04 diciembre, 2014

San Juan Damasceno

 

Oh, San Juan Damasceno; vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, que, en el ayer, vuestra
voz, alzasteis, y con vuestra pluma, escribisteis
a favor del culto a las imágenes y en contra de los
paganos iconoclastas, que, en su desespero esbozaron
irritas razones, para no hacerlo. Pero vos, iluminado
por la divina providencia escribisteis y con razón
sabia que: “lo que es un libro para los que saben
leer, es una imagen para los que no leen. Lo que se
enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a
los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que
no leen”. ¡Pluma sabia! Santo escrito y don del Dios
eterno. Combatisteis al iconoclasta León el Isaúrico,
quien decía que los católicos, las imágenes adoran,
y vos, le respondisteis que ello, falso era, pues,
las veneramos. Además, le aclarasteis, pues “adorar”
creer es, que una imagen es un Dios, que puede milagros
hacernos, y que ello, es pecado de idolatría. “Venerar”,
rendirle culto es, a una imagen pues ella nos recuerda
un personaje que mucho amamos. Y, por ello, de furia
lleno, León, impío, la mano derecha cortaros ordenó,
pero, vos, devotísimo, de Nuestra Señora, con milagro
patente os premió, y por ella, escribisteis bellísimos
sermones en su favor. Después de haber gastado vuestra
santa vida, en buena lid, voló vuestra alma al cielo
para coronada ser, con corona de luz y de eternidad,
como justo premio a vuestra entrega increíble de amor;
Oh, San Juan Damasceno; “abogado de las imágenes de Dios”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de Diciembre
San Juan Damasceno
Obispo y Doctor de la Iglesia
Año 749

Se le llama “Damasceno”, porque era de la ciudad de Damasco (en Siria). Su fama se debe principalmente a que él fue el primero que escribió defendiendo la veneración de las imágenes.

Era hijo de un alto empleado del Califa de Damasco, y ejerció también el importante cargo de ministro de Hacienda en esa capital. Pero de pronto dejó todos sus bienes, los repartió entre los pobres y se fue de monje al monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén, y allí se dedicó por completo a leer y escribir.

Juan se dio cuenta de que Dios le había concedido una facilidad especial para escribir para el pueblo, y especialmente para resumir los escritos de otros autores y presentarlos de manera que la gente sencilla los pudiera entender.

Al principio sus compañeros del monasterio se escandalizaban de que Juan se dedicara a escurrir versos y libros, porque ese oficio no se había acostumbrado en aquella comunidad. Pero de pronto cambiaron de opinión y le dieron plena libertad de escribir (dice la tradición que este cambio se debió a que el superior del monasterio oyó en sueños que Nuestro Señor le mandaba dar plena libertad a Damasceno para que escribiera).

En aquel tiempo un emperador de Constantinopla, León el Isaúrico, dispuso prohibir el culto a las imágenes, metiéndose él en los asuntos de la Iglesia, cosa que no le pertenecía, y demostrando una gran ignorancia en religión, como se lo probó en carta famosa el Papa Gregorio II. Y fue entonces cuando le salió al combate con sus escritos San Juan Damasceno. Como nuestro santo vivía en territorios que no pertenecían al emperador (Siria era de los Califas mahometanos), podía escribir libremente sin peligro de ser encarcelado. Y así fue que empezó a propagar pequeños escritos a favor de las imágenes, y estos corrían de mano en mano por todo el imperio.

El iconoclasta León el Isaúrico, decía que los católicos adoran las imágenes (se llama iconoclasta al que destruye imágenes). San Juan Damasceno le respondió que nosotros no adoramos imágenes, sino que las veneramos, lo cual es totalmente distinto. Adorar es creer que una imagen es un Dios que puede hacernos milagros. Eso sí es pecado de idolatría. Pero venerar es rendirle culto a una imagen porque ella nos recuerda un personaje que amamos mucho, por ej. Jesucristo, la Sma. Virgen o un santo.

Los católicos no adoramos imágenes (no creemos que ellas son dioses o que nos van a hacer milagros. Son sólo yeso o papel o madera, etc.) pero sí las veneramos, porque al verlas recordamos cuanto nos han amado Jesucristo o la Virgen o los santos. Lo que la S. Biblia prohíbe es hacer imágenes para adorarlas, pero no prohibe venerarlas (porque entonces en ningún país podían hacerse imágenes de sus héroes y nadie podría conservar el retrato de sus padres).

San Juan Damasceno decía en sus escritos: “lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para los que no leen. Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen”.

Dicen autores muy antiguos que el emperador León, por rabia contra San Juan Damasceno por lo bien que escribía en favor de las imágenes, mandó a traición que le cortaran la mano derecha, con la cual escribía. Pero el santo que era devotísimo de la Sma. Virgen, se encomendó a Ella con gran fe y la Madre de Dios le curó la mano cortada y con esa mano escribió luego sermones muy hermosos acerca de Nuestra Señora.

