13 septiembre, 2010

San Juan Crisóstomo

Oh, San Juan Crisóstomo, vos sois
el hijo del Dios de la vida, el mismo
al que nuestros hermanos “bautizaron”,
con el nombre de “Crisóstomo”, que
significa: “boca de oro”, porque
vuestras prédicas, como el manjar
eran. Convertisteis en monasterio
vuestra casa, dedicando os al estudio,
la oración y hacer penitencia, y sólo
al desierto marchasteis por años seis,
a la muerte de vuestra madre; para
orar, penitencias hacer y estudiar
la Santa Biblia. De nuevo en la ciudad,
volvisteis a lo vuestro: predicar y
predicar bajo la guía, del Santo
Espíritu y, hoy volúmenes trece, están
con nosotros, y son la prueba, de la
exquisitez de de vuestra alma y vuestro
espíritu. Aplauso y llanto y viceversa,
sólo recogíais en vuestras prédicas,
prueba generosa de abrir el alma y el
espíritu y recoger luego, los frutos de
la conversión. Y de la trifulca de los
impuestos al “Discurso de las estatuas”
que conmovieron a vuestros fieles, e
hicieron de vos, el más famoso en el
mundo de aquél entonces. Castigo no
mas a la ciudad, por vuestros ruegos.
Y, vos aconsejabais: “sed pobres en el
vestir, en el comer, y en el mobiliario,
y así dar buen ejemplo y con lo que
ahorréis, ayudad a los necesitados”. Con
vuestros sermones, atacasteis toda
clase de lujos, en el vestir y en sus
mobiliarios y, cuando obró el mal
dijisteis: “¿Qué me destierran? ¿A qué
sitio me podrán enviar que no esté mi
Dios allí cuidando de mí? ¿Qué me
quitan mis bienes? ¿Qué me pueden
quitar si ya los he repartido todos?
¿Qué me matarán? Así me vuelvo más
semejante a mi Maestro Jesús, y como
El, daré mi vida por mis ovejas…”.
San Basilisco, se os apareció en sueños
y os decía: “ánimo, Juan, mañana
estaremos juntos” y vos dijisteis antes
de morir: “sea dada la gloria a Dios
por todo”, y quedasteis muerto; Santo
patrono de todos los predicadores del orbe,
para brillar, todo coronado de luz eterna;
oh, San Juan Crisóstomo, santo predicador.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
________________________________

13 de Septiembre

San Juan Crisóstomo

Patrono de los predicadores
Año 407

A este santo arzobispo de Constantinopla, la gente le puso el apodo de “Crisóstomo” que significa: “boca de oro”, porque sus predicaciones eran enormemente apreciadas por sus oyentes. Es el más famoso orador que ha tenido la Iglesia. Su oratoria no ha sido superada después por ninguno de los demás predicadores.

Nació en Antioquía (Siria) en el año 347. Era hijo único de un gran militar y de una mujer virtuosísima, Antusa, que ha sido declarada santa también.

A los 20 años Antusa quedó viuda y aunque era hermosa renunció a un segundo matrimonio para dedicarse por completo a la educación de su hijo Juan. Desde sus primeros años el jovencito demostró tener admirables cualidades de orador, y en la escuela causaba admiración con sus declamaciones y con las intervenciones en las academias literarias. La mamá lo puso a estudiar bajo la dirección de Libanio, el mejor orador de Antioquía, y pronto hizo tales progresos, que preguntado un día Libanio acerca de quién desearía que fuera su sucesor en el arte de enseñar oratoria, respondió: “Me gustaría que fuera Juan, pero veo que a él le llama más la atención la vida religiosa, que la oratoria en las plazas”.

Juan deseaba mucho irse de monje al desierto, pero su madre le rogaba que no la fuera a dejar sola. Entonces para complacerla se quedó en su hogar pero convirtiendo su casa en un monasterio, o sea viviendo allí como si fuera un monje, dedicado al estudio y la oración y a hacer penitencia.

Cuando su madre murió se fue de monje al desierto y allá estuvo seis años rezando, haciendo penitencias y dedicándose a estudiar la S. Biblia. Pero los ayunos tan prolongados, la falta total de toda comodidad, los mosquitos, y la impresionante humedad de esos terrenos le dañaron la salud, y el superior de los monjes le aconsejó que si quería seguir viviendo y ser útil a la sociedad tenía que volver a la ciudad, porque la vida de monje en el desierto no era para una salud como la suya.

