15 septiembre, 2020

Nuestra Señora de los Dolores, Virgen María

 

✝️Santoral Católico on Twitter: ""Promesas de la virgen a los devotos de  sus dolores: LOS CONSOLARÉ EN SUS PENAS Y ACOMPAÑARÉ EN SUS TRABAJOS  https://t.co/6J2RVuD5gn""

 ¡Oh!, Nuestra Señora de los Dolores, Virgen María,
siete vuestros dolores los que os acompañaron
hasta el pie de la Cruz: la profecía de Simeón;
Vuestra huida a Egipto; los tres días en que Jesús,
Vuestro Amado Hijo, perdido estuvo; más tarde,
el encuentro con Él, la Cruz llevando; su Muerte
en el Calvario; su Descendimiento y la colocación
de su Santo Cuerpo en el sepulcro. ¿Qué valor para
superar aquél dolor? ¡Soldadesca¡ ¡Gritos¡ ¡Escupitajos!
¡Insultos! ¡Vinagre en vez de agua! ¡Lanza en su
costado! Y, Vuestro Amado Hijo, sin chistar nada.
¡Y, Vos, igual! ¡Hecha toda lágrimas de sangre!
Permitidnos, pues; Corredentora nuestra, marchar
junto a Vos, compartiendo vuestro sufrir y en
cada palpitar, suplicaros que intercedáis por la
humanidad toda, para que, al veros, vuestra fe,
y valor, se apoderen de todos nosotros, y juntos,
comprender podamos el amor infinito e inescrutable
de Vuestro Hijo, Jesucristo, que, siendo Dios,
humano se hizo para convivir entre nosotros como
uno más, igual en todo, jamás, en el pecado,
y a quien Vos, le disteis Vuestra humanidad
y Dios Padre, su maravillosa e inescrutable divinidad;
¡Oh!, Señora Nuestra, Virgen María de los Dolores.

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de septiembre
Nuestra Señora de los Dolores

Oración

Padre, Tu quisiste que la madre de tu Hijo, llena de compasión, estuviese junto a la Cruz donde Él fue glorificado. Concede a tu Iglesia, que comparte la Pasión de Cristo, participar de su Resurrección. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Los siete dolores de la Santísima Virgen que han suscitado mayor devoción son: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, los tres días que Jesús estuvo perdido, el encuentro con Jesús llevando la Cruz, su Muerte en el Calvario, el Descendimiento, la colocación en el sepulcro.

Simeón había anunciado previamente a la Madre la oposición que iba a suscitar su Hijo, el Redentor. Cuando ella, a los cuarenta días de nacido ofreció a su Hijo a Dios en el Templo, dijo Simeón: “Este niño debe ser causa tanto de caída como de resurrección para la gente de Israel. Será puesto como una señal que muchos rechazarán y a ti misma una espada te atravesará el alma” (Lc 2,34).

El dolor de María en el Calvario fue más agudo que ningún otro en el mundo, pues no ha habido madre que haya tenido un corazón an tierno como el de la Madre de Dios. Cómo no ha habido amor igual al suyo. Ella lo sufrió todo por nosotros para que disfrutemos de la gracia de la Redención. Sufrió voluntariamente para demostrarnos su amor, pues el amor se prueba con el sacrificio.

No por ser la Madre de Dios pudo María sobrellevar sus dolores sino por ver las cosas desde el plan de Dios y no del de sí misma, o mejor dicho, hizo suyo el plan de Dios. Nosotros debemos hacer lo mismo. La Madre Dolorosa nos echará una mano para ayudarnos.

La devoción a los Dolores de María es fuente de gracias sin número porque llega a lo profundo del Corazón de Cristo. Si pensamos con frecuencia en los falsos placeres de este mundo abrazaríamos con paciencia los dolores y sufrimientos de la vida. Nos traspasaría el dolor de los pecados.

La Iglesia nos exhorta a entregarnos sin reservas al amor de María y llevar con paciencia nuestra cruz acompañados de la Madre Dolorosa. Ella quiere de verdad ayudarnos a llevar nuestras cruces diarias, porque fue en le calvario que el Hijo moribundo nos confió el cuidado de su Madre. Fue su última voluntad que amemos a su Madre como la amó Él.

La Palabra de Dios

“Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones.

Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él. Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua.

“Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.” Lc 2, 34-45

“Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.” Lc 2, 48 “Vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante al dolor que me atormenta,” Lam 1, 12

Oración propia de la Novena

¡Santísima y muy afligida Madre, Virgen de los Dolores y Reina de los Mártires! Estuviste de pie, inmóvil, bajo la Cruz, mientras moría tu Hijo. Por la espada de dolor que te traspasó entonces, por el incesante sufrimiento de tu vida dolorosa y el gozo con que ahora eres recompensada de tus pruebas y aflicción, mírame con ternura Madre, ten compasión de mí que vengo a tu presencia para venerar tus dolores. Deposito mi petición con infantil confianza en el santuario de tu Corazón herido.

Te suplico que presentes a Jesucristo, en unión con los méritos infinitos de su Pasión y Muerte, lo que sufriste junto a la Cruz, y por vuestros méritos me sea concedida esta petición (Mencione el favor que desea). ¿A quién acudiré yo en mis necesidades y sufrimientos sino a ti, Madre de misericordia? Tan hondo bebiste del cáliz de tu Hijo que puedes compadecerte de los sufrimientos de quienes están todavía en este valle de lágrimas.

