16 enero, 2017

San Marcelo, Papa


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¡Oh!, San Marcelo, vos, sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo, que, honor hicisteis al significado de vuestro
nombre: “guerrero”, porque valerosamente enfrentasteis a
Diocleciano y su persecución impía y cruel; a los fieles
animando a permanecer fieles al cristianismo, aunque los
martirizaran, porque Dios, en la hora justa, premiaría a
sus hijos con la eternidad de la vida. Vos, la Iglesia
reorganizasteis, y, aunque Magencio emperador os desterró,
vos, seguisteis a Dios, celebrando, clandestinamente
en casa de Lucina, vuestra fiel sierva. San Dámaso, Papa
escribió vuestro epitafio y diciendo, que expulsado fuisteis
por haber sido acusado injustamente. Por ello, el “Libro
Pontifical”, afirma que en vez de iros al destierro, vos,
os escondisteis en la casa de una dama noble, llamada Lucina,
y que, desde allí siguisteis dirigiendo a los cristianos.
Además, un Martirologio, redactado en el siglo quinto, dice
que el emperador os descubrió dónde estabais escondido
e hizo trasladar sus mulas y caballos y os obligó a asearlos,
y que, en plena faena entregasteis vuestra alma a Dios,
para coronada ser, con corona de eterna luz, como justo
premio a vuestro amor y fidelidad. Quedan de vos, como vivo
recuerdo la “casa de Lucina”, toda en Templo convertida y,
que, además, vuestro santo y fidelísimo nombre lleva por siempre;
¡oh!, San Marcelo, Papa, “vivo guerrero de la luz de Cristo”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de Enero San Marcelo I Papa

En la serie de los Pontífices (que hasta 1994 ya eran 265) el Papa Marcelo ocupa el puesto número 30. Fue Pontífice por un año: del 308 al 309. El nombre “Marcelo” significa: “Guerrero”. Era uno de los más valientes sacerdotes de Roma en la terrible persecución de Diocleciano en los años 303 al 305.

Animaba a todos a permanecer fieles al cristianismo aunque los martirizaran. Elegido Sumo Pontífice se dedicó a reorganizar la Iglesia que estaba muy desorganizada porque ya hacía 4 años que había muerto el último Pontífice, San Marcelino. Era un hombre de carácter enérgico, aunque moderado, y se dedicó a volver a edificar los templos destruidos en la anterior persecución.

Dividió Roma en 25 sectores y al frente de cada uno nombró a un Presbítero (o párroco). Construyó un nuevo cementerio que llegó a ser muy famoso y se llamó “Cementerio del Papa Marcelo”. Muchos cristianos habían renegado de la fe, por miedo en la última persecución, pero deseaban volver otra vez a pertenecer a la Iglesia.

Unos (los rigoristas) decían que nunca más se les debía volver a aceptar. Otros (los manguianchos) decían que había que admitirlos sin más ni más otra vez a la religión. Pero el Papa Marcelo, apoyado por los mejores sabios de la Iglesia, decretó que había que seguir un término medio: sí aceptarlos otra vez en la religión si pedían ser aceptados, pero no admitirlos sin más ni más, sino exigirles antes que hicieran algunas penitencias por haber renegado de la fe, por miedo, en la persecución.

Muchos aceptaron la decisión del Pontífice, pero algunos, los más perezosos para hacer penitencias, promovieron tumultos contra él. Y uno de ellos, apóstata y renegado, lo acusó ante el emperador Majencio, el cual, abusando de su poder que no le permitía inmiscuirse en los asuntos internos de la religión, decretó que Marcelo quedaba expulsado de Roma. Era una expulsión injusta porque él no estaba siendo demasiado riguroso sino que estaba manteniendo en la Iglesia la necesaria disciplina, porque si al que a la primera persecución ya reniega de la fe se le admite sin más ni más, se llega a convertir la religión en un juego de niños.

