20 julio, 2023

San Apolinar de Rávena, Obispo y Martir

 

 

¡Oh!, San Apolinar de Rávena, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo y que, las riquezas de Cristo
difundiendo a la cabeza de vuestra grey, la honrasteis
largamente con vuestra santa vida. Discípulo de Pedro,
lo acompañasteis hasta Roma, para fundar Nuestra
Santa Madre Iglesia, y luego os dirijisteis al norte
de Italia como embajador de la fe, para evangelizar
convirtiéndoos así, en el primer obispo de Rávena.
Os atribuyen el poder de curar a los enfermos con justa
causa en el nombre de Cristo, y el haber muchos milagros
realizado. El hereje Vespasiano, creyó acabar con vuestra
tarea evangélica al terminar con vuestra santa vida,
pero, erró en falso porque vuestra alma, voló al cielo
para coronada ser de luz, como premio justo a vuestra
entrega de amor y vivo ejemplo ser de la cruenta vida
que pasasteis en aquél tiempo, para dejarnos gloriosa
y a la vez, rica herencia de luz eterna. ¡Aleleuya!
¡Oh!, San Apolinar, “vivo camino del Dios de la Vida”.

 © 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Julio
San Apolinar de Rávena
Obispo y Mártir

Martirologio Romano: En Classe, cerca de la ciudad de Rávena, en la vía Flaminia, conmemoración de san Apolinar, obispo, cuya memoria litúrgica se celebra el veinte de julio (c. s. II).

San Apolinar, obispo, que al mismo tiempo que propagaba entre los gentiles las insondables riquezas de Cristo, iba delante de sus ovejas como buen pastor, y es tradición que honró con su ilustre martirio a la iglesia de Classe, cerca de Rávena, en la vía Flaminia, pasando al banquete eterno el día veintitrés de julio (c. s. II)

SAN APOLINAR DE RÁVENA nació probablemente en Antioquía, en la actual Turquía, en la época de mayor auge del Imperio Romano, apenas después de la muerte de Jesús.

Según la tradición, San Apolinar fue uno de los principales discípulos del Apóstol San Pedro. Cuando San Pedro se trasladó a Roma par fundar ahí la Iglesia, San Apolinar lo habría acompañado hasta la capital del Imperio.

Durante el reinado del emperador Claudio, San Apolinar recibió la comisión de viajar al norte de Italia como embajador de la fe para empezar a evangelizar y a ganar adeptos para el cristianismo.

San Apolinar se convirtió así en el primer obispo de Rávena, cargo que ejerció durante veinte años. Se le ha atribuido el poder de curar a los enfermos en el nombre de Cristo, y de haber realizado otros milagros.

La relativa tranquilidad de su labor apostólica cambió con el ascenso al trono imperial de Vespasiano, en 69, quien cuenta con el dudoso honor de haber organizado las primeras persecuciones con lujo de crueldad contra los cristianos.

Por su cargo y sus actividades en Rávena, San Apolinar fue perseguido inmediatamente. Algunas fuentes cuentan que fue capaz de escapar hacia Dalmacia, donde habría predicado el Evangelio y habría puesto fin milagrosamente a una hambruna.

Sin embargo, al final San Apolinar fue apresado, torturado y martirizado.

Sobre su tumba, en Rávena, se edificó siglos más tarde la célebre Basílica de San Apollinare in Classe, de tres naves, consagrada en 549. Más tarde, en el siglo nueve, fue construida también ahí la iglesia de San Apollinare Nuovo.

SAN APOLINAR DE RÁVENA nos ofrece un ejemplo de la cruenta vida que tuvieron que padecer los santos fundadores del cristianismo.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

19 julio, 2023

DSantas Justa y Rufina, Hermanas de sangre y Mártires

 

  

 ¡Oh! Santas, Justa y Rufina vosotras sois las hijas
del Dios de la Vida, sus Mártires y amadas santas
que soportasteis crueles suplicios, prisión, inanición
y otras torturas. Vos, Justa entregasteis vuestra vida
en prisión, y vos Rufina, fuisteis degollada. Vosotras
hermanas carnales y de  firmes convicciones cristianas
 ayudando al prójimo y evangelizando. Un día los paganos
recaudaban dinero para su "diosa" y vosotras os
negasteis a pagarlo por ser contrario a vuestra fe y, a la
vez la hicisteis añicos, desatando la ira de las devotas
que se lanzaron sobre vosotras, siendo encarcelarlas.
En la cárcel, os animaban a que abandonasen vuestras
creencias, pero vosotras os negasteis a pesar de las
amenazas. Sufristeis el tormento del potro para luego
ser torturadas con garfios de hierro y jamás nunca
abdicasteis y vuestros verdugos, os encerraron en la
cárcel, para sufrir de hambre y sed; sobreviviendo
heroicamente a esta condena y castigadas otra
vez, caminando descalzas hasta llegar a Sierra Morena.
¡Y así, lo hicieron! Y, viendo que nada os vencía, esta
vez, os encarcelaron hasta morir, y la primera en fallecer
fuiste vos, Justa; y vuestro cuerpo tirado a un pozo,
que recuperó después el obispo Sabino. Rufina, vos, os
negasteis a sucumbir con facilidad, y por ello, fuisteis
arrojada al anfiteatro dejándoos a expensas de un león
que solo movió la cola y lamió vuestras vestiduras.
El Prefecto, fuera de sí, y montado en cólera y rabia,
no aguantó más, y os mandó degollar y quemar vuestro
cuerpo, y nuevamente el obispo Sabino recogió vuestros
restos y os enterró junto a vuestra hermana. Y por ello,
por la entrega de vuestras almas, el Dios de la Vida y del
Amor, os coronó con coronas de luz y de eternidad;
¡Oh!, Santas, Justa y Rufina, “vivos luceros del Dios Vivo”.


© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Julio 19 

Santas, Justa y Rufina
Hermanas de sangre  
Mártires de Sevilla 

Martirologio Romano

En Sevilla, Andalucía, España, santas Justa y Rufina, virgenes, que arrestadas por ordenes del governador Diogeniano soportaron crueles suplicios, prisión, inamición y otras torturas. Justa murió en prisión, mientras que Rufina, por haber confesado su fe en el Señor fue degollada.

Etimología:

 Justa  = justa, del latín. 
Rufina = de pelo rojo, del latín.

Eran hermanas carnales, nacidas en Sevilla, Justa en 268 y Rufina en 270, de familia muy modesta con firmes convicciones cristianas. En la época que vivieron dominaban los romanos gran parte del mundo por ellos conocido. En estos tiempos paganos, las hermanas dedicaban su tiempo a ayudar al prójimo y al conocimiento del Evangelio.

Era costumbre celebrar una vez al año una fiesta pagana en honor a Venus y en la que se rememoraba el fallecimiento del admirado Adonis. Según la tradición cristiana, se recorrían las calles de la ciudad con la figura cargada en hombros molestando gravemente al público y exigiendo inmensas limosnas para la fiesta. En cierta ocasión, los paganos llegaron a casa de Justa y Rufina exigiendo el dinero correspondiente, pero las hermanas se negaron a pagarlo por ser el fin de éste contrario a su fe, y no sólo esto sino que decidieron hacer añicos la figura de la diosa entre ambas, provocando de esta manera el enfado general de las devotas que se lanzaron hacia ellas.

El prefecto de Sevilla, Diogeniano, mandó encarcelarlas, animándolas a abandonar sus creencias cristianas si no querían ser víctimas del martirio, las santas se negaron a pesar de las amenazas. Sufrieron el tormento del potro para a continuación ser torturadas con garfios de hierro. Diogeniano esperaba que el trato que se le daba sería suficiente para que renunciaran a su fe, ellas aguantaron todo. Viendo que no surtió efecto el castigo las encerró en una tenebrosa cárcel donde sufrirían las penalidades del hambre y la sed.

Estoicamente sobrevivieron a su condena, por lo que fueron castigadas de nuevo, esta vez debían caminar descalzas hasta llegar a Sierra Morena. Tuvieron la suficiente fuerza para conseguir el objetivo. Viendo que nada las vencía mandó encarcelarlas hasta morir, la primera en fallecer fue Santa Justa, su cuerpo lo tiraron a un pozo, recuperado poco tiempo después por el obispo Sabino.

Una vez que hubo acabado con la vida de Justa, Diogeniano creyó que Rufina sucumbiría a sus deseos con más facilidad, pero no lo consiguió, y decidió acabar con su vida de la forma más lúgubre en aquellos tiempos, la llevó al anfiteatro y la dejó a expensas de un león para que la destrozase. La bestia se acercó y lo más que hizo fue mover la cola y lamer sus vestiduras como haría un animal de compañía. El Prefecto no aguantó más, la mandó degollar y quemar su cuerpo. Nuevamente tras este hecho el obispo Sabino recogió los restos y la enterró junto a su hermana en el año 287.

Por tan cristiana acción, fueron canonizadas. Se les nombró Patronas de Sevilla, y de los gremios de alfareros y cacharreros. También son veneradas como patronas de otras localidades, por ejemplo Orihuela, donde la leyenda cuenta que las santas se aparecieron en forma de dos luceros sobre la sierra de Orihuela tras la valerosa conquista cristiana sobre los musulmanes y su falsa fe impuesta.Tambien es patrona de Payo de Ojeda en Palencia y de la ciudad conquense de Huete.

Las santas Justa y Rufina son especialmente veneradas en Sevilla. La tradición las señala como protectoras de la Giralda y la Catedral, considerando que por su intercesión no cayeron tras el terremoto de Lisboa de 1755.

 (http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

18 julio, 2023

San Arsenio, Monje del Desierto

 

 

