12 junio, 2014

Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote

 
 
¡Oh!, Jesucristo Mío, Vos sois verdadero
Sumo y Eterno Sacerdote, el Salvador
del mundo y sois también, mi Salvador.
Nuestro corazón herido está por el pecado
y, nuestra mente dispersa en vanidades
efímeras vive y nuestra voluntad, entre
el bien y el mal; y el egoísmo y el amor.
¿Quién nos salvará? ¿Quién del pecado
y de la muerte nos apartará? Y la respuesta
como trueno llega a nosotros: ¡Sólo Dios!.
Por ello, acudid hermanos a Él para Su
misericordia y perdón pedir. Haced, pues
realidad aquella cita: “¿quién subirá
al monte de Yahveh?, ¿quién podrá estar
en su recinto santo?”: Sólo alguien bueno,
sólo alguien santo: “El de manos limpias
y puro corazón, el que a la vanidad
no lleva su alma, ni con engaño jura”.
Pero, Vos Dios mío, sois tan lleno de amor
y misericordioso que sabéis quién es el que
las manos limpias tiene, quién es el que
un corazón puro tiene, y quién rezar puede
por nosotros: ¡Jesucristo! Hijo ¡Vuestro!.
Pues es Él, quien puede presentarse ante
Vos Dios mío, y suplicaros por sus hermanos
los pecadores hombres. Pues Vos, sois
el verdadero, el único, el “Sumo Sacerdote
según el orden de Melquisedec”. Vos, en
suma, Sois, el auténtico “mediador entre
Dios y los hombres”. Cristo, único Salvador
del mundo y sois también, mi Salvador.

El pecado queda borrado, el mal ha sido
vencido, porque Vos, Señor mío Jesucristo
vuestra vida entregasteis para salvar a los que
vivían en tinieblas y en sombras de muerte.
Vayamos pues hermanos, al monte del Señor,
y acerquémonos al altar de Dios, participar
en el Banquete y sentir a nuestro Salvador;
¡Oh!, Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
 
© 2014 Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Junio
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote
 
Cristo es verdadero Sumo Sacerdote, el Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, mi Salvador. 
 
Nuestro corazón está herido por el pecado, nuestra mente vive dispersa en mil distracciones vanas, nuestra voluntad flaquea entre el bien y el mal, entre el egoísmo y el amor.
 
¿Quién nos salvará? ¿Quién nos apartará del pecado y de la muerte? Sólo Dios. Por eso necesitamos acercarnos a Él para pedir perdón.
 
Pero, entonces, “¿quién subirá al monte de Yahveh?, ¿quién podrá estar en su recinto santo?” Sólo alguien bueno, sólo alguien santo: “El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura” (Sal 24,3-4).
 
Sabemos quién es el que tiene las manos limpias, quién es el que tiene un corazón puro, quién puede rezar por nosotros: Jesucristo.
 
Jesucristo puede presentarse ante el Padre y suplicar por sus hermanos los hombres. Es el verdadero, el único, el “Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec” (Hb 5,10; 6,20). Es el auténtico “mediador entre Dios y los hombres” (1Tm 2,5), como explica el “Catecismo de la Iglesia Católica” (nn. 1544-1545).
 
Cristo es el único Salvador del mundo. De un modo personal, profundo, quiere ser, también, mi Salvador.
 
Celebrar a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos llena de alegría. El altar recibe la Sangre del Cordero. El Sacerdote que ofrece, que se ofrece como Víctima, es el Hijo de Dios e Hijo de los hombres. El Padre, desde el cielo, mira a su Hijo, el Cordero que quita el pecado del mundo, el Sumo Sacerdote que se compadece de sus hermanos.
 
El pecado queda borrado, el mal ha sido vencido, porque el Hijo entregó su vida para salvar a los que vivían en tinieblas y en sombras de muerte (cf. Lc 1,79).
 
Podemos, entonces, subir al monte del Señor, acercarnos al altar de Dios, participar en el Banquete, tocar al Salvador.
 
Como en la Última Cena, Jesús nos dará su Cuerpo y su Sangre. Como a los Apóstoles, lavará nuestros pies, y nos pedirá que le imitemos: “Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (Lc 22,27). “Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” (Jn 13,15).
 
Ese es nuestro Sumo Sacerdote, el Cordero que salva, el Hijo amado del Padre. A Él acudimos, cada día, con confianza: “Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado.
 
Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna” (Hb 4,15-16).
 

11 junio, 2014

San Bernabé Apóstol

 
 
Oh, San Bernabé Apóstol, vos sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo Apóstol. Antes, vos os
llamabais José, y los apóstoles os pusieron Bernabé,
que significa “el esforzado”, “el que anima y entusiasma”.
Erais judío, y en la primitiva Iglesia, os hicisteis
conocido, porque vendisteis vuestras fincas y el dinero
lo donasteis a los apóstoles para a los pobres repartirlo.
Vos, fuisteis el descubridor de Saulo, llamado Pablo,
a quien presentasteis a los apóstoles para continuar
con la evangelización. En los Hechos de los Apóstoles,
os elogian así: “Bernabé era un hombre bueno, lleno
de fe y de Espíritu Santo”. Antioquía sabe mucho de vos,
y además porque allí, por vez primera se llamó “cristianos”
a los seguidores de Cristo. Tuvisteis como compañero
a Saulo y juntos trabajaron ayudándoos el uno al otro,
obteniendo increíbles triunfos. Cuando hubo hambre
en Jerusalén, socorristeis a los Apóstoles, ayudado
por Pablo. Invitasteis también a Marcos, el futuro
evangelista, vuestro familiar, para ayudaros en vuestra
tarea de evangelización. Un día el Espíritu Santo,
os habló y dijo: “Separen a Bernabé y Saulo, que
los tengo destinados a una misión especial”. Y así,
fue, los cristianos rezaron por vosotros, os impusieron
las manos, y acompañados de Marcos, después de orar
y ayunar, partieron para vuestro primer viaje misionero.
Chipre, la isla donde nacisteis, os alegró mucho
pues convirtieron al mismo gobernador, de nombre Sergio
Pablo y en su honor, Saulo, vuestro compañero cambió
su nombre y se puso Pablo. Y vos, os llenasteis
de alegría inmensa porque, en vuestra tierra natal
se aceptara la religión de Jesucristo. En Listra,
vos y Pablo, curaron milagrosamente a un paralítico
y entonces la gente creyó que vosotros erais dioses.
A vos os llamaron el dios “Zeus” y a Pablo lo llamaban
el dios “Mercurio”. Allí, a los nuevos cristianos
os recordabais que “es necesario pasar por muchas
tribulaciones para entrar en el Reino de Dios”. Y,
pasado el tiempo, llegó vuestro martirio, lapidado
siendo por judíos, que, terminaron con vos, pero,
sin saber que, al hacerlo, os dieron vida eterna. Y,
Dios Padre, en su amor inmenso os premió, con justicia,
coronándoos con corona eterna de luz, como premio
justo a vuestra entrega total de amor, fe y luz;
oh, San Bernabé Apóstol, “Amor, fe, y esperanza”.
 
