07 mayo, 2012

Santa Flavia Domitila


Oh, Santa Flavia Domitila, vos,
sois la hija del Dios de la vida
y, además su mártir, que, acusada
fuisteis, de renegado haber, de los
dioses paganos y, preferido a
Cristo, Jesús, Dios y Señor Nuestro
Y, martirio cruel recibisteis
junto a vuestro marido. Y, vos,
desterrada a Pandataria isla, pues
vos, de alcurnia noble erais. Así,
vos, demostrasteis, con coraje y
valor, que elegir a Jesús, como
fuente de vida y, vida abundante
fue es y será por siempre la mejor
elección. Vuestro apostolado, siempre
de amor lleno, proclamó en forma
clara y abundante, la excelencia
de la virginidad sobre el matrimonio.
Vos, no solo con vuestra virtuosa
vida, os contagiasteis de vuestro
fervor por Cristo, sino que, lo
hicisteis con vuestras dos vírgenes
sirvientas, que, pronto convertidas,
vivas, terminaron quemadas, por
razón de su fe y delación de paganos.
Vuestros verdugos, os quitaron
vuestra terrena vida, pero imaginaron
jamás, que, al hacerlo os daban
otra, eterna e imaginable siquiera;
para vivir hoy, toda coronada de luz;
oh, Santa Flavia Domitila, “virgen”.


© 2012 Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Mayo
Santa Flavia Domitila
Mártir


Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Domitila, mártir, que, siendo hija de la hermana del cónsul Flavio Clemente, fue acusada durante la persecución bajo el emperador Domiciano de haber renegado de los dioses paganos y, por ello, por su fe en Cristo, junto con otros muchos cristianos fue desterrada a la isla de Ponza, en el Lacio, en la que padeció un prolongado martirio (s. I/II).
Etimológicamente: Flavia = Aquella de cabellos dorados, es de origen latino.

El emperador es Vespasiano. Flavio Clemente es su sobrino, está casado con Flavia Domitila, se han hecho cristianos y es cónsul en el año 95. Tiene dos primos carnales que son Tito y Domiciano que, al no tener descendencia directa masculina, deberían dejar su puesto a uno de los hijos de Flavio Clemente según el derecho romano; poco faltó para que la Iglesia tuviera en el primer siglo un emperador cristiano, pero no sólo no fue así, sino que el emperador Domiciano desató una violenta persecución.

No distinguían muy bien por aquel entonces los que mandaban en Roma entre judíos y cristianos; los llaman simplemente paganos porque ni unos ni otros adoraban imágenes por seguir los Libros Santos. Vespasiano y Tito habían hecho la guerra y destruido la Ciudad Santa; los judíos y cristianos -que para ellos es igual- deben pagar impuestos. Como las cuentas cantan, Domiciano advierte por el monto de la recaudación el gran número de paganos que hay en el Imperio y ve que están presentes en todos los estamentos. Piensa que la depuración étnica se impone y Flavio Clemente, entre muchos, es denunciado -dice Suetonio «con acusaciones muy endebles»- y martirizado junto con su mujer o quizá ésta fuera mandada al destierro a la isla de Pandataria, como era costumbre entre los romanos para la gente noble. Así se concluyen los datos que proporciona la historia bien documentada.

Pero así como la historia ofrece unos datos seguros y fiables, la leyenda marca el paso de la historia a la ficción en la historia novelada para gusto y edificación de los cristianos cuando se habla de Flavia Domitila. Más que admitir la existencia de dos Flavias en el mismo tiempo y lugar, según los datos que se tienen, parece lo más probable y sensato aceptar la lectura en novela de la mártir Flavia Domitila, desdoblada.

Así nos encontramos con una novela de altos vuelos literarios en la que, con la base firme de la existencia de una mártir perteneciente a la más alta nobleza, se narra el destierro de Flavia, joven prometida de un joven pagano llamado Aureliano; los soldados Nereo y Aquileo, terminan por convencer a la novia para que acepte la virginidad rechazando la boda prevista. Se anota la esperada reacción violenta del joven pagano despreciado: denuncia como cristiana a la novia y la destierran a la isla de Poncia. La imaginación del autor hace intervenir al papa Clemente consagrando la virginidad de Flavia Domitila. Hay enredos entre amigos de la magia y adivinación por una parte y testigos que narran lo que pasó entre Pedro y Simón, el mago, por otra.

