12 mayo, 2014

Santos Nereo y Aquileo y Pancrasio

 
 
Oh, Santos Nereo y Aquileo, vosotros sois,
los hijos del Dios de la vida y sus amados
santos, que, servíais al emperador, pero que,
por dentro, vivabais a todo dar el “Nombre
sobre todo nombre”: el de Cristo Jesús, Señor
y Dios Nuestro. Nombre Santo, al que nunca
renunciasteis y, por el cual, sufristeis
el martirio de decapitados ser, tal y como
lo relata Jerónimo Santo: “Su sangre derramaron
por su fe proclamar”. Y, así, vosotros
que renunciando a servir a mortales hombres,
elegisteis poneros al servicio del Señor,
que Inmortal, como es; Él, os acogió
en su Reino de plena luz inconmensurable,
donde ahora moráis eternamente, como justo
premio a vuestro amor incesante y porque
sabíais que, sin cruz, redención no hay;
Oh, Santos Nereo y Aquileo, “luces de Dios”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Mayo
San Nereo y Aquileo
Mártires
Siglo I
Estos dos militares estaban al servicio de Flavia Domitila una de las primeras señoras de Roma. El historiador Eusebio dice que esta noble dama era sobrina del Emperador Domiciano y que el tal mandatario la envió al destierro, porque ella se había declarado seguidora de Jesucristo. Con Domitila fueron enviados también al destierro San Nereo y San Aquileo, porque proclamaban su fe en el Divino Redentor. Afirma San Jerónimo que el destierro fue tan cruel y tan largo que les sirvió de martirio. Después otro emperador mandó que les cortaran la cabeza y así tuvieron el honor de derramar su sangre por proclamar su fe.
 
El Papa San Dámaso escribió en el año 400 la siguiente inscripción en la tumba de estos dos mártires: “Nereo y Aquileo pertenecían al ejército del emperador. Pero se negaron a cumplir ciertas órdenes que a ellos les parecían crueles. Al convertirse al cristianismo abandonaron toda violencia y prefirieron tener que abandonar el ejército antes que ser crueles con los demás. Proclamaron su amor a Cristo en esta tierra y ahora gozan de la amistad de Cristo en la eternidad”.
 
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San Pancracio
 
Oh, San Pancracio; vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo
que, adolescente siendo, apartaros
desististeis del mundo con sus herejías,
su impiedad y su paganismo, y abrazaros
a la cruz de Cristo. Y, de valor armado
elegisteis el “angosto camino” de piedras
y abrojos lleno, para arribar, mas pronto
y más temprano a la gloria de Aquél
que todo lo ve. Resististeis los martirios
más atroces y mostrabais a vuestro verdugo,
sonrisas sin igual, porque vos, sabíais
del premio que os esperaba en adelante.
Y hoy, desde el cielo sois ejemplo de amor
a Cristo, porque Él mismo, os ciñó corona
de prístina y eterna luz, como justo
premio a vuestra entrega de amor y fe;
Oh, San Pancracio, “antorcha de la luz”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Mayo
San Pancracio
Mártir
Año 304
 
El doce de mayo se celebra también la fiesta de San Pancracio, un jovencito romano de sólo 14 años, que fue martirizado por declarase creyente y partidario de Nuestro Señor Jesucristo.
Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de oro, y le dijo al niño: “Este relicario lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre”.
 
Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el jovencito le respondió: “Es que en la escuela me declaré seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles: “En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo”. (Hechos 6,41).
 
Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada: “Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre”.
 
Como Pancracio continuaba afirmando que él creía en la divinidad de Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y amigo, las autoridades paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y decretaron pena de muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio (en la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma) varios enviados del gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si dejaba de decir que Cristo es Dios. El valiente joven proclamó con toda la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él que Jesús es el Redentor del mundo. Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se convirtieron al cristianismo.
 
Al llegar al sitio determinado, Pancracio dio las gracias a los verdugos por que le permitían ir tan pronto a encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los allí presentes a creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las contrariedades y de todos los peligros.
De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su fidelidad a la verdadera religión.
 
