03 agosto, 2023

Nuestra Señora de los Ángeles, Patrona de la Indulgencia de la Porciúncula y Patrona de Costa Rica

 

Rastreando los orígenes

Existen basílicas en el mundo dedicadas a esta advocación mariana, especialmente en Italia donde se encuentran tres de las más importantes. La principal está ubicada en la ciudad de Asís, donde la Virgen se le apareció a San Francisco en 1208, año en el que “recibió su vocación”.

En el año 1216, en una visión, San Francisco le pidió al Señor, que se encontraba al lado de la Virgen y sus ángeles, que le concediera una indulgencia a cuantos visitasen la Iglesia dedicada a la Virgen bajo la advocación de María de los Ángeles.

El Señor aceptó y le ordenó que se dirigiese a Perugia, para obtener del Papa el favor deseado. Esta indulgencia es conocida como «la indulgencia de la Porciúncula» o «el Perdón de Asís», y fue aprobada por el Papa Honorio III en el s. XIII.

Cada 2 de agosto se celebra a Nuestra Señora de los Ángeles, Patrona de Costa Rica. Esta es una una advocación mariana originaria de Europa y que llegó a América en tiempos de la Conquista. Su arraigo -especialmente para la hermosa nación centroamericana- ha sido tal que el Congreso de la República la declaró oficialmente “Patrona de Costa Rica” en 1824.

Nuestra Señora de los Ángeles ha sido ratificada por el mismo Congreso como Patrona hasta en dos oportunidades: 1924 y 2002. El Papa Pio XI le otorgó la Coronación Pontificia en 1926.

En el año 2016 se celebró el 380 aniversario del hallazgo de la imagen de Nuestra Señora en la ciudad costarricense de Cartago.

La imagen

La imagen original de la Patrona de Costa Rica es pequeña y está hecha de roca volcánica, grafito y jade. La Virgen es de color negro y por eso sus devotos la llaman cariñosamente «la negrita».

Relato de una devoción

De acuerdo a la tradición, el 2 de agosto de 1635, una mujer de nombre Juana Pereira encontró sobre una roca una imagen de la Virgen María con el Niño Jesús en brazos. El lugar se llamaba «Puebla de los Pardos», donde se construiría después la Basílica de Cartago.

Se dice que aquella mujer trasladó la imagen a varios lugares, incluyendo una parroquia cercana, a pedido de un sacerdote. Sin embargo, la imagen solía desaparecer del lugar donde estaba y aparecer de nuevo sobre la roca donde fue hallada por primera vez. Esto fue interpretado como el deseo de la Madre de Dios de que se construyera un templo en aquel lugar.

Primero se construyó una ermita y posteriormente la Basílica. En el transcurso de esos años la veneración a la santa imagen se fue extendiendo entre los pobladores. La gente la llamaba Nuestra Señora de los Ángeles, por haberse aparecido el día en que la Iglesia celebra a la Virgen bajo esta advocación.

En el alma de Costa Rica

Desde finales del siglo XIX, miles de personas peregrinan una vez al año a la Basílica. Los fieles acompañan el traslado de la imagen desde la Basílica de los Ángeles hasta la Catedral Nuestra Señora del Carmen, donde permanece hasta inicios de septiembre, cuando es devuelta a la basílica en una nueva romería.

En una carta enviada a los católicos de Costa Rica con motivo de la clausura del Año Jubilar 2011 en honor a Nuestra Señora de los Ángeles, el Papa Emérito Benedicto XVI afirmó que esta devoción mariana “es un signo sagrado de la religión cristiana y la fe en Latinoamérica”.

Según informó Radio Vaticana, el Papa recordó en aquella oportunidad que «existen innumerables signos sagrados capaces de difundir la religión cristiana sobre la tierra y de acrecentar la devoción de los fieles», y entre estos testimonios «está también la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles conservada en la Basílica de Cartago».


(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-de-nuestra-senora-de-los-angeles-patrona-de-costa-rica-81894)

01 agosto, 2023

San Alfonso María de Ligorio, Fundador de la Congregación del Santísimo Redentor o Padres Redentoristas y Patrón de Confesores y Moralistas

 

 

