07 diciembre, 2015

San Ambrosio

¡Oh!, San Ambrosio, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado santo y que, honor hicisteis al significado
de vuestro nombre: inmortal. Huérfano de padre, quedó
vuestra madre para daros una exquisita educación moral,
intelectual, artística y religiosa. Excelso poeta, hablabais
muy bien, y os dedicasteis a la abogacía. Y, con ella, a
los inocentes ante los romanos defendisteis con valor
tanto que, su alcalde, os nombró su secretario y ayudante.
A los treinta años,  nombrado gobernador de todo
el norte de Italia. Un padre para todos y no negabais
favores a nadie en Milán. Y, una voz, de pronto se oyó
que gritó: “¡Ambrosio obispo!¡Ambrosio obispo!”. Y,
fuisteis Obispo y de inmediato os disteis a estudiar
la Santa Biblia, hasta comprenderla de maravillosa forma.
no dejasteis de lado a los sabios de vuestro tiempo, y
leísteis a San Basilio y San Gregorio Nacianceno. Y,
una vez, ordenado sacerdote y consagrado obispo, os
disteis a instruir a vuestro pueblo. Y, vuestros sermones
a San Agustín impresionaron, aún falto de conversión y,
vos, lo bautizáis. Os oponíais, a los gobernantes injustos,
corregíais a los emperadores y a las altas autoridades,
el tiempo todo. Un día, valentino emperador, os decía
en una carta: “Nos agrada la valentía con que sabe
decirnos las cosas. No deje de corregirnos, sus palabras
nos hacen mucho bien”. Y, cuando la emperatriz quitarles
quiso, un templo a los católicos, para dárselo a los herejes,
vos, os encerrasteis, con todo el pueblo en la iglesia, y
no dejasteis entrar allí, a los invasores, hasta lograr
vuestro cometido. Cierta vez, Teodosio, emperador creyente
católico, gran guerrero, por un empleado suyo muerto,
mató siete mil personas en venganza. Y, vos, le dijisteis:
“Eres humano y te has dejado vencer por la tentación.
Ahora tienes que hacer penitencia por este gran pecado”.
El emperador os escribió diciéndoos: “Dios perdonó a
David; luego a mí también me perdonará”. Y, contestasteis
así: “Ya que has imitado a David en cometer un gran pecado,
imítalo ahora haciendo una gran penitencia, como la que
hizo él”. Aceptó Teodosio, pidió perdón e hizo grandes
penitencias. En la Navidad de aquél año, lo recibisteis
como arrepentido pecador y más tarde, aquél hombre,
murió en vuestros santos brazos, y en la oración fúnebre
dijisteis: “Siendo la primera autoridad civil y militar,
aceptó hacer penitencia como cualquier otro pecador,
y lloró su falta toda la vida. No se avergonzó de pedir
perdón a Dios y a la Santa Iglesia, y seguramente
que ha conseguido el perdón”. Compusisteis cantos
hermosos y los enseñabais al pueblo y escribisteis bellos
libros, explicando la Santa Biblia, aconsejando métodos,
para adelantar en la santidad. Con vuestro tratado, sobre
la virginidad y la pureza, hicisteis ver los beneficios
de ambas, para el logro de la santidad. Cuando vuestro
fin llegó, expirasteis exclamando: “He tratado de vivir
de tal manera que no tenga que sentir miedo al presentarme
ante el Divino Juez”. Y, Dios, recibió vuestra alma,
para coronado ser, con corona de luz y de gloria, como
justo premio a vuestra entrega de amor, fe y esperanza;
¡oh!, San Ambrosio, “palabra viva e inmortal de Cristo".


© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Diciembre
San Ambrosio
Arzobispo de Milán y 
Doctor de la Iglesia
Año 397

San Ambrosio: que así como tu palacio de Arzobispo estaba siempre abierto para que entraran todos los necesitados de ayudas materiales o espirituales, que así también cada uno de nosotros estemos siempre disponibles para hacer todo el mayor bien posible a los demás.

Ambrosio significa “Inmortal”. Este santo es uno de los más famosos doctores que la Iglesia de occidente tuvo en la antigüedad (junto con San Agustín, San Jerónimo y San León).

Nació en Tréveris (sur de Alemania) en el año 340. Su padre que era romano y gobernador del sur de Francia, murió cuando Ambrosio era todavía muy niño, y la madre volvió a Roma y se dedicó a darle al hijo la más exquisita educación moral, intelectual, artística y religiosa. El joven aprendió griego, llegó a ser un buen poeta, se especializó en hablar muy bien en público y se dedicó a la abogacía.

Las defensas que hacía de los inocentes ante las autoridades romanas eran tan brillantes, que el alcalde de Roma lo nombró su secretario y ayudante principal. Y cuando apenas tenía 30 años fue nombrado gobernador de todo el norte de Italia, con residencia en Milán. Cuando su formador en Roma lo despidió para que fuera a posesionarse de su alto cargo dijo: “Trate de gobernar más como un obispo que como un gobernador”. Y así lo hizo.