¡Oh!, San Arsenio, vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo y, el que, brillo disteis al significado
de vuestro nombre: “fuerte, valeroso y valiente”. Fuerte,
en el combate de la fe, valeroso, en el silencio de los días
y de las noches del desierto, y, valiente, en la palabra
y el buen consejo; pues, vuestros dichos y refranes, hasta
hoy, el caminar iluminan de vuestros fieles. Cierta vez,
la voz de Dios, escuchasteis que os decía: “Apartaos
del trato con la gente y huid a la soledad”. Y, en el acto,
al desierto marchasteis a orar y a penitencia hacer, todo
por el mundano hombre, que falto de si, se entrega a
sus devaneos y falsías. Allí, rica herencia os dejó y vos,
dijisteis: “antes de que él muriera en su cuerpo, yo morí
en mis ambiciones y avaricias. No quiero riquezas mundanas
que me impidan adquirir las riquezas del cielo”. Y, a ellas
renunciando, a los pobres las disteis. La gente, en oración
constante os veía siempre de manera especial, las noches
todas. Y, más, los sábados, la noche caída, de rodillas
y con los brazos en cruz, os desmayabais repentinamente.
“Muchas veces he tenido que arrepentirme de haber
hablado. Pero nunca me he arrepentido de haber guardado
silencio”. Decíais vos, y agregabais: “Siempre he sentido
temor a presentarme al juicio de Dios, porque soy un
pecador”. ¿Para qué abandoné el mundo y me hice religioso?
Y, os respondíais: “me hice religioso porque quiero santificarme
y salvar mi alma. Si esto no lo consigo, he perdido totalmente
mi tiempo”. Pedíais consejos espirituales a monjes que
eran muchísimo más ignorantes que vos. Os preguntaron
un día, el por qué lo hacíais y respondisteis: “Yo sé idiomas,
literatura, filosofía y política, pero en lo espiritual soy un
analfabeto. En cambio estos religiosos que no hicieron
estudios especiales, son unos especialistas en espiritualidad
y de ello saben mucho más que yo”. Un religioso os preguntó
por qué los sabios del mundo son tan ignorantes en lo que
se refiere a la santidad, y en cambio tanta gente «ignorante»
progresa en lo espiritual, y respondisteis: “Es que la ciencia
infla y llena de orgullo, y en un corazón orgulloso Dios no hace
obras de arte en santidad. En cambio los humildes conocen
su debilidad, su ignorancia, y su insuficiencia, y ponen toda su
confianza en Dios, y en ellos sí hace prodigios de santificación
Nuestro Señor”. ¿Dónde podremos encontraros ahora Arsenio?
¡Duda no cabe!: coronado de luz todo, en el paraíso eterno,
!oh¡ San Arsenio, «vivo amor por el Dios de la Vida y del Amor».

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de julio
San Arsenio
Monje
Año 450

Arsenio significa: fuerte, valeroso, valiente.

De toda palabra indebida que diga una persona, tendrá que rendir cuentas el día del juicio. (Jesucristo, Mt. 12,36).

San Arsenio fue uno de los monjes más famosos de la antigüedad. Sus dichos o refranes fueron enormemente estimados. Las gentes hacían viajes de semanas y meses con tal de ir a consultarle y oír sus consejos. Cuando el emperador Teodosio, el Grande buscaba un buen profesor para sus dos hijos, el Papa San Dámaso le recomendó a Arsenio, que era un senador sumamente sabio y muy práctico en los consejos que sabia dar. Y así durante diez años tuvo que estarse en el palacio imperial tratando de educar a los dos hijos del emperador, Arcadio y Honorio. Pero se dio cuenta de que el uno era demasiado atrevido y el otro demasiado apocado, y desilusionado de ese fracaso como educador de los dos futuros emperadores dispuso dedicarse a otra labor que le fuera de mayor utilidad para su santificación y salvación.

Y estando un día orando, en medio de una gran crisis espiritual, mientras le pedía a Dios que le iluminara lo que debía hacer para santificarse, oyó una voz que le decía: “Apártese del trato con la gente, y váyase a la soledad”. Entonces dispuso irse al desierto a orar y a hacer penitencia con los demás monjes de esa soledad.

Cuando llegó al monasterio del desierto, los monjes, sabiendo que había estado viviendo tanto tiempo como senador y como alto empleado del Palacio imperial, dispusieron ponerle algunas pruebas para saber si en verdad era apto para esa vida de humillación y mortificación. El superior lo recibió fríamente, y al llegar al comedor, no lo hizo sentar a la mesa sino que lo dejó de pie, junto a su mesa. Luego en vez de pasarle un plato de comida, le lanzó una tajada de pan al piso, y le dijo secamente: “Si quiere comer algo, recoja eso”. Arsenio se inclinó humildemente, recogió la tajada de pan y se sentó en el suelo a comer. El superior, al observar este comportamiento admirable, lo consideró lo suficientemente humilde como para ser recibido como monje y lo aceptó en el monasterio, diciendo a los demás religiosos: “Este será un buen hermano”.

Arsenio había pasado toda su vida en el alto gobierno y en lujosos palacios, tratando con gente de mundo, y conservaba algunas costumbres mundanas que los otros monjes no hallaban como corregírselas, porque le tenían mucho respeto. Entonces dispusieron irlo corrigiendo indirectamente, y poco a poco. Así por ejemplo, él acostumbraba montar la pierna, mientras estaba rezando en la capilla. Y los demás para quitarle la tal costumbre, le dijeron a un monje joven que mientras rezaban tuviera la pierna montada, y que ellos le llamarían la atención por eso. Y así lo hicieron, regañando fuertemente al joven por esa actitud. Arsenio entendió muy bien la lección y se corrigió.

San Arsenio se hizo famoso por sus penitencias extraordinarias. Un día llegó un alto empleado del imperio a llevarle un documento en el cual se le comunicaba que un senador riquísimo le dejaba en herencia todas sus grandes riquezas, y que se fuera a reclamarlas. El santo exclamó: “Antes de que él muriera en su cuerpo, yo morí en mis ambiciones y avaricias. No quiero riquezas mundanas que me impidan adquirir las riquezas del cielo”. Y renunció a todo esto en favor de los pobres.