El llegar otra vez a Antioquía fue ordenado de sacerdote y el anciano Obispo Flaviano le pidió que lo reemplazara en la predicación. Y empezó pronto a deslumbrar con sus maravillosos sermones. La ciudad de Antioquía tenía unos cien mil cristianos, los cuales no eran demasiado fervorosos. Juan empezó a predicar cada domingo. Después cada tres días. Más tarde cada día y luego varias veces al día. Los templos donde predicaba se llenaban de bote en bote. Frecuentemente sus sermones duraban dos horas, pero a los oyentes les parecían unos pocos minutos, por la magia de su oratoria insuperable. La entonación de su voz era impresionante. Sus temas, siempre tomados de la S. Biblia, el libro que él leía día por día, y meditaba por muchas horas. Sus sermones están coleccionados en 13 volúmenes. Son impresionantemente bellos.

Era un verdadero pescador de almas. Empezaba tratando temas elevados y de pronto descendía rápidamente como un águila hacia las realidades de la vida diaria. Se enfrentaba enardecido contra los vicios y los abusos. Fustigaba y atacaba implacablemente al pecado. Tronaba terrible su fuerte voz contra los que malgastaban su dinero en lujos e inutilidades, mientras los pobres tiritaban de frío y agonizaban de hambre.

El pueblo le escuchaba emocionado y de pronto estallaba en calurosos aplausos, o en estrepitoso llanto el cual se volvía colectivo e incontenible. Los frutos de conversión eran visibles.

El emperador Teodosio decretó nuevos impuestos. El pueblo de Antioquía se disgustó y por ello armó una revuelta y en el colmo de la trifulca derribaron las estatuas del emperador y de su esposa y las arrastraron por las calles. La reacción del gobernante fue terrible. Envió su ejército a dominar la ciudad y con la orden de tomar una venganza espantosa. Entre la gente cundió la alarma y a todos los invadió el terror. El Obispo se fue a Constantinopla, la capital, a implorar el perdón del airado emperador y las multitudes llenaron los templos implorando la ayuda de Dios.

Y fue entonces cuando Juan Crisóstomo aprovechó la ocasión para pronunciar ante aquel populacho sus famosísimos “Discursos de las estatuas” que conmovieron enormemente a sus miles de oyentes logrando conversiones. Esos 21 discursos fueron quizás los mejores de toda su vida y lo hicieron famoso en los países de los alrededores. Su fama llegó hasta la capital del imperio. Y el fervor y la conversión a que hizo llegar a sus fieles cristianos, obtuvieron que las oraciones fueran escuchadas por Dios y que el emperador desistiera del castigo a la ciudad.

En el año 398, habiendo muerto el arzobispo de Constantinopla, le pareció al emperador que el mejor candidato para ese puesto era Juan Crisóstomo, pero el santo se sentía totalmente indigno y respondía que había muchos que eran más dignos que él para tan alto cargo. Sin embargo el emperador Arcadio envió a uno de sus ministros con la orden terminante de llevar a Juan a Constantinopla aunque fuera a la fuerza. Así que el enviado oficial invitó al santo a que lo acompañara a las afueras de la ciudad de Antioquía a visitar las tumbas de los mártires, y entonces dio la orden a los oficiales del ejército de que lo llevaran a Constantinopla con la mayor rapidez posible, y en el mayor secreto porque si en Antioquía sabían que les iban a quitar a su predicador se iba a formar un tumulto inmenso. Y así fue que tuvo que aceptar ser arzobispo.

Apenas posesionado de su altísimo cargo lo primero que hizo fue mandar quitar de su palacio todos los lujos. Con las cortinas tan elegantes fabricaron vestidos para cubrir a los pobres que se morían de frío. Cambió los muebles de lujo por muebles ordinarios, y con la venta de los otros ayudó a muchos pobres que pasaban terribles necesidades. El mismo vestía muy sencillamente y comía tan pobremente como un monje del desierto. Y lo mismo fue exigiendo a sus sacerdotes y monjes: ser pobres en el vestir, en el comer, y en el mobiliario, y así dar buen ejemplo y con lo que se ahorraba en todo esto ayudar a los necesitados.