Allí en Roma se levantó un templo en honor de San Pancracio y por muchos siglos las muchedumbres han ido a venerar y admirar en ese templo el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de 14 años, que supo ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su amor por Jesucristo.
 
Petición
 
San Pancracio ruégale a Dios por nuestra juventud que tiene tantos peligros de perder su fe y sus buenas costumbres.
 
 

11 mayo, 2014

Santa Estela



Oh, Santa Estela, vos, sois la hija
del Dios de la vida, su amada santa y
mártir. Y, que además, honor hicisteis
al significado de vuestro nombre “Estela”,
que significa: “brillar como una estrella”.
Y, sí, vuestro martirio inundó de luz
el insondable espacio, y vuestro amor
por Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro,
así lo quiso. Eutropio, vuestro obispo,
os encaminó hacia ese cielo, pues, vos,
fuisteis una sus primeras conversas, fruto
de su constante labor pastoral. Fue
vuestro “pecado”, abrazaros a la cruz
de Cristo, que a la vez, os inmoló para
gozar de la gloria del cielo, como premio
justo a vuestra entrega de a mor y fe;
Oh, Santa “Estrella”, “amor, fe y luz”.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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11 de Mayo
Santa Estela o Estrella
Virgen y Mártir


Etimológicamente: Estela = Aquella que brilla como una estrella, es de origen latino. Esta chica, de tan bonito nombre, fue una virgen del siglo III.
 
En este tiempo había un obispo llamado Eutropio. Tenía un gancho muy grande con la juventud. Realmente la entendía a la perfección. Empleaba noche y día en trabajar apostólicamente con los cristianos.
 
Durante este tiempo estaba en Charente, Francia. Era el primer obispo que tenía una ciudad que vivía todavía sumida, en su mayoría, en el paganismo.
 
Le cupo la gloria de que una de las primeras conversiones que se obraron con su pastoral, fue la de la joven Estela o Estrella.
 
Tenía una fuerte personalidad. El padre le había insistido una y mil veces que no se metiera en las cosas cristianas. Le parecía absurdo y raro para la gente con la que se codeaba.
 
Todos sus esfuerzos fueron inútiles para lograr que dejara el cristianismo. El padre estaba en un aprieto. Tenía que obedecer las órdenes imperiales, so pena de que lo mataran.
 
Entonces, con todo el dolor de su alma, entregó a su hija a las autoridades para que hicieran con ella lo que mandaba la ley.
 
Estas autoridades, como era natural, la enviaron a la muerte. En Francia, los poetas Mistral y los de la lengua D´Oc la eligieron como patrona de la Escuela Literaria de los Felibres, Era el año 1854.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

"Madre" Dedicado a Todas las Madres del Mundo



Enhorabuena que llegó Eva
De la costilla del hombre amado
Porque quiso Dios haberla dado
Para encaminar la vida nueva


Bella, frágil, inteligente y cautivadora
La porfía del amor en el alma lleva
Y cual flor del paraíso derrama y lleva
Aroma que el hombre ama y ahora


Tiene en la novia, hermana y madre
La misma virtud que María: ser Mujer
Mujer, mujeres a las que jamás yo podré


Pagar siquiera sus desvelos mujer
Ni con todo el oro del mundo madre
Porque para ser madre sólo la mujer.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 mayo, 2014