Ofrece a nuestro divino Salvador lo que Él sufrió en la Cruz para que su recuerdo le mueva a compadecerse de mí, pecador. Refugio de pecadores y esperanza de la humanidad, acepta mi petición y escúchala favorablemente, si es conforme a la voluntad de Dios. Señor Jesucristo, te ofrezco los méritos de María, Madre tuya y nuestra, que ganó bajo la Cruz. Por su amable intercesión pueda yo obtener los deliciosos frutos de tu Pasión y Muerte.

Ofrecimiento

María, Virgen Santísima y Reina de los Mártires, acepta el sincero homenaje de mi amor infantil. Recibe mi pobre alma dentro de tu corazón, traspasado por tantas espadas. Tómala por compañera de tus dolores al pie de la Cruz, donde Jesús murió para redimir al mundo.

Contigo, Virgen de los Dolores, quiero sufrir gustosamente todas las pruebas, sufrimientos y aflicciones que Dios se complazca en mandarme. Los ofrezco en memoria de tus dolores. Haz que todos mis pensamientos y latidos del corazón sean un acto de compasión y amor por ti.

Madre amadísima ten compasión de mí, reconcíliame con Jesús, tu divino Hijo, manténme en su gracia y asísteme en mi última agonía, para que pueda yo encontrarte en el Cielo juntamente con el Hijo.

Himno – Stabat Mater

Ante el hórrido Madero Del Calvario lastimero, Junto al Hijo de tu amor, ¡Pobre Madre entristecida! Traspasó tu alma abatida Una espada de dolor.

¡Cuan penoso, cuán doliente Ver en tosca Cruz pendiente Al Amado de tu ser! Viendo a Cristo en el tormento, Tú sentías el sufrimiento De su amargo padecer.

¿Quien hay que no lloraría Contemplando la agonía De María ante la Pasión? ¿Habrá un corazón humano Que no compartiese hermano Tan profunda transfixión? Golpeado, escarnecido, Vio a su Cristo tan querido Sufrir tortura tan cruel, Por el peso del pecado De su pueblo desalmado Rindió su espíritu El.

Dulce Madre, amante fuente, Haz mi espíritu ferviente Y haz mi corazón igual Al tuyo tan fervoroso Que al buen Jesús piadoso Rinda su amor fraternal.

Oh Madre Santa, en mi vida Haz renacer cada herida De mi amado Salvador, Contigo sentir su pena, Sufrir su mortal condena Y su morir redentor.

A tu llanto unir el mío, Llorar por mi Rey tan pío Cada día de mi existir: Contigo honrar su Calvario, Hacer mi alma su santuario, Madre, te quiero pedir.

Virgen Bienaventurada, De todas predestinada, Partícipe en tu pesar Quiero ser mi vida entera, De Jesús la muerte austera Quiero en mi pecho llevar.

Sus llagas en mi imprimidas, Con Sangre de sus heridas Satura mi corazón Y líbrame del suplicio, Oh Madre en el día del juicio No halle yo condenación.

Jesús, que al llegar mi hora, Sea María mi defensora, Tu Cruz mi palma triunfal, Y mientras mi cuerpo acabe Mi alma tu bondad alabe En tu reino celestial. Amén, Aleluya.

(http://www.ewtn.com/spanish/prayers/novena_dolorosa.htm)

14 septiembre, 2020

La Exaltación de la Santa Cruz

 

 Hoy la Iglesia celebra la Exaltación de la Santa Cruz

 

¡Exaltación!

¡Oh¡ Exaltación
¡Santa Cruz!
Dulce madero recuerdo
De vuestra vuelta a Casa
De mano de los persas
Por Heraclio emperador
Quien os rescató
Para Tierra Santa y el mundo
¡Por los Siglos de los Siglos!
¡Amén!

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Santa Cruz

¡Oh!, Exaltación de la Santa Cruz, os recordamos hoy,
porque recuperada fuisteis por el emperador Heraclio,
quien os logró rescatar de los Persas, impíos ladrones,
que os hurtaron de Jerusalén. Y, él mismo, con gran
pompa y lujo, planeó vuestro arribo, y, ya de pronto
en plena procesión, se dio cuenta de que, capaz no era,
de avanzar. Entonces, Zacarías, Arzobispo de Jerusalén,
os dijo: “Es que todo ese lujo de vestidos que lleva,
están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso
de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles”.
Entonces el emperador dejó lujo y realeza de lado y,
descalzo empezó a caminar. Y, así, recién, recorrer
las calles pudo, en piadosa procesión. Y, para evitar
que os la robasen de nuevo, partida fuisteis en pedazos.
Uno para Roma, otro para Constantinopla, uno tercero
en cofre de plata para Jerusalén. Otro tanto, se partió
en pequeñísimas astillas para las iglesias de todo mundo.
Y, así, Vuestro Madero Santo, llamado “Veracruz”,”Verdadera
Cruz”, alumbra la tierra toda con el mensaje de Vuestro Amor;
¡Oh Cruz Bendita de Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro!
¡Oh, Gloriosísima y Viva Exaltación de la Santa Cruz!

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de Septiembre
La Exaltación de la Santa Cruz

La fiesta del Triunfo de la Santa Cruz se hace en recuerdo de la recuperación de la Santa Cruz obtenida en el año 614 por el emperador Heraclio, quien la logró rescatar de los Persas que se la habían robado de Jerusalén.

Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso acompañarla en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos ornamentos reales, y de pronto se dió cuenta de que no era capaz de avanzar. Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: “Es que todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles”.

Entonces el emperador se despojó de su manto de lujo y de su corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la piadosa procesión. La Santa Cruz (para evitar nuevos robos) fue partida en varios pedazos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, un tercero se dejó en un hermoso cofre de plata en Jerusalén. Otro se partió en pequeñísimas astillas para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero, que se llamaron “Veracruz”(verdadera cruz).

Nosotros recordamos con mucho cariño y veneración la Santa Cruz porque en ella murió nuestro Redentor Jesucristo, y con las cinco heridas que allí padeció, pagó Cristo nuestras inmensas deudas con Dios y nos consiguió la salvación.

A San Antonio Abad (año 300, fiesta el 17 de enero) le sucedió que el demonio lo atacaba con terribilísimas tentaciones y cuentan que un día, angustiado por tantos ataques, se le ocurrió hacerse la señal de la Cruz, y el demonio se alejó. En adelante cada vez que le llegaban los ataques diabólicos, el santo hacía la señal de la cruz y el enemigo huía. Y dicen que entonces empezó la costumbre de hacer la señal de la cruz para librarse de males.

De una gran santa se narra que empezaron a llegarle espantosas tentaciones de tristeza. Por todo se disgustaba. Consultó con su director espiritual y este le dijo: “Si Usted no está enferma del cuerpo, ésta tristeza es una tentación del demonio”. Le recomendó la frase del libro del Eclesiástico en la S. Biblia: “La tristeza no produce ningún fruto bueno”. Y le aconsejó: “Cada vez que le llegue la tristeza, haga muy devotamente la señal de la cruz”. La santa empezó a notar que con la señal de la cruz se le alejaba el espíritu de tristeza.

Cuando Nuestra Señora se le apareció por primera vez a Santa Bernardita en Lourdes (Año 1859), la niña al ver a la Virgen quiso hacerse la señal de la cruz. Pero cuando llegó con los dedos frente a la cara, se le quedó paralizada la mano. La Virgen entonces hizo Ella la señal de la cruz muy despacio desde la frente hasta el pecho, y desde el hombro izquierdo hasta el derecho. Y tan pronto como la Madre de Dios terminó de hacerse la señal de la cruz, a la niña se le soltó la mano y ya pudo hacerla ella también. Y con esto entendió que Nuestra Señora le había querido dar una lección: que es necesario santiguarnos más despacio y con más devoción.

Mire a la gente cuando pasa por frente a una iglesia. ¿Cómo le parece esa cruz que se hacen? ¿No es cierto que más parece un garabato que una señal de la Cruz? ¿Cómo la haremos de hoy en adelante? Como recuerdo de esta fecha de la exaltación de la Santa Cruz, quiero hacer con más devoción y más despacio mi señal de la Cruz.

( http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Exaltación_de_la_Santa_Cruz.htm)

13 septiembre, 2020

Domingo XXIV (A) del tiempo ordinario

 

 Perdonar hasta setenta veces siete - Perdonar hasta 70 veces 7

 

Texto del Evangelio (Mt 18,21-35): En aquel tiempo, Pedro preguntó a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré’. Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.

»Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’. Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: ‘Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré’. Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía.

»Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: ‘Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?’. Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano».

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«¿Cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?» Rev. P. Anastasio URQUIZA Fernández MCIU (Monterrey, México)

Hoy, en el Evangelio, Pedro consulta a Jesús sobre un tema muy concreto que sigue albergado en el corazón de muchas personas: pregunta por el límite del perdón. La respuesta es que no existe dicho límite: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18,22). Para explicar esta realidad, Jesús emplea una parábola. La pregunta del rey centra el tema de la parábola: «¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?» (Mt 18,33).

El perdón es un don, una gracia que procede del amor y la misericordia de Dios. Para Jesús, el perdón no tiene límites, siempre y cuando el arrepentimiento sea sincero y veraz. Pero exige abrir el corazón a la conversión, es decir, obrar con los demás según los criterios de Dios.

El pecado grave nos aparta de Dios (cf. Catecismo de la Iglesia Católica n. 1470). El vehículo ordinario para recibir el perdón de ese pecado grave por parte de Dios es el sacramento de la Penitencia, y el acto del penitente que la corona es la satisfacción. Las obras propias que manifiestan la satisfacción son el signo del compromiso personal —que el cristiano ha asumido ante Dios— de comenzar una existencia nueva, reparando en lo posible los daños causados al prójimo.

No puede haber perdón del pecado sin algún genero de satisfacción, cuyo fin es: 1. Evitar deslizarse a otros pecados mas graves; 2. Rechazar el pecado (pues las penas satisfactorias son como un freno y hacen al penitente mas cauto y vigilante); 3. Quitar con los actos virtuosos los malos hábitos contraídos con el mal vivir; 4. Asemejarnos a Cristo.

Como explicó santo Tomás de Aquino, el hombre es deudor con Dios por los beneficios recibidos, y por sus pecados cometidos. Por los primeros debe tributarle adoración y acción de gracias; y, por los segundos, satisfacción. El hombre de la parábola no estuvo dispuesto a realizar lo segundo, por lo tanto se hizo incapaz de recibir el perdón.