Pronto, en sus elocuentes sermones empezó a atacar fuertemente el lujo de las gentes en el vestir y en sus mobiliarios y fue obteniendo que con lo que muchos gastaban antes en vestidos costosísimos y en muebles ostentosos, lo empezaran a emplear en ayudar a la gente pobre. El mismo daba ejemplo en esto, y la gente se conmovía ante sus palabras y su modo tan pobre y mortificado de vivir.

En aquellos tiempos había una ley de la Iglesia que ordenaba que cuando una persona se sentía injustamente perseguida podía refugiarse en el templo principal de la ciudad y que allí no podían ir las autoridades a apresarle. Y sucedió que una pobre viuda se sintió injustamente perseguida por la emperatriz Eudoxia y por su primer ministro y se refugió en el templo del Arzobispo. Las autoridades quisieron ir allí a apresarla pero San Juan Crisóstomo se opuso y no lo permitió. Esto disgustó mucho a la emperatriz. Y unos meses más tarde Eudoxia peleó con su primer ministro y se propuso echarlo a la cárcel. Él corrió a refugiarse en el templo del arzobispo y aunque la policía de la emperatriz quiso llevarlo preso, San Juan Crisóstomo no lo permitió. El ministro que antes había querido llevarse prisionera a una pobre mujer y no pudo, porque el arzobispo la defendía, ahora se vio él mismo defendido por el propio santo. Eudoxia ardía de rabia por todo esto y juraba vengarse pero el gran predicador gritaba en sus sermones: “¿Cómo puede pretender una persona que Dios le perdone sus maldades si ella no quiere perdonar a los que le han ofendido?”

Eudoxia se unió con un terrible enemigo que tenía Crisóstomo, y era Teófilo de Alejandría. Este reunió un grupo de los que odiaban al santo y entre todos lo acusaron de un montón de cosas. Por ej. Que había gastado los bienes de la Iglesia en repartir ayudas a los pobres. Que prefería comer solo en vez de ir a los banquetes. Que a los sacerdotes que no se portaban debidamente los amenazaba con el grave peligro que tenían de condenarse, y que había dicho que la emperatriz, por las maldades que cometía, se parecía a la pérfida reina Jetzabel que quiso matar al profeta Elías, etc., etc.

Al oír estas acusaciones, el emperador, atizado por su esposa Eudoxia, decretó que Juan quedaba condenado al destierro. Al saber tal noticia, un inmenso gentío se reunió en la catedral, y Juan Crisóstomo renunció uno de sus más hermosos sermones. Decía: “¿Qué me destierran? ¿A qué sitio me podrán enviar que no esté mi Dios allí cuidando de mí? ¿Qué me quitan mis bienes? ¿Qué me pueden quitar si ya los he repartido todos? ¿Qué me matarán? Así me vuelvo más semejante a mi Maestro Jesús, y como El, daré mi vida por mis ovejas…”

Ocultamente fue enviado al destierro, pero sobrevino un terremoto en Constantinopla y llenos de terror los gobernantes le rogaron que volviera otra vez a la ciudad, y un inmenso gentío salió a recibirlo en medio de grandes aclamaciones.

Eudoxia, Teófilo y los demás enemigos no se dieron por vencidos. Inventaron nuevas acusaciones contra Juan, y aunque el Papa de Roma y muchos obispos más lo defendían, le enviaron desterrado al Mar Negro. El anciano arzobispo fue tratado brutalmente por algunos de los militares que lo llevaban prisionero, los cuales le hacían caminar kilómetros y kilómetros cada día, con un sol ardiente, lo cual lo debilitó muchísimo. El trece de septiembre, después de caminar diez kilómetros bajo un sol abrasador, se sintió muy agotado. Se durmió y vio en sueños que San Basilisco, un famoso obispo muerto hacía algunos años, se le aparecía y le decía: “Animo, Juan, mañana estaremos juntos”. Se hizo aplicarlos últimos sacramentos; se revistió de los ornamentos de arzobispo y al día siguiente diciendo estas palabras: “Sea dada gloria a Dios por todo”, quedó muerto. Era el 14 de septiembre del año 404.

Eudoxia murió unos días antes que él, en medio de terribles dolores. Al año siguiente el cadáver del santo fue llevado solemnemente a Constantinopla y todo el pueblo, precedido por las más altas autoridades, salió a recibirlo cantando y rezando. El Papa San Pío X nombró a San Juan Crisóstomo como Patrono de todos los predicadores católicos del mundo. Que Dios nos siga enviando muchos predicadores como él. ¿Si Dios está con nosotros, quién podrá contra nosotros? (San Pablo Rom.8).