¡Oh!, San Alfonso María de Ligorio, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, que honrrasteis vuestro nombre
que significa: ¡“listo para el combate”! Y, así lo estuvisteis
siempre, desde el día aquél en que, siendo aún niño os visitó
San Francisco Jerónimo, quien os bendijo y anunció: “Este
chiquitín vivirá noventa años, será obispo y hará mucho bien”.
Doctor os nombraron a temprana edad, conservando pura vuestra
alma. Frecuentemente a Jesús Sacramentado visitabais y con
devoción a Nuestra Señora orabais. Dijisteis alguna vez:
“Mundo traidor, ya te he conocido. En adelante no te serviré ni
un minuto más”. Y, seguidamente preguntasteis a nuestro Señor:
“Señor, ¿qué queréis que yo haga?”. Y, Jesús os dijo muy
amorosamente: “Alfonso, apártate del mundo y dedícate sólo
a servirme a mí”. Y, luego, a los pies de Nuestra Señora de
la Merced y el Sagrario, al mundo renunciasteis, dejasteis
vuestra espada y, fundasteis “La Congregación del Santísimo
Redentor”. Y, a imitación de Jesús, por la ciudad y el campo
marchasteis, el evangelio predicando y sabe Él, cómo, os
disteis tiempo para confesar, preparar misiones y escribir
vuestros ciento once libros, opúsculos impresos y dos mil
manuscritos y, de ellos, vuestro famoso libro: “Las Glorias
de María”. Dios, os probó con enfermedades y fuisteis perdiendo
la vista y el oído. “Soy medio sordo y medio ciego, pero,
si Dios quiere que lo sea más y más, lo acepto con gusto”.
Os placía, pasar muchas horas junto al Santísimo Sacramento.
A veces os acercabais al sagrario y decíais: “¿Jesús, me oyes?”.
Y, claro ¡Él os escuchaba! Os encantaba que os leyeran Vidas de
Santos y luego preguntabais: “¿Ya rezamos el rosario? ¡Porque
del Rosario depende mi salvación!”. “Traedme, a Jesucristo”,
decíais, pidiendo la comunión. Y, así, habiendo gastado
vuestra santa vida en buena lid, voló vuestra alma al cielo,
para coronada ser con corona de luz, como premio justo
a vuestra entrega increíble de amor. “Santo Patrón de los
Confesores y Moralistas” de todo el orbe de la tierra. ¡Aleluya!
¡oh!, San Antonio María, “vivo soldado del Dios de la Vida y del Amor”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1ro. de Agosto
San Alfonso M. de Ligorio
Fundador de la Congregación del Santísimo Redentor o Padres Redentoristas
(1696 – 1787)

Alfonso significa: “listo para el combate”.

Nació cerca de Nápoles el 27 de septiembre de 1696. Sus padres fueron Don José, Marqués de Ligorio y Capitán de la Armada naval, y Doña Ana Cabalieri. Nuestro santo fue el primogénito de siete hermanos, cuatro varones y tres niñas. Siendo aún niño fue visitado por San Francisco Jerónimo el cual lo bendijo y anunció: “Este chiquitín vivirá 90 años, será obispo y hará mucho bien”.

A los 16 años, caso excepcional obtiene el grado de doctor en ambos derechos, civil y canónico, con notas sobresalientes en todos sus estudios.Para conservar la pureza de su alma escogió un director espiritual, visitaba frecuentemente a Jesús Sacramentado, rezaba con gran devoción a la Virgen y huía como de la peste de todos los que tuvieran malas conversaciones.

Su padre, que deseaba hacer de él un brillante político, lo hizo estudiar varios idiomas modernos, aprender música, artes y detalles de la vida caballeresca. Y en su profesión de abogado iba obteniendo resaltantes triunfos. Pero todo esto no lo dejaba satisfecho, por el gran peligro que en el mundo existe de ofender a Dios.

A sus compañeros les repetía: “Amigos, en el mundo corremos peligro de condenarnos”. Más tarde escribiría: “Las vanidades del mundo están llenas de amargura y desengaños. Lo sé por propia y amarga experiencia”. Su padre quería casarlo con alguna joven de familia muy distinguida para que formara un hogar de alta clase social. Pero cada vez que le preparaban algún noviazgo, la novia tenía que exclamar: “Muy noble, muy culto, muy atento, pero… ¡Vive más en lo espiritual que en lo material!.

Hubo un pleito famoso entre el Doctor Orsini y el gran duque de Toscana. El Dr. Alfonso defendía al de Orsini. Su exposición fue maravillosa, brillante. Sumamente aplaudida. Creía haber obtenido el triunfo para su defendido. Pero apenas terminada su intervención, se le acerca el jefe de la parte contraria, le alarga un papel y le dice: “Todo lo que nos ha dicho con tanta elocuencia cae de su base ante este documento”.

Alfonso lo lee, y exclama: “Señores, me he equivocado”, y sale de la sala diciendo en su interior: “Mundo traidor, ya te he conocido. En adelante no te serviré ni un minuto más”. Se encierra en su cuarto y está tres días sin comer. No hace sino rezar y llorar. Después se dedica a visitar enfermos, y un día en un hospital de incurables le parece que Jesús le dice: “Alfonso, apártate del mundo y dedícate sólo a servirme a mí”. Emocionado le responde: “Señor, ¿qué queréis que yo haga?”.

Y se dirige luego a la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced y ante el sagrario hace voto de dejar el mundo. Y como señal de compromiso deja su espada ante el altar de la Sma. Virgen. Pero tuvo que sostener una gran lucha espiritual para convencer a su padre, el cual cifraba en este hijo suyo, brillantísimo abogado, toda la esperanza del futuro de su familia. “Fonso mío – le decía llorando – ¿Cómo vas a dejar tu familia? – y él respondía: Padre, el único negocio que ahora me interesa es el de salvar almas”.

