06 junio, 2016

San Norberto





¡Oh!, San Norberto, vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo, que, siendo de noble familia, y segundo
hijo, os correspondía seguir carrera militar o eclesiástica,
y preferisteis abrazaros a la Cruz de Cristo, y Dios, os
mostró sus planes, pues en un paseo a caballo por el bosque
os sorprendió un violento huracán, derribándoos del caballo
y, como Pablo, en el camino de Damasco, dijisteis: “Señor,
¿qué quieres que haga?”. Y, Él, os respondió: “Abandona el
camino del mal y haz el bien”. Así, empezasteis vuestra
conversión y, abandonasteis la mundanidad, y os pusisteis
en manos de la escuela del abad benedictino de Siegburg y
de los canónigos de Klosterrath. Después, seguisteis feliz
el ejemplo del ermitaño Liudolfo, tres años en penitencia y
en oración viviendo, hasta que fuisteis sacerdote ordenado
por el arzobispo de Colonia, y empezasteis vuestra actividad
evangelizadora. Luego, os despojasteis de todos vuestros
bienes, distribuyéndolos a los pobres, sólo, conservasteis
para vos, una mula y diez monedas de plata, pero después
también lo dejasteis, para, seguir vuestras peregrinaciones
a pie y descalzo. En Francia, cerca a Nimes, os encontrasteis
con el Papa Calixto II, quien os animó a continuar por tal
camino. Fuisteis guía de los Canónigos regulares en Laon,
naciendo así, la Orden de los premonstratenses. Pero, vos,
continuasteis vuestra actividad de santo predicador ambulante.
Os encontrabais en Magdeburgo, asistiendo a las exequias
de su obispo, y de pronto, el clamor popular os eligió como
su sucesor. En fin, no os gustasteis a muchos, pero, erais
tenaz, buen organizador y os ganasteis aplausos y enemistades.
Lotario, emperador, os nombró canciller del imperio para Italia
e Inocencio II, Papa, amplió su jurisdicción a Polonia. Y,
jamás olvidasteis vuestra regla monástica de la pobreza y
del ejercicio del apostolado entre la gente humilde del campo,
viviendo al pie de la letra el ideal de vida contemplativa y
activa de los premonstratenses. Y, así, habiendo gastado vuestra
vida en buena lid, voló vuestra alma al cielo, para coronada
ser, con corona de luz, como justo premio a vuestro grande amor;
¡oh!, San Norberto, “vivo Pablo, verdad y fe; obediencia y luz”.



© 2016 Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Junio
San Norberto
Obispo


Norberto nació en Xanten (Alemania) de la noble familia, de los Gennep, hacia el 1080. Como era costumbre para todo segundo hijo de la nobleza, a Norberto le correspondía seguir la carrera militar o eclesiástica. Prefirió el segundo camino, no por vocación, sino por simple oportunidad. En efecto, siendo diácono pudo gozar de los muchos privilegios al lado del gran elector de Colonia y del emperador Enrique V, que lo propuso para una importante sede episcopal. Pero Dios tenía otros planes. Durante un paseo a caballo por el bosque, lo sorprendió un violento huracán que lo derribó del caballo y, como Saulo en el camino de Damasco, dijo: “Señor, ¿qué quieres que haga?”.

La respuesta que cambió radicalmente su vida poco edificante fue: “Abandona el camino del mal y haz el bien”. Ese episodio fue el comienzo de su conversión. Abandonó los lugares mundanos y se puso a la escuela del abad benedictino de Siegburg y de los canónigos de Klosterrath; después siguió el ejemplo del ermitaño Liudolfo pasando tres años en penitencia y en oración. En 1115 fue ordenado sacerdote por el arzobispo de Colonia, y comenzó su actividad misionera itinerante.

Quiso dar el ejemplo despojándose de todos sus bienes y distribuyéndoselos a los pobres. Conservó para él una mula y diez monedas de plata, pero después dejó también esto y continuó sus peregrinaciones a pie y descalzo. En Francia, cerca a Nimes, se encontró con el Papa Calixto II quien lo animó a continuar por ese camino. El obispo de Laon, para tenerlo en su diócesis, le propuso ser el guía de los Canónigos regulares que seguían la Regla de San Agustín, y a quienes se les había asignado el convento de Praemonstratum. Así nació la Orden de los premonstratenses. Mientras tanto Norberto había continuado su actividad de predicador ambulante.

Se encontraba en Magdeburgo asistiendo a los funerales del obispo de esa ciudad, cuando el clamor popular lo eligió como sucesor. Fue un obispo incómodo para muchos. Tenaz, buen organizador, se ganó aplausos y enemistades. El emperador Lotario lo nombró canciller del imperio para Italia y el Papa Inocencio II extendió su jurisdicción a Polonia. Pero Norberto no olvidó la regla monástica de la pobreza y del ejercicio del apostolado entre la gente humilde del campo, y vivió integralmente el ideal de vida activa y contemplativa de los premonstratenses aun en el fulgor de los altos cargos. Murió en Magdeburgo, de regreso de una misión de paz en Italia, el 6 de junio de 1134. Fue canonizado en 1582.

