21 agosto, 2024

San Pío X Papa, quien nos llama a instaurarlo todo en Cristo

 Papa San Pío X

 

¡Oh!, San Pio X, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
su Pontífice y amado santo, que gobernasteis en tiempos
de profundos cambios, entre ellos, la Revolución Rusa
y la Primera Guerra Mundial. Cambios en los que supisteis
enrumbar a la Iglesia Católica, dentro de los cauces de
la fidelidad al Evangelio, para fortalecer los grandes
retos de los nuevos tiempos: «Instaurar todo en Cristo».
Vos, tomasteis posesión de la sede de San Pedro tras la
muerte del Papa León XIII, y os abocasteis a promover un
compromiso mayor de los fieles con la Eucaristía. Así
empezó vuestra reforma, de acuerdo con vuestro lema:
«Instaurar todo en Cristo». Transformar el mundo, cada
vez más alejado de Dios, y reconstruirlo sobre el más
seguro de los cimientos: ¡Cristo! Vos, en medio de las
dificultades erais siempre alegre, sensible e inteligente.
Vuestro deseo era amar a Dios y a los hermanos, y por
ello os planteasteis ser sacerdote. Más tarde Os nombraron
arcipreste de Salzano, donde  restaurasteis la iglesia
y ayudasteis a la ampliación y mantenimiento del hospital,
y trabajasteis para que los estudiantes de las escuelas
públicas pudieran recibir instrucción religiosa. Luego
fuisteis nombrado obispo de Mantua, trabajandoado en el
seminario y os encargasteis de enseñar teología dogmática.
Seguidamente el Papa León XIII, os creó cardenal en
un consistorio secreto y tres días después, fuisteis
preconizado «Patriarca de Venecia». En «Quam Singulari»
vos recomendabais que la Primera Comunión sea administrada
a los niños pequeños apenas tuviesen uso de razón.
Por el aniversario de la proclamación del dogma de la
Inmaculada Concepción, publicasteis la encíclica «Ad
diem Illum laetissimum», en la que disteis nuevos brios
a la devoción a María Madre de Dios. Por la doctrina
cristiana publicasteis la encíclica «Acerbo nimis» en la que
planteabais que la catequesis fuera dirigida también a los
adultos. Os preocupaba la formación de los sacerdotes
y para ello, publicasteis la encíclica «Pieni l’animo».
en donde recomendabais la necesidad de tener sumo cuidado
en la ordenación de sacerdotes. Para preservar la pureza
de la fe publicaste el decreto «Lamentabili» en el que
sesentaycinco proposiciones modernistas fueron condenadas.
En vuestra encíclica «Pascendi Dominici gregis», vos,
expusisteis y condenabais el sistema del modernismo,
destacando sus peligros en relación con la filosofía,
apologética, exégesis, historia, liturgia y disciplina,
mostrando la contradicción entre esa corriente de
pensamiento y la fe. Ordenasteis el empleo de la música
sacra en las iglesias, además del canto gregoriano.
Dispusisteis que los libros de cantos se imprimieran con
el mismo tipo de fuente que se usa en el Vaticano. Y como
obra final, con el apoyo de los jesuitas, fundasteis
el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. Vuestro trabajo
doctrinal fue reconocido, fuera de la Iglesia. A vos,
también se os conoce vuestro espíritu apostólico, vuestra
fortaleza de carácter, la precisión de vuestra decisiones
y el celo por la recta formación de los católicos.
¡Oh! San Pío X "viva antorcha de la fe del Dios Vivo".
 

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Degado
____________________________________
___
 

21 de Agosto
San Pío X, Papa

San Pio X, pontífice entre los años 1903 y 1914, en los albores del siglo XX. Gobernó en tiempos de profundos cambios que sirvieron, tristemente, de antesala de auténticos fracasos para la humanidad, como es el caso de la Revolución Rusa y la Primera Guerra Mundial.

Precisamente, en este duro contexto Pio X supo enrumbar a la Iglesia dentro de los cauces de la fidelidad al Evangelio, de manera que esta pudiese afrontar con esperanza los grandes retos de los nuevos tiempos.
«Instaurar todo en Cristo»

Pio X asumió la sede de San Pedro tras la muerte del Papa León XIII en 1903. Inmediatamente se abocó a promover un compromiso mayor de los fieles con la Eucaristía. Animó a que estos se acerquen asiduamente a ella, si es posible que cultiven la costumbre de la misa diaria.

Por ahí empezó su «reforma», muy acorde con el lema que escogió para su pontificado: «Instaurar todo en Cristo»; es decir, para transformar el mundo -cada vez más alejado de Dios- hay que construir sobre el más seguro de los cimientos: Cristo. Sin Él toda empresa humana está condenada a fracasar.