La protagonista que ocupa el centro del relato es un ejemplo de pulcritud y sensatez, mantiene el nervio de la historia con la valentía del seguimiento a Jesús ante la autoridad constituida, apareciendo también momentos de dudas que mantienen el suspense sobre los inciertos resultados de su elección, y ¡cómo no! su apostolado. Se desarrolla abundante doctrina para proclamar -en demasía- la excelencia de la virginidad sobre el matrimonio. El guión no está exento de elementos dramáticos que mantienen la atención de los lectores y oyentes con los enredos de seducción por parte de Aureliano, que acaba dramáticamente muerto por la decepción y el rechazo. También se condenan las orgías propias del tiempo y la vanagloria de quien no tiene más perspectiva que la vida presente.

La vuelta del destierro, además de poner fin a la preciosa novela ejemplar, sirve para describir el martirio con formas adecuadas al estilo del relato: Flavia Domilitila y sus dos sirvientas neoconversas por su ejemplo y palabras -también vírgenes cristianas- acaban quemadas vivas en su propia casa de Terracina por denuncia de paganos.

06 mayo, 2012

San Evodio de Antioquía


Oh, San Evodio de Antioquía,
vos, sois el hijo del Dios
de la vida, y su Obispo amado,
y el primer Obispo, por el
mismo San Pedro, ordenado,
terminando con su vida, en
cruel y martirio glorioso. Os
atribuyen a vos, la invención
del nombre "cristiano", porque,
a Cristo Jesús, Dios y Señor
Nuestro, amabais de manera
entrañable. Y, como todos los
hombres del Señor, vuestra
vida gastasteis y la donasteis
en favor de quien os la dio:
Dios Padre Todopoderoso, que
a su vez, os premió coronándoos
de luz, gloria y eternidad;
oh, San Evodio de Antioquía.


© 2012 Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Mayo
San Evodio de Antioquía
Obispo


Martirologio Romano: En Antioquía, san Evodio, el cual, como escribe san Ignacio a los Antioquenos, fue el primer Obispo, ordenado allí por el Apóstol san Pedro, y terminó la vida con glorioso martirio. († c.69)

Primer obispo de Antioquía después de San Pedro. Eusebio lo menciona así en su "Historia": "Y Evodio habiendo sido establecido como primer [obispo] de Antioquía, Ignacio floreció en este momento" (III, 22). El tiempo mencionado es el de Clemente de Roma y de Trajano, de los cuales Eusebio acaba de hablar. Harnack ha demostrado (después de descartar una teoría propia anterior) que Eusebio tenía una lista de los obispos de Antioquía, que no tenía sus fechas, y que se vio obligado a sincronizarlos aproximadamente con los Papas. Parece seguro que él tomó las tres listas episcopales de Roma, Alejandría y Antioquía de la "Cronografía", que Julio Africano publicó en 221.

La "Crónica de Eusebio" se ha perdido, pero en la traducción de San Jerónimo de la misma encontramos en tres años sucesivos las tres entradas:

que Pedro, habiendo fundado la Iglesia de Antioquía, es enviado a Roma, donde persevera como obispo durante 25 años;
que Marcos, el intérprete de Pedro, predica a Cristo en Egipto y Alejandría, y
que Evodio es ordenado primer obispo de Antioquía.

No tenemos ninguna mención de Evodio antes de la de Africano, pero ésta se ve confirmada por su contemporáneo, Orígenes, quien llama Ignacio al segundo obispo después de Pedro (Hom. IV, en Luc., III, 938A). Es curioso que la ordenación de Evodio no debiera haber sido dada en la "Cronografía" en el mismo año que la fundación de la Iglesia Antioqueña por Pedro, y Hort supone que las tres entradas deben haber pertenecido a un solo año en Eusebio; pero la evidencia no está a favor de esta simplificación. El año de la accesión de Ignacio, que es el de la muerte de Evodio, era desconocido para Eusebio, pues simplemente lo coloca en la "Crónica", junto con la muerte de Pedro y la accesión de Lino en Roma (Nerón 14-68), mientras que en la "Historia" lo menciona al comienzo del reinado de Trajano.

La fama de Ignacio causó que escritores posteriores, como San Atanasio y San Juan Crisóstomo, hablasen de él como si hubiese sido el sucesor inmediato de los Apóstoles. Jerónimo (De Vir. Ill., 16) y Sócrates (HE, VI, 8) lo llaman el "tercer" obispo después de San Pedro, pero esto es sólo porque ilógicamente incluyen a Pedro entre sus propios sucesores. Teodoreto y Pseudo-Ignacio representan a Ignacio como consagrado por Pedro. La dificultad que surgió así sobre Evodio se resolvió en las Constituciones Apostólicas que afirman que Evodio fue ordenado por Pedro e Ignacio por Pablo.

