03 octubre, 2024

San Francisco de Borja, Tercer Superior General de la Compañía de Jesús

 San Francisco de Borja - ACI Prensa

 

¡Oh!, San Francisco de Borja, sois vos el hijo del Dios
de la Vida, el mismo que poseyéndolo todo de la “vida de
mundo”, renunciasteis a ella, para del “Rey de reyes”
a su servicio poneros, sí; Aquél que vive y reina por los
siglos de los siglos y que, por designios divinos las
riendas tomasteis de vuestra órden, sus fronteras al
mundo expandiendo de vuestro tiempo y, por ello con razón
y justicia toda, os decían “cofundador” de vuestra órden.
Al morir San Ignacio, lo reemplazó el Padre Laínez,
y al morir éste, los jesuitas os nombraron como Superior
General, dedicándoos en cuerpo y alma a vuestra órden,
creando casas y obras de vuestra comunidad, enviando
misioneros a los países del mundo. Los Cardenales
y sobre todo el Papa, os querían mucho y os admiraban.
Los primeros años de vuestra vida religiosa los superiores
os humillaron para probaros si en verdad teníais vocación.
Os asignaron el oficio de ayudante del cocinero, y vuestra
tarea era acarrear agua y leña, encender la estufa
y barrer la cocina. Cuando se os partía algún plato
u cometíais error alguno al servir en el comedor, teníais
que pedir perdón públicamente de rodillas, delante de
todos. Y jamás se os oyó una voz de queja. Sabíais que
si no dominabais vuestro orgullo nunca llegaríais a ser
santo. En España y Portugal os aclamaron como “el santo
Duque” porque con vuestros sermones habían conversiones.
Volviendo a Roma, os sentisteis débil, porque os habíais
esforzado en cumplir vuestros deberes y así, voló vuestra
alma al cielo. Ojala, los hombres de este tiempo os
imiten en vuestro actuar. ¿Dónde os hallaremos hoy?
En el único lugar, donde sólo vos podéis estar: ¡en el
cielo!, que lo habéis ganado como galardón y premio
por Dios brindado y desde allí, brilláis con corona de luz,
como justo premio por vuestra increible entrega de amor;
¡oh!, San Francisco de Borja “viva pasión por el Dios Vivo”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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03 de Octubre
San Francisco de Borja
Año 1572

Señor: que como tu amigo Francisco de Borja sepamos dominar el cuerpo y el orgullo y dedicarnos con todas nuestras fuerzas y cualidades a obtener que las gentes te amen más y te sirvan mejor. Amén. Domino mi cuerpo para no ser descalificado en el día final (San Pablo).

La familia española Borja o Borgia se hizo célebre cuando Alfonso Borgia fue elegido papa con el nombre de Calixto III y luego cuando otro Borgia fue nombrado Pontífice y se llamó Alejandro VI. Este Borgia antes de ser Pontífice había tenido cuatro hijos, y uno de ellos fue el padre de nuestro santo. Francisco de Borja era nieto del Papa Alejandro VI por parte del padre; nieto del rey Fernando de Aragón por parte de la madre, primo del emperador Carlos Quinto e hijo del Duque de Gandía.

En su familia se preocuparon porque el joven recibiera la mejor educación posible y fue enviado a la corte del emperador para que allí aprendiera el arte de gobernar. Esto le fue de gran utilidad para los cargos que tuvo que desempeñar más tarde. Contrajo matrimonio con Leonor de Castro, una joven de la corte del emperador y tuvo seis hijos. Su matrimonio duró 17 años y fue un modelo de armonía y de fidelidad.

El emperador Carlos V lo nombró virrey de Cataluña (con capital Barcelona) región que estaba en gran desorden y con muchas pandillas de asaltantes. Francisco puso orden prontamente y demostró tener grandes cualidades para gobernar. Más tarde cuando sea Superior General de los jesuitas dirá: “El haber sido gobernador de Cataluña me fue muy útil porque allá aprendí a tomar decisiones importantes, a hacer de mediador entre los que se atacan, y a ver los asuntos desde los dos puntos de vista, el del que ataca y el del que es atacado”.

La reina de España era especialmente hermosa, pero murió en plena juventud, y Francisco fue encargado de hacer llevar su cadáver hasta la ciudad donde iba a ser sepultada. Este viaje duró varios días, y al llegar al sitio de su destino, abrieron el ataúd para constatar que sí era ese el cadáver de la reina. Pero en aquel momento el rostro de la difunta apareció tan descompuesto y maloliente, por la putrefacción que Francisco se conmovió hasta el fondo de su alma, y se propuso firmemente: “Ya nunca más me dedicaré a servir a jefes que se me van a morir”. En adelante se propone dedicarse a servir únicamente a Cristo Jesús que vive para siempre.

La gente empezó a notar que la vida y el comportamiento del virrey Francisco cambiaban de manera sorprendente. Ya no le interesaban las fiestas mundanas, sino los actos religiosos. Ya no iba a cacerías y a bailes, sino a visitar pobres y a charlar con religiosos y sacerdotes. Un obispo escribía de él en ese tiempo: “Don Francisco es modelo de gobernantes y un caballero admirable. Es un hombre verdaderamente humilde y sumamente bondadoso. Un hombre de Dios en todo el sentido de la palabra. Educa a sus hijos con un esmero extraordinario y se preocupa mucho por el bienestar de sus empleados. Nada le agrada tanto como la compañía de sacerdotes y religiosos”. Algunos criticaban diciendo que un gobernador no debería ser tan piadoso, pero la mayor parte de las personas estaban muy contentas al verlo tan fervoroso y lleno de sus virtudes.

En 1546 murió su santa esposa, la señora Leonor. Desde entonces ya Francisco no pensó sino en hacerse religioso y sacerdote. Escribió a San Ignacio de Loyola pidiéndole que lo admitiera como jesuita. El santo le respondió que sí lo admitiría, pero que antes se dedicara a terminar la educación de sus hijos y que aprovechara este tiempo para asistir a la universidad y obtener el grado en teología. Así lo hizo puntualmente (San Ignacio le escribió recomendándole que no le contara a la gente semejante noticia tan inesperada, “porque el mundo no tiene orejas para oír tal estruendo”).

