24 diciembre, 2021

San Viator, Protector de los Colegios

 SAN VIATOR

San Viator

Protector de los Colegios

Existe una comunidad de religiosos educadores que tienen como santo protector a San Viator, quienes dan este mismo nombre a sus colegios. Cuando era niño su madre lo presentó al obispo San Justo y le pidió que lo instruyera en la religión. Pronto fue un excelente catequista, y aprendió muy bien el arte de escribir en bellas letras llegando a hacer copias de la S. Biblia y de otros libros religiosos para uso del templo.

El obispo San Justo deseaba dedicarse por completo a la vida de oración, penitencia y dejando la bella ciudad de Lyon, partió hacia el desierto. El obispo se fue sin avisar a nadie, sin embargo Viator, su secretario, se dio cuenta y lo alcanzó por el camino. Obtuvo que lo dejara irse con él. Para ver si eran capaces de resistir la vida tan dura de los religiosos del desierto, fueron sometidos a duras pruebas antes de ser admitidos. 

El obispo Justo tejía canastos y el joven Viator se dedicaba a copiar con su hermosa letra los Libros Sagrados. Después de mucho tiempo, llegó una comisión de Lyon a llevarse a la ciudad a los santos monjes, pero San Justo y San Viator les hablaron tan hermosamente de lo provechosa que es la vida de oración y meditación de un monasterio, que los que habían llegado a llevárselos para la ciudad se quedaron y se hicieron monjes. 

En diciembre del año 390 el anciano San Justo se sintió morir y al ver que su fiel discípulo lloraba tan amargamente le dijo: «Los dos hemos luchado juntos en esta vida por agradar al Señor Dios, los dos iremos también en compañía a su reino celestial». A los siete días murió también el joven Viator, fiel compañero de su obispo.

(https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=383)

23 diciembre, 2021

San Juan Cancio


 

¡Oh!, San Juan Cancio; vos, sois, el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, y el que, desde pequeño
al Maestro Divino encarnabais en sus santas palabras
y obrar diario, entre los más pobres y necesitados.
Lo imitasteis de fervorosa manera tanto que, cuando
os veían, parecían ver al mismo Cristo, Dios y Señor
Nuestro. “Combatimos el pecado pero amamos al pecador.
Atacamos el error, pero no queremos violencia contra
nadie, la violencia siempre hace daño, en cambio la
paciencia y la bondad abren las puertas de los
corazones”; decíais vos, al San Agustín, recordando.
A vuestros alumnos os repetíais estos consejos:

«Cuídense de ofender, que después es difícil hacer
olvidar la ofensa. Eviten murmurar, porque después
resulta muy difícil devolver la fama que se ha quitado».
Vos formasteis a centenares de sacerdotes y la gente
os llamaba «el padre de los pobres» por vuestras
incontables muestras de caridad con los más desvalidos.
Y, así, y luego de haberos astado en buena lid, voló
vuestra alma al cielo, para coronaros con corona de
luz y eternidad, como justo premio a vuestro amor.

Padre amoroso de los más pobres y desposeidos;
¡oh!, San Juan Cancio, “vivo siervo del Dios Vivo y eterno”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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San Juan Cancio
Año 1473

Se llama así porque nació en la ciudad de Dant, en Polonia. Cuando era estudiante los compañeros le decían que el ayunar y dejar de comer carne era dañoso para la salud, y les respondía que los antiguos monjes nunca comían carne y ayunaban muchas veces y llegaban hasta los ochenta años llenos de salud física y mental.

Un día estando almorzando vio pasar por frente a la puerta a un mendigo muy hambriento. Salió y le regaló su almuerzo. Sintió entonces una alegría tan grande al recordar que quien atiende al pobre, atiende a Cristo, que después cuando sea profesor de la universidad, todos los días le dará un almuerzo a un pobre. Cuando alguien le decía: “Ya viene el pobre”, él añadía: “Ya viene Jesucristo”, porque recordaba lo que dijo Jesús: “Yo les diré: tuve hambre y me dieron de comer. Porque todo favor que han hecho a cualquiera de estos mis humildes hermanos, yo lo recibo como si me lo hubieran hecho a Mí en persona” (Mt. 25, 40).

