08 mayo, 2020

La Ideología de Género al servicio del Anticristo


 La Ideología de Género al servicio del Anticristo
 
La Ideología de Género al servicio del Anticristo
Acaba de publicarse en Alemania un libro de Peter Seewald titulado «Benedickt XVI. Ein Leben», es decir «Benedicto XVI. Una Vida», que es una biografía autorizada del Papa emérito.

Pedro Trevijano Etcheverria – 07/05/20 7:25 PM

Antes de empezar a comentar lo que ha dicho el Papa emérito en este libro sobre seguramente el mayor problema de la Iglesia actual, me parece conveniente recordar algo escrito por el cardenal vietnamita Van Tuan en su libro «El camino de la esperanza»: «Antes de criticar a la Iglesia, prueba a leer los documentos y las encíclicas de los Papas. Te sorprenderá el descubrir que han tratado a fondo cada problema. Verás cómo son radicales en sus proyectos de renovación, y cómo es revolucionario el espíritu cristiano, impregnado de las Escrituras, de la gracia de Dios y de la Tradición» (nº 269).

El problema de la Ideología de Género no es exclusivamente español, aunque aquí lo tengamos en multitud de leyes, como la del aborto, la corrupción sexual de los menores, incluso en las escuelas, el cambio de sexo, la prohibición a los homosexuales de intentar llegar a la heterosexualidad, el matrimonio homosexual, el libertinaje y ahora nos viene la eutanasia, sino que afecta a buena parte dela Cristiandad y por ello es lógico que Benedicto XVI lo aborde en su libro, como ya lo hizo en su Pontificado, así como san Juan Pablo II y lo está haciendo Francisco .

Aunque cualquier católico medianamente informado sabe que detrás de la Ideología de Género está el Demonio, es difícil expresarse con más contundencia como la que en este libro emplea Benedicto XVI: «La verdadera amenaza para la Iglesia reside en la dictadura mundial de ideologías aparentemente humanistas, cuya negación implica ser excluido del consenso social básico. Hace cien años, cualquiera habría considerado absurdo hablar de matrimonio homosexual. Hoy queda socialmente excomulgado quien se oponga a ello. Lo mismo vale para el aborto y para la fabricación de personas en el laboratorio. La sociedad moderna está formulando un credo anticristiano y castigará con la exclusión social a quien se resista a él. Es totalmente natural el temor a este poder espiritual del Anticristo, y se hace necesario realmente el auxilio de la oración».

Este temor del que habla el Papa es totalmente lógico si tenemos en cuenta las fuerzas que hay detrás de esta Ideología, cuyo objetivo final es acabar con la civilización cristiana en general y con la Iglesia Católica en particular, sirviéndose para ello del espejuelo de una libertad absoluta, sin limitaciones naturales o morales. La disolución de los criterios morales está siendo impuesta y la oposición a ella está siendo castigada con sanciones sociales, como muy fuertes multas.

Quienes están detrás de esto son esos poderes que gobiernan el mundo contra el designio de Dios creador y redentor sobre la persona, el matrimonio y la familia. Pensemos en las fundaciones Ford, Rockefeller, Soros, en la misma ONU, donde muchas de sus organizaciones han pasado de la Declaración de Derechos Humanos de 1948 a defender el feminismo radical, los lobbies feministas radicales y homosexuales, cuyas leyes de Ideología de Género se están multiplicando en tantos países y que en España cuentan con leyes propias en casi todas las Comunidades Autónomas. Muchas de ellas fueron incluso aprobadas por unanimidad, porque aunque contengan disparates ideológicos y científicos evidentes, es muy difícil luchar contra los poderosos de este mundo, y más si están, como nos señala el Papa emérito, al servicio del Demonio, al servicio del Anticristo. Hoy ya tenemos un Partido Político con representación nacional que está contra la Ideología de Género. Espero que pronto le siga algún otro, porque somos muchos los ciudadanos que cuando nos damos cuenta de lo que es la Ideología de Género, la rechazamos horrorizados.

Como sacerdotes, como fieles cristianos: ¿qué debemos hacer? La respuesta es bien sencilla: seguir y predicar a Jesucristo. Me parece importante hacer lo que el cardenal Van Tuan nos pide: conocer el Magisterio de la Iglesia para de ese modo poder orientarme yo mismo y poder orientar a los demás en los nada fáciles problemas de la Sociedad en que vivimos, entre los cuales y no precisamente de los más pequeños están los relacionados con la Ideología de Género. Como nos dijo san Juan Pablo II: no debemos tener miedo y cuando prediquemos no nos debe preocupar si nos critican o no, sino solamente: ¿hemos sido fieles a Jesucristo y a su Iglesia, sí o no?
Pedro Trevijano q

(http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=37615&fbclid=IwAR2HGbyKLL_t2EswZVVfGevTrYTHD9iTplQ79JJjJGzPSwlZEtICEw1sxY8)

