03 abril, 2013

San Ricardo de Chichester




Oh, San Ricardo de Chichester, vos, sois 
el hijo del Dios de la vida y su amado 
santo, que, maltratado por la realeza, os
mostrasteis, afable y generoso en ayudar 
a los pobres. Vivía, en vuestro tiempo, el
clero, en los lujos del poder, y el pueblo,
en cruel miseria y triste, y éste; fue vuestro 

natural amor, pues, en la ignorancia y la 
superstición sumidos estaban. Vuestra 
bandera fue la justicia, la moral y la lucha 
contra los avaros. Fuisteis, obispo vagabundo, 
en vuestra legítima diócesis, e hicisteis de 
obispo misionero, a pie viajando y la palabra 
de Dios, diseminándola, entre los pescadores, 
catequizando a los humildes y compartiendo 
de olla los alimentos. El poder y los vicios 
de vuestra época, condenasteis con gran 
energía y, a cabo llevando una pastoral de 
amor y de fe, con el evangelio de Cristo. 
Dios, jamás os abandonó. Y, vos, habiendo 
gastado vuestra vida, partió vuestra alma
al cielo, para, coronada ser de luz, como 

premio a vuestros desvelos. “Amoroso 
navegante a contra corriente”, fe cierta;
oh, San Ricardo de Chichester, “luz y obra”.


© 2013 Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Abril
San Ricardo de Chichester
Obispo


Martirologio Romano: En Chichester, en Inglaterra, san Ricardo, obispo, que, desterrado por el rey Enrique III y restituido después en la sede, se mostró generoso en ayudar a los pobres (1235). Etimológicamente: Ricardo = Aquel que es un líder, es de origen germánico. Fecha de canonización: 22 de enero de 1262 por el Papa Urbano IV.

A finales del siglo XII nace Ricardo, en Wyche, en una familia de trabajadores del campo. Choca la austeridad y dureza permanente de su vida con el estilo de los grandes de su tiempo. Los obispos son “lores” y amantes de los cuidados humanos; los monjes abundan en la prosperidad y el lujo; los nobles son ambiciosos y en el trono se aprecia una corriente fuertemente regalista. La clase baja del pueblo es pobre y está sumida en la ignorancia y en la superstición. Ricardo es enérgico e intransigente cuando se tratan asuntos en los que está presente la injusticia, la inmoralidad o la avaricia.

Posiblemente esta condición natural en él sea lo que le lleva a un distanciamiento, cuando no rechazo de los poderosos. El caso es que la austeridad vivida en casa de sus padres -cuando fue niño- debió prepararle para la misión que había de desempeñar de adulto.

Marcha a estudiar a Oxford donde tiene buenos maestros franciscanos y dominicos; y como los recursos no estiran más, pasó hambre y frío. Una corta estancia en París y vuelta a Oxford, graduándose en Artes. En Bolonia aprende durante siete años los cánones, haciendo lo que hoy llamaríamos la carrera de Derecho. Cuando vuelve a Oxford es nombrado Canciller de la Universidad, Canciller del arzobispado de Canterbury y también de Lincoln, donde estaba de obispo su antiguo amigo y profesor Grosseteste. Ejerce la docencia en Orleáns por dos años y allí se ordena sacerdote.

El Arzobispo de Canterbury lo nombra obispo de Chichester, a la muerte del obispo Ralph Neville. Y aquí comienza una etapa de dificultades mayores y de vigoroso testimonio.

El rey Enrique III, que se apodera por sistema de los beneficios eclesiásticos vacantes, se opone rotundamente a esta elección. Además, prefiere para la sede libre a Roberto Passelewe por razones de “erario real”. Interviene el papa Inocencio IV que está presidiendo en este tiempo el concilio de Lyon, confirmando el nombramiento de Ricardo y consagrándolo personalmente, el 5 de marzo de 1245. Pero esto pone peor las cosas. Y es que el alto prestigio adquirido por el papado desde el siglo IX ha venido a menos desde que se hundió la Casa de Hohenstaufen y los papas se han inclinado hacia Francia; la rivalidad existente entre Inglaterra y Francia provoca de rebote reacciones contra Roma que se manifiestan en un fuerte nacionalismo inglés, en la resistencia del trono a aceptar las decisiones del papa y en intransigencias e intromisiones en las materias mixtas. Hasta los Legados pontificios son mal recibidos, si no ignorados, en la corte inglesa.

En estas circunstancias, el nombramiento de Ricardo ha caído, humanamente, en mal momento. El rey ha mandado cerrarle físicamente las puertas del palacio episcopal y ha prohibido darle cobijo y dinero. El temor de la gente a la venganza real lleva a que se vea a Ricardo-obispo vagabundo por su legítima diócesis, haciendo de obispo misionero, viajando a pie y desprovisto de servicio. Debía ser una estampa curiosa en la época en que los obispos eran “lores” y jamás trabajaban sin séquito. Visita las casas de los pescadores y catequiza a los humildes con quienes comparte alimento. ¡Todo un escándalo para altos eclesiásticos que gustan de fastuosidades y de monjes que disfrutan de buena mesa! Condena los abusos de poder y los vicios de la época con extraordinaria energía; de modo especial presenta una defensa a ultranza del derecho frente a la arbitrariedad y al abuso de poder; predica la doctrina evangélica frente al nepotismo reinante.

Fueron ocho años de obispo en que supo mantenerse, con fortaleza, libre de presiones. De hecho, nadie se explica cómo fue posible reunir una y otra vez a su Cabildo para sacar adelante las Constituciones que son de esa época y sientan los modos de hacer en adelante, señalando una praxis pastoral distinta y más adecuada a los principios evangélicos.

Murió en la casa-asilo -”Mas-Dieu”- para sacerdotes pobres y peregrinos, a los 55 años.
Navegar contra corriente tiene sabor de Evangelio, pero precisa rectitud, austeridad y disposición a aceptar el sufrimiento.