Siendo joven sacerdote lo nombraron profesor de la universidad. Pero otros sintieron envidia contra él por este cargo, e hicieron que lo nombraran como párroco de un pueblo lejano. Allá se hizo querer tanto, que el día que lo trasladaron otra vez hacia la capital, centenares de feligreses lo acompañaron por varios kilómetros, dando grandes demostraciones de tristeza. Él se despidió de ellos con estas palabras: “La tristeza no es provechosa. Si algún bien les he hecho en estos años canten un himno de acción de gracias a Dios, pero vivan siempre alegres y contentos, que así lo quiere Dios”.

Nuevamente lo nombraron profesor de la Universidad de Cracovia (que es la segunda ciudad de Polonia) y durante muchos años dio allí la clase de Sagrada Escritura o explicación de la Santa Biblia. Su fama llegó a ser sumamente grande.

Los ratos libres los dedicaba a visitar pobres y enfermos. Lo que ganaba estaba a disposición de los pobres de la ciudad, que muchas veces lo dejaron en la ruina.

En las discusiones repetía lo que decía San Agustín: “Combatimos el pecado pero amamos al pecador. Atacamos el error, pero no queremos violencia contra nadie, la violencia siempre hace daño, en cambio la paciencia y la bondad abren las puertas de los corazones“.

Cuando predicaba acerca del pecado lloraba al recordar la ingratitud de los pecadores hacia Dios, y la gente al verlo llorar se conmovía y cambiaba de conducta.

A sus alumnos les repetía estos consejos: “Cuídense de ofender, que después es difícil hacer olvidar la ofensa. Eviten murmurar, porque después resulta muy difícil devolver la fama que se ha quitado”.

Sus alumnos y sus beneficiados recordaron con gratitud su nombre por muchos años. Fueron centenares los sacerdotes formados espiritualmente por él. La gente lo llamaba: “el padre de los pobres”.

Sintiendo que llegaba la muerte y siendo ya muy anciano, dejó todas las demás actividades y se dedicó únicamente a prepararse bien antes de morir. Y el 24 de diciembre de 1473, rodeado por sus muy amados profesores de la universidad, después de recibir los santos sacramentos, murió santamente.

En su sepulcro se obraron tantos milagros y por su intercesión se consiguieron tan admirables favores, que el Sumo Pontífice lo declaró santo.

También en las universidades se producen santos. Como ejemplo San Cancio, el cual ruegue siempre a Dios por todos los alumnos y profesores de todas las universidades del mundo.

La limosna borra multitud de pecados (S. Biblia).

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Juan_Canicio.htm)

22 diciembre, 2021

Santa Clotilde Reina y viuda

 

SANTA CLOTILDE, Viuda

¡Oh!, Santa Clotilde, vos, sois la hija del Dios
de la Vida y su amada santa y que, siendo reina
y viuda fuisteis preferida del Dios Vivo y eterno,
y que, con desbordante humildad las vicisitudes
de vuestra vida asumisteis con paciencia y valor
y constancia, hasta que vuestro rey, fundador de
la francesa nación, optara por convertirse a la
religión católica y de milagrosa manera, fuera él,
quien alumbrara los caminos santos de su reino,
como énfasis dando al significado de vuestro nombre:
“la que victoriosamente lucha”. San Gregorio de
Tours dice que a vos, os admiraban por vuestra gran
generosidad de repartir limosnas, y por la pureza
de vuestra vida y vuestras largas y fervorosas
oraciones. Y, la gente también afirmaba que vos,
más parecíais una religiosa que una reina. Después
de la muerte de vuestro esposo el rey, os consagrasteis
en Tours, llevando una vida de oración y de socorro
a los pobres y enfermos. Cuando cumplisteis con vuestro
tiempo de vida, vuestros hijos Clotario y Chidelberto
llevaron vuestro féretro hasta la tumba de vuestro
amado esposo el rey Clodoveo. Y, así, y por vuestras
innombrables obras de caridad, una corona de luz os
ciñieron en vuestra alma, que brilla eterna en el
cielo, como premio justo a vuestra entrega de amor;
¡oh!, Santa Clotilde, “viva imagen del Dios Vivo».