El cronógrafo bizantino, Juan Malalas (X, 252), relata que cuando Pedro iba de camino a Roma pasó por la gran ciudad de Antioquía, sucedió que Evodo (sic), el obispo y patriarca, murió y lo sucedió Ignacio; él le atribuye a Evodio la invención del nombre cristiano. Salmon no parece estar justificado en suponer que Malalas le atribuye cualquiera de esta información a Teófilo, el obispo de Antioquía del siglo II. Podemos estar seguros que Evodio es un personaje histórico, y realmente fue el predecesor de San Ignacio, pero las fechas de su ordenación y muerte son realmente inciertas. Ningún testigo anterior lo menciona como mártir.

Los griegos conmemoran juntos a “Evodo” y a Onesíforo (2 Tim. 1,16) como de los setenta discípulos y como mártires el 29 de abril, y también el 7 de septiembre. Evodio era desconocido para los martirologios occidentales, el Jeronimiano y los de Beda y Floro; pero Ado lo introdujo en el día 6 de mayo en el llamado "Martyrologium Romanum parvum" (el cual no preparó mucho antes de 860) y en su propia obra. Su fuente fue Pseudo-Ignacio, a quien cita en el “Libellus de fest. Apost." prefijado al martirologio propio. De él llegó la anotación a Usuardo y al resto, y al presente Martirologio Romano.

05 mayo, 2012

San Hilario de Arlés Obispo


Oh, San Hilario de Arlés, vos,
sois el hijo del Dios de la vida
y su Obispo santo, que, asido a
eremítica vida, designado fuisteis
a pesar vuestro, al episcopado.
Con vuestras manos trabajasteis
y, dando increíbles muestras de
humildad y pobreza, vestíais sólo
una túnica, ora en pleno abrazador
sol, ora en el crudo invierno. A
pie caminasteis y viajasteis por el
mundo vuestro, dado a la oración,
los ayunos, las vigilias, y la santa
predicación. La viva misericordia
de Dios, enseñasteis, a los pecadores
e incrédulos, y acogisteis a los
huérfanos, dándoles alimento
espiritual y material siempre. Llegó
el tiempo, como todo en esta vida
y, habiendo, con creces cumplido
con Dios, Él, mismo os llamó, para
premiaros con corona de luz, como
premio, a vuestro amor y caridad;
oh, San Hilario de Arlés, "Santo".

© 2012 Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de Mayo
San Hilario de Arlés
Obispo
 
Martirologio Romano: En Arlés, en la región de Provenza (Francia), san Hilarío, obispo, que, después de llevar vida eremítica en Lérins, fue promovido, muy a su pesar, al episcopado, en donde trabajando con sus propias manos, vistiendo una sola túnica tanto en verano como en invierno y viajando a pie, manifestó a todos su amor por la pobreza. Entregado a la oración, los ayunos y las vigilias, y perseverando en una predicación continua, mostró la misericordia de Dios a los pecadores, acogió a los huérfanos y no dudó en destinar para la redención de los cautivos todos los objetos de plata que se conservaban en la basílica de la ciudad. († 449)

Arzobispo, nacido por el año 401; fallecido el 5 de Mayo del 449.
El lugar preciso de su nacimiento es desconocido. Todo lo que se ha dicho es que perteneció a una notable familia de la parte Norte de Galia, de la cual probablemente descendió San Honorato, su predecesor de la Sede de Arles.

Culto y rico, Hilario había calculado todo para asegurar su éxito en el mundo, pero abandonó honores y riquezas ante las urgentes demandas de Honorato, acompañándolo a la hermita de Lerins, que este ultimo había fundado y dedicándose él mismo bajo la santa obediencia a practicar la austeridad y el estudio de la Sagrada Escritura.

Mientras tanto Honorato, quién había llegado a Arzobispo de Arles, estaba a punto de morir. Hilario corrió a su lado y lo asistió en sus últimos momentos. Estaba Hilario por partir de regreso a Lerins cuando fue retenido por la fuerza y proclamado arzobispo en lugar de Honorato.
Obligado a ceder a esta coacción, emprendió resueltamente las tareas de su pesado cargo, y asitió a varios concilios que tuvieron lugar en Riez, Orange, Vaison y Arles.

