06 febrero, 2023

San Pablo Miki y Compañeros Mártires

 

 SANTO DEL DÍA: SAN PABLO MIKI Y SUS COMPAÑEROS, MÁRTIRES EN EL JAPÓN. –  Diócesis de Querétaro

 

¡Oh!, San Pablo Miki y compañeros mártires, vosotros,
sois los hijos del Dios de la vida, y sus amados santos,
a quienes, el mundo todo, hoy, os recuerda con vivo amor:
San Juan Goto, San Santiago Kisai, San Felipe de Jesús,
San Gonzalo García, San Francisco Blanco, San Pedro

Bautista, San Francisco de San Miguel, San Cayo Francisco;
San Francisco de Miako; San León Karasuma, y, los niños
San Luis Ibarqui, San Antonio Deyman, y San Totomaskasaky,
cuyo padre fue también martirizado, todo por amor a Cristo.
Vos, antes de partir a la eternidad dijisteis con fe
y valor extraordinario: “Llegado a este momento final de
mi existencia en la tierra, seguramente que ninguno de
ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo que
no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para
conseguir la salvación es pertenecer a la religión

cristiana, ser católico. Y como mi Señor Jesucristo me
enseñó con sus palabras y sus buenos ejemplos a perdonar
a los que nos han ofendido, yo declaro que perdono al
jefe de la nación que dio la orden de crucificarnos,
y a todos los que han contribuido a nuestro martirio,
y les recomiendo que ojalá se hagan instruir en nuestra
santa religión y se hagan bautizar”. Luego, volviendo
la mirada hacia vuestros compañeros, les dabais ánimos
y por increíble que parezca sus rostros mostraban una
alegría muy grande, de manera especial los de los niños
Luis y Antonio, quienes estaban con los ojos fijos en

el cielo, invocando los santísimos nombres de Jesús,
José y María, se pusieron a cantar los salmos que habían
aprendido en la clase de catecismo. A los demás se les
oía decir constantemente: “Jesús, José y María, os doy
el corazón y el alma mía”. Mientras varios de los que
sufrían la crucifixión aconsejaban a las gentes que
permanecieran fieles a nuestra santa religión por siempre.
Y, en la hora sublime, los verdugos sacaron sus lanzas
y las blandieron contra cada uno de los que sufrían el
martirio, poniendo fin a sus vidas mortales, creyendo

haberlos terminado también con sus santas y vivas almas.
Entonces en medio de este dantesco y desgarrador cuadro,
se oyó decir a viva voz: ¡Jesús, José y María! ¡Jesús,
José y María! Y, así volaron volaron vuestras almas que
luego fueron coronadas con coronas de gloria y eternidad;
¡oh!, San Pablo Miki y compañeros, “vivos mártires de Cristo.”

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado


6 de febrero
Los Mártires del Japón
San Pablo Miki y Compañeros Mártires

“Llegado a este momento final de mi existencia en la tierra, seguramente que ninguno de ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo que no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para conseguir la salvación es pertenecer a la religión cristiana, ser católico”. (R. P. San Pablo Miki)

Fueron 26, martirizados el mismo día, 5 de febrero del año 1597. En el año 1549 San Francisco Javier llegó al Japón y convirtió a muchos paganos.

Ya en el año 1597 eran varios los miles de cristianos en aquel país. Y llegó al gobierno un emperador sumamente cruel y vicioso, el cual ordenó que todos los misioneros católicos debían abandonar el Japón en el término de seis meses. Pero los misioneros, en vez de huir del país, lo que hicieron fue esconderse, para poder seguir ayudando a los cristianos. Fueron descubiertos y martirizados brutalmente. Los que murieron en este día en Nagasaki fueron 26. Tres jesuitas, seis franciscanos y 16 laicos católicos japoneses, que eran catequistas y se habían hecho terciarios franciscanos.

Los mártires jesuitas fueron:

San Pablo Miki, un japonés de familia de la alta clase social, hijo de un capitán del ejército y muy buen predicador: San Juan Goto y Santiago Kisai, dos hermanos coadjutores jesuitas. Los franciscanos eran: San Felipe de Jesús, un mexicano que había ido a misionar al Asia. San Gonzalo García que era de la India, San Francisco Blanco, San Pedro Bautista, superior de los franciscanos en el Japón y San Francisco de San Miguel.

Entre los laicos estaban:

Un soldado: San Cayo Francisco; un médico: San Francisco de Miako; un Coreano: San Leon Karasuma, y tres muchachos de trece años que ayudaban a misa a los sacerdotes: los niños: San Luis Ibarqui, San Antonio Deyman, y San Totomaskasaky, cuyo padre fue también martirizado.

A los 26 católicos les cortaron la oreja izquierda, y así ensangrentados fueron llevados en pleno invierno a pie, de pueblo en pueblo, durante un mes, para escarmentar y atemorizar a todos los que quisieran hacerse cristianos.

Al llegar a Nagasaki les permitieron confesarse con los sacerdotes, y luego los crucificaron, atándolos a las cruces con cuerdas y cadenas en piernas y brazos y sujetándolos al madero con una argolla de hierro al cuello. Entre una cruz y otra había la distancia de un metro y medio.

La Iglesia Católica los declaró santos en 1862

Testigos de su martirio y de su muerte lo relatan de la siguiente manera: “Una vez crucificados, era admirable ver el fervor y la paciencia de todos. Los sacerdotes animaban a los demás a sufrir todo por amor a Jesucristo y la salvación de las almas. El Padre Pedro estaba inmóvil, con los ojos fijos en el cielo. El hermano Martín cantaba salmos, en acción de gracias a la bondad de Dios, y entre frase y frase iba repitiendo aquella oración del salmo 30: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. El hermano Gonzalo rezaba fervorosamente el Padre Nuestro y el Avemaría”.

Al Padre Pablo Miki le parecía que aquella cruz era el púlpito o sitio para predicar más honroso que le habían conseguido, y empezó a decir a todos los presentes (cristianos y curiosos) que él era japonés, que pertenecía a la compañía de Jesús, o sociedad de los Padres jesuitas, que moría por haber predicado el evangelio y que le daba gracias a Dios por haberle concedido el honor tan enorme de poder morir por propagar la verdadera religión de Dios. A continuación añadió las siguientes palabras:

“Llegado a este momento final de mi existencia en la tierra, seguramente que ninguno de ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo que no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para conseguir la salvación es pertenecer a la religión cristiana, ser católico. Y como mi Señor Jesucristo me enseñó con sus palabras y sus buenos ejemplos a perdonar a los que nos han ofendido, yo declaro que perdono al jefe de la nación que dio la orden de crucificarnos, y a todos los que han contribuido a nuestro martirio, y les recomiendo que ojalá se hagan instruir en nuestra santa religión y se hagan bautizar”.

Luego, vueltos los ojos hacia sus compañeros, empezó a darles ánimos en aquella lucha decisiva; en el rostro de todos se veía una alegría muy grande, especialmente en el del niño Luis; éste, al gritarle otro cristiano que pronto estaría en el Paraíso, atrajo hacia sí las miradas de todos por el gesto lleno de gozo que hizo. El niño Antonio, que estaba al lado de Luis, con los ojos fijos en el cielo, después de haber invocado los santísimos nombres de Jesús, José y María, se puso a cantar los salmos que había aprendido en la clase de catecismo. A otros se les oía decir continuamente: “Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía”. Varios de los crucificados aconsejaban a las gentes allí presentes que permanecieran fieles a nuestra santa religión por siempre.

Luego los verdugos sacaron sus lanzas y asestaron a cada uno de los crucificados dos lanzazos, con lo que en unos momentos pusieron fin a sus vidas.

El pueblo cristiano horrorizado gritaba: ¡Jesús, José y María!

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Pablo_Miki.htm)

05 febrero, 2023

Domingo V (A) del tiempo ordinario

 Puede ser una imagen de 3 personas y personas de pie

 

Texto del Evangelio (Mt 5,13-16): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».

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«Vosotros sois la luz del mundo» Rev. D. Josep FONT i Gallart (Getafe, España)

Hoy, el Evangelio nos hace una gran llamada a ser testimonios de Cristo. Y nos invita a serlo de dos maneras, aparentemente, contradictorias: como la sal y como la luz.

La sal no se ve, pero se nota; se hace gustar, paladear. Hay muchas personas que “no se dejan ver”, porque son como “hormiguitas” que no paran de trabajar y de hacer el bien. A su lado se puede paladear la paz, la serenidad, la alegría. Tienen —como está de moda decir hoy— “buenas radiaciones”.

La luz no se puede esconder. Hay personas que “se las ve de lejos”: Santa Teresa de Calcuta, el Papa, el Párroco de un pueblo. Ocupan puestos importantes por su liderazgo natural o por su ministerio concreto. Están “encima del candelero”. Como dice el Evangelio de hoy, «en la cima de un monte» o en «el candelero» (cf. Mt 5,14.15).

Todos estamos llamados a ser sal y luz. Jesús mismo fue “sal” durante treinta años de vida oculta en Nazaret. Dicen que san Luis Gonzaga, mientras jugaba, al preguntarle qué haría si supiera que al cabo de pocos momentos habría de morir, contestó: «Continuaría jugando». Continuaría haciendo la vida normal de cada día, haciendo la vida agradable a los compañeros de juego.

A veces estamos llamados a ser luz. Lo somos de una manera clara cuando profesamos nuestra fe en momentos difíciles. Los mártires son grandes lumbreras. Y hoy, según en qué ambiente, el solo hecho de ir a misa ya es motivo de burlas. Ir a misa ya es ser “luz”. Y la luz siempre se ve; aunque sea muy pequeña. Una lucecita puede cambiar una noche.

Pidamos los unos por los otros al Señor para que sepamos ser siempre sal. Y sepamos ser luz cuando sea necesario serlo. Que nuestro obrar de cada día sea de tal manera que viendo nuestras buenas obras la gente glorifique al Padre del cielo (cf. Mt 5,16).

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «De nuevo se refiere al mundo, al orbe entero; luz que hay que entenderla en sentido espiritual. Con estas palabras, insiste el Señor en la perfección de vida que han de llevar sus discípulos» (San Juan Crisóstomo)
  • «Vosotros, que habéis acogido en vuestro corazón el mensaje salvador de Cristo, sois, pues, sal de la tierra porque habéis de contribuir a evitar que la vida del hombre se deteriore o que se corrompa persiguiendo los falsos valores» (San Juan Pablo II)
  • «La fidelidad de los bautizados es una condición primordial para el anuncio del Evangelio y para la misión de la Iglesia en el mundo. Para manifestar ante los hombres su fuerza de verdad y de irradiación, el mensaje de la salvación debe ser autentificado por el testimonio de vida de los cristianos (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.044)

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2023-02-05)

04 febrero, 2023

Santa Catalina de Ricci, Mística que cargó al Niño Jesús y recibió los estigmas


 

¡Oh! Santa Catalina de Ricci, vos sois la hija del dios de la Vida
y su amada santa, que recibisteis los estigmas de Nuestro Señor
Jesucristo. Mística y taumaturga que erais, formasteis parte de la
renovación espiritual de la Iglesia Católica en tiempos de la reforma
a consecuencia del Concilio de Trento. Muy niña iniciasteis vuestra
formación, bajo la mirada atenta de la abadesa, vuestra tía Luisa,
siendo tocada por el misterio de la Pasión de Cristo y luego de ser
admitida en dicha comunidad, recibisteis el hábito de manos de
vuestro tío Timoteo, confesor del monasterio. Vuestros años del
noviciado, fueron difíciles, pero vos recibisteis arrebatos
místicos del cielo. Vuestras hermanas creían que andabais descuidada
o que vos, os quedabais dormida en el coro, cuando en realidad
estabais en éxtasis. Felizmente vuestra perseverancia y sencillez
en la oración contribuyeron a que vos, lograseis comprensión de
parte de vuestras hermanas. Cuando os desempeñabais como superiora
de vuestra comunidad, mostrasteis ser una mujer de profunda oración,
y gran administradora. Vuestra vida, estuvo señalada por las visiones
y encuentros místicos, tantos que hasta llegasteis a tener al Niño
Jesús en vuestras manos, al que atendíais con solícitos cuidados.
En otras ocasiones Jesús, se os presentaba como adulto y os permitía
que lo acompañaseis en su Pasión. A vos, se os reveló el dolor que
tuvo la Virgen María, mientras acompañaba a Jesús moribundo. Dios
os concedió estas gracias extraordinarias para provecho de vuestra
alma y de quienes, a través vuestro, quisiesen conocer y amar más
a Cristo sufriente. Por vuestro sólo deseo de anhelar acercarse al
misterio de la Pasión del Señor, os hizo sangrar espontáneamente
y llevar los estigmas. En los momentos más sublimes de oración
profunda, aparecía en uno de vuestros dedos un anillo de coral como
signo de vuestro matrimonio espiritual con Cristo. San Felipe Neri,
con quien mantuvisteis correspondencia por años, dio testimonio de
que vos, os aparecisteis cuando a ambos los separaban miles de
kilómetros. Vos, vivisteis en una época de grandes santos y de
profunda renovación. Entre vuestros contemporáneos se encuentran,
además de San Felipe Neri, San Carlos Borromeo y Santa Maria Magdalena
de Pazzi. Y así, y luego de haber gastado vuestra vida en buena lid,
voló vuestra alma al cielo, para coronada ser de luz como premio
justo a vuestra entrega de amor y fe. «Santa de los estigmas de Cristo»;
¡Oh! Santa Catalina de Ricci, «viva estigmatizada del Dios Vivo y eterno».

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado


04 de Febrero
Santa Catalina de Ricci
Mística que cargó al Niño Jesús y recibió los estigmas

Cada 4 de febrero la Iglesia recuerda a Santa Catalina de Ricci, dominica italiana que recibió los estigmas de Cristo. Catalina es una de las más importantes místicas del siglo XVI, conocida por los milagros que obró en vida y por haber sido parte de la renovación espiritual de la Iglesia Católica en tiempos de la reforma decretada por el Concilio de Trento.

La Pasión de Cristo

Alessandra Lucrezia Romola de Ricci -nombre de pila de Catalina- nació en Florencia el 23 de abril de 1522. Sus padres, Pier Francesco de Ricci y Caterina Bonza, formaban parte de las familias acaudaladas de la ciudad. Entre los seis y siete años, Catalina inició su formación, a cargo de las monjas del monasterio benedictino de Monticelli -cuya abadesa era su tía, Luisa de Ricci-.

Desde pequeña Catalina se mostró como una persona de gran devoción, especialmente tocada por el misterio de la Pasión de Cristo. A los doce años, en 1534, permaneció unos días con las hermanas del convento de San Vicente en Prato, localidad cercana a Florencia. Allí quedó impactada por el estilo de vida de estricta observancia que se vivía. En 1535 pidió ser admitida en dicha comunidad y recibió el hábito de manos de su tío, Timoteo de Ricci, confesor del monasterio. San Vicente (Prato, Toscana) era un convento de clausura habitado por religiosas pertenecientes a la Tercera Orden de Santo Domingo. Al año siguiente profesó los votos solemnes. Allí cambió el nombre de Alessandra por el de Catalina, en honor a su santa patrona, Santa Catalina de Siena.

Mística y administradora

Los años del noviciado fueron especialmente difíciles para Catalina. Durante este periodo se acentuaron los arrebatos místicos, muchas veces en el tiempo regular de oración o del servicio doméstico, por lo que surgieron sospechas sobre su idoneidad para la vida religiosa. Sus hermanas creían que andaba con descuido o se quedaba dormida en el coro, cuando en realidad estaba en éxtasis. Gracias a Dios, su sencillez y dedicación a la oración contribuyeron a que la jovencita persevere y sus hermanas la comprendan.

Para cuando cumplió los 30 años, Catalina ya se desempeñaba como superiora de la comunidad, cargo que ocupó hasta el final de sus días. Siendo mujer de profunda oración, también fue una gran administradora.

Esta etapa de su vida estuvo marcada por las visiones y encuentros místicos. Catalina sostuvo en sus brazos a Jesús Niño, que se le aparecía y recibía sus cuidados. En otras oportunidades Jesús se le presentaba como adulto y permitía que lo acompañase en los distintos momentos de su Pasión. A Catalina también le fue revelado el dolor que tuvo la Virgen María mientras acompañaba a su Hijo moribundo.

Dios le concedió estas gracias extraordinarias para provecho de su alma y de quienes, a través suyo, también querían conocer y amar más a Cristo sufriente.

Compartiendo los dolores de Cristo y su Madre

El anhelo afectivo por acercarse al misterio de la Pasión del Señor la hizo sangrar espontáneamente y llevar los estigmas. En momentos de oración profunda aparecía en uno de sus dedos un anillo de coral como signo de su matrimonio espiritual con Cristo.

San Felipe Neri, que mantuvo correspondencia con la santa por años, dio testimonio de que ella se le apareció, cuando a ambos los separaban miles de kilómetros.

Santa Catalina de Ricci vivió una época de grandes santos y de profunda renovación. Entre sus contemporáneos se encuentran, además de San Felipe Neri, San Carlos Borromeo y Santa Maria Magdalena de Pazzi.

Falleció el 2 de febrero de 1590 después de una larga y dolorosa enfermedad, a la edad de 68 años. Fue beatificada en 1732 por el Papa Clemente XII y canonizada por el Papa Benedicto XIV en 1746.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-de-santa-catalina-de-ricci-religiosa-que-llevo-las-llagas-de-cristo-62126)

03 febrero, 2023

San Blas, Obispo de Sebaste y Patrono de enfermedades de la garganta y de los laringólogos

 


 

¡Oh!, San Blas de Sebaste, vos sois el hijo del Dios de la Vida,
su obispo, su amado santo y mártir, que honor hicisteis
al significado de vuestro nombre: “arma de la divinidad”.
Vos, que, excelente médico erais, y aprovechasteis de
ello para evangelizar a las gentes de vuestro tiempo.
Por vuestra gran santidad el pueblo os eligió como su
Obispo, y cuando la persecución de Diocleciano estalló,
os fuisteis a la montaña, y desde allí con amor dirigíais
y animabais a todos los cristianos perseguidos. Por la
noche bajabais a escondidas hacia la ciudad a ayudarlos,
socorrerlos y brindarles vuestro consuelo a los que estaban
en las cárceles sufriendo y privados de su libertad con
la Sagrada Eucaristía. Curabais a las fieras sus heridas,
y ellas venían en cantidad a visitaros cariñosamente.
Y, todo ello, más tarde, causa fue de que os tomaran preso.
El gobernador en su intento vano de que vos apostataseis
os ofreció muchos premios, que vos, rechazasteis, pues
respondisteis que, amigo de Jesús y de su santa religión
erais y que, lo seríais hasta el fin de vuestra santa vida.
Ante esta respuesta, os sometieron a torturas, las cuales
y sin proferir queja alguna, resististeis y sin dejar de
proclamar vuestro puro amor hacia Dios, os cortaron la
cabeza, y con ello, vuestra vida corpórea pero, nunca jamás
vuestra alma, que voló al cielo para coronada ser con corona
de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor y fe.
Hasta hoy, en muchos rincones de la tierra se escucha decir:
“Por intercesión de San Blas, te libre Dios de los males
de garganta”. Y, cuando los niños se enferman de ese mal, las
mamás dicen:“¡San Blas bendito, que se ahoga el angelito!”.
Pero, hoy, interceded para ser curados de aquella “enfermedad
espiritual de la garganta” que nos hace hablar de todo lo que
no se debe y en sentir miedo de hacerlo en contra de nuestra
santa religión y de nuestro maravilloso y Redentor, Jesucristo;
¡oh!, San Blas, “vivo amor del Dios de la Vida y del Amor”

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado


3 de Febrero
San Blas
(año 316)

Blas significa: “arma de la divinidad”.(año 316)
San Blas fue obispo de Sebaste, Armenia (al sur de Rusia).

Al principio ejercía la medicina, y aprovechaba de la gran influencia que le daba su calidad de excelente médico, para hablarles a sus pacientes en favor de Jesucristo y de su santa religión, y conseguir así muchos adeptos para el cristianismo. Al conocer su gran santidad, el pueblo lo eligió obispo. Cuando estalló la persecución de Diocleciano, se fue San Blas a esconderse en una cueva de la montaña, y desde allí dirigía y animaba a los cristianos perseguidos y por la noche bajaba a escondidas a la ciudad a ayudarles y a socorrer y consolar a los que estaban en las cárceles, y a llevarles la Sagrada Eucaristía.

Cuenta la tradición que a la cueva donde estaba escondido el santo, llegaban las fieras heridas o enfermas y él las curaba. Y que estos animales venían en gran cantidad a visitarlo cariñosamente. Pero un día él vio que por la cuesta arriba llegaban los cazadores del gobierno y entonces espantó a las fieras y las alejó y así las libró de ser víctimas de la cacería.

Entonces los cazadores, en venganza, se lo llevaron preso. Su llegada a la ciudad fue una verdadera apoteosis, o paseo triunfal, pues todas las gentes, aun las que no pertenecían a nuestra religión, salieron a aclamarlo como un verdadero santo y un gran benefactor y amigo de todos.

El gobernador le ofreció muchos regalos y ventajas temporales si dejaba la religión de Jesucristo y si se pasaba a la religión pagana, pero San Blas proclamó que él sería amigo de Jesús y de su santa religión hasta el último momento de su vida.

Entonces fue apaleado brutalmente y le desgarraron con garfios su espalda. Pero durante todo este feroz martirio, el santo no profirió ni una sola queja. El rezaba por sus verdugos y para que todos los cristianos perseveraran en la fe.

El gobernador, al ver que el santo no dejaba de proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran la cabeza. Y cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio iba bendiciendo por el camino a la inmensa multitud que lo miraba llena de admiración y su bendición obtenía la curación de muchos.

Pero hubo una curación que entusiasmó mucho a todos. Una pobre mujer tenía a su hijito agonizando porque se le había atravesado una espina de pescado en la garganta. Corrió hacia un sitio por donde debía pasar el santo. Se arrodilló y le presentó al enfermito que se ahogaba. San Blas le colocó sus manos sobre la cabeza al niño y rezó por él. Inmediatamente la espina desapareció y el niñito recobró su salud. El pueblo lo aclamó entusiasmado.

Le cortaron la cabeza (era el año 316). Y después de su muerte empezó a obtener muchos milagros de Dios en favor de los que le rezaban. Se hizo tan popular que en sólo Italia llegó a tener 35 templos dedicados a él. Su país, Armenia, se hizo cristiano pocos años después de su martirio.

En la Edad Antigua era invocado como Patrono de los cazadores, y las gentes le tenían gran fe como eficaz protector contra las enfermedades de la garganta. El 3 de febrero bendecían dos velas en honor de San Blas y las colocaban en la garganta de las personas diciendo: “Por intercesión de San Blas, te libre Dios de los males de garganta”. Cuando los niños se enfermaban de la garganta, las mamás repetían: “San Blas bendito, que se ahoga el angelito”.

A San Blas, tan amable y generoso, pidámosle que nos consiga de Dios la curación de las enfermedades corporales de la garganta, pero sobre todo que nos cure de aquella enfermedad espiritual de la garganta que consiste en hablar de todo lo que no se debe de hablar y en sentir miedo de hablar de nuestra santa religión y de nuestro amable Redentor, Jesucristo.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Blas_Oscar.htm)

02 febrero, 2023

Fiesta de la Presentación del Señor

 

 

 

Texto del Evangelio (Lc 2,22-40):Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor» y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él.

Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.

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«Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación» Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)

Hoy, aguantando el frío del invierno, Simeón aguarda la llegada del Mesías. Cuando se comenzaba a levantar el Templo, hubo una penuria tan grande que los constructores se desanimaron. Fue entonces cuando Ageo profetizó: «La gloria de este templo será más grande que la del anterior, dice el Señor del universo, y en este lugar yo daré la paz» (Ag 2,9); y añadió que «los tesoros más preciados de todas las naciones vendrán aquí» (Ag 2,7). Frase que admite diversos significados: «el más preciado», dirán algunos, «el deseado de todas las naciones», afirmará san Jerónimo.

A Simeón «le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor» (Lc 2,26), y hoy, «movido por el Espíritu», ha subido al Templo. Él no es levita, ni escriba, ni doctor de la Ley, tan sólo es un hombre «justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel» (Lc 2,25). Pero el Espíritu sopla allí donde quiere (cf. Jn 3,8).

Ahora comprueba con extrañeza que no se ha hecho ningún preparativo, no se ven banderas, ni guirnaldas, ni escudos en ningún sitio. José y María cruzan la explanada llevando el Niño en brazos. «¡Puertas, levantad vuestros dinteles, alzaos, portones antiguos, para que entre el rey de la gloria!» (Sal 24,7), clama el salmista.

Simeón se avanza a saludar a la Madre con los brazos extendidos, recibe al Niño y bendice a Dios, diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel» (Lc 2,29-32).

Después dice a María: «¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!» (Lc 2,35). ¡Madre!, —le digo— cuando llegue el momento de ir a la casa del Padre, llévame en brazos como a Jesús, que también yo soy hijo tuyo y niño.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Ha llegado ya aquella luz verdadera que viniendo a este mundo alumbra a todo hombre. Dejemos, hermanos, que esta luz nos penetre y nos transforme. Ninguno de nosotros ponga obstáculos a esta luz. Imitemos la alegría de Simeón y, como él, cantemos un himno de acción de gracias» (San Sofronio)
  • «El anuncio de Simeón parece como un segundo anuncio a María, dado que le indica la concreta dimensión histórica en la cual el Hijo cumplirá su misión, es decir, en la incomprensión y en el dolor» (San Juan Pablo II)
  • «Con Simeón y Ana toda la expectación de Israel es la que viene al encuentro de su Salvador. Jesús es reconocido como el Mesías tan esperado, ‘luz de las naciones’ y ‘gloria de Israel’, pero también “signo de contradicción”. La espada de dolor predicha a María anuncia otra oblación, perfecta y única, la de la Cruz que dará la salvación que Dios ha preparado ‘ante todos los pueblos’» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 529)

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2023-02-02)

Fiesta de la Virgen de la Candelaria

 

2 de Febrero

Fiesta de la Virgen de la Candelaria

Hoy, 2 de febrero, celebramos “la Fiesta de la Virgen de la Candelaria”, coincidiendo con la celebración de “la Presentación del Señor” y “la Purificación ritual de la Virgen María”. Esta fiesta tiene una larga historia, durante la cual fue tomando la forma y el carácter que hoy posee.

A mediados del siglo V ya se celebraba la “Fiesta de las luces”, en la que los fieles devotos de la Virgen salían en procesión con velas encendidas en las manos. Hay quienes señalan que dicha costumbre comenzó en Oriente con el nombre de “Encuentro” y luego se extendió a Occidente durante el siglo VI, llegando incluso a celebrarse en la ciudad de Roma, con marcado carácter penitencial.

Aunque el origen de esta festividad no está del todo determinado, se sabe que para el siglo X las procesiones con velas realizadas en honor a la Virgen eran muy populares y en algunos lugares se celebraban con mucha solemnidad.

La advocación

La advocación mariana de la Virgen de la Candelaria, o Nuestra Señora de la Candelaria, tuvo su origen en Tenerife (España). Según la tradición, la Virgen se apareció en 1392 a dos aborígenes de las islas canarias -los denominados “guanches”- mientras pastoreaban su rebaño. Ellos, al llegar a la boca de un barranco, vieron que el ganado no avanzaba.

Entonces uno de los dos se acercó para ver lo que pasaba, y vio que sobre una parte alta del terreno había una imagen de madera, más o menos de 60 cm de altura. Aproximándose más, percibió que se trataba de la imagen de una mujer que portaba una vela en la mano izquierda y cargaba a un niño con el brazo derecho. El pequeño, por su parte, llevaba en sus manos un pajarito de oro. Se trataba sin dudas de una imagen de la Virgen María con el Niño Jesús en brazos.

La Virgen de la Candelaria es la patrona de Canarias, y se le venera en la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria en Tenerife.

Argentina

Hay que mencionar que, si bien es cierto la devoción a la Virgen de la Candelaria empezó en Canarias (España), esta se extendió y llegó a América. Por ejemplo, su fiesta se celebra en diversos lugares, como es el caso de la localidad de Candelaria, Misiones (Argentina), bajo la inspiración de las antiguas reducciones jesuíticas. Hoy se organizan procesiones y serenatas en honor a la Madre de Dios.

Asimismo, en la ciudad de Humahuaca, Jujuy, se realiza la tradicional danza de los toritos y fuegos artificiales. Mientras que en la provincia de Tucumán, en la localidad de Villa de Leales, esta festividad congrega multitudes. En “Guaraní”, provincia de Buenos Aires, la Virgen de la Candelaria es la patrona de la ciudad.

Bolivia

En Copacabana, La Paz (Bolivia), la imagen de la Candelaria que se venera allí fue elaborada por el famoso artista Francisco “Tito Yupanqui” en 1583, y se conserva en la Iglesia de Copacabana, el segundo templo más antiguo de Hispanoamérica. En ese país la Virgen de la Candelaria es patrona de Aiquile (Cochabamba), Rurrenabaque (Beni), Samaipata (Santa Cruz), Azurduy (Chuquisaca) y de la comunidad de La Angostura en Tarija.

Chile

En la iglesia de San Antonio, en la isla Mancera en Valdivia (Chile), se le rinde culto a la Virgen de la Candelaria desde 1645, según consta en los registros de la época. Hoy son los sectores mineros del norte del país quienes alientan y promueven la devoción.

