03 diciembre, 2017

Día litúrgico: Domingo I (B) de Adviento


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Texto del Evangelio (Mc 13,33-37): «Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento».

Hoy empiezan los días de Adviento. Es la preparación para la Navidad, es decir, el nacimiento del Hijo de Dios en Belén. ¡Ya está cerca! Jesús llegó a este mundo como tú: dentro de una familia. Su madre es María. Dios viene en silencio. ¡Dios es así!: silencioso, discreto. Hemos de rezar para estar atentos…, para descubrirle.

—San José cuida mucho a la Virgen: Ella ya lleva a Jesús en su vientre. ¿Y tú? ¿Qué le dices a María?

(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-12-03)

02 diciembre, 2017

Santa Viviana

 
 
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 ¡Oh!, Santa Vibiana, vos, sois la hija del Dios de la vida
y su amada santa, que siendo víctima de la persecución
de Julián "el Apóstata", éste, os obligó a apostatar
de vuestra fe encerrándoos en la cárcel. Así, os enfrentasteis
al gobernador con valor y arrojo, y atada a una columna
donde os flagelaron, salisteis triunfante de ella, jamás
desistiendo de vuestra fe. Claro está, que así, mataron
vuestro cuerpo, pero, vuestra alma, intacta voló a su único
Amo: !Dios!, quien os coronó, con corona de luz y de eternidad,
como premio a vuestra entrega de amor, valor y constancia.
Hoy, luego de capilla construida en vuestro honor, está
la basílica sobre el monte Esquilino, construida por Simplicio
Papa; en cuyo pórtico se lee: “juxta Licinianum ubi corpus
eius requiescit”. Santa Patrona de los epilépticos ¡Aleluya!
¡oh!, Santa Vibiana, “viva fidelidad al amor de Jesucristo".

© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Diciembre
Santa Bibiana (Viviana)
Mártir

Martirologio Romano: En Roma, santa Bibiana, mártir, a quien el papa san Simplicio dedicó una basílica en el Esquilino (s. inc.).


Etimología: Bibiana = “aquella que vive”, es de origen latino.
Ya se menciona en el Liber Pontificalis el culto a la mártir Bibiana cuando se afirma en él que el Papa Simplicio (468 – 473) le dedicó una basílica. Restaurada en el siglo XVII por el infatigable papa Urbano VIII quien con su pasión renacentista, además de salvar un monumento antiguo, quiso dejar un testimonio litúrgico del hallazgo incluyendo en el calendario de la Iglesia universal la fiesta de Santa Bibiana en el día 2 de Diciembre. La basílica tiene tres naves divididas por ocho columnas antiguas y contiene una escultura graciosa de la Santa esculpida por Bernini. Está situada cerca de la vía férrea, da nombre al túnel por donde se ésta se cruza —Arcos de Santa Bibiana— se halla próxima a la Stazione Termini.

¿Quién fue Santa Bibiana?
Bernini, todo arte, la representa con los instrumentos del martirio que le dieron la Vida: la columna donde fue flagelada, los azotes, la corona del martirio y la sonrisa en su cara. Pero todo ello, con ser verdadero, es cosa común y aplicable a la mayor parte de los mártires cristianos en la Roma pagana, por lo que es decir mucho y, al mismo tiempo, nada acerca de un personaje concreto.

El relato de las actas no es fiable. Las actas de los mártires que comienzan a proliferar y los escritos aún más tardíos del martirio no son dignos de crédito histórico por las añadiduras apócrifas y contradicciones que contienen. Incluso los datos que se mencionan, como hacer responsable de su martirio al emperador Juliano el Apóstata, adolecen de un pronunciado desinterés cronológico. La leyenda de nuestra santa que relata pormenorizadamente su martirio es una novela ejemplar que aplica un esquema general romano.

