13 mayo, 2022

Nuestra Señora de Fátima

 

 

 

¡Oh! Glorioso Trece de Mayo

Alegría y asombro de veros nuestra Madre,
aquél de Mayo trece, que vinisteis amorosa.
Amor, para con Cristo pidiendo y, honrosa
os posasteis, en esta tierra, obra de Dios Padre.

Vos, que de los cielos bajasteis amada Madre,
compartisteis las eternas verdades y, ansiosa
a tus amados hijos les mostrasteis gloriosa,
el camino, para seguros llegar a Dios Padre:

¡Por el camino ancho jamás!, ¡sí!, por el angosto
porque es ése, el andar de Vos Santa María,
desde Belén hasta Fátima, uno y, muy angosto.

Y, sabe Dios, cuántos más, como el angosto,
porque Él, es el Dios de la vida. ¡Santa María!
de sol vestida, por vuestro andar en el angosto.

© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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13 de Mayo
Nuestra Señora de Fátima
(1917)

Desde el 13 de mayo de 1917 la Sma. Virgen María se apareció por seis veces en Fátima (Portugal) a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta. En un hermoso libro titulado “Memorias de Lucía” (cuya lectura recomendamos) la que vio a la Virgen cuenta todos los detalles de esas apariciones.

Primera aparición: 13 de Mayo de 1917

El 13 de mayo se produjo el siguiente diálogo:

– ¿De dónde es su merced?

– Mi patria es el cielo.

– ¿Y qué desea de nosotros?

– Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes a esta hora (mediodía). En octubre les diré quién soy y qué es lo que quiero.

– ¿Y nosotros también iremos al cielo?

– Lucía y Jacinta sí.

– ¿Y Francisco?

Los ojos de la aparición se vuelven hacia el jovencito y lo miran con expresión de bondad y de maternal reproche mientras va diciendo:

– El también irá al cielo, pero antes tendrá que rezar muchos rosarios.

Y la Sma. continuó diciéndoles:

– ¿Quieren ofrecerse al Señor y estar prontos para aceptar con generosidad los sufrimientos que Dios permita que les lleguen y ofreciéndolo todo en desagravio por las ofensas que se hacen a Nuestro Señor?

– Sí, Señora, queremos y aceptamos.

Con un gesto de amable alegría, al ver su generosidad, les dijo:

– Tendrán ocasión de padecer y sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá.

Segunda aparición: 13 de Junio de 1917

La Sma. Virgen le dice a los tres niños: “Es necesario que recen el rosario y aprendan a leer”.

Lucía le pide la curación de un enfermo y la Virgen le dice: “Que se convierta y el año entrante recuperará la salud”.

Lucía le suplica: “Señora: ¿quiere llevarnos a los tres al cielo?”.

– Sí a Jacinta y a Francisco los llevaré muy pronto, pero tú debes quedarte aquí abajo, porque Jesús quiere valerse de ti para hacerme amar y conocer. El desea propagar por el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María.

– ¿Y voy a quedarme solita en este mundo?

– ¡No hijita! ¿Sufres mucho? Pero no te desanimes, que yo no te abandonaré. Mi corazón inmaculado será tu refugio y yo seré el camino que te conduzca a Dios.

Tercera aparición: 13 de julio de 1917

Ya hay 4,000 personas. Nuestra Señora les dice a los videntes: “Es necesario rezar el rosario para que se termine la guerra. Con la oración a la Virgen se puede obtener la paz. Cuando sufran algo digan: ‘Oh Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores’”.

La Virgen abrió sus manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos de dolor. Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la Virgen como pidiendo socorro y Ella les dijo:

– ¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores? Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre.

Vengo a pedir la Consagración del mundo al Corazón de María y la Comunión de los Primeros Sábados, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Pero si no una propaganda impía difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Varias naciones quedarán aniquiladas. Pero al fin mi Inmaculado Corazón triunfará.

Y añadió Nuestra Señora: Cuando recen el Rosario, después de cada misterio digan: “Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”.

Cuarta aparición: Agosto 1917

La 4ª. Aparición no fue posible el 13 de agosto, porque en este día el alcalde tenía prisioneros a los 3 niños para tratar de hacerlos decir que ellos no habían visto a la Virgen. Aunque no lo logró. La aparición sucedió unos días después.

La Sma. Virgen les dijo en la 4ª. Aparición: “Recen, recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Tienen que recordar que muchas almas se condenan porque no hay quién rece y haga sacrificios por ellas”. (El Papa Pío XII decía que esta frase era la que más le impresionaba del mensaje de Fátima y exclamaba: “Misterio tremendo: que la salvación de muchas almas dependa de las oraciones y sacrificios que se hagan por los pecadores).

Desde esta aparición los tres niños se dedicaron a ofrecer todos los sacrificios posibles por la conversión de los pecadores y a rezar con más fervor el Rosario.

Quinta aparición: 13 de Septiembre 1917

Ya hay unas 12,000 personas. Nuestra Señora les recomienda a los videntes que sigan rezando el Rosario y anuncia el fin de la guerra. Lucía le pide por varios enfermos. La Virgen le responde que algunos sí curarán, pero que otros no, porque Dios no se confía de ellos, y porque para la santificación de algunas personas es más conveniente la enfermedad que la buena salud. E invita a todos a presenciar un gran milagro el próximo 13 de octubre.

Sexta y última aparición. 13 de octubre de 1917

En este día hay 70,000 personas. La aparición dice a los tres niños: “Yo soy la Virgen del Rosario. Deseo que en este sitio me construyan un templo y que recen todos los días el Santo Rosario”.