03 diciembre, 2014

San Francisco Javier

 

Oh, San Francisco Javier, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo, y con justicia llamado
“El gigante de la historia de las misiones”. “Señor,
Tú, has querido que varias naciones llegaran al
conocimiento de la verdadera religión por medio de la
predicación de San Francisco Javier”. Reza así, una
oración por vuestro día. “Si no consigo barco, iré
nadando”. Dijisteis, cuando ansiabais viajar al Japón
y viajasteis, con la ayuda de la divina providencia.
“¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero,
si se pierde a sí mismo?”. Os repetía San Ignacio, y
ello, os liberó de vuestra mundanidad y os encaminasteis
hacia la vida espiritual. La India, Indostán, Japón y
otras naciones, a pie recorristeis, con el libro de
oraciones como único equipaje, enseñando, enfermos,
atendiendo, obrando curaciones admirables, gentes
bautizando por centenares y millares, aprendiendo
idiomas extraños, y parecíais, cansancio no sentir.
“Basta Señor: si me mandas tantos consuelos me vas a
hacer morir de amor”. Decíais vos, con mucho amor
y humildad. “Hágase amar y así logrará influir en ellos.
Si emplea la amabilidad y el buen trato verá que
consigue efectos admirables”. Recomendabais a vuestros
amigos. Y, así era. Popularizasteis, la costumbre
de confesarse y comulgar. Os asemejabais, a la vida
pobre de las gentes que os escuchaban. Comíais sólo
arroz y bebiais sólo agua. Dormiais en una pobre choza,
en el suelo y os ganabais la simpatía de los niños
y a ellos os enseñabais historias bíblicas. “En medio
de todas estas penalidades e incomodidades, siento
una alegría tan grande y un gozo tan intenso que los
consuelos recibidos no me dejan sentir el efecto de
las duras condiciones materiales y de la guerra que me
hacen los enemigos de la religión”. Escribisteis. Y,
en San Cian, lejos de Hong Kong y más lejos vuestra
patria; solo, abandonado, enfermo y con fiebre, voló
vuestra preciosa alma al cielo, pronunciando el dulce
nombre de Jesús, Vuestro amadísimo Maestro. Os dieron
cristiana sepultura un catequista que os asistía, un
portugués y dos hermanos negros. Y, hallá estáis hoy,
al lado de Santa Teresa, San Ignacio, San Felipe y San
Isidro, coronado de luz y de gloria, como justo premio
a vuestra increíble y grande entrega de amor y fe;
“Santo Patrono de todos los Misioneros del mundo”
oh, San Francisco Javier, “Camino, verdad y vida”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Diciembre
San Francisco Javier
Misionero
Año 1552

Francisco Javier: maravilloso misionero; pídele a Dios que conceda un espíritu como el tuyo a todos los misioneros del mundo. Piensa en el final de tu vida y evitarás muchos pecados (S. Biblia Ecl. 7, 36).

El Papa Pío X nombró a San Francisco Javier como Patrono de todos los misioneros porque fue si duda uno de los misioneros más grandes que han existido. Ha sido llamado: “El gigante de la historia de las misiones”. La oración del día de su fiesta dice así: “Señor, tú has querido que varias naciones llegaran al conocimiento de la verdadera religión por medio de la predicación de San Francisco Javier…”. Esto es un gran elogio.

Empezó a ser misionero a los 35 años y murió de sólo 46. En once años recorrió la India (país inmenso), el Japón y varios países más. Su deseo de ir a Japón era tan grande que exclamaba: “si no consigo barco, iré nadando”. Fue un verdadero héroe misional.

Francisco nació cerca de Pamplona (España) en el castillo de Javier, en el año 1506. Era de familia que había sido rica, pero que a causa de las guerras había venido a menos. Desde muy joven tenía grandes deseos de sobresalir y de triunfar en la vida, y era despierto y de excelentes cualidades para los estudios. Dios lo hará sobresalir pero en santidad.

Fue enviado a estudiar a la Universidad de París, y allá se encontró con San Ignacio de Loyola, el cual se le hizo muy amigo y empezó a repetirle la famosa frase de Jesucristo: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?” Este pensamiento lo fue liberando de sus ambiciones mundanas y de sus deseos de orgullo y vanidad, y lo fue encaminando hacia la vida espiritual. Aquí se cumplió a la letra la frase del Libro del Eclesiástico: “Encontrar un buen amigo es como encontrarse un gran tesoro”. La amistad con San Ignacio transformó por completo a Javier.

Francisco fue uno de los siete primeros religiosos con los cuales San Ignacio fundó la Compañía de Jesús o Comunidad de Padres Jesuitas. Ordenado Sacerdote colaboró con San Ignacio y sus compañeros en enseñar catecismo y predicar en Roma y otras ciudades.

El Sumo Pontífice pidió a San Ignacio que enviara algunos jesuitas a misionar en la India. Fueron destinados otros dos, pero la enfermedad les impidió marchar, y entonces el santo le pidió a Javier que se quisiera embarcar para tan remotas tierras. Él obedeció inmediatamente y emprendió el larguísimo viaje por el mar. En el barco aprovechó esas interminables semanas, para catequizar lo más posible a los marineros y viajeros. Con San Javier empezaron las misiones de los jesuitas.