Este día también se festeja a San Marcelino Champagnat

05 junio, 2016

San Bonifacio, Apóstol de Alemania

 


¡Oh!, San Bonifacio, vos, sois el hijo del Dios, de la vida
y su amado santo, que, ordenado sacerdote y con dos
compañeros más, os encaminasteis a Turingia y más
adelante viajasteis a Roma a solicitar permiso a
Gregorio II, Papa, para misionar en el continente.
Él, os escuchó muy feliz y os dijo, bendiciéndoos:
“Soldado de Cristo, te llamarás Bonifacio”, o sea
“bienhechor”. En Hesse, convertisteis a gran número
de bárbaros y, en Amoneburg, a orillas del río Olm,
fundasteis vuestro primer monasterio, regresando a
Roma, el Papa os ordenó Obispo. Después, en Hesse,
fundasteis el convento de Fritzlar y en Turingia
el monasterio de Ordruf. Presidisteis un concilio y,
en Roma, el Papa, os elevó a Arzobispo de Maguncia,
uniéndoos a vos, muchos colaboradores, tantos que,
desde Inglaterra, mujeres llegaron para contribuir a
la conversión de Alemania. Vos, ansiabais regresar a
a Frisia, pues vuestros conversos habían apostatado.
Y, así fue, y con cincuenta y dos compañeros miles
de habitantes de Frisia fueron bautizados. Un día,
os encontrabais leyendo y salisteis de vuestra tienda
y os encontrasteis con una turba, con intenciones
de mataros y vos gritasteis: “Dios salvará nuestras
almas”. Y, un malhechor se os arrojó sobre vos, y
levantando el libro del evangelio os cubristeis para
protegeros y, la espada partió el libro y vuestra
santa cabeza. Y así, voló vuestra alma la cielo,
para coronada ser con coronada del luz, como justo
premio a vuestra entrega increíble de amor y fe;
Apóstol de Alemania y el patriarca de los católicos;
¡oh!, San Bonifacio, “vivo soldado de la fe y de la luz”.
 


© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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5 de Junio
San Bonifacio
Apóstol de Alemania


Bonifacio nació hacia el año 680, en el territorio de Wessex (Inglaterra). Su verdadero nombre era Winfrido. Ordenado sacerdote, en el año 716 con dos compañeros se encaminó a Turingia; pero aún no era la hora de su apostolado. Regresó a su monasterio y en el año 718 viajó a Roma para solicitar del papa Gregorio II autorización de misionar en el continente. El Sumo Pontífice lo escuchó complacido y, en el momento de otorgarle la bendición, le dijo: “Soldado de Cristo, te llamarás Bonifacio”. Este nombre significa “bienhechor”.

En 719 se dirigió a Frislandia. Allí estuvo tres años; luego se marchó a Hesse, convirtiendo a gran número de bárbaros. En Amoneburg, a orillas del río Olm, fundó el primer monasterio. Regresó a Roma, donde el papa lo ordenó obispo.

Poco después, en el territorio de Hesse, fundaba el convento de Fritzlar. En el año 725 volvió a dirigirse a Turingia y, continuando su obra misionera, fundó el monasterio de Ordruf. Presidió un concilio donde se encontraba Carlomán, hijo de Carlos Martel y tío de Carlomagno, quien lo apoyó en su empresa. En el año 737, otra vez en Roma, el papa lo elevó a la dignidad de arzobispo de Maguncia. Prosiguió su misión evangelizadora y se unieron a él gran cantidad de colaboradores.

También llegaron desde Inglaterra mujeres para contribuir a la conversión del país alemán, emparentado racialmente con el suyo. Entre éstas se destacaron santa Tecla, santa Walburga y una prima de Bonifacio, santa Lioba. Este es el origen de los conventos de mujeres. Prosiguió fundando monasterios y celebrando sínodos, tanto en Alemania como en Francia, a consecuencia de lo cual ambas quedaron íntimamente unidas a Roma.

El anciano predicador había llegado a los ochenta años. Deseaba regresar a Frisia (la actual Holanda). Tenía noticias de que los convertidos habían apostatado. Cincuenta y dos compañeros fueron con él. Atravesaron muchos canales, hasta penetrar en el corazón del territorio. Al desembarcar cerca de Dochum, miles de habitantes de Frisia fueron bautizados. El día de pentecostés debían recibir el sacramento de la confirmación.
Bonifacio se encontraba leyendo, cuando escuchó el rumor de gente que se acercaba. Salió de su tienda creyendo que serían los recién convertidos, pero lo que vio fue una turba armada con evidente determinación de matarlo.

Los misioneros fueron atacados con lanzas y espadas. “Dios salvará nuestras almas”, grito Bonifacio. Uno de los malhechores se arrojó sobre el anciano arzobispo, quien levantó maquinalmente el libro del evangelio que llevaba en la mano, para protegerse. La espada partió el libro y la cabeza del misionero. Era el 5 de junio del año 754.

El sepulcro de san Bonifacio se halla en Fulda, en el monasterio que él fundó. Se lo representa con un hacha y una encina derribada a sus pies, en recuerdo del árbol que los gentiles adoraban como sagrado y que Bonifacio abatió en Hesse. Es el apóstol de Alemania y el patriarca de los católicos de ese país.

Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy

Sancho, Florencio, Julián, Ciriaco, Marcelino, Nicanor, Faustino, Apolonio, Marciano, Zenaida, Ciria, Valeria, Marcia, Doroteo, Claudio, Adalaro, Lupercio, mártires; Eutiquio, obispo; Doroteo, presbítero; Félix, monje; beato Fernando de Portugal.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints

04 junio, 2016

Inmaculado Corazón de María



¡Oh!, Inmaculado Corazón de María
fuente y principio de todas las grandezas y
excelencias que os adornan y que os hacen
estar por encima de todas las creaturas
porque el ser que os alberga
es Hija predilecta de Dios Padre.
¡Oh!, Inmaculado Corazón de María
Profeta en Fátima porque Dios siempre
ansía salvar al mundo entero
por medio de Vuestro Corazón
porque como un tesoro conservó
el anuncio del Ángel sobre su Maternidad divina
la adoración de los pastores ante el pesebre
la visita de los Magos de Oriente
la profecía de Simeón y el viaje a Egipto.
¡Oh!, Inmaculado Corazón de María
que sufristeis cuando Jesús se perdió en Jerusalén y
el sufrimiento de Jesús en la Cruz cuando escuchó y
dijo: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Y cuando a Juan vio
con todos nosotros lo hizo y desde aquel momento
nos amasteis con Vuestro Corazón de Madre.
¡Oh!, Inmaculado Corazón de María
que a Jesús amasteis y ejercisteis Vuestra
maternidad desde antes que se consumase
la redención en el Calvario, pues vuestro
corazón es corredentor nuestro por siempre;
¡Oh!, Inmaculado Corazón de María, “viva Vida”.

 
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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04 de Junio
Inmaculado Corazón de María
Sábado posterior al segundo domingo después de Pentecostés


La devoción al Inmaculado Corazón de María, junto con la del Sagrado Corazón de Jesús, fue promovida por San Juan Eudes en el siglo 17.

El Papa Pío VII y Pío IX sugirieron su celebración como Purísimo Corazón de María. En 1944, el Papa Pío extendió esta devoción a toda la Iglesia fijando la celebración del Inmaculado Corazón de María el 22 de agosto, ocho días después de la Asunción.

Con la renovación litúrgica, se le restó importancia a esta fiesta para dársela a las principales fiestas marianas y, se cambió la fecha para un día después de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

San Juan Eudes, decía que el Corazón de María es la fuente y el principio de todas las grandezas y excelencias que la adornan y que la hacen estar por encima de todas las creaturas; por ser hija predilecta de Dios Padre, madre muy amada de Jesús y esposa fiel del Espíritu Santo. Y que ese santísimo Corazón de María es fuente de todas las virtudes que practicó.

También San Antonio María Claret, fundador de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, profesó un inmenso amor a esta advocación. Quiso que sus misioneros, salieran por todo el mundo extendiendo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Fue un profeta de Fátima, porque en Fátima la Virgen personalmente nos manifestó que Dios quería salvar al mundo, por medio de su Inmaculado Corazón.

La fiesta del Inmaculado Corazón de María sigue a la del Sagrado Corazón de Jesús. El corazón expresa y es símbolo de la intimidad de la persona. La primera vez que se menciona en el Evangelio el Corazón de María es para expresar toda la riqueza de esa vida interior de la Virgen: “María conservaba estas cosas en su corazón”.

El corazón de María conservaba como un tesoro el anuncio del Ángel sobre su Maternidad divina; guardó para siempre todas las cosas que tuvieron lugar en la noche de Belén, o la adoración de los pastores ante el pesebre, y la presencia, un poco más tarde, de los Magos con sus dones,… y la profecía del anciano Simeón, y las preocupaciones del viaje a Egipto.

Más tarde, el corazón de María sufrió por la pérdida de Jesús en Jerusalén a los doce años de edad, según lo relata San Lucas en el evangelio de hoy. Pero María conservaba todas estas cosas en el corazón…. Jamás olvidaría los acontecimientos que rodearon a la muerte de su Hijo en la Cruz, ni las palabras que le oyó decir: “Mujer, he ahí a tu hijo”. Y al mirar a Juan ella nos vio a todos nosotros. Vio a todos los hombres. Desde aquel momento nos amó con su Corazón de madre, con el mismo Corazón que amó a Jesús.

Pero María ejerció su maternidad desde antes que se consumase la redención en el Calvario, pues Ella es madre nuestra desde que prestó su colaboración a la salvación de los hombres en la Anunciación.

En el relato de las bodas de Cana, San Juan nos revela un rasgo verdaderamente maternal del Corazón de María: su atenta disposición a las necesidades de los demás. Un corazón maternal es siempre un corazón atento, vigilante.

La devoción al Corazón de María no es una devoción más. Nos lleva a aprender a tratar a nuestra Madre con más confianza, con la sencillez de los niños pequeños que acuden a sus madres en todo momento: no sólo se dirigen a ellas cuando están en gravísimas necesidades, sino también en los pequeños apuros que le salen al paso. Las madres les ayudan a resolver los problemas más insignificantes. Y ellas – las madres – lo han aprendido de nuestra Madre del Cielo.