El Papa San Dámaso escribió medio siglo después el epitafio del Papa Marcelo y dice allí que fue expulsado por haber sido acusado injustamente por un renegado. El “Libro Pontifical”, un libro sumamente antiguo, afirma que en vez de irse al destierro, Marcelo se escondió en la casa de una señora muy noble, llamada Lucina, y que desde allí siguió dirigiendo a los cristianos y que así aquella casa se convirtió en un verdadero templo, porque allí celebraba el Pontífice cada día.

Un Martirologio (o libro que narra historias de mártires) redactado en el siglo quinto, dice que el emperador descubrió dónde estaba escondido Marcelo e hizo trasladar allá sus mulas y caballos y lo obligó a dedicarse a asear esa enorme pesebrera, y que agotado de tan duros trabajos falleció el Pontífice en el año 309. La casa de Lucina fue convertida después en “Templo de San Marcelo” y es uno de los templos de Roma que tiene por titular a un Cardenal.

Señor Dios: concédenos la gracia de no renegar jamás de nuestras creencias cristianas, y haz que te ofrezcamos las debidas penitencias por nuestros pecados. Amen.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Marcelo_papa.htm)
Acerca de estos anuncios

15 enero, 2017

Domingo II (A) del tiempo ordinario

Día litúrgico: Domingo II (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Jn 1,29-34): En aquel tiempo, vio Juan venir Jesús y dijo: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que Él sea manifestado a Israel».

Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».

«He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo»

Rev. D. Joaquim FORTUNY i Vizcarro (Cunit, Tarragona, España)

Hoy hemos escuchado a Juan que, al ver a Jesús, dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). ¿Qué debieron pensar aquellas gentes? Y, ¿qué entendemos nosotros? En la celebración de la Eucaristía todos rezamos: «Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros / danos la paz». Y el sacerdote invita a los fieles a la Comunión diciendo: «Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo…».

No dudemos de que, cuando Juan dijo «he ahí el Cordero de Dios», todos entendieron qué quería decir, ya que el “cordero” es una metáfora de carácter mesiánico que habían usado los profetas, principalmente Isaías, y que era bien conocida por todos los buenos israelitas.

Por otro lado, el cordero es el animalito que los israelitas sacrifican para rememorar la pascua, la liberación de la esclavitud de Egipto. La cena pascual consiste en comer un cordero.

Y aun los Apóstoles y los padres de la Iglesia dicen que el cordero es signo de pureza, simplicidad, bondad, mansedumbre, inocencia… y Cristo es la Pureza, la Simplicidad, la Bondad, la Mansedumbre, la Inocencia. San Pedro dirá: «Habéis sido rescatados (…) con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo» (1Pe 1,18.19). Y san Juan, en el Apocalipsis, emplea hasta treinta veces el término “cordero” para designar a Jesucristo.

Cristo es el cordero que quita el pecado del mundo, que ha sido inmolado para darnos la gracia. Luchemos para vivir siempre en gracia, luchemos contra el pecado, aborrezcámoslo. La belleza del alma en gracia es tan grande que ningún tesoro se le puede comparar. Nos hace agradables a Dios y dignos de ser amados. 
Por eso, en el “Gloria” de la Misa se habla de la paz que es propia de los hombres que ama el Señor, de los que están en gracia.

Juan Pablo II, urgiéndonos a vivir en la gracia que el Cordero nos ha ganado, nos dice: «Comprometeos a vivir en gracia. Jesús ha nacido en Belén precisamente para eso (…). vivir en gracia es la dignidad suprema, es la alegría inefable, es garantía de paz, es un ideal maravilloso».