San Juan de Avila

Oh, San Juan de Ávila, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo. Aquél,
que, “Misionero y de almas Director”, sobre
vos, quiso Él, daros sublime misión: guía
ser de hombres y mujeres santos y santas, -como
que vos, lo fuisteis- y que, desde el sermón y
la palabra, multitudes quedaron cautivadas
con la fuerza de vuestro corazón hecho palabra,
que, en caro amor y esperanza, desbrozabais
ante aquellos, que, hasta ayer, impíos y herejes
eran, y todos convertidos, rodillas en loza
por horas puestas, al cielo clamaban de alegría,
y que, en mano vos, el Santo Crucifijo les
acercabais, junto con el tierno amor de María
Santa. Muchos sacerdotes os seguían, para ayudaros
a confesar y colaboraros en la catequesis
de los niños y en la administración de los santos
sacramentos. Ricos y pobres, jóvenes y viejos,
todos acudían a escucharos pues de vos, dimanaban
sabrosos trozos de cielo y miel eterna. Vuestra
devoción a Nuestra Señora, os hacía exclamar:
“Más preferiría vivir sin piel, que vivir sin
devoción a la Virgen María”. Fundasteis muchos
colegios y ayudabais mucho a las universidades
católicas. Vuestra autoridad y vuestro ascendiente
muy grandes y considerados eran en todas partes.
Y, así fue, hasta el día aquél, en que, agonizante
respondisteis, invitado por Dios Padre, al cielo
anhelado, y visteis como un sacerdote os trataba
con especial veneración y le dijisteis: “Padre,
tráteme como a un miserable pecador, porque eso
es lo que he sido y nada más”. Entonces tomando
el crucifijo entre vuestras manos y exclamasteis:
“Dios mío, si, sí te parece bien que suceda, está
bien, ¡está muy bien!”. “Jesús y María” “Jesús y
María”. Y, vuestra santa alma, voló al cielo,
para coronada ser, con justicia, con corona de luz;
“De todos los sacerdotes españoles Santo Patrono”.
oh, San Juan de Ávila; “amor, fe y luz de Dios”.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Mayo
San Juan de Avila
Misionero y Director de Almas
(1569)


Juan significa: “Dios es misericordioso”. San Juan de Avila tuvo el privilegio de ser amigo y consejero de seis santos: San Ignacio de Loyola, Santa Teresa, San Juan de Dios, San Francisco de Borja, San Pedro de Alcántara y Fray Luis de Granada. Dicen que él es la figura más importante del clero secular español del siglo 16.
 
Nació en el año 1500. De una familia muy rica, al morir sus padres repartió todos sus bienes entre los pobres y después de tres años de oración y meditación se decidió por el sacerdocio. Estudió filosofía y teología en la Universidad de Alcalá y allá hizo amistad con el Padre Guerrero que fue después arzobispo de Granada y su amigo de toda la vida.
 
Desde el principio de su sacerdocio demostró una elocuencia extraordinaria. El pueblo acudía en gran número a escuchar sus sermones donde quiera que él iba a predicar. Cada predicación la preparaba con cuatro o más horas de oración de rodillas. A veces pasaba la noche entera ante un crucifijo o ante el Santísimo Sacramento encomendando la predicación que iba a hacer después a la gente. Y los resultados eran formidables. Los pecadores se convertían a montones. A sus discípulos les decía: “Las almas se ganan con las rodillas”. A uno que le preguntaba como hacer para lograr convertir a alguna persona en cada sermón, le dijo: “¿Y es que Ud. espera convertir en cada sermón a alguna persona?”. “No, ¡eso no!”, respondió el otro. “Pues por eso es que no los convierte”, le dijo el santo, “porque para poder obtener conversiones hay que tener fe en que sí se conseguirán conversiones. ¡La fe mueve montañas!.”
 
A otro que le preguntaba cuál era la principal cualidad para poder llegar a ser un buen predicador, le respondió: “La principal cualidad es: ¡amar mucho a Dios!”. Pidió viajar de misionero a América del sur, pero su amigo el Arzobispo de Granada le dijo: “Aquí en España también hay muchos a quienes misionar y evangelizar. ¡Quédese predicando entre nosotros!”. Le obedeció y se dedicó a predicar por Andalucía, por todo el sur de España. Y las conversiones que conseguía eran asombrosas. Su predicación era fuerte. No prometía vida en paz a quienes querían vivir en paz con sus pecados, pero animaba enormemente a todos los que deseaban salir de su anterior vida de pecado. Un gran número de sacerdotes le seguía para ayudarle a confesar y colaborarle en la catequesis de los niños y en la administración de los sacramentos. Ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos acudían con gusto a escucharle.
 