Seguidamente empezó entre él y el Papa San Leo la famosa riña que constituye una de las etapas más curiosas de la historia de la Iglesia de Gallicia. En una reunion de obispos que presidió en el año 444 y en la que estuvieron presentes San Euterio de Lyon y St German de Auxerre, destituyó por incapacidad a un tal Cheldonius.

Este ultimo se apresuró a ir a Roma, tuvo éxito en la intercesión de su causa ante el Papa y como resultado fue reinstalado en su sede. Hilario entonces solicitó al Papa San Leo que justificara su acción sobre el asunto, pero no fue bien recibido por el soberano pontífice y fue obligado a regresar precipitadamente a Galia.

Después de esto envió a algunos sacerdotes a Roma a explicar su conducta pero sin ningún buen resultado. Además algunas personas que estaban hostiles por dicho asunto llevaron varias acusaciones contra él a la Corte de Roma, por lo cual el Papa excomulgó a Hilario, transfiriendo las prerrogativas de su sede a Frejus y motivó la proclamación del Emperador Valentiniano III con el famoso decreto que liberaba a la Iglesia de Viena de toda dependencia de Arles.

Sin embargo hay razones para creer que una vez terminada la tormenta, fue restaurada la paz rápidamente entre Hilario y Leo. Estamos lejos de la época en que ocurrió esta memorable riña y los documentos que pueden arrojar una luz sobre ella son muy pocos para permitirnos emitir un juicio definitivo sobre esta causa y sus consecuencias.

Evidentemente existe el hecho que los respectivos derechos de la Corte de Roma y de la ciudad no estaban suficientemente clarificados en ese tiempo y que el derecho de apelación al papa, entre otros, no estaban explícitamente reconocidos. Existe un número de escritos que se atribuyen a San Hilario, pero están lejos de ser auténticos. Pere Quesnel los coleccionó todos en un apéndice al trabajo en el que ha publicado los escritos de San Leo.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

04 mayo, 2012

Santos Felipe y Santiago Apóstoles



Oh, Felipe y Santiago, Apóstoles;
vosotros, sois los hijos del Dios
de la vida y, que, la dicha tuvisteis
de servirle, dando os, en alma y
cuerpo y que, hasta el final, de
vuestras santas vidas, permanecisteis
el Reino, expandiendo de Aquél
que todo lo ve y juzga, en todos
los rincones del orbe de la tierra,
a donde, en vuestro tiempo llegasteis
y por vuestra obra, como vos,
Santiago, que escribisteis en vuestra
famosa carta así: “Oh ricos: si no
comparten con el pobre sus riquezas,
prepárense a grandes castigos del
cielo”. “Si alguno está triste, que
rece. Si alguno se enferma, que
llamen a los presbíteros y lo unjan
con aceite santo, y esa oración
le aprovechará mucho al enfermo”.
Por todo ello y más, Dios, mismo,
os coronó con la eternidad de la,
gloria, que brilla como seña viva,
para imitaros en vuestras santas
vidas, esparciendo la “buena nueva”
y luego, gozar, de las alegrías del
cielo prometido, en la amadísima
compañía de quien, con total entrega
de amor, fidelidad y entereza servisteis:
Nuestro amadísimo Señor Jesucristo;
oh, Felipe y Santiago; santos Apóstoles.

© 2012by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de Mayo
Santos Felipe y Santiago Apóstoles

San Felipe

El evangelio dice que nació en Betsaida en Galilea. San Juan cuenta que Jesús lo llamó a pertenecer al grupo de sus discípulos al día siguiente de haber llamado a San Pedro y San Andrés. Felipe fue el que llamó a Natanael o Bartolomé y lo llevó a donde Jesús. Cuando el Señor eligió a los 12 apóstoles, uno de los elegidos fue Felipe. Y el día de la multiplicación de los panes, antes de obrar el milagro, Jesús le preguntó a Felipe: “¿De dónde crees tú que podremos conseguir pan para tanta gente?”. Un día en que unos griegos extranjeros quisieron hablar con el Divino Maestro le pidieron a Felipe que los llevara hacia El. Y en la Ultima Cena este fue el apóstol que le dijo a Jesús: “Señor: muéstranos al Padre”, y Jesús le respondió: “Felipe, quien me ve a Mí, ve al Padre”. El día de Pentecostés, Felipe recibió junto con los otros apóstoles y la Virgen María, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.