En 1551, después de dejar a sus hijos en buenas posiciones y herederos de sus muchos bienes, fue ordenado como sacerdote, religioso jesuita. Esa fue “la noticia del año” y de la época, que el Duque de Gandía y gobernador de Barcelona lo dejaba todo, y se iba de religioso, y era ordenado sacerdote. El gentío que asistió a su primera misa fue tan extraordinario que tuvo que celebrarla en una plaza.

En 1554 fue nombrado por San Ignacio como superior de los jesuitas en España. Dicen que él fue propiamente el propagador de dicha comunidad en esas tierras. Con sus cualidades de mando organizó muy sabiamente a sus religiosos y empezó a enviar misioneros a América. El número de casas de su congregación creció admirablemente.

Lo primero que se propuso fue dominar su cuerpo por medio de fuertes sacrificios en el comer y beber y en el descanso. Era gordo y robusto y llegó a adelgazar de manera impresionante. Al final de su vida dirá que al principio de su vida religiosa y de su sacerdocio exageró demasiado sus mortificaciones y que llegaron a debilitar su salud.

Otro de sus grandes sacrificios consistió en dominar su orgullo. Los primeros años de su vida religiosa los superiores lo humillaron más de lo ordinario, para probar si en verdad tenía vocación. A él, que había sido Duque y gobernador, le asignaron en la comunidad el oficio de ayudante del cocinero, y su oficio consistía en acarrear el agua y la leña, en encender la estufa y barrer la cocina. Cuando se le partía algún plato o cometía algún error al servir en el comedor, tenía que pedir perdón públicamente de rodillas, delante de todos. Y jamás se le oyó una voz de queja o protesta. Sabía que si no dominaba su orgullo nunca llegaría a la santidad.

Una vez el médico le dijo al hacerle una curación dolorosa: “Lo que siento es que a su excelencia esto le va a doler”. Y él respondió: “Lo que yo siento es que usted le diga excelencia a semejante pecador”. Cuando la gente lo aplaudía o hablaba muy bien de él, se estremecía de temor. Un día afirmaba: “Soy tan pecador, que el único sitio que me merezco es el infierno”. A otro le decía: “Busqué un puesto propio para mí en la Biblia, y vi que el único que me atrevería a ocupar sería a los pies de Judas el traidor. Pero no lo pude ocupar, porque allí estaba Jesús lavándole los pies”. Así de humildes son los santos.

Al morir San Ignacio lo reemplazó el Padre Laínez. Y al morir éste, los jesuitas nombraron como Superior General a San Francisco de Borja. Durante los siete años que ocupó este altísimo cargo se dedicó con tan grande actividad a su oficio, que ha sido llamado por algunos, “el segundo fundador de los jesuitas”. Por todas partes aparecieron casas y obras de su comunidad, y mandó misioneros a los más diversos países del mundo. El Papa y los Cardenales lo querían muchísimo y sentían por él una gran admiración. Organizó muy sabiamente los noviciados para sus religiosos y con su experiencia de gobernante dio a la Compañía de Jesús una organización admirable.

El Sumo Pontífice envió un embajador a España y Portugal a arreglar asuntos muy difíciles y mandó a San Francisco que lo acompañara. La embajada fue un fracaso, pero por todas partes las gentes lo aclamaron como “el santo Duque” y sus sermones producían muchas conversiones. Al volver a Roma se sintió muy debilitado. Se había esforzado casi en exceso por cumplir sus deberes y se había desgastado totalmente. Y el 30 de septiembre de 1572 entregó su alma al Creador. Uno de los que trataron con él exclamó al saber la noticia de su muerte: “Este fue uno de los hombres más buenos, más amables y más notables que han pisado nuestro pobre mundo”.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Francisco_de_Borja.htm)

01 octubre, 2024

Santa Teresita del Niño Jesús, Doctora de la Iglesia y Patrona de las Misiones

Exhortación Apostólica del Papa sobre Santa Teresa del Niño Jesús: "Teresita  vivía la fe más fuerte y segura en la oscuridad de la noche"

  ¡Oh!, Santa Teresita del Niño Jesús, vos, sois la hija del Dios
de la Vida y su amada santa, y que, en vuestra vida corta
guardasteis en humilde silencio las rosas de vuestra caridad.
Así fue, porque, después de vuestra muerte los milagros
y favores a raudales llovieron sobre quienes os pidieron vuestra
intercesión. “Lo que me impulsa a ir al Cielo es el pensamiento
de poder encender en amor de Dios una multitud de almas que le
alabarán eternamente”. Decíais vos, pues vuestro anhelo, siempre
era de que, aquellos que os invocaran, a Dios amasen con amor
abrazador. Con vuestra autobiografía “La Historia de un Alma”,
millones han sabido quien erais en realidad. Una mujer de dones
y virtudes cargada, capaz de darlo todo. Impaciente por seguir
a vuestras hermanas, a Roma fuisteis y escuchasteis aquella frase
que sabíais vos, que escucharíais: “Entrarás si es la voluntad
de Dios”. Así, os contestó León Trece Papa, y vos, os sentisteis
feliz. Os llamaban la “La Florecita”, y encontrasteis vuestro
“elevador”, que os llevó raudamente tanto por vías de oscuridad,
las de sufrimiento espiritual y las del dolor corporal, cada vez
hacia lo alto, siempre hacia más lo alto, hasta que, un día
a los brazos de Jesús, Vuestro Amado Esposo, arribasteis. “Nunca
he dado a Dios más que Amor, y Él me pagará con Amor. Quisiera
ser misionera ahora y siempre y en todas las misiones”, decíais
vos. Antes de morir, concluisteis con vuestra autobiografía:
“L’Histoire d’un Alme”, que escribisteis a pedido de vuestra
Superiora. Ella, está, llena de belleza, sabiduría y valor
y por ella, sabemos de vuestra humildad y santidad de vida,
y, en ella explicáis de cómo os hicisteis un “juguete” de Cristo,
Dios y Señor Nuestro. “Después de mi muerte dejaré caer una
lluvia de rosas.” “Pasaré mi Cielo haciendo bien sobre la tierra.”
“Mi “Caminito” es el camino de la infancia espiritual, el camino
de la confianza y de la entrega absoluta.” Fueron vuestras
póstumas palabras. Patrona de todas las Misiones Extranjeras;
y de las Pequeñas Almas de todo el orbe de la tierra. «Aleluya!;
Oh!, Santa Teresita del Niño Jesús, “vivo Amor del Dios Vivo y eterno”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1ro de octubre
Santa Teresita del Niño Jesús
Virgen