07 mayo, 2020

Santa Flavia Domitila

 
 BITACORA DEL ALMA: Santa Flavia Domitila
 
 ¡Oh!, Santa Flavia Domitila, vos, sois la hija del Dios
de la Vida, mártir y su amada santa, y que, acusada
fuisteis de renegado haber, de los dioses paganos
y preferido a Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Y, por
ello, martirio cruel recibisteis junto a vuestro marido,
siendo vos, desterrada a la isla Ponza, a pesar de vuestra
alcurnia noble. Así, vos, demostrasteis, con coraje
y valor, que elegir a Jesús, como fuente de vida y de “vida
abundante”, fue, es y será por siempre la mejor elección.
Vuestro apostolado increíble, siempre de amor lleno,
proclamó en forma clara y abundante, la excelencia de la
virginidad sobre el matrimonio. Vos, no solo con vuestra
virtuosa vida, os contagiasteis de vuestro fervor por Cristo,
sino que, lo hicisteis con vuestras dos vírgenes sirvientas,
que, pronto convertidas; vivas terminaron quemadas, por
razón de su fe y la delación de paganos impíos. Vuestros
verdugos, os quitaron sí, vuestra terrena vida, pero jamás
imginaron que al hacerlo, os daban una eterna, para vivir
hoy, toda coronada de luz, como premio justo a vuestro amor;
¡oh!, Santa Flavia Domitila, “vivo amor por el Dios vivo y eterno”.



© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Mayo
Santa Flavia Domitila
Mártir

Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Domitila, mártir, que, siendo hija de la hermana del cónsul Flavio Clemente, fue acusada durante la persecución bajo el emperador Domiciano de haber renegado de los dioses paganos y, por ello, por su fe en Cristo, junto con otros muchos cristianos fue desterrada a la isla de Ponza, en el Lacio, en la que padeció un prolongado martirio (s. I/II).

Etimológicamente: Flavia = Aquella de cabellos dorados, es de origen latino.

El emperador es Vespasiano. Flavio Clemente es su sobrino, está casado con Flavia Domitila, se han hecho cristianos y es cónsul en el año 95. Tiene dos primos carnales que son Tito y Domiciano que, al no tener descendencia directa masculina, deberían dejar su puesto a uno de los hijos de Flavio Clemente según el derecho romano; poco faltó para que la Iglesia tuviera en el primer siglo un emperador cristiano, pero no sólo no fue así, sino que el emperador Domiciano desató una violenta persecución.

No distinguían muy bien por aquel entonces los que mandaban en Roma entre judíos y cristianos; los llaman simplemente paganos porque ni unos ni otros adoraban imágenes por seguir los Libros Santos. Vespasiano y Tito habían hecho la guerra y destruido la Ciudad Santa; los judíos y cristianos -que para ellos es igual- deben pagar impuestos. Como las cuentas cantan, Domiciano advierte por el monto de la recaudación el gran número de paganos que hay en el Imperio y ve que están presentes en todos los estamentos. Piensa que la depuración étnica se impone y Flavio Clemente, entre muchos, es denunciado -dice Suetonio «con acusaciones muy endebles»- y martirizado junto con su mujer o quizá ésta fuera mandada al destierro a la isla de Pandataria, como era costumbre entre los romanos para la gente noble. Así se concluyen los datos que proporciona la historia bien documentada.

Pero así como la historia ofrece unos datos seguros y fiables, la leyenda marca el paso de la historia a la ficción en la historia novelada para gusto y edificación de los cristianos cuando se habla de Flavia Domitila. Más que admitir la existencia de dos Flavias en el mismo tiempo y lugar, según los datos que se tienen, parece lo más probable y sensato aceptar la lectura en novela de la mártir Flavia Domitila, desdoblada.

Así nos encontramos con una novela de altos vuelos literarios en la que, con la base firme de la existencia de una mártir perteneciente a la más alta nobleza, se narra el destierro de Flavia, joven prometida de un joven pagano llamado Aureliano; los soldados Nereo y Aquileo, terminan por convencer a la novia para que acepte la virginidad rechazando la boda prevista. Se anota la esperada reacción violenta del joven pagano despreciado: denuncia como cristiana a la novia y la destierran a la isla de Poncia. La imaginación del autor hace intervenir al papa Clemente consagrando la virginidad de Flavia Domitila. Hay enredos entre amigos de la magia y adivinación por una parte y testigos que narran lo que pasó entre Pedro y Simón, el mago, por otra.

La protagonista que ocupa el centro del relato es un ejemplo de pulcritud y sensatez, mantiene el nervio de la historia con la valentía del seguimiento a Jesús ante la autoridad constituida, apareciendo también momentos de dudas que mantienen el suspense sobre los inciertos resultados de su elección, y ¡cómo no! su apostolado. Se desarrolla abundante doctrina para proclamar -en demasía- la excelencia de la virginidad sobre el matrimonio.

El guión no está exento de elementos dramáticos que mantienen la atención de los lectores y oyentes con los enredos de seducción por parte de Aureliano, que acaba dramáticamente muerto por la decepción y el rechazo. También se condenan las orgías propias del tiempo y la vanagloria de quien no tiene más perspectiva que la vida presente. La vuelta del destierro, además de poner fin a la preciosa novela ejemplar, sirve para describir el martirio con formas adecuadas al estilo del relato: Flavia Domilitila y sus dos sirvientas neoconversas por su ejemplo y palabras -también vírgenes cristianas- acaban quemadas vivas en su propia casa de Terracina por denuncia de paganos.