Hoy queremos encontrarnos con María, con nuestra madre. Si recurrimos confiados a ella, ella nos va a decir qué debemos hacer y sentiremos su amor por nosotros. Ese mismo amor que Jesús tiene por cada uno de nosotros. y ella nos dirá que nos quiere, que nos quiere con toda su alma.

Pidamos a Dios que preparó en el Corazón de María, una morada digna al Espíritu Santo, que haga que nosotros, por intercesión de la Santísima Virgen lleguemos a ser templos dignos de su gloria.

Consagración al Sagrado Corazón de María

Oh Corazón Inmaculado de María, por tu perfecta comunión de amor con el Corazón de Jesús, eres la escuela viviente de total consagración y dedicación a Su Corazón.
En tu Corazón, Oh Madre, queremos vivir para aprender a amar, sin divisiones, al Corazón de Jesús; a obedecerle con diligencia y exactitud; servirle con generosidad y a cooperar activa y responsablemente en los designios de Su Corazón.
Deseamos consagrarnos totalmente a tu Corazón Inmaculado y Doloroso que es el camino perfecto y seguro de llegar al Corazón de Jesús. Tu Corazón, es también refugio seguro de gracia y santidad, donde nos vamos liberando y sanando de todas nuestras oscuridades y miserias.
Deseamos pertenecer a tu Corazón, Oh Virgen Santísima, sin reservas y en total disponibilidad de amor a la voluntad de Dios, que se nos manifestará a través de tu mediación maternal.
En virtud de esta consagración, Oh Inmaculado Corazón, te pedimos que nos guardes y protejas de todo peligro espiritual y físico. Qué nuestros corazones ardan con el fuego del Espíritu como arde tu Corazón.
Qué unidos a ti, que eres la portadora por excelencia de Cristo para el mundo, y ungidos por el poder del Espíritu Santo, seamos instrumentos para dar a un mundo tan árido y frío, el amor, la alegría y la paz del Corazón de Jesús.
Consulta también al P. Jesus Martí Ballester en su artículo El Inmaculado Corazón de María y Fiesta del Inmaculado Corazón de María

(http://es.catholic.net/celebraciones/120/302/articulo.php?id=2113)

03 junio, 2016

Sagrado Corazón de Jesús

 


¡Oh! Sagrado Corazón de Jesús
Que habitáis en el Cuerpo
Del Varón Perfecto
¿Un Corazón Divino? Sí
Porque Dios Padre os lo dio
¿Un Corazón Humano? Sí
Porque María os brindó su humanidad
Pero…
Un Corazón que a todos ama
Y que al más pecador
Entre los pecadores prefiere
Y lo busca y espera siempre
¡Que tal Corazón!
¡Que tal Corazón!
¡Oh! Sagrado Corazón de Jesús.
 

© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Sagrado Corazón de Jesús

¿Cómo es el corazón de Jesús?


Es todo bondad, compasión, cariño. A los hombres nos ama como a verdaderos hermanos suyos, a todos, sin excluir a ninguno.

Todos estamos convencidos de que Jesucristo es el hombre más perfecto que ha existido y existirá jamás, y que es, por lo tanto, el tipo y ejemplar de toda humanidad. Y Jesucristo, que nos dio como primer mandato y como distintivo el amor en todas sus dimensiones, es también el modelo acabado de cómo hay que amar.
Hoy los antropólogos, los médicos y los sicólogos se han querido adentrar en el alma de Jesús, para estudiarla a fondo, para descubrir todos los matices de su exquisita sensibilidad. Sobre todo, para captar las modalidades más íntimas de su amor.

El resultado que nos dan esos estudios es que Jesús fue un amante extraordinario. Un amador como no se ha dado otro. Y de una manera tan cabal, que es la suma de la perfección del amor.

No es extraño entonces que Jesús sea también el hombre más amado, porque sus incondicionales han sabido pagarle con la misma moneda que Él usó…

Todos nos hacemos estas preguntas:

¿Cómo amó Jesús? ¿Cómo era el amor de su corazón? ¿Qué características tenía? ¿Hacia quién iba siempre dirigido? ¿Cómo se comprometía con aquellos a quienes amaba?
Cuando hallamos la respuesta adecuada, nos sentimos arrastrados al amor de Aquél que así supo amarnos a nosotros. El Evangelio es el libro siempre abierto que nos descubre en cada una de sus líneas el alma tan amante de Jesús.

El amor de Jesús fue, ante todo, muy afectivo. Era todo bondad, compasión, cariño, benignidad, comprensión. No lo podía disimular. Se le escapaba el corazón ante los niños, ante la mujer en aquel entonces tan relegada en la sociedad, ante la pareja de los novios de Caná, ante sus discípulos, cuya compañía busca en medio de la angustia de Getsemaní.
La manera como abre la Ultima Cena es conmovedora:
– ¡Con cuánta ilusión he deseado comer esta pascua con vosotros!
Y antes de salir para el Huerto les pide a los Doce, y en ellos a nosotros, como un mendigo suplicante:
– ¡Permaneced en mi amor!