Dios le concedió a San Juan de Avila la cualidad especialísima de ejercer un gran ascendiente sobre los sacerdotes. Por eso el Sumo Pontífice lo ha nombrado “Patrono de los sacerdotes españoles”. Bastaba con que lo vieran celebrar misa o le oyeran un sermón para que los sacerdotes quedaran muy agradablemente impresionados de su modo de obrar y predicar. Y después en sus sermones, ellos estaban allá entre el público oyéndole con gran atención. El sabio escritor Fray Luis de Granada se colocaba cerca de él, lápiz en mano, e iba escribiendo sus sermones. De cada sermón del santo, sacaba el material para predicar luego diez sermones. Los sacerdotes decían que el Padre Juan de Avila predicaba como si estuviera oyendo al mismo Dios.
 
Fue reuniendo grupos de sacerdotes y por medio de hacerles meditar en la Pasión de Jesucristo y en la Eucaristía y de rezar y recibir los sacramentos, los iba enfervorizando y después los enviaba a predicar. Y los frutos que conseguía eran inmenoss. Unos 30 de esos sacerdotes se hicieron después Jesuitas. Otros colaboraron con la reforma que San Juan de la Cruz y Santa Teresa hicieron de los padres Carmelitas y muchos más llenaron de buenas obras las parroquias con su gran fervor.
 
Un día en Granada, mientras San Juan de Avila pronunciaba un gran sermón, de pronto se oyó en el templo un grito fortísimo. Era San Juan de Dios que había sido antes militar y comerciante y que ahora se convertía y empezaba una vida de santidad admirable. En adelante San Juan de Dios tendrá siempre como consejero al Padre Juan de Avila, a quien atribuirá su conversión.
 
Los enemigos y envidiosos lo acusaron de que su predicación era demasiado miedosa y de que se proponía hacer que las gentes fueran demasiado espirituales. Y el santo fue llevado a la cárcel y allí estuvo de 1532 a 1533. Aprovechó su prisión para meditar más y crecer en santidad. Cuando se le reconoció su inocencia y fue sacado de la prisión el pueblo lo ovacionó como a un héroe.
 
A muchas personas les dio dirección espiritual por medio de cartas. Después reunió una colección de esas cartas y las publicó con el título de “Oye hija” y fue un libro muy afamado y que hizo gran bien a los lectores.
 
Su devoción a la Virgen era tan grande que lo hacía exclamar: “Más preferiría vivir sin piel, que vivir sin devoción a la Virgen María”. Fundó más de diez colegios y ayudaba mucho a las universidades católicas. Su autoridad y su ascendiente eran muy grandes en todas partes.
 
Sus últimos 17 años fueron de enormes sufrimientos por su salud que era muy deficiente. En él se cumplía aquello que dijo Jesús: “Mi Padre, al árbol que más quiere, más lo poda, para que produzca mayor fruto”. Pero aunque sus padecimientos eran muy intensos, no por eso dejaba de recorrer ciudades y pueblos predicando, confesando, dando dirección espiritual y edificando a todos con su vida de gran santidad. Tres temas le llamaban mucho la atención para predicar: la Eucaristía, el Espíritu Santo y la Virgen María.
 
Una de sus cualidades más admirables era su gran humildad. A pesar de sus brillantes éxitos apostólicos, siempre se creía un pobre y miserable pecador. Cuando estaba agonizante vio que un sacerdote lo trataba con muy grande veneración y le dijo: “Padre, tráteme como a un miserable pecador, porque eso es lo que he sido y nada más”.
 
Cuando en su última enfermedad los dolores arreciaban, apretaba el crucifijo entre sus manos y exclamaba: “Dios mío, si sí te parece bien que suceda, está bien, ¡está muy bien!”. El 10 de mayo del año 1569, diciendo “Jesús y María” murió santamente. Fue beatificado en 1894 y el Papa Pablo VI lo declaró santo en 1970.

