23 diciembre, 2024

San Juan Cancio, Protector de las víctimas de la calumnia y la difamación


 

¡Oh!, San Juan Cancio; vos, sois, el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, y el que, desde pequeño
al Maestro Divino encarnabais en sus santas palabras
y obrar diario, entre los más pobres y necesitados.
Lo imitasteis de fervorosa manera tanto que, cuando
os veían, parecían ver al mismo Cristo, Dios y Señor
Nuestro. “La tristeza no es provechosa. Si algún
bien les he hecho en estos años canten un himno de
acción de gracias a Dios, pero vivan siempre alegres
y contentos, que así lo quiere Dios”; dijisteis con
mucho amor y paz al pueblo en el que acababais de
servir. Os nombraron nuevamente profesor en Cracovia
y durante muchos años, disteis clases de Sagrada
Escritura. Allí, vuestra fama creció com la espuma.
Vuestros ratos libres los dedicabais a visitar pobres
y enfermos. Lo que ganabais, siempre estaba a merced
de los pobres de la ciudad, que en muchas veces os
dejaron en la ruina. “Combatimos el pecado pero amamos
al pecador. Atacamos el error, pero no queremos
violencia contra nadie, la violencia siempre hace
daño, en cambio la paciencia y la bondad abren las
puertas de los corazones”; decíais vos, recordando
a San Agustín. A vuestros alumnos les dabais estos
consejos: «Cuídense de ofender, que después es difícil
hacer olvidar la ofensa. Eviten murmurar, porque después
resulta muy difícil devolver la fama que se ha quitado».
Vos formasteis a centenares de sacerdotes y la gente
os llamaba «el padre de los pobres» por vuestras
incontables muestras de caridad con los más desvalidos.
Y, así, y luego de haberos gastado en buena lid, voló
vuestra alma al cielo, para coronaros con corona de
luz y eternidad, como justo premio a vuestro amor y fe.
Padre amoroso y dadivoso de los pobres y desposeídos;
¡oh!, San Juan Cancio, “vivo siervo del Dios Vivo y eterno”.

 © 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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San Juan Cancio
Protector de las víctimas de la calumnia
y la difamación

Se llama así porque nació en la ciudad de Dant, en Polonia. Cuando era estudiante los compañeros le decían que el ayunar y dejar de comer carne era dañoso para la salud, y les respondía que los antiguos monjes nunca comían carne y ayunaban muchas veces y llegaban hasta los ochenta años llenos de salud física y mental.

Un día estando almorzando vio pasar por frente a la puerta a un mendigo muy hambriento. Salió y le regaló su almuerzo. Sintió entonces una alegría tan grande al recordar que quien atiende al pobre, atiende a Cristo, que después cuando sea profesor de la universidad, todos los días le dará un almuerzo a un pobre. Cuando alguien le decía: “Ya viene el pobre”, él añadía: “Ya viene Jesucristo”, porque recordaba lo que dijo Jesús: “Yo les diré: tuve hambre y me dieron de comer. Porque todo favor que han hecho a cualquiera de estos mis humildes hermanos, yo lo recibo como si me lo hubieran hecho a Mí en persona” (Mt. 25, 40).

Siendo joven sacerdote lo nombraron profesor de la universidad. Pero otros sintieron envidia contra él por este cargo, e hicieron que lo nombraran como párroco de un pueblo lejano. Allá se hizo querer tanto, que el día que lo trasladaron otra vez hacia la capital, centenares de feligreses lo acompañaron por varios kilómetros, dando grandes demostraciones de tristeza. Él se despidió de ellos con estas palabras: “La tristeza no es provechosa. Si algún bien les he hecho en estos años canten un himno de acción de gracias a Dios, pero vivan siempre alegres y contentos, que así lo quiere Dios”.

Nuevamente lo nombraron profesor de la Universidad de Cracovia (que es la segunda ciudad de Polonia) y durante muchos años dio allí la clase de Sagrada Escritura o explicación de la Santa Biblia. Su fama llegó a ser sumamente grande.

Los ratos libres los dedicaba a visitar pobres y enfermos. Lo que ganaba estaba a disposición de los pobres de la ciudad, que muchas veces lo dejaron en la ruina.

En las discusionesrepetía lo que decía San Agustín: “Combatimos el pecado pero amamos al pecador. Atacamos el error, pero no queremos violencia contra nadie, la violencia siempre hace daño, en cambio la paciencia y la bondad abren las puertas de los corazones“.

Cuando predicaba acerca del pecado lloraba al recordar la ingratitud de los pecadores hacia Dios, y la gente al verlo llorar se conmovía y cambiaba de conducta.

A sus alumnos les repetía estos consejos:“Cuídense de ofender, que después es difícil hacer olvidar la ofensa. Eviten murmurar, porque después resulta muy difícil devolver la fama que se ha quitado”.

Sus alumnos y sus beneficiados recordaron con gratitud su nombre por muchos años. Fueron centenares los sacerdotes formados espiritualmente por él. La gente lo llamaba: “el padre de los pobres”.