Lucía les dice los nombres de bastantes personas que quieren conseguir salud y otros favores muy importantes. Nuestra Señora le responde que algunos de esos favores serán concedidos y otros serán reemplazados por favores mejores. Y añade: “Pero es muy importante que se enmienden y que pidan perdón por sus pecados”.

Y tomando un aire de tristeza la Sma. Virgen dijo estas sus últimas palabras de las apariciones: QUE NO OFENDAN MAS A DIOS QUE YA ESTA MUY OFENDIDO (Lucía afirma que de todas las frases oídas en Fátima, esta fue la que más le impresionó).

La Sma. Virgen antes de despedirse señaló con sus manos hacia el sol y entonces los 70,000 espectadores presenciaron un milagro conmovedor, un espectáculo maravilloso, nunca visto: la lluvia cesó instantáneamente (había llovido desde el amanecer y era mediodía) las nubes se alejaron y el sol apareció como un inmenso globo de plata o de nieve, que empezó a dar vueltas a gran velocidad, esparciendo hacia todas partes luces amarillas, rojas, verdes, azules y moradas, y coloreando de una manera hermosísima las lejanas nubes, los árboles, las rocas y los rostros de la muchedumbre que allí estaba presente. De pronto el sol se detiene y empieza a girar hacia la izquierda despidiendo luces tan bellas que parece una explosión de juegos pirotécnicos, y luego la multitud ve algo que la llena de terror y espanto.

Ven que el sol se viene hacia abajo, como si fuera a caer encima de todos ellos y a carbonizarlos, y un grito inmenso de terror se desprende de todas las gargantas. “Perdón, Señor, perdón”, fue un acto de contricción dicho por muchos miles de pecadores. Este fenómeno natural se repitió tres veces y duró diez minutos. No fue registrado por ningún observatorio astronómico porque era un milagro absolutamente sobrenatural.

Luego el sol volvió a su sitio y los miles de peregrinos que tenían sus ropas totalmente empapadas por tanta lluvia, quedaron con sus vestidos instantáneamente secos. Y aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones.

Y nosotros queremos recordar y obedecer los mensajes de la Sma. Virgen en Fátima: “Rezar el Rosario. Hacer oración y sacrificios por la conversión de los pecadores y NO ofender más a Dios, que ya esta muy ofendido”.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Fátima_5_13.htm)

12 mayo, 2022

San Pancracio, Patrón de los niños y jóvenes

 

 Hoy es la fiesta de San Pancracio, patrono de los jóvenes que buscan trabajo

 


¡Oh!, San Pancracio; vos, sois el hijo del Dios de la vida y,
que, adolescente siendo, vos, apartaros desististeis del mundo
con sus herejías, su impiedad y su paganismo. Y, de valor
armado, elegisteis el angosto camino de piedras lleno y de
de espinas, para arribar, más pronto y más temprano a la
gloria de Aquél que todo lo ve. Resististeis los martirios más
Atroces y mostrabais a vuestro verdugo, sonrisas sin igual,
porque vos, sabíais del premio que os esperaba en adelante.
Vos ahora, desde el cielo sois ejemplo de amor a Cristo y
Aquél que todo lo ve, os ciñó corona de prístina y eterna luz;
¡Oh!, San Pancracio, “Vivo amor por Jesucristo, Dios y Señor Nuestro”.

© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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San Pancracio Año 304

El doce de mayo se celebra también la fiesta de San Pancracio, un jovencito romano de sólo 14 años, que fue martirizado por declarase creyente y partidario de Nuestro Señor Jesucristo.

Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de oro, y le dijo al niño: «Este relicario lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre».

Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el jovencito le respondió: «Es que en la escuela me declaré seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles: «En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo». (Hechos 6,41).

Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada: «Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre».

Como Pancracio continuaba afirmando que él creía en la divinidad de Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y amigo, las autoridades paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y decretaron pena de muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio (en la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma) varios enviados del gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si dejaba de decir que Cristo es Dios. El valiente joven proclamó con toda la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él que Jesús es el Redentor del mundo. Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se convirtieron al cristianismo.

Al llegar al sitio determinado, Pancracio dio las gracias a los verdugos por que le permitían ir tan pronto a encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los allí presentes a creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las contrariedades y de todos los peligros. De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su fidelidad a la verdadera religión.

Allí en Roma se levantó un templo en honor de San Pancracio y por muchos siglos las muchedumbres han ido a venerar y admirar en ese templo el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de 14 años, que supo ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su amor por Jesucristo.

San Pancracio: ruégale a Dios por nuestra juventud que tiene tantos peligros de perder su fe y sus buenas costumbres.