02 abril, 2013

San Francisco de Paula



Oh, San Francisco de Paula; vos,
sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo. Ermitaño y además
fundador de la Orden de los Mínimos
de Calabria, y que, prescribisteis
para vuestros discípulos, que sólo
de limosnas viviesen, sin tener
propiedad, ni al dinero apego, y que,
en sus días, de alimentos cuaresmales
viviesen. Y, claro, honor haciendo a
vuestro nombre, fuisteis “el abanderado”,
de vuestro tiempo. Vos, vestisteis
franciscano hábito a temprana edad
y, habiendo desaparecido, un cazador
os descubrió en la montaña. Fue
vuestra vida, ejemplo para muchos,
y así, fundasteis la Orden de los
Ermitaños de san Francisco de Asís.
Pan, pescado, agua y verduras, eran
vuestros diarios alimentos. Y, quiso
Dios, que marchaseis de este mundo
y os fuisteis un Viernes Santo glorioso,
para coronado ser de luz, como justo
premio, a vuestra eterna cuaresma,
Patrono Santo de los hombres de mar;
Oh, San Francisco de Paula; “ermitaño”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Abril
San Francisco de Paula
Eremita y Fundador de la Orden
de los Mínimos en Calabria


Martirologio Romano: San Francisco de Paula, ermitaño, fundador de la Orden de los Mínimos en Calabria, prescribiendo a sus discípulos que viviesen de limosnas, no teniendo propiedad ni manipulando dinero, y que utilizasen sólo alimentos cuaresmales. Llamado a Francia por el rey Luis XI, le asistió en el lecho de muerte, y célebre por la austeridad de vida, murió a su vez en Plessis-les-Tours, junto a Tours (1507).

Etimológicamente: Francisco = el abanderado, de origen germano.
Fecha de canonización: En 1519 por el Papa León X.
Francisco nació en Paula, región de Calabria (Italia) en el año 1416, y es uno de los más jóvenes fundadores de órdenes religiosas que recuerda la historia.

A los trece años vistió el hábito franciscano, pero dos años más tarde desapareció. Después de algunos años lo descubrió un cazador en un refugio en las ásperas montañas cerca de Cosenza.

La fama de su santidad y de sus milagros atrajo a un buen número de jóvenes deseosos de seguir su ejemplo, con los cuales fundó la Orden de los Mínimos o Ermitaños de san Francisco de Asís. Los invitó a la penitencia, reduciendo su alimentación durante los 365 días del año a pan, pescado, agua y verduras.

Pero las duras penitencias no acortaron su vida, pues vivió hasta la edad de 91 años. Murió un viernes santo, el 2 de abril de 1507, mientras se encontraba en Francia, en Plessis-les-Tours.
Fue canonizado por el Papa León X en 1519, a los doce años de su muerte, y aún hoy se le propone no sólo como modelo de penitencia, sino también -como dijo Pablo VI el 27 de mayo de 1977- como modelo de valentía para denunciar “las malversaciones de los poderosos”.

Una vez el pobre fraile, flaco y agotado por los ayunos, iba de Cosenza a Reggio Calabria y de aquí necesitaba pasar el estrecho de Mesma, pues se dirigía a Sicilia. Como ninguno de los barqueros quiso llevarlo, el santo extendió su manto y sobre él navegó por el mar hasta Mesina. El prodigio le ganó la reputación de taumaturgo y el título de patrono de los marineros. La vida de este austero santo, que vivió entre honores siquiera sin darse cuenta, está llena de milagros. Su fama superó los confines de Italia y llegó hasta Francia, a donde Luis XI quiso que el Papa lo enviara para que lo curara de una grave enfermedad.

El humilde fraile, avisado por un enviado pontificio, emprendió el viaje a Francia. Cuando llegó a París no le restituyó al rey la salud que pedía, pero sí le dio la del alma: lo reconcilió con Dios y lo convenció a aceptar su Santísima voluntad. Antes de morir, Luis XI lo nombró director espiritual del hijo y sucesor Carlos III.

01 abril, 2013

San Hugo de Grenoble



Oh, San Hugo de Grenoble, vos sois
el hijo del Dios de la vida y su amado
santo, que os esforzasteis en la reforma
de las costumbres del clero y del pueblo,
y amante siendo de la soledad, ofrecisteis
a San Bruno, maestro vuestro, la Cartuja.
Vos, os entregasteis a cumplir fielmente
y con desagrado, vuestro ministerio
sagrado. Vuestra salud no os acompaña,
pero seguisteis sacando adelante vuestra
Iglesia, tanto que, vendisteis las mulas
de vuestro carro, para ayudar a los pobres
porque no había de dónde sacar cuartos
ni alimentos. Reformasteis los clérigos,
cambiasteis sus costumbres, los nobles
se ordenaron y los pobres, hospitales
tuvieron sus males y bien de sus almas.
Perdisteis vuestra memoria al final de
vuestra vida y a dudar de la Providencia
Divina. Vuestra vida, ejemplar fue para
todos, y Dios, con su grande amor, os
premió, coronándoos con corona de luz
como justo premio a vuestra entrega;
porque fuisteis sincero, honrado en el
trabajo, piadoso, y obediente siempre.
Modelo cierto y certero de obispos y de
los más Santos de todos los tiempos;
oh, San Higo de Grenoble, fortaleza y luz.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1 de Abril
San Hugo de Grenoble
Obispo


Martirologio Romano: En Grenoble, en Burgundia, san Hugo, obispo, que se esforzó en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y siendo amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió cual primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad (1132).

Etimológicamente: Hugo = Aquel de Inteligencia Clara, es de origen germano.
Fecha de canonización: 22 de abril de 1134 por el Papa Inocencio II.

El obispo que nunca quiso serlo y que se santificó siéndolo. Nació en Valence, a orillas del Isar, en el Delfinado, en el año 1053. Casi todo en su vida se sucede de forma poco frecuente. Su padre Odilón, después de cumplir con sus obligaciones patrias, se retiró con el consentimiento de su esposa a la Cartuja y al final de sus días recibió de mano de su hijo los últimos sacramentos. Así que el hijo fue educado en exclusiva por su madre.

Aún joven obtiene la prebenda de un canonicato y su carrera eclesiástica se promete feliz por su amistad con el legado del papa. Como es bueno y lo ven piadoso, lo hacen obispo a los veintisiete años muy en contra de su voluntad por no considerarse con cualidades para el oficio -y parece ser que tenía toda la razón-, pero una vez consagrado ya no había remedio; siempre atribuyeron su negativa a una humildad excesiva. Lo consagró obispo para Grenoble el papa Gregorio VII, en el año 1080, y costeó los gastos la condesa Matilde.

Al llegar a su diócesis se la encuentra en un estado deprimente: impera la usura, se compran y venden los bienes eclesiásticos (simonía), abundan los clérigos concubinarios, la moralidad de los fieles está bajo mínimos con los ejemplos de los clérigos, y sólo hay deudas por la mala administración del obispado. El escándalo entre todos es un hecho. Hugo -entre llantos y rezos- quiere poner remedio a todo, pero ni las penitencias, ni las visitas y exhortaciones a un pueblo rudo y grosero surten efecto. Después de dos años todo sigue en desorden y desconcierto. Termina el obispo por marcharse a la abadía de la Maison-Dieu en Clermont (Auvernia) y por vestir el hábito de san Benito. Pero el papa le manda taxativamente volver a tomar las riendas de su iglesia en Grenoble.