Pero es cierto que Santa Bibiana existió y que fue mártir. Posiblemente también existieron su madre Dafrosa y su hermana Demetria cuyos sarcófagos intactos se descubrieron debajo de los dos vasos de vidrio con inscripciones que conservaban las reliquias de la Santa. La historia se remonta como más remoto documento al papa Simplicio que se sitúa en el siglo V. La veneración de esta mártir es anterior al ese dato. Y por ello no está lejos de la verdad histórica la afirmación de que vivió santa Bibiana a finales del siglo III, antes incluso de lo que cantan las actas.

Es, pues, Bibiana una santa de la que poco sabemos por los documentos que pueden aducirse con valoración histórica cierta. Conocemos su existencia y la entrega colmada, definitiva, que de su vida hizo a Dios, dándole un sí apoteósico con el martirio. Todo lo demás ¿qué importa? Al fin y al cabo, las piedras talladas, papiros, pellejos, papeles y datos informáticos en donde pueda constar la historia más completa de cualquier santo no son más que raspar en la corteza sin alcanzar jamás ese núcleo personal de la relación entre el santo —la santa en nuestro caso— y Dios. Lo que consta en los archivos nos puede llevar al reconocimiento de sus virtudes, pero la reciprocidad de amores entre redimido y Redentor es un misterio siempre escondido para la historia y patente sólo cabe Dios.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

01 diciembre, 2017

San Carlos de Foucauld, dejó todo por seguir a Cristo

Prayer of Abandonment Saint Charles Foucauld Prayer Card | Bob and Penny  Lord
 
¡Oh!, Beato Charles de Foucauld, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado beato, que, de milagro
os convertisteis luego de vuestro peregrinar a Tierra
Santa. Vuestra vida: contemplación, pobreza, humildad,
y, “vivo” testimonio del Amor de Dios entre cristianos,
judíos y musulmanes. El Sahara, de vos, sabe y mucho,
pues allí, a Cristo imitasteis porque Él, os proveyó
de gracia y dones maravillosos. Los “bereberes” y los
“tuaregs” vuestros amigos eran y, de éstos últimos
escribisteis sobre su lengua. Vuestra famosa orden
la de la "Comunidad de los Hermanitos de Jesús”, manos
echaron a su evangelización. Y, de vuestro ejemplo,
nacen luego y, a imitación vuestra “Las Hermanitas
del Sagrado Corazón”, “Las Hermanitas de Jesús”, “las
Hermanitas del Evangelio”, “Las Hermanitas de Nazaret”,
“Los Hermanitos del Evangelio” y “Los hermanitos de
de Charles Foucauld”, en honor vuestro. “Padre mío,
me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que
hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo. Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos. Te la doy, Dios mío, con
todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque
para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin
medida, con infinita confianza, porque Tu eres mi Padre”.
Así, escribisteis a Dios, alguna vez en las arenas
quemantes del Sahara, viviendo como otro Cristo más.
Años más tarde Juan Pablo II, el día del reconocimiento
de vuestro milagro, recalcó una vez más vuestra santa vida:
“Vivió en la pobreza, en la contemplación, en la humildad,
testimoniando fraternalmente el amor de Dios entre
los cristianos, los judíos y los musulmanes”. Mayor
prueba de vuestro amor, ya no hay. Por ello y cuando
vuestra alma, al cielo marchó, coronada fue con corona
de luz, como premio justo a vuestra entrega de amor y fe;
¡Oh!, San Charles de Foucauld, “vivo Cristo del amor de Dios”.


© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1° de Diciembre
Beato Charles de Foucauld, fundador
Sacerdote Francés


Charles de Foucauld beatificado el domingo 13 de noviembre de 2005 en la Basílica de San Pedro del Vaticano, según ha revelado el postulador de su causa de beatificación, monseñor Maurice Bouvier.

Nacido en Estrasburgo (Francia) el 15 de septiembre de 1858, Charles de Foucauld, emprendió en 1883 una afortunada expedición en el desierto de Marruecos que la valió la medalla de oro de la Sociedad de Geografía.

Su conversión religiosa se produjo en 1886 y tiene como consecuencia la peregrinación a Tierra Santa realizada en 1888. Tras la experiencia como trapense en Siria y como eremita en Nazaret, en 1901 fue ordenado sacerdote. Estudió el árabe y el hebreo.

