16 agosto, 2021

San Esteban rey de Hungría

 

Hoy es la fiesta de San Esteban I, rey de Hungría y de una familia santa

 

¡Oh!, San Esteban de Hungría, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo y siendo de alta alcurnia
os hicisteis el último de todos a imitación de vuestro
Maestro, Señor y Dios nuestro, Jesucristo. Vuestro poder
al servicio de los desposeídos, menesterosos y pobres
pusisteis, dando de vuestra fortuna “in extenso”, tanto
que, la gente os gritaba: “¡Ahora sí se van a acabar
los pobres!”. “Ellos representan mejor a Jesucristo,
a quien yo quiero atender de manera especial. Una cosa
sí me he propuesto: no negar jamás una ayuda o un favor.
Si en mí existe la capacidad de hacerlo”, se os escuchaba
a menudo decir. Para mezclaros con los pobres y necesitados
os disfrazabais de albañil y así, salíais por la noche
por todas las calles a repartir ayuda. Pero, en una de ellas
al encontraros con un grupo de aquellos, repartisteis las
monedas que llevabais, tantas que, al final os las quitaron
y os agradieron con palos. Cuando cesó todo, os pusisteis
de rodillas y luego, disteis gracias a Dios por haberos
concedido tal sacrificio. Nuestra fe Católica expandisteis
tanto en su doctrina, como en su obra. La devoción por
Nuestra Señora nunca la dejasteis y, en su honor templos
levantasteis, invocándola a cada instante con amor y fe,
y, con ello, la idolatría y las falsías religiones acabasteis.
Un día perdisteis en una cacería a vuestro amado hijo
a quien habíais formado como vuestro sucesor. Al saberlo
sólo exclamasteis: “El Señor me lo dio, el Señor me lo
quitó. ¡Bendito sea Dios!”. Los últimos años de vuestra
vida, padecisteis enfermedades que os fueron purificando
y santificando cada vez más y más. Y, el día de la Asunción
de Nuestra Señora, fiesta amada por vos, voló vuestra
alma al cielo, así ganando, corona de luz eterna, como
justo premio a vuestra entrega de amor y misericordia.
Santo Patrono y conversor de todo el reino de Hungría;
¡oh!, San Esteban, “vivo Cristo de Amor y Misericordia”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de agosto
San Esteban rey de Hungría
Año 1038

Que nuestro Dios Todopoderoso nos envíe en todo el mundo muchos gobernantes que sepan ser tan buenos católicos y tan generosos con los necesitados como lo fue el santo rey Esteban.

Esteban significa: “coronado” (estebo= corona).

Este santo tiene el honor de haber convertido al catolicismo al reino de Hungría. Fue bautizado por San Adalberto y tuvo la suerte de casarse con Gisela, la hermana de San Enrique de Alemania, la cual influyó mucho en su vida. Valiente guerrero y muy buen organizador, logró derrotar en fuertes batallas a todos los que se querían oponer a que él gobernara la nación, como le correspondía, pues era el hijo del mandatario anterior.

Cuando ya hubo derrotado a todos aquellos que se habían opuesto a él cuando quiso propagar la religión católica por todo el país y acabar la idolatría y las falsas religiones, y había organizado la nación en varios obispados, envió al obispo principal, San Astrik, a Roma a obtener del Papa Silvestre II la aprobación para los obispados y que le concediera el título de rey. El sumo Pontífice se alegró mucho ante tantas buenas noticias y le envío una corona de oro, nombrándolo rey de Hungría. Y así en el año 1000 fue coronado solemnemente por el enviado del Papa como primer rey de aquel país.

El cariño del rey Esteban por la religión católica era inmenso; a los obispos y sacerdotes los trataba con extremo respeto y hacía que sus súbditos lo imitaran en demostrarles gran veneración. Su devoción por la Virgen Santísima era extraordinaria. Levantaba templos en su honor y la invocaba en todos sus momentos difíciles. Fundaba conventos y los dotaba de todo lo necesario. Ordenó que cada 10 pueblos debían construir un templo, y a cada Iglesia se encargaba de dotarla de ornamentos, libros, cálices y demás objetos necesarios para mantener el personal de religiosos allá. Lo mismo hizo en Roma.

La cantidad de limosnas que este santo rey repartía era tan extraordinaria, que la gente exclamaba: “¡Ahora sí se van a acabar los pobres!”. El personalmente atendía con gran bondad a todas las gentes que llegaban a hablarle o a pedirle favores, pero prefería siempre a los más pobres, diciendo: “Ellos representan mejor a Jesucristo, a quien yo quiero atender de manera especial”.

