20 enero, 2020

San Fabián y San Sebastián, Mártires

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¡Oh!, San Fabián, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
y su amado santo, y elegido por Él, cuando, en forma de paloma
se posó, sobre vos, antes de sacerdote santo ser. San Cipriano,
de vos, dijo certeramente: “Fue un hombre muy santo, y la
gloria de su martirio correspondió a la gran pureza de su
vida”. Decio, os mandó matar, pero jamás supo, que vuestra
alma era inmortal y que, al cielo iría, para coronada ser
de luz eterna, como justo premio, a vuestra entrega de amor;
¡oh!, San Fabián, “vivo mártir del Dios del Amor y de la Vida”.
 

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Enero
San Fabián
Sumo Pontífice (250)

Fue Sumo Pontífice del año 236 al 250, por 14 años. El historiador Eusebio cuenta que al morir el Papa San Antero, el clero de Roma se reunió junto con los fieles creyentes, para elegir al nuevo Papa, y que estando allí reunidos, vieron descender una paloma sobre la cabeza de Fabián. No habían pensado elegirlo a él porque todavía no era sacerdote. Pero ante esta señal, lo eligieron, y fue ordenado sacerdote y consagrado obispo.


San Cipriano dijo de él: «Fue un hombre muy santo, y la gloria de su martirio correspondió a la gran pureza de su vida”. El emperador Decio ordenó en el 250 una terrible persecución contra los cristianos y al primero que mandó matar fue al Papa San Fabián.

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¡Oh! San Sebastián, vos sois el hijo del Dios de la Vida,
y que entrasteis a la vida militar para poder ayudar a los
cristianos que estaban prisioneros. Cuentan que una vez un
mártir estaba para desanimarse a causa de las lágrimas de
sus familiares, pero vos, lo animasteis a ofrecer su vida
por Jesucristo, y así, aquel creyente obtuvo el martirio
que lo llevó al cielo en aquél día. Vos, erais Capitán de
la Guardia Imperial en Roma, y aprovechasteis ese cargo para
ayudar a los cristianos perseguidos. Pero un día fuisteis
denunciado ante el emperador por ser cristiano, y Maximino
os llamó y os puso dos caminos: dejar de ser cristiano
y luego ser ascendido en el ejército, o si persistieseis en
seguir creyendo en Cristo, ser degradado y atravesado a
flechazos. Vos, con valor y fe, declarasteis que seríais
siendo fiel seguidor de Cristo hasta el último momento de
vuestra vida y entonces Maximino, montado en ira, ordenó
que vuestro cuerpo, fuera atravesado a flechazos. Y, así
voló vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona
de luz como justo premio a vuestra entrega de amor. ¡Aleluya!
En Roma os levantaron desde antiguo una basílica en vuestro
honor. A Vos, os invocan como Patrono contra las flechas
envenenadas y para librarse de plagas y enfermedades. San
Ambrosio, pronunció hermosos sermones acerca de vos. Vos,
sois patrono de los arqueros, los soldados y los atletas.
¡Oh! San Sebastián, “vivo soldado del Dios de la Vida y del Amor”.

 

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Enero
San Sebastián
Soldado mártir
Año 300


Se dice de él que entró a la vida militar para poder ayudar a los cristianos que estaban prisioneros. Una vez un mártir estaba para desanimarse a causa de las lágrimas de sus familiares, pero el militar Sebastián lo animó a ofrecer su vida por Jesucristo, y así aquel creyente obtuvo el glorioso martirio.

Dicen los antiguos documentos que Sebastián era Capitán de la Guardia en el Palacio Imperial en Roma, y aprovechaba ese cargo para ayudar lo más posible a los cristianos perseguidos.

Pero un día lo denunciaron ante el emperador por ser cristiano. Maximino lo llamó y lo puso ante la siguiente disyuntiva: o dejar de ser cristiano y entonces ser ascendido en el ejército, o si persistía en seguir creyendo en Cristo ser degradado de sus cargos y ser atravesado a flechazos. Sebastián declaró que sería seguidor de Cristo hasta el último momento de su vida, y entonces por orden del emperador fue atravesado a flechazos.

