02 enero, 2016

Santos Basilio Magno y Gregorio Nazianceno

 


¡Oh!, Santos Basilio Magno y Gregorio Nazianceno, vosotros,
sois los hijos del Dios de la vida y sus amados santos. Basilio,
asceta del desierto, que, en vuestro libro “Constituciones”,
las reglas volcasteis, más elevadas para, la santidad alcanzar
en la vida religiosa. Amado como erais por cristianos, judíos y
paganos, haciendo carne el amor de Dios y, diciendo a los cuatro
vientos: “Óyeme cristiano que no ayudas al pobre: tú eres un
verdadero ladrón. El pan que no necesitas le pertenece al
hambriento. Los vestidos que ya no usas le pertenecen al
necesitado. El calzado que ya no empleas le pertenece al
descalzo. El dinero que gastas en lo que no es necesario es un
robo que le estás haciendo al que no tiene con que comprar lo
que necesita. Si pudiendo ayudar no ayudas, eres un verdadero
ladrón”. Elegido Arzobispo de Cesarea, el delegado del gobierno
quiso haceros renegar de la fe y vos respondisteis: ¿Qué me
vas a poder quitar si no tengo casas ni bienes, pues todo lo
repartí entre los pobres? ¿Acaso me vas a atormentar? Es
tan débil mi salud que no resistiré ni un día de tormentos sin
morir y no podrás seguir atormentándome. ¿Qué me vas a
desterrar? A cualquier sitio a donde me destierres, allá estará
Dios, y donde esté Dios, allí es mi patria, y allí me sentiré
contento. El gobernador os respondió admirado: “Jamás nadie
me había contestado a sí”. Y vos, añadisteis: “Es que jamás
te habías encontrado con un obispo”. Y, admirado el gobernante
no os castigó. Por vuestra parte, vos, Gregorio, obispo fuisteis
de Sancina, en Constantinopla y, de Nacianzo. Defendisteis
con ardor de corazón la divinidad del Verbo eterno y por ello
os llamaron “Teólogo”. Vuestra inspiración poética nos legó
unos cuatrocientos poemas. Vuestros sermones y escritos
tesoro son de testimonio ortodoxo. Con vos, y vuestro hermano
menor Gregorio de Nisa, los tres recibieron el título de los “Tres
capadocios”. Y, hoy, hay alegría en la Iglesia por celebrar en
conjunto vuestra santa memoria. Hoy, brilláis con corona
de luz, como premio a vuestra grande entrega de amor y fe;
¡Oh!, Santos Basilio y Gregorio, “vivo” amor de Jesucristo”.


© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado

_______________________________________

2 de Enero
San Basilio Magno y Gregorio Nazianceno
Doctores de la Iglesia


Martirologio Romano: Memoria de los santos Basilio Magno y Gregorio Nazianceno, obispos y doctores de la Iglesia. Basilio, obispo de Cesarea de Capadocia (hoy en Turquía), apellidado “Magno” por su doctrina y sabiduría, enseñó a los monjes la meditación de la Escritura, el trabajo en la obediencia y la caridad fraterna, ordenando su vida según las reglas que él mismo redactó. Con sus egregios escritos educó a los fieles y brilló por su trabajo pastoral en favor de los pobres y de los enfermos. Falleció el día uno de enero de 379. Gregorio, amigo suyo, fue obispo de Sancina, en Constantinopla y, finalmente, de Nacianzo. Defendió con vehemencia la divinidad del Verbo, mereciendo por ello ser llamado “Teólogo”. La Iglesia se alegra de celebrar conjuntamente la memoria de tan grandes doctores. (379)

Etimológicamente: Basilio = Aquel que es un rey, es de origen griego.
Perteneció a una familia de santos. Su abuelo murió mártir en la persecución. La abuela fue Santa Macrina. La mamá: Santa Amelia. La hermana también fue santa. Sus hermanos San Pedro obispo de Sebaste y San Gregorio Niceno. Su mejor amigo San Gregorio Nacianceno (el otro santo que se celebra este día).

Basilio significa: “Rey”. Nació en Cesarea de Turquía el año 329. Estudió en Atenas y Constantinopla.

Al ver que su hermana Santa Macrina había fundado un monasterio de monjas y que éstas progresaban mucho en santidad, Basilio se fue a Egipto a aprender de los monjes del desierto el modo de vivir como monje, en soledad; y al volver de allá se hizo monje y redactó sus famosas “Constituciones” que son la primera Regla de vida que se escribió para los religiosos. En ellas enseña cómo vivir en oración, estudio, buenas lecturas y trabajos manuales en un monasterio y cómo hacerse santo en la vida religiosa. En esas “Constituciones” se han basado los más famosos fundadores de Comunidades para redactar los Reglamentos de sus Congregaciones.

