
¡Oh! San Bartolomé Gutiérrez, vos, sois el hijo del
Dios de la Vida, su amado santo, y que siendo agustino
teníais deseos de ser misionero y mártir. Estando en
Filipinas, os nombraron maestro de novicios durante
un sexenio. Erais un buen latinista y aprendisteis
el japonés muy rápidamente. Más tarde llegasteis al
Japón y os nombraron prior del convento de Usuki; y
como dominabais el japonés, os entregasteis de lleno
a la tarea evangelizadora. Años más tarde, salió un
decreto de expulsión de religiosos, os capturaron y
os expulsaron del Japón, volviendo a Filipinas, donde
retomasteis vuestra tarea de maestro de novicios. Pero,
os reclamaban, porque vos, habías dejado increíbles
recuerdos. Y, así, volvisteis al Japón, acompañado del
Beato Pedro de Zúñiga, ejerciendo un ministerio ejemplar,
predicando y administrando los sacramentos a escondidas,
y con ello, sosteniendo a débiles en la fe. Además
vencisteis innumerables peligros para llevar a Cristo
a los creyentes y para que no os detubiersen, vivíais
en los campos y los bosques. Vivisteis pobremente,
padecisteis hambre y las inclemencias del clima. Vuestra
vida fueron ayunos y vigilias, que hicieron de vos,
un hombre enjuto y seco que no parecíais tener más que
huesos y piel. Y, Nuestro Creador, jamás os abandonó
y os protegió milagrosamente cuando os escondíais. Un
día y gracias a que una araña tejió su telaraña en un
rincón de la casa donde vos os escondíais, nunca os
encontraron. Otra día, salisteis al encuentro de vuestros
captores tocando un instrumento musical, y nadie os
sintió. Sucedió también, que una buena mujer os escondió
en su casa, llegaron los guardias y le preguntaron por
vos, entonces ella sufrió un ataque de nervios y se reía
mucho, pensaron los oficiales que quería congraciarse
con ellos mientras les señalaba que adentro y lo tomaron
a burla y se marcharon sin revisar. Más delante llegó
Tacanga, cruel perseguidor que redobló las pesquisas
y castigos y os tenía mucho encono contra vos y vuestros
compañeros agustinos, porque en el reino de Bungo se había
fundado el primer convento y había convertido al cristianismo
a varios familiares. Entonces el mal, tomó cuerpo y os
traicionaron, y os arrestaron junto con vuestro catequista
el Beato Juan Shozaburo y otros tres auxiliares con los
que fuisteis enviado a la cárcel. Vos en tales circunstancias
con gran alegría cantabais himnos a Dios en acción de
gracias. Os torturaron con agua sulfurosa en el Monte
Unge, hicieron hervir vuestras carnes en el lago de Arima,
creyendo que así renegaríais de la fe. Los suplicios
continuaron por un mes, repitiéndose el castigo dos veces
al día. Y, así, jamás renunciasteis a vuestra fe, y os
tuvieron que condenaros a morir en la hoguera. Tacanga
os ofreció la libertad una vez más, y una vez más, vos
y vuestros compañeros permanecisteis firmes en la fe.
Antes de morir, entonasteis el salmo cientodieciseis
“Laudate Dominum omnes gentes”, luego os ataron con lazos
muy frágiles, para que se pudieran romper si decidían
renegar. “¡Adelante valerosos soldados de Jesucristo!
¡Viva nuestra fe y por ella valerosamente muramos!”, se
escuchó de boca del Beato Vicente Carvalho. Junto a vos,
patieron a la Casa del Padre: Beato Vicente de San Antonio
Simoes de Carvalho, Beato Francisco de Jesús Terrero Pérez,
Beato Antonio Ixhida Kyutaku S.J., Beato Jerónimo de la Cruz,
y el Beato Gabriel de la Magdalena Tarazona Rodríguez;
¡Oh! San Bartolomé Gutierrez "Vivo amor por el Dios de la Vida".
© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
___________________________________________
Nació en la ciudad de México el 4 de septiembre de 1580, hijo
de Alonso Gutiérrez y Ana Rodríguez. Fue bautizado en la parroquia de
Sagrario Metropolitano. Con 16 años ingresa a la orden agustina; hizo
sus estudios en el convento de Yuriria, Michoacán, profesando el 1 de
junio de 1597. Ordenado sacerdote, fue trasladado a Puebla al convento
de San Agustín. Por estas fechas ya tenía deseos de ser misionero y
mártir, sus hermanos de religión se burlaban de él porque era muy gordo y
no podría soportar las fatigas del misionero. Pero el respondía con
jocosidad: “Tanto mejor, así habrá más reliquias que repartir cuando
muera mártir, porque algún día iré a Filipinas y de allí a Japón donde
moriré por la Fe de Cristo”. Sus palabras resultaron proféticas.