En Roma le levantaron desde muy antiguos tiempos una basílica en su honor. Ha sido invocado por muchos siglos como su Patrono contra las flechas envenenadas y para librarse de plagas y enfermedades. San Ambrosio pronunció hermosos sermones acerca de San Sabastián. Es patrono de los arqueros, los soldados y los atletas. El nombre «Sebastián” significa: «Digno de respeto. Venerable”.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Fabian_Sebastian.htm)

19 enero, 2020

Domingo II (A) del tiempo ordinario


 Resultado de imagen para En aquel tiempo, vio Juan venir Jesús y dijo: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he ven"



Día litúrgico: Domingo II (A) del tiempo ordinario Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Jn 1,29-34): En aquel tiempo, vio Juan venir Jesús y dijo: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que Él sea manifestado a Israel».

Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».
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«He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo»

Rev. D. Joaquim FORTUNY i Vizcarro (Cunit, Tarragona, España)

Hoy hemos escuchado a Juan que, al ver a Jesús, dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). ¿Qué debieron pensar aquellas gentes? Y, ¿qué entendemos nosotros? En la celebración de la Eucaristía todos rezamos: «Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros / danos la paz». Y el sacerdote invita a los fieles a la Comunión diciendo: «Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo…».

No dudemos de que, cuando Juan dijo «he ahí el Cordero de Dios», todos entendieron qué quería decir, ya que el “cordero” es una metáfora de carácter mesiánico que habían usado los profetas, principalmente Isaías, y que era bien conocida por todos los buenos israelitas.

Por otro lado, el cordero es el animalito que los israelitas sacrifican para rememorar la pascua, la liberación de la esclavitud de Egipto. La cena pascual consiste en comer un cordero.

Y aun los Apóstoles y los padres de la Iglesia dicen que el cordero es signo de pureza, simplicidad, bondad, mansedumbre, inocencia… y Cristo es la Pureza, la Simplicidad, la Bondad, la Mansedumbre, la Inocencia. San Pedro dirá: «Habéis sido rescatados (…) con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo» (1Pe 1,18.19). Y san Juan, en el Apocalipsis, emplea hasta treinta veces el término “cordero” para designar a Jesucristo.

Cristo es el cordero que quita el pecado del mundo, que ha sido inmolado para darnos la gracia. Luchemos para vivir siempre en gracia, luchemos contra el pecado, aborrezcámoslo. La belleza del alma en gracia es tan grande que ningún tesoro se le puede comparar. Nos hace agradables a Dios y dignos de ser amados. Por eso, en el “Gloria” de la Misa se habla de la paz que es propia de los hombres que ama el Señor, de los que están en gracia.

San Juan Pablo II, urgiéndonos a vivir en la gracia que el Cordero nos ha ganado, nos dice: «Comprometeos a vivir en gracia. Jesús ha nacido en Belén precisamente para eso (…). vivir en gracia es la dignidad suprema, es la alegría inefable, es garantía de paz, es un ideal maravilloso».

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2020-01-19)

