07 marzo, 2017

Santas Perpetua y Felicidad



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¡Oh!, Santas Perpetua y Felicidad; vosotras, sois las hijas
del Dios de la vida, y sus amadas santas. Aquellas mujeres
y jóvenes madres, que, entregasteis vuestro corazón, abierto
a Jesús, en tiempos de idolatría y paganismo. “Yo lo que más
le pedía a Dios era que nos concediera un gran valor para
ser capaces de sufrir y luchar por nuestra santa religión”.
“Desde que tuve a mi pequeñín junto a mí, ya aquello no
Me parecía una cárcel sino un palacio, y me sentía llena de
alegría. Y el niño también recobró su alegría y su vigor”.
“Y, yo que soy cristiana, no me puedo llamar pagana, ni de
ninguna otra religión, porque soy cristiana y lo quiero ser
para siempre”. Respondisteis a vuestro padre, Perpetua, que
os rogaba volveros pagana. Vuestros verdugos os decían:
“Ahora se queja por los dolores de dar a luz. ¿Y cuando le
lleguen los dolores del martirio qué hará? Y, respondisteis:
“Ahora soy débil porque la que sufre es mi pobre naturaleza.
Pero cuando llegue el martirio me acompañará la gracia de
Dios, que me llenará de fortaleza”. A los condenados a muerte
se les permitía hacer una “cena de despedida” y vosotras,
acompañadas de los demás mártires, hicisteis de la vuestra
una “Cena Eucarística”. Y, dos santos diáconos os llevaron
la santa comunión, y después de orar y animaros unos a otros
os abrazasteis y despedisteis con el beso de la paz. ¡Todos
animosos y alegres de entregar la vida y proclamar su fe
en Jesucristo! Y, de pronto vuestra hora os llegó, y envueltas
en una red, una furiosa vaca os corneó casi hasta morir y
saliendo airosas, dijisteis Perpetua: ¿Y dónde está esa tal
vaca que nos iba a cornear? Y, luego el impío pagano pueblo,
a gritos pidió que os cortaran vuestras cabezas. A vos,
Felicidad, os cortaron la cabeza; pero, el verdugo que os
tenía que mataros a vos, Perpetua, erró el golpe, y luego
extendiendo vuestra cabeza, le indicasteis dónde os debía
de dar el machetazo. Y, así, vuestras almas volaron al cielo,
para coronadas ser de luz, como premio a vuestro grande amor;
¡oh!, Santas Perpetua y Felicidad, “vivas mártires de Cristo”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Marzo
Santas Perpetua y Felicidad
Mártires
(año 203)



Estas dos santas murieron martirizadas en Cartago (África) el 7 de marzo del año 203.

Perpetua era una joven madre, de 22 años, que tenía un niñito de pocos meses. Pertenecía a una familia rica y muy estimada por toda la población. Mientras estaba en prisión, por petición de sus compañeros mártires, fue escribiendo el diario de todo lo que le iba sucediendo.

Felicidad era una esclava de Perpetua. Era también muy joven y en la prisión dio a luz una niña, que después los cristianos se encargaron de criar muy bien.

Las acompañaron en su martirio unos esclavos que fueron apresados junto a ellas, y su catequista, el diácono Sáturo, que las había instruido en la religión y las había preparado para el bautismo. A Sáturo no lo habían apresado, pero él se presentó voluntariamente.

Los antiguos documentos que narran el martirio de estas dos santas, eran inmensamente estimados en la antigüedad, y San Agustín dice que se leían en las iglesias con gran provecho para los oyentes. Esos documentos narran lo siguiente.

El año 202 el emperador Severo mandó que los que siguieran siendo cristianos y no quisieran adorar a los falsos dioses tenían que morir.

Perpetua estaba celebrando una reunión religiosa en su casa de Cartago cuando llegó la policía del emperador y la llevó prisionera, junto con su esclava Felicidad y los esclavos Revocato, Saturnino y Segundo.

Dice Perpetua en su diario: “Nos echaron a la cárcel y yo quedé consternada porque nunca había estado en un sitio tan oscuro. El calor era insoportable y estábamos demasiadas personas en un subterráneo muy estrecho. Me parecía morir de calor y de asfixia y sufría por no poder tener junto a mí al niño que era tan de pocos meses y que me necesitaba mucho. Yo lo que más le pedía a Dios era que nos concediera un gran valor para ser capaces de sufrir y luchar por nuestra santa religión”.

Afortunadamente al día siguiente llegaron dos diáconos católicos y dieron dinero a los carceleros para que pasaran a los presos a otra habitación menos sofocante y oscura que la anterior, y fueron llevados a una sala a donde por lo menos entraba la luz del sol, y no quedaban tan apretujados e incómodos. Y permitieron que le llevaran al niño a Perpetua, el cual se estaba secando de pena y acabamiento. Ella dice en su diario: “Desde que tuve a mi pequeñín junto a mí, ya aquello no me parecía una cárcel sino un palacio, y me sentía llena de alegría. Y el niño también recobró su alegría y su vigor”. Las tías y la abuelita se encargaron después de su crianza y de su educación.

El jefe del gobierno de Cartago llamó a juicio a Perpetua y a sus servidores. La noche anterior Perpetua tuvo una visión en la cual le fue dicho que tendrían que subir por una escalera muy llena de sufrimientos, pero que al final de tan dolorosa pendiente, estaba un Paraíso Eterno que les esperaba. Ella narró a sus compañeros la visión que había tenido y todos se entusiasmaron y se propusieron permanecer fieles en la fe hasta el fin.

Primero pasaron los esclavos y el díacono. Todos proclamaron ante las autoridades que ellos eran cristianos y que preferían morir antes que adorar a los falsos dioses.

Luego llamaron a Perpetua. El juez le rogaba que dejara la religión de Cristo y que se pasara a la religión pagana y que así salvaría su vida. Y le recordaba que ella era una mujer muy joven y de familia rica. Pero Perpetua proclamó que estaba resuelta a ser fiel hasta la muerte, a la religión de Cristo Jesús. Entonces llegó su padre (el único de la familia que no era cristiano) y de rodillas le rogaba y le suplicaba que no persistiera en llamarse cristiana. Que aceptara la religión del emperador. Que lo hiciera por amor a su padre y a su hijito. Ella se conmovía intensamente pero terminó diciéndole: ¿Padre, cómo se llama esa vasija que hay ahí en frente? “Una bandeja”, respondió él. Pues bien: “A esa vasija hay que llamarla bandeja, y no pocillo ni cuchara, porque es una bandeja. Y yo que soy cristiana, no me puedo llamar pagana, ni de ninguna otra religión, porque soy cristiana y lo quiero ser para siempre”.