Basilio fue elegido Arzobispo de Cesarea, y el delegado del gobierno quiso hacerle renegar de la fe. Varios habían renegado por miedo. Pero nuestro santo le respondió: ¿Qué me vas a poder quitar si no tengo casas ni bienes, pues todo lo repartí entre los pobres? ¿Acaso me vas a atormentar? Es tan débil mi salud que no resistiré ni un día de tormentos sin morir y no podrás seguir atormentándome. ¿Que me vas a desterrar? A cualquier sitio a donde me destierres, allá estará Dios, y donde esté Dios, allí es mi patria, y allí me sentiré contento… El gobernador le respondió admirado: “Jamás nadie me había contestado así”. Y Basilio añadió: “Es que jamás te habías encontrado con un obispo”. El gobernante no se atrevió a castigarlo porque le pareció que era un gran santo, y porque todo el pueblo lo veneraba inmensamente.
Por su oratoria maravillosa, por sus admirables escritos y por las muchísimas obras que hizo en favor del pueblo, fue llamado “Basilio el Grande”. Era amado por cristianos, judíos y paganos. San Gregorio decía: “Cada vez que leo un escrito de Basilio, siento que el Espíritu Santo transforma mi alma”. Sus escritos tienen lo que se llama “Unción”, o sea la cualidad especial de que conmueven al que los lee.

Además de su arrebatadora elocuencia, Basilio tenía una asombrosa actividad en favor de los necesitados. Fue al primero que se le ocurrió fundar por allí un Hospital para pobres y un ancianato. Todo, todo lo que llegaba lo regalaba a los necesitados.

Estudió mucho la Biblia y sus sermones están llenos de frases de la Sagrada Escritura. Y era especializado en filosofía y en literatura y así sus escritos están redactados de una manera muy sabia y agradable.

Se conservan unas 365 cartas suyas, muy hermosas y de provechosa lectura para el alma.

Su pensamiento dominante después del amor a Dios, era ayudar y hacer que otros ayudaran a los pobres. De San Basilio son aquellas famosas palabras: “Óyeme cristiano que no ayudas al pobre: tú eres un verdadero ladrón. El pan que no necesitas le pertenece al hambriento. Los vestidos que ya no usas le pertenecen al necesitado. El calzado que ya no empleas le pertenece al descalzo. El dinero que gastas en lo que no es necesario es un robo que le estás haciendo al que no tiene con que comprar lo que necesita. Si pudiendo ayudar no ayudas, eres un verdadero ladrón”.

Trabajaba y escribía sin cesar. La gente decía: “El obispo Basilio predica a todas horas: en las misas, en las reuniones, en las catequesis, y cuando no está hablando con sus labios, está predicando con las buenas obras que hace en favor de los demás”.

Y eso a pesar de la salud tan débil que tenía. Sufría de hepatitis, la cual no le permitía casi alimentarse, hasta tal punto que su piel llegó a tocar sus huesos.

Murió el 1o. De Enero del año 379 cuando sólo tenía 49 años y fue sepultado el 2 de enero, en medio de un gentío tan grande y unos lloros tan impresionantes como nunca se habían presenciado en aquella ciudad capital.

Todos sus escritos y sus sermones tiene por fin hacer que la gente ame más a Dios y se vuelva más santa. Por eso es considerado como el primer escritor ascético del oriente (ascética es la ciencia que enseña a dominarse a sí mismo y a ser santo).

San Gregorio Niacianceno, Arzobispo de Constantinopla, dijo en su discurso el día del entierro: “Basilio santo, nació entre los santos. Basilio pobre vivió pobre entre los pobres. Basilio, hijo de mártires sufrió como un mártir. Basilio predicó siempre con sus labios, y con sus buenos ejemplos y seguirá predicando siempre con sus escritos admirables”.

San Basilio el Grande: ¡Ruega por nosotros!

San Gregorio de Nacianzo (329 – 390).


Jesus carga la CruzNace el año 329 de padres piadosos, en Capadocia. Su padre fue elegido obispo de la ciudad de Nacianzo y tuvo cuidado de que su hijo fuese educado en las mejores escuelas y academias de la antigüedad.

Casi diez años pasó Gregorio en Atenas como estudiante y allí cultivó una fiel amistad con Basilio y desarrolló, a la vez, su capacidad para la poesía, literatura y retórica. No cedió a la tentación de vivir entre la vanidad de oradores y filósofos, sino que promovió una profunda vida religiosa, junto con su amigo Basilio.

Al regresar a Nacianzo recibió el Bautismo de manos de su propio padre y, algo más tarde, el Orden sacerdotal para poder ayudarle en la pastoral de la diócesis. Como estaba vacante una diócesis en Asia Menor, su amigo Basilio, ya obispo lo promovió a la dignidad episcopal de esta sede. Gregorio no cumplió con este compromiso y huyó a la soledad de la vida de ermitaño.

Por su gran erudición teológica y sus claros conocimientos en la discutida cristología de los primeros siglos, fue escogido por el Concilio de Constantinopla del año 381 como obispo de esa metrópoli.

Su carácter, demasiado sensible, no soportó las dificultades de la administración de una diócesis. Por segunda vez, renunció a su cargo episcopal y se retiró a Arianz, donde se dedicó a la meditación de los misterios de Dios.

Cuando murió, en el año 390, nos dejó 44 sermones y 244 cartas, que tratan, en especial, sobre la verdadera divinidad del Espíritu Santo y la dignidad de la Virgen como Madre de Dios.

Su inspiración poética nos regaló unos cuatrocientos poemas. Sus sermones y escritos dejaron un tesoro de testimonio ortodoxo, en un tiempo de mucha confusión y lucha.

Con Basilio y el hermano menor de Basilio, que se llama Gregorio de Nisa, los tres recibieron el título de los “Tres capadocios”.