Un hijo de su tiempo

Giuseppe Melchor Sarto nació el 2 de junio de 1835, en Riese, Italia; hijo de un cartero e integrante de una familia humilde. Fue un niño que creció bajo las condiciones de la clase trabajadora italiana de fines del s. XIX. A pesar de las dificultades siempre fue un chico alegre, sensible e inteligente.

Mientras crecía, su inquieto espíritu lo fue moviendo a profundizar en su fe y vocación. Lo que más deseaba era amar a Dios y a los hermanos, así que llegó el momento más serio: se planteó ser sacerdote.

Años más tarde, a los 23, recibiría el orden sacerdotal en la provincia de Treviso, Venecia (Italia).

Vertiginosa carrera eclesiástica

En 1867 fue nombrado arcipreste de Salzano, un importante municipio de la diócesis de Treviso, donde restauró la iglesia y ayudó a la ampliación y mantenimiento del hospital. A la par, trabajó para que los estudiantes de las escuelas públicas pudieran recibir instrucción religiosa.

En noviembre de 1884 fue nombrado obispo de Mantua, una sede muy difícil. Al asumir el cargo, su principal preocupación era la formación del clero, por lo que empezó a trabajar en el seminario, encargándose personalmente de enseñar teología dogmática.

Más adelante, para su sorpresa, el Papa León XIII lo creó cardenal en consistorio secreto de junio de 1893, otorgándole el título de «San Bernardo de las Termas». Tres días después, en consistorio público, fue preconizado «Patriarca de Venecia», conservando el título de Administrador Apostólico de Mantua.

Sin embargo, el ahora Cardenal Sarto tuvo que esperar 18 meses para poder tomar posesión de su diócesis, ya que el gobierno italiano se negaba a concederle reconocimiento oficial. Una vez que pudo ser erigido como Patriarca de Venecia, concentró su atención nuevamente en el seminario, donde organizó la facultad de derecho canónico.

Espíritu renovador

Años después, ya como pontífice, hizo importantes reformas a tono con los tiempos y las necesidades de los fieles. Una de ellas fue publicada mediante decreto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, «Quam Singulari» (Cuán singular). El Papa recomendaba allí que la Primera Comunión sea administrada a los niños pequeños apenas tuviesen uso de razón.

Por el quincuagésimo aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, Pio X publicó la encíclica «Ad diem Illum laetissimum» (Hasta aquel alegre día) en el marco del congreso mariano en el que coronó la imagen de la Inmaculada Concepción que está ubicada en la Basílica de San Pedro. A través de esta encíclica, el Papa le dio un nuevo impulso a la devoción a María Madre de Dios.

En relación a la enseñanza de la doctrina cristiana publicó la encíclica «Acerbo nimis» (Demasiado amargo), en la que planteaba que la catequesis fuera dirigida también a los adultos. Además promovió la publicación de un nuevo catecismo para la diócesis de Roma.

Igual que cuando fue obispo, siempre preocupado de la formación de los sacerdotes, como Papa intervino a través del magisterio: publicó la encíclica «Pieni l’animo» (Lleno el ánimo), dirigida al Episcopado italiano (1906), en donde hacía énfasis en la necesidad de tener mayor cuidado en la ordenación de sacerdotes, llamando la atención de los obispos sobre el hecho de que, entre los clérigos más jóvenes, se manifestaba cada vez con mayor frecuencia un espíritu de independencia poco compatible con la disciplina eclesiástica.

Por otra parte, ordenó que los seminarios italianos fueran visitados frecuentemente por los obispos.

Cristianismo y modernidad

Otra de sus grandes preocupaciones fue preservar la pureza de la fe, por eso, en 1907, publicó el decreto «Lamentabili» (llamado también el «Syllabus de Pío X»), en el que 65 proposiciones modernistas fueron condenadas. La mayor parte de ellas se referían a las Sagradas Escrituras y su inspiración, la doctrina de Jesús y los apóstoles; mientras que otras se relacionaban con el dogma, los sacramentos y la primacía del Obispo de Roma.

Poco después, el 8 de Septiembre de 1907, publicó la encíclica «Pascendi Dominici gregis» (Apacentar la grey del Señor), en donde exponía y condenaba el sistema del modernismo, destacando sus peligros en relación con la filosofía, apologética, exégesis, historia, liturgia y disciplina, y muestra la contradicción entre esa corriente de pensamiento y la fe.

El Papa teólogo

Durante toda su vida, San Pio X había sido un gran enamorado de la música sacra, por lo que siendo pontífice publicó un motu proprio para el empleo de la música sacra en las iglesias. Ordenó que el canto gregoriano se utilizara en todas partes y dispuso que los libros de cantos se imprimieran con el mismo tipo de fuente que se usa en el Vaticano, bajo la supervisión de una comisión especial.