Para conocer mejor la terrible situación de los más necesitados, se disfrazaba de sencillo albañil y salía de noche por las calles a repartir ayudas. Y una noche al encontrarse con un enorme grupo de menesterosos empezó a repartirles las monedas que llevaba. Estos, incapaces de aguardar a que les llegara a cada quien un turno para recibir, se le lanzaron encima, quitándole todo y lo molieron a palos. Cuando se hubieron alejado, el santo se arrodilló y dio gracias a Dios por haberle permitido ofrecer aquel sacrificio. Cuando narró esto en el palacio, sus empleados celebraron aquella aventura, pero le aconsejaron que debía andar con más prudencia para evitar peligros. El les dijo: “Una cosa sí me he propuesto: no negar jamás una ayuda o un favor. Si en mí existe la capacidad de hacerlo”.

A su hijo lo educó con todo esmero y para él dejó escritos unos bellos consejos, recomendándole huir de toda impureza y del orgullo. Ser paciente, muy generoso con los pobres y en extremo respetuoso con la santa Iglesia Católica. La gente al ver su modo tan admirable de practicar la religión exclamaba: “El rey Esteban convierte más personas con buenos ejemplos, que con sus leyes o palabras”.

Dios, para poderlo hacer llegar a mayor santidad, permitió que en sus últimos años Esteban tuviera que sufrir muchos padecimientos. Y uno de ellos fue que su hijo en quien él tenía puestas todas sus esperanzas y al cual había formado muy bien, muriera en una cacería, quedando el santo rey sin sucesor. El exclamó al saber tan infausta noticia: “El Señor me lo dio, el Señor me los quitó. Bendito sea Dios”. Pero esto fue para su corazón una pena inmensa.

Los últimos años de su vida tuvo que padecer muy dolorosas enfermedades que lo fueron purificando y santificando cada vez más. El 15 de agosto del año 1038, día de la Asunción, fiesta muy querida por él, expiró santamente. Desde entonces la nación Húngara siempre ha sido muy católica. A los 45 años de muerto, el Sumo Pontífice permitió que lo invocaran como santo y en su sepulcro se obraron admirables milagros.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Esteban_de_Hungria.htm)

15 agosto, 2021

Solemnidad de La Asunción de la Virgen María

 La Hornacina on Twitter: "Asunción de la Virgen Martin Knoller 1788 Óleo  sobre lienzo 96 x 53 cm Pinacoteca de Brera #Milan #AsuncionDeMaria… "

La Asunción de la Virgen María Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Y dijo María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

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«Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador» P. Dom Josep ALEGRE Abad emérito de Santa Mª de Poblet (Tarragona, España)

Hoy celebramos la solemnidad de la Asunción de Santa María en cuerpo y alma a los cielos. «Hoy —dice san Bernardo— sube al cielo la Virgen llena de gloria, y colma de gozo a los ciudadanos celestes». Y añadirá estas preciosas palabras: «¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al cielo! Con este gesto maravilloso de amistad —que es dar y recibir— se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, lo humilde y lo sublime. El fruto más granado de la tierra está allí, de donde proceden los mejores regalos y los dones de más valor. Encumbrada a las alturas, la Virgen Santa prodigará sus dones a los hombres».

El primer don que te prodiga es la Palabra, que Ella supo guardar con tanta fidelidad en el corazón, y hacerla fructificar desde su profundo silencio acogedor. Con esta Palabra en su espacio interior, engendrando la Vida para los hombres en su vientre, «se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (Lc 1,39-40). La presencia de María expande la alegría: «Apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno» (Lc 1,44), exclama Isabel.

Sobre todo, nos hace el don de su alabanza, su misma alegría hecha canto, su Magníficat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador…» (Lc 1,46-47). ¡Qué regalo más hermoso nos devuelve hoy el cielo con el canto de María, hecho Palabra de Dios! En este canto hallamos los indicios para aprender cómo se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, y llegar a responder como Ella al regalo que nos hace Dios en su Hijo, a través de su Santa Madre: para ser un regalo de Dios para el mundo, y mañana un regalo de nuestra humanidad a Dios, siguiendo el ejemplo de María, que nos precede en esta glorificación a la que estamos destinados.

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2021-08-15)

14 agosto, 2021

San Maximiliano María Kolbe, Mártir

 Hoy celebramos a San Maximiliano Kolbe, el mártir que ofreció su vida por un padre de familia

 

