15 abril, 2018

Domingo III (B) de Pascua



 Resultado de imagen para En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Sobresaltados y asustado
   

Día litúrgico: Domingo III (B) de Pascua Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 24,35-48): En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.

Después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: ‘Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí’». Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para el perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas».
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«Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo»
Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio todavía nos sitúa en el domingo de la resurrección, cuando los dos de Emaús regresan a Jerusalén y, allí, mientras unos y otros cuentan que el Señor se les ha aparecido, el mismo Resucitado se les presenta. Pero su presencia es desconcertante. Por un lado provoca espanto, hasta el punto de que ellos «creían ver un espíritu» (Lc 24,37) y, por otro, su cuerpo traspasado por los clavos y la lanzada es un testimonio elocuente de que se trata del mismo Jesús, el crucificado: «Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo» (Lc 24,39).

«Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor», canta el salmo de la liturgia de hoy. Efectivamente, Jesús «abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras» (Lc 24,45). Es del todo urgente. Es necesario que los discípulos tengan una precisa y profunda comprensión de las Escrituras, ya que, en frase de san Jerónimo, «ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo».

Pero esta compresión de la palabra de Dios no es un hecho que uno pueda gestionar privadamente, o con su congregación de amigos y conocidos. El Señor desveló el sentido de las Escrituras a la Iglesia en aquella comunidad pascual, presidida por Pedro y los otros Apóstoles, los cuales recibieron el encargo del Maestro de que «se predicara en su nombre (…) a todas las naciones» (Lc 24,47).

Para ser testigos, por tanto, del auténtico Cristo, es urgente que los discípulos aprendan -en primer lugar- a reconocer su Cuerpo marcado por la pasión. Precisamente, un autor antiguo nos hace la siguiente recomendación: «Todo aquel que sabe que la Pascua ha sido sacrificada para él, ha de entender que su vida comienza cuando Cristo ha muerto para salvarnos». Además, el apóstol tiene que comprender inteligentemente las Escrituras, leídas a la luz del Espíritu de la verdad derramado sobre la Iglesia.
(http://evangeli.net/evangelio/dia/2018-04-15)

14 abril, 2018

San Valeriano

 
 
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¡Oh!, San Valeriano, vos, sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo, y que felizmente convertido por Cecilia, vuestra
esposa, no tardó mucho en convertir también a vuestro hermano
Tiburcio, mostrando de pronto caridad y amor para con los pobres,
al igual que vuestra esposa Cecilia, hasta que os llega la hora
de confesar con vuestro hermano, ser ambos cristianos de Cristo.
Y, así y todo, aprovechasteis el juicio para adoctrinar a quienes
no sabían del Dios Vivo y verdadero. Entonces, encolerizados y
fuera de sí, vuestros verdugos por ello, optaron por apalearos
pero, de pronto vuestros rostros se encendieron de alegría única,
por la gracia de poder dar vuestra sangre por Jesucristo. Y, así,
“amante de la verdad” como erais, Dios os premió, de verdad y
con el cielo, conjuntamente con vuestra esposa y hermano, y hoy,
participáis del eterno banquete de gloria, coronado todo, con corona
de luz, por vuestra increíble entrega de amor. Y, aquí, en la tierra,
vuestras reliquias son horadas y conservadas para eterna gloria
de Dios, en todos sus santos, quienes son mudos testigos de vuestra
fe, en la iglesia dedicada a Cecilia, vuestra santa esposa;
¡oh!, San Valeriano, “viva robustez y confianza en el Dios vivo”.


© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado______________________________________

14 de Abril
San Valeriano
Mártir


Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Pretextato, en la vía Apia, santos Tiburcio, Valeriano y Máximo, mártires. († s. inc.)
Etimológicamente: Valeriano = Aquel que es fuerte, robusto. Viene de la lengua latina.
Mártir romano, probablemente del tiempo de Juliano el Apóstol, esposo de la popular virgen Cecilia. Según las tradiciones fue convertido por ella el día mismo de la boda con medios sobrenaturales y milagrosos. Sobre su casa se edificó luego un templo, en el que reposan las reliquias de su santa consorte. Fiesta 14 de abril.

