26 mayo, 2014

Santa Mariana de Jesús





Oh, Santa Mariana de Jesús, vos, sois
la hija del Dios de la vida y su amada
santa, que, desde pequeña, la piedad,
la pureza y el amor a los pobres os llamó
vívidamente, para abrazaros a la cruz
de Cristo. El Santo Rosario y el vía
crucis amasteis, de especial manera. Y,
así, os lanzasteis a evangelizar a la
descreída gente y, tentar, como anacoreta
vivir. Pero, Dios, que sabe lo que hace,
os quiso en el mundo, y de verdad que os
santificasteis en Él, rezando, orando,
meditando, y penitencia constante haciendo.
Vuestro canto y música diarios, al cielo
llegaba y, de seguro, a Dios alegraba.
Vuestra conciencia, tres veces por día
os examinabais de manera exhaustiva: antes
que rayase el alba, por la tarde y por
la noche. Para recordar que de polvo erais,
os conseguisteis un ataúd y, en él dormíais.
“Quien desea seguirme que se niegue a sí
mismo”. Jesús había dicho. Y, vos, con
aquellas proféticas palabras cumplisteis.
Rezabais doce Salmos y, frecuentemente
ayunabais. A un sacerdote muy sabio pero
vanidoso, le dijisteis luego de su sermón:
“Mire Padre, que Dios lo envió a recoger
almas para el cielo, y no a recoger aplausos
de este suelo”. Así, pensabais vos. Otro
día, un sacerdote en un sermón dijo: “Dios
mío: yo te ofrezco mi vida para que se acaben
los terremotos”. Y, exclamasteis vos: “No,
Señor. La vida de este sacerdote es necesaria
para salvar muchas almas. En cambio yo no
soy necesaria. Te ofrezco mi vida para que
cesen estos terremotos”. Y, así fue. Dios,
os escuchó. Y, voló vuestra alma al cielo,
para coronada ser, con corona de luz, como
justo premio a vuestra entrega de amor y de fe;
Oh, Santa Mariana de Jesús, “azucena de Quito”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de Mayo
Santa Mariana de Jesús,
Azucena de Quito
Año 1645.
 
Santa Mariana: No dejes nunca de orar por América
 
Su nombre completo era Mariana de Jesús Paredes Flórez. Nació en Quito (Ecuador) en 1618. Desde los cuatro años quedó huérfana de padre y madre y al cuidado de su hermana mayor y de su cuñado, quienes la quisieron como a una hija. Desde muy pequeñita demostró una gran inclinación hacia la piedad y un enorme aprecio por la pureza y por la caridad hacia los pobres. Ya a los siete años invitaba a sus sobrinas, que eran casi de su misma edad, a rezar el rosario y a hacer el viacrucis.
 
Se aprendió el catecismo de tal manera bien que a los ocho años fue admitida a hacer la Primera Comunión (lo cual era una excepción en aquella época). El sacerdote que le hizo el examen de religión se quedó admirado de lo bien que esta niña comprendía las verdades del catecismo. Al escuchar un sermón acerca de la cantidad tan grande de gente que todavía no logró recibir el mensaje de la religión de Cristo, dispuso irse con un grupo de compañeritas a evangelizar paganos.
 
Por el camino las devolvieron a sus casas porque no se daban cuenta de lo grave que era la determinación que habían tomado. Otro día se propuso irse con otras niñas a una montaña a vivir como anacoretas dedicadas al ayuno y a la oración. Afortunadamente un toro muy bravo las devolvió corriendo a la ciudad. Entonces su cuñado al darse cuenta de los grandes deseos de santidad y oración que esta niña tenía trató de obtener que la recibieran en una comunidad de religiosas. Pero las dos veces que trató de entrar de religiosa, se presentaron contrariedades imprevistas que no le permitieron estar en el convento. Entonces ella se dio cuenta de que Dios la quería santificar quedándose en el mundo.
 
Se construyó en el solar de la casa de su hermana una habitación separada, y allí se dedicó a rezar, a meditar, y a hacer penitencia. Había aprendido muy bien la música y tocaba hermosamente la guitarra y el piano. Había aprendido a coser, tejer y bordar, y todo esto le servía para no perder tiempo en la ociosidad. Tenía una armoniosa voz y sentía una gran afición por el canto, y cada día se ejercitaba un poco en este arte. Le agradaba mucho entonar cantos religiosos, que le ayudaban a meditar y a levantar su corazón a Dios.
 
Su día lo repartía entre la oración, la meditación, la lectura de libros religiosos, la música, el canto y los trabajos manuales. Su meditación preferida era pensar en la Pasión y Muerte de Jesús. En el templo de los Padres Jesuitas encontró un santo sacerdote que hizo de director espiritual y le enseñó el método de San Ignacio de Loyola, que consiste en examinarse tres veces por día la conciencia: por la mañana para ver qué peligros habrá en el día y evitarlos y qué buenas obras tendremos que hacer. El segundo examen: al mediodía, acerca del defecto dominante, aquella falta que más cometemos, para planear como no dejarse vencer por esa debilidad. Y el tercer examen por la noche, acerca de todo el día, analizando las palabras, los pensamientos, las obras y las omisiones de esas 12 horas.
 