Al fin, a los 30 años de edad logra ser ordenado sacerdote. Desde entonces se dedica trabajar con las gentes de los barrios más pobres de Nápoles y de otras ciudades. Reúne a los niños y a la gente humilde, al aire libre y les enseña catecismo. Su padre que gozaba oyendo sus discursos de abogado, ahora no quiere ir a escuchar sus sencillos sermones sacerdotales. Pero un día entra por curiosidad a escucharle una de sus pláticas, y sin poderse contener exclama emocionado: “Este hijo mío me ha hecho conocer a Dios”. Y esto lo repetirá después muchas veces.

Se le reunieron otros sacerdotes y con ellos, el 9 de noviembre de 1752, fundó la Congregación del Santísimo Redentor (o Padres Redentoristas). Y a imitación de Jesús se dedicaron a recorrer ciudades, pueblos y campos predicando el evangelio. Su lema era el de Jesús: “Soy enviado para evangelizar a los pobres”.

Durante 30 años, con su equipo de misioneros, recorre campos, pueblos, ciudades, provincias, permaneciendo en cada sitio 10 o 15 días predicando, para que no quedara ningún grupo sin ser instruido y atendido espiritualmente. La gente al ver su gran espíritu de sacrificio, corría a su confesionario a pedirle perdón de sus pecados. Solía decir que el predicador siembra y el confesor recoge la cosecha.

Es admirable como a San Alfonso le alcanzaba el tiempo para hacer tantas cosas. Predicaba, confesaba, preparaba misiones y escribía. Hay una explicación: Había hecho votos de no perder ni un minuto de su tiempo. Y aprovechaba este tesoro hasta lo máximo. Al morir deja 111 libros y opúsculos impresos y 2 mil manuscritos. Durante su vida vio 402 ediciones de sus obras.

Su obra ha sido traducida a 70 lenguas, y ya en vida llegó a ver más de 40 traducciones de sus escritos. Para su libro más famoso, “Las Glorias de María”, empezó San Alfonso a recoger materiales cuando tenía 38 años de edad, y terminó de escribirlo a los 54 años, en 1750. Su redacción le gastó 16 años. Sus obras las escribió en sus últimos 35 años, que fueron años de terribles sufrimientos.

En 1762 el Papa lo nombró obispo de Santa Agueda. Quedó aterrado y dijo que renunciaba a ese honor.Pero el Papa no le aceptó la renuncia. “Cúmplase la Voluntad de Dios. Este sufrimiento por mis pecados” – exclamó – y aceptó. Tenía 66 años.

Estuvo 13 años de obispo. Visitó cada dos años los pueblos. En cada pueblo de su diócesis hizo predicar misiones, y él predicaba el sermón de la Virgen o el de la despedida. Vino el hambre y vendió todos sus utensilios, hasta su sombrero y anillo y la mula y el carro del obispo para dar de comer a los hambrientos. Cuando le aceptaron su renuncia de obispo exclamó: Bendito sea Dios que me ha quitado una montaña de mis hombros.

Dios lo probó con enfermedades. Fue perdiendo la vista y el oído. “Soy medio sordo y medio ciego – decía – pero si Dios quiere que lo sea más y más, lo acepto con gusto”. Su delicia era pasar las horas junto al Santísimo Sacramento. A veces se acercaba al sagrario, tocaba a la puertecilla y decía: “¿Jesús, me oyes?”

Le encantaba que le leyeran Vidas de Santos. Un hermano tras otro pasaban a leerle por horas y horas. Preguntaba: ¿Ya rezamos el rosario? Perdonadme, pero es que del Rosario depende mi salvación . “Traedme, a Jesucristo”, decía, pidiendo la comunión.

San Alfonso muere el 1 de agosto de 1787, (Tenía 90 años). El Papa Gregorio XVI lo declara Santo en 1839. El Papa Pío IX lo declara Doctor de la Iglesia en 1875. Para un devoto de la Virgen ninguna lectura más provechosa que “Las Glorias de María” de San Alfonso. No hay gente débil y gente fuerte en lo espiritual, sino gente que no reza y gente que sí sabe rezar. (San Alfonso)

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Alfonso_M_Ligorio.htm)

31 julio, 2023

San Ignacio de Loyola, Fundador de los Jesuitas

 

 

 