El 22 de febrero de 1606 se embarcó en Acapulco y llego a Filipinas
el 1 de mayo siguiente. Allí, los superiores al ver sus cualidades, lo
nombraron maestro de novicios, desempeñando este cargo durante un
sexenio. Tenía una gran facilidad para los idiomas, era un buen
latinista y aprendió pronto el japonés a pesar de las dificultades de
esta lengua. En 1612 se embarca a Japón y en 1613 es nombrado prior del
convento de Usuki; como dominaba bien el idioma japonés, se entregó de
lleno a la evangelización, teniendo pronto a su cargo una gran comunidad
de fieles. En 1614 hubo un decreto de expulsión para los religiosos y
en noviembre de este año el Beato Bartolomé fue capturado y expulsado de
Japón, volviendo a Filipinas, donde nuevamente fue maestro de novicios.
En Japón la persecución recrudeció a raíz del martirio del Beato
Fernando de San José Ayala, OSA y las demandas de refuerzos llegaban a
Manila porque los fieles ocupaban pastores. Algunas crónicas precisan
que se pedía la vuelta del Padre Bartolomé Gutiérrez porque este había
dejado un buen recuerdo. Así, el provincial designó que volviera a Japón
acompañado del Beato Pedro de Zúñiga, regresando ambos a tierra de
misión el 12 de agosto de 1618.
Ejerció un ministerio ejemplar entre sus fieles, estimulando por su
fervor, sosteniendo a los débiles en la fe, predicando y administrando
los sacramentos a escondidas. Venció innumerables peligros para llevar a
Cristo a los creyentes y para no ser detenido, vivía en los campos y
bosque; vivió pobremente, padeció las inclemencias del clima y también
el hambre. A esto él añadió ayunos, vigilias y tales maceraciones, que
aquel joven robusto de 25 años, se convirtió en un hombre enjuto y seco
que no parecía tener más que huesos y piel.
De él se platica que Dios lo protegió de manera milagrosa cuando se
escondía. En una ocasión escapó de sus perseguidores gracias a que una
araña tejió su telaraña en un rincón de la casa donde se escondía. Otra
vez salió al encuentro de sus captores tocando un instrumento musical
sin ser notado por ello. También sucedió que una buena mujer lo escondió
en su casa, llegaron los guardias y le preguntaron por él, entonces
ella sufrió un ataque de nervios y se reía mucho, pensaron los oficiales
que quería congraciarse con ellos mientras les señalaba que adentro y
lo tomaron a burla y se marcharon sin revisar. Así fue que desarrolló su
apostolado hasta 1629, en que llego a Nagasaki como gobernador un
hombre llamado Tacanga. Este fue un cruel perseguidor y redobló las
pesquisas y castigos. También respiraba mucho odio contra el Beato
Bartolomé y los agustinos porque en el reino de Bungo habían fundado el
primer convento y para acabar de componerla, el religioso había
convertido al cristianismo a varios familiares suyos.
Víctima de una traición, el Beato Bartolomé fue sorprendido y
arrestado el 10 de noviembre de 1629, junto con el catequista y ahora
Beato Juan Shozaburo y otros tres auxiliares con los que fue enviado a
la cárcel de Nagasaki, allí se reunieron pronto con él los religiosos
agustinos Francisco de Jesús Terrero y Vicente de San Antonio Carvalho.
Desde 1618 él había sido el sostén y promotor de la comunidad cristiana
local, ahora ya detenido, el Tirano Tacanga se alegró porque iba a
escarmentarlo para infundir miedo en el reino. Luego fue trasladado a la
cárcel de Omuro, por considerarse que era un lugar más cruel.
En su traslado fue notoria su tranquilidad y resignación así como la
alegría con que cantaba himnos a Dios en acción de gracias. Aquí
languideció durante dos años. En 1630 tuvo la oportunidad de escribir al
provincial: “por estar al presente por horas y momentos esperando la
muerte” dando noticias no menos interesantes sobre sus compañeros y
circunstancias de su prisión. En 1631 vuelve a Nagasaki en compañía de
sus hermanos de hábito Francisco de Jesús y Vicente de San Antonio así
como el Jesuita Antonio Ixda, encontrado en la prisión al hermano
franciscano Gabriel de la Magdalena. Los hicieron sufrir la tortura del
agua sulfurosa en el Monte Unge, fueron llevados al lago de Arima, de
aguas hirvientes, con las que eran bañadas sus carnes hasta escaldarlos y
desollarlos creyendo que así renegarían de la fe. Esta dolorosísima
prueba, de la que muchos salían apostatando, fue ganada por los
mártires. Los suplicios fueron verdaderamente espantosos y se
prolongaron por un mes, repitiéndose el castigo por lo menos dos veces
al día, lo que tuvieron que padecer, todo el cuerpo hecho una llaga, no
es fácil de imaginar.
Al ver que no se lograba ningún retroceso, fueron devueltos a
Nagasaki, donde se les condenó a morir en la hoguera. Todavía la
víspera, Tacanga les ofreció la libertad si apostataban, pero
permanecieron firmes en la fe. La sentencia se llevó a cabo el 3 de
septiembre de 1632. Al llegar al lugar del suplicio, entonaron, como era
la costumbre entre quienes eran sacrificados, el salmo 116 “Laudate
Dominum omnes gentes”, luego los ataron con lazos muy frágiles, para que
se pudieran romper si decidían renegar. La leña era verde y llena de
lodo para que ardiera con dificultad. Al ser encendido el fuego, el
Beato Vicente Carvalho sacó su crucifijo y levantándolo en alto exclamo
“¡Adelante valerosos soldados de Jesucristo! ¡Viva nuestra fe y por ella
valerosamente muramos!”.