(https://www.ewtn.com/spanish/Saints/Basilio.htm)

01 enero, 2016

Solemnidad de Santa María, Madre de Dios



¡Oh! Señora Nuestra Santa María
Vos, Sois
La Madre del Dios vivo
La Madre de Cristo redentor
La Madre del perdón infinito
La Madre de la esperanza sin fin
La Madre de la alegría eterna
La Madre de la gracia a raudales

¡Oh! Señora Nuestra Santa María
A Vos, os entregamos
Con total y absoluta confianza
Y humildad plena sincera
Los sueños y anhelos
De este Nuevo Año
Para que Vos
Con vuestro maternal amor
Intercedáis por todos nosotros
Y Realidad hagáis nuestras peticiones
Pues problemas de seguro los habrán
Pero que con Vos
Del lado nuestro
Todos superados serán

¡Oh! Señora Nuestra Santa María
Vos que Sois
La Madre del Dios vivo
La Madre de Cristo
La Madre del perdón
La Madre de la esperanza
La Madre de la alegría
La Madre de la gracia
La ¡Kejaritomene!
De seguro que ya sabéis
De nuestras carencias
Mucho antes de que a Vos recurramos
Pero sólo queréis
Que os lo pidamos de todo corazón

Y como en el Concilio de Éfeso
desde el fondo del alma digamos:
¡Santa María Madre de Dios!
¡Santa María Madre de Dios!
¡Santa María Madre de Dios!



© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
______________________________________

1° de Enero María guardaba todo en su corazón  
Navidad
Solemnidad de Santa María, Madre de Dios
María es también Madre tuya, a lo largo de los días y los meses del año.

Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.,net

Del santo Evangelio según san Lucas 2, 16-21

Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.

Oración introductoria

Gracias, Señor, por permitir que inicie este año buscando tener un momento de intimidad contigo en la oración. Invoco a tu santísima Madre para que me ayude a contemplar su ejemplo y virtudes. Ruego al Espíritu Santo que infunda en mí su luz y fortaleza para crecer en la humildad de los pastores.

Petición

Señor, ayúdame a incrementar mi amor por María.

Meditación del Papa Francisco

Ocho días atrás resonó el anuncio angélico: “Gloria a Dios y paz a los hombres”. Hoy lo acogemos nuevamente de la madre de Jesús que “custodiaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”, para hacer de esto nuestro empeño en el curso del año que se abre. […] El Espíritu Santo actúe en los corazones, derrita lo que está cerrado y las durezas y nos conceda volvernos tiernos delante de la debilidad del Niño Jesús. La paz de hecho, necesita de la fuerza de la mansedumbre, la fuerza no violenta de la verdad y del amor. En las manos de María, Madre del Redentor, ponemos con confianza filial todas nuestras esperanzas.

A ella que extiende su maternidad a todos los hombres, le confiamos el grito de paz de las poblaciones oprimidas por la guerra y la violencia, para que el coraje del diálogo y de la reconciliación prevalga sobre las tentaciones de la venganza, de la prepotencia, y de la corrupción. A ella le pedimos que el evangelio de la fraternidad, anunciado y testimoniado por la Iglesia, pueda hablar a cada conciencia y abatir las murallas que impiden a los enemigos reconocerse como hermanos.» (S.S. Francisco, 1 de enero de 2014).

Reflexión

Empezamos el año festejando a la Virgen. Es una oportunidad de oro para ponernos en sus manos desde el primer respiro del año.

Los hombres, al igual que hace más de dos mil años, siguen necesitando de Cristo. Pero pocos le reciben y le aceptan, porque se olvidan del ejemplo que nos dan María y los pastorcillos. El Evangelio nos dice que los pastores después de escuchar el mensaje del ángel “fueron a toda prisa”.. Porque los “sencillos de corazón verán a Dios”. Es decir, pusieron en práctica lo que les pedía Dios: caminar hacia Belén, donde encontrarían al Salvador. Y es precisamente esto lo que necesitamos. Sabemos que para tener a Cristo hay que decidirse a dejar los “rebaños” del egoísmo, de la comodidad, el placer y la vanidad, pues no existe un Cristo a nuestra medida, sino el único Cristo que encontraron los pastorcillos “un niño envuelto en pañales recostado en un pesebre”.

Para llegar a Él hace falta ser humildes, pues la entrada de la cueva es pequeña y exige agacharse. Es Dios mismo quien nos enseña, desde ese pesebre, que su seguimiento exige cruz, dolor, humildad, pureza y pobreza de corazón, y obediencia a la voluntad de Dios. Y es esto lo que da la paz y la felicidad en el corazón. María, la Madre de Dios, nos enseña que para llegar a Cristo hace falta también la oración. Ella “guardaba todas la cosas y las meditaba en su corazón”.

Para ser Madre de Dios, María no tuvo que renunciar o dejar al margen nada de su feminidad, al contrario, la tuvo que realizar en nobleza y plenitud, santificada como fue por la acción del Espíritu Santo.

Al nacer de una mujer Dios ha enaltecido y llevado a perfección “el genio femenino” y la dignidad de la mujer y de la madre. La Iglesia, al celebrar el uno de enero la maternidad divina de María, reconoce gozosa que María es también madre suya, que a lo largo de los días y los meses del año engendra nuevos hijos para Dios.