Con repugnancia obedece. Se entrega a cumplir fielmente y con desagrado su sagrado ministerio. La salud no le acompaña y las tentaciones más aviesas le atormentan por dentro. Inútil es insistir a los papas que se suceden le liberen de sus obligaciones, nombren otro obispo y acepten su dimisión. Erre que erre ha de seguir en el tajo de obispo sacando adelante la parcela de la Iglesia que tiene bajo su pastoreo. Vendió las mulas de su carro para ayudar a los pobres porque no había de dónde sacar cuartos ni alimentos, visita la diócesis andando por los caminos, estuvo presente en concilios y excomulgó al antipapa Anacleto; recibió al papa Inocencio II -que tampoco quiso aceptar su renuncia- cuando huía del cismático Pedro de Lyon y contribuyó a eliminar el cisma de Francia.

Ayudó a san Bruno y sus seis compañeros a establecerse en la Cartuja que para él fue siempre remanso de paz y un consuelo; frecuentemente la visita y pasa allí temporadas viviendo como el más fraile de todos los frailes.

Como él fue fiel y Dios es bueno, dio resultado su labor en Grenoble a la vuelta de más de medio siglo de trabajo de obispo. Se reformaron los clérigos, las costumbres cambiaron, se ordenaron los nobles y los pobres tuvieron hospital para los males del cuerpo y sosiego de las almas. Al final de su vida, atormentado por tentaciones que le llevaban a dudar de la Divina Providencia, aseguran que perdió la memoria hasta el extremo de no reconocer a sus amigos, pero manteniendo lucidez para lo que se refería al bien de las almas. Su vida fue ejemplar para todos, tanto que, muerto el 1 de abril de 1132, fue canonizado solo a los dos años, en el concilio que celebraba en Pisa el papa Inocencio.

No tuvo vocación de obispo nunca, pero fue sincero, honrado en el trabajo, piadoso, y obediente. La fuerza de Dios es así. Es modelo de obispos y de los más santos de todos los tiempos.

31 marzo, 2013

La Resurrección

¡Ha Resucitado!

¿Lo veis?
os lo dije:
¡velad y veréis!:

¡Ha resucitado!
El Rey del Universo.
¡Ha resucitado!

¿Lo veis?
os lo dije:
¡Él Vive! ¡Él Vive!.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Domingo de Resurrección

Es el día en que Cristo resucita después de ser crucificado, después va al encuentro con sus apóstoles y luego sube al cielo, también es el día en que finaliza la Semana Santa.

Hoy termina la Semana Santa, y con esta celebración final del día de la Resurrección se conmemora uno de los pilares de la fé cristiana.

El Domingo de Resurrección, es el día en que Jesucristo resucita después de la crucifixión, va al encuentro con sus apóstoles y luego sube hacia los cielos, también es la finalización de la Semana Santa.

El Domingo de Resurrección o de Pascua es importante para los católicos, ya que con la Resurrección es cuando adquiere sentido toda su religión.

En la Misa dominical este pasaje se recuerda de una manera especial. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.

Este día de resurrección es alegre pero triste para los Cofrades, alegre por la manifestación de la resurrección que sustenta la religión y triste porque la Semana Santa finaliza.

Es un día agridulce para multitud de fieles, por un lado celebran su fé y por otro dan por concluidas unas fiestas de gran emoción. La manera de celebrar esta despedida difiere mucho de una comunidad a otra.En general, suelen reunirse todos los cofrades que han desfilado a lo largo de estos días, y las muestras son de alegría por un Cristo resucitado.

Se realizan diversas procesiones religiosas, en muchas ciudades como coloflón de las fiestas desfilan representaciones de todas las cofradías, las procesiones de este día están llenas de color y alegria. Se mezclaran en los pasos capirotes de todos los colores que han desfilado a lo largo de la semana.

En algunas ciudades los nazarenos van vestidos de blanco hoy y reparten chocolatinas a los niños, como hemos podido comprobar a lo largo de la semana, cada comunidad tiene su propio toque en las procesiones, que les hace diferentes y únicas.

Hay pocas procesiones en el día de hoy…tampoco suele congregarse mucha gente porque en muchas ciudades comienzan a preparar las calles para volver a la rutina diaria, se recogen las sillas que se utilizaban para ver los pasos, se arreglan los balcones…las procesiones que hay suelen hacerse por la mañana y tienen el sabor de despedida de las fiestas y la vuelta a la tranquilidad.

Tras las últimas procesiones es habitual ir a disfrutar de la gastronomía propia de la ciudad en la que nos encontramos, y de las últimas torrijas hasta el año siguiente. Lo mismo sucede con la tradición de los huevos de Pascua, desde el jueves es habitual comprarlos.

Uno de los aspectos interesentes de esta festividad, es el gatronómico, ya que dependiendo de la comunidad en la que nos encontremos podemos probar distintas especialidades culinarias que sólo se elaboran en estas fechas y tienen un sentido para con la festividad. Una de estas tradiciones es la elaboración de los Huevos de Pascua.

La tradición de los huevos de Pascua va asociada a la imagen del conejo de Pascua que también tiene su peculiar leyenda: Ésta cuenta la historia de una mujer que pintaba huevos para sus hijos en la Pascua. Una vez decidió esconderlos en el jardín en distintos nidos. Cuando los niños encontraron los huevos, un conejo saltó del nido. Entonces, ellos pensaron que el conejo les había traído los huevos y así comenzó la historia.

Esta imagen se transmitió a los Estados Unidos por los inmigrantes alemanes que llegaron al Pennsylvania Dutch Country durante el siglo XVIII. Los niños creían que si se portaban bien, el Oschter Haws, que era el nombre que daban al conejito, pondría huevos de colores. Construían nidos en lugares apartados o escondidos de la casa, el granero o el jardín, para que éste pusiera sus huevos. Más tarde empezaría la tradición de construir elaboradas cestas para poner los huevos.

Sea o no verdad, los huevos, en todas las culturas, han representado el nacimiento de la nueva vida, la alegría, el renacer. De ahí que se adecúan perfectamente al sentido que este día tiene para los católicos.
Además, todo esto no es nuevo, la imagen del conejo tiene su origen en las celebraciones anglosajonas pre-cristianas… El conejo, un animal muy fértil, era el símbolo terrenal de la diosa Eastre, a quien se le dedicaba el mes de abril.