Como el estudio de la Biblia es importantísimo para la teología, el Papa Pío X deseaba fundar en Roma un centro especial para dichos estudios, que diera garantía de ortodoxia y valor científico. Finalmente, con el apoyo de los jesuitas, fundó el Pontificio Instituto Bíblico de Roma.

Bajo su pontificado se actualizó y completó el Código de Derecho Canónico en el que colaboraron autoridades en la materia de todo el mundo. La característica del nuevo reglamento es la completa separación de los aspectos judiciales de los administrativos; mientras que las funciones de algunos departamentos fueron determinadas con mayor precisión y sus trabajos más equilibrados.

Hizo una serie de importantes cambios en la curia vaticana y publicó un motu proprio con 19 proposiciones -especialmente para la Iglesia en Italia- con las que buscó confrontar ciertas tendencias inclinadas hacia el socialismo, que promovían un espíritu de insubordinación a la autoridad eclesiástica.

Marcando la pauta a los futuros pontífices

En virtud de todos estos elementos, queda claro que Pío X fue un gran protector de la doctrina y disciplina católicas. La brillantez de su trabajo doctrinal fue reconocida incluso fuera de la Iglesia. A la vez, a San Pío X se le reconoce por su espíritu apostólico, la fortaleza de su carácter, la precisión de sus decisiones y el celo por la recta formación de los católicos.

(https://www.aciprensa.com/noticias/56723/cada-21-de-agosto-se-celebra-al-papa-san-pio-x-quien-nos-llama-a-instaurarlo-todo-en-cristo)

 

20 agosto, 2024

San Bernardo, Abad Doctor de la Iglesia y Fundador

San Bernardo de Claraval, Abad: Padre y Doctor de la Iglesia

 

 ¡Oh!, San Bernardo de Claraval; vos, sois el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo y quizás, por lo tanto, preguntarme
deba y preguntaros a vos: ¿Qué carisma habría encerrado
en vos, Aquél que todo lo sabe y lo ve? ¿Con qué fuerza
os sedujo, que un poco más, hacéis de vuestra casa
convento familiar? ¡Sólo Dios! y más nadie, capaz es, de
tamaño milagro. Una noche de Navidad, mientras celebraban
las ceremonias religiosas en el templo, vos, os quedasteis
dormido y se os apareció El Niño Jesús, en brazos de María,
y que Ella, Su Santa Madre os ofrecía al Niñito Santo para
que lo amarais y lo hicierais amar mucho por los demás.
Desde ese día ya no pensasteis sino, en consagraros a la
religión y a vuestro apostolado. ¿Qué dulzor en vuestro
hablar?, que atraían como abejas al panal celestial a los
jóvenes de vuestro tiempo. No en vano, os llamaban “El
cazador de almas y vocaciones”, y “doctor boca de miel”.
Porque, también de vos, son las palabras a la “Llena de
Gracia” de la salve: “Oh clemente, oh piadosa, oh siempre
dulce Virgen María”, prueba de vuestro grande amor celestial.
“Batallador y valiente”, como el honor que hicisteis
al significado de vuestro santo nombre y, elevando así
vuestro espíritu hasta la misma casa del Padre. Y, así,
y después de haber llegado a ser el más famoso de Europa
en vuestro tiempo y de haber conseguido varios milagros,
como el de hacer hablar a un mudo, el cual muchos pecados
confesó y, el de haber fundado varios monasterios con
monjes llenos de fe, vuestros discípulos os dijeron que
pidieseis a Dios la gracia de seguir viviendo unos cuantos
años más y les dijisteis: “Mi gran deseo es ir a ver a
Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos
me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios
haga lo que a Él mejor le parezca”. Y, a Dios le pareció
que ya habíais sufrido y trabajado bastante y que merecíais
el descanso eterno y el premio que os había preparado para vos:
“ver con vuestros propios ojos al Dios de la Vida y del Amor”;
¡oh!, San Bernardo, “vivo cazador de almas del Dios Vivo”.


© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado


_____________________________________

20 de Agosto
San Bernardo, Abad
Doctor de la Iglesia y Fundador
Año 1153

San Bernardo: Gran predicador, enamorado de Cristo y de la Madre Santísima: pídele al buen Dios que nos conceda a nosotros un amor a Dios y al prójimo, semejante al que te concedió a ti. Quiera Dios que así sea.

“NO ERES MÁS SANTO PORQUE NO ERES MÁS DEVOTO DE MARÍA” (San Bernardo).