© 2014 Luis Ernesto Chacón Delgado
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11 de junio
San Bernabé Apóstol
Siglo I
 
Reflexión
 
¿Qué me enseñará la vida de San Bernabé? ¿A compartir mis bienes con los pobres? ¿A tratar de descubrir las aptitudes que otros tienen para el apostolado y a ayudarles a emplearlas bien? ¿A dedicar mi vida a propagar nuestra santa religión? El Espíritu Santo me ilumine.
 
La historia de San Bernabé está escrita en el libro de Los Hechos de los apóstoles, en la S. Biblia. Antes se llamaba José, pero los apóstoles le cambiaron su nombre por el de Bernabé, que significa “el esforzado”, “el que anima y entusiasma”. Era judío, de la tribu de Leví, pero nació en la isla de Chipre. Se hizo muy popular en la primitiva Iglesia porque vendió las fincas que tenía y luego llevó el dinero que obtuvo y se lo dio a los apóstoles para que lo repartieran a los pobres.
 
Un mérito formidable de San Bernabé es el haber descubierto el gran valor que había en aquel recién convertido que se llamaba Saulo y que más tarde se llamaría San Pablo. Cuando después de su conversión Saulo llegó a Jerusalén, los cristianos sospechaban de él y se le alejaban, pero entonces Bernabé lo tomó de la mano y lo presentó a los apóstoles y se los recomendó. Y el será el que lo encaminará después a emprender sus primeras grandes labores apostólicas.
 
La S. Biblia, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, hace de Bernabé unos elogios que es difícil encontrarlos respecto de otros personajes. Dice así: “Bernabé era un hombre bueno, lleno de fe y de Espíritu Santo” (Hechos 11, 24). Cuando Saulo o San Pablo tuvo que salir huyendo de Jerusalén porque los judíos trataban de asesinarlo, se fue a su ciudad de Tarso, y allá se quedó un tiempo. Mientras tanto en la ciudad de Antioquía había sucedido algo muy especial. Al principio los discípulos de Jesús solamente predicaban el Evangelio a los israelitas, pero de pronto algunos empezaron a enseñar las doctrinas cristianas a los paganos en Antioquía, y resultó que aquellas gentes respondieron de una manera admirable y se convirtieron por centenares. Al saber esta noticia, los apóstoles lo enviaron desde Jerusalén a que se informara de lo que allí estaba sucediendo y les llevara noticias. Bernabé se quedó encantado del fervor de aquellos paganos convertidos y estuvo con ellos por un buen tiempo animándolos y acabando de instruirlos. En aquella ciudad fue donde por primera vez se llamó “cristianos” a los seguidores de Cristo.
 
Entonces se le ocurrió a Bernabé la feliz idea de dirigirse a Tarso a invitar a Saulo a que se le uniera en el apostolado en Antioquía y éste aceptó con gusto. Desde entonces Bernabé y Saulo trabajaban asociados ayudándose en todo el uno al otro, y obteniendo resonantes triunfos. Por todo un año predicaron en Antioquía, cuidad que se convirtió en el gran centro de evangelización, del cual fueron saliendo misioneros a evangelizar a diversos lugares.
 
Por aquel tiempo hubo una gran hambre en Jerusalén y sus alrededores y los cristianos de Antioquía hicieron una colecta y la enviaron a los apóstoles por medio de Bernabé y Saulo. Ellos al volver a Jerusalén se trajeron a Marcos (el futuro San Marcos evangelista) que era familiar de Bernabé. Venía a ayudarles en la evangelización.
 
Un día mientras los cristianos de Antioquía estaban en oración, el Espíritu Santo habló por medio de algunos de ellos que eran profetas y dijo: “Separen a Bernabé y Saulo, que los tengo destinados a una misión especial”. Los cristianos rezaron por ellos, les impusieron las manos, y los dos, acompañados de Marcos, después de orar y ayunar, partieron para su primer viaje misionero.
 
En Chipre, la isla donde había nacido San Bernabé, encontraron muy buena aceptación a su predicación, y lograron convertir al cristianismo nada menos que al mismo gobernador, que se llamaba Sergio Pablo. En honor a esta notable conversión, Saulo se cambió su nombre por el de Pablo. Y Bernabé tuvo la gran alegría de que su tierra natal aceptara la religión de Jesucristo.
 
Luego emprendieron su primer viaje misionero por las ciudades y naciones del Asia Menor. En la otra ciudad de Antioquía (de Pisidia) al ver que los judíos no querían atender su predicación, Bernabé y Pablo declararon que de ahora en adelante les predicarían a los paganos, a los no israelitas, con lo cual los paganos sintieron una inmensa alegría al saber que la nueva religión no los despreciaba a ellos sino que más bien los prefería. Allí en Iconio estuvieron a punto de ser apedreados por una revolución tramada por los judíos y tuvieron que salir huyendo. Pero dejaron una buena cantidad de convertidos y confirmaron sus enseñanzas con formidables señales y prodigios que Dios obraba por medio de estos dos santos apóstoles.
 