La devoción a Santa Teresita del Niño Jesús, se ha esparcido de una manera impresionante a través de toda la Iglesia. Durante su corta vida, Teresita no sobresalió por encima de las otras monjas del convento de carmelitas en Lisieux. Pero inmediatamente después de su muerte, muchos milagros y favores fueron concedidos a través de su intercesión.

La santa cumplió la promesa de hacer caer una lluvia de rosas después de su muerte, es decir, una lluvia de beneficios hacia todos los que la invocan. “Lo que me impulsa a ir al Cielo es el pensamiento de poder encender en amor de Dios una multitud de almas que le alabarán eternamente”, decía Teresita. Su gran anhelo es que aquellos que la invocan amen a Dios con un amor abrazador.

Por medio de sus cartas, los testimonios de aquellos que la conocieron, y especialmente su autobiografía, “La Historia de un Alma”, millones han llegado a conocer sus grandes dones y virtudes. Incontables peregrinos visitan el convento carmelita de Lisieux, donde, el 9 de abril de 1888, María Francisca Teresa Martín, la hija menor del relojero Luis Martín, se convirtió en la novicia más joven. Tenía sólo quince años. Estaban ya allí dos de sus hermanas: María, la mayor, se había ido cuando Teresita tenía nueve años, y Paulina, que había cuidado de la familia después de morir su madre, entró cuando Teresita tenía catorce años. Impaciente por seguirlas, fue a Roma en una peregrinación con su padre, y rompiendo la regla del silencio en presencia del Papa, le pidió permiso de entrar al Carmelo a los quince años. “Entrarás si es la voluntad de Dios”, le contestó el Papa León XIII, y Teresita terminó la peregrinación con el espíritu lleno de esperanza. Al terminar el año, el permiso que anteriormente la había sido negado, le fue concedido por el obispo y Teresita entró al Carmelo.

Teresa había sido la hija preferida de su padre; era tan alegre, atractiva y amable, que los dos sufrieron intensamente cuando llegó el momento de la separación. Pero no le cabía la menor duda de que ésa era su vocación y desde el principio se determinó a ser santa. Aunque la salud de Teresita era muy delicada, no deseó ninguna dispensa de la austera regla y no le fue dada ninguna. Sufría intensamente por el frío y por el cansancio de cumplir con algunas de las penitencias físicas y exteriores que la Regla acostumbraba. “Soy un alma muy pequeña, que sólo puede ofrecer cosas muy pequeñas a Nuestro Señor,” dijo en una ocasión, “pero quiero buscar un camino nuevo hacia el cielo, muy corto, muy recto, un pequeño sendero. Estamos en la era de los inventos. Me gustaría encontrar un elevador para ascender hasta Jesús, pues soy demasiado pequeña para subir los empinados escalones de la perfección…”.

“Lo que me impulsa a ir al Cielo es el pensamiento de poder encender en amor de Dios una multitud de almas que le alabarán eternamente.” Su gran anhelo es que aquellos que la invocan amen a Dios con un amor abrazador.

“La Florecita”, como muchos la llaman, encontró su elevador, que la llevó velozmente por entre períodos oscuros de sufrimiento espiritual, por entre largas noches de dolor corporal, hacia arriba, siempre arriba, hasta que al fin estuvo segura en brazos de su amado Jesús. Antes de morir, terminó su autobiografía, L’Histoire d’un Alme (La Historia de un Alma), escrita a petición de su Superiora. Ha sido traducida a muchos diferentes idiomas, y está llena de belleza, sabiduría y valor, y por ella podemos saber algo de la santidad de Teresita, pues explica cómo hizo de sí misma un juguete de Cristo. Hiciera lo que hiciera, estaba segura de su amor.

La hermana Teresita de Lisieux murió el 30 de Septiembre de 1897. En junio de ese año había sido llevada a la enfermería del convento, padeciendo fuertes hemorragias, y no volvió a salir de allí. Tres de sus declaraciones, pronunciadas por ese tiempo, le han dado la vuelta al mundo y ningún comentario sobre la Florecita, por breve que fuera, estaría completo sin ellas: “Nunca he dado a Dios más que amor, y Él me pagará con amor. Después de mi muerte dejaré caer una lluvia de rosas.” “Pasaré mi Cielo haciendo bien sobre la tierra.” “Mi caminito es el camino de la infancia espiritual, el camino de la confianza y de la entrega absoluta.”

Casi inmediatamente después de su muerte, fueron tan numerosos los milagros obtenidos por su intercesión, que la Santa Sede dispensó los acostumbrados cincuenta años que normalmente deben transcurrir antes que se inicie el proceso de canonización. En 1922 fue solemnemente beatificada por el Papa Pío XI, y dos años más tarde fue canonizada Teresa de Lisieux.

Como una de las principales obligaciones de las carmelitas es pedir por las misiones, no es extraño que, en 1927, Santa Teresita fuera nombrada Patrona celestial de todas las Misiones Extranjeras, junto con San Francisco Javier. Dijo Teresita: “Quisiera ser misionera ahora y siempre y en todas las misiones.”

(La mayor parte de esta pequeña biografía ha sido extraída de “Nuestra Herencia Católica” tomo III, publicada por La Prensa Católica, México, 1973). “Mi caminito es el camino de una infancia espiritual, el camino de la confianza y de la entrega absoluta.”

