25 noviembre, 2013

Santa Catalina de Alejandría


25 de Noviembre
Santa Catalina de Alejandría

Martirologio Romano: Santa Catalina, mártir, que, según la tradición, fue una virgen de Alejandría dotada tanto de agudo ingenio y sabiduría como de fortaleza de ánimo. Su cuerpo se venera piadosamente en el célebre monasterio del monte Sinaí (s. inc.)
 
La veneración de los restos de santa Catalina en el monte Sinaí y la celebridad del monasterio ortodoxo que lleva su nombre y que los guarda ha hecho que casi haya disminuido la figura del mismo Moisés. Se la venera tanto en Oriente como en Occidente. Los aficionados al saber la tienen como patrona.
 
Nada sabemos con certeza histórica del lugar y fecha de su nacimiento. La historia nos tiene velado el nombre de sus padres. Los datos de su muerte, según la “passio”, son tardíos y están pletóricos de elementos espureos. Por esto, algún historiador ha llegado a pensar que quizá esta santa nunca haya existido. Así, Catalina de Alejandría sería un personaje aleccionador salido de la literatura para ilustrar la vida de los cristianos y estimularles en su fidelidad a la fe. De todos modos es seguro que la fantasía ha rellenado los huecos en el curso del tiempo.
 
Se la presenta como una joven de extremada belleza y aún mayor inteligencia. Perteneciente a una familia noble. Residente en Alejandría. Versada en los conocimientos filosóficos de la época y buscadora incansable de la verdad
 
Movida por la fe cristiana, se bautiza. Su vida está enmarcada en el siglo IV, cuando Maximino Daia se ha hecho Augusto del Imperio de Oriente. Sí, le ha tocado compartir el tiempo con este “hombre semibárbaro, fiera salvaje del Danubio, que habían soltado en las cultas ciudades del Oriente”, según lo describe el padre Urbel, o, con términos de Lactancio, “el mundo para él era un juguete”. Recrimina al emperador su conducta y lo enmudece con sus rectos razonamientos.
 
Enfrentada con los sabios del imperio, descubre sus sofismas e incluso se convierten después de la dialéctica bizantina. Aparece como vencedora en la palestra de la razón y vencida por la fuerza de las armas en el martirio de rueda con cuchillas que llegan a saltar hiriendo a sus propios verdugos y por la espada que corta su cabeza de un tajo.
 
Sea lo que fuere en cuanto se refiere a la historia comprobable, lo cierto es que la figura de nuestra santa lleva en sí la impronta de lo recto y sublime que es dar la vida por la Verdad que con toda fortaleza se busca y una vez encontrada se posee firmemente hasta la muerte. Esto es lo que atestigua la tradición, la leyenda y el arte.
 
¡Que bien nos vendrían hoy unas cuantas Catalinas que sepan ser mártires por la Verdad que es lo mismo que ser de Él testigos!

(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=746)
 