Los narradores antiguos dicen que este Apóstol después de Pentecostés se fue a evangelizar a Bitinia, en el Asia Menor (cerca del Mar Negro). Papías, un autor del siglo II afirma que San Felipe logró el milagro de resucitar a un muerto. Y San Clemente de Alejandría dice que lo hicieron morir crucificado en una persecución contra los cristianos.

Santiago el Menor

Se le llama el Menor para diferenciarlo del otro apóstol, Santiago el Mayor (que fue martirizado poco después de la muerte de Cristo). El evangelio dice que era de Caná de Galilea, que su padre se llamaba Alfeo y que era familiar de Nuestro Señor. Es llamado “el hermano de Jesús”, no porque fuera hijo de la Virgen María, la cual no tuvo sino un solo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, sino porque en la Biblia se le llaman “hermanos” a los que provienen de un mismo abuelo: a los primos, tíos y sobrinos (y probablemente Santiago era “primo” de Jesús, hijo de alguna hermana de la Sma. Virgen). En la S. Biblia se lee que Abraham llamaba “hermano” a Lot, pero Lot era sobrino de Abraham. Y se le lee también que Jacob llamaba “hermano” a Laban, pero Laban era tío de Jacob.

Así que el decir que alguno era “hermano” de Jesús no significa que María tuvo más hijos, sino que estos llamados “hermanos”, eran simplemente familiares: primos, etc.

San Pablo afirma que una de las apariciones de Jesús Resucitado fue a Santiago. Y el libro de Los Hechos de los Apóstoles narra cómo en la Iglesia de Jerusalén era sumamente estimado este apóstol. (Lo llamaban “el obispo de Jerusalén”). San Pablo cuenta que él, la primera vez que subió a Jerusalén después de su conversión, fue a visitar a San Pedro y no vio a ninguno de los otros apóstoles, sino solamente a Santiago. Cuando San Pedro fue liberado por un ángel de la prisión, corrió hacia la casa donde se hospedaban los discípulos y les dejó el encargo de “comunicar a Santiago y a los demás”, que había sido liberado y que se iba a otra ciudad (Hech. 12,17). Y el Libro Santo refiere que la última vez que San Pablo fue a Jerusalén, se dirigió antes que todo “a visitar a Santiago, y allí en casa de él se reunieron todos los jefes de la Iglesia de Jerusalén” (Hech. 21,15). San Pablo en la carta que escribió a los Gálatas afirma: “Santiago es, junto con Juan y Pedro, una de las columnas principales de la Iglesia”. (Por todo esto se deduce que era muy venerado entre los cristianos).

Cuando los apóstoles se reunieron en Jerusalén para el primer Concilio o reunión de todos los jefes de la Iglesia, fue este apóstol Santiago el que redactó la carta que dirigieron a todos los cristianos (Hechos 15).

Hegesipo, historiador del siglo II dice: “Santiago era llamado ‘El Santo’. La gente estaba segura de que nunca había cometido un pecado grave. Jamás comía carne, ni tomaba licores. Pasaba tanto tiempo arrodillado rezando en el templo, que al fin se le hicieron callos en las rodillas. Rezaba muchas horas adorando a Dios y pidiendo perdón al Señor por los pecados del pueblo. La gente lo llamaba: ‘El que intercede por el pueblo’”. Muchísimos judíos creyeron en Jesús, movidos por las palabras y el buen ejemplo de Santiago. Por eso el Sumo Sacerdote Anás II y los jefes de los judíos, un día de gran fiesta y de mucha concurrencia le dijeron: “Te rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande admiración, te presentes ante la multitud y les digas que Jesús no es el Mesías o Redentor”. Y Santiago se presentó ante el gentío y les dijo: “Jesús es el enviado de Dios para salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes, sentado a la derecha de Dios”. Al oír esto, los jefes de los sacerdotes se llenaron de ira y decían: “Si este hombre sigue hablando, todos los judíos se van a hacer seguidores de Jesús”. Y lo llevaron a la parte más alta del templo y desde allá lo echaron hacia el precipicio. Santiago no murió de golpe sino que rezaba de rodillas diciendo: “Padre Dios, te ruego que los perdones porque no saben lo que hacen”.
El historiador judío, Flavio Josefo, dice que a Jerusalén le llegaron grandes castigos de Dios, por haber asesinado a Santiago que era considerado el hombre más santo de su tiempo.