Sintiendo que llegaba la muerte y siendo ya muy anciano, dejó todas las demás actividades y se dedicó únicamente a prepararse bien antes de morir. Y el 24 de diciembre de 1473, rodeado por sus muy amados profesores de la universidad, después de recibir los santos sacramentos, murió santamente.

En su sepulcro se obraron tantos milagros y por su intercesión se consiguieron tan admirables favores, que el Sumo Pontífice lo declaró santo.

También en las universidades se producen santos. Como ejemplo San Cancio, el cual ruegue siempre a Dios por todos los alumnos y profesores de todas las universidades del mundo.

La limosna borra multitud de pecados (S. Biblia).

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Juan_Canicio.htm)

22 diciembre, 2024

Cuarto Domingo de Adviento

 Qué es la Visitación? ¿Por qué María quiso acudir junto a su prima Isabel?  ¿Qué es el Magnificat? - ReL

22 de Diciembre
IV Domingo de Adviento
 
Texto del Evangelio (Lc 1,39-45): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
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«¡Feliz la que ha creído!»
Mons. Ramon MALLA i Call Obispo Emérito de Lleida (Lleida, España)
 
Hoy es el último domingo de este tiempo de preparación para la llegada de Dios a Belén. Por ser en todo igual a nosotros, quiso ser concebido —como cualquier hombre— en el seno de una mujer, la Virgen María, pero por obra y gracia del Espíritu Santo, ya que era Dios. Pronto, en el día de Navidad, celebraremos con gran alegría su nacimiento.
 
El Evangelio de hoy nos presenta a dos personajes, María y su prima Isabel, las cuales nos indican la actitud que ha de haber en nuestro espíritu para contemplar este acontecimiento. Tiene que ser una actitud de fe, y de fe dinámica.
 
Isabel, con sincera humildad, «quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘(...) ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?’» (Lc 1,41-43). Nadie se lo había contado; sólo la fe, el Espíritu Santo, le había hecho ver que su prima era madre de su Señor, de Dios.
 
Conociendo ahora la actitud de fe total por parte de María, cuando el Ángel le anunció que Dios la había escogido para ser su madre terrenal, Isabel no se recató en proclamar la alegría que da la fe. Lo pone de relieve diciendo: «¡Feliz la que ha creído!» (Lc 1,45).
 
Es, pues, con actitud de fe que hemos de vivir la Navidad. Pero, a imitación de María e Isabel, con fe dinámica. En consecuencia, como Isabel, si es necesario, no nos hemos de contener al expresar el agradecimiento y el gozo de tener la fe. Y, como María, además la hemos de manifestar con obras. «Se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (Lc 1,39-40) para felicitarla y ayudarla, quedándose unos tres meses con ella (cf. Lc 1,56).
 
San Ambrosio nos recomienda que, en estas fiestas, «tengamos todos el alma de María para glorificar al Señor». Es seguro que no nos faltarán ocasiones para compartir alegrías y ayudar a los necesitados.
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Pensamientos para el Evangelio de hoy
 
«Juan salta de gozo y María se alegra en su espíritu. Isabel fue llena del Espíritu después de concebir; 
María, en cambio, lo fue ya antes de concebir, porque de ella se dice: ‘¡Dichosa tú que has creído!’» (San Ambrosio)
«Cuando María entra en casa de Isabel, su saludo va lleno de gracia. En este encuentro el protagonista silencioso es Jesús. María lo lleva en su seno como un sagrario, y nos lo ofrece como el don más sagrado. Allí donde llega María se hace presente Jesús» (Benedicto XVI)
«‘Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros (…)’. Con Isabel, nos maravillamos y decimos: ‘¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?’ (Lc 1,43). Porque nos da a Jesús su hijo, María es madre de Dios y madre nuestra; podemos confiarle todos nuestros cuidados y nuestras peticiones: ora para nosotros como oró para sí misma: ‘Hágase en mí según tu palabra’ (Lc 1,38). Confiándonos a su oración, nos abandonamos con ella en la voluntad de Dios: ‘Hágase tu voluntad’» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.677) (Evangeli net).

21 diciembre, 2024

San Pedro Canisio, Predicador y escritor

 

 

¡Oh!, San Pedro Canisio, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo y, que, por Él, llamado
os pusisteis a trabajar en Sus cosas. Dotado de
talento predicador y de escritor eximio, como
estabais; se os recuerda de justa manera, como uno
de los creadores de la prensa Católica y difusor
de su santa doctrina. De lleno os disteis, y, sin
tregua hasta el final de vuestros santos días,
al trabajo, tanto en la palabra, como en la obra.
La gente de vuestro tiempo lo sabía y vuestros
detractores también, por ello la «Buena Nueva»
defendisteis con ardor de corazón. En vuestros
escritos, oro en letras dejasteis, recomendando,
lo bien que hacen para el alma, las buenas lecturas
y el depositar nuestro amor y confianza en María
Santa. ¿Qué premio gozáis vos, por tan denodado
trabajo? Sin duda alguna, la corona de luz os
fue impuesta, como justo premio, a vuestro amor;
¡oh!, Segundo evangelizador de Alemania, ¡Aleleuya!
¡oh!, San Pedro Canisio, «viva verdad y luz del Dios Vivo”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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21 de Diciembre
San Pedro Canisio
Predicador, escritor
Año 1597

Este santo ha sido llamado: “El segundo evangelizador de Alemania” (después de San Bonifacio). Se le venera como uno de los creadores de la prensa católica y fue el primero del numeroso ejército de escritores jesuitas.