En la gran ciudad de Milán, Ambrosio se ganó muy pronto la simpatía del pueblo. Más que un gobernante era un padre para todos, y no negaba un favor cuando en sus manos estaba el poder hacerlo. Y sucedió que murió el Arzobispo de Milán, y cuando se trató de nombrarle sucesor, el pueblo se dividió en dos bandos, unos por un candidato y otros por el otro. Ambrosio temeroso de que pudiera resultar un tumulto y producirse violencia se fue a la catedral donde estaban reunidos y empezó a recomendarles que procedieran con calma y en paz. Y de pronto una voz entre el pueblo gritó: “Ambrosio obispo, Ambrosio obispo”. Inmediatamente todo aquel gentío empezó a gritar lo mismo: “Ambrosio obispo”. Los demás obispos que estaban allí reunidos y también los sacerdotes lo aclamaron como nuevo obispo de la ciudad. Él se negaba a aceptar (pues no era ni siquiera sacerdote), pero se hicieron memoriales y el emperador mandó un decreto diciendo que Ambrosio debía aceptar ese cargo.

Desde entonces no piensa sino en instruirse lo más posible para llegar a ser un excelente obispo. Se dedica por horas y días a estudiar la S. Biblia, hasta llegar a comprenderla maravillosamente. Lee los escritos de los más sabios escritores religiosos, especialmente San Basilio y San Gregorio Nacianceno, y una vez ordenado sacerdote y consagrado obispo, empieza su gran tarea: instruir al pueblo en su religión.

Sus sermones comienzan a volverse muy populares. Entre sus oyentes hay uno que no le pierde palabra: es San Agustín (que todavía no se ha convertido). Éste se queda profundamente impresionado por la personalidad venerable y tan amable que tiene el obispo Ambrosio. Y al fin se hace bautizar por él y empieza una vida santa.

Nuestro santo era prácticamente el único que se atrevía a oponerse a los altos gobernantes cuando estos cometían injusticias. Escribía al emperador y a las altas autoridades corrigiéndoles sus errores. El emperador Valentino le decía en una carta: “Nos agrada la valentía con que sabe decirnos las cosas. No deje de corregirnos, sus palabras nos hacen mucho bien”. Cuando la emperatriz quiso quitarles un templo a los católicos para dárselo a los herejes, Ambrosio se encerró con todo el pueblo en la iglesia, y no dejó entrar allí a los invasores oficiales.

El emperador de ese tiempo era Teodosio, un creyente católico, gran guerrero, pero que se dejaba llevar por sus arrebatos de cólera. Un día los habitantes de la ciudad de Tesalónica mataron a un empleado del emperador, y éste envió a su ejército y mató a siete mil personas. Esta noticia conmovió a todos. San Ambrosio se apresuró a escribirle una fuerte carta al mandatario diciéndole: “Eres humano y te has dejado vencer por la tentación. Ahora tienes que hacer penitencia por este gran pecado”. El emperador le escribió diciéndole: “Dios perdonó a David; luego a mí también me perdonará”. Y nuestro santo le contestó: “Ya que has imitado a David en cometer un gran pecado, imítalo ahora haciendo una gran penitencia, como la que hizo él”.

Teodosio aceptó. Pidió perdón. Hizo grandes penitencias, y en el día de Navidad del año 390, San Ambrosio lo recibió en la puerta de la Catedral de Milán, como pecador arrepentido. Después ese gran general murió en brazos de nuestro santo, el cual en su oración fúnebre exclamó: “siendo la primera autoridad civil y militar, aceptó hacer penitencia como cualquier otro pecador, y lloró su falta toda la vida. No se avergonzó de pedir perdón a Dios y a la Santa Iglesia, y seguramente que ha conseguido el perdón”.

San Ambrosio componía hermosos cantos y los enseñaba al pueblo. Cuando tuvo que estarse encerrado con todos sus fieles durante toda una semana en un templo para no dejar que se lo regalaran a los herejes, aprovechó esas largas horas para enseñarles muchas canciones religiosas compuestas por él mismo. Después los herejes lo acusaban de que les quitaba toda la clientela de sus iglesias, porque con sus bellos cantos se los llevaba a todos para la catedral de Milán. Sabía ejercitar su arte para conseguirle más amigos a Dios.

Este gran sabio compuso muy bellos libros explicando la S. Biblia, y aconsejando métodos prácticos para progresar en la santidad. Especialmente famoso se hizo un tratado que compuso acerca de la virginidad y de la pureza. Las mamás tenían miedo de que sus hijas charlaran con este gran santo porque las convencía de que era mejor conservarse vírgenes y dedicarse a la vida religiosa (Él exclamaba: “en toda mi vida nunca he visto que un hombre haya tenido que quedarse soltero porque no encontró una mujer con la cual casarse”). Pero además de su sabiduría para escribir, tenía el don de poner las paces entre los enemistados. Así que muchísimas veces lo llamaron del alto gobierno para que les sirviera como embajador para obtener la paz con los que deseaban la guerra, y conseguía muy provechosos armisticios o tratados de paz.