Este apóstol redactó uno de los escritos más agradables y provechosos de la S. Biblia. La que se llama “Carta de Santiago”. Es un mensaje hermoso y sumamente práctico. Ojalá ninguno de nosotros deje de leerla. Se encuentra al final de la Biblia. Allí dice frases tan importantes como estas: “Si alguien se imagina ser persona religiosa y no domina su lengua, se equivoca y su religión es vana”. “Oh ricos: si no comparten con el pobre sus riquezas, prepárense a grandes castigos del cielo”. “Si alguno está triste, que rece. Si alguno se enferma, que llamen a los presbíteros y lo unjan con aceite santo, y esa oración le aprovechará mucho al enfermo” (de aquí sacó la Iglesia la costumbre de hacer la Unción de los enfermos). La frase más famosa de la Carta de Santiago es esta: “La fe sin obras, está muerta”. Es una frase que les disgusta mucho a los protestantes, porque ellos enseñan todo lo contrario. Ellos dicen que para salvarse no hacen falta las buenas obras, sino solamente la fe. Pero el Apóstol Santiago sabía mucho más que ellos, y repite que sin buenas obras, la fe queda muerta.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Felipe_Santiago_5_4.htm)

03 mayo, 2012

Veneración de la Santa Cruz


Oh, Madero Santo de la Cruz;
del cuerpo del Señor Nuestro
reposo, cruento, y Santa Elena
de Constantino madre; él, su
hijo; en Cristo Jesús, creyó
porque entre sueños vio, una
brillante Cruz, y como eco,
una voz que le decía: “con
este signo vencerás” y, fue
así; venció Constantino y a
los cristianos libertó; y Elena,
en Jerusalén, el venerable
madero halló y resucitaron
muertos y muchos prodigios,
obraron se por doquier;
oh, Madero Santo de la Cruz.


© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Año 326
Veneración de la Santa Cruz

La Invención o hallazgo de la Santa Cruz

Una canción religiosa dice: “Venid oh cristianos – la cruz veneremos – la cruz recordemos – de Cristo Jesús”. Tengamos siempre en nuestras casas la Santa Cruz. Un crucifijo que nos recuerde lo mucho que Jesús sufrió por salvarnos. Y ojalá besemos de vez en cuando sus manos y sus pies. Así lo hacían siempre los santos.

No nos acostemos jamás ni nos levantemos ningún día sin hacer la señal de la cruz, bien hecha, despacio, desde la frente hasta el pecho y del hombro izquierdo hasta el derecho, y pronunciando los tres Santísimos nombres del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto trae bendición y muchos favores celestiales, y aleja al demonio y libra de muchos males y peligros.

Oracion:

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Historia

“Con este signo vencerás”. Cuenta el historiador Eusebio de Cesarea que el general Constantino, hijo de Santa Elena, era pagano pero respetaba a los cristianos. Y que teniendo que presentar una terrible batalla contra el perseguidor Majencio, jefe de Roma, el año 311, la noche anterior a la batalla tuvo un sueño en el cual vio una cruz luminosa en los aires y oyó una voz que le decía: “Con este signo vencerás”, y que al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los batallones y que exclamó: “Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena”. Y la victoria fue total, y Constantino llegó a ser Emperador y decretó la libertad para los cristianos, que por tres siglos venían siendo muy perseguidos por los gobernantes paganos.

Escritores sumamente antiguos como Rufino, Zozemeno, San Cristótomo y San Ambrosio, cuentan que Santa Elena, la madre del emperador, pidió permiso a su hijo Constantino para ir a buscar en Jerusalén la cruz en la cual murió Nuestro Señor. Y que después de muchas y muy profundas excavaciones encontró tres cruces. Y como no sabían cómo distinguir la cruz de Jesús de las otras dos, llevaron una mujer agonizante. Al tocarla con la primera cruz, la enferma se agravó, al tocarla con la segunda, quedó igual de enferma de lo que estaba antes. Pero al tocarla con la tercera cruz, la enferma recuperó instantáneamente la salud. Y entonces Santa Elena, y el obispo de Jerusalén, Macario, y miles de devotos llevaron la cruz en piadosa procesión por las calles de Jerusalén. Y que por el camino se encontraron con una mujer viuda que llevaba a su hijo muerto a enterrar y que acercaron la Santa Cruz al muerto y éste resucitó.

Por muchos siglos se ha celebrado en Jerusalén y en muchísimos sitios del mundo entero, la fiesta de la Invención o hallazgo de la Santa Cruz el día 3 de Mayo.