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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22 de Diciembre

Santa Clotilde Reina y viuda
Año 545

Dios sea bendito por las mujeres santas que le ha dado y le dará siempre a nuestra santa Iglesia Católica.

Clotilde quiere decir: “la que lucha victoriosamente” (tild: luchar. Clot: victoria). Esta santa reina tuvo el inmenso honor de conseguir la conversión al catolicismo del fundador de la nación francesa, el rey Clodoveo.

La vida de nuestra santa la escribió San Gregorio de Tours, hacia el año 550. Era hija del rey de Borgoña, Chilberico, que fue asesinado por un usurpador el cual encerró a Clotilde en un castillo. Allí se dedicó a largas horas de oración y a repartir entre los pobres todas las ayudas que lograba conseguir. La gente la estimaba por su bondad y generosidad.

Clodoveo el rey de los francos supo que Clotilde estaba prisionera en el castillo y envió a uno de sus secretarios para que disfrazado de mendigo hiciera fila con los que iban a pedir limosnas, y le propusiera a Clotilde que aceptara el matrimonio secreto entre ella y Clodoveo. Aunque este rey no era católico, ella aceptó, con el fin de poderlo convertir al catolicismo, y recibió la argolla de matrimonio que le enviaba Clodoveo, y ella por su parte le envió su propia argolla.

Entonces el rey Clodoveo anunció al usurpador que él había contraído matrimonio con Clotilde y que debía dejarla llevar a Francia. El otro tuvo que aceptar.

Las fiestas de la celebración solemne del matrimonio entre Clodoveo y Clotilde fueron muy brillantes. Un año después nació su primer hijo y Clotilde obtuvo de su esposo que le permitiera bautizarlo en la religión católica. Pero poco después el niñito se murió y el rey creyó que ello se debía a que él no lo había dejado en su religión pagana, y se resistía a convertirse. Ella sin embargo seguía ganando la buena voluntad de su esposo con su amabilidad y su exquisita bondad, y rezando sin cesar por su conversión.

Los alemanes atacaron a Clodoveo y este en la terrible batalla de Tolbiac, exclamó: “Dios de mi esposa Clotilde, si me concedes la victoria, te ofrezco que me convertiré a tu religión”. Y de manera inesperada su ejército derrotó a los enemigos.

Entonces Clodoveo se hizo instruir por el obispo San Remigio y en la Navidad del año 496 se hizo bautizar solemnemente con todos los jefes de su gobierno. Fue un día grande y glorioso para la Iglesia Católica y de enorme alegría para Clotilde que veía realizados sus sueños de tantos años. Desde entonces la nación francesa ha profesado la religión católica.

En el año 511 murió Clodoveo y durante 36 años estará viuda Clotilde luchando por tratar de que sus hijos se comporten de la mejor manera posible. Sin embargo la ambición del poder los llevó a hacerse la guerra unos contra otros y dos de ellos y varios nietos de la santa murieron a espada en aquellas guerras civiles por la sucesión.

San Gregorio de Tours dice que la reina Clotilde era admirada por todos a causa de su gran generosidad en repartir limosnas, y por la pureza de su vida y sus largas y fervorosas oraciones, y que la gente decía que más parecía una religiosa que una reina. Y después de la muerte de su esposo sí que en verdad ya vivió como una verdadera religiosa, pues desilusionada por tantas guerras entre los sucesores de su esposo, se retiró a Tours y allí pasó el resto de su vida dedicada a la oración y a las buenas obras, especialmente a socorrer a pobres y a consolar enfermos y afligidos.

Sus dos hijos Clotario y Chidelberto se declararon la guerra, y ya estaban los dos ejércitos listos para la batalla, cuando Clotilde se dedicó a rezar fervorosamente por la paz entre ellos. Y pasó toda una noche en oración pidiendo por la reconciliación de los dos hermanos. Y sucedió que estalló entonces una tormenta tan espantosa que los dos ejércitos tuvieron que alejarse antes de recibir la orden de ataque. Los dos combatientes hicieron las paces y fueron a donde su santa madre a prometerle que se tratarían como buenos hermanos y no como enemigos.