El viernes santo del año 397, a la edad de 57 años, murió plácidamente exclamando: “He tratado de vivir de tal manera que no tenga que sentir miedo al presentarme ante el Divino Juez” (San Agustín decía que le parecía admirable esta exclamación).

06 diciembre, 2015

Segundo Domingo de Adviento



Juan, abriendo el sendero

La luz de la Vida se abre paso en la oscuridad del mal
de los corazones de todos los hombres del mundo.
Escuchad hermanos míos. Dice Isaías, el Profeta del Señor
“Pueblo de Sión: Mira al Señor que viene a salvar a los pueblos.
El Señor hará oír su voz gloriosa en la alegría de vuestro
corazón. Yo envío mi mensajero delante de ti para que
te prepare el camino. Una voz grita en el desierto:
Preparadle el camino al señor, allanad sus senderos .
Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y
se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados.
Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban
sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido
de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y
se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:
“Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco
agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado
con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo” “.
La luz de la Vida se abre paso en la oscuridad del mal
de los corazones de todos los hombres del mundo.


© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Diciembre
Segundo Domingo de Adviento.  

Juan el Precursor

« Pueblo de Sión: mira al Señor que viene a salvar a los pueblos. El Señor hará oír su voz gloriosa en la alegría de vuestro corazón. » (Antífona de Entrada, Is, 30, 19.30)
« Señor todopoderoso, rico en misericordia, cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo, no permitas que lo impidan los afanes de este mundo; guíanos hasta él con sabiduría divina para que podamos participar plenamente del esplendor de su gloria. Por nuestro Señor . » (Oración Colecta)

Comienzo de la celebración en torno a la Corona de Adviento

Guía: En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos: Amén.

Guía: Ven Espíritu Santo,
Todos: llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Guía: Envía tu Espíritu creador.
Todos: Y renovarás la faz de la tierra.

Guía: ¡Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo!, haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre del bien y gozar de sus consuelos. Por Jesucristo Nuestro Señor.

Todos: Amén.
 
Bienvenida

Guía: Una vez más nos reunimos, atentos al anuncio de la llegada de Dios Nuestro Señor. Se acerca la gran fiesta de Navidad, la fiesta del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en Belén y en nuestros corazones. Preparémonos a recibir a nuestro Salvador reuniéndonos en torno a esta corona.

(Se enciende la segunda vela)

Lectura de la Palabra de Dios

Guía: Escuchemos la palabra de Dios.

Lector: Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (Mc 1, 1-8)

Allanad los senderos del Señor
« Está escrito en el Profeta Isaías: ‘ Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: Preparadle el camino al señor, allanad sus senderos’ . Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: ‘Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo’.»

Lector: Palabra de Dios.
 
Todos: Gloria a Tí, Señor, Jesús.

Reflexión

Guía: La venida de Cristo exige una continua conversión. El tiempo del Adviento, es una llamada a la conversión para preparar los caminos del Señor y acoger al Señor que viene. El Señor ya no quiere nacer en una cueva, el Señor quiere nacer, ahora, en cada uno de los corazones de los hombres.

Diálogo

(Después de unos momentos de silencio el guía debe motivar que los participantes hagan comentarios sobre el texto bíblico. Para terminar este diálogo se invita a los presentes a hacer un compromiso.)

Compromiso

Guía: Pongámonos en presencia de Dios y meditemos:

En el contacto con Dios, a través de la oración nos damos cuenta de lo que aún tenemos que cambiar. La conversión es un proceso de todos los días, y tiene sólo un límite: el ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto.

(Reflexión en silencio)
 
Despedida

Guía: Señor, gracias por reunirnos una vez más en torno a esta corona. Ayúdanos a vivir intensamente este Adviento y prepararnos para recibirte. Por Cristo Nuestro Señor.
Todos: Amén.

Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos: Amén.

(Se puede continuar la celebración con poesías, villancicos y juegos)

05 diciembre, 2015

Santa Ada (Adrehildis) de Le Mans

 

¡Oh!, Santa Ada, vos, sois la hija del Dios
de la vida y su amada santa, y que, honor
hicisteis al significado de vuestro nombre:
“Aquella que lleva adorno y es bella”. Y,
vuestro adorno y belleza, vuestro espíritu
de santidad, demostrado como fiel monja
y abadesa de Monasterio de Santa María,
y consagrada virgen. Y, así, luego de haber
gastado vuestra santa vida, voló al cielo
vuestra alma, para coronada ser de luz y
de eternidad como premio justo a vuestra
entrega de amor a Cristo Jesús, Dios y
Señor Nuestro. “Santa Patrona de todas las
mujeres religiosas y monjas de Francia”;
¡oh!, Santa Ada, “adornada del amor de Dios”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de Diciembre
Santa Ada (Adrehildis) de Le Mans
Abadesa

Martirologio Romano: En Cenómano (hoy Le Mans), de Neustria, santa Adrehildis o Ada, abadesa del monasterio de Santa María (c. 692).

