07 junio, 2013

Sagrado Corazón de Jesús

 
 
¡Que tal amor el de Cristo y su corazón!
que de todos los corazones hombre
solo uno nos amó hasta la muerte
y una muerte no cualquiera sino de cruz
en el calvario cruento que sin vanagloria
alguna de su realeza su Corazón entregó
y que pese a su agonía trasegó sólo amor
perdón y misericordia a sus verdugos
hasta el último segundo de su vida santa
¡Que tal amor el de Cristo y su Corazón!.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Viernes 7 de Junio
Sagrado Corazón de Jesús
 
Para comprender el sentido de esta devoción, podemos recordar el simbolismo teológico del concepto “corazón”: “Corazón significa el centro más íntimo de la persona humana, centro desde el cual el hombre se relaciona original y totalmente con las demás personas. El corazón es la unidad original y configuradora de los comportamientos de una persona. Sólo las personas tienen centro de la “existencia” y sus comportamientos son “cordiales”, o sea, nacen de un punto central común e íntimo que los reúne a todos y les acuña su último sentido” (Karl Rahner, Escritos de Teología, T. III).
 
LECTURA
 
Lectura de la Profecía de Oseas. Os 11, 1. 3-4. 8-9
Así habla el Señor: Cuando Israel era niño, Yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. ¡Y yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no reconocieron que yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer. Mi corazón se subleva contra mí y se enciende toda mi ternura: no daré libre curso al ardor de mi ira, no destruiré otra vez a Efraím. Porque yo soy Dios, no un hombre: soy el Santo en medio de ti, y no vendré con furor.
Palabra de Dios.
 
Comentario
 
¿Cómo ama Dios? Con un corazón totalmente apasionado. Por eso toma las fuertes experiencias del amor humano -la de un padre o una madre por su criatura, la de los amantes que no se pueden dejar uno a otro- para decirnos cómo y cuánto nos ama. Dejémonos atrapar por este amor.
 
SALMO Sal Is 12, 2-6
 
R. Sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación.
 
Éste es el Dios de mi salvación:
yo tengo confianza y no temo,
porque el Señor es mi fuerza y mi protección;
Él fue mi salvación. R.
 
Ustedes sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación.
Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
anuncien entre los pueblos sus proezas,
proclamen qué sublime es su Nombre. R.
 
Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:
¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión,
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel! R.
 
LECTURA
Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Cristianos de Éfeso. Éf 3, 8-12. 14-19
 
Hermanos: Yo, el menor de todos los santos, he recibido la gracia de anunciar a los paganos la insondable riqueza de Cristo, y manifestar a todos la dispensación del misterio que estaba oculto desde siempre en Dios, el creador de todas las cosas, para que los Principados y las Potestades celestiales conozcan la infinita variedad de la sabiduría de Dios por medio de la Iglesia. Éste es el designio que Dios concibió desde toda la eternidad en Cristo Jesús, nuestro Señor, por quien nos atrevemos a acercarnos a Dios con toda confianza, mediante la fe en él. Por eso doblo mis rodillas delante del Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra. Que él se digne fortificarlos por medio de su Espíritu, conforme a la riqueza de su gloria, para que crezca en ustedes el hombre interior. Que Cristo habite en sus corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en el amor. Así podrán comprender, con todos los santos, cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, en una palabra, ustedes podrán conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para ser colmados por la plenitud de Dios.
 
Palabra de Dios.
 
Comentario
 
¿Habrá forma de medir el amor de Dios? Es incontenible en el universo e incomprensible en nuestra mente. Siendo nosotros tan pequeños y pecadores, mezquinos tantas veces en nuestros sentimientos y acciones, somos amados por un amor tan grande. Ante este amor no nos queda más que la gratitud y la alabanza.
 
EVANGELIO
 
Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan. Jn 19, 31-37
 
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: “No le quebrarán ninguno de sus huesos”. Y otro pasaje de la Escritura, dice: “Verán al que ellos mismos traspasaron”.
Palabra del Señor.
 
Comentario
 
“Esto es amor en su forma más radical. Poner la mirada en el costado traspasado de Cristo, del que habla Jn 19, 37, ayuda a comprender este punto: ‘Dios es amor’. Es allí, en la cruz, donde puede contemplarse esta verdad. Y a partir de allí se debe definir ahora qué es el amor. Y, desde esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amar” (Benedicto XVI, “Deus caritas est”).
 
(http://lecturasarztucuman.wordpress.com/2012/06/14/viernes-15-de-junio-2012-sagrado-corazon-de-jesus/)

06 junio, 2013

San Norberto


Oh, San Norberto, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo,
que, con mucho amor abrazaros a la
Cruz de Cristo, escogisteis de manera
providencial, aquél día que paseabais
por el bosque y dijisteis al estilo
de Saulo, derribado de vuestro caballo:
“Señor, ¿qué quieres que haga?”. Y,
la respuesta que vuestra vida cambio,
fue: “Abandona el camino del mal y haz
el bien”. Y, así, iniciasteis vuestra
conversión, abandonando los lugares
mundanos, para trocarlos por la de los
benedictinos. Más tarde, el ejemplo
de los ermitaños seguisteis, penitencia
y oración haciendo. Os despojasteis
de todos vuestros bienes, dándolos
a los pobres y desposeídos. A pie y
descalzo, por los campos, pueblos y
ciudades peregrinasteis. Y, olvidasteis
jamás la regla monástica de la pobreza
y el ejercicio del apostolado entre
la gente humilde. El ideal de la vida
contemplativa de los premonstratenses,
vivisteis. Y, así, gastasteis vuestra
terrena vida, para ganaros una inmortal.
Y, Dios, os coronó, con corona de luz.
oh, San Norberto, “luz, verdad y amor”.