¡Oh!, San Ignacio de Loyola, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, y que, a Pamplona, vuestra
tierra la defendisteis hasta herido caer, y convaleciente
obró la divina providencia en vos, y así, en amante
de la teología os convertisteis de un momento a otro,
tanto que, gustabais de las lecturas de piadosos libros.
Y, allí descubristeis la vida de vuestro amado Jesús,
y en la lectura de la vida de los santos, vuestra vocación
verdadera: ¡Ser sacerdote de Dios! Interiores y constantes
luchas os acosaron y, entre piadosos deseos y los del mundo
a los primeros vencisteis y escogisteis poneros al servicio
de Dios en un apostolado prístino. Así, nuevamente la
providencia divina hizo carne y os dirigió al Santuario
de Nuestra Señora de Montserrat y, haciendo confesión
sincera vuestra espada y vuestras ropas de combatiente
a sus pies santos dejasteis y, haciendo votos de pobreza,
una nueva vida comenzasteis de oración y penitencia llenas
dedicándoos en cuerpo y alma a amar a Dios, sobre todas
las cosas. Con vuestros santos escritos y con vuestros
discípulos Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón,
Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla la “Compañía de Jesús”
fundasteis en especial día: el de la “Asunción de María”,
con quienes intensamente trabajasteis por los cambios
y la reforma de Nuestra Santa Madre Iglesia. Vuestro libro:
“Ejercicios Espirituales”, preciosa joya para domar el alma
y alejar los sentidos del mundo. Vuestra gran obra llena
de portentos continúa hoy y poderosa se yergue y expande
por todo el orbe de la tierra, tal y conforme lo había ya
sentenciado Jesús, Dios y Señor Nuestro. Y, vos, que vuestra
vida la gastasteis en buena lid entregasteis vuestra alma
al cielo, recibiendo corona de luz como premio a vuestro
amor. “Santo Patrono de los ejercicios espirituales del mundo”;
¡oh!, San Ignacio de Loyola, “vivo amor, pluma y Luz de Cristo”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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 31 de Julio

San Ignacio de Loyola
Fundador de los Jesuitas
Año 1556

San Ignacio: ruégale a Dios por todos los que como tí deseamos extender el Reino de Cristo, y hacer amar más a nuestro Divino Salvador.
“Todo para mayor Gloria de Dios” (San Ignacio)

San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa, norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite con Francia. Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más joven de todos fue Ignacio. El nombre que le pusieron en el bautismo fue Iñigo.

Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Al ser herido su jefe, la guarnición del castillo capituló ante el ejército francés. Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones en la rodilla, dolorosísimas, y sin anestesia; pero no permitió que lo atasen ni que nadie lo sostuviera. Durante las operaciones no prorrumpió ni una queja. Los médicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara más corta le amarraron unas pesas al pie y así estuvo por semanas con el pie en alto, soportando semejante peso. Sin embargo quedó cojo para toda la vida.

A pesar de esto Ignacio tuvo durante toda su vida un modo muy elegante y fino para tratar a toda clase de personas. Lo había aprendido en la Corte en su niñez. Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que “La vida de Cristo” y el “Año Cristiano”, o sea la historia del santo de cada día. Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustración . En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto lo fue impresionando profundamente.

Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: “¿Y por qué no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?”. Y después se iba a cumplir en él aquello que decía Jesús: “Dichosos los que tienen un gran deseo de ser santos, porque su deseo se cumplirá” (Mt. 5,6), y aquella sentencia de los psicólogos: “Cuidado con lo que deseas, porque lo conseguirás”.

Mientras se proponía seriamente convertirse, una noche se le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo. Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de toda su vida.

Y se fue a un pueblecito llamado Manresa, a 15 kilómetros de Monserrat a orar y hacer penitencia, allí estuvo un año. Cerca de Manresa había una cueva y en ella se encerraba a dedicarse a la oración y a la meditación. Allá se le ocurrió la idea de los Ejercicios Espirituales, que tanto bien iban a hacer a la humanidad. Después de unos días en los cuales sentía mucho gozo y consuelo en la oración, empezó a sentir aburrimiento y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la llaman los sabios “la noche oscura del alma”. Es un estado dificultoso que cada uno tiene que pasar para que se convenza de que los consuelos que siente en la oración no se los merece, sino que son un regalo gratuito de Dios.

Luego le llegó otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los escrúpulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto casi lo lleva a la desesperación. Pero iba anotando lo que le sucedía y lo que sentía y estos datos le proporcionaron después mucha habilidad para poder dirigir espiritualmente a otros convertidos y según sus propias experiencias poderles enseñar el camino de la santidad. Allí orando en Manresa adquirió lo que se llama “Discreción de espíritus”, que consiste en saber determinar qué es lo que le sucede a cada alma y cuáles son los consejos que más necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le decía después: “En una hora de oración en Manresa aprendí más a dirigir almas, que todo lo que hubiera podido aprender asistiendo a universidades”.

En 1523 se fue en peregrinación a Jerusalén, pidiendo limosna por el camino. Todavía era muy impulsivo y un día casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religión. Por eso le aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde había muchos enemigos del catolicismo. Después fue adquiriendo gran bondad y paciencia. A los 33 años empezó como estudiante de colegio en Barcelona, España. Sus compañeros de estudio eran mucho más jóvenes que él y se burlaban mucho. El toleraba todo con admirable paciencia. De todo lo que estudiaba tomaba pretexto para elevar su alma a Dios y adorarlo.

Después pasó a la Universidad de Alcalá. Vestía muy pobremente y vivía de limosna. Reunía niños para enseñarles religión; hacía reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y convertía pecadores hablándoles amablemente de lo importante que es salvar el alma. Lo acusaron injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la cárcel. Después lo declararon inocente, pero había gente que lo perseguía. El consideraba todos estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus pecados. Y exclamaba: “No hay en la ciudad tantas cárceles ni tantos tormentos como los que yo deseo sufrir por amor a Jesucristo”.