Madre, bendición y memoria. En el designio de Dios, que es fuente de la maternidad, ésta es siempre una bendición: como a María, se puede decir a toda madre: “Bendito el fruto de tu vientre”.

Una bendición primeramente para la misma mujer, que mediante la generación da cumplimiento a la aspiración más fuerte y más noble de su constitución, de su psicología y de su intimidad.

Bendición para el matrimonio, en el que el hijo favorece la unidad, la entrega, la felicidad.

Bendición para la Iglesia, que ve acrecentar el número de sus hijos y la familia de Dios.

Bendición para la sociedad, que se verá enriquecida con la aportación de nuevos ciudadanos al servicio del bien común.

La maternidad es también memoria. María hacía “memoria” de todas esas cosas en su corazón. Memoria no tanto de sí misma, cuanto del hijo, sobre todo de los primeros años de su vida en que dependía totalmente de ella. Memoria que agradece a Dios el don inapreciable del hijo. Memoria que reflexiona y medita las mil y variadas peripecias de la existencia de sus hijos. Memoria que hace sufrir y llorar, que consuela, alegra y enternece. Memoria serena y luminosa, que recupera retazos significativos del pasado para bendecir a Dios y cantar, como María, un “magnificat”.

Propósito

Si queremos salir de estas Navidades “glorificando y alabando a Dios por todo lo que hemos visto y oído” y de habernos encontrado con Cristo niño, hace falta desprendimiento de nosotros mismos, humildad y oración. Y así, todos los que nos escuchen se maravillarán de las cosas que les decimos.

Diálogo con Cristo

Gracias, Señor, porque hoy me muestras la fe de la Virgen, que meditaba todos los acontecimientos en su corazón. Y los pastores, qué gran lección de humildad y de amor. No preguntan, no cuestionan, con sencillez aceptan el anuncio y salen maravillados después de contemplar a Jesús. Permite, Señor, que en este nuevo año sepa cultivar la unión contigo en la oración, para que pueda verte en todos los acontecimientos. Para ello sé que se necesita más que el deseo o la buena intención, tengo que hacer una opción radical por la oración, que me lleve a dedicarte lo mejor de mi tiempo.
___________________________
El primer día del año lo dedicamos a María, Madre de Dios y a la Jornada Mundial de la Paz con el lema: "Vence la indiferencia y conquista la Paz".

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/11775/mara-guardaba-todo-en-su-corazn.html)

31 diciembre, 2015

Octava de Navidad

  

31 de Diciembre
Y la Palabra se hizo carne
Adviento


Dejar que la luz de la cueva de Belén entre en nuestro entendimiento y sobre todo en nuestro corazón
Por: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo. Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

 

Oración introductoria

Señor Jesús, ante un año más que termina te suplico humildemente que me concedes vivir junto a Ti el nuevo año, que está por comenzar para que sea una nueva oportunidad de mejorar mi servicio a los demás. Ven, Espíritu Santo, y guía esta oración para que sepa encontrar en ella la luz que guíe mi propósito de crecer en el amor.

Petición

Jesús, no quiero pedirte nada, sino darte las gracias por todos tus beneficios, pues sé que todo lo que soy y todo lo que tengo es un don tuyo.

Meditación del Papa Francisco

Es urgente recuperar el carácter luminoso propio de la fe, pues cuando su llama se apaga, todas las otras luces acaban languideciendo. Y es que la característica propia de la luz de la fe es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre. Porque una luz tan potente no puede provenir de nosotros mismos; ha de venir de una fuente más primordial, tiene que venir, en definitiva, de Dios.

La fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor, un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida. Transformados por este amor, recibimos ojos nuevos, experimentamos que en él hay una gran promesa de plenitud y se nos abre la mirada al futuro. (Papa Francisco, encíclica Lumen fidei, n. 4)

Reflexión

Hoy nuestros ojos ven la luz para no andar en tinieblas. Cristo niño se nos presenta como la estrella que guiará nuestros pasos en la noche de la vida, pues cuando la noche es más negra es cuando más brillan las estrellas, es cuando más fuerte brilla Cristo en nuestro corazón.

El ambiente de la Navidad es uno de los períodos que más disfrutamos y que más deseamos. Tal vez si nos dieran a elegir por un estado permanente en nuestra vida escogeríamos la Navidad. No sólo por los regalos, fiestas, turrones y música, sino porque en el fondo resuenan palabras de amor, de esperanza, de perdón que nos gustaría escuchar más a menudo.

En este día nuestros ojos contemplan la imagen de un niño que como todo recién nacido, cautiva por su sencillez, por su hermosura, por su debilidad. Experimentamos la necesidad de prestarle nuestra ayuda y nuestra atención. Esto es lo que admiran nuestros ojos materiales: un niño que llora, duerme y sonríe. Pero nuestros ojos espirituales vislumbran por la fe al Verbo hecho carne por amor a nosotros los hombres.

