06 diciembre, 2021

San Nicolás de Bari, Patrono de los Niños

 

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 !Oh!, San Nicolás de Bari, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
su amado Obispo y santo que, enamorado de los niños les regalabais
juguetes, caramelos y, por ello hasta hoy en el mundo todo
y en la Natividad del Dios Niño, os recuerdan, confundiendo algunos
hombres vuestro amor por Aquél que todo lo ve, haciendo de estas
fiestas un sórdido mundo materialista de comercio, despilfarro
y consumismo de lado dejando al Autor de la Vida toda. De vos,
escribieron San Juan Crisóstomo y San Metodio, resaltando
vuestra increíble especialidad: los milagros, tantos que,
Dios, os los concedía casi a diario. A vos, os pintan rodeado
de niños, porque un criminal hirió a cuchillo a varios y, vos,
empezasteis a rezar por ellos y Dios, los curó en el acto.
También os pintan junto a una señorita, porque en vuestra ciudad
había un anciano pobre con tres hijas y no lograba que se casaran.
Pero, vos, orasteis por tres días seguidos y, cada noche echabais
por la ventana una bolsa con monedas de oro, para que el anciano
las tomara y las casara a todas. Los marineros, os tienen como
patrono, porque en medio de la tempestad ellos decían: “Oh Dios,
por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás, sálvanos”. Y,
al instante os veían aparecer sobre el barco bendiciendo al mar,
que pronto se calmaba. Luchasteis también contra la herejía de Arrio,
y con sabiduría impedisteis que ellos tomaran Mira. Hoy, os rogamos
interceder amado Nicolás, para que, el mundo todo, reflexione
sobre el sentido verdadero de la Natividad y que, sea el Amor,
el que prime sobre la “careta” festiva y falsaria de aquella
“divina noche”, y que, volver nuestros ojos podamos, sobre el
pesebre luminoso del Dios del Amor y de la Vida, como vos, lo
habéis hecho en vuestra terrena vida. Cuando Licono Emperador
os persiguó, encarceló y azotó, así y todo seguisteis enseñando
nuestra santa religión a cuantos trataban con vos. Y, en medio
de todo Constantino emperador apareció y os liberó con justicia,
junto a todos los demás prisioneros cristianos. Y, así, vuestra
santa vida cumplida y gastada en buena lid, catapultó vuestra
alma, para coronada ser con corona de luz y eternidad como justo
premio a vuestra entrega de amor, por todos los niños del orbe de
la tierra. Protector y defensor de los pueblos que aman al Señor,
¡Oh!, Santo Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía ¡Aleluya!
¡Oh!, Santo Patrono, de todos los niños del mundo entero ¡Aleluya!
¡oh!, San Nicolás, “vivo amor por los niños del mundo de Dios”.

© 2021by Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Diciembre
San Nicolás
Obispo
Año 345

San Nicolás bendito, ruégale a Dios que nos libre de todo peligro del alma y del cuerpo.

Su nombre significa “Protector y defensor de pueblos“. Este santo fue tan popular en la antigüedad, que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. Era invocado en los peligros, en los naufragios, en los incendios y cuando la situación económica se ponía difícil, y la gente conseguía por su intercesión favores admirables.

Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y prácticamente con esta fecha se empezaban las festividades de diciembre. Como en alemán se llama “San Nikolaus”, lo empezaron a llamar Santa Claus, y lo pintan como un anciano vestido de rojo, con una barba muy blanca, que pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños (entre nosotros lo llamaron Papá Noel).

De San Nicolás escribieron muy hermosamente San Juan Crisóstomo y otros grandes santos. Su biografía la escribió San Metodio, Arzobispo de Constantinopla, y de ella sacamos los siguientes datos curiosos.

Nació en Licia, Turquía, de padres muy ricos. Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Decía a sus padres: “sería un pecado no repartir mucho, siendo que Dios nos ha dado tanto”.

Tenía un tío que era obispo y este lo consagró como sacerdote. Al morir sus padres atendiendo a los enfermos en una epidemia, él quedó heredero de una inmensa fortuna. Entonces repartió sus riquezas entre los pobres y se fue de monje a un monasterio. Después quiso visitar la Tierra Santa donde vivió y murió Jesús, y al volver de allá llegó a la ciudad de Mira (en Turquía) donde los obispos y sacerdotes estaban en el templo discutiendo a quién deberían elegir como nuevo obispo de la ciudad, porque el anterior se había muerto. Al fin dijeron: “elegiremos al próximo sacerdote que entre al templo”. Y en ese momento sin saber esto, entró Nicolás y por aclamación de todos fue elegido obispo. Por eso se le llama San Nicolás de Mira.