Una de las imágenes más sugerentes y humanas con que la divina Palabra nos ha introducido en el misterio de la Redención la constituyen las llamadas bodas del Cordero.

Dios ha amado a la humanidad con amor de Esposo y en el banquete nupcial se entrega a sí mismo como víctima y como alimento. Es realmente un vínculo de sangre el que sella estas bodas sublimes, es la sangre del Cordero, del Hijo de Dios inmolado. Por ello se comprende y se admira el profundo sentido cristiano que guió a la piedad de nuestros antepasados, ya desde muchos siglos atrás, en tejer con minuciosos detalles en torno a unas nupcias, mitad terrenas y mitad espirituales, este bello poema de virginidad y de martirio, de amor y de sacrificio, el poema de Cecilia y Valeriano, el poema de Cristo presente en el amor transparente de los dos jóvenes.

Y el poema es cantado cada año por toda la Iglesia, en el oficio divino en honor de la santa esposa. Valeriano entra como segundo personaje, el convertido, el amante brioso, pero íntegro, que no duda en renunciar al goce sensible para unirse con ella en el amor supremo, el amor que salva y los une a los dos con Dios y en Dios.

La narración es suave e insinuante. Durante el banquete nupcial Cecilia, preparada anteriormente con larga oración y ayuno, sin dejar de participar en el bullicio y la alegría, entona su cántico de confianza: Que mi corazón permanezca inmaculado.

Luego viene el momento del encuentro con el esposo. Valeriano se acerca a Cecilia con toda la ilusión de su juventud, con toda la satisfacción del amor conquistado.

Cecilia pronuncia extrañas palabras. Un ángel guarda su virginidad; le invita a colaborar con el ángel, le promete ver también él al ángel si antes es lavado por un baño sagrado.

Valeriano, enamorado, no duda de Cecilia, se le confía, se convierte, y va en busca de la iglesia en su Cabeza, el Papa oculto. Éste le instruye en el misterio y, tras pedirlo insistente, le administra el santo bautismo.

Vuelve presuroso al tálamo nupcial, y descubre a su esposa en oración, con un ángel a su lado, más resplandeciente que el sol y ofreciendo a los dos una guirnalda de parte del Esposo de las vírgenes. Valeriano adora, cree, goza. Con la esposa.

Y no tarda en conseguir tiempo después la conversión de su hermano Tiburcio, que sigue su mismo camino. Así Cecilia puede presentar a los dos hermanos como sus más preciadas coronas del día de sus esponsales, como el fruto de su amor y de su sabiduría…

Pronto su esposo probará su espíritu y la profundidad con que siente su nueva vida. Primero dedicado intensamente a la caridad para con los pobres, compitiendo con Cecilia en su ya famoso desprendimiento.

Después será su valentía y decisión ante el prefecto Almaquio.
Los dos hermanos confiesan que son cristianos, y pretenden adoctrinar a los que asisten al juicio, en la verdadera religión. Son cruelmente apaleados, pero en pleno suplicio muestran sus rostros llenos de alegría por la gracia de poder dar su sangre por Jesucristo. Y de este modo, pasan delante de Cecilia, que pronto les seguirá en el camino del testimonio sangriento. Valeriano había amado de verdad y en el cielo, junto con su esposa, participa en el eterno banquete de gloria al Cordero. En la tierra, sus reliquias fueron conservadas, para gloria de Dios en sus santos, y se conservan en la iglesia dedicada a Santa Cecilia, en el Trastévere.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

12 abril, 2018

San Zenón de Verona



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San Zenón de Verona Obispo, 12 de abril
Por: . | Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa

Martirologio Romano: En Verona, en el territorio de Venecia, Italia, san Zenón, obispo, que con su trabajo y predicación condujo a la ciudad al bautismo de Cristo. († c.372)

Etimológicamente: Zenón = Aquel supeditado al dios Zeus, es de origen griego.

San Ambrosio habla de él como un santo en sus memorias, y San Gregorio relata un milagro en la Iglesia de San Zenón en Verona. Mabillon publica un poema anónimo “De landibus Veronae”, tomado de los escritos de Ratherius, Obispo de Verona (de fecha 974) el que fue encontrado en la abadía en Lobbes en Bélgica. Este ultimo escrito contiene una lista de los obispos de Verona y establece que Zenón fue número ocho.