En la ciudad de Listra, al llegar curaron milagrosamente a un paralítico y entonces la gente creyó que ellos eran dos dioses. A Bernabé por ser alto y majestuoso le decían que era el dios Zeus y a Pablo por la facilidad con la que hablaba lo llamaban el dios Mercurio. Y ya les iban a ofrecer un toro en sacrificio, cuando ellos les declararon que no eran tales dioses, sino unos simples mortales. Luego llegaron unos judíos de Iconio y promovieron un tumulto y apedrearon a Pablo y cuando lo creyeron muerto se fueron, pero él se levantó luego y curado instantáneamente entró otra vez en la ciudad. Después de todo esto Bernabé y Pablo se devolvieron ciudad por ciudad donde habían estado evangelizando y se dedicaron a animar a los nuevos cristianos y les recordaban que “es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios” (Hechos 14, 22).
 
Al llegar a Antioquía se encontraron con que los cristianos estaban divididos en dos partidos: unos (dirigidos por los antiguos judíos) decían que para salvarse había que circuncidarse y cumplir todos los detalles de las leyes de Moisés. Otros decían que no, que basta cumplir las leyes principales. Bernabé y Pablo se pusieron del lado de los que decían que no había que circuncidarse, y como la discusión se ponía acalorada, los de Antioquía enviaron a Jerusalén una embajada para que consultara con los apóstoles. La embajada estaba presidida por Bernabé y Pablo. Los apóstoles reunieron un concilio y le dieron la razón a Bernabé y Pablo y luego pasaron horas muy emocionantes oyéndoles contar las formidables aventuras de sus viajes misioneros.
 
Volvieron a Antioquía y dispusieron organizar un segundo viaje misionero. Pero Bernabé quería llevar como ayudante a su primo Marcos, y Pablo se oponía, porque Marcos les había abandonado en la mitad del viaje anterior (por miedo a tantas dificultades). Y así fue que se separaron y Bernabé se fue a acabar de evangelizar en su isla de Chipre y San Pablo se fue a su segundo viaje. Más tarde se encontraron otra vez como amigos misionando en Corinto (1 Cor. 9,6).
 

10 junio, 2014

San Bogumilo de Gniezno

 
 
Oh, San Bogumilo de Gniezno, vos, sois
el hijo del Dios de la vida y su amado
santo, y que, a ser su Obispo llegasteis,
y en acto de gran humildad, a vuestra
sede renunciasteis, para llevar luego,
una vida eremítica, por la austeridad
marcada, como aspiraba vuestra santa vida.
A vos, ya os rendían culto en la iglesia
parroquial de la Santísima Trinidad,
donde reposan vuestros santos restos.
Tradiciones o no, con certeza vos,
vivisteis y os esforzasteis en la luz
buscar, y si el tiempo os recuerda y
más vuestra Santa Madre Iglesia, por
vuestra vida, y entrega total, Dios os
premió con corona de luz, como justo
premio a vuestra entrega de amor y fe;
Oh, San Bogumilo de Gniezno, “amor y luz”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Junio
San Bogumilo de Gniezno
Eremita y Obispo
 
Martirologio Romano: En Dobrowo, en Polonia, muerte de san Bogumilo, obispo de Gniezno, que, después de renunciar a su sede, llevó en este lugar vida eremítica, consumado por su austeridad (1182)
 
Después de las numerosas instancias realizadas en los siglos XVII y XVIII, iniciadas por el arzobispo Matteo Lubienski (1641-52), la papa Pío XI aprobó con el decreto firmado el 27 mayo de 1925 el culto al beato Bogumilo y estableció que Polonia lo recuerde el día 10 junio. El centro del culto a Bogumilo, ya existente en el siglo XV, era la iglesia parroquial del Santísima Trinidad en Dobrowo, dónde se encontraba su tumba. Los primeros documentos de ese culto son los decretos de los años 1443 y 1462, emanados por los arzobispos de Gniezno para reglamentar la concurrencia «al tumbam S. Bogumili».
 
Aproximadamente en el año 1580, ejecutando el «recognitio corporis», se encontraron en la tumba el cayado pastoral y el anillo que certificaban su dignidad episcopal, dignidad que también es sustentada en los cuadros de la iglesia de Dobrowo, en los que Bogumilo es representado como obispo con la mitra, el cayado pastoral y usando el hábito camaldulense, por lo que se arguye que pertenecía a esa orden.
 
Una biografía, escrita en Dobrowo alrededor de 1584, que nos informa que Bogumilo era descendiente de la familia de san Adalberto, se cuenta que fue arzobispo de Gniezno en los años 1170-82, pero que, por presiones de los poderosos señores de la zona, renunció a la dignidad episcopal retirándose a una ermita, dónde finalizó sus días, luego de haber donado sus bienes a Dobrowo, a las aldeas circunstante y a los Cistercienses, Orden a la que perteneció su hermano Bogufal. Es natural que Bogumilo también fuera venerado en aquella orden, de modo particular en Koronowo. En este lugar fue redactada otra biografía, según la cual Bogumilo fue arzobispo de Gniezno en los años 1167 -72. Por esta fuente sabemos que él nació en Kozmin en el año 1116, hizo los primeros estudios en Gniezno bajo la tutela de su tío, el arzobispo Giovanni, terminando sus estudios en París.
 
De regreso en Polonia, destinó una parte de sus bienes a la construcción de la iglesia a Dobrowo. Recomendado por su tío, fue ordenado. Al principio fue el párroco de su ciudad natal, y posteriormente pasó a ser el decano de Gniezno, luego de la muerte de su tío el año 1167, lo sucede él en la cátedra episcopal. Dotado del espíritu contemplativo, aspiró poder seguir las huellas de san Romualdo.
 
Conseguido el consentimiento del papa Alejandro III, renunció a la dignidad arzobispal y se retiró a un lugar desierto cerca de Dobrowo, dónde murió el 10 junio de 1182, confortado por una visión de la Virgen. Su cuerpo, primero enterrado en la iglesia de Dobrowo, fue trasladado en 1668 a Uniejów donde es venerado. Se cree que esta biografía puede fundamentarse en un documento de 1232 en el que el príncipe Vladimiro Odonicz confirmó a los Cistercienses de Sulejów la posesión de las tierras en Dobrowo y aldeas aledañas, que fueran donadas por el arzobispo Bogumilo a su hermano Bogufal y pasados por lo tanto al obispo Cristiano, cisterciense, quien los cedió a la abadía de Sulejów.
 