La Iglesia reconoce la enseñanza profunda y valiosa del “caminito” de Santa Teresita, lo cual conlleva el aceptar nuestras propias limitaciones, y el dar de todo corazón lo que tengamos, no importa lo pequeña que sea la ofrenda.

(http://www.ewtn.com/therese/spanish/sp_there.htm)

30 septiembre, 2024

San Jerónimo, Traductor de la Sagrada Biblia y Doctor de la Iglesia

 Santo del día 30 de septiembre: San Jerónimo. Santoral católico | ACI Prensa

  ¡Oh!, San Jerónimo, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
 y su amado santo, y, el que, la Sagrada Biblia tradujisteis,
la estudiasteis y practicasteis para el mundo todo, honor
haciendo, al significado de vuestro nombre: “sagrado nombre”.
Vuestra vida la pasabais a Cicerón, Virgilio, Horacio, Tácito,
Homero y Platón leyendo y memorizando. Pero, de aquél sueño
que sólo vos, conocéis, dijisteis: “Nunca más me volveré
a trasnochar por leer libros paganos”. Y, dicho ello y con
amor al desierto marchasteis, penitencias muchas haciendo
por vuestros pecados. Y, sabia decisión tomasteis: “El Libro
Sagrado” tradujisteis para el pueblo y, entonces brilló
“La Vulgata”, en toda la Iglesia Católica, por quince siglos.
Vuestros últimos años, en la tierra de Jesús, y Belén
vivisteis, conventos levantando y, prestando vuestra sabiduría
y vuestro apoyo espiritual. Os preguntó cierto día el Niño Jesús:
“Jerónimo ¿Qué me vais a regalar en mi cumpleaños?” Y, vos,
respondisteis: “Señor os regalo mi salud, mi fama, mi honor,
para que dispongas de todo como mejor os parezca” Y, el Niño
Jesús, os dijo: “¿Y ya no me regalas nada más?” ¡Oh! mi
amado Salvador, -exclamasteis-, por Vos, repartí ya mis bienes
entre los pobres. Por Vos, he dedicado mi tiempo a estudiar
las Sagradas Escrituras. ¿Qué más os puedo regalar? Si
quisieras, os daría mi cuerpo para que lo quemaras en una
hoguera y así poder desgastarme todo por Vos” Y, el Niño
os dijo: “Jerónimo: ¡regálame tus pecados para perdonártelos!”
Y, al escucharlo, vos, de emoción llorasteis y exclamasteis
impresionado:“¡Loco debéis estar de amor, cuando me pedís esto!”.
Y, os disteis cuenta de que, lo que más desea Dios, es que,
le ofrezcamos los pecadores, un corazón arrepentido, contrito
y humillado. Santo Patrono de todos los que, enseñan
a comprender y entender las escrituras. Vuestra alma voló al cielo,
dejándonos la Palabra Eterna del Dios Vivo y eterno. Y, por ello
y mucho más, coronado estáis hoy, con corona de luz y eternidad,
como justo premio a vuestra entrega total de amor, fe y esperanza;
¡oh!, San jerónimo, “viva fuente eterna de Luz del Dios Vivo y eterno”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Septiembre
San Jerónimo Traductor de la Sagrada Biblia

Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, cultivando con esmero todos los saberes, y allí recibió el bautismo cristiano. Después, captado por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética yendo a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, fijando su residencia en Belén de Judea vivió una vida monástica dedicado a traducir y explicar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe de muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegando a una edad provecta, descansó en la paz del Señor (420).

Etimología: Jerónimo = Aquel que lleva nombre santo, viene del griego. El IV siglo después de Cristo, que tuvo su momento importante en el 380 con el edicto del emperador Teodosio que ordenaba que la fe cristiana tenía que ser adoptada por todos los pueblos del imperio, está repleto de grandes figures de santos: Atanasio, Hilario, Ambrosio, Agustín, Crisóstomo, Basilio y Jerónimo.

Este último nació en Estridón (Dalmacia) hacia el año 340; estudió en Roma y allí fue bautizado. Su espíritu es enciclopédico: su obra literaria nos revela al filósofo, al retórico, al gramático, al dialéctico, capaz de pensar y escribir en latín, en griego, en hebreo; escritor rico, puro y robusto al mismo tiempo. A él se debe la traducción al latín del Antiguo y del Nuevo Testamento, que llegó a ser, con el titulo de Vulgata, la Biblia oficial del cristianismo.

Jerónimo es de una personalidad fortísima: en cualquier parte a donde va suscita entusiasmos o polémicas. En Roma fustiga los vicios y las hipocresías y también preconiza nuevas formas de vida religiosa, atrayendo a ellas a algunas mujeres influyentes patricias de Roma, que después lo siguen en la vida eremítica de Belén.

La huída de la sociedad de este desterrado voluntario se debió a su deseo de paz interior, no siempre duradero, porque de vez en cuando reaparecía con algún nuevo libro. Los rugidos de este “león del desierto” se hacían oír en Oriente y en Occidente. Sus violencias verbales iban para todos. Tuvo palabras duras para Ambrosio, para Basilio y hasta para su amigo Agustín que tuvo que pasar varios tragos amargos. Lo prueba la correspondencia entre los dos grandes doctores de la Iglesia, que se conservan casi en su totalidad. Pero sabía suavizar sus intemperancias de carácter cuando el polemista pasaba a ser director de almas.

Cuando terminaba un libro, iba a visitar a las monjas que llevaban vida ascética en un monasterio no lejos del suyo. El las escuchaba, contestando sus preguntas. Estas mujeres inteligentes y vivas fueron un filtro para sus explosiones menos oportunas y él les pagaba con el apoyo y el alimento de una cultura espiritual y biblica. Este hombre extraordinario era consciente de sus limitaciones y de sus propias faltas. Las remediaba dándose golpes de pecho con una piedra. Pero también se daba cuenta de sus méritos, tan es así que la larga lista de los hombres ilustres, de los que hizo un breve pero precioso resumen (el De viris illustribus) termina con un capítulo dedicado a él mismo. Murió a los 72 años, en el 420, en Belén.