.(https://www.ewtn.com/es/catolicismo/santos/nereo-aquileo-y-pancracio-15024)

11 mayo, 2022

San Juan de Ávila; reformador, escritor y Patrón de los Sacerdotes españoles

 

¡Oh!, San Juan de Ávila, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo. Aquél, que, llamado
“Misionero y de almas Director”, quiso Él, daros
sublime misión: “guía ser de hombres y mujeres santos
y santas”, y que, desde el “vívido” sermón y los hechos,
multitudes quedaron cautivadas y satisfechas con la fuerza
de vuestro corazón hecho palabra, que, en caro amor
y esperanza, desbrozabais ante aquellos, que, hasta ayer,
impíos y herejes eran, y, todos luego, convertidos ya, rodillas
en loza por horas puestas, al cielo clamaban de alegría
y, a los que vos, el Santo Crucifijo les acercabais,
junto con el tierno Amor de María Santísima. Muchos
sacerdotes os seguían para ayudaros a confesar y hacer
catequesis para los niños y administrar los sacramentos.
Ricos y pobres, jóvenes y viejos, a escucharos acudían
pues de vos, dimanaban sabrosos trozos de cielo y miel
de vida. Vuestra devoción a Nuestra Señora, os hacía
exclamar: “Más preferiría vivir sin piel, que vivir sin
devoción a la Virgen María”. Fundasteis muchos colegios
y ayudabais a las universidades católicas. Vuestra
autoridad y vuestro ascendiente grande y considerado
era en todas partes. Vuestros últimos años fueron de enormes
sufrimientos. En vos, se cumplía aquello que dijo Jesús: “Mi
Padre, al árbol que más quiere, más lo poda, para que produzca
mayor fruto”. Pero, vos no dejabais de recorrer ciudades
y pueblos predicando, confesando, dando dirección espiritual
y edificando a todos con vuestra vida de gran santidad. Tres
temas os llamaban mucho la atención para predicar: la Eucaristía,
el Espíritu Santo y la Virgen María. Así fue, hasta el día
aquél, en que, agonizante respondisteis, invitado por Dios
Padre, al cielo anhelado, y viendo cómo, un sacerdote os
trataba con especial veneración le dijisteis: “Padre,
tráteme como a un miserable pecador, porque eso es lo que he
sido y nada más”. Entonces tomando el crucifijo entre vuestras
santas manos, exclamasteis: “Dios mío, si, sí te parece
bien que suceda, está bien, ¡está muy bien!”. “Jesús
y María” “Jesús y María”. Y, luego vuestra santa alma, voló
al cielo, para coronada ser, con justicia, con corona
de luz; como justo premio a vuestra entrega de amor y fe;
de todos los sacerdotes españoles Santo Patrono y Guía”;
¡oh!, San Juan de Ávila; “vivo amor, fe y luz del Dios Vivo”.

© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Mayo
San Juan de Avila
Misionero y Director de Almas
(1569)

Petición

San Juan de Avila: tú que con tus sermones lograste tantas conversiones de pecadores, alcánzanos del Señor Dios, que también nosotros nos convirtamos.

Juan significa: “Dios es misericordioso”. San Juan de Avila tuvo el privilegio de ser amigo y consejero de seis santos: San Ignacio de Loyola, Santa Teresa, San Juan de Dios, San Francisco de Borja, San Pedro de Alcántara y Fray Luis de Granada. Dicen que él es la figura más importante del clero secular español del siglo 16.

Nació en el año 1500. De una familia muy rica, al morir sus padres repartió todos sus bienes entre los pobres y después de tres años de oración y meditación se decidió por el sacerdocio. Estudió filosofía y teología en la Universidad de Alcalá y allá hizo amistad con el Padre Guerrero que fue después arzobispo de Granada y su amigo de toda la vida.

Desde el principio de su sacerdocio demostró una elocuencia extraordinaria. El pueblo acudía en gran número a escuchar sus sermones donde quiera que él iba a predicar. Cada predicación la preparaba con cuatro o más horas de oración de rodillas. A veces pasaba la noche entera ante un crucifijo o ante el Santísimo Sacramento encomendando la predicación que iba a hacer después a la gente. Y los resultados eran formidables. Los pecadores se convertían a montones. A sus discípulos les decía: “Las almas se ganan con las rodillas”. A uno que le preguntaba como hacer para lograr convertir a alguna persona en cada sermón, le dijo: “¿Y es que Ud. espera convertir en cada sermón a alguna persona?”. “No, ¡eso no!”, respondió el otro. “Pues por eso es que no los convierte”, le dijo el santo, “porque para poder obtener conversiones hay que tener fe en que sí se conseguirán conversiones. ¡La fe mueve montañas!.”

A otro que le preguntaba cuál era la principal cualidad para poder llegar a ser un buen predicador, le respondió: “La principal cualidad es: ¡amar mucho a Dios!”. Pidió viajar de misionero a América del sur, pero su amigo el Arzobispo de Granada le dijo: “Aquí en España también hay muchos a quienes misionar y evangelizar. ¡Quédese predicando entre nosotros!”. Le obedeció y se dedicó a predicar por Andalucía, por todo el sur de España. Y las conversiones que conseguía eran asombrosas. Su predicación era fuerte. No prometía vida en paz a quienes querían vivir en paz con sus pecados, pero animaba enormemente a todos los que deseaban salir de su anterior vida de pecado. Un gran número de sacerdotes le seguía para ayudarle a confesar y colaborarle en la catequesis de los niños y en la administración de los sacramentos. Ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos acudían con gusto a escucharle.

Dios le concedió a San Juan de Avila la cualidad especialísima de ejercer un gran ascendiente sobre los sacerdotes. Por eso el Sumo Pontífice lo ha nombrado “Patrono de los sacerdotes españoles”. Bastaba con que lo vieran celebrar misa o le oyeran un sermón para que los sacerdotes quedaran muy agradablemente impresionados de su modo de obrar y predicar. Y después en sus sermones, ellos estaban allá entre el público oyéndole con gran atención. El sabio escritor Fray Luis de Granada se colocaba cerca de él, lápiz en mano, e iba escribiendo sus sermones. De cada sermón del santo, sacaba el material para predicar luego diez sermones. Los sacerdotes decían que el Padre Juan de Avila predicaba como si estuviera oyendo al mismo Dios.