02 mayo, 2012

San Atanasio


Oh, San Atanasio, vos, sois el hijo del
Dios de la vida, y que, al significado de
vuestro nombre hiciste honores, y, en
la plena época en que, Arrio, confundía
a los fieles, con su falsaria doctrina,
con valor sostuvisteis la verdad católica.
Desterrado, cinco veces fuisteis y, cuando
la civil autoridad, obligaros quiso a que,
de nuevo al hereje en la Iglesia recibieras,
lo rechazasteis vos, con valor y audacia.
Verdaderamente inmortal a vuestro nombre

hicisteis y, de gloria por siempre lo cubristeis
pues, con fortaleza de espíritu y de cuerpo

lo cubristeis, en la defensa de las verdades
de la fe y de Nuestra Santa Madre Iglesia,
con palabras caídas del cielo, hechas vivo
fuego, que sus vanas pretensiones calcinaron
de falsía todas llenas, para gloria de Aquél
que lo ve todo y juzga. Y, del mismo cielo,
que hoy, os cobija, como premio a vuestros
desvelos y el desgaste de vuestra vida,
una corona de luz y eternidad se os posó
como recompensa justa a vuestra entrega;
oh, San Atanasio, santo, “inmortal” y luz.



© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Mayo
San Atanasio
Doctor de la Iglesia

Atanasio, nombre que significa “inmortal”, nació en Egipto, en la ciudad de Alejandría, en el año 295. Llegado a la adolescencia, estudió derecho y teología. Se retiró por algún tiempo a un yermo para llevar una vida solitaria y allí hizo amistad con los ermitaños del desierto; cuando volvió a la ciudad, se dedicó totalmente al servicio de Dios.

Era la época en que Arrio, clérigo de Alejandría, confundía a los fieles con su interpretación herética de que Cristo no era Dios por naturaleza. Para considerar esta cuestión se celebró un concilio (el primero de los ecuménicos) en Nicea, ciudad del Asia Menor. Atanasio, que era entonces diácono, acompañó a este concilio a Alejandro, obispo de Alejandría, y con su doctrina, ingenio y valor sostuvo la verdad católica y refutó a los herejes y al mismo Arrio en las disputas que tuvo con él.

Cinco meses después de terminado el concilio con la condenación de Arrio, murió san Alejandro, y Atanasio fue elegido patriarca de Alejandría. Los arrianos no dejaron de perseguirlo y apelaron a todos los medios para echarlo de la ciudad e incluso de Oriente.

Fue desterrado cinco veces y cuando la autoridad civil quiso obligarlo a que recibiera de nuevo en el seno de la Iglesia a Arrio, excomulgado por el concilio de Nicea y pertinaz a la herejía, Atanasio, cumpliendo con gran valor su deber, rechazó tal propuesta y perseveró en su negativa, a pesar de que el emperador Constantino, en 336, lo desterró a Tréveris.

Durante dos años permaneció Atanasio en esta ciudad, al cabo de los cuales, al morir Constantino, pudo regresar a Alejandría entre el júbilo de la población. Inmediatamente renovó con energía la lucha contra los arrianos y por segunda vez, en 342, tuvo que emprender el camino del destierro que lo condujo a Roma.

Ocho años más tarde se encontraba de nuevo en Alejandría con la satisfacción de haber mantenido en alto la verdad de la doctrina católica. Pero llegó a tanto el encono de sus adversarios, que enviaron un batallón para prenderlo. Providencialmente, Atanasio logró escapar y refugiarse en el desierto de Egipto, donde le dieron asilo durante seis años los anacoretas, hasta que pudo volver a reintegrarse a su sede episcopal; pero a los cuatros meses tuvo que huir de nuevo. Después de un cuarto retorno, se vio obligado, en el año 362, a huir por quinta vez. Finalmente, pasada aquella furia, pudo vivir en paz en su sede.

San Atanasio es el prototipo de la fortaleza cristiana. Falleció el 2 de mayo del año 373. Escribió numerosas obras, muy estimadas, por las cuales ha merecido el honroso título de doctor de la Iglesia.

Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy: Fiesta de María Reparadora. Santos: Félix, Flaminia, Saturnino, Germán, Celestino, Exuperio, Ciriaco, Teódulo, Florencio, Eugenio, Longinos, Zoe, mártires; Antonino Pierozzi, confesor; Daniel, monje.

