09 enero, 2013

San Julián



Oh, San Julián, vos, sois el hijo del
Dios de la vida, y, su amado santo,
que, a la vida en común hacer con
vuestra novia, os negasteis, y ella,
de acuerdo sobre las riquezas que
Dios, guarda para quienes, puros
se reportan a sus pies; al desierto
marcharon y fundando de Oración,
casas para Él, invitasteis e invitas a
los jóvenes seguidores vuestros en
la pureza, a imitaros. Vuestra vida,
continua cuaresma fue: ayuno, oración
abstinencia y meditación, todos los
días, hasta la misma tumba. Llegó,
el día de vuestro martirio y, a adorar
resistiéndoos a falsos dioses, valor
estoico mostrasteis, y entregasteis
feliz vuestra vida. ¿Dónde estaréis
ahora? ¿Dónde? No hay otro lugar
donde buscaros que, en el mismo
cielo y encontraros coronado de luz,
como justo premio a vuestro amor y fe;
oh, San Julián; “amor, virtud y luz”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_____________________________


9 de Enero
San Julián
Mártir
Año 304


Nació San Julián en la ciudad de Antioquía (en Siria), de una familia que se preocupó por darle una muy buena formación religiosa. Los papás querían que se casara con una joven muy virtuosa y de familia muy rica, pero Julián tuvo una visión en la cual vio algunos de los premios que Dios reserva para quienes conservan su virginidad y narró su visión a la novia. Y entonces los dos, de común acuerdo, hicieron voto de castidad o sea un juramento de conservarse siempre puros.

Los papás creían que ellos formarían un hogar, pero los novios se habían comprometido a conservar para siempre su virginidad. Y poco tiempo después murieron los padres de los dos jóvenes, y entonces Julián y su prometida se fueron cada uno a un desierto a orar, y a hacer penitencia y cada cual fundó un monasterio. Julián un monasterio para hombres y ella uno para mujeres.

Muchos hombres deseosos de conseguir la santidad se fueron a acompañar a Julián en su vida de religioso y lo nombraron superior. El los dirigió con especial cariño y con gran prudencia. Era el que más duro trabajaba, el que mayores favores hacía a todos y el más fervoroso en la oración. Y dedicaba muchas horas a la lectura de libros religiosos y a la meditación.

Su vida fue una continua Cuaresma, o sea un ayunar y guardar abstinencia y orar y meditar, todos los días, sin cansarse. A los súbditos nunca los reprendía con altanería ni con malos modos o delante de los demás, sino en privado, con frases amables, comprensivas y animadoras, que les demostraban el gran aprecio y amor que les tenía, y que llegaban al fondo del alma y obtenían verdaderas conversiones.

Los religiosos decían que Julián era muy exigente y duro para sí mismo, pero admirablemente comprensivo y amable para con los demás, y que gobernaba con tal prudencia y caridad a los monjes que éstos se sentían en aquél desierto más felices que si estuvieran en el más cómodo convento de la ciudad.

La persecución

Y sucedió que estalló en Antioquía la persecución contra los cristianos, y el gobernador Marciano ordenó apresar a Julián y a todos sus monjes. Centenares de cristianos fueron siendo quemados por proclamar su amor a Jesucristo, y cuando le llegó el turno a nuestro santo, se produjo el siguiente diálogo entre el perseguidor y Julián:

- Le ordenamos que adore la estatua de nuestro emperador.
- Yo no adoro sino única y exclusivamente al Dios del cielo.
- Su Dios y emperador es el Cesar de Roma.
- Mi jefe a quien adoro y obedezco es Nuestro Señor Jesucristo.
- ¿Cómo se le ocurre creer en uno que fue crucificado?
- Es que el crucificado ya resucitó y está sentado a la derecha de Dios Padre.
- ¿Te ríes de nuestros dioses y del emperador? Pues ahora que te atormenten te arrepentirás de haber procedido así.
- Dios ayuda a los que son sus amigos, y Cristo Jesús, que es muchísimo más importante y poderoso que el emperador, me dará las fuerzas y el valor para soportar los tormentos.
El perseguidor, viendo que con amenazas no lo conmueve, se propone cambiar de táctica y ofrecerle a Julián grandes premios si deja la santa religión:
- Tus padres eran personas muy importantes en esta ciudad. Si dejas de ser cristiano y adoras a nuestros dioses, te concederemos puestos de primera clase.
- Mis padres me están observando desde el cielo y se sienten muy contentos y muy honrados de que yo proclame mi fe en Cristo y derrame por El mi sangre.

Empiezan a darle a Julián terribles latigazos, con fuetes que tienen pedacitos de hierro en los extremos, pero uno de los verdugos al retirar rápidamente el fuete, es herido gravemente en un ojo por la punta de hierro del látigo. Julián oye el grito de dolor y llamando al verdugo le coloca sus manos sobre el ojo destrozado y se obtiene inmediatamente la curación.