Bernardo significa: “Batallador y valiente”. (Bern=batallador; Nard=valiente)

En orden cronológico, o sea en cuanto al tiempo, San Bernardo es el último de los llamados Padres de la Iglesia. Pero en importancia es uno de los que más han influido en el pensamiento católico en todo el mundo. Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Sus padres tuvieron siete hijos y a todos los formaron estrictamente haciéndoles aprender el latín, la literatura y, muy bien aprendida, la religión.

La familia que se fue con Cristo

Esta familia ha sido un caso único en la historia. Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó consigo a sus 4 hermanos varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidará al papá (la mamá ya había muerto) y el hermanito menor para que administrara las posesiones que tenían. Dicen que cuando llamaron al menor para anuanciarle que ellos se iban de religiosos, el muchacho les respondió: “¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí unicamente en la tierra? Esto no lo puedo aceptar”. Y un tiempo después, también él se fue de religioso. Y más tarde llegaron además al convento el papá y el esposo de la hermana (y ella también se fué de monja). Casos como este son más únicos que raros.

La personalidad de Bernardo

Pocos individuos han tenido una personalidad tan impactante y atrayente, como San Bernardo. El poseía todas las ventajas y cualidades que pueden hacer amable y simpático a un joven. Inteligencia viva y brillante. Temperamento bondadoso y alegre, se ganaba la simpatía de cuantos trataban con él. Esto y su físico lleno de vigor y lozanía era ocasión de graves peligros para su castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano y lo sensual. Pero todo esto lo llenaba de desilusiones. Las amistades mundanas por más atractivas y brillantes que fueran lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más y más desilusionado del mundo y de sus placeres.

A mal grave, remedio terrible

Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente, una noche se revolcó entre el hielo hasta quedar casi congelado. Y el tremendo remedio le trajo mucha paz.

Una visión cambia su rumbo

Una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía al Niñito Santo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado.

Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra

Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos. Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para irse a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera.

Pero aquí sí que apareció el poder tan sorprendente que este hombre tenía para convencer a los demás e influir en ellos y ganarse su voluntad. Empezó a hablar tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y casi a todos los jóvenes de los alrededores, y junto con 31 compañeros llegó al convento de los Cistercienses a pedir ser admitidos de religiosos. Pero antes en su finca los había preparado a todos por varias semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, se fue de religioso al convento.

El papá, el hermano Nirvardo, el cuñado y la hermana, ya irán llegando uno por uno a pedir ser recibidos como religiosos. Formidable poder de atracción. En toda la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a las comunidades religiosas, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio hablara con el santo, porque lo mas probable era que se iría de religioso.

En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban “el cazador de almas y vocaciones”. Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.

Fundador de Claraval

En el convento del Císter demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio sumamente árido y lleno de bosques donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle muy claro, ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día.

Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos.

La oratoria de santo

Después de San Juan Crisóstomo y de San Agustín, es difícil encontrar otro orador católico que haya obtenido tantos éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban “El Doctor boca de miel” (doctor melífluo) porque sus palabras en la predicación eran una verdadera golosina llena de sabrosura, para los que la escuchaban.

Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.

Su amor a la Virgen Santísima

Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo, porque entre todos los predicadores católicos quizás ninguno ha hablado con más cariño y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: “Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María”. Y repetía la bella oración que dice: “Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir”.

El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante. “Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial”. Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.

Viajero incansable

El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso, por imprudente, se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le daño la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos.

Exclamaba: “A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas”. (ya en las noches pararía luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).

De carbonero a Pontífice

Un hombre muy bien preparado le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, y el otro lo hizo de muy buena voluntad. Después llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Eugenio III. El santo le escribió un famoso libro llamado “De consideratione”, en el cual propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle: “Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación”.

Despedida gozosa

Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios milagros (como por ej. Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin perdonar) y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba: “Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca”. Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó a su eternidad feliz el 20 de agosto del año 1153. Solamente tenía 63 años pero había trabajado como si tuviera más de cien. El sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Bernardo_8_20.htm)

