10 enero, 2022

Beata Ana de los Ángeles Monteagudo

 

10 de Enero
Beata Ana de los Ángeles Monteagudo

Orden de los Predicadores
Fuente: ACI Prensa

Martirologio Romano: En la ciudad de Arequipa, en Perú, beata Ana de los Ángeles Monteagudo, virgen de la Orden de Predicadores, que con sus dones de consejo y profecía se dedicó a promover el bien de toda la ciudad (1686).

Fecha de beatificación: 2 de febrero de 1985 por el Papa Juan Pablo II.
Nació en Arequipa el 26 de julio de 1602, hija del español Sebastián Monteagudo de la Jara y de la arequipeña Francisca Ponce de León.

Conforme a costumbres de la época, Ana fue internada por sus padres en el monasterio de Santa Catalina.

Vuelta al hogar por decisión de sus padres, no le satisfacieron los halagos del mundo ni las perspectivas de un ventajoso matrimonio.

Deseaba hacerse religiosa y lo puso en práctica ante la indignada reacción de sus padres.

Soportó con paciencia y ánimo invicto las contrariedades y emprendió la senda de la perfección.

En 1618 inicia el noviciado y añade a su nombre el apelativo «de los Ángeles».

La aspereza de la vida conventual no la arredra. Vive con entusiasmo el ideal de Domingo de Guzmán y de Catalina de Siena.

Con el tiempo llega a ser Maestra de novicias y Priora (1647).

Acomete con energía la reforma del monasterio. Amonesta y corrige, anima y promueve. Además de las profesas, habitaban por esa época en el monasterio cerca de 300 personas, no todas imbuidas del deseo de perfección.

La obra de Ana de los Ángeles chocó con oposiciones tenaces. Sor Ana atendió asimismo, abnegada y heroicamente, a las víctimas de una peste que azotó Arequipa.

Tuvo altísima oración, esmerada perfección en las virtudes propias de la vida religiosa, serenidad y paciencia en los sufrimientos.

Falleció el 10 de enero de 1686.

Beatificada en Arequipa por Juan Pablo II en 1985.

(http://es.catholic.net/op/articulos/35810/ana-de-los-ngeles-monteagudo-beata.html)

09 enero, 2022

El Bautismo de Señor

 

Diócesis de San Jacinto - EL BAUTISMO DEL SEÑOR. La festividad del Bautismo  del Señor, fiesta que se celebra el domingo siguiente a la Epifanía y con  la que se cierra el

Texto del Evangelio (Lc 3,15-16.21-22): En aquel tiempo, como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego».

Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo; el Amado, en ti me he complacido».

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«Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado» + Rev. D. Joan BUSQUETS i Masana (Sabadell, Barcelona, España)

Hoy contemplamos a Jesús ya adulto. El niño del Pesebre se hace un hombre completo, maduro y respetable, y llega el momento en el que ha de trabajar en la obra que el Padre le ha confiado. Así es como le encontramos en el Jordán en el momento de empezar esta labor: uno más en la fila de aquellos contemporáneos suyos que iban a escuchar a Juan y a pedirle el baño del bautismo, como signo de purificación y renovación interior.

Allí, Jesús es descubierto y señalado por Dios: «Puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado’» (Lc 3,21-22). Es la etapa preparatoria del gran camino que está dispuesto a emprender y que le conducirá hasta la Cruz. Es el primer acto de su vida pública, su investidura como Mesías.

Es también el proemio de su modo de actuar: no obrará con violencia, ni con gritos y asperezas, sino con silencio y suavidad. No cortará la caña quebrada, sino que la ayudará a mantenerse firme. Abrirá los ojos a los ciegos y librará a los cautivos. Las señales mesiánicas que describía Isaías, se cumplirán en Él. Nosotros somos los beneficiarios de todas estas cosas porque, como leemos hoy en la carta de san Pablo: «Él nos salvó, no por nuestras buenas obras, sino en virtud de su misericordia, por medio del bautismo regenerador y la renovación del Espíritu Santo que derramó abundantemente sobre nosotros (…). De este modo, salvados por su gracia, Dios nos hace herederos conforme a la esperanza que tenemos de alcanzar la vida eterna» (Tit 3,5-7).