La dificultad en poder dar credibilidad los datos de estas biografías, consiste en el hecho que ni Dlugosz en su trabajo «Vitae archiepiscoporum atque episcoporum universi Regni Poloniae». Ni los anuncios necrológicos citan algún Bogumilo en la sede de Gniezno en esa época. De hecho, en los años 1153-99, la sede episcopal fue ocupada por Juan Zdzislao y Pedro. Algún historiador identifica a Bogumilo con Pedro: de hecho, Bogumilo sería, la variación eslava del nombre. También Pedro desciende de la familia de san Adalberto y tenía sus bienes en los alrededores del río Warta.
 
Esta hipótesis, sin embargo, se contradice por la circunstancia eremítica de vida de Bogumilo, los datos indican que el arzobispo Pedro murió el 19 de agosto, mientras ocupaba aún la sede episcopal, no se lo menciona como ermitaño ni como ex arzobispo, y además, según un documento de 1219, este Pietro era director del monasterio de San Vicente en Wroclaw y pertenecía a la familia Labeclz (Labendz). Algún otro identifica al beato de Dobrowo con el arzobispo Bogumilo que murió en 1092, asumiendo su cargo en 1080, tras haber sucedido a Gregorio VII: teoría que demolería la tradición cisterciense.
 
Otros, en cambio, como Martinus Baronius, Abraham Bzowski y el camaldulense Taddeo Mini, confunden a Bogumilo con Wloscibor que debía ser y nunca fue arzobispo; ya que, habiendo sido elegido en el año 1279, éstos, elegidos por el capítulo en el año 1279, inmediatamente fue desterrado por el príncipe Przemyslaw II y, después de haber renunciado a la dignidad episcopal, murió en un monasterio próximo a Dobrowo. Pero también esta hipótesis tiene errores: en la historia de los obispos de Gniezno del siglo XIII no se menciona a Bogumilo.
 
La teoría más probable parece la de Pietro David, según la cual el ermitaño de Dobrowo no había sido nunca arzobispo, tan sólo un abad benedictino a Mogilno, muerto el 28 noviembre de 1179. Él habría renunciado a su dignidad como abad y pasó el resto de su vida en una ermita. Su nombre señalaría la afiliación a la familia de san Adalberto y sus bienes estaban en las proximidades de Dobrowo. También es fácil de explicar la transformación del abad en arzobispo, confirmado por la tradición.
 
Hoy también celebramos a Santa Paulina.
 
 

09 junio, 2014

San Efrén

 
 
Oh, San Efrén, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo. La divina
providencia, no os dejó jamás, e hizo que
la cruz de Cristo abrazaseis, convirtiéndoos
en veraz transmisor de la doctrina cristiana,
a través de vuestros versos, tanto que, os
llamaban “la cítara del Santo Espíritu”. Vos,
no escribías para éxitos lograr, sino que,
os servíais de la poesía, como un pastoral
medio y, en cada homilía, y en cada sermón,
de ella usasteis, para, seducir el espíritu
de los hombres, mujeres, niños y ancianos
que cautivados os escuchaban de Dios hablar.
¿Y, cómo no iban a escucharos? Si vos,
teníais en la Sagrada Escritura, la fuente
inagotable de vuestra inspiración, que os
daba un saber en el que, nadie os superaba
en aquellos tiempos y, con él, los misterios
penetrabais de la verdad y de Dios. Nuestra
Señora, nunca de lado quedó, pues vos, que
erais su amado poeta, le obsequiasteis veinte
himnos. A Ella, recurríais todo el tiempo
y entre otros versos le decíais: “María, sois
más resplandeciente que el sol, conciliadora
del cielo y de la tierra, paz, alegría y
salud del mundo, corona de las vírgenes,
toda pura, inmaculada, incorrupta, beatísima,
inviolada, venerable y honorable”. Y, así,
vuestra vida gastasteis en buena lid, y un día
voló vuestra alma al cielo, para ser coronada
con corona de luz, como premio a vuestro amor;
oh, San Efrén, “cítara del Espíritu Santo”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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9 de Junio
San Efrén
Diácono y Doctor de la Iglesia
Año 373
 
Poco es lo que sabemos de la vida de San Efrén. Nació en Nisibi, en la Mesopotamia septentrional a comienzos del siglo IV, probablemente en el 306. Por lo tanto, tenía siete años cuando Constantino promulgó el edicto de Milán. Pero parece que Efrén no pudo gozar de la libertad de culto en el seno de la propia familia, porque el padre era sacerdote pagano y no estaba de acuerdo con la formación cristiana que la piadosa madre quería impartirle. A Los 18 años recibió el bautismo y vivió del propio trabajo, en Edesa, como empleado en un baño público. En el 338 Nisibi fue atacada por Los Persas, y Efrén acudió en su ayuda.
 
Cuando Nisibi cayó en mano de Los Persas, Efrén, que ya era diácono, se estableció definitivamente en Edesa en el 365, y allí dirigió una escuela. Allí murió el 9 de junio del 373. Benedicto XV lo declaró doctor de la Iglesia en 1920. La tradición nos lo recuerda como un hombre austero. No conocía el griego y probablemente esta era la razón por la cual no encontramos en su obra literaria ese influjo teológico contemporáneo, caracterizado por Las controversias trinitarias. Él es el transmisor genuino de la doctrina cristiana antigua. El medio usado por San Efrén para la divulgación de la verdad cristiana es sobre todo la poesía, por lo cual con razón se lo ha definido “la cítara (o el arpa) del Espíritu Santo”.
 
En su época se estaba organizando el canto religioso “alternado” en Las iglesias. Los iniciadores fueron San Ambrosio en Milán y Diodoro en Antioquía. El diácono de Nisibi, en Las fronteras de la cristiandad y del mundo romano, compuso en la lengua nativa poesías de contenido didáctico o exhortativo, y propias para adaptarlas al canto colectivo. El carácter popular de sus poesias hizo que pronto se difundieran muchísimo. Gracias también a las cuidadosas traducciones en griego, pronto pasaron de Siria al Oriente mediterráneo.
 