(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=538)

06 mayo, 2020

Santo Domingo Savio

 
6 de mayo: Santo Domingo Savio, patrono de las embarazadas
 
 ¡Oh!, Santo Domingo Savio, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo. Adorabais a ¨Jesús Eucaristía”
y lo imitabais con ardor de corazón, amando a María, con
entrega total. Decíais vos: “Si vosotros sois santos,
alegres estad siempre”. Vuestra corta y santa vida, era
toda amabilidad, cortesía y alegría, diciendo a menudo:
“Prefiero morir antes que pecar”. Mamá Margarita, la madre
de San Juan Bosco, le dijo un día a él: “Entre tus alumnos
tienes muchos que son maravillosamente buenos. Pero ninguno
iguala en virtud y en santidad a Domingo Savio. Nadie tan
alegre y tan piadoso como él, y ninguno tan dispuesto
siempre a ayudar a todos y en todo”. Tres años ganasteis
el Premio de Compañerismo, entre todos los ochocientos
alumnos. Vos decíais: “Nosotros demostramos la santidad,
estando siempre alegres”. Un día, después de confesaros,
comulgar y recibir la Unción de los enfermos, sentisteis
que partíais al cielo y exclamasteis: “Papá, papá, qué
cosas tan hermosas veo”. Y, sonriendo expirasteis en paz.
Más tarde, a los ocho días, aparecisteis a vuestro padre
y le dijisteis que salvo era, luego a San Juan Bosco,
rodeado de muchos jóvenes le dijisteis: “Lo que más me
consoló a la hora de la muerte fue la presencia de la
Santísima Virgen María. Recomiéndele a todos que le recen
mucho y con fervor. Y, dígales a los jóvenes que los espero
en el Paraíso”. Don Bosco, os escuchó admirado, y escribió
sobre vos, el fiel retrato de vuestro amor a Jesús y María,
testimonio de oro, para la familia, los jóvenes y los
mayores. Hoy, desde el cielo, alumbráis el sendero de
los jóvenes del mundo, que os aman, porque vos, en vuestra
corta vida, entregasteis todo de sí, y con justicia Dios os
coronó de luz, por vuestra maravillosa entrega de amor y fe;
¡oh!, Santo Domingo Savio, “viva consagración al Dios Vivo”.


 
© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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06 de Mayo
Santo Domingo Savio
Estudiante
(1857)

Historia


Domingo significa: El que está consagrado al Señor.
Entre los miles de alumnos que tuvo el gran educador San Juan Bosco, el más famoso fue Santo Domingo Savio, joven estudiante que murió cuando apenas le faltaban tres semanas para cumplir sus 15 años.

Nació Domingo Savio en Riva de Chieri (Italia) el 2 de abril de 1842.

Era el mayor entre cinco hijos de Ángel Savio, un mecánico muy pobre, y de Brígida, una sencilla mujer que ayudaba a la economía familiar haciendo costuras para sus vecinas.

Desde muy pequeñín le agradaba mucho ayudar a la Santa Misa como acólito, y cuando llegaba al templo muy de mañana y se encontraba cerrada la puerta, se quedaba allí de rodillas adorando a Jesús Eucaristía, mientras llegaba el sacristán a abrir.

El día anterior a su primera confesión fue donde la mamá y le pidió perdón por todos los disgustos que le había proporcionado con sus defectos infantiles. El día de su primera comunión redactó el famoso propósito que dice: “Prefiero morir antes que pecar”.

A los 12 años se encontró por primera vez con San Juan Bosco y le pidió que lo admitiera gratuitamente en el colegio que el santo tenía para niños pobres. Don Bosco para probar que tan buena memoria tenía le dio un libro y le dijo que se aprendiera un capítulo. Poco tiempo después llegó Domingo Savio y le recitó de memoria todo aquel capítulo. Y fue aceptado. Al recibir tan bella noticia le dijo a su gran educador: “Ud. será el sastre. Yo seré el paño. Y haremos un buen traje de santidad para obsequiárselo a Nuestro Señor”. Esto se cumplió admirablemente.

Un día le dijo a su santo confesor que cuando iba a bañarse a un pozo en especial, allá escuchaba malas conversaciones. El sacerdote le dijo que no podía volver a bañarse ahí. Domingo obedeció aunque esto le costaba un gran sacrificio, pues hacía mucho calor y en su casa no había baño de ducha. Y San Juan Bosco añade al narrar este hecho: “Si este jovencito hubiera seguido yendo a aquel sitio no habría llegado a ser santo”. Pero la obediencia lo salvó.

Cierto día dos compañeros se desafiaron a pelear a pedradas. Domingo Savio trató de apaciguarlos pero no le fue posible. Entonces cuando los dos peleadores estaban listos para lanzarse las primeras piedras, Domingo se colocó en medio de los dos con un crucifijo en las manos y les dijo: “Antes de lanzarse las pedradas digan: ”. Los dos enemigos se dieron la mano, hicieron las paces, y no se realizó la tal pelea.