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2020-09-13)

12 septiembre, 2020

Santa Madre del Redentor

 

 12 de septiembre: Santísimo Nombre de María

 

¡Oh!, Santa Madre del Redentor, “María”, es vuestro
Santísimo Nombre, y, el Evangelio así, lo dice: “Y el
nombre de la Virgen era María”. Y, Vuestro nombre,
traído del cielo por el mismo Dios, tenía en secreto,
“misión sagrada”, y, regalado ser como nombre a la
“Madre del Dios Vivo”. Y, así, desde siempre y por siempre,
por todos los siglos, se ha invocado Vuestro Santísimo
Nombre con amor, respeto y confianza. Si los nombres
de los personajes bíblicos importantes son, ¿cuánto más
el de Vos, María? Santa Madre del Redentor en el mundo
y en la eternidad “¡María!”, el dulce y bello de cuantos
nombres que se han pronunciado en esta tierra después
de el de Jesús! San Bernardo, nos dice de Vuestro Nombre
así: “No apartéis vuestra mirada del resplandor de esta
estrella, si no queréis sucumbir entre las olas del mundo.
Cuando soplen vientos de tentaciones y las tribulaciones os
abatan, invocad a María. Cuando las furiosas olas de soberbia,
ambición o envidia os amenacen tragaros, mirad a la estrella,
invocad a María. Si la ira, avaricia o impureza quieren
hundir la nave de vuestra alma, mirad a la estrella, llamad
a María. Si, desesperado estáis por la multitud de vuestros
pecados y anegado por vuestras miserias y empezáis
a desconfiar de vuestra salvación, pensad en María. En los
peligros y sufrimientos, en vuestros trabajos y luchas,
pensad en María, invocad a María. Que su nombre no se aleje
de vuestro corazón ni se separe de vuestros labios». Y, él
mismo, San Bernardo, en su segunda homilía de la Anunciación
dice: “Siguiéndola a ella, no te desviarás. Rogándole, serás
fuerte. Mirándola, no te equivocarás. Agarrándote, no caerás.
Siendo ella protectora, no temerás. Capitana, no te fatigarás.
Siendo propicia, llegarás”. Por ello y sólo para Vuestros
nombres el de “Jesús y María”, la liturgia una fiesta especial
ha establecido, porque vosotros sois “Redentor y Corredentora”.
¡Unidos a la Iglesia y con ella, alegrémonos venerando felices el
nombre de María, para merecer llegar a las eternas alegrías del cielo!
¡Oh!, Santísimo Nombre de María, “Vivo Amor del Dios Vivo.

© 2020 Luis Ernesto Chacón Delgado
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“María”

¡Que gozo y alegría!
el nombre de María
pronunciar siempre.

María, por nombre
sus padres, le pusieron.
Y, María, nombre
hebreo es, y en latín
es “Domina”; “Soberana
o “Señora” significa.
Y, éso, es Ella, por
la autoridad misma
de su Hijo, soberano
y Señor del universo.
Alegres pues, llamemos
a María, Nuestra
Señora, como a Jesús
llamamos Nuestro Señor;
porque su nombre
pronunciado, afirmar
su poder es, implorar
su ayuda y bajo su
maternal protección,
siempre ponernos.

¡Que gozo y alegría!
el nombre de María
pronunciar siempre.

© 2012 luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Setiembre
El Santísimo Nombre de María

Por: Padre Tomás Morales, s. j.

MARÍA, EL NOMBRE DE LA VIRGEN

“Y el nombre de la Virgen era María”, nos dirá el Evangelio. En la Sagrada Escritura y en la liturgia el nombre tiene un sentido más profundo que el usual en el lenguaje de nuestros días. Es la expresión de la personalidad del que lo lleva, de la misión que Dios le encomienda al nacer, la razón de ser de su vida.

El nombre de la Madre de Dios no fue escogido al azar. Fue traído del cielo. Todos los siglos han invocado el nombre de María con el mayor respeto, confianza y amor… Si los nombres de personajes bíblicos juegan papel tan importante en el drama de nuestra redención y están llenos de sentido, ¡cuánto más el de María!… Madre del Salvador, tenía que ser el más simbólico y representativo de su tarea en mundo y eternidad. El más dulce y suave, y, al mismo tiempo, el más bello de cuantos nombres se han pronunciado en la tierra después del de Jesús. Sólo para los nombres de María y Jesús ha establecido la liturgia una fiesta especial en su calendario.

España se anticipó en solicitar y obtener de la Santa Sede la celebración de la fiesta del Dulce Nombre de María. Nuestros cruzados, después de ocho siglos de Reconquista, apenas descubierta América, pidieron su celebración en 1513. Cuenca fue la primera diócesis que la solemnizó.

La Virgen en sus distintas advocaciones, coronada de estrellas o atravesada de espadas dolorosas, resume en su culto los amores de la Península Ibérica. Creció bajo su manto, desde las montañas de Covadonga al iniciar la gran cruzada de Occidente, hasta terminarla invocando su nombre en aguas de Lepanto. La carabela de Colón descubriendo América, la prodigiosa de Magallanes dando la primera vuelta al mundo, bordarán también entre los pliegues de sus velas henchidas al viento, el dulce nombre de María, Reina y Auxilio de los cristianos.