Petición

San Juan de Avila: tú que con tus sermones lograste tantas conversiones de pecadores, alcánzanos del Señor Dios, que también nosotros nos convirtamos.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Juan_de_Avila_5_10.htm)

09 mayo, 2014

San Juan de Ávila



Oh, San Juan de Ávila, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo. Aquél,
que, “Misionero y de almas Director”, sobre
vos, quiso Él, daros sublime misión: guía
ser de hombres y mujeres santos y santas, -como
que vos, lo fuisteis- y que, desde el sermón y
la palabra, multitudes quedaron cautivadas
con la fuerza de vuestro corazón hecho palabra,
que, en caro amor y esperanza, desbrozabais
ante aquellos, que, hasta ayer, impíos y herejes
eran, y todos convertidos, rodillas en loza
por horas puestas, al cielo clamaban de alegría,
y que, en mano vos, el Santo Crucifijo les
acercabais, junto con el tierno amor de María
Santa. Muchos sacerdotes os seguían, para ayudaros
a confesar y colaboraros en la catequesis
de los niños y en la administración de los santos
sacramentos. Ricos y pobres, jóvenes y viejos,
todos acudían a escucharos pues de vos, dimanaban
sabrosos trozos de cielo y miel eterna. Vuestra
devoción a Nuestra Señora, os hacía exclamar:
“Más preferiría vivir sin piel, que vivir sin
devoción a la Virgen María”. Fundasteis muchos
colegios y ayudabais mucho a las universidades
católicas. Vuestra autoridad y vuestro ascendiente
muy grandes y considerados eran en todas partes.
Y, así fue, hasta el día aquél, en que, agonizante
respondisteis, invitado por Dios Padre, al cielo
anhelado, y visteis como un sacerdote os trataba
con especial veneración y le dijisteis: “Padre,
tráteme como a un miserable pecador, porque eso
es lo que he sido y nada más”. Entonces tomando
el crucifijo entre vuestras manos y exclamasteis:
“Dios mío, si, sí te parece bien que suceda, está
bien, ¡está muy bien!”. “Jesús y María” “Jesús y
María”. Y, vuestra santa alma, voló al cielo,
para coronada ser, con justicia, con corona de luz;
“De todos los sacerdotes españoles Santo Patrono”.
oh, San Juan de Ávila; “amor, fe y luz de Dios”.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Mayo
San Juan de Avila
Misionero y Director de Almas
(1569)


Juan significa: “Dios es misericordioso”. San Juan de Avila tuvo el privilegio de ser amigo y consejero de seis santos: San Ignacio de Loyola, Santa Teresa, San Juan de Dios, San Francisco de Borja, San Pedro de Alcántara y Fray Luis de Granada. Dicen que él es la figura más importante del clero secular español del siglo 16.
 
Nació en el año 1500. De una familia muy rica, al morir sus padres repartió todos sus bienes entre los pobres y después de tres años de oración y meditación se decidió por el sacerdocio. Estudió filosofía y teología en la Universidad de Alcalá y allá hizo amistad con el Padre Guerrero que fue después arzobispo de Granada y su amigo de toda la vida.
 
Desde el principio de su sacerdocio demostró una elocuencia extraordinaria. El pueblo acudía en gran número a escuchar sus sermones donde quiera que él iba a predicar. Cada predicación la preparaba con cuatro o más horas de oración de rodillas. A veces pasaba la noche entera ante un crucifijo o ante el Santísimo Sacramento encomendando la predicación que iba a hacer después a la gente. Y los resultados eran formidables. Los pecadores se convertían a montones. A sus discípulos les decía: “Las almas se ganan con las rodillas”. A uno que le preguntaba como hacer para lograr convertir a alguna persona en cada sermón, le dijo: “¿Y es que Ud. espera convertir en cada sermón a alguna persona?”. “No, ¡eso no!”, respondió el otro. “Pues por eso es que no los convierte”, le dijo el santo, “porque para poder obtener conversiones hay que tener fe en que sí se conseguirán conversiones. ¡La fe mueve montañas!.”
 
A otro que le preguntaba cuál era la principal cualidad para poder llegar a ser un buen predicador, le respondió: “La principal cualidad es: ¡amar mucho a Dios!”. Pidió viajar de misionero a América del sur, pero su amigo el Arzobispo de Granada le dijo: “Aquí en España también hay muchos a quienes misionar y evangelizar. ¡Quédese predicando entre nosotros!”. Le obedeció y se dedicó a predicar por Andalucía, por todo el sur de España. Y las conversiones que conseguía eran asombrosas. Su predicación era fuerte. No prometía vida en paz a quienes querían vivir en paz con sus pecados, pero animaba enormemente a todos los que deseaban salir de su anterior vida de pecado. Un gran número de sacerdotes le seguía para ayudarle a confesar y colaborarle en la catequesis de los niños y en la administración de los sacramentos. Ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos acudían con gusto a escucharle.
 