Y añade el diario escrito por Perpetua: “Mi padre era el único de mi familia que no se alegraba porque nosotros íbamos a ser mártires por Cristo”.

El juez decretó que los tres hombres serían llevados al circo y allí delante de la muchedumbre serían destrozados por las fieras el día de la fiesta del emperador, y que las dos mujeres serían echadas amarradas ante una vaca furiosa para que las destrozara. Pero había un inconveniente: que Felicidad iba a ser madre, y la ley prohibía matar a la que ya iba a dar a luz. Y ella sí deseaba ser martirizada por amor a Cristo. 

Entonces los cristianos oraron con fe, y Felicidad dio a luz una linda niña, la cual le fue confiada a cristianas fervorosas, y así ella pudo sufrir el martirio. Un carcelero se burlaba diciéndole: “Ahora se queja por los dolores de dar a luz. ¿Y cuando le lleguen los dolores del martirio qué hará? Ella le respondió: “Ahora soy débil porque la que sufre es mi pobre naturaleza. Pero cuando llegue el martirio me acompañará la gracia de Dios, que me llenará de fortaleza”.

A los condenados a muerte se les permitía hacer una Cena de Despedida. Perpetua y sus compañeros convirtieron su cena final en una Cena Eucarística. Dos santos diáconos les llevaron la comunión, y después de orar y de animarse unos a otros se abrazaron y se despidieron con el beso de la paz. Todos estaban a cual de animosos, alegremente dispuestos a entregar la vida por proclamar su fe en Jesucristo.
A los esclavos los echaron a las fieras que los destrozaron y ellos derramaron así valientemente su sangre por nuestra religión.
Antes de llevarlos a la plaza los soldados querían que los hombres entraran vestidos de sacerdotes de los falsos dioses y las mujeres vestidas de sacerdotisas de las diosas de los paganos. Pero Perpetua se opuso fuertemente y ninguno quiso colocarse vestidos de religiones falsas.
El diácono Sáturo había logrado convertir al cristianismo a uno de los carceleros, llamado Pudente, y le dijo: “Para que veas que Cristo sí es Dios, te anuncio que a mí me echarán a un oso feroz, y esa fiera no me hará ningún daño”. Y así sucedió: lo amarraron y lo acercaron a la jaula de un oso muy agresivo. El feroz animal no le quiso hacer ningún daño, y en cambio sí le dio un tremendo mordisco al domador que trataba de hacer que se lanzara contra el santo diácono. Entonces soltaron a un leopardo y éste de una dentellada destrozó a Sáturo. Cuando el diácono estaba moribundo, untó con su sangre un anillo y lo colocó en el dedo de Pudente y este aceptó definitivamente volverse cristiano.

A Perpetua y Felicidad las envolvieron dentro de una malla y las colocaron en la mitad de la plaza, y soltaron una vaca bravísima, la cual las corneó sin misericordia. Perpetua únicamente se preocupaba por irse arreglando los vestidos de manera que no diera escándalo a nadie por parecer poco cubierta. Y se arreglaba también los cabellos para no aparecer despeinada como una llorona pagana. La gente emocionada al ver la valentía de estas dos jóvenes madres, pidió que las sacaran por la puerta por donde llevaban a los gladiadores victoriosos. Perpetua, como volviendo de un éxtasis, preguntó: ¿Y dónde está esa tal vaca que nos iba a cornear?

Pero luego ese pueblo cruel pidió que las volvieran a traer y que les cortaran la cabeza allí delante de todos. Al saber esta noticia, las dos jóvenes valientes se abrazaron emocionadas, y volvieron a la plaza. A Felicidad le cortaron la cabeza de un machetazo, pero el verdugo que tenía que matar a Perpetua estaba muy nervioso y equivocó el golpe. Ella dio un grito de dolor, pero extendió bien su cabeza sobre el cepo y le indicó al verdugo con la mano, el sitio preciso de su cuello donde debía darle el machetazo. Así esta mujer valerosa hasta el último momento demostró que si moría mártir era por su propia voluntad y con toda generosidad.

Estas dos mujeres, la una rica e instruida y la otra humilde y sencilla sirvienta, jóvenes esposas y madres, que en la flor de la vida prefirieron renunciar a los goces de un hogar, con tal de permanecer fieles a la religión de Jesucristo, ¿qué nos enseñarán a nosotros? Ellas sacrificaron un medio siglo que les podía quedar de vida en esta tierra y llevan más de 17 siglos gozando en el Paraíso eterno. ¿Qué renuncias nos cuesta nuestra religión? ¿En verdad, ser amigos de Cristo nos cuesta alguna renuncia? Cristo sabe pagar muy bien lo que hacemos y renunciamos por El.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Felicidad_y_Perpetua.htm)

