02 agosto, 2013

San Eusebio de Vercelli

Oh, San Eusebio de Vercelli, vos,
sois el hijo del Dios de la vida,
y su amado santo, que, grande honor
hicisteis al significado de vuestro
nombre: “piadoso”. Y, San Ambrosio,
de vos, dice que, el primero fuisteis,
en organizar en grupos a vuestros
sacerdotes, para mejor formarse y,
a la santidad animarse y que, vos,
mismo, a vuestro pueblo en la fe
instruíais, para que, de la arriana
herejía, se librasen, que decía
de que, Jesucristo, Señor Nuestro,
no es Dios, y, a pesar de que, el
hereje Constancio, os amenazó de
muerte, desterrado fuisteis, pero,
vindicasteis jamás de la de la Trinidad
Santa. Y, como de milagro, liberado
fuisteis y a Vercelli, amada diócesis
vuestra, volvisteis y, junto a San
Atanasio y a San Hilario, a la herejía
falaz, combatisteis y derrotándola,
pasó a brillar nuestra santa religión.
Vos decíais: “Puedo equivocarme
en muchas cosas, pero jamás quiero
dejar de pertenecer a la verdadera
religión”. Y, así, considerado mártir,
vuestra alma, a la casa del Padre
partió, para recibir corona de luz,
como justo premio, a vuestro amor;
oh, San Eusebio de Vercelli, “piadoso”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de agosto
San Eusebio de Vercelli
Obispo
Año 371
 
Eusebio significa “piadoso”. Nació en Cerdeña, Italia. Al morir su padre, su madre lo llevó a vivir a Roma, donde el Papa Liberio lo tomó bajo su protección, lo educó y lo ordenó de sacerdote. Poco después en la ciudad de Vercelli, al norte de Italia, murió el obispo, y el pueblo y los sacerdotes proclamaron a Eusebio como el nuevo obispo, por su santidad y sus muchos conocimientos.
 
San Ambrosio dice que el obispo Eusebio de Vercelli fue el primero en Occidente al cual se le ocurrió organizar a sus sacerdotes en grupos para formarse mejor y ayudarse y animarse a la santidad. Para este santo su más importante labor como obispo era tratar de que sus sacerdotes llegaran a la santidad. Fue obispo de Vercelli por 28 años.
 
Una de sus grandes preocupaciones era instruir al pueblo en religión. Y él mismo iba de parroquia en parroquia instruyendo a los feligreses.
 
En aquellos tiempos se estaba extendiendo una terrible herejía llamada Arrianismo, que enseñaba que Cristo no era Dios. Los más grandes santos de la época se opusieron a tan tremendo error, pero el jefe de gobierno, llamado Constancio, la apoyaba. Hicieron entonces una reunión de obispos en Milán, para discutir el asunto, pero Eusebio al darse cuenta de que el ejercito del emperador iba a obligarlos a decir lo que él no aceptaba, no quiso asistir. Constancio le ordenó que se hiciera presente, y el santo le avisó que iría, pero que no aceptaría firmar ningún error. Y así lo hizo. A pesar de que hereje emperador lo amenazó con la muerte, él no quiso aceptar el que Jesucristo no sea Dios, por esto fue desterrado.
 
Fue llevado encadenado hasta Palestina y encerrado en un cuartucho miserable. Los herejes lo arrastraron por las calles y lo insultaron, pero él seguía proclamando que Jesucristo sí es Dios. En una carta suya cuenta los espantosos sufrimientos que tuvo que padecer por permanecer fiel a su santa religión, y expresa su deseo de poder morir sufriendo por el Reino de Dios.
 
Al morir Constancio, su sucesor decretó la libertad de Eusebio y éste pudo volver a su amada diócesis de Vercelli. San Jerónimo dice que toda la ciudad sintió enorme alegría por su llegada y que su vuelta fue como el termino de un tiempo de luto y dolor.
 
El resto de su vida lo empleó junto con grandes santos como San Atanasio y San Hilario en atacar y acabar la herejía de los arrianos, y en propagar por todas partes la santa religión. Murió el 1 de agosto del año 371.
 
La Iglesia lo considera mártir, no porque haya muerto martirizado, sino porque en sus tiempos de prisión tuvo que soportar sufrimientos horrorosos, y los supo sobrellevar con gran valentía.El repetía: “Puedo equivocarme en muchas cosas, pero jamás quiero dejar de pertenecer a la verdadera religión”.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Eucebio_vercelli_8_2.htm)