¡Oh!, San Maximiliano María Kolbe; vos, sois el hijo
del Dios de la Vida, su amado santo e imitación de Cristo
Vivo, vuestro amado Maestro, porque, Él, dio la vida por
vos y la redención del mundo, y vos, por la del prójimo. Jesús,
había dicho que: “no hay amor más grande, que el amor
de aquél, que la vida da por sus amigos”. Y, vos, así
lo hicisteis, honor haciendo al significado de vuestro
nombre: “El más importante de la familia”. Cuando erais
pequeño tuvisteis un sueño en el cual la Virgen María,
os ofrecía dos coronas, si erais fiel a la devoción
mariana: Una corona blanca y otra roja. La blanca era
la de la virtud de la pureza. Y la roja, la del martirio.
Y, cosas de Dios, tuvisteis la dicha de recibir las dos
coronas.“Yo me ofrezco para reemplazar al compañero que
ha sido señalado para morir de hambre, porque, él tiene
esposa e hijos que lo necesitan. En cambio yo soy soltero
y solo, y nadie me necesita”. Así, y lleno del Espíritu Santo
respondisteis aquél día, en que Dios, os probó para el bien.
Mucho antes, habíais gastado vuestra vida, difundiendo el amor
y la veneración a Nuestra Señora, fundando la “Ciudad de
la Inmaculada”, dos diarios: “El Caballero de la Inmaculada”
y “El Pequeño diario” en Polonia y otro similar en el Japón,
además de una revista católica. Y, del cielo bajó el Amor
de Dios, en plena guerra mundial: ¡Nagasaki, destruida
por una bomba atómica, y a vuestra imprenta, no le pasó
nada! Y, en el tiempo, vuestra respuesta resuena eterna
y valerosa por siempre, como modelo de desprendimiento, pues,
la vida disteis, por uno de vuestros compañeros de martirio,
para coronaros de luz y eternidad, como premio justo
a vuestra entrega de amor e imitación perfecta de Cristo Jesús;
Cuando el Santo Padre Pablo VI, os lo declaró beato, asistió
el hombre por el cual vos habíais ofrecido vuestra santa vida,
y Juan Pablo II, vuestro paisano, os declaró santo para siempre,
Santo Patrono de las familias y de los encarcelados de la tierra;
¡oh!, San Maximiliano Kolbe, “vivo grano del trigo de Dios”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de Agosto
San Maximiliano María Kolbe
Mártir
Año 1941

 “Los tiempos modernos estarán dominados por Satanás y en el futuro lo estarán más. El combate contra el Infierno no pueden llevarlo los hombres, incluso lo, s más inteligentes. Sólo María ha recibido de Dios la Promesa de la Victoria sobre el Demonio.”

Maximiliano significa: “El más importante de la familia”. Es este uno de los mártires modernos. Murió en la Segunda Guerra Mundial. Había sido llevado por los nazis al terrorífico campo de concentración de Auschwitz. Un día se fugó un preso. La ley de los alemanes era que por cada preso que se fugara del campo de concentración, tenían que morir diez de sus compañeros. Hicieron el sorteo 1-2-3-4…9…10 y al que le iba correspondiendo el número 10 era puesto aparte para echarlo a un sótano a morirse de hambre. De pronto al oírse un 10, el hombre a quien le correspondió ese número dio un grito y exclamó: “Dios mío, yo tengo esposa e hijos. ¿Quién los va a cuidar?”.

En ese momento el padre Kolbe dice al oficial: “Yo me ofrezco para reemplazar al compañero que ha sido señalado para morir de hambre”. El oficial le responde: ¿Y por qué? – Es que él tiene esposa e hijos que lo necesitan. En cambio yo soy soltero y solo, y nadie me necesita. El oficial duda un momento y enseguida responde: Aceptado.

Y el prisionero Kolbe es llevado con sus otros 9 compañeros a morirse de hambre en un subterráneo. Aquellos tenebrosos días son de angustias y agonías continuas. El santo sacerdote anima a los demás y reza con ellos. Poco a poco van muriendo los demás. Y al final después de bastantes días, solamente queda él con vida. Como los guardias necesitan ese local para otros presos que están llegando, le ponen una inyección de cianuro y lo matan. Era el 14 de agosto de 1941.

Su familia, polaca, era inmensamente devota de la Sma. Virgen y cada año llevaba a los hijos en peregrinación al santuario nacional de la Virgen de Chestokowa. El hijo heredó de sus padres un gran cariño por la Madre de Dios. Cuando era pequeño tuvo un sueño en el cual la Virgen María le ofrecía dos coronas, si era fiel a la devoción mariana. Una corona blanca y otra roja. La blanca era la virtud de la pureza. Y la roja, el martirio. Tuvo la dicha de recibir ambas coronas.

Un domingo en un sermón oyó decir al predicador que los Padres Franciscanos iban a abrir un seminario. Le agradó la noticia y con su hermano se dirigió hacia allá. En 1910 fue aceptado como Franciscano, y en 1915 obtuvo en la Universidad de Roma el doctorado en filosofía y en 1919 el doctorado en teología. En 1918 fue ordenado sacerdote.

Maximiliano gastó su vida en tratar de hacer amar y venerar a la Sma. Virgen. En 1927 fundó en Polonia la Ciudad de la Inmaculada, una gran organización, que tuvo mucho éxito y una admirable expansión. Luego funda en Japón otra institución semejante, con éxito admirable.