© 2013 Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Junio
San Norberto
Obispo


Norberto nació en Xanten (Alemania) de la noble familia, de los Gennep, hacia el 1080. Como era costumbre para todo segundo hijo de la nobleza, a Norberto le correspondía seguir la carrera militar o eclesiástica. Prefirió el segundo camino, no por vocación, sino por simple oportunidad. En efecto, siendo diácono pudo gozar de los muchos privilegios al lado del gran elector de Colonia y del emperador Enrique V, que lo propuso para una importante sede episcopal. Pero Dios tenía otros planes. Durante un paseo a caballo por el bosque, lo sorprendió un violento huracán que lo derribó del caballo y, como Saulo en el camino de Damasco, dijo: “Señor, ¿qué quieres que haga?”.
 
La respuesta que cambió radicalmente su vida poco edificante fue: “Abandona el camino del mal y haz el bien”. Ese episodio fue el comienzo de su conversión. Abandonó los lugares mundanos y se puso a la escuela del abad benedictino de Siegburg y de los canónigos de Klosterrath; después siguió el ejemplo del ermitaño Liudolfo pasando tres años en penitencia y en oración. En 1115 fue ordenado sacerdote por el arzobispo de Colonia, y comenzó su actividad misionera itinerante.
 
Quiso dar el ejemplo despojándose de todos sus bienes y distribuyéndoselos a los pobres. Conservó para él una mula y diez monedas de plata, pero después dejó también esto y continuó sus peregrinaciones a pie y descalzo. En Francia, cerca a Nimes, se encontró con el Papa Calixto II quien lo animó a continuar por ese camino. El obispo de Laon, para tenerlo en su diócesis, le propuso ser el guía de los Canónigos regulares que seguían la Regla de San Agustín, y a quienes se les había asignado el convento de Praemonstratum. Así nació la Orden de los premonstratenses. Mientras tanto Norberto había continuado su actividad de predicador ambulante.
 
Se encontraba en Magdeburgo asistiendo a los funerales del obispo de esa ciudad, cuando el clamor popular lo eligió como sucesor. Fue un obispo incómodo para muchos. Tenaz, buen organizador, se ganó aplausos y enemistades. El emperador Lotario lo nombró canciller del imperio para Italia y el Papa Inocencio II extendió su jurisdicción a Polonia. Pero Norberto no olvidó la regla monástica de la pobreza y del ejercicio del apostolado entre la gente humilde del campo, y vivió integralmente el ideal de vida activa y contemplativa de los premonstratenses aun en el fulgor de los altos cargos. Murió en Magdeburgo, de regreso de una misión de paz en Italia, el 6 de junio de 1134. Fue canonizado en 1582.

Este día también se festeja a San Marcelino Champagnat
 
(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

05 junio, 2013

San Bonifacio, Apóstol de Alemania


Oh, San Bonifacio, vos, sois el hijo
del Dios de la vida, y su amado santo,
que, sacerdote ordenado, con dos compañeros,
os encaminasteis por el mundo de vuestro
tiempo, para, diseminar las “palabras de
vida eterna”, para alegría del Dios de la
vida. “Soldado de Cristo, te llamarás
Bonifacio”, os dijo el Santo Padre. Y,
así, las tribus de bárbaros, convertidas
fueron. Monasterios y conventos fundasteis
y presidisteis un concilio y sínodos. Y,
mano echasteis a santas y emprendedoras
mujeres que os apoyaron en vuestra santa
obra, entre ellas: santa Tecla, santa
Walburga y santa Lioba. Y, vuestra obra,
trascendió las fronteras, y, el maligno,
viendo vuestros logros, planeó vuestra
muerte. “Dios salvará nuestras almas”,
gritasteis vos, antes del ataque. Y, así,
vuestra santa y virtuosa vida entregasteis
a quien os la dio: Dios Padre Todopoderoso.
Y, Él, os coronó con corona de luz, como
premio a vuestro amor. Apóstol de Alemania,
y Patriarca de los católicos alemanes
oh, San Bonifacio, “soldado bienhechor”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de Junio
San Bonifacio
Apóstol de Alemania


Bonifacio nació hacia el año 680, en el territorio de Wessex (Inglaterra). Su verdadero nombre era Winfrido. Ordenado sacerdote, en el año 716 con dos compañeros se encaminó a Turingia; pero aún no era la hora de su apostolado. Regresó a su monasterio y en el año 718 viajó a Roma para solicitar del papa Gregorio II autorización de misionar en el continente. El Sumo Pontífice lo escuchó complacido y, en el momento de otorgarle la bendición, le dijo: “Soldado de Cristo, te llamarás Bonifacio”. Este nombre significa “bienhechor”.
 
En 719 se dirigió a Frislandia. Allí estuvo tres años; luego se marchó a Hesse, convirtiendo a gran número de bárbaros. En Amoneburg, a orillas del río Olm, fundó el primer monasterio. Regresó a Roma, donde el papa lo ordenó obispo.
 