Al mismo Judas le llama dolido, pero con toda sinceridad: ¡Amigo!…

Este amor tan apasionado de su corazón se vuelve divinamente celoso de la salvación nuestra. Se declara nuestro Pastor, un Pastor que conoce a cada una de sus ovejas y de las que dice que nadie se las arrebatará de la mano…

Un amor que no se queda en romanticismos y en palabras vacías, sino que se convierte en servicio, expresado en el gesto insólito de arrodillarse a los pies de los discípulos para lavárselos con sus pro-pias ma-nos…

El amor de Jesús tenía, igual que en nosotros y mucho más que en nosotros, una doble vertiente, a saber, a Dios su Padre y a nosotros los hombres.

A los hombres nos ama como a verdaderos hermanos suyos, a todos, sin excluir a ninguno; si alguna preferencia tiene es precisamente con los más alejados, con los pecadores y con los pobres.
Es el suyo un amor generoso, complaciente, dulce y suave, magnánimo y tolerante.

Pero es también un amor que no le deja parar cuando se trata de nuestro bien, y toda su ternura y delicadeza se convierten en audacia, valentía y decisión que no le detienen ante ningún peligro.

Si miramos el amor de Jesús a Dios su Padre, vemos como al fin Dios ha conseguido el objetivo de toda la creación: verse amado como Dios se merece, porque este hombre, su Hijo, es capaz de darle con su humildad y su obediencia todo el honor y toda la gloria que el primer hombre le arrebató con su orgullo y su rebeldía:

• Se pasa horas y noches enteras en oración con Dios su Padre.
• Se somete a su voluntad hasta aceptar el tormento de la cruz.

• Se siente lleno de celo por su gloria y dice no tener más alimento que hacer la voluntad de su Padre Dios.
Este es el amante Jesús del Evangelio. El amor le llevará a la cruz, pero también se atraerá hacia Sí todos los corazones, tal como lo había anunciado: Cuando yo sea levantado sobre la tierra, todo lo atraeré a mí.

Así lo entendió aquella artista de París. Avanzada la noche, después de la ruidosa función de teatro, se retira en el hotel a la habitación designada. Colgando de la pared, un Crucifijo de marfil sobre una cruz negra. La artista lo contempla extasiada. Pasan las horas…, amanece, y la pobre muchacha todavía lo está contemplando. Hasta que toma la resolución:

– ¡Fuera la vida que he llevado hasta ahora! En adelante, entregada del todo a Jesús.
Hubo de marchar. Pero en el ébano del Crucifijo habían quedado talladas estas palabras:
– Así ama el amor.

Si se entiende el amor de Jesucristo, se sabe cómo juzgar de los amores que nos brinda la vida. Un amor que Dios bendice no mata el amor de Cristo. Amor que Dios rechaza, es amor que desplaza al de Cristo en el corazón.

El amor de Cristo es un amor muchas veces no correspondido. Pero es también un amor correspondido como ningún otro amor lo ha conseguido nunca…

Todos estamos convencidos de que Jesucristo es el hombre más perfecto que ha existido y existirá jamás, y que es, por lo tanto, el tipo y ejemplar de toda humanidad. Y Jesucristo, que nos dio como primer mandato y como distintivo el amor en todas sus dimensiones, es también el modelo acabado de cómo hay que amar.
Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net

(http://www.es.catholic.net/meditaciondehoy/

02 junio, 2016

Santos Marcelino y Pedro




 ¡Oh!, Santos Marcelino y Pedro, vosotros, sois los hijos
Dios de la vida. Vos, Marcelino, erais un sacerdote, y vos,
Pedro, un fervoroso cristiano que teníais el poder especial
de expulsar demonios. En aquél tiempo, llevados fueron a
prisión por los enemigos de Cristo, pero, en la cárcel os
dedicasteis a predicar con tal entusiasmo que lograsteis
convertir al carcelero, a su mujer y a sus hijos, y a varios
prisioneros que antes creyentes no eran. Y, claro, enterados
de esta humillación, sus impíos captores, decretaron la pena
de muerte sobre vosotros. Y, así, os llevaron a un bosque
llamado “la selva negra”, y allá los asesinaron, cortándoos
la cabeza, para luego sepultaros en el más profundo secreto,
para que nadie supiera dónde estaban enterrados. Pero, cosas
de Dios, el verdugo, al ver lo santamente que habían muerto
se convirtió al cristianismo y contó dónde estaban sepultados,
y los cristianos fueron y os sacaron vuestros restos y os
dieron honrosa sepultura. Enterado, Constantino emperador
una basílica construyó, sobre vuestras tumbas y quiso él,
que en ese sitio fuera sepultada su santa madre, Santa Elena.
Y, como suele suceder, por obra de Dios, ante vuestros restos
numerosos milagros se obraron. Tantos, que las gentes a coro
repetían: “Marcelino y Pedro poderosos protectores, escuchad
nuestros clamores”. Y, escuchaban ellos, y por obra de Dios,
sus clamores realidad se hacían. Y, así, con fe y valor
vosotros entregasteis vuestras vidas, y volaron vuestras
almas, para coronadas ser con coronas de luz y eternidad
como justo premio e vuestras entregas increíbles de amor;
¡Oh!, Santos Marcelino y Pedro, “vivos verbos del Dios Trino”.