06 marzo, 2017

Santa Rosa de Viterbo


  
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¡Oh!, Santa Rosa de Viterbo, vos, sois la hija del Dios
de la vida, y su amada santa, que por adorno teníais
la piedad, la caridad, la devoción, la elocuencia, la
sabiduría, la obediencia y el amor por lo divino y que,
a los tres años hicisteis votos de perpetua castidad,
paciencia, mansedumbre y compasión. Viendo a vuestra
madre de dolor sumida por la muerte de vuestra tía,
orasteis y orasteis y levantasteis vuestros ojos al
cielo y tocasteis el rostro de vuestra tía llamándola
por su nombre. Y, ella, en el acto, vida tomó y más
tarde pregonó vuestras virtudes a los cuatro vientos.
Vestir el hábito quisisteis de las “Damianitas”, pero,
rechazada fuisteis por ser menor de edad. Por ello, os
aislasteis y buscasteis la soledad del retiro en vuestra
casa, en continuas oraciones, ayunos, mortificaciones
y penitencias. Dios, os dotó de ciencias sobrenaturales,
y una erudición sagrada, revelándoos los misterios
de la Sagrada Escritura. En éxtasis visualizabais la
Gloria maravillosa de Dios y decíais a vuestra madre,
que no había fuerza en el corazón humano para contener
los impulsos del Amor Divino. Os visitó la Santa Madre
de Dios, cuando os creían ya, sin esperanzas de vida, y
os ordenó y reconfortó que, al día siguiente visitaseis
las Iglesias de San Francisco de Asis, la de Juan Bautista
y de Santa María del Podio; y luego vistieseis el hábito
de San Francisco, celebrando así, desposorios con Cristo,
saliendo luego a las calles de Viterbo a exhortar a
los pobladores al arrepentimiento y cambio en sus vidas
corrompidas. Y, así lo hicisteis. Nuestro Señor, se os
apareció vertiendo sangre y también para calmaros, con
un rostro dulce, benigno y hermoso. Nunca conocisteis
libros y sin embargo poseíais especial sabiduría y con
ella, convertíais masivamente a la fe. El maligno ardiendo
en rabia, planeó vuestro destierro que se convirtió
en “premio”. Viterbo, Soriano, Vitorchiano y la bruja
Maliarda saben de vos. “No me admitís viva, pero tiempo
vendrá en que me admitiréis muerta”, dijisteis al no ser
admitida en las Damianitas por vez segunda. Y, por ello,
decidisteis no predicar más y vivir en soledad. Y, avisada
por la luz de cielo de vuestra muerte, a vuestros ancianos
padres consolasteis. Y así, entregasteis vuestra alma
al cielo, para coronada con corona de luz por vuestro amor;
¡oh!, Santa Rosa de Viterbo, “vivo amor del Dios Vivo”
.

© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Marzo  
Santa Rosa de Viterbo  
Virgen

Nació en la ciudad de Viterbo, a 13 leguas de Roma, Italia, en el año de 1234. Sus padres Juan y Catalina la bautizaron en la parroquia de Santa María del Podio, con el nombre de Rosa.

Virtudes

Adornaban a Rosa, aparte de su santidad, la piedad, caridad, devoción, belleza de su rostro, elocuencia, gracia y donaire de sus acciones y movimientos, infusa sabiduría, obediencia, amor por lo divino. A los 3 años hizo votos de perpetua castidad, paciencia, mansedumbre, compasión y otros.

A los 3 años Resucita a su tía

Viendo Rosa tanta aflicción por el fallecimiento de la hermana de su madre; en momentos que iban a sepultarla, tras breve oración, levantó sus ojos al cielo, ante quien es dueño de la Vida y de la Muerte; tocó el frío rostro de su tía llamándola por su nombre; ella, al momento se reincorporó, haciéndose más tarde pregonera de las virtudes de su sobrina. Estos prodigios causaron en Viterbo enconadas opiniones entre católicos e Imperiales, herejes, cismáticos y seguidores del impío Federico II. De parte de los católicos, el sumo Pontífice envió un regimiento al mando del Cardenal Rainero Capoci, quien con ayuda del pueblo ferviente de Viterbo redujo al Gobernador el Conde Simión, éste a su vez dio aviso a Federico II, quien no tardó en mandas un ejército bien pertrechado, trabándose en fieros combates, de cuyas lides salieron victoriosos los católicos, retirándose los Imperiales con falsos pretextos.

Su retiro

Después de estos sucesos, la Santa Niña reconoció en las alabanzas y aplausos, aquel peligro que hace zozobrar la virtud y, cautelando su temor decidió por el retiro. Tratando de vestir el hábito de las Damianitas se dirigió al Convento de Santa María de las Rosas, donde fue rechazada pretextándosele minoría de edad. Así lo quizo Dios, le tenía deparada mayores empresas que cumplir en la Tierra en favor de la Divinidad. Buscó la soledad del retiro en su misma casa al lado de sus padres; durante 3 años vivió en continuas oraciones, ayunos, mortificaciones y penitencias; visitada solo por sus padres, su confesor el cura del Convento de Santa María del Podio y su tía quien fuera resucitada. El Señor la dotó de ciencias sobrenaturales, erudición sagrada, revelándole los Misterios de la Sagrada Escritura.

Padece de grave enfermedad a los 9 años

Los rigores de su retiro penitente hicieron que cayera enferma de fiebre maligna durante una año. En su éxtasis visualizaba la perfección de la Gloria maravillosa de Dios y decía de su Madre, que no había fuerza en el corazón humano para contener los impulsos del amor Divino. Cuando la creían ya sin esperanzas de vida, la Santísima Virgen la visitó, la reconfortó y le ordenó que la día siguiente visitase las Iglesias de San Francisco de Asis, la de Juan Bautista y de Santa María del Podio; vistiese el humilde hábito de San Francisco, celebrase dichosos desposorios con su dulcísimo Hijo y, saliese a las calles de Viterbo a exhortar a los pobladores a enmendarse y arrepentirse de sus corrompidas costumbres; que no la acobardasen las persecuciones, que tendría su apoyo en todo momento, dicho esto la bendijo y desapareció.

Viste el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y celebra dichosos Desposorios con Cristo

Rosa que había estado tan grave, se encuentra ahora en perfecta salud, debido a la protección de la Santísima Virgen María, cuyas órdenes comunicó a su Madre; disponiendo que una piadosa matrona noble de nombre Sita, oficiara de Madrina de Bodas. La vistieron con bonitas galas, adornos y joyas con el hábito talar de paño áspero que no fue previsto; que sin embargo, Rosa hizo aparecer debajo de la almohada, bien doblado y a su medida, vio como cordón el cabestro de jumentillo. Así salió de su casa, seguida de la gente devota, visitó las Iglesias enunciadas, su confesor ofició una misa en donde recibió en su corazón al Inmaculado Cordero celestial, al final de la misma dio gracias a su Divino Esposo por haberla elegido. Se despojó de todas la joyas y galas, ya de rodillas, su madrina le cortó su dorada cabellera y, con el crucifijo en la mano hizo los tres votos simples de Obediencia, Pobreza y Castidad.

Su padre cambia de actitud

Su Padre, por obra del demonio muy furioso castigó a Rosa, por las frecuentes prédicas y exposiciones en plazas y calles de Viterbo, con el consiguiente peligro sedicioso a que se exponía, más ella contestó: “Mucho temo que un vano temor turbe la luz de tu entendimiento y que más pueda las ilusiones del miedo que las evidencias de tanta maravillas como has visto a favor de mi celo.” En su Padre obró un cambio, que pidió perdón a su hija de 10 años de vida.