Los verdugos le cortan la cabeza al santo, pero en ese momento el joven Celso, hijo del perseguidor Marciano, al ver con qué gran valentía y alegría ha ido a la muerte este amigo de Cristo, se declara él también seguidor de Jesús y se hace cristiano. Esta conversión fue considerada como un verdadero milagro espiritual obtenido por el martirio de Julián.

Y los amigos de Jesús queremos proclamar siempre y en todas partes nuestra fe, y preferir mil muertes y diez mil tormentos, antes que dejar nuestra santísima religión por irnos a religiones falsas que ni dan felicidad en esta vida ni consiguen salvación eterna.

San Julián: pídele a Cristo que nosotros logremos perseverar fieles a nuestra santa religión hasta la muerte.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Julian.htm)

08 enero, 2013

San Severino




Oh, San Severino, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo
y, a quien, Él, le proveyó de dos dones
maravillosos: el de profecía y el del 

buen consejo, que el Espíritu Santo, 
administraba para vos, por vuestra 
oración constante y fe inmaculada. Vos,
a menudo repetíais la bíblica palabra: 
“Para los que hacen el bien, habrá 
gloria, honor y paz. Pero, para los que 
hacen el mal, la tristeza y castigos vendrán”.
Y, anunciando que quienes dicen: “He
pecado y nada malo me ha pasado”,
están completamente equivocados, pues 

todo pecado, trae del cielo, castigos”. 
Y, esto, a muchos frenaba y les impedía 
seguir por la senda del vicio y del mal. 
“El remedio es rezar, dar limosnas a los 
pobres y hacer penitencia”. Decíais vos,
y la gente os oía. ¡Qué maravilla vuestro 

obrar! ¡Qué talento! ¡Que profecías!. 
Partisteis de este mundo, vuestra célebre 
frase pronunciando: “Todo ser que tiene 
vida, alabe al Señor”. Y, fue justo vuestro 
premio, pues, corona de luz, recibisteis;
oh, San Severino; “viva profecía y luz". 


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
________________________________

8 de Enero
San Severino
Predicador


Murió el 9 de enero del año 482, pronunciado la última frase del último salmo de la S. Biblia (el 150): “Todo ser que tiene vida, alabe al Señor”.

Había nacido probablemente en Roma el año 410. Es patrono de Viena (Austria) y de Baviera (Alemania).
Su biografía la escribió su discípulo Eugipio. A nadie decía que era de Roma (la capital del mundo en ese entonces) ni que provenía de una familia noble y rica, pero su perfecto modo de hablar el latín y sus exquisitos modales y su trato finísmo lo decían.

San Severino tenía el don de profecía (anunciar el futuro) y el don de consejo, dos preciosos dones que el Espíritu Santo regala a quienes le rezan con mucha fe.

Se fue a misionar en las orillas del río Danubio en Austria y anunció a las gentes de la ciudad de Astura que si no dejaban sus vicios y no se dedicaban a rezar más y a hacer sacrificios, iban a sufrir un gran castigo. Nadie le hizo caso, y entonces él, declarando que no se hacía responsable de la mala voluntad de esas cabezas tan duras, se fue a la ciudad de Cumana. Pocos días después llegaron los terribles “Hunos”, bárbaros de Hungría, y destruyeron totalmente la ciudad de Astura, y mataron a casi todos sus habitantes.

En Cumana, el santo anunció que esa ciudad también iba a recibir castigos si la gente no se convertía. Al principio nadie le hacía caso, pero luego llegó un prófugo que había logrado huir de Astura y les dijo: “Nada de lo terrible que nos sucedió en mi ciudad habría sucedido si le hubiéramos hecho caso a los consejos de este santo. El quiso liberarnos, pero nosotros no quisimos dejarnos ayudar”. Entonces las gentes se fueron a los templos a orar y se cerraron las cantinas, y empezaron a portarse mejor y a hacer pequeños sacrificios, y cuando ya los bárbaros estaban llegando, un tremendo terremoto los hizo salir huyendo. Y no entraron a destruir la ciudad.

En Faviana, una ciudad que quedaba junto al Danubio, había mucha carestía porque la nieve no dejaba llegar barcos con comestibles. San Severino amenazó con castigos del cielo a los que habían guardado alimentos en gran cantidad, si no los repartían. Ellos le hicieron caso y los repartieron. Entonces el santo, acompañado de mucho pueblo, se puso a orar y el hielo del río Danubio se derritió y llegaron barcos con provisiones.