Por muchos años recordaban con admiración este modo de obrar de su amiguito santo. Cada día Domingo iba a visitar al Santísimo Sacramento en el templo, y en la santa Misa después de comulgar se quedaba como en éxtasis hablando con Nuestro Señor. Un día no fue a desayunar ni a almorzar, lo buscaron por toda la casa y lo encontraron en la iglesia, como suspendido en éxtasis. No se había dado cuenta de que ya habían pasado varias horas. Tanto le emocionaba la visita de Jesucristo en la Santa Hostia.

Por tres años se ganó el Premio de Compañerismo, por votación popular entre todos los 800 alumnos. Los compañeros se admiraban de verlo siempre tan alegre, tan amable, y tan servicial con todos. El repetía: “Nosotros demostramos la santidad, estando siempre alegres”.

Con los mejores alumnos del colegio fundó una asociación llamada “Compañía de la Inmaculada” para animarse unos a otros a cumplir mejor sus deberes y a dedicarse con más fervor al apostolado. Y es curioso que de los 18 jóvenes con los cuales dos años después fundó San Juan Bosco la Comunidad Salesiana, 11 eran de la asociación fundada por Domingo Savio.

En un sueño – visión, supo que Inglaterra iba a dar pronto un gran paso hacia el catolicismo. Y esto sucedió varios años después al convertirse el futuro cardenal Newman y varios grandes hombres ingleses al catolicismo.

Otro día supo por inspiración que debajo de una escalera en una casa lejana se estaba muriendo una persona y que necesitaba los últimos sacramentos. El sacerdote fue allá y le ayudó a bien morir.
Al corregir a un joven que decía malas palabras, el otro le dio un bofetón. Domingo se enrojeció y le dijo: “Te podía pegar yo también porque tengo más fuerza que tú. Pero te perdono, con tal de que no vuelvas a decir lo que no conviene decir”. El otro se corrigió y en adelante fue su amigo.

Un día hubo un grave desorden en clase. Domingo no participó en él, pero al llegar el profesor, los alumnos más indisciplinados le echaron la culpa de todo. El profesor lo regañó fuertemente y lo castigó. Domingo no dijo ni una verdad, el profesor le preguntó por qué no se había defendido y él respondió: “Es que Nuestro Señor tampoco se defendió cuando lo acusaron injustamente. Y además a los promotores del desorden sí los podían expulsar si sabían que eran ellos, porque ya han cometido faltas. En cambio a mí, como era la primera falta que me castigaban, podía estar seguro de que no me expulsarían”.

Muchos años después el profesor y los alumnos recordaban todavía con admiración tanta fortaleza en un niño de salud tan débil.

La madre de San Juan Bosco, mamá Margarita, le decía un día a su hijo: “Entre tus alumnos tienes muchos que son maravillosamente buenos. Pero ninguno iguala en virtud y en santidad a Domingo Savio. Nadie tan alegre y tan piadoso como él, y ninguno tan dispuesto siempre a ayudar a todos y en todo”.

San Juan Bosco era el santo de la alegría. Nadie lo veía triste jamás, aunque su salud era muy deficiente y sus problemas enormes. Pero un día los alumnos lo vieron extraordinariamente serio. ¿Qué pasaba? Era que se alejaba de su colegio el más amado y santo de todos sus alumnos: Domingo Savio. Los médicos habían dicho que estaba tosiendo demasiado y que se encontraba demasiado débil para seguir estudiando, y que tenía que irse por unas semanas a descansar en su pueblo. Cada mes, en el Retiro Mensual se rezaba un Padrenuestro por aquel que habría de morir primero. Domingo les dijo a los compañeros: “el Padrenuestro de este mes será por mí”. Nadie se imaginaba que iba a ser así, y así fue. Cuando Dominguito se despidió de su santo educador que en sólo tres años de bachillerato lo había llevado a tan grande santidad, los alumnos que lo rodeaban comentaban: “Miren, parece que Don Bosco va a llorar”.

– Casi que se podía repetir aquel día lo que la gente decía de Jesús y un amigo suyo: “¡Mirad, cómo lo amaba!”. Domingo Savio estaba preparado para partir hacia la eternidad. Los médicos y especialistas que San Juan Bosco contrató para que lo examinaran comentaban: “El alma de este muchacho tiene unos deseos tan grandes de irse a donde Dios, que el débil cuerpo ya no es capaz de contenerla más. Este jovencito muere de amor, de amor a Dios”. Y así fue.

El 9 de marzo de 1857, cuando estaba para cumplir los 15 años, y cursaba el grado 8º. De bachillerato, Domingo, después de confesarse y comulgar y recibir la Unción de los enfermos, sintió que se iba hacia la eternidad. Llamó a su papacito a que le rezara oraciones del devocionario junto a su cama (la mamacita no se sintió con fuerzas de acompañarlo en su agonía y se fue a llorar a una habitación cercana). Y a eso de las 9 de la noche exclamó: “Papá, papá, qué cosas tan hermosas veo” y con una sonrisa angelical expiró dulcemente. A los ocho días su papacito sintió en sueños que Domingo se le aparecía para decirle muy contento que se había salvado. Y unos años después se le apareció a San Juan Bosco, rodeado de muchos jóvenes más que están en el cielo. Venía hermosísimo y lleno de alegría. Y le dijo: “Lo que más me consoló a la hora de la muerte fue la presencia de la Santísima Virgen María. Recomiéndele a todos que le recen mucho y con gran fervor. Y dígales a los jóvenes que los espero en el Paraíso”.