Esos tres exámenes le fueron llevando a una gran exactitud en el cumplimiento de sus deberes de cada día. Para recordar frecuentemente que iba a morir y que tendría que rendir cuentas a Dios, se consiguió un ataúd y en el dormía varias noches cada semana. Y el tiempo restante lo tenía lleno de almohadas que semejaban un cadáver para recordar lo que le esperaba al final de la vida.
 
Se propuso cumplir aquel mandato de Jesús: “Quien desea seguirme que se niegue a sí mismo”. Y desde muy niña empezó a mortificarse en la comida, en el beber y dormir. En el comedor colocaba una canastita debajo de la mesa y se servía en cantidades iguales a todos los demás pero, sin que se dieran cuenta, echaba buena parte de esos alimentos en el canasto, y los regalaba después a los pobres. Uno de los sacrificios que más la hacían sufrir era no tomar ninguna bebida en los días de mucho calor. Pero la animaba a esta mortificación el pensar en la sed que Jesús tuvo que sufrir en la cruz. Se colocaba en la cabeza una corona de espinas mientras rezaba el rosario. Muchísimos rosarios los rezó con los brazos en cruz.
 
Como sacrificio se propuso no salir de su casa sino al templo y cuando alguna persona tuviera alguna urgente necesidad de su ayuda. Así que el resto de su vida estuvo recluida en su casa. Solamente la veían salir cada mañana a la Santa Misa, y volver luego a vivir encerrada dedicada a las lecturas espirituales, a la meditación, a la oración, al trabajo y a ofrecer sacrificios por la conversión de los pecadores.
 
Se propuso llenar todos sus días de frecuentes actos de amor a Dios. Cada día rezaba 12 Salmos de la S. Biblia. Ayunaba frecuentemente. María recibió de Dios el don de consejo y así sucedía que los consejos que ella daba a las personas les hacían inmenso bien. También le dio a conocer Nuestro Señor varios hechos que iban a suceder en lo futuro, y así como ella los anunció, así sucedieron (incluyendo la fecha de su muerte, que según anunció sería un viernes 26). Tenía un don especial para poner paz entre los que se peleaban y para lograr que ciertos pecadores dejaran su vida de pecado.
 
A un sacerdote muy sabio pero muy vanidoso le dijo después de un brillantísimo sermón: “Mire Padre, que Dios lo envió a recoger almas para el cielo, y no a recoger aplausos de este suelo”. Y el padrecito dejó de buscar la estimación al predicar. En una enfermedad le sacaron sangre y la muchacha de servicio echó en una matera la sangre que le habían sacado a Mariana, y en esa matera nació una bellísima azucena. Con esa flor la pintan a ella en sus cuadros. Y azucena de pureza fue esta santa durante toda su vida.
 
Sucedieron en Quito unos terribles terremotos que destruían casas y ocasionaban muchas muertes. Un padre jesuita dijo en un sermón: – “Dios mío: yo te ofrezco mi vida para que se acaben los terremotos”. Pero Mariana exclamó: – “No, señor. La vida de este sacerdote es necesaria para salvar muchas almas. En cambio yo no soy necesaria. Te ofrezco mi vida para que cesen estos terremotos”. La gente se admiró de esto. Y aquella misma mañana al salir del templo ella empezó a sentirse muy enferma. Pero desde esa mañana ya no se repitieron los terremotos.
 
Una terrible epidemia estaba causando la muerte de centenares de personas en Quito. Mariana ofreció su vida y todos sus dolores para que cesara la epidemia. Y desde el día en que hizo ese ofrecimiento ya no murió más gente de ese mal allí. Por eso el Congreso del Ecuador le dio en el año 1946 el título de “Heroína de la Patria”. Acompañada por tres padres jesuitas murió santamente el viernes 26 de mayo de 1645. Desde entonces los quiteños le han tenido una gran admiración. Su entierro fue una inmensa ovación de toda la ciudad. Y los continuos milagros que hizo después de su muerte, obtuvieron que el Papa Pío IX la declarara beata y el Papa XII la declarara santa.
 
 

25 mayo, 2014

Santa Magdalena Sofía Barat



Oh, Santa Magdalena Sofía Barat, vos, sois
la hija del Dios de la vida y su amada santa
y además, Fundadora de la Sociedad del Sagrado
Corazón de Jesús, desde donde trabajasteis
con entrega increíble por la formación cristiana
de las jóvenes de vuestro tiempo. Desde niña,
os esmerasteis por aprender el latín, el griego,
la historia, la física y las matemáticas, y,
claro, también os formasteis en el dominio
de vuestras emociones y vuestra voluntad. El
Padre Varín, os abrió el camino que Dios planeó
para vos: Ayudar a restablecer las escuelas
católicas y a fundar una congregación de educadoras,
inspirada en la devoción al Sagrado Corazón
de Jesús. Y, simplemente dijisteis en silencio
“Lo acepté todo, sin comprender ni prever nada”.
Y, la providencia divina, nunca os abandonó,
fundando casas en Francia, Roma, Inglaterra,
Austria y Suiza. Vuestro corazón ardía siempre
de amor lleno por la juventud y, fundabais
donce podíais una escuela para niñas pobres y
un internado. “El trabajo excesivo es un peligro
para las almas imperfectas; pero las perfectas
obtienen, por ese medio, una rica cosecha”.
Escribisteis a manera de consejo. Y, así luego
de gastar vuestra santa vida, voló al cielo
vuestra alma, el día de la fiesta de la Asunción
de Nuestra Señora, como justo premio a vuestros
desvelos y entrega increíble de amor y fe;
Oh, Santa Magdalena Sofía Barat, “amor y luz”.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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25 de Mayo
Santa Magdalena Sofía Barat
Fundadora de la Sociedad
del Sagrado Corazón de Jesús
 