La especialidad de este santo fueron los milagros tan numerosos que logró conseguir de Dios. Lo pintaban con unos niños, porque los antiguos contaban que un criminal hirió a cuchillo a varios niñitos, y el santo al rezar por ellos obtuvo su curación instantánea. También pintan junto a él a una señorita, porque en su ciudad había un anciano muy pobre con tres hijas y no lograba que se casaran por ser en tan extremo pobres. Entonces el santo por tres días seguidos, cada noche le echó por la ventana una bolsa con monedas de oro, y así el anciano logró casar a sus hijas muy bien.Es Patrono de los marineros, porque estando unos marineros en medio de una terribilísima tempestad en alta mar, empezaron a decir: “Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás, sálvanos”. Y en ese momento vieron aparecer sobre el barco a San Nicolás, el cual bendijo al mar, que se calmó, y en seguida desapareció.

Otro día iban a condenar injustamente a tres amigos suyos que estaban muy lejos. Ellos rezaron pidiendo a Dios que por la intercesión de Nicolás su obispo los protegiera. Y esa noche en sueños el santo se apareció al juez y le dijo que no podía condenar a esos tres inocentes. Y fueron absueltos.

El emperador Licino decretó una persecución contra los cristianos y Nicolás fue encarcelado y azotado, pero siguió aprovechando toda ocasión que se le presentaba, para enseñar la religión a cuantos trataban con él. Más tarde llegó el emperador Constantino y lo liberó a él junto con todos los demás prisioneros cristianos.

Luego apareció la herejía de Arrio que decía que Jesucristo no es Dios. San Nicolás se opuso con toda su sabiduría y con su gran ascendiente y no permitió que los arrianos entraran a su ciudad de Mira.

Dicen que el santo murió el 6 de diciembre del año 345.

En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde estuvo de obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí en secreto las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia. En esa ciudad se obtuvieron tan admirables milagros al rezarle a este gran santo, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía. En Roma ya en el año 550 le habían construido un templo en su honor.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Nicolás.htm)

05 diciembre, 2021

Domingo 2 (C) de Adviento

 

Lc 3,1-6. PREPAREN EL CAMINO – En la Escuela de las Escrituras

Domingo 2 (C) de Adviento Ver 1ª Lectura y Salmo Texto del Evangelio (Lc 3,1-6): En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios».

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«Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios». P. Maciej SLYZ Misionero de Fidei Donum (Bialystok, Polonia)

Hoy, casi la mitad del pasaje evangélico consiste en datos histórico-biográficos. Ni siquiera en la liturgia de la Misa se cambió este texto histórico por el frecuente «en aquel tiempo». Ha prevalecido esta introducción tan “insignificante” para el hombre contemporáneo: «En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea (…)» (Lc 3,1). ¿Por qué? ¡Para desmitificar! Dios entró en la historia de la humanidad de un modo muy “concreto”, como también en la historia de cada hombre. Por ejemplo, en la vida de Juan —hijo de Zacarías— que estaba en el desierto. Lo llamó para que clamara en la orilla del Jordán… (cf. Lc 3,6).

Hoy, Dios dirige su palabra también a mí. Lo hace personalmente —como en Juan Bautista—, o por sus emisarios. Mi río Jordán puede ser la Eucaristía dominical, puede ser el tweet del papa Francisco, que nos recuerda que «el cristiano no es un testigo de alguna teoría, sino de una persona: de Cristo Resucitado, vivo, único Salvador de todos». Dios ha entrado en la historia de mi vida porque Cristo no es una teoría. Él es la práctica salvadora, la Caridad, la Misericordia.

Pero a la vez, este mismo Dios necesita nuestro pobre esfuerzo: que rellenemos los valles de nuestra desconfianza hacia su Amor; que nivelemos los cerros y colinas de nuestra soberbia, que impide verlo y recibir su ayuda; que enderecemos y allanemos los caminos torcidos que hacen de la senda hacia nuestro corazón un laberinto…

Hoy es el segundo Domingo de Adviento, que tiene como objetivo principal que yo pueda encontrar a Dios en el camino de mi vida. Ya no sólo a un Recién Nacido, sino sobre todo al Misericordiosísimo Salvador, para ver la sonrisa de Dios, cuando todo el mundo verá la salvación que Dios envía (cf. Lc 3,6). ¡Así es! Lo enseñaba san Gregorio Nacianceno, «Nada alegra tanto a Dios como la conversión y salvación del hombre».