La fiesta del Bautismo de Jesús debe ayudarnos a recordar nuestro propio Bautismo y los compromisos que por nosotros tomaron nuestros padres y padrinos al presentarnos en la Iglesia para hacernos discípulos de Jesús: «El Bautismo nos ha liberado de todos los males, que son los pecados, pero con la gracia de Dios debemos cumplir todo lo bueno» (San Cesáreo de Arlés).


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Reconoce, cristiano, tu dignidad y, puesto que has sido hecho partícipe de la naturaleza divina, no pienses en volver con un comportamiento indigno a las antiguas vilezas… ¡Tu precio es la sangre de Cristo!» (San León Magno)
  • «En el Bautismo somos consagrados por el Espíritu Santo. La palabra “cristiano” significa esto: consagrado como Jesús, en el mismo Espíritu. Si queréis que vuestros niños lleguen a ser auténticos cristianos, ayudadles a crecer en el calor del amor de Dios, en la luz de su Palabra» (Francisco)
  • «Por el bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección: [el bautizado] debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con Jesús, para subir con Él; renacer del agua y del Espíritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y ‘vivir una vida nueva’ (Rm 6,4) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 537)

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2022-01-09)

08 enero, 2022

San Severino El Predicador

 

 

 

 

  Hoy es la fiesta de San Severino, predicador que promovía la oración contra los vicios

 

¡Oh!, San Severino, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, y, a quien Él, os proveyó de maravillosos
dones: el de profecía y el del buen consejo que el Espíritu
Santo administraba por vuestra oración constante y fe
inmaculada. Vos, a menudo repetíais la bíblica palabra:
“Para los que hacen el bien, habrá gloria, honor y paz.
Pero, para los que hacen el mal, la tristeza y castigos
vendrán”. Y, anunciando que quienes dicen: “He pecado
y nada malo me ha pasado”, están completamente equivocados,
pues, todo pecado, trae del cielo, castigos”. Y, esto,
a muchos frenaba y les impedía seguir por la senda del vicio
y del mal. “El remedio es rezar, dar limosnas a los pobres
y hacer penitencia”. Y, la gente os oía y carne las hacía
en sus diarias vidas. “No te dejará mi Señor Jesucristo
que pases del sitio donde está su santa cruz”. Así, le
hablasteis al Danubio, y el río os escuchó y obedeció
de manera maravillosa y nunca más pasaron sus crecientes
aguas de donde dejasteis la Cruz que vos pusisteis. ¡Qué
alegría vuestro obrar! ¡Qué talento! ¡Qué profecías! ¡Qué
amor! Partisteis de este mundo, vuestra célebre frase
pronunciando: “Todo ser que tiene vida, alabe al Señor”.
Y, seguidamente el Salmo ciento cincuenta: “¡Aleluya!
Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte
firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo
por su inmensa grandeza. Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras, alabadlo con tambores y
danzas, alabadlo con trompas y flautas, alabadlo con
platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo
ser que alienta alabe al Señor. ¡Aleluya!”. Así, os despedisteis
de este mundo, para recibir vuestro muy justo premio:
corona de luz y vida eterna, por los siglos de los siglos;
¡oh!, San Severino; “viva profecía del Dios Vivo y eterno«.

© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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San Severino

El Predicador

«Si quieren tener la bendición de Dios, respeten mucho los derechos de los demás”, decía San Severino, patrono de las ciudades de Viena en Austria y de Baviera, Alemania. Fue un hombre apasionado por el anuncio del Evangelio, y muy preocupado por la salvación de las almas. Llamaba constantemente a la conversión y a la penitencia. Además, tenía los dones de curación y consejo. La Iglesia católica celebra su fiesta el 8 de enero.