19 agosto, 2024

San Ezequiel Moreno Obispo, Campeón contra el liberalismo

 El Irrintzi: San Ezequiel Moreno, campeón contra el Liberalismo


 !Oh! San Ezequiel Moreno, vos, sois el hijo del
Dios de la vida, su obispo y amado santo; que
sois venerado como patrono de los enfermos de
cáncer, y un cáncer, que vos mismo sufríais en
carne propia. Vos, estabais poseído de un ardor
misionero y lo disteis todo, por la causa más
noble: llevar las almas a los pies de la Cruz.
Vuestro espíritu, probado en las penas, frente
a la crítica injustificada o en la enfermedad,
jamás mermó vuestra entrega apasionada a Dios
y hoy, os consideran uno de los más grandes
apóstoles de la evangelización de América Latina
y las Filipinas. Vuestro singular espíritu piadoso
se marcó en vuestro hogar para siempre. Desde
pequeño, os atrajo la vida religiosa. Siempre
fuisteis un niño vivaz y muy juguetón, mostrando
vuestro espíritu de sacrificio. Con sólo dieciséis
años, a ejemplo de Eustaquio, vuestro hermano
mayor, ingresasteis al convento de los agustinos
recoletos en Monteagudo. Os nombraron
párroco de Lespinasse y más tarde, predicador
conventual de Manila. Siempre decíais: “Una sola
alma vale más que toda mi vida”. Vuelto a España,
trabajasteis en los jóvenes novicios, el sello
de la espiritualidad agustiniana y el amor hacia
los pobres. Varias veces, vos, y todos quienes
vivían en el convento redujeron sus raciones
de comida para compartirlas con los mendigos y
la gente sin hogar. En Colombia, y ocupando el
cargo de provincial de vuestra Orden, predicasteis
y atendisteis a los enfermos, evangelizando
y administrando los sacramentos. Como obispo
destacasteis por vuestros cuidados pastorales
y la fidelidad a la Iglesia. Allí, también ecreasteis
el programa de trabajo denominado ‘Dios y Colombia’.
Vuestras prédicas, siempre fueron  contundentes
contra los malos políticos y la difusión de
doctrinas como el liberalismo, provocaron la ira
de vuestros enemigos. Algunos obispos os atacaron
por medio de la prensa local, pero pese a todo,
los tratasteis con misericordia y siempre
orasteis por todos ellos, como Jesús, os enseñó.
Un día, os diagnosticaron con cáncer y, a pedido
de las súplicas de vuestros hermanos en la fe,
marchasteis a España, donde voló vuestra alma al
cielo, para coronada ser con corona de luz, como
justo premio a vuestra entrega de amor y fe. !Aleluya¡
!Oh! San Ezequiel Moreno, "vivo amor por el Dios Vivo".
 
 © 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________________
 
19 de Agosto
San Ezequiel Moreno
Obispo
 
Cada 19 de agosto se celebra a San Ezequiel Moreno y Díaz O.A.R. (1848-1906), sacerdote agustino recoleto nacido en España, quien se desempeñó como obispo de Pinara, Colombia, y, posteriormente, de la diócesis de Pasto en ese mismo país. Es venerado como patrono de los enfermos de cáncer, enfermedad que sufrió en carne propia.
 
San Ezequiel poseyó tal ardor misionero que no dudó en arriesgarlo todo por la causa más noble: desde cruzar ríos caudalosos hasta soportar las inclemencias del clima tropical, todo con tal de llevar más almas a los pies de la Cruz. El santo se caracterizó por su espíritu fuerte, probado en las penas, frente a la crítica injustificada o en la enfermedad. En virtud a esa entrega apasionada a Dios y a su labor constante, se le considera uno de los más grandes apóstoles de la evangelización de América Latina y las Filipinas.
 
Cómo se forja un corazón misionero
 
Ezequiel Moreno Díaz nació el 9 de abril de 1848 en Alfaro, Rioja (España). Sus padres fueron Félix Moreno y Josefa Díaz, ambos de condición humilde, pero de alma devota, conscientes de que la fe católica es el más elevado tesoro de una familia.
 
Ese espíritu piadoso impreso en el hogar marcó su corazón para siempre. Desde la primera infancia, Ezequiel se sintió atraído por la vida religiosa, lo que no quiere decir que tuviera todo claro desde el inicio. Él, como tantos otros, pasó de la atracción incipiente a la conciencia madura de lo que una vocación implica.
 
El santo fue un niño como cualquiera: vivaz y muy juguetón, aunque siempre mostró espíritu de sacrificio. Sería durante la adolescencia que empezó a desarrollar un lado menos común: en más de una oportunidad dejó de asistir a alguna fiesta del pueblo -de esas a las que todos van- para quedarse al cuidado de algún amigo o familiar enfermo. Tras una noche velando por el prójimo, en gesto que alguien podría calificar de “heroico”, volvía a ser el chico común que le gustaba cantar y tocar la guitarra.
 
Con todo, gran sorpresa se produjo entre sus amigos y familiares cuando el buen Ezequiel expresó su deseo de consagrarse a Dios por entero, a través del servicio a los que sufren.
 
Filipinas
 
Con sólo 16 años, siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, Eustaquio, ingresó al convento de los agustinos recoletos en Monteagudo, Navarra, el 21 de septiembre de 1864. Un año después hizo su profesión religiosa y cuatro años más tarde fue enviado como misionero a Filipinas. Allí culminó su formación y fue ordenado sacerdote el 3 de junio de 1871.
 
