29 octubre, 2013

San Narciso de Jerusalén



Oh, San Narciso, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y, su amado
santo, y que vivisteis con la misma
envidia, entronizada entre vuestra
gente, pero, formado como fuiste
en el cristianismo y que bebisteis
a cántaros del amor de Cristo, por
boca de gente, que vos mismo habías
formado, en catequistas convertidos
o que a los Apóstoles escucharon.
Permitió Dios, que la calumnia os
visitara, hecha clérigos de vuestro
entorno, que hambrientos de vuestro
ejemplo de vida, de vuestras reprensiones,
y de vuestro éxito, os acusaron de
cometido haber, cierto crimen atroz.
Pero vos, como el mismo Cristo, los
perdonasteis y en silencio, con dolor
os marchasteis. Y, Dios, os mostró
su poder cuando, un acusador vuestro,
su infamia en público confesó. Y, vos
regresasteis feliz, junto a vuestra
grey, hasta cuando Dios, os concedió
la vida. Y, cumplida vuestra tarea, voló,
vuestra alma al cielo para coronada
ser, con corona de luz y eternidad,
como premio, a vuestra entrega de amor;
oh, San Narciso, “amor, verdad y luz”.

©2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Octubre
San Narciso de Jerusalén
Obispo

La envidia es mala

Son temibles para los padres los “celos” que muestran algunos pequeños cuando viene al hogar un nuevo hermano. Llenan la casa de disensiones y discordias entre los niños, ante el cuidado normal que los padres dan a sus otros hermanos. Esta situación llega a ser, en ocasiones, mortificante para los padres cuando se dan en una casa. Lo bueno del asunto es que de ordinario pasa pronto, basta con adquirir un mayor grado de madurez natural. Lo malo del caso es no cuidar las pequeñas envidiejas y permitir que se asienten en el hombre tomando el cariz de pecado.

Narciso nació a finales del siglo I en Jerusalén y se formó en el cristianismo bebiendo en las mismas fuentes de la nueva religión. Debieron ser sus catequistas aquellos que el mismo Salvador había formado o los que escucharon a los Apóstoles./strong>

Era ya presbítero modelo con Valente o con el Obispo Dulciano. Fue consagrado obispo, trigésimo de la sede de Jerusalén, en el 180, cuando era de avanzada edad, pero con el ánimo y dinamismo de un joven. En el año 195 asiste y preside el concilio de Cesarea para unificar con Roma el día de la celebración de la Pascua.

Permitió Dios que le visitara la calumnia. Tres de sus clérigos —también de la segunda o tercera generación de cristianos- no pudieron resistir el ejemplo de su vida, ni sus reprensiones, ni su éxito. Se conjuraron para acusarle, sin que sepamos el contenido, de un crimen atroz. ¡Parece fábula que esto pueda pasar entre cristianos!

Viene el perdón del santo a sus envidiosos difamadores y toma la decisión de abandonar el gobierno de la grey, viendo con humildad en el acontecimiento la mano de Dios. Secretamente se retira a un lugar desconocido en donde permanece ocho años.

Dios, que tiene toda la eternidad para premiar o castigar, algunas veces lo hace también en esta vida, como en el presente caso. Uno de los maldicientes hace penitencia y confiesa en público su infamia. Regresa Narciso de su autodestierro y permanece ya acompañando a sus fieles hasta bien pasados los cien años. En este último tramo de vida le ayuda Alejandro, obispo de Flaviada en la Capadocia, que le sucede.

El vicio capital de la envidia presenta un cuadro de tristeza permanente ante la contemplación de los bienes materiales o morales que otros poseen. En lo moral, es pecado porque la caridad es amar y, cuando se ama, hay alegría con los bienes del amado. Cuando hay envidia no hay amor, hay egoísmo, desorden, pecado.

El envidioso vive acongojado -casi sin vida- por el bien que advierte en el otro y que él anhela tener. En ocasiones extremas puede llegar a convertirse en una anomalía psíquica peligrosa ya que lleva a la ceguera y desesperación cuyas consecuencias van de la maledicencia al crimen, pasando por la calumnia y la traición: el envidioso se considera incapaz de alcanzar las cualidades ajenas; la estimación que los demás disfrutan es considerada como un robo del cariño que él merece; en la eficacia del trabajo ajeno, acompañado de éxito y merecidos triunfos, el envidioso ve intriga y apaño.

Ayer y hoy hubo y hay envidiosos. A los prójimos toca sufrir pacientemente las consecuencias. Sin olvidar que la envidia fue la causa humana que llevó al Señor al Calvario.