A los 30 días de este suceso, murió plácidamente la santa reina y sus dos hijos Clotario y Chidelberto llevaron su féretro hasta la tumba del rey Clodoveo. Así terminaba su estadía en la tierra la que consiguió de Dios que el jefe y fundador de una gran nación se pasara a la religión católica, con todos sus colaboradores.

 
(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Clotilde.htm)

21 diciembre, 2021

San Pedro Canisio Predicador y escritor

 

 SAN PEDRO CANISIO

 

¡Oh!, San Pedro Canisio, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, que, por Él, llamado
os pusisteis a trabajar en Sus cosas. Dotado de
talento predicador y de escritor eximio, como
estabais; se os recuerda de justa manera, como uno
de los creadores de la prensa Católica y difusor
de su santa doctrina. De lleno os disteis, y, sin
tregua hasta el final de vuestros santos días,
al trabajo, tanto en la palabra, como en la obra.
La gente de vuestro tiempo lo sabía y vuestros
detractores también, por ello la «Buena Nueva»
defendisteis con ardor de corazón. En vuestros
escritos, oro en letras dejasteis, recomendando,
lo bien que hacen para el alma, las buenas lecturas
y el depositar nuestro amor y confianza en María
Santa. ¿Qué premio gozáis vos, por tan denodado
trabajo? Sin duda alguna, la corona de luz os
fue impuesta, como justo premio, a vuestro amor;
¡oh!, Segundo evangelizador de Alemania, ¡Aleleuya!
¡oh!, San Pedro Canisio, «viva verdad y luz de Dios”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado


21 de Diciembre

San Pedro Canisio
Predicador, escritor
Año 1597

Este santo ha sido llamado: “El segundo evangelizador de Alemania” (después de San Bonifacio). Se le venera como uno de los creadores de la prensa católica y fue el primero del numeroso ejército de escritores jesuitas.

Nació en Holanda (en Nimega) en 1521. Su padre fue por nueve veces alcalde de su ciudad. Quedó huérfano de madre siendo él aún muy pequeño, pero su madrastra fue para él una segunda madre y fue educado en un gran temor de ofender a Dios. Él se quejaba de que en sus primeros años había perdido mucho tiempo dedicándose más a los juegos que a los estudios, pero luego se consagró de tal manera a estudiar que a los 19 años ya consiguió la licenciatura en teología.

Para complacer a su padre se dedicó a especializarse en abogacía, pero luego de hacer unos Ejercicios Espirituales con el Padre Fabro (que era compañero de San Ignacio) se entusiasmó por la vida religiosa, hizo votos o juramento de permanecer siempre casto, y prometió a Dios hacerse jesuita.

Fue admitido en la comunidad y los primeros años de religioso los pasó en Colonia (Alemania) dedicado a la oración, el estudio, la meditación y la ayuda a los pobres. La cuantiosa herencia que recibió de sus padres la repartió la mitad entre los pobres y la otra mitad para ayudar a obras sociales de su comunidad.

Desde sus primeros años de su sacerdocio empezó a brillar como un gran predicador. Cuando joven era impresionante su carácter batallador y amigo de las polémicas y discusiones, y estas aptitudes le van a ser muy útiles, porque durante toda su vida tendrá que batallar muy fuertemente en todas partes contra los protestantes.

Siempre fue muy caritativo y amable con las personas que le discutían, pero tremendo e incisivo contra los errores de los protestantes (Tanto que estos haciendo alusión a su apellido lo llamaban el can que defiende a los católicos). Decía a sus sacerdotes: “no hieran, no humillen, pero defiendan la religión con toda su alma”.