Está de nuestra parte, por tanto, que nosotros aceptemos esa luz que viene a iluminar nuestro corazón, que viene a traernos la alegría y sobre todo la esperanza y el amor, a pesar de que muchos hombres se esfuercen por apretar los ojos para no ver la Luz que es Cristo. Podemos pensar la imagen de Cristo en el portal a través de un prisma en donde todos sus rayos son rayos que reflejan a un padre bueno, no tirano ni cruel, a un amigo con el que siempre podemos contar, a un hermano que nos prestará su apoyo incondicional para realizar nuestras pequeñas o grandes empresas. Así se nos presenta hoy el Verbo encarnado, como un destello de esperanza y de amor. Sólo necesitamos dejar que la luz de la cueva de Belén penetre en nuestro entendimiento y sobre todo en nuestro corazón.

Propósito


Como parte de la celebración del fin de año, leer un pasaje del Evangelio que hable sobre el amor de Dios.

Diálogo con Cristo

Señor, gracias por darme tu Palabra para conocer el camino que me puede llevar a la santidad. Gracias por tu amor y por todas las gracias que me has concedido. Me duele mucho el haberte fallado tantas veces, te pido perdón por esas ocasiones que no supe amar, confío en tu misericordia. Te suplico que mis actitudes y actos concretos estén siempre impregnados por el amor.

30 diciembre, 2015

Octava de Navidad

 


En el Templo con la Profetisa Ana Adviento
María presenta su hijo a Dios y a nosotros. Es esa la mayor riqueza que la vida en familia encierra.

Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Lucas 2, 36-40

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Cuando José y María entraban en el templo para la presentación del niño, se acercó Ana, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.

Una vez que José y María cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.

Oración introductoria

Padre Santo, mi relación contigo se basa en la fe, que me permite percibir lo que mis sentidos no pueden. Por ella, sé que estás ahora aquí porque, humildemente, te he invocado. Espero y confío en tu misericordia, me abandono en tu Providencia, sé que por tu amor, encontraré en Ti la paz que busco.

Petición

Jesús, envía al Espíritu Santo para que guíe esta oración. Que sepa guardar ese silencio que me permita poder escuchar lo que hoy me quieres decir, para que así, hoy, pueda ser en mi familia apóstol de tu amor.

Meditación del Papa Francisco

Ana, a pesar de su avanzada edad, cobró nuevas fuerzas y se puso a hablar a todos del Niño. Es una hermosa estampa: dos jóvenes padres y dos personas ancianas, reunidas por Jesús. ¡Realmente Jesús hace que generaciones diferentes se encuentren y se unan! Él es la fuente inagotable de ese amor que vence todo egoísmo, toda soledad, toda tristeza. En su camino familiar, ustedes comparten tantos momentos inolvidables: las comidas, el descanso, las tareas de la casa, la diversión, la oración, las excursiones y peregrinaciones, la solidaridad con los necesitados… Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, y el amor auténtico nos lo da Jesús: Él nos ofrece su Palabra, que ilumina nuestro camino.» (Papa Francisco, 2 de febrero de 2014)

Reflexión

Como que resumiendo todo el período de la infancia de Jesús, se nos dice que Él estaba “sometido” a sus padres y que “progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (Lc 2,51-52). Durante la mayor parte de su vida, Jesús compartió la condición de la inmensa mayoría de los hombres: una vida cotidiana sin aparente importancia, vida de trabajo manual, vida religiosa judía sometida a la ley de Dios, vida en la comunidad (cf. Catecismo de la Iglesia Cátolica, n. 531). No siempre recordamos esto, pero lo que más distinguió a Jesús fue su vida familiar. En cambio, a menudo consideramos sólo su vida pública.

Si Jesucristo nos ha redimido tanto con su vida oculta de Nazaret como con sus escasos tres años de predicador itinerante, entonces, los 30 años que pasaba detrás del portal de la casa sencilla de Nazaret no fueron menos fecundos. Lo manifiesta también la frase del Evangelio: “El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.”

Ciertamente, el propósito común de María y José fue el de proporcionar una esmerada educación a Jesús y Él la asimiló con la actitud más confiada, diligente y sumisa que jamás ha tenido un hijo. María y José vieron cómo su inteligencia y su voluntad humanas se iban despertando, desarrollando y fortificando. Por otro lado, no sólo habrán buscado trasmitirle un gran número de conocimientos acerca de las costumbres y tradiciones del pueblo judío, sino sobre todo el mundo de valores y de ideales que los animaba, donde Dios lo era todo. Así habrán compartido muchas veces los mismos sentimientos, afectos e intereses.

Es esa la mayor riqueza que la vida en familia encierra. Sorprende, con qué eficacia se va trasmitiendo, casi irradiando hacia los demás. Quizá por eso la profetiza Ana se sintió atraída hacia esta familia. Es hermoso pensar que la Virgen María en persona le habrá contado a San Lucas todos estos detalles acerca de la niñez de Jesús. ¿Quién más lo podría haber hecho?

Propósito

Al presentarse un conflicto, seré el primero en ofrecer una disculpa o proponer una solución para construir la unidad, en mi casa o lugar de trabajo.

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/37132/en-el-templo-con-la-profetisa-ana.html)

29 diciembre, 2015

Octava de Navidad




Octava de Navidad

Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor
Adviento

Simeón y Ana esperaron toda la vida para verte y yo te tengo presente en la Eucaristía.


Por: Lucas Ongaro Arcie, L.C. | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Lucas 2, 22-35

Cuando se cumplieron los días de la purificación de María, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.

Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel. Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, y una espada te atravesará el alma a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.

Oración introductoria


Señor, quiero tomar conciencia de tu presencia y cercanía junto a mí. Señor, cambia mi corazón frío de piedra por un corazón caliente de carne, que sepa descubrirte y ver tu Amor en mis hermanos, en la eucaristía, en un nuevo amanecer, en la brisa suave… que en todo lo que me rodea, me asombre de tu Amor.

Petición

Niño Jesús, ayúdame a encontrarte en los demás, en la Eucaristía. Y concédeme ser consciente de tu presencia en mi corazón.

Meditación del Papa Francisco

El Pueblo de Dios es invitado en cada época histórica a contemplar esta luz. Luz que quiere iluminar a las naciones. Así, lleno de júbilo, lo expresaba el anciano Simeón. Luz que quiere llegar a cada rincón de esta ciudad, a nuestros conciudadanos, a cada espacio de nuestra vida.

“El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz”. Una de las particularidades del pueblo creyente pasa por su capacidad de ver, de contemplar en medio de sus “oscuridades” la luz que Cristo viene a traer. Ese pueblo creyente que sabe mirar, que saber discernir, que sabe contemplar la presencia viva de Dios en medio de su vida, en medio de su ciudad. Con el profeta hoy podemos decir: el pueblo que camina, respira, vive entre el “smog”, ha visto una gran luz, ha experimentado un aire de vida. […]

¿Cómo es esta luz que transita nuestras calles? ¿Cómo encontrar a Dios que vive con nosotros en medio del “smog” de nuestras ciudades? ¿Cómo encontrarnos con Jesús vivo y actuante en el hoy de nuestras ciudades pluriculturales? (Homilía de S.S. Francisco, 26 de septiembre de 2015).

Reflexión

Muchas veces, con la agitación del día, no percibo la presencia de Cristo, olvido que Él está siempre a mi lado. Vivo la vida pensando en mis problemas, dificultades, responsabilidades… es decir, en mi egoísmo; no me doy cuenta de que Él quiso permanecer en la eucaristía por amor a mí, y que tengo el mayor tesoro: ¡la vida de gracia y su permanencia fiel en mi corazón!

Cristo escogió la forma más sencilla y necesaria para hacerse sacramentalmente presente. Un simple pedazo de pan que es su cuerpo, comida y bebida para mi peregrinar rumbo al cielo.

Propósito

Hoy haré una visita a Cristo Eucaristía o una comunión espiritual durante algunos instantes de silencio.

Diálogo con Cristo

Señor, Simeón y Ana esperaron toda la vida para verte y yo te tengo presente en la Eucaristía y en mi corazón por la vida de gracia. Ayúdame a valorar la eucaristía, mi amistad contigo, y a estar decidido a morir antes que ofenderte.

“Pidámosle que nos atraiga cada vez más hacia sí mismo con la sagrada Comunión. Pidámosle que nos ayude a no tener nuestra vida sólo para nosotros mismos, sino a entregársela a él y así actuar junto con él, a fin de que los hombres encuentren la vida, la vida verdadera, que sólo puede venir de quien es el camino, la verdad y la vida. Amén.”
(Benedicto XVI, Basílica de San Juan de Letrán, Jueves Santo, 5 de abril de 2007 )

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/11767/el-dios-escondido.html)

28 diciembre, 2015

Los Santos Inocentes

 


¡Oh! santas criaturas inocentes; vosotros,
sois los hijos del Dios de la vida y sus
amados santos, que, entregasteis vuestras
inocentes y santas vidas por el Dios vivo.
Y, en esa donación silenciosa, a Jesús,
nos legasteis eternamante, para perpetua
salvación de los hombres todos, por siempre.
Y, Herodes, vuestro cruel verdugo, hoy,
habitante del mismo averno y vosotros todos,
felices en el paraíso prometido. Sois además,
protomártires, viviendo en aquella mansión
dulce y coronados de luz eterna, como premio
justo, a la entrega de vuestras vidas, a
favor del Dios vivo. “Un griterío se oye
en Ramá, es Raquel que llora a sus hijos, y
no se quiere consolar, porque ya no existen”
¡No, Raquel no lloreis más porque conmigo están!
Dice el Señor, desde la eternidad de su Amor;
¡Oh!, Santas criaturas inocentes del Dios vivo.


© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado

_______________________________

28 de Diciembre
Los Santos Inocentes


Dios hace fracasar los planes de los malvados (S. Biblia).

Hoy celebramos la fiesta de los Niños Inocentes que mandó matar el cruel Herodes. Nos cuenta el evangelio de San Mateo que unos Magos llegaron a Jerusalén preguntando dónde había nacido el futuro rey de Israel, pues habían visto aparecer su estrella en el oriente, y recordaban la profecía del Antiguo Testamento que decía: “Cuando aparezca una nueva estrella en Israel, es que ha nacido un nuevo rey que reinará sobre todas las naciones” (Números 24, 17) y por eso se habían venido de sus lejanas tierras a adorar al recién nacido.