Nació en Holanda (en Nimega) en 1521. Su padre fue por nueve veces alcalde de su ciudad. Quedó huérfano de madre siendo él aún muy pequeño, pero su madrastra fue para él una segunda madre y fue educado en un gran temor de ofender a Dios. Él se quejaba de que en sus primeros años había perdido mucho tiempo dedicándose más a los juegos que a los estudios, pero luego se consagró de tal manera a estudiar que a los 19 años ya consiguió la licenciatura en teología.

Para complacer a su padre se dedicó a especializarse en abogacía, pero luego de hacer unos Ejercicios Espirituales con el Padre Fabro (que era compañero de San Ignacio) se entusiasmó por la vida religiosa, hizo votos o juramento de permanecer siempre casto, y prometió a Dios hacerse jesuita.

Fue admitido en la comunidad y los primeros años de religioso los pasó en Colonia (Alemania) dedicado a la oración, el estudio, la meditación y la ayuda a los pobres. La cuantiosa herencia que recibió de sus padres la repartió la mitad entre los pobres y la otra mitad para ayudar a obras sociales de su comunidad.

Desde sus primeros años de su sacerdocio empezó a brillar como un gran predicador. Cuando joven era impresionante su carácter batallador y amigo de las polémicas y discusiones, y estas aptitudes le van a ser muy útiles, porque durante toda su vida tendrá que batallar muy fuertemente en todas partes contra los protestantes.

Siempre fue muy caritativo y amable con las personas que le discutían, pero tremendo e incisivo contra los errores de los protestantes (Tanto que estos haciendo alusión a su apellido lo llamaban el can que defiende a los católicos). Decía a sus sacerdotes: “no hieran, no humillen, pero defiendan la religión con toda su alma”.

San Pedro Canisio tenía una especial cualidad para resumir las enseñanzas de todos los grandes teólogos y presentarlas de manera sencilla para que las entendiera el pueblo. Y así logró redactar dos catecismos, uno resumido y otro explicado. Estos dos libros fueron traducidos a 24 idiomas en la vida del autor, y en Alemania se propagaron por centenares de miles (junto con los de otros dos jesuitas, el Padre Astete y San Roberto Belarmino, San Pedro Canisio es de los que más éxitos logró obtener con su Catecismo).

San Ignacio y el Sumo Pontífice, aprovechando sus enormes cualidades como predicador y defensor de la Iglesia contra los protestantes, le encargaron muchísimas labores de apostolado. Como superior provincial de los jesuitas en Alemania recorrió a pie y a caballo diez mil kilómetros predicando, enseñando catecismo, propagando buenos libros y defendiendo la religión.En los treinta años de su incansable labor de misionero recorrió treinta mil kilómetros por Alemania, Austria, Holanda e Italia. Parecía incansable. A quien le recomendaba descansar un poco le respondía: “Descansaremos en el cielo”.

Por muchas ciudades de Alemania fue fundando colegios católicos para formar religiosamente a los alumnos. A la universidad Católica la transformó y le dio una gran celebridad. Y ayudó a fundar numerosos seminarios para la formación de los futuros sacerdotes. Alemania, después de San Pedro Canisio, era ya otro país distinto y mucho más católico que cuando él empezó a trabajar allí.

San Pedro Canisio se dio cuenta del inmenso bien que hacen las buenas lecturas. Por eso recorría el país propagando los buenos libros y se propuso formar una asociación de escritores católicos. Él sabía muy bien que un buen libro puede hacer mayor bien que un sermón y que las buenas lecturas logran llegar a donde ni sacerdotes ni religiosos logran ir a llevar mensajes religiosos. Aún ya anciano y muy débil y casi paralizado, seguía escribiendo con la ayuda de un secretario, libros religiosos para el pueblo. Al morir tenía la satisfacción de haber ayudado a formar varias editoriales católicas muy bien organizadas.

Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, junto con varios padres jesuitas, después de haber rezado con ellos el santo rosario, su devoción favorita, de pronto exclamó lleno de alegría y emoción: “Mírenla, ahí esta. Ahí está”. Y murió. Era la Virgen Santísima que había llegado a llevárselo para el cielo.