Fue reuniendo grupos de sacerdotes y por medio de hacerles meditar en la Pasión de Jesucristo y en la Eucaristía y de rezar y recibir los sacramentos, los iba enfervorizando y después los enviaba a predicar. Y los frutos que conseguía eran inmenoss. Unos 30 de esos sacerdotes se hicieron después Jesuitas. Otros colaboraron con la reforma que San Juan de la Cruz y Santa Teresa hicieron de los padres Carmelitas y muchos más llenaron de buenas obras las parroquias con su gran fervor.

Un día en Granada, mientras San Juan de Avila pronunciaba un gran sermón, de pronto se oyó en el templo un grito fortísimo. Era San Juan de Dios que había sido antes militar y comerciante y que ahora se convertía y empezaba una vida de santidad admirable. En adelante San Juan de Dios tendrá siempre como consejero al Padre Juan de Avila, a quien atribuirá su conversión.

Los enemigos y envidiosos lo acusaron de que su predicación era demasiado miedosa y de que se proponía hacer que las gentes fueran demasiado espirituales. Y el santo fue llevado a la cárcel y allí estuvo de 1532 a 1533. Aprovechó su prisión para meditar más y crecer en santidad. Cuando se le reconoció su inocencia y fue sacado de la prisión el pueblo lo ovacionó como a un héroe.

A muchas personas les dio dirección espiritual por medio de cartas. Después reunió una colección de esas cartas y las publicó con el título de “Oye hija” y fue un libro muy afamado y que hizo gran bien a los lectores.

Su devoción a la Virgen era tan grande que lo hacía exclamar: “Más preferiría vivir sin piel, que vivir sin devoción a la Virgen María”. Fundó más de diez colegios y ayudaba mucho a las universidades católicas. Su autoridad y su ascendiente eran muy grandes en todas partes.

Sus últimos 17 años fueron de enormes sufrimientos por su salud que era muy deficiente. En él se cumplía aquello que dijo Jesús: “Mi Padre, al árbol que más quiere, más lo poda, para que produzca mayor fruto”. Pero aunque sus padecimientos eran muy intensos, no por eso dejaba de recorrer ciudades y pueblos predicando, confesando, dando dirección espiritual y edificando a todos con su vida de gran santidad. Tres temas le llamaban mucho la atención para predicar: la Eucaristía, el Espíritu Santo y la Virgen María.

Una de sus cualidades más admirables era su gran humildad. A pesar de sus brillantes éxitos apostólicos, siempre se creía un pobre y miserable pecador. Cuando estaba agonizante vio que un sacerdote lo trataba con muy grande veneración y le dijo: “Padre, tráteme como a un miserable pecador, porque eso es lo que he sido y nada más”.

Cuando en su última enfermedad los dolores arreciaban, apretaba el crucifijo entre sus manos y exclamaba: “Dios mío, si sí te parece bien que suceda, está bien, ¡está muy bien!”. El 10 de mayo del año 1569, diciendo “Jesús y María” murió santamente. Fue beatificado en 1894 y el Papa Pablo VI lo declaró santo en 1970.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Juan_de_Avila_5_10.htm)

10 mayo, 2022

Beato Iván Merz

 

 

 

Nació en Banja Luka el 16 de diciembre de 1896, en la Bosnia ocupada por el imperio austro-húngaro, en una familia liberal; fue bautizado el 2 de febrero de 1897. En el ambiente multi-étnico y multi-religioso de su ciudad natal realizó sus estudios de primaria y secundaria, que terminó cuando en Sarajevo era asesinado el príncipe heredero Francisco Fernando (28 de junio de 1914). Por voluntad de sus padres, y no suya, entró en la Academia militar de Wiener Noustadt, que abandonó después de tres meses, molesto por la corrupción del ambiente. En 1915 inició los estudios en la universidad de Viena, aspirando a ser profesor, para poder dedicarse a la instrucción y educación de los jóvenes en Bosnia, siguiendo el ejemplo de su profesor Ljubomir Marakovic, hacia el que sentía una profunda gratitud por haberle ayudado a descubrir las riquezas del catolicismo.

En marzo de 1916 tuvo que enrolarse en el ejército. Fue enviado al frente italiano, donde pasó la mayor parte de los años 1917 y 1918. Al concluir la primera guerra mundial se encontraba en Banja Luka, donde vivió el cambio político y el nacimiento del nuevo Estado yugoslavo. La experiencia de la guerra le hizo madurar espiritualmente, pues, impresionado por los horrores de los que fue testigo, poniéndose en las manos de Dios, se propuso tender con todas sus fuerzas a la perfección cristiana.

Se puede seguir su desarrollo espiritual gracias a su diario íntimo, que comenzó a escribir durante sus estudios de secundaria y prosiguió en el ejército, en el frente y durante los estudios universitarios. En él se aprecia que su santidad no fue fácil, que tuvo que luchar mucho por su ideal.

Lo atormentaba el problema del amor y luego el del dolor y la muerte, que resolvía a la luz de la fe.

«No tengo la santa Eucaristía -escribe el 9 de septiembre de 1917-. Vivo aquí como un pagano o una fiera, como si el Agnus no fuera ya el centro del cosmos, como si no existiera para nada. Dios Consolador, ven a compenetrar mi naturaleza con átomos de eternidad, para que, más semejante a ti, comprenda el curso de mi existencia».