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Juan_Crisostomo.htm)

12 septiembre, 2010

Nuestra Señora de Lajas

Oh, Nuestra Señora de Lajas;
vos sois la Santa Madre del
Redentor, que por una hermana
nuestra, estáis donde estáis,
pues aquél día, resplandores
Vuestros, anunciaron le, que
pintada estabais en la roca
como pidiendo que allí mismo
un Templo os levantaran en
honor Vuestro y, la hija de
aquella hermana nuestra, que
aquél día, que sordomuda era,
al ver la sagrada imagen, de
emoción, toda llena pronunció,
vuestro dulce nombre ¡María!,
y curada quedó al instante y así,
os levantaron Vuestra casa, gente
que desconocía de construir,
pero; dichosos, aquellos, de quien
Vuestro hijo, diga: “He oído
a mi Madre hablar bien de vos”,
oh, Nuestra Señora de Lajas.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado

_____________________________

12 de Septiembre

Nuestra Señora de las Lajas

En los límites entre Colombia y Ecuador hay un santuario hermosísimo, maravilla de quienes lo visitan. Allí se venera la imagen de nuestra Señora de las Lajas, y miles y miles de peregrinos de los dos países la visitan cada año y obtienen maravillosos favores de Dios. Cuenta la tradición que una india iba por aquellos campos buscando leña cuando observó unos resplandores en una roca. Se acercó y vio pintada en la piedra una bella imagen de la Sma. Virgen del Rosario. Dio la noticia al Señor Cura de Ipiales el cual se trasladó allí con varios vecinos y al contemplar tan bella y atrayente imagen se propuso construir en el sitio un templo a Nuestra Señora.

Sigue contando la tradición que aquella india, Juana Mueses, llevaba sobre sus espaldas una hija llamada Rosa, que era sordomuda, y que la niñita al ver la sagrada imagen pronunció el dulce nombre de María, y quedó curada de su mudez y de su sordera. La santa imagen representa a la Virgen del Rosario, con sus dos grandes devotos: Santo Domingo y San Francisco. Allí junto a ella se han obrado milagros impresionantes, y por eso es visitada por tan inmenso número de peregrinos.

Siempre tenemos que recordar que quien hace el milagro no es la imagen que es pintura y materiales sin vida, sino Dios Santísimo, quien al ver la fe de los devotos y al oír los ruegos que la Madre Santísima le hace por ellos, les concede toda clase de bendiciones y ayudas. El nombre de “Lajas” proviene de unas piedras muy lisas, llamadas así, y que componen todos aquellos alrededores. Este sitio es un cañón rocoso profundo e impresionante.

El templo es de estilo gótico y su presencia es imponente y majestuosa, proporcionada a la solemne majestuosidad de aquellos impresionantes abismos. Uno de los más populares benefactores del templo de las Lajas fue “el ciego Rivera”, quien sin la luz de sus ojos recorrió campos, pueblos y ciudades mendigando dinero para comprar materiales con los cuales construirle el santuario a Nuestra Señora. Es el amor a la Madre que no repara en sacrificios con tal de poder levantarle un templo digno de tan Gran Benefactora. Nos podemos imaginar cómo le habrá recompensado Ella en la eternidad.

El arquitecto Espinoza la construyó con obreros que no sabían nada de construcción. Labradores campesinos a los cuales él tenía que enseñarles desde el modo como se hace una formaleta hasta la proporción en que hay que mezclar la arena y el cemento. Pero la buena voluntad pudo más que las dificultades que se presentaban. Y trabajando fueron aprendiendo.