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28 octubre, 2013

Santos Judas Tadeo y Simón, Apóstoles


Oh, Judas Tadeo y Simón Apóstoles;
vosotros, sois los hijos del Dios de la vida,
sus amados santos, y lumbreras amadas
pues, llamados fuisteis por Cristo Jesús,
Dios y Señor Nuestro, para ser de los Doce.
Y, desde aquél momento, juntos anduvisteis
por doquiera el Espíritu Santo, os dirigiera,
en vuestro caminar. Tadeo: “valiente para
proclamar su fe”, y Simón: “Dios ha oído
mi súplica”. Juntos, al significado de vuestro
nombre hicisteis, de vuestros nombres.
Siempre llano, Tadeo, a los ruegos para
empleo o la casa conseguir y Simón, igual
de solícito. Qué alegría, haber servido al Dios
vivo, como lo habéis hecho, poniéndoos,
íntegros al servicio del amor. Hoy, coronas
de luz, lucís como premio justo, a vuestra
entrega de amor. Y, quiera Dios, que los
hombres de nuestro tiempo, os imiten en
vuestro amor y fidelidad por siempre jamás,
Santos amigos y Apóstoles del Dios vivo;
hoy, gozáis de corona eterna de gloria,
como premio justo a vuestro grande amor;
oh, Santos, Simón y Judas Tadeo, “luces”.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 de Octubre
Santos Judas Tadeo y Simón Apóstoles
Historia de san Judas Tadeo y san Simón

San Judas Tadeo San Judas Tadeo es uno de los santos más populares, a causa de los numerosos favores celestiales que consigue a sus devotos que le rezan con fe. En Alemania, Italia, América y muchos sitios más, tiene numerosos devotos que consiguen por su intercesión admirables ayudas de Dios, especialmente en cuanto a conseguir empleo, casa u otros beneficios más. Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo.
 
Tadeo quiere decir: "valiente para proclamar su fe". Simon Apóstol. Simón significa: "Dios ha oído mi súplica". A San Simón y San Judas Tadeo se les celebra la fiesta en un mismo día, el 28 de octubre, porque según una antigua tradición los dos iban siempre juntos predicando la Palabra de Dios por todas partes. San Judas Tadeo estaba íntimamente relacionado con nuestro Señor por su parentesco con San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen. Sobrino nieto de estos dos santos, es a la vez sobrino de María y José, de donde resulta ser primo de nuestro Señor Jesucristo. San Judas es hermano del Apóstol Santiago el Menor.
 
Tenía otros dos hermanos a quienes llama el Evangelio "hermanos" de Jesús. Cuando nuestro Señor regresó de Judea a Nazaret, comenzó a enseñar en la sinagoga. Las gentes que le oían estaban asombradas y decían: "¿ De dónde le ha llegado tanta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?" en hebreo comúnmente significa un pariente próximo. El padre de San Judas era Cleofás. El nombre de su madre era María, que era pariente próxima de la Virgen Santísima. Ella también permaneció junto a la Cruz cuando murió nuestro Señor Jesucristo. "Cerca de la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre , María, esposa de Cleofás, y María Magdalena" (Jn 19,25).
 
Durante su adolescencia y juventud, Judas fué compañero de Jesús. Cuando Jesús comenzó su vida pública, Judas dejó todo por seguirle. A San Judas se le llama Tadeo para diferenciarlo de Judas Iscariote que fue el que vendió a Jesús. En la noche de la Última Cena le preguntó a Jesús: "¿Por qué revelas tus secretos a nosotros y no al mundo?". Jesús le respondió que esto se debía a que ellos lo amaban a Él y cumplían sus mandatos y que a quien lo ama y obedece, vienen el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y forman habitación en su alma (Jn. 14, 22). Como Apóstol, trabajó con gran celo por la conversión de los paganos. Fue misionero por toda la Mesopotamia durante diez años. Regresó a Jerusalén para el Concilio de los Apóstoles.
 
Después se unió a Simón en Libia, donde los dos Apóstoles predicaron el Evangelio a los habitantes de aquel país. Refiere la tradición que San Judas y San Simón sufrieron martirio en Suanis, ciudad de Persia, donde habían trabajado como misioneros. A San Judas le dieron muerte con una cachiporra. Por eso se le representa con una porra sobre la cabeza. Luego, le cortaron la cabeza con un hacha. Trasladaron su cuerpo a Roma y sus restos se veneran ahora en la Basílica de San Pedro.
 