Su discípulo preferido, Bonoso, sufría mucho de un mal de ojos. San Severino curaba milagrosamente a muchos enfermos, pero a su discípulo no lo quiso curar, porque le decía: “Enfermo puedes llegar a ser santo. Pero si estás muy sano te vas a perder.” Y por 40 años sufrió Bonoso su enfermedad, pero llegó a buen grado de santidad.

El santo iba repitiendo por todas partes aquella frase de la S. Biblia: “Para los que hacen el bien, habrá gloria, honor y paz. Pero para los que hacen el mal, la tristeza y castigos vendrán” (Romanos 2). Y anunciaba que no es cierto lo que se imaginan muchos pecadores: “He pecado y nada malo me ha pasado”. Pues todo pecado trae castigos del cielo. Y esto detenía a muchos y les impedía seguir por el camino del vicio y del mal.

San Severino era muy inclinado por temperamento a vivir retirado rezando y por eso durante 30 años fue fundando monasterios, pero las inspiraciones del cielo le mandaban irse a las multitudes a predicar penitencia y conversión. Buscando pecadores para convertir recorría aquellas inmensas llanuras de Austria y Alemania, siempre descalzo, aunque estuviera andando sobre las más heladas nieves, sin comer nada jamás antes de que se ocultara el sol cada día; reuniendo multitudes para predicarles la penitencia y la necesidad de ayudar al pobre y sanando enfermos, despertando en sus oyentes una gran confianza en Dios y un serio temor a ofenderle; vistiendo siempre una túnica desgastada y vieja, pero venerado y respetado por cristianos y bárbaros, y por pobres y ricos, pues todos lo consideraban un verdadero santo.

Se encontró con Odoacro, un pequeño reyezuelo, y le dijo proféticamente: “Hoy te vistes simplemente con una piel sobre el hombro. Pronto repartirás entre los tuyos los lujos de la capital del mundo”. Y así sucedió. Odoacro con sus Hérulos conquistó Roma, y por cariño a San Severino respetó el cristianismo y lo apoyó.

Cuando Odoacro desde Roma le mandó ofrecer toda clase de regalos y de honores, el santo lo único que le pidió fue que respetara la religión y que a un pobre hombre que habían desterrado injustamente, le concediera la gracia de poder volver a su patria y a su familia. Así se hizo.

Giboldo, rey de los bárbaros alamanos, pensaba destruir la ciudad de Batavia, San Severino le rogó por la ciudad y el rey bárbaro le perdonó por el extraordinario aprecio que le tenía a la santidad de este hombre.

En otra ciudad predicó la necesidad de hacer penitencia. La gente dijo que en vez de enseñarles a hacer penitencia les ayudara a comerciar con otras ciudades. El les respondió: “¿Para qué comerciar, si esta ciudad se va a convertir en un desierto a causa de la maldad de sus habitantes?”. Y se alejó de la ciudad. Poco después llegaron los bárbaros y destruyeron la ciudad y mataron a mucha gente.

En Tulnman llegó una terrible plaga que destruía todos los cultivos. La gente acudió a San Severino, el cual les dijo: “El remedio es rezar, dar limosnas a los pobres y hacer penitencia”. Toda la gente se fue al templo a rezar con él. Menos un hacendado que se quedó en su campo por pereza de ir a rezar. A los tres días la plaga se había ido de todas las demás fincas, menos de la inca del haciendo perezoso, el cual vio devorada por plagas toda su cosecha de ese año.

En Kuntzing, ciudad a las orillas del Danubio, este río hacía grandes destrozos en sus inundaciones, y le hacía mucho daño al templo católico que estaba construido a la orilla de las aguas. San Severino llegó, colocó una gran cruz en la puerta de la Iglesia y dijo al Danubio: “No te dejará mi Señor Jesucristo que pases del sitio donde está su santa cruz”. El río obedeció siempre y ya nunca pasaron sus crecientes del lugar donde estaba la cruz puesta por el santo.

El 6 de enero del año 482, fiesta de la Epifanía, sintió que se iba a morir, llamó entonces a las autoridades civiles de la ciudad y les dijo: “Si quieren tener la bendición de Dios respeten mucho los derechos de los demás. Ayuden a los necesitados y esmérense por ayudar todo lo más posible a los monasterios y a los templos”. Y entonando el salmo 150 se murió, el 8 de enero.

A los seis años fueron a sacar sus restos y lo encontraron incorrupto, como si estuviera recién enterrado. Al levantarle los párpados vieron que sus bellos ojos azules brillaban como si apenas estuviera dormido.
Sus restos han sido venerados por muchos siglos, en Nápoles. En Austria todavía se conserva en uno de los conventos fundados por él, la celda donde el santo pasaba horas y horas rezando por la conversión de los pecadores y la paz del mundo.