Después de la derrota de Lepanto, los turcos se retiran hacia el interior de Persia. Cien años más tarde, con inesperado coraje, reaccionan y ponen sitio a Viena. Alborea límpido y radiante el sol del 12 de septiembre de 1663. El ejército cruzado ‑sólo unos miles de hombres‑ se consagra a María. El rey polaco Juan Sobieski ayuda la misa con brazos en cruz. Sus guerreros le imitan. Después de comulgar, tras breve oración, se levanta y exclama lleno de fe: ¡Marchemos bajo la poderosa protección de la Virgen Santa María!»

Se lanzan al ataque de los sitiadores. Una tormenta de granizo cae inesperada y violenta sobre el campamento turco. Antes de anochecer, el prodigio se ha realizado. La victoria sonríe a las fuerzas cristianas que se habían lanzado al combate invocando el nombre de María, vencedora en cien batallas. Inocencio XI extiende a toda la iglesia la festividad del dulce y santísimo nombre de María para conmemorar este triunfo de la Virgen.

«Y el nombre de la Virgen era María»… Preguntas: «¿quién eres?»> Con suavidad te responde: «Yo, como una viña, di aroma fragante. Mis flores y frutos son bellos y abundantes. Soy la madre del amor hermoso, del temor, de la santa esperanza. Tengo la gracia del camino y de la verdad. En mí está la esperanza de la vida» (cf. Si 24, 16‑21).

ESTRELLA, LUZ, DULZURA

María, Estrella del mar. En las tormentas de la vida, cuando la galerna ruge y encrespa olas, cuando la navecilla del alma está a punto de naufragar: Dios te salve, María, Estrella del mar.

María, Esperanza. Eso significa también su nombre arco iris de ilusión y anhelo que une el cielo con la tierra. «Feliz el que ama tu santo nombre ‑grita San Buenaventura , pues es fuente de gracia que refresca el alma sedienta y la hace fecunda en frutos de justicia».

Está llena de luz y transparencia. Sostiene en sus brazos a la luz del mundo (cf. Jn 8, 12). Irradia pureza. El nombre de María indica castidad, apunta Pedro Crisólogo. Azucenas y jazmines, nardos y lirios, embalsaman el ambiente con la fragancia de sus perfumes. Pero María, iluminada y pura, nos embriaga con el aroma de su virginidad incontaminada. Nos invita a todos: ,Venid a mí los que me amáis, saciaos de mis frutos. Mi recuerdo es más dulce que la. miel, mi heredad mejor que los panales» (Si 24, 19‑20).

María, mar amargo, simboliza asimismo su nombre. Asociada a la redención dolorosa de Cristo, su corazón es mar de amargura inundado de sufrimientos. Pide reparación y amor aún hoy, en Fátima y Lourdes. Dios te salve María, mar amargo de dolores. Angustia de madre, que ve con tristeza que sus hijos se condenan…

«María, nombre cargado de divinas dulzuras» (San Alfonso de Ligorio, ‑ 1 de agosto). «Puede el Altísimo fabricar un mundo mayor, extender un cielo más espacioso ‑exclama Conrado de Sajonia‑, pero una madre mejor y más excelente no puede hacerla»». Años antes, San Anselmo (‑‑ 21 de abril), prorrumpía lleno de admiración: «Nada hay igual a ti, de cuanto existe, o está sobre ti o debajo de ti. Sobre ti, sólo Dios. Debajo de ti, cuanto no es Dios>>.

«Dios te salve, María…» San Bernardo, entusiasmado al mirarla, siente su corazón arrebatarse en amor. Cantaba un día la Salve con sus monjes en un anochecer misterioso. Llenos de melancolía y esperanza, los cistercienses despiden el día rodeando a la Virgen. Al llegar a la petición final ‑‑‑después de este destierro, muéstranos a jesús, fruto bendito de tu vientre‑, Bernardo sigue solo balbuceando lleno de Júbilo, loco de amor: <«¡Oh clementísima, oh piadosísima, oh dulce Virgen María…!»

MIRA A LA ESTRELLA, INVOCA A MARÍA

“Estrella de los mares. Ave, Maris stella”, le canta la Iglesia. La estrella irradia luz sin corromperse. De María nace Jesús sin mancillar su pureza virginal. Ni el rayo de luz disminuye la claridad de la estrella, ni el Hijo de la Virgen marchita su integridad. María es la noble y brillante estrella que baña en su luz todo el orbe. Su resplandor ilumina la tierra. Enardece corazones, florecen virtudes, se amortiguan pasiones y se ahogan los vicios.

Es la estrella bella y hermosa reluciendo en las tinieblas del mundo y marcándonos la ruta del cielo.

San Bernardo nos dice en este día del Santísimo y Dulce Nombre de María: “No apartes tu mirada del resplandor de esta estrella, si no quieres sucumbir entre las olas del mundo. Cuando soplen vientos de tentaciones o te abatan tribulaciones, mira a la estrella, invoca a María. Cuando olas furiosas de soberbia, ambición o envidia amenacen tragarte, mira a la estrella, invoca a María. Si la ira, avaricia o impureza quieren hundir la nave de tu alma, mira a la estrella, llama a María. Si, desesperado por la multitud de tus pecados, anegado por tus miserias, empiezas a desconfiar de tu salvación, piensa en María. En los peligros, en los sufrimientos, en tus trabajos y luchas, piensa en María, invoca a María. Que su nombre no se aleje de tu corazón ni se separe de tus labios”.

«Dios te salve, María…» Es tu santo, el de todos tus hijos. Recibe nuestra felicitación emocionada, llena de confianza en el poder de tu nombre santísimo. Unámonos a la Iglesia y con ella alegrémonos venerando el nombre de María para merecer llegar a las eternas alegrías del cielo.