San Severino nació en Roma (c.410) y provenía de una familia noble y rica. Sin embargo, respondiendo al llamado de Dios, quiso apartarse del mundo y vivir como un eremita. Vivió como tal por unos años, hasta que, conmovido por la destrucción y muerte que dejaban los invasores bárbaros, decidió ponerse al servicio de las poblaciones devastadas. Así, abandonó las tierras circundantes a Roma y se fue a predicar a orillas del río Danubio entre Austria y Alemania.

En esa región, aún provincia del Imperio romano, se estableció en la ciudad de Asturis (o Asturia), donde profetizó a los pobladores que si los no dejaban los vicios y se dedicaban a rezar más, con sacrificios y obras de caridad, sufrirían un terrible castigo. Nadie le tomó importancia. Tal rechazo lo motivó a irse a Cumana (o Cumagenis), una provincia cercana. No pasaría mucho tiempo para que las hordas de los hunos llegasen desde Hungría. Astura quedó semidestruida y su población masacrada.

En Cumagenis, Severino también profetizó castigos si los pobladores no se convertían. Nadie le creía, por lo que parecía que podía correr la misma suerte de Asturis, hasta que un sobreviviente de dicha ciudad llegó a Cumanegis y contó lo sucedido, cómo nadie hizo caso de las advertencias de San Severino. Por no escuchar al hombre que los quería ayudar, no se prepararon para defender sus tierras, siguieron viviendo frívolamente y de esa manera llegados los hunos cometieron un sinnúmero de atrocidades sin encontrar resistencia. En Comagenis, los pobladores se fueron a orar a los templos, cerraron cantinas y lugares de mal vivir y cambiaron su conducta haciendo sacrificios y penitencia. La población, aleccionada, se organizó para defenderse y detener la invasión. Lamentablemente todo esfuerzo en ese sentido parecía insuficiente. Es allí que sucedió algo que cambió el curso de los acontecimientos. Estando cerca los bárbaros, un tremendo terremoto se produjo en la región, aterrorizando a los hunos, quienes consideraron esto como un signo de mal augurio. Entonces decidieron huir y no entrar a la ciudad.

San Severino se hizo del respeto de todos, incluso entre los bárbaros. Muchas autoridades civiles e imperiales le manifestaron respeto. Fue él quien se convirtió en el intercesor y defensor de los que sufrían las consecuencias de las invasiones. Su fama se acrecentó porque hizo muchos milagros entre los enfermos. Sin embargo, no fue un “simple” taumaturgo. También enseñaba que a veces Dios permite el sufrimiento como un medio para alcanzarlo. Precisamente, hay una historia que la tradición recuerda en la que le dice a su discípulo Bonoso: “Enfermo puedes llegar a ser santo. Pero si estás muy sano te vas a perder». Por 40 años, Bonoso sufrió una enfermedad incurable y Dios quiso que fuese el camino por el que llegó a alcanzar la santidad. A San Severino le gustaba repetir frases de la Biblia y recordaba siempre que todo pecado trae consecuencias y, en muchas oportunidades, por la gravedad o insistencia en la falta, vienen castigos del cielo.

Durante 30 años se dedicó a fundar monasterios. Severino recorría descalzo las inmensas llanuras de Austria y Alemania, incluso en las heladas nieves. Su sencillez en el vestir, su túnica desgastada y vieja, y su espíritu de servicio le ganó el respeto de todos.

El 6 de enero del 482, tuvo una premonición sobre su propia muerte, así que mandó a llamar a las autoridades civiles de la ciudad de Nórico (provincia del Imperio donde vivía en ese tiempo) para pedirles que respeten los derechos de los demás si querían tener la bendición de Dios. “Ayuden a los necesitados y esmérense por ayudar todo en todo lo posible a los monasterios y a los templos».