Martirologio Romano: En París, en Francia, santa Magdalena Sofía Barat, virgen, que fundó la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús y trabajó con gran entrega por la formación cristiana de las jóvenes. († 1865)
 
Fecha de canonización: 24 mayo de 1925 por el Papa Pío XI. Santa Magdalena nació el 12 de diciembre de 1779, en Joigny de Borgoña y fue fundadora de la Congregación del Sagrado Corazón. Desde niña tuvo pasión por aprender, por ello, se entregó al estudio del latín, el griego, la historia, la física y las matemáticas. También se formó intensamente en el dominio de sus emociones y la voluntad.
 
La Santa fue llamada por el Padre Varín, de la Compañía de Jesús, para que le ayude con su plan de reestablecer la educación en las escuelas católicas, las cuales habían sido suprimidas a causa de la Revolución Francesa. El Padre Varín, le expuso también a la Santa, el proyecto de fundar una congregación de educadoras, inspirada por la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Santa Magdalena aceptó humildemente ayudar en tal misión, llena de desconfianza en sus fuerzas; “Lo acepté todo, sin comprender ni prever nada”, dijo.
 
El 21 de noviembre de 1800, la Santa partió a Amiens para enseñar en una escuela que fue el primer convento de la congregación. A los 23 años, siendo la más joven de su comunidad, fue nombrada para gobernar la congregación. Fundó 105 casas; muchas de ellas en Francia, Roma, Inglaterra, Austria y Suiza.
 
Llena de amor por la juventud, la Santa trataba de fundar en cada sitio posible, una escuela para niñas pobres y un pensionado de paga.Como no podía visitar tantas fundaciones, se mantenía en contacto a través de la innumerable cantidad de cartas que escribía. Se encargaba también de la administración de la casa madre y de atender las visitas que llegaban para pedirle consejo. En una de sus cartas escribió: ” El trabajo excesivo es un peligro para las almas imperfectas; pero las perfectas obtienen, por ese medio, una rica cosecha”.
 
En diciembre de 1826, el Papa León XII aprobó oficialmente la Sociedad del Sagrado Corazón. En 1864, a los 85 años de edad, la Santa pide al congreso general que se le permitiera renunciar a su cargo, pero la asamblea no permitió más que se nombrase una vicaria que le ayudase en el trabajo. El 21 de mayo de 1865, la Santa sufre de un ataque que la deja paralítica y cuatro días más tarde, en la fiesta de Asunción, muere.
 
Fue canonizada el 24 de mayo de 1925 por el Papa Pío XI.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

24 mayo, 2014

Santa María Auxiliadora



¡Oh!, Santa María Auxiliadora, a Vos, que sois la Santa
Madre del redentor, los cristianos de la Iglesia
de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso,
Alejandría y Atenas acostumbran llamaros con el nombre

de “Auxiliadora”, “Boetéia”, que significa “La que trae
auxilios venidos del cielo”. San Juan Crisóstomo, os
llama “Auxilio potentísimo” de los cristianos. Y los dos
títulos más antiguos que se leen en monumentos de Oriente
son: “Madre de Dios” y “Auxiliadora”, es decir “Teotocos” y
“Boetéia”. Procolo, el orador decía: “La Madre de Dios
es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto”.
San Sabas de Cesarea, os llama: “Auxiliadora de los que sufren”
y cuenta de cómo a un enfermo, al cual se le llevó junto
a una imagen de Vos, la salud recuperó, y que, aquella
imagen de la “Auxiliadora de los enfermos” popular se volvió
entre la gente de su siglo. Melone, el poeta, os llama:
“Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos
espíritus y ayuda de los que somos débiles” y que Ella,
también sea “Auxiliadora de los que gobiernan”, pues Cristo
dijo: “Dad al gobernante lo que es del gobernante”
confirmando lo que dijo Jeremías: “Orad por la nación
donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien”.
San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo de vos: “María
es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría
de los que ya están en el cielo”. San Juan Damasceno,
predicador, propagó esta jaculatoria: “María Auxiliadora
rogad por nosotros”, y explica: “La “Virgen es auxiliadora
para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar
los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte”.
San Germán, en un bello sermón dijo de vos: “Oh María
Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente
Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora
de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora
de los gobernantes para que nos consigan el bienestar,
Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda”.
Y, yo, humildemente acoto, que como Vos, nadie hay ni habrá;
¡Oh! Santa María Auxiliadora, Santa Madre del Redentor.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de Mayo
Santa María Auxiliadora


Historia de la devoción a María Auxiliadora en la Iglesia Antigua

Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra “Boetéia”, que significa “La que trae auxilios venidos del cielo”.

Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama “Auxilio potentísimo” de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia). En el año 476 el gran orador Proclo decía: “La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto”. San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen “Auxiliadora de los que sufren” y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la “Auxiliadora de los enfermos” se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo.

El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María “Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles” e insiste en que recemos para que Ella sea también “Auxiliadora de los que gobiernan” y así cumplamos lo que dijo Cristo: “Dad al gobernante lo que es del gobernante” y lo que dijo Jeremías: “Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien”.

En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: “María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo”. San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: “María Auxiliadora rogad por nosotros”. Y repite: “La “Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte”.

San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: “Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda”.

La batalla de Lepanto
 
En el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las otras. Y ellos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir a la misma Roma. Fue entonces cuando el Sumo Pontífice Pío V, gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un buen ejército y se fueron en busca del enemigo. El 7 de octubre de 1572, se encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los mahometanos tenían 282 barcos y 88,000 soldados. Los cristianos eran inferiores en número. Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron como un huracán en busca del ejército contrario. Al principio la batalla era desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban, y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela o sea movidos por el viento. Pero luego – de manera admirable – el viento cambió de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga tremenda y en poco rato derrotaron por completo a sus adversarios.
 
Es de notar, que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario. En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS.
 
El Papa y Napoleón
 
El siglo pasado sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: “Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica”. Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: “Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados”, vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.
 
San Juan Bosco y María Auxiliadora
 
El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. Su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera “ciencia y paciencia”, porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora.
 
Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El santo solía repetir: “Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen”. Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares.
 
San Juan Bosco decía: “Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros” y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”. El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Auxiliadora_5_24.htm)

23 mayo, 2014

San Desiderio de Langres



¡Oh!, San Desiderio de Langres, vos, sois
el hijo del Dios de la vida y su amado santo,
y que viendo que vuestra grey, oprimida
era por los vándalos e impíos de vuestro
tiempo, os dirigisteis a vuestro rey para, 
abogar por ella, obteniendo como respuesta
la muerte, la misma que os catapultó así,
hacia la eternidad y la gloria. San Atanasio,
os menciona como participante y subscritor
de Sárdica Concilio. Y dicen las leyendas
que cuando os decapitaron, vuestra cabeza
cargasteis y así, a entrar volvisteis en la

ciudad por una abertura en la roca misma
que de manera milagrosa se abrió para
dejaros pasar. Ésta, hasta hoy existe, como
mudo testigo de tan singular prodigio. Santo
patrono de la ciudad de Langres, intercesor
en los partos difíciles y testigo de la verdad
de un juramento. Amor, fe y esperanza;
¡Oh!, San Desiderio de Langres, "luz viva".

© 2014 Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Mayo
San Desiderio de Langres
Obispo y Mártir
 
Martirologio Romano: En Langres, en la Galia Lugdunense, hoy Francia, martirio de san Desiderio, obispo, de quien se narra que viendo a su grey oprimida por los vándalos, se dirigió a su rey para suplicar por ella, pero por orden del monarca fue condenado a muerte, ofreciéndose así, libremente, por las ovejas que le habían sido confiadas. († c.355)
 
Su existencia en el siglo IV está garantizada por San Atanasio, que lo menciona como participante y subscritor del Concilio de Sárdica del año 343; su nombre aparece también en las actas del pseudo-concilio de Colonia del 346. San Desiderio ocupa el tercer lugar en la lista de obispos de Langres (Francia), aunque parece que era procedente de las inmediaciones de Génova, y designado a la sede de Langres de alguna manera milagrosa.
 
Un clérigo de dicha ciudad, de nombre Varnacario escribió, al inicio del siglo VII, un relato del martirio de San Desiderio, lo hizo basándose en tradiciones locales. Según Varnacario, el obispo Desiderio habría sido decapitado durante una invasión de los vándalos guiados por Croco; es posible que haya aquí una cierta confusión en las tradiciones locales, porque Langres tuvo diversas invasiones bárbaras, y la de los Alemanes comandados por el auténtico Croco (298-307) no coinciden con las fechas de permanencia de Desiderio como obispo de Langres; probablemente la mencionada invasión sea la de los Germanos entre los años 355 – 57, misma que fue repelida por el emperador Juliano el Apóstata.
 
Una leyenda dice que el santo obispo, después de su decapitación, como tantos otros “cefalóforos” (que cargan sus cabezas), recogió su cabeza y volvió a entrar en la ciudad a través de una apertura de la roca que se abrió para dejarlo pasar; esa abertura sigue siendo exhibida hoy.
 
El culto de san Desiderio de Langres es indisputablemente anterior al siglo VII, y el Martirologio Jeronimiano lo menciona el 11 de febrero; pero en el siglo XI, por error de un copista, error que luego fue copiado por otros, fue confundido con San Desiderio de Vienne. En la actualidad al Santo Obispo de Vienne se lo recuerda el 26 de mayo, y al de Lagres el 23 del mismo mes.
 