El padre Maximiliano fundó dos periódicos. Uno titulado “El Caballero de la Inmaculada”, y otro “El Pequeño diario”. Organizó una imprenta en la ciudad de la Inmaculada en Polonia, y después se trasladó al Japón y allá fundó una revista católica que pronto llegó a tener 15,000 ejemplares. Un verdadero milagro en ese país donde los católicos casi no existían. En la guerra mundial la ciudad de Nagasaki, donde él tenía su imprenta, fue destruida por una bomba atómica. A su imprenta no le sucedió nada malo.

Los nazis durante la guerra, al invadir Polonia, bombardearon la ciudad de la Inmaculada y se llevaron prisionero al padre Maximiliano, con todos los que colaboraban. El ya había fundado una radiodifusora y estaba dirigiendo la revista “El caballero de la Inmaculada”, con gran éxito y notable difusión. Todo se lo destruyó la guerra, pero su martirio le consiguió un puesto glorioso en el cielo.

Cuando el Santo Padre Pablo VI lo declaró beato, a esa gran fiesta asistió, el hombre por el cual él había ofrecido el sacrificio de su propia vida. Juan Pablo II, su paisano, lo declaró santo ante una multitud inmensa de polacos. En este gran santo sí se cumple lo que dijo Jesús: “Si el grano de trigo cae en tierra y muere, produce mucho fruto. Nadie tiene mayor amor que el que ofrece la vida por sus amigos”. Quiera Dios que también nosotros seamos capaces de sacrificarnos como Cristo y Maximiliano, por el bien de los demás.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Maximiliano_Kolbe.htm)

13 agosto, 2021

San Estanislao de Kostka, Patrono de Polonia y Patrono de Novicios

 

 Hoy es la fiesta de San Estanislao Kostka, patrono de los novicios y de Polonia

 

San Estanislao de Kostka (1550-1668) fue un novicio polaco de la Compañía de Jesús. Nació en el castillo de Rostkowo, provincia de Mazovia (actual Polonia), el 28 de octubre de 1550. Su padre, Juan Kostka, había sido senador e influyente político del Reino de Polonia y tenía el título de Señor de Zakroczym. Estanislao, por su parte, siendo muy joven ingresó al internado jesuita de Viena, Austria, donde a pesar de su corta edad -13 años- empezó a destacar por su recogimiento, devoción y oración. Allí estudió, durante tres años, Gramática, Humanidades y Retórica.

Ya desde los días de su estancia en el internado, Estanislao había conocido de las tensiones que a veces surgen entre el poder temporal y los hijos de la Iglesia. El emperador Maximiliano II de Austria empezó a hostigar a los jesuitas hasta el punto de quitarles la casa que Fernando I -su predecesor- había cedido al internado. Es así que Estanislao junto a su hermano Pablo y otros compañeros se ven obligados a vivir en la casa de un senador luterano residente en Viena.

Al poco tiempo, estando de huésped en casa del senador, Estanislao cayó gravemente enfermo, temió lo peor y pidió que se le administrara la Eucaristía. Sin embargo, el dueño de la casa, por ser luterano, no permitió que ingresara el viático a su propiedad. En estas condiciones, el joven Estanislao, que no paraba de rezar, entró en éxtasis: habiéndose encomendado a Santa Bárbara, a cuya cofradía pertenecía, tuvo una visión en la que la Santa, en compañía de dos ángeles, le llevaba la comunión. Pasada la enfermedad, Estanislao quedó convencido de que había sido la Madre de Dios quien había intercedido para que quedara restablecido. En ese entonces, Estanislao tenía unos 15 años.

Más adelante, fue la misma Virgen María con el Niño Jesús en brazos quienes se le aparecieron. La Madre de Dios le dijo: “Nuestra voluntad es que entres cuanto antes en la Compañía de mi Hijo Jesús”. Estanislao recibió aquellas palabras con profundo gozo, porque su corazón ya manifestaba hacía tiempo el deseo de entregarle la vida a Cristo.

Estanislao pidió ser admitido en la Orden, pero lamentablemente el provincial jesuita de Viena no accedió a su solicitud, para no indisponer a su padre contra la Compañía, ya que este tenía un alto cargo político y era cercano al emperador Maximiliano.

Estanislao decidió entonces romper con su familia. Primero fue enviado a Alemania y después a Roma, para hacer su ingreso a la Orden. En su paso por Dillingen, Alemania, donde permaneció un tiempo, buscó a Pedro Canisio (más tarde San Pedro Canisio) quien era el provincial jesuita en Alemania. Pedro Canisio lo acogió amablemente y le permitió quedarse en la casa de la Compañía de Jesús, encargándole algunos oficios sencillos como la atención a los estudiantes y la limpieza. Estanislao intercalaba las horas de trabajo con las de oración intensa en la capilla.