Etimología: Ada = “Aquella que lleva adorno y es bella”, es de origen hebreo
Fue monja, abadesa, y virgen consagrada. Vivió en el siglo VII. Ella era sobrina de San Engelbert quien fue asesinado por su propio primo. Ella y su familia eran muy devotos.
Fue monja en Soissons, Francia, y posteriormente abadesa de San Julien de Prés, Le Mans, Francia.
Es la santa patrona de las mujeres religiosas y monjas en Francia.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=34166)

04 diciembre, 2015

San Juan Damasceno

 

¡Oh! San Juan Damasceno, vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo, y, sois considerado el último representante
de la patrología griega y el equivalente oriental de San Isidoro
de Sevilla por vuestra obra simpar y fuente del conocimiento.
Vuestra actividad literaria os encumbró, pues desde la poesía
arribasteis a la liturgia, la filosofía y a la apologética. Vuestra
amistad con el príncipe Yazid, os promovió al mismo puesto
vuestro padre, como ministro de Hacienda y además como
“Logothete”, o representante de la comunidad cristiana ante
las autoridades árabes. Más tarde, renunciasteis a la corte y a
ser el representante de los cristianos, por el anticristiano califa.
En medio de todo, y junto con vuestro hermano Cosme, os
retirasteis al monasterio de San Sabas, en Jerusalén, donde
fuisteis ordenado sacerdote, adentrándoos en el mundo de
Dios para luego, predicador ser de la basílica del Santo Sepulcro.
En medio de todo, León III Isáurico, inauguró la política iconoclasta,
desterrando las imágenes sagradas, cuyo culto consideró que era
un acto de idolatría. Pero, el patriarca de Constantinopla, San
Germán, defendió su culto, explicando la verdadera naturaleza
su homenaje, siendo desterrado. Desde Jerusalén, bajo el
dominio árabe, llegó vuestra voz y con Tres discursos en favor
de las sagradas imágenes os impusisteis en su favor. Entonces,
el emperador, no pudiéndoos atacar, os calumnió con vileza ,
falsificando una carta vuestra, en la que vos habríais apoyado
restituir la ciudad de Jerusalén al impío emperador. Pero Dios,
estuvo siempre con vos, pues en el segundo concilio de Nicea,
en reparación de las injurias, proclamó no sólo vuestra ciencia,
sino también vuestra santidad. Y, así, un día os llamó el Amo
de la vida, luego de haber gastado la vuestra en buena lid,
para, coronado ser con coronado de luz. León XIII Papa, os
proclamó doctor de la Iglesia y nosotros os recordamos con fe;
¡Oh! San Juan Damasceno, “testimonio vivo de la verdad”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado


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4 de Diciembre
San Juan Damasceno  
Doctor de la Iglesia


Martirologio Romano: San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia, célebre por su santidad y por su doctrina, que luchó valerosamente de palabra y por escrito contra el emperador León Isáurico para defender el culto de las sagradas imágenes, y hecho monje en la laura de San Sabas, cerca de Jerusalén, compuso himnos sagrados y allí murió. Su cuerpo fue enterrado en este día (c. 750).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.
 

Breve Biografía

Juan Damasceno (Yahia ibn Sargun ibn Mansur, nacido a mediados del siglo VII de una familia árabe cristiana y muerto en el 749) es considerado el último representante de la patrología griega y el equivalente oriental de San Isidoro de Sevilla por sus obras monumentales como la Fuente del conocimiento. Su actividad literaria es multiforme: pasa con autoridad de la poesía a la liturgia, de la elocuencia a la filosofía y a la apologética. Hijo de un alto funcionario del califa de Damasco, Juan fue compañero de juegos del príncipe Yazid, que más tarde lo promovió al mismo puesto del padre, que corresponde en cierto modo al de ministro de Hacienda. En calidad de “Logothete”, fue representante civil de la comunidad cristiana ante las autoridades árabes.


A un cierto punto Juan renunció a la corte y a su alto cargo, probablemente por las tendencias anticristianas del califa. En compañía del hermano Cosme, futuro obispo de Maiouma, se retiró al monasterio de San Sabas cerca de Jerusalén, en donde, ordenado sacerdote, profundizó su formación teológica, preparándose para el cargo de predicador titular de la basílica del Santo Sepulcro.


Era el período en el cual el emperador de Bizancio, León III Isáurico, inauguraba la política iconoclasta, es decir, desterraba todas las imágenes sagradas, cuyo culto era considerado como un acto de idolatría. El anciano patriarca de Constantinopla, San Germán, defendió el culto tradicional explicando la verdadera naturaleza del homenaje que se les rendía a las imágenes, pero pagó con la destitución su acto de valentía. Desde Jerusalén, bajo el dominio árabe, se hizo oír otra voz en favor del culto de las imágenes, la del entonces desconocido monje Juan Damasceno o de Damasco, que con sus Tres discursos en favor de las sagradas imágenes se impuso inmediatamente a la atención del mundo cristiano. El emperador, no pudiendo atacar directamente al monje, recurrió vilmente a la calumnia, haciendo falsificar una carta de Juan, en la que éste habría tramado una conjuración para restituir el dominio de la ciudad de Jerusalén al emperador bizantino.