En el Monasterio de Classe en Ravena, fue encontrada una casulla del Siglo VIII, con los nombres y figures de los treinta y cinco obispos de Verona, tanto en su parte de adelante como de atrás. Entre ellos estaba Zenón. Esta lista fue admitida por Gams en su “Series episcoporum”.

Zenón no había sido reconocido como escritor antes de 1508, cuando dos dominicos, Alberto Castellano y Jacobo de Leuco, editaron en Venecia 105 tractatus o sermons encontrados en la biblioteca Episcopal de Verona, cincuenta años antes.

En 1739 los hermanos Ballerini publicaron “S. Zenonis episcopi Veronae sermons”, con un elaborado prolegómeno. Con base en este escrito, se evidencia que Zenón fue un nativo de África, octavo obispo de Verona (362-80) un hábil conferencista y un indiscutido campeón de la cristiandad contra los arianos. Mucha controversia se suscitó a raíz de atribuir a uno o dos obispos de Verona de nombre Zenón, la autoría de los sermones.

Varias opiniones fueron sostenidas por Sixto de Siena, Baronius, Ughelli, Dupin, Tillemont, Fabricius, y otros. De los 105 sermones, 12 han sido rechazados como pertenecientes a otros autores. Del remanente, 16 son extensos sermones, los otros solamente borradores o fragmentos.

Ellos contienen valioso material sobre la doctrina católica, prácticas y liturgia; tratan respecto a Dios, la creación, la Santísima Virgen, las Santas Escrituras, la Iglesia, los sacramentos, etc., y advierte contra los vicios de hoy en día.

(http://es.catholic.net/op/articulos/34968/zenn-de-verona-santo.html#)

11 abril, 2018

San Estanislao

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 ¡Oh!, San Estanislao; vos, sois el hijo del Dios de la vida, y
su Obispo y amado santo que, de gran elocuencia dotado,
no sólo ejemplo disteis como excelso predicador, sino, también
en vuestro obrar diario, a la práctica llevando las palabras
de Isaías Profeta, que dicen: “Ay de los jefes espirituales
que sean como perros mudos que no ladran cuando llegan los
ladrones a robar en el campo del Señor”. Estricto erais a
exigir a cada sacerdote el cumplimento de sus deberes. Cada
año, todas vuestras parroquias visitabais y dedicabais tiempo
a la predicación y a la instrucción de vuestro pueblo. Vuestro
palacio episcopal, lleno vivía de pobres, porque jamás negabais
ayudas a los menesterosos. A las familias con situaciones
económicas penosas, os enviabais generosas ayudas. Varias
veces habíais corregido a Boleslao rey, cuando éste cometía
crueldades o injusticias, pero de pronto se transformó, hasta
el punto de robarse una mujer casada y tomarla como concubina,
y los empleados recurrieron a vos, para llamarle la atención.
Y, vos, le echasteis en su rostro el pecado que cometía y
el ejemplo que daba al pueblo. El reyezuelo, se hizo el sordo y
no os quiso hacer caso y vos, lo amenazasteis si no se arrepentía
de su pecado. Entonces, Boleslao asistió a una Misa en la catedral,
y, vos, mandasteis la Misa suspender, porque no aceptabais
que un pecador escandaloso estuviera allí. Y, estalló, la ira
del sanguinario rey, y tramó venganza, y mientras vos,
estabais celebrando la Santa Misa, cobardemente mandó a
que os mataran en el mismo altar. Pero, los soldados volvieron
del atrio diciéndole de que no os tocaron porque rodeado estabais
de resplandores. Entonces el mismo reyezuelo, al altar subió
y con sus propias manos os asesinó. Y, así, el pueblo empezó a
veneraros como a un gran santo, tanto que, el Papa Inocencio
os canonizó. El malvado os mató el cuerpo, pero jamás vuestra
alma que, presta voló, a los brazos de Dios. Por ello, premio justo
recibisteis, hecho corona de luz, por vuestra entrega de amor y fe;
¡Oh!, San Estanislao, “vivo defensor de la Casa del Dios Vivo”.