Esto unido al significado de los huevos, y el hecho de que se utilizaban éstos como moneda de pago en la Edad Medieval en estas fechas, es lo que ha dado lugar a la extraña conjunción del conejo de Pascua.


El Domingo de Resurrección es el causante que el domingo sea precisamente el día escogido como de descanso

Como curiosidad comentar que el Domingo de Resurrección es el culpable de que los domingos sean los que se consideran festivos y de descanso en la semana, ya que como es una fiesta clave del calendario litúrgico, en los primeros siglos del cristianismo, gracias a ella se cambió el día dedicado al descanso y a la alabanza a Dios nuestro creador, del Sábado al Domingo. En la religión judía en cambio, como no se reconoce la resurrección de Cristo, el día festivo sigue siendo el Sabbath o sábado.

30 marzo, 2013

Sábado Santo


“Duerme” aún
el Dios de la vida
volverá mañana.

¡Jesús a muerto!
¿A muerto Jesús?
¿Jesús a muerto?
Velad y veréis
veréis y velad
velad y veréis
¡Jesús a muerto!
¿A muerto Jesús?
¿Jesús a muerto?
“Duerme” aún
el Dios de la vida
volverá mañana.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Sábado Santo
Durante el día del sábado, como una viuda, la Iglesia llora la muerte de su Esposo

La Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor., meditando su pasión y muerte y aquél “descenso a los infiernos” – al lugar de los muertos – que confesamos en el Credo y que prolonga la humillación de la cruz, manifestando el realismo de la muerte de Jesús, cuya alma conoció en verdad la separación del cuerpo y se unió a las restantes almas de los justos. Pero el descenso al reino de muerte es también el primer movimiento de la victoria de Cristo sobre la misma.

Hoy no se celebra sacrificio de la Misa ni se recibe comunión – a no ser el caso de viático -, aunque se reza la liturgia de las Horas. El altar permanece por todo ello desnudo hasta que, después de la solemne Vigilia o expectación nocturna de la Resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días pasados.

Sábado de Gloria

“…rogó a Pilato José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por temor de los judíos, que le permitiese tomar el cuerpo de Jesús, y Pilato se lo permitió. Vino, pues, y tomó su cuerpo. Llegó Nicodemo, el mismo que había venido a Él de noche al principio, y trajo una mezcla de mirra y áloe, como unas cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo fajaron con bandas de aromas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Había cerca del sitio donde fue crucificado un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual nadie aún había sido depositado. Allí, a causa de la Pascua de los judíos, por estar cerca el monumento, pusieron a Jesús (Jn 19, 38-42).”

Reflexión

Es curioso ver los frutos inmediatos de la muerte de Jesús, en verdad, si el grano de trigo no muere, no dará fruto. José de Arimatea y Nicodemo preparan el cuerpo sagrado de Jesús como era costumbre entre los judíos. Tenían que darse prisa, pues ya se acercaba la madrugada, que era el sábado. Los judíos guardaban el sábado, y no hacían ningún tipo de trabajo, sólo orar, estar recogidos en Dios. Estos hombres, que eran fieles a sus leyes, no querían dejar a Jesús así, pero tampoco querían ir en contra de los preceptos religiosos. Tuvieron que sepultarlo en una tumba nueva, que estaba allí cerca. Las mujeres que acompañaba a Jesús también vieron colocaron el cuerpo de Jesús y se fueron antes de que comenzara el sábado.

Jesús, “descendió a los infiernos”, dice el credo que rezamos, pero este infierno no es el mismo del que Jesús habla en el evangelio (fuego eterno), sino es el limbo, donde estaban todos los justos esperando que Jesús triunfara sobre el mal, que se consumiera su muerte, su reparación por nuestros pecados, para que así, las puertas del paraíso volvieran a abrirse y ellos pudieran entrar.

Mientras que el mundo pensaba que Jesús había fracasado, no fue así, triunfó. Apenas comenzaba la glorificación del Padre y la Suya. Mientras los apóstoles, asustados, se escondían por temor a ser vistos por los soldados, pues temían su propia vida, Jesús liberaba a los justos y estos salieron al encuentro del paraíso que Dios tenía preparado para ellos. Diferentes sentimientos sobre un mismo suceso, y usted, qué sentimientos tiene ante estos sucesos?


Vigilia Pascual

Según una antiquísima tradición, esta es noche de vigilia en honor del Señor (Ex 12,42). Los fieles, tal como lo recomienda el evangelio (Lc 12,35-36), deben parecerse a los criados, que con las lámparas encendidas en las manos, esperan el retorno de su señor, para que cuando llegue los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa” (Misal, pág. 275).

Esta Noche Pascual tiene, como toda celebración litúrgica, dos partes centrales:

- La Palabra: Solo que esta vez las lecturas son más numerosas (nueve, en vez de las dos o tres habituales).
- El Sacramento: Esta noche, después del camino cuaresmal y del catecumenado, se celebran, antes de la Eucaristía, los sacramentos de la iniciación cristiana: el Bautismo y la Confirmación.
Así, los dos momentos centrales adquieren un relieve especial: se proclama en la Palabra la salvación que Dios ofrece a la humanidad, culminando con el anuncio de la resurrección del Señor.
Y luego se celebra sacramentalmente esa misma salvación, con los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. A todo ello también se le antepone un rito de entrada muy especial: se añade un rito lucernario que juega con el símbolo de la luz en medio de la noche, y el Pregón Pascual, lírico y solemne.

La Pascua del Señor, nuestra Pascua

Todos estos elementos especiales de la Vigilia quieren resaltar el contenido fundamental de la Noche: la Pascua del Señor, su Paso de la Muerte a la Vida.

La oración al comienzo de las lecturas del Nuevo Testamento, invoca a Dios, que “ilumina esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor”. En esta noche, con más razón que en ningún otro momento, la Iglesia alaba a Dios porque “Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado” (Prefacio I de Pascua).
Pero la Pascua de Cristo es también nuestra Pascua: “en la muerte de Cristo nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección resucitamos todos” (Prefacio II de Pascua).

La comunidad cristiana se siente integrada, “contemporánea del Paso de Cristo a través de la muerte a la vida”. Ella misma renace y se goza en “la nueva vida que nace de estos sacramentos pascuales” (oración sobre las ofrendas de la Vigilia): por el Bautismo se sumerge con Cristo en su Pascua, por la Confnmación recibe también ella el Espíritu de la vida, y en la Eucaristía participa del Cuerpo y la Sangre de Cristo, como memorial de su muerte y resurrección.