Qué hermoso que cuando nos presentemos a Jesucristo en el día del juicio para que nos señale nuestro puesto en la eternidad, le podamos oír decir: “He oído a mi Madre hablar bien de ti”.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Nuestra_Señora_de_las_Lajas.htm)

10 septiembre, 2010

San Nicolás de Tolentino

Oh, San Nicolás de Tolentino;
vos sois el hijo del Dios de la
vida y para vuestros padres, y
en gratitud a San Nicolás de Bari,
“Nicolás”, regalo del cielo, al
darles a ellos, tamaño virtuoso
hombre. Predicador de dulce
verbo, amable y poderoso y al
que las gentes de aquél tiempo
en alma y cuerpo se rindieron,
mientras que, de vuestras manos
y labios, surgían, los milagros
de Dios. Vuestra vida, amar fue
del purgatorio a las almas, a los
afligidos ayudar, convertir a los
pecadores y sembrar paz en los
hogares. Dijisteis antes de morir:
“No digan nada a nadie”. “Den
gracias a Dios, y no a mí. Yo no
soy más que un poco de tierra.
Un pobre pecador”, Así pues,
por la vida pasasteis, con una
entrega total de amor, imitando
a Jesús Cristo Nuestro Señor,
quien os premió con corona de
luz, que brilla y jamás perece,
“victorioso con el pueblo santo”;
Oh, San Nicolás de Tolentino.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
______________________________

10 de Septiembre

San Nicolás de Tolentino
Año 1305

Obra santa y piadosa es orar por los difuntos, para que descansen de sus penas (2 Macab.) El nombre Nicolás significa: “Victorioso con el pueblo” (Nico = victorioso. Laos = pueblo).

El sobrenombre Tolentino le vino de la ciudad italiana donde trabajó y murió. Sus papás después de muchos años de matrimonio no tenían hijos, y para conseguir del cielo la gracia de que les llegara algún heredero, hicieron una peregrinación al santuario de San Nicolás de Bari. Al año siguiente nació este niño y en agradecimiento al santo que les había conseguido el regalo del cielo, le pusieron por nombre Nicolás.

Ya desde muy pequeño le gustaba alejarse del pueblo e irse a una cueva a orar. Cuando ya era joven, un día entró a un templo y allí estaba predicado un famoso fraile agustino, el Padre Reginaldo, el cual repetía aquellas palabras de San Juan: “No amen demasiado el mundo ni las cosas del mundo. Todo lo que es del mundo pasará”. Estas palabras lo conmovieron y se propuso hacerse religioso. Pidió ser admitido como agustino, y bajo la dirección del Padre Reginaldo hizo su noviciado en esa comunidad.

Ya religioso lo enviaron a hacer sus estudios de teología y en el seminario lo encargaron de repartir limosna a los pobres en la puerta del convento. Y era tan exagerado en repartir que fue acusado ante sus superiores. Pero antes de que le llegara la orden de destitución de ese oficio, sucedió que impuso sus manos sobre la cabeza de un niño que estaba gravemente enfermo diciéndole: “Dios te sanará”, y el niño quedó instantáneamente curado. Desde entonces los superiores empezaron a pesar que sería de este joven religioso en el futuro.

Ordenado de sacerdote en el año 1270, se hizo famoso porque colocó sus manos sobre la cabeza de una mujer ciega y le dijo las mismas palabras que había dicho al niño, y la mujer recobró la vista inmediatamente. Fue a visitar un convento de su comunidad y le pareció muy hermoso y muy confortable y dispuso pedir que lo dejaran allí, pero al llegar a la capilla oyó una voz que le decía: “A Tolentino, a Tolentino, allí perseverarás”. Comunicó esta noticia a sus superiores, y a esa ciudad lo mandaron.

Al llegar a Tolentino se dio cuenta de que la ciudad estaba arruinada moralmente por una especie de guerra civil entre dos partidos políticos, los güelfos y los gibelinos, que se odiaban a muerte. Y se propuso dedicarse a predicar como recomienda San Pablo. Oportuna e inoportunamente”. Y a los que no iban al templo, les predicaba en las calles.

A Nicolás no le interesaba nada aparecer como sabio ni como gran orador, ni atraerse los aplausos de los oyentes. Lo que le interesaba era entusiasmarlos por Dios y obtener que cesara las rivalidades y que reinara la paz. El Arzobispo San Antonino, al oírlo exclamó: “Este sacerdote habla como quien trae mensajes del cielo. Predica con dulzura y amabilidad, pero los oyentes estallan en lágrimas al oírle. Sus palabras penetran en el corazón y parecen quedar escritas en el cerebro del que escucha. Sus oyentes suspiran emocionados y se arrepienten de su mala ida pasada”.