Son impresionantes las distancias que Francisco Javier recorrió en la India, Indostán, Japón y otras naciones. A pie, solamente con el libro de oraciones, como único equipaje, enseñando, atendiendo enfermos, obrando curaciones admirables, bautizando gentes por centenares y millares, aprendiendo idiomas extraños, parecía no sentir cansancio.

Por las noches, después de pasar todo el día evangelizando y atendiendo a cuanta persona le pedía su ayuda, llegaba junto al altar y de rodillas encomendaba a Dios la salvación de esas almas que le había encomendado. Si el sueño lo rendía, se acostaba un rato en el suelo junto al sagrario, y después de dormir unas horas, seguía su oración. De vez en cuando exclamaba: “Basta Señor: si me mandas tantos consuelos me vas a hacer morir de amor”. Con razón su palabra tenía efectos fulminantes para convertir. Era que llegaba precedida de muchas oraciones y acompañada de costosos sacrificios. Algunas noches no era capaz de levantar su mano derecha. Tan cansada estaba de tanto bautizar a los que se habían convertido con sus predicaciones.

La gente lo consideraba un verdadero santo y le llevaban sus enfermos para que los bendijera. Cuando se conseguían curaciones milagrosas, él consideraba que esto se debía a otras causas y no a su santidad, o a su poder de intercesión.

Desde 1510 Goa era una ciudad portuguesa en la India. Y allá puso su centro de evangelización nuestro santo (en esa ciudad se conservan ahora sus restos). A los portugueses se les había olvidado que eran cristianos y lo único que les interesaba era enriquecerse y divertirse. Así que tuvo el misionero que dedicarse con todas sus fuerzas y su gran ascendiente a volver fervorosos otra vez a aquellos comerciantes sin conciencia y sin escrúpulos (él decía en una de sus cartas: “estoy aterrado de la variedad tan monstruosa de acciones que tienen estos hombres para poder robar”).

Empezó a ganarse la buena voluntad de las gentes con su gran amabilidad (a uno de sus compañeros le escribía: “hágase amar y así logrará influir en ellos. Si emplea la amabilidad y el buen trato verá que consigue efectos admirables”). Estableció clases de catecismo para niños y adultos. Popularizó la costumbre de confesarse y comulgar. Enseñaba la religión por medio de hermosos cantos que los fieles repetían con verdadero gusto.

Por 13 veces consecutivas hizo larguísimos viajes por la nación enseñando la religión cristiana a esos paganos que nunca habían oído hablar de ella. Los de las clases altas (los brahamanes) no le hicieron caso, pero los de las clases populares se convertían por montones. En cada región dejaba catequistas para que siguieran instruyendo a la gente, y de vez en cuando les enviaba a algún jesuita para enfervorizarlos. Esas gentes nunca habían oído hablar de Jesucristo ni de sus maravillosas enseñanzas.
Francisco se esmeraba por asemejarse lo más posible a la vida pobre de las gentes que le escuchaban. Comía como ellos, simplemente arroz. En vez de bebidas finas sólo tomaba agua. Dormía en una pobre choza, en el suelo. Se ganaba la simpatía de los niños y a ellos les enseñaba las bellas historias de la S. Biblia, recomendándoles que cada uno las contara en su propia casa, y así el mensaje de nuestra religión llegaba a muchos sitios.

Visitó muchas islas y en cada una de ellas enseñó la religión cristiana. Sus viajes eran penosos y sumamente duros, pero escribía: “En medio de todas estas penalidades e incomodidades, siento una alegría tan grande y un gozo tan intenso que los consuelos recibidos no me dejan sentir el efecto de las duras condiciones materiales y de la guerra que me hacen los enemigos de la religión”. Podría repetir la frase de San Pablo: “Sobreabundo en gozo en medio de mis tribulaciones”.

Dispuso irse a misionar al Japón pero resultó que allá lo despreciaban porque vestía muy pobremente (y en cambio en la India lo veneraban por vestir como los pobres del pueblo). Entonces se dio cuenta de que en Japón era necesario vestir con cierta elegancia. Se vistió de embajador (y en realidad el rey de Portugal le había conferido el título de embajador) y así con toda la pompa y elegancia, acompañado de un buen grupo de servidores muy elegantes y con hermosos regalos se presentó ante el primer mandatario. Al verlo así, lo recibieron muy bien y le dieron permiso para evangelizar. Logró convertir bastantes japoneses, y se quedó maravillado de la buena voluntad de esas gentes.

Su gran anhelo era poder misionar y convertir a la gran nación china. Pero allá estaba prohibida la entrada a los blancos de Europa. Al fin consiguió que el capitán de un barco lo llevara a la isla desierta de San Cian, a 100 kilómetros de Hong – Kong, pero allí lo dejaron abandonado, y se enfermó y consumido por la fiebre, en un rancho tan maltrecho, que el viento entraba por todas partes, murió el tres de diciembre de 1552, pronunciando el nombre de Jesús. Tenía sólo 46 años. A su entierro no asistieron sino un catequista que lo asistía, un portugués y dos negros.