El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Pedro_Canisio.htm)

20 diciembre, 2024

Santo Domingo de Silos, el "abad sin miedo"

 Puede ser una imagen de 1 persona y texto

 

 ¡Oh! Santo Domimgo de Silos, vos sois el hijo del Dios
de la Vida, y que, hicisteis honor a vuestro nombre: “el
que está consagrado a Dios”. En realidad sois el primer
santo que lleváis este nombre, aunque en el pasado erais
pastor de ovejas, el resto de vuestra vida lo pasasteis
como pastor de almas, y que, despertó en vuestro espíritu
el gusto por la soledad y la oración contemplativa. En
un principio, pensabais retiraros al desierto para vivir
en la soledad absoluta, pero en sueños recibisteis un
aviso de que era mejor entrar de religioso. Y, así fue.
Entrasteis con los Padres Benedictinos en el monasterio
de san Millán de la Cogolla y allí hicisteis grandes
progresos espirituales, recibiendo de Dios el don de saber
interpretar las enseñanzas de la Sagrada Biblia. Y erais
extraordinario, que llegasteis a ser superior del convento.
Un día el rey de Navarra os exigió los cálices sagrados
y lo más valioso de vuestro convento, para dedicarlo a los
gastos de la guerra y vos, lo enfrentasteis valientemente
diciéndole: “Puedes matar el cuerpo y a la carne hacer
sufrir. Pero sobre el alma no tienes ningún poder. El
evangelio me lo ha dicho, y a él debo creer. Que sólo al
que al infierno puede echar el alma, a ese debo temer”.
Y no le entregasteis al rey ninguna de las posesiones
sagradas de vuestro monasterio. El rey montado en cólera
y lleno de indignación os desterró. Pero, el rey Fernando
de Castilla, os mandó llamar y os confió el Monasterio
de Silos, que estaba en total abandono tanto en lo material
como en lo espiritual, sin files o de total abandono. Vos,
volvisteis a demostrar ser un verdadero administrador,
un talento para la restauración. Y erigisteis un monasterio
ideal. Una casa donde todos se dedicaban a trabajar, rezar,
cantar, hacer progresar el monasterio y ganarse así un
buen premio para el cielo. Vos, además, libertasteis a
muchos cristianos que estaban prisioneros y esclavos de
los musulmanes. Así estabais vos, preparando lo que más
adelante harían los Padres Mercenarios con San Pedro Nolasco.
No negabais a nadie, ningún favor cuando podíais hacerlo.
Vos, obtuvisteis de Dios muchísimos milagros para quienes
se encomendaban a vuestras oraciones. Vos, llegasteis
a anunciar la fecha de vuestra propia muerte. Noventa y seis
años después de vuestra muerte, vos, os aparecisteis en
sueños a la mamá de Santo Domingo de Guzmán para anunciarle
que tendría un hijo que sería un gran apóstol. Por ello,
cuando el niño nació os pusieron el nombre de Domingo
en honor de vos, «santo de Silos». Y, así y después de
gastado vuestra santa vida en buena lid, voló vuestra alma
al cielo para coronada ser con corona de luz y eternidad;
¡Oh! Santo Domingo de Silos, «viva consagración al Dios Vivo».


© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Diciembre
Santo Domingo de Silos
Abad
Año 1073



Santos como el de hoy, que nos siga mandando Dios siempre y en todas partes. Amén. Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas (Jesucristo).

Domingo significa: “el que está consagrado a Dios”. (Dominus: Dios). Domingo de Silos es el primer santo que lleva este nombre. Después de él muchos santos más llevarán tan hermoso nombre.

Nació en La Rioja, España, cerca del año 1000. Era hijo de agricultores, y sus primeros años los pasó como pastor de ovejas. El resto de su vida lo pasará como pastor de almas. El oficio del pastor despertó en su espíritu el gusto por la soledad y por la oración contemplativa. Pensaba retirarse al desierto a vivir vida de soledad absoluta, pero en sueños recibió un aviso de que era mejor entrar de religioso.

Entró de religioso con los Padres Benedictinos en el famoso monasterio de san Millán de la Cogolla y allí hizo grandes progresos espirituales, y recibió de Dios el don de saber interpretar muy bien las enseñanzas de la Sagrada Biblia. Y tenía tan buenas cualidades que llegó a ser superior del convento. En sólo dos años restauró totalmente aquella edificación que ya estaba deteriorada.

Un día llegó un rey de Navarra a exigirle que le entregara los cálices sagrados y lo más valioso que hubiera en el convento, para dedicar todo esto a los gastos de guerra. Santo Domingo se le enfrentó valientemente y le dijo: “Puedes matar el cuerpo y a la carne hacer sufrir. Pero sobre el alma no tienes ningún poder. El evangelio me lo ha dicho, y a él debo creer – que sólo al que al infierno puede echar el ama, a ese debo temer”. Y no le entregó al rey ninguna de las posesiones sagradas del monasterio.

El rey de Navarra, lleno de indignación desterró al abad Domingo, y lo hizo salir de allí, pero fue un destierro inmensamente provechoso, porque al saberlo el rey Fernando I de Castilla, lo mandó llamar y le confió el Monasterio de Silos, que estaba en un sitio estéril y alejado y se hallaba en estado de total abandono y descuido, tanto en lo material como en lo espiritual.