Los que no deseaban dejar su antigua vida de pecado hacían todo lo posible por no escuchar a este predicador que les traía remordimientos de conciencia. Uno de esos señores se propuso irse a la puerta del templo con un grupo de sus amigos a boicotearle con sus gritos y desórdenes un sermón al Padre Nicolás. Este siguió predicando como si nada especial estuviera sucediendo. Y de un momento a otro el jefe del desorden hizo una señal a sus seguidores y entró con ellos al templo y empezó a rezar llorando, de rodillas, muy arrepentido. Dios le había cambiado el corazón. La conversión de este antiguo escandaloso produjo una gran impresión en la ciudad, y pronto ya San Nicolás empezó a tener que pasar horas y horas en el confesionario, absolviendo a los que se arrepentían al escuchar sus sermones.

Nuestro santo recorría los barrios más pobres de la ciudad consolando a los afligidos, llevando los sacramentos a los moribundos, tratando de convertir a los pecadores, y llevando la paz a los hogares desunidos. En las indagatorias para su beatificación, una mujer declaró bajo juramento que su esposo la golpeaba brutalmente, pero que desde que empezó a oír al Padre Nicolás, cambió totalmente y nunca la volvió a tratar mal. Y otros testigos confirmaron tres milagros obrados por el santo, el cual cuando conseguía una curación maravillosa les decía: “No digan nada a nadie”. “Den gracias a Dios, y no a mí. Yo no soy más que un poco de tierra. Un pobre pecador”.

Murió el 10 de septiembre de 1305, y cuarenta años después de su muerte fue encontrado su cuerpo incorrupto. En esa ocasión le quitaron los brazos y de la herida salió bastante sangre. De esos brazos, conservados en relicarios, ha salido periódicamente mucha sangre. Esto ha hecho más popular a nuestro santo.

San Nicolás de Tolentino vio en un sueño que un gran número de almas del purgatorio le suplicaban que ofreciera oraciones y misas por ellas. Desde entonces se dedicó a ofrecer muchas santas misas por el descanso de las benditas almas. Quizás a nosotros nos quieran pedir también ese mismo favor las almas de los difuntos.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Nicolás_de_Tolentino.htm)

09 septiembre, 2010

San Pedro Claver


Oh, San Pedro Claver, santo,
vos sois el hijo del Dios
de la vida, y “esclavo de
los negros para siempre”.
Visitabais a diario, las
barracas en el puerto, donde
predicabais la palabra de
Dios, convirtiendo a miles
y bautizándolos también. A
los enfermos atendíais y de
igual modo a los moribundos,
a quienes dabais medicinas
y alimentos, y a los niños,
una dulce lluvia de caramelos.
Así vuestra vida continuó
hasta el final, conforme lo
habíais prometido y el día
de la Natividad de Nuestra
Señora, fue vuestra alma
arrebatada, para corona de
luz, recibir del Padre eterno,
como justo premio a vuestra
entrega de amor y fidelidad;
oh, San Pedro Claver, santo.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_______________________________

9 de Setiembre

San Pedro Claver


Nació en 1581 en España, y desde niño mostró grandes cualidades de inteligencia y de espíritu, siendo destinado por sus padres al servicio de la Iglesia. Al terminar sus estudios en la universidad de Barcelona, y tras recibir las órdenes menores, el santo fue aceptado por la Compañía de Jesús.

Gracias a la influencia y consejos de San Alfonso Rodríguez -portero del monasterio jesuita donde San Pedro vivía- el santo decidió abandonar España en 1610 para asumir las misiones de evangelización en las Indias Occidentales, específicamente en la colonia de Nueva Granada, hoy república de Colombia.

En 1615 fue ordenado sacerdote en Cartagena, y fue ahí donde el santo, al ver la entrega y servicio del P. Alfonso Sandoval por los miles de esclavos negros provenientes del África, tomó la decición de convertirse en ” esclavo de los negros para siempre” y pese a su timidez y falta de confianza en sí mismo, el santo se entregó a aquella misión con tenacidad y mucho entusiasmo. Sus labores empezaban con la visita casi diaria a las barracas en el puerto, donde conversaba y predicaba la palabra de Dios, logrando la conversión y el bautismo de miles de ellos.

Además, atendía a numerosos enfermos y moribundos, a quienes llevaba medicinas y alimentos, y a los niños, algunos dulces y caramelos. Su obra evangelizadora también se extendió por los valles y haciendas donde el santo iba a predicar y velar por el cuidado de sus “negros”, no sin antes vencer dificultades y penurias por parte de los hacendados.