El 5 de febrero de 1918, estando en el frente de batalla, escribió en su diario: «Nunca olvidarse de Dios. Desear siempre unirse a él. Cada día, preferentemente al alba, dedicarse a la meditación, a la oración, tal vez cerca de la Eucaristía o durante la santa misa. En esos momentos se han de hacer los proyectos para la jornada que comienza, se examinan los propios defectos, y se pide la gracia para superar todas las debilidades. Sería terrible que esta guerra no me produjera ningún efecto positivo… Debo comenzar una vida regenerada con el espíritu del nuevo conocimiento del catolicismo. Confío sólo en la ayuda del Señor, porque el hombre no puede hacer nada por sí mismo».

Después de la primera guerra mundial prosiguió sus estudios de filosofía en Viena (1919-1920); luego se trasladó a París, donde estudió en la Sorbona y el Instituto Católico (1920-1922). Con su tesis sobre «la influencia de la liturgia en los escritores franceses desde Chateaubriand hasta nuestros días», obtuvo el doctorado en filosofía en la universidad de Zagreb (1923). Durante el resto de su breve vida fue profesor de lengua y literatura francesa y alemana en el Instituto arzobispal de Zagreb, realizando con entrega ejemplar sus deberes de estado.

Colaboró como apóstol de los jóvenes, primero en la Liga de los jóvenes católicos croatas, y luego en la Liga croata de las Águilas, que impulsó y con la que inauguró en Croacia la Acción católica promovida por el Papa Pío XI. Según él, la Organización debía contribuir ante todo a formar una élite de apóstoles de la santidad. Con ese fin debía servir también para la renovación litúrgica, de la que fue uno de los primeros promotores en Croacia, anticipando cuatro décadas las directrices del concilio ecuménico Vaticano II en esa materia.

En su trabajo no le faltaron incomprensiones y dificultades de diversos tipos, que afrontaba con una serenidad admirable, fruto de su continua unión con Dios en la oración. En opinión de quienes lo conocían bien, «con su mente y su corazón se hallaba inmerso en lo sobrenatural».

Convencido de que el medio más eficaz para la salvación de las almas es el sufrimiento ofrecido al Señor, ofrecía sus penas físicas y morales para obtener la bendición de sus actividades apostólicas, y, ya cerca de su muerte, ofreció también su joven vida por sus Águilas. Murió en Zagreb el 10 de mayo de 1928, a los 32 años de edad, con fama de santidad.

Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II, el 22 de junio del 2003 durante su visita apostólica a Bosnia y Herzegovina.

(https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=414)

09 mayo, 2022

Santa Luisa de Marillac


 

¡Oh!; Santa Luisa de Marillac, vos, sois la hija del Dios
de la Vida, su amada santa, y que, desde pequeña ansiabais
haceros religiosa. Un sacerdote santo os dijo: “Probablemente,
Nuestro Señor te ha destinado a formar un hogar”. Y no se
equivocó. Vuestros biógrafos dicen de vos así: “Luisa fue
un modelo de esposa. Con su bondad y amabilidad logró
transformar a su esposo que era duro y violento, y hasta
obtuvo que en su casa todos rezaran en común las oraciones
de cada día”. Al viuda quedar, dijisteis: “Ya he servido
bastante tiempo al mundo, ahora me dedicaré totalmente
a servir a Dios”. Y, así fue, pues jamás cometisteis ningún
mortal pecado en toda vuestra vida y San Francisco de Sales
y San Vicente de Paúl, así lo confirman. Con el segundo,
trabajasteis por treinta años, siendo vos, su fiel discípula
y servidora. “Vaya en nombre del Señor. Que Dios la acompañe.
Que Él, sea su fuerza en el trabajo y su consuelo en las
dificultades”. Os, dijo él. A los enfermos visitabais,
instruías a los ignorantes y repartíais ayuda a los pobres
con entusiasmo, bondad y alegría. Un día, votos de pobreza,
castidad y obediencia hicisteis con cuatro amigas, naciendo
así, la famosa y mentada comunidad femenina de las “Hermanas
Vicentinas, Hijas de la Caridad”. Y, San Vicente, os hizo
este reglamento: “Por monasterio tendrán las casas de los
enfermos. Por habitación una pieza arrendada. Por claustro
tendrán las calles donde hay pobres que socorrer. Su límite
de acción será la obediencia. Puerta y muro de defensa será
el temor de ofender a Dios. El velo protector será la modestia
o castidad”. Y, así, reunísteis a mendigos y los pusisteis
a trabajar. Las mujeres hilaban y cosían, los hombres hacían
manualidades, hasta lograr convertirse en personas útiles,
pues la alegría, el trabajo y Dios, reinaban en aquél asilo.
Los enfermos mentales, recibían de vos, mucho amor, alimentación
y medicinas adecuadas, logrando su recuperación. San Vicente,
no pudo asistiros en la hora de la muerte, pues él, enfermo
se hallaba, pero, os envió una nota que decía así: “Usted se
va adelante hacia la eternidad. Pero yo la seguiré muy pronto,
y nos volveremos a ver en el cielo”. Y así sucedió. Y, luego,
voló vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona
de luz, como premio a vuestra entrega de amor y fe. Santa
Patrona de los Asistentes Sociales de todo el orbe de la tierra;
¡oh!; Santa Luisa de Marillac, “vivo Amor de Cristo Vivo y Eterno”.

© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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09 Mayo

Santa Luisa de Marillac
Fundadora de las Hermanas Vicentinas
(año 1660)

Nació en Francia el 12 de Agosto de 1591. Huérfana a los 14 años, sintió un fuerte deseo de hacerse religiosa, pero por su delicada salud, y su débil constitución no fue admitida. Un sacerdote le dijo: “Probablemente, Nuestro Señor te ha destinado a formar un hogar”. Se casó entonces con Antonio Le Grass, secretario de la reina de Francia, María de Médicis.

Dicen sus biógrafos: “Luisa fue un modelo de esposa. Con su bondad y amabilidad logró transformar a su esposo que era duro y violento, y hasta obtuvo que en su casa todos rezaran en común las oraciones de cada día”.

Dios le concedió un hijo, al cuál amó de tal manera que San Vicente le escribió diciéndole: “Jamás he visto una madre tan madre como usted”.

Y en otra carta le dice el santo: “Que felicidad nos debe traer el pensar que somos hijos de Dios. Pues Nuestro Señor nos ama con afecto muchísimo más grande que el que Usted le tiene a su hijo. Y eso que yo no he visto en ninguna otra madre un amor tan grande por el propio hijo, como el que Usted tiene hacia el suyo”.

A los 34 años queda viuda y entonces decide hacerse religiosa. “Ya he servido bastante tiempo al mundo, ahora me dedicaré totalmente a servir a Dios”. Claro está que en la vida “mundana” que había tenido se había comportado tan sumamente bien que los que la conocieron están de acuerdo en afirmar que lo más probable es que ella no cometió ni siquiera un solo pecado mortal en toda su vida.

Esta santa mujer tuvo la dicha inmensa de tener como directores espirituales a dos santos muy famosos y extraordinariamente guías de almas: San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl. Con San Francisco de Sales tuvo frecuentes conversaciones espirituales en París en 1618 (tres años antes de la muerte del santo) y con San Vicente de Paúl trabajó por treinta años, siendo su más fiel y perfecta discípula y servidora.

San Vicente de Paúl había fundado grupos de mujeres que se dedicaban a ayudar a los pobres, atender a los enfermos e instruir a los ignorantes. Estos grupos de caridad existían en los numerosos sitios en donde San Vicente había predicado misiones, pero sucedía que cuando el santo se alejaba los grupos disminuían su fervor y su entusiasmo. Se necesitaba alguien que los coordinara y los animara. Y esa persona providencial iba a ser Santa Luisa de Marillac.

Cuando Luisa se ofreció para coordinar y dirigir los grupos de caridad, el santo se entusiasmó y le escribió diciendo: “Vaya en nombre del Señor. Que Dios la acompañe. Que El sea su fuerza en el trabajo y su consuelo en las dificultades”.

En aquellos tiempos los viajes eran muy penosos y peligrosos. Los caminos eran largos, las comidas malas, y los alojamientos incómodos. La santa tenía una constitución muy débil, pero San Vicente exclamaba: “Su salud es poca, sus tribulaciones son muchas y su actividad es infatigable. Pero sólo Dios sabe la fuerza de ánimo y de voluntad que esta mujer tiene”.

Dicen sus biógrafos que Luisa recorría el país visitando las asociaciones de caridad y que levaba siempre gran cantidad de ropas y medicinas para regalar y que casi todo lo compraba con dinero que ella misma por sus propios esfuerzos había conseguido.

Apenas llegaba al lugar, reunía a las mujeres de la asociación de la caridad, les recordaba los deberes y virtudes que debían cumplir quienes formaban parte de aquella asociación, las entusiasmaba con sus recomendaciones y se esforzaba por conseguir nuevas socias. Ella misma visitaba a los enfermos e instruía a los ignorantes y repartía ayuda a los pobres, y esto lo hacía con tal entusiasmo y tan grande bondad, que cuando marchaba de ahí, quedaba todo renovado y rejuvenecido.

La familia Marillac, que ocupaba altos puestos en el gobierno, cayó en desgracia del rey Luis Trece y uno fue condenado a muerte y otros fueron a la cárcel. Luisa, aunque sufría mucho a causa de esto, no permitía que nadie hablara mal en su presencia contra el rey, y su primer ministro Richelieu que tanto los habían hecho padecer.

En 1633, el 25 de marzo, las primeras cuatro jóvenes hacen votos de pobreza, castidad y obediencia, bajo la dirección de Luisa, Así nació la más grande comunidad femenina que existe, las Hermanas Vicentinas, Hijas de la Caridad.

San Vicente les hizo este reglamento: “Por monasterio tendrán las casas de los enfermos. Por habitación una pieza arrendada. Por claustro tendrán las calles donde hay pobres que socorrer. Su límite de acción será la obediencia. Puerta y muro de defensa será el temor de ofender a Dios. El velo protector será la modestia o castidad”

En aquellos años de 1633, Francia estaba pasando por una situación dificilísima de guerras, miseria, ignorancia y abandono. Fue entonces cuando guiadas por el incansable San Vicente de Paúl, las Hijas de la Caridad se dedicaron a colaborar en todos los frentes posibles, para socorrer a los más necesitados.

Santa Luisa consiguió una casa grande y allí reunía a los pordioseros y los ponía a trabajar. Las mujeres a hilar y a coser y los hombres a hacer diversas obras manuales. Así los fue transformando en personas útiles a la sociedad. La alegría y el trabajo reinaban en aquel inmenso asilo ocupado por la mayoría de los mendigos de París. Y las Vicentinas los atendían con exquisita caridad.