San Pedro Canisio tenía una especial cualidad para resumir las enseñanzas de todos los grandes teólogos y presentarlas de manera sencilla para que las entendiera el pueblo. Y así logró redactar dos catecismos, uno resumido y otro explicado. Estos dos libros fueron traducidos a 24 idiomas en la vida del autor, y en Alemania se propagaron por centenares de miles (junto con los de otros dos jesuitas, el Padre Astete y San Roberto Belarmino, San Pedro Canisio es de los que más éxitos logró obtener con su Catecismo).

San Ignacio y el Sumo Pontífice, aprovechando sus enormes cualidades como predicador y defensor de la Iglesia contra los protestantes, le encargaron muchísimas labores de apostolado. Como superior provincial de los jesuitas en Alemania recorrió a pie y a caballo diez mil kilómetros predicando, enseñando catecismo, propagando buenos libros y defendiendo la religión. En los treinta años de su incansable labor de misionero recorrió treinta mil kilómetros por Alemania, Austria, Holanda e Italia. Parecía incansable. A quien le recomendaba descansar un poco le respondía: “Descansaremos en el cielo”.

Por muchas ciudades de Alemania fue fundando colegios católicos para formar religiosamente a los alumnos. A la universidad Católica la transformó y le dio una gran celebridad. Y ayudó a fundar numerosos seminarios para la formación de los futuros sacerdotes. Alemania, después de San Pedro Canisio, era ya otro país distinto y mucho más católico que cuando él empezó a trabajar allí.

San Pedro Canisio se dio cuenta del inmenso bien que hacen las buenas lecturas. Por eso recorría el país propagando los buenos libros y se propuso formar una asociación de escritores católicos. Él sabía muy bien que un buen libro puede hacer mayor bien que un sermón y que las buenas lecturas logran llegar a donde ni sacerdotes ni religiosos logran ir a llevar mensajes religiosos. Aún ya anciano y muy débil y casi paralizado, seguía escribiendo con la ayuda de un secretario, libros religiosos para el pueblo. Al morir tenía la satisfacción de haber ayudado a formar varias editoriales católicas muy bien organizadas.

Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, junto con varios padres jesuitas, después de haber rezado con ellos el santo rosario, su devoción favorita, de pronto exclamó lleno de alegría y emoción: “Mírenla, ahí esta. Ahí está”. Y murió. Era la Virgen Santísima que había llegado a llevárselo para el cielo.

El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Pedro_Canisio.htm)

19 diciembre, 2021

Domingo 4 (C) de Adviento

 ESPIRITUALIDAD: EL ÁNGEL Y LOS SIETE VIENTOS

 

Domingo 4 (C) de Adviento

Texto del Evangelio (Lc 1,39-45): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

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«¡Feliz la que ha creído!» + Mons. Ramon MALLA i Call Obispo Emérito de Lleida (Lleida, España)

Hoy es el último domingo de este tiempo de preparación para la llegada —el Adviento— de Dios a Belén. Por ser en todo igual a nosotros, quiso ser concebido —como cualquier hombre— en el seno de una mujer, la Virgen María, pero por obra y gracia del Espíritu Santo, ya que era Dios. Pronto, en el día de Navidad, celebraremos con gran alegría su nacimiento.

El Evangelio de hoy nos presenta a dos personajes, María y su prima Isabel, las cuales nos indican la actitud que ha de haber en nuestro espíritu para contemplar este acontecimiento. Tiene que ser una actitud de fe, y de fe dinámica.

Isabel, con sincera humildad, «quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘(…) ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?’» (Lc 1,41-43). Nadie se lo había contado; sólo la fe, el Espíritu Santo, le había hecho ver que su prima era madre de su Señor, de Dios.

Conociendo ahora la actitud de fe total por parte de María, cuando el Ángel le anunció que Dios la había escogido para ser su madre terrenal, Isabel no se recató en proclamar la alegría que da la fe. Lo pone de relieve diciendo: «¡Feliz la que ha creído!» (Lc 1,45).

Es, pues, con actitud de fe que hemos de vivir la Navidad. Pero, a imitación de María e Isabel, con fe dinámica. En consecuencia, como Isabel, si es necesario, no nos hemos de contener al expresar el agradecimiento y el gozo de tener la fe. Y, como María, además la hemos de manifestar con obras. «Se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (Lc 1,39-40) para felicitarla y ayudarla, quedándose unos tres meses con ella (cf. Lc 1,56).