La intensa actividad del santo deterioró su salud, y luego de bendecir a su sucesor en su misión apostólica falleció el 8 de setiembre de 1654, día de la Natividad de Nuestra Señora, y en medio de grandes muestras de amor y cariño popular. Fue canonizado el 1888, al mismo tiempo que su gran amigo San Alfonso Rodríguez.

(http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=270)

08 septiembre, 2010

Natividad de la Santísima Virgen María


Oh, Santa María del redentor
Madre, Vos sois la hija del Dios
de la vida y predilecta hija del
Redentor, desde antes de que
el mundo creado fuera, porque
elegida fuisteis en el inescrutable
corazón del Padre, porque Él;
quiso que así fuera y así fue,
para gloria del universo todo.
Vos así, os convertisteis, en la
depositaria de la Divinidad de
Cristo, a quien, vos, con vuestra
propia humanidad le cubristeis,
y desde entonces, os llamamos,
la “Kejaritomene”, llena de la
gracia, la Reina del cielo y la
bendita entre todas las mujeres,
Salve ¡oh!, María, Hija amorosa
de Santa Ana y San Joaquín;
Oh, María Santa; llena de gracia.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________

8 de Septiemmbre

Natividad de la Santísima Virgen María

Esta fiesta mariana tiene su origen en la dedicación de una iglesia en Jerusalén, pues la piedad cristiana siempre ha venerado a las personas y acontecimientos que han preparado el nacimiento de Jesús. María ocupa un lugar privilegiado, y su nacimiento es motivo de gozo profundo. En esta basílica, que había de convertirse en la iglesia de Santa Ana (siglo XII), san Juan Damasceno saludó a la Virgen niña: “Dios te salve, Probática, santuario divino de la Madre de Dios … ¡Dios te salve, María, dulcísima hija de Ana!”.
Aunque el Nuevo Testamento no reporta datos directos sobre la vida de la Virgen María, una tradición oriental veneró su nacimiento desde mediados del siglo V, ubicándolo en el sitio de la actual Basílica de “Santa Ana”, en Jerusalén. La fiesta pasó a Roma en el siglo VII y fue apoyada por el Papa Sergio I. Su fecha de celebración no tiene un origen claro, pero motivó que la fiesta de “La Inmaculada Concepción” se celebrara el 8 de diciembre (9 meses antes). El Papa Pío X quitó esta celebración del grupo de las fiestas de precepto

Himno
I

Hoy nace una clara estrella,
tan divina y celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo sol nace de ella.

De Ana y de Joaquín, oriente
de aquella estrella divina,
sale luz clara y digna
de ser pura eternamente;
el alba más clara y bella
no le puede ser igual,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

No le iguala lumbre alguna
de cuantas bordan el cielo,
porque es el humilde suelo
de sus pies la blanca luna:
nace en el suelo tan bella
y con luz tan celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

Gloria al Padre, y gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

O bien
II

Canten hoy, pues nacéis vos,
los ángeles, gran Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Canten hoy pues a ver vienen
nacida su Reina bella,
que el fruto que esperan de ella
es por quien la gracia tienen.

Dignan, Señora de vos,
que habéis de ser su Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Pues de aquí a catorce años,
que en buena hora cumpláis,
verán el bien que nos dais,
remedio de tantos daños.

Canten y digan, por vos,
que desde hoy tienen Señora,
y ensáyense desde ahora,
para cuando venga Dios.

Y nosotros que esperamos
que llegue pronto Belén,
preparemos también
el corazón y las manos.

Vete sembrando, Señora,
de paz nuestro corazón,
y ensayemos, desde ahora,
para cuando nazca Dios. Amén.

Oración

Concede, Señor, a tus hijos el don de tu gracia, para que, cuantos hemos recibido las primicias de la salvación por la maternidad de la Virgen María, consigamos aumento de paz en la fiesta de su Nacimiento. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/natividad_de_la_virgen.htm)

07 septiembre, 2010

Santa Regina

Oh, Santa Regina, vos sois
la hija del Dios de la vida
que despreciasteis la vida
mundana y en calabozo
terminasteis. Allí, azotada
fuisteis y a otros tormentos
sometida, hasta que una
noche, una visión del madero
santo os visitó, a la vez que
una voz, os habló y os dijo,
que pronto liberada seríais, y
en medio de vuestra ejecución,
una blanca paloma, apareció
y absortos, convirtieron sé, a
vuestra fe. Partisteis, sí, y el
Padre se alegró, y coronada
fuisteis, con corona de luz;
oh, Santa Regina, Vírgen y Mártir.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado

_____________________________

7 de Setiembre

Santa Regina

Mártir

Los niños piden -al menos así lo hacían en tiempos pasados- a los mayores que les cuenten un cuento a la hora de dormir. La condescendencia de los que les quieren, procurando su bien dormir, les lleva a ilustrar su imaginación con historias que unas veces son sólo producto del genio humano y otras… adornan la verdad de hechos ocurridos en la ordinariez de la vida con amplificaciones que hacen fantástica, amable y hasta apasionante la historia real. No sé si la historia de Regina servirá para rellenar esos momentos previos al descanso nocturno de los pequeños, pero no me cabe duda de que sí servirán a los adultos para que detengamos un momento nuestro ardoroso caminar.

Regina es palabra latina que se vierte al castellano por Reina. Así se llamaba nuestra protagonista de hoy. Fue una francesita hija de padre romano y de madre gala. Era el tiempo del Imperio. Cuando tenía quince años conoció a Cristo y le entregó su corazón, se bautizó y decidió darle para siempre su virginidad.

Es hermosa en demasía. El prefecto romano se enamoró de ella al verla. En su presencia, Regina confiesa su fe. Desde este momento comienzan las dificultades para la fidelidad. Fue puesta en la cárcel y con una amenaza: al regreso del prefecto, que necesariamente ha de ausentarse, ella debe haber cambiado de religión o conocerá el furor romano.

Sucede a la vuelta del personaje lo previsible con la gracia de Dios. Ella se niega a sacrificar a los ídolos, llegan las torturas, los hierros arañan y cortan su carne. También hay prodigios del Cielo: se producen terremotos, se oyen voces celestiales… hasta una paloma se acerca para consolarla, darle ánimos y curarla.

El ejemplo es tan llamativo que la gente se convierte a centenares. Por fin, es degollada. La candidez de la historia narrada, pletórica de elementos hiperbólicos y de adornos donados por la fantasía, expone un drama común y diario de mucha gente que bien merece la atención y el mimo del poeta, me refiero a todos esos que están dispuestos en serio a dar la vida por la fe que tienen y, llegado el momento, darla.

Fuente: Archidiócesis de Madrid

(http://www.mercaba.org/SANTORAL/Vida/09/09-07_S_regina_martir.htm)

06 septiembre, 2010

Santos Donaciano y Leto

Oh, Santos Donaciano y Leto;
vosotros sois, los hijos del
Dios de la vida y luces sendas
en la historia de la Iglesia,
porque ofrendasteis vuestras
vidas por el Dios único, eterno
y verdadero. Para vos Donaciano,
el desierto, tumba y para vos,
Leto, terrenal fuego humano,
y hoy, Donaciano y Leto, que
vuestras vidas entregasteis,
coronas de luz lucís, como
premio justo, a vuestro amor;
oh, Santos Donaciano y Leto.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado

____________________________

6 de Setiembre

Santos Donaciano y Leto
Mártires

En el año 484, Humerico, rey arriano de los vándalos, ordenó que todas las iglesias cristianas del Africa fueran clausuradas y confiscados los bienes del clero para entregarlos al pueblo africano. Por mandato real, congregaron a los obispos en el palacio, siendo conducidos lejos de la ciudad, y ordenados a que marcharan solos hacia el destierro. Ante tal injusticia, Donaciano y otros cuatro obispos de la provincia de Bisaseno, reunieron a numerosos cristianos para protestar frente a las puertas de la ciudad; el rey Humerico furioso por la revuelta, ordenó a sus soldados a matar y “aplastar” a los quejosos. Donaciano y los cuatro obispos fueron brutalmente golpeados y, en estado lamentable, se les condujo al desierto, donde quedaron abandonados para morir de hambre y sed.

San Leto, Obispo de la Leptis Menor, considerado “un hombre celoso y muy sabio,” y que se había ganado la enemistad de Humerico por su enérgica oposición al arrianismo, también fue encerrado en un calabozo estrecho, oscuro y pestilente, del cual lo sacaron al cabo de dos meses para quemarlo vivo.

(http://www.mercaba.org/SANTORAL/Vida/09/09-06_S_donaciano_y_leto.htm)