Efrén no escribía para buscar éxitos literarios; él se servía de la poesía como un excelente medio pastoral. Hasta en las homilías y en los sermones usaba este medio como captación y seducción del espíritu. El profundo conocimiento de la Sagrada Escritura le ofrecía a su rica vena poética el elemento más original para penetrar en los misterios de la verdad y sacar útiles enseñanzas para el pueblo de Dios.
 
Efrén es también el poeta de la Virgen, a la que dirigió 20 himnos y a quien se dirigía con expresiones de tierna devoción. El llamaba a María “más resplandeciente que el sol, conciliadora del cielo y de la tierra, paz, alegría y salud del mundo, corona de las vírgenes, toda pura, inmaculada, incorrupta, beatísima, inviolada, venerable, honorable…”.
 
 

08 junio, 2014

Solemnidad de Pentecostés



Oh, Espíritu Santo, que nos dejasteis vuestros
siete dones sobre toda la faz de la tierra
os ruego que toméis mi vida como huésped
vuestro, permitidme rogar a cada uno de ellos
su compañía perenne por el bien de mi vida:


Bendito Espíritu de Sabiduría, a buscar a
a Dios ayudadme y que el centro de mi vida
sea hacia Él orientada para que en mi alma
reine siempre el amor y armonía.


Bendito Espíritu de Entendimiento, mi mente
iluminad, para que conozca yo y ame las verdades
de la fe y las haga verdadera vida de mi vida.


Bendito Espíritu de Consejo, iluminadme y guiadme
en todos mis caminos, para que yo pueda siempre
conoceros y hacer Vuestra santa voluntad. Hacedme
prudente y audaz.


Bendito Espíritu de Fortaleza, vigorizad mi alma
en tiempo de prueba, adversidad y dadme lealtad
y confianza.


Bendito Espíritu de Ciencia, a distinguir ayudadme
entre el bien y el mal. Y, enseñadme a proceder
con rectitud en la presencia de Dios. Dadme clara
visión y decisión firme.


Bendito Espíritu de Piedad, posesión de mi corazón
tomad e inclinadlo a creer con sinceridad en Vos,
a amaros santamente, Dios mio, para que con toda
mi alma pueda yo buscaros a Vos, que sois mi Padre,
el mejor y más verdadero gozo.


Bendito Espíritu de Santo Temor, lo mas intimo
de mi corazón penetrad, para que yo pueda siempre
recordar Vuestra presencia y así hacedme del pecado
huir y concededme profundo respeto para con Dios y
ante los demás, creados a imagen de Dios.


Oh, Espíritu Santo, que nos dejasteis vuestros
siete dones sobre toda la faz de la tierra
os ruego que toméis mi vida como huésped
vuestro y permitidme rogar a cada uno de ellos
su compañía perenne por el bien de mi vida.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Domingo 8 de Junio
Solemnidad de Pentecostés


Jesús había establecido los fundamentos de la Iglesia en el curso de su vida apostólica, y le había comunicado sus poderes después de resucitar. Pero el Espíritu Santo debía completar la formación de los apóstoles y revestirlos de la Fuerza de lo Alto.
 
Al reino visible de Cristo sucedía el reino invisible del Espíritu Santo, que venía a terminar y pulir la obra ya admirable de Jesús, “a renovar, la faz de la tierra”. Pentecostés celebra la primera manifestación del Espíritu Santo a los discípulos de Jesucristo.
 
Jesús había anunciado a sus discípulos la llegada del Espíritu Paráclito. Se apodera del Cenáculo el Espíritu Santo, y un viento huracanado que de repente sopla en torno y la aparición de lenguas de fuego en el interior, el gozo y la pérdida de temor, son las señales maravillosas de Su presencia.
 
Meditación
 
El Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, es Dios. Verdadero Dios como lo son el Padre y el Hijo. Es el Amor del Padre y el Hijo. Cristo prometió que este Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de nosotros. “Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes.Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes” (Jn 14, 16-17).
 
El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará
 
Cincuenta días después de la Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos en valientes proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo.
 
El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de quienes creen en Cristo como el Señor. Ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia a los fieles para unirse más a Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes con Dios y los demás.
 
La gracia y vida divina que prodiga hacen a la Iglesia ser mucho más grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio; la renueva con sus dones y la lleva a unión perfecta con Jesús. El Espíritu Santo guía al Papa, a los obispos y a los presbíteros de la Iglesia en su tarea de enseñar la doctrina cristiana, dirigir almas y dar al pueblo la gracia de Dios por medio de los Sacramentos. Orienta toda la obra de Cristo en la Iglesia: solicitud por los enfermos, enseñar a los niños, preparación de la juventud, consolar a los afligidos, socorrer a los necesitados.
 
Es nuestro deber honrar al Espíritu Santo amándole por ser nuestro Dios y dejarnos dócilmente guiar por Él en nuestras vidas. San Pablo nos lo recuerda diciendo: “¿No saben ustedes que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?”(1 Cor 3, 16).
 
Conscientes de que el Espíritu Santo esta siempre con nosotros, mientras vivamos en estado de gracia santificante, debemos pedirle con frecuencia la luz y fortaleza necesarias para llevar una vida santa y salvar nuestra alma.
 
La Palabra de Dios “En verdad te digo: El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu (Jn 3, 5-6). “Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14, 25-26). ” Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.
 
De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa donde se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se postraron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse (Hech 2, 1-4). ”
 
A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe, en el mismo Espíritu; a otros carismas de curaciones, en el unico Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía, a otro, discernimiento de espíritus; a otro diversidad de lenguas; a otro don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad” (1Cor 12, 7-11).
 
ORACIONES
 
Oración propia de la Novena Espíritu Santo
 
Tercera Persona de la Santísima Trinidad, Espíritu de Verdad, amor y santidad, que procedes del Padre y del Hijo y en todo son iguales, te adoro y te amo con todo mi corazón.
 

Espíritu Santo muy querido, confiando en el hondo y personal amor que me tienes, hago esta novena para pedirte, si así es tu voluntad, me concedas esta gracia en particular (Mencione el favor que desea).