Semanas después, Pedro Canisio lo envió a Roma, donde fue recibido por el general de la Orden en ese momento, Francisco de Borja -quien luego también sería declarado santo-, quien lo admitió en el noviciado. Estanislao recibió una carta en la que su padre lo reprendía duramente y en la que también amenazaba a los jesuitas con ser expulsados de Polonia. El joven santo le respondió de manera filial a su padre, pero también le hizo saber que estaba muy firme en su decisión vocacional.

Dejando todo en las manos del Señor, se entregó a una vida de oración constante. Cuando entraba a la Iglesia su rostro se encendía y con frecuencia era arrebatado en éxtasis durante la Misa, especialmente después de la comunión.

En una ocasión, hablando de la Asunción de la Virgen, San Estanislao exclamó: “¡Qué día tan feliz debió ser para todos los santos aquél en que María entró en el cielo! Quizá ellos lo celebran con especial gozo, como lo hacemos nosotros en la tierra. Espero estar entre ellos en su próxima celebración”.

A los pocos días, su salud empezó a decaer. Tenía frecuentes desvanecimientos, aparentemente debidos al calor del verano romano que le hacía mucho daño. Al amanecer del día de la Asunción de 1568, después de haber relatado que había contemplado a la Santísima Virgen rodeada de ángeles en el cielo, partió a la Casa del Padre con sólo 18 años de edad.

Su fiesta se celebra cada 13 de agosto. San Estanislao es patrono de los novicios, de los que se preparan al sacerdocio y de la República de Polonia.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-fiesta-del-martir-san-estanislao-kostka-patrono-de-novicios-y-de-polonia-84130)

12 agosto, 2021

Beato Inocencio XI, Papa

 Hoy celebramos al Beato Inocencio XI, Papa

El Beato Inocencio XI (1611-1689) fue el Papa número 240 de la Iglesia Católica; gobernó entre 1676 y 1689, y es considerado por muchos como el Pontífice más importante del siglo XVII.

Benedetto Giulio Odescalchi -su nombre de pila- nació el 16 de mayo de 1611 en la ciudad de Como, al norte de Italia. Realizó sus primeros estudios con los jesuitas, en su ciudad natal. Posteriormente, continuó su formación en la universidad La Sapienza de Roma y en la Universidad de Nápoles, donde se doctoró en derecho civil y derecho canónico (1639).

Es poco o nada lo que se sabe sobre su ordenación sacerdotal e incorporación al clero, pero para el año 1645, el Papa Inocencio X lo nombró cardenal diácono de la basílica de San Cosme y Damián.

El 21 de septiembre de 1676, después de cincuenta días de cónclave, Odescalchi fue elegido Papa. El proceso había sido muy difícil por la oposición del rey de Francia a su candidatura. Luis XIV quería aumentar su influencia en Europa y sabía que el cardenal Odescalchi no se lo permitiría. Sin bien al final el rey desistió de su plan inicial y apoyó su nombramiento, pronto resurgirían los problemas con el recién elegido Papa.

No pasaría mucho tiempo para que Luis XIV de Francia, el “Rey Sol”, regresara a la carga. Estaba empecinado en extender el dominio político francés en el continente y para ellos era decisivo debilitar el poder papal. Todo el pontificado de Inocencio estuvo caracterizado por las tensiones con Luis XIV. Entre otras cosas, Luis XIV convocó en asamblea al clero francés con el propósito de someterlo al poder estatal. El Papa Inocencio XI se opuso y amenazó con excomulgar al clero francés si se rendía a las exigencias del monarca. La excomunión se hizo efectiva para todos los candidatos episcopales franceses que se sometieron al rey.

El episodio fue tremendamente tenso porque se temía un cisma francés. Ciertamente, la animadversión de Luis XIV hacia Inocencio XI venía desde antes de su elección -el rey había intentado influir en el Cónclave con los votos de sus cardenales afines-, pero la manera como Inocencio XI manejó uno a uno los momentos críticos, con firmeza y sabiduría, trajo como consecuencia el fortalecimiento de la Iglesia, que mantuvo su unidad y que demostraba, una vez más, que podía ser un contrapeso a los abusos o excesos del poder político. Eso le valió al Papa la fama de hombre de paz, de buen estratega y de gran diplomático, dadas las circunstancias particulares que caracterizaron a la Europa del siglo XVII.

Sin embargo, esas características no son ni mucho menos lo más digno de destacar del Beato Inocencio XI. Nada de su buen desempeño hubiese sido posible sin su entrega al servicio de Cristo y de los hermanos humanos. Inocencio XI fue fundamentalmente un hombre asceta, un hombre bondadoso y generoso con los más pobres. Renunció a la opulencia que a veces rodeaba al papado y luchó fuertemente contra el nepotismo del clero -labor que fue continuada por Inocencio XII, su sucesor-. El papa Inocencio XI, además, reformó la administración de la Curia y ordenó las finanzas del Vaticano -él provenía de una familia de banqueros y conocía de estos menesteres-.

