25 marzo, 2013

Lunes Santo

25 de Marzo
El Lunes Santo

El Lunes Santo en cuanto a la celebración litúrgica católica recuerda el pasaje de la Unción en Betania, y la historia de los eventos que se sucedieron en Lunes Santo así como la expulsión de los mercaderes del Templo de Jerusalén. Tal y como lo refleja el Evangelio de San Juan.

Comienza la conmemoración de los últimos días de Cristo que son la piedra fundamental de la religión cristiana. Las procesiones más destacadas son las que conmemoran el pasaje de la Oración en el Huerto.

Para los profanos sólo mencionar que Betania es la ciudad en la que vivía Lázaro, al que Cristo resucitó, y unos días tras este hecho en una cena con Lázaro, su familia y estando presentes María Magdalena y Judas Iscariote, es donde comienza la Pasión de Cristo, en este momento hace otro anuncio de su muerte y de su resurrección, y en el pasaje de la Unción se hace referencia a la murmuración de Judas basada en la avaricia que premoniza su posterior traición.

En este día las procesiones que se pueden encontrar aluden a distintos pasajes de la Semana Santa, dependiendo de la ciudad en la que estemos, pero las más comunes que salgan en este día son las procesiones del ECCE-HOMO, las de la Oración en el Huerto…
En Sevilla son muy populares la de Vera+Cruz, Santa Genoveva, El Beso de Judas, la de la Hermandad del Museo, que salen en este día.

La procesión sevillana de Vera+Cruz, en concreto, es de las más antiguas, se realiza desde 1448, la procesión consta de dos pasos, uno es el Cristo de la Vera+Cruz, cuya talla data del siglo XVI, realizada por un escultor anónimo…y el otro paso es el de La Virgen de las Tristezas de Antonio Illanes.

Dos de las procesiones más importantes tienen lugar en Sevilla con el paso de la Vera+Cruz y en Málaga con el Jesús Cautivo, que son seguidas por multitud de fieles.

Aparte de las procesiones sevillanas que son de las más reconocidas, ya que la Semana Santa sevillana es un referente muy importante de esta celebración, el Lunes Santo es el día del “señor de Málaga”, con lo que podemos encontrar la procesión de Nuestro Padre Jesús Cautivo.

En la procesión malagueña de El Cautivo podremos ver una imagen en la que Madre e Hijo van en el mismo trono y es impresionante la montaña de claveles rojos (para el Cristo) y blancos (para la Virgen) que se forma delante de las imágenes. Detrás del trono del Cristo desfilan los Regimientos de Infantería de Fuerzas Regulares Melilla.

Dado que este cristo arrastra miles y miles de promesas, mucha gente no espera a ver a la virgen pero merece la pena esperar para ver lo bonita que la hermandad la deja para este día.

Otra de las procesiones más seguidas en Málaga este día es la del Cristo de los Gitanos. Esta es una de las cofradías más antiguas, antiguamente era una de las últimas en salir y ahora es de las primeras que salen. En Málaga llaman cariñosamente a este Cristo el “señó Manué”. El pueblo gitano siente gran devoción por esta imagen que acompaña cantando y bailando a un cristo atado a una columna con su virgen. El trono es uno de los tradicionales malagueños que se llama “trono de carrete”.

Junto al Cristo Cautivo, hoy sale al paso el Cristo de los Gitanos en Málaga, una de las procesiones con más solera de la Semana Santa y que siguen muchos devotos con especial cariño.

Los nazarenos de esta procesión llevan un atuendo que es de los más originales de la Semana Santa:túnicas moradas en la sección del Cristo, y burdeos en la de la Virgen, con encajes en el pecho, mangas y bajos. Faraona morada en la sección del Cristo y blanca en la Stma. Virgen, ceñida por una corona de espinas.

El Lunes Santo es día laborable en muchas comunidades, con lo cual, es posible que algunas de las procesiones no sean tan multitudinarias como las que se celebran a partir del Jueves Santo que ya es día festivo a nivel nacional. Un dato a tener en cuenta sobre todo para los turistas extranjeros, ya que pueden disfrutar de una manera más tranquila de algunas de estas procesiones.