24 noviembre, 2013

Jesucristo Rey del Universo






























 
Oh, Jesucristo, Rey del Universo, Vos,
Sois el Amadísimo Hijo del Padre, y hoy,
con Vos, la Iglesia toda, el Año  Litúrgico
cierra, porque en él se  ha meditado,
el misterio de Vuestra  vida, Vuestra
predicación y el anuncio  del Reino
de Vuestro Amadísimo  Padre. “Mi Reino
no es de este mundo.  Si mi Reino fuese
de este mundo mi  gente habría combatido
para que no  fuese entregado a los judíos;
pero  mi Reino no es de aquí”. Respondisteis
Vos, al interrogado ser, por Pilatos,  porque
Vos, no sois el Rey de un mundo  de miedo,
mentira y pecado. Vos,  el “Rey del Reino
de Dios” sois, el que,  nos trajisteis, y al que,
nos conducís. Vos, anunciáis la Verdad y ella, 
el camino amoroso ilumina, trazado  por Vos,
con Vuestra Vía Crucis,  hacia el Reino
de Dios dirigida. “Sí,  como dices, soy Rey.
Yo para esto  he nacido y para esto he venido
al  mundo: para dar testimonio de la verdad.
Todo el que es de la verdad  escucha mi voz”.
Y, vos a cada nada,  la estáis recordándonosla,
ante la  falsía del engaño del pecado, y, cual
cordero, os sacrificasteis en la Cruz. Vos,
el Espíritu Santo, nos dejasteis que las gracias
nos concede necesarias para lograr la Santidad
y transformar  el mundo en el amor. Vuestra
obra, y las dos realidades de la Iglesia peregrina”
y “celestial”, se engarzan de manera definitiva.
“Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino
por los que tu me has dado, porque son tuyos;
y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío;
y yo he sido glorificado en ellos. Yo, ya no estoy
en el mundo, pero ellos si están en el mundo,
y Yo, voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre
a los que me has dado, para que sean uno como
nosotros. No te pido que los retires del mundo,
sino que los guarde del Maligno. Ellos no son
del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos
en la verdad: tu palabra es verdad.” Así, orasteis
Vos, antes de ser entregado, demostrando, cuánto
nos quieres y pidiendo que Vuestro Padre nos guarde
y proteja hasta alcanzar la vida divina por la cual
os sacrificasteis: "Padre santo, cuida en tu nombre
a los que me has dado, para que sean uno como
nosotros”. Nunca jamás, suficiente será deciros,
¡Viva Cristo, Rey del Universo! ¡Viva María!,
vuestra Santa Madre Santa, por tanto e inmenso
amor, desbrozado por el hombre, a quien amáis
sin medida, desde el comienzo de los tiempos;
Oh, Jesucristo, Rey del Universo, “amor y luz”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de Noviembre
Jesucristo Rey del Universo
La fiesta de Cristo Rey fue instituida en 1925 por el papa Pío XI, que la fijó en el domingo anterior a la solemnidad de todos los santos. La Iglesia, ciertamente, no había esperado dicha fecha para celebrar el soberano señorío de Cristo: Epifanía, Pascua, Ascensión, son también fiestas de Cristo Rey. Si Pío XI estableció esa fiesta, fue como él mismo dijo explícitamente en la encíclica Quas primas, con una finalidad de pedagogía espiritual. Ante los avances del ateísmo y de la secularización de la sociedad quería afirmar la soberana autoridad de Cristo sobre los hombres y las instituciones. Ciertos textos del oficio dejan entrever un último sueño de cristiandad.
 
En 1970 se quiso destacar más el carácter cósmico y escatológico del reinado de Cristo. La fiesta se convirtió en la de Cristo “Rey del Universo” y se fijó en el último domingo per annum. Con ella apunta ya el tiempo de adviento en la perspectiva de la venida gloriosa del Señor.
 
La transformación de la segunda parte de la colecta revela claramente el cambio introducido en el tema de la fiesta. La oración de 1925 pedía a Dios “que todos los pueblos disgregados por la herida del pecado, se sometan al suavísimo imperio” del reino de Cristo. El texto modificado pide a Dios “que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin”.
 
Cristo, piedra angular
 
El año litúrgico llega a su fin. Desde que lo comenzamos, hemos ido recorriendo el círculo que describe la celebración de los diversos misterios que componen el único misterio de Cristo: desde el anuncio de su venida (Adviento), hasta su muerte y resurrección (Ciclo Pascual), pasando por su nacimiento (Navidad), presentación al mundo (Epifanía) y la cadencia semanal del domingo. Con cada uno de ellos, hemos ido construyendo un arco, al que hoy ponemos la piedra angular. Este es el sentido profundo de la solemnidad de Cristo – Rey del Universo, es decir, de Cristo – Glorioso que es el centro de la creación, de la historia y del mundo. “Todos perciben en sus almas una alegría inmensa, al considerar la santa Humanidad de Nuestro Señor: un Rey con corazón de carne, como el nuestro; que es autor del universo y de cada una de las criaturas, y que no se impone dominando: mendiga un poco de amor, mostrándonos, en silencio, sus manos llagadas”. (San Josemaría Escrivá de Balaguer)
 
En el siglo  XI, al establecer esta fiesta, quiso centrar la atención de todos en la imagen de Cristo, Rey divino, tal como la representaba la primitiva Iglesia, sentado a la derecha del Padre en el ábside de las basílicas cristianas, aparece rodeado de gloria y majestad. La cruz nos indica que de ella arranca la grandeza imponente de Jesucristo, Rey de vivos y de muertos. (P. Morales, I. L.)
 