Señor Jesús: que no nos suceda nunca ser castigados por la justicia Divina como aquellos pueblos que no quisieron escuchar la invitación de San Severino a convertirse. Recuérdanos la frase del libro santo: “Hoy si escucháis la voz de Dios no endurezcáis vuestro corazón” (Salmo 94). Que escuchemos siempre a los profetas que nos llaman a la conversión, y que dejando nuestra mala vida pasada, salvemos nuestra alma. Amén.


07 enero, 2013

San Raimundo de Peñafort



Oh, San Raimundo de Peñafort, vos,
sois el hijo del Dios de la vida y su
amado santo, que, recibisteis de Él,
“la eficacia de la palabra”, con la que,
a propios y extraños conquistasteis,
cuando os oían hablar en favor de la
doctrina de Nuestro Señor Jesucristo.
Con vuestra pluma, constancia dejasteis
de cómo, los antiguos respondían
respecto de la fe, en vuestro libro
“Summa”, así, como también en los
“Decretales”, para saber qué ordenaron
y qué prohibieron los Pontífices y
concilios del tiempo antiguo. Con San
Pedro Nolasco, la Orden de los “Mercedarios”,
fundasteis, al rescate dedicada de los
secuestrados cristianos, de manos de los
musulmanes ¿Qué premio del Creador
recibisteis, padre del “Buen Consejo”?:
¡Corona de luz! que brilla imperecedera;
oh, San Raimundo de Peñafort, “luz”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________________
7 de Enero
San Raimundo de Peñafort


Raimundo significa “Buen consejo”. Nació en Peñafort, cerca de Barcelona, España, en 1175. A los 20 años ya era profesor de filosofía en un colegio de Barcelona, y a los 30 años era profesor en la famosa Universidad de Bolonia (Italia), donde se había doctorado.

En 1222 entró en la Comunidad de Padres Dominicos cuando apenas hacía ocho meses que había muerto San Domingo de Guzmán, el fundador de esa Comunidad.

Pidió a sus superiores que le pusieran oficios duros y humillantes para hacer penitencia de sus pecados, especialmente de su orgullo. Pero los superiores le pusieron por oficio y tarea el dedicarse a coleccionar las respuestas que los sabios antiguos de la Iglesia daban a ciertas preguntas difíciles de los fieles, lo cual llamó “Casos de conciencia” y compuso entonces su famoso libro llamado “Summa” o resumen de respuestas difíciles en la confesión.

Raimundo obtuvo de Dios la “eficacia de la palabra”, o sea que su predicación lograra conmover a los oyentes y convertirlos. Y así recorrió ciudades y campos de Aragón, Castilla y Cataluña y los que lo acompañaban decían que parecía casi imposible que un predicador lograra tantas transformaciones con sus sermones.

Junto con San Pedro Nolasco, Raimundo fundó la Comunidad de los Padres Mercedarios, dedicada a rescatar a los cristianos secuestrados por los mahometanos o turcos.

En 1230 el Papa Gregorio IX llamó a Raimundo a Roma y entre otros cargos que le dio, lo nombró su confesor. Una de las penitencias que éste santo le puso al Sumo Pontífice fue que atendiera siempre muy bien las peticiones que le hicieran los pobres.

El Papa le encomendó que recogiera y publicara todos los decretos que habían dado los Pontífices y los Concilios. Después de tres años de trabajo publicó su famosísimo libro titulado “Decretales”, el cual han tenido que consultar después por varios siglos todos los que quieren saber que ordenaron o qué prohibieron los Pontífices y Concilios de la antigüedad.

El Pontífice lo nombró obispo, pero poco después el santo obtuvo que el Papa le aceptara la renuncia. Los religiosos de su Comunidad lo eligieron Superior General, pero a los dos años renunció. Se consideraba apto para predicar y escribir, pero no para mandar.

Los últimos 33 años de su vida los dedicó a convertir cristianos pecadores y a obtener que muchos musulmanes se pasaran al cristianismo. En una carta a su superior en 1256 le informa que ya ha logrado que 10,000 mahometanos se vuelvan cristianos.

Este santo murió cuando estaba por cumplir los 100 años, en 1275. Dos reyes asistieron a su entierro y en su sepulcro se obraron maravillosos milagros.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Raimundo_de_Peñafort.htm)



06 enero, 2013

Solemnidad de la Epifanía del Señor




Desde oriente
Los Magos Reyes
Ya llegaron
Y en la arena
Contritas rodillas
Adoran al Dios Niño
Oro
Incienso y
Mirra
Para el Rey del universo
Y en el mundo nuestro ¿Cuántos
como Melchor, Gaspar y Baltazar?
¡¿Cuántos?! ¡¿Cuántos?! ¡¿Cuántos?!.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_____________________________
6 de Enero
Solemnidad de la Epifanía del Señor


La Epifanía es una de las fiestas litúrgicas más antiguas, más aún que la misma Navidad. Comenzó a celebrarse en Oriente en el siglo III y en Occidente se la adoptó en el curso del siglo IV. Epifanía, voz griega que a veces se ha usado como nombre de persona, significa “manifestación”, pues el Señor se reveló a los paganos en la persona de los magos.