18 enero, 2020

Santa Prisca

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 ¡Oh!, Santa Prisca, vos, sois la hija del Dios de la vida
y su amada santa, y que, en vez alguna, San Pablo os agradeció
el haber puesto en peligro vuestra vida, para, la del Apóstol
defender: “Saludad a Prisca y Aquila, mis cooperadores en
Cristo Jesús, los cuales para salvar mi vida expusieron su
cabeza”. Vuestros captores no tuvieron consideración alguna,
de lo niña que aún erais y el juez, creyó que erais fácil
de convenceros y que apostataseis, y os sugirió que hicierais
una ofrenda ante Apolo, poniendo unos granos de incienso
en el fuego. Y, así, todo el proceso contra vos, concluiría
pero, vos, iluminada por el Espíritu Santo, respondisteis
a viva voz: “¡Yo sólo soy de Jesucristo!”. Y, casi de inmediato
fuisteis llevada a la cárcel para que pudieseis meditar
y cambiaseis. De nada sirvieron todas las formas en que abogaron
por vos, y terminasteis vuestra corta vida, con la cabeza
cortada. El fuego no llegó a quemaros, tampoco el león, os
destrozó vuestro cuerpo, éste de pronto, manso se volvió,
y en la misma arena, os lamió las manos y los pies. ¿Hambre?
¿Huesos descoyuntados? ¡Nada de ello os importó! Solo quedó
en la plaza vuestro gesto altivo, decidido y enamorado que
mantuvisteis hasta el momento en que entregasteis vuestra
alma al único dueño de ella: vuestro Dios de la vida, el
Cristo vuestro. Y, así, Él, os coronó, con corona de luz,
como justo premio a vuestro grande amor. Y, quedan de vos,
vuestras santas reliquias en la iglesia a la que vos, le dais
vuestro nombre y la mención imperecedera que hacen de vuestra
vida, el martirologio de San Gregorio y en el martirologio romano;
¡oh!; Santa Prisca, “vivo amor a Cristo, más allá de la muerte”.


© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de Enero
Santa Prisca
Virgen y Mártir
Roma, 54



En la literatura neotestamentaria ya aparecen los nombres de Prisca y Priscila. Alguna vez agradece San Pablo la entereza de alguna de ellas que puso su vida en peligro por defender la del Apóstol. Con respecto al martirio de Prisca se entremezcla en el relato, como veremos, la verdad y la ficción, la historia y la fábula.

Ha nacido en Roma y tiene 13 años. Aún no ha dejado de ser una niña. Es de una familia ilustre. El juez la ha recibido como cristiana descubierta y al verla tan niña piensa que es fácil convencerla para que se convierta y apostate. Ante el templo de Apolo le hace la sugerencia de ofrecer el sacrificio poniendo unos granos de incienso en el fuego y todo el proceso habrá concluído. “Yo sólo soy de Jesucristo” sale de sus labios con el suave timbre de voz de doncella y con la firmeza de un curtido soldado.


En la cárcel la ponen para que medite y haga el cambio. Corren los tiempos de Claudio.El juez está ahora en un apuro; es tan impopular ejecutar a una joven y tan difícil asimilar perder la partida con quien tiene tan pocos años… Siempre habrá intercesores, mediadores ante el juez y Prisca que está anclada en su decisión y va in crescendo su voluntad de ser fiel.


Vienen conocidos llenos de misericordia, prudentes llenos de compasión, amigos de la paz que rechazan la violencia; todos ellos intentan bajarla de su propósito; le hablan de la felicidad que le espera en la vida que sólo está empezando, le proponen una existencia plagada de deleites, afirman sin rubor su belleza, restan importancia al asunto del incienso e intentan suavizar la situación. Son los mediocres de turno, los que se muestran como son por carencia de ideales; todo es falso en su vida menos lo práctico que les reporta utilidad. Pero todo es inútil.

Prisca termina su corta vida con la cabeza cortada fuera de la ciudad. Fue enterrada en Via Ostia el 18 de Enero. Sus reliquias se conservan en Roma en la iglesia a la que da nombre. La menciona en su lista el martirologio de San Gregorio y el martirologio romano.


¡Qué más dan los adornos posibles que la leyenda acumula en los siglos sobre los detalles de su proceso y muerte! Que importa si hubo o no morbo en el forzado proceso de reducción; si fue una o tres veces la que estuvo en la cárcel; si su carne fue quemada con grasa derretida; si su cuerpo fue o no rasgado con uñas de acero, ni si los azotes fueron emplomados o no; si el fuego llegó a quemarla o se libró de modo milagroso. Ni siquiera interesa el león que se volvió manso en el anfiteatro y le lamió las manos y los pies. No importa el tormento del hambre, ni tampoco los huesos descoyuntados. Sólo resalta en la historia la actitud altamente llamativa, decidida, de enamorada que mantiene hasta la muerte una muchacha tan madura que pospone el triunfo de su vida a la fidelidad a su Cristo, a su Dios.