La Iglesia anuncia hoy alborozada que “el Cordero degollado”, al entregar su vida “en el altar de la Cruz”, reconquistó con su sangre preciosa toda la creación y se la entregó a su Padre, aunque sólo al final de los tiempos esa “entrega” será plena y definitiva. Al anunciar y celebrar hoy el triunfo de Cristo, nos llenamos de alegría y esperanza, sabiendo que Él nos llevará a su reino eterno, si ahora damos de comer al hambriento, y de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y enterrar a los muertos (Evangelio.)
 
“Yo soy Rey”
 
Esta fue la respuesta rotunda de Jesús a Pilato. Aunque la respuesta completa fue ésta: “Pero mi reino no es de aquí”.
 
Pero si el reino de Jesucristo no es de este mundo, se inicia y realiza germinalmente ya en este mundo. Es verdad que sólo al final de los tiempos y tras el juicio final alcanzará su plenitud definitiva, pues sólo entonces triunfará definitivamente del demonio, el pecado, el dolor y la muerte.
 
Pero ya ahora, “el reino instaurado por Jesucristo actúa como fermento y signo de salvación para construir un mundo más justo, más fraterno, más solidario, inspirado en los valores evangélicos de la esperanza y de la bienaventuranza, a la que todos estamos llamados” (JUAN PABLO II.) Los santos –únicos que se han tomado en serio su reinado- han sido grandes sembradores de comprensión, justicia, amor y la paz siempre y en todas partes. ¡Pobre tierra esta nuestra sin su acción y la de los demás seguidores de Jesús!. A pesar de sus debilidades y pecados.
 
“Jesucristo es Rey que hace reyes a sus seguidores coronándolos en el cielo.” (San Buenaventura)
 
La historia de los mártires de Cristo Rey se ha reproducido siempre que el amor de Dios se apodera de un alma
 
Oposición al Señor
 
¿Por qué, entonces, tantos se oponen al reino de Jesucristo? Porque es evidente que son muchos los políticos, escritores, artistas, creadores de opinión, detentadores del dinero y del poder, gente de a pie, que gritan –con el más cruel y eficaz de los lenguajes: el de las obras- “¡No queremos que Él reine sobre nosotros!”. Ese es el grito que se esconde tras tantos diseños de la familia, de la educación, de la moda, de la cultura, de la sociedad actual (cf. San JOSEMARIA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, n. 179). Cierto que es un grito que no pocas veces es un eco del “no saben lo que hacen”. Pero no por eso menos real y doloroso.
 
Nosotros hemos de empeñarnos en lo contrario. Dejarle reinar en nuestra inteligencia, en nuestra voluntad, corazón, cuerpo, familia. Y hacer que reine en nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo y gente que se cruce en nuestro caminar. (José Antonio Abad, Comentarios Litúrgicos, Rev. Palabra)
 
Cristo
 
Viene de la traducción griega del término hebreo “Mesías” que quiere decir “ungido”. No pasa a ser nombre propio de Jesús sino porque Él cumple perfectamente la misión divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para una misión que habían recibido de Él. Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y rey. (C.I.C 436)
 
Como Hijo de Dios, le correspondía por naturaleza un absoluto dominio sobre todas las cosas salidas de sus manos creadoras. “Todas han sido creadas por y en Él. En el cielo y en la tierra, todas las cosas subsisten por Él, las visibles y las invisibles”. Pero además es Rey nuestro por derecho de conquista. Él nos rescató del pecado, de la muerte eterna.
 
Cristo reina ya mediante la Iglesia
 
“Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos” (Rm 14,9). La Ascensión de Cristo al Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos, y en la tierra. Él está “por encima de todo principado, Potestad, Virtud, Dominación” porque el Padre “bajo sus pies sometió todas las cosas”. (Ef 1, 20-22). Cristo es el Señor del cosmos (cf Ef 4, 10; 1 Co 15, 24.27-28) y de la historia. En él, la historia de la humanidad e incluso toda la Creación encuentran su recapitulación (Ef 1,10), su cumplimiento trascendente. (C.I.C 668)
 
Como Señor, Cristo es también la cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo (cf Ef 1, 22). Elevado al cielo y glorificado, habiendo cumplido así su misión, permanece en la tierra en su Iglesia. La Redención es la fuente de la autoridad que Cristo, en virtud del Espíritu Santo, ejerce sobre la Iglesia (cf Ef 4, 11-13). C.I.C 669
 
Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. “Adquirió” este derecho por la Cruz.
 