24 marzo, 2013

Domingo Glorioso de Ramos



Oh, Domingo Glorioso de Ramos;
en que Vos, Señor del cielo y
de la tierra; a Jerusalén santa
entrabais. Y, el gentío os aclamó.
Todos os conocían y vitoreaban
entre palmas, ramos y flores;
porque en Vos; al Mesías y al
Dios de la vida reconocieron.
Sí, todos os conocían aquél
Domingo y, quien erais, muy bien
sabían. Y, en el fondo un silencio,
como de muerte, se preguntaba:
¿Mañana, igual será? Vos, que
sin mancha de pecado alguno,
desde siempre estabais; habíais
así, iniciado Vuestra cruenta
marcha a una muerte y muerte de
Cruz. Y, todo, por amor al hombre.
¿Cuándo no, por el hombre? ¡Siempre!.
“¡Bendito el que viene en nombre
del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”;
Oh, Domingo Glorioso de Ramos.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Domingo de Ramos


Recibieron a Cristo mientras entraba a la ciudad con palmas y ramos en muestra de que era el Mesias. Cuando llegaba a Jerusalén para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó. Antes de entrar en Jerusalén, la gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso, tal como acostumbraban saludar a los reyes.

Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban:
“¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”

Entró a la ciudad de Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital de su nación, y mucha gente, niños y adultos, lo acompañaron y recibieron como a un rey con palmas y ramos gritándole “hosanna” que significa “Viva”. La gente de la ciudad preguntaba ¿quién es éste? y les respondían: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”. Esta fue su entrada triunfal.

La muchedumbre que lo seguía estaba formada por hombres, mujeres y niños, cada uno con su nombre, su ocupación, sus cosas buenas y malas, y con el mismo interés de seguir a Jesús. Algunas de estas personas habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas. Esto los llevó a alabarlo con palmas en las manos cuando entró en Jerusalén.

Fueron muchos los que siguieron a Cristo en este momento de triunfo, pero fueron pocos los que lo acompañaron en su pasión y muerte.

Mientras esto sucedía, los sacerdotes judíos buscaban pretextos para meterlo en la cárcel, pues les dio miedo al ver cómo la gente lo amaba cada vez más y como lo habían aclamado al entrar a Jerusalén.

¿Qué significado tiene esto en nuestras vidas?

Es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras vidas. Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir a Cristo. Decir “que viva mi Cristo, que viva mi rey…” Es un día en el que le podemos decir a Cristo que nosotros también queremos seguirlo, aunque tengamos que sufrir o morir por Él. Que queremos que sea el rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero. Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos de nuestra vida.

Explicación de la Misa del Domingo de Ramos

La Misa se inicia con la procesión de las palmas. Nosotros recibimos las palmas y decimos o cantamos “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. El sacerdote bendice las palmas y dirige la procesión. Luego se comienza la Misa. Se lee el Evangelio de la Pasión de Cristo.

Al terminar la Misa, nos llevamos las palmas benditas a nuestro hogar. Se acostumbra colocarlas detrás de las puertas en forma de cruz. Esto nos debe recordar que Jesús es nuestro rey y que debemos siempre darle la bienvenida en nuestro hogar. Es importante no hacer de esta costumbre una superstición pensando que por tener nuestra palma, no van a entrar ladrones a nuestros hogares y que nos vamos a librar de la mala suerte.

Oración para poner las palmas benditas en el hogar

Bendice Señor nuestro hogar

Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él
Por tu intercesión danos paz, amor y respeto,
Para que respetándonos y amándonos
Los sepamos honrar en nuestra vida familiar,
Sé tú, el Rey en nuestro hogar.


Amén.