Murió el 8 de enero del 482 pronunciando las palabras del Salmo 150: «Todo ser que tiene vida, alabe al Señor». Seis años su tumba fue abierta y encontraron su cuerpo incorrupto. Le levantaron los párpados y vieron que sus ojos azules aún brillaban. Sus reliquias se encuentran hoy en Nápoles.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-la-iglesia-universal-celebra-a-san-severino-69121)


07 enero, 2022

San Raimundo de Peñafort, Patrono de los Juristas Católicos

 

¡Oh!, San Raimundo de Peñafort, vos, sois el hijo
del Dios de la Vida y su amado santo que, de Él,
“la eficacia de la palabra” recibisteis y, con
ella, a propios y extraños conquistasteis con
ardor de corazón, cuando os oían hablar en favor
de la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo. Con
vuestra pluma, constancia dejasteis de cómo, los
antiguos respondían respecto de la fe, en vuestros
libros “Summa” y los “Decretales”, para saber qué
ordenaron y qué prohibieron los Santos Pontífices,
en los concilios del tiempo antiguo. Con San Pedro
Nolasco, la Orden de los “Mercedarios” fundasteis,
dedicada al rescate de los secuestrados cristianos
en manos de los musulmanes. Y, además convertisteis
miles de aquellos a la doctrina de Vuestro Maestro.
Y, así, con la vida longeva que Dios os dio, marchó
vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona
de luz de luz eterna, padre santo del “Buen Consejo”.
¡oh!, San Raimundo de Peñafort, “vivo consejo de Dios”.

© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Contemplad al autor y mantenedor de la fe, a Jesús, quien, siendo inocente, padeció por obra de los suyos”, escribió una vez San Raimundo de Peñafort, santo dominico que humildemente ocupó cargos importantes, escribió libros que se hicieron famosos y hasta viajó por el mar en una barca hecha con su túnica. Es patrono de los juristas católicos y su fiesta se celebra cada 7 de enero.

Raimundo, cuyo nombre significa “buen consejo”, nació por el año 1175 en Peñafort, cerca de Barcelona en España. Poseía una inteligencia extraordinaria y a los 20 años fue profesor de filosofía en Barcelona.

A los 30 años estudió en la Universidad de Bolognia, Italia, con la finalidad de perfeccionar su conocimiento de derecho civil y canónico. Luego se doctoró y trabajó como docente. Más adelante sirvió como archidiácono de la Diócesis de Barcelona.

En 1222 ingresó a la Orden de Predicadores (Dominicos). El Santo pidió que le impusieran penitencias severas y oficios humillantes. Él consideraba que el orgullo era un peligro para el alma. Sin embargo, los superiores le encomendaron la labor de investigar cómo responder a las  difíciles preguntas sobre moral que los fieles presentaban.

Como resultado se obtuvo el libro “Summa de casibus paenitentialibus”, la primera obra en su género y que se volvió muy famosa, sirviendo de gran provecho para confesores y moralistas.

Trabajaba arduamente en la predicación, instrucción y confesión. En 1230 el Papa Gregorio IX lo llamó a Roma y lo nombró su confesor. Además le encomendó reunir el Corpus canónico de los decretos de los Pontífices y concilios que no estuvieran ya en la colección que Graciano había hecho en 1150.

De esta labor se publicó su famoso libro, en 5 volúmenes, titulado “Decretales”. Esta compilación fue considerada como la mejor colección de derecho canónico hasta la compilación del “Codex Juris Canonici” en 1917.

A pesar de las súplicas del Santo, el Papa lo nombró Obispo de Tarragona, pero poco después San Raimundo enfermó gravemente y el Pontífice lo liberó, pidiéndole que propusiera un candidato apto para el cargo.

Regresó a Barcelona, su tierra natal, para recuperarse de la enfermedad y tanto la Santa Sede como el rey le encomendaron trabajos importantes. De los escritos de San Raimundo destacó la “Summa casuum”, sobre la administración genuina y provechosa del Sacramento de la Penitencia.

En 1238 los diputados del Capítulo General de la Orden Dominica fueron a Barcelona para anunciarle a San Raimundo que había sido elegido como superior general. Por obediencia, el Santo aceptó y visitó a pie todas las casas de la Orden, inculcando el amor a la vida entregada en regularidad, al estudio y los misterios espirituales.

