02 marzo, 2018

Santa Ángela de la Cruz

 
 
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 ¡Oh!, Santa Ángela de la Cruz, vos, sois la hija del Dios
de la vida, su amada santa y fundadora del “Instituto de las
Hermanas de la Cruz”. En vuestra vida, os “disteis y disteis” y,
os donasteis a todos, sirviendo a vuestros amados pobres, a
los cuales llamabais: “mis señores”, a quienes los servíais
con mucho amor cada día. A vuestro nombre, “Ángela”, honor
hicisteis, porque significa: “aquella que trae el mensaje
de Dios”. Y, vos, así lo hicisteis. “Madre de los pobres”,
os llamaron y llaman y lo seguirán haciendo por los tiempos
todos, porque, vuestros rasgos de niña humilde, afectuosa,
alegre, devota, y trabajadora, a lo largo de toda vuestra vida
os acompañaron siempre. La penitencia, la oración, la limosna,
y la entrega por los demás, especialmente por los pobres, os
distinguieron siempre. Tuvisteis por la Santa Cruz, maravillosa
contemplación por lo que os llamasteis: “Ángela de la Cruz”, y
  fundasteis así, la “Compañía de Hermanas de la Cruz”, creada
con sublimes fines: “ayudar y atender a los pobres y a los
enfermos, y limpiar de miserias sus casas”. Vuestro amor a los pobres
os lleva a ‘chupar’ la supuración de las llagas de una moribunda y
que sana al poco tiempo. Vuestras monjas, desprendidas
de todo, sin más ropa que la puesta, alimentación austera,
descansar el cuerpo en tarimas de madera, mendigar de limosna, y
todo, con un solo objetivo cristiano: ¡llevar todas las almas a Dios!
Con vuestra vida y ejemplo, nos legasteis imitaros en la pobreza,
como el mismo Cristo, y, vuestra humildad, al consideraros
nada ser, en esta vida. ¡Madre! para los pobres, a quienes
dabais todo lo que teníais y ¡Madre! para vuestras “hijas”, a
quienes queríais y cuidabais en extremo. Decíais vos: “confianza,
en la divina Providencia, y Amor a la Cruz”, máximo altar,
en vuestra vida. Y, el día llegó, en que, luego de haber gastado
vuestra vida, voló vuestra alma al cielo, para premiada ser,
con justicia con corona de luz, como justo premio a vuestro amor;
¡Oh!, Santa Ángela de la Cruz, “mensajera del Dios de las vida”.

 

© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Marzo
Santa Ángela de la Cruz
María de los Ángeles Guerrero González
Fundadora del Instituto de las Hermanas de la Cruz

Martirologio Romano: En Sevilla, en España, santa Ángela de la Cruz Guerrero González, fundadora del Instituto de las Hermanas de la Cruz, que no se reservó ningún derecho para sí sino que lo dejó todo para los pobres, a los cuales acostumbraba llamar sus señores, y los servía de verdad (1932).

 

Etimológicamente: Ángela = Aquella que trae el mensaje de Dios, es de origen griego.
Fecha de canonización: 4 de mayo de 2003 por S. S. Juan Pablo II.

María de los Ángeles Martina de la Santísima Trinidad Guerreo González, o Sor Ángela de la Cruz, es conocida en su ciudad natal, Sevilla, como “madre de los pobres”. Nace en 1846 en el seno de una familia sencilla y trabajadora. Niña humilde, afectuosa, alegre, devota, trabajadora… La penitencia, la oración, la limosna, la entrega… son propios de ella. Con 13 años entra a trabajar en un taller de zapatería, donde se ganará el cariño, el respeto y la admiración de sus compañeras. Los pobres de su barrio saben de sus limosnas y ayudas. A los 16 años conoce al Padre José Torres que la ayudará a madurar en su fe y en su vocación, y la orientará hacia el apostolado. Sus intentos de ingresar en las Carmelitas Descalzas de Sevilla y en las Hijas de la Caridad fracasan por motivos de salud.

Con humildad y sencillez, esta mujer, que apenas sabe escribir, pondrá por escrito, a petición del P. Torres, lo que siente: narra una contemplación que ha tenido de la Santa Cruz, a partir de la cual se llamará Ángela de la Cruz; o cómo concibe ese Calvario que quiere que sea su vida: sólo tiene 27 años. El 2 de agosto de 1875 nace la “Compañía de Hermanas de la Cruz” , con el fin de ayudar y atender a los pobres y a los enfermos, y limpiar de miserias sus casas. Las religiosas viven en conventos que son un como un “Calvario”, con una imagen preciosa de la Virgen María en el Oratorio; con una existencia austera, en silencio casi absoluto, de oración y meditación continua.