San Judas es conocido principalmente como autor de la Carta de su nombre en el Nuevo Testamento. Carta probablemente escrita antes de la caída de Jerusalén, por los años 62 al 65. En ella, San Judas denuncia las herejías de aquellos primeros tiempos y pone en guardia a los cristianos contra la seducción de las falsas doctrinas. Habla del juicio que amenaza a los herejes por su mala vida y condena los criterios mundanos, la lujuria y "a quienes por interés adulan a la gente". Anima a los cristianos a permanecer firmes en la fe y les anuncia que surgirán falsos maestros, que se burlarán de la Religión, a quienes Dios, en cambio, les tiene reservada la condenación.
 
A la soberbia de los malos contrapone la humilde lealtad del Arcángel San Miguel. Anima a los cristianos a levantar un edificio espiritual llevando una vida fundada en la fe, el amor a Dios, la esperanza y la oración. Alienta la práctica del amor al prójimo; exhorta a los cristianos a que sean pacientes y con sus vidas virtuosas conviertan a los herejes. San Judas concluye su carta con una oración de alabanza a Dios por la Encarnación, pues por ella Jesucristo, Palabra eterna de Dios, tomó sobre sí nuestra naturaleza humana para redimirnos. Para saber más sobre estos apóstoles, recomendamos la lectura de la Catequesis del Santo Padre Benedicto XVI sobre Simón cananeo y Judas Tadeo.

 

27 octubre, 2013

Santa Teresa Eustoquio


Santa Teresa Eustoquio, vos, sois
el hijo del Dios de la vida y su amada
santa y que os entregasteis en alma
y cuerpo a Nuestro Señor Jesús, Dios
y Señor Nuestro. Vos, afortunada
fuisteis por tenido haber, una familia
quienes os dieron una educación
cristiana sólida, la que os perfiló hasta
los altares santos. Vos, abierta, inteligente
y sensible a los valores de la fidelidad
y de la gracia erais, pues, dejasteis
que el Santo Espíritu, os guiara, toda
vuestra santa vida, pues, vuestro corazón
lo fijasteis en Dios y desde Él, hasta
el prójimo. Y, como pasa en todas
las cosas en este mundo, todo, no fue
color de rosa, porque vivisteis la soledad
de vivir sin Él, pero, vos, nunca perdisteis
el confiar en Él. Fundasteis, las “Hijas
del Sagrado Corazón de Jesús”, y aunque
vivisteis tiempo difíciles, Dios, nunca os
dejó desamparada y os mostró su poder
siempre. Y, como todo en esta vida,
y luego de haber gastado la vuestra
por Dios y los demás, entregasteis vuestra
alma al cielo, para recibir premio justo,
ser coronada con corona de luz y gloria;
oh, Santa Teresa Eustoquio, amor y fe.

© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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27 de Octubre
Santa Teresa Eustoquio
Monja

Etimológicamente significa “bella y ardiente como el sol del verano” o “mujer amable y fuerte”. Viene de la lengua griega y alemana.

Cuando el creyente se pone en contacto con estos gigantes de la santidad, se queda alucinado. Ve que todos los males que pueden asolar a las personas tienen una terapia fenomenal con la práctica de la oración.

La chica Teresa tuvo la fortuna de tener unos padres que, aunque de fueran de la alta alcurnia, le dieron una educación muy cristiana
La educación primaria la hizo en casa teniendo como maestro a un canónigo amigo de la familia.

Era abierta, inteligente y sensible a los valores de la fidelidad y de la gracia.

Desde pequeña dejó que fuera el Espíritu Santo quien dirigiera los pasos de su existencia. Su afán se centraba en Dios solamente y, desde él, en los demás.

Sin embargo, le ocurrió como a la gran Teresa de Avila: tener la experiencia de la ausencia de Dios, aunque, aún sin sentirlo, jamás perdió su confianza.

Se metió a monja benedictina. Después de algunos años tuvo la inspiración divina de fundar una nueva congregación llamada las “Hijas del Sagrado Corazón de Jesús”.

Le tocó vivir en tiempo difíciles por las revueltas políticas y sociales. A nivel eclesial, el jansenismo crecía mucho. Por eso, en la mitad del siglo XIX nacieron varias congregaciones con el nombre de esta fundación. Eran los años de la gran expansión de la devoción al Corazón de Jesús, al amor.

Se dedica esta congregación a la obra educativa, fruto de la persuasión y el respeto a la individualidad de cada uno.

Después de una vida de intenso trabajo por Dios y por los demás, murió el año 1852. Juan Pablo II la canonizo el diez de junio del 2001.