Dice San Mateo que Herodes se asustó mucho con esta noticia y la ciudad de Jerusalén se conmovió ante el anuncio tan importante de que ahora sí había nacido el rey que iba a gobernar el mundo entero. Herodes era tan terriblemente celoso contra cualquiera que quisiera reemplazarlo en el puesto de gobernante del país que había asesinado a dos de sus esposas y asesinó también a varios de sus hijos, porque tenía temor de que pudieran tratar de reemplazarlo por otro. Llevaba muchos años gobernando de la manera más cruel y feroz, y estaba resuelto a mandar matar a todo el que pretendiera ser rey de Israel. Por eso la noticia de que acababa de nacer un niñito que iba a ser rey poderosísimo, lo llenó de temor y dispuso tomar medidas para precaverse.

Herodes mandó llamar a los especialistas en Biblia (a los Sumos Sacerdotes y a los escribas) y les preguntó en qué sitio exacto tenía que nacer el rey de Israel que habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron: “Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: “Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel” (Miq. 5, 1).

Entonces Herodes se propuso averiguar bien exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo todo lo contrario, les dijo a los Magos: – “Vayan y se informan bien acerca de ese niño, y cuando lo encuentren vienen y me informan, para ir yo también a adorarlo”. Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra.

Y sucedió que en sueños recibieron un aviso de Dios de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y el pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto lo enfureció hasta el extremo.

Entonces rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y mandó a sus soldados a que mataran a todos los niñitos menores de dos años, en la ciudad y sus alrededores. Ya podemos imaginar la terribilísima angustia para los papás de los niños al ver que a sus casas llegaban los herodianos y ante sus ojos asesinaban a su hijo tan querido. Con razón el emperador César Augusto decía con burla que ante Herodes era más peligroso ser Hijo (Huios) que cerdo (Hus), porque a los hijos los mataba sin compasión, en cambio a los cerdos no, porque entre los judíos esta prohibido comer carne de ese animal.

San Mateo dice que en ese día se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías: “Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen” (Jer. 31, 15).

Como el hombre propone y Dios dispone, sucedió que un ángel vino la noche anterior y avisó a José para que saliera huyendo hacia Egipto, y así cuando llegaron los asesinos, ya no pudieron encontrar al niño que buscaban para matar.

Y aquellos 30 niños inocentes, volaron al cielo a recibir el premio de las almas que no tienen mancha y a orar por sus afligidos padres y pedir para ellos bendiciones. Y que rueguen también por nosotros, pobres y manchados que no somos nada inocentes sino muy necesitados del perdón de Dios.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Inocentes.htm)

27 diciembre, 2015

La Sagrada Familia




¡Oh!, Sagrada Familia del Dios vivo
Vosotros sois
El amoroso modelo
De amor divino hecha
Que con Jesús, María y José
Estáis toda cargada de amor
Paz y armonía
Que desde siempre
Y por siempre
En nuestros corazones está
Y, a la que aspiramos
Los siervos todos
De Nuestro Padre Dios
Porque seguimos siendo niños
La vida toda
Y necesitados del amor
De una familia
A vivo ejemplo de Vosotros
Sagrada familia
Que son tesoro invaluable
Que anhela nuestra alma
Como cristianos
Y, que, hemos a los demás
De darnos a cada instante
Por la gloria eterna de Vosotros
Sagrada Familia de Nazaret
Amado Padre, en mi oración
que recuerda a la Sagrada Familia
Os ofrezco mi vida toda
Mi libertad y mi voluntad
Tuyo soy y a Vos me entrego
Con todo lo que soy y lo que tengo
Permitid que Vuestra gracia
Escuchar me permita Vuestra voluntad
Para que al dar mi testimonio de vida
Convierta y esperanza de a mi familia
¡Oh!, Sagrada Familia del Dios vivo.


 © 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________________

Domingo 27 de Diciembre  
La Fiesta de la Sagrada Familia

¡Qué hermosas son esas familias católicas en donde reina la paz, la armonía y el amor entre todos!

El Paraíso en la tierra
 
Del santo Evangelio según san Mateo 2, 13-15. 19-23

Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.” El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo. Muerto Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.” El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los profetas: “Será llamado Nazoreo”.

Oración preparatoria

Señor, en mi oración del día de hoy en el que recordamos a la Sagrada Familia, te ofrezco toda mi vida, mi libertad y mi voluntad. Soy tuyo, a Ti me entrego con todo lo que soy y lo que tengo. Que tu gracia me permita escuchar tu voluntad para que mi testimonio de vida convierta y dé esperanza a mi familia.

Petición

Señor, te pido por mi familia, dale un amor fuerte. Acrecienta mi confianza en Ti y ayúdame a poner todas mis ilusiones en santificarme para alcanzar la gloria eterna.

Meditación del Papa Francisco

En el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús.

¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia?

Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio; y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu (…)
En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura. (S.S. Francisco, 19 de marzo de 2013).

Reflexión

Un buen hogar siempre estará donde el camino esté lleno de paciencia, donde la almohada esté llena de secretos y el perdón esté lleno de rosas. Estará donde el puente se halle tendido para pasar, donde las caras estén dispuestas para sonreír, las mentes activas para pensar y las voluntades deseosas para servir.

Un buen hogar siempre estará donde los besos tengan vuelo, y los pasos mucha seguridad; donde los tropiezos tengan cordura, y los detalles significación; donde abunde la ternura y el respeto en el trato diario; donde el deber sea gustoso, la armonía contagiosa y dulce la paz.