Tres misterios se han solido celebrar en esta sola fiesta, por ser tradición antiquísima que sucedieron en una misma fecha aunque no en un mismo año; estos acontecimientos salvíficos son la adoración de los magos, el bautismo de Cristo por Juan y el primer milagro que Jesucristo, por intercesión de su madre, realizó en las bodas de Caná y que, como lo señala el evangelista Juan, fue motivo de que los discípulos creyeran en su Maestro como Dios.

Para los occidentales, que, como queda dicho más arriba, aceptaron la fiesta alrededor del año 400, la Epifanía es popularmente el día de los reyes magos. En la antífona de entrada de la misa correspondiente a esta solemnidad se canta: “Ya viene el Señor del universo; en sus manos está la realeza, el poder y el imperio”. El verdadero rey que debemos contemplar en esta festividad es el pequeño Jesús. Las oraciones litúrgicas se refieren a la estrella que condujo a los magos junto al Niño Divino, al que buscaban para adorarlo.

Precisamente en esta adoración han visto los santos padres la aceptación de la divinidad de Jesucristo por parte de los pueblos paganos. Los magos supieron utilizar sus conocimientos-en su caso, la astronomía de su tiempo- para descubrir al Salvador, prometido por medio de Israel, a todos los hombres.

El sagrado misterio de la Epifanía está referido en el evangelio de san Mateo. Al llegar los magos a Jerusalén, éstos preguntaron en la corte el paradero del “Rey de los judíos”. Los maestros de la ley supieron informarles que el Mesías del Señor debía nacer en Belén, la pequeña ciudad natal de David; sin embargo fueron incapaces de ir a adorarlo junto con los extranjeros. Los magos, llegados al lugar donde estaban el niño con María su madre, ofrecieron oro, incienso y mirra, sustancias preciosas en las que la tradición ha querido ver el reconocimiento implícito de la realeza mesiánica de Cristo (oro), de su divinidad (incienso) y de su humanidad (mirra).

A Melchor, Gaspar y Baltasar -nombres que les ha atribuido la leyenda, considerándolos tres por ser triple el don presentado, según el texto evangélico -puede llamárselos adecuadamente peregrinos de la estrella. Los orientales llamaban magos a sus doctores; en lengua persa, mago significa “sacerdote”. La tradición, más tarde, ha dado a estos personajes el título de reyes, como buscando destacar más aún la solemnidad del episodio que, en sí mismo, es humilde y sencillo. Esta atribución de realeza a los visitantes ha sido apoyada ocasionalmente en numerosos pasajes de la Escritura que describen el homenaje que el Mesías de Israel recibe por parte de los reyes extranjeros.

La Epifanía, como lo expresa la liturgia, anticipa nuestra participación en la gloria de la inmortalidad de Cristo manifestada en una naturaleza mortal como la nuestra. Es, pues, una fiesta de esperanza que prolonga la luz de Navidad.

Esta solemnidad debería ser muy especialmente observada por los pueblos que, como el nuestro, no pertenecen a Israel según la sangre. En los tiempos antiguos, sólo los profetas, inspirados por Dios mismo, llegaron a vislumbrar el estupendo designio del Señor: salvar a la humanidad entera, y no exclusivamente al pueblo elegido.

Con conciencia siempre creciente de la misericordia del Señor, construyamos desde hoy nuestra espiritualidad personal y comunitaria en la tolerancia y la comprensión de los que son distintos en su conducta religiosa, o proceden de pueblos y culturas diferentes a los nuestros.

Sólo Dios salva: las actitudes y los valores humanos, la raza, la lengua, las costumbres, participan de este don redentor si se adecuan a la voluntad redentora de Dios, “nunca” por méritos propios. Las diversas culturas están llamadas a encarnar el evangelio de Cristo, según su genio propio, no a sustituirlo, pues es único, original y eterno.

05 enero, 2013

San Telésforo





Oh, San Telésforo, vos sois
el hijo del Dios de la vida,
su amado santo y mártir. Por
San Ireneo, sabemos que vos,
sufristeis glorioso martirio,
y que, hicisteis honor al
significado de vuestro nombre:
“el que cumple”. Y, vos así
lo hicisteis, hasta el final
de vuestra vida, a la Iglesia
y a los pobres, donándoos en
cuerpo y alma, por vuestra fe
en Cristo, y por no renegar
de creer en un solo Dios. Vos,
valiente siempre fuisteis y
predicabais la Palabra de Dios
ante cualquiera, bajo pena de
sufrir prisión o pena de muerte.
Por ello y por mucho más, Dios
os premió, con corona de luz;
como justo premio a vuestra
entrega de amor y ejemplo;
oh, San Telésforo, "dulce mártir".