La ciudad de Langres lo recuerda el 19 de enero, aniversario de la traslación de las reliquias, acaecida en el año 1315. Su culto se difundió no sólo en Francia, sino también en Italia, Suiza y Alemania; es el patrono de la ciudad de Langres, y muchas iglesias de las diócesis están dedicadas a él; su tumba estaba al cuidado de un priorato benedictino en el centro de la ciudad. En 1354 se fundó en su honor una célebre confraternidad de la que formaron parte reyes y príncipes.
 
A San Desiderio se lo tiene como intercesor en los partos difíciles y como testigo de la verdad de un juramento.
 
(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

22 mayo, 2014

Santa Rita de Casia

 
 
Oh, Santa Rita de Casia, vos, sois la hija
del Dios de la vida, su amada santa y abogada
de los imposibles, que con corazón de humildad
y presto, para beber la tragedia y el dolor;
la miseria moral, material y social, os revelasteis
para alegría de Nuestro Señor Jesucristo. Erais
obediente y dulce mujer, que, en silencio sufristeis
los excesos de vuestro esposo Pablo, a quien
su alma y corazón cambiasteis, con paciencia y
dulzor. Y, más, cuando, a Dios pedisteis, que
se llevara a vuestros hijos, antes de empañar,
vuestra familia. Y, Dios, os escuchó, vuestros
incomprensibles ruegos, para el hombre común,
pero, muy certeros para vos. Y, de pronto, os
quedasteis, sin esposo y sin hijos y sólo os
quedó, el convento de las agustinas de Casia,
del que, increíblemente, rechazada fuisteis.
Pero, el cielo, no lo hizo, y, a vuestros tres
santos protectores os encomendasteis y le pedisteis,
aquél milagro. Y, San Juan Bautista, San Agustín
y San Nicolás de Tolentino, una noche, ellos
mismos os visitaron, y agustina os hicieron. Y,
así, os dedicasteis a la penitencia, a la oración
y al amor por Cristo crucificado, quien os clavó
en la frente una espina. Vos, que para sí no habíais
pedido sino, cargar con los dolores del prójimo,
vuestra alma, entregasteis al Padre, quien os
premió con justicia divina, coronándoos de luz;
Oh, Santa Rita de Casia, “amor, fe y esperanza”.
 
© 2014 Luis Ernesto Chacón Delgado
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22 de Mayo
Santa Rita de Casia
Religiosa Viuda y
Abogada de Imposibles
 
Vista de cerca, sin el halo de la leyenda, se nos revela el rostro humanísimo de una mujer que no pasó indiferente ante la tragedia del dolor y de la miseria material, moral y social. Su vida terrena podría ser de ayer como de hoy.
 
Rita nació en 1381 en Roccaporena, un pueblito perdido en las montañas apeninas. Sus ancianos padres la educaron en el temor de Dios, y ella respetó a tal punto la autoridad paterna que abandonó el propósito de entrar al convento y aceptó unirse en matrimonio con Pablo de Ferdinando, un joven violento y revoltoso. Las biografías de la santa nos pintan un cuadro familiar muy común: una mujer dulce, obediente, atenta a no chocar con la susceptibilidad del marido, cuyas maldades ella conoce, y sufre y reza en silencio.
 
Su bondad logró finalmente cambiar el corazón de Pablo, que cambió de vida y de costumbres, pero sin lograr hacer olvidar los antiguos rencores de los enemigos que se había buscado. Una noche fue encontrado muerto a la vera del camino. Los dos hijos, ya grandecitos, juraron vengar a su padre. Cuando Rita se dio cuenta de la inutilidad de sus esfuerzos para convencerlos de que desistieran de sus propósitos, tuvo la valentía de pedirle a Dios que se los llevara antes que mancharan sus vidas con un homicidio. Su oración, humanamente incomprensible, fue escuchada. Ya sin esposo y sin hijos, Rita fue a pedir su entrada en el convento de las agustinas de Casia. Pero su petición fue rechazada.
 
Regresó a su hogar desierto y rezó intensamente a sus tres santos protectores, san Juan Bautista, san Agustín y san Nicolás de Tolentino, y una noche sucedió el prodigio. Se le aparecieron los tres santos, le dijeron que los siguiera, llegaron al convento, abrieron las puertas y la llevaron a la mitad del coro, en donde las religiosas estaban rezando las oraciones de la mañana. Así Rita pudo vestir el hábito de las agustinas, realizando el antiguo deseo de entrega total a Dios. Se dedicó a la penitencia, a la oración y al amor de Cristo crucificado, que la asoció aun visiblemente a su pasión, clavándole en la frente una espina.
 
Este estigma milagroso, recibido durante un éxtasis, marcó el rostro con una dolorosísima llaga purulenta hasta su muerte, esto es, durante catorce años. La fama de su santidad pasó los limites de Casia. Las oraciones de Rita obtuvieron prodigiosas curaciones y conversiones. Para ella no pidió sino cargar sobre sí los dolores del prójimo. Murió en el monasterio de Casia en 1457 y fue canonizada en el año 1900.
 