Poco después, en el territorio de Hesse, fundaba el convento de Fritzlar. En el año 725 volvió a dirigirse a Turingia y, continuando su obra misionera, fundó el monasterio de Ordruf. Presidió un concilio donde se encontraba Carlomán, hijo de Carlos Martel y tío de Carlomagno, quien lo apoyó en su empresa. En el año 737, otra vez en Roma, el papa lo elevó a la dignidad de arzobispo de Maguncia. Prosiguió su misión evangelizadora y se unieron a él gran cantidad de colaboradores.
 
También llegaron desde Inglaterra mujeres para contribuir a la conversión del país alemán,
emparentado racialmente con el suyo. Entre éstas se destacaron santa Tecla, santa Walburga y una prima de Bonifacio, santa Lioba. Este es el origen de los conventos de mujeres. Prosiguió fundando monasterios y celebrando sínodos, tanto en Alemania como en Francia, a consecuencia de lo cual ambas quedaron íntimamente unidas a Roma.
 
El anciano predicador había llegado a los ochenta años. Deseaba regresar a Frisia (la actual Holanda). Tenía noticias de que los convertidos habían apostatado. Cincuenta y dos compañeros fueron con él. Atravesaron muchos canales, hasta penetrar en el corazón del territorio. Al desembarcar cerca de Dochum, miles de habitantes de Frisia fueron bautizados. El día de pentecostés debían recibir el sacramento de la confirmación.
 
Bonifacio se encontraba leyendo, cuando escuchó el rumor de gente que se acercaba. Salió de su tienda creyendo que serían los recién convertidos, pero lo que vio fue una turba armada con evidente determinación de matarlo.
 
Los misioneros fueron atacados con lanzas y espadas. “Dios salvará nuestras almas”, grito Bonifacio. Uno de los malhechores se arrojó sobre el anciano arzobispo, quien levantó maquinalmente el libro del evangelio que llevaba en la mano, para protegerse. La espada partió el libro y la cabeza del misionero. Era el 5 de junio del año 754.

El sepulcro de san Bonifacio se halla en Fulda, en el monasterio que él fundó. Se lo representa con un hacha y una encina derribada a sus pies, en recuerdo del árbol que los gentiles adoraban como sagrado y que Bonifacio abatió en Hesse. Es el apóstol de Alemania y el patriarca de los católicos de ese país.
 
Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy
 
Sancho, Florencio, Julián, Ciriaco, Marcelino, Nicanor, Faustino, Apolonio, Marciano, Zenaida, Ciria, Valeria, Marcia, Doroteo, Claudio, Adalaro, Lupercio, mártires; Eutiquio, obispo; Doroteo, presbítero; Félix, monje; beato Fernando de Portugal.
 

04 junio, 2013

San Quirino de Tivoli


Oh, San Quirino de Tivoli, vos, sois
el hijo del Dios de la vida y su amado
santo. Y, fuisteis vos, el que, primero,
el martirio recibisteis de los demás,
“quirinos”, también, así llamados como
vos. Diocleciano, cruel emperador de
entonces, ordenó que todos vieran, que
sacrificios hicierais a los dioses
paganos. Y, vos, con valor, rechazasteis
esta propuesta y marchasteis feliz a
las mazmorras. Y, allí, ni los barrotes,
impidieron que dejaseis de predicar
sobre Cristo. Y, el milagro se produjo,
cuando de pronto, Marcelo, el guardián,
la Cruz de Cristo, abrazó. Quisieron,
de actitud haceros cambiar, pero vos,
rechazasteis aquella infeliz propuesta
y os mantuvisteis, a vuestra fe, fiel.
¡Y, vencisteis vos!. Y Diocleciano, de
rabia lleno, y viendo vuestra valentía
incomparable, ordenó que os arrojaran
al río, atándoos una pierda a al cuello.
Sí, en verdad os quitaron la vida, pero
al hacerlo, os dieron vida eterna, porque,
hoy, corona de luz, lucís, como justo
premio a vuestra entrega de amor y fe;
oh, San Quirino de Tivoli, “fe y luz”.
 

 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de Junio
San Quirino de Tivoli
Mártir


Etimológicamente significa “del dios Qurinal”. Viene de la lengua latina. Fue uno de los cinco mártires con este nombre en los primeros siglos. Todos sabemos ya los duros golpes que les infligían a los cristianos por el sólo hecho de confesarse como tales. Los emperadores pensaban que era una afrenta contra el imperio y sus muchos dioses protectores.
 
El Quirino de hoy fue el primero que recibió el martirio. Su cuerpo lo enterraron en las catacumbas de san Ponciano, una vez que lo sacaron del río Tíber, en donde lo habían arrojado.
 
Pero según César Baronio, está en la iglesia de san Lorenzo de Tivoli. Pero hay otro santo con el mismo nombre que se celebra también en este día. Este homonimo fue obispo en Siscia (Croacia).
 
Siguiendo con la historia de Quirino de Tivoli, cuando Diocleciano hacía de las suyas contra los creyentes. Lo mandó prender para que, delante de todo el mundo, hiciera sacrificios a los dioses, tal y como prescribía el edicto imperial; con la fuerza interior que Dios da a sus amigos, rechazó tal oferta. Entonces lo metieron en la cárcel. Incluso en ella no dejaba de predicar y enseñar la vida de Jesús. De este modo, pudo convertir al guardián Marcelo.