Se fue a Paris a estudiar en su famosa Universidad de La Sorbona. Allá formó un grupo con seis compañeros que se han hecho famosos porque con ellos fundó la Compañía de Jesús. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Recibieron doctorado en aquella universidad y daban muy buen ejemplo a todos. Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y pobres, el día 15 de Agosto de 1534, fiesta de la Asunción de María. Se comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice para que él los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.

Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibió muy bien y les dio permiso de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, que se había cambiado por ese nombre su nombre antiguo de Íñigo, esperó un año desde el día de su ordenación hasta el día de la celebración de su primera misa, para prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor. San Ignacio se dedicó en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo. Sus compañeros se dedicaron a dictar clases en universidades y colegios y a dar conferencias espirituales a toda clase de personas. Se propusieron como principal oficio enseñar la religión a la gente.

En 1540 el Papa Pablo III aprobó su comunidad llamada “Compañía de Jesús” o “Jesuitas”. El Superior General de la nueva comunidad fue San Ignacio hasta su muerte. En Roma pasó todo el resto de su vida. Era tanto el deseo que tenía de salvar almas que exclamaba: “Estaría dispuesto a perder todo lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador”. Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22 murieron martirizados por los protestantes. Sus dos grandes amigos Laínez y Salmerón fueron famosos sabios que dirigieron el Concilio de Trento. A San Pedro Canisio lo envió a Alemania y este santo llegó a ser el más célebre catequista de aquél país. Recibió como religioso jesuita a San Francisco de Borja que era rico político, gobernador, en España. San Ignacio escribió más de 6 mil cartas dando consejos espirituales.

El Colegio que San Ignacio fundó en Roma llegó a ser modelo en el cual se inspiraron muchísimos colegios más y ahora se ha convertido en la célebre Universidad Gregoriana. Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy instruidos para combatirlos. El deseaba que el apóstol católico fuera muy instruido.

El libro más famoso de San Ignacio se titula: “Ejercicios Espirituales” y es lo mejor que se ha escrito acerca de como hacer bien los santos ejercicios. En todo el mundo es leído y practicado este maravilloso libro. Duró 15 años escribiéndolo. Su lema era: “Todo para mayor gloria de Dios”. Y a ello dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera más conocido, más amado y mejor obedecido. En los 15 años que San Ignacio dirigió a la Compañía de Jesús, esta pasó de siete socios a más de mil. A todos y cada uno trataba de formarlos muy bien espiritualmente.

Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir, y murió súbitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años. En 1622 el Papa lo declaró Santo y después Pío XI lo declaró Patrono de los Ejercicios Espirituales en todo el mundo. Su comunidad de Jesuitas es la más numerosa en la Iglesia Católica.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/ignacio_de_loyola.htm

30 julio, 2023

Domingo 17 (A) del tiempo ordinario

 El Evangelio del 5 de septiembre: "El Hijo del hombre es señor del sábado"  - Evangelio - COPE

Texto del Evangelio (Mt 13,44-52): En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.

»También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.

»También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

»¿Habéis entendido todo esto?». Dícenle: «Sí». Y Él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo».
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«Un tesoro escondido en un campo (...); un mercader que anda buscando perlas finas»

Rev. D. Enric PRAT i Jordana (Sort, Lleida, España)

Hoy, el Evangelio nos quiere ayudar a mirar hacia dentro, a encontrar algo escondido: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo» (Mt 13,44). Cuando hablamos de tesoro nos referimos a algo de valor excepcional, de la máxima apreciación, no a cosas o situaciones que, aunque amadas, no dejan de ser fugaces y chatarra barata, como son las satisfacciones y placeres temporales: aquello con lo que tanta gente se extenúa buscando en el exterior, y con lo que se desencanta una vez encontrado y experimentado.

El tesoro que propone Jesús está enterrado en lo más profundo de nuestra alma, en el núcleo mismo de nuestro ser. Es el Reino de Dios. Consiste en encontrarnos amorosamente, de manera misteriosa, con la Fuente de la vida, de la belleza, de la verdad y del bien, y en permanecer unidos a la misma Fuente hasta que, cumplido el tiempo de nuestra peregrinación, y libres de toda bisutería inútil, el Reino del cielo que hemos buscado en nuestro corazón y que hemos cultivado en la fe y en el amor, se abra como una flor y aparezca el brillo del tesoro escondido.

Algunos, como san Pablo o el mismo buen ladrón, se han topado súbitamente con el Reino de Dios o de manera impensada, porque los caminos del Señor son infinitos, pero normalmente, para llegar a descubrir el tesoro, hay que buscarlo intencionadamente: «También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas» (Mt 13,45). Quizá este tesoro sólo es encontrado por aquellos que no se dan por satisfechos fácilmente, por los que no se contentan con poca cosa, por los idealistas, por los aventureros.