En esta disputa teológica, hecha de sutiles distinciones, Juan pudo demostrar toda su preparación teológica, puesta al servicio no sólo del patriarca de Jerusalén, sino de toda la Iglesia. En efecto, el segundo concilio de Nicea, en reparación de las injurias recibidas por el defensor de la ortodoxia, proclamó no sólo su ciencia, sino también su santidad. León XIII lo proclamó doctor de la Iglesia en el año 1890.


La Iglesia lo recuerda el 4 de Diciembre, aunque en muchos sitios se mantiene la fecha tradicional antigua de festejarlo el 27 de Marzo.

Fuente: Catholic.net

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/31853/juan-damasceno-santo.html)

03 diciembre, 2015

San Francisco Javier

 


¡Oh!, San Francisco Javier, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo, y con justicia llamado
“El gigante de la historia de las misiones”. “Señor,
Tú, has querido que varias naciones llegaran al
conocimiento de la verdadera religión por medio de la
predicación de San Francisco Javier”. Reza así, una
oración por vuestro día. “Si no consigo barco, iré
nadando”. Dijisteis, cuando ansiabais viajar al Japón
y viajasteis, con la ayuda de la divina providencia.
“¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero,
si se pierde a sí mismo?”. Os repetía San Ignacio, y
ello, os liberó de vuestra mundanidad y os encaminasteis
hacia la vida espiritual. La India, Indostán, Japón y
otras naciones, a pie recorristeis, con el libro de
oraciones como único equipaje, enseñando, enfermos,
atendiendo, obrando curaciones admirables, gentes
bautizando por centenares y millares, aprendiendo
idiomas extraños, y parecíais, cansancio no sentir.
“Basta Señor: si me mandas tantos consuelos me vas a
hacer morir de amor”. Decíais vos, con mucho amor
y humildad. “Hágase amar y así logrará influir en ellos.
Si emplea la amabilidad y el buen trato verá que
consigue efectos admirables”. Recomendabais a vuestros
amigos. Y, así era. Popularizasteis, la costumbre
de confesarse y comulgar. Os asemejabais, a la vida
pobre de las gentes que os escuchaban. Comíais sólo
arroz y bebiais sólo agua. Dormiais en una pobre choza,
en el suelo y os ganabais la simpatía de los niños
y a ellos os enseñabais historias bíblicas. “En medio
de todas estas penalidades e incomodidades, siento
una alegría tan grande y un gozo tan intenso que los
consuelos recibidos no me dejan sentir el efecto de
las duras condiciones materiales y de la guerra que me
hacen los enemigos de la religión”. Escribisteis. Y,
en San Cian, lejos de Hong Kong y más lejos vuestra
patria; solo, abandonado, enfermo y con fiebre, voló
vuestra preciosa alma al cielo, pronunciando el dulce
nombre de Jesús, Vuestro amadísimo Maestro. Os dieron
cristiana sepultura un catequista que os asistía, un
portugués y dos hermanos negros. Y, hallá estáis hoy,
al lado de Santa Teresa, San Ignacio, San Felipe y San
Isidro, coronado de luz y de gloria, como justo premio
a vuestra increíble y grande entrega de amor y fe;
“Santo Patrono de todos los Misioneros del mundo”
¡oh!, San Francisco Javier, “Camino, verdad y vida”.


© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Diciembre
San Francisco Javier
Misionero
Año 1552


Francisco Javier: maravilloso misionero; pídele a Dios que conceda un espíritu como el tuyo a todos los misioneros del mundo. Piensa en el final de tu vida y evitarás muchos pecados (S. Biblia Ecl. 7, 36).


El Papa Pío X nombró a San Francisco Javier como Patrono de todos los misioneros porque fue si duda uno de los misioneros más grandes que han existido. Ha sido llamado: “El gigante de la historia de las misiones”. La oración del día de su fiesta dice así: “Señor, tú has querido que varias naciones llegaran al conocimiento de la verdadera religión por medio de la predicación de San Francisco Javier…”. Esto es un gran elogio.

Empezó a ser misionero a los 35 años y murió de sólo 46. En once años recorrió la India (país inmenso), el Japón y varios países más. Su deseo de ir a Japón era tan grande que exclamaba: “si no consigo barco, iré nadando”. Fue un verdadero héroe misional.

Francisco nació cerca de Pamplona (España) en el castillo de Javier, en el año 1506. Era de familia que había sido rica, pero que a causa de las guerras había venido a menos. Desde muy joven tenía grandes deseos de sobresalir y de triunfar en la vida, y era despierto y de excelentes cualidades para los estudios. Dios lo hará sobresalir pero en santidad.

Fue enviado a estudiar a la Universidad de París, y allá se encontró con San Ignacio de Loyola, el cual se le hizo muy amigo y empezó a repetirle la famosa frase de Jesucristo: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?” Este pensamiento lo fue liberando de sus ambiciones mundanas y de sus deseos de orgullo y vanidad, y lo fue encaminando hacia la vida espiritual. Aquí se cumplió a la letra la frase del Libro del Eclesiástico: “Encontrar un buen amigo es como encontrarse un gran tesoro”. La amistad con San Ignacio transformó por completo a Javier.