Las vocaciones aumentan, así como las peticiones de ayuda de los más pobres y necesitados, incluso de los ricos, y se suceden las fundaciones. La Madre Ángela de la Cruz, que morirá en 1932, estará toda su vida pendiente de todas y cada una de sus hijas, y de cuantos acuden buscando su consejo y su apoyo.

¿Qué podemos aprender de Sor Ángela de la Cruz?
Sor Ángela de la Cruz fue pobre: su máxima era vivir la pobreza evangélica, como Jesucristo, porque sólo desde la pobreza podrá comprender y ayudar a los pobres. Dedica su comida y las limosnas que recibe para los pobres del barrio. Su atención a los pobres le lleva a ‘chupar’ la supuración de las llagas de una enferma a punto de morir, y que sana al poco tiempo. Ese desprendimiento la lleva a concebir una Compañía en la que sus monjas estén al servicio de los pobres, desprendidas de todo, sin más ropa que la puesta, con un régimen de comidas austero, dormir en tarimas de madera… sus religiosas son mendigas, y todo lo reciben de limosna. Con un objetivo cristiano: llevar todas las almas a Dios.

Humilde: ser ‘nada’ en la voluntad de Dios; obedecer continuamente; vivir en una actitud continua de recogimiento; aceptar las reprimendas y no justificarlas cuando son injustas. Humildad que se plasma en sus Hijas: piden limosna, visitan y ayudan a los enfermos.

Madre: madre para los pobres, a quienes da todo lo que tiene, y sobre todo su amor. Madre para sus Hijas, a quienes quiere y cuida, a quienes dirige cartas circulares, y cartas personales; a quienes exhorta a vivir muy unidas, con paz y tranquilidad, siendo ángeles de paz, con un testimonio de pobreza evangélica y de alegría. Madre que creará internados para las hijas huérfanas de los enfermos que asisten las Hermanas, y escuelas para las niñas humildes, incluso escuelas nocturnas para las obreras. Pobreza sí, miseria no. Confianza: en la divina Providencia y en las personas que la Divina Providencia ponía a su lado.

Amor a la Cruz: las casas de las Hermanas son como un Calvario, y en el dormitorio hay un altar con una Cruz.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=23360)

01 marzo, 2018

San Albino de Vercelli

 
 
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¡Oh!, San Albino de Vercelli, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo, y, el que, reconstruyó la iglesia
metropolitana, sobre las ruinas de la basílica que San
Eusebio, construyó sobre la tumba del mártir San Teofrasto.
Amigo de San Germán, él, os prometió asistir a vuestro rito
inaugural, pero, por cosas de Dios, cadáver hecho
volvió y colocado fue su férretro en el templo y, de súbito,
todas las velas se encendieron, las mismas que
no lo hacían tiempo atrás, y ello se tomó, como inequívoco
signo del cumplimiento de su promesa, de estar presente a
vuestro lado. Así, sus palabras recordasteis, ante aquél
prodigio suscitado. Más tarde, nombrado obispo de Vercelli,
os disteis íntegro al servicio de vuestra diócesis, tanto
en la palabra, como en la obra y, de manera especial con
toda vuestra mies, hasta el día aquél, en que cumplido
vuestro peregrinar por este mundo, Dios, os premió, con
corona de luz, como premio justo a vuestra entrega de amor;
¡Oh!; San Albino de Vercelli, “vivo amor y fe por Cristo”.
 

© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1 Marzo
San Albino de Vercelli
Obispo


Obispo de la diócesis de Vercelli, fue consagrado en el 452, en un período histórico muy tormentoso en Italia.


Reconstruyó la iglesia metropolitana, sobre las ruinas de la pequeña basílica que San Eusebio había construido sobre la tumba del mártir San Teofrasto, y que el emperador Teodosio había hecho ampliar.

Para la solemne celebración del rito, Albino esperaba la visita de algún obispo importante. La espera fue premiada con el paso de San Germán, obispo de Auxerre, que se dirigía a Ravena. Como no podía esperar, el santo obispo prometió que asistiría al rito, cuando regresara.