Domingo demostró ser un genio organizador, un talento para la restauración. Levantó un monasterio ideal. Una hermosa capilla, con una sacristía que es una obra de arte. Hizo un gran salón para que los monjes se dedicaran a copiar las Sagradas Escrituras y las obras de los santos (en ese tiempo no había imprentas). Formó una biblioteca llena de los mejores libros de ese tiempo. Organizó una droguería en la cual las gentes de los alrededores encontraban remedios baratísimos (y muchas veces regalados, para los más pobres).

Aquella casa se volvió un hervidero de trabajadores. Unos cultivaban plantas de uvas, o árboles de olivos; otros se dedicaban a escribir o pintar. Era una casa donde todos se dedicaban a trabajar, rezar, cantar, hacer progresar el monasterio y ganarse así un buen premio para el cielo. Aquel inmenso edificio estaba siempre abierto para solucionar las miserias de los vecinos. El Monasterio de Silos llegó a ser uno de los más famosos de España.

Santo Domingo de Silos se propuso reunir ayudas para libertar a los cristianos que estaban prisioneros y esclavos de los musulmanes, y logró libertar a más de 300. Por eso lo pintan casi siempre acompañado de hombres con cadenas, a los cuales les consiguió la libertad. Así estaba él preparando lo que más tarde harían los Padres Mercenarios con San Pedro Nolasco, libertando cautivos.

El santo no era capaz de negar un favor cuando podía hacerlo. De todas partes llegaban gentes a pedir ayudas. Pero también sabía no dejarse engañar. Una vez llegaron unos mentirosos a pedirle vestidos y para conmoverlo dejaron sus mejores ropas escondidas en una cueva cercana y se presentaron vestidos de harapos. El santo se dio cuenta de esto y envió a un monje a que trajera esos vestidos y con ellos hizo un gran paquete y le dijo a los pedigüeños: – “Con mucho gusto les damos la ropa que necesitan. Tomen este paquete lleno de ropa y vayan a la cueva cercana y allá se la reparten”. Ellos se fueron muy contentos y al llegar allá se dieron cuenta de que eran los mismos vestidos que habían dejado allí escondidos.


Una noche llegaron unos ladrones a robarse toda la cosecha del monasterio. El santo los dejó trabajar toda la noche y a la madrugada, cuando ya estaba todo recogido, en costales y empacado, mandó a sus monjes con garrotes a decirles que muchas gracias por haberlos reemplazado en recoger la cosecha y que podían irse. Pero para que no se fueran demasiado tristes les envió un desayuno como pago por el trabajo de toda esa noche.

Este santo obtuvo de Dios muchísimos milagros para quienes se encomendaban a sus oraciones. El biógrafo, que escribió su vida poco tiempo después de la muerte del santo, dice que no había enfermedad que las oraciones de este santo no lograra curar. Otro testigo de aquel tiempo afirma: “Nunca vi a un enfermo, ni a un sano, a quien no le alegrara él con su boca o con su mano”. Llegó hasta a anunciar la fecha de su propia muerte.

96 años después de su muerte, nuestro santo se apareció en sueños a la mamá de Santo Domingo de Guzmán para anunciarle que tendría un hijo que sería un gran apóstol. Por eso cuando el niño nació le pusieron el nombre de Domingo en honor del santo de Silos. Es por ello también que muchas mamás en España se encomiendan al santo Domingo de Silos para obtener que su hijo nazca bien y que sea una buena persona después.

El 20 de diciembre del año 1073 voló al cielo este santo en cuyo honor sigue existiendo todavía el famoso monasterio de Santo Domingo de Silos.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Domingo_de_Silos.htm)

19 diciembre, 2024

San Urbano V Papa, reformador de la Curia e impulsor del espíritu misionero

 Beato Papa Urbano V

 

¡Oh!, San Urbano, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado siervo, que, asumisteis
los retos evangelizadores de vuestro tiempo,
con humildad, templanza y alegría de corazón
y fuisteis, el primero del destierro en volver
a la Casa de Pedro, de medio siglo luego, en
que, el tiempo y abandono, juntos se encargaron
casi, de destruirla. Pero, llegasteis vos,
y comenzó de nuevo todo. Y, de pronto, la Sede
Santa, su esplendor eterno recobró y mostró
la gloria de Dios Padre. Reposó desde entonces,
vuestra fe y la nuestra, en los franciscanos
y dominicos hermanos nuestros que evangelizaron
Bulgaria, Ucrania, Bosnia, Albania, Lituania
y la misma Mongolia. Así, volvió a su esplendor
la Casa de Pedro. Y, con gran fama de santo
y, luego de gastaros en buena lid, a la Patria
eterna voló vuestra alma, como premio para
recibir corona de luz, como premio a vuestra
entrega de amor y fe. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, San Urbano, «vivo santo restaurador de Dios”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado


19 de Diciembre
San Urbano Papa
Año 1370


Una de las épocas más difíciles de la Iglesia Católica fue lo que se ha llamado “El destierro de Avignon, o destierro de Babilonia”, cuando los Papas se fueron a vivir a una ciudad francesa, llamada Avignon, poco después del año 1300, porque en Roma se les había hecho la vida poco menos que imposible a causa de las continuas revoluciones.