Esta fecha se celebra también a San Gustavo

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=13277)

26 octubre, 2013

San Evaristo

Oh, San Evaristo, vos sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo, Papa y Mártir,
que en Roma, fuisteis presbítero estimado
por vuestros fieles que, a los cuales por
completo os entregaseis, mostrando a
Jesucristo, Dios y Señor Nuestro. Además,
vos, conocedor de la Sagrada Escritura,
la trasmitíais con talento esmerado, y, os
proyectabais con humildad en el servicio,
tanto que, os resististeis a asumir la dignidad
de Papa. Ya, en la silla de Pedro, atendisteis
las necesidades de vuestro rebaño, la fe
defendiendo, contra la de los gnósticos.
A vos, se os reconoce, el establecido haber,
las normas a la consagración y trabajo
pastoral de los Obispos y de los diáconos,
pues, mandasteis celebrar públicamente
los matrimonios, ocupándoos de la vida
de vuestros fieles. Nunca descuidasteis
a los fieles del África y de Egipto, a quienes,
les escribisteis sendas cartas llenas de fe
y de amor. Y, un día, entregasteis vuestra
alma al cielo, hecho mártir, para coronada
ser de luz, como premio a vuestra amor;
oh, San Evaristo, “Papa, mártir y esperanza”.

© 2013 Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de Octubre
San Evaristo
5to Papa y Mártir

Nació por los años 60, de una familia judía asentada en tierras griegas. Recibió educación judía y aprendió en los liceos helénicos.

No se conocen datos de su conversión al cristianismo, pero se le ve ya en Roma como uno de los presbíteros muy estimados por los fieles que, lleno de celo, eleva el nivel de la comunidad de cristianos de la ciudad, entregándose por completo a mostrarle a Jesucristo. Amplio conocedor de la Sagrada Escritura, es docto en la predicación y humilde en el servicio.

Muerto mártir el Papa Anacleto, sucesor de Clemente, la atención se fija en Evaristo. Por humildad se resistió con todas las fuerzas posibles a asumir la dignidad que comportaba tan alto servicio. El día 27 de Julio del año 108 tuvo la Iglesia por Papa a Evaristo.

Atendió cuidadosamente las necesidades del rebaño: Defiende la verdadera fe contra los errores gnósticos. Establece normas que afectan a la consagración y trabajo pastoral de los Obispos y de los diáconos. Manda la celebración pública de los matrimonios. Se ocupa de la vida de los fieles, esbozándose ya una cierta administración territorial, para su mejor atención y gobierno. También escribió cartas a los fieles de Africa y de Egipto.

Murió mártir, siendo Trajano emperador, hacia el 117.

La iglesia del tiempo cada día crece en número, pero está perseguida por las leyes; es silenciosa y fuerte en la fe, oculta y limpia en las obras; vive dentro del Imperio en estado latente, desplegando poco a poco su potencialidad al soplo del Espíritu.

También hoy se celebra a San Darío

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25 octubre, 2013

San Gudencio de Brescia



Oh, San Gaudencio, vos, sois el hijo 
del Dios de la vida y su amado santo, 
que, intercedisteis por San Crisóstomo, 
durante la persecución de los cristianos
en Constantinopla. A vos, os recuerdan 
las gentes de vuestro tiempo, porque 
ocupáis en la historia de la antigua 
literatura cristiana, un lugar especial, 
por vuestras incontables obras, que 
hablan por sí mismas, de vuestro amor 
a Cristo, Dios y Señor Nuestro, en las
tareas de evangelización y conversión.
Os gustaba escribir sermones y homilías, 
basados en el "libro de la vida", con 
estilo, elegante, fácil y ameno. También, 
sobre Filastro, su vida y escritos, que
titulasteis “Liber de vita sancti Philatrii”.
Y, que, gracias a vos, conocemos hoy día. 
Vuestra alma, al cielo voló, y premiada
fue, con corona de luz eterna, como justo
premio a vuestra entrega de amor y fe; 
oh, San Gaudencio, “amor, luz y fe”.

© 2013 Luis Ernesto Chacón Delgado
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25 de Octubre
San Gudencio de Brescia
Obispo

San Gaudencio vivió a finales del siglo IV o principios del siglo V ignorándose su patria, la fecha de su nacimiento y aún la historia de sus primeros años. Pero se sabe que después de la muerte del obispo Filastro, ocurrida en el año 387, fue elegido obispo de Brescia y que aunque al principio no quiso aceptar el nombramiento, se vio obligado a ello por el afecto del pueblo y las repetidas instancias de los obispos de la provincia entre los cuales figuraba San Ambrosio.