Su magisterio estuvo dirigido a acrecentar el amor a la Eucaristía, al enriquecimiento de la teología moral y al conocimiento de sistemas y perspectivas morales, como un intento de aclarar muchas de las controversias de su época. Puso particular interés en fortalecer la doctrina sobre la confesión, y el sigilo y discreción que debe caracterizarla.

Tras una larga enfermedad murió el 12 de agosto de 1689, en el palacio del Quirinal, llorado por el pueblo romano, que lo respetaba y amaba. Fue sepultado en la basílica de San Pedro. Inocencio XI fue beatificado por el Venerable Papa Pío XII el 7 de octubre de 1956. Su fiesta se celebra el 12 de agosto.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-se-celebra-al-beato-inocencio-xi-papa-45862)

11 agosto, 2021

Santa Clara de Asís, Fundadora de las Clarisas y Renovadora e la Iglesia

 

 Hoy se celebra a Santa Clara de Asís, renovadora de la Iglesia

 

¡Oh!, Santa Clara de Asís, vos, sois la hija del Dios de la Vida
y su amada santa, que os consagrasteis a Cristo Jesús, Dios y Señor
Nuestro, haciéndoos vuestros cabellos cortar y luego vestir hábito
franciscano por el resto de vuestra santa vida, abrazando una
de pobreza, renunciando al mundo material y prometiendo nada
poseer, cosa que cumplisteis. Así, iniciasteis la Segunda Orden
Franciscana o llamada también: “Las Damas Pobres o Clarisas” en la
“Porciúncula”, aquella santa iglesia por vuestro mentor restaurada
para de limosnas o el “privilegioum paupertatis” vivir por siempre.
El caro ideal de San Francisco en práctica pusisteis acompañada
de un grupo de santas mujeres de Asís y más tarde de toda Italia.
Cuarenta y tres años vivisteis sin salir del convento. En vida
pudisteis ver como vuestra orden se extendía por España, Bohemia,
Francia e Inglaterra. Dos veces lograsteis hacer huir a los sarracenos
alistados en el ejército de Federico segundo con solo mostrarles
la custodia con el Santísimo Sacramento del Altar. Exhortabais
a vuestras santas hermanas a la oración, inclusive inmovilizada
estando a causa de vuestros continuos dolores. Inocencio Papa
os visitó en vuestro lecho de muerte y unidas vuestras manos
le pedisteis su bendición, con la indulgencia plenaria. Él, os
contestó: “Quiera Dios, hija mía, que no necesite yo más que tú
de la misericordia Divina”. Y, así, voló vuestra alma al cielo, para
corona de luz recibir, como premio justo a vuestra entrega de amor
y diciendo: “Vete en paz ya que has seguido el buen camino; vete
confiada, ya que tu creador te ha santificado, custodiado
incesantemente y amado con la ternura de una madre con su hijo”.
“Oh Dios, bendito seas por haberme creado”. “Yo, Clara, sierva de
Cristo, pequeña planta de nuestro Padre Francisco”. Vuestro biógrafo
Tomás Celano dijo de vos: “Clara por su nombre; más clara por su
vida; clarísima por su muerte”. !Aleluya! !Aleluya! !Aleluya!
¡oh!, Santa Clara de Asís, “vivo amor y fe por el Dios de la Vida”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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11 de agosto
Santa Clara de Asís
Memoria Litúrgica

Por: n/a | Fuente: Archidiócesis de Madrid

Virgen y Fundadora

Martirologio Romano: Memoria de santa Clara, virgen, que, como primer ejemplo de las Damas Pobres de la Orden de los Hermanos Menores, siguió a san Francisco, llevando una áspera vida en Asís, en la Umbría, pero, en cambio, rica en obras de caridad y de piedad. Enamorada de verdad por la pobreza, no consintió ser apartada de la misma ni siquiera en la extrema indigencia y enfermedad († 1253).

Breve Biografía

Nació en Asís el año 1193. Fue conciudadana, contemporánea y discípula de San Francisco y quiso seguir el camino de austeridad señalado por él a pesar de la durísima oposición familiar.

Si retrocedemos en la historia, vemos a la puerta de la iglesia de Santa María de los Ángeles (llamada también de la Porciúncula), distante un kilómetro y medio de la ciudad de Asís, a Clara Favarone, joven de dieciocho años, perteneciente a la familia del opulento conde de Sasso Rosso.

En la noche del domingo de ramos, Clara había abandonado su casa, el palacio de sus padres, y estaba allí, en la iglesia de Santa María de los Ángeles. La aguardaban san Francisco y varios sacerdotes, con cirios encendidos, entonando el Veni Creátor Spíritus.