© 2013 Luis Ernesto Chacón Delgado
___________________________

5 de Enero
San Telésforo
VIII Papa y mártir



Martirologio Romano: En Roma, muerte de san Telesforo, papa, que, según recuerda san Ireneo, siendo el séptimo sucesor de los apóstoles, sufrió un glorioso martirio (c. 136).

Etimológicamente significa “el que cumple”. Viene de la lengua griega.

Estamos hoy luchando contra una cultura pagana que exalta la violencia y el sexo, entre otras cosas. Pues bien, Telesforo, que murió el año 136, nació en Grecia y por razones de estudios y de su gran valía personal, se marchó a Roma en donde se ordenó de sacerdote para prestar un servicio mucho más abnegado a la Iglesia y a los pobres.

De los 14 obispos que siguieron a san Pedro en al papado hasta el fin del siglo II, cada uno de ellos está anotado en la lista de los mártires que dieron su vida por la fe en Cristo, y por no renegar de lo que Dios les había concedido.

El era un cristiano de proa. Su valentía era tan grande que no temía predicar la Palabra de Dios ante cualquiera, so pena de caer en sus garras mortíferas.

No cabe duda de que le hubiera sido muy fácil renegar de sus principios y así quedar bien con el emperador y, de este modo, salvar la vida de muchos cristianos.

Pero estoy seguro de que los mismos creyentes – de haberle hecho caso al emperador – se hubieran vuelto contra él.

Siempre hizo honor a su nombre. Cuando tuvo que suceder al Papa anterior, Sixto I, no se lo pensó dos veces. Lo guiaba su amor a Dios y su afán de extender su palabra por todas partes. ¡Ojalá que hubiera tenido – como hoy – páginas web en internet para poder comunicarse con todo el mundo! Como lo hacen hoy todas la diócesis sensibilizadas con el mensaje de Cristo Salvador.


San Irineo, un padre inteligente de la primitiva Iglesia, dice que Telesforo sufrió un glorioso martirio. Y tan es así que en todo el Oriente y en Occidente hay iglesias que lo honran y lo veneran después de tantos siglos. El emperador que reinaba en su tiempo era Adrián

En el arte se le representa como un Papa con un cáliz con tres Hostias.


“Ha triunfado quien unió lo útil a lo agradable” (Horacio).

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

04 enero, 2013

Beata Angela de Foligno




Oh, Beata Angela de Foligno, vos, sois la
hija del Dios de la vida y su amada beata.
Aquella mujer que, de Dios mismo recibisteis
el consejo sabio, de que, el camino mejor
para la santidad alcanzar, estudiar la vida
de Cristo es, y tratar de imitarlo, cuestión
que vos, hicisteis de singular manera. “Yo,
Angela de Foligno, tuve que atravesar muchas
etapas en el camino de la penitencia o
conversión. La primera fue convencerme
de lo grave y dañoso que es el pecado.
La segunda el sentir arrepentimiento y
Vergüenza de haber ofendido al buen Dios.
La tercera hacer confesión de todos mis
pecados. La cuarta convencerme de la gran
misericordia que Dios tiene para con el
pecador que quiere ser perdonado. La quinta
el ir adquiriendo un gran amor y estimación
por todo lo que Cristo sufrió por nosotros.
La sexta adquirir un amor por Jesús Eucaristía.
La séptima aprender a orar, especialmente
recitar con amor y atención el Padrenuestro.
La octava tratar de vivir en continua y afectuosa
comunicación con Dios”. Palabras de vuestra
autobiografía, que reflejan vuestro amor
con Dios Padre y Cristo Jesús, Dios y Señor
Nuestro. Así, en vos obró, Dios la Divina
Providencia, y os brindó una nueva vida,
hasta convertiros en alguien que la vida de
contemplación amasteis y la comunicación
con Dios; habiendo a tal nivel llegado, de
santidad que, en la Misa, a Jesucristo veíais,
en la Santa Hostia muchas veces. Hoy ya
no lo contempláis de cuando en vez, sino,
por la eternidad, porque, corona de luz tenéis
y vivís a su lado brillando santamente, como
premio a vuestro amor, fidelidad y luz;
oh, Santa Angela de Foligno, “luz y vida ”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_______________________________

04 de Enero
Santa Angela de Foligno


Señor: Tu que le dijiste en una visión a Santa Angela:
“el mejor camino para llegar a la santidad es estudiar la vida de Cristo en el Evangelio y tratar de imitarlo”. Haz que nosotros estudiemos la vida de Jesús y la imitemos siempre. Amén.