Hagamos el propósito de conseguir la hermosa Biografía de Santo Domingo, escrita por San Juan Bosco. Y hagámosla leer en nuestra familia a jóvenes y mayores. A todos puede hacer un gran bien esta lectura.

Domingo: ¡Quiero ser como tú!.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Domingo_Savio_5_6.htm)

04 mayo, 2020

Santos Felipe y Santiago, Apóstoles

ORACION A LOS SANTOS FELIPE Y SANTIAGO,3 MAYO,SANTORAL
¡Oh!, Santos Felipe y Santiago, vosotros, sois los hijos
del Dios de la Vida y sus amados apóstoles, que la dicha
tuvieron de servir a Jesús, Dios y Señor Nuestro. A vos,
Felipe, Nuestro Señor os preguntó el día de la multiplicación
de los panes así: “¿De dónde crees tú que podremos
conseguir pan para tanta gente?”. Y otro día, que unos
griegos deseaban hablar con Jesús, os pidieron que los
llevarais hacia El. Y, en la Ultima Cena, fuiste vos,
quien le dijo a Jesús: “Señor: muéstranos al Padre”, y Él,
os respondió: “Felipe, quien me ve a Mí, ve al Padre”.
Y, en el día de Pentecostés, recibisteis junto con los otros
apóstoles y Nuestra Señora, la Virgen María, al Espíritu
Santo, en forma de lenguas de fuego. Y, así lleno de Él,
a Bitinia, marchasteis y allí, resucitasteis a un muerto,
y entregasteis vuestra santa vida, muriendo martirizado
crucificado. Vos, por vuestra parte, Santiago, el mismo
Cristo, resucitado se os apareció, según San Pablo. Muy
estimado erais en la Iglesia de Jerusalén, tanto que os
llamaban “el obispo de Jerusalén”. Cuando Pedro liberado
fue por un ángel, os dejó el encargo de comunicaros a vos
y a los demás”. Pablo, de vos escribe así: “Santiago es,
junto con Juan y Pedro, una de las columnas principales
de la Iglesia”. También, redactasteis la carta del Primer
Concilio de Jerusalén para todos los Cristianos y erais
llamado “El Santo”, pues la gente sabía de que vos, nunca
habíais cometido pecado grave. Nunca carne comíais, ni
tomabais licor. Estabais siempre de rodillas adorando
y orando a Dios en el templo, hasta que se os formaron
callos. Convertisteis a muchos judíos por vuestra palabra
y ejemplo. Un día, el impío Anás II y su banda, os dijeron:
“Te rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande
admiración, te presentes ante la multitud y les digas que
Jesús no es el Redentor”. Y, vos, les dijisteis: “Jesús
es el enviado de Dios para salvación de los que quieran
salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes, sentado
a la derecha de Dios”. Al oíros, decidieron vuestro fin,
y os arrojaron desde lo alto del templo. Vos, no moristeis,
al caer de tamaña altura y con vida aún, de rodillas
rezabais diciendo humildemente: “Padre Dios, te ruego que
los perdones porque no saben lo que hacen”. Antes, habíais
redactado vuestra famosa “Carta de Santiago”, con frases
como éstas: “Si alguien se imagina ser persona religiosa
y no domina su lengua, se equivoca y su religión es vana”.
“Oh ricos: si no comparten con el pobre sus riquezas,
prepárense a grandes castigos del cielo”. “Si alguno está
triste, que rece. Si alguno se enferma, que llamen a los
presbíteros y lo unjan con aceite santo, y esa oración
le aprovechará mucho al enfermo”. Y aquella, que a los
protestantes no gusta: “La fe sin obras, está muerta”. Hoy,
la gloria os envuelve, a ambos, como premio justo a vuestra
entrega increíble de amor y fe. ¡Aleluya!¡Aleluya!¡Aleluya!
¡Oh!, Santos Felipe y Santiago, “vivas rocas del Dios Vivo”.



© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de Mayo
Santos Felipe y Santiago
Apóstoles



 San Felipe
El evangelio dice que nació en Betsaida en Galilea. San Juan cuenta que Jesús lo llamó a pertenecer al grupo de sus discípulos al día siguiente de haber llamado a San Pedro y San Andrés. Felipe fue el que llamó a Natanael o Bartolomé y lo llevó a donde Jesús. Cuando el Señor eligió a los 12 apóstoles, uno de los elegidos fue Felipe. Y el día de la multiplicación de los panes, antes de obrar el milagro, Jesús le preguntó a Felipe: “¿De dónde crees tú que podremos conseguir pan para tanta gente?”. Un día en que unos griegos extranjeros quisieron hablar con el Divino Maestro le pidieron a Felipe que los llevara hacia El. Y en la Ultima Cena este fue el apóstol que le dijo a Jesús: “Señor: muéstranos al Padre”, y Jesús le respondió: “Felipe, quien me ve a Mí, ve al Padre”. El día de Pentecostés, Felipe recibió junto con los otros apóstoles y la Virgen María, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.