Autor: Archidiócesis de Madrid



(http://www.mercaba.org/SANTORAL/Vida/01/01-18_PRISCA.htm)

17 enero, 2020

San Antonio Abad

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 ¡Oh!, San Antonio Abad, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, y el hombre aquél, que
hicisteis honor al significado de vuestro santo
nombre: “floreciente”. Así, os describe vuestro
discípulo y admirador, san Atanasio. Un día, vos
os conmovisteis por las palabras de Jesús, en la
eucaristía, quien dijo: “Si queréis ser perfecto,
id y vended todo lo que tenéis y dadlo a los pobres”.
Y, así, lo hicisteis, llevando luego, una vida, apartada
del mundo y afincada entre sepulcros del desierto,
proclamando la eterna victoria de la resurrección
de la vida. Y, la vuestra con su ejemplo, se propagó
pronto y muchos hombres, os siguieron y encontraron
oración y trabajo en vuestro monasterio, donde
fuisteis amoroso padre de vuestros monjes, a viva
imagen de Dios y de vuestro santo bautismo. Aunque
no fuisteis hombre de estudios, demostrasteis
con vuestra humilde monástica vida, lo esencial de ella,
es decir, una vida bautismal riquísima y despojada
de aditamentos superfluos y vanos. Y, Dios, al final
de vuestra vida, os premió, coronándoos con corona
de luz eterna, como premio justo a vuestro grande amor
ilustre, reverendísimo y vivo “Padre del Monaquismo”,
Santo Patrono y protector de los animales domésticos
¡oh!, San Antonio Abad, “viva luz floreciente del Amor de Dios”.



© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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17 de enero
San Antonio
Abad


Conocemos la vida del abad Antonio, cuyo nombre significa “floreciente” y al que la tradición llama el Grande, principalmente a través de la biografía redactada por su discípulo y admirador, san Atanasio, a fines del siglo IV.

Este escrito, fiel a los estilos literarios de la época y ateniéndose a las concepciones entonces vigentes acerca de la espiritualidad, subraya en la vida de Antonio -más allá de los datos maravillosos- la permanente entrega a Dios en un género de consagración del cual él no es históricamente el primero, pero sí el prototipo, y esto no sólo por la inmensa influencia de la obrita de Atanasio.

En su juventud, Antonio, que era egipcio e hijo de acaudalados campesinos, se sintió conmovido por las palabras de Jesús, que le llegaron en el marco de una celebración eucarística: “Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres…”.

Así lo hizo el rico heredero, reservando sólo parte para una hermana, a la que entregó, parece, al cuidado de unas vírgenes consagradas.

Llevó inicialmente vida apartada en su propia aldea, pero pronto se marchó al desierto, adiestrándose en las prácticas eremíticas junto a un cierto Pablo, anciano experto en la vida solitaria.

En su busca de soledad y persiguiendo el desarrollo de su experiencia, llegó a fijar su residencia entre unas antiguas tumbas. ¿Por qué esta elección?. Era un gesto profético, liberador. Los hombres de su tiempo -como los de nuestros días – temían desmesuradamente a los cementerios, que creían poblados de demonios. La presencia de Antonio entre los abandonados sepulcros era un claro mentís a tales supersticiones y proclamaba, a su manera, el triunfo de la resurrección. Todo -aún los lugares que más espantan a la naturaleza humana – es de Dios, que en Cristo lo ha redimido todo; la fe descubre siempre nuevas fronteras donde extender la salvación.