 

 © 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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11 de Abril
San Estanislao
Obispo y mártir
(año 1079)

Es un santo muy estimado y honrado en Polonia, su patria.
Nació cerca de Cracovia, en el año 1030. Sus padres llevaban treinta años de casados sin lograr tener hijos y consideraron el nacimiento de Estanislao como un verdadero regalo de Dios. Lo educaron lo más piadosamente que pudieron.

Estudió en Polonia y en París y ordenado sacerdote por el obispo de Cracovia (que es la segunda ciudad de Polonia) fue nombrado Párroco de la catedral. Se distinguió por su gran elocuencia, por los impresionantes ejemplos de vida santa que brindaba a todos con su buen comportamiento y por la reforma de costumbres que lograba conseguir con sus predicaciones y con su dirección espiritual.
El señor obispo deseaba que Estanislao fuera su sucesor, pero él no aceptaba ser obispo porque se creía indigno de tan alta dignidad. Sin embargo al morir el prelado, el pueblo lo aclamó como el más digno para ejercer el obispado, el cual ejerció por siete años, desde el año 1072, hasta el año de su muerte, en 1079.

Era muy estricto en exigir a cada sacerdote el cumplimento exacto de sus deberes sacerdotales. Visitaba cada año a todas las parroquias y dedicaba mucho tiempo a la predicación y a la instrucción del pueblo. Su palacio episcopal vivía lleno de pobres, porque jamás negaba ayudas a los necesitados. Tenía la lista de las familias que estaban pasando por situaciones económicas más penosas, para enviarles sus generosas ayudas.

El rey de Polonia Boleslao, era un valiente guerrero pero se dejaba dominar demasiado por sus pasiones. Al principio se entendía muy bien con el obispo Estanislao, pero luego empezó a cometer faltas muy graves que escandalizaban y daban muy mal ejemplo al pueblo y entonces el obispo tuvo que intervenir fuertemente. San Estanislao recordaba muy bien aquel mandato de San Pablo “Es necesario reprender, aconsejar y hasta amenazar, con toda paciencia y doctrina, porque llega el tiempo en que los hombres arrastrados por sus propias pasiones ya no quieren oír las doctrinas verdaderas, sino las falsedades” (2 Tim. 4,2).

Este santo obispo era de carácter amable y humilde, pacífico y amigo de arreglar todos los asuntos por las buenas. Trataba de ser severo consigo mismo pero totalmente comprensivo con los demás. Era un alma que jamás demostraba orgullo y ponía gran cuidado para no dejarse dominar por la ira. Siempre estaba en disposición para ayudar a los necesitados. Pero conocía muy bien la famosa frase del profeta Isaías: “Ay de los jefes espirituales que sean como perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar en el campo del Señor”. Y él no quería ser perro mudo que se queda sin dar la voz de alerta ante los enemigos y los peligros.

Varias veces había corregido a Boleslao cuando éste cometía crueldades o injusticias y el rey había mostrado cierto arrepentimiento y deseos de corregirse. Pero de pronto la medida de sus maldades rebosó cuando Boleslao se robó una mujer casada para llevársela como concubina a su palacio. Las gentes se escandalizaron. Ninguno de los altos empleados se atrevía a corregir al rey escandaloso. Y pidieron al obispo que se arriesgara a llamarle la atención al terrible monarca.

Estanislao se presentó valerosamente ante el rey le echó en cara el pecado tan escandaloso que estaba cometiendo, y el pésimo ejemplo que estaba dando a todo ese pueblo tan católico. Boleslao se hizo el sordo y no le quiso hacer caso y entonces el obispo con toda la autoridad de su cargo lo amenazó con terribles castigos si no se arrepentía de su pecado impuro y no dejaba aquella mala amistad.
Boleslao creyó que el obispo no iba a proceder tan fuertemente, y se atrevió a asistir a una misa en la catedral. Pero Estanislao mandó suspender la misa porque no aceptaba que un pecador tan rebelde y escandaloso estuviera allí dando mal ejemplo a todos. Entonces estalló ferozmente la ira del sanguinario rey.