01 agosto, 2013

San Alfonso María de Ligorio

 
Oh, San Alfonso María de Ligorio, vos,
sois el hijo del Dios de la vida y su
amado santo, que, honor al significado
de vuestro nombre hicisteis: “listo para
el combate”. Doctor fuisteis a temprana
edad, y vuestra alma su pureza conservó.
Con frecuencia, a Jesús Sacramentado
visitabais y con devoción grande, a la
Virgen orabais. Dijisteis alguna vez:
“Mundo traidor, ya te he conocido. En
adelante no te serviré ni un minuto más”.
Y, Jesús os dijo: “Alfonso, apártate
del mundo y dedícate sólo a servirme
a mí” y vos, emocionado respondisteis:
“Señor, ¿qué queréis que yo haga?” .Y
luego, a los pies de Nuestra Señora de
la Merced y ante el sagrario, al mundo
renunciasteis, y dejasteis vuestra espada.
La “Congregación del Santísimo Redentor”
fundasteis y a imitación de Jesús, por
la ciudad y el campo marchasteis, el
evangelio predicando y sabe Dios, cómo
os disteis tiempo para predicar, confesar,
preparar misiones y escribir tanto que,
dejasteis ciento once libros, opúsculos
impresos y dos mil manuscritos y de ellos,
vuestro más famoso libro: “Las Glorias
de María”. “¿Jesús, me oyes?”. A Él, le
preguntabais, y quedabais encantado de
que os leyeran, las Vidas de Santos. Hoy
lucís, corona de luz, como premio justo
a vuestra entrega de amor, fe y esperanza;
oh, San Antonio María de Ligorio, “luz”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1ro. de Agosto
San Alfonso M. de Ligorio
Fundador de la Congregación
del Santísimo Redentor (o Padres Redentoristas)
(1696 – 1787)
 
Alfonso significa: “listo para el combate”.
 
Nació cerca de Nápoles el 27 de septiembre de 1696. Sus padres fueron Don José, Marqués de Ligorio y Capitán de la Armada naval, y Doña Ana Cabalieri. Nuestro santo fue el primogénito de siete hermanos, cuatro varones y tres niñas. Siendo aún niño fue visitado por San Francisco Jerónimo el cual lo bendijo y anunció: “Este chiquitín vivirá 90 años, será obispo y hará mucho bien”.
 
A los 16 años, caso excepcional obtiene el grado de doctor en ambos derechos, civil y canónico, con notas sobresalientes en todos sus estudios.Para conservar la pureza de su alma escogió un director espiritual, visitaba frecuentemente a Jesús Sacramentado, rezaba con gran devoción a la Virgen y huía como de la peste de todos los que tuvieran malas conversaciones.
 
Su padre, que deseaba hacer de él un brillante político, lo hizo estudiar varios idiomas modernos, aprender música, artes y detalles de la vida caballeresca. Y en su profesión de abogado iba obteniendo resaltantes triunfos. Pero todo esto no lo dejaba satisfecho, por el gran peligro que en el mundo existe de ofender a Dios.
 
A sus compañeros les repetía: “Amigos, en el mundo corremos peligro de condenarnos”. Más tarde escribiría: “Las vanidades del mundo están llenas de amargura y desengaños. Lo sé por propia y amarga experiencia”. Su padre quería casarlo con alguna joven de familia muy distinguida para que formara un hogar de alta clase social. Pero cada vez que le preparaban algún noviazgo, la novia tenía que exclamar: “Muy noble, muy culto, muy atento, pero… ¡Vive más en lo espiritual que en lo material!.
 
Hubo un pleito famoso entre el Doctor Orsini y el gran duque de Toscana. El Dr. Alfonso defendía al de Orsini. Su exposición fue maravillosa, brillante. Sumamente aplaudida. Creía haber obtenido el triunfo para su defendido. Pero apenas terminada su intervención, se le acerca el jefe de la parte contraria, le alarga un papel y le dice: “Todo lo que nos ha dicho con tanta elocuencia cae de su base ante este documento”.
 
Alfonso lo lee, y exclama: “Señores, me he equivocado”, y sale de la sala diciendo en su interior: “Mundo traidor, ya te he conocido. En adelante no te serviré ni un minuto más”. Se encierra en su cuarto y está tres días sin comer. No hace sino rezar y llorar. Después se dedica a visitar enfermos, y un día en un hospital de incurables le parece que Jesús le dice: “Alfonso, apártate del mundo y dedícate sólo a servirme a mí”. Emocionado le responde: “Señor, ¿qué queréis que yo haga?”.
 
Y se dirige luego a la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced y ante el sagrario hace voto de dejar el mundo. Y como señal de compromiso deja su espada ante el altar de la Sma. Virgen. Pero tuvo que sostener una gran lucha espiritual para convencer a su padre, el cual cifraba en este hijo suyo, brillantísimo abogado, toda la esperanza del futuro de su familia. Fonso mío – le decía llorando – ¿Cómo vas a dejar tu familia? – y él respondía: Padre, el único negocio que ahora me interesa es el de salvar almas”.
 
Al fin, a los 30 años de edad logra ser ordenado sacerdote. Desde entonces se dedica trabajar con las gentes de los barrios más pobres de Nápoles y de otras ciudades. Reúne a los niños y a la gente humilde, al aire libre y les enseña catecismo. Su padre que gozaba oyendo sus discursos de abogado, ahora no quiere ir a escuchar sus sencillos sermones sacerdotales. Pero un día entra por curiosidad a escucharle una de sus pláticas, y sin poderse contener exclama emocionado: “Este hijo mío me ha hecho conocer a Dios”. Y esto lo repetirá después muchas veces.
 