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2021-12-05)

04 diciembre, 2021

San Juan Damasceno

 

!Oh¡ San Juan Damasceno, vos sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, y os veneramos por haber sido vos, el primero
que escribió defendiendo la veneración de las imágenes. De
pronto dejasteis vuestros bienes y los repartisteis entre los
pobres y os fuisteis de monje al monasterio de San Sabas,
y allí os dedicasteis completo a leer y escribir. Y vos os
disteis cuenta de que Dios os había concedido una facilidad
para escribir para el pueblo, y hacer resúmenes de otros
autores y para presentarlos con leguaje sencillo para gente
sencilla. Un día, el superior del monasterio oyó en sueños que
Nuestro Señor le mandaba dar plena libertad a Damasceno para
que escribiera, y así lo hizo. León el Isaúrico, dispuso
prohibir el culto a las imágenes demostrando ignorancia en
religión, y fue entonces cuando os salisteis al combate con
vuestros valientes escritos a favor de las imágenes. Pero,
el iconoclasta León el Isaúrico, decía que los católicos
adoran las imágenes pero, vos, os respondisteis que nosotros
no adoramos imágenes, sino que las veneramos. Los católicos
no adoramos imágenes no creemos que ellas son dioses o que
nos van a hacer milagros, las veneramos, porque al verlas
recordamos cuanto nos han amado Jesucristo o la Virgen o los
santos. Vos decíais en vuestros escritos: «lo que es un libro
para los que saben leer, es una imagen para los que no leen.
Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen
a los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen».
El emperador León el Isaúrico, por rabia y celos contra
vos, mandó a traición que os cortaran la mano derecha,
con la cual escribíais. Pero vos, os encomenasteis a la Santísima
Virgen, y Ella, os curó la mano cortada y con esa mano
escribisteis sermones muy hermosos acerca de Nuestra Señora.
Y, así, y luego de haber gastado vuestra santa vida en buena
lid, voló vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona
luz y eternidad, por vuestro amor y fe. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Oh! San Juan Dmasceno, «vivo defensor de las imágenes de Dios»

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado


04 de Diciembre
San Juan Damasceno

San Juan Damasceno, el primero de la larga fila de aristotélicos cristianos, fue también uno de los dos grandes poetas de la Iglesia oriental. El santo pasó su vida entera bajo el gobierno de una califa mahometano y este hecho muestra el extraño caso de un Padre de la Iglesia cristiana, protegido de las venganzas de un emperador, cuyas herejías podía atacar impunemente, ya que vivía bajo el gobierno musulmán. 

Fue uno de los más grandes y fuertes defensores del culto de las sagradas imágenes en la amarga época de la controversia iconoclasta. Como escritor teológico y filósofo, no intentó nunca ser original ya que su trabajo se redujo más bien a compilar y poner en orden lo que sus predecesores habían escrito.

A pesar de su formación teológica, no parece haber considerado al principio, otra carrera sino la de su padre, Jefe del departamento de recaudación de impuestos, a quien sucedió en su oficio. En la corte podía llevar libremente una vida cristiana y ahí se hizo notable por sus virtudes y especialmente por su humildad. Sin embargo, el santo renunció a su oficio y se fue de monje a la «laura» de San Sabas, lugar donde escribió sus primeras obras contra los iconoclastas, compuso himnos y poemas. El resto de su vida la pasó escribiendo teología y poesía en San Sabas, donde murió en a una edad avanzada.

(https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=363)

03 diciembre, 2021

San Francisco Javier, Misionero

 

¡Oh!, San Francisco Javier, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo, y con justicia llamado
“El gigante de la historia de las misiones”. “Señor,
Tú, has querido que varias naciones llegaran al
conocimiento de la verdadera religión por medio de la
predicación de San Francisco Javier”. Reza así, una
oración por vuestro día. “Si no consigo barco, iré
nadando”. Dijisteis, cuando ansiabais viajar al Japón
y viajasteis, con la ayuda de la divina providencia.
“¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero,
si se pierde a sí mismo?”. Os repetía San Ignacio,
 y ello, os liberó de vuestra mundanidad y os encaminasteis
hacia la vida espiritual. La India, Indostán, Japón
y otras naciones a pie recorristeis con el libro de
oraciones como único equipaje, enseñando a los enfermos
y atendiéndolos, obrando curaciones admirables, gentes
bautizando por miles de miles y a la vez, aprendiendo
idiomas extraños, y parecíais, cansancio no sentir.
“¡Basta Señor!: si me mandas tantos consuelos me vas
a hacer morir de amor”. Decíais vos, con mucho amor
y humildad. “Hágase amar y así logrará influir en ellos.
Si emplea la amabilidad y el buen trato verá que consigue
efectos admirables”. Recomendabais a todos vuestros
amigos y a la gente. Y, así era. Popularizasteis la costumbre
de confesarse y comulgar. Os asemejabais a la vida
pobre de las gentes que os escuchaban. Comíais sólo
arroz y bebiais agua. Durmiendo en una pobre choza
en el suelo. Os ganabais la simpatía de los niños
y a ellos os enseñabais historias bíblicas. “En medio
de todas estas penalidades e incomodidades, siento
una alegría tan grande y un gozo tan intenso que los
consuelos recibidos no me dejan sentir el efecto de
las duras condiciones materiales y de la guerra que
me hacen los enemigos de la religión”, escribisteis.
Y, en San Cian, lejos de Hong Kong y más lejos de vuestra
patria; solo, abandonado, enfermo y con fiebre, voló
vuestra preciosa alma al cielo, pronunciando el dulce
nombre de Jesús, Vuestro amadísimo Maestro. Os dieron
cristiana sepultura, un catequista que os asistía, un
portugués y dos hermanos negros. Y, allá estáis hoy,
al lado de Santa Teresa, San Ignacio, San Felipe y San
Isidro, coronado de luz y de gloria, como justo premio
a vuestra increíble y grande entrega de amor y fe;
“¡Oh!, Santo Patrono de todos los Misioneros del mundo”
¡oh!, San Francisco Javier, “vivo Camino, Verdad y Vida de Dios”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Diciembre
San Francisco Javier
Misionero
Año 1552