El Señor, atendiendo los amorosos deseos de Rosa, se le aparece en la Cruz vertiendo sangre y desfigurado su rostro, diciéndole que así, el amor a los hombres lo llevó hacia la afrentosa Cruz. Visión que le causó honda pena; mas queriendo consolarla se le aparece nuevamente pero esta vez con el rostro dulce, benigno y hermoso.

Bendiciones y aliento del Señor

Era maravilloso, Rosa de 10 años, que jamás manejó libros, poseyera sabiduría del más erudito, gracia de Dios con la que convertía masivamente a la fe, así: “Mientras Rosa predicaba en la Plaza principal de Viterbo, un pervertido hereje, lleno de furia diabólica pasando en medio de los oyentes, lastimó a la Niña en un brazo, ella, serenamente le dijo que sería castigado por Dios; en efecto, al tercer día se le cayó toda la barba y la cabellera, hecho que causó revuelo en Viterbo. En la Plaza principal en otra ocasión, subida ella sobre una piedra, se le perdía el Sermón, por su baja estatura, por lo que nuestro Señor hico que se levantara la piedra con ella, a una altura tal, que todos pudieron verla y escucharla suspensa hasta terminar la maravillosa exposición, descendiendo luego lentamente hasta su lugar de origen. Así el Altísimo bendecía y alentaba el corazón de Rosa.

Su destierro

Las masivas conversiones de herejes y cismáticos en Viterbo eran frecuentes y numerosas. El Gobernador del lugar cautelosamente arrestó a la Niña y a sus padres, temeroso de que se repitiese la sublevación anterior por parte de los creyentes.

Imponiéndose ante la Niña y sus padres les dijo que depusieran su actitud, al no conseguirlo, estuvo a punto de ordenar su ejecución, mas, sus acusadores disuadieron al tirano proponiéndole ocultarla. De todas maneras se ordenó su prisión, dictaminando finalmente el Juez su perpetuo destierro y la confiscación de bienes. Fue así, que una tarde helada de invierno fue sacada con su padres en dirección de la ciudad de Soriano; la Santa Niña disimulando su dolor por no afligir más a sus ancianos padres, pues consolándolos les decía: “Ahora sí se conoce lo que Dios nos ama, porque estas penas son momentáneas, en cambio el premio es eterno”, palabras que atenuaron en parte sus tribulaciones y de no ser por la protección Divina, habrían muerto de frío aquella noche en medio de la tempestad, porque iban escasos de abrigo y la Niña descalza. Así, tras una larga peregrinación llegaron a la ciudad de Soriano donde tuvieron un feliz recibimiento.

Triunfos en la ciudad de Soriano

Esta ciudad estaba infestada de herejes y cismáticos, Rosa llevando las maravillas de su erudición acerca del Evangelio logró convertirlos a la fe. En esta ciudad anunció el fallecimiento de Federico II, cruel Emperador perseguidor de la Santa Iglesia y desobediente al Sumo Pontífice; en efecto, días más tarde, en el año 1250, murió ahogado con una almohada por manos de su propio hijo poseído por la codicia y la ambición de ocupar el trono. Este anuncio maravilló a toda la ciudad.

Rosa predica en la ciudad de Vitorchianio

De Soriano prosigue a Vitorchiano. Aquí los pocos católicos que habían, estaban sojuzgados y oprimidos por una hechicera llamada Maliarda, instrumento del demonio, a quien Rosa opacó con sus sabias y elocuentes prédicas sobre el Evangelio. Con sólo sus 13 años de edad alcanzó gran número de conversiones; pero la finalidad de Rosa era convertir a la hechicera, antes que despreciarla por el mal que había ocasionado en este pueblo.

Rosa convierte a Maliarda

Rosa cura a una niña llamada Delicada de una ceguera congénita, imponiendo sus manos, toca los párpados con sus dedos y pronuncia en voz alta: “Delicada, en nombre del Dulcísimo Jesús, te doy la vista” y luego de hacer la señal de la Cruz, se abrieron sus ojos, como dos bellas estrellas. Este milagro en presencia de tanta gente fue un pregón clamoroso. Como decíamos, Rosa quería ganar para Dios el alma de la hechicera Maliarda y dejar burlada la astucia del demonio. Así que tanto a católicos como a cismáticos les pareció forzoso una contienda de Rosa contra Maliarda en el Templo Principal de la ciudad; pues, luego de una elocución nada convincente de Maliarda, Rosa contestó… que ella predicaba las enseñanzas del Salvador escritas en el Sagrado Evangelio y que Dios la había puesto a vista de todos para alumbrar tanta ceguedad. Al día siguiente entraría dentro de una pira encendida, para que todo el que viere las llamas y luces dé testimonio de la verdad; la Santa Niña, luego de orar y encomendarse, subió y entró a la hoguera encendida, cuyos resplandores publicaron la grandeza del Creador y descubrieron la hermosura de Rosa como cuando el oro sale del crisol. Este estupendo prodigio corrió los vicios y errores a todos los habitantes de Vitorchiano y permitió que se sujetaran a la obediencia del Sumo Pontífice y la Santa Iglesia.

Solemne Bula de Inocencio IV

El papa Inocencio IV informado de los servicio de Rosa a favor de la Iglesia, resolvió expedir una solemne Bula dirigida al Prior de Santo Domingo y al Archipiestre de San Sixto de Viterbo, para que se hiciera exacta y jurídica averiguación de las virtudes, obras y milagros de rosa. Esta Bula, es sin duda uno de los más esclarecidos elogios, que se pueden hacer de Santa rosa de Viterbo.

Rosa solicita vestir el hábito de las Damianitas y se la niegan

A Rosa le pareció que ya convenía tomar otro modo de vida más apropiado a su sexo y vocación. Al haber observado notoria mejoría en el estado espiritual de la ciudad de Viterbo, con menos herejes y cismáticos, pues tampoco el encierro en su casa cumplía los objetivos, dado que, sus paisanos la obligaban a dejar el retiro así que, determinó pedir el hábito de las Damianitas en el Convento de Santa María de las Rosas, donde su petición fue denegada por segunda vez; ya no con la excusa de su minoría de edad, sino por falta de vacancia. Conoció en pero, que la causa de no ser admitida era otra y respondió: “No me admitís viva, pero tiempo vendrá en que me admitiréis muerta”, lo cual se cumplió tal y conforme lo había anunciado. Resolvió entonces no predicar más y vivir en soledad, sepultando el silencia las voces de su fama.