Con frecuencia pasaba toda la noche en oración. Los sábados al anochecer empezaba a rezar de rodillas con los brazos en cruz y permanecía así hasta que caía por el suelo desmayado. Tenía 40 años cuando abandonó el palacio imperial donde tenía todas las comodidades, para irse a un tremendo desierto, donde todo faltaba. Desde los 40 años hasta los 95 años estuvo orando, ayunando y haciendo penitencias en el desierto, por la conversión de los pecadores, la extensión de la religión y el perdón de sus propios pecados.

Como hombre de mundo y de política que había sido, sentía una gran inclinación a tratar con la gente y a charlar con los demás, y en cambio hacía todo lo posible por retirarse del trato con todos, y vivir en la más completa soledad. Cuando un día el superior le llamó la atención porque no se prestaba a quedarse a charlar con las numerosísimas personas que iban a consultarle, le respondió: “Dios sabe que los quiero con toda mi alma y que gozo inmensamente charlando con ellos, pero como penitencia tengo que abstenerme lo más posible de las charlatanerías. El Señor me ha dicho que si quiero santificarme tengo que hacer la mortificación de apartarme del trato con las gentes”. En verdad que a cada persona la lleva Dios a la santidad por caminos diversos. A unos los hace santos haciendo que se dediquen totalmente a tratar con los demás para salvarlos, y a otros les ha pedido que con el sacrificio de no tratar tanto con la gente, le ganen también almas para el cielo.

Por muchos siglos han sido enormemente estimados los dichos o frases breves que San Arsenio acostumbraba decir a las gentes. Desde remotas tierras iban viajeros ansiosos de escuchar sus enseñanzas que eran cortas pero sumamente provechosas.

Recordemos algunos de sus dichos

“Muchas veces he tenido que arrepentirme de haber hablado. Pero nunca me he arrepentido de haber guardado silencio”. “Siempre he sentido temor a presentarme al juicio de Dios, porque soy un pecador”.

El religioso debe preguntarse frecuentemente: “¿Para qué abandoné el mundo y me hice religioso? y responderse: Me hice religioso porque quiero santificarme y salvar mi alma. Si esto no lo consigo, he perdido totalmente mi tiempo” (Esta frase ha conmovido a muchos santos. Por ej. San Bernardo la tenía escrita así en su habitación: “Bernardo: ¿a qué viniste a la vida religiosa? – Quiero salvar mi alma y santificarme”).

San Arsenio pedía consejos espirituales a monjes que eran muchísimo más ignorantes que él. Le preguntaron por qué lo hacía y respondió: “Yo sé idiomas, literatura, filosofía y política, pero en lo espiritual soy un analfabeto. En cambio estos religiosos que no hicieron estudios especiales, son unos especialistas en espiritualidad y de ello saben mucho más que yo”.

Un religioso le preguntó por qué los sabios del mundo que conocen tantas ciencas y han leído muchos libros son tan ignorantes en lo que se refiere a la santidad, y en cambio tanta gentecita ignorante progresa tan admirablemente en lo espiritual, y el santo respondió: “Es que la ciencia infla y llena de orgullo, y en un corazón orgulloso Dios no hace obras de arte en santidad. En cambio los humildes conocen su debilidad, su ignorancia, y su insuficiencia, y ponen toda su confianza en Dios, y en ellos sí hace prodigios de santificación Nuestro Señor”.

Arsenio era muy conocido por su presencia venerable. Alto, flaco, bien parecido, con una barba larguísima y muy blanca, su hermosa figura descollaba majestuosamente entre los demás monjes. Y su santidad superaba a la de los demás compañeros. Las gentes lo veneraban inmesamente y sus consejos han sido apreciados por muchos siglos. Que Arsenio ruegue por nosotros y nos consiga una santidad como la suya.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Arsenio_7_19.htm)

17 julio, 2023

Beatas carmelitas mártires de Compiègne

 

 

Un día después de la fiesta de la Virgen del Carmen, hoy, 17 de julio, la Iglesia Católica recuerda a las dieciséis carmelitas mártires de Compiègne (Francia). Estas valerosas mujeres fueron asesinadas por odio a Cristo en tiempos de la Revolución Francesa (1789-1799). A estas mártires se les llama también “teresianas”, en alusión a la Beata Teresa de San Agustín, priora del monasterio carmelita de Compiègne.

Tiempos de confusión

Las carmelitas se establecieron en Compiègne en 1641 y, fieles al espíritu de Santa Teresa de Jesús, con su ejemplo se ganaron la estima de los lugareños. Sin embargo, iniciada la Revolución, se desató un régimen persecutorio contra la Iglesia y sus representantes. El convento en el que vivían las religiosas fue cerrado y sus integrantes forzadas a vivir como seglares, de acuerdo a la ley revolucionaria de 1790.

El siguiente paso fue obligar a las religiosas a firmar el llamado “juramento revolucionario”, por el que se comprometían a defender los valores de la Revolución: libertad, igualdad y fraternidad. Sometiéndose a dicha ley evitaron ser deportadas, pero tuvieron que disgregarse. Fue así que las integrantes de la comunidad pasaron a residir en cuatro casas distintas, en la clandestinidad.