(http://www.es.catholic.net/santoraldehoy)

 

 

29 septiembre, 2024

Domingo 26 (B) del tiempo ordinario

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Domingo 29 de septiembre
Domingo 26 (B) del tiempo ordinario
 
Texto del Evangelio (Mc 9,38-43.45.47-48): En aquel tiempo, Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros». Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros. Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.
 
»Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga».
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«No hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí»
Rev. D. Valentí ALONSO i Roig (Barcelona, España)
 
Hoy, según el modelo del realizador de televisión más actual, contemplamos a Jesús poniendo gusanos y fuego allí donde debemos evitar ir: el infierno, «donde el gusano no muere y el fuego no se apaga» (Mc 9,48). Es una descripción del estado en el que puede quedar una persona cuando su vida no la ha llevado allí adonde quería ir. Podríamos compararlo al momento en que, conduciendo nuestro automóvil, tomamos una carretera por otra, pensando que vamos bien y vamos a parar a un lugar desconocido, sin saber dónde estamos y adónde no queríamos ir. Hay que evitar ir, sea como sea, aunque tengamos que desprendernos de cosas aparentemente irrenunciables: sin manos (cf. Mc 9,43), sin pies (cf. Mc 9,45), sin ojos (cf. Mc 9,47). Es necesario querer entrar en la vida o en el Reino de Dios, aunque sea sin algo de nosotros mismos.
 
Posiblemente, este Evangelio nos lleva a reflexionar para descubrir qué tenemos, por muy nuestro que sea, que no nos permite ir hacia Dios, —y todavía más— qué nos aleja de Él.
El mismo Jesús nos orienta para saber cuál es el pecado en el que nos hacen caer nuestras cosas (manos, pies y ojos). Jesús habla de los que escandalizan a los pequeños que creen en Él (cf. Mc 9,42). “Escandalizar” es alejar a alguien del Señor. Por lo tanto, valoremos en cada persona su proximidad con Jesús, la fe que tiene. 

Jesús nos enseña que no hace falta ser de los Doce o de los discípulos más íntimos para estar con Él: «El que no está contra nosotros, está por nosotros» (Mc 9,40). Podemos entender que Jesús lo salva todo. Es una lección del Evangelio de hoy: hay muchos que están más cerca del Reino de Dios de lo que pensamos, porque hacen milagros en nombre de Jesús. Como confesó santa Teresita del Niño Jesús: «El Señor no me podrá premiar según mis obras (...). Pues bien, yo confío en que me premiará según las suyas».
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Pensamientos para el Evangelio de hoy
 
«A la vez que honramos sinceramente a todos los pueblos, sus culturas y tradiciones, los invitamos respetuosamente a escucharle y a abrirle sus corazones» (San Juan Pablo II)
«En verdad, el cristiano incoherente hace mucho mal, y la imagen fuerte usada por Jesús es muy elocuente. Por lo tanto, la vida del cristiano está en la senda de la coherencia» (Francisco)
«Siguiendo las enseñanzas de Cristo, la Iglesia advierte a los fieles de la triste y lamentable realidad de la muerte eterna, llamada también “infierno”» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.056)

 

28 septiembre, 2024

San Wenceslao de Bohemia, rey y Mártir. Evangelizó a su pueblo y se convirtió en gran defensor del cristianismo

San Wenceslao de Bohemia

 

 ¡Oh!, San Wenceslao de Bohemia, vos, sois el hijo
del Dios de la Vida y su amado santo. Hijo del rey
de Bohemia, Ratislav; vuestra abuela, Santa Ludmila
os educó inculcándoos misericordia y mucho amor al
servicio del Padre Celestial. Cuando erais joven
perdisteis a vuestro padre en una de las batallas
contra los magiares y vuestra madre, asumió el poder
instaurando políticas anticristianas y secularistas
convirtiendo a vuestro pueblo en un caos total. Pero,
vuestra abuela Ludmila, os persuadió con amor para
que asumieseis el trono y así, salvar el cristianismo.
Los paganos llenos de rabia y cólera, terminaron
asesinándola, por ser un peligro constante para sus
sus oscuros intereses: “crear un reino sin leyes y
sin Dios”, muy parecido al que vivimos hoy. Pero,
vos, esperabais en secreto, como fervoroso cristiano
que erarsis, su maravilloso obrar y de pronto Él,
os mostró su poder eligiéndoos a través de vuestro
pueblo, como su rey. Y, ya en el trono, apoyasteis
la “Ley de la Iglesia” e instaurasteis el orden
social, imponiendo castigos a los culpables de muerte
o de ejercer esclavitud alguna, gobernando con con
amor, justicia y misericordia. De pronto, de todo
el bien que vos sembrasteis; el mal, carne hizo, y
la codicia por el poder surgió de Boleslao, vuestro
hermano, quien planeó vuestra muerte, asesinándoos
de una puñalada. Y, creyó el traidor incauto que
al hacerlo, acabaría con vos, sin saber que, os
convertiría en “santo mártir de la fe”, por Cristo
Jesús, Dios y Señor nuestro. Así, vuestra alma voló
al cielo para coronada ser, con corona de luz como
justo premio a vuestra entrega grande de amor y fe.
Hoy en San Vito, el pueblo todo os venera con gran
amor e increíble fe. «Santo Patrono del pueblo de
Bohemia y de Checoslovaquia”. ¡Aleluya! ¡Aleluya!.
¡Oh!, San Wenceslao, “vivo Amor por Cristo Vivo”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 de septiembre
San Wenceslao de Bohemia
Rey y Mártir

Dios nuestro, que impulsaste al santo mártir Wenceslao a anteponer el reino de los cielos a un reino terrenal, concédenos, por su intercesión, que tengamos valor para dejar lo que nos impida unirnos a ti de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Hijo del rey de Bohemia, Ratislav, el joven príncipe nació en el 907 cerca de Praga. Su abuela, Santa Ludimila, se encargó de la educación de su nieto, inculcándole siempre el amor y servicio al Padre Celestial. Cuando era todavía muy joven, el santo perdió a su padre en una de las batallas contra los magiares; su madre asumió el poder e instauró -bajo la influencia de la nobleza pagana- una política anticristiana y secularista, que convirtió al pueblo en un caos total. Ante esta terrible situación, su abuela trató de persuadir al príncipe para que asumiese el trono para salvarguardia del cristianismo, lo que provocó que los nobles la asesinaran al considerarla una latente amenaza para sus intereses.