Enséñame, Espíritu Divino, a conocer y buscar mi último fin; dame Santo temor de Dios, verdadera contrición y paciencia. No me dejes caer en pecado. Aumenta mi fe, esperanza y caridad y has florecer en mi alma las virtudes propias de mi estado de vida. Hazme fiel discípulo de Jesús y obediente hijo de la Iglesia.
 
Dame gracia eficaz con que pueda cumplir los Mandamientos y recibir dignamente los Sacramentos. Dame las cuatro virtudes cardinales, tus siete dones y los doce frutos. Llévame a perfección en el estado de vida al cual me has llamado y después de una muerte dichosa concédeme la vida eterna.

Te lo pido por Cristo nuestro Señor. Amén.
 
Consagración
 
Espíritu Santo, divino Espíritu de luz y amor, te consagro mi entendimiento, mi corazón, mi voluntad y todo mi ser, en el tiempo y en la eternidad.
 
Que mi entendimiento este siempre sumiso a tus divinas inspiraciones y enseñanzas de la doctrina de la Iglesia católica que tu guías infaliblemente.

Que mi corazón se inflame siempre en amor de Dios y del prójimo. Que mi voluntad este siempre conforme a tu divina voluntad. Que toda mi vida sea fiel imitación de la vida y virtudes de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El, contigo y el Padre sea dado todo honor y gloria por siempre.
 
Dios Espíritu Santo, infinito amor del Padre y del Hijo, por las manos purísimas de María, tu esposa inmaculada, me pongo hoy y todos los días de mi vida sobre tu altar escogido, el Sagrado Corazón de Jesús, como un sacrificio en tu honor, fuego consumidor, con firme resolución ahora más que nunca de oír tu voz y cumplir en todas las cosas tu santísima y adorable voluntad.
 
Por los Siete Dones del Espíritu Santo
 
Bendito Espíritu de Sabiduría, ayúdame a buscar a Dios. Que sea el centro de mi vida, orientada hacia Él para que reine en mi alma el amor y armonía.
 
Bendito Espíritu de Entendimiento, ilumina mi mente, para que yo conozca y ame las verdades de fe y las haga verdadera vida de mi vida.
 
Bendito Espíritu de Consejo, ilumíname y guíame en todos mis caminos, para que yo pueda siempre conocer y hacer tu santa voluntad. Hazme prudente y audaz.
 
Bendito Espíritu de Fortaleza, vigoriza mi alma en tiempo de prueba y adversidad. Dame lealtad y confianza.
 
Bendito Espíritu de Ciencia, ayúdame a distinguir entre el bien y el mal. Enséñame a proceder con rectitud en la presencia de Dios. Dame clara visión y decisión firme.
 
Bendito Espíritu de Piedad, toma posesión de mi corazón; inclinalo a creer con sinceridad en Ti, a amarte santamente, Dios mio, para que con toda mi alma pueda yo buscarte a ti, que eres mi Padre, el mejor y más verdadero gozo.
 
Bendito Espíritu de Santo Temor, penetra lo mas intimo de mi corazón para que yo pueda siempre recordar tu presencia. Hazme huir del pecado y concédeme profundo respeto para con Dios y ante los demás, creados a imagen de Dios.
 
Oración
 
Te pedimos, Dios todopoderoso, nos concedas agradar al Espíritu Santo con nuestras oraciones de tal modo que podamos con su gracia vernos libres de tentaciones y merezcamos obtener el perdón de los pecados. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen
 
Ven, Espíritu Santo
Oh, Espíritu Santo, ven,
Danos el ansiado bien
De Tu lumbre celestial;
Padre del pobre clemente,
De eternos dones la fuente,
Luz para todo mortal.

Supremo consolador,
Huésped del alma, dulzor,
Refrigerio en los rigores,
Dulce tregua en la fatiga,
Templanza que ardor mitiga,
Consuelo en nuestros dolores.
Luz sacrosanta del mundo,
Abraza lo mas profundo
Del corazón de tus fieles;
Sin tu bella claridad,
Sólo existiría maldad,
Y serían los hombres crueles.
Limpia toda sordidez,
Fructifica la aridez,
Sana lo que se halla herido,
Doblega la vanidad,
Enardece la frialdad,
Torna recto lo torcido.

Bríndales la concesión
De tu septiforme don
A la grey que en Ti confía,
Úngelos con la virtud,
Dales éxito y salud,
Y perdurable alegría
.
Amén. ¡Aleluya!
 
R. Y renovarás la faz de la tierra.
 
Oremos
 
¡Oh Dios! Tu has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor. R. Amen
 
Oración corta al Espíritu Santo
 
Sopla sobre mí, Espíritu Santo, para que todos mis pensamientos sean santos. Actúa en mi, Espíritu Santo, para que también mi trabajo sea santo. Induce mi corazón, Espíritu Santo, para que ame solamente a aquello que es santo. Fortaléceme, Espíritu Santo, para defender todo lo que es santo. Guárdame, Espíritu Santo, para que yo siempre sea santo.

(http://www.ewtn.com/spanish/prayers/el_espíritu_santo.htm#Meditación)

07 junio, 2014

San Marcelino Champagnat

 
 