San Germán murió durante su estadía en Ravena, y a Vercelli regresó solamente su cadáver.

Cuando colocaron el féretro en el centro de la basílica, todas las velas se encendieron simultáneamente. El hecho, más prodigioso porque en los días anteriores ninguno había podido encenderlas, fue interpretado como el cumplimiento de la promesa que San Germán había hecho a San Albino.

Del obispo de Vercelli no sabemos sino que su culto es muy antiguo.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=35369)

28 febrero, 2018

San Osvaldo de Worchester

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¡Oh!, San Osvaldo de Worchester, vos,
sois el hijo del Dios de la vida y su amado
santo y además, benedictino monje, que,
con San Dunstan, monásticos ideales
compartisteis y, a su tiempo, nombrado
obispo, el cabildo de la iglesia catedral
en “comunidad monástica” lo convertisteis,
fundando así, varios monasterios.
Vos, siempre os mostrabais amable, cortés
y alegre, motivo por el que, vuestro pueblo
os amaba, por ser como erais. Y, en verdad,
la humildad de santo la llevabais siempre
pues, mientras los pies a doce pobres
lavabais, y, luego de sentaros con ellos a
  la mesa, voló, vuestra alma al cielo, para,
justo premio recibir: coronado ser con
corona de luz, como justo premio a vuestra
entrega de amor, fidelidad y constancia;
¡oh!, San Osvaldo de Worchester, “viva fe y luz”.

 © 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 (29) de febrero
San Osvaldo de Worchester
Obispo


 
Martirologio Romano: En Worchester, en Inglaterra, san Osvaldo, obispo, que fue primero canónigo y después monje, presidió las sedes de Worchester y de York, introdujo en muchos monasterios la Regla de san Benito, siendo un maestro benigno, alegre y docto (992).

En los años bisiestos se celebra el día 29 en lugar del 28.

Hijo de padres daneses, se hizo monje benedictino en el monasterio de Fleury, en Francia, y posteriormente recibió la ordenación sacerdotal en Inglaterra en el año 959. Por recomendación de san Dunstan, con quien san Osvaldo compartía los ideales monásticos, fue nombrado obispo de Worcester en el año 961, donde convirtió el cabildo de la iglesia catedral en una comunidad monástica, fundó también otros dos monasterios en Westbury-on-Trym, cerca de Bristol, y el más influyente de Ramsey, para el cual obtuvo que el monasterio de Fleury le “prestara” a san Abón, como maestro.

Cuando fue nombrado arzobispo de York, se le permitió mantener también la diócesis de Worchester. En la reacción anti monástica que siguió a la muerte de san Eduardo mártir, las comunidades monásticas se dispersaron temporalmente. Tenía como características personales la amabilidad, la cortesía y la alegría, que lo hicieron ser muy amado por el pueblo.

Murió en Worcester el 28 de febrero del 992 después de lavar los pies a doce pobres y de sentarse con ellos a la mesa. Su cuerpo fue trasladado a un sepulcro nuevo por san Wulfstano, también obispo de Worchester desde 1062 hasta 1095.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=45327)

27 febrero, 2018

San Gabriel de la Dolorosa

 
 
 ¡Oh!, San Gabriel de la Dolorosa; vos, sois, el hijo
del Dios de la vida, su amado santo, y el hombre
que vivió con desmedido apego a la vida mundana y
que, al mismo tiempo buscaba la luz. Y, ella, iba y
venía de vos, como se aleja del día, cuando la cubren
las sombras de la noche. Y, entonces vuestras pasiones,
a atacaros volvían reiteradamente, pero, una voz
en medio de todo, surgía y, que la oíais una y otra vez,
y otra vez, y que, os pedía que no la rechazarais, y
os invitaba dulcemente a su regazo de paz. Y, sucedió
que un día, os dejasteis llevar por ella, la oísteis y
cual manso corderito, marchasteis por fin, hasta
“haceros esclavo”, nunca más del mal, sino, de la virtud
y de la verdad, que Dios es; obra de vuestra devoción
a Nuestra Señora. “Lo que más me ayuda a vivir con el
alma en paz es pensar en la presencia de Dios, el
recordar que los ojos de Dios siempre me están mirando
y sus oídos me están oyendo a toda hora y que el Señor
pagará todo lo que se hace por él, aunque sea regalar a
otro un vaso de agua”. “Yo creo que si yo hubiera
permanecido en el mundo no habría conseguido la salvación
de mi alma. ¿Dirás que me divertí bastante? Pues de
todo ello no me queda sino amargura, remordimiento y
temor y hastío. Perdóname si te di algún mal ejemplo
y pídele a Dios que me perdone también a mí”. Así,
escribisteis a un viejo amigo, ya hecho sacerdote.
Vuestro libro preferido era “Las Glorias de María”,
escrito por San Alfonso, y que, os llevó a altísimos
grados de santidad. Y, así, y luego de haberos gastado
en buena lid, voló vuestra alma al cielo, para corona
de luz recibir, como premio a vuestra entrega de amor.
“Patrono de los Jóvenes que se dedican al apostolado”;
¡oh!, San Grabriel de la Dolorosa, “viva luz de Cristo”.