Profundicemos llenos de agradecimiento, como aquellos colosenses a quienes Pablo dirige su carta, en el misterio de amor que es para nosotros Cristo Rey redimiéndonos: “Demos gracias a Dios Padre, que nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo dignos de la herencia de los santos en la luz, introduciéndonos en el Reino del Hijo de su amor, en el cual tenemos redención por su sangre, perdón de los pecados”. (Col. 1. 12)
 
Él se ofreció en la cruz, como hostia inmaculada pacífica para que todos los hombres se sujetasen a su dominio. Y así poder entregar al Padre ese Reino eterno y universal formado con las almas que con Él y en Él se salvan siempre. Reino de verdad y de vida, Reino de Santidad y gracia, Reino de justicia, amor y paz.
 
“El Señor me ha empujado a repetir, desde hace mucho tiempo, un grito callado: serviré. Que El nos aumente esos afanes de entrega, de fidelidad, a su divina llamada –con naturalidad, sin aparato, sin ruido-, en medio de la calle. Démosle gracias desde el fondo del corazón. Dirijámosle una oración de súbditos, ¡de hijos!, y la lengua y el paladar se nos llenaran de leche y de miel, nos sabrá a panal tratar del reino de Dios, que es un Reino de libertad, de la libertad que El nos ganó”. (San Josemaría Escrivá de Balaguer)
 
 

23 noviembre, 2013

San Clemente, Papa



Oh, San Clemente, vos, sois el
hijo del Dios de la vida, y el
mismo que, vuestra fe, mantuvisteis
firme, hasta el final de vuestros
días. Por Él, convertisteis a los
paganos de vuestro tiempo y les
regalasteis, de agua viva ríos.
Aquella que, sed, produce jamás
en sus almas. “El que se conserva
puro no se enorgullezca por ello,
porque la pureza es un regalo
gratuito de Dios y no una conquista
nuestra”. Así, escribisteis, y
conservándoos así, vivisteis y
aunque, al final de vuestra santa
vida, martirizado fuiteis, al cielo
marchasteis, para coronado ser
con corona de luz, como justo premio
a vuestra entrega de amor y de fe;
oh, San Clemente; ”mártir y luz”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Noviembre
San Clemente
Papa
Año 101


Oremos por nuestro actual Pontífice, para que a imitación de San Clemente y los demás Pontífices santos que ha tenido la Iglesia Católica, sepa guiar sabiamente a los que seguimos la santa religión de Cristo.

Cuando los persigan no tengáis temor porque el Espíritu Santo hablará por vosotros (Jesucristo).

San Clemente fue el tercer sucesor de San Pedro (después de Lino y Cleto) y gobernó a la Iglesia desde el año 93 hasta el 101. El año 96 escribió una carta a Los Corintios, que es el documento Papal más antiguo que se conoce (Después de las cartas de San Pedro). En esa carta da muy hermosos consejos, y recomienda obedecer siempre al Pontífice de Roma (Entre otras cosas dice: “el que se conserva puro no se enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una conquista nuestra”.

Por ser cristiano fue desterrado por el emperador Trajano a Crimea (al sur de Rusia) y condenado a trabajos forzados a picar piedra con otros dos mil cristianos. Las actas antiguas dicen que estos le decían: “Ruega por nosotros Clemente, para que seamos dignos de las promesas de Cristo”.

San Ireneo (que vivió en el siglo segundo) dice que Clemente vio a los santos apóstoles Pedro y Pablo y trató con ellos. Las Actas antiguas añaden que allá en Crimea convirtió a muchísimos paganos y los bautizó. Los obreros de la mina de mármol sufrían mucho por la sed, porque la fuente de agua más cercana estaba a diez kilómetros de distancia. El santo oró con fe y apareció allí muy cerca una fuente de agua cristalina. Esto le dio más fama de santidad y le permitió conseguir muchas conversiones más.