Su muerte

Rosa, envuelta en su amada soledad se prepara para morir. avisada y revelada por luz del Cielo, días antes, previno a sus padres con gran discreción, consolándolos. Su acentuada debilidad, producto de sus fervorosas penitencias, dio lugar a su fallecimiento el 06 de Marzo de 1252, antes que cumpliera sus 18 años. Su cadáver quedó hermosísimo como si sólo durmiese. Su confesor, que la había asistido con la Santa Unción, estimó prudente dar secreta sepultura en el Templo de Santa María del Podio, su parroquia. La numerosa feligresía procedente de todos los estados concurría acongojada y muy afligida por su sentida muerte.

Nota: El presente documento es una trascripción del original suscrito por Don Hugo Mosquera Díaz (Sec. Adm. Sec.), quien lo presentó con motivo del 102 Aniversario del plantel el año de 1988. A él nuestro agradecimiento y reconocimiento a su encomiable labor.

(http://www.srv.edu.pe/biografia.html)

05 marzo, 2017

Domingo I (A) de Cuaresma

 
 Día litúrgico: Domingo I (A) de Cuaresma

 ccc

Texto del Evangelio (Mt 4,1-11): En aquel tiempo, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre.

Hoy contemplamos a Jesucristo retirado en el desierto. ¡Es una imagen impresionante! Allí —recogido en el silencio—reza y hace ayuno. Vive la renuncia y se prepara para la Cruz, donde renunciará a su vida por nuestra salvación. Es Dios y es Hombre: y como hombre sufre tentaciones, como cualquiera de nosotros. Todo aquello le supone un esfuerzo.
—Dios se esfuerza por ti. ¿Y tú? ¿Le ofrecerás alguna renuncia?

(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-03-05)

04 marzo, 2017

San Casimiro de Polonia



 
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¡Oh!, San Casimiro de Polonia; vos, sois, el hijo del Dios
de la vida, y su amado santo, que, honra le disteis, desde
vuestra corta vida, adorándolo y rindiéndoos a los pies de
Nuestra Señora, a quien, amasteis y amas hoy en el cielo.
Hijo de rey como erais, nunca os ufanasteis como tal y,
vuestra mano amiga, a los pobres, desposeídos y foráneos
extendisteis, pues, eran vuestros favoritos. Los sangrantes
cristos os gustaban y ante ellos, largo tiempo os quedabais
meditando. Vuestros biógrafos dicen de vos, que vuestro
más grande anhelo y deseo agradar a Dios era. Para ello,
dominabais vuestro cuerpo y sencillamente vestíais. Os
mortificabais constantemente en el comer, en el beber y
el mirar. Dormíais en el suelo y el centro de vuestra vida,
la devoción era, a la Pasión y Muerte de Cristo, Dios y
Señor Nuestro, meditando siempre en ella. Os gustaban
los cristos sangrantes y el crucifijo y os quedabais así,
suplicando y dando gracias puesto de rodillas. Además
teníais como devoción también, la de Jesús Sacramentado, y
en el descanso y el silencio de las noches, estabais
en los templos, adorando a Jesús en la Santa Hostia. Así,
humilde y afable, fuisteis hasta el día último de vuestra
corta pero santa vida, en que Dios, os premió coronándoos
de luz. Desde entonces, brilláis como crisol, lumbrera y
manante de paz. “Cada día alma mía, di a María su alabanza.
En sus fiestas la honrarás y su culto extenderás”. Un vivo
canto y viva oración de vuestro corazón surgido, para Vos,
María, Santa Madre de Dios y Señora Nuestra escrito y,
que encontraron sobre vuestro pecho, el día que exhumaron
vuestro incorrupto cadáver. Hoy, con justicia coronado
estáis de luz, como premio justo a vuestra entrega de amor;
¡Oh!, San Casimiro de Polonia, “vivo siervo del Dios Vivo”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de Marzo
San Casimiro de Polonia
(año 1484)


En su idioma, el polaco, Casimiro significa: “el que impone la paz”. (Kas = imponer, Mir = paz. Casimiro nació en 1458 en Cracovia. Era el tercero de los trece hijos de Casimiro, rey de Polonia. Muchos santos han salido de familias muy numerosas, y de esta clase de familias llegan a la Iglesia Católica excelentes vocaciones.

Su madre Isabel, hija del emperador de Austria, era una fervorosa católica y se esmeró con toda el alma porque sus hijos fueran también entusiastas practicantes de la religión. Ella en una carta a una amiga hace una formidable lista de las cualidades que debe tener una buena madre, y seguramente que esas cualidades fueron las que practicó con sus propios hijos.

Y además de la educación que le dieron sus padres, Casimiro tuvo la gran suerte de que el rey le consiguió dos maestros que eran buenísimos educadores. El Padre Juan y el profesor Calímaco. El Padre Juan era Polaco y dejó fama de ser muy sabio y muy santo, pero su mayor honor le viene de haber sido el que encaminó a San Casimiro hacia una altísima santidad. El Profesor Calímaco era un gran sabio que había sido secretario del Papa Pío II, y después estuvo 30 años en la corte del rey de Polonia ayudándole en la instrucción de los jóvenes. Calímaco dijo: “Casimiro es un adolescente santo”, y el Padre Juan escribió también: “Casimiro es un joven excepcional en cuanto a virtud”.

Claro está que no basta con recibir una buena educación de parte de los papás y tener buenos profesores, sino que es necesario que el joven ponga de su parte todo el empeño posible por ser bueno. Pues de los otros doce hermanos de Casimiro, que tuvieron los mismos profesores, ninguno llegó a la santidad, y algunos hasta dieron malos ejemplos. En cambio nuestro santo llegó a unas alturas de virtud que admiraron a los que lo conocieron y lo trataron.

Dicen los biógrafos de San Casimiro que su más grande anhelo y su más fuerte deseo era siempre agradar a Dios. Para eso trataba de dominar su cuerpo, antes de que las pasiones sensuales mancharan su alma. Siendo hijo del rey, sin embargo vestía muy sencillamente, sin ningún lujo. Se mortificaba en el comer, en el beber, en el mirar y en el dormir. Muchas veces dormía sobre el puro suelo y se esforzaba por no tomar licor. Y esto en un palacio real donde las gentes eran bastante inclinadas a una vida fácil y de muchas comodidades y comilonas.