Más adelante obtuvo que se aprobara una medida que aceptara la dimisión voluntaria del superior cuando éste tuviera razones justas. De esta manera pudo renunciar al cargo fundamentándose en su edad, al haber cumplido 65 años.

Los siguientes años los empleó en la evangelización, esclareciendo la doctrina ante herejías y buscando la conversión de todos, incluidos judíos y musulmanes.

Cierta ocasión se encontraba acompañando al rey Jaime a Mayorca, un soberano mujeriego que había prometido enmendarse, pero que no cumplió su promesa. En vista de ello, San Raimundo pidió licencia para ir a Barcelona, pero el rey se lo negó y amenazó de muerte a quien se atreviera a sacarlo de la isla.

Ante esto, el Santo dijo: «Los reyes de la tierra pueden impedirnos la huida, pero el Rey del cielo nos dará los medios para ello». Luego se fue al mar, extendió su túnica sobre el agua, ató un extremo de ella a un palo para que sirviera de vela, hizo la señal de la cruz y subió sobre la “barca”.

Milagrosamente la “nave” llegó a Barcelona y San Raimundo fue recibido con aclamaciones por la gente que lo vio llegar. El Santo, sin inmutarse, recogió su túnica, que estaba seca, la puso en sus hombros y se fue a su monasterio. En el sitio que desembarcó se construyeron una capilla y una torre.

Durante su última enfermedad fue visitado por los reyes Alfonso de Castilla y Jaime de Aragón. San Raimundo partió a la Casa del Padre el 6 de enero de 1275 con 100 años de edad. Sus restos mortales reposan en la catedral de Barcelona, España.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-la-iglesia-celebra-a-san-raimundo-de-penafort-dominico-sabio-y-humilde-20678)

06 enero, 2022

La Epifanía del Señor

 

Hoy la Iglesia celebra la Epifanía del Señor

Cada 6 de enero, en la ciudad de Roma y en muchas otras partes del mundo, se celebra la Solemnidad de la Epifanía (manifestación) del Señor. Se le llama así porque recordamos la “manifestación” del Salvador, el Mesías esperado, que se revela a todos los pueblos de la humanidad representados en los sabios de Oriente.

El Evangelio nos presenta precisamente a estos personajes, conocidos como los Tres Reyes Magos, quienes dejaron atrás sus tierras y sus culturas para salir al encuentro de Aquel que ha venido para devolver la esperanza a la humanidad. Como ellos, presentemos de rodillas nuestros regalos al Niño Dios y adorémosle.

Evangelio: Mateo 2, 1-12

“Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ‘¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo’. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron: ‘En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel’. Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: ‘Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo’.

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino”.

Los Magos encontraron al Mesías acostado en un humilde pesebre, a lado de María, su Madre, y de San José, su padre. Le llevaron regalos: Oro por su realeza, incienso por su divinidad y mirra por su humanidad. ¡Hagámosle un regalo a Jesús! ¡Démosle nuestro corazón! Con toda seguridad, Él nos regalará más, porque nos entregará su amor.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-la-iglesia-celebra-la-epifania-del-senor-64269)

05 enero, 2022

San Juan Neumann

 

El obispo de Filadelfia nació en Prachatitz, Bohemia, el 28 de Marzo de 1811, hijo de Philip Neumann y Agnes Lebis. Asistió a la escuela en Budweis y allí entró en el seminario el año 1831.

Dos de años después, pasó a la universidad de Charles Ferdinand en Praga donde estudió teología. Cuando su preparación para el sacerdocio se completó en 1835, deseaba ordenarse pero el obispo decidió que no habría allí más ordenaciones. Nos resulta difícil imaginar hoy que Bohemia tuviera entonces demasiados sacerdotes. Juan escribió a los obispos del mundo, pero en todas partes la misma historia: ninguno quería ahora sacerdotes. Juan estaba seguro de su vocación al sacerdocio, pero todas las puertas parecían cerrársele.

Pero Juan no se arredró. Aprendió el inglés trabajando en una fábrica con obreros de lengua inglesa. De esta forma, pudo escribir a los obispos de Estados Unidos.