Pronto la fama de su ascetismo se propagó y se le unieron muchos fervorosos imitadores, a los que organizó en comunidades de oración y trabajo. Dejando sin embargo esta exitosa obra, se retiró a una soledad más estricta en pos de una caravana de beduinos que se internaba en el desierto.

No sin nuevos esfuerzos y desprendimientos personales, alcanzó la cumbre de sus dones carismáticos, logrando conciliar el ideal de la vida solitaria con la dirección de un monasterio cercano, e incluso viajando a Alejandría para terciar en las interminables controversias arriano-católicas que signaron su siglo.

Sobre todo, Antonio, fue padre de monjes, demostrando en sí mismo la fecundidad del Espíritu. Una multisecular colección de anécdotas, conocidas como “apotegmas” o breves ocurrencias que nos ha legado la tradición, lo revela poseedor de una espiritualidad incisiva, casi intuitiva, pero siempre genial, desnuda como el desierto que es su marco y sobre todo implacablemente fiel a la sustancia de la revelación evangélica. Se conservan algunas de sus cartas, cuyas ideas principales confirman las que Atanasio le atribuye en su “Vida”.

Antonio murió muy anciano, hace el año 356, en las laderas del monte Colzim, próximo al mar Rojo; al ignorarse la fecha de su nacimiento, se le ha adjudicado una improbable longevidad, aunque ciertamente alcanzó una edad muy avanzada.

La figura del abad delineó casi definitivamente el ideal monástico que perseguirían muchos fieles de los primeros siglos. No siendo hombre de estudios, no obstante, demostró con su vida lo esencial de la vida monástica, que intenta ser precisamente una esencialización de la práctica cristiana: una vida bautismal despojada de cualquier aditamento.

Para nosotros, Antonio encierra un mensaje aún válido y actualísimo: el monacato del desierto continúa siendo un desafío: el del seguimiento extremo de Cristo, el de la confianza irrestricta en el poder del Espíritu de Dios.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Antonio_Abad.htm)

16 enero, 2020

San Marcelo I, Papa




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¡Oh!, San Marcelo, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
su Papa y amado santo, que, honor hicisteis al significado de
vuestro nombre: “guerrero”, porque con valor enfrentasteis
a Diocleciano y su persecución impía y cruel, animando
a los fieles a permanecer fieles al cristianismo, aunque
los martirizaran, porque Dios, en la hora justa, premiaría
a sus hijos con la eternidad de la vida. Reorganizasteis
a la iglesia y, aunque Magencio emperador os desterró, vos,
seguisteis a Dios, celebrando clandestinamente en casa
de Lucina, vuestra fiel sierva. San Dámaso, Papa; escribió
vuestro epitafio diciendo, que expulsado fuisteis por haber
sido acusado injustamente. Por ello, el “Libro Pontifical”,
afirma que en vez de iros al destierro, vos, os escondisteis
en la casa de una dama noble, llamada Lucina, y que, desde
allí siguisteis dirigiendo a los cristianos. Un Martirologio
redactado en el siglo quinto, dice que el emperador os
descubrió dónde estabais escondido e hizo trasladar sus mulas
y caballos y os obligó a asearlos y que, en plena faena, voló
vuestra alma a Dios, para coronada ser, con corona de luz,
como justo premio a vuestro amor y fidelidad. Quedan de vos,
como vivo recuerdo la “casa de Lucina”, convertida en Templo
que vuestro santo y fidelísimo nombre lleva por siempre;
¡oh!, San Marcelo, Papa, “vivo guerrero de la Luz de Cristo”.


© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de Enero
San Marcelo I,
Papa


En la serie de los Pontífices (que hasta 1994 ya eran 265) el Papa Marcelo ocupa el puesto número 30. Fue Pontífice por un año: del 308 al 309. El nombre “Marcelo” significa: “Guerrero”. Era uno de los más valientes sacerdotes de Roma en la terrible persecución de Diocleciano en los años 303 al 305.