23 marzo, 2013

Santa Rebeca



Oh, Santa Rebeca, vos sois la hija
del Dios de la vida, y, su amada santa
que, además honor hicisteis al significado
de vuestro nombre: “vencedora por su
belleza”. Humilde, como erais, todo
dejasteis e hicisteis de sirvienta.
Bella erais, pero más vuestra alma
que, juego hacían con vuestro carácter,
vuestra melodiosa voz, y el de, dueña
ser, de una vida espiritual singular.
Os negasteis a vuestros esponsales
porque amabais más, la monástica vida
Y, así fue. Las montañas del Líbano
saben de vos y de vuestras enseñanzas
Confiasteis en Dios, siempre, y así,
pudisteis superar dolores y muertes.
Bajo vuestro hábito, salvasteis a un
niño, a costa de vuestra propia vida.
Os unisteis a la Congregación de las
Madres Libanesas Maronitas, que, de
vuestro agrado fue, y os quedasteis
hasta el final de vuestros días, y,
aunque, ciega y paralítica, dabais
a Dios gracias, por aquellas pruebas.
Jamás, la luz de vuestro bello rostro,
dejó su brillo, mucho menos el de
vuestra alma, que recogida fue por
el Señor, para premiada ser de luz;
oh, Santa Rebeca, “belleza de Dios”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Marzo
Santa Rebeca
1832 – † 1914


Rebeca significa “vencedora por su belleza” y viene de la lengua hebrea. Esta joven nació en Himalaya el 29 de junio de 1832. Era hija única. Su madre murió cuando rebeca tenía apenas 6 años. Su padre quedó sin trabajo, y ella se fue de sirvienta a una familia de Damasco aunque de origen libanés. Después de cuatro años volvió a casa. Su padre se había casado de nuevo.



Rebeca tenía entonces 15 años. Era bella, de buen carácter y de una voz melodiosa, de una religiosidad profunda y humilde. Su tía materna quería que se casara con su hijo. Hubo riñas en la familia porque ella se negó. En el fondo de su alma soñaba con hacerse monja. En 1856 hizo sus votos religiosos. A los dos años, la enviaron al seminario de los jesuitas como cocinera. Aprovechó no obstante sus momentos libres parta profundizar en el estudio de la lengua árabe.



Después anduvo por muchas escuelas de la montaña libanesa enseñando el catecismo. Hubo revueltas políticas. Ella, confiando en Dios, superó los instantes en que vio morir a personas. Salvó a un niño bajo su hábito.


Marchó después al convento de la Congregación de las Madres Libanesas Maronitas (1871-1914). Tanto le gustó esta Congregación, que se quedó en ella. Cayó enferma y la enviaron a Beirut para que se curase. Se alivió su dolor por algún tiempo. Para probar su santidad, tuvo las pruebas de su ceguera y parálisis.

Nunca, sin embargo, perdió la luz de su bello rostro. Llena de méritos y ante la admiración de todos, murió el 23 de marzo de 1914. Juan Pablo II la declaró santa el diez de junio del 2001.




22 marzo, 2013

Santa Lea



Oh, Santa Lea, vos, sois la hija del
Dios de la vida y, su amada santa que,
considerada erais, “santísima” por San
Jerónimo, porque, viuda quedando, al
mundo renunciasteis e ingresasteis a
un monasterio y, dentro de él, a ser
superiora llegasteis. San Jerónimo,
de vos escribió: “De un modo tan
completo se convirtió a Dios, que
mereció ser cabeza de su monasterio
y madre de vírgenes; después de
llevar blandas vestiduras, mortificó
su cuerpo vistiendo sacos; pasaba
las noches en oración y enseñaba
a sus compañeras más con el ejemplo
que con sus palabras. Fue tan grande
su humildad y sumisión, que la que
había sido señora de tantos criados
parecía ahora criada de todos; aunque
tanto más era sierva de Cristo cuanto
menos era tenida por señora de hombres.
Su vestido era pobre y sin ningún
esmero, comía cualquier cosa, llevaba
los cabellos sin peinar, pero todo
eso de tal manera que huía en todo
la ostentación”. Cumplisteis vuestro
tiempo, y luego, el alma al Padre,
entregasteis, para justo premio recibir:
coronada ser de inmarchitable luz;
oh, Santa Lea, excelsa sierva de Dios
.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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22 de Marzo
Santa Lea
Abadesa


De “la santísima Lea”, como la llama san Jerónimo, sólo sabemos lo que él mismo nos dice en una especie de elogio fúnebre que incluyó en una de sus cartas. Era una matrona romana que al enviudar – quizá joven aún – renunció al mundo para ingresar en una comunidad religiosa de la que llegó a ser superiora, llevando siempre una vida ejemplarísima.