Se le reunieron otros sacerdotes y con ellos, el 9 de noviembre de 1752, fundó la Congregación del Santísimo Redentor (o Padres Redentoristas). Y a imitación de Jesús se dedicaron a recorrer ciudades, pueblos y campos predicando el evangelio. Su lema era el de Jesús: “Soy enviado para evangelizar a los pobres”.
 
Durante 30 años, con su equipo de misioneros, recorre campos, pueblos, ciudades, provincias, permaneciendo en cada sitio 10 o 15 días predicando, para que no quedara ningún grupo sin ser instruido y atendido espiritualmente. La gente al ver su gran espíritu de sacrificio, corría a su confesionario a pedirle perdón de sus pecados. Solía decir que el predicador siembra y el confesor recoge la cosecha.
 
Es admirable como a San Alfonso le alcanzaba el tiempo para hacer tantas cosas. Predicaba, confesaba, preparaba misiones y escribía. Hay una explicación: Había hecho votos de no perder ni un minuto de su tiempo. Y aprovechaba este tesoro hasta lo máximo. Al morir deja 111 libros y opúsculos impresos y 2 mil manuscritos. Durante su vida vio 402 ediciones de sus obras.
 
Su obra ha sido traducida a 70 lenguas, y ya en vida llegó a ver más de 40 traducciones de sus escritos. Para su libro más famoso, “Las Glorias de María”, empezó San Alfonso a recoger materiales cuando tenía 38 años de edad, y terminó de escribirlo a los 54 años, en 1750. Su redacción le gastó 16 años. Sus obras las escribió en sus últimos 35 años, que fueron años de terribles sufrimientos.
 
En 1762 el Papa lo nombró obispo de Santa Agueda. Quedó aterrado y dijo que renunciaba a ese honor.Pero el Papa no le aceptó la renuncia. “Cúmplase la Voluntad de Dios. Este sufrimiento por mis pecados” – exclamó – y aceptó. Tenía 66 años.
 
Estuvo 13 años de obispo. Visitó cada dos años los pueblos. En cada pueblo de su diócesis hizo predicar misiones, y él predicaba el sermón de la Virgen o el de la despedida. Vino el hambre y vendió todos sus utensilios, hasta su sombrero y anillo y la mula y el carro del obispo para dar de comer a los hambrientos. Cuando le aceptaron su renuncia de obispo exclamó: Bendito sea Dios que me ha quitado una montaña de mis hombros.
 
Dios lo probó con enfermedades. Fue perdiendo la vista y el oído. “Soy medio sordo y medio ciego – decía – pero si Dios quiere que lo sea más y más, lo acepto con gusto”. Su delicia era pasar las horas junto al Santísimo Sacramento. A veces se acercaba al sagrario, tocaba a la puertecilla y decía: “¿Jesús, me oyes?”.
 
Le encantaba que le leyeran Vidas de Santos. Un hermano tras otro pasaban a leerle por horas y horas. Preguntaba: ¿Ya rezamos el rosario? Perdonadme, pero es que del Rosario depende mi salvación . “Traedme, a Jesucristo”, decía, pidiendo la comunión.
 
San Alfonso muere el 1 de agosto de 1787, (Tenía 90 años). El Papa Gregorio XVI lo declara Santo en 1839. El Papa Pío IX lo declara Doctor de la Iglesia en 1875. Para un devoto de la Virgen ninguna lectura más provechosa que “Las Glorias de María” de San Alfonso. No hay gente débil y gente fuerte en lo espiritual, sino gente que no reza y gente que sí sabe rezar. (San Alfonso)
 

31 julio, 2013

San Ignacio de Loyola


Oh, San Ignacio de Loyola, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo, y el
que, Pamplona defendisteis hasta herido
caer, y convaleciente aún, obró la divina
providencia y en amante de la teología
os convertisteis. Gustabais de las lecturas
de piadosos libros, y allí, descubristeis,
en la vida de Jesús, y en la de los Santos,
vuestra vocación verdadera. Interiores
luchas os acosaron, entre piadosos deseos
y los del mundo, hasta que, venciendo
a los primeros, os dedicasteis, al servicio
de la fe, en un apostolado prístino. Así,
nuevamente la providencia divina, hizo
carne y os dirigió al Santuario de Nuestra
Señora de Montserrat y, haciendo confesión
sincera, vuestra espada y vuestras ropas,
a sus pies santos dejasteis, haciendo votos
de pobreza, una vida comenzasteis, de
oración y penitencia llenas, dedicándoos
en cuerpo y alma, a amar a Dios, sobre
todas las cosas. Con vuestros santos
escritos y con vuestros discípulos, Pedro
Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón,
Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla, y,
con vos, a la cabeza, la Compañía de Jesús,
fundasteis el Día de la Asunción de María,
en la cual, intensamente trabajasteis por la
reforma de Nuestra Santa Madre Iglesia.
Vuestro libro: “Ejercicios Espirituales”,
preciosa joya es, para domar el alma y alejar
los sentidos del mundo. Vuestra obra,
portentosa continúa hoy, y poderosa se
yergue y expande, por el orbe de la tierra,
tal y conforme, lo había ya, sentenciado
Jesús Nuestro Señor. Y, vos, que vuestra
vida gastasteis hasta el fin, entregasteis
vuestra alma al cielo, para recibir, justo
premio, hecho corona de gloria y de luz,
Santo Patrono de los “ejercicios espirituales;
oh, San Ignacio de Loyola, “luz de Cristo”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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31 de Julio
San Ignacio de Loyola
Fundador de los Jesuitas
Año 1556
 
San Ignacio: ruégale a Dios por todos los que como tí deseamos extender el Reino de Cristo, y hacer amar más a nuestro Divino Salvador.
“Todo para mayor Gloria de Dios” (San Ignacio)
 
San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa, norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite con Francia. Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más joven de todos fue Ignacio. El nombre que le pusieron en el bautismo fue Iñigo.
 
Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Al ser herido su jefe, la guarnición del castillo capituló ante el ejército francés. Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones en la rodilla, dolorosísimas, y sin anestesia; pero no permitió que lo atasen ni que nadie lo sostuviera. Durante las operaciones no prorrumpió ni una queja. Los médicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara más corta le amarraron unas pesas al pie y así estuvo por semanas con el pie en alto, soportando semejante peso. Sin embargo quedó cojo para toda la vida.
 
A pesar de esto Ignacio tuvo durante toda su vida un modo muy elegante y fino para tratar a toda clase de personas. Lo había aprendido en la Corte en su niñez. Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que “La vida de Cristo” y el “Año Cristiano”, o sea la historia del santo de cada día. Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustración . En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto lo fue impresionando profundamente.
 
Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: “¿Y por qué no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?”. Y después se iba a cumplir en él aquello que decía Jesús: “Dichosos los que tienen un gran deseo de ser santos, porque su deseo se cumplirá” (Mt. 5,6), y aquella sentencia de los psicólogos: “Cuidado con lo que deseas, porque lo conseguirás”.
 
Mientras se proponía seriamente convertirse, una noche se le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo. Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de toda su vida.
 
Y se fue a un pueblecito llamado Manresa, a 15 kilómetros de Monserrat a orar y hacer penitencia, allí estuvo un año. Cerca de Manresa había una cueva y en ella se encerraba a dedicarse a la oración y a la meditación. Allá se le ocurrió la idea de los Ejercicios Espirituales, que tanto bien iban a hacer a la humanidad. Después de unos días en los cuales sentía mucho gozo y consuelo en la oración, empezó a sentir aburrimiento y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la llaman los sabios “la noche oscura del alma”. Es un estado dificultoso que cada uno tiene que pasar para que se convenza de que los consuelos que siente en la oración no se los merece, sino que son un regalo gratuito de Dios.
 
Luego le llegó otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los escrúpulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto casi lo lleva a la desesperación. Pero iba anotando lo que le sucedía y lo que sentía y estos datos le proporcionaron después mucha habilidad para poder dirigir espiritualmente a otros convertidos y según sus propias experiencias poderles enseñar el camino de la santidad. Allí orando en Manresa adquirió lo que se llama “Discreción de espíritus”, que consiste en saber determinar qué es lo que le sucede a cada alma y cuáles son los consejos que más necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le decía después: “En una hora de oración en Manresa aprendí más a dirigir almas, que todo lo que hubiera podido aprender asistiendo a universidades”.
 
En 1523 se fue en peregrinación a Jerusalén, pidiendo limosna por el camino. Todavía era muy impulsivo y un día casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religión. Por eso le aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde había muchos enemigos del catolicismo. Después fue adquiriendo gran bondad y paciencia. A los 33 años empezó como estudiante de colegio en Barcelona, España. Sus compañeros de estudio eran mucho más jóvenes que él y se burlaban mucho. El toleraba todo con admirable paciencia. De todo lo que estudiaba tomaba pretexto para elevar su alma a Dios y adorarlo.
 
Después pasó a la Universidad de Alcalá. Vestía muy pobremente y vivía de limosna. Reunía niños para enseñarles religión; hacía reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y convertía pecadores hablándoles amablemente de lo importante que es salvar el alma. Lo acusaron injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la cárcel. Después lo declararon inocente, pero había gente que lo perseguía. El consideraba todos estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus pecados. Y exclamaba: “No hay en la ciudad tantas cárceles ni tantos tormentos como los que yo deseo sufrir por amor a Jesucristo”.
 
Se fue a Paris a estudiar en su famosa Universidad de La Sorbona. Allá formó un grupo con seis compañeros que se han hecho famosos porque con ellos fundó la Compañía de Jesús. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Recibieron doctorado en aquella universidad y daban muy buen ejemplo a todos. Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y pobres, el día 15 de Agosto de 1534, fiesta de la Asunción de María. Se comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice para que él los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.
 
Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibió muy bien y les dio permiso de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, que se había cambiado por ese nombre su nombre antiguo de Íñigo, esperó un año desde el día de su ordenación hasta el día de la celebración de su primera misa, para prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor. San Ignacio se dedicó en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo. Sus compañeros se dedicaron a dictar clases en universidades y colegios y a dar conferencias espirituales a toda clase de personas. Se propusieron como principal oficio enseñar la religión a la gente.
 