 
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Junio
Santos Marcelino y Pedro
Mártires
Año 304



El primero de estos dos santos mártires era un sacerdote muy estimado en Roma, y el segundo era un fervoroso cristiano que tenía el poder especial de expulsar demonios. Fueron llevados a prisión por los enemigos de la religión, pero en la cárcel se dedicaron a predicar con tal entusiasmo que lograron convertir al carcelero y a su mujer y a sus hijos, y a varios prisioneros que antes no eran creyentes. Disgustados por esto los gobernantes les decretaron pena de muerte.


A Marcelino y Pedro los llevaron a un bosque llamado “la selva negra”, y allá los mataron cortándoles la cabeza y los sepultaron en el más profundo secreto, para que nadie supiera dónde estaban enterrados. Pero el verdugo, al ver lo santamente que habían muerto se convirtió al cristianismo y contó dónde estaban sepultados, y los cristianos fueron y sacaron los restos de los dos santos, y les dieron honrosa sepultura. Después el emperador Constantino construyó una basílica sobre la tumba de los dos mártires, y quiso que en ese sitio fuera sepultada su santa madre, Santa Elena.


Las crónicas antiguas narran que ante los restos de los santos Marcelino y Pedro, se obraron numerosos milagros. Y que las gentes repetían: “Marcelino y Pedro poderosos protectores, escuchad nuestros clamores”.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Marcelino_6_2.htm)

01 junio, 2016

San Justino




¡Oh! San Justino, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
y su amado santo que, no siendo sacerdote, sino laico,
el primer apologista fuisteis que, con ardor de corazón y
de pluma, defendisteis las verdades del cristianismo.
Un anciano os dijo: “Si deseáis saber mucho acerca de Dios,
os recomiendo estudiar la religión cristiana, porque
es la única que habla de Dios debidamente y de manera
que, el alma queda plenamente satisfecha, además, leed
la Sagrada Biblia”. Y, vos, os dedicasteis a leerla y
encontrasteis lo que vuestra alma buscaba. Y, así, y
como fruto de aquella lectura, “Apologías”, escribisteis,
ensalzando al Dios Trino. Países, pueblos y ciudades
recorristeis, y, si, en vuestro camino, se os cruzaban
paganos, herejes y judíos, con todos ellos discutíais
y los convencíais, tanto, que, Crescencio “el cínico”,
derrotado fue, con vuestros argumentos, sólidos como
vuestra fe. En vuestro famoso libro de “Apologías” o
defensa del cristianismo, decíais a los gobernantes
de aquél tiempo: “¿Por qué persiguen a los seguidores
de Cristo? ¿Porque son ateos? No lo son. Creen en el Dios
verdadero. ¿Porque son inmorales? No. Los cristianos
observan mejor comportamiento que los de otras religiones.
¿Porque son un peligro para el gobierno? Nada de eso. Los
cristianos son los ciudadanos más pacíficos del mundo.
¿Porque practican ceremonias indebidas?” Y, describisteis
cómo, es el bautismo y cómo se celebra la Eucaristía,
demostrando así, que las ceremonias de los cristianos
son las más pacíficas y santas que existen. Y, por ello,
vos, terminasteis, entregado siendo al alcalde de Roma,
quien pudo oíros, luego de largo diálogo, y de vuestros
propios labios, fulminante respuesta: “Nada más honroso
para mí y para mis compañeros, y nada que más deseemos,
que, ofrecer nuestra vida en sacrificio por proclamar
el amor que sentimos por Nuestro Señor Jesucristo”. Y,
vos, con cinco valerosos hombres y una mujer virtuosa,
fuisteis azotados vil y cruelmente, para luego cortaros
la cabeza. Y, así, pleno de gozo vuestra alma, voló hacia
Dios, conjuntamente con vuestros compañeros para,
coronada ser, con justicia, con corona de luz y eternidad,
como justo premio a vuestra entrega increíble de amor.
Santo Patrono de los Filósofos del orbe de la tierra;
¡oh!, San Justino, “viva apología del Dios de la Vida”.

 
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1 de Junio
San Justino Mártir
Año 165


No fue sacerdote, sino simplemente un laico, y fue el primer apologista cristiano. Se llama apologista al que escribe en defensa de algo. Y Justino escribió varias apologías o defensas del cristianismo. Sus escritos ofrecen detalles muy interesantes para saber cómo era la vida de los cristianos antes del año 200 y cómo celebraban sus ceremonias religiosas.

El mismo Justino cuenta que él era un Samaritano, porque nació en la antigua ciudad de Siquem, capital de Samaria (ciudad que en su tiempo se llamaba Naplus). Sus padres eran paganos, de origen griego, y le dieron una excelente educación, instruyéndolo lo mejor posible en filosofía, literatura e historia.

Durante algún tiempo se dedicó a estudiar la ciencia que enseñaban los que seguían la corriente llamada “estoicismo”, pero luego dejó esa religión porque se dio cuenta de que no le enseñaban nada seguro acerca de Dios.

Un día que paseaba junto al mar, meditando acerca de Dios, vio que se le acercaba un venerable anciano, el cual le dijo: – Si quiere saber mucho acerca de Dios, le recomiendo estudiar la religión cristiana, porque es la única que habla de Dios debidamente y de manera que el alma queda plenamente satisfecha. El anciano le recomendó que le pidiera mucho a Dios la gracia de lograr saber más acerca de El, y le recomendó la lectura de la S. Biblia.