 
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Febrero
San Gabriel de la Dolorosa
(año 1862)


 

Petición
San Gabriel de la Dolorosa: pídele a la Sma. Virgen por tantos jóvenes tan llenos de vitalidad y de entusiasmo para que encaucen las enormes fuerzas de su alma, no a dejarlas perderse en goces mundanos, sino a ganarse un gran premio en el cielo dedicándose a salvar su propia alma y la de muchos más.


El bailarín que llegó a la santidad. Nació en Asís (Italia) en 1838. Su nombre en el mundo era Francisco Possenti. Era el décimo entre 13 hermanos. Su padre trabajaba como juez de la ciudad.
A los 4 años quedó huérfano de madre. El papá, que era un excelente católico, se preocupó por darle una educación esmerada, mediante la cual logró ir dominando su carácter fuerte que era muy propenso a estallar en arranques de ira y de mal genio.

Tuvo la suerte de educarse con dos comunidades de excelentes educadores: los Hermanos Cristianos y los Padres Jesuitas; y las enseñanzas recibidas en el colegio le ayudaron mucho para resistir los ataques de sus pasiones y de la mundanalidad.

El joven era sumamente esmerado en vestirse a la última moda. Y sus facciones elegantes y su fino trato, a la vez que su rebosante alegría y la gran agilidad para bailar , lo hacían el preferido de las muchachas en las fiestas. Su lectura favorita eran las novelas, pero le sucedía como en otro tiempo a San Ignacio, que al leer novelas, en el momento sentía emoción y agrado, pero después le quedaba en el alma una profunda tristeza y un mortal hastío y abatimiento. Sus amigos lo llamaban “el enamoradizo”. Pero los amores mundanos eran como un puñal forrado con miel”. Dulces por fuera y dolorosos en el alma.

En una de las 40 cartas que de él se conservan, le escribe a un antiguo amigo, cuando ya se ha entrado de religioso: “Mi buen colega; si quieres mantener tu alma libre de pecado y sin la esclavitud de las pasiones y de las malas costumbres tienes que huir siempre de la lectura de novelas y del asistir a teatros donde se dan representaciones mundanas. Mucho cuidado con las reuniones donde hay licor y con las fiestas donde hay sensualidad y huye siempre de toda lectura que pueda hacer daño a tu alma. Yo creo que si yo hubiera permanecido en el mundo no habría conseguido la salvación de mi alma. ¿Dirás que me divertí bastante? Pues de todo ello no me queda sino amargura, remordimiento y temor y hastío. Perdóname si te di algún mal ejemplo y pídele a Dios que me perdone también a mí”.

Al terminar su bachillerato, y cuando ya iba a empezar sus estudios universitarios, Dios lo llamó a la conversión por medio de una grave enfermedad. Lleno de susto prometió que si se curaba de aquel mal, se iría de religioso. Pero apenas estuvo bien de salud, olvidó su promesa y siguió gozando del mundo.

Un año después enferma mucho más gravemente. Una laringitis que trata de ahogarlo y que casi lo lleva al sepulcro. Lleno de fe invoca la intercesión de un santo jesuita martirizado en las misiones y promete irse de religioso, y al colocarse una reliquia de aquel mártir sobre su pecho, se queda dormido y cuando despierta está curado milagrosamente. Pero apenas se repone de su enfermedad empieza otras vez el atractivo de las fiestas y de los enamoramientos, y olvida su promesa. Es verdad que pide ser admitido como jesuita y es aceptado, pero él cree que para su vida de hombre tan mundano lo que está necesitando es una comunidad rigurosa, y deja para más tarde el entrar a una congregación de religiosos.