Dios le concedió a San Juan de Avila la cualidad especialísima de ejercer un gran ascendiente sobre los sacerdotes. Por eso el Sumo Pontífice lo ha nombrado “Patrono de los sacerdotes españoles”. Bastaba con que lo vieran celebrar misa o le oyeran un sermón para que los sacerdotes quedaran muy agradablemente impresionados de su modo de obrar y predicar. Y después en sus sermones, ellos estaban allá entre el público oyéndole con gran atención. El sabio escritor Fray Luis de Granada se colocaba cerca de él, lápiz en mano, e iba escribiendo sus sermones. De cada sermón del santo, sacaba el material para predicar luego diez sermones. Los sacerdotes decían que el Padre Juan de Avila predicaba como si estuviera oyendo al mismo Dios.
 
Fue reuniendo grupos de sacerdotes y por medio de hacerles meditar en la Pasión de Jesucristo y en la Eucaristía y de rezar y recibir los sacramentos, los iba enfervorizando y después los enviaba a predicar. Y los frutos que conseguía eran inmenoss. Unos 30 de esos sacerdotes se hicieron después Jesuitas. Otros colaboraron con la reforma que San Juan de la Cruz y Santa Teresa hicieron de los padres Carmelitas y muchos más llenaron de buenas obras las parroquias con su gran fervor.
 
Un día en Granada, mientras San Juan de Avila pronunciaba un gran sermón, de pronto se oyó en el templo un grito fortísimo. Era San Juan de Dios que había sido antes militar y comerciante y que ahora se convertía y empezaba una vida de santidad admirable. En adelante San Juan de Dios tendrá siempre como consejero al Padre Juan de Avila, a quien atribuirá su conversión.
 
Los enemigos y envidiosos lo acusaron de que su predicación era demasiado miedosa y de que se proponía hacer que las gentes fueran demasiado espirituales. Y el santo fue llevado a la cárcel y allí estuvo de 1532 a 1533. Aprovechó su prisión para meditar más y crecer en santidad. Cuando se le reconoció su inocencia y fue sacado de la prisión el pueblo lo ovacionó como a un héroe.
 
A muchas personas les dio dirección espiritual por medio de cartas. Después reunió una colección de esas cartas y las publicó con el título de “Oye hija” y fue un libro muy afamado y que hizo gran bien a los lectores.
 
Su devoción a la Virgen era tan grande que lo hacía exclamar: “Más preferiría vivir sin piel, que vivir sin devoción a la Virgen María”. Fundó más de diez colegios y ayudaba mucho a las universidades católicas. Su autoridad y su ascendiente eran muy grandes en todas partes.
 
Sus últimos 17 años fueron de enormes sufrimientos por su salud que era muy deficiente. En él se cumplía aquello que dijo Jesús: “Mi Padre, al árbol que más quiere, más lo poda, para que produzca mayor fruto”. Pero aunque sus padecimientos eran muy intensos, no por eso dejaba de recorrer ciudades y pueblos predicando, confesando, dando dirección espiritual y edificando a todos con su vida de gran santidad. Tres temas le llamaban mucho la atención para predicar: la Eucaristía, el Espíritu Santo y la Virgen María.
 
Una de sus cualidades más admirables era su gran humildad. A pesar de sus brillantes éxitos apostólicos, siempre se creía un pobre y miserable pecador. Cuando estaba agonizante vio que un sacerdote lo trataba con muy grande veneración y le dijo: “Padre, tráteme como a un miserable pecador, porque eso es lo que he sido y nada más”.
 
Cuando en su última enfermedad los dolores arreciaban, apretaba el crucifijo entre sus manos y exclamaba: “Dios mío, si sí te parece bien que suceda, está bien, ¡está muy bien!”. El 10 de mayo del año 1569, diciendo “Jesús y María” murió santamente. Fue beatificado en 1894 y el Papa Pablo VI lo declaró santo en 1970.
 