 Al cabo de los tres días, otro juez le hizo recapacitar en su decisión. Y se mantuvo fiel en su fe. Cansado y al mismo tiempo admirado de su valentía, dictaminó que lo echaran al río Sava con una piedra atada al cuello.
 
Los cristianos recogieron su cuerpo y le dieron sepultura. Ya en el siglo V se lo llevaron a Roma y lo colocaron en un mausoleo, detrás de la basílica de san Sebastián en la Via Apia.
 
Su nombre se hizo muy popular entre los romanos para designar a los Sabinos y los Quirites.
 
(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=10370)

03 junio, 2013

San Carlos Luanga y los mártires de Uganda


Oh, San Carlos Luanga y mártires
compañeros de Uganda, vosotros
sois los hijos del Dios de la vida, y

sus amados santos, que, instruidos
en la verdad de los evangelios santos
y el temor a Dios, os convertisteis
en ejemplo y vivo germen de la fe y
cristiandad del África y del mundo,
sobre todo, de los jóvenes del tiempo
vuestro y del nuestro, porque, con
vuestra vida, defendisteis el templo
del Espíritu Santo, -vuestros cuerpos-,
negándoos a que, mancillado fuera por
aquél tirano y vil reyezuelo, quien,
mataros pudo sí, vuestros cuerpos,
pero jamás nunca, las almas vuestras,
que felices tornaron sé a la Casa de
Aquél que os la dio y todo lo ve, a
donde fuisteis todos, coronados con
coronas de imperecedera luz eterna,
como premio justo, a vuestra entrega
de amor: “Cristianos hasta la muerte”;
oh, San Carlos Luanga y compañeros
mártires de Uganda, “santos de Dios”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Junio
San Carlos Luanga y los mártires de Uganda
Año 1886
Santos mártires de Uganda


Os encomendamos a los jóvenes de nuestro tiempo para que sepan defender valientemente su pureza contra todos los corruptores, y para que nunca jamás se dejen robar por nadie su fe católica.

Uganda es un país del Africa. Los padres Blancos del Cardenal Lavigerie empezaron a misionar ese país y pronto hubo muchos negros convertidos al catolicismo y esta religión les transformó muy notablemente su modo de pensar y obrar.
 
Y sucedió que el jefe de esa nación, llamado Muanga, tenía el vicio de la homosexualidad. Y cuando el jefe del personal de mensajeros del palacio José Makasa, se convirtió al catolicismo le hizo saber al jefe que la Biblia condena y prohibe totalmente la homosexualidad y que la llama una “aberración”, o sea algo abominable, que va contra la Ley Divina y que es totalmente impropio de la persona humana. Y que el Libro Sagrado dice que “la homosexualidad es un pecado merecedor de la muerte” ( Levítico 18 ) y “algo que va contra la naturaleza (Rom. 1,26) y que los que lo cometen no poseerán el Reino de Dios (1 Cor. 6,10). Esto indignó tanto al reyezuelo, que ordenó asesinar a José Makasa el 15 de noviembre de 1885, y así este llegó a ser el primero de los 26 mártires de Uganda. (Ahora se llama San José Makasa). Otra de las causas del asesinato de José fue haber reprendido al rey por el asesinato del dos misioneros.
 
Al saber esta terrible noticia, los demás católicos que trabajaban en el palacio real como mensajeros o empleados, en vez de acobardarse, se animaron más fuertemente a preferir morir antes que ofender a Dios.
 
La segunda víctima fue un pequeño mensajero llamado Denis. El jefe Muanga quiso irrespetar a un jovencito llamado Muafa, pero este le dijo que su cuerpo era un templo del Espíritu Santo, y que él se haría respetar costara lo que costara. Averiguó el rey quién le había enseñado al niño estas doctrinas y le dijeron que era otro de los mensajeros, Denis, ¡y le dio muerte! Así este jovencito llegó a ser el segundo mártir San Denis. (Antes de darle muerte, el rey le preguntó: “¿eres cristiano?” y el niño respondió: “Sí, soy cristiano y lo seré hasta la muerte”).
 
Mientras tanto allá en un salón del palacio, el nuevo jefe de los mensajeros, Carlos Luanga (que había reemplazado a San José Makasa) reunía a todos los jóvenes y les recordaba lo que enseña San Pablo en la S. Biblia, que “los que cometen el pecado de homosexualidad tendrán un castigo inevitable por su extravío” ( Rom. 1,18 ) y les recordaba que “homosexualidad es la tendencia a cometer acciones impuras con personas del propio sexo”, y que eso no es amor de caridad que busca el bien de la otra persona, sino que es un “amor de concupiscencia” por el afecto que se siente hacia personas bien parecidas del propio sexo, y que lo que busca es satisfacer sus propios apetitos e inclinaciones anormales hacia las cualidades físicas del otro. Y les narraba cómo las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas por una lluvia de fuego por cometer ese pecado, y cómo la Biblia anuncia tremendos castigos para los que lo cometen. Carlos terminaba sus charlas recordando aquellas palabras de Jesús: “Al que se declare a mí favor aquí, yo me declararé a su favor en el cielo”.
 