Estalla la peste del cólera en Italia
Miles y miles de personas van muriendo día por día. Y el día menos pensado muere la hermana que él más quiere. Considera que esto es un llamado muy serio de Dios para que se vaya de religioso. Habla con su padre, pero a éste le parece que un joven tan amigo de las fiestas mundanas se va a aburrir demasiado en un convento y que la vocación no le va a durar quizá ni siquiera unos meses.

Pero un día asiste a una procesión con la imagen de la Virgen Santísima. Nuestro joven siempre le ha tenido una gran devoción a la Madre de Dios (y probablemente esta devoción fue la que logró librarlo de las trampas del mundo) y en plena procesión levanta sus ojos hacia la imagen de la Virgen y ve que Ella lo mira fijamente con una mirada que jamás había sentido en su vida. Ante esto ya no puede resistir más. Se va a donde su padre a rogarle que lo deje irse de religioso. El buen hombre le pide el parecer al confesor de su hijo, y recibida la aprobación de este santo sacerdote, le concede el permiso de entrar a una comunidad bien rígida y rigurosa, los Padres Pasionistas.

Al entrar de religioso se cambia el nombre y en adelante se llamará Gabriel de la Dolorosa. Gabriel, que significa: el que lleva mensajes de Dios. Y de la Dolorosa, porque su devoción mariana más querida consiste en recordar los siete dolores o penas que sufrió la Virgen María. Desde entonces será un hombre totalmente transformado.

Gabriel había gozado siempre de muchas comodidades en la vida y le había dado gusto a sus sentidos y ahora entra a una comunidad donde se ayuna y donde la alimentación es tosca y nada variada. Los primeros meses sufre un verdadero martirio con este cambio tan brusco, pero nadie le oye jamás una queja, ni lo ve triste o disgustado.

Gabriel lo que hacía, lo hacía con toda el alma. En el mundo se había dedicado con todas sus fuerzas a las fiestas mundanas, pero ahora, entrado de religioso, se dedicó con todas las fuerzas de su personalidad a cumplir exactamente los Reglamentos de su Comunidad. Los religiosos se quedaban admirados de su gran amabilidad, de la exactitud total con la que cumplía todo lo que se le mandaba, y del fervor impresionante con el que cumplía sus prácticas de piedad.

Su vida religiosa fue breve
Apenas unos seis años. Pero en él se cumple lo que dice el Libro de la Sabiduría: “Terminó sus días en breve tiempo, pero ganó tanto premio como si hubiera vivido muchos años”.
Su naturaleza protestaba porque la vida religiosa era austera y rígida, pero nadie se daba cuenta en lo exterior de las repugnancias casi invencibles que su cuerpo sentía ante las austeridades y penitencias. Su director espiritual sí lo sabía muy bien.

Al empezar los estudios en el seminario mayor para prepararse al sacerdocio, leyó unas palabras que le sirvieron como de lema para todos sus estudios, y fueron escritas por un sabio de su comunidad, San Vicente María Strambi. Son las siguientes: “Los que se preparan para ser predicadores o catequistas, piensen mientras estudian, que una inmensa cantidad de pobres pecadores les suplica diciendo: por favor: prepárense bien, para que logren llevarnos a nosotros a la eterna salvación”. Este consejo tan provechoso lo incitó a dedicarse a los estudios religiosos con todo el entusiasmo de su espíritu.

Cuando ya Gabriel está bastante cerca de llegar al sacerdocio le llega la terrible enfermedad de la tuberculosis. Tiene que recluirse en la enfermería, y allí acepta con toda alegría y gran paciencia lo que Dios ha permitido que le suceda. De vómito de sangre en vómito de sangre, de ahogo en ahogo, vive todo un año repitiendo de vez en cuando lo que Jesús decía en el Huerto de los Olivos: “Padre, si no es posible que pase de mí este cáliz de amargura, que se cumpla en mí tu santa voluntad”.

La Comunidad de los Pasionistas tiene como principal devoción el meditar en la Santísima Pasión de Jesús. Y al pensar y repensar en lo que Cristo sufrió en la Agonía del Huerto, y en la Flagelación y coronación de espinas, y en la Subida al Calvario con la cruz a cuestas y en las horas de mortal agonía que el Señor padeció en la Cruz, sentía Gabriel tan grande aprecio por los sufrimientos que nos vuelven muy semejantes a Jesús sufriente, que lo soportaba todo con un valor y una tranquilidad impresionantes.