Cuando más tarde quisieron llevar sus restos a Goa, encontraron su cuerpo incorrupto (y así se conserva). Francisco Javier fue declarado santo por el Sumo Pontífice en 1622 (junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Felipe y San Isidro).

02 diciembre, 2014

Santa Bibiana

 

 Oh Santa Bibiana, vos sois la hija del Dios
de la vida y su amada santa, y, que, perseguido
fuisteis por Julián el Apóstata y que éste,
os obligó a apostatar de vuestra fe de cruel
manera, encerrándoos en la cárcel. Vos, así
enfrentasteis al gobernador con valor y arrojo,
hasta que os ataron a una columna y flagelaron
y jamás desististeis de vuestra fe. Bernini,
os representa con los instrumentos de vuestro
martirio: la columna donde fuisteis flagelada,
los azotes, la corona del martirio y la sonrisa
en vuestra rostro.Así, vuestro cuerpo mataron,
pero jamás , vuestra alma, que intacta voló a
su único Amo: El Dios de la vida, quien os coronó,
con corona de luz y de eternidad, como premio a
vuestra entrega de amor, fe, valor y constancia.
Y, como testigo mudo, vuestra basílica, sobre
el monte Esquilino, por Simplicio Papa, construida;
oh, Santa Bibiana, “aquella que vive por Dios”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Diciembre
Santa Bibiana (Viviana)
Mártir

Martirologio Romano: En Roma, santa Bibiana, mártir, a quien el papa san Simplicio dedicó una basílica en el Esquilino (s. inc.).

Etimología: Bibiana = “aquella que vive”, es de origen latino.

Ya se menciona en el Liber Pontificalis el culto a la mártir Bibiana cuando se afirma en él que el Papa Simplicio (468 – 473) le dedicó una basílica. Restaurada en el siglo XVII por el infatigable papa Urbano VIII quien con su pasión renacentista, además de salvar un monumento antiguo, quiso dejar un testimonio litúrgico del hallazgo incluyendo en el calendario de la Iglesia universal la fiesta de Santa Bibiana en el día 2 de Diciembre. La basílica tiene tres naves divididas por ocho columnas antiguas y contiene una escultura graciosa de la Santa esculpida por Bernini. Está situada cerca de la vía férrea, da nombre al túnel por donde se ésta se cruza —Arcos de Santa Bibiana— se halla próxima a la Stazione Termini.

¿Quién fue Santa Bibiana?

Bernini, todo arte, la representa con los instrumentos del martirio que le dieron la Vida: la columna donde fue flagelada, los azotes, la corona del martirio y la sonrisa en su cara. Pero todo ello, con ser verdadero, es cosa común y aplicable a la mayor parte de los mártires cristianos en la Roma pagana, por lo que es decir mucho y, al mismo tiempo, nada acerca de un personaje concreto.

El relato de las actas no es fiable. Las actas de los mártires que comienzan a proliferar y los escritos aún más tardíos del martirio no son dignos de crédito histórico por las añadiduras apócrifas y contradicciones que contienen. Incluso los datos que se mencionan, como hacer responsable de su martirio al emperador Juliano el Apóstata, adolecen de un pronunciado desinterés cronológico. La leyenda de nuestra santa que relata pormenorizadamente su martirio es una novela ejemplar que aplica un esquema general romano.

Pero es cierto que Santa Bibiana existió y que fue mártir. Posiblemente también existieron su madre Dafrosa y su hermana Demetria cuyos sarcófagos intactos se descubrieron debajo de los dos vasos de vidrio con inscripciones que conservaban las reliquias de la Santa. La historia se remonta como más remoto documento al papa Simplicio que se sitúa en el siglo V. La veneración de esta mártir es anterior al ese dato. Y por ello no está lejos de la verdad histórica la afirmación de que vivió santa Bibiana a finales del siglo III, antes incluso de lo que cantan las actas.

Es, pues, Bibiana una santa de la que poco sabemos por los documentos que pueden aducirse con valoración histórica cierta. Conocemos su existencia y la entrega colmada, definitiva, que de su vida hizo a Dios, dándole un sí apoteósico con el martirio. Todo lo demás ¿qué importa? Al fin y al cabo, las piedras talladas, papiros, pellejos, papeles y datos informáticos en donde pueda constar la historia más completa de cualquier santo no son más que raspar en la corteza sin alcanzar jamás ese núcleo personal de la relación entre el santo —la santa en nuestro caso— y Dios. Lo que consta en los archivos nos puede llevar al reconocimiento de sus virtudes, pero la reciprocidad de amores entre redimido y Redentor es un misterio siempre escondido para la historia y patente sólo cabe Dios.