El Santísimo y Dulce Nombre de María será para nosotros emblema de victoria. Así ella va delante señalando luminosa el camino… Nos apropiamos las palabras de San Bernardo que continúan su segunda homilía de la Anunciación. “Siguiéndola a ella, no te desviarás. Rogándole, serás fuerte. Mirándola, no te equivocarás. Agarrándote, no caerás. Siendo ella protectora, no temerás. Capitana, no te fatigarás. Siendo propicia, llegarás”.

(http://www.mariologia.org/solemnidaddulcenombredemaria01.htm)

11 septiembre, 2020

San Orlando

 Beato Orlando de Vallombrosa | Pregunta Santoral

San Orlando
Monje Benedictino
Márir

Monje benedictino que perteneció a la congregación Vallombrosa, mártir, como San David, pues sufrió torturas después de ser llevado a prisión hasta morir, poco se sabe sobre este servidor del señor, pero era un monje que vivió dentro del monasterio ejerciendo trabajos manuales.

Historia de San Orlando

Este resulta un santo que cuando estuvo en vida fue monje benedictino que perteneció a la congregación, se dice su culto es propio de San Benito, en algunas partes es santo, este hombre fue beatificado, de sus orígenes poco se sabe ni mucho menos cual fue su fecha de nacimiento, de su vida solo se sabe que el se encontraba en Abadia de Vallombrosa en los tiempos de Abab benigno que también se conoce fue muerto en el año 1236.

San Orlando se conoce que fue monje más no sacerdote a lo que en esa época llamaban un hermano converso caustral y esto quiere decir que siempre vivió dentro del monasterio, dedicado al trabajo manual que era su responsabilidad, además e la oración y la entrega al servicio de Dios.

Siempre estaba fiel a los caminos de Dios como San Gines y a las reglas de San Benito, siempre destacaba por su ser un hombre de oración y por su obediencia la cual marcaba la diferencia, entre este grupo de benedictinos el era ejemplo de pureza y además posea un don especial para sacar demonios a través de su poderosa intercesión.

Este gran hombre de nombre Orlando fue totalmente entregado el servicio divino, siempre cumpliendo a cabalidad y responsabilidad todas sus tareas diarias, su entrega a la oración era completa, su comunión con el todo poderoso era única y muy especial, sus ayunos podían ser de hasta tres días seguidos y su único alimento era la oración y la meditación, esto no le impidió seguir en la sencillez de la vida de la regla comunitaria.

El grupo de los benedictinos lo considera como el ermitaño en la orden en compañía del beato llamado Jerónimo esto debido a que veían en este hombre la soledad que reinaba y ese sumido silencio que siempre marco la santa regla. Fue entonces en el año 1242 cuando sucedió lo inesperado, San Orlando murió y tras esto sucedieron muchos milagros y gracias inigualables.

Cuando eran llevados los restos de este monje y se llevaban a cabo los servicios funerarios , llevaron a el templo un hombre endemoniado para que le expulsaran los demonios, al idea era que fuera exorcizado delante del sepulcro donde se encontraba San Juan Gualberto quien haba sido el fundador, pero sucedió que el hombre endemoniado gritaba dando fuertes alaridos y expresando las grandezas de San Orlando y decía las humillaciones de los demonios cuando eran expulsados por este santo hombre que ya estaba fallecido.

El hombre endemoniado, lloraba y daba gritos pidiendo ser liberado y lo hacia pidiendo la intercesión de San Orlando, después de un rato este hombre fue milagrosamente liberado de los demonios que lo atormentaban, es cuando el pueblo ve los prodigios y maravillas que comienzan a surgir, se comprueba su santidad, desde entonces los milagros no dejan de suceder y es costumbre de los monjes siempre invocarlo para la liberación de los demonios.

San Orlando es enterrado cerca del campanario de la iglesia llamada abacial de la bella Vallombrosa, en este sitio San Orlando fue destacado por sus innumerables milagros, este hombre que aunque poco conocido llego a ser un fiel servidor del señor y apegado a la oración y sus buenas costumbres este llego a la santidad y desde entonces se convirtió en santo y milagroso.

No fue sino hasta el año 1600 cuando decidieron llevar las reliquias del beato San Orlando fueron trasladas con las otras reliquias que pertenencian a los otros beatos de la Vallombrosa, las mimas están expuestas a la vista de todos los que quien verlas y la orden fue dada por el obispo Alejandro de Medeci.

Además de rendirle culto público a este beato de esta zona y a otros más, se le construyo una capilla en su honor en el año 1604, para luego en el año 1757 ser reconstruida y ampliada para mayor comodidad de los que rinden culto y veneración a San Orlando por ser tan milagroso, en Vallombrosa existen 10 beatos y dentro de ellos se encuentra San Orlando.

Estos 10 beatos son honrados y festejados al mismo tiempo el 01 de agosto de todos los años, festividad que no pasa por alto y es donde aprovechan sus feligreses de ofrendarlos por los favores condedidos de la mejor manera posible.