Con estas instrucciones de Carlos Luanga, ya todos los jovencitos mensajeros y empleados del palacio real de Uganda quedaron resueltos a perder su vida antes que renunciar a las creencias católicas o perder la pureza de su alma con un pecado de homosexualidad. Y ahora iba a llegar el desenlace fatal y sangriento.
 
El reyezuelo tenía como primer ministro al terrible brujo Katikiro, el cual estaba disgustadísimo porque los que se volvían cristianos católicos, ya no se dejaban engañar por sus brujerías. Y entonces se propuso convencer al rey de que debía hacer morir a todos los que se declararon cristianos.
 
El cruel Muanga reunió a todos sus mensajeros y empleados y les dijo: “De hoy en adelante queda totalmente prohibido ser cristiano, aquí en mi reino. Los que dejen de rezar al Dios se los cristianos, y dejen de practicar esa religión, quedarán libres. Los que quieran seguir siendo cristianos irán a la cárcel y a la muerte”.
Y luego les dio una orden mortal: – Los que quieran seguir siendo cristianos darán un paso hacia adelante”.
 
Inmediatamente Carlos Luanga, jefe de todos los empleados y mensajeros del palacio, dio el paso hacia adelante. Lo siguió el más pequeño de los mensajeros, que se llamaba Kisito. Y enseguida 22 jóvenes más dieron el paso decisivo. Inmediatamente entre golpes y humillaciones fueron llevados todos a prisión.
 
El Padre misionero no había alcanzado a bautizar a algunos de ellos, y entonces estos jóvenes valientes viendo que su muerte estaba ya muy próxima pidieron a Carlos que los bautizara. Y allí en la oscuridad de la prisión Carlos Luanga bautizó a los que aún no estaban bautizados, y se prepararon todos para su paso a la eternidad feliz, que ya estaba muy cerca.
 
El reyezuelo los volvió a reunir y les preguntó: “¿Siguen decididos a seguir siendo cristianos?”. Y ellos respondieron a coro: “Cristianos hasta la muerte”. Entonces por orden del cruel ministro Katikiro fueron llevados prisioneros a 60 kilómetros de distancia por el camino, y allí mismo fueron asesinados por los guardias.
 
Después de haberlos tenido siete días en prisión en esas lejanías, en medio de los más atroces sufrimientos, mientras reunían la leña para el holocaustos el 3 de junio del año 1886, día de la Ascensión, los envolvieron en esteras de juncos muy secos, y haciendo un inmenso montón de leña seca los colocaron allí y les prendieron fuego. Entre las llamas salían sus voces aclamando a Cristo y cantando a Dios, hasta el último aliento de su vida.
 
Por el camino se llevaron los verdugos a dos mártires más, ya mayores de edad. El uno por haber convertido y bautizado a unos niños (San Matías Kurumba) y el otro por haber logrado que su esposa se hiciera cristiana (San Andrés Kawa). Ellos se unieron a los otros mártires (de los cuales 17 eran jóvenes mensajeros) y en total murieron en aquel año 26 mártires católicos por defender su fe y su castidad.
 
El cruel Katikiro fue fusilado y echado a los perros unos años después en una revolución. El reyezuelo Muanga fue derrotado por sus enemigos y desterrado a terminar sus años en una isla solitaria. Y los 26 mártires de Uganda, con Carlos Luanga a la cabeza, fueron declarados santos por el Papa Pablo VI, y ahora en Uganda hay un millón de católicos: “La sangre de los mártires, produce nuevos cristianos”.

02 junio, 2013

Solemnidad, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo


Oh, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo;
Vos, mismo, Señor mío Jesucristo dijisteis:
“Mi carne es verdadera comida, y mi Sangre
verdadera bebida; el que come mi Carne, y
bebe mi Sangre, en Mí mora, y Yo en él”.


Y, no hay más duda en el alma, porque
Vos, sois el vivo amor bajado del cielo
y que, en la Eucaristía os presentáis
de real, permanente y substancial forma,
y, que, más allá de la celebración de
la Santa Misa, digna sois de adorada
ser en la exposición solemne y en las
procesiones con el Santísimo Sacramento.

Vos, Dios mío Jesucristo, que en la Cruz
nos salvasteis, al instituir la Eucaristía,
la víspera de Vuestra muerte, quedaros
quisisteis entre nosotros y nos dejasteis
un recuerdo vivo de vuestra Pasión, y que,
en el altar, prolongación de Vuestro Calvario,
la Misa, anuncia vuestra muerte incruenta.
Porque, allí os presentáis como víctima,
pues en la doble consagración, se convierte
el pan en Vuestro Cuerpo y luego el vino
en Vuestra preciosísima Sangre. Y, que,
Vos, a Vuestro Padre ofrecéis, en unión
con vuestros sacerdotes, Vuestro Cuerpo
y Vuestra Sangre santa. Santa Hostia y
Santa Sangre, que os convertís en Cuerpo
y Sangre de Cristo, posesión anticipada
de la divina vida, acá en este mundo y
valiosa joya, prenda de la del cielo eterno.


Oh, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo;
Vos, mismo, Señor mío Jesucristo dijisteis:
“Mi carne es verdadera comida, y mi Sangre
verdadera bebida; el que come mi Carne, y
bebe mi Sangre, en Mí mora, y Yo en él”.
Oh, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.