 
Oh, San Marcelino Champagnat, vos, sois
el hijo del Dios de la vida, y que, consagrado
fuisteis a Nuestra Señora. Crecisteis sin a
la escuela asistir, y erais ya, experto albañil
y hábil negociante. Por compañero tuvisteis a
San Juan María Vianey, el “Santo Cura de Ars”,
con el cual os entendíais, de maravillas, mil.
Os dedicasteis con toda vuestra alma, a acabar
con el libertinaje de la juventud, instruyéndolos
en la religión y la catequesis, tarea que hacíais
con dulce entrega y grande amor. Consagrasteis
vuestro sacerdocio a Nuestra Señora, y luego,
fundasteis la congregación de los “Hermanos
Maristas”, por norma teniendo: “caridad con todos”.
Los tratos humillantes para con los alumnos
suprimisteis y disteis importancia al canto
para hacer eficaz la enseñanza. Precursor fuisteis
de la escuela activa, permitiendo a los alumnos
su participación en clase. Además, cada religioso
dedicar debía, una hora diaria para prepararse
en la catequesis y en la pedagogía, para enseñar
mejor. Repetíais vos: “Todo en honor de Jesús,
pero por medio de María. Todo por María, para
llevar hacia Jesús”. Y agregabais: “Nuestra
Comunidad pertenece por completo a Nuestra Señora,
la Madre de Dios. Nuestras actividades deben
estar dirigidas a hacerla amar, estimar y glorificar.
Inculquemos su devoción a nuestros jóvenes, y así
los llevaremos más fácilmente hacia Jesucristo”.
Y, vuestra estatura, nunca fue más grande que vuestra
virtud, por vuestro amor y alegría desbrozadas.
Y, así, luego de haber entregado con pasión vuestra
vida y amor por los jóvenes, vuestra alma, voló
al Padre, que os la dio, para, coronada ser,
con corona de luz y eternidad, como justo premio
a vuestra entrega de amor, fe, esperanza y luz;
oh, San Marcelino Champagnat; “pedagogo de Dios”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Junio
San Marcelino Champagnat
Fundador
Año 1840
 
Nació en 1789 cerca de Lyon, Francia. Su padre que llegó a ser alcalde del pueblo, por defender y favorecer la religión tuvo que sufrir mucho durante la revolución francesa. La mamá era sumamente devota de la Virgen Santísima y le infundió una gran devoción mariana a Marcelino, desde muy pequeño, y le consagró su hijo a la Madre de Dios. Una tía muy piadosa le leía Vidas de Santos, y estas lecturas lo fueron entusiasmando por la vida de apostolado. La lectura de las Vidas de Santos entusiasma mucho por la virtud.
 
Creció sin asistir a la escuela, pero las lecturas caseras lo fueron formando en un fuerte amor por la religión. Desde muy niño demostró mucha capacidad para aprender la albañilería, y la practicó en su niñez, y después este oficio le va a ser muy útil en sus fundaciones. También era ágil para el negocio. Compraba corderitos, los engordaba, y luego los vendía y así fue haciendo sus ahorros, con los cuales más tarde ayudará a costearse sus estudios.
 
Terminada la revolución francesa, el Cardenal Fresh (tío de Napoleón) se propuso conseguir vocaciones para el sacerdocio y fundó varios seminarios. Cerca del pueblo de Marcelino abrieron un seminario mayor y un sacerdote visitador llegó a la casa de los Champagnat a visitar a alguno de los jóvenes a ingresar en el nuevo seminario. A Marcelino le entusiasmó la idea, pero su padre y su tío decían que él no servía para los estudios sino para los oficios manuales. Sin embargo el joven insistió y le permitieron entrar en el seminario.
 
Como lo habían anunciado el papá y el tío, los estudios le resultaron sumamente difíciles y estuvo a punto de ser echado del seminario por sus bajas notas en los exámenes. Pero su buena conducta y el hacerse repetir las clases por unos buenos amigos, le permitieron poder seguir estudiando para el sacerdocio. En el seminario tenía otro compañero que, como él, tenía menos memoria y menos aptitud para los estudios que los demás, pero los dos sobresalían en piedad y en buena conducta y esto les iba a ser inmensamente útil en la vida. El compañero se llamaba Juan María Vianey, que después fue el Santo Cura de Ars, famoso en todo el mundo.
 
Poco antes de recibir la ordenación sacerdotal, él y otros 12 compañeros hicieron el propósito de fundar una Comunidad religiosa que propagara la devoción a la Sma. Virgen y fueron en peregrinación a un santuario mariano a encomendar esta gracia. Marcelino logrará cumplir este buen deseo de sus compañeros.
 
En 1816 fue ordenado sacerdote y lo nombraron como coadjutor o vicario de un sacerdote anciano en un pueblecito donde los hombres pasaban sus ratos libres en las cantinas tomando licor, y la juventud en bailaderos nada santos, y la ignorancia religiosa era sumamente grande.
 
Marcelino se dedicó con toda su alma a tratar de acabar con las borracheras y los bailaderos y a procurar instruir a sus fieles lo mejor posible en la religión. Como tenía una especial cualidad para atraer a la juventud, pronto se vio rodeado de muchos jóvenes que deseaban ser instruidos en la religión. Y hasta tal punto les gustaba su clase de catequesis, que antes de que abrieran la iglesia a las seis de la mañana, ya estaban allí esperando en la puerta para entrar a escucharle.
 
Marcelino era todavía muy joven, apenas tenía 27 años, y ya resultó fundando una nueva comunidad. Era de elevada estatura, robusto, de carácter enérgico y amable a la vez. Alto en su aspecto físico y gigante en la virtud. Le había consagrado su sacerdocio a la Virgen María, y en una de sus visitas al Santuario Mariano de la Fourviere, recibió la inspiración de dedicarse a fundar una congregación religiosa dedicada a enseñar catecismo a los niños y a propagar la devoción a Nuestra Señora.
 
Eso sucedió en 1816, y una placa allá en dicho santuario recuerda este importante acontecimiento. Lo que movió inmediatamente a Marcelino a fundar la Comunidad de Hermanos Maristas fue el que al visitar a un joven enfermo se dio cuenta de que aquel pobre muchacho ignoraba totalmente la religión. Se puso a pensar que en ese mismo estado debían estar miles y miles de jóvenes, por falta de maestros que les enseñaran el catecismo. Lo preparó a bien morir, y se propuso buscar compañeros que le ayudaran a instruir cristianamente a la juventud.
 
El 2 de enero de 1817 empezó la nueva comunidad de Hermanos Maristas en una casita que era una verdadera Cueva de Belén por su pobreza. Sus jóvenes compañeros se dedicaban a estudiar religión y a cultivar un campo para conseguir su subsistencia. El santo los formaba rígidamente en pobreza, castidad y obediencia, para que luego fueran verdaderamente apóstoles. Pronto empezaron a llegar peticiones de maestros de religión para parroquias y más parroquias.
 