En 1540 el Papa Pablo III aprobó su comunidad llamada “Compañía de Jesús” o “Jesuitas”. El Superior General de la nueva comunidad fue San Ignacio hasta su muerte. En Roma pasó todo el resto de su vida. Era tanto el deseo que tenía de salvar almas que exclamaba: “Estaría dispuesto a perder todo lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador”. Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22 murieron martirizados por los protestantes. Sus dos grandes amigos Laínez y Salmerón fueron famosos sabios que dirigieron el Concilio de Trento. A San Pedro Canisio lo envió a Alemania y este santo llegó a ser el más célebre catequista de aquél país. Recibió como religioso jesuita a San Francisco de Borja que era rico político, gobernador, en España. San Ignacio escribió más de 6 mil cartas dando consejos espirituales.
 
El Colegio que San Ignacio fundó en Roma llegó a ser modelo en el cual se inspiraron muchísimos colegios más y ahora se ha convertido en la célebre Universidad Gregoriana. Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy instruidos para combatirlos. El deseaba que el apóstol católico fuera muy instruido.
 
El libro más famoso de San Ignacio se titula: “Ejercicios Espirituales” y es lo mejor que se ha escrito acerca de como hacer bien los santos ejercicios. En todo el mundo es leído y practicado este maravilloso libro. Duró 15 años escribiéndolo. Su lema era: “Todo para mayor gloria de Dios”. Y a ello dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera más conocido, más amado y mejor obedecido. En los 15 años que San Ignacio dirigió a la Compañía de Jesús, esta pasó de siete socios a más de mil. A todos y cada uno trataba de formarlos muy bien espiritualmente.
 
Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir, y murió súbitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años. En 1622 el Papa lo declaró Santo y después Pío XI lo declaró Patrono de los Ejercicios Espirituales en todo el mundo. Su comunidad de Jesuitas es la más numerosa en la Iglesia Católica.
 

30 julio, 2013

San Pedro Crisólogo

 
Oh, San Pedro Crisólogo; vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo, aquél
que, honor hizo, al significado de vuestro
nombre: “el que habla muy bien”. Y, sí, pues
a convertiros llegasteis en uno de los más
famosos oradores de vuestro tiempo, tanto
que, los paganos que abundaban en vuestra
zona, convertidos fueron por vuestro hablar
dulce, conciso, sencillo y práctico, pues,
explicabais claramente sobre la fe y la verdad.
Y por ello, la gente, os admiraba, por vuestro
mensaje breve y directo que llegaba al corazón.
La santa comunión, frecuente recomendabais
a vuestros oyentes y los exhortabais a hacer
de la Eucaristía Sagrada, su alimento de todas
las semanas. Hasta hoy, vuestra esencia nos
acompaña, pues de vos, guardamos maravillosos
sermones, prueba de vuestro amor a nuestra
Santa Madre Iglesia Católica. Y, vos, luego
de haberos gastado por el reino de los cielos,
entregando vuestra vida, partisteis a la morada
del Padre eterno, para justo premio recibir:
corona de luz y eternidad, “santo predicador”;
oh, Pedro Crisólogo, sabio y predicador de luz.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Julio
San Pedro Crisólogo
Doctor
Año 451
 
Crisólogo significa: el que habla muy bien. Este santo ha sido uno de los oradores más famosos de la Iglesia Católica. Nació en Imola (Italia) y fue formado por Cornelio obispo de esa ciudad, por el cual conservó siempre una gran veneración. Este santo prelado lo convenció de que en el dominio de las propias pasiones y en el rechazar los malos deseos reside la verdadera grandeza, y que este es un medio seguro para conseguir las bendiciones de Dios. Pedro gozó de la amistad del emperador Valentiniano y de la madre de este, Plácida, y por recomendación de ellos los dos, fue nombrado Arzobispo de Ravena (la ciudad donde vivía el emperador). También gozó de la amistad del Papa San León Magno.
 
Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena, había en esta ciudad un gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo por convertirlos, que cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes en esta capital. A la gente le agradaban mucho sus sermones (y por eso le pusieron el sobrenombre de crisólogo, o sea: el que habla muy bien). Su modo de hablar era conciso, sencillo y práctico. Sabía explicar muy claramente las principales verdades de la fe. A ratos se entusiasmaba tanto mientras predicaba, que la misma emoción le impedía seguir hablando, y el público se contagiaba de su entusiasmo y empezaban muchos a llorar. En los dos meses más calurosos del verano dejaba de predicar y explicaba así jocosamente a sus oyentes el porqué de esta determinación: “en este tiempo de calores tan bochornosos no les predico, porque ustedes se apretujan mucho para escucharme y con estas temperaturas tan altas llegan los ahogos y trastornos, y después le echan toda la culpa de ello a mis sermones”.
 
La gente se admiraba de que en predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las doctrinas más importantes de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y cuidadosamente redactados.
 
Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII.
 
Recomendaba mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de todas las semanas. Murió el 30 de julio del año 451. Quiera nuestro buen Dios concedernos que muchos predicadores y catequistas de nuestro tiempo merezcan también el apelativo de Crisólogos: los que hablan muy bien.

 Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. (Lc, 8, 21)
 

29 julio, 2013

Santa Marta

 
 
Oh, Santa Marta, vos, sois la hija
del Dios de la vida y su amada santa,
la misma que, habéis hecho honor
al significado de vuestro nombre:
“señora y jefe de hogar”. Y, porque
los escritos sobre vos, en el sagrado
libro, dicen que Jesús, os amaba,
junto a María y a Lázaro, porque
sus amigos erais de verdad. Y, vos,
recordareis, cuando preguntasteis
a Jesús: “Señor, ¿cómo os parece
que mi hermana me haya dejado a mí
sola con todo el oficio de la casa?
Por qué no le dices que me ayude un
poco en esta tarea?”. Y, Él os dijo:
“Marta, Marta, os afanáis y os preocupáis
por muchas cosas. Sólo una cosa
necesaria es. María ha escogido la
mejor parte, la que no le será quitada”.
Y, vos, entendiendo, también lo
escuchasteis. Cuando Lázaro murió,
vos, presta, a Él, recurristeis y Él,
os dijo: “Tu hermano resucitará”. Y,
creísteis que seria al final de los
tiempos. Pero, Jesús, os dijo: “Yo
soy la vida y la resurrección. Todo
el que cree en mí, aunque haya muerto
vivirá”. ¿Crees esto?. Y, respondisteis:
¡Sí Señor, yo creo!. Y, dijo Jesús:
“¿Dónde lo han colocado?” Y, viendo
llorar a Marta y a sus acompañantes,
Él lloró también y las gentes decían:
“Mirad cómo lo amaba”. La piedra quitaron
y dijisteis vos: “Señor ya huele mal
porque hace cuatro días que está
enterrado”. Y, Jesús os dijo: “¿No os
he dicho que si creéis veréis la gloria
de Dios?”. Y, Jesús Dijo: “Lázaro, ven
afuera” Y, el muerto salió, llevando
el sudario y las vendas de sus manos.
Interceded pues, Marta Santa, para
que los “lázaros” que, por el pecado
muertos, por el mundo deambulan, al
llamado de Jesús, resuciten y mañana
más tarde, como vos, brillen, en el
cielo eterno, coronados todos de luz;
oh, Santa Marta, “señora, jefe de hogar”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Julio
Santa Marta de Betania
Hermana de Lázaro y María
 
Martirologio Romano: Memoria de santa Marta, que recibió en su casa de Betania, cerca de Jerusalén, a Jesús, el Señor, y muerto su hermano Lázaro, proclamó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (s. I).
 
Etimoligía: Marta = ama de casa, señorial, atractiva. Viene de la lengua hebrea.
 
Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.
 
Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.
 
San Juan nos dice que “Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro” (Jn 11:5).
Lucas añade: “Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» -Lucas 10:38-40
 
No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto. Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, esta mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. ¿Por que la otra no hace nada y soy la que trabajo?
 
El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:
«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» -Lucas 10: 41-42
 
Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.
 
Toda vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: “sólo una cosa es necesaria”. Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.
 
Si contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas actividades, programas, ideas… Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y mas importante es atenderlo a El directamente por medio de la oración.
 
Jesús encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).
 
Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo. No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor.
 
San Agustín escribe: “Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú”. San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.
 
La resurrección de Lázaro
 
El capítulo 11 de San Juan narra el gran milagro de la resurrección de Lázaro. En aquella ocasión vuelve a hablarse de Marta. Lázaro se agravó de muerte mientras Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: “Señor aquel que tú amas, está enfermo”. En un mensaje de confianza en que Jesús va actuar a su favor.
 
Pero Jesús, que estaba al otro lado del Jordán, continuó su trabajo sin moverse de donde estaba. A los apóstoles les dice: “Esta enfermedad será para gloria de Dios”. Y luego les añade: “Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer”.
 
A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: “Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá”
Jesús le dice: “Tu hermano resucitará”.
Marta le contesta: “Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos”.
Jesús añadió: “Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?”
Marta respondió: “Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.”
Jesús dijo: “¿Dónde lo han colocado?”. Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: “Mirad cómo lo amaba”.
Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: “Quiten la piedra”. Le responde Marta:“Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado”. Le dice Jesús: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”. Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: “Lázaro ven afuera”. Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.
 
El Banquete
 
Marta aparece también en un banquete en el que participa también Lázaro, poco después de su resurrección: también esta vez aparece Marta como la mujer ocupada en el servicio, pero puede ser que para entonces ya lo sabía someter al Señor con mas amor, sin quejarse ni compararse. 
 
De los años siguientes de la santa no tenemos ningún dato históricamente seguro, aunque según la leyenda de la Provenza, Marta fue con su hermana a Francia y evangelizó Tarascón donde según cuenta la leyenda Santa Marta derroto a la Tarasca, un dragón que amenazaba a la ciudad. Ahí se dice que encontraron, en 1187, sus pretendidas reliquias, que todavía se veneran en su santuario.
 
Los primeros en dedicar una celebración litúrgica a santa Marta fueron los franciscanos en 1262, el 29 de julio, es decir, ocho días después de la fiesta de santa María Magdalena, identificada por algunos como su hermana María.
 