San Gaudencio mantuvo una gran amistad con el obispo de Milán y fue uno de los latinos enviados a Constantinopla en los años 404 y 405 para interceder a favor de San Crisóstomo durante la persecución.

En la historia de la antigua literatura cristiana ocupa un distinguido lugar San Gaudencio por muchas obras que de él se conservan. Se le deben principalmente las noticias que nos quedan de Filastro, consignadas en un discurso suyo sobre la vida y escritos de este prelado y que suele también titularse Liber de vita sancti Philatrii.

Se conservan también diez sermones y algunas homilías sobre diferentes pasajes de la Biblia entre otras, las que pronunció el día de su consagración, muy interesante para la historia de su vida.

Dupín dice de él en su Nouvelle bibliothèque que su estilo es sencillo pero descuidado, sus alegorías violentas, sus sermones secos, estilo muy poco atractivo y superficial. Pero en cambio, Pablo Galearti afirma que su estilo, aunque sencillo, es elegante, fácil y ameno.

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24 octubre, 2013

San Antonio María Claret




Oh, San Antonio María Claret; vos, sois
el hijo del Dios  de la vida, y su amado 
santo, y el mismo que vuestra vida agotasteis,
porque os disteis a vuestro prójimo, dándoos 
de entera forma y predicando de vívidamente. 
Impresas de por miles, sencillas hojas religiosas
y libros, de vos hicieron y de vuestro apostolado
inolvidable. Y más, cuando vuestra santa orden, 
la cual vos mismo fundasteis, la de “los Claretianos” 
y “las Claretianas”, cubrieron el el orbe de la tierra, 
para difundir el evangelio de Cristo, Dios y Señor 
Nuestro. Saben de vos, todos aquellos lugares 
y sus gentes, porque allí, regalasteis medallas, 
rosarios, hojas y libros religiosos, al daros cuenta 
de que, para mantener viva la fe del pueblo, 
se necesitaban y se necesitan sacerdotes santos, 
que,  por los campos y ciudades vayan enseñando, 
predicando y lecturas propagando que animen
a engrosar la grey del Señor. Hoy, nada mejor 
que imitaros no sólo en la palabra, sino, también 
en la acción, para brillar, con corona de eterna luz, 
como premio a vuestra entrega de amor a Dios;  
oh, San Antonio María Claret, “luz pura de amor".

 © 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de octubre 
San Antonio María Claret 
Fundador 

Sus primeros años

San Antonio María Claret nace el 23 de diciembre del 1807 en el pueblo de Sallent, a 51 kilómetros de Barcelona. Para los que no tienen ni idea de esta población, diremos que es una villa trabajadora de unos 2.000 habitantes, esencialmente textil, donde precisamente el padre de Antonio tenía una pequeña fábrica de tejidos. 

La infancia de “Tonet”, conocido así popularmente por sus amigos, transcurre durante la llamada “Guerra del francés” (1808-1814). Se explica que ante el temor de la llegada de los franceses, el pueblo de Sallent se refugió en las montañas. El abuelo de Antonio, a causa de su estado de salud, no podía seguir aquella fila de vecinos que subían al monte, pero Antonio volvió hacia atrás para acompañar en todo momento a su abuelo. 

Ordenación Sacerdotal

Fue luego nombrado vicepárroco y pronto empezó el pueblo a conocer cuál era la cualidad principal que Dios le había dado: era un predicador impresionante, de una eficacia arrolladora. De todas partes lo llamaban a predicar misiones populares, predicando hasta diez sermones en un día. Viajaba siempre a pie y sin dinero. Durante 15 años predicó incansablemente por el norte de España, y difícilmente otro predicador del siglo pasado logró obtener triunfos tan grandes como los del padre Claret al predicar. En su vida predicó más de 10,000 sermones. 

Lo que hizo San Juan Bosco en Italia en ese tiempo a favor de las buenas lecturas, lo hizo San Antonio Claret en España. Él se dio cuenta de que una buena lectura puede hacer mayor bien que un sermón y se propuso emplear todo el dinero que conseguía en difundir buenos libros. Mandaba imprimir y regalaba hojas religiosas, por centenares de miles. Ayudó a fundar la Librería religiosa de Barcelona y fue el que más difundió los libros de esa librería. Él mismo redactó más de 200 libros y folletos sencillos para el pueblo, que tuvieron centenares de ediciones. Los regalaba donde quiera que llegaba. En todas partes reglaba medallas, rosarios, hojas y libros religiosos. 