Francisco Javier: maravilloso misionero; pídele a Dios que conceda un espíritu como el tuyo a todos los misioneros del mundo. Piensa en el final de tu vida y evitarás muchos pecados (S. Biblia Ecl. 7, 36).

El Papa Pío X nombró a San Francisco Javier como Patrono de todos los misioneros porque fue si duda uno de los misioneros más grandes que han existido. Ha sido llamado: “El gigante de la historia de las misiones”. La oración del día de su fiesta dice así: “Señor, tú has querido que varias naciones llegaran al conocimiento de la verdadera religión por medio de la predicación de San Francisco Javier…”. Esto es un gran elogio.

Empezó a ser misionero a los 35 años y murió de sólo 46. En once años recorrió la India (país inmenso), el Japón y varios países más. Su deseo de ir a Japón era tan grande que exclamaba: “si no consigo barco, iré nadando”. Fue un verdadero héroe misional.

Francisco nació cerca de Pamplona (España) en el castillo de Javier, en el año 1506. Era de familia que había sido rica, pero que a causa de las guerras había venido a menos. Desde muy joven tenía grandes deseos de sobresalir y de triunfar en la vida, y era despierto y de excelentes cualidades para los estudios. Dios lo hará sobresalir pero en santidad.

Fue enviado a estudiar a la Universidad de París, y allá se encontró con San Ignacio de Loyola, el cual se le hizo muy amigo y empezó a repetirle la famosa frase de Jesucristo: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?” Este pensamiento lo fue liberando de sus ambiciones mundanas y de sus deseos de orgullo y vanidad, y lo fue encaminando hacia la vida espiritual. Aquí se cumplió a la letra la frase del Libro del Eclesiástico: “Encontrar un buen amigo es como encontrarse un gran tesoro”. La amistad con San Ignacio transformó por completo a Javier.

Francisco fue uno de los siete primeros religiosos con los cuales San Ignacio fundó la Compañía de Jesús o Comunidad de Padres Jesuitas. Ordenado Sacerdote colaboró con San Ignacio y sus compañeros en enseñar catecismo y predicar en Roma y otras ciudades.

El Sumo Pontífice pidió a San Ignacio que enviara algunos jesuitas a misionar en la India. Fueron destinados otros dos, pero la enfermedad les impidió marchar, y entonces el santo le pidió a Javier que se quisiera embarcar para tan remotas tierras. Él obedeció inmediatamente y emprendió el larguísimo viaje por el mar. En el barco aprovechó esas interminables semanas, para catequizar lo más posible a los marineros y viajeros. Con San Javier empezaron las misiones de los jesuitas.

Son impresionantes las distancias que Francisco Javier recorrió en la India, Indostán, Japón y otras naciones. A pie, solamente con el libro de oraciones, como único equipaje, enseñando, atendiendo enfermos, obrando curaciones admirables, bautizando gentes por centenares y millares, aprendiendo idiomas extraños, parecía no sentir cansancio.

Por las noches, después de pasar todo el día evangelizando y atendiendo a cuanta persona le pedía su ayuda, llegaba junto al altar y de rodillas encomendaba a Dios la salvación de esas almas que le había encomendado. Si el sueño lo rendía, se acostaba un rato en el suelo junto al sagrario, y después de dormir unas horas, seguía su oración. De vez en cuando exclamaba: “Basta Señor: si me mandas tantos consuelos me vas a hacer morir de amor”. Con razón su palabra tenía efectos fulminantes para convertir. Era que llegaba precedida de muchas oraciones y acompañada de costosos sacrificios. Algunas noches no era capaz de levantar su mano derecha. Tan cansada estaba de tanto bautizar a los que se habían convertido con sus predicaciones.