Justino se dedicó a leer la S. Biblia y allí encontró maravillosas enseñanzas que antes no había logrado encontrar en ningún otro libro. Tenía unos treinta años cuando se convirtió, y en adelante el estudio de la Sagrada Escritura fue para él lo más provechoso de toda su existencia.

El santo cuenta que cuando todavía no era cristiano, había algo que lo conmovía profundamente y era ver el valor inmenso con el cual los mártires preferían los más atroces martirios, con tal de no renegar de su fe en Cristo, y que esto lo hacia pensar: “Estos no deben ser criminales porque mueren muy santamente y Cristo en el cual tanto creen, debe ser un ser muy importante, porque ningún tormento les hace dejar de creer en El”.

Los paganos conocían poco del cristianismo porque había pocos escritos que defendieran nuestra santa religión. Y Justino se convenció de que muchos paganos llegarían a ser cristianos si leían un libro donde se les comprobara filosóficamente que el cristianismo es la religión más santa de la tierra. Y se convenció de que es una grave obligación de los que están convencidos de la santidad de nuestra religión, tratar de animar a otros para que lleguen también a pertenecer al cristianismo. A él le llamaban la atención aquellas palabras del Libro del Eclesiástico en la S. Biblia: “Tener sabiduría y guardársela para uno mismo sin comunicarla a los demás, es una infidelidad y una inutilidad”. Por eso se propuso recoger todas las pruebas que pudo y publicar sus “Apologías” en favor de la religión de Jesucristo.

Ataviado con las vestimentas características de los filósofos, Justino recorrió varios países y muchas ciudades, discutiendo con los paganos, con los herejes y los judíos, tratando de convencerlos de que el cristianismo es la religión verdadera y la mejor de todas las religiones.

En Roma tuvo Justino una gran discusión filosófica con un filósofo cínico llamado Crescencio, en la cual le logró demostrar que las enseñanzas de los cínicos (que no respetan las leyes morales) son de mala fe y demuestran mucha ignorancia en lo religioso. Crescencio, lleno de odio al sentirse derrotado por los argumentos de Justino, dispuso acusarlo de cristiano, ante el alcalde de la ciudad. Había una ley que prohibía declararse públicamente como seguidor de Cristo. Y además en el gobierno había ciertos descontentos porque Justino había dirigido sus “Apologías” al emperador Antonino Pío y a su hijo Marco Aurelio, exigiéndoles que si en verdad querían ser piadosos y ser justos tenían que respetar a la religión cristiana que es mejor que las demás.

En sus famosos libros de Apologías (o defensa del cristianismo) nuestro santo les decía a los gobernantes de ese tiempo: ¿Por qué persiguen a los seguidores de Cristo? ¿Porque son ateos? No lo son. Creen en el Dios verdadero. ¿Porque son inmorales? No. Los cristianos observan mejor comportamiento que los de otras religiones. ¿Porque son un peligro para el gobierno? Nada de eso. Los cristianos son los ciudadanos más pacíficos del mundo. ¿Porque practican ceremonias indebidas? Y les describe enseguida cómo es el bautismo y cómo se celebra la Eucaristía, y de esa manera les demuestra que las ceremonias de los cristianos son las más santas que existen.

Las actas que se conservan acerca del martirio de Justino son uno de los documentos más impresionantes que se conservan de la antigüedad. Justino es llevado ante el alcalde de Roma, y empieza entre los dos un diálogo emocionante:

Alcalde. ¿Cuál es su especialidad? ¿En qué se ha especializado?
– Justino. Durante mis primeros treinta años me dediqué a estudiar filosofía, historia y literatura. Pero cuando conocí la doctrina de Jesucristo me dediqué por completo a tratar de convencer a otros de que el cristianismo es la mejor religión.
Alcalde. – Loco debe de estar para seguir semejante religión, siendo Ud. tan sabio.
Justino. – Ignorante fui cuando no conocía esta santa religión. Pero el cristianismo me ha proporcionado la verdad que no había encontrado en ninguna otra religión.
Alcalde. ¿Y qué es lo que enseña esa religión?
Justino. – La religión cristiana enseña que hay uno solo Dios y Padre de todos nosotros, que ha creado los cielos y la tierra y todo lo que existe. Y que su Hijo Jesucristo, Dios como el Padre, se ha hecho hombre por salvarnos a todos. Nuestra religión enseña que Dios está en todas partes observando a los buenos y a los malos y que pagará a cada uno según haya sido su conducta.
Alcalde. – ¿Y Usted persiste en declarar públicamente que es cristiano?
Justino. – Sí declaro públicamente que soy un seguidor de Jesucristo y quiero serlo hasta la muerte.
El alcalde pregunta luego a los amigos de Justino si ellos también se declaran cristianos y todos proclaman que sí, que prefieren morir antes que dejar de ser amigos de Cristo.
Alcalde. – Y si yo lo mando torturar y ordeno que le corten la cabeza, Ud. que es tan elocuente y tan instruido ¿cree que se irá al cielo?
Justino. – No solamente lo creo, sino que estoy totalmente seguro de que si muero por Cristo y cumplo sus mandamientos tendré la Vida Eterna y gozaré para siempre en el cielo.
Alcalde. – Por última vez le mando: acérquese y ofrezca incienso a los dioses. Y si no lo hace lo mandaré a torturar atrozmente y haré que le corten la cabeza.
Justino. – Ningún cristiano que sea prudente va a cometer el tremendo error de dejar su santa religión por quemar incienso a falsos dioses. Nada más honroso para mí y para mis compañeros, y nada que más deseemos, que ofrecer nuestra vida en sacrificio por proclamar el amor que sentimos por Nuestro Señor Jesucristo.