Un día las autoridades le exigieron que adorara a Júpiter. Él dijo que no adoraba sino al verdadero Dios. Entonces fue arrojado al mar, y para que los cristianos no pudieran venerar su cadáver, le fue atado al cuello un hierro pesadísimo. Pero una gran ola devolvió su cadáver a la orilla. San Cirilo y San Metodio llevaron a Roma en el año 860 los restos de San Clemente, los cuales fueron recibidos con gran solemnidad en la Ciudad Eterna, y allá se conservan.

22 noviembre, 2013

Santa Cecilia

 
Oh, Santa Cecilia, vos, sois la hija
del Dios de la vida y su amada santa,
y que, vuestra virginidad consagrasteis
al Dios Trino, y que, cuando vuestros
padres os entregaron en matrimonio
a Valeriano, vos, le dijisteis, que,
de virginidad voto habíais hecho, y
persuadiéndolo, él, también bautizado
fue. Y, Vos, no contenta con ello,
también a Tiburcio convencieron, hijo
de Dios haciéndose. A vuestro ángel
de la guarda veíais, como alma buena
que erais y supisteis por él, que Valerio
y Tiburcio, muertos habían sido, por
negarse a adorar dioses, no sin antes,
a los cristianos animar, con gusto sufrir,
los horrores todos, con tal de no abdicar
de nuestra santa religión. Entonces,
vos, arrestada fuisteis y os exigieron
a que dejaseis vuestra fe en Cristo y
os negasteis, la muerte prefiriendo.
Y, condenada ya, junto al horno, cantabais
y cantabais, cánticos de alabanza,
con celestial voz, en vez de sofocaros
y asfixiaros. Y, viendo que, imposible
era acabar con vos, vuestro verdugo,
Almaquio, ordenó que os cortaran vuestra
santa cabeza, pero, vuestra alma, voló
al cielo y hoy, coronada luce de eternidad
y luz; Patrona de los Músicos de la tierra;
oh, Santa Cecilia, virgen cantora de Dios.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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22 de Noviembre
Santa Cecilia
Mártir
Año 177
Santa Cecilia bendita, dile a Dios que también nosotros prefiramos mil muertes antes que ser infieles a nuestra santa religión. No ofendas a nadie ni en mucho ni en poco (S. Biblia Ecl. 5, 15).
Por más de mil años Santa Cecilia ha sido muy venerada en la Iglesia Católica. Una tradición muy antigua dice que pertenecía a una de las principales familias de Roma, que acostumbraba vestir una túnica de tela muy áspera y que había consagrado a Dios su virginidad. Sus padres la comprometieron en matrimonio con un joven llamado Valeriano, pero Cecilia le dijo a éste que ella había hecho voto de virginidad y que si él quería ver al ángel de Dios debía hacerse cristiano. Valeriano se hizo instruir por el Papa Urbano y fue bautizado. Luego entre Cecilia y Valeriano convencieron a Tiburcio, el hermano de éste, y lograron que también se hiciera cristiano.
Las historias antiguas dicen que Cecilia veía a su ángel de la guarda. El alcalde de Roma, Almaquio, había prohibido sepultar los cadáveres de los cristianos. Pero Valeriano y Tiburcio se dedicaron a sepultar todos los cadáveres de cristianos que encontraban. Por eso fueron arrestados. Llevados ante el alcalde, éste les pidió que declararan que adoraban a Júpiter. Ellos le dijeron que únicamente adoraban al verdadero Dios del cielo y a su Hijo Jesucristo. Entonces fueron ferozmente azotados y luego les dieron muerte.
Los dos santos mártires animaban a los demás cristianos de Roma a sufrir con gusto todos los horrores, con tal de no ser infieles a la santa religión. En seguida la policía arrestó a Cecilia y le exigió que renunciara a la religión de Cristo. Ella declaró que prefería la muerte antes que renegar de la verdadera religión. Entonces fue llevada junto a un horno caliente para tratar de sofocarle con los terribles gases que salían de allí, pero en vez de asfixiarse ella cantaba gozosa (quizás por eso la han nombrado patrona de los músicos).
Visto que con este martirio no podían acabar con ella, el cruel Almaquio mandó que le cortaran la cabeza. La santa, antes de morir le pidió al Papa Urbano que convirtiera su hermosa casa en un templo para orar, y así lo hicieron después de su martirio. Antes de morir, había repartido todos sus bienes entre los pobres.
En 1599 permitieron al escultor Maderna ver el cuerpo incorrupto de la santa y él fabricó una estatua en mármol de ella, muy hermosa, la cual se conserva en la iglesia de Santa Cecilia en Roma. Está acostada de lado y parece que habla. En Roma había ya en el año 545 un templo dedicado a esta gran Santa.