Cuando la situación parecía haberse calmado un poco, Teresa de San Agustín, antigua priora del convento, propuso a sus hermanas retomar la disciplina de la vida conventual, aunque estuviesen exclaustradas. De ese modo, pese a vivir separadas, las monjas retomaron la relación de obediencia con su superiora y comenzaron a comunicarse entre ellas a diario.

“En vano se afanan sus constructores, si el Señor no protege la ciudad” (Sal 127,1)

Los ideales revolucionarios, mientras tanto, quedaban expuestos como palabras que se lleva el viento. En nombre de estos, al amparo de la “Razón” y el deseo de justicia, muchas atrocidades fueron cometidas, como la que se narra a continuación.

En determinado momento, algunos partidarios de la Revolución en Compiègne se percataron de lo que las hermanas hacían y las denunciaron ante el “Comité de Salud Pública”. De inmediato, se ordenó registrar sus casas e incautar toda "prueba de vida conventual”. Se hallaron una estampa del Sagrado Corazón, algunas cartas y escritos.

 Esto era más que suficiente para acusarlas de complotar secretamente en pos del “restablecimiento de la monarquía y la desaparición de la República”. Lo que les esperaba era, al menos, la cárcel.

Afortunadamente, algunas carmelitas lograron escapar, aunque la mayoría -unas dieciséis- fue apresada. Los revolucionarios, entonces, reunieron a las prisioneras en un solo recinto. Estando una frente a la otra, las mujeres se encomendaron a la Virgen del Carmen y acordaron retractarse del juramento revolucionario, y no aceptar más imposiciones que comprometieran su fe.

Cuando se solicitó que firmaran de nuevo el juramento, las carmelitas se negaron. Acto seguido, fueron acusadas de “conspiradoras contra la Revolución”.

En la “Ciudad de la Luz”

Las dieciséis fueron enviadas rumbo a París, con las manos atadas, encima de dos carretas con paja. Al arribar a su destino fueron encerradas en la prisión de la Conciergerie, que tenía la fama de ser la antesala de la guillotina. Allí las ubicaron, al lado de presos comunes y, por supuesto, de presbíteros, religiosos y laicos comprometidos acusados de conspiradores también.

En la prisión, las carmelitas se convirtieron en modelo de piedad y firmeza. Establecieron una suerte de régimen de oración conventual y lo cumplían frente a todos, carceleros y reos, sin ningún temor. Las monjas, incluso, se las arreglaron para celebrar a la Virgen del Carmen el 16 de julio.

Aquel fue un día glorioso en la prisión, en el que se pudo respirar algo de serena alegría y solemnidad.

Vestidas de blanco, llevando palmas en las manos

A la mañana siguiente, 17 de julio de 1794, las hermanas comparecieron ante el Tribunal Revolucionario. Este sentenció la pena de muerte para todas; la forma de la ejecución: muerte por decapitación.

Al pie de la guillotina, las carmelitas cantaron el “Te Deum”, renovaron sus promesas y votos, y subieron una por una a entregar la vida, como ofrenda a Cristo. Así se cumpliría lo que cien años antes había vaticinado una carmelita de la misma comunidad de Compiègne. Aquella religiosa tuvo una visión en la que aparecían las monjas del monasterio vestidas de blanco, llevando la palma del martirio en las manos.

Las dieciséis carmelitas de Compiègne fueron beatificadas por el Papa San Pío X en 1906.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-se-recuerda-a-16-carmelitas-martires-decapitadas-durante-la-revolucion-francesa-56300)

16 julio, 2023

Domingo 15 (A) del tiempo ordinario

 

 

Texto del Evangelio (Mt 13,1-23):Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente se quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas.

Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga».

Y acercándose los discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y han cerrado sus ojos; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’. ¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.

»Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumbe enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta».

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«Salió un sembrador a sembrar» P. Jorge LORING SJ (Cádiz, España)

Hoy consideramos la parábola del sembrador. Tiene una fuerza y un encanto especiales porque es palabra del propio Señor Jesús.

El mensaje es claro: Dios es generoso sembrando, pero la concreción de los frutos de su siembra dependen también —y a la vez— de nuestra libre correspondencia. Que el fruto depende de la tierra donde cae es algo que la experiencia de todos los días nos lo confirma. Por ejemplo, entre alumnos de un mismo colegio y de una misma clase, unos terminan con vocación religiosa y otros ateos. Han oído lo mismo, pero la semilla cayó en distinta tierra.

La buena tierra es nuestro corazón. En parte es cosa de la naturaleza; pero sobre todo depende de nuestra voluntad. Hay personas que prefieren disfrutar antes que ser mejores. En ellas se cumple lo de la parábola: las malas hierbas (es decir, las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas) «ahogan la Palabra, y queda sin fruto» (Mt 13,22).

Pero quienes, en cambio, valoran el ser, acogen con amor la semilla de Dios y la hacen fructificar. Aunque para ello tengan que mortificarse. Ya lo dijo Cristo: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24). También nos advirtió el Señor que el camino de la salvación es estrecho y angosto (cf. Mt 7,14): lo que mucho vale, mucho cuesta. Nada de valor se consigue sin esfuerzo.

El que se deja llevar de sus apetitos tendrá el corazón como una selva salvaje. Por el contrario, los árboles frutales que se podan dan mejor fruto. Así, las personas santas no han tenido una vida fácil, pero han sido unos modelos para la humanidad. «No todos estamos llamados al martirio, ciertamente, pero sí a alcanzar la perfección cristiana. Pero la virtud exige una fuerza que (…) pide una obra larga y muy diligente, y que no hemos de interrumpir nunca, hasta morir. De manera que esto puede ser denominado como un martirio lento y continuado» (Pío XII).