Boleslao se propuso vengarse y un 11 de abril mientras San Estanislao estaba celebrando la Santa Misa, mandó el furibundo rey a sus soldados a que lo mataran allí mismo en el altar. Los soldados volvieron al atrio diciéndole que no se habían atrevido a tocar a aquel hombre de Dios que aparecía rodeado de resplandores. Entonces el mismo Boleslao subió al altar y con sus propias manos asesinó al santo obispo el 11 de abril del año 1079. Fue un crimen que nunca pudo olvidar y que lo atormentó día y noche durante todo el resto de su vida.

El rey hizo que el cadáver del santo quedara en el campo sin sepultar, para que lo devoraran los cuervos. Pero entonces aparecieron dos águilas que no dejaron que ningún gallinazo se acercara al cuerpo del difunto. Hasta que llegaron unos devotos fervorosos y le dieron santa sepultura, en la capilla de San Miguel.

Desde entonces las cosas comenzaron a suceder cada día más de mal en peor para el rey Boleslao que tuvo que llorar muy amargamente el crimen tan espantoso que cometió. El pueblo empezó a venerar como a un gran santo a Estanislao, y el Papa Inocencio lo canonizó, o sea lo declaró santo en el año 1253.

Petición
 San Estanislao, pídele a Dios que haya muchos obispos y sacerdotes que como tú a imitación de San Juan Bautista que se atrevió a enfrentársele al rey Herodes y decirle: “No te es permitido vivir con una mujer que no es tu esposa”, y no dejó de decírselo aunque esto le llevó a ser asesinado por orden de tan malvado rey, que así también en este tiempo siempre haya muchos valerosos sacerdotes y obispos que se atrevan a oponerse a los que dan escándalo y mal ejemplo, aunque esto los lleve a ser perseguidos y sufrir martirios.

Y a los que se atreven a atacar a los enviados de Dios, que no olviden las palabras del libro Santo: “No toquéis a mis ungidos. No hagáis daño a los que Yo envío para comunicar mis mensajes (Salmo 105). Porque el que ataca a uno de mis enviados, es como si me hiriera a Mí en la pupila de mis ojos, dice el Señor”.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Estanislao.htm)

10 abril, 2018

Solemnidad de la Anunciación del Señor

 
 
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¡Oh!, Solemnidad de la Anunciación del Señor;
en la que Vos, Padre de la vida, amoroso y generoso a
vuestro Ángel Gabriel, el de las “buenas nuevas”,
enviasteis a María, sierva vuestra, a anunciarle
que, en su virginal seno, al Varón Perfecto y Salvador
del mundo albergaría. ¡Sí!, a Jesús, Hijo amadísimo
Vuestro, para la grande obra Redentora: el cumplir
con la salvación del hombre, que Vos, diseñado habíais,
desde antes de que, el mundo hecho fuera. Porque
Vos, nos amasteis de tal forma y manera, que nos
donasteis gratuitamente a vuestro único Hijo, ¡Jesús!
Él, Divino sí, por vuestra Divinidad, y Humano, -y
¡qué ser Humano!-, por María, pues Ella, su humanidad
compartió feliz. ¡Alegraos pues, pueblos todos del
orbe de la tierra, porque, si en el pasado, por un
hombre, Adán, el pecado en el mundo entró, por otro,
Divino y grande, Cristo Jesús, la salvación para todos
llegó, en María inmaculada, Madre Vuestra y Nuestra;
¡oh!, Solemnidad de la Anunciación del Señor.


 
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Día litúrgico: La Anunciación del Señor Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».

María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.
 
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«Alégrate, llena de gracia»
Dr. Johannes VILAR (Köln, Alemania)

Hoy, en el «alégrate, llena de gracia» (Lc 1,28) oímos por primera vez el nombre de la Madre de Dios: María (segunda frase del arcángel Gabriel). Ella tiene la plenitud de la gracia y de los dones. Se llama así: “keharitoméne”, «llena de gracia» (saludo del Ángel).