Los textos, oraciones, cantos: todo apunta a esta gozosa experiencia de la Iglesia unida a su Señor, centrada en los sacramentos pascuales. Esta es la mejor clave para la espiritualidad cristiana, que debe centrarse. más que en la contemplación de los dolores de Jesús (la espiritualidad del Viernes Santo es la más fácil de asimilar), en la comunión con el Resucitado de entre los muertos.

Cristo, resucitando, ha vencido a la muerte.


Este es en verdad “el día que hizo el Señor”. El fundamento de nuestra fe. La experiencia decisiva que la Iglesia, como Esposa unida al Esposo, recuerda y vive cada año, renovando su comunión con El, en la Palabra y en los Sacramentos de esta Noche.

Luz de Cristo

El fuego nuevo es asperjado en silencio, después, se toma parte del carbón bendecido y colocado en el incensario, se pone incienso y se inciensa el fuego tres veces. Mediante este rito sencillo reconoce la Iglesia la dignidad de la creación que el Señor rescata.

Pero la cera, a su vez, resulta ahora una criatura renovada. Se devolverá al cirio el sagrado papel de significar ante los ojos del mundo la gloria de Cristo resucitado. Por eso se graba en primer lugar la cruz en el cirio. La cruz de Cristo devuelve a cada cosa su sentido. Por ello el Canon Romano dice: “Por él (Cristo) sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros”.
Al grabar en la cruz las letras griegas Alfa y Omega y las cifras del año en curso, el celebrante dice: “Cristo ayer y hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega. Suyo es el tiempo. Y la eternidad. A él la gloria y el poder. Por los siglos de los siglos. Amén”.

Así expresa con gestos y palabras toda la doctrina del imperio de Cristo sobre el cosmos, expuesta en San Pablo. Nada escapa de la redención del Señor, y todo, hombres, cosas y tiempo están bajo su potestad.
Se lo adorna con granos de incienso, según una tradición muy antigua, que han pasado a significar simbólicamente las cinco llagas de Cristo: “Por tus llagas santas y gloriosas nos proteja y nos guarde Jesucristo nuestro Señor”.

Termina el celebrante encendiendo el fuego nuevo, diciendo: “La 1uz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu”.

Tras el cirio encendido que representa a Cristo, columna de fuego y de luz que nos guía a través de las tinieblas y nos indica el camino a la tierra prometida, avanza el cortejo de los ministros. Se escucha cantar tres veces: “Luz de Cristo” mientras se encienden en el cirio recién bendecido todas las velas de la comunidad cristiana.

Hay que vivir estas cosas con alma de niño, sencilla pero vibrante, para estar en condiciones de entrar en la mentalidad de la Iglesia en este momento de júbilo. El mundo conoce demasiado bien las tinieblas que envuelven a su tierra en infortunio y congoja. Pero en esa hora, puede decirse que su desdicha ha atraído la misericordia y que el Señor quiere invadirlo todo con oleadas de su luz.

Los profetas habían prometido ya la luz: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande”, escribe Isaías (Is 9, I; 42,7; 49,9). Pero la luz que amanecerá sobre la nueva Jerusalén (Is 60,1ss.) será el mismo Dios vivo, que iluminará a los suyos (Is 60, 19) y su Siervo será la luz de las naciones (Is 42,6; 49,6).

El catecúmeno que participa en esta celebración de la luz sabe por experiencia propia que desde su nacimiento pertenece a las tinieblas; pero sabe también que Dios “lo llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa” (1 Pe 2,9). Dentro de unos momentos, en la pila bautismal, “Cristo será su luz” (Ef 5, 14). Se va a convertir de tiniebla que es en “luz en el Señor” (Ef 5,8).

Pregón pascual o “exultet”

Este himno de alabanza, en primer lugar, anuncia a todos la alegría de la Pascua, alegría del cielo, de la tierra, de la Iglesia, de la asamblea de los cristianos. Esta alegría procede de la victoria de Cristo sobre las tinieblas.

Luego, entona la gran Acción de Gracias. Su tema es la historia de la salvación resumida por el poema. Una tercera parte consiste en una oración por la paz, por la Iglesia en sus jefes y en sus fieles, por los que gobiernan los pueblos, para que todos lleguen a la patria del cielo.


“Exulten por fin los coros de los ángeles,
exulten las jerarquías del cielo,
y por la victoria de Rey tan poderoso
que las trompetas anuncien la salvación.


Goce también la tierra,
inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla
que cubría el orbe entero.


Alégrese también nuestra madre la Iglesia,
revestida de luz tan brillante;
resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.


En verdad es justo y necesario
aclamar con nuestras voces
y con todo el afecto del corazón
a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.


Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre
la deuda de Adán
y, derramando su sangre,
canceló el recibo del antiguo pecado.


Porque éstas son las fiestas de Pascua,
en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.


Ésta es la noche
en que sacaste de Egipto
a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.


Ésta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.


Ésta es la noche
en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.


Ésta es la noche
en que, rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?


¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!


Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!


¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó de entre los muertos.


Ésta es la noche
de la que estaba escrito:
“Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mí gozo.”


Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los poderosos.


En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza
que la santa Iglesia te ofrece
por medio de sus ministros
en la solemne ofrenda de este cirio,
hecho con cera de abejas.


Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.


¡Que noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!


Te rogarnos, Señor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse
para destruir la oscuridad de esta noche,
y, como ofrenda agradable,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso
y es Cristo, tu Hijo resucitado,
que, al salir del sepulcro,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina glorioso
por los siglos de los siglos.Amén.



La liturgia de la Palabra

Esta noche la comunidad cristiana se detiene más de lo ordinario en la proclamación de la Palabra. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento hablan de Cristo e iluminan la Historia de la Salvación y el sentido de los sacramentos pascuales. Hay un diálogo entre Dios que habla a su Pueblo (las lecturas) y el Pueblo que responde (Salmos y oraciones).

Las lecturas de la Vigilia tienen una coherencia y un ritmo entre ellas. La mejor clave es la que dio el mismo Cristo: “todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse, y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó (a los discípulos de Emaús) lo que se refería a él en toda la Escritura” (L,c 24,27).

Lecturas del Antiguo Testamento

Primera lectura: Gn 1,1-31 ó 2,1-2: Vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno.
Segunda lectura: Gn 22,1-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
Tercera lectura Ex 14-15,30 – Los israelitas cruzaron el mar Rojo.
Cuarta lectura: Is 54,5-14 – Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor.
Quinta lectura: Is 55, 1-11 – Vengan a mí, y vivirán; sellaré con ustedes una alianza perpetua.
Sexta lectura: Bar 3,9-15.32-4,4 – Camina a la claridad del resplandor del Señor
Séptima lectura: Ez 36.16-28 – Derramaré sobre ustedes un agua pura, y les daré un corazón nuevo.