Pero había otra gran ayuda que lo llenaba de valor y esperanza, y era su fervorosa devoción a la Madre de Dios. Su libro mariano preferido era “Las Glorias de María”, escrito por San Alfonso, un libro que consuela mucho a los pecadores y débiles, y que aunque lo leamos diez veces, todas las veces nos parece nuevo e impresionante. La devoción a la Sma. Virgen llevó a Gabriel a grados altísimos de santidad.

A un religioso le aconsejaba: “No hay que fijar la mirada en rostros hermosos, porque esto enciende mucho las pasiones”. A otro le decía: “Lo que más me ayuda a vivir con el alma en paz es pensar en la presencia de Dios, el recordar que los ojos de Dios siempre me están mirando y sus oídos me están oyendo a toda hora y que el Señor pagará todo lo que se hace por él, aunque sea regalar a otro un vaso de agua”.

Y el 27 de febrero de 1862, después de recibir los santos sacramentos y de haber pedido perdón a todos por cualquier mal ejemplo que les hubiera podido dar, cruzó sus manos sobre el pecho y quedó como si estuviera plácidamente dormido. Su alma había volado a la eternidad a recibir de Dios el premio de sus buenas obras y de sus sacrificios. Apenas iba a cumplir los 25 años.

Poco después empezaron a conseguirse milagros por su intercesión y en 1926 el Sumo Pontífice lo declaró santo, y lo nombró Patrono de los Jóvenes laicos que se dedican al apostolado.


(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Gabriel_de_la_Dolorosa.htm)

26 febrero, 2018

San Cesáreo de Nazianzo

 
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 ¡Oh!, San Cesáreo, vos, sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo. Médico del cuerpo, pero, más del alma y
además, hermano de Gregorio, erudito en las cosas de Dios.
Dominabais la oratoria, la filosofía y la medicina, y también
os resististeis al impío Juliano, cuando éste, haceros quiso
vuestra fe abandonar, cosa que nunca jamás logró. Y, así,
vuestro padre y hermano, os convencieron de que dejaseis
la corte a pesar de la oposición de Juliano. Luego, Joviano
os restituyó a vuestro antiguo puesto y Valente os director
de la hacienda pública en Bitinia. En medio de todo, un
terremoto sucedió y os hizo, al mundo renunciar. Luego,
dejasteis y repartisteis vuestros bienes entre los pobres
y os abrazasteis a la Cruz de Cristo, para siempre. Cumplido
vuestro tiempo, voló vuestra alma al cielo y vuestro hermano
os dedicó un panegírico de emoción lleno, resaltando vuestra
calidad de cristiano y de ser humano. Hoy, Dios, en su amor
infinito de bondad os premió vuestra entrega de amor y fe,
para coronros con corona de luz, como premio a vuestro amor.
Santo Patrono de todos los médicos del orbe de la tierra;
¡oh!, San Cesáreo Nacianzo, “viva fe y luz del amor de Dios”

 
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de Febrero
San Cesáreo de Nazianzo
Laico
†: 369
País:Turquía

Otras formas del nombre: Casario de Nazianzo. Canonización:pre-congregación
Hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

En Nacianzo, de la región de Capadocia, san Cesáreo, médico, hermano de san Gregorio Nacianceno. Patronazgo: patrono de los médicos. Refieren a este santo: Santa Gorgonia, San Gregorio de Nacianzo, Santa Nona.

Cesáreo era hermano de san Gregorio de Nacianzo -el famoso teólogo- e hijo del obispo de dicha ciudad. Ambos hermanos recibieron una educación excelente; Gregorio estudió en Cesarea de Palestina y Cesáreo en Alejandría, donde se distinguó en todas las ramas del saber humano, especialmente en la oratoria, la filosofía y la medicina. Terminó sus estudios de medicina en Constantinopla y llegó a ser el mejor médico de su época. Aunque la ciudad del emperador Constancio quería conservarle, Cesáreo no quiso establecerse allí. Más tarde, Juliano el Apóstata le llamó de nuevo a Constantinopla, le nombró jefe de sus médicos y le exceptuó de los edictos que publicó contra los cristianos. Cesáreo resistió victoriosamente a todas las tentativas de Juliano por hacerle abandonar la fe; pero su padre y su hermano le convencieron de que abandonara la corte, a pesar de la oposición de Juliano. Joviano le restituyó a su antiguo puesto y Valente le nombró su tesorero particular, es decir, director de la hacienda pública, en Bitinia.