En el orden temporal, de los inquietos e inconformistas decimos que son personas ambiciosas, y en el mundo del espíritu, son los santos. Ellos están dispuestos a venderlo todo con tal de comprar el campo, como lo dice san Juan de la Cruz: «Para llegar a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada».

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro» (San Juan Mª Vianney)

  • «La persona de Jesús es el tesoro escondido, es Él la perla de gran valor. Él es el descubrimiento fundamental, que puede dar un giro decisivo a nuestra vida, llenándola de significado» (Francisco).

  • «(…) La fe de los fieles es la fe de la Iglesia recibida de los Apóstoles, tesoro de vida que se enriquece cuando se comparte» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.117) 

    (https://evangeli.net/evangelio/dia/2023-07-30)

     


29 julio, 2023

Santos Marta, María y Lázaro, hermanos; amigos y discípulos de Jesús

 

 

 

 ¡Oh!, Santa Marta, vos, sois la hija del Dios de la Vida
y su amada santa, la misma que, haciendo honor al significado
de vuestro nombre: “señora y jefe de hogar”, os catapultasteis
a una cima elevada de gloria. Los escritos sobre vos en
el Sagrado Libro dicen que Jesús, os amaba, junto a María
 y a Lázaro, vuestros hermanos, porque amigos erais de verdad.
Y, vos, recordareis cuando preguntasteis a Jesús: “Señor,
¿cómo os parece que mi hermana, me haya dejado a mí sola
con todo el oficio de la casa? Por qué no le dices que me
ayude un poco en esta tarea?”. Y, Él os dijo: “Marta,Marta,
os afanáis y os preocupáis por muchas cosas. Sólo una cosa
necesaria es. María ha escogido la mejor parte, la que no
le será quitada”. Y, vos, entendiendo esto, lo escuchasteis.
Cuando Lázaro, murió, vos, presta, a Jesús, recurristeis y Él,
os dijo: “Tu hermano resucitará”. Y, creísteis que sería al
final de los tiempos. Pero, Jesús, os dijo: “Yo soy la Vida
y la Resurrección. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto
vivirá”. ¿Crees esto?. Y, respondisteis: ¡Sí Señor, yo creo!
Y, os dijo Jesús: “¿Dónde lo han colocado?” Y, viéndoos llorar
a vos, y a vuestros acompañantes Él, lloró también y las
gentes decían: “¡Mirad cómo lo amaba!”. La piedra quitaron
y dijisteis vos: “Señor ya huele mal porque hace cuatro días
que está enterrado”. Y, Jesús os dijo: “¿No os he dicho que
si creéis veréis la gloria de Dios?”. Y, Jesús Dijo: “¡Lázaro,
ven afuera!”. Y, el muerto salió, llevando el sudario y las
vendas de sus manos. Santa Marta, interceded pues, para que
los “lázaros” de este tiempo, que, por el pecado “muertos”
por el mundo deambulan al llamado de Jesús, resuciten
y mañana más tarde como vos, brillen en el cielo eterno;
¡oh!, Santa Marta de Betania, “vivos oídos para en Dios Vivo”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Julio

Santos Marta, María, y Lázaro Hnos; amigos y discípulos del Señor 


ORACIÓN DE LAS MADRES DE FAMILIA A SANTA MARTA

Oh Santa Marta dichosa,
que tantas veces tuviste el honor
y la alegría de hospedar a Jesús
en el seno de tu familia,
de prestarle personalmente tus servicios domésticos,
y que juntamente con tus santos hermanos Lázaro y María Magdalena,
gozaste de su divina conversación y doctrina,
ruega por mí y por mi familia,
para que en ella se conserve la paz
y el mutuo amor,
para que todos sus miembros
vivan en la observancia de la Ley de Dios,
y para que sólo Dios,
y no el mundo ni el pecado,
reine en nuestro hogar.
Libra a mi familia de toda desgracia espiritual y temporal,
ayúdame en el cuidado de mis hijos y subordinados,
y concédeme la dicha de verlos unidos bajo
la mirada paternal de Dios en la tierra,
para volver a verles reunidos en las moradas del cielo.

Amén.

Martirologio Romano: Memoria de santa Marta, que recibió en su casa de Betania, cerca de Jerusalén, a Jesús, el Señor, y muerto su hermano Lázaro, proclamó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (s. I).

Etimoligía: Marta = ama de casa, señorial, atractiva. Viene de la lengua hebrea.

Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.

Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.

San Juan nos dice que “Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro” (Jn 11:5).

Lucas añade: “Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» -Lucas 10:38-40

No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto. Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, esta mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. ¿Por que la otra no hace nada y soy la que trabajo?

El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:

«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» -Lucas 10: 41-42

Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.

Toda vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: “sólo una cosa es necesaria”. Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.

Si contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas actividades, programas, ideas… Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y mas importante es atenderlo a El directamente por medio de la oración.

Jesús encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).

Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo. No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor

San Agustín escribe: “Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú”. San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.