Oración
 
Oh Dios omnipotente, que te dignaste conceder a Santa Rita tanta gracia, que amase a sus enemigos y llevase impresa en su corazón y en su frente la señal de tu pasión, y fuese ejemplo digno de ser imitado en los diferentes estados de la vida cristiana. Concédenos, por su intercesión, cumplir fielmente las obligaciones de nuestro propio estado para que un día podamos vivir felices con ella en tu reino. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
 

21 mayo, 2014

San Cristóbal Magallanes, y compañeros Mártires

 
 
¡Oh!, San Cristóbal Magallanes, y compañeros
mártires, vosotros, sois los hijos de Dios
de la vida y sus amados santos, y, que,
los abusos de poder de entonces padecisteis
y jamás os arrpentisteis de ser de Cristo.
Unas veces, la expulsión sufriendo de
vuestros hermanos sacerdotes, la clausura
de escuelas privadas y, de las obras de
beneficencia. Vos, con la cruz, en una mano
y el Santo Libro en la otra, desde el púlpito
con la palabra y la obra, y, más tarde, con
el martirio, defendisteis la fe católica,
con coraje, valor y estoicismo. Y, aquella
entrega de amor recompensa tuvo y, por vuestro
actuar y, elevados al cielo fueron con vos,
veinticuatro hermanos vuestros, que hoy, con
justicia, disfrutan de las alegrías del cielo:
Román Adame Rosales, Sacerdote; Rodrigo Aguilar
Alemán, Sacerdote; Julio Álvarez Mendoza,
Sacerdote; Luis Batis Sainz, Sacerdote;
Agustín Caloca Cortés, Sacerdote; Mateo
Correa Magallanes, Sacerdote; Atilano Cruz
Alvarado, Sacerdote; Miguel de la Mora de
la Mora, Sacerdote; Pedro Esqueda Ramírez,
Sacerdote; Margarito Flores García, Sacerdote
José Isabel Flores Varela, Sacerdote; David
Galván Bermúdez, Sacerdote; Salvador Lara
Puente, Laico; Pedro de Jesús Maldonado
Lucero, Sacerdote Jesús Méndez Montoya,
Sacerdote; Manuel Morales, Laico; Justino
Orona Madrigal, Sacerdote; Sabas Reyes Salazar,
Sacerdote; José María Robles Hurtado, Sacerdote;
David Roldan Lara, Laico; Toribio Romo González,
Sacerdote; Jenaro Sánchez Delgadillo, Sacerdote;
David Uribe Velasco, Sacerdote y Tranquilino
Ubiarco Robles, Sacerdote. Así, como Jesús,
hace más de dos mil años, su vida entregara
por salvarnos del pecado, vosotros lo habéis
imitado hasta el martirio mismo de la muerte,
y la Trinidad Santa, un solo Dios, con creces, os
premió para brillar coronados de luz y eternidad;
oh, San Cristóbal y compañeros, “mártires y luces”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de Mayo
San Cristóbal Magallanes y compañeros
25 Mártires Mexicanos
 
En 1917 fue promulgada en México una nueva Constitución, firmada por el presidente Don Venustiano Carranza. estaba inspirada en principios anticlericales y provocó una era de violenta persecución religiosa.
 
En 1926, bajo la presidencia de Don Plutarco Elías Calles, la persecución se hace más violenta, con la expulsión de algunos sacerdotes, la clausura de escuelas privadas y de obras de beneficencia.
Fueron muchos los fieles que sufrieron el martirio por defender su fe, de entre ellos presentamos ahora a veinticinco que fueron proclamados santos de la Iglesia por Juan Pablo II.
 
Los 25 santos canonizados el 21 de Mayo del 2000 fueron:
 
Cristóbal Magallanes Jara, Sacerdote
Román Adame Rosales, Sacerdote
Rodrigo Aguilar Aleman, Sacerdote
Julio Alvarez Mendoza, Sacerdote
Luis Batis Sainz, Sacerdote
Agustín Caloca Cortés, Sacerdote
Mateo Correa Magallanes, Sacerdote
Atilano Cruz Alvarado, Sacerdote
Miguel De La Mora De La Mora, Sacerdote
Pedro Esqueda Ramírez, Sacerdote
Margarito Flores García, Sacerdote
José Isabel Flores Varela, Sacerdote
David Galván Bermúdez, Sacerdote
Salvador Lara Puente, Laico
Pedro de Jesús Maldonado Lucero, Sacerdote
Jesús Méndez Montoya, Sacerdote
Manuel Morales, Laico
Justino Orona Madrigal, Sacerdote
Sabas Reyes Salazar, Sacerdote
José María Robles Hurtado, Sacerdote
David Roldan Lara, Laico
Toribio Romo González, Sacerdote
Jenaro Sánchez Delgadillo Laico
David Uribe Velasco, Sacerdote
Tranquilino Ubiarco Robles, Sacerdote

(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=7102)

20 mayo, 2014

San Bernardino de Siena

 
 