Para Casimiro el centro de su devoción era la Pasión y Muerte de Jesucristo. En aquellos tiempos los maestros espirituales insistían frecuentemente en que para ser fervoroso y crecer en el amor a Dios aprovecha muchísimo el meditar en la Pasión de Jesucristo. Nuestro santo pasaba mucho tiempo meditando en la Agonía de Jesús en el Huerto y en los azotes que padeció, como también en la coronación de espinas y las bofetadas que le dieron a Nuestro Señor. Ratos y ratos se estaba pensando en la subida de Jesús al Calvario y en las cinco heridas del crucificado, y meditando en el amor que llevó a Jesús a sacrificarse por nosotros. Le gustaban los cristos muy sangrantes, y ante un crucifijo se quedaba tiempos y tiempos meditando, suplicando y dando gracias.

Otra gran devoción de Casimiro era la de Jesús Sacramentado. Como durante el día estaba sumamente ocupado ayudando a su padre a gobernar el Reino de Polonia y de Lituania, aprovechaba el descanso y el silencio de las noches para ir a los templos y pasar horas y horas adorando a Jesús en la Santa Hostia.

Sus preferidos eran los pobres. La gente se admiraba de que siendo hijo de un rey, nunca ni en sus palabras ni en su trato se mostraba orgulloso o despreciador con ninguno, ni siquiera con los más miserables y antipáticos. Un biógrafo (enviado por el Papa León X a recoger datos acerca de él) afirma que la caridad de Casimiro era casi increíble, un verdadero don del Espíritu Santo. Que el amor tan grande que le tenía a Dios, lo llevaba a amar inmensamente al prójimo, y que nada le era tan agradable y apetecible como la entrega de todos sus bienes en favor de los más necesitados, y no sólo de sus bienes materiales, sino de su tiempo, sus energías, de su influencia respecto a su padre y de su inteligencia. Que prefería siempre a los más afligidos, a los más pobres, a los extranjeros que no tenían a nadie que los socorriera, y a los enfermos. Que defendía a los miserables y por eso el pueblo lo llamaba “el defensor de los pobres”.

Su padre quiso casarlo con la hija del Emperador Federico, pero Casimiro dijo que le había prometido a la Virgen Santísima conservarse en perpetua castidad. Y renunció a tan honroso matrimonio.

Los secretarios y otras personas que vivieron con Casimiro durante varios años estuvieron todos de acuerdo en afirmar que lo más probable es que este santo joven no cometió ni un solo pecado grave en toda su vida. Y esto es tanto más admirable en cuanto que vivía en un ambiente de palacio de gobierno donde generalmente hay mucha relajación de costumbres. La gente se admiraba al ver que un joven de veinte años observaba una conducta tan equilibrada y seria como si ya tuviera sesenta.

A su padre el rey le advertía con todo respeto pero con mucha valentía, las fallas que encontraba en el gobierno, especialmente cuando se cometían injusticias contra los pobres. Y el papa atendía con rapidez a sus peticiones y trataba de poner remedio.

Casimiro llegó lo mismo que San Luis Gonzaga, San Gabriel de la Dolorosa, San Estanislao de Koska, San Juan Berchmans, y Santa Teresita de Jesús, a una gran santidad, en muy pocos años.

Se enfermó de tuberculosis, y el 4 de marzo de 1484, a la corta edad de 26 años, murió santamente dejando en todos los más edificantes recuerdos de bondad y de pureza. Lo sepultaron en Vilma, capital de Lituania.

A los 120 años de enterrado abrieron su sepulcro y encontraron su cuerpo incorrupto, como si estuviera recién enterrado. Ni siquiera sus vestidos se habían dañado, y eso que el sitio donde lo habían sepultado era muy húmedo.

Sobre su pecho encontraron una poesía a la Sma. Virgen, que él había recitado frecuentemente y que mandó que la colocaran sobre su cadáver cuando lo fueran a enterrar. Esa poesía que él había propagado mucho empieza así:

“Cada día alma mía, di a María su alabanza. En sus fiestas la honrarás y su culto extenderás,…” etc., etc.

Hasta después de muerto quería que en su sepulcro se honrara a la Virgen María a quien le tuvo inmensa devoción durante toda su vida.

San Casimiro trabajó incansablemente por extender la religión católica en Polonia y Lituania, y estas dos naciones han conservado admirablemente su fe católica, y aún en este tiempo cuando las gentes ven que está en peligro su religión, invocan al santo joven que fue tan entusiasta por nuestra religión. Y él demuestra con verdaderos prodigios lo mucho que intercede ante Dios en favor de los que lo invocan con fe.


(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Casimiro_de_Polonia.htm)

03 marzo, 2017

Santos Emeterio y Celedonio







¡Oh!, Santos Emeterio y Celedonio, vosotros, sois los hijos
del Dios de la Vida sus amados santos y mártires, que estando
de servicio en la romana milicia, confesasteis que vuestra
luz, era entonces y es, Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro,
respuesta que, nada gustó, a vuestros impíos captores. La
Iglesia del Salvador, mudo testigo es, de vuestro martirio
glorioso, porque, vosotros, hermanos de sangre como erais, y
que, galardonados habíais sido, por vuestro valor, arrojo
guerrero y disciplina marcial, renunciasteis a la militar
vida, y, elegisteis la vida eterna, entregando las vuestras,
para gloria de Nuestro Señor Jesucristo. Prisión sufristeis,
pero, vuestra soledad y retiro os hizo meditar y orar mucho
más, de manera tal que, al César, ya le habíais dado su parte
y Dios, paciente esperaba la suya, por ello, decidisteis
que vuestras vidas fueran donadas a quien os la dio. En medio
de todo, fueron vuestro anillo Emeterio, y vuestro pañuelo
Celedonio, las señas que escalaron, hechas almas, al cielo
de la gloria, ante las absortas miradas de vuestros verdugos.
Cierto es, que acabaron con vuestras vidas terrenas, pero,
coronas de luz recibieron como premio a vuestro grande amor.
Santos Patronos de Calahorra, por Cristo Jesús, ¡Aleluya!
¡Oh!, Emeterio y Celedonio, “vivos hermanos en Cristo Jesús”.

© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Marzo
San Emeterio y San Celedonio
Mártires


Martirologio Romano: En Calahorra, en la Hispania Tarraconense, santos Emeterio y Celedonio, los cuales, estando cumpliendo la milicia en los campamentos junto a León, en la provincia de Galicia, por confesar el nombre de Cristo al inicio de la persecución fueron conducidos a Calahorra y allí coronados con el martirio (c. s. IV).