S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien.
 
ORACIÓN DE LAS MADRES DE FAMILIA A SANTA MARTA
 
Oh Santa Marta dichosa,
que tantas veces tuviste el honor
y la alegría de hospedar a Jesús
en el seno de tu familia,
de prestarle personalmente tus servicios domésticos,
y que juntamente con tus santos hermanos Lázaro y María Magdalena,
gozaste de su divina conversación y doctrina,
ruega por mí y por mi familia,
para que en ella se conserve la paz
y el mutuo amor,
para que todos sus miembros
vivan en la observancia de la Ley de Dios,
y para que sólo Dios,
y no el mundo ni el pecado,
reine en nuestro hogar.
Libra a mi familia de toda desgracia espiritual y temporal,
ayúdame en el cuidado de mis hijos y subordinados,
y concédeme la dicha de verlos unidos bajo
la mirada paternal de Dios en la tierra,
para volver a verles reunidos en las moradas del cielo.
Amén.
 

28 julio, 2013

San Víctor I Papa y mártir

 
 
Oh, San Víctor I Papa y mártir, vos,
sois el hijo del Dios de la vida y,
su amado santo, porque fuisteis vos,
uno más en la lista de los hombres
de fe, que de sí, todo dieron, incluso
la vida, en defensa de la cristiana
Doctrina Católica; herencia única
de eterna vida, de carne y espíritu
hecha en esta tierra, por el Dios
eterno y vos, el primero en celebrar
los misterios sagrados en latín, tal
y conforme San Jerónimo lo describe,
porque vos, normas sobre la forma
única, de la eucarística celebración
disteis y, a costa, de vuestra vida,
exponeros con valor, como de Cristo
soldado. Cumplido el tiempo, al cielo
partisteis, para en la casa del Padre
habitar, recibiendo corona de luz
y de eternidad, como premio justo,
a vuestro sacrificio de amor y fe;
oh, San Víctor I, Papa santo y mártir.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 de Julio
San Victor I, Papa y Mártir
 
San Víctor, originario de Africa, sucedió en el pontificado a San Eleuterio hacia el año 189. Afrontó eficazmente las grandes dificultades de su época. Por ejemplo, ciertos cristianos del Asia que vivían en Roma, insistían en celebrar la Pascua según su propia tradición, aunque no fuese en domingo. Como ciertos obispos de Asia los apoyasen, San Víctor los amenazó con la excomunión. Otra de las dificultades que tuvo que enfrentar, fue la enseñanza de Teódoto, quien sostenía que Jesucristo era simplemente un hombre dotado de poderes sobrenaturales.
 
San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo, pero las persecuciones que debió sufrir por su enérgico celo para defender la fe, le merecen el título de mártir. Según San Jerónimo, este santo fue el primero en celebrar los sagrados misterios en latín.
 
 

27 julio, 2013

Santos Aurelio, Natalia, Félix,Liliosa y Jorge

 

 
 Oh, Santos Aurelio, Natalia, Félix,
Liliosa y Jorge, vosotros, sois los
hijos del Dios de la vida, y sus
amados santos y mártires, que, por
los sarracenos perseguidos, disteis
vuestro testimonio de cristiana fe,
y que, además, cesaron jamás de alabar
a Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro,
en la cárcel misma, donde vuestras
almas al cielo, de fe llenas volaron.
Vos, Aurelio aunque hijo de musulmán
vuestra amada madre, os educó en la
fe verdadera, al igual que Natalia,
vuestra fiel esposa. Antes de partir,
Aurelio y Sabigoto, al monasterio
vuestras hijas encomendaron. Y, así,
os entregan a Dios, renunciando a
vosotros mismos, y compartiendo, con
abundantes limosnas a todos los pobres
y necesitados. Nada de bienes, nada
de nada. Sueños en el duro suelo.
Ayuno diario, visita a los enfermos
y consuelo en las prisiones y, como
premio, en vuestros corazones, fuego.
El momento cumbre os llega, y, los
cinco gritan a voz viva, vuestra fe
cristiana y, además, afirman la falsedad
de la musulmana. El juez mano hecha
a todo, para recapacitar haceros,
pero, vosotros os negáis a escucharlo,
pues Cristo, es el camino, la verdad y
la vida. Y, así, volaron vuestras almas
y Dios, en su amor infinito os premio,
con sendas coronas eternas de luz,
oh, Aurelio, Natalia, Félix, Liliosa
y Jorge, “santos de la vida y la luz”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Julio
Santos Aurelio, Natalia, Félix, Liliosa y Jorge
Mártires
 
Martirologio Romano: En Córdoba, en la provincia hispánica de Andalucía, santos mártires Jorge, diácono y monje originario de Siria, Aurelio y Sabigoto, esposos, y Félix y Liliosa, esposos también, que en la persecución desencadenada por los sarracenos, deseando dar testimonio de su fe cristiana, no cesaron de alabar a Cristo en la cárcel, donde fueron finalmente decapitados.
 