La gente lo consideraba un verdadero santo y le llevaban sus enfermos para que los bendijera. Cuando se conseguían curaciones milagrosas, él consideraba que esto se debía a otras causas y no a su santidad, o a su poder de intercesión,

Desde 1510 Goa era una ciudad portuguesa en la India. Y allá puso su centro de evangelización nuestro santo (en esa ciudad se conservan ahora sus restos). A los portugueses se les había olvidado que eran cristianos y lo único que les interesaba era enriquecerse y divertirse. Así que tuvo el misionero que dedicarse con todas sus fuerzas y su gran ascendiente a volver fervorosos otra vez a aquellos comerciantes sin conciencia y sin escrúpulos (él decía en una de sus cartas: “estoy aterrado de la variedad tan monstruosa de acciones que tienen estos hombres para poder robar”).

Empezó a ganarse la buena voluntad de las gentes con su gran amabilidad (a uno de sus compañeros le escribía: “hágase amar y así logrará influir en ellos. Si emplea la amabilidad y el buen trato verá que consigue efectos admirables”). Estableció clases de catecismo para niños y adultos. Popularizó la costumbre de confesarse y comulgar. Enseñaba la religión por medio de hermosos cantos que los fieles repetían con verdadero gusto.

Por 13 veces consecutivas hizo larguísimos viajes por la nación enseñando la religión cristiana a esos paganos que nunca habían oído hablar de ella. Los de las clases altas (los brahamanes) no le hicieron caso, pero los de las clases populares se convertían por montones. En cada región dejaba catequistas para que siguieran instruyendo a la gente, y de vez en cuando les enviaba a algún jesuita para enfervorizarlos. Esas gentes nunca habían oído hablar de Jesucristo ni de sus maravillosas enseñanzas.

Francisco se esmeraba por asemejarse lo más posible a la vida pobre de las gentes que le escuchaban. Comía como ellos, simplemente arroz. En vez de bebidas finas sólo tomaba agua. Dormía en una pobre choza, en el suelo. Se ganaba la simpatía de los niños y a ellos les enseñaba las bellas historias de la S. Biblia, recomendándoles que cada uno las contara en su propia casa, y así el mensaje de nuestra religión llegaba a muchos sitios.

Visitó muchas islas y en cada una de ellas enseñó la religión cristiana. Sus viajes eran penosos y sumamente duros, pero escribía: “En medio de todas estas penalidades e incomodidades, siento una alegría tan grande y un gozo tan intenso que los consuelos recibidos no me dejan sentir el efecto de las duras condiciones materiales y de la guerra que me hacen los enemigos de la religión”. Podría repetir la frase de San Pablo: “Sobreabundo en gozo en medio de mis tribulaciones”.

Dispuso irse a misionar al Japón pero resultó que allá lo despreciaban porque vestía muy pobremente (y en cambio en la India lo veneraban por vestir como los pobres del pueblo). Entonces se dio cuenta de que en Japón era necesario vestir con cierta elegancia. Se vistió de embajador (y en realidad el rey de Portugal le había conferido el título de embajador) y así con toda la pompa y elegancia, acompañado de un buen grupo de servidores muy elegantes y con hermosos regalos se presentó ante el primer mandatario. Al verlo así, lo recibieron muy bien y le dieron permiso para evangelizar. Logró convertir bastantes japoneses, y se quedó maravillado de la buena voluntad de esas gentes.

Su gran anhelo era poder misionar y convertir a la gran nación china. Pero allá estaba prohibida la entrada a los blancos de Europa. Al fin consiguió que el capitán de un barco lo llevara a la isla desierta de San Cian, a 100 kilómetros de Hong – Kong, pero allí lo dejaron abandonado, y se enfermó y consumido por la fiebre, en un rancho tan maltrecho, que el viento entraba por todas partes, murió el tres de diciembre de 1552, pronunciando el nombre de Jesús. Tenía sólo 46 años. A su entierro no asistieron sino un catequista que lo asistía, un portugués y dos negros.

Cuando más tarde quisieron llevar sus restos a Goa, encontraron su cuerpo incorrupto (y así se conserva). Francisco Javier fue declarado santo por el Sumo Pontífice en 1622 (junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Felipe y San Isidro).

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Francisco_Javier.htm)

02 diciembre, 2021

Beata Liduina Meneguzzi

 

Beata Liduina Meneguzzi

«El mensaje que la Beata Liduina Meneguzzi aporta hoy a la Iglesia y al mundo es la esperanza de rescatar al hombre de su egoismo y de aberrantes formas de violencia Un amor que es una invitaciòn a la solidaridad y a la pràctica del bien, siguiendo el ejemplo de Jesùs que vino no para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por todos los hombres». (cfr. Decreto sobre la heroicidad de las Virtudes)

Elisa Angela Meneguzzi (la futura Hermana Liduina) nace el 12 de septiembre del 1901 en Giarre, barrio de Abano Terme, provincia de Padua.

Pertenece a una familia de modestos campesinos, pero rica en honestidad y fe, valores que la niña asimila desde muy temprana edad; demuestra un vivo espíritu de oraciòn: participa cada día en la Misa aunque tenga que caminar casi dos kilómetros, frecuenta la catequesis, más tarde será catequista Reza, durante las noches con su liimilia y es feliz de poder hablar de Dios a sus hermanos.