(http://hablemosdereligion.com/san-orlando/)

10 septiembre, 2020

San Nicolás de Tolentino

 

San Nicolás de Tolentino - ACI Prensa

¡Oh!, San Nicolás de Tolentino; vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y que, en gratitud a San Nicolás
de Bari, vuestros padres “Nicolás” os pusieron, que
significa “regalo del cielo”. Y, sí; así fue, pues fuisteis
no solo, un precioso regalo para ellos, sino, para el mundo
entero. Hombre virtuoso, predicador de dulce verbo, amable
y poderoso, al que las gentes de aquél tiempo, en alma y cuerpo
se rindieron, mientras que, de vuestras manos y labios, Dios
os regalaba milagros. Vuestra vida: a las almas del purgatorio
amar, a los afligidos ayudar, convertir a los pecadores
y sembrar paz en los hogares. Vos, visteis en un sueño que un gran
número de almas del purgatorio os suplicaban que ofrecierais
oraciones y misas por ellas. Desde entonces os dedicasteis
a ofrecer muchas misas por el descanso de las benditas almas
y a nosotros nos piden también ese mismo favor las de nuestros
difuntos. Vos, dijisteis antes de morir: “No digan nada a nadie”.
“Den gracias a Dios, y no a mí. Yo no soy más que un poco de tierra.
Un pobre pecador”. Cuarenta años después de vuestra muerte,
hallaron vuestro santo cuerpo ¡incorrupto! Os quitaron vuestros
brazos y manó viva sangre de ellos, guardándose hasta hoy.
Así pues, por la vida pasateis, con una entrega total de amor y fe,
a Jesús, Dios y Señor Nuestro; quien os premió con corona de luz,
como justo premio a vuestra entrega increíble de amor. “Victorioso
con el pueblo santo” y “Santo Patrono de las almas del purgatorio”;
¡Oh!, San Nicolás, “vivo amor por las almas del Dios Vivo”.

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Septiembre
San Nicolás de Tolentino
Año 1305

Obra santa y piadosa es orar por los difuntos, para que descansen de sus penas (2 Macab.) El nombre Nicolás significa: “Victorioso con el pueblo” (Nico = victorioso. Laos = pueblo).

El sobrenombre Tolentino le vino de la ciudad italiana donde trabajó y murió. Sus papás después de muchos años de matrimonio no tenían hijos, y para conseguir del cielo la gracia de que les llegara algún heredero, hicieron una peregrinación al santuario de San Nicolás de Bari. Al año siguiente nació este niño y en agradecimiento al santo que les había conseguido el regalo del cielo, le pusieron por nombre Nicolás.

Ya desde muy pequeño le gustaba alejarse del pueblo e irse a una cueva a orar. Cuando ya era joven, un día entró a un templo y allí estaba predicado un famoso fraile agustino, el Padre Reginaldo, el cual repetía aquellas palabras de San Juan: “No amen demasiado el mundo ni las cosas del mundo. Todo lo que es del mundo pasará”. Estas palabras lo conmovieron y se propuso hacerse religioso. Pidió ser admitido como agustino, y bajo la dirección del Padre Reginaldo hizo su noviciado en esa comunidad.

Ya religioso lo enviaron a hacer sus estudios de teología y en el seminario lo encargaron de repartir limosna a los pobres en la puerta del convento. Y era tan exagerado en repartir que fue acusado ante sus superiores. Pero antes de que le llegara la orden de destitución de ese oficio, sucedió que impuso sus manos sobre la cabeza de un niño que estaba gravemente enfermo diciéndole: “Dios te sanará”, y el niño quedó instantáneamente curado. Desde entonces los superiores empezaron a pesar que sería de este joven religioso en el futuro.

Ordenado de sacerdote en el año 1270, se hizo famoso porque colocó sus manos sobre la cabeza de una mujer ciega y le dijo las mismas palabras que había dicho al niño, y la mujer recobró la vista inmediatamente. Fue a visitar un convento de su comunidad y le pareció muy hermoso y muy confortable y dispuso pedir que lo dejaran allí, pero al llegar a la capilla oyó una voz que le decía: “A Tolentino, a Tolentino, allí perseverarás”. Comunicó esta noticia a sus superiores, y a esa ciudad lo mandaron.

Al llegar a Tolentino se dio cuenta de que la ciudad estaba arruinada moralmente por una especie de guerra civil entre dos partidos políticos, los güelfos y los gibelinos, que se odiaban a muerte. Y se propuso dedicarse a predicar como recomienda San Pablo. Oportuna e inoportunamente”. Y a los que no iban al templo, les predicaba en las calles.

A Nicolás no le interesaba nada aparecer como sabio ni como gran orador, ni atraerse los aplausos de los oyentes. Lo que le interesaba era entusiasmarlos por Dios y obtener que cesara las rivalidades y que reinara la paz. El Arzobispo San Antonino, al oírlo exclamó: “Este sacerdote habla como quien trae mensajes del cielo. Predica con dulzura y amabilidad, pero los oyentes estallan en lágrimas al oírle. Sus palabras penetran en el corazón y parecen quedar escritas en el cerebro del que escucha. Sus oyentes suspiran emocionados y se arrepienten de su mala ida pasada”.

Los que no deseaban dejar su antigua vida de pecado hacían todo lo posible por no escuchar a este predicador que les traía remordimientos de conciencia. Uno de esos señores se propuso irse a la puerta del templo con un grupo de sus amigos a boicotearle con sus gritos y desórdenes un sermón al Padre Nicolás. Este siguió predicando como si nada especial estuviera sucediendo. Y de un momento a otro el jefe del desorden hizo una señal a sus seguidores y entró con ellos al templo y empezó a rezar llorando, de rodillas, muy arrepentido. Dios le había cambiado el corazón. La conversión de este antiguo escandaloso produjo una gran impresión en la ciudad, y pronto ya San Nicolás empezó a tener que pasar horas y horas en el confesionario, absolviendo a los que se arrepentían al escuchar sus sermones.