Sin embargo, por desconocidas circunstancias, la reina fue expulsada del trono, y Wenceslao fue proclamado rey por la voluntad del pueblo, y como primera medida, anunció que apoyaría decididamente a la Ley de la Iglesia de Dios. Instauró el orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud y además gobernó siempre con justicia y misericordia.

Por oscuros intereses políticos, Boleslao -que ambicionaba el trono de su hermano-, invitó a Wenceslao a su reino para que participara de los festejos del santo patrono y al terminar las festividades, Boleslao asesinó de una puñalada al santo rey. El pueblo lo proclamó como mártir de la fe, y pronto la Iglesia de San Vito -donde se encuentran sus restos- se convirtió en centro de peregrinaciones. Ha sido proclamado como patrón del pueblo de Bohemia y hoy su devoción es tan grande que se le profesa también como Patrono de Checoslovaquia.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Wenceslao.htm)

27 septiembre, 2024

San Vicente Paúl, Fundador y Patrono de las obras de caridad

 

 San Vicente De Paúl

 

¡Oh! San Vicente de Paúl, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, que brillo le disteis a vuestro nombre que
significa: “vencedor, victorioso”. De niño, ayudabais a vuestros
padres en el pastoreo de ovejas y a la vez a los pobres
y menesterosos. Estudiasteis con franciscanos en la Universidad
de Toulouse, y finalmente fuisteis ordenado sacerdote donde Dios
os purificó con tres sufrimientos: El Cautiverio; la huida
del cautiverio y una tentación contra la fe, que aceptasteis
para lograr que Él, librara de ella a un amigo vuestro y, ello
fue para vos y vuestra alma “la noche oscura”. A los treinta años
escribisteis a vuestra madre contándole que estabais amargado
por los desengaños de esta vida y que, pensabais pasar el resto
de ella retirado en una humilde ermita. Así, caísteis a los pies
de un crucifijo y consagrasteis vuestra vida a la caridad para
con los necesitados empezando así, vuestra historia gloriosa.
Hicisteis votos de socorrer a los necesitados y a los pobres,
bajo la dirección espiritual del Padre Berule, hombre sabio
y santo. “Me di cuenta de que yo tenía un temperamento bilioso
y amargo y me convencí de que con un modo de ser áspero y duro
se hace más mal que bien en el trabajo de las almas. Y entonces me
propuse pedir a Dios que me cambiara mi modo agrio decomportarme
en un modo amable y bondadoso y me propuse trabajar día
tras día por transformar mi carácter áspero en un modo de ser
agradable”. ¡Y, gracias a Dios, lo lograsteis! Leísteis a San Francisco
de Sales y sus escritos os hicieron mucho bien y os volvieron
manso y humilde de corazón. Os, horrorizó el trato de los galeotes
y la ignorancia de las gentes en religión, situación por las que vos
abogasteis y con un grupo de sacerdotes amigos empezasteis
a predicar por los pueblos de aquél tiempo y, el éxito fue rotundo.
Fundasteis vuestra “Comunidad de Padres Vicentinos”, que
hasta hoy, dedican sus vidas a instruir y ayudar a las gentes
necesitadas. Y, Dios os puso en vuestro andar a Santa Luisa de
Marillac, y con ella fundasteis a las “Hermanas Vicentinas”,
que son hoy, la comunidad femenina más numerosa del mundo,
también hospitales, asilos para huérfanos y pobres. Vestíais
pobre y cuando os querían tributar honores exclamabais: “Yo
soy un pobre pastorcito de ovejas, que dejé el campo para venirme
a la ciudad, pero sigo siendo siempre un campesino simplón
y ordinario”. Decíais también: “No es suficiente que yo ame a Dios.
Es necesario hacer que mis prójimos lo amen también”. Y, así,
voló vuestra santa alma al cielo, luego de haber gastado
vuestra vida en buena lid, para recibir corona de luz como
premio a vuestra entrega de amor y fe. “Santo Patrono de todas
las asociaciones católicas de caridad de todo el orbe de la tierra”;
¡Oh! San Vicente de Paúl, “viva misericordia del Dios de la Vida”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Septiembre
San Vicente de Paúl
Fundador
Año 1660

El Señor Dios que es tan bueno, siga enviando al mundo muchos Vicentes como este, para bien de todos los necesitados. Dichoso el que se compadece del pobre. Dios lo bendecirá (Salmo 41).

Vicente significa: “Vencedor, victorioso”. Nació San Vicente en el pueblecito de Pouy en Francia, en 1580. Su niñez la pasó en el campo, ayudando a sus padres en el pastoreo de las ovejas. Desde muy pequeño era sumamente generoso en ayudar a los pobres. Los papás lo enviaron a estudiar con los padres franciscanos y luego en la Universidad de Toulouse, y a los 20 años, en 1600 fue ordenado de sacerdote. Dice el santo que al principio de su sacerdocio lo único que le interesaba era hacer una carrera brillante, pero Dios lo purificó con tres sufrimientos muy fuertes.

1º. El Cautiverio. Viajando por el mar, cayó en manos de unos piratas turcos los cuales lo llevaron como esclavo a Túnez donde estuvo los años 1605, 1606 y 1607 en continuos sufrimientos.

2º. Logró huir del cautiverio y llegar a Francia, y allí se hospedó en casa de un amigo, pero a este se le perdieron 400 monedas de plata y le echó la culpa a Vicente y por meses estuvo acusándolo de ladrón ante todos los que encontraba. El santo se callaba y solamente respondía: “Dios sabe que yo no fui el que robó ese dinero”. A los seis meses apareció el verdadero ladrón y se supo toda la verdad. San Vicente al narrar más tarde este caso a sus discípulos les decía: “Es muy provechoso tener paciencia y saber callar y dejar a Dios que tome nuestra defensa”.