A los catorce años, para ayudar económicamente a su familia, empieza a trabajar fuera de casa y lo hace como empleada doméstica de fanilias acomodadas y en los hoteles de Abano, ciudad reconocida por sus tratamientos termales.

Su carácter es dulce, siempre disponible y se hace amar y apreciar en cualquier lugar.

Deseosa de consagrar su vida a Dios, el 5 de niarzo de 1926, ingresa en la Congregación de las Hermanas de San Francisco de Sales en la Casa Generalicia de Padua. Allí realiza su entrega a Dios y difunde en torno a sí los tesoros de su gran corazón.

Realiza con amor su trabajo como encargada del cuidado de la ropa, enfermera y sacristana entre las jóvenes del Colegio de la Santa Cruz; éstas ven en ella la amiga buena capaz de ayudarlas en sus problemas con sus sabios consejos. Deja, en todas ellas, huellas de imborrable ternura, de valiente serenidad y de probada paciencia.

Realiza por fin su gran sueño que desde siempre guarda en su corazòn: irse en 1937 a tierras de misiòn y llevar la fe y el amor de Cristo a muchos hermanos que no lo conocen. Las Superioras la envían como misionera a Etiopía, a la ciudad cosmopolita de DireDawa, en donde viven gentes de diversas costumbres y religiones. La humilde hermana dedica con fervor toda su actividad misionera en este mundo. No tiene gran cultura teológica pero sí una fuerte riqueza interior, alimentada por un profundo trato con Dios. Trabaja como enfermera en el Hospital Civil Parmi, que una vez estallada la guerra se habilita como hospital militar, donde llegan los soldados heridos. Sor Liduina es verdaderamente para ellos un «àngel de caridad». Cuida los males fisicos con ternura e incansable dedicaciòn viendo la imagen de Dios en cada herniario que sufre.

Su nombre se encuentra muy pronto en boca de todos: la buscan, la invocan como una bendiciòn. La gente del lugar la llaman «Hermana Gudda» (grande). Arrecian los bombardeos en la ciudad y todos en el hospital piden ayuda con un solo grito: «!Socorro, hermana Liduina!». Y ella sin preocuparse del peligro, lleva los heridos al refugio y corre, inmediatamente, a socorrer a otros. Se inclina ante los moribundos para sugerirles el acto de contrición y con su inseparable botellita de agua bautiza a los niños moribundos.

Su entrega no conoce límites; ayuda con un verdadero espíritu ecuménico a todos: italianos, blancos y negros, católicos, coptos, musulmanes y paganos.

Le gusta hablar, especialmente, de la bondad de Dios Padre y del cielo preparado para todos sus hijos.

Todo esto hace que la gente del lugar, casi todos musulmanes, queden fascinados y manifiesten una gran simpatía por la religión católica.

Por lo cual se le atribuye el apelativo de «llama ecuménica» porque ya antes del Concilio Vaticano li realiza uno de los aspectos más recomendados del ecumenismo. Los santos se anticipan a su tiempo: son como faros luminosos que señalan la dirección justa en la obscuridad más densa.

Mientras tanto una enfermedad incurable mina su salud; acepta con paz y serenamente su situación; sufre y se consume cumpliendo con valor su preciosa obra de amor entre los enfermos.

Se somete por fin a una delicada operación quirúrgica que parece superar, pero las cosas se complican y una parálisis intestinal, el 2 de Diciembre de 1941, corta su vida.

La hermana Liduina muere santamente a los 40 años de edad entregada completamente a la voluntad de Dios y ofreciendo su existencia por la paz del mundo.

Un médico que estaba presente allí, afirmaba: «Nunca he visto morir a alguien con tanta paz y serenidad».

Los soldados, que la quieren como una de su propia familia la hacen enterrar en el cementerio reservado para ellos. Los restos mortales de la hermana Liduina, después de 20 años son trasladados, en junio de 1961, a Padua, a una capilla de la Casa Generalicia donde devotos y amigos perigrinan a su tumba para invocar su intercesión ante Dios.