Nuestro santo recorría los barrios más pobres de la ciudad consolando a los afligidos, llevando los sacramentos a los moribundos, tratando de convertir a los pecadores, y llevando la paz a los hogares desunidos. En las indagatorias para su beatificación, una mujer declaró bajo juramento que su esposo la golpeaba brutalmente, pero que desde que empezó a oír al Padre Nicolás, cambió totalmente y nunca la volvió a tratar mal. Y otros testigos confirmaron tres milagros obrados por el santo, el cual cuando conseguía una curación maravillosa les decía: “No digan nada a nadie”. “Den gracias a Dios, y no a mí. Yo no soy más que un poco de tierra. Un pobre pecador”.

Murió el 10 de septiembre de 1305, y cuarenta años después de su muerte fue encontrado su cuerpo incorrupto. En esa ocasión le quitaron los brazos y de la herida salió bastante sangre. De esos brazos, conservados en relicarios, ha salido periódicamente mucha sangre. Esto ha hecho más popular a nuestro santo.

San Nicolás de Tolentino vio en un sueño que un gran número de almas del purgatorio le suplicaban que ofreciera oraciones y misas por ellas. Desde entonces se dedicó a ofrecer muchas santas misas por el descanso de las benditas almas. Quizás a nosotros nos quieran pedir también ese mismo favor las almas de los difuntos.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Nicolás_de_Tolentino.htm)

09 septiembre, 2020

San Pedro Claver

 

 Biografia de San Pedro Claver

¡Oh! San Pedro Claver, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, que desde niño mostrasteis gran inteligencia
y espíritu, razón suficiente, para que vuestros padres os
pusieran al servicio de la Iglesia en la Compañía de Jesús.
Aconsejado por San Alfonso Rodríguez, portero del monasterio
decidisteis salir de España y dirigiros a evangelizar las Indias
Occidentales, hoy Colombia y ordenado sacerdote en Cartagena,
y observando el servicio y entrega del P. Alfonso Sandoval
con los esclavos venidos del continente africano, decidisteis
convertiros en “esclavo de los negros para siempre”, y pese
a vuestra timidez y falta de confianza en vos mismo, os disteis
a vuestra misión con valor y entusiasmo. Vuestras labores
empezaban con la visita diaria a las barracas en el puerto,
donde conversabais y predicabais la palabra de Dios, logrando
así, la conversión y el bautismo de miles de vuestros negros.
Allí, atendíais a numerosos enfermos y moribundos, a quienes
llevabais medicinas y alimentos; y a los niños, juguetes
y caramelos. Vuestra obra, se extendió por los valles y haciendas
donde predicabais y velabais por el cuidado de vuestra grey,
venciendo obstáculos que os ponian los hacendados. Vuestra
intensa actividad os deterioró la salud, y luego de bendecir
a vuestro sucesor, un día, voló, vuestra alma al cielo, para
coronada ser con corona de luz como justo premio a vuestra
entrega de amor y fe. Ese día, fue el de la Natividad de Nuestra
Señora, Santa Madre de Dios . ¡Qué grande premio! ¡Aleluya!
Santo Patrono y Esclavo de los negros por siempre jamás;
¡oh!, San Pedro Claver, “vivo esclavo de amor por Cristo”.

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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9 de Setiembre
San Pedro Claver

Nació en 1581 en España, y desde niño mostró grandes cualidades de inteligencia y de espíritu, siendo destinado por sus padres al servicio de la Iglesia. Al terminar sus estudios en la universidad de Barcelona, y tras recibir las órdenes menores, el santo fue aceptado por la Compañía de Jesús.

Gracias a la influencia y consejos de San Alfonso Rodríguez -portero del monasterio jesuita donde San Pedro vivía- el santo decidió abandonar España en 1610 para asumir las misiones de evangelización en las Indias Occidentales, específicamente en la colonia de Nueva Granada, hoy república de Colombia.

En 1615 fue ordenado sacerdote en Cartagena, y fue ahí donde el santo, al ver la entrega y servicio del P. Alfonso Sandoval por los miles de esclavos negros provenientes del África, tomó la decición de convertirse en “esclavo de los negros para siempre” y pese a su timidez y falta de confianza en sí mismo, el santo se entregó a aquella misión con tenacidad y mucho entusiasmo. Sus labores empezaban con la visita casi diaria a las barracas en el puerto, donde conversaba y predicaba la palabra de Dios, logrando la conversión y el bautismo de miles de ellos.

Además, atendía a numerosos enfermos y moribundos, a quienes llevaba medicinas y alimentos, y a los niños, algunos dulces y caramelos. Su obra evangelizadora también se extendió por los valles y haciendas donde el santo iba a predicar y velar por el cuidado de sus “negros”, no sin antes vencer dificultades y penurias por parte de los hacendados.

La intensa actividad del santo deterioró su salud, y luego de bendecir a su sucesor en su misión apostólica falleció el 8 de setiembre de 1654, día de la Natividad de Nuestra Señora, y en medio de grandes muestras de amor y cariño popular. Fue canonizado el 1888, al mismo tiempo que su gran amigo San Alfonso Rodríguez.

(http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=270)