Murió el 4 de enero de 1309 en Foligno, Italia, donde había nacido en 1248. Iglesia

Es una de las místicas más famosas que ha tenido la Católica (se llama mística a la persona que se dedica a la vida de contemplación y de comunicación con Dios).

En los primeros años de su vida fue una pecadora: orgullosa, vanidosa, poco piadosa y dedicada a la vida mundana. Se casó muy joven y tuvo varios hijos. Poseía riquezas, castillos, lujos, joyas y fincas, pero nada de esto la hacía feliz.

En 1283, cuando ella tenía 35 años de edad, mueren sucesivamente su madre, su esposo y sus hijos. En medio de la inmensa pena, Angela va al templo y oye predicar a un franciscano, el Padre Arnoldo, y durante el sermón se da cuenta de lo equivocadamente que ha vivido. Hace una confesión general de toda su vida. Se hace terciaria franciscana. Va en peregrinación a Asís, y San Francisco en una visión le dice que es necesario hacer dos cosas muy importantes: vender todo lo que tiene, darlo a los pobres, y… dedicarse a meditar en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Así lo hace. Lo vende todo, menos un castillo o palacio que estima muchísimo. Hasta que en una visión oye decir a Cristo crucificado: “¿Y por amor a tu Redentor no serás capaz de sacrificar también tu palacio preferido?”. Lo vende también y todo el dinero recogido lo distribuye entre los pobres. Vende todas sus joyas y lujos, reparte el dinero entre los más necesitados, y se dedica a la vida de contemplación y meditación en la Vida, Pasión y Muerte del Señor.

Ha sido llamada la Mística de la Pasión de Cristo. Y fue tan grande el amor que adquirió hacia la Pasión y Muerte del Señor, que le bastaba mirar una imagen de Jesús doliente u oír hablar de su Santísima Pasión para que se enrojeciera su rostro y quedara como en éxtasis. En visiones se la puede comparar a Santa Teresa y a Santa Catalina.

Al Padre Arnoldo le dictó su Autobiografía. En ella dice lo siguiente: “Yo, Angela de Foligno, tuve que atravesar muchas etapas en el camino de la penitencia o conversión. La primera fue convencerme de lo grave y dañoso que es el pecado. La segunda el sentir arrepentimiento y vergüenza de haber ofendido al buen Dios. La tercera hacer confesión de todos mis pecados. La cuarta convencerme de la gran misericordia que Dios tiene para con el pecador que quiere ser perdonado. La quinta el ir adquiriendo un gran amor y estimación por todo lo que Cristo sufrió por nosotros. La sexta adquirir un amor por Jesús Eucaristía. La séptima aprender a orar, especialmente recitar con amor y atención el Padrenuestro. La octava tratar de vivir en continua y afectuosa comunicación con Dios”.

En la Santa Misa veía muchas veces a Jesucristo en la Santa Hostia. A su alrededor se reunía frecuentemente un selecto grupo de hombres y mujeres, terciarios franciscanos, a los cuales fue bendiciendo uno por uno como una madre cariñosa, la tarde del 4 de enero de 1309, y luego santamente y en gran paz, su alma voló a la eternidad.
Sobre su sepulcro se han obrado innumerables milagros.

03 enero, 2013

Santísimo Nombre de Jesús





Oh, Santísimo Nombre de “Jesús”;
¿quien más sino Vos, para llevar ese
nombre? Maravilloso nombre es el
Vuestro y lo honramos, porque Vos,
lo llevais por designio divino de Dios,
Vuestro amado Padre, y, para vivo
recuerdo, de todas las bendiciones
que recibimos de Vos, a cada nada;
Oh, Santísimo Nombre de “Jesús”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
______________________________

Santísimo Nombre de Jesús
Fiesta, 3 enero



Honramos el Nombre de Jesús no porque creamos que existe un poder intrínseco escondido en las letras que lo componen, sino porque el nombre de Jesús nos recuerda todas las bendiciones que recibimos a través de Nuestro Santo Redentor. Para agradecer estas bendiciones reverenciamos el Santo Nombre, así como honramos la Pasión de Cristo honrando Su Cruz (Colvenerius, “De festo SS. Nominis”, ix). Descubrimos nuestras cabezas y doblamos nuestras rodillas ante el Santísimo Nombre de Jesús; Él da sentido a todos nuestros afanes, como indicaba el emperador Justiniano en su libro de leyes: “En el Nombre de Nuestro Señor Jesús empezamos todas nuestras deliberaciones”. El Nombre de Jesús, invocado con confianza:

* Brinda ayuda a necesidades corporales, según la promesa de Cristo: “En mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien” (Marcos 16, 17-18). En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hechos 3, 6; 9, 34) y vida a los muertos (Hechos 9, 40).