Un buen hogar siempre estará donde el crecimiento sea por el mismo tronco y el fruto por la misma raíz; donde la navegación sea por la misma orilla y hacia el mismo puerto; donde la autoridad se haga sentir y, sin miedos ni amenazas, llene la función de encauzar, dirigir y proteger; donde los abuelos sean reverenciados, los padres obedecidos y los hijos vigilados.

Un buen hogar siempre estará donde el fracaso y el éxito sean de todos; donde disentir sea intercambiar y no guerrear; donde la formación junte los eslabones y la oración forme la cadena; donde las pajas se pongan con el alma y los hijos se calienten con amor; donde el vivir esté lleno de sol y el sufrir esté lleno de fe.

Un buen hogar siempre estará en el ambiente donde naciste, en el huerto donde creciste, en el molde donde te configuraste y el taller donde te puliste. Y muchas veces será el punto de referencia y la credencial para conocerte, porque el hogar esculpe el carácter, imprime rasgos, deja señales, marca huellas indelebles. Con buenos hogares se podría salvar al mundo, porque ellos tocan a fondo la conducta de los hombres, la felicidad de los pueblos y la raíz de la vida.

Aunque hay excepciones, ese hogar primero, ese “hogar tronco”, nunca se pierde: ¡te lo llevas en el alma! Nunca se oscurece; queda en las luces que te alumbran el camino. Y nunca se lo lleva el viento; queda prendido en tu raíz. De ese hogar salen las grandes alas que te permiten volar y hacerte águila. Del hogar salen los principios fuertes que enmarcan tu figura para hacerte gigante. Del hogar sale esa fuerza de la fe que resplandece para hacerte estrella.

¡De ahí salen obras maestras! Porque ahí se gestan los grandes valores del mundo, ahí se incuban las almas de resistencia, de temple y de fe. De ahí salen los grandes conductores de la humanidad, ¡y los grandes seguidores de Cristo! El hogar, hoy en día, es una prioridad, pues, como la buena tierra, ¡da lo que le siembran!

No recuerdo dónde encontré este texto, pero me parece una maravillosa meditación para celebrar hoy a la Sagrada Familia, modelo y prototipo de todas las familias cristianas. Esto es lo que debería ser cada familia. Si cada hogar católico tuviera estas cualidades, el mundo sería mucho más bello, más justo y más humano.
¿Cómo te imaginas tú a aquella familia de Nazaret, compuesta por Jesús, María y José? ¡Qué almas tan exquisitas, de tanta elevación humana y moral, y tan santas! Aun en medio de la sencillez de lo ordinario, su vida estaría, sin duda, permeada de fe, de dulzura, de amor, de comprensión, de obediencia, de servicio y de oración. ¡De verdad que sería un verdadero paraíso en la tierra!….

El Evangelio de hoy se complace en presentarnos reiteradamente la obediencia y la disponibilidad de José a la voluntad de Dios, expresada a través del mensaje del ángel. José, como padre y esposo, era también el guardián y protector de la Virgen Madre y del Niño Jesús. ¡Qué inmensos tesoros quiso confiar Dios a la humildad y a la sencillez de este gran hombre! Y por ello supo ser también digna cabeza de esta Sagrada Familia.

Todos los padres y esposos cristianos deberían esforzarse sinceramente por imitar a este “varón justo” –como llama el Evangelio, sencillamente, san José-. Y entonces, estoy seguro, su autoridad sería mucho más dulce y llevadera, y sus familias más hermosas, más piadosas, más serenas y risueñas. Yo he conocido muchos hogares así, por fortuna, y son una auténtica bendición de Dios para toda la humanidad.
¡Qué hermosas son esas familias católicas en donde reina la paz, la armonía y el amor entre todos! Y no digo que no tenga que haber esas normales desavenencias que se dan en todo núcleo humano. Negarlo sería caer en un angelismo ingenuo e idealista. Pero, en medio de esos avatares, son maravillosos esos hogares en los que se palpa a Dios, se vive el Evangelio y se trata de vivir como aquella familia de Nazaret.

El Papa Pablo VI, cuando visitó Tierra Santa en enero de 1964, dirigió una hermosa alocución en el lugar que vio crecer a Jesús. Y, hablando de las principales enseñanzas de la Sagrada Familia, decía: “Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía, y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social”.

La familia cristiana –como recordaba el Concilio Vaticano II- es una “iglesia doméstica”, pues en ella se nace no sólo a la vida física, sino también, en cierto modo, a la vida de la gracia. Ella es como la puerta de ingreso a la fe y a la vida eterna, pues son los padres cristianos quienes acercan a sus hijos al bautismo, los encaminan a los sacramentos y les propician una auténtica educación en la fe y en el amor a Dios.
Además, el hogar es el nido en donde el infante, el niño, el joven y el hombre maduro encuentran siempre comprensión, indulgencia, fortaleza, apoyo, amor desinteresado y puro, y una santa elevación hacia las cosas eternas.

Propósito

En el fondo, todos seguimos siendo un poco niños toda la vida y, por ello mismo, profundamente necesitados del calor de una familia. Que en el corazón de María, de Jesús y de José encontramos ese tesoro que anhela nuestra alma. Y es lo que también nosotros, como cristianos, hemos de dar a los demás, a ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret.