15 julio, 2023

San Buenaventura, Doctor Seráfico, Cardenal y Escritor

 

  

¡Oh!, San Buenaventura, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, y, que, a la vida vuelto por San Francisco
con aquella famosa y preciosa frase: “Juan: ¡Buena Ventura!”.
Y, así, os quedasteis con ella para siempre, hasta convertiros
en el maravilloso “Doctor seráfico”, que sois. Vos, que en santo
amor ardíais por el Dios de la Vida, vuestros sermones, escritos
trabajos y estudios, a Él, os lo ofrecisteis. En “Itinerario del
alma hacia Dios”, bellísimo libro vuestro y muestra perfecta
del bien obrar, donde sutilmente mostráis, cómo el hombre,
alcanzar debe su ascenso hacia la Casa del Padre Eterno.
Vos, con humildad las tareas sencillas del convento realizabais
a la sazón joven Cardenal hecho, con amor puro y alegría
y que, junto a vuestro amabilísimo trato conciliador, os
ganabais a toda la gente de vuestro tiempo. El meditar en la
pasión y muerte de nuestro Señor jesucristo, os llevaba a menudo
a esforzaros por amor y, a cumplir las palabras que Él,
alguna vez dijo: “Aprended de mí que soy manso y humilde
de corazón”. Vuestro amor a María Virgen, recomendabais
complementarlo con el rezo del Santo Rosario y el Ángelus.
¡Qué hermoso! debió haber sido, cuando se os encargó
escribir la biografía del fundador de vuestra orden, San
Francisco de Asís, que, hasta Santo Tomás de Aquino, un día
se apeó a vuestra celda, y os vio, como “ido” de este mundo
y exclamó para sí: “dejemos que un santo escriba la vida
de otro santo”. Al final de vuestra santa vida ¿dónde
os fuisteis San Buenaventura? ¿dónde? Y, mayor ni mejor
respuesta hay: ¡al cielo os fuisteis todo coronado, con
corona de luz y gloria, como premio a vuestra increíble
entrega de amor, fe y misericordia sin fin. Inocencio,
Papa, en vuestro entierro dijo de vos: “Su amabilidad
era tan grande que empezar a tratarlo era quedar ya
amigos de él para siempre. Y su unción al predicar
y escribir era tan admirable, que escucharlo o leer sus
escritos, era ya empezar a sentir deseos de amar a Dios
y conseguir la santidad”. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, San Buenaventura, “vivo Amor por el Dios de la Vida”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
___________________________________________

15 de julio
San Buenaventura
Religioso, Cardenal y Escritor.
Año 1274

San Buenaventura: pide a Nuestro Señor que nosotros lo amemos como lo amaste tú.

Un nombre profético

Nació en Bañoreal, cerca de Vitervo (Italia) en 1221. Se llamaba Juan, pero dicen que cuando era muy pequeño enfermó gravemente y su madre lo presentó a San Francisco, el cual acercó al niñito de cuatro meses a su corazón y le dijo: “¡BUENA VENTURA!”que significa: “¡BUENA SUERTE. BUEN EXITO!”. Y el niño quedó curado. Y por eso cambio su nombre de Juan por el de Buenaventura. Y en verdad que tuvo buena suerte y buen éxito en toda su vida.

Un doctor muy especial

En agradecimiento a San Francisco su benefactor, se hizo religioso franciscano. Estudió en la universidad de París, bajo la dirección de famoso maestro Alejandro de Ales, y llegó a ser uno de los más grandes sabios de su tiempo. Se le llama “Doctor seráfico”, porque “Serafín” significa “el que arde en amor por Dios” y este santo en sus sermones, escritos y actitudes demostró vivir lleno de un amor inmenso hacia Nuestro Señor.

Los que lo conocieron y trataron dicen que todos sus estudios y trabajos los ofrecía para gloria de Dios y salvación de las almas. A sus clases concurrían en grandes cantidades gente de todas las clases sociales y sus oyentes afirmaban que mientras hablaba parecía estar viendo al invisible. Su inocencia y santidad de vida eran tales que su maestro, Alejandro de Alex, exclamaba “Buenaventura parece que hubiera nacido sin pecado original”.

Escrúpulos peligrosos

Él no veía en si mismo sino faltas y miserias y por eso empezó a padecer la enfermedad de los escrúpulos, que consiste en considerar pecado lo que no es pecado. Y creyéndose totalmente indigno empezó a dejar de comulgar. Afortunadamente la bondad de Dios le concedió un valor especial, y observó en visión que Jesucristo en la Santa Hostia se venía desde el copón en el cual el sacerdote estaba repartiendo la Sagrada Comunión, y llegaba hasta sus labios. Con esto reconoció que el dejar de comulgar por escrúpulos era una equivocación.

Escritor famoso

Buenaventura, además de dedicarse muchos años a dar clases en la Universidad de París donde se formaban estudiantes de filosofía y teología de muchos países, escribió numerosos sermones y varias obras de piedad que por siglos han hecho inmenso bien a infinidad de lectores. Una de ellas se llama “Itinerario del alma hacia Dios”. Allí enseña que la perfección cristiana consiste en hacer bien las acciones ordinarias y todo por amor de Dios. El Papa Sixto IV decía que al leer las obras de San Buenaventura se siente uno invadido de un fervor especial, porque fueron escritas por alguien que rezaba mucho y amaba intensamente a Dios.

Una noticia muy alagadora. San Buenaventura fue nombrado Superior General de los Padres Franciscanos, y el Papa le concedió el título de Cardenal. Y aunque era famoso mundialmente por su sabiduría, sin embargo seguía siendo muy humilde y se iba a la cocina a lavar platos con los hermanos legos (dicen que la noticia de su nombramiento como Cardenal le llegó mientras estaba un día lavando platos en la cocina) y Fray Gil, uno de los hermanos legos más humildes, le preguntó un día: “Padre Buenaventura, ¿un pobre ignorante como yo, podrá algún día estar tan cerca de Dios, como su Reverencia que es tan inmensamente sabio?”

El gran sabio le respondió: “Oh mi querido Fray Gil: si una pobre viejecita ignorante tiene más amor de Dios que Fray Buenaventura, estará más cerca de Dios en la eternidad que Fray Buenaventura”. Al oír semejante noticia, el humilde frailecito empezó a aplaudir y a gritar: “Ay Fray Gil borriquillo de Dios, aunque seas más ignorante que la más pobre viejecita, si amas a Dios más que Fray Buenaventura, estarás en el cielo más cerca de Dios que el gran Fray Buenaventura”. Y de pura emoción se fue elevando por los aires, y quedó allí suspendido entre cielo y tierra en éxtasis. Es que había escuchado la más halagadora de las noticias: que el puesto en el cielo dependerá del grado de amor que hayamos tenido hacia el buen Dios.

La simpatía de San Buenaventura

Este gran doctor, que por 17 años fue Superior General de los Padres Franciscanos y recorrió el mundo visitando las casas de su comunidad y animando a todos a dedicarse a la santidad, y que fue el hombre de confianza del Sumo Pontífice para resolver muchos casos difíciles, y que dirigió en nombre del Papa el Concilio de Lyon y tuvo el honor de que la oración fúnebre el día de su entierro la hiciera el mismo Sumo Pontífice, tenía una cualidad especialísima: una exquisita bondad en su trato, una amabilidad que le ganaba los corazones, un modo conciliador que lo alejaba de los extremos, de la extrema rigidez que amarga la vida de los otros y de la relajación que deja a todos seguir por el camino del mal sin corregirlos.

Sus virtudes preferidas eran la humildad y la paciencia, y la meditación frecuente en la pasión y muerte de Cristo lo llevaba a esforzarse por cumplir aquel consejo de Jesús: “Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón”. Su crucifijo lo tenía totalmente desgastado de tanto besarle las manos, los pies, la cabeza y la herida del costado. Su amor a la Virgen María era intenso y por todas partes recomendaba el rezo del Angelus (o de las tres Aves Marías).

Un santo elogia a otro santo

A San Buenaventura le recomendaron que escribiera la biografía de su gran protector San Francisco de Asís (la cual resulto muy hermosa) y dicen que cuando estaba redactándola, llegó a visitarlo el sabio más famoso de su tiempo, Santo Tomás de Aquino, el cual al asomarse a su celda y verlo sumido en la contemplación y como en éxtasis, exclamó: “dejemos que un santo escriba la vida de otro santo”, y se fue. Así que estos dos sabios tan famosos no se trataron en vida pero se admiraron mutuamente.

Muerte solemne

En el año 1274 se celebro el concilio de Lyon (o reunión de todos los obispos católicos del mundo). Terminando el Concilio con gran éxito, todo dirigido por San Buenaventura, por orden del Sumo Pontífice, el santo sintió que le faltaban las fuerzas, y el 15 de julio de 1274 murió santamente asistido por el Papa en persona. Todos los obispos del Concilio asistieron a sus funerales y caso único en la historia, el Santo Padre ordenó que todos los sacerdotes del mundo celebran una misa por el alma del difunto.

Un elogio muy especial

El Papa Inocencio V predicó la homilía en el entierro de San Buenaventura y dijo de él: “Su amabilidad era tan grande que empezar a tratarlo era quedar ya amigos de él para siempre. Y su unción al predicar y escribir era tan admirable, que escucharlo o leer sus escritos, era ya empezar a sentir deseos de amar a Dios y conseguir la santidad”. Bello elogio en verdad.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Buenaventura_7_15.htm)

14 julio, 2023

San Camilo de Lelis, patrono de los enfermos y los trabajadores de salud

 

 

 

¡Oh! San Camilo de Lelis, vos sois el hijo del Dios de la Vida,
fundador de la «Comunidad Siervos de los Enfermos»
y su amado santo. Vos, que, habíais abrazado la carrera militar
os dejasteis llevar por los vicios, pero más tarde convertido
de aquella vida, os entregasteis al cuidado de los enfermos
a los que servisteis como al mismo Cristo, haciendo grande
honor al significado de vuestro nombre «Camilo», que significa:
«aquél que es el mensajero de Dios». De manera providencial
os apareció una llaga en un pie, que os hizo dejar la carrera
de las armas e iros al Hospital de Santiago en Roma, para
dedicaros a ayudar y atender a otros enfermos, mientras vos,
buscabais vuestra propia curación. Sin daros cuenta, adquiristeis
el vicio del juego y luego os expulsaron del hospital, perdiendo
todos vuestros ahorros, y quedasteis en la más grande miseria.
Felizmente para vuestro consuelo, tiempo atrás, en un naufragio,
habíais hecho a Dios la promesa de haceros religioso franciscano,
y no lo habíais cumplido y estando en desgracia, empezasteis
a llorar y pedisteis perdón por vuestros pecados, e hicisteis la
promesa de cambiar, pidiendo admitido ser como franciscano,
pero, por cosas de Dios, en el convento se os abrió de nuevo la llaga
en el pie, y fuisteis despedido y yendo al hospital os curasteis y
además, os admitieron como aspirante a capuchino. Allí, os apareció
de nuevo la llaga, marchándoos también de allí, y os dedicasteis a
atender enfermos, tanto que os nombraron asistente general del
Hospital. Os dirigía espiritualmente San Felipe Neri, estudiando
teología y así, luego os ordenaron sacerdote. Tratabais a cada
enfermo como si se tratara de Nuestro Señor Jesucristo en persona.
Soportasteis durante treinta y seis años la llaga de vuestro pie,
pero jamás nadie os vio triste o malhumorado. Antes de partir,
fundasteis «Comunidad Siervos de los Enfermos», llamados hoy
«Padres Camilos». Y, cuando os llegó la hora, voló vuestra alma al cielo
para coronada ser con corona de luz, como premio a vuestro amor y fe;

¡Oh! San Camilo de Lelis, “Vivo amor del Dios Vivo en los enfermos”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado

_______________________________________

14 de Julio

San Camilo de Lelis
Fundador de la Comunidad Siervos de los Enfermos

Martirologio Romano: San Camilo de Lelis, presbítero, que nació cerca de Teano, en el Abruzo, y en su juventud siguió la carrera militar, dejándose arrastrar por los vicios propios de una juventud alegre y despreocupada, pero convertido de su mala vida, se entregó al cuidado de los enfermos incurables hospitalizados, a los que servía como al mismo Cristo. Ordenado sacerdote, puso en Roma los fundamentos de la Congregación de los Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos. (1614)

Etimológicamente: Camilo = Aquel que es el mensajero de Dios, es de origen hebreo.
Breve Biografía

Nació en Abruzos (Italia) en 1550. Siguió la carrera militar, igual que su padre. Le apareció una llaga en un pie, que lo hizo dejar la carrera de las armas e irse al Hospital de Santiago en Roma para que lo curaran. En el hospital de Roma se dedicó a ayudar y atender a otros enfermos, mientras buscaba su propia curación. Pero en esa época adquirió el vicio del juego . Fue expulsado del hospital y en Nápoles perdió todos los ahorros de su vida en el juego, quedando en la miseria.

Tiempo atrás, en un naufragio, había hecho a Dios la promesa de hacerse religioso franciscano, pero no lo había cumplido. Estando en la más completa pobreza se ofreció como obrero y mensajero en un convento de los Padres Capuchinos, donde escuchó una charla espiritual que el padre superior les hacía a los obreros, y sintió fuertemente la llamada de Dios a su conversión. Empezó a llorar y pidió perdón por sus pecados, con la firme resolución de cambiar su forma de actuar por completo. Tenía 25 años.

Pidió ser admitido como franciscano, pero en el convento se le abrió de nuevo la llaga en el pie, y fue despedido. Se fue al hospital y se curó, y logró que lo admitieran como aspirante a capuchino. Pero en el noviciado apareció de nuevo la llaga y tuvo que irse de allí también. De nuevo en el hospital de Santiago, se dedicó a atender a los demás enfermos, por lo que fue nombrado asistente general del hospital.

Dirigido espiritualmente por San Felipe Neri, estudió teología y fue ordenado sacerdote. En 1575 se dio cuenta que ante la gran cantidad de peregrinos que llegaban a Roma, los hospitales eran incapaces de atender bien a los enfermos que llegaban. Fue entonces que decidió fundar una comunidad de religiosos que se dedicaran por completo a los hospitales.

San Camilo trataba a cada enfermo como trataría a Nuestro Señor Jesucristo en persona. Aunque tuvo que soportar durante 36 años la llaga de su pié, nadie lo veía triste o malhumorado. Con sus mejores colaboradores fundó la Comunidad Siervos de los Enfermos el 8 de diciembre de 1591. Ahora se llaman Padres Camilos. Murió el 14 de julio de 1614, a los 64 años.

Fue canonizado en 1746 por S.S. Benedicto XIV.

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/31875/camilo-de-lelis-santo.html)

 

13 julio, 2023

Santa Teresa de Jesús de Los Andes

 

 

 

¡Oh!, Santa Teresa de Jesús de Los Andes, vos, sois la hija
del Dios de la Vida y su amada santa, que pusisteis ante
nuestros ojos el evangelio vivo de Nuestro Señor Jesucristo.
Siendo aún niña e inspirada por el Espíritu Santo
de Dios, decidisteis consagraros a Él como religiosa santa
vistiendo los hábitos de carmelita descalza en el monasterio
del Espíritu Santo, en el pueblo de Los Andes. Después de
muchas tribulaciones interiores indecibles e inenarrables
vos, a los seis años atraída por Dios volcasteis vuestra
afectividad totalmente en Él. “Cuando vino el terremoto,
al poco tiempo fue cuando Jesús principió a tomar mi
corazón para sí”. Así, sin más, lo escribisteis en vuestro
diario. Vos, poseísteis una enorme capacidad de amar
 y ser amada junto con una extraordinaria inteligencia. Dios,
os hizo experimentar su presencia, cautivándoos con su
conocimiento y os hizo suya a través de las exigencias
de la cruz, pues conociéndolo, lo amasteis; y amándolo os
entregasteis a Él con radicalidad. Desde niña comprendisteis
que el amor se demuestra con obras más que con palabras.
Os, mirasteis con ojos sinceros y sabios y comprendisteis
que para ser de Dios, necesario era morir a vos misma
y a todo lo que no fuera Él. El Sacramento de la Eucaristía, os
cautivó porque comprendisteis que Dios iba a morar dentro
de vos. Vuestra inclinación natural hacia Dios, desde ese día
se transformó en amistad, en vida de oración continua.
Jesucristo os dijo que os quería carmelita y que vuestra
meta debía ser la santidad. Con la abundante gracia de Dios
os disteis a la oración, a la adquisición de las virtudes
y a la práctica de la vida según el evangelio, llegando
a un alto grado de unión con Dios. Cristo, fue vuestro ideal,
vuestro único ideal y os enamorasteis de Él, y claro,
consecuente hasta crucificaros en cada minuto por Él.
Vuestra santidad la demostrasteis en la familia, el colegio,
las amigas y con quienes compartíais vuestras vacaciones
y a quienes catequizasteis y ayudasteis. Fuisteis jovial,
alegre, simpática, atractiva, deportista y comunicativa.
Vuestra vida monacal hasta vuestra muerte fue el último
peldaño de vuestra ascensión a la cumbre de la santidad.
Y, un día, después de muchas tribulaciones interiores
e indecibles padecimientos físicos, causados por un violento
ataque de tifus, voló vuestra alma al cielo, para recibir
corona de eternidad como justo premio a vuestra entrega
de amor, muriendo como novicia carmelita descalza, habiendo
vivido, creído y amado, tal y conforme lo dijo Jesús: “La
obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado”. ¡Aleluya!
¡Oh!, Santa Teresa de Jesús de Los Andes, “Vivo amor de Dios”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________________________

13 de Julio
SantaTeresa de Jesús de Los Andes
Carmelita Descalza
Virgen (1900-1920)

La joven que hoy es glorificada en la Iglesia con el título de Santa, es un profeta de Dios para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. TERESA DE JESUS DE LOS ANDES, con el ejemplo de su vida, pone ante nuestros ojos el evangelio de Cristo, encarnado y llevado a la práctica hasta las últimas exigencias.

Ella es para la humanidad una prueba indiscutible de que la llamada de Cristo a ser santos, es actual, posible y verdadera. Ella se levanta ante nuestros ojos para demostrar que la radicalidad del seguimiento de Cristo es lo único que vale la pena y lo único que hace feliz al hombre.

Teresa de Los Andes, con el lenguaje de su intensa vida, nos confirma que Dios existe, que Dios es amor y alegría, que El es nuestra plenitud.

Nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900. En la pila bautismal fue llamada Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones Fernández Solar. Familiarmente se la conocía, y todavía se la conoce hoy, con el nombre de Juanita.

Su niñez se desarrolló normalmente en el seno familiar: sus padres, don Miguel Fernández y Lucía Solar; sus tres hermanos y dos hermanas; el abuelo materno, tíos, tías y primos.

La familia gozaba de muy buena posición económica y conservaba fielmente la fe cristiana, viviéndola con sinceridad y constancia.

Juana recibió su formación escolar en el colegio de las monjas francesas del Sagrado Corazón. Entre la vida estudiantil y la vida familiar se desarrolló su corta e intensa historia. A los catorce años de edad, inspirada por Dios, decidió consagrarse a El como religiosa, en concreto, como carmelita descalza.

Su deseo se realizó el 7 de mayo de 1919, cuando ingresó en el pequeño monasterio del Espíritu Santo en el pueblo de Los Andes, a unos 90 kms. de Santiago.

El 14 de octubre de ese mismo año vistió el hábito de carmelita, iniciando así su noviciado con el nombre de Teresa de Jesús. Sabía desde mucho antes que moriría joven. Más aún, el Señor se lo había revelado, pues ella misma lo comunicó a su confesor un mes antes de su partida.

Asumió esa realidad con alegría, serenidad y confianza. Segura de que continuaría en la eternidad su misión de hacer conocer y amar a Dios.

Después de muchas tribulaciones interiores e indecibles padecimientos físicos, causados por un violento ataque de tifus que acabó con su vida, pasó de este mundo al Padre al atardecer del 12 de abril de 1920. Había recibido con sumo fervor los santos sacramentos de la Iglesia y el 7 de abril había hecho la profesión religiosa en el artículo de la muerte. Aún le faltaban 3 meses para cumplir los 20 años de edad y 6 meses para acabar su noviciado canónico y poder emitir jurídicamente su profesión religiosa. Murió como novicia carmelita descalza.

Esa es toda la trayectoria externa de esta joven santiaguina. Desconcierta, y crece en nosotros el gran interrogante: ¿y qué hizo? Para tal pregunta hay una respuesta igualmente desconcertante: Vivir, creer, amar.

Cuando los discípulos preguntaron a Jesús qué debían hacer para vivir según Dios quiere, El respondió: “La obra de Dios es que creáis en quien El ha enviado” (Jn. 6, 28-29). Por lo tanto, para conocer el valor de la vida de Juanita, es necesario mirar hacia dentro, donde está el Reino de Dios.

Ella despertó a la vida de la gracia siendo todavía muy niñita. Asegura que a los seis años atraída por Dios empezó a volcar su afectividad totalmente en El. “Cuando vino el terremoto de 1906, al poco tiempo fue cuando Jesús principió a tomar mi corazón para sí” (Diario, n. 3, p. 26). Juanita poseyó una enorme capacidad de amar y ser amada junto con una extraordinaria inteligencia. Dios le hizo experimentar su presencia, la cautivó con su conocimiento y la hizo suya a través de las exigencias de la cruz. Conociéndolo, lo amó; y amándolo se entregó a El con radicalidad.

Desde niña comprendió que el amor se demuestra con obras más que con palabras, por eso lo tradujo en todos los actos de su vida, empezando por la raíz. Se miró con ojos sinceros y sabios y comprendió que para ser de Dios era necesario morir a sí misma y a todo lo que no fuera El.
Su naturaleza era totalmente contraria a la exigencia evangélica: orgullosa, egoísta, terca, con todos los defectos que esto supone. Como nos sucede a todos. Pero lo que ella hizo, a diferencia nuestra, fue librar batalla encarnizada contra todo impulso que no naciera del amor.

A los 10 años era una persona nueva. La motivación inmediata fue el Sacramento de la Eucaristía que iba a recibir. Comprendiendo que nada menos que Dios iba a morar dentro de ella, trabajó en adquirir todas las virtudes que la harían menos indigna de esta gracia, consiguiendo en poquísimo tiempo transformar su carácter por completo.

En la celebración de este sacramento recibió de Dios gracias místicas de locuciones interiores que luego se mantuvieron a lo largo de su vida. La inclinación natural hacia Dios, desde ese día se transformó en amistad, en vida de oración.

Cuatro años más tarde recibió interiormente la revelación que determinó la orientación de su vida: Jesucristo le dijo que la quería carmelita y que su meta debía ser la santidad.

Con la abundante gracia de Dios y con la generosidad de joven enamorada se dio a la oración, a la adquisición de las virtudes y a la práctica de la vida según el evangelio, de tal modo que en cortos años llegó a un alto grado de unión con Dios.

Cristo fue su ideal, su único ideal. Se enamoró de El, y fue consecuente hasta crucificarse en cada minuto por El. La invadió el amor esponsal y, por tanto, el deseo de unirse plenamente al que la había cautivado. Por eso a los 15 años hizo el voto de virginidad por 9 días, renovándolo después continuamente.

La santidad de su vida resplandeció en los actos de cada día en los ambientes donde se desarrolló su vida: la familia, el colegio, las amigas, los inquilinos con quienes compartía sus vacaciones y a quienes, con celo apostólico, catequizó y ayudó.

Siendo una joven igual a sus amigas, éstas la sabían distinta. La tomaron por modelo, apoyo y consejera. Juanita sufrió y gozó intensamente, en Dios, todas las penas y alegrías con que se encuentra el hombre.

Jovial, alegre, simpática, atractiva, deportista, comunicativa. En los años de su adolescencia alcanzó el perfecto equilibrio síquico y espiritual, fruto de su ascesis y de su oración. La serenidad de su rostro era reflejo de Aquel que en ella vivía.

Su vida monacal desde el 7 de mayo de 1919 hasta su muerte fue el último peldaño de su ascensión a la cumbre de la santidad. Sólo once meses fueron suficientes para consumar su vida totalmente cristificada.

Muy pronto la comunidad descubrió en ella un paso de Dios por su historia. En el estilo de vida carmelitano-teresiano, la joven encontró plenamente el cauce para derramar más eficazmente el torrente de vida que ella quería dar a la Iglesia de Cristo. Era el estilo de vida que, a su modo, había vivido entre los suyos, y para el cual había nacido. La Orden de la Virgen María del Monte Carmelo colmó los deseos de Juanita al comprobar que la Madre de Dios, a quien amó desde niña, la había traído a formar parte de ella.

Fue beatificada en Santiago de Chile por Su Santidad Juan Pablo II, el día 3 de abril de 1987. Sus restos son venerados en el Santuario de Auco-Rinconada de Los Andes por miles de peregrinos que buscan y encuentran en ella el consuelo, la luz y el camino recto hacia Dios.

SANTA TERESA DE JESÚS DE LOS ANDES es la primera Santa chilena, la primera Santa carmelita descalza fuera de las fronteras de Europa y la cuarta Santa Teresa del Carmelo tras las Santas Teresas de Avila, de Florencia y de Lisieux.

(http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_19930321_teresa-de-jesus_sp.html)

12 julio, 2023

Santos Luis Martin y Celia Guérin, padres de Santa Teresa de Liseiux

 

 

ORACIÓN

Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a Celia Guerin. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Tí y aceptaron   generosamente tu voluntad.

Señor, danos a conocer tus designios respecto a ellos y concédeme la gracia que te pido con la esperanza de que el padre y la madre de Santa Teresita del Niño Jesús puedan, un día, ser propuestos por la Iglesia como ejemplo a las familias de nuestro tiempo. 

Amén.

Luis Martin

Luis Martin nació en Burdeos el 22 de agosto de 1823. Era el segundo de los cinco hijos del matrimonio Pierre-François Martin, capitán del ejército francés, y Marie Anne Fanny Boureau, cristianos de fe viva. La primera formación de Luis estuvo vinculada a la vida militar y se benefició de las facilidades que tenían los hijos de los militares.

Al jubilarse su padre, la familia se trasladó a Alençon (1831) y Luis estudió con los Hermanos de las Escuelas Cristianas de la ciudad. Tanto en la familia como en el colegio recibió una sólida formación religiosa.

Terminados los estudios, no se inclinó hacia la vida militar, sino que quiso aprender el oficio de relojero, primero en Bretaña, luego en Rennes, Estrasburgo, en el Gran San Bernardo (Alpes suizos) y por último en París.

A los veintidós años sintió el deseo de consagrarse a Dios en la vida religiosa. Para ello, se dirigió al monasterio del Gran San Bernardo, con intención de ingresar en esta Orden, pero no fue admitido porque no sabía latín. Con gran valor se dedicó a estudiarlo durante más de un año, con clases particulares; pero, finalmente, renunció a ese proyecto. No se sabe mucho de este período: sólo que su madre en una carta le exhortaba a «ser siempre humilde», y que mostró su valentía y sangre fría salvando de morir ahogado al hijo del amigo de su padre, con el que residía.

En Alençon puso una relojería. Sus padres, tras la muerte de los otros hijos, vivieron siempre con él, incluso después de su matrimonio con Celia Guérin.

Hábil en su oficio, tenía amigos y conocidos con los que le gustaba pescar y jugar al billar, y era apreciado por sus cualidades poco comunes y por su distinción natural, que explica por qué le presentaron un proyecto de matrimonio con una joven de la alta sociedad, al que se negó. 

En 1871 vendió el edificio a un sobrino. El amor al silencio y al retiro lo llevó a comprar una pequeña propiedad con una torre y un jardín. Allí instaló una estatua de la Virgen, que le había regalado la señora Beaudouin; trasladada más tarde a Buissonnets, esta imagen fue conocida en todo el mundo como la Virgen de la Sonrisa.

Al morir su esposa Celia en 1877, Luis se encontró solo para sacar adelante a su familia: La hija mayor tenía 17 años y la más pequeña, Teresa, cuatro y medio. Se trasladó a Lisieux, donde residía el hermano de Celia; de este modo la tía Celina pudo cuidar de las hijas. Entre 1882 y 1887 Luis acompañó a tres de sus hijas al Carmelo. El sacrificio mayor fue separarse de Teresa, que entró en el Carmelo a los 15 años. Luis tenía una enfermedad que lo fue invalidando hasta llegar a la pérdida de sus facultades mentales. Fue internado en el sanatorio de Caen, y murió en julio de 1894.

Celia Guérin

Celia Guérin nació en Gandelain, departamento de Orne (Normandía), el 23 de diciembre de 1831. Era hija de Isidoro Guérin, un militar que a los 39 años decidió casarse con Louise-Jeanne Macè, dieciséis años más joven que él. De esta unión nacieron también Marie Louise, la primogénita (fue monja visitandina), e Isidore, el más pequeño. Para los padres de Celia la vida había sido dura, lo que repercutía en su manera de ser: eran rudos, autoritarios y exigentes, si bien tenían una fe firme. Celia, inteligente y comunicativa por naturaleza, dice en una de sus cartas que su infancia y juventud fueron tristes «como un sudario». A pesar de ello, cuando su padre, viudo y enfermo, manifestó el deseo de ir a habitar con ella, lo acogió y cuidó con devoción hasta que murió en 1868. Afortunadamente encontró en su hermana Marie Louise un alma gemela y una segunda madre.

Cuando se jubiló su padre, la familia se estableció en Alençon en 1844. La señora Guérin abrió un café y una sala de billar, pero su carácter intransigente no favoreció el desarrollo del negocio. La familia salía adelante con dificultad, gracias a la pensión y a los trabajos de carpintería del padre. En pocos años, la situación financiera se hizo muy precaria y no mejoró hasta que las hijas contribuyeron con su trabajo a cuadrar el balance familiar. Esta situación económica influyó en los estudios de las hijas: Celia entró en el internado de las religiosas de la Adoración perpetua; aprendió los primeros rudimentos del punto de Alençon, un encaje de los más famosos de la época; luego, para perfeccionarse, se inscribió en la «Ecole dentellière». Mientras tanto, la hermana mayor se dedicó al bordado, con su madre. No tenemos documentación de este período, pero Celia conservaba un excelente recuerdo de este tiempo.

Se dedicó a la confección de dicho encaje. Deseó formar parte de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, pero no la admitieron. Pidió luz al Señor para conocer su voluntad y el 8 de diciembre de 1851, después de una novena a la Inmaculada Concepción, escuchó interiormente las palabras: «Hacer punto de Alençon». Con la ayuda de su hermana comenzó esta empresa y ya a partir de 1853 era conocida como fabricante del punto de Alençon. En 1858 la casa para la que trabajaba recibió una medalla de plata por la fabricación de este encaje y Celia una mención de alabanza. Poco después, su hermana entró en el monasterio de la Visitación y tomó el nombre de María Dositea.

Un día, al cruzarse con un joven de noble fisonomía, semblante reservado y dignos modales, se sintió fuertemente impresionada y oyó interiormente que ese era el hombre elegido para ella. En poco tiempo los dos jóvenes llegaron a apreciarse y amarse, y el entendimiento fue tan rápido que contrajeron matrimonio el 13 de julio de 1858, tres meses después de su primer encuentro. Llevaron una vida matrimonial ejemplar: misa diaria, oración personal y comunitaria, confesión frecuente, participación en la vida parroquial. De su unión nacieron nueve hijos, cuatro de los cuales murieron prematuramente. Entre las cinco hijas que sobrevivieron, Teresa, la futura santa patrona de las misiones, es una fuente preciosa para comprender la santidad de sus padres: educaban a sus hijas para ser buenas cristianas y ciudadanas honradas. A los 45 años, Celia recibió la noticia de que tenía un tumor en el pecho y pidió a su cuñada que, cuando ella muriera, ayudara a su marido en la educación de los más pequeños: vivió la enfermedad con firme esperanza cristiana hasta la muerte, en agosto de 1877.

(https://www.aciprensa.com/recursos/san-luis-martin-y-santa-celia-guerin-2741)

11 julio, 2023

San Benito, Patriarca de los monjes occidentales y Patrón de Europa

 

¡Oh!, San Benito, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
 y su amado santo que, honor disteis al significado de vuestro
nombre: “Bendecido”. Sois, “base y roca” de las órdenes
religiosas en las que se inspiraron las demás. Con San
Mauro, San Plácido, y otros amados discípulos fundasteis
los “Benedictinos” en el Monte Casino. Y, vuestros milagros
surgieron incontables y, entre ellos: “El muchacho que
no sabía nadar”, “El edificio que se cae”, “La piedra que
no se movía”, “El disfrazado” y “Los panes que se multiplican”,
prueba son de lo taumaturgo que erais, porque Dios,
jamás os abandonó. Decías en vuestra “Regla Santa”,
que la virtud que un religioso necesita es “la humildad”;
y que, la casa de Dios es para “rezar” y no para “charlar”;
que, todo superior debe esforzarse por amable ser, como
un bondadoso padre; que, el ecónomo no debe jamás humillar
a nadie; que, como único lema debe tener y tiene: “Trabajar
y rezar”; que, cada uno debe esforzarse por ser exquisito
 y agradable en su trato; que, cada comunidad debe ser como
una buena familia donde todos se aman; que, en lo posible
cada ser evite, todo lo que sea rústico y vulgar, porque
“portarse con nobleza es una gran virtud”, tal como lo decía
san Ambrosio, y, que sobre todo “hay que tener un deseo
inmenso de ir al cielo”. Un Jueves Santo, sentisteis morir
y os, apoyasteis en los brazos de dos de vuestros discípulos,
y elevando vuestros ojos hacia el cielo cumplisteis una vez
más lo que tanto recomendabais a los que os escuchaban:
“Hay que tener un deseo inmenso de ir al cielo”, y entonces,
lanzando un suspiro como de quien obtiene aquello que tanto
había anhelado, quedasteis muerto. Otros, dos monjes,
lejos de allí, vieron una luz brillante que subía hacia los cielos
y dijeron: “Seguramente es nuestro Padre Benito, que ha volado
a la eternidad”. ¡Y, sí!, era el momento preciso en que vuestra
alma, al cielo volaba, para recibir justo premio y, coronada
ser, con corona de luz, por vuestra increíble entrega de amor y fe.
Vuestro hoy, compañero, San Juan Pablo Segundo, en vida, os
reconoció como “Patrono Santo de todas las Europas y guía”;
y además el  “Primer Fundador de Religiosos” ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, San Benito, “vivo trabajo y oración, por el Dios de la Vida”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
________________________________________

 

11 de julio
San Benito
Primer Fundador de Religiosos
Año 517

Benito significa: “Bendecido”

En 1980 el Santo Padre Juan Pablo II nombró a San Benito como patrono de toda Europa, en el XV Centenario de su nacimiento, porque ha sido el santo que más influencia ha tenido quizás en ese continente, por medio de la Comunidad religiosa que fundó, y por medio de sus maravillosos escritos y sabias enseñanzas.

Su Vida y Obra

San Benito nació en Nursia (Italia, cerca de Roma) en el año 480. De padres acomodados, fue enviado a Roma a estudiar filosofía y letras, y se nota que aprendió muy bien el idioma nacional (que era el latín) porque sus escritos están redactados en muy buen estilo. Todos los datos de su biografía los tomamos de la Vida de San Benito, escrita por San Gregorio Magno, que fue monje de su comunidad benedictina.

Su primera huida

La ciudad de Roma estaba habitada por una mezcla de cristianos fervorosos, cristianos relajados, paganos, ateos, bárbaros y toda clase de gentes de diversos países y de variadas creencias, y el ambiente, especialmente el de la juventud, era espantosamente relajado. Así que Benito se dio cuenta de que si permanecía allá en medio de esa sociedad tan dañada, iba a llegar a ser un tremendo corrompido. Y sabía muy bien que en la lucha contra el pecado y la corrupción resultan vencedores los que en apariencia son “cobardes”, o sea, los que huyen de las ocasiones y se alejan de las personas malvadas. Por eso huyó de la ciudad y se fue a un pueblecito alejado, a rezar, meditar y hacer penitencia.

Segunda huida

Pero sucedió que en el pueblo a donde llegó, obtuvo un milagro sin quererlo. Vio a una pobre mujer llorando porque se le había partido un precioso jarrón que era ajeno. Benito rezó y le dio la bendición, y el jarrón volvió a quedar como si nada le hubiera pasado. Esto conmovió mucho a las gentes del pueblo y empezaron a venerarlo como un santo. Entonces tuvo que salir huyendo hacia más lejos.

Principios heroicos

Se fue hacia una región totalmente deshabitada y en un sitio llamado “Subiaco”(que significa: debajo del lago, porque había allí cuevas debajo del agua) se retiró a vivir en una roca, rodeada de malezas y de espinos, y a donde era dificilísimo subir. Un monje que vivía por los alrededores lo instruyó acerca de cómo ser un buen religioso y le llevaba un pan cada día, el cual amarraba a un cable, que Benito tiraba desde arriba. Su barba y su cabellera crecieron de tal manera y su piel se volvió tan morena en aquella roca, que un día unos pastores que buscaban unas cabras, al encontrarlo, creyeron que era una fiera. Más luego al oírle hablar, se quedaron maravillados de los buenos consejos que sabía dar. Contaron la noticia y mucha gente empezó a visitarlo para pedirle que les aconsejara y enseñara.

Superior contra su voluntad

Y sucedió que otros hombres, cansados de la corrupción de la ciudad, se fueron a estos sitios deshabitados a rezar y a hacer penitencia, y al darse cuenta de la gran santidad de Benito, aunque él era más joven que los otros, le rogaron que se hiciera superior de todos ellos. El santo no quería porque sabía que varios de ellos eran gente difícil de gobernar y porque personalmente era muy exigente con los que querían llegar a la santidad y sospechaba que no le iban a hacer caso. Pero tanto le rogaron que al fin aceptó el cargo de superior. Con todos ellos fundó allí 12 pequeños conventos de religiosos, cada uno con un superior o abad. El tenía la dirección general de todo.

Primer atentado

Cuando algunos de aquellos hombres se dieron cuenta de que Benito como superior era exigente y no permitía “vivir prendiéndole un vela a Dios y otra al diablo”, que no permitía vivir en esa vida de retiro tan viciosamente como si se viviera en el mundo, dispusieron deshacerse de él y matarlo. Y echaron un fuerte veneno en la copa de vino que él se iba a tomar. Pero el santo dio una bendición a la copa, y esta saltó por los aires hecha mil pedazos. Entonces se dio cuenta de que su vida corría peligro entre aquellos hombres, y renunció a su cargo, se alejó de allí.

Terribles Tentaciones

Al joven Benito le llegaron espantosas tentaciones impuras. A su imaginación se le presentaban escenas más corruptas y le llegaba el recuerdo de cierta mujer que él había visto hacía tiempo y sentía toda la fuerza de la pasión. Rezaba y pedía ayudas al cielo, y al fin cuando sintió que ya iba a consentir, se lanzó contra un matorral lleno de punzantes espinas y se revolcó allí hasta que todo su cuerpo quedó herido y lastimado. Así, mediante esas heridas corporales logró curar las heridas de su alma, y la tentación impura se alejó de él.

Su fundación más famosa

Con unos discípulos que le habían sido siempre fieles (San Mauro, San Plácido y otros) se dirigió hacia un monte escarpado, llamado Monte Casino. Allá iba a fundar su famosísima Comunidad de Benedictinos. Su monasterio de Monte Casino ha sido famoso durante muchos siglos.

En el año 530, después de ayunar y rezar por 40 días, empezó la construcción del convento, en la cima del Monte. En ese sitio había un templo pagano, dedicado a Apolo; lo hizo derribar y en su lugar construyó una capilla católica. Luego con sus discípulos fue evangelizando a todos los paganos que vivían en los alrededores, y enseguida empezó a levantar el edificio, del cual por tantos siglos han salido santos misioneros a llevar la santidad a pueblos y naciones.

Milagros a montón

San Gregorio en su biografía de San Benito, narra muchos hechos interesantes de entre los cuales vamos a recordar algunos:

El muchacho que no sabía nadar

El joven Plácido cayó en un profundo lago y se estaba ahogando. San Benito mandó a su discípulo preferido Mauro: “Láncese al agua y sálvelo”. Mauro se lanzó enseguida y logró sacarlo sano y salvo hasta la orilla. Y al salir del profundo lago se acordó de que había logrado atravesar esas aguas sin saber nadar. La obediencia al santo le había permitido hacer aquel salvamento milagroso.

El edificio que se cae

Estando construyendo el monasterio, se vino abajo una enorme pared y sepultó a uno de los discípulos de San Benito. Este se puso a rezar y mandó a los otros monjes que removieran los escombros, y debajo de todo apareció el monje sepultado, sano y sin heridas, como si hubiera simplemente despertado de un sueño.

La piedra que no se movía

Estaban sus religiosos constructores tratando de quitar una inmensa piedra, pero esta no se dejaba ni siquiera mover un centímetro. Entonces el santo le envió una bendición, y enseguida la pudieron mover de allí como si no pesara nada. Por eso desde hace siglos cuando la gente tiene algún grave problema en su casa que no logra alejar, consigue una medalla de San Benito y le reza con fe, y obtiene prodigios. Es que este varón de Dios tiene mucho influjo ante Nuestro Señor.

El disfrazado

El terrible rey Totila, pagano, estaba invadiendo a Italia, y oyó ponderar la santidad del famoso fundador. Entonces mandó al jefe de su guardia que se vistiera de rey y fuera con los ministros, a presentarse ante el santo, como si él fuera Totila. San Benito, apenas lo vio le dijo: “Quítate esos vestidos de rey que no son los tuyos”. El otro volvió a contarle al rey lo sucedido y este se fue a visitarlo con gran respeto. El venerable anciano le anunció que lograría apoderarse de Roma y de Sicilia, pero que poco después de llegar a esa isla moriría. Y así le sucedió, tal cual.

Panes que se multiplican

Hubo una gran escasez en esa región y San Benito mandó repartir entre los pobres todo el pan que había en el convento. Solamente dejó cinco panes, y los monjes eran muchos. Al verlos aterrados ante este atrevimiento les dijo: “Ya verán que el Señor nos devolverá con la misma generosidad con la que hemos repartido”. A la mañana siguiente, llegaron a las puertas del monasterio 200 bultos de harina, y nunca se supo quién los envió.

Muertes anunciadas

Un día exclamó: “Se murió mi amigo el obispo de Cápua, porque vi que subía al cielo un bello globo luminoso”. Al día siguiente vinieron a traer la noticia de la muerte del obispo. Otro día vio que salía volando hacia el cielo una blanquísima paloma y exclamó: “Seguramente se murió mi hermana Escolástica”. Los monjes fueron a averiguar, y sí, en efecto acababa de morir tan santa mujer. El, que había anunciado la muerte de otros, supo también que se aproximaba su propia muerte y mandó a unos religiosos a excavar en el suelo su sepultura. Duraron seis días haciéndola, y apenas la terminaron, empezó él a sentir las altísimas fiebres, y poco después murió.

Un día en la vida de San Benito

Se levantaba a las dos de la madrugada a rezar los salmos. Pasaba horas y horas rezando y meditando. Jamás comía carne. Dedicaba bastantes horas al trabajo manual, y logró que sus seguidores se convencieran de que el trabajo no es un rebajarse, sino un ser útil para la sociedad y un modo de imitar a Jesucristo que fue un gran trabajador, y hasta un método muy bueno para alejar tentaciones. Ayunaba cada día, y su desayuno lo tomaba en las horas de la tarde. La mañana la pasaba sin comer ni beber. Atendía a todos los que le iban a hacer consultas espirituales, que eran muchos, y de vez en cuando se iba por los pueblos de los alrededores, con sus monjes a predicar y a tratar de convertir a los pecadores. Su trato con todos era extremadamente amable y bien educado. Su presencia era venerable.

Su famoso reglamento: LA SANTA REGLA

Inspirado por Dios, escribió nuestro santo un Reglamento para sus monjes que llamó “Santa Regla”. Es un documento que se ha hecho famoso en todo el mundo, y en el cual se han basado los Reglamentos de todas las demás Comunidades religiosas en la Iglesia Católica. Allí recomienda ciertos detalles como estos:

La primera virtud que necesita un religioso (después de la caridad) es la humildad.

La casa de Dios es para rezar y no para charlar.

Todo superior debe esforzarse por ser amable como un padre bondadoso.

El ecónomo o el que administra el dinero no debe humillar a nadie.
Nuestro lema debe ser: Trabajar y rezar.

Cada uno debe esforzarse por ser exquisito y agradable en su trato.

Cada comunidad debe ser como una buena familia donde todos se aman.

Evite cada individuo todo lo que sea rústico y vulgar. Recuerde lo que decía San Ambrosio: “Portarse con nobleza es una gran virtud”.

Y los que vivieron con él afirmaban que todo lo bueno que recomienda en su Santa Regla, lo practicaba él en su vida diaria. Con estos principios, su Comunidad de Benedictinos ha hecho inmenso bien en todo el mundo en 15 siglos.

Morir de pie, como los robles

El 21 de marzo del año 543, estaba el santo en la Ceremonia del Jueves Santo, cuando se sintió morir. Se apoyó en los brazos de dos de sus discípulos, y elevando sus ojos hacia el cielo cumplió una vez más lo que tanto recomendaba a los que lo escuchaban: “Hay que tener un deseo inmenso de ir al cielo”, y lanzando un suspiro como de quien obtiene aquello que tanto había anhelado, quedó muerto.

Dos de sus monjes estaban lejos de allí rezando, y de pronto vieron una luz esplendorosa que subía hacia los cielos y exclamaron: “Seguramente es nuestro Padre Benito, que ha volado a la eternidad”. Era el momento preciso en el que moría el santo.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Benito.htm)

10 julio, 2023

San Cristóbal, Mártir y Patrono de los Transportistas y automovilistas

 

¡Oh! San Cristóbal, vos sois el hijo del Dios
de la Vida su mártir, amado santo y figura
importante en la historia del cristianismo de
Oriente y Occidente. Vuestra historia más, que
leyenda, conocida es en Occidente pues vos,
portasteis sobre vuestros hombros a un niño
reluciente al que vos, no conocíais y nunca
habíais visto, a través de un río caudaloso
el que atravesabais una y otra vez, de un lado
al otro, llevando gente que no era capaz de
vencer la fuerza de las aguas. A vos, os
resultaba más fácil cruzar dada la fuerza y
altura que poseíais. Pero, aquel niño que os
solicitó ayuda, antes de desaparecer, os reveló
secretamente que era Cristo, a quien vos,
intentabais ayudar ayudando a otros. Por ello
se entiende mejor porque a vos, os llamaban
“Christophoros”, que en griego quiere decir
“portador de Cristo”. Por ello, os representan con
el niño Jesús sobre vuestros hombros y llevando 
un bastón con hojas. En la baja Edad Media se
popularizó la creencia de que bastaba mirar
vuestra imagen para que cualquier viajero se
librara del peligro durante su travesía. Y,
claro, no por nada sois patrón de peregrinos,
viajeros, motoristas y transportistas en general.
Erais vos, un hombre corpulento, de gran estatura
que servisteis como soldado del Imperio Romano
y que, con vuestra alma caritativa ayudabais
a los cristianos cautivos. A vos os bautizaron en
Antioquía y de allí os dirigisteis predicar a
Licia y Samos, donde os tomaron como prisionero
por el rey Dagón, por órdenes del infeliz Decio,
donde vos, os resististeis a abdicar de vuestra
fe, aunque fuerais torturado, y terminasteis
siendo degollado. ¡Y maravilla de maravillas!
Siria, y el rey Dagón se convirtieron a Cristo
gracias a vos, “Christophoros”, portador de Cristo.
Hoy, vuestra alma brilla en la mansión del Señor
y vuestros criminales en las tinieblas del averno;
¡Oh! San
Cristóbal "vivo portador del Dios Vivo".    
 
© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
________________________________________________


10 de Julio
San Cristóbal
Mártir

San Cristóbal de Licia es una figura muy importante en la historia del cristianismo de Oriente y Occidente; y aunque las dificultades para conocerlo y entender su papel histórico son reales, se sabe con bastante certeza que vivió durante el gobierno de Decio, tercer emperador romano, alrededor del año 250 de la era cristiana.

Su famosa leyenda, que es conocida sobre todo en Occidente y que podría haberse inspirado tanto en historias reales de mártires cristianos como en algún personaje de la mitología griega, cuenta que Cristóbal portó sobre sus hombros a un chico, al que no conocía, a través del río caudaloso que atravesaba una y otra vez, de un lado al otro, llevando gente que no era capaz de vencer la fuerza de las aguas. A Cristóbal le resultaba más fácil cruzar dada la fuerza y altura que poseía. Aquel niño desconocido que le solicitó ayuda, antes de desaparecer, le reveló que era Cristo, a quien él intentaba ayudar ayudando a otros.

Precisamente, al considerar esta historia, uno puede comprender mejor el porqué de su nombre “Christophoros”, que en griego quiere decir “portador de Cristo”. Desde el siglo IV San Cristóbal fue representado con el niño Jesús sobre sus hombros y llevando un bastón con hojas.

En la baja Edad Media se popularizó la creencia de que bastaba mirar su imagen para que cualquier viajero se librara del peligro durante su travesía; y es que a Cristobal se le considera patrón de peregrinos, viajeros, motoristas y transportistas en general.

La tradición conserva la idea de que fue un hombre corpulento, de gran estatura que probablemente se desempeñó como soldado del Imperio Romano; también se dice que tenía un alma caritativa y trataba de ayudar a los cristianos cautivos.

La tradición señala, además, que San Cristóbal fue bautizado en Antioquía y de allí se dirigió a predicar a Licia y Samos. En esa ciudad fue tomado prisionero por el rey Dagón, por órdenes del emperador Decio, y tras resistirse a abdicar de su fe aunque fuese torturado, se ordenó degollarlo. Según Gualterio de Espira, la nación Siria y el mismo Dagón se convirtieron a Cristo gracias a este Santo.

San Cristóbal es un santo muy popular; lo es en tal medida que poetas modernos como Federico García Lorca y Antonio Machado lo han cantado con inspirados versos. Su estatua, generalmente colosal y gigantesca, decora muchísimas catedrales, como la de Toledo, en España.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-de-san-cristobal-patrono-de-los-transportistas-57266)

 

09 julio, 2023

Domingo 14 (A) del tiempo ordinario

 ORACIÓN A JESÚS PARA TODOS LOS DÍAS Y PARA UN MILAGRO | Postposmo

 

Texto del Evangelio (Mt 11,25-30):En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

»Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

______________________

«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» P. Antoni POU OSB Monje de Montserrat (Montserrat, Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos muestra dos realidades que le definen: que Él es quien conoce al Padre con toda la profundidad y que Él es «manso y humilde de corazón» (Mt 11,29). También podemos descubrir ahí dos actitudes necesarias para poder entender y vivir lo que Jesús nos ofrece: la sencillez y el deseo de acercarnos a Él.

A los sabios y entendidos frecuentemente les es difícil entrar en el misterio del Reino, porque no están abiertos a la novedad de la revelación divina; Dios no deja de manifestarse, pero ellos creen que ya lo saben todo y, por tanto, Dios ya no les puede sorprender. Los sencillos, en cambio, como los niños en sus mejores momentos, son receptivos, son como una esponja que absorbe el agua, tienen capacidad de sorpresa y de admiración. También hay excepciones, e incluso, hay expertos en ciencias humanas que pueden ser humildes por lo que al conocimiento de Dios se refiere.

En el Padre, Jesús encuentra su reposo, y su paz puede ser refugio para todos aquellos que han sido maleados por la vida: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11,28). Jesús es humilde, y la humildad es hermana de la sencillez. Cuando aprendemos a ser felices a través de la sencillez, entonces muchas complicaciones se deshacen, muchas necesidades desaparecen, y al fin podemos reposar. Jesús nos invita a seguirlo; no nos engaña: estar con Él es llevar su yugo, asumir la exigencia del amor. No se nos ahorrará el sufrimiento, pero su carga es ligera, porque nuestro sufrimiento no nos vendrá a causa de nuestro egoísmo, sino que sufriremos sólo lo que nos sea necesario y basta, por amor y con la ayuda del Espíritu. Además, no olvidemos, «las tribulaciones que se sufren por Dios quedan suavizadas por la esperanza» (San Efrén).

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Impongámonos realmente el trabajo de aprender la lección de la santidad de Jesús, cuyo corazón era manso y humilde. La primera lección de ese corazón es un examen de conciencia; el resto —el amor y el servicio— lo siguen inmediatamente» (Santa Teresa de Calcuta)
  • «Jesús nos hace conocer al Padre. Y ¿a quién revela esto? Sólo quienes tienen el corazón como los pequeños son capaces de recibir esta revelación» (Francisco)
  • «El Reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir a los que lo acogen con un corazón humilde (…). [Jesús] se identifica con los pobres de todas clases y hace del amor activo hacia ellos la condición para entrar en su Reino» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 544)

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2023-07-09)