El Antiguo Testamento prepara la realidad del Nuevo Testamento: lo que se anunciaba y prometía, ahora se ha cumplido de verdad.

Es importante subrayar este paso al Nuevo Testamento: el Misal indica en este momento diversos signos, tales como el adorno del altar (luces, flores), el canto del Gloria y la aclamación del Aleluya antes del Evangelio. También se ilumina de manera más plena la iglesia ya que durante las lecturas del Antiguo Testamento estaba iluminada más discretamente.

Sobre todo es el Evangelio, tomado de uno de los tres sinópticos. según el Ciclo, el que hay que destacar: es el cumplimiento de todas las profecías y figuras, proclama la Resurrección del Señor.

Lecturas del Nuevo Testamento

Primera lectura: Rom 6,3-11 – Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más.

Evangelio

CICLO A: Mt 28.1-10 – Ha resucitado y va por delante de ustedes a Galilea.
CICLO B: Mc 16, 1-8 – Jesús Nazareno, el crucificado, ha resucitado.
CICLO C: Lc 24.1-12 – Por qué buscan entre los muertos al que está vivo.

La Liturgia bautismal

La noche de Pascua es el momento en el que tiene más sentido celebrar los sacramentos de la iniciación cristiana. Después de un camino catecumenal (personal, si se trata de adultos y de la familia, para los niños, y siempre en lo que cabe, de la comunidad cristiana entera), el signo del agua -la inmersión, el baño- quiere ser la expresión sacramental de cómo una persona se incorpora a Cristo en su paso de la muerte a la vida.

Como dice el Misal, si se trata de adultos, esta noche tiene pleno sentido que además del Bautismo se celebre la Confirmación. para quedar ya integrados plenamente a la comunidad eucarística. El sacerdote que preside tiene esta noche la facultad de conferir también la Confirmación, para hacer visible la unidad de los sacramentos de iniciación.

La celebración consta de los siguientes elementos:

La letanía de los santos (si hay bautismo), según lo sugerido por el Misal;
La bendición del agua más que bendecir el agua se trata de bendecir a Dios por todo lo que en la Historia de la Salvación ha hecho por medio del agua (desde la creación y el paso del Mar Rojo hasta el bautismo de Jesús en el Jordán), pidiéndole que hoy también a través del sígno del agua actúe el Espíritu de vida sobre los bautizados.

El Bautismo y la Confirmación según sus propios rituales;
La renovación de las promesas bautismales, si no se ha celebrado el Bautismo, (ya lo habrán realizado entonces, junto con los padrinos y/o bautizandos). Se trata de que todos participen conscientemente tanto en la renuncia como en la profesión de fe;
El signo de aspersión, con un canto bautismal, como un recuerdo plástico del propio Bautismo. Este signo se puede repetir todos los domingos de la Cincuentena Pascual, al comienzo de la Eucaristía;
La Oración universal o de los fieles, que es el ejercicio, por parte de la comunidad, de su sacerdocio bautismal intercediendo ante Dios por toda la Hurnanidad.

La Eucaristía

La celebración eucarística es la culminación de la Noche Pascual. Es la Eucaristía central de todo el año, más importante que la de Navidad o la del Jueves Santo. Cristo, el Señor Resucitado, nos hace participar de su Cuerpo y de su Sangre, como memorial de su Pascua.
Es el punto culminante de la celebración.

Misas durante el día

En el transcurso de la Noche Santa participamos en el misterio pascual por medio de la celebración de los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía. En la segunda misa de Pascua, damos gracias por la vida nueva, cuya fuente nos ha sido abierta por la Resurrección de Cristo.

Hoy es la fiesta de las fiestas y el día de Cristo el Señor por excelencia. Hoy, Jesús vencedor de la muerte y del pecado, se manifestó a los suyos; hoy se dio a conocer a sus dos discípulos en el camino de Emaús por medio de la fracción del pan: hoy confirió el Espíritu Santo a sus Apóstoles para la remisión de los pecados y los envió al mundo para ser sus testigos. Como consecuencia de todo esto, cantamos: “Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”. (Salmo 117).

Misa del día


Primera lectura: Hech 10,34a.37-43 – Nosotros hemos comido y bebido con Él después de su resurrección.
Segunda Lectura: Col 3, 1-4 – Busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo.
Evangelio: Jn 20 1-9 – Él tenía que resucitar de entre los muertos.


Misa vespertina

Esta comida con el Resucitado de los discípulos de Emaús en la tarde de Pascua debía iluminar en los siglos venideros, la celebración de la Eucaristía; es la irradiación de su alegría y la invitación a revivir la Pascua en cada Misa.

Evangelio: Lc 24, 13-35 – Lo reconocieron al partir el pan.

29 marzo, 2013

Viernes Santo


Crucifixión

Os miro mi Señor en la cruz clavado
y llora por dentro mi mísera alma
Es cierta mi culpa, mi alma clama
a ese madero, el haberos llevado.


Os miro en llanto envuelto mi Cristo amado
¿Que Os han hecho, mis hermanos sin alma?
¿Es acaso verdad lo que atisba mi alma?
ver Vuestro rostro de moretones inflamado

Vuestro cuerpo; sed y harto vilipendiado
pies y manos clavados, lanza en el costado
y de espinas corona, martirio prolongado.

Mofa y burla del ladrón y del soldado
siete palabras para el hombre desalmado
y clamais a Vuestro Padre, ser consolado.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Viernes Santo

En este día se rememora la muerte de Cristo crucificado. El Viernes Santo se recuerda el vía crucis, así se llama al camino que Jesús tuvo que recorrer llevando sobre sus hombros el madero en el cual iba a ser crucificado. Su muerte en la cruz y su sepultura. Constituye el núcleo central de la Semana Santa.

Es el ecuador de la Semana Santa, el día de los penitentes donde se hace palpable la solemnidad de la festividad. La calle es tomada por los penitentes que visten los capirotes y expían sus culpas en las procesiones.

Es el día del máximo dolor y de la muerte de Jesús. Día de riguroso luto y no se celebra misa, sino un rito de oración, es el único del año en que no se celebra para expresar el luto de la iglesia. Se lee la Pasión según san Juan, se reza por todas las causas en una continua ceremonia de arrodillarse y levantarse, y en el centro de la celebración está la solemne adoración de la Cruz, pero como ya hemos mencionado no es una misa, sino un rito de oración. La mañana de este día se dedica a prácticas piadosas como el Vía Crucis, la visita a los monumentos, las procesiones penitenciales.