Quizás con 15 años y sola, María tiene que dar una respuesta que cambiará la historia entera de la humanidad. San Bernardo suplicaba: «Se te ofrece el precio de nuestra Redención. Seremos liberados inmediatamente, si tú dices sí. Todo el orbe está a tus pies esperando tu respuesta. Di tu palabra y engendra la Palabra Eterna». Dios espera una respuesta libre, y “La llena de gracia”, representando a todos los necesitados de Redención, responde: “génoitó”, hágase! Desde hoy ha quedado María libremente unida a la Obra de su Hijo, hoy comienza su Mediación. Desde hoy es Madre de los que son uno en Cristo (cf. Gal 3,28).

Benedicto XVI decía en un interview: «[Quisiera] despertar el ánimo de atreverse a decisiones para siempre: sólo ellas posibilitan crecer e ir adelante, lo grande en la vida; no destruyen la libertad, sino que posibilitan la orientación correcta. Tomar este riesgo —el salto a lo decisivo— y con ello aceptar la vida por entero, esto es lo que desearía trasmitir». María: ¡he aquí un ejemplo!

Tampoco San José queda al margen de los planes de Dios: él tiene que aceptar recibir a su esposa y dar nombre al Niño (cf. Mt 1,20s): Jesua, “el Señor salva”. Y lo hace. ¡Otro ejemplo!

La Anunciación revela también a la Trinidad: el Padre envía al Hijo, encarnado por obra del Espíritu Santo. Y la lglesia canta: «La Palabra Eterna toma hoy carne por nosotros». Su obra redentora —Navidad, Viernes Santo, Pascua— está presente en esta semilla. Él es Emmanuel, «Dios con nosotros» (Is 7,15). ¡Alégrate humanidad!

Las fiestas de San José y de la Anunciación nos prepararan admirablemente para celebrar los Misterios Pascuales.

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2018-04-09)

08 abril, 2018

El Señor de la Divina Misericordia

 
 
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 ¡Oh!, Señor de la Divina Misericordia, os
 celebramos, el segundo Domingo de Pascua,
gracias a Santa Faustina Kowalska, y a
los amorosos mensajes de Vos, Jesús Mío.
San Juan Pablo Segundo os incorporó
en la liturgia y la Iglesia invita a celebrar a
la Divina Misericordia, con más abundancia
en el don de la consolación del Espíritu Santo,
para una creciente caridad cultivar hacia Dios y
hacia el prójimo, y una vez obtenido de Dios,
el perdón, y a su vez ellos generosamente lo hagan
con los demás hermanos. ¡Oh! imagen de la Divina
Misericordia, revelada  por Vos,  a Santa Faustina, a
quien le pedisteis que  fuese pintada tal y como como
Él, os indicó y luego le explicasteis  su significado y
lo que los fieles alcanzarían  con ella. No olvidéis
“La Coronilla” a las tres pm, que es el momento
de mi muerte, le dijisteis. Divina Misericordia, estáis
vinculada al Evangelio del segundo Domingo
de Pascua, porque en ese día, os aparecisteis,
¡oh! Jesús,  al apóstol Tomás, y los sacerdotes
de manera especial administran la “Divina
Misericordia”. ¡Oh! confesión pura Misericordia,
hasta el fin de los tiempos, porque  nos reveláis a Vos,
 Jesús y a vuestra Segunda Venida. Y, tal como
le dijisteis a tu sierva Faustina: “Habla a las almas
de esta gran misericordia Mía, porque está cercano
el día terrible, el día de Mi justicia”. “Estoy prolongándoles
 el tiempo de la misericordia, pero ¡ay! de ellos si
 no reconocen este tiempo de Mi visita”. “Antes del Día
de la justicia envío el día de la misericordia”. “Quien
 no quiera pasar por la puerta de Mi misericordia,
tiene que pasar por la puerta de Mi justicia”
¡Todo se cumplirá, a pie juntillas! ¡Todo!
¡Oh!, Señor de la Divina Misericordia, ¡Aleluya!

 © 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado

 
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Fiesta de la Divina Misericordia Segundo Domingo de Pascua

“La humanidad no conseguirá la paz hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia” (Diario, 300)

La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos … “y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia” (Diario, 723). En este mensaje, que Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio de Santa Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios, y que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones… “porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil” (Diario, 742).