Dentro del templo, Clara cambia su ropa de terciopelo y brocado por el hábito que recibe de las manos de Francisco, que corta sus hermosas trenzas rubias y cubre la cabeza de la joven con un velo negro. A la mañana siguiente, familiares y amigos invaden el templo. Ruegan y amenazan. Piensan que la joven debería regresar a la casa paterna. Grita y se lamenta el padre. La madre llora y exclama: “Está embrujada”. Era el 18 de marzo de 1212.

Cuando Francisco de Asís abandonó la casa de su padre, el rico comerciante Bernardone, Clara era una niña de once años. Siguió paso a paso esa vida de renunciamiento y amor al prójimo. Y con esa admiración fue creciendo el deseo de imitarlo.

Clara despertó la vocación de su hermana Inés y, con otras dieciséis jóvenes parientas, se dispuso a fundar una comunidad.

La hija de Favarone, caballero feudal de Asís, daba el ejemplo en todo. Cuidaba a los enfermos en los hospitales; dentro del convento realizaba los más humildes quehaceres. Pedía limosnas, pues esa era una de las normas de la institución. Las monjas debían vivir dependientes de la providencia divina: la limosna y el trabajo.

Corrieron los años. En el estío de 1253, en la iglesia de San Damián de Asís, el papa Inocencio IV la visitó en su lecho de muerte. Unidas las manos, tuvo fuerzas para pedirle su bendición, con la indulgencia plenaria. El Papa contestó, sollozando: “Quiera Dios, hija mía, que no necesite yo más que tú de la misericordia divina”.

Lloran las monjas la agonía de Clara. Todo es silencio. Sólo un murmullo brota de los labios de la santa.

– Oh Señor, te alabo, te glorifico, por haberme creado.
Una de las monjas le preguntó:
– ¿Con quién hablas?
Ella contestó recitando el salmo.
– Preciosa es en presencia del Señor la muerte de sus santos.

Y expiró. Era el 11 de agosto de 1253. Fue canonizada dos años más tarde, el 15 de agosto de 1255, por el papa Alejandro IV, quien en la bula correspondiente declaró que ella “fue alto candelabro de santidad”, a cuya luz “acudieron y acuden muchas vírgenes para encender sus lámparas”.

Santa Clara fundó la Orden de Damas Pobres de San Damián (hoy llamada Orden de las hermanas pobres de Santa Clara), llamadas normalmente Clarisas, rama femenina de los franciscanos, a la que gobernó con fidelidad exquisita al espíritu franciscano hasta su muerte y desde hace siete siglos reposa en la iglesia de las clarisas de Asís.

De ella dijo su biógrafo Tomás Celano: “Clara por su nombre; más clara por su vida; clarísima por su muerte”.

(http://es.catholic.net/op/articulos/31939/clara-de-ass-santa.html)

10 agosto, 2021

San Lorenzo, Mártir

 

 Hoy es la fiesta de San Lorenzo, diácono mártir

 

¡Oh!, San Lorenzo, sois vos; el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, que disteis honor al significado de vuestro
nombre: “coronado de laurel” y, a quien servisteis hasta
el mismo martirio con singular fe y valor. Vuestra vida
narrada fue por San Ambrosio, San Agustín, y Prudencio, “el
poeta”. “Ya tengo reunidos todos los tesoros de la iglesia.
Le aseguro que son más valiosos que los que posee el
emperador”. Así, le respondisteis al alcalde, y luego
le mostrasteis vuestro “oro”, hecho pobres, lisiados,
mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos
y leprosos a los que vos, ayudabais a diario. Y, Valeriano,
impío emperador y perseguidor de cristianos que había
ordenado dar muerte a San Sixto Papa, y a sus diáconos
cuatro días después lo hizo contra vos, enviándoos verdugos
a quienes os enfrentasteis con valor y firmeza, lidiando
en suplicio pleno, tanto que, ardiendo, vivabais a Jesús,
Dios y Señor Nuestro, en la misma cara de los paganos
senadores que, absortos contemplaban el gran poder
de la luz, y, en el acto se convertían, llenos de asombro.
“¡Ya estoy asado por un lado! Ahora que me vuelvan hacia
el otro lado para quedar asado por completo”. “¡La carne
ya está lista, pueden comer!”. Decíais, en increíble paz
y calma. Luego, y con tranquilidad increíble, orasteis
por la conversión de Roma y la expansión de la religión
cristiana. Y, así, vuestra alma en paz, al cielo voló para
recibir corona eterna de luz, como premio a vuestra
entrega de amor, pero, no en vano pues, ésta, sirvió
para la conversión de Roma toda y el fin de su idolatría
obstinada y terca. Prudencio, “el poeta”, así lo afirma.
San Agustín, cuenta que Dios obró muchos milagros
en Roma, en favor de los que se encomendaban a vos.
El Papa de aquél tiempo, os mandó construiros una
una Basílica en Roma, bautizándola con vuestro santo
nombre: “Basílica de San Lorenzo”, que hasta hoy os
recuerda vívidamente, como testigo de vuestro amor a Cristo;
¡oh!, San Lorenzo, “viva Misericordia y Amor por el Dios Vivo”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Agosto
San Lorenzo
Mártir
Año 258

Señor Dios: Tú le concediste a este mártir un valor impresionante para soportar sufrimientos por tu amor, y una generosidad total en favor de los necesitados. Haz que esas dos cualidades las sigamos teniendo todos en tu Santa Iglesia: generosidad inmensa para repartir nuestros bienes entre los pobres, y constancia heroica para soportar los males y dolores que tú permites que nos lleguen.