«Vivió en la pobreza, en la contemplación, en la humildad, testimoniando fraternalmente el amor de Dios entre los cristianos, los judíos y los musulmanes», recordó ante Juan Pablo II durante la ceremonia de promulgación del decreto de reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

«Para imitar la vida oculta de Jesús en Nazaret, se fue a vivir en el corazón del desierto del Sahara, en Tamanrasset» (Hoggar), añadió el purpurado portugués el 20 de diciembre pasado.

Los bereberes le llamaban «marabut». Escribió varios libros sobre los tuaregs, en particular una gramática y un diccionario francés-tuareg, tuareg-francés.

Surgió en torno a él la comunidad de los Hermanitos de Jesús, empeñados en la evangelización de los tuaregs del Sáhara.

El 1 de diciembre de 1916, a la edad de 58 años, Charles de Foucauld muere por un disparo de fusil en medio de una escaramuza entre los bereberes de Hoggar.

Diez congregaciones religiosas y ocho asociaciones de vida espiritual han surgido de su testimonio y carisma. Entre ellos, se encuentran las Hermanitas del Sagrado Corazón, las Hermanitas de Jesús, las Hermanitas del Evangelio, las Hermanitas de Nazaret, los Hermanitos de Jesús, los Hermanitos del Evangelio; así como la Fraternidad Jesús Caritas, o la Fraternidad Charles de Foucauld. 


Padre mío,
me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.
(Charles de Foucauld).

(http://es.catholic.net/sacerdotes/315/733/articulo.php?id=24830)






30 noviembre, 2017

San Andrés, Apóstol


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¡Oh!, San Andrés, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su Apóstol y amado santo. Además de ser el primero
en encontrar a Jesús, y convertiros en su primer discípulo,
junto con San Juan, “el evangelista”, y ambos, de Juan
“el Bautista”, discípulos. Éste, viendo a Jesús pasar dijo:
“He ahí el Cordero de Dios”. Y, vos, os emocionasteis, y con Él,
marchasteis sin dudarlo. Mas tarde, a Simón, vuestro hermano,
os lo dijisteis: “Hemos encontrado al Salvador del mundo”.
Y, también él, se fue con Jesús. Vos, sois el propiciador
del “milagro de los cinco panes”, los milagros de Jesús
visteis y sus sermones escuchasteis. El Espíritu Santo,
en Pentecostés os cubrió, hecho lenguas de fuego. A vos,
también os consultó el apóstol San Juan, para escribir
el Evangelio Cuarto, pues dudaba el hacerlo, diciéndole:
“Debe escribirlo. Y que los hermanos revisen lo que escriba”.
Predicasteis la Buena Nueva por las ciudades, los campos y
los montes de vuestro tiempo con valentía, milagros y
prodigios obrando, hasta agotaros y entregar vuestra santa
vida, en una muerte y también muerte en forma de equis.
“Yo te venero oh Cruz Santa que me recuerdas la Cruz donde
murió mi Divino Maestro. Mucho había deseado imitarlo a Él
en este martirio. Dichosa hora en que tú al recibirme en
tus brazos, me llevarán junto a mi Maestro en el cielo”.
Fueron vuestras palabras cuando visteis la cruz de vuestro
martirio. Y, así, voló vuestra alma al cielo, para coronada
ser con corona de luz, como justo premio a vuestra entrega
sublime de amor, donde el mismo Cristo, os coronó de gloria;
¡Oh!, San Andrés, “vivo martirio de cruz y de fe por Cristo”.

 

© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Noviembre
San Andrés Apóstol
Siglo I

« Dichoso tú, querido apóstol Andrés, que tuviste la suerte de ser el primero de los apóstoles en encontrar a Jesús. Pídele a Él que nosotros le seamos totalmente fieles en todo, hasta la muerte. »


San Andrés (cuyo nombre significa “varonil”) nació en Betsaida, población de Galilea, situada a orillas del lago Genesaret. Era hijo del pescador Jonás y hermano de Simón Pedro. La familia tenía una casa en Cafarnaum, y en ella se hospedaba Jesús cuando predicaba en esta ciudad.