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2017-01-15)

14 enero, 2017

San Félix de Nola

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 ¡Oh!, San Félix de Nola, vos, sois el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo y que, con amor os abrazasteis a la cruz de Cristo,
para su soldado por siempre ser. Y, grande debió ser vuestra obra,
para que, a vos os rindieran homenajes otros santos. Padecisteis
las persecuciones por Decio y Valeriano. Pero, san Paulino,
poeta y obispo de Nola, escribió vuestra biografía y os tuvo, como
santo protector. También lo hicieron Beda, san Agustín y san
Gregorio Turonense, tanto que, san Dámaso Papa, os dedicó
un vívido poema. El impío Decio, para destruir la Iglesia, ordenó
apresar y procesar a los obispos, presbíteros y diáconos. Y,
entonces, Máximo Obispo, en las montañas de los Apeninos
se refugió, y, como vos, presbítero erais, en la ciudad os quedasteis
a cargo de vuestros fieles, para cuidarlos y protegerlos. Y, mientras
vuestro Obispo, en las montañas refugiado estaba, hambre,
frío, dolor y tristeza padeciendo; vos, amor, caridad y lealtad
le demostrasteis, socorriéndole y sorteando graves peligros y
riesgos de la persecución de vuestro tiempo. Así, tamaña fue vuestra
humildad, que os negasteis a reemplazar a Máximo y, preferisteis
quedaros como presbítero, para continuar evangelizando a vuestra
grey. Y, un día, arrestado fuisteis y conducido a la cárcel, atándoos
con cadenas, permaneciendo así, varios meses. Mientras tanto,
Máximo, vuestro obispo, fallecía, en las montañas. Os pidieron
ser obispo, pero volvisteis a negaros. Un tiempo más, vuestra alma
voló al cielo, luego de haberla gastado en buena lid, para corona
de luz recibir, como premio a vuestra entrega de amor y fidelidad;
¡oh!, San Félix de Nola, “vivo amor y fidelísimo siervo de Jesucristo”.


 © 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de enero
San Felix de Nola
Mártir


Señor Dios, Rey Omnipotente: tú que le permitiste a tu mártir San Félix conseguir favores tan maravillosos para sí y para sus devotos, haz que nuestra fe sea también tan grande que consigamos maravillosas intervenciones tuyas en favor nuestro y en favor de los que necesitan la ayuda de nuestra oración. Amen.

 
Nola es una pequeña y antiquísima ciudad, situada a unos 20 kilómetros de Nápoles. Allí vio la luz san Félix, cuyo nombre significa “feliz”, en el siglo III. Su padre Hermias era sirio, de profesión militar. Nuestro santo, en cambio, prefirió ser soldado de Cristo.

Poco sabemos de su infancia y juventud. Padeció las terribles persecuciones desatadas por Decio y por Valeriano. Por estas circunstancias carecemos de actas que hubieran podido proporcionar noticias precisas. Los rasgos más exactos que conocemos a través de san Paulino, poeta y obispo de Nola, quien escribió su biografía a fines del siglo IV y lo tuvo como santo protector. También escribieron sobre él Beda, san Agustín y Gregorio Turonense. El papa san Dámaso le dedicó un poema.

Para destruir la Iglesia, el emperador Decio ordenó prender y procesar principalmente a los obispos, presbíteros y diáconos. Gobernaba entonces la grey de Nola el obispo Máximo, cargado de años, quien se refugió en las montañas de los Apeninos. Félix, que era presbítero, se quedó en la ciudad para vigilar y proteger a los fieles.

No duró mucho tiempo la seguridad de Félix, pues Nola era una pequeña ciudad donde todos se conocían y él no disimuló su condición de cristiano. Arrestado y conducido a la cárcel, lo ataron con cadenas, y así permaneció durante meses. Por su parte, en las montañas, el obispo Máximo padecía hambre, frío, tristeza y dolor.

Félix fue un ejemplo de devoción al obispo. Socorrió a Máximo corriendo gravísimos riesgos y compartió con él la dura experiencia de la persecución.

Habiendo escapado de la furia desatada por Decio, Félix se vio nuevamente amenazado, junto con toda su comunidad, por las disposiciones que contra los cristianos dictó el emperador Valeriano, entre los años 256 y 257.