Marcelino enviaba a los que ya tenía mejor preparados, y la casa se le volvía a llenar de aspirantes. Siempre tenía más peticiones de parroquias para enviarles hermanos catequistas, que jóvenes ya preparados para ser enviados. Y como su casa se llenó hasta el extremo, él mismo se dedicó ayudado por sus novicios, y aprovechando sus conocimientos de albañilería, a ensanchar el edificio.
 
Ante todo, las labores de sus religiosos estaban todas dirigidas a hacer conocer y amar más a Dios y a nuestra religión. El método empleado era el de la más exquisita caridad con todos. Marcelino no podía olvidar cómo una vez un profesor puso en público un sobrenombre humillante a un alumno y entonces los compañeros de ese pobre muchacho empezaron a humillarlo hasta desesperarlo. Por eso prohibió rotundamente todo trato humillante para con los alumnos. Quitó los castigos físicos y deprimentes. Le dio mucha importancia al canto como medio de hacer más alegre y más eficaz la catequesis. Fue precursor de la escuela activa, en la cual los alumnos participan positivamente en las clases. Cada religioso debía dedicar una hora por día a prepararse en catequesis, y en pedagogía para saber enseñar lo mejor posible.
 
La quinta esencia de la pedagogía de San Marcelino era su gran devoción a la Virgen Santísima. Repetía a sus religiosos: “Todo en honor de Jesús, pero por medio de María. Todo por María, para llevar hacia Jesús”. Y les decía: “Nuestra Comunidad pertenece por completo a Nuestra Señora la Madre de Dios. Nuestras actividades deben estar dirigidas a hacerla amar, estimar y glorificar. Inculquemos su devoción a nuestros jóvenes, y así los llevaremos más fácilmente hacia Jesucristo”.
 
Marcelino murió muy joven, apenas de 51 años el 6 de junio de 1840. Los últimos años había sufrido de una gastritis aguda, y un cáncer al estómago le ocasionó la muerte. Al morir dejaba 40 casas de Hermanos Maristas. Ahora sus religiosos son más de 6,000 en 870 casas, en muy diversos países. Marcelino Champagnat fue proclamado santo por el Papa Juan Pablo II el 18 de abril de 1999.
 

06 junio, 2014

San Norberto

 
 
Oh, San Norberto, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, que, con mucho
amor, os abrazasteis a la Cruz de Cristo de
providencial manera, aquél día que paseabais
por el bosque y dijisteis al estilo de Saulo,
derribado de vuestro caballo: “Señor, ¿qué
quieres que haga?” Y, la respuesta que vuestra
vida cambio, fue: “Abandona el camino del mal
y haz el bien”. Y, así, iniciasteis vuestra
conversión, abandonando los mundanos lugares,
para trocarlos por la de los benedictinos. Más
tarde, el ejemplo de los ermitaños seguisteis,
penitencia y oración haciendo. Antes, os
despojasteis de todos vuestros bienes, dándolos
a los pobres y desposeídos. A pie y descalzo,
por los campos, pueblos y ciudades peregrinasteis.
Y, olvidasteis jamás la regla monástica
de la pobreza y el ejercicio del apostolado
entre la gente humilde, aún gozando incluso
de altos cargos y títulos. El ideal de la vida
contemplativa de los premonstratenses, con celo
vivisteis. Y, así, gastasteis vuestra terrena
vida, para ganaros una inmortal. Y el Dios
de la vida, os coronó, con corona de luz, como
justo premio a vuestra entrega de amor y fe;
oh, San Norberto, “obediencia, verdad y luz”.
 
© 2014 Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Junio
San Norberto
Obispo
 
Norberto nació en Xanten (Alemania) de la noble familia, de los Gennep, hacia el 1080. Como era costumbre para todo segundo hijo de la nobleza, a Norberto le correspondía seguir la carrera militar o eclesiástica. Prefirió el segundo camino, no por vocación, sino por simple oportunidad. En efecto, siendo diácono pudo gozar de los muchos privilegios al lado del gran elector de Colonia y del emperador Enrique V, que lo propuso para una importante sede episcopal. Pero Dios tenía otros planes. Durante un paseo a caballo por el bosque, lo sorprendió un violento huracán que lo derribó del caballo y, como Saulo en el camino de Damasco, dijo: “Señor, ¿qué quieres que haga?”.
 
La respuesta que cambió radicalmente su vida poco edificante fue: “Abandona el camino del mal y haz el bien”. Ese episodio fue el comienzo de su conversión. Abandonó los lugares mundanos y se puso a la escuela del abad benedictino de Siegburg y de los canónigos de Klosterrath; después siguió el ejemplo del ermitaño Liudolfo pasando tres años en penitencia y en oración. En 1115 fue ordenado sacerdote por el arzobispo de Colonia, y comenzó su actividad misionera itinerante.
 
Quiso dar el ejemplo despojándose de todos sus bienes y distribuyéndoselos a los pobres. Conservó para él una mula y diez monedas de plata, pero después dejó también esto y continuó sus peregrinaciones a pie y descalzo. En Francia, cerca a Nimes, se encontró con el Papa Calixto II quien lo animó a continuar por ese camino. El obispo de Laon, para tenerlo en su diócesis, le propuso ser el guía de los Canónigos regulares que seguían la Regla de San Agustín, y a quienes se les había asignado el convento de Praemonstratum. Así nació la Orden de los premonstratenses. Mientras tanto Norberto había continuado su actividad de predicador ambulante.
 
Se encontraba en Magdeburgo asistiendo a los funerales del obispo de esa ciudad, cuando el clamor popular lo eligió como sucesor. Fue un obispo incómodo para muchos. Tenaz, buen organizador, se ganó aplausos y enemistades. El emperador Lotario lo nombró canciller del imperio para Italia y el Papa Inocencio II extendió su jurisdicción a Polonia. Pero Norberto no olvidó la regla monástica de la pobreza y del ejercicio del apostolado entre la gente humilde del campo, y vivió integralmente el ideal de vida activa y contemplativa de los premonstratenses aun en el fulgor de los altos cargos. Murió en Magdeburgo, de regreso de una misión de paz en Italia, el 6 de junio de 1134. Fue canonizado en 1582.

Este día también se festeja a San Marcelino Champagnat

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)