Su nombre significa: “coronado de laurel”.

Los datos acerca de este santo los ha narrado San Ambrosio, San Agustín y el poeta Prudencio. Lorenzo era uno de los siete diáconos de Roma, o sea uno de los siete hombres de confianza del Sumo Pontífice. Su oficio era de gran responsabilidad, pues estaba encargado de distribuir las ayudas a los pobres. En el año 257 el emperador Valeriano publicó un decreto de persecución en el cual ordenaba que todo el que se declarara cristiano sería condenado a muerte. El 6 de agosto el Papa San Sixto estaba celebrando la santa Misa en un cementerio de Roma cuando fue asesinado junto con cuatro de sus diáconos por la policía del emperador. Cuatro días después fue martirizado su diácono San Lorenzo.

La antigua tradición dice que cuando Lorenzo vio que al Sumo Pontífice lo iban a matar le dijo: “Padre mío, ¿te vas sin llevarte a tu diácono?” y San Sixto le respondió: “Hijo mío, dentro de pocos días me seguirás”. Lorenzo se alegró mucho al saber que pronto iría a gozar de la gloria de Dios. Entonces Lorenzo viendo que el peligro llegaba, recogió todos los dineros y demás bienes que la Iglesia tenía en Roma y los repartió entre los pobres. Y vendió los cálices de oro, copones y candeleros valiosos, y el dinero lo dio a las gentes más necesitadas.

El alcalde de Roma, que era un pagano muy amigo de conseguir dinero, llamó a Lorenzo y le dijo: “Me han dicho que los cristianos emplean cálices y patenas de oro en sus sacrificios, y que en sus celebraciones tienen candeleros muy valiosos. Vaya, recoja todos los tesoros de la Iglesia y me los trae, porque el emperador necesita dinero para costear una guerra que va a empezar”.

Lorenzo le pidió que le diera tres días de plazo para reunir todos los tesoros de la Iglesia, y en esos días fue invitando a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba con sus limosnas. Y al tercer día los hizo formar en filas, y mandó llamar al alcalde diciéndole: “Ya tengo reunidos todos los tesoros de la iglesia. Le aseguro que son más valiosos que los que posee el emperador”.

Llegó el alcalde muy contento pensando llenarse de oro y plata y al ver semejante colección de miseria y enfermedad se disgustó enormemente, pero Lorenzo le dijo: “¿por qué se disgusta? ¡Estos son los tesoros más apreciados de la iglesia de Cristo!” .El alcalde lleno de rabia le dijo: “Pues ahora lo mando matar, pero no crea que va a morir instantáneamente. Lo haré morir poco a poco para que padezca todo lo que nunca se había imaginado. Ya que tiene tantos deseos de ser mártir, lo martirizaré horriblemente”.

Y encendieron una parrilla de hierro y ahí acostaron al diácono Lorenzo. San Agustín dice que el gran deseo que el mártir tenía de ir junto a Cristo le hacía no darle importancia a los dolores de esa tortura. Los cristianos vieron el rostro del mártir rodeado de un esplendor hermosísimo y sintieron un aroma muy agradable mientras lo quemaban. Los paganos ni veían ni sentían nada de eso.

Después de un rato de estarse quemando en la parrilla ardiendo el mártir dijo al juez: “Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por completo”. El verdugo mandó que lo voltearan y así se quemó por completo. Cuando sintió que ya estaba completamente asado exclamó: “La carne ya está lista, pueden comer”. Y con una tranquilidad que nadie había imaginado rezó por la conversión de Roma y la difusión de la religión de Cristo en todo el mundo, y exhaló su último suspiro. Era el 10 de agosto del año 258.

El poeta Prudencio dice que el martirio de San Lorenzo sirvió mucho para la conversión de Roma porque la vista del valor y constancia de este gran hombre convirtió a varios senadores y desde ese día la idolatría empezó a disminuir en la ciudad. San Agustín afirma que Dios obró muchos milagros en Roma en favor de los que se encomendaban a San Lorenzo. El santo padre mandó construirle una hermosa Basílica en Roma, siendo la Basílica de San Lorenzo la quinta en importancia en la Ciudad Eterna.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Lorenzo_8_10.htm)