Finalmente, el obispo de Nueva York aceptó ordenarlo. Para responder a la llamada de Dios de ser sacerdote, Juan debió abandonar su familia para siempre y atravesar el océano para adentrarse en una tierra lejana y difícil.

En Nueva York, Juan fue uno de los 36 sacerdotes para 200.000 católicos. Su parroquia, al oeste de Nueva York, se extendía desde Ontario hasta Pensilvania. Su iglesia no tenía ni campanario ni estaba pavimentada, pero esto no importaba en absoluto ya que Juan pasaba la mayor parte de su tiempo visitando poblado tras poblado, escalando montañas, para visitar a los enfermos, para detenerse en las cabañas y en las tabernas a fin de enseñar y celebrar la misa en la mesa de la cocina.

Debido a su trabajo y a lo lejano de la parroquia, Juan soñaba con una comunidad: entró con los redentoristas, una Congregación de sacerdotes y hermanos que se dedicaban a ayudar a los pobres y a los más abandonados. Fue el primer sacerdote que entraba en la Congregación en América, profesó en Baltimore el 16 de enero de 1842. Desde el principio destacó por ser una persona altamente piadosa, por su evidente santidad, por su celo y por su amabilidad. Su conocimiento de seis idiomas modernos lo hizo particularmente apto para el trabajo en la sociedad Estadounidense de múltiples idiomas en el siglo diecinueve.

Después de trabajar en Baltimore y Pittsburgh, en 1847 fue nombrado Visitador o Superior Mayor de los redentoristas en los Estados Unidos. El Padre Frederick von Held, superior de la Provincia Belga, a la que pertenecían las casas Estadounidenses, dijo de él: «Es un gran hombre que combina la piedad con una personalidad fuerte y prudente». Necesitó estas que calidades durante los dos de años en que desempeñó el cargo, cuando la fundación estadounidense pasaba por un difícil período de ajuste.

Cuando dejó el cargo al Padre Bernard Hafkenscheid, los redentoristas de Estados Unidos estaban mejor preparados para llegar a ser una provincia autónoma, cosa que sucedió en 1850. El Padre Neumann fue nombrado Obispo de Filadelfia y consagrado en Baltimore el 2 de marzo de 1852. Su diócesis era muy grande y pasaba por un período de considerable desarrollo.

Como obispo, fue el primero en organizar un sistema diocesano de escuelas católicas.

Fundador de la educación católica en el país, las escuelas de su diócesis aumentaron de 2 un 100. Fundó las Hermanas de la Tercera Orden de San Francisco para enseñar en las escuelas.

Entre las más de ochenta iglesias que construyó durante su episcopado, debe mencionarse la catedral de los Santos Pedro y Pablo que él comenzó. San Juan Neumann era de estatura pequeña, nunca tuvo una salud robusta, pero en su corta vida tuvo una gran actividad. Encontró tiempo para una considerable actividad literaria además de sus obligaciones pastorales. Escribió asimismo numerosos artículos en revistas y periódicos católicos; publicó dos catecismos y, en 1849, una historia de la Biblia para escuelas. Continuó esta actividad justamente hasta el final de su vida.

El 5 de enero de 1860 (con 48 años de edad) se desplomó en la calle, en su ciudad episcopal y murió antes de que pudieran administrársele los últimos Sacramentos. Fue beatificado por el Papa Pablo VI el 13 de octubre de 1963 y canonizado por el mismo Papa sobre el 17 de junio de 1977. Su fiesta es cada 5 de enero.

