrega de sublime amor;
oh, Santa Lea, “excelsa sierva de Dios”.
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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22 de Marzo
Santa Lea
Abadesa
 
De “la santísima Lea”, como la llama san Jerónimo, sólo sabemos lo que él mismo nos dice en una especie de elogio fúnebre que incluyó en una de sus cartas. Era una matrona romana que al enviudar – quizá joven aún – renunció al mundo para ingresar en una comunidad religiosa de la que llegó a ser superiora, llevando siempre una vida ejemplarísima.
 
Estas son las palabras insustituibles de san Jerónimo: «De un modo tan completo se convirtió a Dios, que mereció ser cabeza de su monasterio y madre de vírgenes; después de llevar blandas vestiduras, mortificó su cuerpo vistiendo sacos; pasaba las noches en oración y enseñaba a sus compañeras más con el ejemplo que con sus palabras».
 
«Fue tan grande su humildad y sumisión, que la que había sido señora de tantos criados parecía ahora criada de todos; aunque tanto más era sierva de Cristo cuanto menos era tenida por señora de hombres. Su vestido era pobre y sin ningún esmero, comía cualquier cosa, llevaba los cabellos sin peinar, pero todo eso de tal manera que huía en todo la ostentación».
 
No sabemos más de esta dama penitente, cuyo recuerdo sólo pervive en las frases que hemos citado de san Jerónimo. La Roma en la que fue una rica señora de alcurnia no tardaría en desaparecer asolada por los bárbaros, y Lea, «cuya vida era tenida por todos como un desatino», llega hasta nosotros con su áspero perfume de santidad que desafía al tiempo.
 

21 marzo, 2014

Santos Filemón y Donino


Oh, Filemón y Donino, santos, vosotros
sois los hijos del Dios de la vida y
sus amados santos, que, perseguidos
fuisteis por razón de vuestra fe. Y,
siempre, en Dios confiando, recorristeis
Italia, y las alegrías manifestasteis
que el Resucitado, os dio, en vuestro
interior mundo. Jamás nunca, os contentasteis
en quedaros vosotros mismos encerrados
e inmóviles y decidisteis el Evangelio
predicar y bautizar a los que os encontrabais
en vuestro andar. Vuestra palabra, ardorosa
era, tanto que, hasta las montañas conmoverse
parecían, pero más, los infieles y paganos.
Y resultó que los impíos del tiempo vuestro,
de pronto celos sintieron porque sus paganos
templos vacíos estaban y, todo por vuestra
“feliz culpa”, ya que, los vuestros, llenos
de fieles permanecían, siempre en Cristo Jesús.
Entonces, prometiéndoles, el oro del mundo,
lograr quisieron que, de Cristo rengasen,
cosa por cierto, que jamás lograron. Por ello,
Dios, en su infinita bondad, os premió,
coronándoos con corona de luz eterna, como
justo premio a vuestra entrega de amor;
oh, Santos Filemón y Donino; “fe y luz”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de Marzo
San Filemón y Donino de Roma.
Mártires
 
Este joven con su amigo Donino, en tiempos de la duras y temibles persecuciones, confiando más en Dios que en ellos mismos, se dedicaron a recorrer Italia.
 
¿Qué buscaban?
 
Sencillamente, manifestar a todo el mundo la alegría que les daba el Resucitado en su mundo interior. No podían quedarse encerrados en sí mismos -lo más fácil– sino que tenían que vivir la solidaridad de su fe.
 
Iban predicando el Evangelio y bautizando a los infieles que se encontraban en su camino, previa preparación, claro está.
 
Dicen sus biógrafos que su palabra era tan ardiente que conmovían a las masas de paganos e infieles. Las dificultades no tardaron en aparecer. Provenían principalmente de los seguidores de los cultos a los ídolos.
 
No aguantaban que dos jóvenes dejaran los templos paganos vacíos mientras que sus reuniones para celebrar la Palabra de Dios, se llenaran de fieles en Cristo Jesús
.
Los arrestaron y enviaron al gobernador. Este, para ganárselos, le prometió el oro y el moro con tal de que renegasen de Cristo.
 
Visto con halagos no conseguía sus propósitos, los enviaron a la cárcel en la cual les dieron tremendos tormentos. Y cansado de su fama, mandó que les cortasen la cabeza tal día como hoy. Sus vidas se crearon en las “Passio” o teatro para dar a conocer su vida. No hay fundamento histórico.
 
(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=8748)
 

20 marzo, 2014

Santas Claudia, Alejandra, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia, y Teodosia

 
 
Oh, Siete Santas Claudia, Alejandra,
Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia
y Teodosia, vosotras, sois las hijas
del Dios de la Vida, y sus amadas santas
que, cuando a prueba puesta fue, vuestra
fe, no dudaron ni un segundo el gritarla
a los cuatro vientos. Y, por ello, vuestros
verdugos, de sí fuera, os torturaron de
cruel manera, vuestros pechos cortándoos,
con ello creyendo que vosotras cambiaríais
de fe y, os rendiríais ante sus paganos
dioses, cosa que por el contario encendió
más aún la vuestra, y, dejó actuar al
Espíritu Santo, quien os animó en aquella
hora, a no desistir y vuestras santas vidas
donar, para, premio recibir eternamente,
por vuestro amor, esperanza y fidelidad.
Y, Dios viendo vuestro martirio, os coronó
con sendas coronas de eternidad y de luz;
oh, Santas, Claudia, Alejandra, Eufrasia,
Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia,
mártires por la luz y por la eternidad.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado.
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20 de Marzo
Santa Claudia y Alejandra,
Eufrasia, Matrona, Juliana,
Eufemia y Teodosia
Compañeras Mártires
 
Siete santas mujeres llamadas Alejandra, Claudia, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia, a quienes imitaron en la confesión de la fe a Derfuta y una hermana suya, amiga de Paflagonia. No conservamos muchos datos sobre estas santos, lo que podemos decir de ellas es lo siguiente: Las Santas Vírgenes Mártires Alejandra, Claudia, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia fueron arrestadas en la ciudad de Amisa (en la región costera del Mar Negro) durante la persecusión en contra de los Cristianos del emperador Maximiano Galerio (305-311).
 
Bajo interrogación confesaron su fe y por esto fueron sometidas a horribles y crueles torturas. Los malhechores las azotaron y batieron con varas, y cortaron sus bustos. Finalmente, las santas vírgenes fueron quemadas vivas en un horno candente, era el año 310.