Consiguió otra casa y allí recogía a los locos o enfermos mentales, y a base de una buena alimentación y de medicinas y de mucho cariño, con sus religiosas los atendía esmeradísimamente, y lograba en muchísimos casos su recuperación.

En 1655, el Arzobispado de París le concede la aprobación a la Nueva Comunidad. Y San Vicente reúne a sus religiosas y les dice: “De hoy en adelante llevarán siempre el nombre de Hijas de la Caridad. Conserven este título que es el más hermoso que puedan tener”.

De Santa Luisa se puede decir lo que Fray Luis de León dijo acerca de Santa Teresa: “Para conocer cómo era su personalidad, basta conocer cómo fueron las religiosas que ella formó y las obras que escribió“. Las religiosas formadas por Luisa fueron personas dedicadas con cuerpo y alma y por toda la vida a las obras de la caridad y de apostolado. Y sus escritos causan asombro al considerar de dónde sacó tiempo para escribir centenares de cartas con consejos muy prácticos y provechosos, y para resumir las numerosas conferencias que dictaba San Vicente, copiarlas y hacerlas circular, y para hacer extractos de las meditaciones y de los Retiros Espirituales que predicaba el Santo, y formar así tres volúmenes de 1,500 páginas. Y todo esto en medio de una actividad asombrosa en favor de los enfermos, mendigos e ignorantes.

Trece años antes de que ella muriera, dijo San Vicente: “La hermana Luisa, por su debilidad y agotamiento debería haber muerto hace diez años. Al verla, parece que hubiera salido de una tumba: tan débil está su cuerpo y tan pálido su rostro. Pero sin embargo, trabaja y trabaja sin dejarse vencer por el cansancio”.

San Vicente no pudo asistir a su santa discípula en la hora de la muerte porque el se hallaba también muy enfermo pero le escribió una nota diciéndole: “Usted se va adelante hacia la eternidad. Pero yo la seguiré muy pronto, y nos volveremos a ver en el cielo”. Y así sucedió.

El 15 de Marzo de 1660, después de sufrir una dolorosa enfermedad y la gangrena de un brazo murió santamente, dejando fundada y muy extendida la más grande comunidad de religiosas. (San Vicente murió el 27 de Septiembre de ese mismo año).

Las 33,000 religiosas vicentinas o hijas de la Caridad tienen más de 3,300 casas en el mundo. En la casa donde está sepultada su fundadora, en París, allí mismo sucedieron las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa a la vicentina Santa Catalina Labouré. Las religiosas fundadas por Santa Luisa se dedican exclusivamente a obras de caridad.

El Papa Pío XI declaró santa a Luisa de Merillac en 1934, y el Sumo Pontífice Juan XXIII la declaró Patrona de los Asistentes Sociales.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Luisa_de_Marillac.htm)

08 mayo, 2022

Domingo IV (C) de Pascua

 

MIS OVEJAS ESCUCHAN MI VOZ


Texto del Evangelio (Jn 10,27-30):En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

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«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco» P. Josep LAPLANA OSB Monje de Montserrat (Montserrat, Barcelona, España)

Hoy, la mirada de Jesús sobre los hombres es la mirada del Buen Pastor, que toma bajo su responsabilidad a las ovejas que le son confiadas y se ocupa de cada una de ellas. Entre Él y ellas crea un vínculo, un instinto de conocimiento y de fidelidad: «Escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen» (Jn 10,27). La voz del Buen Pastor es siempre una llamada a seguirlo, a entrar en su círculo magnético de influencia.

Cristo nos ha ganado no solamente con su ejemplo y con su doctrina, sino con el precio de su Sangre. Le hemos costado mucho, y por eso no quiere que nadie de los suyos se pierda. Y, con todo, la evidencia se impone: unos siguen la llamada del Buen Pastor y otros no. El anuncio del Evangelio a unos les produce rabia y a otros alegría. ¿Qué tienen unos que no tengan los otros? San Agustín, ante el misterio abismal de la elección divina, respondía: «Dios no te deja, si tú no le dejas»; no te abandonará, si tu no le abandonas. No des, por tanto, la culpa a Dios, ni a la Iglesia, ni a los otros, porque el problema de tu fidelidad es tuyo. Dios no niega a nadie su gracia, y ésta es nuestra fuerza: agarrarnos fuerte a la gracia de Dios. No es ningún mérito nuestro; simplemente, hemos sido “agraciados”.

La fe entra por el oído, por la audición de la Palabra del Señor, y el peligro más grande que tenemos es la sordera, no oír la voz del Buen Pastor, porque tenemos la cabeza llena de ruidos y de otras voces discordantes, o lo que todavía es más grave, aquello que los Ejercicios de san Ignacio dicen «hacerse el sordo», saber que Dios te llama y no darse por aludido. Aquel que se cierra a la llamada de Dios conscientemente, reiteradamente, pierde la sintonía con Jesús y perderá la alegría de ser cristiano para ir a pastar a otras pasturas que no sacian ni dan la vida eterna. Sin embargo, Él es el único que ha podido decir: «Yo les doy la vida eterna» (Jn 10,28).