(https://www.aciprensa.com/recursos/biografia-3903)

04 enero, 2022

Santa Isabel Ana Bayley

Hoy celebramos a Santa Isabel Ana Bayley Seton, la primera santa nacida en Estados Unidos

 

!Oh! Santa Isabel Ana Bayley, vos sois la hija del Dios
de la Vida, y su amada santa, que fundastesi la primera
escuela católica y la primera congregación estadounidense
de religiosas bajo el nombre de «Hermanas de la Caridad de
San José». Fallecido vuestro esposo, fuistesis acogida por
la famiia italiana Felicchi un tiempo, y allí, os atrajo
el catolicismo, pues la devoción y calor humano de los dueños
de casa os tocó, el corazón, por lo que decidisteis conocer
la fe de los Felicchi. Y, así, un día deseasteis convertiros
en católica, porque dos cosas os habían impresionado de la
Iglesia católica y os impulsaron a convertiros: la presencia
real de Jesucristo en la Eucaristía y la devoción a la Virgen
María. Superando la incomprensión de vuestros familiares por
haberos hecho católica, nunca os desanimasteis y empezasteis
a trabajar como voluntaria educadora. Vuestro compromiso
con los que más sufren os impulsó a fundar una comunidad
religiosa llamada «Instituto de Hermanas de la Caridad de San
José, primera congregación religiosa femenina fundada en
Norteamérica. Después de morir, vuestra fundación se unió
a la Compañía de las Hijas de la Caridad de París, tal como
fue vuestro deseo inicial. Vos también, fundasteis la primera
escuela parroquial católica en Estados Unidos, con la que
señalasteis el camino que seguiría la educación religiosa
en ese país. Os beatificó San Juan XXIII, Papa y luego os
canonizó San Pablo VI, Papa. Patrona de las escuelas católicas,
las viudas y los niños en peligro de muerte, !Aleluya!
!Oh! Santa Isabel Ana Bayley, «viva hija del Dios de la Vida».

© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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 04 de Enero

 Isabel Ana Bayley viuda de Seton

Isabel Ana Bayley viuda de Seton es la primera santa nacida en los Estados Unidos, país donde fundó la primera escuela católica y la primera congregación estadounidense de religiosas bajo el nombre de Hermanas de la Caridad de San José. Se le considera patrona de las escuelas católicas, las viudas y los niños en peligro de muerte.

Isabel nació el 28 de agosto de 1774 en Nueva York. Sus padres, el Dr. Richard Bayley y su esposa, Catalina Charlton, eran anglicanos y leales miembros del partido conservador.

A los 20 años, la Santa conoció a William Magee Seton, un reconocido hombre de negocios con el que se casó luego de un breve tiempo de noviazgo y con el que tuvo cinco hijos.

El 27 de diciembre de 1803, su esposo falleció debido a una tuberculosis. Encontrándose en una difícil situación, fue acogida durante varios meses en la casa de la familia italiana Felicchi.

En los días de su estancia con los Felicchi, Isabel entró en contacto con el catolicismo. Desde el principio, la devoción y calor humano de los dueños de casa le había tocado el corazón, por lo que decidió conocer con mayor profundidad la fe de los Felicchi. El 14 de marzo de 1805, Isabel expresó su deseo de convertirse en católica. Dos cosas la habían impresionado de la Iglesia católica y la impulsaron a convertirse: la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía y la devoción a la Virgen María.

De regreso a Nueva York, se encontró con la incomprensión de sus familiares por haberse hecho católica.

Pese a este duro golpe, Isabel no se arredra sino que empieza a trabajar como voluntaria, en el papel de maestra o educadora. Su compromiso con los que más sufren la impulsó a concretar la idea de la fundación de una comunidad religiosa. En 1809, fundó en Baltimore, el Instituto de Hermanas de la Caridad de San José, la primera congregación religiosa femenina fundada en Norteamérica. Después de su muerte, las Hermanas se unen a la Compañía de las Hijas de la Caridad de París, tal como fue su deseo inicial. Isabel también fundó la primera escuela parroquial católica en Estados Unidos, con lo que marcó el derrotero que seguiría la educación religiosa en ese país.

Isabel Ana Bayley Seton falleció en Maryland el 4 de enero de 1821. Fue beatificada el 17 de marzo de 1963 por el Papa San Juan XXIII y luego canonizada el 14 de septiembre de 1975 por el Papa San Pablo VI.

Hoy, una imagen suya adorna una de las puertas principales de la Catedral de San Patricio en Nueva York

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-de-isabel-bayley-seton-primera-santa-nacida-en-estados-unidos-36246)