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Es necesario acordarse de Dios con más frecuencia de la que se respira» (San Gregorio Nacianceno)
  • «La semilla se encuentra a menudo con la aridez de nuestro corazón, e incluso cuando es acogida corre el riesgo de permanecer estéril. Con el don de fortaleza el Espíritu Santo libera el terreno de nuestro corazón» (Francisco)
  • «El Decálogo, el Sermón de la Montaña y la catequesis apostólica nos describen los caminos que conducen al Reino de los cielos. Por ellos avanzamos paso a paso mediante los actos de cada día, sostenidos por la gracia del Espíritu Santo. Fecundados por la Palabra de Cristo, damos lentamente frutos en la Iglesia para la gloria de Dios» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.724)

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2023-07-16)

15 julio, 2023

San Buenaventura, Doctor Seráfico, Cardenal y Escritor

 

  

¡Oh!, San Buenaventura, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, y, que, a la vida vuelto por San Francisco
con aquella famosa y preciosa frase: “Juan: ¡Buena Ventura!”.
Y, así, os quedasteis con ella para siempre, hasta convertiros
en el maravilloso “Doctor seráfico”, que sois. Vos, que en santo
amor ardíais por el Dios de la Vida, vuestros sermones, escritos
trabajos y estudios, a Él, os lo ofrecisteis. En “Itinerario del
alma hacia Dios”, bellísimo libro vuestro y muestra perfecta
del bien obrar, donde sutilmente mostráis, cómo el hombre,
alcanzar debe su ascenso hacia la Casa del Padre Eterno.
Vos, con humildad las tareas sencillas del convento realizabais
a la sazón joven Cardenal hecho, con amor puro y alegría
y que, junto a vuestro amabilísimo trato conciliador, os
ganabais a toda la gente de vuestro tiempo. El meditar en la
pasión y muerte de nuestro Señor jesucristo, os llevaba a menudo
a esforzaros por amor y, a cumplir las palabras que Él,
alguna vez dijo: “Aprended de mí que soy manso y humilde
de corazón”. Vuestro amor a María Virgen, recomendabais
complementarlo con el rezo del Santo Rosario y el Ángelus.
¡Qué hermoso! debió haber sido, cuando se os encargó
escribir la biografía del fundador de vuestra orden, San
Francisco de Asís, que, hasta Santo Tomás de Aquino, un día
se apeó a vuestra celda, y os vio, como “ido” de este mundo
y exclamó para sí: “dejemos que un santo escriba la vida
de otro santo”. Al final de vuestra santa vida ¿dónde
os fuisteis San Buenaventura? ¿dónde? Y, mayor ni mejor
respuesta hay: ¡al cielo os fuisteis todo coronado, con
corona de luz y gloria, como premio a vuestra increíble
entrega de amor, fe y misericordia sin fin. Inocencio,
Papa, en vuestro entierro dijo de vos: “Su amabilidad
era tan grande que empezar a tratarlo era quedar ya
amigos de él para siempre. Y su unción al predicar
y escribir era tan admirable, que escucharlo o leer sus
escritos, era ya empezar a sentir deseos de amar a Dios
y conseguir la santidad”. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, San Buenaventura, “vivo Amor por el Dios de la Vida”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de julio
San Buenaventura
Religioso, Cardenal y Escritor.
Año 1274

San Buenaventura: pide a Nuestro Señor que nosotros lo amemos como lo amaste tú.

Un nombre profético

Nació en Bañoreal, cerca de Vitervo (Italia) en 1221. Se llamaba Juan, pero dicen que cuando era muy pequeño enfermó gravemente y su madre lo presentó a San Francisco, el cual acercó al niñito de cuatro meses a su corazón y le dijo: “¡BUENA VENTURA!”que significa: “¡BUENA SUERTE. BUEN EXITO!”. Y el niño quedó curado. Y por eso cambio su nombre de Juan por el de Buenaventura. Y en verdad que tuvo buena suerte y buen éxito en toda su vida.

Un doctor muy especial

En agradecimiento a San Francisco su benefactor, se hizo religioso franciscano. Estudió en la universidad de París, bajo la dirección de famoso maestro Alejandro de Ales, y llegó a ser uno de los más grandes sabios de su tiempo. Se le llama “Doctor seráfico”, porque “Serafín” significa “el que arde en amor por Dios” y este santo en sus sermones, escritos y actitudes demostró vivir lleno de un amor inmenso hacia Nuestro Señor.

Los que lo conocieron y trataron dicen que todos sus estudios y trabajos los ofrecía para gloria de Dios y salvación de las almas. A sus clases concurrían en grandes cantidades gente de todas las clases sociales y sus oyentes afirmaban que mientras hablaba parecía estar viendo al invisible. Su inocencia y santidad de vida eran tales que su maestro, Alejandro de Alex, exclamaba “Buenaventura parece que hubiera nacido sin pecado original”.