Animaba a todos a permanecer fieles al cristianismo aunque los martirizaran. Elegido Sumo Pontífice se dedicó a reorganizar la Iglesia que estaba muy desorganizada porque ya hacía 4 años que había muerto el último Pontífice, San Marcelino. Era un hombre de carácter enérgico, aunque moderado, y se dedicó a volver a edificar los templos destruidos en la anterior persecución.
Dividió Roma en 25 sectores y al frente de cada uno nombró a un Presbítero (o párroco). Construyó un nuevo cementerio que llegó a ser muy famoso y se llamó “Cementerio del Papa Marcelo”. Muchos cristianos habían renegado de la fe, por miedo en la última persecución, pero deseaban volver otra vez a pertenecer a la Iglesia.

Unos (los rigoristas) decían que nunca más se les debía volver a aceptar. Otros (los manguianchos) decían que había que admitirlos sin más ni más otra vez a la religión. Pero el Papa Marcelo, apoyado por los mejores sabios de la Iglesia, decretó que había que seguir un término medio: sí aceptarlos otra vez en la religión si pedían ser aceptados, pero no admitirlos sin más ni más, sino exigirles antes que hicieran algunas penitencias por haber renegado de la fe, por miedo, en la persecución.

Muchos aceptaron la decisión del Pontífice, pero algunos, los más perezosos para hacer penitencias, promovieron tumultos contra él. Y uno de ellos, apóstata y renegado, lo acusó ante el emperador Majencio, el cual, abusando de su poder que no le permitía inmiscuirse en los asuntos internos de la religión, decretó que Marcelo quedaba expulsado de Roma. Era una expulsión injusta porque él no estaba siendo demasiado riguroso sino que estaba manteniendo en la Iglesia la necesaria disciplina, porque si al que a la primera persecución ya reniega de la fe se le admite sin más ni más, se llega a convertir la religión en un juego de niños.

El Papa San Dámaso escribió medio siglo después el epitafio del Papa Marcelo y dice allí que fue expulsado por haber sido acusado injustamente por un renegado. El “Libro Pontifical”, un libro sumamente antiguo, afirma que en vez de irse al destierro, Marcelo se escondió en la casa de una señora muy noble, llamada Lucina, y que desde allí siguió dirigiendo a los cristianos y que así aquella casa se convirtió en un verdadero templo, porque allí celebraba el Pontífice cada día.

Un Martirologio (o libro que narra historias de mártires) redactado en el siglo quinto, dice que el emperador descubrió dónde estaba escondido Marcelo e hizo trasladar allá sus mulas y caballos y lo obligó a dedicarse a asear esa enorme pesebrera, y que agotado de tan duros trabajos falleció el Pontífice en el año 309. La casa de Lucina fue convertida después en “Templo de San Marcelo” y es uno de los templos de Roma que tiene por titular a un Cardenal.

Señor Dios: concédenos la gracia de no renegar jamás de nuestras creencias cristianas, y haz que te ofrezcamos las debidas penitencias por nuestros pecados. Amen.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Marcelo_papa.htm)

15 enero, 2020

San Mauro Abad

 
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 ¡Oh!, San Mauro Abad, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, que tuvisteis la dicha de educado
ser por San Benito, a quien os unisteis a través
de su santa orden, llegando a ser Abad y fundar muchos
monasterios en Francia. Con justa razón os llamaban
“el taumaturgo” por haber recibido de Dios, la gracia
de “hacer milagros”, prueba de ello, están ahí,
la anécdota de “el estanque con el niño Plácido”; “la
curación de los menesterosos” y vuestras “relaciones
con el conde Gaidulfo”, enemigo de los monjes franceses.
Desde siempre, ansiasteis estar al lado de Dios,
y vuestro espíritu humilde de penitencia, a imitación
de vuestro mentor, y el amor a Jesucristo, Dios
y Señor Nuestro, os impulsó a retiraros para bien morir.
Y, así fue. Luego de haberos gastado en buena lid, voló
vuestra alma al cielo, para coronada ser, con corona
de luz, como justo premio, a vuestra entrega de amor.
Y, aunque no haya constancia en el tiempo de vuestras
reliquias, a vos, ya os veneraban desde antiguo,
por ello, el Sínodo diocesano de mil quinientos uno,
así, se expresa de vos: “Y, así mismo, mandamos que
en el lugar de Almendral se denuncie por fiesta de guardar
el día de santo Mauro, por cuanto allí está el cuerpo”.
¡oh!, San Mauro, “vivo taumaturgo del Dios Vivo y eterno".


© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de Enero
San Mauro

Martirologio Romano: En Glanfeuil, junto al río Loire, en el territorio de Anjou, de la Galia (hoy Francia), san Mauro, abad (s. VI/VII).

Etimología: Aquel que procede de Mauritania, es de origien latino.

Nació en Roma de una familia lustre el año 511. Se educa desde su adolescencia bajo la dirección de S. Benito, llegando a ingresar en su orden donde llega a ser Abad y fundador de muchos monasterios en Francia.

Taumaturgo por el episodio del estanque con el niño Plácido, la curación de los menesterosos y sus relaciones con el conde Gaidulfo, enemigo funesto de los monjes franceses. Su gran espíritu de penitencia le impulsa a retirarse a bien morir. Entrega su alma a Dios el 15 de enero del 583.

Al no constar el tiempo en que llegaron sus reliquias a Extremadura, sólo se puede afirmar ser muy antigua su veneración. El Sínodo diocesano de 1501 se expresa en estos términos: “Y así mismo, mandamos que en el lugar de Almendral se denuncie por fiesta de guardar el día de santo Mauro, por cuanto allí está el cuerpo”. El Arcipreste de Santa Justa en Toledo, Julián Pérez llega a firmar que en 1130 ya se celebraba su memoria en Almendral según costumbres de muchos años antes, que en opinión de Solano de Figueroa sería a final de la monarquía goda, opinión no compartida hoy.
Cuando él es visitador general del Obispado en 1658 indaga sobre el asunto y recoge la tradición de que los benedictinos fueron sus portadores, aunque no hay papeles de bulas pontificias que lo acrediten debido a la desaparición de documentos por un incendio.

Fueron trasladadas dichas reliquias a la Catedral por el Obispo benedictino de Badajoz D. Fray José de la Zerda el 1643, continuando parte en Almendral, como lo fuera en Fosano, Montecasino y Marsella. La guerra con Portugal, que comenzó el 1640, obligó a dicho traslado por los motivos de seguridad. El 8 de Abril de 1668 ordena al cabildo entregar el cuerpo de San Mauro a la villa de Almendral. La entrega la hacen el 29 del mismo mes, los capitulares Juan Rebolero y Pedro Lepe. Quedó una reliquia en la Seo de la catedral, encargándosele a Solano de Figueroa la depositara en el relicario.

La Iglesia y obispado de Badajoz celebraba el 15 de Enero al Santo Abad.

(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=647)

14 enero, 2020

San Félix de Nola

 
 