La ciudad de La Habana llevaba 14 años sin arzobispo porque eran tiempos de persecuciones contra la Iglesia Católica. Finalmente, a la Reina de España le pareció que el sacerdote mejor preparado para ese cargo era el Padre Claret. Le escribió la Reina al Sumo Pontífice y este lo nombró Arzobispo de La Habana. Él se negaba a aceptar el cargo porque le parecía que no era digno, pero sus amigos sacerdotes le dijeron que en conciencia tenía que aceptarlo porque esa era la voluntad de Dios. Y desde 1889, por espacio de siete años, fue un dulcísimo y extraordinario pastor de la Iglesia en La Habana, y toda Cuba. En Cuba administró el sacramento de la confirmación a 300,000 cristianos y arregló 30,000 matrimonios. 

Logró formar con los sacerdotes una verdadera familia de hermanos donde todos se sentían bien atendidos y estimados en la casa del Arzobispo. En 1857 fue llamado a España como capellán de la reina Isabel. En 1849 al darse cuenta de que para mantener viva la fe del pueblo se necesitan sacerdotes entusiastas que vayan por campos y ciudades predicando y propagando buenas lecturas, se reunió con cinco compañeros y fundó la Comunidad de Misioneros del Corazón de María, que hoy se llaman Claretianos. Actualmente son 3,000 en 385 casas en el mundo. 

Fundó también las Hermanas Claretianas que son 650 en 69 casas. Estas comunidades han hecho inmenso bien con su apostolado en muchos países. Asistió al Concilio Vaticano en Roma en 1870. En el mismo, pronunció un memorable discurso que fué muy bien recibido, comentado y elogiado. En Francia, los monjes cistercienses del monasterio de Fuente Fría le hospedaron, y allí, después de haber escrito por orden del superior de su comunidad su autobiografía, enfermó. Falleció el 24 de octubre de 1879. Tenía apenas 63 años. Después de su muerte, se le han atribuído numerosos milagros. 

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Antonio_María_Claret.htm)

23 octubre, 2013

San Juan de Capristano


Oh, San Juan de Capistrano; vos, sois el hijo 
del Dios de la vida, y su amado santo, que, 
el don de la predicación, llevasteis a su más 
alta cumbre, entre los pecadores de vuestro 
tiempo, y sirve hoy, también para el nuestro
y, más aún, cuando, de manera solícita, la Cruz 
de Cristo, empuñasteis, y hecha bandera, 
arengasteis a los soldados en defensa de nuestra 
santa religión y, con vuestra palabra lograsteis 
la ayuda del Dios Altísimo, convertida toda, 
en gran victoria. Los campos de batalla y más, 
los de la vida, saben de vuestro portento 
y obra gigante, tanto que, os recuerdan como 
las palabras de Juan el Bautista, quien había 
dicho: “Raza de víboras: tienen que producir 
frutos de conversión. Porque ya está el hacha 
de la justicia divina junto a la vida de cada 
uno, y árbol que no produce frutos de obras 
buenas será cortado y echado al fuego”. Pocas 
horas dormíais, y vestíais trajes pobres. 
Comíais poco, padecíais de artritis y dolores 
de estómago, que os hacían retorceros, pero, 
vos, siempre alegre estabais. En suma, vuestro 
cuerpo débil era, pero, vuestro espíritu, siempre
fuerte. Vuestras armas, la oración, la penitencia 
y vuestra predicación. Hoy, corona de luz lucís, 
como premio a vuestra entrega de amor y vida; 
oh, San Juan de Capistrano, “viva predicación”. 

© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Octubre 
San Juan de Capistrano 
Religioso y predicador 
Año 1456 

Gran apóstol: alcánzanos de Dios entusiasmo y valor para defender siempre nuestra amada religión católica. Orad y trabajad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien (S. Biblia. Jeremías 29). 

Es este uno de los predicadores más famosos que ha tenido la Iglesia Católica. Nació en un pueblecito llamado Capistrano, en la región montañosa de Italia, en 1386. Fue un estudiante sumamente consagrado a sus deberes y llegó a ser abogado y juez, y gobernador de Perugia. Pero en una guerra contra otra ciudad cayó prisionero, y en la cárcel se puso a meditar y se dio cuenta de que en vez de dedicarse a conseguir dinero, honores y dignidades en el mundo, era mejor dedicarse a conseguir la santidad y la salvación en una comunidad de religiosos, y entró de franciscano. 