Petición
 
San Juan de Avila: tú que con tus sermones lograste tantas conversiones de pecadores, alcánzanos del Señor Dios, que también nosotros nos convirtamos.
 

08 mayo, 2014

San Job

 
 
Oh, San Job, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su más admirable siervo y
santo, que, puesto a prueba por Él, nunca
dejasteis de amarlo y cada vez más y más,
a pesar de que, vos, mas dolor en vuestra
alma y cuerpo recibíais. Vuestra paciencia,
os ha encumbrado, por siempre, como eterno
paradigma del amor y de la paciencia. Y,
como erais de sencillez grande y hombre recto,
jamás dejasteis de temer a Dios y os declarasteis
enemigo abierto del mal. Hijos e hijas, una
fortuna cuantiosa en animales y servidumbre,
hicieron de vos, el hombre más rico de
vuestro tiempo. Y, entonces, permitió Dios,
que el Demonio a vos, os sometiera, a crueles
pruebas, sin quitaros la vida. Así, vuestros
rebaños perdisteis por el robo y el fuego.
Vuestra casa, reducida a escombros quedó,
matando a todos vuestros hijos. Vuestro
cuerpo, cubierto fue de úlceras y arrojado
fuisteis a un basural. “Desnudo salí del
vientre de mi madre, desnudo volveré a la
tierra. El Señor me lo dio todo y Él me lo
quitó. ¡Bendito sea el nombre del Señor!”.
Decíais vos, de increíble manera. Y, sí,
bendito sea su Santo Nombre, por siempre
jamás, porque Él, es el dueño de la vida,
y, Él, mismo, os premió con corona de luz,
como justo premio a vuestra entrega de amor;
oh, San Job, “rey de la fe y la paciencia”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Mayo
San Job
Ejemplo de paciencia y fe
 
Personaje bíblico admirable por su paciencia. Vivía en Arabia hacia el siglo XIV a.C. Hombre sencillo y recto, temeroso de Dios y enemigo del mal, habitaba la tierra de Hus. Tenía 7 hijos y 3 hijas y una gran fortuna en animales y servidumbre. Era el hombre más rico de la comarca.
 
El relato bíblico dice que Dios permitió que el Demonio sometiera a Job a las más rudas pruebas: hacerlo sufrir toda clase de padecimientos, menos quitarle la vida. Así, Job fue perdiendo sus rebaños por el robo, el fuego y otras calamidades; su casa quedó reducida a escombros aplastando y matando a todos sus hijos, y una enfermedad cubrió su cuerpo de úlceras y lo arrojó a un basural.
 
En medio de tantas desgracias Job no perdió su fe en Dios y exclamaba: “Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo volveré a la tierra. El Señor me lo dio todo y Él me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre del Señor!”.
 

07 mayo, 2014

Santa Flavia Domitila

 
 
Oh, Santa Flavia Domitila, vos, sois
la hija del Dios de la vida, su amada
santa y mártir, y que, acusada fuisteis,
de renegado haber, de los dioses paganos
y, preferido a Cristo, Jesús, Dios y
Señor Nuestro. Y, por ello, martirio
cruel recibisteis junto a vuestro marido,
siendo vos, desterrada a Pandataria isla,
siendo vos, de alcurnia noble. Así,
vos, demostrasteis, con coraje y valor,
que elegir a Jesús, como fuente de vida
y de “vida abundante”, fue, es y será
por siempre la mejor elección. Vuestro
apostolado, siempre de amor lleno,
proclamó en forma clara y abundante,
la excelencia de la virginidad sobre
el matrimonio. Vos, no solo con vuestra
virtuosa vida, os contagiasteis de vuestro
fervor por Cristo, sino que, lo hicisteis
con vuestras dos vírgenes sirvientas,
que, pronto convertidas, vivas, terminaron
quemadas, por razón de su fe y delación
de paganos impíos. Vuestros verdugos,
os quitaron sí, vuestra terrena vida,
pero imaginaron jamás, que, al hacerlo
os daban otra, eterna e inimaginable
siquiera, para vivir hoy, toda coronada
de luz, como premio justo a vuestro amor;
oh, Santa Flavia Domitila, “amor y fe.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Mayo
Santa Flavia Domitila
Mártir
 
Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Domitila, mártir, que, siendo hija de la hermana del cónsul Flavio Clemente, fue acusada durante la persecución bajo el emperador Domiciano de haber renegado de los dioses paganos y, por ello, por su fe en Cristo, junto con otros muchos cristianos fue desterrada a la isla de Ponza, en el Lacio, en la que padeció un prolongado martirio (s. I/II).
 