Oh, San Bernardino de Siena, vos, sois,
el hijo del Dios de la vida, y su amado
santo, que, desde los “Devotos de Nuestra
Señora”, os dedicasteis a obrar en caridad
pura y preparabais sin distingo a las gentes
para el buen morir. “Voy a visitar a una
personita de la cual estoy enamorado”.
Decíais vos, y vuestro secreto amor a
Nuestra Señora era, a quien le rezabais
con gran amor y fe. Pedisteis a Nuestro
Señor y a su Santa Madre, el poder dedicaros
con pasión a evangelizar y, así fue y Ella,
nunca os abandonó y siempre estaba con vos.
Y, en vuestra voz, que de débil, en potente
y agradable se tornó, predicabais en los
campos, pueblos y ciudades. “Temblad tierra
entera, al ver que la criatura se ha atrevido
a ofender a su Creador”. Decíais vos y todas
las gentes, arrepentidas lloraban. Vuestros
estandartes mucho dicen de vos, y, las tres
letras JHS: Jesús, Hombre, Salvador, señeras
ondean en el tiempo, en palacios, casas y
campos. Predicación, ayunos, penitencia y
milagros constantes, vuestra vida fue. Y,
hoy, predicando desde el cielo seguís,
coronado todo, con corona de luz, como justo
premio a vuestra entrega de amor y fe;
oh, San Bernardino de Siena, amor, fe y luz.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Mayo
San Bernardino de Siena,
Predicador
(Año 1444)
 
Suplícale al buen Dios y pídele a la Virgen Santísima, que nos envíe muchos y muy buenos predicadores, como tú.

¡Ay! de mí si no propago el evangelio. (San Pablo).
 
San Bernardino fue el más famoso predicador del 1400 y sus sermones sirvieron de modelos de predicación para muchos oradores en los siglos siguientes.
 
Nació cerca de Siena en Italia en el año 1380. Su padre era gobernador. El niño quedó huérfano de padre y madre a los siete años. Dos tías se encargaron de su educación y lograron formarlo lo mejor posible en ciencias religiosas y darle una educación muy completa. Sus estudios de bachillerato los hizo con tal dedicación que obtuvo las mejores notas.
 
Era muy simpático en el trato y las gentes gozaban en su compañía. Pero cuando oía a alguien que empleaba un vocabulario grosero y atrevido le corregía con toda valentía, para que abandonara esa mala costumbre.
 
Era muy bien parecido y un día un compañero lo incitó a cometer una acción impura. Bernardino le respondió dándole una sonora bofetada. Otro día un estudiante invitó a los compañeros del curso a cometer impurezas y Bernardino los animó a todos contra el impuro y le lanzaron barro y basura por la cara hasta hacerlo salir huyendo. Pero en el resto de su vida Bernardino fue siempre un modelo de amabilidad y bondad.
 
De joven se afilió a una asociación piadosa llamada “Devotos de Nuestra Señora” que se dedicaba a hacer obras de caridad con los más necesitados. Y sucedió que en el año 1400 estalló en Siena la epidemia de tifo negro. Cada día morían centenares de personas y ya nadie se atrevía a atender los enfermos ni a sepultar a los muertos, por temor a contagiarse. Entonces Bernardino y sus compañeros de la asociación se dedicaron a atender a los apestados. Trabajaban de día y de noche. Bernardino preparaba muy bien a los que ya se iban a morir, para que murieran en paz con Dios y bien arrepentidos de sus pecados. Y como por milagro, este grupo de jóvenes se libró del contagio de la peste del tifo. Pero cuando pasó la enfermedad, Bernardino estaba tan débil y sin alientos, que estuvo por varios meses postrado en cama, con alta fiebre. Esto le disminuyó mucho las fuerzas de su cuerpo, pero le sirvió enormemente para aumentar la santidad de su alma.
 
Cuando ya recobró otra vez su salud, de vez en cuando se alejaba de casa y a quienes le preguntaba a dónde se dirigía les respondía: “Voy a visitar a una personita de la cual estoy enamorado”. La gente creía que era que se iba a casar, pero un día sus tías le siguieron los pasos y se dieron cuenta de que se iba a una ermita donde había una estatua de la Virgen Santísima y allí le rezaba con gran fervor.
 
En el año 1402 entró de religioso franciscano. Lo recibieron en un convento cercano a su familia, pero como allí iban muchos amigos a visitarlo pidió que lo enviaran a otro más alejado y donde la disciplina era muy rígida, y así en el silencio, la oración y la mortificación se fue santificando.
 
Nuestro santo nació el día de la fiesta del nacimiento de la Santísima Virgen, el 8 de septiembre. Y en esa misma fecha recibió el bautismo. Y también un 8 de septiembre recibió el hábito de franciscano y en ese gran día de la Natividad de Nuestra Señora recibió la ordenación sacerdotal (en 1404). Fue pues siempre para él muy grata y muy significativa esta santa fecha.
 
Los primeros 12 años de sacerdocio los pasó Bernardino casi sin ser conocido de nadie. Vivía retirado, dedicado al estudio y la oración. Dios lo estaba preparando para su futura misión.
 