01 diciembre, 2014

Beato Charles de Foucauld

 


Oh, Beato Charles de Foucauld, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado beato, que os
convertisteis de milagro, luego de vuestro peregrinar
a Tierra Santa, y, en contemplación, pobreza y
humildad viviendo; “vivo testimonio” disteis
de el amor de Dios entre los cristianos, los
judíos y los musulmanes. El Sahara, de vos, sabe,
y mucho, pues allí, a Cristo imitasteis porque
Él, os proveyó de gracia y dones maravillosos.
Vuestros amigos, los “bereberes” y los “tuaregs”
eran y, de éstos últimos, escribisteis sobre
su lengua. Vuestra famosa orden, la de la comunidad
de los “Hermanitos de Jesús”, echaron manos a
su evangelización, y, de vuestro ejemplo, nacen
luego y, a imitación vuestra “las Hermanitas del
Sagrado Corazón”, “las Hermanitas de Jesús”,
“las Hermanitas del Evangelio”, “las Hermanitas de
Nazaret”, “los Hermanitos del Evangelio” y la
Fraternidad que vuestro nombre lleva: “Los hermanitos
de Charles Foucauld”. «Vivió en la pobreza, en la
contemplación, en la humildad, testimoniando
fraternalmente el amor de Dios entre los cristianos,
los judíos y los musulmanes», recordó de vos,
San Juan Pablo II, el día del reconocimento
de vuestro milagro. Mayor prueba de vuestro
amor, ya no hay, por ello, cuando vuestra alma,
al cielo marchó, coronada fue de luz y de eternidad
como justo premio a vuestra grande entrega de amor
Oh, Beato Charles de Foucauld, “Amor y luz de Cristo”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1° de Diciembre
Beato Charles de Foucauld
Sacerdote Francés

Charles de Foucauld beatificado el domingo 13 de noviembre de 2005 en la Basílica de San Pedro del Vaticano, según ha revelado el postulador de su causa de beatificación, monseñor Maurice Bouvier.
Nacido en Estrasburgo (Francia) el 15 de septiembre de 1858, Charles de Foucauld, emprendió en 1883 una afortunada expedición en el desierto de Marruecos que la valió la medalla de oro de la Sociedad de Geografía.

Su conversión religiosa se produjo en 1886 y tiene como consecuencia la peregrinación a Tierra Santa realizada en 1888. Tras la experiencia como trapense en Siria y como eremita en Nazaret, en 1901 fue ordenado sacerdote. Estudió el árabe y el hebreo.

«Vivió en la pobreza, en la contemplación, en la humildad, testimoniando fraternalmente el amor de Dios entre los cristianos, los judíos y los musulmanes», recordó ante Juan Pablo II durante la ceremonia de promulgación del decreto de reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

«Para imitar la vida oculta de Jesús en Nazaret, se fue a vivir en el corazón del desierto del Sahara, en Tamanrasset» (Hoggar), añadió el purpurado portugués el 20 de diciembre pasado.

Los bereberes le llamaban «marabut». Escribió varios libros sobre los tuaregs, en particular una gramática y un diccionario francés-tuareg, tuareg-francés.

Surgió en torno a él la comunidad de los Hermanitos de Jesús, empeñados en la evangelización de los tuaregs del Sáhara.

El 1 de diciembre de 1916, a la edad de 58 años, Charles de Foucauld muere por un disparo de fusil en medio de una escaramuza entre los bereberes de Hoggar.

Diez congregaciones religiosas y ocho asociaciones de vida espiritual han surgido de su testimonio y carisma. Entre ellos, se encuentran las Hermanitas del Sagrado Corazón, las Hermanitas de Jesús, las Hermanitas del Evangelio, las Hermanitas de Nazaret, los Hermanitos de Jesús, los Hermanitos del Evangelio; así como la Fraternidad Jesús Caritas, o la Fraternidad Charles de Foucauld. 


Padre mío,
me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo. Con tal que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.

(Charles de Foucauld).
(http://es.catholic.net/sacerdotes/315/733/articulo.php?id=24830)

30 noviembre, 2014

Primer Domingo de Adviento

 

¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Oíd y escuchad hermanos míos las
palabras de Jesús, que por Marcos,
evangelista dice: “Así que velad,
porque no sabéis cuándo llegará
el dueño de la casa, si al atardecer
o a media noche, al canto del gallo
o al amanecer. No sea que llegue
de improviso y os encuentre dormidos”.
Y, si esto no os basta, oíd a Isaías,
cuando dice: “Nadie invocaba Vuestro
nombre, nadie salía del letargo para
adherirse a Vos, porque Vos, nos
escondías Vuestro rostro y nos
entregabais a nuestras maldades”.
Y, con María Virgen, Madre Vuestra
y Señora Nuestra, guía de nuestro
adviento, digamos junto a Isaías
Profeta del Señor: “Señor, Vos, sois
Nuestro Padre; nosotros somos de
arcilla y Vos, el que nos plasma, todos
nosotros somos obra de Vuestras manos”
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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¿Qué es Adviento?