Entre todos los Papas que vivieron en Avignon el más santo fue San Urbano V. Nació en Languedoc, Francia, en 1310. Hizo sus estudios universitarios y entró de monje benedictino. Fue superior de los principales conventos de su comunidad y como tenía especiales cualidades para la diplomacia los Sumos Pontífices que vivieron en Avignon lo emplearon como Nuncio o embajador en varias partes.

Estaba de Nuncio en Nápoles cuando llegó la noticia de que había muerto el Papa Inocencio VI y que él había sido nombrado nuevo Sumo Pontífice. Y no era ni obispo menos cardenal. En sólo un día fue consagrado obispo, y coronado como Papa. Escogió el nombre de Urbano, explicando que le agradaba ese nombre porque todos los Papas que lo habían llevado habían sido santos.

Como Sumo Pontífice se propuso acabar con muchos abusos que existían en ese entonces. Quitó los lujos de su palacio y de sus colaboradores. Se preocupó por obtener que el grupo de sus empleados en la Corte Pontificia fuera un verdadero modelo de vida cristiana. Entregó los principales cargos eclesiásticos a personas de reconocida virtud y luchó fuertemente para acabar con las malas costumbres de la gente. Al mismo tiempo trabajó seriamente para elevar el nivel cultural del pueblo y fundó una academia para enseñar medicina.

Con la ayuda de los franciscanos y de los dominicos emprendió la evangelización de Bulgaria, Ucrania, Bosnia, Albania, Lituania, y hasta logró enviar misioneros a la lejanísima Mongolia.

Lo más notorio de este santo Pontífice es que volvió a Roma, después de que ningún Papa había vivido en aquella ciudad desde hacía más de 50 años. En 1366 decidió irse a vivir la Ciudad Eterna. El rey de Francia y los cardenales (que eran franceses) se le oponían, pero él se fue resueltamente. Las multitudes salieron a recibirlo gozosamente por todos los pueblos por donde pasaba y Roma se estremeció de emoción y alegría al ver llegar al nuevo sucesor de San Pedro.

Al llegar a Roma no pudo contener las lágrimas. Las grandes basílicas, incluso la de San Pedro, estaban casi en ruinas. La ciudad se hallaba en el más lamentable estado de abandono y deterioro. Le había faltado por medio siglo la presencia del Pontífice.

Urbano V con sus grandes cualidades de organizador, emprendió la empresa de reconstruir los monumentos y edificios religiosos de Roma. Estableció su residencia en el Vaticano (donde vivirán después por muchos siglos los Pontífices) y pronto una gran cantidad de obreros y artistas estaban trabajando en la reconstrucción de la capital. También se dedicó a restablecer el orden en el clero y el pueblo, y en breve tiempo se dio trabajo a todo mundo y se repartieron alimentos en gran abundancia. La ciudad estaba feliz.

Pronto empezaron a llegar visitantes ilustres, como el emperador Carlos IV de Alemania, y el emperador Juan Paleólogo de Constantinopla. Todo parecía progresar.

Empezaron otra vez las revoluciones, y sus empleados franceses insistían en que el Papa volviera a Avignon. Urbano se encontraba bastante enfermo y dispuso irse otra vez a Francia en 1370. Santa Brígida le anunció que si abandonaba Roma moriría. El 5 de diciembre salió de Roma y el 19 de diciembre murió. Dejó gran fama de santo.

 No tengáis temor al que os pueda quitar la vida del cuerpo. Temed al que puede enviar el alma al infierno (Jesucristo).

 (http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Urbano.htm)

18 diciembre, 2024

La Virgen de la Esperanza

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Oración

Ruega por nosotros, Madre de la Iglesia.
Virgen del Adviento,
esperanza nuestra, de Jesús la aurora,
del cielo la puerta.
Madre de los hombres, de la mar estrella,
llévanos a Cristo, danos sus promesas.
Eres, Virgen Madre, la de gracia llena,
del Señor la esclava, del mundo la Reina.
Alza nuestros ojos, hacia tu belleza. ¡Amén!

 
18 de Diciembre
La Virgen de la Esperanza

La glesia celebra a la Madre de Dios bajo la advocación de la “Virgen de la Esperanza”, conocida popularmente como la “Virgen de la O”.

Bien podemos llamar a la Virgen de la O: “Madre del Adviento”, porque Ella nos enseña a esperar con paciencia en Dios. Imitemos a María, y aprendamos a esperar en las promesas de Dios. Ella, que vivió “la dulce espera”, sin miedo, sin angustia o ansiedad, nos da ejemplo de confianza en el Altísimo.