Los narradores antiguos dicen que este Apóstol después de Pentecostés se fue a evangelizar a Bitinia, en el Asia Menor (cerca del Mar Negro). Papías, un autor del siglo II afirma que San Felipe logró el milagro de resucitar a un muerto. Y San Clemente de Alejandría dice que lo hicieron morir crucificado en una persecución contra los cristianos.

Santiago el Menor
Se le llama el Menor para diferenciarlo del otro apóstol, Santiago el Mayor (que fue martirizado poco después de la muerte de Cristo). El evangelio dice que era de Caná de Galilea, que su padre se llamaba Alfeo y que era familiar de Nuestro Señor. Es llamado “el hermano de Jesús”, no porque fuera hijo de la Virgen María, la cual no tuvo sino un solo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, sino porque en la Biblia se le llaman “hermanos” a los que provienen de un mismo abuelo: a los primos, tíos y sobrinos (y probablemente Santiago era “primo” de Jesús, hijo de alguna hermana de la Sma. Virgen). En la S. Biblia se lee que Abraham llamaba “hermano” a Lot, pero Lot era sobrino de Abraham. Y se le lee también que Jacob llamaba “hermano” a Laban, pero Laban era tío de Jacob. Así que el decir que alguno era “hermano” de Jesús no significa que María tuvo más hijos, sino que estos llamados “hermanos”, eran simplemente familiares: primos, etc.

San Pablo afirma que una de las apariciones de Jesús Resucitado fue a Santiago. Y el libro de Los Hechos de los Apóstoles narra cómo en la Iglesia de Jerusalén era sumamente estimado este apóstol. (Lo llamaban “el obispo de Jerusalén”). San Pablo cuenta que él, la primera vez que subió a Jerusalén después de su conversión, fue a visitar a San Pedro y no vio a ninguno de los otros apóstoles, sino solamente a Santiago. Cuando San Pedro fue liberado por un ángel de la prisión, corrió hacia la casa donde se hospedaban los discípulos y les dejó el encargo de “comunicar a Santiago y a los demás”, que había sido liberado y que se iba a otra ciudad (Hech. 12,17). Y el Libro Santo refiere que la última vez que San Pablo fue a Jerusalén, se dirigió antes que todo “a visitar a Santiago, y allí en casa de él se reunieron todos los jefes de la Iglesia de Jerusalén” (Hech. 21,15). San Pablo en la carta que escribió a los Gálatas afirma: “Santiago es, junto con Juan y Pedro, una de las columnas principales de la Iglesia”. (Por todo esto se deduce que era muy venerado entre los cristianos).

Cuando los apóstoles se reunieron en Jerusalén para el primer Concilio o reunión de todos los jefes de la Iglesia, fue este apóstol Santiago el que redactó la carta que dirigieron a todos los cristianos (Hechos 15).

Hegesipo, historiador del siglo II dice: “Santiago era llamado ‘El Santo’. La gente estaba segura de que nunca había cometido un pecado grave. Jamás comía carne, ni tomaba licores. Pasaba tanto tiempo arrodillado rezando en el templo, que al fin se le hicieron callos en las rodillas. Rezaba muchas horas adorando a Dios y pidiendo perdón al Señor por los pecados del pueblo. La gente lo llamaba: ‘El que intercede por el pueblo’”. Muchísimos judíos creyeron en Jesús, movidos por las palabras y el buen ejemplo de Santiago. Por eso el Sumo Sacerdote Anás II y los jefes de los judíos, un día de gran fiesta y de mucha concurrencia le dijeron: “Te rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande admiración, te presentes ante la multitud y les digas que Jesús no es el Mesías o Redentor”. 

Y Santiago se presentó ante el gentío y les dijo: “Jesús es el enviado de Dios para salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes, sentado a la derecha de Dios”. Al oír esto, los jefes de los sacerdotes se llenaron de ira y decían: “Si este hombre sigue hablando, todos los judíos se van a hacer seguidores de Jesús”. Y lo llevaron a la parte más alta del templo y desde allá lo echaron hacia el precipicio. Santiago no murió de golpe sino que rezaba de rodillas diciendo: “Padre Dios, te ruego que los perdones porque no saben lo que hacen”.

El historiador judío, Flavio Josefo, dice que a Jerusalén le llegaron grandes castigos de Dios, por haber asesinado a Santiago que era considerado el hombre más santo de su tiempo.

