
¡Oh!, San Pedro Canisio, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, que, por Él, llamado
os pusisteis a trabajar en Sus cosas. Dotado de
talento predicador y de escritor eximio, como
estabais; se os recuerda de justa manera, como uno
de los creadores de la prensa Católica y difusor
de su santa doctrina. De lleno os disteis, y, sin
tregua hasta el final de vuestros santos días,
al trabajo, tanto en la palabra, como en la obra.
La gente de vuestro tiempo lo sabía y vuestros
detractores también, por ello la «Buena Nueva»
defendisteis con ardor de corazón. En vuestros
escritos, oro en letras dejasteis, recomendando,
lo bien que hacen para el alma, las buenas lecturas
y el depositar nuestro amor y confianza en María
Santa. ¿Qué premio gozáis vos, por tan denodado
trabajo? Sin duda alguna, la corona de luz os
fue impuesta, como justo premio, a vuestro amor;
¡oh!, Segundo evangelizador de Alemania, ¡Aleleuya!
¡oh!, San Pedro Canisio, «viva verdad y luz de Dios”.
© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
21 de DiciembreSan Pedro Canisio
Predicador, escritor
Año 1597
Este santo ha sido llamado: “El segundo evangelizador de
Alemania” (después de San Bonifacio). Se le venera como uno de los
creadores de la prensa católica y fue el primero del numeroso ejército
de escritores jesuitas.
Nació en Holanda (en Nimega) en 1521. Su padre fue por nueve
veces alcalde de su ciudad. Quedó huérfano de madre siendo él aún muy
pequeño, pero su madrastra fue para él una segunda madre y fue educado
en un gran temor de ofender a Dios. Él se quejaba de que en sus primeros
años había perdido mucho tiempo dedicándose más a los juegos que a los
estudios, pero luego se consagró de tal manera a estudiar que a los 19
años ya consiguió la licenciatura en teología.
Para complacer a su padre se dedicó a especializarse en abogacía,
pero luego de hacer unos Ejercicios Espirituales con el Padre Fabro (que
era compañero de San Ignacio) se entusiasmó por la vida religiosa, hizo
votos o juramento de permanecer siempre casto, y prometió a Dios
hacerse jesuita.
Fue admitido en la comunidad y los primeros años de religioso los
pasó en Colonia (Alemania) dedicado a la oración, el estudio, la
meditación y la ayuda a los pobres. La cuantiosa herencia que recibió de
sus padres la repartió la mitad entre los pobres y la otra mitad para
ayudar a obras sociales de su comunidad.
Desde sus primeros años de su sacerdocio empezó a brillar como un
gran predicador. Cuando joven era impresionante su carácter batallador y
amigo de las polémicas y discusiones, y estas aptitudes le van a ser
muy útiles, porque durante toda su vida tendrá que batallar muy
fuertemente en todas partes contra los protestantes.
Siempre fue muy caritativo y amable con las personas que le
discutían, pero tremendo e incisivo contra los errores de los
protestantes (Tanto que estos haciendo alusión a su apellido lo llamaban
el can que defiende a los católicos). Decía a sus sacerdotes: “no
hieran, no humillen, pero defiendan la religión con toda su alma”.
San Pedro Canisio tenía una especial cualidad para resumir las
enseñanzas de todos los grandes teólogos y presentarlas de manera
sencilla para que las entendiera el pueblo. Y así logró redactar dos
catecismos, uno resumido y otro explicado. Estos dos libros fueron
traducidos a 24 idiomas en la vida del autor, y en Alemania se
propagaron por centenares de miles (junto con los de otros dos jesuitas,
el Padre Astete y San Roberto Belarmino, San Pedro Canisio es de los
que más éxitos logró obtener con su Catecismo).
San Ignacio y el Sumo Pontífice, aprovechando sus enormes cualidades
como predicador y defensor de la Iglesia contra los protestantes, le
encargaron muchísimas labores de apostolado. Como superior provincial de
los jesuitas en Alemania recorrió a pie y a caballo diez mil kilómetros
predicando, enseñando catecismo, propagando buenos libros y defendiendo
la religión. En los treinta años de su incansable
labor de misionero recorrió treinta mil kilómetros por Alemania,
Austria, Holanda e Italia. Parecía incansable. A quien le recomendaba
descansar un poco le respondía: “Descansaremos en el cielo”.
Por muchas ciudades de Alemania fue fundando colegios católicos para
formar religiosamente a los alumnos. A la universidad Católica la
transformó y le dio una gran celebridad. Y ayudó a fundar numerosos
seminarios para la formación de los futuros sacerdotes. Alemania,
después de San Pedro Canisio, era ya otro país distinto y mucho más
católico que cuando él empezó a trabajar allí.
San Pedro Canisio se dio cuenta del inmenso bien que hacen las buenas
lecturas. Por eso recorría el país propagando los buenos libros y se
propuso formar una asociación de escritores católicos. Él sabía muy bien
que un buen libro puede hacer mayor bien que un sermón y que las buenas
lecturas logran llegar a donde ni sacerdotes ni religiosos logran ir a
llevar mensajes religiosos. Aún ya anciano y muy débil y casi
paralizado, seguía escribiendo con la ayuda de un secretario, libros
religiosos para el pueblo. Al morir tenía la satisfacción de haber
ayudado a formar varias editoriales católicas muy bien organizadas.
Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, junto con varios
padres jesuitas, después de haber rezado con ellos el santo rosario, su
devoción favorita, de pronto exclamó lleno de alegría y emoción:
“Mírenla, ahí esta. Ahí está”. Y murió. Era la Virgen Santísima que
había llegado a llevárselo para el cielo.
El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.
(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Pedro_Canisio.htm)