3º. La tercera prueba fue una terrible tentación contra la fe, que aceptó para lograr que Dios librara de esa tentación a un amigo suyo. Esto lo hizo sufrir hasta lo indecible y fue para su alma “la noche oscura”.

A los 30 años escribe a su madre contándole que amargado por los desengaños humanos piensa pasar el resto de su vida retirado en una humilde ermita. Cae a los pies de un crucifijo, consagra su vida totalmente a la caridad para con los necesitados, y es entonces cuando empieza su verdadera historia gloriosa. Hace voto o juramento de dedicar toda su vida a socorrer a los necesitados, y en adelante ya no pensará sino en los pobres. Se pone bajo la dirección espiritual del Padre Berule (futuro cardenal) sabio y santo, hace Retiros espirituales por bastantes días y se lanza al apostolado que lo va a volver famoso.

Dice el santo “Me di cuenta de que yo tenía un temperamento bilioso y amargo y me convencí de que con un modo de ser áspero y duro se hace más mal que bien en el trabajo de las almas. Y entonces me propuse pedir a Dios que me cambiara mi modo agrio de comportarme, en un modo amable y bondadoso y me propuse trabajar día tras día por transformar mi carácter áspero en un modo de ser agradable”. Y en verdad que lo consiguió de tal manera, que varios años después, el gran orador Bossuet, exclamará: “Oh Dios mío, si el Padre Vicente de Paúl es tan amable, ¿Cómo lo serás Tú?”. San Vicente contaba a sus discípulos: “Tres veces hablé cuando estaba de mal genio y con ira, y las tres veces dije barbaridades”. Por eso cuando le ofendían permanecía siempre callado, en silencio como Jesús en su santísima Pasión”.

Se propuso leer los escritos del amable San Francisco de Sales y estos le hicieron mucho bien y lo volvieron manso y humilde de corazón. Con este santo fueron muy buenos amigos. Vicente se hace amigo del Ministro de la marina de Francia, y este lo nombra capellán de los marineros y de los prisioneros que trabajan en los barcos. Y allí descubre algo que no había imaginado: la vida horrorosa de los galeotes. En ese tiempo para que los barcos lograran avanzar rápidamente les colocaban en la parte baja unos grandes remos, y allá en los subterráneos de la embarcación (lo cual se llama galera) estaban los pobres prisioneros obligados a mover aquellos pesados remos, en un ambiente sofocante, en medio de la hediondez y con hambre y sed, y azotados continuamente por los capataces, para que no dejaran de remar.

San Vicente se horrorizó al constatar aquella situación tan horripilante y obtuvo del Ministro, Sr. Gondi, que los galeotes fueran tratados con mayor bondad y con menos crueldad. Y hasta un día, él mismo se puso a remar para reemplazar a un pobre prisionero que estaba rendido de cansancio y de debilidad. Con sus muchos regalos y favores se fue ganando la simpatía de aquellos pobres hombres. El Ministro Gondi nombró al Padre Vicente como capellán de las grandes regiones donde tenía sus haciendas. Y allí nuestro santo descubrió con horror que los campesinos ignoraban totalmente la religión. Que las pocas confesiones que hacía eran sacrílegas porque callaban casi todo. Y que no tenían quién les instruyera. Se consiguió un grupo de sacerdotes amigos, y empezó a predicar misiones por esos pueblos y veredas y el éxito fue clamoroso. Las gentes acudían por centenares y miles a escuchar los sermones y se confesaban y enmendaban su vida. De ahí le vino la idea de fundar su Comunidad de Padres Vicentinos, que se dedican a instruir y ayudar a las gentes más necesitadas. Son ahora 4,300 en 546 casas.

El santo fundaba en todas partes a donde llegaba, unos grupos de caridad para ayudar e instruir a las gentes más pobres. Pero se dio cuenta de que para dirigir estas obras necesitaba unas religiosas que le ayudaran. Y habiendo encontrado una mujer especialmente bien dotada de cualidades para estas obras de caridad, Santa Luisa de Marillac, con ella fundó a las hermanas Vicentinas, que son ahora la comunidad femenina más numerosa que existe en el mundo. Son ahora 33,000 en 3,300 casas y se dedican por completo a socorrer e instruir a las gentes más pobres y abandonadas, según el espíritu de su fundador.

San Vicente poseía una gran cualidad para lograr que la gente rica le diera limosnas para los pobres. Reunía a las señoras más adineradas de París y les hablaba con tanta convicción acerca de la necesidad de ayudar a quienes estaban en la miseria, que ellas daban cuanto dinero encontraban a la mano. La reina (que se confesaba con él) le dijo un día: “No me queda más dinero para darle”, y el santo le respondió: “¿Y esas joyas que lleva en los dedos y en el cuello y en las orejas?”, y ella le regaló también sus joyas, para los pobres.

Parece casi imposible que un solo hombre haya podido repartir tantas, y tan grandes limosnas, en tantos sitios, y a tan diversas clases de gentes necesitadas, como lo logró San Vicente de Paúl. Había hecho juramento de dedicar toda su vida a los más miserables y lo fue cumpliendo día por día con generosidad heroica. Fundó varios hospitales y asilos para huérfanos. Recogía grandes cantidades de dinero y lo llevaba a los que habían quedado en la miseria a causa de la guerra. Se dio cuenta de que la causa principal del decaimiento de la religión en Francia era que los sacerdotes no estaban bien formados. Él decía que el mayor regalo que Dios puede hacer a un pueblo es dale un sacerdote santo. Por eso empezó a reunir a quienes se preparaban al sacerdocio, para hacerles cursos especiales, y a los que ya eran sacerdotes, los reunía cada martes para darles conferencias acerca de los deberes del sacerdocio. Luego con los religiosos formados por él, fue organizando seminarios para preparar cuidadosamente a los seminaristas de manera que llegaran a ser sacerdotes santos y fervorosos.