La maternidad ejercida en el seno del Amor verdadero

En ciertos lugares esta hermosa advocación mariana recibe otros nombres: “Virgen de la Dulce Espera” o “La Virgen Encinta”. Cualquiera sea el caso, los fieles devotos miran a María en esa dimensión esencial de su vida: la de la maternidad ejercida, con los cuidados propios de la gestación, y todo aquello que implica eso que llamamos el “estado de buena esperanza” o el periodo de “la dulce espera”.

Por eso, así como cada mujer con un hijo en el vientre puede encontrar en la la Madre de Dios una compañía cercana, alivio, fortaleza y esperanza, la celebración de la Virgen de la O resulta también propicia para enriquecer y profundizar en aquello que la Iglesia vive durante los días del Adviento.

Origen de la devoción

La advocación de la “Virgen de la O” tiene su origen en una antigua tradición inspirada en la Liturgia de las Horas.

Entre el 17 y el 23 de diciembre, las antífonas para el cántico evangélico de Vísperas, el Magnificat, empiezan siempre con la exclamación admirativa “oh”. En otras palabras, a María se le invoca durante esos días con exclamaciones como: “Oh, Sabiduría…; “Oh, Adonai…”; “Oh, renuevo del tronco de Jesé…”; “Oh, llave de David...”. A estas se les llama “antífonas mayores” o “antífonas de Adviento”.

La repetición constante e insistente del “oh” para introducir las menciones en honor a la Virgen dió origen al título “Virgen de la Oh”. Luego, muy probablemente, dejó de escribirse la letra “h”, siendo esta un grafema sin valor fonético. De esta forma, la advocación pasó a llamarse simplemente “Virgen de la O”.

Por otro lado, ya que desde los primeros siglos del cristianismo los fieles querían recordar y celebrar la dulce espera de María, en el año 656, durante el décimo concilio de Toledo (España), se instituyó la fiesta mariana de la “expectación del parto” o “de la espera”. Esta fue fijada para el 18 de diciembre, una semana antes de la Navidad. Así, la fiesta de la Virgen de la O terminó asociada para siempre con el tiempo litúrgico “de la espera”, el Adviento.

La espera más dulce

La experiencia radicalmente humana -y divina- de engendrar una nueva vida suele transformarlo todo. El anuncio de que un nuevo ser está por venir es siempre motivo de esperanza, o, al menos, debería serlo. Es verdad que en una “cultura” como la nuestra, con visos contrarios a la vida, la llegada al mundo de muchos seres humanos se percibe como un “problema”, que compromete libertades y sueños, cuando debería ser todo lo contrario.

¿Qué “sueño” puede ser más grande que ver a un ser humano realizar todo lo que puede ser en la vida? ¿Qué libertad puede ser mayor a la que es posible apreciar en la vida humana que empieza y que, por lo tanto, tiene todo po

r delante para construir su bien y el de los demás? ¿Qué derecho puede ser más significativo que aquel que se respeta de manera incondicional?

La Virgen, como madre que es, alecciona, da ejemplo y acompaña a padres y madres en el sendero que se dirige a recibir una nueva vida. La Virgen de la O, así, se constituye para los progenitores en símbolo de esperanza. Contemplando a la Madre de Dios en los días previos al alumbramiento de Jesús, con muy poco, con casi todo en contra, experimentando soledad y pobreza, vemos a una mujer dispuesta a todo por su hijo. Ella acoge la vida divina con amor y la potencia con su sacrificio en el día a día. Por eso, cualquier madre que se pone en manos de Dios, nunca será defraudada.

¡Qué gran bendición es María para las mujeres que llevan a un hijo o hija en sus vientres! Cuánta esperanza, aún con dolor, puede extraerse de su dulce espera. ¡Qué bello el privilegio de gestar o de acoger a alguien que también es hijo de Dios! ¡Cuánta alegría puede haber en ello si se sobrepone el amor a la dificultad! ¡Qué dulzura estar encinta! ¡Qué consuelo en los momentos difíciles!

¡Virgen de la O, ruega por todas las madres del mundo! ¡Intercede por nosotros en este Adviento!

(https://www.aciprensa.com/noticias/58249/cada-18-de-diciembre-celebramos-a-la-virgen-de-la-o-amparo-y-proteccion-de-las-mujeres-embarazadas)

 