Etimológicamente: Flavia = Aquella de cabellos dorados, es de origen latino. El emperador es Vespasiano. Flavio Clemente es su sobrino, está casado con Flavia Domitila, se han hecho cristianos y es cónsul en el año 95. Tiene dos primos carnales que son Tito y Domiciano que, al no tener descendencia directa masculina, deberían dejar su puesto a uno de los hijos de Flavio Clemente según el derecho romano; poco faltó para que la Iglesia tuviera en el primer siglo un emperador cristiano, pero no sólo no fue así, sino que el emperador Domiciano desató una violenta persecución.

No distinguían muy bien por aquel entonces los que mandaban en Roma entre judíos y cristianos; los llaman simplemente paganos porque ni unos ni otros adoraban imágenes por seguir los Libros Santos. Vespasiano y Tito habían hecho la guerra y destruido la Ciudad Santa; los judíos y cristianos -que para ellos es igual- deben pagar impuestos. Como las cuentas cantan, Domiciano advierte por el monto de la recaudación el gran número de paganos que hay en el Imperio y ve que están presentes en todos los estamentos. Piensa que la depuración étnica se impone y Flavio Clemente, entre muchos, es denunciado -dice Suetonio «con acusaciones muy endebles»- y martirizado junto con su mujer o quizá ésta fuera mandada al destierro a la isla de Pandataria, como era costumbre entre los romanos para la gente noble. Así se concluyen los datos que proporciona la historia bien documentada.
 
Pero así como la historia ofrece unos datos seguros y fiables, la leyenda marca el paso de la historia a la ficción en la historia novelada para gusto y edificación de los cristianos cuando se habla de Flavia Domitila. Más que admitir la existencia de dos Flavias en el mismo tiempo y lugar, según los datos que se tienen, parece lo más probable y sensato aceptar la lectura en novela de la mártir Flavia Domitila, desdoblada.
 
Así nos encontramos con una novela de altos vuelos literarios en la que, con la base firme de la existencia de una mártir perteneciente a la más alta nobleza, se narra el destierro de Flavia, joven prometida de un joven pagano llamado Aureliano; los soldados Nereo y Aquileo, terminan por convencer a la novia para que acepte la virginidad rechazando la boda prevista. Se anota la esperada reacción violenta del joven pagano despreciado: denuncia como cristiana a la novia y la destierran a la isla de Poncia. La imaginación del autor hace intervenir al papa Clemente consagrando la virginidad de Flavia Domitila. Hay enredos entre amigos de la magia y adivinación por una parte y testigos que narran lo que pasó entre Pedro y Simón, el mago, por otra.
 
La protagonista que ocupa el centro del relato es un ejemplo de pulcritud y sensatez, mantiene el nervio de la historia con la valentía del seguimiento a Jesús ante la autoridad constituida, apareciendo también momentos de dudas que mantienen el suspense sobre los inciertos resultados de su elección, y ¡cómo no! su apostolado. Se desarrolla abundante doctrina para proclamar -en demasía- la excelencia de la virginidad sobre el matrimonio.
 
El guión no está exento de elementos dramáticos que mantienen la atención de los lectores y oyentes con los enredos de seducción por parte de Aureliano, que acaba dramáticamente muerto por la decepción y el rechazo. También se condenan las orgías propias del tiempo y la vanagloria de quien no tiene más perspectiva que la vida presente. La vuelta del destierro, además de poner fin a la preciosa novela ejemplar, sirve para describir el martirio con formas adecuadas al estilo del relato: Flavia Domilitila y sus dos sirvientas neoconversas por su ejemplo y palabras -también vírgenes cristianas- acaban quemadas vivas en su propia casa de Terracina por denuncia de paganos.
 
(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=538)