En la ciudad chilena de Copiapó existe un santuario dedicado a la Candelaria, y en Mincha, comuna de Canela, la iglesia de la Candelaria es monumento histórico nacional desde 1980.

Colombia

La ciudad de Medellín, en Colombia, fue erigida en sus orígenes como “Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín”, y por ello la Virgen aparece en el escudo de la ciudad.

De igual manera, la primera Catedral de la actual Arquidiócesis de Medellín fue la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria. Otras ciudades colombianas también la tienen como patrona.

Perú

En Puno, al sur de Perú, la fiesta de la Candelaria es una de las más importantes de la región. Allí la imagen es sacada en procesión por las calles de la ciudad, acompañada de danzas y música tradicional.

En noviembre del 2014, la UNESCO declaró la Festividad de la Virgen de la Candelaria de Puno como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Muchos otros países también festejan a la Virgen de la Candelaria, como es el caso de Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela.

(https://www.aciprensa.com/…/hoy-la-iglesia-celebra-la…)

01 febrero, 2023

Santa Brígida de Kildare, Patrona de Irlanda


 

¡Oh! Santa Brígida de Kildare, vos sois la hija del Dios
de la Vida y su amada santa, que formasteis parte del grupo
de santos patronos de Irlanda junto a San Patricio y San
Columbano. Vos, fundasteis, el monacato femenino en vuestra
tierra. Desde temprana edad conocisteis el cristianismo
y os consagrasteis a Dios, y por ello, obtuvisteis vuestra
libertad, siendo bautizada por el mismo San Patricio.
Vos, al lado de otras vírgenes consagradas, os establecisteis
en Meath, donde os pusisteis al servicio de los más pobres,
obrando muchos milagros, especialmente curaciones de leprosos,
mudos y ciegos. También se os atribuye “el milagro de la
cerveza”, por el que, de un solo barril, abastecisteis
a dieciocho iglesias. Vos, también fundasteis el monasterio
de Kildare, adoptando la regla de San Cesáreo y ello contagió
a que otros monasterios adoptasen la misma regla. En el
monasterio de Kildare, con vos, a la cabeza, impulsasteis
una extensa renovación del catolicismo a lo largo y ancho
de vuestra patria. A vos, os consideran como «madre espiritual»
por muchísimas religiosas a lo largo de la historia. Y, así,
y luego de haber gastado vuestra santa vida en buena lid,
voló, vuestra alma al cielo, para recibir corona de luz
como justo premio a vuestra entrega de amor y fe. ¡Aleluya!.
¡Oh! Santa Brígida de Kildare, «viva luz del amor del Dios vivo».

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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Santa Brígida de Kildare

Santa Brígida de Kildare es patrona de Irlanda, junto a San Patricio y San Columbano. Se le considera la fundadora del monacato femenino en ese país. Vivió entre los años 451 y 525. Nació en la ciudad de Faughart, ubicada al norte de Irlanda y, según la tradición, fue hija de un rey pagano y una esclava. Desde temprana edad conoció el cristianismo y se consagró a Dios. Recibió el velo de las vírgenes de mano de San Melo, sobrino de San Patricio.

Tiempo después, Brígida, al lado de otras vírgenes consagradas, se estableció en la ciudad de Meath, donde se puso al servicio de los más pobres. Allí obró muchos milagros; entre los cuales se cuenta la curación de Marcos, el extranjero; de dos leprosos, dos mudos y dos ciegos. Es también famoso el milagro de la cerveza atribuido a la Santa, por el que, de un solo barril, habría abastecido a dieciocho iglesias. Son numerosas las historias y también los registros históricos que dan cuenta de cómo a Santa Brígida se le llegó a considerar santa en vida.

Santa Brígida -también llamada Brígida de Irlanda- fundó el monasterio de Kildare hacia el año 513, adoptando la regla de San Cesáreo. Esta decisión impulsó a que otros monasterios adopten o retomen la misma regla. El monasterio de Kildare, con Brígida a la cabeza, impulsó una extensa renovación del catolicismo a lo largo y ancho de su nación.

Santa Brígida ha sido considerada madre espiritual por muchísimas religiosas a lo largo de la historia. Murió el año 525 en Kildare y su cuerpo fue enterrado en Downpatrick, junto a San Patricio y San Columbano.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-de-santa-brigida-de-kildara-patrona-de-irlanda-55973)