Andrés tiene el honor de haber sido el primer discípulo que tuvo Jesús, junto con San Juan el evangelista. Los dos eran discípulos de Juan Bautista, y este al ver pasar a Jesús (cuando volvía el desierto después de su ayuno y sus tentaciones) exclamó: “He ahí el cordero de Dios”. Andrés se emocionó al oír semejante elogio y se fue detrás de Jesús (junto con Juan Evangelista), Jesús se volvió y les dijo: “¿Qué buscan?”. Ellos le dijeron: “Señor: ¿dónde vives?”. Jesús les respondió: “Vengan y verán”. Y se fueron y pasaron con Él aquella tarde. Nunca jamás podría olvidar después Andrés el momento y la hora y el sitio donde estaban cuando Jesús les dijo: “Vengan y verán”. Esa llamada cambió su vida para siempre.

Andrés se fue luego donde su hermano Simón y le dijo: “Hemos encontrado al Salvador del mundo” y lo llevó a donde Jesús. Así le consiguió a Cristo un formidable amigo, el gran San Pedro.

Al principio Andrés y Simón no iban con Jesús continuamente sino que acudían a escucharle siempre que podían, y luego regresaban a sus labores de pesca. Pero cuando el Salvador volvió a Galilea, encontró a Andrés y a Simón remendando sus redes y les dijo: “Vengan y me siguen”, y ellos dejando a sus familias y a sus negocios y a sus redes, se fueron definitivamente con Jesús. Después de la pesca milagrosa, Cristo les dijo: “De ahora en adelante serán pescadores de almas”.

El día del milagro de la multiplicación de los panes, fue Andrés el que llevó a Jesús el muchacho que tenía los cinco panes. Andrés presenció la mayoría de los milagros que hizo Jesús y escuchó, uno por uno, sus maravillosos sermones. Vivió junto a Él por tres años.

En el día de Pentecostés, Andrés recibió junto con la Virgen María y los demás Apóstoles, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, y en adelante se dedicó a predicar el evangelio con gran valentía y obrando milagros y prodigios.

Un escrito que data del siglo III, el “Fragmento de Muratori” dice: “Al apóstol San Juan le aconsejaban que escribiera el Cuarto Evangelio. Él dudaba, pero le consultó al apóstol San Andrés, el cual le dijo: ‘Debe escribirlo. Y que los hermanos revisen lo que escriba”.

Una tradición muy antigua cuenta que el apóstol Andrés fue crucificado en Patrás, capital de la provincia de Acaya, en Grecia. Que lo amarraron a una cruz en forma de X y que allí estuvo padeciendo durante tres días, los cuales aprovechó para predicar e instruir en la religión a todos los que se le acercaban. Dicen que cuando vio que le llevaban la cruz para martirizarlo, exclamó: “Yo te venero oh cruz santa que me recuerdas la cruz donde murió mi Divino Maestro. Mucho había deseado imitarlo a Él en este martirio. Dichosa hora en que tú al recibirme en tus brazos, me llevarán junto a mi Maestro en el cielo”.

La tradición coloca su martirio en el 30 de noviembre del año 63, bajo el imperio cruel de Nerón.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Andrés_Apostol.htm)

29 noviembre, 2017

San Saturnino

 
 