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¡Oh!, San Félix de Nola, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo y que, con amor os abrazasteis a la cruz
de Cristo, para su soldado por siempre ser. Y, grande debió
ser vuestra obra, para que, a vos os rindieran homenajes
otros santos. Padecisteis las persecuciones por Decio
y Valeriano, pero, san Paulino, gran poeta y obispo de Nola,
vuestra biografía escribió y os tuvo, como santo protector.
También lo hicieron Beda, san Agustín y san Gregorio Turonense,
tanto que, san Dámaso Papa, os dedicó un vívido poema. El
impío Decio, para destruir la Iglesia, ordenó apresar
y procesar a los obispos, presbíteros y diáconos, y entonces,
Máximo, Obispo, en las montañas de los Apeninos se refugió,
y como vos, presbítero erais, en la ciudad os quedasteis
a cargo de vuestros fieles, para cuidarlos y protegerlos. Y,
mientras vuestro Obispo, en las montañas refugiado estaba,
hambre, frío, dolor y tristeza padeciendo; vos, amor, caridad
y lealtad le demostrasteis, socorriéndole y sorteando graves
peligros y riesgos de la persecución de vuestro tiempo. Así,
tamaña fue vuestra humildad, que os negasteis a reemplazar
a Máximo y, preferisteis quedaros como presbítero, para continuar
evangelizando a vuestra grey. Hasta que, un día, arrestado fuisteis
y conducido a la cárcel, atándoos con cadenas, permaneciendo así,
varios meses. Mientras tanto, Máximo, vuestro obispo, fallecía
en las montañas, os pidieron ser su obispo, pero volvisteis
a negaros, y, un tiempo más, vuestra alma voló al cielo, luego
de haberla gastado en buena lid, para corona de luz recibir,
como premio justo a vuestra entrega de grande amor y fidelidad;
¡oh!, San Félix de Nola, “vivo amor y fidelidad a Jesucristo”.


 
© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de enero
San Felix de Nola


Señor Dios, Rey Omnipotente: tú que le permitiste a tu mártir San Félix conseguir favores tan maravillosos para sí y para sus devotos, haz que nuestra fe sea también tan grande que consigamos maravillosas intervenciones tuyas en favor nuestro y en favor de los que necesitan la ayuda de nuestra oración. Amén.

Nola es una pequeña y antiquísima ciudad, situada a unos 20 kilómetros de Nápoles. Allí vio la luz san Félix, cuyo nombre significa “feliz”, en el siglo III. Su padre Hermias era sirio, de profesión militar. Nuestro santo, en cambio, prefirió ser soldado de Cristo.

Poco sabemos de su infancia y juventud. Padeció las terribles persecuciones desatadas por Decio y por Valeriano. Por estas circunstancias carecemos de actas que hubieran podido proporcionar noticias precisas. Los rasgos más exactos que conocemos a través de san Paulino, poeta y obispo de Nola, quien escribió su biografía a fines del siglo IV y lo tuvo como santo protector. También escribieron sobre él Beda, san Agustín y Gregorio Turonense. El papa san Dámaso le dedicó un poema.

Para destruir la Iglesia, el emperador Decio ordenó prender y procesar principalmente a los obispos, presbíteros y diáconos. Gobernaba entonces la grey de Nola el obispo Máximo, cargado de años, quien se refugió en las montañas de los Apeninos. Félix, que era presbítero, se quedó en la ciudad para vigilar y proteger a los fieles.

No duró mucho tiempo la seguridad de Félix, pues Nola era una pequeña ciudad donde todos se conocían y él no disimuló su condición de cristiano. Arrestado y conducido a la cárcel, lo ataron con cadenas, y así permaneció durante meses. Por su parte, en las montañas, el obispo Máximo padecía hambre, frío, tristeza y dolor.

Félix fue un ejemplo de devoción al obispo. Socorrió a Máximo corriendo gravísimos riesgos y compartió con él la dura experiencia de la persecución.

Habiendo escapado de la furia desatada por Decio, Félix se vio nuevamente amenazado, junto con toda su comunidad, por las disposiciones que contra los cristianos dictó el emperador Valeriano, entre los años 256 y 257.

Al morir Máximo quisieron forzar a Félix a ocupar la silla episcopal, pero él rehusó tal dignidad, prefiriendo continuar como presbítero su misión evangelizadora. Murió el 14 de enero, se cree que del año 260. Fue enterrado en Nola y su sepulcro se convirtió en lugar de peregrinación. En Roma le fue consagrada una basílica.

Los campesinos de su tierra invocan a san Félix de Nola como protector de los ganados. San Gregorio de Tours ha escrito sobre los numerosos milagros operados junto a su tumba.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Felix_de_Nola.htm)