(https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=558)

01 diciembre, 2021

Beato Charles de Foucauld

 

Canonización de Charles Foucauld – Parroquia de Torrelodones

¡Oh!, Beato Charles de Foucauld, vos, sois el hijo
del Dios de la Vida y su amado beato que, de milagro
os convertisteis luego de vuestro peregrinar a Tierra
Santa. Vuestra vida: contemplación, pobreza, humildad,
y, “vivo” testimonio del Amor de Dios entre cristianos,
judíos y musulmanes. El Sahara de vos, sabe y mucho,
pues allí a Cristo imitasteis porque Él, os proveyó
de gracia y dones maravillosos. Los “bereberes” y los
“tuaregs” vuestros amigos eran y, de éstos últimos
escribisteis sobre su lengua. Vuestra famosa orden
la de la comunidad de los “Hermanitos de Jesús”, manos
hecharon a su evangelización. Y, de vuestro ejemplo
nacen luego y, a imitación vuestra “Las Hermanitas
del Sagrado Corazón”, “Las Hermanitas de Jesús”, “Las
Hermanitas del Evangelio”, “Las Hermanitas de Nazaret”,
“Los Hermanitos del Evangelio” y “Los hermanitos de
de Charles Foucauld”, en honor vuestro. “Padre mío,
me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que
hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo. Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos. Te la doy Dios mío, con
todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque
para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin
medida, con infinita confianza, porque Tu eres mi Padre”.
Así, escribisteis a Dios, alguna vez en las arenas
quemantes del Sahara, viviendo como otro Cristo más.
Años más tarde Juan Pablo II, el día del reconocimiento
de vuestro milagro, recalcó una vez más vuestra santa vida:
“Vivió en la pobreza, en la contemplación, en la humildad,
testimoniando fraternalmente el amor de Dios entre
los cristianos, los judíos y los musulmanes”. Mayor
prueba de vuestro amor, ya no hay. Por ello y cuando
vuestra alma, al cielo marchó, coronada fue con corona
de luz, como premio justo a vuestra entrega increíble de amor;
¡Oh!, San Charles de Foucauld, “Vivo Cristo de su Vivo Amor”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1° de Diciembre
Beato Charles de Foucauld
Sacerdote Francés

Charles de Foucauld beatificado el domingo 13 de noviembre de 2005 en la Basílica de San Pedro del Vaticano, según ha revelado el postulador de su causa de beatificación, monseñor Maurice Bouvier.

Nacido en Estrasburgo (Francia) el 15 de septiembre de 1858, Charles de Foucauld, emprendió en 1883 una afortunada expedición en el desierto de Marruecos que la valió la medalla de oro de la Sociedad de Geografía.

Su conversión religiosa se produjo en 1886 y tiene como consecuencia la peregrinación a Tierra Santa realizada en 1888. Tras la experiencia como trapense en Siria y como eremita en Nazaret, en 1901 fue ordenado sacerdote. Estudió el árabe y el hebreo.

«Vivió en la pobreza, en la contemplación, en la humildad, testimoniando fraternalmente el amor de Dios entre los cristianos, los judíos y los musulmanes», recordó ante Juan Pablo II durante la ceremonia de promulgación del decreto de reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

«Para imitar la vida oculta de Jesús en Nazaret, se fue a vivir en el corazón del desierto del Sahara, en Tamanrasset» (Hoggar), añadió el purpurado portugués el 20 de diciembre pasado.

Los bereberes le llamaban «marabut». Escribió varios libros sobre los tuaregs, en particular una gramática y un diccionario francés-tuareg, tuareg-francés.

Surgió en torno a él la comunidad de los Hermanitos de Jesús, empeñados en la evangelización de los tuaregs del Sáhara.

El 1 de diciembre de 1916, a la edad de 58 años, Charles de Foucauld muere por un disparo de fusil en medio de una escaramuza entre los bereberes de Hoggar.

Diez congregaciones religiosas y ocho asociaciones de vida espiritual han surgido de su testimonio y carisma. Entre ellos, se encuentran las Hermanitas del Sagrado Corazón, las Hermanitas de Jesús, las Hermanitas del Evangelio, las Hermanitas de Nazaret, los Hermanitos de Jesús, los Hermanitos del Evangelio; así como la Fraternidad Jesús Caritas, o la Fraternidad Charles de Foucauld. (http://www.charlesdefoucauld.org/)

Padre mío,
me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.

Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.

Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.

(Charles de Foucauld).

(http://es.catholic.net/sacerdotes/315/733/articulo.php?id=24830)

30 noviembre, 2021

San Andrés Apóstol

 

 

 