Con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla y la Novena a la Divina Misericordia; confesarse -para la cual es indispensable realizar primero un buen examen de conciencia-, y recibir la Santa Comunión el día de la Fiesta de la Divina Misericordia.

La escencia de la devoción
La esencia de la devoción se sintetiza en cinco puntos fundamentales:
1. Debemos confiar en la Misericordia del Señor.
Jesús, por medio de Sor Faustina nos dice: “Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en mi misericordia. Que se acerquen a ese mar de misericordia con gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina”.

2. La confianza es la esencia, el alma de esta devoción y a la vez la condición para recibir gracias.
“Las gracias de mi misericordia se toman con un solo recipiente y este es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son mi gran consuelo y sobre ellas derramo todos los tesoros de mis gracias. Me alegro de que pidan mucho porque mi deseo es dar mucho, muchísimo. El alma que confía en mi misericordia es la más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella. Ningún alma que ha invocado mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en mi bondad”.

3. La misericordia define nuestra actitud ante cada persona.
“Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia mí. Debes mostrar misericordia siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formar de ejercer misericordia: la primera es la acción; la segunda, la palabra; y la tercera, la oración. En estas tres formas se encierra la plenitud de la misericordia y es un testimonio indefectible del amor hacia mí. De este modo el alma alaba y adora mi misericordia”.

4. La actitud del amor activo hacia el prójimo es otra condición para recibir gracias.
“Si el alma no practica la misericordia de alguna manera no conseguirá mi misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque la misericordia anticiparía mi juicio”.

5. El Señor Jesús desea que sus devotos hagan por lo menos una obra de misericordia
al día.

“Debes saber, hija mía que mi Corazón es la misericordia misma. De este mar de misericordia las gracias se derraman sobre todo el mundo. Deseo que tu corazón sea la sede de mi misericordia. Deseo que esta misericordia se derrame sobre todo el mundo a través de tu corazón. Cualquiera que se acerque a ti, no puede marcharse sin confiar en esta misericordia mía que tanto deseo para las almas”.

La Santa Sede decreta día de la Divina Misericordia
Una propuesta de Santa Faustina Kowalska
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el 23 de mayo del 2000 un decreto en el que se establece, por indicación de Juan Pablo II, la fiesta de la Divina Misericordia, que tendrá lugar el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico será «segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia».

Ya el Papa lo había anunciado durante la canonización de Sor Faustina Kowalska, el 30 de abril: «En todo el mundo, el segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero humano en los años venideros».

Sin embargo, el Papa no había escrito estas palabras, de modo que no aparecieron en la transcripción oficial de sus discursos de esa canonización.

Santa Faustina, que es conocida como la mensajera de la Divina Misericordia, recibió revelaciones místicas en las que Jesús le mostró su corazón, fuente de misericordia y le expresó su deseo de que se estableciera esta fiesta. El Papa le dedicó una de sus encíclicas a la Divina Misericordia («Dives in misericordia»).

Los apóstoles de la Divina Misericordia están integrados por sacerdotes, religiosos y laicos, unidos por el compromiso de vivir la misericordia en la relación con los hermanos, hacer conocer el misterio de la divina misericordia, e invocar la misericordia de Dios hacia los pecadores. Esta familia espiritual, aprobada en 1996, por la archidiócesis de Cracovia, está presente hoy en 29 países del mundo.

El decreto vaticano aclara que la liturgia del segundo domingo de Pascua y las lecturas del breviario seguirán siendo las que ya contemplaba el misal y el rito romano.

(https://www.aciprensa.com/recursos/fiesta-de-la-divina-misericordia-segundo-domingo-de-pascua-2120/)

07 abril, 2018

Sábado de la octava de Pascua


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Día litúrgico: Sábado de la octava de Pascua Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mc 16,9-15): Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con Él, que estaban tristes y llorosos. Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron. Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea. Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos. Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado. Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación».
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«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación»
P. Jacques PHILIPPE (Cordes sur Ciel, Francia)

Hoy, confiando en Jesús resucitado, hemos de redescubrir el Evangelio como una “buena nueva”. El Evangelio no es una ley que nos oprime. Alguna vez hemos podido caer en la tentación de pensar que los que no son cristianos están más tranquilos que nosotros y hacen lo que quieren, mientras que nosotros tenemos que cumplir una lista de mandamientos. Es una visión de las cosas meramente superficial.