© 2013 Luis Ernesto Chacón Delgado
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Domingo 2 de Junio
Solemnidad, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

*Jueves después de la Solemnidad Santísima Trinidad
*(Donde esta solemnidad no es precepto, se celebra
el domingo después de la Solemnidad de la Santísima Trinidad)

 
 
«Mi carne es verdadera comida,
y mi Sangre verdadera bebida;
el que come mi Carne, y bebe mi Sangre,
en Mí mora, y Yo en él.»
(Jn 6, 56-57)

Esta fiesta se comenzó a celebrar en Lieja en 1246, siendo extendida a toda la Iglesia occidental por el Papa Urbano IV en 1264, teniendo como finalidad proclamar la fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Presencia permanente y substancial más allá de la celebración de la Misa y que es digna de ser adorada en la exposición solemne y en las procesiones con el Santísimo Sacramento que entonces comenzaron a celebrarse y que han llegado a ser verdaderos monumentos de la piedad católica. Ocurre, como en la solemnidad de la Trinidad, que lo que se celebra todos los días tiene una ocasión exclusiva para profundizar en lo que se hace con otros motivos. Este es el día de la eucaristía en sí misma, ocasión para creer y adorar, pero también para conocer mejor la riqueza de este misterio a partir de las oraciones y de los textos bíblicos asignados en los tres ciclos de las lecturas.
 
El Espíritu Santo después del dogma de la Trinidad nos recuerda el de la Encarnación, haciéndonos festejar con la Iglesia al Sacramento por excelencia, que, sintetizando la vida toda del Salvador, tributa a Dios gloria infinita, y aplica a las almas, en todos los tiempos, los frutos extraordinarios de la Redención. Si Jesucristo en la cruz nos salvó, al instituir la Eucaristía la víspera de su muerte, quiso en ella dejarnos un vivo recuerdo de la Pasión. El altar viene siendo como la prolongación del Calvario, y la misa anuncia la muerte del Señor. Porque en efecto, allí está Jesús como una víctima, pues las palabras de la doble consagración nos dicen que primero se convierte el pan en Cuerpo de Cristo, y luego el vino en Su Sangre, de manera que, ofrece a su Padre, en unión con sus sacerdotes, la sangre vertida y el cuerpo clavado en la Cruz.
 
La Hostia santa se convierte en «trigo que nutre nuestras almas». Como Cristo al ser hecho Hijo de recibió la vida eterna del Padre, los cristianos participan de Su eterna vida uniéndose a Jesús en el Sacramento, que es el símbolo más sublime, real y concreto de la unidad con la Víctima del Calvario.
Esta posesión anticipada de la vida divina acá en la tierra por medio de la Eucaristía, es prenda y comienzo de aquella otra de que plenamente disfrutaremos en el Cielo, porque «el Pan mismo de los ángeles, que ahora comemos bajo los sagrados velos, lo conmemoraremos después en el Cielo ya sin velos» (Concilio de Trento).
 
Veamos en la Santa Misa el centro de todo culto de la Iglesia a la Eucaristía, y en la Comunión el medio establecido por Jesús mismo, para que con mayor plenitud participemos de ese divino Sacrificio; y así, nuestra devoción al Cuerpo y Sangre del Salvador nos alcanzará los frutos perennes de su Redención.

Secuencia

Alaba, alma mía, a tu Salvador; alaba a tu guía y Pastor con himnos y cánticos.
Pregona su gloria cuanto puedas, porque Él está sobre toda alabanza, y jamás podrás alabarle lo bastante.
El tema especial de nuestros loores es hoy el Pan vivo y que da Vida.
El cual no dudamos fue dado en la mesa de la Sagrada Cena a los doce Apóstoles.
Sea, pues, llena, sea sonora, sea alegre, sea pura la alabanza de nuestra alma.
Porque celebramos solemnemente el día en que este divino Banquete fue instituído.
En esta mesa del nuevo Rey, la Pascua nueva de la Nueva Ley pone fin a la Pascua antigua.
Instruídos, con sus santos mandatos, consagramos el pan y el vino, que se convierten en Hostia de salvación.
Es dogma para los cristianos, que el pan se convierte en carne, y el vino en sangre.
Lo que no comprendes y no ves, una fe viva lo atestigua, fuera de todo el orden de la naturaleza.
Bajo diversas especies, que son accidente y no sustancia, están ocultos los dones más preciados.
Su Carne es alimento y Su Sangre bebida; mas todo entero está bajo cada especie.
Se recibe íntegro, sin que se le quebrante ni divida; recíbese todo entero.
Recíbelo uno, recíbenlo mil; y aquél le toma tanto como éstos, pues no se consume al ser tomado.
Recíbenlo los buenos y los malos; pero con desigual resultado, pues sirve a unos de vida y a otros de condenación y muerte.
Es muerte para los malos, y vida para los buenos; mira cómo un mismo alimento produce efectos tan diversos.
Cuando se divide el Sacramento, no vaciles, sino recuerda que Jesucristo tan entero está en cada parte como antes en el todo.
Ninguna partición hay en la sustancia, tan sólo hay partición de los accidentes, sin que se disminuya ni el estado, ni la estatura del que está representado.
He aquí el Pan de los Ángeles, hecho alimento de viandantes; es verdaderamente el Pan de los hijos, que no debe ser echado a los perros.
Estuvo ya representado por las figuras de la antigua Ley, en la inmolación de Isaac, en el sacrificio del Cordero Pascual, y en el Maná dado a nuestros padres.
Buen Pastor, Pan verdadero, ¡oh Jesús! apiádate de nosotros. Apaciéntanos y protégenos; haz que veamos los bienes en la tierra de los vivientes.
Tú, que todo los sabes y puedes, que nos apacientas aquí cuando somos aún mortales, haznos allí tus comensales, coherederos y compañeros de los santos ciudadanos del Cielo. Amén. Aleluya.