Estas son las palabras insustituibles de san Jerónimo: «De un modo tan completo se convirtió a Dios, que mereció ser cabeza de su monasterio y madre de vírgenes; después de llevar blandas vestiduras, mortificó su cuerpo vistiendo sacos; pasaba las noches en oración y enseñaba a sus compañeras más con el ejemplo que con sus palabras».


«Fue tan grande su humildad y sumisión, que la que había sido señora de tantos criados parecía ahora criada de todos; aunque tanto más era sierva de Cristo cuanto menos era tenida por señora de hombres. Su vestido era pobre y sin ningún esmero, comía cualquier cosa, llevaba los cabellos sin peinar, pero todo eso de tal manera que huía en todo la ostentación».


No sabemos más de esta dama penitente, cuyo recuerdo sólo pervive en las frases que hemos citado de san Jerónimo. La Roma en la que fue una rica señora de alcurnia no tardaría en desaparecer asolada por los bárbaros, y Lea, «cuya vida era tenida por todos como un desatino», llega hasta nosotros con su áspero perfume de santidad que desafía al tiempo.



21 marzo, 2013

San Filemón y Donino de Roma



Oh, Filemón y Donino, santos, vosotros
sois los hijos del Dios de la vida y sus
amados santos, que, perseguidos fuisteis
por razón de vuestra fe. Y, siempre, en
Dios confiando, recorristeis Italia, las
alegrías manifestasteis que el Resucitado
os dio, en vuestro interior mundo. Jamás
nunca, os contentasteis, en quedaros en
en vosotros mismos encerrados y decidisteis
el Evangelio predicar y bautizar a los
infieles que os encontrabais en vuestro
andar. Vuestra palabra, ardorosa era, que,
hasta las montañas conmoverse parecían,
pero más, los infieles y paganos. Los
impíos del tiempo vuestro, celos sentían,
que sus paganos templos vacios estuviesen
y, todo por vuestra feliz culpa, ya que,
los vuestros, llenos estaban de fieles en
Cristo Jesús. Entonces, prometiéndoles, el
oro del mundo, lograr quisieron que, de
de Cristo rengasen y jamás lo lograron.
Por ello, Dios, en su infinita bondad,
os premió, coronándoos de luz eterna;
oh, Filemón y Donino; santos y mártires.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de Marzo
San Filemón y Donino de Roma
Mártires


Este joven con su amigo Donino, en tiempos de la duras y temibles persecuciones, confiando más en Dios que en ellos mismos, se dedicaron a recorrer Italia.

¿Qué buscaban?

Sencillamente, manifestar a todo el mundo la alegría que les daba el Resucitado en su mundo interior. No podían quedarse encerrados en sí mismos -lo más fácil– sino que tenían que vivir la solidaridad de su fe.

Iban predicando el Evangelio y bautizando a los infieles que se encontraban en su camino, previa preparación, claro está.

Dicen sus biógrafos que su palabra era tan ardiente que conmovían a las masas de paganos e infieles. Las dificultades no tardaron en aparecer. Provenían principalmente de los seguidores de los cultos a los ídolos.
No aguantaban que dos jóvenes dejaran los templos paganos vacíos mientras que sus reuniones para celebrar la Palabra de Dios, se llenaran de fieles en Cristo Jesús.

Los arrestaron y enviaron al gobernador. Este, para ganárselos, le prometió el oro y el moro con tal de que renegasen de Cristo.

Visto con halagos no conseguía sus propósitos, los enviaron a la cárcel en la cual les dieron tremendos tormentos. Y cansado de su fama, mandó que les cortasen la cabeza tal día como hoy.

Sus vidas se crearon en las “Passio” o teatro para dar a conocer su vida. No hay fundamento histórico.