Al morir Máximo quisieron forzar a Félix a ocupar la silla episcopal, pero él rehusó tal dignidad, prefiriendo continuar como presbítero su misión evangelizadora. Murió el 14 de enero, se cree que del año 260. Fue enterrado en Nola y su sepulcro se convirtió en lugar de peregrinación. En Roma le fue consagrada una basílica.

Los campesinos de su tierra invocan a san Félix de Nola como protector de los ganados. San Gregorio de Tours ha escrito sobre los numerosos milagros operados junto a su tumba.


(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Felix_de_Nola.htm)

13 enero, 2017

San Hilario de Poitiers

¡Oh!, San Hilario, vos, sois el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo e ilustre defensor de la fe en vuestro tiempo.
Aquél que, con el verbo y la palabra esclarecer lograsteis,
la vana pretensión, que socavar intentaban los cimientos
de luz, que reposaban a vos, gracias, más fuertes y prístinos
por los siglos de los siglos. Y, todo por la gloria de Aquél
que todo lo ve: el Dios eterno. Vos, sosteníais la unidad
de Tres Personas distintas, y un solo Dios, y que, el Verbo,
Hombre se había hecho, para nuestra salvación. Entonces,
Constancio emperador, parte tomó de la arriana herejía, y
os desterró a Frigia y desde allí, decíais: “Permanezcamos
siempre en el destierro, con tal que se predique la verdad”.
Vos, nos legasteis vuestro “Tratado de los Sínodos” y los doce
libros Sobre la Trinidad, vuestra obra maestra. Pero, todo
mal, su fin tiene, y volvisteis a Poitiers, recibido siendo
por los católicos, listo para realizar vuestra labor de exégesis.
Compusisteis también himnos y os atribuyeron con clara razón
el “Gloria in excelsis”, y además el primero en introducir
los cánticos en las iglesias de Occidente. Y, por vuestro
profundo amor a ella, y su defensa, os llaman el “Atanasio
de Occidente”. Además, vos, tuvisteis numerosos discípulos,
y el más ilustre de todos ellos fue San Martín de Tours, y
muchos fueron los herejes que convertisteis. Hoy, corona de luz,
lucís como premio justo a vuestra grande entrega de amor y fe;
¡Oh!, San Hilario de Poitiers, “vivo y glorioso defensor de la fe”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado __________________________________

13 de enero
San Hilario de Poitiers
Obispo y doctor de la Iglesia


Su nombre significa “sonriente”, nació en Poitiers, Francia, hacia el año 315. Sus padres eran nobles, pero gentiles. Ávido de saber, cultivó las letras y la filosofía. Después dio con los libros sagrados, y el Evangelio de San Juan iluminó su espíritu. En el año 345 recibió el bautismo. Desde entonces vivió con tanta honestidad y virtud que, al fallecer el obispo de Poitiers, fue escogido para ocupar aquella sede. Era el año 350.

El siglo en que vivió Hilario estaba convulsionado por contiendas dogmáticas, sobre todo por la herejía arriana, que afirmaba que el Verbo no era Dios, sino sólo la primera de las criaturas creadas por Dios.
 Hilario sostenía, de acuerdo con la ortodoxia, la unidad de las tres personas, y que el Verbo divino se había hecho hombre para convertir en hijos de Dios a los que lo recibiesen. Los seguidores de Arrio consiguieron que el emperador Constancio, inficionado de la herejía, desterrase a Hilario a Frigia, provincia romana de Asia, situada en la extremidad del Imperio. Hacia allí se dirigió a fines del 356.

Durante cuatro años recorrió las ciudades de Oriente, discutiendo. “Permanezcamos siempre en el destierro -repetía- con tal que se predique la verdad”. Al mismo tiempo enviaba a Occidente su tratado de los Sínodos y en 359 los doce libros Sobre la Trinidad, que se consideraba su mejor obra.