Tiempo después, fue enviado junto a su hermano a evangelizar a los habitantes de la isla de La Paragua (Palawan, una de las islas Filipinas). Ezequiel contrajo allí la malaria, enfermedad generalmente mortal en ese entonces, por lo que se vio obligado a regresar a Manila e interrumpir su ministerio. Dios, que lo quería para otras empresas, le concedió de vuelta la salud.
 
En 1876, el P. Ezequiel fue nombrado párroco de Lespinasse y cuatro años más tarde predicador conventual de Manila; allí asumió las riendas de una finca de los agustinos recoletos en Imus -fue notable administrador e impulsor de las obras de caridad-.
 
“Una sola alma vale más que toda mi vida” (San Ezequiel Moreno)
 
En 1888, regresó al convento de Monteagudo (España) como prior. Durante tres años trabajó por dejar en los jóvenes novicios el sello de la espiritualidad agustiniana y el amor hacia los pobres. Aquellos fueron tiempos de exigencia y tensión espiritual: el P. Ezequiel animaba constantemente a los candidatos a renunciar a pequeñas cosas para amar con más libertad o generosidad; y debía dar el ejemplo.
 
Varias veces, él y todos quienes vivían en el convento redujeron sus raciones de comida para poder abastecer adecuadamente a los mendigos y la gente sin hogar.
 
‘Dios y Colombia’
 
Tres años después, a inicios de la década siguiente, el P. Ezequiel volvió a embarcarse como misionero. Esta vez su destino fue Bogotá (Colombia), en América, donde viviría austeramente por cinco años, ocupando el cargo de provincial de su Orden. Allí se dedicó a predicar y atender a los enfermos, y realizó varios viajes a la región de Casanare -zona poco explorada en ese entonces- para evangelizar y administrar los sacramentos.
 
En 1894, el agustino fue nombrado obispo titular de Pinara y Vicario Apostólico de Casanare. Como obispo destacó por sus cuidados pastorales y la fidelidad a la Iglesia. Creó el programa de trabajo denominado ‘Dios y Colombia’ sin detener su labor misionera. Continuó con las visitas a las zonas alejadas o de difícil acceso, movido por su lema apostólico: “Una sola alma vale más que toda mi vida”.
En 1896, fue nombrado obispo de Pasto. Sus prédicas contundentes contra los malos políticos o la difusión de doctrinas confusas como el liberalismo -muy en boga en esos días-, así como su habitual sencillez en frente del pueblo provocaron la ira de sus enemigos. Penosamente entre estos hubo algunos obispos, quienes lo atacarían por medio de la prensa local. Pese a todo, San Ezequiel trató a sus agresores con misericordia y siempre los incluyó en sus ruegos.
 
De vuelta a casa
 
En 1905, le diagnosticaron cáncer y, ante las reiteradas súplicas de sus hermanos y de la gente que lo quería, decidió embarcarse rumbo a España para operarse. Lamentablemente, la intervención fue muy dolorosa y no tuvo éxito. El buen P. Ezequiel se fue debilitando físicamente de manera progresiva, no así el espíritu de oración que brotaba de sus labios: “Dios mío, dame valor para sufrir por ti”.
 
San Ezequiel Moreno y Diaz murió el 19 de agosto de 1906. Fue beatificado por el Papa San Pablo VI en 1975, y el 11 de octubre de 1992 fue canonizado por el Papa San Juan Pablo II, en el marco de la celebración de la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo, República Dominicana, con ocasión del V Centenario de la Evangelización del Continente Americano. (Aci prensa).
 
 (https://www.aciprensa.com/noticias/56697/hoy-celebramos-a-san-ezequiel-moreno-intercesor-de-los-enfermos-de-cancer)

18 agosto, 2024

Domingo 20 (B) del tiempo ordinario

 
 
 
Domingo 18 de Agosto
Domingo 20 (B) del tiempo ordinario
"Yo soy el Pan Vivo bajado del cielo"
 
Texto del Evangelio (Jn 6,51-58): En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo». Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».
______________________________
 
«Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
 
Hoy continuamos con la lectura del Discurso del pan de vida que nos ocupa en estos domingos: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo» (Jn 6,51). Tiene una estructura, incluso literaria, muy bien pensada y llena de ricas enseñanzas. ¡Qué bonito sería que los cristianos conociésemos mejor la Sagrada Escritura! Nos encontraríamos con el mismo Misterio de Dios que se nos da como verdadero alimento de nuestras almas, con frecuencia amodorradas y hambrientas de eternidad. Es fantástica esta Palabra Viva, la única Escritura capaz de cambiar los corazones.
 