* Da consuelo en las aflicciones espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador al padre del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano; le recuerda al justo el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.

* Nos protege de Satanás y sus engaños, ya que el Demonio teme el Nombre de Jesús, Quien lo ha vencido en la Cruz.

* En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: “lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre.” (Juan 16, 23). Por eso la Iglesia concluye todas sus plegarias con las palabras: “Por Jesucristo Nuestro Señor”, etc.

Así se cumple la palabra de San Pablo: “Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos.” (Fil 2, 10).

Un especial devoto del Santísimo Nombre fue San Bernardo, quien habla de él con especial ardor en muchos de sus sermones. Pero los promotores más destacados de esta devoción fueron San Bernardino de Siena y San Juan Capistrano. Llevaron consigo en sus misiones en las turbulentas ciudades de Italia una copia del monograma del Santísimo Nombre, rodeado de rayos, pintado en una tabla de madera, con el cual bendecían a los enfermos y obraban grandes milagros. 

Al finalizar sus sermones mostraban el emblema a los fieles y les pedían que se postraran a adorar al Redentor de la humanidad. Les recomendaban que tuviesen el monograma de Jesús ubicado sobre las puertas de sus ciudades y sobre las puertas de sus viviendas (cf. Seeberger, “Key to the Spiritual Treasures”, 1897, 102). Debido a que la manera en que San Bernardino predicaba esta devoción era nueva, fue acusado por sus enemigos y llevado al tribunal del Papa Martín V. Pero San Juan Capistrano defendió a su maestro tan exitosamente que el papa no sólo permitió la adoración del Santísimo Nombre, sino que asistió a una procesión en la que se llevaba el Santo Monograma. La tabla usada por San Bernardino es venerada en Santa María en Ara Coeli en Roma.

El emblema o monograma que representa el Santísimo Nombre de Jesús consiste de las tres letras: IHS. En la mal llamada Edad Media el Nombre de Jesús se escribía: IHESUS; el monograma contiene la primera y la última letra del Santísimo Nombre. Se encuentra por primera vez en una moneda de oro del siglo VIII: DN IHS CHS REX REGNANTIUM (El Señor Jesucristo, Rey de Reyes). Algunos equivocadamente sostienen que las tres letras son las iniciales de “Jesús Hominum Salvator” (Jesús Salvador de los Hombres). 

Los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de su Sociedad, añadiéndole una cruz sobre la H y tres clavos bajo ella. Consecuentemente se inventó una nueva explicación del emblema, pretendiendo explicar que los clavos eran originalmente una “V”, y que el monograma significaba “In Hoc Signo Vinces” (En Esta Señal deben Conquistar), palabras que, de acuerdo a un registro muy antiguo, vio Constantino en los cielos bajo el signo de la Cruz antes de la batalla en el puente Milvian (312).

También se sostiene que Urbano IV y Juan XXII concedieron una indulgencia de treinta días a aquellos que añadieran el nombre de Jesús al Ave María o se hincaran, o por lo menos hicieran una venia con las cabezas al escuchar el Nombre de Jesús (Alanus, “Psal. Christi et Mariae”, i, 13, and iv, 25, 33; Michael ab Insulis, “Quodlibet”, v; Colvenerius, “De festo SS. Nominis”, x). Esta afirmación puede ser cierta; pero fue gracias a los esfuerzos de San Bernardino que la costumbre de añadir el Nombre de Jesús al Ave María fue difundida en Italia, y de ahí a la Iglesia Universal. Pero hasta el siglo XVI era desconocida en Bélgica (Colven., op. Cit., x), mientras que en Bavaria y Austria los fieles aún añaden al Ave María las palabras: “Jesús Christus” (ventris tui, Jesús Christus). Sixto V (2 de julio de 1587) concedió una indulgencia de cincuenta días a la jaculatoria:

“¡Bendito sea el Nombre del Señor!” con la respuesta “Ahora y por siempre”, o “Amén”. En el sur de Alemania los campesinos se saludan entre ellos con esta fórmula piadosa. Sixto V y Benedicto XIII concedieron una indulgencia de cincuenta días para todo aquél que pronuncie el Nombre de Jesús reverentemente, y una indulgencia plenaria al momento de la muerte. Estas dos indulgencias fueron confirmadas por Clemente XIII, el 5 de setiembre de 1759. Tantas veces como invoquemos el Nombre de Jesús y de María (“¡Jesu!”, “Maria”!) podremos ganar una indulgencia de 300 días, por decreto de Pío X, el 10 de octubre de 1904. Es también necesario, para ganar la indulgencia papal al momento de la muerte, pronunciar aunque sea mentalmente el Nombre de Jesús.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=34534)