Como era muy vanidoso y le gustaba mucho aparecer, dispuso vencer su orgullo recorriendo la ciudad cabalgando en un pobre burro, pero montado al revés, mirando hacia atrás, y con un sombrero de papel en el cual había escrito en grandes letras: “Soy un miserable pecador”. La gente le silbó y le lanzaron piedras y basura. Así llegó hasta el convento de los franciscanos a pedir que lo recibieran de religioso. El Padre maestro de novicios dispuso ponerle pruebas muy duras para ver si en verdad este hombre de 30 años era capaz de ser religioso humilde y sacrificado. Lo humillaba sin compasión y lo dedicaba a los oficios más cansones y humildes, pero Juan en vez de disgustarse le conservó una profunda gratitud por toda su vida, pues le supo formar un verdadero carácter, y lo preparó para enfrentarse valientemente a las dificultades de la vida. 

Él recordaba muy bien aquellas palabras de Jesús: “Si el grano de trigo no cae en tierra y no muere, se queda sin producir fruto, pero si muere producirá mucho fruto”(Jn. 12,24). A los 33 años fue ordenado de sacerdote y luego, durante 40 años recorrió toda Europa predicando con enormes éxitos espirituales. Tuvo por maestro de predicación y por guía espiritual al gran San Bernardino de Siena, y formando grupos de seis y ocho religiosos se distribuyeron primero por toda Italia, y después por los demás países de Europa predicando la conversión y la penitencia. Juan tenía que predicar en los campos y en las plazas porque el gentío tan enorme no cabía en las iglesias. Su presencia de predicador era impresionante. Flaco, pálido, penitente, con voz sonora y penetrante; un semblante luminoso, y unos ojos brillantes que parecían traspasar el alma, conmovía hasta a los más indiferentes. 

La gente lo llamaba “El padre piadoso”, “el santo predicador”. Vibraba en la predicación de las verdades eternas. La gente al verlo y oírlo recordaba la figura austera de San Juan Bautista predicando conversión en las orillas del río Jordán. Y les repetía las palabras del Bautista: “Raza de víboras: tienen que producir frutos de conversión. Porque ya está el hacha de la justicia divina junto a la vida de cada uno, y árbol que no produce frutos de obras buenas será cortado y echado al fuego” (Lc. 3,7). 

Muchos pedían a gritos la confesión, prometiendo cambiar de vida y estallaban en llanto de arrepentimiento. Las gentes traían sus objetos e superstición y los libros de brujería y otros juegos y los quemaban en públicas hogueras en la mitad de las plazas. Muchos jóvenes al oírlo predicar se proponían irse de religiosos. En Alemania consiguió 120 jóvenes para las comunidades religiosas y en Polonia 130. Sus sermones eran de dos y tres horas, pero a los oyentes se les pasaba el tiempo sin darse cuenta. Atacaba sin miedo a los vicios y malas costumbres, y muchísimos, después de escucharle, dejaban sus malas amistades y las borracheras. Después de predicar se iba a visitar enfermos, y con sus oraciones y su bendición sacerdotal obtenía innumerables curaciones. Juan convertía pecadores no sólo por su predicación tan elocuente y fuerte, sino por su gran espíritu de penitencia. Dormía pocas horas cada noche. Vestía siempre trajes sumamente pobres. 

Comía muy poco, y siempre alimentos burdos y nunca comidas finas ni especiales. Una artritis muy dolorosa lo hacía cojear y dolores muy fuertes de estómago lo hacían retorcerse, pero su rostro era siempre alegre y jovial. En su cuerpo era débil pero en su espíritu era un gigante. Después de muerto reunieron los apuntes de los estudios que hizo para preparar sus sermones y suman 17 gruesos volúmenes. La Comunidad Franciscana lo eligió por dos veces como Vicario General, y aprovechó este altísimo cargo para tratar de reformar la vida religiosa de los franciscanos, llegando a conseguir que en toda Europa esta Orden religiosa llegara a un gran fervor. Muchos se le oponían a sus ideas de reformar y de volver más fervorosos a los religiosos. Y lo que más lo hacía sufrir era que la oposición venía de sus mismos colegas en el apostolado. Se cumplía en él lo que dice el Salmo: “Aquél que comía conmigo el pan en la misma mesa, se ha declarado en contra de mí”. Pero esas incomprensiones le sirvieron para no dedicarse a buscar las alabanzas de las gentes, sino las felicitaciones de Dios. 