Llamado por una orden general del emperador, asistió al concilio que se realizó en Seleucia de Isauria, ciudad del Asia Menor, en la región montañosa de Tauro. Allí trató Hilario sobre los altos y dificultosos misterios de la fe. Después pasó a Constantinopla, donde en un escrito presenta al emperador como Anticristo. Considerado como un agitador e intimidados por su intrepidez, sus mismos enemigos trabajaron para echarlo de Oriente.

Así volvió Hilario a Poitiers. San Jerónimo refiere el júbilo con que fue recibido por los católicos. Allí realizó una profunda labor de exégesis, en los tratados que escribió sobre los divinos misterios, sobre los salmos y sobre san Mateo. Compuso también himnos y algunos le atribuyeron el “Gloria in excelsis”.

Según Isidoro de Savella, Hilario fue el primero que introdujo los cánticos en las iglesias de Occidente. Vuelve a la lucha. En Milán está el arriano Auxencio. Hilario lo combate con su característica intrepidez y es condenado a abandonar Italia bajo pretexto de introducir la discordia en la Iglesia de esa ciudad.

Tuvo Hilario numerosos discípulos, el más ilustre de ellos san Martín de Tours, y muchos fueron los herejes que convirtió. Murió el 13 de enero del año 368. Sus reliquias reposaron en Poitiers hasta el año 1652, en que fueron sacrílegamente quemadas por los hugonotes. Se le ha dado el título de Atanasio de Occidente.

San Jerónimo y san Agustín lo llaman gloriosísimo defensor de la fe. Por la profunda influencia que ejerció como escritor, el papa Pío IX, a petición de los obispos reunidos en el sínodo de Burdeos, declaró a san Hilario doctor de la Iglesia.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Hilario.htm)

12 enero, 2017

San Arcadio


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 ¡Oh!, San Arcadio, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo.
Nada, os hizo pensar dos veces, que,
por amor a Dios, os negasteis a honrar
a falsarios dioses, terrible martirio
sufriendo y así, entregando vuestra
vida a quien os la dio. Al encontraros
totalmente mutilado, vos, os dirigisteis
a la comunidad pagana, exhortándolos a
abandonar a sus dioses falsos y a adorar
al único Dios verdadero, el Señor Jesús.
Los paganos se quedaron maravillados
de vuestro valor y fe y los cristianos
de aquél tiempo, recogieron vuestros
restos y empezaron a honrarlo como a
un gran santo. Así, acabaron con vuestro
cuerpo, pero vuestra alma, al cielo voló
prístina, para coronada ser de luz como
premio a vuestra entrega de amor y fe;
¡oh!, San Arcadio, “viva ventura de Dios”.


© 2017 Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Enero
San Arcadio de Mauritania
Mártir


Martirologio Romano: En Cesarea de Mauritania (hoy Argelia), san Arcadio, mártir, que se escondió en tiempo de persecución, pero, al ser detenido un familiar suyo se presentó espontáneamente al juez y, por negarse a sacrificar a los dioses, sufrió dolorosos tormentos hasta consumar su martirio (c. 304).

Etimología: Arcadio = Aquel que es venturoso, es de origen griego.

Se desconoce la fecha exacta de su martirio, pero parece que tuvo lugar en alguna ciudad de Mauritania, probablemente en Cesarea, la capital.

Las persecuciones estaban en todo su furor y miles de cristianos eran torturados por los soldados romanos sin esperar la sentencia del juez.

En tan terribles circunstancias, San Arcadio se retiró a la soledad.

Sin embargo, el gobernador de la ciudad al saber que no se había presentado a los sacrificios públicos, capturó a un pariente y lo mantuvo como rehén hasta que el prófugo se presentara. Al saberlo, el mártir volvió a la ciudad y se entregó al juez quien lo obligó a que se sacrificase a los dioses.

Ante su negativa, el juez lo condenó a muerte, cortando cada uno de sus miembros de manera lenta.