Personalmente, una de mis mayores preocupaciones es que el Evangelio se presente siempre como una buena nueva, una feliz noticia, que nos llene el corazón de alegría y consuelo.

La enseñanza de Jesús es por supuesto exigente, pero Teresa del Niño Jesús nos ayuda a percibirla realmente como una buena nueva, puesto que para ella el Evangelio no es otra cosa que la revelación de la ternura de Dios, de la misericordia de Dios con cada uno de sus hijos, y señala las leyes de la vida que llevan a la felicidad. El centro de la vida cristiana es acoger con reconocimiento la ternura y la bondad de Dios —revelación de su amor misericordioso— y dejarse transformar por dicho amor.
El itinerario espiritual tomado por santa Teresita, el “caminito”, es un auténtico camino de santidad, un camino con cabida para todos, hecho de tal manera que nadie puede desanimarse, ni los más humildes, ni los más pobres, ni los más pecadores. Teresa anticipa así el Concilio Vaticano II que afirma con seguridad que la santidad no es un camino excepcional, sino una llamada para todos los cristianos, de la que nadie debe ser excluido. Hasta el más vulnerable y miserable de los hombres puede responder a la llamada a la santidad.

Esta santidad consiste en un «camino de confianza y amor». Así, «el ascensor que ha de elevarme hasta el cielo son tus brazos, Jesús! (…). Tú, Dios mío, has rebasado mi esperanza, y yo quiero cantar tus misericordias» (Santa Teresa de Lisieux).
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«María Magdalena (…) fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con Él, (… pero) no creyeron»
P. Raimondo M. SORGIA Mannai OP (San Domenico di Fiesole, Florencia, Italia)

Hoy, el Evangelio nos ofrece la oportunidad de meditar algunos aspectos de los que cada uno de nosotros tiene experiencia: estamos seguros de amar a Jesús, lo consideramos el mejor de nuestros amigos; no obstante, ¿quién de nosotros podría afirmar no haberlo traicionado nunca? Pensemos si no lo hemos mal vendido, por lo menos alguna vez, por un bien ilusorio, del peor oropel. En segundo lugar, aunque frecuentemente estamos tentados a sobrevalorarnos en cuanto cristianos, sin embargo el testimonio de nuestra propia conciencia nos impone callar y humillarnos, a imitación del publicano que no osaba ni tan sólo levantar la cabeza, golpeándose el pecho, mientras repetía: «Oh Dios, ven junto a mí a ayudarme, que soy un pecador» (Lc 18,13).

Afirmado todo esto, no puede sorprendernos la conducta de los discípulos. Han conocido personalmente a Jesús, le han apreciado los dotes de mente, de corazón, las cualidades incomparables de su predicación. Con todo, cuando Jesucristo ya había resucitado, una de las mujeres del grupo —María Magdalena— «fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con Él, que estaban tristes y llorosos» (Mc 16,10) y, en lugar de interrumpir las lágrimas y comenzar a bailar de alegría, no le creen. Es la señal de que nuestro centro de gravedad es la tierra.

Los discípulos tenían ante sí el anuncio inédito de la Resurrección y, en cambio, prefieren continuar compadeciéndose de ellos mismos. Hemos pecado, ¡sí! Le hemos traicionado, ¡sí! Le hemos celebrado una especie de exequias paganas, ¡sí! De ahora en adelante, que no sea más así: después de habernos golpeado el pecho, lancémonos a los pies, con la cabeza bien alta mirando arriba, y… ¡adelante!, ¡en marcha tras Él!, siguiendo su ritmo. Ha dicho sabiamente el escritor francés Gustave Flaubert: «Creo que si mirásemos sin parar al cielo, acabaríamos teniendo alas». El hombre, que estaba inmerso en el pecado, en la ignorancia y en la tibieza, desde hoy y para siempre ha de saber que, gracias a la Resurrección de Cristo, «se encuentra como inmerso en la luz del mediodía».

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2018-04-07)