Extractado de La Palabra de Dios en Adviento / Año B en material para Adviento de la Conferencia Episcopal de Chile: ¡Ven, Señor Jesús! Adviento: Tiempo Para La Esperanza Celebración Litúrgica de Adviento para Sacerdotes y Equipos de Liturgia Parroquiales.

Adviento es un tiempo cuyo nombre (adventus) significa “venida”. Al revivir la espera gozosa del Mesías en su Encarnación, preparamos el Regreso del Señor al fin de los tiempos : Vino, Viene, Volverá.

“El tiempo de Adviento tiene dos características: es a la vez un tiempo de preparación a las solemnidades de Navidad en que se conmemora la primera Venida de Hijo de Dios entre los hombres, y un tiempo en el cual, mediante esta celebración, la fe se dirige a esperar la segunda Venida de Cristo al fin de los tiempos.

Por estos dos motivos, Adviento se presenta como un tiempo de piadosa alegre esperanza”
(Calendario Romano n.39)

Adviento, un tiempo para vivir y celebrar, bajo el signo de “encuentro” entre un Dios que viene al encuentro del hombre, y el hombre en busca de Dios.

Los hombres desean la paz, aspiran a la justicia y la libertad, sueñan felicidad. Desde siempre. De generación en generación, de año en año, a través de los siglos, se prolongan estos anhelos frecuentemente decepcionados.

En estos llamados y búsquedas de los hombres se expresan las promesas de Dios. La historia de Israel, el pueblo de Dios, es el signo de estas promesas y revelan su realización, conduce a Cristo Jesús y nos lo da.

Con los deseos y los anhelos de los hombres, la Iglesia, hoy, hace su oración. Nos asegura que Dios cumple sus promesas. En pos del profeta Isaías, con las palabras vigorosas de Juan Bautista, no dice, como la Virgen María que hay que acoger a Cristo.

Adviento: re-encontrar, en el fondo de sí mismo, todo lo que puede ser salvado; volverse hacia Cristo, que vendrá un día en su gloria, pero que ya está y nos espera. Volverse hacia Cristo es lo que llamamos “Convertirse”. Adviento es tiempo de conversión. Y tiempo de espera.

Desde Adviento hasta el Bautismo del Señor

Las Fiestas del Advenimiento

Los domingos de Adviento, las festividades de Navidad y la evocación del bautismo de Jesús, forman un conjunto que podemos llamar la celebración de la Venida del Señor, recordando que la palabra “Adviento” significa justamente “advenimiento, venida”.

Navidad recuerda la Venida del Salvador en la humildad de nuestra carne humana y se desarrolla en múltiples facetas: no sólo la Venida del Niño (noche de Navidad) y el misterio de Verbo hecho carne ( Navidad día), sino también, Dios entrando en el tejido de las relaciones familiares (Santa Familia), y Dios resaltando la misión de María (1° de Enero).

La Epifanía, mucho más celebrada en las Iglesias de Oriente, nos revela el alcance universal de la Venida de Dios entre los hombres mientras, que el Bautismo inaugura la misión concreta de Jesús, el Salvador: el Espíritu Santo lo consagra como enviado de Dios, al descender sobre Él en su forma visible.

La Corona de Adviento

El Adviento inicia el 30 de noviembre de 2014

La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad

La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.

Una costumbre significativa y de gran ayuda para vivir este tiempo es La corona o guirnalda de Adviento, es el primer anuncio de Navidad.

Origen

La corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre-cristianas de los germanos (Alemania). Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera. Pero la corona de adviento no representa una concesión al paganismo sino, al contrario, es un ejemplo de la cristianización de la cultura. Lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. El vino para hacer todas las cosas nuevas.

Nueva realidad

Los cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús: Juan 8,12: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.». La luz que prendemos en la oscuridad del invierno nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad. Nosotros, unidos a Jesús, también somos luz: Mateo 5,14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.”

En el siglo XVI católicos y protestantes alemanes utilizaban este símbolo para celebrar el adviento: Aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo.

La corona de adviento se hace con follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas. Tres velas son violeta, una es rosa. El primer domingo de adviento encendemos la primera vela y cada domingo de adviento encendemos una vela mas hasta llegar a la Navidad. La vela rosa corresponde al tercer domingo y representa el gozo. Mientras se encienden las velas se hace una oración, utilizando algún pasaje de la Biblia y se entonan cantos. Esto lo hacemos en las misas de adviento y también es recomendable hacerlo en casa, por ejemplo antes o después de la cena. Si no hay velas de esos colores aun se puede hacer la corona ya que lo mas importante es el significado: la luz que aumenta con la proximidad del nacimiento de Jesús quien es la Luz del Mundo. La corona se puede llevar a la iglesia para ser bendecida por el sacerdote.

La corona de adviento encierra varios simbolismos

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas: Nos hacen pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.