Al encontrarse totalmente mutilado, el mártir se dirigió a la comunidad pagana, exhortándolos a abandonar a sus dioses falsos y a adorar al único Dios verdadero, el Señor Jesús.

Los paganos se quedaron maravillados de tanto valor y los cristianos recogieron su cadaver y empezaron a honrarlo como a un gran santo.

Hoy También celebramos a San Modesto, Mártir


(http://www.es.catholic.net/santoraldehoy/)

11 enero, 2017

San Higinio,Papa


 
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¡Oh!, San Higinio, vos, sois el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo. Y, hay que decirlo, a vos, os debemos, que
hayáis determinado varias atribuciones del clero y que,
definieras los grados de la jerarquía eclesiástica. Además,
instituisteis el padrino y la madrina, en el bautismo
de los recién nacidos, para, en la vida cristiana guiarlos.
También, que las iglesias viviesen siempre consagradas.
Se os consideró como filósofo y como tal, os comportasteis
durante vuestro pontificado, contra los gnósticos luchando
con arador de corazón. Erais hombre de superior ingenio,
de eminente sabiduría, de extraordinaria grandeza de alma,
de inflexible tesón, y de inacabable intrepidez, que mirasteis
con desprecio los mayores peligros, tanto que, parecíais
buscar la corona del martirio, y que, hallándola al fin,
terminasteis y donde vuestra prístina alma, al cielo voló,
luego de haber gastado vuestra santa vida, por Cristo Jesús,
Dios y Señor Nuestro, para coronado ser con corona eterna
de luz, como premio, a vuestra grande entrega de amor;
¡Oh!, San Higinio, “vivo amor y fe por el Dios de la Vida”.

 
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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11 de Enero
San Higinio Papa
Grecia 136-140
Mártir Ateniense


Elegido en 136, murió en el 140. Determinó varias atribuciones del clero y definió los grados de la jerarquía eclesiástica. Instituyó el padrino y la madrina en el bautismo de los recién nacidos para guiarlos en la vida cristiana y decretó que las iglesias viniesen consagradas.

S. HIGINIO (136-140) Nació en Atenas. Se le consideró un filósofo y como tal se comportó duran-te su pontificado, sobre todo en la lucha contra los gnósticos. Tuvo que encararse en particular a Cerdón, quien negaba la validez del Antiguo Testamento y de parte del Evangelio de S. Lucas.

Dictó algunas disposiciones destinadas a reglamentar una jerarquía de sacerdotes que iba formándose; medida que se hizo necesaria si se considera la creciente expansión de las comunidades cristianas.

Dispuso la presencia de un padrino o de una madrina en el bautizo de los niños, con el fin de guiarles y aleccionarles en la vida cristiana. Prescribió que las iglesias fueran dedicadas.

La suya fue una época de persecuciones. En una de éstas probablemente fue martirizado. Fue enterrado cerca de la tumba de S. Pedro.
San Higinio fue griego de nación, natural de Atenas, hijo de un filósofo, cuyo nombre y genealogía se ignora, quien por su eminente y recomendables prendas ascendió a la cátedra apostólica por muerte de San Telésforo, hacia la mitad del siglo II, en el reinado del emperador Antonino Pío.

En tiempo de su pontificado fueron muchas y graves las calamidades del mundo, y con especialidad del Imperio romano; y atribuyendo los gentiles estos males y castigos a la divina Justicia, a los vicios y delitos de los cristianos; enemigos de sus dioses, con esta falsa preocupación los perseguían de muerte, con el fin de aplacar el enojo de sus ídolos, a quienes suponían gravemente ofendidos.

No menos cruel que la persecución de los paganos fue la que sobrevino a la Iglesia en la época de este Papa por la malignidad de los herejes, que no perdonaban medio alguno para corromper la pureza de la fe y la santidad de las costumbres. Casi todos los enemigos declarados de Jesucristo habían concurrido a Roma con la perversa intención de envenenar la fuente de matriz de la doctrina evangélica, con singular atractivo y cultos modales hacía grandes progresos en su secta, engañando al vulgo con su doctrina afectación de reforma y una muy bien estudiada exterioridad de virtud.