Aún ahora los Padres Vicentinos se dedican en muchos países del mundo a preparar en los seminarios a los que se preparan para el sacerdocio. San Vicente caminaba muy agachadito y un día por la calle no vio a un hombre que venía en dirección contraria y le dio un cabezazo. El otro le dio un terrible bofetón. El santo se arrodilló y le pidió perdón por aquella su falta involuntaria. El agresor averiguó quien era ese sacerdote y al día siguiente por la mañana estuvo en la capilla donde le santo celebraba misa y le pidió perdón llorando, y en adelante fue siempre su gran amigo. Se ganó esta amistad con su humildad y paciencia.

Siempre vestía muy pobremente, y cuando le querían tributar honores, exclamaba: “Yo soy un pobre pastorcito de ovejas, que dejé el campo para venirme a la ciudad, pero sigo siendo siempre un campesino simplón y ordinario”. En sus últimos años su salud estaba muy deteriorada, pero no por eso dejaba de inventar y dirigir nuevas y numerosas obras de caridad. Lo que más le conmovía era que la gente no amaba a Dios. Exclamaba: “No es suficiente que yo ame a Dios. Es necesario hacer que mis prójimos lo amen también”.

El 27 de septiembre de 1660 pasó a la eternidad a recibir el premio prometido por Dios a quienes se dedican a amar y hacer el bien a los demás. Tenía 80 años. El Santo Padre León XIII proclamó a este sencillo campesino como Patrono de todas las asociaciones católicas de caridad.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Vicente_de_Paul.htm)

26 septiembre, 2024

San Cosme y San Damián Mártires, Patrono de los médicos

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¡Oh!, Santos Cosme y Damián, vosotros, sois los hijos
del Dios de la vida, gemelos hermanos y, que, médicos
siendo, siempre a curar y recetar sin cobro alguno os
dedicasteis a los desposeídos y pobres de vuestra época,
el tiempo todo, tanto que, de vosotros decían “los no
cobradores”. Y, en medio de aquella amorosa tarea noble,
el precioso e inmortal legado de Cristo compartíais
cotidianamente con vuestros pacientes. Amados y queridos
y queridos erais en vuestro tiempo, y cuando el mal quiso
dañaros, Dios, jamás os olvidó, tanto que, cuando os
echaron a la mar para desapareceros, una ola gigante
os devolvió a tierra firme, sanos y salvos. Y, cuando,
vivos quisieron quemaros, las llamas, no os tocaron
para nada. Y, así, de rabia, desesperados y fuera de sí,
vuestros impíos verdugos os cortaron vuestras cabezas
pensando que así, con vuestras vidas terminaran, pero,
vuestras benditas almas al cielo volaron para coronadas
ser de luz como justo premio a vuestra vida de amor,
para alegría de tierra y cielo. Y, como sucede siempre
a los discípulos de Dios; junto a la tumba de vosotros,
empezaron a obrarse milagrosas curaciones. Y, estando
Justiniano de Constantinopla, emperador, padeciendo
de una gravísima enfermedad, se encomendó a vosotros
santos mártires. Y, claro, ¡oh milagro! fue curado
de manera inexplicable. Y, luego, con ministros y todo,
marchó personalmente a vuestras tumbas a daros las
gracias. Y, con justicia, y como premio a vuestro martirio
os levantaron aquí, en la tierra y, en honor vuestro, dos
hermosos templos, uno en Constantinopla y otro en Roma,
Santos Patronos de todos los médicos católicos, ¡Aleluya!
¡oh!, Santos Cosme y Damián, “vivos amores del Dios Vivo”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de Septiembre
San Cosme y San Damián
Mártires
Siglo III

Quiera Dios enviarnos muchos médicos generosos que, a imitación de Cosme y Damián, se dediquen a recetar gratuitamente a los pobres, y a aprovechar su ascendiente para propagar la santa religión de Jesucristo. Qué hermoso fuera que hubiera muchos médicos así.

“Lo que habéis recibido gratis, dadlo también gratuitamente” (Jesucristo Mt. 10, 8).

Cosme significa “adornado, bien presentado”. Damián: domador. Estos dos santos han sido (junto con San Lucas) los patronos de los médicos católicos. En oriente los llaman “los no cobradores”, porque ejercían la medicina sin cobrar nada a los pacientes pobres.

Eran hermanos gemelos y nacieron en Arabia, en el siglo tercero. Se dedicaron a la medicina y llegaron a ser muy afamados médicos. Pero tenían la especialidad de que a los pobres no les cobraban la consulta ni los remedios. Lo único que les pedía era que les permitieran hablarles por unos minutos acerca de Jesucristo y de su evangelio.

Las gentes los querían muchísimo y en muchos pueblos eran considerados como unos verdaderos benefactores de los pobres. Y ellos aprovechaban su gran popularidad para ir extendiendo la religión de Jesucristo por todos los sitios donde llegaban. Lisias, el gobernador de Cilicia, se disgustó muchísimo porque estos dos hermanos propagaban la religión de Jesús. Trató inútilmente de que dejaran de predicar, y como no lo consiguió, mandó echarlos al mar. Pero una ola gigantesca los sacó sanos y salvos a la orilla. Entonces los mandó quemar vivos, pero las llamas no los tocaron, y en cambio quemaron a los verdugos paganos que los querían atormentar. Entonces el mandatario pagano mandó que les cortaran la cabeza, y así derramaron su sangre por proclamar su amor al Divino Salvador.

Y sucedió entonces que junto a la tumba de los dos hermanos gemelos, Cosme y Damián, empezaron a obrarse maravillosos curaciones. El emperador Justiniano de Constantinopla, en una gravísima enfermedad, se encomendó a estos dos santos mártires y fue curado inexplicablemente. Con sus ministros se fue personalmente a la tumba de los dos santos a darles las gracias.

En Constantinopla levantaron dos grandes templos en honor de estos dos famosos mártires y en Roma les construyeron una basílica con bellos mosaicos.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Cosme_y_Damian.htm)