Aparte de la celebración del Via Crucis, también se puede asistir al Sermón de las 7 palabras , llamado también De la bofetada, por recordarse en él los últimos momentos de la vida de Jesús, desde que lo juzga el Sanedrín y recibe la bofetada, hasta que muere en la cruz después de pronunciar su última palabra. En muchos pueblos, éste se escenifica por las calles, mientras un penitente representa a Jesús y sufre los castigos que a él se le infligieron cumpliendo así una promesa.

El sermón de las Siete Palabras

Esta devoción consiste en reflexionar en las últimas siete frases que pronunció Jesús en la cruz, antes de su muerte.

Primera Palabra
“Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen”. (San Lucas 23, 24)

Jesús nos dejó una gran enseñanza con estas palabras, ya que a pesar de ser Dios, no se ocupó de probar su inocencia, ya que la verdad siempre prevalece. Nosotros debemos ocuparnos del juicio ante Dios y no del de los hombres. Jesús no pidió el perdón para Él porque no tenía pecado, lo pidió para quienes lo acusaron. Nosotros no somos nadie para juzgar. Dios nos ha perdonado grandes pecados, por lo que nosotros debemos perdonar a los demás. El perdonar ayuda a quitar el odio. El amor debe ganar al odio. La verdadera prueba del cristiano no consiste en cuánto ama a sus amigos, sino a sus enemigos. Perdonar a los enemigos es grandeza de alma, perdonar es prueba de amor.

Segunda Palabra
“Yo te aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso”. (San Lucas 23,43)

Estas palabras nos enseñan la actitud que debemos tomar ante el dolor y el sufrimiento. La manera como reaccionemos ante el dolor depende de nuestra filosofía de vida. Dice un poeta que dos prisioneros miraron a través de los barrotes de su celda y uno vio lodo y otro vio estrellas. Estas son las actitudes que se encuentran manifestadas en los dos ladrones crucificados al lado de Jesús: uno no le dio sentido a su dolor y el otro sí lo hizo. Necesitamos espiritualizar el sufrimiento para ser mejores personas. Jesús en la cruz es una prueba de amor. El ladrón de la derecha, al ver a Jesús en la cruz comprende el valor del sufrimiento. El sufrimiento puede hacer un bien a otros y a nuestra alma. Nos acerca a Dios si le damos sentido.

Tercera Palabra
“Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre”. (San Juan 19, 26-27)

La Virgen es proclamada Madre de todos los hombres. El amor busca aligerar al que sufre y tomar sus dolores. Una madre cuando ama quiere tomar el dolor de las heridas de sus hijos. Jesús y María nos aman con un amor sin límites. María es Madre de cada uno de nosotros. En Juan estamos representados cada uno de nosotros. María es el refugio de los pecadores. Ella entiende que somos pecadores.

Cuarta Palabra
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (San Marcos 15, 34)

Es una oración, un salmo. Es el hijo que habla con el Padre. Estas palabras nos hacen pensar en el pecado de los hombres. El pecado es la muerte del alma. La bondad es el constante rechazo al pecado. El pecado es el abandono de Dios por parte del hombre. El hombre rechazó a Dios y Jesús experimentó esto.

Quinta Palabra
“¡Tengo sed!” (San Juan 19, 28)

La sed es un signo de vida. Tiene sed de dar vida y por eso muere. Él tenía sed por las almas de los hombres. El Pastor estaba sólo, sin sus ovejas. Durante toda su vida Jesús había buscado almas. Los dolores del cuerpo no eran nada en comparación del dolor del alma. Que el hombre despreciara su amor le dolía profundamente en su corazón. Todo hombre necesita ser feliz y no se puede ser feliz sin Dios. La sed de todo hombre es la sed del amor.

Sexta Palabra
“Todo está consumado”. (San Juan 19, 30)

Todo tiene sentido: Jesús por amor nos da su vida. Jesús cumplió con la voluntad de su Padre. Su misión terminaría con su muerte. El plan estaba realizado. Nuestro plan no está aún terminado, porque todavía no hemos salvado nuestras almas. Todo lo que hagamos debe estar dirigido a este fin. El sufrimiento, los tropiezos de la vida nos recuerdan que la felicidad completa solo la podremos alcanzar en el cielo. Aprendemos a morir muriendo a nosotros mismos, a nuestro orgullo, nuestra envidia, nuestra pereza, miles de veces cada día.

Séptima Palabra
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. (San Lucas 23, 46)

Jesús muere con serenidad, con paz, su oración es de confianza en Dios. Se abandona en las manos de su Padre.


Estas palabras nos hacen pensar que debemos de cuidar nuestra alma, no sólo nuestro cuerpo. Jesús entregó su cuerpo, pero no su alma. Devolvió su espíritu a su Padre no con grito de rebelión sino con un grito triunfante. Nadie nos puede quitar nuestro espíritu. Es importante recordar cual es nuestro destino en al vida para no equivocarnos de camino a seguir. Jesús nunca perdió de vista su meta a seguir. Sacrificó todo para alcanzarla. Lo más importante en la vida es la salvación de nuestras almas.


Es el segundo gran día de las procesiones en que se vuelca el dolor por la muerte de Cristo y el dolor de su madre. Todas las procesiones que hoy desfilen estarán marcadas por la seriedad y sobriedad. Muchas de ellas con nombres como: Monte Calvario, El Sepulcro, El descendimiento…que no dejan duda de lo que hoy se conmemora.

Hoy veremos multitud de manifestaciones del calvario y la crucifixión de Cristo, las procesiones mantendrán un carácter sobrio y de luto a lo largo del día. Hoy no hay lugar para los pasos más alegres.

Entre las 3 y las 6 de la tarde, para hacerla coincidir con el momento en que se produjo la crucifixión y muerte de Cristo, se celebra un acto litúrgico para conmemorarlo. Los crucifijos están tapados con un velo morado hasta la hora de la crucifixión en que son descubiertos.

Hoy es el gran día de los penitentes, el día de las procesiones en que nuestros antepasados exhibían públicamente su condición de condenados e imploraban el perdón. Los penitentes cumplen las promesas más atrevidas que se hicieron en momento de desesperación. Van con la cara cubierta con sus capirotes. Muchos descalzos, algunos con cadenas, otros con una cruz a cuestas…

A diferencia de la Semana Santa de otros países la española no cuenta con las imágenes truculentas que podemos ver en algunas procesiones como las de Filipinas o en Méjico…los pasos de los penitentes son duros, pero no llegan en ningún momento a crucifixiones reales, ni a mostrar las espaldas heridas de los mismos, como hemos visto en otras celebraciones.