Aurelio es hijo de un mahometano de los que ocupaban Córdoba, en España; pero su madre es cristiana y procuró educarlo en la fe verdadera. Pronto quedó huérfano de padre y madre; una tía suya, también cristiana, se encargó de hacerlo un hombre. Al llegarle la edad se casó con Natalia, hija de padres mahometanos pero, convertida al cristianismo, se bautizó cuando ellos murieron y empezó a llamarse Sabigoto; tienen dos hijas pequeñas; son ricos y emparentados con gente importante de la ciudad por la parte mora.
 
Félix es uno de los amigos de Aurelio y está casado con Liliosa. A ellos las cosas les van igualmente bien, no por agarenos, sino por la renuncia que años atrás hizo Félix a la fe de los cristianos; tuvo miedo; no se atrevió a afrontar la vida con las limitaciones de trabajo, económicas, los impuestos, la mala perspectiva para los futuros hijos con todas las puertas cerradas para prosperar y disimuló su fe ante el juez. Por ello no les va nada mal. Él sigue creyendo en Dios, pero no frecuenta las reuniones, ni participa en el culto porque no se interprete que da marcha atrás.
 
Han comenzado a pasar cosas graves en la ciudad emirada en los últimos tiempos. Los ánimos se han calentado y comenzado a haber gente muerta por ser cristiana. Primero mataron a un presbítero que se llamaba Perfecto, luego a otros más; hay gente en la cárcel por su fe cristiana y se presentan situaciones tan tensas que no se sabe muy bien cómo va a ponerse el ambiente.
 
En general, los cristianos de Córdoba están ya hartos de su deteriorada situación, y han comenzado a presentarse ellos mismos, de modo espontáneo, al tribunal. Otros piensan que esta es la ocasión de lavar sus culpas y hasta parece ser el caso de Félix. Los dos matrimonios llevan tiempo hablando entre ellos de responsabilidades y de fidelidad. Una de las primeras cabezas cristianas les ha hecho poner en balanza lo que se gana y lo que se pierde; es ese hombre valiente y docto obispo que se llama Eulogio. Las dos parejas se animan a ser fieles y más valientes de lo que son.
 
Cuando el otro día estaba Aurelio en la plaza vió un espectáculo triste en sí mismo y lamentable; llevaban en un borrico, con gran alboroto, entre gritos y gestos maldicentes, al bueno de Juan; iba herido, le pegaban con cuerdas, le insultaban y maldecían por ser cristiano y no bendecir al Profeta. Llegó a casa y no pudo ocultar su pena por la injusticia, todo en él era rebeldía por la impotencia; Liliosa escuchó la versión y pronto la conocen Aurelio y Sabigoto. Ahora los cuatro están dispuestos a buscar solución definitiva pasando por el martirio; pero deben prepararse bien al momento decisivo.
Primero, Aurelio y Sabigoto deben llevar a sus hijas al monasterio que fundaron Jeremías e Isabel; ahora es Isabel la abadesa de Tábanos y ella se encargará de cuidarlas con la dote que pondrán a su disposición; luego, sí, deben mejorar su oración, sus sacrificios, su amor a Dios. Y así comienza una nueva dimensión en sus vidas. Los cuatro están a partir un piñón cuando dan abundantes limosnas con sus bienes, comienzan a dormir en el suelo, practican el ayuno, visitan a los enfermos y hasta deciden ir -con influencias- a la prisión para dar algo de consuelo.
 
Fue allí donde encontraron a Flora, la virgen que es hija de mahometano y cristiana y a María, monja de Cuteclara y hermana del diácono Wilabonso, decapitado el siete de junio del año pasado. Ellas están condenadas a muerte por sacrílegas y parece que lo que esperan es un premio por su alegría y decisión. Las dos parejas fueron a consolarlas y salieron de la cárcel con fuego en sus corazones.
 
Conocieron en el monasterio tabanense a Jorge, un monje oriental, concretamente de Siria, que pasó veintiséis años en San Sabas, cerca de Jerusalén, enviado a África para recoger limosnas para mantener a los monjes que habían quedado allí. Es diácono, amigo de Eulogio, sencillo y servidor de todos; habla griego, árabe y latín. Se les unió desde entonces, pensando en el martirio, y ya no se les despega ni de día ni de noche.
 
Los cinco se han presentado ante el juez; le ponen al corriente de su fe cristiana al tiempo que afirman la falsedad de la religión que profesan todos los seguidores de Mahoma. El juez se esfuerza en hacerles recapacitar sobre su locura; les está haciendo ver la vida que tienen por delante con promesas de bienes, comodidades y honra. Todo es basura comparado con Jesucristo a quien desean servir por encima de todo. Les da cinco días de cárcel para pensar y poder reunir al Consejo porque son personas importantes por su parentela y él no quiere decidir su suerte. Ante los nuevos jueces, pareció que tenían ellos más ganas de ser condenados que los jueces en condenarles. Terminaron degollados, aplicando la ley, por maldecir al Profeta y declarar abyecta su religión.
 
Fue el día 27 de julio del año 852.
Dos matrimonios y un fraile dijeron públicamente del modo más fuerte y claro que es mejor el bien de Cristo que la totalidad de bienes terrenos. Amén.
 
Hoy también se celebra a San Raimundo Zanfogni.