Este apóstol redactó uno de los escritos más agradables y provechosos de la S. Biblia. La que se llama “Carta de Santiago”. Es un mensaje hermoso y sumamente práctico. Ojalá ninguno de nosotros deje de leerla. Se encuentra al final de la Biblia. Allí dice frases tan importantes como estas: “Si alguien se imagina ser persona religiosa y no domina su lengua, se equivoca y su religión es vana”. “Oh ricos: si no comparten con el pobre sus riquezas, prepárense a grandes castigos del cielo”. “Si alguno está triste, que rece. Si alguno se enferma, que llamen a los presbíteros y lo unjan con aceite santo, y esa oración le aprovechará mucho al enfermo” (de aquí sacó la Iglesia la costumbre de hacer la Unción de los enfermos). La frase más famosa de la Carta de Santiago es esta: “La fe sin obras, está muerta”. Es una frase que les disgusta mucho a los protestantes, porque ellos enseñan todo lo contrario. Ellos dicen que para salvarse no hacen falta las buenas obras, sino solamente la fe. Pero el Apóstol Santiago sabía mucho más que ellos, y repite que sin buenas obras, la fe queda muerta.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Felipe_Santiago_5_4.htm)

03 mayo, 2020

Domingo IV (A) de Pascua


 Contemplar el Evangelio de hoy lunes 13 de mayo de 2019 – Regina Coeli

Día litúrgico: Domingo IV (A) de Pascua Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Jn 10,1-10): En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».
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«Yo soy la puerta de las ovejas»
P. Pere SUÑER i Puig SJ (Barcelona, España)

Hoy, en el Evangelio, Jesús usa dos imágenes referidas a sí mismo: Él es el pastor. Y Él es la puerta. Jesús es el buen pastor que conoce a las ovejas. «Las llama una por una» (Jn 10,3). Para Jesús, cada uno de nosotros no es número; tiene con cada uno un contacto personal. El Evangelio no es solamente una doctrina: es la adhesión personal de Jesús con nosotros.

Y no sólo nos conoce personalmente. También personalmente nos ama. “Conocer”, en el Evangelio de san Juan, no significa simplemente un acto del entendimiento, sino un acto de adhesión a la persona conocida. Jesús, pues, nos lleva en su Corazón a cada uno. Nosotros también lo hemos de conocer así. Conocer a Jesús no implica solamente un acto de fe, sino también de caridad, de amor. «Examinaos si conocéis —nos dice san Gregorio Magno, comentando este texto— si le conocéis no por el hecho de creer, sino por el amor». Y el amor se demuestra con las obras.

Jesús es también la puerta. La única puerta. «Si uno entra por mí, estará a salvo» (Jn 10,9). Y poco más allá recalca: «Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6). Hoy, un ecumenismo mal entendido hace que algunos se piensen que Jesús es uno de tantos salvadores: Jesús, Buda, Confucio…, Mahoma, ¡qué más da! ¡No! Quien se salve se salvará por Jesucristo, aunque en esta vida no lo sepa. Quien lucha por hacer el bien, lo sepa o no, va por Jesús. Nosotros, por el don de la fe, sí que lo sabemos. Agradezcámoslo. Esforcémonos por atravesar esta puerta, que, si bien es estrecha, Él nos la abre de par en par. Y demos testimonio de que toda nuestra esperanza está puesta en Él.

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2020-05-03)

02 mayo, 2020

San Atanasio de Alejandría

 
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¡Oh!, San Atanasio, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
su amado santo, y el que disteis honor a vuestro nombre
que significa: “inmortal”. Por un tiempo os retirasteis
para llevar una vida solitaria y luego, os dedicasteis a servir
a Dios. En aquél tiempo vivía Arrio, clérigo de Alejandría,
que, a los fieles confundía con su herejía, de que “Cristo
no era Dios por naturaleza”. Por ello, se celebró un concilio
en Nicea, cuando vos, erais diácono y, acompañando a Alejandro,
obispo de Alejandría,  refutasteis con vuestra doctrina
y valor, tal herejía, y al mismo tiempo defendisteis la verdad
católica. Cinco meses después de terminado el concilio
y la condenación a Arrio, murió san Alejandro, y a vos, os
eleigieron como patriarca de Alejandría y los arrianos
con más furia os persiguieron, siendo desterrado por cinco
veces y cuando la autoridad civil quiso obligaros a que, a Arrio
recibierais, rechazasteis tal propuesta y jamás lo hicisteis
a pesar de que Constantino, emperador os desterró a Tréveris,
donde permanecisteis hasta su muerte, en que volvisteis
a Alejandría, y proseguisteis la lucha contra los arrianos
y por vez segunda, os desterraron, apareciendo en Roma.
Escapaste del arresto de los arrianos, y, claro, os salvó
la divina Providencia, refugiándoos con los anacoretas, hasta
que volvisteis a vuestra sede episcopal, huyendo a los cuatro
meses y después de un cuarto retorno, os obligaron a huir
por quinta vez, para al fin, vivir en paz en vuestra sede.
Vos, escribisteis numerosas obras a favor de nuestra santa
madre Iglesia y en especial de Cristo, Dios y Señor Nuestro
que os encumbraron y motivaron vuestro título de doctor.
Más tarde, voló vuestra alma al cielo, para ser coronada
con corona de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor;
¡Defensor de la Encarnación de Cristo, Dios y Señor Nuestro!;
¡Oh! San Atanasio, “vivo látigo de fe contra los arrianos”.

 
© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Mayo
San Atanasio
Doctor de la Iglesia
 

Atanasio, nombre que significa “inmortal”, nació en Egipto, en la ciudad de Alejandría, en el año 295. Llegado a la adolescencia, estudió derecho y teología. Se retiró por algún tiempo a un yermo para llevar una vida solitaria y allí hizo amistad con los ermitaños del desierto; cuando volvió a la ciudad, se dedicó totalmente al servicio de Dios.