20 marzo, 2013

Santa Claudia y Alejandra, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia, Compañeras Mártires



Oh, Siete Santas Claudia, Alejandra,
Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia
y Teodosia, vosotras, sois las hijas del
Dios de la Vida, y sus amadas santas
que, cuando a prueba puesta fue, vuestra
fe, no dudaron ni un segundo el gritarla
a los cuatro vientos. Y, por ello, vuestros
verdugos, de sí fuera, os torturaron de
cruel manera, vuestros pechos cortándoos,
con ello creyendo que vosotras cambiaríais
de fe y, os rendiríais, cosa que, sucedió
jamás, y, por el contrario, por el Espíritu
Santo animadas, vuestras santas vidas se
donaron, para, premio recibir eternamente,
por vuestro amor, esperanza y fidelidad;
oh, Santas, Claudia, Alejandra, Eufrasia,
Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado.
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20 de Marzo
Santa Claudia y Alejandra, Eufrasia, Matrona, Juliana,
Eufemia y Teodosia, Compañeras Mártires



Siete santas mujeres llamadas Alejandra, Claudia, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia, a quienes imitaron en la confesión de la fe a Derfuta y una hermana suya, amiga de Paflagonia. No conservamos muchos datos sobre estas santos, lo que podemos decir de ellas es lo siguiente: Las Santas Vírgenes Mártires Alejandra, Claudia, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia fueron arrestadas en la ciudad de Amisa (en la región costera del Mar Negro) durante la persecusión en contra de los Cristianos del emperador Maximiano Galerio (305-311).


Bajo interrogación confesaron su fe y por esto fueron sometidas a horribles y crueles torturas. Los malhechores las azotaron y batieron con varas, y cortaron sus bustos. Finalmente, las santas vírgenes fueron quemadas vivas en un horno candente, era el año 310.




19 marzo, 2013

Homilía del Papa Francisco en la Solemne Apertura de su Ministerio Petrino


Homilía del Papa Francisco en la Solemne Apertura de su Ministerio Petrino en la plaza de San Pedro

Ciudad del Vaticano, 19 de marzo de 2013 (Zenit.org)

Queridos hermanos y hermanas:

Doy gracias al Señor por poder celebrar esta Santa Misa de comienzo del ministerio petrino en la solemnidad de san José, esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal: es una coincidencia muy rica de significado, y es también el onomástico de mi venerado Predecesor: le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud.

Saludo con afecto a los hermanos Cardenales y Obispos, a los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y a todos los fieles laicos. Agradezco por su presencia a los representantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, así como a los representantes de la comunidad judía y otras comunidades religiosas. Dirijo un cordial saludo a los Jefes de Estado y de Gobierno, a las delegaciones oficiales de tantos países del mundo y al Cuerpo Diplomático.

Hemos escuchado en el Evangelio que «José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer» (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la la misión que Dios confía a José, la de ser custos, custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia, como ha señalado el beato Juan Pablo II: «Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo» (Exhort. ap. Redemptoris Custos, 1).

¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús.

¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio; y eso es lo que Dios le pidió a David, como hemos escuchado en la primera Lectura: Dios no quiere una casa construida por el hombre, sino la fidelidad a su palabra, a su designio; y es Dios mismo quien construye la casa, pero de piedras vivas marcadas por su Espíritu. Y José es «custodio» porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas. En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación.

Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios.

Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen «Herodes» que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer.

Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura.

Y aquí añado entonces una ulterior anotación: el preocuparse, el custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura.

Hoy, junto a la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que comporta también un poder. Ciertamente, Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? A las tres preguntas de Jesús a Pedro sobre el amor, sigue la triple invitación: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas. Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.

En la segunda Lectura, san Pablo habla de Abraham, que «apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza» (Rm 4,18). Apoyado en la esperanza, contra toda esperanza. También hoy, ante tantos cúmulos de cielo gris, hemos de ver la luz de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza. Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza. Y, para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como san José, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios.

Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado.

Imploro la intercesión de la Virgen María, de san José, de los Apóstoles san Pedro y san Pablo, de san Francisco, para que el Espíritu Santo acompañe mi ministerio, y a todos vosotros os digo: Orad por mí. Amen.


(19 de marzo de 2013) © Innovative Media Inc.

(http://es.catholic.net/laiglesiahoy/noticia.php?id=57549)