Los otros cristianos gritaron que ellos estaban totalmente de acuerdo con lo que Justino acababa de decir.
Justino y sus compañeros, cinco hombres y una mujer, fueron azotados cruelmente, y luego les cortaron la cabeza.

Y el antiquísimo documento termina con estas palabras: “Algunos fieles recogieron en secreto los cadáveres de los siete mártires, y les dieron sepultura, y se alegraron que les hubiera concedido tanto valor, Nuestro Señor Jesucristo a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amen”.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Justino_6_1.htm)

31 mayo, 2016

La Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel







¡Oh!; Señora Nuestra María, Vos, Sois la que, en Vuestro
seno llevando al Dios de la Vida y Señor Nuestro, Jesucristo,
y que, de alborozo llena, visitasteis a vuestra santa prima
Isabel; entrasteis en casa de Zacarías y saludándola saltó
la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y
dijo a voz en grito: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito
el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la Madre
de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura
saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. Vos, María
dijisteis: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra
mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación
de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre
es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios
de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos
los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la
misericordia como lo había prometido a nuestros padres en
favor de Abraham y su descendencia por siempre”. Y, Vos,
María, os quedasteis con Isabel unos tres meses y después
volvisteis a vuestra casa. Y, Juan, más tarde, mientras con agua,
a los gentiles bautizaba en el río Jordán, los cielos de par en par
se abrieron, y el Espíritu Santo sobre Jesús se posó. Y, la voz
del Padre se oyó, que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien
tengo complacencia”. Y, en verdad así fue, es y será, por los
siglos de los siglos, hasta el final de los tiempos. Amén y Amén.
¡Oh!, Santa María Virgen, ”Viva y Santa Madre del Redentor”.

 
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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31 de Mayo
La Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel

Evangelio: Lucas 1, 39-56


En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -”¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.

María dijo: -”Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre”. María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Meditación

Esta lectura en su visión completa nos remonta a aquella primera mujer, Eva, y a la nueva Eva María; pues en el mismo libro, unos capítulos antes somos testigos de las palabras tan fuertes que Dios dirige a su pueblo con la misma imagen de la ciudad de Jerusalén, la llama impura, tirana, la trata de rebelde y desobediente. 

Así, Dios enaltece a María, la nueva Eva, madre de Dios a quién hoy veneramos en la fiesta de la Visitación.
Lo que viene a nuestra mente ante el nombre de María es la imagen de una mujer santa, de una mujer especialmente santa, tan fuera de lo común, de impresionantes virtudes. Por todo lo anterior, nos puede parecer poco humana, sin embargo hoy, la fiesta de la visitación de María a su prima Santa Isabel, presenta una realidad tan humana y tan sencilla como es el que ella, la madre de Dios, del Verbo divino vaya de visita.

Pensemos en Isabel, la prima visitada, una mujer también encinta como María. Las dos madres de dos hombres santos que morirían mártires, Juan el antecesor, Jesús el cumbre de la verdad y del amor de Dios a los hombres. Uno antes que el otro, preparando el camino. Jesús el Hijo de Dios, Juan el gran profeta de Dios. María es recibida por Isabel en un ambiente lleno de bondad, amor, felicidad, pero sobre todo de profundísima FE. Reconoce en María a la madre del Salvador, la creatura ha saltado de gozo en mi vientre al oírte, Maria. María la llena de gracia, la humilde contesta con el Magnificat. Es una radiografía del alma de María y del contenido de su generosidad y entrega absoluta y de su reconocimiento y alabanza a Dios, sin límite ni medida.

De Isabel podemos aprender la capacidad para conocer lo venido de Dios. Muchas personas convivían con María y no se dieron cuenta de las grandezas de Dios. Otras la persiguieron y abandonaron. La mayoría, no reconocieron a Dios en María. Isabel mujer de oración y de contemplación, sólo así se explica su reacción. Grandeza en María por acudir a su prima, santidad en Isabel por reconocer a la Madre de su Señor.

Oración

María, en mi caminar por la vida te pido auxilio constante. Sé mi guía y luz para no caer en los abismos de mi egoísmo y sensualidad. Calma mis ansias de mundo y purifica mis intenciones. Ayúdame a reconocer a Dios en todos y dame un corazón inflamado de amor a mis hermanos.

Dios, da a mi alma la gracia de querer, de gustar y de buscar fervientemente el que María habite en mi corazón. Así, Ella vigilará hasta verme un día gozando de ti en el cielo.

Propósito

Visitar a María y decirle que quiero recibirla en mi corazón todos los días de mi vida.

(http://www.mariologia.org/solemnidadlavisitacion27.htm)