El año 368, Cesáreo estuvo a punto de perder la vida en un terremoto y quedó tan impresionado, que renunció al mundo. A su muerte, ocurrida poco después, dejó todos sus bienes a los pobres. Su hermano, san Gregorio, predicó su oración fúnebre, que es nuestra principal fuente de información. Dicho panegírico le mereció el título de santo y la conmemoración que de él hace el Martirologio Romano. Sin embargo, es casi seguro que san Cesáreo recibió el bautismo después del terremoto de Nicea, es decir, apenas unos meses antes de su muerte. Durante la mayor parte de los cuarenta años que pasó sobre la tierra fue, por su propia voluntad, siempre catecúmeno, sin derecho a participar en los sagrados misterios.

El panegírico puede verse en Migne PG 35, 755-788. La iglesia oriental lo celebra el 9 de marzo.
Fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

(http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=681)

25 febrero, 2018

Día litúrgico: Domingo II (B) de Cuaresma



Resultado de imagen para Texto del Evangelio (Mc 9,2-10): En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto

Día litúrgico: Domingo II (B) de Cuaresma Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mc 9,2-10): En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.

Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle». Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.

Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

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«Se transfiguró delante de ellos»

Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós
(Barcelona, España)

Hoy contemplamos la escena «en la que los tres apóstoles Pedro, Santiago y Juan aparecen como extasiados por la belleza del Redentor» (San Juan Pablo II): «Se transfiguró delante de ellos y sus vestidos se volvieron resplandecientes» (Mc 9,2-3). Por lo que a nosotros respecta, podemos entresacar un mensaje: «Destruyó la muerte e irradió la vida incorruptible con el Evangelio» (2Tim 1, 10), asegura san Pablo a su discípulo Timoteo. Es lo que contemplamos llenos de estupor, como entonces los tres Apóstoles predilectos, en este episodio propio del segundo domingo de Cuaresma: la Transfiguración.

Es bueno que en nuestro ejercicio cuaresmal acojamos este estallido de sol y de luz en el rostro y en los vestidos de Jesús. Son un maravilloso icono de la humanidad redimida, que ya no se presenta en la fealdad del pecado, sino en toda la belleza que la divinidad comunica a nuestra carne. El bienestar de Pedro es expresión de lo que uno siente cuando se deja invadir por la gracia divina.

El Espíritu Santo transfigura también los sentidos de los Apóstoles, y gracias a esto pueden ver la gloria divina del Hombre Jesús. Ojos transfigurados para ver lo que resplandece más; oídos transfigurados para escuchar la voz más sublime y verdadera: la del Padre que se complace en el Hijo. Todo en conjunto resulta demasiado sorprendente para nosotros, avezados como estamos al grisáceo de la mediocridad. Sólo si nos dejamos tocar por el Señor, nuestros sentidos serán capaces de ver y de escuchar lo que hay de más bello y gozoso, en Dios, y en los hombres divinizados por Aquel que resucitó entre los muertos.

«La espiritualidad cristiana -escribió san Juan Pablo II- tiene como característica el deber del discípulo de configurarse cada vez más plenamente con su Maestro», de tal manera que -a través de una asiduidad que podríamos llamar “amistosa”- lleguemos hasta el punto de «respirar sus sentimientos». Pongamos en manos de Santa María la meta de nuestra verdadera “trans-figuración” en su Hijo Jesucristo.

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2018-02-25)