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¡Oh!, San Saturnino; vos, sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo, que pastoreasteis a vuestra cristiana mies
con amor paternal, y con ella, os negasteis a incienso quemar
a los falsos dioses, sufriendo por ello, ecruel martirio. Inmenso
fue vuestro amor a Cristo, que, vuestro martirio culto se hizo
en el interior de las Galias, en la ribera mediterránea y pasó
de los Pirineos, hacia España, donde los peregrinos, veneran
hasta hoy, vuestras reliquias. Dice de vos, el Martirologio
Romano: “En Tolosa, en tiempo de Decio, San Saturnino, obispo,
fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta villa y
arrojado desde lo alto de las gradas. Así, rota su cabeza,
esparcido el cerebro, magullado el cuerpo, entregó su digna
alma a Cristo”. Y, en otra versión dice que, atado fuisteis
con cuerdas a un toro que estaba dispuesto a ser sacrificado y
que, os arrastró, hasta dejaros destrozado y muerto. Pero, dos
cristianas valientes, vuestro cuerpo recogieron y os enterraron
cerca de la ruta de Aquitania. Así, con valor y presteza sublimes,
os despojasteis de esta vida, alcanzando la gloria de vuestro
Maestro, Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro, quien os coronó,
con corona de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor;
¡oh!, San Saturnino, “viva fidelidad con el Dios de la Vida”.

 


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Noviembre
San Saturnino de Tolosa
Obispo y Mártir

La ciudad de Toulouse, en el Languedoc francés, muestra con orgullo su magnífica e impresionante catedral —joya del románico— de Saint-Sernin. Tiene cinco naves, vasto crucero y un coro deambulatorio con capillas radiadas.

San Saturnino —nuestro conocido y tantas veces cantado Sanserenín de las canciones y juegos infantiles— fue el primer obispo de esta parte de la Iglesia.

No se conoce nada anterior a su muerte. Todo lo que nos ha llegado es producto del deseo de ejemplarizar rellenando con la imaginación y la fantasía lo que la historia no es capaz de decir. A partir de unos relatos probables se suman otros y otros más que lo van adornando como descendiente de familia romana — el nombre es diminutivo del dios romano Saturno— culta, adinerada, noble e incluso regia hasta llegar a las afirmaciones de Cesareo de Arlés que, nada respetuoso con la cronología, lo presenta candorosamente como oriundo de Oriente, uno más de los discípulos del Señor, bautizado por Juan Bautista, presente en la última Cena y en Pentecostés. Ciertamente es el comienzo de la literatura legendaria.

Lo que consta es que la figura está enmarcada en el siglo III, en tiempos de la dominación romana, después de haberse publicado, en el año 250, los edictos persecutorios de Decio, cuando la zona geográfica de Tolosa cuenta con una pequeña comunidad cristiana pastoreada por el obispo Saturnino que por no caer en idolatría, quemando incienso a los dioses, sufre el martirio de una manera suficientemente cruel para que el hecho trascienda los límites locales y la figura del mártir comience a recibir culto en el interior de las Galias, en la ribera mediterránea y pase también los Pirineos hacia España.

En tiempos posteriores, facilita la extensión de esta devoción el hecho de que el reino visigodo se prolongue hasta España lo que conlleva el transporte de datos culturales; también el peregrinaje desde toda Europa a la tumba el Apóstol Santiago en Compostela hace que los andariegos regresen expandiendo hacia el continente la devoción saturniniana, al ser Tolosa un punto de referencia clásico en las peregrinaciones, y con ello los peregrinos entran en contacto con las reliquias del mártir.

El martirologio romano hace su relación escueta en estos términos: “En Tolosa, en tiempo de Decio, San Saturnino, obispo, fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta villa y arrojado desde lo alto de las gradas. Así, rota su cabeza, esparcido el cerebro, magullado el cuerpo, entregó su digna alma a Cristo”.

Los relatos siguientes lo presentan atado con cuerdas a un toro que estaba dispuesto para ser sacrificado y que lo arrastra hasta dejarlo muerto y destrozado. Dos valientes cristianas —Les Saintes-Puelles— recogen su cuerpo y lo entierran cerca de la ruta de Aquitania.

El obispo Hilario hizo construir sobre la tumba de su antecesor una pequeña basílica que reformó san Exuperio en el siglo V y que destruyeron los sarracenos en el 711. Edificada lentamente durante el siglo XI, la consagró el papa Urbano II el año 1096 para que, en el 1258, el obispo Raimundo de Falgar depositara en su coro los restos de san Saturnino.