21 noviembre, 2013

La Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo



Oh, Santa María Niña Nuestra, Vos,
sois la hija del Dios de la vida
y su amadísima y predilecta Hija.
Y, que maravilla, que en este día,
a Vos, os presentaran Joaquín y Ana,
vuestros amadísimos padres y santos
en el Templo de Dios, para que Vos,
supierais vuestros deberes para
con Él. Y, Él, que es el Alpha y el
Omega, desde siempre y por siempre
os bendijo amorosamente eternamente;
Oh, Santa María Niña Nuestra, “luz”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de noviembre
La Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo


Honramos hoy la Presentación en el Templo de aquella Niña de bendición. Los orígenes de esta fiesta hay que buscarlos en una piadosa tradición que surge en el escrito apócrifo llamado el «Protoevangelio de Santiago». Según este documento la Virgen María fue llevada a la edad de tres años por sus padres San Joaquín y Santa Ana. Allí, junto a otras doncellas y piadosas mujeres, fue instruida cuidadosamente respecto la fe de sus padres y sobre los deberes para con Dios.

Históricamente, el origen de esta fiesta fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén , en el año 543. Todo eso se viene conmemorando en Oriente desde el siglo VI, y hasta habla de ello el emperador Miguel Comeno en una Constitución de 1166.

Un gentil hombre francés, canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón en 1372, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia.

Oración

Oh Dios, que quisiste que en este día fuese presentada en el templo la Santísima Virgen María, morada del Espíritu Santo: suplicámoste por su intercesión nos concedas merecer ser presentados en el templo de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

 
 

20 noviembre, 2013

San Octavio



Oh, Octavio, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado
santo, y que, como San Ambrosio
de Milán decía: “Comenzad en vosotros
la obra de la paz, una vez que
vosotros estéis pacificados,
llevaréis la paz a los demás”.
Vos, así lo hicisteis, conjuntamente
que Solutor y Adventor, vuestros
compañeros, y que hoy, os celebran
en la iglesia de Turín. Y que,
valientes y valerosos como eran
su fe, confesaron en Cristo, Dios
y Señor Nuestro. A vosotros, de
tanta entrega militar, se os compuso
una “Pasión”, donde se os resaltaba
vuestra entrega y vuestra vida
como mártires, en plena persecución.
Vuestra “Pasión”, narra, cómo escapar
lograron de la masacre de Agaunum,
pero, capturados fueron enseguida,
para fugarse de ellas, y caminar
por inhóspitos parajes. Y esta vez,
caminaron sobre su muerte, y todo
por su fe en Dios. Templo y más tarde
un monasterio benedictino, demolición
y la Consolata os recibió, hasta
descansar en Iglesia de los Mártires,
en la que hoy, están, como justo
premio a vuestra entrega de grande amor;
oh, San Octavio, “guía de la paz y la luz.



© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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20 de Noviembre
San Octavio u Octaviano
Mártir



Etimológicamente significa “octavo hijo”. Viene de la lengua latina.
 

La paz sobre la tierra comienza en nosotros mismos. Ya en el siglo IV, san Ambrosio de Milán decía: "Comenzad en vosotros la obra de la paz, una vez que vosotros estéis pacificados, llevaréis la paz a los demás”.
 

Este joven, juntamente con Solutor y Adventor, se celebran hoy en la iglesia de Turín, Italia.
 

Eran soldados de la Legión Tebea. Combatían valientemente durante el imperio que mandaba por aquel tiempo Maximiano.
 

Eran valientes en la lucha y valientes en confesar su fe en Cristo el Señor. El clima y el ambiente no les eran propicios. Ya habían visto con sus propios ojos morir a muchos cristianos.
 

No hay datos exactos de cómo murieron. Sin embargo, a personas de tanto brillo militar y de tanta fama entre los creyentes, fue fácil componerles un teatro o “Pasión” entre los años 432-450.
 

Ellos murieron como mártires en el siglo III, es decir cuando las persecuciones arreciaron como nunca.
 