01 mayo, 2012

San José, Obrero




Oh, San José, Obrero, vos, sois
el hijo del Dios de la vida y hoy,
la Iglesia toda, os recuerda
como Patrono del trabajo, porque
vos, encarnasteis, con vuestro
oficio humilde de carpintero, el
más alto encargo que hombre alguno
haya recibido de Dios Padre: cubrir
de amor y sustento al Redentor de
la vida; Nuestro Señor Jesucristo.
Pablo VI, en vuestra vida inspirado,
virtuosa y ejemplar escribió asi:
“Vosotros, los hijos del trabajo,
que durante siglos habéis sido los
esclavos de la labor, buscad a aquel
que declara que la vida es sagrada,
que el obrero es libre de las cadenas
que la primacía del materialismo y
del egoísmo económico ha soldado no
sólo en torno de los puños de los
trabajadores, sino en torno de su
corazón y de su espíritu… Buscad
un principio, una razón que haga a
los hombres iguales, solidarios
entre sí, y que les devuelva la
fraternidad. Y ello no en el odio
contra otros hombres… Ya que todos
viven en una comunidad natural, que
traten de formar una sociedad humana
y que sientan la grandeza de ser
un pueblo”. Vos, que fuisteis el
padre terreno de Jesús, y que, además
os mostrasteis justo, vuestra vida
pasasteis en meditación y oración.
Y, llagando vuestras manos santas,
sustento disteis a vuestra familia.
Maestro fuisteis del silencio, la
generosidad, la dignidad y con el
trabajo, nos recordais sus derechos
y sus deberes a diario. Vos, lleváis
sobre vos, la más grande presea
de haber sido, el único hombre
que con Cristo Jesús compartisteis,
vuestra tarea diaria. Vos, sabeis que
vivís, pleno de gloria, como premio
justo a vuestro actuar maravilloso;
oh, San José, obrero, “Santo Patrono”.

© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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San José, Obrero
1º de Mayo

Hoy la Iglesia recuerda, en el día de los trabajadores, a san José, obrero. Pablo VI se ha expresado al respecto: “Vosotros, los hijos del trabajo, que durante siglos habéis sido los esclavos de la labor, buscad a aquel que declara que la vida es sagrada, que el obrero es libre de las cadenas que la primacía del materialismo y del egoísmo económico ha soldado no sólo en torno de los puños de los trabajadores, sino en torno de su corazón y de su espíritu… Buscad un principio, una razón que haga a los hombres iguales, solidarios entre sí, y que les devuelva la fraternidad. Y ello no en el odio contra otros hombres… Ya que todos viven en una comunidad natural, que traten de formar una sociedad humana y que sientan la grandeza de ser un pueblo”.

El mundo humano es el mundo del trabajo, hecho por la inteligencia, a través de las manos que en medio de la naturaleza señalaron el camino del progreso y la cultura. Dios concedió manos a otras especies, pero sólo a la mano del hombre le dio el carácter de herramienta. Toda la técnica sobre la cual se asienta la civilización es prolongación de esa mano que Dios otorgó al hombre.

Hoy celebramos al padre nutricio de Jesús, justo y humilde carpintero de Nazaret, que pasa la vida no sólo en la meditación y la oración, sino también en las fatigas de su artesanía. José es el símbolo de la prudencia, del silencio, de la generosidad, de la dignidad y de la aplicación en el trabajo; también lo es de los derechos y de los deberes respecto del trabajo.

San José fue un auténtico obrero en el pleno sentido de la palabra, y el único hombre que compartió con el Hijo de Dios la tarea de todos los días.

Recordamos hoy a todos los trabajadores de nuestra patria y del mundo, pidiendo al cielo para que sean instrumento de paz, de evangelización, de serena inteligencia, de valor y de confianza en sí mismos, de esperanzas de bien y de fervientes voluntad, dignos y sin retaceos en la hermandad de los hombres. Hoy la Iglesia recuerda, en el día de los trabajadores, a san José, obrero.

Juan Pablo II enseña que los hombres descubren pronto la cruz en su trabajo; precisamente por ello el esfuerzo humano es redentor, pues Cristo lo ha unido a su pasión: también él fue obrero y predicó su evangelio del trabajo conociendo íntimamente esta realidad que tiene por protagonistas a todos los hombres y mujeres del mundo.

Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy: Nuestra Señora de Estíbaliz. Santos: Jeremías, profeta; Amador, Asaf, obispos; Orencio, Paciencia, Columba, Anonimata, Andéolo, Segismundo, rey, mártires; Peregrino, Isidora, Arnulfo, Cariulfo, Domardo, Ricardo Pampuri, confesores; Grata, viuda.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/José_obrero.htm)