Francisco fue uno de los siete primeros religiosos con los cuales San Ignacio fundó la Compañía de Jesús o Comunidad de Padres Jesuitas. Ordenado Sacerdote colaboró con San Ignacio y sus compañeros en enseñar catecismo y predicar en Roma y otras ciudades.

El Sumo Pontífice pidió a San Ignacio que enviara algunos jesuitas a misionar en la India. Fueron destinados otros dos, pero la enfermedad les impidió marchar, y entonces el santo le pidió a Javier que se quisiera embarcar para tan remotas tierras. Él obedeció inmediatamente y emprendió el larguísimo viaje por el mar. En el barco aprovechó esas interminables semanas, para catequizar lo más posible a los marineros y viajeros. Con San Javier empezaron las misiones de los jesuitas.

Son impresionantes las distancias que Francisco Javier recorrió en la India, Indostán, Japón y otras naciones. A pie, solamente con el libro de oraciones, como único equipaje, enseñando, atendiendo enfermos, obrando curaciones admirables, bautizando gentes por centenares y millares, aprendiendo idiomas extraños, parecía no sentir cansancio.

Por las noches, después de pasar todo el día evangelizando y atendiendo a cuanta persona le pedía su ayuda, llegaba junto al altar y de rodillas encomendaba a Dios la salvación de esas almas que le había encomendado. Si el sueño lo rendía, se acostaba un rato en el suelo junto al sagrario, y después de dormir unas horas, seguía su oración. De vez en cuando exclamaba: “Basta Señor: si me mandas tantos consuelos me vas a hacer morir de amor”. Con razón su palabra tenía efectos fulminantes para convertir. Era que llegaba precedida de muchas oraciones y acompañada de costosos sacrificios. Algunas noches no era capaz de levantar su mano derecha. Tan cansada estaba de tanto bautizar a los que se habían convertido con sus predicaciones.

La gente lo consideraba un verdadero santo y le llevaban sus enfermos para que los bendijera. Cuando se conseguían curaciones milagrosas, él consideraba que esto se debía a otras causas y no a su santidad, o a su poder de intercesión,

Desde 1510 Goa era una ciudad portuguesa en la India. Y allá puso su centro de evangelización nuestro santo (en esa ciudad se conservan ahora sus restos). A los portugueses se les había olvidado que eran cristianos y lo único que les interesaba era enriquecerse y divertirse. Así que tuvo el misionero que dedicarse con todas sus fuerzas y su gran ascendiente a volver fervorosos otra vez a aquellos comerciantes sin conciencia y sin escrúpulos (él decía en una de sus cartas: “estoy aterrado de la variedad tan monstruosa de acciones que tienen estos hombres para poder robar”).

Empezó a ganarse la buena voluntad de las gentes con su gran amabilidad (a uno de sus compañeros le escribía: “hágase amar y así logrará influir en ellos. Si emplea la amabilidad y el buen trato verá que consigue efectos admirables”). Estableció clases de catecismo para niños y adultos. Popularizó la costumbre de confesarse y comulgar. Enseñaba la religión por medio de hermosos cantos que los fieles repetían con verdadero gusto.

Por 13 veces consecutivas hizo larguísimos viajes por la nación enseñando la religión cristiana a esos paganos que nunca habían oído hablar de ella. Los de las clases altas (los brahamanes) no le hicieron caso, pero los de las clases populares se convertían por montones. En cada región dejaba catequistas para que siguieran instruyendo a la gente, y de vez en cuando les enviaba a algún jesuita para enfervorizarlos. Esas gentes nunca habían oído hablar de Jesucristo ni de sus maravillosas enseñanzas.

Francisco se esmeraba por asemejarse lo más posible a la vida pobre de las gentes que le escuchaban. Comía como ellos, simplemente arroz. En vez de bebidas finas sólo tomaba agua. Dormía en una pobre choza, en el suelo. Se ganaba la simpatía de los niños y a ellos les enseñaba las bellas historias de la S. Biblia, recomendándoles que cada uno las contara en su propia casa, y así el mensaje de nuestra religión llegaba a muchos sitios.

Visitó muchas islas y en cada una de ellas enseñó la religión cristiana. Sus viajes eran penosos y sumamente duros, pero escribía: “En medio de todas estas penalidades e incomodidades, siento una alegría tan grande y un gozo tan intenso que los consuelos recibidos no me dejan sentir el efecto de las duras condiciones materiales y de la guerra que me hacen los enemigos de la religión”. Podría repetir la frase de San Pablo: “Sobreabundo en gozo en medio de mis tribulaciones”.