Marción, otro famoso heresiarca, separado de la Iglesia por su mismo padre, obispo después de viudo, no pudiendo conseguir en Roma ser admitido a la comunión de los fieles, por más que se cubrió con la máscara de virtud y austeridad, precipitado por la herejía de Cerdon, añadiendo muchas impiedades a las de aquel perverso maestro, engañó a muchos sencillos y simples con las apariencias de arrepentido y devoto. Contra estos y otros herejes tuvo que luchar Higinio; y como era un hombre de superior ingenio, de eminente sabiduría, de extraordinaria grandeza de alma, de inflexible tesón, y de tanta intrepidez, que miraba con desprecio los mayores peligros, les persiguió hasta exterminarles, y no perdonó diligencia alguna para precaver a su rebaño de la ponzoña con el antídoto oportuno.

Mucho sirvió para la consecución de progresos tan felices San Justino Mártir, luz brillante de su siglo, y después mártir de Jesucristo, quien por aquel tiempo compuso su doctísima Apología en favor de los cristianos, capaz de confundir vergonzosamente a todos los enemigos del Evangelio, teniéndose por dichoso en contribuír a las empresas de tan gran Pontífice, a cuya vigilancia y celo se debió el fervor que en su tiempo acreditaron los fieles a pesar de las persecuciones de los gentiles y esfuerzos de los herejes.

Conseguidos tan recomendables triunfos, aplicó a la reforma del clero en los grados de su jerarquía; porque aunque ésta se hallaba ya establecida desde el tiempo apostólico con varios reglamentos posteriores de disciplina, confundidos unos, y relajados otros con motivo de las persecuciones de Trajano y Adriano, según escribe Baronio, los restituyó y perfeccionó Higinio, ordenando en cada uno de los grados eclesiásticos el modo y forma de ejercer sus respectivas funciones. También estableció muchos decretos útiles, entre ellos varios ritos y ceremonias para la celebración del Santo Sacrificio.

Señaló asimismo que fuese uno el padrino o madrina en el Bautismo, por haberse introducido mayor número, con inhibición de que lo fuese en el sacramento de la Confirmación el del Bautismo. Igualmente mandó que en la consagración de los templos se celebrase el Santo Sacrificio de la Misa, y que las Iglesias no se erigiesen o demoliesen sin licencia de los obispos, prohibiendo que lo cedido para el culto divino sirviese en usos profanos. Tres veces hizo órdenes en el mes de diciembre, en las que creó quince presbíteros, cinco diáconos, y siete obispos para diferentes Iglesias.

Hacía mucho tiempo que suspiraba nuestro Santo por la corona del martirio. Aquel ardiente celo que mostraba en todas sus acciones y providencias por dilatar el reino de Jesucristo, y consevar en su pureza el Sagrado Depósito de la Fe, le hacía acreedor a este favor del cielo; el cual alcanzó en efecto con la persecución de Antonio Pío, el 11 de enero del año 140, después de haber gobernado la nave de la Iglesia cuatro años, tres meses y ocho días, sufriendo infinitos trabajos y fatigas por la defensa de la religión cristiana.

Legado de San Higinio: Jerarquizó los grados del clero eclesiástico, permitió en el sacramento del bautismo el padrino y la madrina.