Las manzanas rojas que adornan la corona: Representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.
El listón rojo: Representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO

En algunas parroquias o colegios se hace la bendición de las Coronas de Adviento. Si no sepuede asistir a estas celebraciones, se puede hacer la bendición en familia con la siguiente oración:
Señor Dios, bendice con tu poder
nuestra corona de adviento para que, al encenderla, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo practicando las buenas obras, y para que así, cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
La bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre esta Corona y sobre todos los que con ella queremos preparar la venida de Jesús.

PROPONEMOS ESTE ESQUEMA SENCILLO PARA ORAR AL ENCENDER LA VELA DE ADVIENTO PRIMER DOMINGO
LLAMADA A LA VIGILANCIA
ENTRADA

Se entona algún canto.
Saludo.
Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Acto de Contrición.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso…

LITURGIA DE LA PALABRA

Lectura del santo evangelio según san Marcos 13,33: “Estén preparados y vigilando, ya que nos saben cual será el momento”. Palabra del Señor. (Breve pausa para meditar)
Reflexión.

Guía: Vigilar significa estar atentos, salir al encuentro del Señor, que quiere entrar, este año más que el pasado, en nuestra existencia, para darle sentido total y salvarnos.

ENCENDIDO DE LA VELA

Oración

Guía: Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen.

Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!. ¡Ven, Señor Jesús!

PADRE NUESTRO
 
Guia: Unidos en una sola voz digamos: Padre Nuestro…

CONCLUSION

Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvos. Amén.

29 noviembre, 2014

El padre Eugenio quería descubrir la estafa y entonces...

 

El padre Eugenio quería descubrir la estafa

“La Reina de la Paz insiste en que debemos rezar. Así, después de haberla negado por no haber creído en sus apariciones, intenté remediarlo dando vida a San Pablo, una nueva realidad de consagrados en la oración.”

Padre Eugenio La Barbera, milanés trasladado a Brasil, donde fundó una comunidad religiosa que se inspira en Medjugorje, y se puede apreciar en el nombre: Regina Pacis. Esta comunidad fue aprobada por el obispo en 1995 y en 2005 construyó un monasterio sui juris.

Hay que decir que el padre Eugenio, excelente teólogo, fue a Herzegovina en 1987 “para desmontar el engaño de Herzegovina”, del que había prohibido que hablasen sus feligreses.

La noche de su llegada, dos peregrinos “entre los más devotos”, le pidieron que les acompañara a un Vía Crucis en el Krizevac. El padre Eugenio no estaba muy de acuerdo porque era medianoche y llovía! “Acepté pero me propuse agotarlos a base de ¡meditaciones de rodillas!”.

Sin embargo, durante el ascenso tuvo que revisar su plan porque algo inexplicable lo asustó muchísimo: “Diluviaba; mis compañeros estaban calados, el terreno era un barrizal y yo estaba totalmente seco”.

Decidió continuar, con paso decidido, de estación en estación hacia la cima, donde el fenómeno adquiría límites más evidentes: “Ahora había dejado de llover en el lugar que ocupábamos nosotros tres, y sobre nuestras cabezas se veía el cielo estrellado”.

El sacerdote trató de contenerse pero estaba desconcertado y decidió lanzar un reto: “Gospa (Señora en croata)”, le dijo desde lo profundo del corazón: “yo no creo que Tú te aparezcas, pero si estás aquí quiero que sepas que soy un buen sacerdote!”. Y relacionando una lista de mis méritos le hice algunas peticiones particulares”.

Al día siguiente, cuando subí de nuevo al Krizevac, se me acercó un señor de mediana edad al que no había visto nunca… “Me dice: la Virgen confirma que eres un buen sacerdote, pero que no puedes contrarrestar la fe del pueblo de Dios hacia Ella, como has hecho en tu parroquia”; y continuó respondiendo a mis reflexiones nocturnas.

KrizevakAntes de despedirse añadió: “La Gospa te dará una señal de su presencia”. El buen padre se quedó sin palabras, descartando la hipótesis de haber caído en manos de un agente comunista.

Antes de marcharse subió al Krizevac por tercera vez, al frente de un grupo de peregrinos que se habían dirigido a él por encontrarse sin sacerdote. El llanto estrepitoso de un joven molestó al grupo que rezaba el Vía Crucis y nuestro sacerdote se molestó bastante con las continuas interrupciones; hasta que al finalizar aquel chico vino a nuestro encuentro.

“Padre, disculpe mi comportamiento de antes; sin embargo ahora le necesito sin falta”. Viendo la mirada interrogante del religioso añadió: “La Virgen me ha hecho ver la historia de mi vida y al final me ha dicho: “tus pecados han sido limpiados por tu arrepentimiento, pero necesitas el perdón sacramental de la Iglesia; ve a confesarte con el padre Eugenio”.

El buen sacerdote, evidentemente no podía disimular su sorpresa, por lo que el joven sintió que debía precisar: “He escuchado realmente una voz clara y diferente”.

Después de la absolución el confesor se dio cuenta de que el chico era drogadicto –“sus brazos estaban llenos de pinchazos”– y, preocupado, le aconsejó que fuera sin falta al médico. Pero el joven le interrumpió y entonces con el rostro radiante le dijo: “Padre, ¿todavía no lo ha entendido? Usted me ha confesado y me ha curado. ¡Yo soy el signo que la Gospa le prometió!”