La resurrección de Lázaro

El capítulo 11 de San Juan narra el gran milagro de la resurrección de Lázaro. En aquella ocasión vuelve a hablarse de Marta. Lázaro se agravó de muerte mientras Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: “Señor aquel que tú amas, está enfermo”. En un mensaje de confianza en que Jesús va actuar a su favor.

Pero Jesús, que estaba al otro lado del Jordán, continuó su trabajo sin moverse de donde estaba. A los apóstoles les dice: “Esta enfermedad será para gloria de Dios”. Y luego les añade: “Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer”.

A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: “Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá”

Jesús le dice: “Tu hermano resucitará”.

Marta le contesta: “Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos”.

Jesús añadió: “Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?”

Marta respondió: “Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.”
Jesús dijo: “¿Dónde lo han colocado?”. Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: “Mirad cómo lo amaba”.

Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: “Quiten la piedra”. Le responde Marta:“Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado”. Le dice Jesús: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”. Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: “Lázaro ven afuera”. Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.

El Banquete

Marta aparece también en un banquete en el que participa también Lázaro, poco después
Marta de Betania, Santa
de su resurrección: también esta vez aparece Marta como la mujer ocupada en el servicio, pero puede ser que para entonces ya lo sabía someter al Señor con mas amor, sin quejarse ni compararse.

De los años siguientes de la santa no tenemos ningún dato históricamente seguro, aunque según la leyenda de la Provenza, Marta fue con su hermana a Francia y evangelizó Tarascón donde según cuenta la leyenda Santa Marta derroto a la Tarasca, un dragón que amenazaba a la ciudad. Ahí se dice que encontraron, en 1187, sus pretendidas reliquias, que todavía se veneran en su santuario.

Los primeros en dedicar una celebración litúrgica a santa Marta fueron los franciscanos en 1262, el 29 de julio, es decir, ocho días después de la fiesta de santa María Magdalena, identificada por algunos como su hermana María.

S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=611)

28 julio, 2023

San Pedro Poveda Castroverde, Fundador de la Institución Teresiana

 

28 de Julio

Pedro Poveda Castroverde

Fundador de la Institución Teresiana.

San Pedro Poveda Castroverde nació en Linares (Jaén) el 3 de diciembre de 1874. Ya de niño sintió atracción por el sacerdocio. Ingresó en el seminario de Jaén y concluyó los estudios en el de Guadix, diócesis en la que recibió el presbiterado en 1897. Comenzó su ministerio en el Seminario y en la atención pastoral a los que vivían en las cuevas que rodeaban la población, creando una escuela para ellos. Nombrado canónigo de Covadonga se ocupó de la formación cristiana de los peregrinos y comenzó a escribir libros sobre educación y la relación entre la fe y la ciencia.

A partir de 1911, con unas jóvenes colaboradoras, comenzó la fundación de Academias y Centros pedagógicos que darían inicio a la Institución Teresiana. Se trasladó a Jaén para consolidar la misma Institución que recibiría allí la aprobación diocesana y después, estando él ya en Madrid como capellán real, la aprobación pontificia. Sacerdote prudente y audaz, pacífico y abierto al diálogo, entregó su vida por causa de la fe en la madrugada del 28 de julio de 1936, identificándose: “Soy sacerdote de Cristo” ante quienes le conducirían al martirio.

Fue beatificado por Vuestra Santidad el 10 de octubre de 1993.

Fue canonizado por el Papa Juan Pablo II, el domingo 4 de mayo de 2003 (tercer domingo de Pascua), durante la V visita de Su Santidad a España. La misa de canonización se realizó en la Plaza Madrid de Colón.

(https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=398)

27 julio, 2023

San Pantaleón, Médico Mártir cuya sangre se hace líquida milagrosamente hoy

 

 

¡Oh! San Pantaleón, vos sois el hijo del Dios de la Vida
médico, Mártir y su amado santo, que entregasteis vuestra
vida en el martirio. Erais hijo de madre cristiana, pero
os sentisteis tocado por la fe y vivíais como un pagano.
rechazando la fe cristiana. Pero, vuestra sed del saber
y vuestro deseo de ayudar a otros, os condujo a haceros
médico de fama y de gran reputación. Conocer a Hermolaos
un buen cristiano, os animó a conocer otro tipo de medicina:
“la curación proveniente de lo más alto”; y así, conocisteis
a la Iglesia. Aprendisteis que la enfermedad y el sufrimiento
no lo destruyen todo. Y, así, "conocisteis" a Cristo en
el corazón, empezando a verlo en aquellos que sufrían
estando postrados y eran vulnerables. Cristo ganó vuestro
corazón quedando atrás vuestra indiferencia. El cruel
Diocleciano extendió la persecución a Nicomedia, y vos,
regalasteis lo que teníais a los necesitados y empezasteis
a vivir clandestinamente como otros cristianos. Pero,
colegas vuestros que os tenían envidia, os delataron y
junto a Hermolaos y otros cristianos os arrestaron. Vuestra
fama, había llegado a oídos del emperador, y este quiso
salvaros en secreto y os mandó decir que os concedía la
oportunidad de vivir, siempre y cuando renunciarais a vuestra
fe y vos, os negasteis y dejando viva prueba de vuestra
fe, curando milagrosamente a un paralítico frente a vuestro
enemigos. Y, el impío emperador montando en cólera e ira
os condenó a ser torturado hasta morir, pero como no lo
lograron tras varios intentos, se ordenó que os decapitaran
junto a vuestros compañeros. Seis fueron las formas en que
intentaron mataros: primero, os arrojaron al fuego; luego,
os echaron plomo fundido; intentaron ahogaros; os apedrearon,
os torturaron en la rueda y, finalmente, quisieron atravesar
vuestro cuerpo con una espada y ¡jamás lo lograron!, todo
por la gracia de Nuestro Señor y finalmente, los verdugos
muertos de miedo y cansados os decapitaron y ¡milagro de
milagros! al instante el árbol al que estaba os habían atado
floreció. Hoy vuestras reliquias y vuestra sangre, se
conservan en Turquía, Italia y el Real Monasterio de la
Encarnación en España, custodiadas por las religiosas
Agustinas Recoletas. Y vuestra sangre hoy se vuelve líquida
en vuestra fiesta fiesta litúrgica. !Aleluya¡ ¡Aleluya!
¡Oh! San Pantaleón, "Vivo amor y fe por el Dios Vivo y eterno". 

© by Luis Ernesto Chacón Delgado

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27 de julio

San Pantaleón, Médico y Mártir

Nació a fines del siglo III en Nicomedia (actual Turquía) y que entregó su vida en el martirio. Gracias a un antiguo manuscrito del siglo IV -hoy, parte de la colección del Museo Británico- podemos conocer datos importantes sobre su vida y su muerte.

Pantaleón fue hijo de madre cristiana, pero no se sintió particularmente tocado por la fe. Apenas alcanzó la edad suficiente, empezó a vivir como un pagano y rechazó la fe cristiana. Sin embargo, el hambre de conocimiento y el

deseo de ayudar a otros, lo indujo a hacerse médico. Como tal, se hizo de reputación y buena fama.

Su vida parecía transcurrir sin mayores preocupaciones hasta que conoció a un buen cristiano de nombre Hermolaos, quien lo animó a conocer otro tipo de medicina, “la curación proveniente de lo más alto”; y fue así como Pantaleón conoció a la Iglesia. Poco a poco fue descubriendo que el saber que profesaba y la práctica médica podían tener un sentido mucho mayor del que había calculado: la enfermedad y el sufrimiento no lo destruyen todo. Así, llegó el momento del encuentro con Cristo en el corazón. Pantaleón, en consecuencia, empezó a ver a Cristo en aquellos que sufrían estando postrados, vulnerables. Cristo había ganado su corazón y los años de indiferencia habían quedado atrás.

Cuando se extendió la persecución de Diocleciano a Nicomedia, Pantaleón regaló todo lo que tenía a los necesitados y empezó una vida en la clandestinidad, como muchos otros cristianos; hasta que, algunos médicos que le guardaban envidia lo delataron a las autoridades. Pantaleón fue arrestado junto a Hermolaos y otros cristianos.

Como su buena fama había llegado a oídos del emperador, este quiso salvarlo en secreto y le mandó decir que le concedía la oportunidad de vivir, siempre y cuando renunciara a su religión. Pantaleón se negó a tal solicitud y para dejar prueba de que su fe era verdadera curó milagrosamente a un paralítico frente a sus enemigos.

Por tal accionar -considerado una afrenta- fue condenado a ser torturado hasta morir, pero como no murió tras varios intentos, se le mandó decapitar junto a sus compañeros.

Se dice que trataron de matarlo de seis formas diferentes: primero, lo arrojaron al fuego; luego, le echaron plomo fundido; intentaron ahogarlo; lo apedrearon, lo torturaron en la rueda y, finalmente, quisieron atravesar su cuerpo con una espada. Como a todo esto logró sobrevivir por gracia de Nuestro Señor, según la costumbre, los verdugos le cortaron el cuello. Al instante de ser decapitado, el árbol al que estaba atado para el ajusticiamiento floreció.

San Pantaleón y sus amigos murieron un 27 de julio, a inicios del siglo IV. Pantaleón solo tenía 29 años.

Sus reliquias -incluyendo muestras de su sangre- se conservan en distintos lugares: Constantinopla (Turquía), Ravello (Italia) y el Real Monasterio de la Encarnación en Madrid (España), bajo la custodia de las religiosas Agustinas Recoletas. Es en este último lugar donde se preserva su sangre, que permanece en estado sólido casi todo el año hasta que se produce el milagro de la licuefacción (se vuelve líquida), alrededor del 27 de julio, día de su fiesta litúrgica. Cuando el milagro tiene lugar, las religiosas del monasterio abren las puertas del recinto al público para que aprecien el hecho.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-fiesta-de-san-pantaleon-medico-martir-cuya-sangre-se-vuelve-liquida-25187)