Ni la voz ni las cualidades oratorias le ayudaban a Bernardino para tener éxito en la predicación. Entonces se dedicó a pedir a Nuestro Señor y a la Sma. Virgen que lo capacitaran para dedicarse a evangelizar con éxito y de pronto Dios le envió a predicar. Y esto sucedió de un modo bien singular. Durante tres días seguidos, estando rezando todos los religiosos por la mañana, de pronto un joven novicio, sin poder contenerse, interrumpió la oración y le dijo: “Hermano Bernardino: no ocultes más las cualidades que Dios te ha dado. Vete a Milán a predicar”. Iguales palabras le fueron dichas cada uno de los tres días. Todos consideraron que esto era una manifestación de la voluntad de Dios y le aconsejaron que se fuera a la gran ciudad a predicar la Cuaresma. Y los éxitos fueron impresionantes. Las multitudes empezaron a asistir en inmensas cantidades a sus sermones. Al principio le costaba mucho hacerse oír a lo lejos pero le pidió con toda fe a la Virgen Santísima y Ella le concedió una voz potente y muy sonora (en vez de la voz débil y desagradable que antes tenía).
 
Y desde 1418 hasta su muerte, por 26 años Bernardino recorre pueblos, ciudades y campos predicando de una manera que antes la gente no había escuchado. Se levantaba a las 4 de la mañana y durante horas y horas preparaba sus sermones. Y el efecto de cada predicación era un entusiasmarse todos por Jesucristo y una gran conversión de pecadores. Muchísimos terminaban llorando de arrepentimiento al escuchar sus palabras. Cuando su voz potentísima gritaba en medio de la silenciosa multitud: “Temblad tierra entera, al ver que la criatura se ha atrevido a ofender a su Creador”, a las gentes les parecía que el piso se movía debajo de sus pies y empezaban a llorar con gran arrepentimiento. Casi siempre tenía que predicar en las plazas y campos porque en los templos no cabía la gente que deseaba escucharle.
 
Recorrió todo su país (Italia) a pie, predicando. Cada día predicaba bastantes horas y varios sermones. A todos y siempre les recomendaba que se arrepintieran de sus pecados y que hicieran penitencia por su vida mala pasada. Atacaba sin compasión los vicios y las malas costumbres e invitaba con gran vehemencia a tener un intenso amor a Jesucristo y la Virgen María.
 
Por todas partes llevaba y repartía un estandarte con estas tres letras: JHS (Jesús, Hombre, Salvador) e invitaba a sus oyentes a sentir un gran cariño por el nombre de Jesús. Donde quiera que San Bernardino predicaba, quedaban muchos estandartes en palacios y casas con sus tres letras: JHS.
 
En Polonia predicó contra los juegos de azar y las gentes quemaron todos los juegos de azar que tenían. Un fabricante de naipes se quejó con el santo diciéndole que lo había dejado en la ruina, y él aconsejó: “Ahora dedíquese a imprimir estampas de Jesús”. Así lo hizo y consiguió más dinero que el que había logrado conseguir imprimiendo cartas de naipe.
 
Los envidiosos lo acusaron ante el Papa diciendo que Bernardino recomendaba supersticiones. El Papa le prohibió predicar, pero luego lo invitó a Roma y lo examinó delante de los cardenales y quedó tan conmovido el Sumo Pontífice al oírle sus predicaciones, que le dio orden para que pudiera predicar por todas partes.
 
Durante 80 días predicó en Roma e hizo allí 114 sermones con enorme éxito. El Papa quiso nombrarlo arzobispo, pero el santo no se atrevió a aceptar. Entonces lo nombraron superior de los franciscanos, porque era el que más vocaciones había conseguido para esa comunidad.
 
Cuando Bernardino entró en la comunidad de franciscanos observantes, solamente había en Italia 300 de estos religiosos. Cuando él murió ya había más de 4,000.
 
Los grandes sacrificios que tenía que hacer para predicar tantas veces y en tan distintos sitios, y los muchos ayunos y penitencias que hacía, lo fueron debilitando notoriamente. En su rostro se notaba que era un verdadero penitente, pero esta misma apariencia de austero y mortificado, le atraía más la admiración de las gentes. El único lujo que aceptó en sus últimos años, fue el de un borriquillo, para no tener que hacer a pie todos sus largos viajes.
 
Era tal su deseo de progresar en el arte de la elocuencia y del buen predicar, que donde quiera que sabía que había un buen predicador, se iba a escucharlo y aún ya lleno de años, se sentaba como simple discípulo para escuchar las clases de los maestros afamados que enseñaban cómo hablar bien en público.
 
Y acompañaba sus predicaciones con admirables milagros y prodigios. En su ciudad natal, Siena, había muchas divisiones y peleas. Se fue allá y predicó 45 sermones que devolvieron la paz a toda esa región. Uno de los oyentes logró copiar esos sermones y se conservan como una verdadera joya de la elocuencia sagrada, donde se combinan la teología con los consejos prácticos y la agradabilidad con la profundidad. Verdaderamente Bernardino era un gran maestro de oratoria.
 
En 1444, mientras viajaba por los pueblos predicando, con muy poca salud pero con un inmenso entusiasmo, se sintió muy débil y al llegar al convento de los franciscanos en Aquila, murió santamente el 20 de mayo.En su sepulcro se obraron numerosos milagros y el Papa Nicolás V ante la petición de todo el pueblo, lo declaró santo en 1450 a los 6 años de haber muerto.