Etimológicamente: Emeterio = Aquel que es defensor, es de origen griego,
En verso recogió por escrito los relatos de su muerte el poeta hispano Prudencio.
Calahorra (La Rioja, España) está unida a estos soldados por el hecho de su martirio y quizás también por ser el lugar de su nacimiento. Otros señalan a León como cuna por los libros de rezos leoneses -antifonarios, leccionarios y breviarios del siglo XIII- al interpretar «ex legione» como lugar de su proveniencia, cuando parece ser que la frase latina es mejor referida a la Legión Gemina Pia Felix a la que pertenecieron y que estuvo acampada cerca de la antigua Lancia, hoy León, según se encuentra en el documento histórico denominado “Actas de Tréveris” del siglo VII.

En la parte alta de Calahorra está la iglesia del Salvador -probablemente en testimonio perpetuante del hecho martirial- por donde antes estuvo un convento franciscano y antes aún la primitiva catedral visigótica que debió construirse, según la costumbre de la época, junto a la residencia real, para defensa ante posibles invasiones y que fue destruida por los musulmanes en la invasión del 923, según consta en el códice primero del archivo catedralicio.

No se conocen las circunstancias del martirio de estos santos; no las refiere Prudencio. ¡Qué pena que el emperador Diocleciano ordenara quemar los códices antiguos y expurgar los escritos de su tiempo! Con ello intentó, por lo que nos refiere Eusebio, que no quedara constancia ni sirviera como propaganda de los mártires y evitar que se extendiera el incendio.

Tampoco hay en el relato nombres que faciliten una aproximación. ¿Fue al comienzo del siglo IV en la persecución de Diocleciano? Parece mejor inclinarse con La Fuente por la mitad del siglo III, en la de Valeriano, contando con que algún otro retrotrae la historia hasta el siglo II.

Cierto es que Prudencio nació hacia el 350, deja escrita en su verso la historia antes del 401, cuando se marcha a Italia, hablando de ella como de suceso muy remoto y no debe referirse con esto al tiempo de Daciano (a. 304) porque esta época ya fue conocida por los padres del poeta. Es bueno además no perder de vista que el narrador antiguo no es tan exacto en la datación de los hechos como la actual crítica, siendo frecuente toparse con anacronismos poco respetuosos con la historia.

El caso es que Emeterio y Celedonio -hermanos de sangre según algunos relatores- que fueron honrados con la condecoración romana de origen galo llamada torques por los méritos al valor, al arrojo guerrero y disciplina marcial, ahora se ven en la disyuntiva de elegir entre la apostasía de la fe o el abandono de la profesión militar.

Así son de cambiantes los galardones de los hombres. Por su disposición sincera a dar la vida por Jesucristo, primero sufren prisión larga hasta el punto de crecerles el cabello. En la soledad y retiro obligados bien pudieron ayudarse entre ellos, glosando la frase del Evangelio, que era el momento de «dar a Dios lo que es de Dios» después de haberle ya dado al César lo que le pertenecía. Su reciedumbre castrense les ha preparado para resistir los razonamientos, promesas fáciles, amenazas y tormentos. En el arenal del río Cidacos se fija el lugar y momento del ajusticiamiento. Cuenta el relato que los que presencian el martirio ven, asombrados, cómo suben al cielo el anillo de Emeterio y el pañuelo de Celedonio como señal de su triunfo señero.

Muy pronto el pueblo calagurritano comenzó a dar culto a los mártires. Sus restos se llevaron a la catedral del Salvador; con el tiempo, las iglesias de Vizcaya y Guipúzcoa con otras hispanas y medio día de Francia dispusieron de preciosas reliquias. Junto al arenal que recogió la sangre vertida se levanta la catedral que guarda sus cuerpos.

Hoy Emeterio y Celedonio, los santos cantados por su paisano Prudencio, y recordados por sus compatriotas Isidoro y Eulogio son los patronos de Calahorra que los tiene por hermanos o de sangre o -lo que es mayor vínculo- de patria, de ideal, de profesión, de fe, de martirio y de gloria.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

02 marzo, 2017

Santa Ángela de la Cruz



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¡Oh!, Santa Ángela de la Cruz, vos, sois la hija del Dios
de la vida, su amada santa y fundadora del “Instituto de
las Hermanas de la Cruz”. En vuestra vida, hicisteis lo
que pocos, al no reservaros derecho ni fama alguna, para
vos, sino, que, os lo donasteis todo para los pobres, a
los cuales llamabais, vuestros “señores”, y los servíais
con amor. A vuestro nombre, Ángela, honor hicisteis, porque
significa: “aquella que trae el mensaje de Dios”. Y, vos,
así lo hicisteis. “Madre de los pobres”, os llamaron y llaman
y lo seguirán haciendo por los tiempos todos, porque, vuestra
humildad siempre la mantuvisteis y con alegría trabajasteis
a lo largo de toda vuestra vida. La penitencia, la oración,
la limosna, y la entrega por los demás, especialmente por los
pobres os distinguieron siempre. Por vuestra contemplación
de la Santa Cruz, obtuvisteis grandes milagros y os llamasteis:
“Ángela de la Cruz”, fundando la “Compañía de Hermanas de la
Cruz”, con sublimes fines: “ayudar y atender a los pobres y
a los enfermos, y limpiar de miserias sus casas”. Con vuestra
vida y ejemplo nos legasteis “la pobreza evangélica” a imitación
del mismo Cristo, y con vuestra sencilla humildad al consideraros
“nada ser” en esta vida. ¡Madre! para los pobres, a quienes
dabais todo lo que teníais y ¡Madre! para vuestras Hijas, a
quienes queríais y cuidabais en extremo. Decíais: “confianza,
en la divina Providencia, y Amor a la Cruz”, máximo altar, en
vuestra vida. Y, el día llegó, en que, luego de haber gastado
vuestra santa vida en buena lid, voló vuestra alma al cielo,
para coronada ser con justicia, con corona de luz, como justo
premio a vuestra grande entrega de amor. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Oh!, Santa Ángela de la Cruz, “viva mensajera del Dios Vivo”.



© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Marzo
Santa Ángela de la Cruz
María de los Ángeles Guerrero González
Fundadora del Instituto de las Hermanas de la Cruz

 

Martirologio Romano: En Sevilla, en España, santa Ángela de la Cruz Guerrero González, fundadora del Instituto de las Hermanas de la Cruz, que no se reservó ningún derecho para sí sino que lo dejó todo para los pobres, a los cuales acostumbraba llamar sus señores, y los servía de verdad (1932).

Etimológicamente: Ángela = Aquella que trae el mensaje de Dios, es de origen griego.
Fecha de canonización: 4 de mayo de 2003 por S. S. Juan Pablo II.

María de los Ángeles Martina de la Santísima Trinidad Guerreo González, o Sor Ángela de la Cruz, es conocida en su ciudad natal, Sevilla, como “madre de los pobres”. Nace en 1846 en el seno de una familia sencilla y trabajadora. Niña humilde, afectuosa, alegre, devota, trabajadora… La penitencia, la oración, la limosna, la entrega… son propios de ella. Con 13 años entra a trabajar en un taller de zapatería, donde se ganará el cariño, el respeto y la admiración de sus compañeras. Los pobres de su barrio saben de sus limosnas y ayudas. A los 16 años conoce al Padre José Torres que la ayudará a madurar en su fe y en su vocación, y la orientará hacia el apostolado. Sus intentos de ingresar en las Carmelitas Descalzas de Sevilla y en las Hijas de la Caridad fracasan por motivos de salud.

Con humildad y sencillez, esta mujer, que apenas sabe escribir, pondrá por escrito, a petición del P. Torres, lo que siente: narra una contemplación que ha tenido de la Santa Cruz, a partir de la cual se llamará Ángela de la Cruz; o cómo concibe ese Calvario que quiere que sea su vida: sólo tiene 27 años. El 2 de agosto de 1875 nace la “Compañía de Hermanas de la Cruz” , con el fin de ayudar y atender a los pobres y a los enfermos, y limpiar de miserias sus casas. Las religiosas viven en conventos que son un como un “Calvario”, con una imagen preciosa de la Virgen María en el Oratorio; con una existencia austera, en silencio casi absoluto, de oración y meditación continua.

Las vocaciones aumentan, así como las peticiones de ayuda de los más pobres y necesitados, incluso de los ricos, y se suceden las fundaciones. La Madre Ángela de la Cruz, que morirá en 1932, estará toda su vida pendiente de todas y cada una de sus hijas, y de cuantos acuden buscando su consejo y su apoyo.
¿Qué podemos aprender de Sor Ángela de la Cruz?

Sor Ángela de la Cruz fue pobre: su máxima era vivir la pobreza evangélica, como Jesucristo, porque sólo desde la pobreza podrá comprender y ayudar a los pobres. Dedica su comida y las limosnas que recibe para los pobres del barrio. Su atención a los pobres le lleva a ‘chupar’ la supuración de las llagas de una enferma a punto de morir, y que sana al poco tiempo. Ese desprendimiento la lleva a concebir una Compañía en la que sus monjas estén al servicio de los pobres, desprendidas de todo, sin más ropa que la puesta, con un régimen de comidas austero, dormir en tarimas de madera… sus religiosas son mendigas, y todo lo reciben de limosna. Con un objetivo cristiano: llevar todas las almas a Dios.

Humilde: ser ‘nada’ en la voluntad de Dios; obedecer continuamente; vivir en una actitud continua de recogimiento; aceptar las reprimendas y no justificarlas cuando son injustas. Humildad que se plasma en sus Hijas: piden limosna, visitan y ayudan a los enfermos.

Madre: madre para los pobres, a quienes da todo lo que tiene, y sobre todo su amor. Madre para sus Hijas, a quienes quiere y cuida, a quienes dirige cartas circulares, y cartas personales; a quienes exhorta a vivir muy unidas, con paz y tranquilidad, siendo ángeles de paz, con un testimonio de pobreza evangélica y de alegría. Madre que creará internados para las hijas huérfanas de los enfermos que asisten las Hermanas, y escuelas para las niñas humildes, incluso escuelas nocturnas para las obreras. Pobreza sí, miseria no. Confianza: en la divina Providencia y en las personas que la Divina Providencia ponía a su lado.

Amor a la Cruz: las casas de las Hermanas son como un Calvario, y en el dormitorio hay un altar con una Cruz.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=23360)

01 marzo, 2017

Santo Miércoles de Ceniza



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¡Oh!, Santo Miércoles de Ceniza,
escuchad al sacerdote, cuando os
diga amorosamente: “Concédenos,
Señor, el perdón y haznos pasar del
pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
“Recuerda que polvo eres y en polvo
te convertirás” “Arrepiéntete y cree
en el Evangelio”. Y, luego, reflexionad
aquellas palabras a cerca del deber
de la conversión, recordando
la caducidad y fragilidad de la vida
humana, sujeta a la muerte física.
Sinónimo de “conversión” es la
palabra “penitencia”. Penitencia
como cambio de mentalidad. Penitencia
para seguir de manera libre a Cristo.
¡Las puertas de la Cuaresma abiertas
están! ¡Penitencia, ayuno y conversión!
¡Ayuno, penitencia y conversión!
¡Oh!, Santo Miércoles de Ceniza.
 
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1° de Marzo Miércoles de Ceniza: el inicio de la Cuaresma

Por: Tere Valles / Luis Gutiérrez | Fuente: Catholic.net

La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo. La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:

“Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás” “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

Origen de la costumbre

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un “hábito penitencial”. Esto representaba su voluntad de convertirse.

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma

La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.)

Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.

Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se “arrepentirían” durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.

El ayuno y la abstinencia

El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La oración

La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente

La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.

La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.

El sacrificio

Al hacer sacrificios (cuyo significado es “hacer sagradas las cosas”), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”

Conclusión

Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.

Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.

En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.

Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.

El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.

La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.

La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.

Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.

Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.

Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

Sugerencias para vivir la fiesta

Asistir a la iglesia a ponerse ceniza con la actitud de conversión que debemos tener.

Leer la parábola del hijo pródigo, San Lucas 15, 11-32 o el texto evangélico de San Mateo 6, 1-8.
Les invito a leer el mensaje del Santo Padre para la Cuaresma de 2016
Celebración del Miércoles de Ceniza con los niños
 
“Caput Cuadragesimae”. Cabeza de la Cuaresma por Jesús Martí Ballester
Especial de Cuaresma

(https://es.catholic.net/op/articulos/18284/hoy-es-miercoles-de-ceniza-el-inicio-de-la-cuaresma)