(http://www.oremosjuntos.com/Papa/SanHiginio.html)

10 enero, 2017

Sor Ana de los Ángeles Monteagudo


¡Oh!, Beata Ana de los Ángeles Monteagudo, vos,
sois la hija del Dios de la vida y su amada santa y
que, perteneciendo a la Orden de Predicadores,
con vuestros dones de consejo y de profecía os
dedicasteis a promover el bien de toda vuestra
ciudad. Vos, conforme a las costumbres de la época,
internada por vuestros padres en el monasterio
de Santa Catalina fuisteis, y más tarde, retirada
por ellos mismos, para vivir en el “mundo”, donde
rechazasteis la vida matrimonial. Pero, en vos, ardía
desde siempre, las ansias de haceros religiosa. Y,
así fue, pues lo pusisteis en práctica ante la reacción
de vuestros padres, soportando con paciencia y
ánimo, todas las contrariedades que ello significaba
y emprendisteis la senda de la perfección, añadiendo
a vuestro nombre el apelativo “de los Ángeles”.
La vida conventual no os arredra y viviendo con
Amor y entusiasmo el ideal de Domingo de Guzmán
y de Catalina de Siena, os abrazasteis a la Cruz de
Cristo. Vuestra santa vida os catapultó para ser
Maestra de novicias y más tarde Priora. Vos, os
empeñasteis con energía y a la vez entusiasmo la
reforma de vuestro monasterio, amonestando y
corrigiendo, animando y promoviendo el amor a
Cristo de todas vuestras hermanas, en medio de
de obstáculos, pues no todas estaban imbuidas
del deseo de perfección. En medio de ello, pudo
más vuestro sentido caritativo, pues socorristeis
de manera, abnegada y heroica a las víctimas
de la peste, que azotó Arequipa. Vos, orabais
constantemente, y cada cosa que hacíais estaba
de perfección llena. Vuestras virtudes religiosas,
las ejercíais con serenidad y mostrabais paciencia
en los sufrimientos con que Dios os probaba. Y,
así, rodeada de vuestras hermanas, voló vuestra
alma al cielo, para coronada ser con corona de luz
con justo permio a vuestra entrega grande de amor;
¡oh!, Beata Ana de los Ángeles Monteagudo, “luz”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Enero
Beata Ana de los Ángeles Monteagudo
Dominica

Por: Fuente: ACI Prensa

Martirologio Romano: En la ciudad de Arequipa, en Perú, beata Ana de los Ángeles Monteagudo, virgen de la Orden de Predicadores, que con sus dones de consejo y profecía se dedicó a promover el bien de toda la ciudad (1686).

Fecha de beatificación: 2 de febrero de 1985 por el Papa Juan Pablo II.

Nació en Arequipa el 26 de julio de 1602, hija del español Sebastián Monteagudo de la Jara y de la arequipeña Francisca Ponce de León.

Conforme a costumbres de la época, Ana fue internada por sus padres en el monasterio de Santa Catalina.

Vuelta al hogar por decisión de sus padres, no le satisfacieron los halagos del mundo ni las perspectivas de un ventajoso matrimonio.

Deseaba hacerse religiosa y lo puso en práctica ante la indignada reacción de sus padres.
Soportó con paciencia y ánimo invicto las contrariedades y emprendió la senda de la perfección.
En 1618 inicia el noviciado y añade a su nombre el apelativo “de los Ángeles”.

La aspereza de la vida conventual no la arredra. Vive con entusiasmo el ideal de Domingo de Guzmán y de Catalina de Siena.

Con el tiempo llega a ser Maestra de novicias y Priora (1647).

Acomete con energía la reforma del monasterio. Amonesta y corrige, anima y promueve. Además de las profesas, habitaban por esa época en el monasterio cerca de 300 personas, no todas imbuidas del deseo de perfección.

La obra de Ana de los Ángeles chocó con oposiciones tenaces. Sor Ana atendió asimismo, abnegada y heroicamente, a las víctimas de una peste que azotó Arequipa.

Tuvo altísima oración, esmerada perfección en las virtudes propias de la vida religiosa, serenidad y paciencia en los sufrimientos.

Falleció el 10 de enero de 1686 y fue Beatificada en Arequipa por Juan Pablo II en 1985.


(http://es.catholic.net/op/articulos/35810/ana-de-los-ngeles-monteagudo-beata.html)