Procesión del Corpus Christi

Las procesiones son a modo de públicas manifestaciones de fe; y por eso la Iglesia las fomenta y favorece hasta con indulgencias. Pero la más solemne de todas las procesiones es la de Corpus Christi. En ella se cantan himnos sagrados y eucarísticos de Santo Tomás de Aquino, el Doctor Angélico y de la Eucaristía. Algunos de los himnos utilizados tradicionalmente son:

Pange lengua; Sacris solemniis; Verbum supérnum; Te Deum, al terminar la procesión; y, Tantum ergo, al volver de la procesión, en torno del altar para finalizar.

(http://www.ewtn.com/spanish/Tiempos%20Lit%C3%BArgicos/Solemnidades/corpus_christi.htm)

01 junio, 2013

San Justino


 
Oh San Justino, vos, sois el hijo del
Dios de la vida, y su amado santo que,
no siendo sacerdote, sino laico, el
primer apologista fuisteis con ardor
de corazón y de pluma, defendiendo las
verdades eternas del cristianismo. Un
anciano os dijo: “Si deseaís saber mucho
acerca de Dios, os recomiendo estudiar
la religión cristiana, porque es la
única que habla de Dios debidamente y
de manera que, el alma queda plenamente
satisfecha, además, leed la Sagrada
Biblia”. Y, vos, os dedicasteis a leerla
y encontrasteis lo que vuestra alma
buscaba. Y, como fruto de aquella lectura
“Apologías”, escribisteis, ensalzando
a Dios. Países, pueblos y ciudades
recorristeis, y con los paganos, herejes
y judíos discutíais y los convencíais
tanto, que, Crescencio “el cínico”,
derrotado fue, con vuestros argumentos
tan sólidos como vuestra fe. Y, sucedió
que vos, terminasteis, entregado siendo
al alcalde de Roma, quien pudo oíros,
de vuestros propios labios, una respuesta
fulminante: “Nada más honroso para mí
y para mis compañeros, y nada que más
deseemos, que, ofrecer nuestra vida en
sacrificio por proclamar el amor que
sentimos por Nuestro Señor Jesucristo”.
Y, vos, con cinco hombres y una mujer,
fuisteis azotados cruelmente, para luego
cortaros la cabeza. Y así, pleno de gozo
vuestra alma, voló hacia Dios, para,
coronada ser, con justicia, con corona
de luz y eternidad, por vuestro amor;
oh, San Justino, “apologista de Dios”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1 de Junio
San Justino Mártir
Año 165
 
No fue sacerdote, sino simplemente un laico, y fue el primer apologista cristiano. Se llama apologista al que escribe en defensa de algo. Y Justino escribió varias apologías o defensas del cristianismo. Sus escritos ofrecen detalles muy interesantes para saber cómo era la vida de los cristianos antes del año 200 y cómo celebraban sus ceremonias religiosas.
 
El mismo Justino cuenta que él era un Samaritano, porque nació en la antigua ciudad de Siquem, capital de Samaria (ciudad que en su tiempo se llamaba Naplus). Sus padres eran paganos, de origen griego, y le dieron una excelente educación, instruyéndolo lo mejor posible en filosofía, literatura e historia.
 
Durante algún tiempo se dedicó a estudiar la ciencia que enseñaban los que seguían la corriente llamada “estoicismo”, pero luego dejó esa religión porque se dio cuenta de que no le enseñaban nada seguro acerca de Dios.
 
Un día que paseaba junto al mar, meditando acerca de Dios, vio que se le acercaba un venerable anciano, el cual le dijo: – Si quiere saber mucho acerca de Dios, le recomiendo estudiar la religión cristiana, porque es la única que habla de Dios debidamente y de manera que el alma queda plenamente satisfecha. El anciano le recomendó que le pidiera mucho a Dios la gracia de lograr saber más acerca de El, y le recomendó la lectura de la S. Biblia.
 
Justino se dedicó a leer la S. Biblia y allí encontró maravillosas enseñanzas que antes no había logrado encontrar en ningún otro libro. Tenía unos treinta años cuando se convirtió, y en adelante el estudio de la Sagrada Escritura fue para él lo más provechoso de toda su existencia.
 
El santo cuenta que cuando todavía no era cristiano, había algo que lo conmovía profundamente y era ver el valor inmenso con el cual los mártires preferían los más atroces martirios, con tal de no renegar de su fe en Cristo, y que esto lo hacia pensar: “Estos no deben ser criminales porque mueren muy santamente y Cristo en el cual tanto creen, debe ser un ser muy importante, porque ningún tormento les hace dejar de creer en El”.
 