Fuente: Medjugorje tutti i giorni

Traducción del italiano a cargo del equipo de:
 

San Saturnino de Tolosa

 

Oh, San Saturnino; vos, sois el hijo del Dios de la vida y  
su amado santo. Vos, pastoreasteis a vuestra cristiana mies, 
y con ella, os negasteis a incienso quemar a los falsos dioses,
sufriendo cruel martirio. Grande fue, vuestro amor a Cristo, 
tanto que, vuestro martirio culto se hizo en el interior 
de las Galias, en la ribera mediterránea y pasó también 
de los Pirineos, hacia España, donde los peregrinos, veneran
vuestras reliquias. Dice de vos, el Martirologio Romano: 
“En Tolosa, en tiempo de Decio, San Saturnino, obispo, fue 
detenido por los paganos en el Capitolio de esta villa y
arrojado desde lo alto de las gradas. Así, rota su cabeza, 
esparcido el cerebro, magullado el cuerpo, entregó su digna
alma a Cristo”. Y, en otra versión dice que, atado fuisteis 
con cuerdas a un toro que estaba dispuesto a ser sacrificado
y que, os arrastró, hasta muerto dejaros y destrozado. Pero,
dos cristianas valientes, vuestro cuerpo recogieron y os  
enterraron de la ruta cerca de Aquitania. Así, con valor y  
presteza sublimes, os despojasteis de esta vida, alcanzando
la gloria de vuestro Maestro, Cristo Jesús, Dios y Señor  
Nuestro, quien os coronó, de luz y gloria eterna, como
justo premio a vuestra entrega total e increíble de amor;
oh, San Saturnino, “fidelidad con el Dios de la vida y la luz”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Noviembre
San Saturnino de Tolosa
Obispo y Mártir

La ciudad de Toulouse, en el Languedoc francés, muestra con orgullo su magnífica e impresionante catedral —joya del románico— de Saint-Sernin. Tiene cinco naves, vasto crucero y un coro deambulatorio con capillas radiadas.


San Saturnino —nuestro conocido y tantas veces cantado Sanserenín de las canciones y juegos infantiles— fue el primer obispo de esta parte de la Iglesia.


No se conoce nada anterior a su muerte. Todo lo que nos ha llegado es producto del deseo de ejemplarizar rellenando con la imaginación y la fantasía lo que la historia no es capaz de decir. A partir de unos relatos probables se suman otros y otros más que lo van adornando como descendiente de familia romana — el nombre es diminutivo del dios romano Saturno— culta, adinerada, noble e incluso regia hasta llegar a las afirmaciones de Cesareo de Arlés que, nada respetuoso con la cronología, lo presenta candorosamente como oriundo de Oriente, uno más de los discípulos del Señor, bautizado por Juan Bautista, presente en la última Cena y en Pentecostés. Ciertamente es el comienzo de la literatura legendaria.


Lo que consta es que la figura está enmarcada en el siglo III, en tiempos de la dominación romana, después de haberse publicado, en el año 250, los edictos persecutorios de Decio, cuando la zona geográfica de Tolosa cuenta con una pequeña comunidad cristiana pastoreada por el obispo Saturnino que por no caer en idolatría, quemando incienso a los dioses, sufre el martirio de una manera suficientemente cruel para que el hecho trascienda los límites locales y la figura del mártir comience a recibir culto en el interior de las Galias, en la ribera mediterránea y pase también los Pirineos hacia España.


En tiempos posteriores, facilita la extensión de esta devoción el hecho de que el reino visigodo se prolongue hasta España lo que conlleva el transporte de datos culturales; también el peregrinaje desde toda Europa a la tumba el Apóstol Santiago en Compostela hace que los andariegos regresen expandiendo hacia el continente la devoción saturniniana, al ser Tolosa un punto de referencia clásico en las peregrinaciones, y con ello los peregrinos entran en contacto con las reliquias del mártir.


El martirologio romano hace su relación escueta en estos términos: “En Tolosa, en tiempo de Decio, San Saturnino, obispo, fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta villa y arrojado desde lo alto de las gradas. Así, rota su cabeza, esparcido el cerebro, magullado el cuerpo, entregó su digna alma a Cristo”.


Los relatos siguientes lo presentan atado con cuerdas a un toro que estaba dispuesto para ser sacrificado y que lo arrastra hasta dejarlo muerto y destrozado. Dos valientes cristianas —Les Saintes-Puelles— recogen su cuerpo y lo entierran cerca de la ruta de Aquitania.


El obispo Hilario hizo construir sobre la tumba de su antecesor una pequeña basílica que reformó san Exuperio en el siglo V y que destruyeron los sarracenos en el 711. Edificada lentamente durante el siglo XI, la consagró el papa Urbano II el año 1096 para que, en el 1258, el obispo Raimundo de Falgar depositara en su coro los restos de san Saturnino.