La “Pasión” narraba que lograron escapar de la masacre de Agaunum.
 
Su fuga no pasó desapercibida. La policía militar los cogió en seguida. Los llevaron presos a Turín.
También se escaparon de la prisión. Empezaron a caminar pro lugares inhóspitos. Y ya esta vez, fueron enviados a la muerte por su fe en Dios único y verdadero.
 

Los turineses le levantaron pronto un templo en su honor. Este templo se convertiría más tarde, por mandato del obispo Gezone, en un monasterio benedictino.
 

Cuando los franceses ordenaron la demolición del monasterio en 1536, los tres cuerpos fueron llevados a la Consolata y finalmente a la iglesia de los mártires, en la que están hoy en día.
 

19 noviembre, 2013

San Andrés Avelino



Oh, San Andrés Avelino; vos, sois
el hijo del Dios de la vida y su amado
santo, y, fuisteis también, y porque
quiso Dios, el mismo letrado, que,
al leer en el Libro Santo, la frase:
“La boca que miente, mata el alma”,
suficiente argumento, para abandonarlo
todo. Así, pues, supisteis que, volveríais
jamás a ser como antes y por ello
os entregasteis, con pasión y amor,
a abrazar la Cruz de Cristo, atrás
dejando fama, posición y dinero, para
el uniforme de sacerdote vestir y con
él, deslumbrar a propios y extraños,
usando vuestra palabra, por donde
fuerais, maravillas y milagros haciendo.
Había dicho Nuestro Señor Jesucristo:
“Quien renuncie a algo importante por
amor a mí, recibirá cien veces más”.
Y, claro, vos, lo recibisteis. Hoy, gozáis
de las alegrías del cielo, coronado de luz,
como premio justo, a vuestro gran amor;
oh San Andrés Avelino; “luz y esperanza”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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19 de Noviembre
San Andrés Avelino
Año 1608

 
Que Dios que es tan bueno y tan generoso, nos envíe muchos predicadores que como San Andrés Avelino conviertan a los pecadores que asistan a sus sermones.
 
Quien renuncie a algo importante por amor a mí, recibirá cien veces más (Jesucristo).
 
El hecho más conocido de este santo es que siendo un abogado de fama, un día en un pleito dijo una mentira, pero luego leyó en la S. Biblia la frase que dice: “La boca que miente, mata el alma”, y se asustó tanto que dejó la abogacía y se dedicó al sacerdocio, a predicar y salvar almas.
 
San Andrés Avelino nació en Nápoles (Italia) en 1521. Entró a la comunidad de Padres Teatinos y allí dio tales muestras de sabiduría, que fue nombrado maestro de novicios y superior.
 
San Carlos Borromeo, que era Arzobispo de Milán, quedó tan admirado de las cualidades de ciencia y de santidad de San Andrés que pidió a los superiores de esa comunidad que se lo enviaran a Milán, y lo obtuvo, consiguiendo con ello un gran progreso para su ciudad, porque las predicaciones de Avelino convertían muchos pecadores.
 
Había un convento muy relajado y San Carlos envió al Padre Andrés a tratar de reformarlo. Lo amenazaron de muerte si se atrevía a entrar allá, pero fue valiente y acabó con todos los abusos. En la ciudad de Piacenza su predicación produjo un cambio tan grande en las costumbres, que los cantineros y dueños de casas de juegos se quejaron ante el gobernador porque se les había acabado la clientela. El gobernador llamó al santo para que le diera explicaciones y este le habló tan hermosamente acerca de lo importante que es evitar el pecado y salvar el alma, que desde ese día la esposa del gobernante lo escogió como director espiritual.
 
En su ciudad de Nápoles su predicación convertía miles de pecadores, y él acompañaba sus palabras con admirables milagros y sanaciones. San Andrés Avelino murió a la edad de 80 años en noviembre de 1608, y murió en el preciso momento en el que empezaba la santa misa. Al hacer la señal de la cruz para comenzar la celebración, cayó muerto de un ataque de apoplejía.
 
Acudieron grandes multitudes a visitarlo en su ataúd, y durante 72 horas su cadáver echó sangre cada vez que le hicieron alguna pequeña cortada. Esa sangre la recogieron en frascos, y cuatro años después empezó a hervir, en el aniversario e su muerte.