Los paganos conocían poco del cristianismo porque había pocos escritos que defendieran nuestra santa religión. Y Justino se convenció de que muchos paganos llegarían a ser cristianos si leían un libro donde se les comprobara filosóficamente que el cristianismo es la religión más santa de la tierra. Y se convenció de que es una grave obligación de los que están convencidos de la santidad de nuestra religión, tratar de animar a otros para que lleguen también a pertenecer al cristianismo. A él le llamaban la atención aquellas palabras del Libro del Eclesiástico en la S. Biblia: “Tener sabiduría y guardársela para uno mismo sin comunicarla a los demás, es una infidelidad y una inutilidad”. Por eso se propuso recoger todas las pruebas que pudo y publicar sus “Apologías” en favor de la religión de Jesucristo.
 
Ataviado con las vestimentas características de los filósofos, Justino recorrió varios países y muchas ciudades, discutiendo con los paganos, con los herejes y los judíos, tratando de convencerlos de que el cristianismo es la religión verdadera y la mejor de todas las religiones.
 
En Roma tuvo Justino una gran discusión filosófica con un filósofo cínico llamado Crescencio, en la cual le logró demostrar que las enseñanzas de los cínicos (que no respetan las leyes morales) son de mala fe y demuestran mucha ignorancia en lo religioso. Crescencio, lleno de odio al sentirse derrotado por los argumentos de Justino, dispuso acusarlo de cristiano, ante el alcalde de la ciudad. Había una ley que prohibía declararse públicamente como seguidor de Cristo. Y además en el gobierno había ciertos descontentos porque Justino había dirigido sus “Apologías” al emperador Antonino Pío y a su hijo Marco Aurelio, exigiéndoles que si en verdad querían ser piadosos y ser justos tenían que respetar a la religión cristiana que es mejor que las demás.
 
En sus famosos libros de Apologías (o defensa del cristianismo) nuestro santo les decía a los gobernantes de ese tiempo: ¿Por qué persiguen a los seguidores de Cristo? ¿Porque son ateos? No lo son. Creen en el Dios verdadero. ¿Porque son inmorales? No. Los cristianos observan mejor comportamiento que los de otras religiones. ¿Porque son un peligro para el gobierno? Nada de eso. Los cristianos son los ciudadanos más pacíficos del mundo. ¿Porque practican ceremonias indebidas? Y les describe enseguida cómo es el bautismo y cómo se celebra la Eucaristía, y de esa manera les demuestra que las ceremonias de los cristianos son las más santas que existen.
 
Las actas que se conservan acerca del martirio de Justino son uno de los documentos más impresionantes que se conservan de la antigüedad. Justino es llevado ante el alcalde de Roma, y empieza entre los dos un diálogo emocionante:
 
Alcalde. ¿Cuál es su especialidad? ¿En qué se ha especializado?
- Justino. Durante mis primeros treinta años me dediqué a estudiar filosofía, historia y literatura. Pero cuando conocí la doctrina de Jesucristo me dediqué por completo a tratar de convencer a otros de que el cristianismo es la mejor religión.
Alcalde. – Loco debe de estar para seguir semejante religión, siendo Ud. tan sabio.
Justino. – Ignorante fui cuando no conocía esta santa religión. Pero el cristianismo me ha proporcionado la verdad que no había encontrado en ninguna otra religión.
Alcalde. ¿Y qué es lo que enseña esa religión?
Justino. – La religión cristiana enseña que hay uno solo Dios y Padre de todos nosotros, que ha creado los cielos y la tierra y todo lo que existe. Y que su Hijo Jesucristo, Dios como el Padre, se ha hecho hombre por salvarnos a todos. Nuestra religión enseña que Dios está en todas partes observando a los buenos y a los malos y que pagará a cada uno según haya sido su conducta.
Alcalde. – ¿Y Usted persiste en declarar públicamente que es cristiano?
Justino. – Sí declaro públicamente que soy un seguidor de Jesucristo y quiero serlo hasta la muerte.
El alcalde pregunta luego a los amigos de Justino si ellos también se declaran cristianos y todos proclaman que sí, que prefieren morir antes que dejar de ser amigos de Cristo.
Alcalde. – Y si yo lo mando torturar y ordeno que le corten la cabeza, Ud. que es tan elocuente y tan instruido ¿cree que se irá al cielo?
Justino. – No solamente lo creo, sino que estoy totalmente seguro de que si muero por Cristo y cumplo sus mandamientos tendré la Vida Eterna y gozaré para siempre en el cielo.
Alcalde. – Por última vez le mando: acérquese y ofrezca incienso a los dioses. Y si no lo hace lo mandaré a torturar atrozmente y haré que le corten la cabeza.
Justino. – Ningún cristiano que sea prudente va a cometer el tremendo error de dejar su santa religión por quemar incienso a falsos dioses. Nada más honroso para mí y para mis compañeros, y nada que más deseemos, que ofrecer nuestra vida en sacrificio por proclamar el amor que sentimos por Nuestro Señor Jesucristo.
 
Los otros cristianos gritaron que ellos estaban totalmente de acuerdo con lo que Justino acababa de decir.
 
Justino y sus compañeros, cinco hombres y una mujer, fueron azotados cruelmente, y luego les cortaron la cabeza.
 
Y el antiquísimo documento termina con estas palabras: “Algunos fieles recogieron en secreto los cadáveres de los siete mártires, y les dieron sepultura, y se alegraron que les hubiera concedido tanto valor, Nuestro Señor Jesucristo a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amen”.
 
(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Justino_6_1.htm)