17 diciembre, 2024

San Lázaro de Betania, amigo de Jesús

 Biografía de San Lázaro

 ¡Oh! San Lázaro de Betania, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo y el amigo de Jesús, hermano de Marta y María, a
quien el Señor resucitó de entre los muertos. “Lázaro” quiere decir
“Dios ayuda”, y el Evangelio, muestras da evidentes de cómo Jesús
planificó el de vuestro nombre. Vos, tuvisteis la gracia de ser amigo
de Jesús, y ser vivo actor de uno de los milagros más increíbles
por Jesucristo realizado: volver a la vida, de uno que se contaba
entre los muertos y, con ello, fuisteis primicia de la propia
resurrección de nuestro Salvador. «Señor, si hubieras estado aquí,
no habría muerto mi hermano», dijo una de vuestras hermanas a Jesús.
Al enfermar vos, Lázaro, y al ver que vuestra vida corría peligro,
vuestras hermanas, Marta y María, enviaron a alguien a buscar a
Jesús, con un mensaje de amor y y a la vez de tristeza lleno: «Señor,
el que tú amas, está enfermo», y entonces de un momento a otro
decide regresar a Judea. Y dice a sus discípulos: “Lázaro, nuestro
amigo, se ha dormido; pero voy a despertarlo». Haciendo referencia a
la muerte de Lázaro y no a que estuviese durmiendo, como pensaron
los discípulos. Luego Jesús, se hecho a llorar. Y luego de cuatro
días Jesús llega a Betania, encontrando a Marta y María, y viendo el
dolor por la muerte de su amigo, se compadeció y lloró, tanto que los
judíos que lo vieron dijeron: “¡Cómo lo amaba!”. ¡Cuán grande era el
amor de Jesús por vos! ¡Cuán dolorosa es la muerte incluso para el
Dios hecho Hombre! Pero, al mismo tiempo, ¡qué grande es el poder de
Dios! Jesús, llegando al lugar del sepulcro, os gritó: «“¡Lázaro, ven
afuera! Y vos, salisteis, ligados vuestros brazos y vuestras piernas
con vendas, y vuestro rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo
a las gentes: «Desatadlo, y dejadlo ir». Vos, recibisteis de Dios
una “nueva vida” y vuestra amistad con Jesús “transformaron” vuestra
existencia. Fuisteis alzado sobre la muerte para que creamos en la
gloria de Dios, para que confiemos en que la muerte no tiene última
palabra y para que, nuestra esperanza sea inextinguible. Vuestra
resurrección, antecede a la resurrección de Cristo y, también a la
nuestra. Jesús ha dicho: «Yo soy la resurrección y la vida, El que
cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí,
no morirá jamás”. Y, vos, Lázaro habéis sido uno en aquél tiempo;
¡Oh! San Lázaro, «vivo testigo del poder del Dios de la Vida y del Amor».

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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17 de diciembre
San Lázaro de Betania
Amigo de Jesús

Hoy, 17 de diciembre, es la fiesta de San Lázaro de Betania, el amigo de Jesús, hermano de Marta y María, a quien el Señor resucitó de entre los muertos.

“Lázaro” quiere decir “Dios ayuda”, y el Evangelio da muestras evidentes de cómo Jesús plenificó el sentido de aquel nombre. Lázaro de Betania tuvo la gracia de ser el protagonista de uno de los milagros más impresionantes realizados por Jesucristo: resucitar a uno que se contaba entre los muertos. Con esto, el amigo de Jesús fue hecho primicia de la propia resurrección del Salvador.

«Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano» (Jn 11, 21)

De acuerdo al Evangelio de Juan (Jn. 11, 1 – 44), Lázaro enfermó gravemente. Al ver que su vida corría peligro, sus hermanas, Marta y María, enviaron a alguien al lugar donde estaba Jesús con el siguiente mensaje: «Señor, el que tú amas, está enfermo».

Llama la atención que Jesús no haya acudido al encuentro de su amigo de inmediato. Por el contrario, permanece en el lugar donde estaba hasta que súbitamente decide regresar a Judea; de pronto, dice a sus discípulos: “Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero voy a despertarlo». Con esto el Señor hacía referencia a la muerte de Lázaro y no a que estuviese durmiendo, como pensaron los discípulos.

«Jesús se echó a llorar» (Jn 11, 35)

Recién, cuatro días después, el Señor Jesús llega a Betania. Allí encontró a Marta y a María y, viendo el dolor por la muerte de su amigo, se compadeció y lloró. Incluso, los judíos que estaban allí presentes exclamaron: “¡Cómo lo amaba!”.

Pocos pasajes de la Escritura registran, con tanta elocuencia, los sentimientos del Señor. ¡Cuán grande era el amor de Jesús por su amigo! ¡Cuán dolorosa es la muerte incluso para el Dios hecho Hombre! Pero, al mismo tiempo, ¡qué grande es el poder de Dios!

Jesús, llegado al lugar del sepulcro, gritó: «“¡Lázaro, ven afuera! Y el muerto salió, ligados los brazos y las piernas con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo, y dejadlo ir»» (Jn 11, 43-44).

«Y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» (Jn 11, 26)

San Lázaro es el que recibe de Dios una “nueva vida”. Su cercanía y amistad con Jesús “transformaron” su existencia completamente. Fue alzado sobre la muerte para que creamos en la gloria de Dios, para que confiemos en que la muerte no tiene la palabra definitiva y para que nuestra esperanza sea inagotable. Su resurrección prefigura la resurrección de Cristo y, en consecuencia, también la nuestra.

«Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11, 25- 26).

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-de-san-lazaro-el-amigo-que-jesus-resucito-30555)