(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=737)

28 noviembre, 2017

Santa Catalina Labouré

 
 
 
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¡Oh!, Santa Catalina Labouré, vos, sois la hija del Dios de la Vida,
su amada santa y a quien la Virgen María, se os apareció para
deciros que hicieseis la “Medalla Milagrosa”. Huérfana de madre,
os encomendasteis a Ella, para que os sirviera de “madre”, y Ella,
os aceptó. Las tareas de casa, os impidieron leer y escribir; y,
pedisteis a vuestro padre que os permitiera iros de religiosa a
un convento pero él, no os lo permitió. Vos, pedíais a Nuestro
Señor, que os concediera vuestras súplicas: ¡Ser religiosa! Y, una
noche en sueños visteis a un anciano sacerdote que os decía: “Un
día me ayudarás a cuidar a los enfermos”. Y, por fin, a los veinte
y cuatro años, vuestro padre, os dejó visitar a vuestra hermana
religiosa, y en la sala del convento visteis allí el retrato un
retrato de San Vicente de Paúl y os disteis cuenta de que ese era
el “anciano” que habíais visto en sueños, y desde ese día fuisteis
hermana vicentina y aceptada en la comunidad. Allí tuvisteis una
serie de apariciones: En la primera, una noche en vuestro dormitorio,
un niño hermoso, os invitó a ir a la capilla, y os llevó ante
la imagen de la Virgen María, y os comunicó cosas que sucederían
en la Iglesia Católica, recomendándoos que el mes de Mayo, fuera
celebrado con mayor fervor en Su Honor. En la segunda, estando
en la capilla, visteis que María, se os aparecía resplandeciente y
derramando de sus manos hermosos rayos de luz hacia la tierra, y
os encomendó que hicierais una imagen de Ella, tal y como
se os había aparecido, en una medalla que tuviera por un lado sus
iniciales y una cruz, con esta frase: “Oh María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a Ti”, con promesas de ayuda
para quienes la llevasen y rezaren esa oración. Vos, contasteis a
vuestro confesor lo sucedido, pero él no os creyó, pero, sabiendo
de que erais muy santa, se fue donde el Arzobispo, quien autorizó
que se hicieran las medallas, y entonces, empezaron los milagros,
y favores, y todo el mundo comenzó a pedir y usar la medalla, con
el emperador de Francia y sus empleados. Vos, le preguntasteis a
María, por los rayos luminosos que salen de sus manos y el por qué
algunos quedan como cortados y no caen en la tierra. Y, Ella os
dijo: “Esos rayos que no caen a la tierra representan los muchos
favores y gracias que yo quisiera conceder a las personas, pero se
quedan sin ser concedidos porque las gentes no los piden”. Y añadió:
“Muchas gracias y ayudas celestiales no se obtienen porque no se
piden”. Vos, después de las apariciones de María, vivisteis el resto
de vuestros días, como una cenicienta desconocida de todos. El
Padre Aladel, publicó un librito narrando lo que la Santísima Virgen
había venido a decir y prometer, pero, sin revelar el nombre
de la “monjita” que había recibido estos mensajes, porque vos,
le habíais hecho prometer que no diríais a quién se le había
aparecido. Vos, seguíais en el convento barriendo, lavando,
cuidando las gallinas y haciendo de enfermera, como la más humilde
e ignorada de todas las hermanitas, recibiendo a diario, maltratos y
humillaciones. Ocho meses antes de vuestra muerte, y fallecido
vuestro confesor, vos, le contasteis a vuestra nueva superiora
todas las apariciones, y así, se supo quién era la afortunada que
había visto y oído a la Virgen. Cuando voló vuestra alma al cielo,
todo el pueblo se volcó a vuestros funerales. Y, hoy, estáis toda
coronada de luz, como premio a vuestra entrega de amor y fe. Pío
Doce, Papa, os declaró santa y con ello, confirmó, lo que vos,
contasteis sobre la Santísima Virgen María, Santa Madre de Dios;
¡Oh!,Santa Catalina Labouré, “viva hija obediente de María Santísmima”.



© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 de Noviembre
Santa Catalina Labouré
Religiosa
Año 1876

“Oh María sin pecado concebida: Ruega por nosotros que recurrimos a Ti”.
Esta fue la santa que tuvo el honor de que la Sma. Virgen se le apareciera para recomendarle que hiciera la Medalla Milagrosa.

Nació en Francia, de una familia campesina, en 1806. Al quedar huérfana de madre a los 8 años le encomendó a la Sma. Virgen que le sirviera de madre, y la Madre de Dios le aceptó su petición.
Como su hermana mayor se fue de monja vicentina, Catalina tuvo que quedarse al frente de los trabajos de la cocina y del lavadero en la casa de su padre, y por esto no pudo aprender a leer ni a escribir.

A los 14 años pidió a su papá que le permitiera irse de religiosa a un convento pero él, que la necesitaba para atender los muchos oficios de la casa, no se lo permitió. Ella le pedía a Nuestro Señor que le concediera lo que tanto deseaba: ser religiosa. Y una noche vio en sueños a un anciano sacerdote que le decía: “Un día me ayudarás a cuidar a los enfermos”. La imagen de ese sacerdote se le quedó grabada para siempre en la memoria.

Al fin, a los 24 años, logró que su padre la dejara ir a visitar a la hermana religiosa, y al llegar a la sala del convento vio allí el retrato de San Vicente de Paúl y se dió cuenta de que ese era el sacerdote que había visto en sueños y que la había invitado a ayudarle a cuidar enfermos. Desde ese día se propuso ser hermana vicentina, y tanto insistió que al fin fue aceptada en la comunidad.

Siendo Catalina una joven monjita, tuvo unas apariciones que la han hecho célebre en toda la Iglesia. En la primera, una noche estando en el dormitorio sintió que un hermoso niño la invitaba a ir a la capilla. Lo siguió hasta allá y él la llevó ante la imagen de la Virgen Santísima. Nuestra Señora le comunicó esa noche varias cosas futuras que iban a suceder en la Iglesia Católica y le recomendó que el mes de Mayo fuera celebrado con mayor fervor en honor de la Madre de Dios. Catalina creyó siempre que el niño que la había guiado era su ángel de la guarda.

Pero la aparición más famosa fue la del 27 de noviembre de 1830. Estando por la noche en la capilla, de pronto vio que la Sma. Virgen se le aparecía totalmente resplandeciente, derramando de sus manos hermosos rayos de luz hacia la tierra. Y le encomendó que hiciera una imagen de Nuestra Señora así como se le había aparecido y que mandara hacer una medalla que tuviera por un lado las iniciales de la Virgen MA, y una cruz, con esta frase “Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti”. Y le prometió ayudas muy especiales para quienes lleven esta medalla y recen esa oración.

Catalina le contó a su confesor esta aparición, pero él no le creyó. Sin embargo el sacerdote empezó a darse cuenta de que esta monjita era sumamente santa, y se fue donde el Sr. Arzobispo a consultarle el caso. El Sr. Arzobispo le dio permiso para que hicieran las medallas, y entonces empezaron los milagros.

Las gentes empezaron a darse cuenta de que los que llevaban la medalla con devoción y rezaban la oración “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti”, conseguían favores formidables, y todo el mundo comenzó a pedir la medalla y a llevarla. Hasta el emperador de Francia la llevaba y sus altos empleados también.

En París había un masón muy alejado de la religión. La hija de este hombre obtuvo que él aceptara colocarse al cuello la Medalla de la Virgen Milagrosa, y al poco tiempo el masón pidió que lo visitara un sacerdote, renunció a sus errores masónicos y terminó sus días como creyente católico.
Catalina le preguntó a la Sma. Virgen por qué de los rayos luminosos que salen de sus manos, algunos quedan como cortados y no caen en la tierra. Ella le respondió: “Esos rayos que no caen a la tierra representan los muchos favores y gracias que yo quisiera conceder a las personas, pero se quedan sin ser concedidos porque las gentes no los piden”. Y añadió: “Muchas gracias y ayudas celestiales no se obtienen porque no se piden”.