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «‘El que entre por mí se salvará’, disfrutará de libertad para entrar y salir, y encontrará pastos abundantes. En efecto, entrará al abrirse a la fe; saldrá al pasar de la fe a la visión; encontrará pastos en el banquete eterno» (San Gregorio Magno)
  • «Ésta es precisamente la diferencia entre el verdadero pastor y el ladrón: para el ladrón, para los ideólogos y dictadores, las personas son sólo cosas que se poseen. Pero para el verdadero pastor, por el contrario, son seres libres en vista de alcanzar la verdad y el amor» (Benedicto XVI)
  • «La participación en la celebración común de la Eucaristía dominical es un testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Los fieles proclaman así su comunión en la fe y la caridad (…). Se reconfortan mutuamente, guiados por el Espíritu Santo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.182)

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2022-05-08)

07 mayo, 2022

Beata Madre María de San José

 

 Beata Madre María de San José

Primera Beata de Venezuela

La primera Beata venezolana: Laura Evangelista Alvarado Cardozo, la Madre María de San José. Hija de Clemente Alvarado y Margarita Cardozo, nació en Choroní, un pueblo del Estado Aragua, en Venezuela, el 25 de Abril de 1875.

Desde su infancia llevó una vida cristiana ejemplar. A los cinco años de edad se trasladó con su familia a vivir en la ciudad de Maracay, capital del mismo Estado. A los trece, se consagró al Señor cuando en su Primera Comunión el 8 de Diciembre de 1988, día de la Inmaculada Concepción de María Santísima, le hace su voto de virginidad. De aquí y hasta su muerte vivirá sólo para El, en pobreza y humilde sencillez.

En 1892, a los diecisiete años, le impusieron el santo escapulario de la Virgen del Carmen. Luego en 1893, el sacerdote Justo Vicente López Aveledo fundó la Sociedad de las Hijas de María y Laura pasa a formar parte de ella, renovando así sus primeros votos de virginidad perpetua, también un día 8 de Diciembre.

De los 18 años en adelante, asesorada por su director espiritual el Pbro. López Acevedo, comenzó a dedicarse al servicio de los más pobres. El mismo Pbro. en 1893, fundó el Hospital San José, el primero de Maracay, en beneficio de la clase desposeída y allí comenzó su labor.

Próxima a cumplir sus 24 años, Laura recibió del padre López la dirección y administración del hospital. Fundó igualmente el padre López la congregación religiosa de las Agustinas Recoletas en Venezuela entrando a formar parte de ella y a cuya cabeza ingresa Laura Evangelista en 1903 como Superiora de la comunidad, desde entonces se le llamó Madre María de San José.

Muchas fueron las obras hechas por esta congregación en el país, dirigidas por la Madre María de San José, desde orfelinatos hasta asilos de mendigos, casas maternas, hospitales, escuelas, albergues, y otras. Después de una fructífera vida de sacrificio, caridad y ferviente amor por Jesús Eucaristía, muere santamente la Madre María en Maracay el 2 de Abril de 1967, a los 92 años de edad.

Sus exequias se efectuaron con emotivas honras fúnebres, luego de permanecer sus restos tres días en capilla ardiente. Hoy, reposan en la Capilla de las Hermanas Agustinas del Hogar «Inmaculada Concepción» de Maracay donde transcurrió la mayor parte de su vida.

El proceso de su Beatificación comenzó en 1978. En 1982, ocurre la curación de la hermana Teresa Silva inválida por penosa enfermedad a quien la Madre le había profetizado su curación años antes. Este milagro, obtenido de la misma Madre, fue aprobado por decreto papal de Juan Pablo II en 1993. En 1994, es trasladado su cuerpo incorrupto al sarcófago de cristal para la veneración de sus hijas espirituales y fieles. El día 7 de Mayo de 1995 se realizó la ceremonia de su Beatificación. Los venezolanos nos sentimos realmente orgullosos de nuestra primera Beata: María de San José y oramos por su pronta Canonización.

Desde 1967 numerosas personas visitan diariamente el sepulcro de nuestra Madre María, en actitud de súplicas o de acción de gracias por continuos favores recibidos. Su fama de santidad trascendió las fronteras de la patria, lo que motivó la apertura del proceso de Beatificación por parte de las Hermanas con la asesoría del P. Eugenio Ayape (Agustino Recoleto). Se comienza entonces con la investigación y recopilación de datos, documentos y testimonios y en la publicación de varias obras de carácter histórico, más un boletín trimestral informativo. Desde el año 1982 el P. Romualdo Rodrigo se constituye Postulador de la Causa de Beatificación y Canonización de nuestra Madre fundadora, la cual se inicia en Maracay el 9 de Octubre de 1983 en celebración Eucarística presidida en la Catedral Mons. Feliciano Gonzalez, quien la declara SIERVA DE DIOS. Dicho proceso Diocesano queda clausurado el 13 de julio de 1986, trasladando toda la documentación a Roma, donde es estudiada por Consultores, Teólogos, Cardenales y Obispos con positivos resultados. El 7 de mayo del 1992, el Santo Padre promulga el decreto sobre la Heroicidad de las virtudes, por el cual nuestra Madre María recibe el título de VENERABLE, para continuar con el estudio del Milagro de curación de la Hna. Teresa Silva, atribuido a la intercesión de nuestra fundadora, el cual fue aprobado por unanimidad y fue presentado ante el Papa Juan Pablo II, quien a su vez lo aprueba formalmente mediante el decreto del 23 de diciembre de 1993. Como requisito para la Beatificación, se exhumaron los restos mortales de la VENERABLE María de San José, el 19 de enero de 1994, hallándose su cuerpo intacto. Es Beatificada por S.S. Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro en Roma el 7 de Mayo de 1995, constituyéndola así PRIMERA BEATA DE VENEZUELA.

(https://www.aciprensa.com/recursos/biografia-4614)