Dispuso irse a misionar al Japón pero resultó que allá lo despreciaban porque vestía muy pobremente (y en cambio en la India lo veneraban por vestir como los pobres del pueblo). Entonces se dio cuenta de que en Japón era necesario vestir con cierta elegancia. Se vistió de embajador (y en realidad el rey de Portugal le había conferido el título de embajador) y así con toda la pompa y elegancia, acompañado de un buen grupo de servidores muy elegantes y con hermosos regalos se presentó ante el primer mandatario. Al verlo así, lo recibieron muy bien y le dieron permiso para evangelizar. Logró convertir bastantes japoneses, y se quedó maravillado de la buena voluntad de esas gentes.

Su gran anhelo era poder misionar y convertir a la gran nación china. Pero allá estaba prohibida la entrada a los blancos de Europa. Al fin consiguió que el capitán de un barco lo llevara a la isla desierta de San Cian, a 100 kilómetros de Hong – Kong, pero allí lo dejaron abandonado, y se enfermó y consumido por la fiebre, en un rancho tan maltrecho, que el viento entraba por todas partes, murió el tres de diciembre de 1552, pronunciando el nombre de Jesús. Tenía sólo 46 años. A su entierro no asistieron sino un catequista que lo asistía, un portugués y dos negros.

Cuando más tarde quisieron llevar sus restos a Goa, encontraron su cuerpo incorrupto (y así se conserva). Francisco Javier fue declarado santo por el Sumo Pontífice en 1622 (junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Felipe y San Isidro).

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Francisco_Javier.htm)

02 diciembre, 2015

Santa Bibiana (Viviana)

 

¡Oh! Santa Bibiana, vos sois la hija del Dios de la vida y,
su amada santa que víctima fuisteis de la persecución
de Julián el Apóstata y que éste, os obligó a apostatar
de vuestra fe, encerrándoos en la cárcel. Vos, así os
enfrentasteis al gobernador con valor y arrojo, hasta
que os ataron a una columna y os flagelaron y jamás
desististeis de vuestra fe. Así, mataron vuestro cuerpo,
pero vuestra alma, intacta voló a su único Amo: Dios,
quien os coronó, con corona de luz y de eternidad, como
premio a vuestra entrega de amor, fe, valor y constancia.
Bernini, os representa con los instrumentos del martirio
que os dieron la vida: la columna donde fuisteis flagelada,
los azotes, la corona del martirio y vuestra sonrisa eterna.
Hoy, luego de una capilla, está la basílica, sobre el monte
Esquilino construida por Simplicio Papa; en cuyo pórtico
se lee: “juxta Licinianum ubi corpus eius requiescit”;
¡oh!, Santa Bibiana, “viva por la gloria de Jesucristo”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Diciembre  
Santa Bibiana (Viviana)  
Mártir

Martirologio Romano: En Roma, santa Bibiana, mártir, a quien el papa san Simplicio dedicó una basílica en el Esquilino (s. inc.).

Etimología: Bibiana = “aquella que vive”, es de origen latino.

Ya se menciona en el Liber Pontificalis el culto a la mártir Bibiana cuando se afirma en él que el Papa Simplicio (468 – 473) le dedicó una basílica. Restaurada en el siglo XVII por el infatigable papa Urbano VIII quien con su pasión renacentista, además de salvar un monumento antiguo, quiso dejar un testimonio litúrgico del hallazgo incluyendo en el calendario de la Iglesia universal la fiesta de Santa Bibiana en el día 2 de Diciembre. La basílica tiene tres naves divididas por ocho columnas antiguas y contiene una escultura graciosa de la Santa esculpida por Bernini. Está situada cerca de la vía férrea, da nombre al túnel por donde se ésta se cruza —Arcos de Santa Bibiana— se halla próxima a la Stazione Termini.

¿Quién fue Santa Bibiana?

Bernini, todo arte, la representa con los instrumentos del martirio que le dieron la Vida: la columna donde fue flagelada, los azotes, la corona del martirio y la sonrisa en su cara. Pero todo ello, con ser verdadero, es cosa común y aplicable a la mayor parte de los mártires cristianos en la Roma pagana, por lo que es decir mucho y, al mismo tiempo, nada acerca de un personaje concreto.


El relato de las actas no es fiable. Las actas de los mártires que comienzan a proliferar y los escritos aún más tardíos del martirio no son dignos de crédito histórico por las añadiduras apócrifas y contradicciones que contienen. Incluso los datos que se mencionan, como hacer responsable de su martirio al emperador Juliano el Apóstata, adolecen de un pronunciado desinterés cronológico. La leyenda de nuestra santa que relata pormenorizadamente su martirio es una novela ejemplar que aplica un esquema general romano.


Pero es cierto que Santa Bibiana existió y que fue mártir. Posiblemente también existieron su madre Dafrosa y su hermana Demetria cuyos sarcófagos intactos se descubrieron debajo de los dos vasos de vidrio con inscripciones que conservaban las reliquias de la Santa. La historia se remonta como más remoto documento al papa Simplicio que se sitúa en el siglo V. La veneración de esta mártir es anterior al ese dato. Y por ello no está lejos de la verdad histórica la afirmación de que vivió santa Bibiana a finales del siglo III, antes incluso de lo que cantan las actas.