Era la época en que Arrio, clérigo de Alejandría, confundía a los fieles con su interpretación herética de que Cristo no era Dios por naturaleza. Para considerar esta cuestión se celebró un concilio (el primero de los ecuménicos) en Nicea, ciudad del Asia Menor. Atanasio, que era entonces diácono, acompañó a este concilio a Alejandro, obispo de Alejandría, y con su doctrina, ingenio y valor sostuvo la verdad católica y refutó a los herejes y al mismo Arrio en las disputas que tuvo con él.

Cinco meses después de terminado el concilio con la condenación de Arrio, murió san Alejandro, y Atanasio fue elegido patriarca de Alejandría. Los arrianos no dejaron de perseguirlo y apelaron a todos los medios para echarlo de la ciudad e incluso de Oriente.

Fue desterrado cinco veces y cuando la autoridad civil quiso obligarlo a que recibiera de nuevo en el seno de la Iglesia a Arrio, excomulgado por el concilio de Nicea y pertinaz a la herejía, Atanasio, cumpliendo con gran valor su deber, rechazó tal propuesta y perseveró en su negativa, a pesar de que el emperador Constantino, en 336, lo desterró a Tréveris.

Durante dos años permaneció Atanasio en esta ciudad, al cabo de los cuales, al morir Constantino, pudo regresar a Alejandría entre el júbilo de la población. Inmediatamente renovó con energía la lucha contra los arrianos y por segunda vez, en 342, tuvo que emprender el camino del destierro que lo condujo a Roma.

Ocho años más tarde se encontraba de nuevo en Alejandría con la satisfacción de haber mantenido en alto la verdad de la doctrina católica. Pero llegó a tanto el encono de sus adversarios, que enviaron un batallón para prenderlo. Providencialmente, Atanasio logró escapar y refugiarse en el desierto de Egipto, donde le dieron asilo durante seis años los anacoretas, hasta que pudo volver a reintegrarse a su sede episcopal; pero a los cuatros meses tuvo que huir de nuevo. Después de un cuarto retorno, se vio obligado, en el año 362, a huir por quinta vez. Finalmente, pasada aquella furia, pudo vivir en paz en su sede.

San Atanasio es el prototipo de la fortaleza cristiana. Falleció el 2 de mayo del año 373. Escribió numerosas obras, muy estimadas, por las cuales ha merecido el honroso título de doctor de la Iglesia.
Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy: Fiesta de María Reparadora. Santos: Félix, Flaminia, Saturnino, Germán, Celestino, Exuperio, Ciriaco, Teódulo, Florencio, Eugenio, Longinos, Zoe, mártires; Antonino Pierozzi, confesor; Daniel, monje.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Anastasio.htm)

01 mayo, 2020

San José, obrero.

 


Hoy la Iglesia recuerda, en el día de los trabajadores, a San José, obrero.

Pablo VI se ha expresado al respecto: “Vosotros, los hijos del trabajo, que durante siglos habéis sido los esclavos de la labor, buscad a aquel que declara que la vida es sagrada, que el obrero es libre de las cadenas que la primacía del materialismo y del egoísmo económico ha soldado no sólo en torno de los puños de los trabajadores, sino en torno de su corazón y de su espíritu… Buscad un principio, una razón que haga a los hombres iguales, solidarios entre sí, y que les devuelva la fraternidad. Y ello no en el odio contra otros hombres… Ya que todos viven en una comunidad natural, que traten de formar una sociedad humana y que sientan la grandeza de ser un pueblo”.

El mundo humano es el mundo del trabajo, hecho por la inteligencia, a través de las manos que en medio de la naturaleza señalaron el camino del progreso y la cultura. Dios concedió manos a otras especies, pero sólo a la mano del hombre le dio el carácter de herramienta. Toda la técnica sobre la cual se asienta la civilización es prolongación de esa mano que Dios otorgó al hombre.

Hoy celebramos al padre nutricio de Jesús, justo y humilde carpintero de Nazaret, que pasa la vida no sólo en la meditación y la oración, sino también en las fatigas de su artesanía. José es el símbolo de la prudencia, del silencio, de la generosidad, de la dignidad y de la aplicación en el trabajo; también lo es de los derechos y de los deberes respecto del trabajo.

San José fue un auténtico obrero en el pleno sentido de la palabra, y el único hombre que compartió con el Hijo de Dios la tarea de todos los días.

Recordamos hoy a todos los trabajadores de nuestra patria y del mundo, pidiendo al cielo para que sean instrumento de paz, de evangelización, de serena inteligencia, de valor y de confianza en sí mismos, de esperanzas de bien y de fervientes voluntad, dignos y sin retaceos en la hermandad de los hombres. Hoy la Iglesia recuerda, en el día de los trabajadores, a san José, obrero.

Juan Pablo II enseña que los hombres descubren pronto la cruz en su trabajo; precisamente por ello el esfuerzo humano es redentor, pues Cristo lo ha unido a su pasión: también él fue obrero y predicó su evangelio del trabajo conociendo íntimamente esta realidad que tiene por protagonistas a todos los hombres y mujeres del mundo.

(https://www.aciprensa.com/recursos/san-jose-obrero-4588)