Los pasos se acompañan de los cantos desgarradores de las saetas, muchos actos se ajustan a las horas entre las 3 y las 6 de la tarde, supuesta hora en la que Jesús fallece. Se celebra la MADRUGÁ, en la que los cofrades se visten de negro para acompañar al Cristo.

Son las procesiones más sobrecogedoras: en absoluto silencio que permite oír el pisar de los pies, el arrastrar de cadenas, un silencio roto de vez en cuando por austeras y breves intervenciones de la banda de música, o por saetas desgarradas. Es el día más abundante en procesiones.

En Sevilla, en concreto, ciudad que utilizamos como referente de esta celebración, cuando las procesiones del jueves santo han regresado a las diferentes iglesias y parroquias comienza la espectacular MADRUGÁ. Para esta espectacular madrugá salen 6 pasos, en su mayoría vestidos de negro dando una sensación al ambiente difícil de explicar, hay que estar allí para saber lo que se siente, ya que aunque no se sea creyente, el turista queda contagiado por el fervor y la solemnidad que se vive en los actos del Viernes Santo.

Al ser el día más importante de toda la Semana no podemos apuntar ninguna procesión en concreto que ver…cualquiera de ellas nos ofrecerá una gran espectacularidad, es el día que no hay que perderse…los días vividos anteriormente nos preparan para explotar en este día supremo.

28 marzo, 2013

Jueves Santo


28 de Marzo
Jueves Santo



Se sucede el jueves antes del Domingo de Resurrección. Es el primer día del Triduo Pascual.Este día se rememora la última cena de Jesús con los doce apóstoles.

Este es el primer día del año litúrgico, así pues para la religión cristiana es el día de Año nuevo en cuanto a los oficios religiosos se refiere. Se celebra un funeral por el Cristo muerto y la Primera Misa del Año.

El Jueves Santo es junto con el Corpus Cristi y la Ascensión, el primero de los Tres Jueves del año más importantes en la religión católica. Al ser una fiesta de marcado carácter religioso no podemos dejar de mencionar sus peculiaridades en este aspecto. Es el día en que se celebra la última Cena en que Cristo instituyó la Eucaristía. También se escenifica el Lavatorio de los pies (sobre esto versa el Evangelio). Los pasos y procesiones se vuelcan en estas significaciones y empiezan a avanzar, ya en la noche, el misterio del Viernes Santo.

El Jueves Santo tiene una celebración muy sobrecogedora y peculiar que se denomina el OFICIO DE TINIEBLAS, en la noche, después de apagar las luces, se van apagando paulatinamente todas las velas hasta dejar toda la iglesia a oscuras. Y así, en plena oscuridad, y sin acompañamiento de órgano, se canta el bellísimo Christus factus est. En realidad es un funeral por el Cristo muerto.

La misa de este día, que al ser conmemorativa de la última cena del Señor se celebra entre las 7 y las 8 de la tarde, tiene de especial, que en la lógica litúrgica es la PRIMERA MISA del año. De hecho las misas de todos los domingos lo que hacen es reproducir esta última cena a lo largo de todo el año. Por eso, sin tener nada distinto de la misa de cualquier domingo, se le da una especial solemnidad, como dando a entender que los demás días del año se repite la Consagración del Cuerpo y de la Sangre de Cristo.

Las lecturas de el Evangelio que se hacen en este día hacen referencia al lavatorio de los pies que precedió a la santa cena; un acto que destaca como muestra del amor fraterno empezando por los más necesitados. Y que el sacerdote que oficia la misa de este día vuelve a representar, lavando los pies a los demás sacerdotes en señal de humildad, mucha gente acude a ver esta escenificación muy típica de este día.

Después del lavatorio viene la gran solemnidad eucarística.Tras la consagración se lleva la Eucaristía al altar secundario que ha sido adornado como “monumento”, sirviéndose especialmente de las palmas del Domingo de Ramos, que los fieles prestan para este fin.

La noche de este día estará plagada de vigilias de los fieles a sus imágenes más veneradas, y las procesiones que salgan al paso lo harán hasta bien entrada la madrugada.

En muchas poblaciones donde los Monumentos a la Eucaristía alcanzan un valor estético extraordinario, los fieles dedican esta noche y la mañana del Viernes a visitar las iglesias de la ciudad para admirarlos y orar un rato ante ellos. La Sagrada forma que en esta celebración se consagra es la que luego queda expuesta a lo largo del año en el altar.

En las calles hay mucho bullicio porque comienzan los días grandes de la Semana Santa, conocidos como el Triduo Pascual, a partir de hoy ya es día festivo a nivel nacional, así pues, el número de gente que se congregue para celebrar las procesiones será sensiblemente mayor.Las procesiones se celebran hasta muy entrada la madrugada.

Una de las tradiciones típicas de este día, cuyo origen no está muy claro ya que muchos lo achacan a una costumbre pagana, es la de regalar a los niños huevitos de chocolate con pequeños regalos dentro.

Esta costumbre tiene su origen en las costumbres católicas, aunque parezca una costumbre extranjera…Durante mucho tiempo estuvo prohibido comer carne y huevos en Cuaresma. Por eso, el día de Pascua, el Jueves Santo, que marca el final de la Cuaresma, la gente corría a coger gran cantidad de ellos, para comerlos en familia y distribuirlos como regalo.

Al contrario de lo que se podría imaginar la tradición de los huevos de Pascua que hoy se regalan a los niños no es una tradición pagana, sino que tiene sus orígenes en la religión cristiana.

Durante la Edad Media, en Semana Santa, era común que los censos feudales se pagaran con huevos. Por lo que se estipuló que el día de pago fuese el domingo de Pascua.

Es entonces cuando a principios el siglo XIX, en Alemania, Italia y Francia, aparecieron los primeros huevos hechos con chocolate, que se comenzaron a regalar conmemorando estas costumbres tan antiguas.

En algunos países es celebrado por miles de niños con tradiciones como la búsqueda de los huevitos, como símbolo de esperanza y renacimiento de las personas.

En España en concreto, se regalan los huevitos a los niños, en zonas como Cataluña los padrinos regalan a sus ahijados las llamadas Monas de Pascua, que van desde la verdadera mona de Pascua que es un bizcocho adornado con huevos cocidos, hasta diversas figuras y huevos de chocolate.