Es, pues, Bibiana una santa de la que poco sabemos por los documentos que pueden aducirse con valoración histórica cierta. Conocemos su existencia y la entrega colmada, definitiva, que de su vida hizo a Dios, dándole un sí apoteósico con el martirio. Todo lo demás ¿qué importa? Al fin y al cabo, las piedras talladas, papiros, pellejos, papeles y datos informáticos en donde pueda constar la historia más completa de cualquier santo no son más que raspar en la corteza sin alcanzar jamás ese núcleo personal de la relación entre el santo —la santa en nuestro caso— y Dios. Lo que consta en los archivos nos puede llevar al reconocimiento de sus virtudes, pero la reciprocidad de amores entre redimido y Redentor es un misterio siempre escondido para la historia y patente sólo cabe Dios.

01 diciembre, 2015

Beato Charles de Foucauld




¡Oh!, Beato Charles de Foucauld, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado beato, que, de milagro
os convertisteis, luego de vuestro peregrinar a Tierra
Santa. Vuestra vida, contemplación, pobreza y humildad,
y, "vivo" testimonio del Amor de Dios entre cristianos,
judíos y musulmanes. El Sahara, de vos, sabe y mucho,
pues allí, a Cristo imitasteis porque Él, os proveyó
de gracia y dones maravillosos. Los “bereberes” y los
“tuaregs” vuestros amigos eran y, de éstos últimos,
escribisteis sobre su lengua. Vuestra famosa orden,
la de la comunidad de los “Hermanitos de Jesús”, manos
hecharon a su evangelización. Y, de vuestro ejemplo,
nacen luego y, a imitación vuestra “las Hermanitas
del Sagrado Corazón”, “las Hermanitas de Jesús”, “las
Hermanitas del Evangelio”, “las Hermanitas de Nazaret”,
“los Hermanitos del Evangelio” y “Los hermanitos de
de Charles Foucauld”, en honor vuestro. "Padre mío,
me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que
hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo. Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos. Te la doy, Dios mío, con
todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque
para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin
medida, con infinita confianza, porque Tu eres mi Padre".
Así, escribisteis a Dios, alguna vez, en las arenas
quemantes del Sahara, viviendo como otro Cristo más.
Años más tarde Juan Pablo II, el día del reconocimiento
de vuestro milagro recalcó una vez másvuestra santa vida:
"Vivió en la pobreza, en la contemplación, en la humildad,
testimoniando fraternalmente el amor de Dios entre
los cristianos, los judíos y los musulmanes". Mayor
prueba de vuestro amor, ya no hay. Por ello y cuando
vuestra alma, al cielo marchó, coronada fue con corona
de luz, como premio justo a vuestra entrega de amor;
¡Oh!, San Charles de Foucauld, “Cristo vivo del amor".


© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1° de Diciembre
Beato Charles de Foucauld
Sacerdote Francés


Charles de Foucauld beatificado el domingo 13 de noviembre de 2005 en la Basílica de San Pedro del Vaticano, según ha revelado el postulador de su causa de beatificación, monseñor Maurice Bouvier.

Nacido en Estrasburgo (Francia) el 15 de septiembre de 1858, Charles de Foucauld, emprendió en 1883 una afortunada expedición en el desierto de Marruecos que la valió la medalla de oro de la Sociedad de Geografía.

Su conversión religiosa se produjo en 1886 y tiene como consecuencia la peregrinación a Tierra Santa realizada en 1888. Tras la experiencia como trapense en Siria y como eremita en Nazaret, en 1901 fue ordenado sacerdote. Estudió el árabe y el hebreo.

«Vivió en la pobreza, en la contemplación, en la humildad, testimoniando fraternalmente el amor de Dios entre los cristianos, los judíos y los musulmanes», recordó ante Juan Pablo II durante la ceremonia de promulgación del decreto de reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

«Para imitar la vida oculta de Jesús en Nazaret, se fue a vivir en el corazón del desierto del Sahara, en Tamanrasset» (Hoggar), añadió el purpurado portugués el 20 de diciembre pasado.

Los bereberes le llamaban «marabut». Escribió varios libros sobre los tuaregs, en particular una gramática y un diccionario francés-tuareg, tuareg-francés.

Surgió en torno a él la comunidad de los Hermanitos de Jesús, empeñados en la evangelización de los tuaregs del Sáhara.

El 1 de diciembre de 1916, a la edad de 58 años, Charles de Foucauld muere por un disparo de fusil en medio de una escaramuza entre los bereberes de Hoggar.

Diez congregaciones religiosas y ocho asociaciones de vida espiritual han surgido de su testimonio y carisma. Entre ellos, se encuentran las Hermanitas del Sagrado Corazón, las Hermanitas de Jesús, las Hermanitas del Evangelio, las Hermanitas de Nazaret, los Hermanitos de Jesús, los Hermanitos del Evangelio; así como la Fraternidad Jesús Caritas, o la Fraternidad Charles de Foucauld. (http://www.charlesdefoucauld.org/)

Padre mío,
me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.

Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.

Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.
(Charles de Foucauld).


(http://es.catholic.net/sacerdotes/315/733/articulo.php?id=24830)