Él repetía la frase de San Pablo: “Si lo que busco es agradar a la gente, ya no seré siervo de Cristo”. Juan tenía unas dotes nada comunes para la diplomacia. Era sabio, era prudente, y medía muy bien sus juicios y sus palabras. Había sido juez y gobernador y sabía tratar muy bien a las personas. Por eso cuatro Pontífices (Martín V, Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III) lo emplearon como embajador en muchas y muy delicadas misiones diplomáticas y con muy buenos resultados. Tres veces le ofrecieron los Sumos Pontífices nombrarlo obispo de importantes ciudades, pero prefirió seguir siendo humilde predicador, pobre y sin títulos honoríficos. 40 años llevaba Juan predicando de ciudad en ciudad y de nación en nación, con enormes frutos espirituales, cuando a la edad de 70 años lo llamó Dios a que le colaborara en la liberación de sus católicos en Hungría. Y fue de la siguiente manera. 

En 1453 los turcos musulmanes se habían apoderado de Constantinopla, y se propusieron invadir a Europa para acabar con el cristianismo. Y se dirigieron a Hungría. Las noticias que llegaban de Serbia, nación invadida por los turcos, eran impresionantes. Crueldades salvajes contra los que no quisieran renegar de la fe en Cristo, y destrucción de todo lo que fuera cristiano católico. Entonces Juan se fue a Hungría y recorrió toda la nación predicando al pueblo, incitándolo a salir entusiasta en defensa de su santa religión. Las multitudes respondieron a su llamado, y pronto se formó un buen ejército de creyentes. Los musulmanes llegaron cerca de Belgrado con 200 cañones, una gran flota de barcos de guerra por el río Danubio, y 50,000 terribles jenízaros de a caballo, armados hasta los dientes. Los jefes católicos pensaron en retirarse porque eran muy inferiores en número. Pero fue aquí cuando intervino Juan de Capistrano. 

El gran misionero salvó a la ciudad de Bucarest de tres modos: El primero, convenciendo al jefe católico Hunyades a que atacara la flota turca que era mucho más numerosa. Atacaron y salieron vencedores los católicos. El segundo, fue cuando ya los católicos estaban dispuestos a abandonar la fortaleza de la ciudad y salir huyendo. Entonces Juan se dedicó a animarlos, llevando en sus manos una bandera con una cruz y gritando sin cesar: Jesús, Jesús, Jesús. Los combatientes cristianos se llenaron de valor y resistieron heroicamente. Y el tercer modo, fue cuando ya Hunyades y sus generales estaban dispuestos a abandonar la ciudad, juzgando la situación insostenible, ante la tremenda desproporción entre las fuerzas católicas y las enemigas, Juan recorrió todos los batallones gritando entusiasmado: “Creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión”. 

Entonces los católicos dieron el asalto final y derrotaron totalmente a los enemigos que tuvieron que abandonar aquella región. Jamás empleó armas materiales. Sus armas eran la oración, la penitencia y la fuerza irresistible de su predicación. Las gentes decían que aquellos cuarteles de guerreros más parecían casas de religiosos que campamentos militares, porque allí se rezaba y se vivía una vida llena de virtudes. Todos los capellanes celebraban cada día la santa misa y predicaban. Muchísimos soldados se confesaban y comulgaban. Y los militares repetían en sus batallones: “Tenemos un capellán santo. Hay que portarse de manera digna de este gran sacerdote que nos dirige. Si nos portamos mal no vamos a conseguir victorias sino derrotas”. Y los oficiales afirmaban: “Este padrecito tiene más autoridad sobre nuestros soldados, que el mismo jefe de la nación”. 

Mientras los católicos luchaban con las armas en Hungría, el Sumo Pontífice hacía rezar en todo el mundo el Angelus (o tres Avemarías diarias) por los guerreros católicos y la Sma. Virgen consiguió de su Hijo una gran victoria. Con razón en Budapest le levantaron una gran estatua a San Juan de Capistrano, porque salvó la ciudad de caer en manos de los más crueles enemigos de nuestra santa religión. Y sucedió que la cantidad de muertos en aquella descomunal batalla fue tan grande, que los cadáveres dispersados por los campos llenaron el aire de putrefacción y se desató una furiosa epidemia de tifo.

San Juan de Capistrano había ofrecido a Dios su vida con tal de conseguir la victoria contra los enemigos del catolicismo, y Dios le aceptó su oferta. El santo se contagió de tifo, y como estaba tan débil a causa de tantos trabajos y de tantas penitencias, murió el 23 de octubre de 1456. 

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Juan_Capistrano.htm)