Escrúpulos peligrosos

Él no veía en si mismo sino faltas y miserias y por eso empezó a padecer la enfermedad de los escrúpulos, que consiste en considerar pecado lo que no es pecado. Y creyéndose totalmente indigno empezó a dejar de comulgar. Afortunadamente la bondad de Dios le concedió un valor especial, y observó en visión que Jesucristo en la Santa Hostia se venía desde el copón en el cual el sacerdote estaba repartiendo la Sagrada Comunión, y llegaba hasta sus labios. Con esto reconoció que el dejar de comulgar por escrúpulos era una equivocación.

Escritor famoso

Buenaventura, además de dedicarse muchos años a dar clases en la Universidad de París donde se formaban estudiantes de filosofía y teología de muchos países, escribió numerosos sermones y varias obras de piedad que por siglos han hecho inmenso bien a infinidad de lectores. Una de ellas se llama “Itinerario del alma hacia Dios”. Allí enseña que la perfección cristiana consiste en hacer bien las acciones ordinarias y todo por amor de Dios. El Papa Sixto IV decía que al leer las obras de San Buenaventura se siente uno invadido de un fervor especial, porque fueron escritas por alguien que rezaba mucho y amaba intensamente a Dios.

Una noticia muy alagadora. San Buenaventura fue nombrado Superior General de los Padres Franciscanos, y el Papa le concedió el título de Cardenal. Y aunque era famoso mundialmente por su sabiduría, sin embargo seguía siendo muy humilde y se iba a la cocina a lavar platos con los hermanos legos (dicen que la noticia de su nombramiento como Cardenal le llegó mientras estaba un día lavando platos en la cocina) y Fray Gil, uno de los hermanos legos más humildes, le preguntó un día: “Padre Buenaventura, ¿un pobre ignorante como yo, podrá algún día estar tan cerca de Dios, como su Reverencia que es tan inmensamente sabio?”

El gran sabio le respondió: “Oh mi querido Fray Gil: si una pobre viejecita ignorante tiene más amor de Dios que Fray Buenaventura, estará más cerca de Dios en la eternidad que Fray Buenaventura”. Al oír semejante noticia, el humilde frailecito empezó a aplaudir y a gritar: “Ay Fray Gil borriquillo de Dios, aunque seas más ignorante que la más pobre viejecita, si amas a Dios más que Fray Buenaventura, estarás en el cielo más cerca de Dios que el gran Fray Buenaventura”. Y de pura emoción se fue elevando por los aires, y quedó allí suspendido entre cielo y tierra en éxtasis. Es que había escuchado la más halagadora de las noticias: que el puesto en el cielo dependerá del grado de amor que hayamos tenido hacia el buen Dios.

La simpatía de San Buenaventura

Este gran doctor, que por 17 años fue Superior General de los Padres Franciscanos y recorrió el mundo visitando las casas de su comunidad y animando a todos a dedicarse a la santidad, y que fue el hombre de confianza del Sumo Pontífice para resolver muchos casos difíciles, y que dirigió en nombre del Papa el Concilio de Lyon y tuvo el honor de que la oración fúnebre el día de su entierro la hiciera el mismo Sumo Pontífice, tenía una cualidad especialísima: una exquisita bondad en su trato, una amabilidad que le ganaba los corazones, un modo conciliador que lo alejaba de los extremos, de la extrema rigidez que amarga la vida de los otros y de la relajación que deja a todos seguir por el camino del mal sin corregirlos.

Sus virtudes preferidas eran la humildad y la paciencia, y la meditación frecuente en la pasión y muerte de Cristo lo llevaba a esforzarse por cumplir aquel consejo de Jesús: “Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón”. Su crucifijo lo tenía totalmente desgastado de tanto besarle las manos, los pies, la cabeza y la herida del costado. Su amor a la Virgen María era intenso y por todas partes recomendaba el rezo del Angelus (o de las tres Aves Marías).

Un santo elogia a otro santo

A San Buenaventura le recomendaron que escribiera la biografía de su gran protector San Francisco de Asís (la cual resulto muy hermosa) y dicen que cuando estaba redactándola, llegó a visitarlo el sabio más famoso de su tiempo, Santo Tomás de Aquino, el cual al asomarse a su celda y verlo sumido en la contemplación y como en éxtasis, exclamó: “dejemos que un santo escriba la vida de otro santo”, y se fue. Así que estos dos sabios tan famosos no se trataron en vida pero se admiraron mutuamente.

Muerte solemne

En el año 1274 se celebro el concilio de Lyon (o reunión de todos los obispos católicos del mundo). Terminando el Concilio con gran éxito, todo dirigido por San Buenaventura, por orden del Sumo Pontífice, el santo sintió que le faltaban las fuerzas, y el 15 de julio de 1274 murió santamente asistido por el Papa en persona. Todos los obispos del Concilio asistieron a sus funerales y caso único en la historia, el Santo Padre ordenó que todos los sacerdotes del mundo celebran una misa por el alma del difunto.