Después de las apariciones de la Sma. Virgen, la joven Catalina vivió el resto de sus años como una cenicienta escondida y desconocida de todos. Muchísimas personas fueron informadas de las apariciones y mensajes que la Virgen Milagrosa hizo en 1830. Ya en 1836 se habían repartido más de 130,000 medallas. El Padre Aladel, confesor de la santa, publicó un librito narrando lo que la Virgen Santísima había venido a decir y prometer, pero sin revelar el nombre de la monjita que había recibido estos mensajes, porque ella le había hecho prometer que no diría a quién se le había aparecido. Y así mientras esta devoción se propagaba por todas partes, Catalina seguía en el convento barriendo, lavando, cuidando las gallinas y haciendo de enfermera, como la más humilde e ignorada de todas las hermanitas, y recibiendo frecuentemente maltratos y humillaciones.

En 1842 sucedió un caso que hizo mucho más popular la Medalla Milagrosa y sucedió de la siguiente manera: el rico judío Ratisbona, fue hospedado muy amablemente por una familia católica en Roma, la cual como único pago de sus muchas atenciones, le pidió que llevara por un tiempo al cuello la medalla de la Virgen Milagrosa. Él aceptó esto como un detalle de cariño hacia sus amigos, y se fue a visitar como turista el templo, y allí de pronto frente a un altar de Nuestra Señora vio que se le aparecía la Virgen Santísima y le sonreía. Con esto le bastó para convertirse al catolicismo y dedicar todo el resto de su vida a propagar la religión católica y la devoción a la Madre de Dios. Esta admirable conversión fue conocida y admirada en todo el mundo y contribuyó a que miles y miles de personas empezaran a llevar también la Medalla de Nuestra Señora (lo que consigue favores de Dios no es la medalla, que es un metal muerto, sino nuestra fe y la demostración de cariño que le hacemos a la Virgen Santa, llevando su sagrada imagen).

Desde 1830, fecha de las apariciones, hasta 1876, fecha de su muerte, Catalina estuvo en el convento sin que nadie se le ocurriera que ella era a la que se le había aparecido la Virgen María para recomendarle la Medalla Milagrosa. En los últimos años obtuvo que se pusiera una imagen de la Virgen Milagrosa en el sitio donde se le había aparecido (y al verla, aunque es una imagen hermosa, ella exclamó: “Oh, la Virgencita es muchísimo más hermosa que esta imagen”).

Al fin, ocho meses antes de su muerte, fallecido ya su antiguo confesor, Catalina le contó a su nueva superiora todas las apariciones con todo detalle y se supo quién era la afortunada que había visto y oído a la Virgen. Por eso cuando ella murió, todo el pueblo se volcó a sus funerales (quien se humilla será enaltecido).

Poco tiempo después de la muerte de Catalina, fue llevado un niño de 11 años, inválido de nacimiento, y al acercarlo al sepulcro de la santa, quedó instantáneamente curado. En 1947 el santo Padre Pío XII declaró santa a Catalina Labouré, y con esa declaración quedó también confirmado que lo que ella contó acerca de las apariciones de la Virgen sí era Verdad.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Catalina_Labouré.htm)

26 noviembre, 2017

Domingo XXXIV del tiempo ordinario: Jesucristo, Rey del Universo

Día litúrgico: Domingo XXXIV del tiempo ordinario: Jesucristo, Rey del Universo (A)

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Texto del Evangelio (Mt 25,31-46): «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros…».

Hoy, Jesús nos muestra que el sentido de la realeza es el servicio a los demás. Él afirmó de sí mismo que era Maestro y Señor, y también que era Rey, pero ejerció su realeza lavando pies y derramando Sangre. Jesucristo reina, primero, desde una humilde cuna (¡un pesebre!) y, después, desde un trono muy incómodo (¡la Cruz!).

—Ahí está la realeza de Cristo: el triunfo del amor. En el juicio final la última palabra la tendrá el amor —o el “des-amor”— de cada uno. ¡Garantizado por Jesucristo!

(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-11-26)