24 febrero, 2018

San Modesto de Tréveris

 
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¡Oh!, San Modesto de Tréveris, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y el que, brillo disteis
al significado de vuestro nombre: “Modesto”, porque lleva
inserta la templanza; cara y escasa virtud de hallar y
conseguir en cualquier tiempo. Vos, os preocupabais
por la mies de Cristo, a quienes, vuestras virtudes
en cada sermón insertabais y en cada ofrenda, a pesar
estar invadido y asolado por reyezuelos corruptos,
soportando el desorden, el desaliento, y el dolor
que generaban los muertos en vuestra grey; y, poco
inhumana pobreza en medio de la abundancia, el vicio,
el desarreglo y el libertinaje de aquél tiempo. Pero,
vos, lo transformasteis todo con valor y esfuerzo,
refugiándoos en el secreto de los santos: “la oración”,
llorando los pecados de vuestro pueblo y ayunando a
diario, para que, la ira de Dios, se aplacase. Ora
desde el púlpito predicando, ora en la calle, ayudando a
desposeídos y pobres, hasta que, de pronto la respuesta
del cielo no se hacía esperar ni un poco más. Así,
lo casi imposible, se hizo posible, y un increíble
cambio se obró entre vuestros fieles, a quienes
supisteis ganar con las fórmulas del amor, la paciencia
y la amabilidad. Y, el pueblo feliz os responde y busca
porque desea gustar más del “agua viva” de la “Vida”,
pues, ya habían estado sobrado tiempo dentro de la rudeza,
la ignorancia y la vulgaridad. Y, así, un día, tarea
cumplida, voló, vuestra alma al cielo, para coronada
ser con corona de luz, como premio justo a vuestro amor;
¡oh!, San Modesto de Tréveris, “viva y humilde luz de Cristo”.

© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de Febrero
San Modesto de Tréveris
Obispo 
(c. 486).Obispo

Martirologio Romano: En Tréveris, en la Galia Bélgica, (hoy en Alemania), san Modesto, obispo (c. 486).


Su apelativo bien pronunciado indica al poseedor de una virtud altamente costosa de conseguir y dice mucho con relación a la templanza que ayuda al perfecto dominio de sí. Buen servicio hizo esta virtud al santo que la llevó en su nombre.

El pastor de Tréveris trabaja y se desvive por los fieles de Jesucristo, allá por el siglo V. Lo presentan los escritos narradores de su vida adornado con todas las virtudes que debe llevar consigo un obispo.
Al leer el relato, uno va comprobando que, con modalidades diversas, el hombre continúa siendo el mismo a lo largo de la historia. No cambia en su esencia, no son distintos sus vicios y ni siquiera se puede decir que no sea un indigente de los mismos remedios ayer que hoy. Precisamente en el orden de la sobrenatural, las necesidades corren parejas por el mismo sendero, las virtudes a adquirir son siempre las mismas y los medios disponibles son idénticos. Fueron inventados hace mucho tiempo y el hombre ha cambiado poco y siempre por fuera.

Modesto es un buen obispo que se encuentra con un pueblo invadido y su población asolada por los reyes francos Merboco y Quildeberto. A su gente le pasa lo que suele suceder como consecuencia del desastre de las guerras. Soportan todas las consecuencias del desorden, del desaliento, del dolor de los muertos y de la indigencia. Están descaminados los usos y costumbres de los cristianos; abunda el vicio, el desarreglo y libertinaje. Para colmo de males, si la comunidad cristiana está deshecha, el estado en que se encuentra el clero es aún más deplorable. En su mayor parte, están desviados, sumidos en el error y algunos nadan en la corrupción.

El obispo está al borde del desaliento; lleno de dolor y con el alma encogida por lo que ve y oye. Es muy difícil poner de nuevo en tal desierto la semilla del Evangelio. Humanamente la tarea se presenta con dificultades que parecen insuperables.

Reacciona haciendo cada día más suyo el camino que bien sabía habían tomado con éxito los santos. Se refugia en la oración; allí gime en la presencia de Dios, pidiendo y suplicando que aplaque su ira. Apoya el ruego con generosa penitencia; llora los pecados de su pueblo y ayuna. Sí, son muchas las horas pasadas con el Señor como confidente y recordándole que, al fin y al cabo, las almas son suyas.

No deja otros medios que están a su alcance y que forman parte del ministerio. También predica. Va poco a poco en una labor lenta; comienza a visitar las casas y a conocer en directo a su gente. Sobre todo, los pobres se benefician primeramente de su generosidad. En esas conversaciones de hogar instruye, anima, da ejemplo y empuja en el caminar.

Lo que parecía imposible se realiza. Hay un cambio entre los fieles que supo ganar con paciencia y amabilidad. Ahora es el pueblo quien busca a su obispo porque quiere gustar más de los misterios de la fe. Ya estuvieron sobrado tiempo siendo rudos, ignorantes y groseros.

Murió -y la gente decía que era un santo el que se iba- el 24 de febrero del año 486.
El relato reafirma juntamente la pequeñez del hombre -el de ayer y el de hoy-y su grandeza.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=672)