Un elogio muy especial

El Papa Inocencio V predicó la homilía en el entierro de San Buenaventura y dijo de él: “Su amabilidad era tan grande que empezar a tratarlo era quedar ya amigos de él para siempre. Y su unción al predicar y escribir era tan admirable, que escucharlo o leer sus escritos, era ya empezar a sentir deseos de amar a Dios y conseguir la santidad”. Bello elogio en verdad.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Buenaventura_7_15.htm)

14 julio, 2023

San Camilo de Lelis, patrono de los enfermos y los trabajadores de salud

 

 

 

¡Oh! San Camilo de Lelis, vos sois el hijo del Dios de la Vida,
fundador de la «Comunidad Siervos de los Enfermos»
y su amado santo. Vos, que, habíais abrazado la carrera militar
os dejasteis llevar por los vicios, pero más tarde convertido
de aquella vida, os entregasteis al cuidado de los enfermos
a los que servisteis como al mismo Cristo, haciendo grande
honor al significado de vuestro nombre «Camilo», que significa:
«aquél que es el mensajero de Dios». De manera providencial
os apareció una llaga en un pie, que os hizo dejar la carrera
de las armas e iros al Hospital de Santiago en Roma, para
dedicaros a ayudar y atender a otros enfermos, mientras vos,
buscabais vuestra propia curación. Sin daros cuenta, adquiristeis
el vicio del juego y luego os expulsaron del hospital, perdiendo
todos vuestros ahorros, y quedasteis en la más grande miseria.
Felizmente para vuestro consuelo, tiempo atrás, en un naufragio,
habíais hecho a Dios la promesa de haceros religioso franciscano,
y no lo habíais cumplido y estando en desgracia, empezasteis
a llorar y pedisteis perdón por vuestros pecados, e hicisteis la
promesa de cambiar, pidiendo admitido ser como franciscano,
pero, por cosas de Dios, en el convento se os abrió de nuevo la llaga
en el pie, y fuisteis despedido y yendo al hospital os curasteis y
además, os admitieron como aspirante a capuchino. Allí, os apareció
de nuevo la llaga, marchándoos también de allí, y os dedicasteis a
atender enfermos, tanto que os nombraron asistente general del
Hospital. Os dirigía espiritualmente San Felipe Neri, estudiando
teología y así, luego os ordenaron sacerdote. Tratabais a cada
enfermo como si se tratara de Nuestro Señor Jesucristo en persona.
Soportasteis durante treinta y seis años la llaga de vuestro pie,
pero jamás nadie os vio triste o malhumorado. Antes de partir,
fundasteis «Comunidad Siervos de los Enfermos», llamados hoy
«Padres Camilos». Y, cuando os llegó la hora, voló vuestra alma al cielo
para coronada ser con corona de luz, como premio a vuestro amor y fe;

¡Oh! San Camilo de Lelis, “Vivo amor del Dios Vivo en los enfermos”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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14 de Julio

San Camilo de Lelis
Fundador de la Comunidad Siervos de los Enfermos

Martirologio Romano: San Camilo de Lelis, presbítero, que nació cerca de Teano, en el Abruzo, y en su juventud siguió la carrera militar, dejándose arrastrar por los vicios propios de una juventud alegre y despreocupada, pero convertido de su mala vida, se entregó al cuidado de los enfermos incurables hospitalizados, a los que servía como al mismo Cristo. Ordenado sacerdote, puso en Roma los fundamentos de la Congregación de los Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos. (1614)

Etimológicamente: Camilo = Aquel que es el mensajero de Dios, es de origen hebreo.
Breve Biografía

Nació en Abruzos (Italia) en 1550. Siguió la carrera militar, igual que su padre. Le apareció una llaga en un pie, que lo hizo dejar la carrera de las armas e irse al Hospital de Santiago en Roma para que lo curaran. En el hospital de Roma se dedicó a ayudar y atender a otros enfermos, mientras buscaba su propia curación. Pero en esa época adquirió el vicio del juego . Fue expulsado del hospital y en Nápoles perdió todos los ahorros de su vida en el juego, quedando en la miseria.

Tiempo atrás, en un naufragio, había hecho a Dios la promesa de hacerse religioso franciscano, pero no lo había cumplido. Estando en la más completa pobreza se ofreció como obrero y mensajero en un convento de los Padres Capuchinos, donde escuchó una charla espiritual que el padre superior les hacía a los obreros, y sintió fuertemente la llamada de Dios a su conversión. Empezó a llorar y pidió perdón por sus pecados, con la firme resolución de cambiar su forma de actuar por completo. Tenía 25 años.

Pidió ser admitido como franciscano, pero en el convento se le abrió de nuevo la llaga en el pie, y fue despedido. Se fue al hospital y se curó, y logró que lo admitieran como aspirante a capuchino. Pero en el noviciado apareció de nuevo la llaga y tuvo que irse de allí también. De nuevo en el hospital de Santiago, se dedicó a atender a los demás enfermos, por lo que fue nombrado asistente general del hospital.

Dirigido espiritualmente por San Felipe Neri, estudió teología y fue ordenado sacerdote. En 1575 se dio cuenta que ante la gran cantidad de peregrinos que llegaban a Roma, los hospitales eran incapaces de atender bien a los enfermos que llegaban. Fue entonces que decidió fundar una comunidad de religiosos que se dedicaran por completo a los hospitales.

San Camilo trataba a cada enfermo como trataría a Nuestro Señor Jesucristo en persona. Aunque tuvo que soportar durante 36 años la llaga de su pié, nadie lo veía triste o malhumorado. Con sus mejores colaboradores fundó la Comunidad Siervos de los Enfermos el 8 de diciembre de 1591. Ahora se llaman Padres Camilos. Murió el 14 de julio de 1614, a los 64 años.

Fue canonizado en 1746 por S.S. Benedicto XIV.

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/31875/camilo-de-lelis-santo.html)