San Ambrosio nos recomienda que, en estas fiestas, «tengamos todos el alma de María para glorificar al Señor». Es seguro que no nos faltarán ocasiones para compartir alegrías y ayudar a los necesitados.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Juan salta de gozo y María se alegra en su espíritu. Isabel fue llena del Espíritu después de concebir; María, en cambio, lo fue ya antes de concebir, porque de ella se dice: ‘¡Dichosa tú que has creído!’» (San Ambrosio)
  • «Cuando María entra en casa de Isabel, su saludo va lleno de gracia. En este encuentro el protagonista silencioso es Jesús. María lo lleva en su seno como un sagrario, y nos lo ofrece como el don más sagrado. Allí donde llega María se hace presente Jesús» (Benedicto XVI)
  • «‘Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros (…)’. Con Isabel, nos maravillamos y decimos: ‘¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?’ (Lc 1,43). Porque nos da a Jesús su hijo, María es madre de Dios y madre nuestra; podemos confiarle todos nuestros cuidados y nuestras peticiones: ora para nosotros como oró para sí misma: ‘Hágase en mí según tu palabra’ (Lc 1,38). Confiándonos a su oración, nos abandonamos con ella en la voluntad de Dios: ‘Hágase tu voluntad’» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.677)

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2021-12-19)

17 diciembre, 2021

San Lázaro de Betania, el Amigo que resucitó Jesús

 

Hoy es la fiesta de San Lázaro, el amigo que Jesús resucitó

17 de diciembre

San Lázaro de Betania

Hoy, 17 de diciembre, es la fiesta de San Lázaro de Betania, el amigo de Jesús, hermano de Marta y María, a quien el Señor resucitó de entre los muertos.

“Lázaro” quiere decir “Dios ayuda”, y el Evangelio da muestras evidentes de cómo Jesús plenificó el sentido de aquel nombre. Lázaro de Betania tuvo la gracia de ser el protagonista de uno de los milagros más impresionantes realizados por Jesucristo: resucitar a uno que se contaba entre los muertos. Con esto, el amigo de Jesús fue hecho primicia de la propia resurrección del Salvador.

«Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano» (Jn 11, 21)

De acuerdo al Evangelio de Juan (Jn. 11, 1 – 44), Lázaro enfermó gravemente. Al ver que su vida corría peligro, sus hermanas, Marta y María, enviaron a alguien al lugar donde estaba Jesús con el siguiente mensaje: «Señor, el que tú amas, está enfermo».

Llama la atención que Jesús no haya acudido al encuentro de su amigo de inmediato. Por el contrario, permanece en el lugar donde estaba hasta que súbitamente decide regresar a Judea; de pronto, dice a sus discípulos: “Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero voy a despertarlo». Con esto el Señor hacía referencia a la muerte de Lázaro y no a que estuviese durmiendo, como pensaron los discípulos.

«Jesús se echó a llorar» (Jn 11, 35)

Recién, cuatro días después, el Señor Jesús llega a Betania. Allí encontró a Marta y a María y, viendo el dolor por la muerte de su amigo, se compadeció y lloró. Incluso, los judíos que estaban allí presentes exclamaron: “¡Cómo lo amaba!”.

Pocos pasajes de la Escritura registran, con tanta elocuencia, los sentimientos del Señor. ¡Cuán grande era el amor de Jesús por su amigo! ¡Cuán dolorosa es la muerte incluso para el Dios hecho Hombre! Pero, al mismo tiempo, ¡qué grande es el poder de Dios!

Jesús, llegado al lugar del sepulcro, gritó: «“¡Lázaro, ven afuera! Y el muerto salió, ligados los brazos y las piernas con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo, y dejadlo ir»» (Jn 11, 43-44).

«Y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» (Jn 11, 26)

San Lázaro es el que recibe de Dios una “nueva vida”. Su cercanía y amistad con Jesús “transformaron” su existencia completamente. Fue alzado sobre la muerte para que creamos en la gloria de Dios, para que confiemos en que la muerte no tiene la palabra definitiva y para que nuestra esperanza sea inagotable. Su resurrección prefigura la resurrección de Cristo y, en consecuencia, también la nuestra.

«Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11, 25- 26).

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-de-san-lazaro-el-amigo-que-jesus-resucito-30555)

16 diciembre, 2021

Santa Adelaida, Emperatriz de Italia

 SANTA ADELAIDA, Viuda

  ¡Oh!, Santa Adelaida, vos, sois la hija del Dios de la Vida,
y su amada santa. Y, que, emperatriz de Italia siendo supisteis
“testigo” ser de Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Cuando
falleció vuestro primer esposo, teníais dieciocho años y, vos,
erias ya, reina, madre y viuda. Vuestro segundo matrimonio, os
relaciona con la historia de los tres primeros Otones: vuestro
marido, hijo y nieto. Vuestra vida, envuelta en política y disputas
militares estuvo: cárcel, destierro, intrigas de la Corte, envidias,
traiciones y falsedades. Así, soportasteis la incomprensión
de propios y extraños, porque la ambición se había instaurado
en vuestra casa. Y, en contra de ello, os dedicasteis a hacer
el bien. Protegíais, socorríais y consolabais a los necesitados.
Considerabais el poder, una carga para vos, pero, un servicio
para el bien de vuestro pueblo. No erais injusta, ni vengativa
contra quienes os injuriaron en el ayer. Eficacia y esmero
en las tareas de gobierno mostrasteis, para ello, rezabais, os
mortificabais y expiabais por los pecados de vuestro pueblo.
Así, gastando vuestra santa vida en buena lid, un día, voló
vuestra alma al cielo, para coronada ser, con corona de luz,
como justo premio a vuestra entrega grande de amor y fe,
Santa Patrona de las novias, esposas y viudas del mundo;
¡Oh!, Santa Adelaida, “viva emperatriz de la luz de Cristo”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Diciembre 16
Santa Adelaida o Alicia
Emperatriz de Italia

Sesenta y ocho años llenos de agitación en los que una mujer de las importantes quiso y supo ser “testigo” de Cristo. Esta fue Adelaida o Alicia, emperatriz en Italia.

Casada muy joven con el rey de Italia Lotario, se le prometía una vida feliz con su recién nacida hija Emma y probablemente el matrimonio deseaba terminar sus días “comiendo perdices”, como se pone fin a los cuentos de princesas y príncipes que probablemente también en su época se contaban. Pero a veces los planes de la Providencia no coinciden con los de los hombres; se complican, van y vienen por tortuosos senderos, en muchas ocasiones imprevistos y en otras muy dolorosos, de los que el Señor sabe sacar mayores bienes. Así pasó.

En realidad toda su vida estuvo envuelta en las turbulencias políticas y militares propias del tiempo. Cuando murió su primer marido sólo tiene dieciocho años y, tan joven, ya es reina, madre y viuda. Otro matrimonio, el segundo, la va a relacionar con la historia de los tres primeros Otones: su marido, hijo y nieto. En su vida están presentes los sufrimientos por cárcel y destierro. También entendió mucho de intrigas de la Corte, de confabulación, de envidias, de traiciones y de falsedades. Inculpablemente tuvo que soportar la incomprensión de propios y extraños porque la ambición y el poder ciega los ojos de los que no son buenos.

Regente emperatriz, retoma funciones de mando en tiempos de Otón III. Ahora muestra con sus obras lo muerta que estaba para sí misma y que la anterior piedad, la de toda su vida, fue un asunto sincero. La emperatriz se dedica a hacer el bien. Protege, socorre y consuela a los necesitados. Considera el poder como una carga para ella y un servicio para el bien del pueblo. No es injusta, ni vengativa con quienes le injuriaron en tiempo pretérito. Muestra esmero infatigable en las tareas de gobierno. Reza, se mortifica y expía por los pecados de su pueblo. Magdeburgo es ejemplo de que propicia el resurgir de los templos.

Tenida por santa, muere en Salces, en la Alsacia, en el 999.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)