¡Oh!, San Andrés, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
su Apóstol y amado santo. Además de ser el primero
en encontrar a Jesús y convertiros en su primer discípulo
junto con San Juan, “el evangelista”, y ambos de Juan
“el Bautista”, discípulos. Éste, viendo a Jesús pasar dijo:
“He ahí el Cordero de Dios”. Y, vos, os emocionasteis y con Él,
marchasteis sin dudarlo. Mas tarde a Simón vuestro hermano,
os lo dijisteis: “Hemos encontrado al Salvador del mundo”.
Y, también él, se fue con Jesús. Vos, sois el propiciador
del “milagro de los cinco panes”, los milagros de Jesús
visteis y sus sermones escuchasteis. El Espíritu Santo
en Pentecostés os cubrió hecho lenguas de fuego. A vos,
también os consultó el apóstol San Juan, para escribir
el Evangelio Cuarto, pues dudaba el hacerlo, diciéndole:
“Debe escribirlo. Y que los hermanos revisen lo que escriba”.
Predicasteis la Buena Nueva por las ciudades, los campos
y los montes de vuestro tiempo con valentía, milagros
y prodigios obrando, hasta agotaros y entregar vuestra santa
vida, en una muerte y también “muerte” pero en forma de “equis”.
“Yo te venero ¡oh! Cruz Santa que me recuerdas la Cruz donde
murió mi Divino Maestro. Mucho había deseado imitarlo a Él
en este martirio. Dichosa hora en que tú al recibirme en
tus brazos me llevarán junto a mi Maestro en el cielo”.
Fueron vuestras palabras cuando visteis la cruz de vuestro
martirio. Y, así, voló vuestra alma al cielo, para coronada
ser con corona de luz, como justo premio a vuestra entrega
sublime de amor, donde el mismo Cristo, os coronó de gloria;
¡Oh!, San Andrés, “vivo martirio de cruz “equis”, y de Amor por Cristo”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Noviembre
San Andrés Apóstol
Siglo I

« Dichoso tú, querido apóstol Andrés, que tuviste la suerte de ser el primero de los apóstoles en encontrar a Jesús. Pídele a Él que nosotros le seamos totalmente fieles en todo, hasta la muerte. »

San Andrés (cuyo nombre significa “varonil”) nació en Betsaida, población de Galilea, situada a orillas del lago Genesaret. Era hijo del pescador Jonás y hermano de Simón Pedro. La familia tenía una casa en Cafarnaum, y en ella se hospedaba Jesús cuando predicaba en esta ciudad.

Andrés tiene el honor de haber sido el primer discípulo que tuvo Jesús, junto con San Juan el evangelista. Los dos eran discípulos de Juan Bautista, y este al ver pasar a Jesús (cuando volvía el desierto después de su ayuno y sus tentaciones) exclamó: “He ahí el cordero de Dios”. Andrés se emocionó al oír semejante elogio y se fue detrás de Jesús (junto con Juan Evangelista), Jesús se volvió y les dijo: “¿Qué buscan?”. Ellos le dijeron: “Señor: ¿dónde vives?”. Jesús les respondió: “Vengan y verán”. Y se fueron y pasaron con Él aquella tarde. Nunca jamás podría olvidar después Andrés el momento y la hora y el sitio donde estaban cuando Jesús les dijo: “Vengan y verán”. Esa llamada cambió su vida para siempre.

Andrés se fue luego donde su hermano Simón y le dijo: “Hemos encontrado al Salvador del mundo” y lo llevó a donde Jesús. Así le consiguió a Cristo un formidable amigo, el gran San Pedro.

Al principio Andrés y Simón no iban con Jesús continuamente sino que acudían a escucharle siempre que podían, y luego regresaban a sus labores de pesca. Pero cuando el Salvador volvió a Galilea, encontró a Andrés y a Simón remendando sus redes y les dijo: “Vengan y me siguen”, y ellos dejando a sus familias y a sus negocios y a sus redes, se fueron definitivamente con Jesús. Después de la pesca milagrosa, Cristo les dijo: “De ahora en adelante serán pescadores de almas”.

El día del milagro de la multiplicación de los panes, fue Andrés el que llevó a Jesús el muchacho que tenía los cinco panes. Andrés presenció la mayoría de los milagros que hizo Jesús y escuchó, uno por uno, sus maravillosos sermones. Vivió junto a Él por tres años.

En el día de Pentecostés, Andrés recibió junto con la Virgen María y los demás Apóstoles, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, y en adelante se dedicó a predicar el evangelio con gran valentía y obrando milagros y prodigios.

Un escrito que data del siglo III, el “Fragmento de Muratori” dice: “Al apóstol San Juan le aconsejaban que escribiera el Cuarto Evangelio. Él dudaba, pero le consultó al apóstol San Andrés, el cual le dijo: ‘Debe escribirlo. Y que los hermanos revisen lo que escriba”.

Una tradición muy antigua cuenta que el apóstol Andrés fue crucificado en Patrás, capital de la provincia de Acaya, en Grecia. Que lo amarraron a una cruz en forma de X y que allí estuvo padeciendo durante tres días, los cuales aprovechó para predicar e instruir en la religión a todos los que se le acercaban. Dicen que cuando vio que le llevaban la cruz para martirizarlo, exclamó: “Yo te venero oh cruz santa que me recuerdas la cruz donde murió mi Divino Maestro. Mucho había deseado imitarlo a Él en este martirio. Dichosa hora en que tú al recibirme en tus brazos, me llevarán junto a mi Maestro en el cielo”.

La tradición coloca su martirio en el 30 de noviembre del año 63, bajo el imperio cruel de Nerón.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Andrés_Apostol.htm)