Jesucristo, que es Camino, Verdad y Vida, habla de sí mismo diciéndonos que es Pan. Y el pan, como bien sabemos, se hace para comerlo. Y para comer —debemos recordarlo— hay que tener hambre. ¿Cómo podremos entender qué significa, en el fondo, ser cristiano, si hemos perdido el hambre de Dios? Hambre de conocerle, hambre de tratarlo como a un buen Amigo, hambre de darlo a conocer, hambre de compartirlo, como se comparte el pan de la mesa. ¡Qué bella estampa ver al cabeza de familia cortando un buen pan, que antes se ha ganado con el esfuerzo de su trabajo, y lo da a manos llenas a sus hijos! Ahora, pues, es Jesús quien se da como Pan de Vida, y es Él mismo quien da la medida, y quien se da con una generosidad que hace temblar de emoción.
 
Pan de Vida..., ¿de qué Vida? Está claro que no nos alargará ni un día más nuestra permanencia en esta tierra; en todo caso, nos cambiará la calidad y la hondura de cada instante de nuestros días. Preguntémonos con honestidad: —Y yo, ¿qué vida quiero para mí? Y comparémosla con la orientación real con que vivimos. ¿Es esto lo que querías? ¿No crees que el horizonte puede ser todavía mucho más amplio? Pues mira: mucho más aun que todo lo que podamos imaginar tú y yo juntos... mucho más llena... mucho más hermosa... mucho más... es la Vida de Cristo palpitando en la Eucaristía. Y allí está, esperándonos para ser comido, esperando en la puerta de tu corazón, paciente, ardiente como quien sabe amar. Y después de esto, la Vida eterna: «El que coma este pan vivirá para siempre» (Jn 6,58). —¿Qué más quieres?
_________________________
 
Pensamientos para el Evangelio de hoy
 
«Debo recibirle siempre, para que siempre me perdone los pecados. Yo que peco siempre, debo tener siempre un remedio» (San Ambrosio)
 
«La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No cese nunca nuestra adoración» (San Juan Pablo II)
 
 

17 agosto, 2024

Santa Beatriz de Silva, Fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción

Puede ser una imagen de 1 persona

 

 !Oh¡ Santa Beatriz de Silva, vos sois la hija del Dios
de la Vida, su amada santa y Fundadora de la Orden
de la Inmaculada Concepción. Vos, erais muy hermosa:
“la dama más bella de la corte de Castilla”, y por ello
muchos nobles caballeros os pidieron en matrimonio,
pero vos, ya habíais visto "otro caballero". La reina
celosa de vuestra belleza, ordenó que os encerraran.
Y, vos, en medio de la oscuridad os encomendasteis con
vuestro corazón, a la Virgen María, tanto que la visteis:
Iba vestida de hábito blanco y manto azul y el Niño
Jesús en brazos. Os habló y escuchasteis sus palabras
de ánimo y de consuelo. Allí mismo, os encargó fundar
una Orden que se dedicara a la honra del misterio de
su Inmaculada Concepción. Vistiendo como hábito, el
el mismo que Ella, lucía, blanco y azul. Allí mismo vos,
os ofrecisteis como su servidora y os consagrasteis y
Ella, os liberó de aquella prisión milagrosamente. Y,
así, abandonasteis la corte e ingresasteis como seglar
en el Monasterio dominico de Santo Domingo el Real. Allí,
en "retiro", permanecisteis por treinta años, durante
los cuales tuvisteis el rostro siemore cubierto con un
velo, nunca como penitencia sino, como señal de viva
consagración al Señor, esperando la hora de poder llevar
a cabo la misión que os encomendó nuestra Madre del Cielo,
la Virgen Inmaculada. No vivíais bajo ninguna regla
aprobada por la Iglesia. Inocencio Octavo Papa, os aprobó
el Monasterio dedicado a la Concepción de la Bienaventurada
Virgen María. Vuestra Comunidad, a pesar de los problemas
continuó fiel a vuestros primeros proyectos, junto a
la perseverancia de las primeras hermanas y el apoyo
de los Hermanos franciscanos. Pío Once Papa, confirmó
vuestro culto y os proclamó Beata y más tarde el Papa
Pablo Sexto, os canonizó solemnemente. A vos os conocen
como “la dama del rostro velado” y “la mujer del silencio”;
¡Oh!, Santa Beatriz "vivo amor por la Inmaculada Concepción".


© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________________

17 de Agosto
Santa Beatriz de Silva
Fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción 
 
Auto Biografía de Santa Beatriz de Silva
Fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción 
 
Mi padre, Ruy Gómes da Silva, fue alcalde mayor de Campo Mayor y consejero del rey D. Duarte. Mi madre, Dª Isabel de Meneses era una dama emparentada con las casas reales de España y Portugal. De mi infancia puedo deciros que crecí en el seno de una familia de hondas raíces cristianas. Éramos once hermanos, criados y educados con mucho amor.
 