El Beato Bartolomé Gutiérrez dejo varios escritos. Explicación de la
doctrina cristiana la Relación del suceso de la prisión y dichoso fin de
los bienaventurados mártires Pedro de Zúñiga y Luis Flores y la
Relación del martirio que padecieron otros religiosos en el Japón en el
mes de septiembre de 1622. Este grupo de misioneros cierra el elenco de
os mártires encabezados por el Beato Alfonso de Navarrete.
A continuación se refiere una breve semblanza de los beatos martirizados junto Beato Bartolomé Gutiérrez.
Beato Vicente de San Antonio Simoes de Carvalho Nació en
1590 en Albufeiora, Portugal, siendo sus padres Antonio Simoes y
Catalina Pereiro, quienes le dieron una buena educación. Ingresó con los
agustinos en el convento de Santa María de Gracia, donde profesó y fue
ordenado sacerdote. En 1621 estuvo en México, en 1622 en Filipinas y en
1623 en Japón; por casi seis años se consagró al ministerio en secreto y
logró mucho fruto, burlando, también la vigilancia de los espías hasta
que finalmente fue capturado.
Beato Francisco de Jesús Terrero Pérez Nació en 1590 en
Villa Mediana, Palencia, siendo hijo de Pedro Terrero y María Pérez,
ambos de ascendencia noble y familias ricas. A los 8 años quedó huérfano
y fue educado por dos tíos suyos que eran sacerdotes; con 16 años
ingresa a la orden de San Agustín en Valladolid, luego de profesar en
esa orden, hizo estudios sacerdotales recibiendo por fin el
presbiterado. En 1621 estuvo en México, luego se trasladó a filipinas y
por ultimo a Japón, donde fue vicario Provincial. Estudió el japonés
para poder transmitir el Evangelio, su apostolado lo hacía de noche y
con muchos peligros, tuvo que vivir en una cueva para no ser
descubierto. Las crónicas dicen que bautizó cerca de 7000 fieles.
Beato Antonio Ixhida Kyutaku S.J. Nació en el año de 1570 en
Ximabaro, reino de Arima. Con 19 años ingreso a la Compañía de Jesús,
donde profesó y fue ordenado; como conocía de fondo las religiones
paganas y tenía buena elocuencia, su ministerio se valió de esto para
tener mucho provecho. Desafiaba los peligros para llevar el consuelo a
los cristianos encarcelados, burlando la vigilancia de los soldados.
Beato Jerónimo de la Cruz Jo ó de Torres Nació en Nagasaki,
de joven estudió con los padres franciscanos que lo enviaron a Filipinas
para continuar sus estudios; una profeso fue ordenado sacerdote y su
ministerio lo hacía entre sus compatriotas exiliados con abundancia de
buenos resultados. Entonces cambio su apellido Jo por el español de
Torres. El Beato amaba mucho a su patria y oraba a Dios suplicándole el
fin de las persecuciones. En 1628 volvió a Japón para ayudar con su
ministerio a sus hermanos perseguidos. Breve fue su trabajo, pues fue
apresado en 1629.
Beato Gabriel de la Magdalena Tarazona Rodríguez Nació en
Sonseca, Toledo en octubre de 1567, hijo de Pedro Tarazona e Isabel
Rodríguez. Recibió el bautismo el 22 de octubre del mismo año y la
confirmación el 16 de junio de 1571. Estudio y ejerció la medicina y a
los 30 años ingresó como hermano lego en la orden Franciscana, en la
rama alcantarina. Su ardiente amor a Cristo y la salvación de las almas
le hicieron ir a Japón, a donde llegó en 1606. Estuvo en Osaka, donde se
dedicó a curar almas y cuerpos. En 1613 se desató una persecución,
muchos religiosos fueron expulsados pero él logró esconderse en
Nagasaki; su fama era tal que se decía que por sus conocimientos de
medicina, podría ser médico del propio emperador. Tuvo fama de tener
gran religiosidad, de hacer curaciones milagrosas, de levitar mientras
oraba y tener el don de la bilocación. En 1630 fue apresado y llevado a
la cárcel de Omura, de donde fue sacado para curar al propio Gobernador y
su familia, así como para atormentarlo luego con las aguas sulfurosas.
Murió en la hoguera y sus cenizas, como las de sus compañeros, fueron
arrojadas al mar.
Culto Estos beatos integran un numeroso grupo de 205
mártires encabezados por el Beato Alfonso Navarrete y fueron elevados
al honor de los altares el 7 de julio de 1867 por el Beato Pio IX. El
Beato Bartolomé Gutiérrez recibe culto litúrgico en México el 2 de
septiembre con el grado de memoria opcional y las oraciones de la misa y
la liturgia de las horas se refieren únicamente a él.
(https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=761)