Muy jovencita, como era costumbre en la época, me trasladé a la Corte de la reina Isabel, hija de D. Juan, príncipe de Portugal, al casarse ésta con D. Juan II, rey de Castilla. Permanecí en la corte de Tordesillas, como dama de la reina varios años.
 
Mis biógrafos, que me miran con buenos ojos, decían que era muy hermosa, “la dama más bella de la corte de Castilla”. Quizás no era consciente de ello pero mi belleza atraía las miradas de todos y despertaba cierta admiración en quienes me trataban. Cierto es que muchos nobles caballeros me pidieron en matrimonio, pero yo tenía las miras en otro caballero, pero de eso os hablaré más adelante.
Creo que por ello, la Reina, pudo contemplar en mí una rival en su matrimonio. Dicen que sus celos le llevaron a encerrarme. Solo sé que un día de forma inesperada para mí, me encontré dentro de un cofre en un rincón del castillo.
 
En medio de la oscuridad me encomendé con todo el corazón a la Virgen María. Pude verla, no sé si con mis propios ojos o los de la fe. Iba vestida de hábito blanco y manto azul y el niño Jesús en brazos. Me habló, o al menos yo pude escuchar sus palabras de ánimo y su consuelo. Me hizo un encargo que desde entonces no olvidé: fundar una Orden dedicada a la honra del misterio de su Inmaculada Concepción. El hábito de las monjas sería el mismo que ella lucía, blanco y azul. No pude sino ofrecerme como su servidora y consagrarme a ella. La Reina de cielo me libró de aquella prisión.
 
Al cabo de tres días salí de allí como si nada hubiera pasado. Abandoné la corte e ingresé, como seglar o señora de piso, en el Monasterio dominico de Santo Domingo el Real. Estuve en este retiro por espacio de treinta años, durante los cuales permanecí con el rostro cubierto siempre con un velo, no sólo como penitencia sino, sobre todo, en señal de una total consagración a mi Señor. Esperaba así la hora de poder llevar a cabo la misión que me había encomendado mi Señora, la Virgen Inmaculada.
 
Llegó el año 1484. Fue un año grato para mi e inolvidable. Abandoné el Monasterio de Santo Domingo y con algunas compañeras, pasamos a una casa llamada Palacios de Galiana, junto a la muralla norte de Toledo, un regalo donado por la Reina Isabel. Sí, Isabel la Católica. Nos unía una cierta amistad. Fue muy generosa. También nos concedió la capilla adjunta, dedicada a Santa Fe, una santa de origen francés.
 
Durante cinco años vivimos en Santa Fe. No profesamos en ninguna orden religiosa, ni vivíamos bajo ninguna regla aprobada por la Iglesia. Fue una experiencia nueva dentro del monacato femenino de aquella época. Finalmente a petición mía y de la Reina Isabel, nuestra valedora, el 30 de abril de 1489, conseguimos del Papa Inocencio VIII la aprobación de un Monasterio dedicado a la Concepción de la Bienaventurada Virgen María. Era el comienzo de un camino, un divino camino. Quiso el Señor llamarme a su lado antes de empezar a caminar por él, o quizás ya había comenzado. Antes de marchar hacia el año 1492 pude profesar en presencia de mis hermanas y el obispo de Toledo.
 
El monasterio no desapareció. La Comunidad, a pesar de muchas dificultades continuó fiel a nuestros primeros proyectos. La perseverancia de las primeras hermanas y el apoyo de la Orden franciscana que nos acompañó desde los comienzos, dio como resultado el crecimiento de la Orden desde Toledo a otros lugares del Reino. Por fin, el 17 de septiembre de 1511 obtuvimos regla propia. A mediados del s. XVI, la Orden de la Concepción de la bienaventurada Virgen María, llegó hasta el Nuevo mundo.
 
El Papa Pío XI confirmó el culto inmemorial que muchos me tributaron y me proclamó Beata el 28 de julio de 1926. Más tarde, reanudada la causa de canonización en 1950 por Pío XII, Pablo VI me canonizó solemnemente el 3 de octubre de 1976. Mi fiesta litúrgica se celebra el día 17 de agosto.
Soy conocida en la historia como “la dama del rostro velado” y “la mujer del silencio”.
 
 Espero que hayáis disfrutado con esta breve historia de mi vida que os he compartido. Ahora son mis hijas, extendidas por todo el mundo quienes hacen presente el Carisma que un día el Espíritu Santo me inspiró.