28 mayo, 2015

San Germán de París

 


¡Oh!, San Germán, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
y su amado santo, de quien, gracias a Fortunato Obispo,
sabemos hoy, que vuestra vida, rodeada del don de hacer
milagros estuvo. Y, ellos, pan de cada día con todos los
hambrientos y desposeídos, en vuestro propio monasterio
y la realeza con quien trabajabais. Y, cuando el maligno,
en contra de vos, actuó, Dios, se mostró propicio y nunca
os dejó de mostraros su poder, para asombro de vuestros
enemigos. Con vuestros amigos obispos, tuvisteis trato
mejor. Y, en cada cargo, la virtud, la oración, la caridad
la disciplina y la penitencia brillaron, tanto más, que
el sol. Y, así, vuestra santa vida gastasteis en buena
lid y, un día vuestra alma, voló al cielo para coronada
ser, de luz y eternidad, como premio a vuestro amor;
¡oh!, San Germán, “el pan de Dios, compartido con amor”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_____________________________________

28 de Mayo
San Germán de París
Obisp
o

Gran parte de su vida la conocemos por el testimonio de su colega el obispo Fortunato que asegura estuvo adornado del don de milagros.

Nació Germán en la Borgoña, en Autun, del matrimonio que formaban Eleuterio y Eusebia en el último tercio del siglo V. No tuvo buena suerte en los primeros años de su vida carente del cariño de los suyos y hasta estuvo con el peligro de morir primero por el intento de aborto por parte de su madre y luego por las manipulaciones de su tía, la madre del primo Estratidio con quien estudiaba en Avalon, que intentó envenenarle por celos.

Su pariente de Lazy con quien vive durante 15 años es el que compensa los mimos que no tuvo Germán en la niñez. Allí sí que encuentra amor y un ambiente de trabajo lleno de buen humor y de piedad propicio para el desarrollo integral del muchacho que ya despunta en cualidades por encima de lo común para su edad.

Con los obispos tuvo suerte. Agripin, el de Autun, lo ordena sacerdote solucionándole las dificultades y venciendo la resistencia de Germán para recibir tan alto ministerio en la Iglesia; luego, Nectario, su sucesor, lo nombra abad del monasterio de san Sinforiano, en los arrabales de la ciudad. Modelo de abad que marca el tono sobrenatural de la casa caminando por delante con el ejemplo en la vida de oración, la observancia de la disciplina, el espíritu penitente y la caridad. Es allí donde comienza a manifestarse en Germán el don de milagros, según el relato de Fortunato.

Por lo que cuenta su biógrafo, se había propuesto el santo abad que ningún pobre que se acercara al convento a pedir se fuera sin comida; un día reparte el pan reservado para los monjes porque ya no había más; cuando brota la murmuración y la queja entre los frailes que veían peligrar su pitanza, llegan al convento dos cargas de pan y, al día siguiente, dos carros llenos de comida para las necesidades del monasterio. También se narra el milagro de haber apagado con un roción de agua bendita el fuego del pajar lleno de heno que amenazaba con arruinar el monasterio. Otro más y curioso es cuando el obispo, celoso que de todo hay por las cosas buenas que se hablan de Germán, lo manda poner en la cárcel por no se sabe qué motivo (quizá hoy se le llamaría «incompatibilidad»); las puertas se le abrieron al estilo de lo que pasó al principio de la cristiandad con el apóstol, pero Germán no se marchó antes de que el mismo obispo fuera a darle la libertad; con este episodio cambió el obispo sus celos por admiración.

El rey Childeberto usa su autoridad en el 554 para que sea nombrado obispo de París a la muerte de Eusebio y, además, lo nombra limosnero mayor. También curó al rey cuando estaba enfermo en el castillo de Celles, cerca de Melun, donde se juntan el Yona y el Sena, con la sola imposición de las manos.

Como su vida fue larga, hubo ocasión de intervenir varias veces en los acontecimientos de la familia real. Alguno fue doloroso porque un hombre de bien no puede transigir con la verdad; a Cariberto, rey de París el hijo de Clotario y, por tanto, nieto de Childeberto, tuvo que excomulgarlo por sus devaneos con mujeres a las que va uniendo su vida, después de repudiar a la legítima Ingoberta.

El buen obispo parisino murió octogenario, el 28 de mayo del 576. Se enterró en la tumba que se había mandado preparar en san Sinfroniano. El abad Lanfrido traslada más tarde sus restos, estando presentes el rey Pipino y su hijo Carlos, a san Vicente que después de la invasión de los normandos se llamó ya san Germán. Hoy reposan allí mismo y se veneran en una urna de plata que mandó hacer a los orfebres el abad Guillermo, en el año 1408.

27 mayo, 2015

San Agustín de Canterbury

 


¡Oh!, San Agustín de Canterbury; vos, sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo. Y, además, dichoso, porque en vos, Dios, realidad
hizo, sus secretos planes, y convertisteis a vuestro pueblo pagano
hacia sus caminos, proveyéndoos de un carisma sin igual y de dones
especiales, que usasteis de manera audaz e inteligente, para a Su
mies evangelizar y expandir así, la Santa Madre Iglesia Católica.
Dócil como erais, seguíais al pie de la letra las indicaciones de San
Gregorio Papa, quien os escribía así: “No destruir los templos de los
paganos, sino convertirlos en templos cristianos. No acabar con todas
las fiestas de los paganos, sino convertirlas en fiestas cristianas. Por
ejemplo ellos celebraban las fiestas de sus ídolos con banquetes
en los cuales participaban todos. Pues hacer esos banquetes, pero
en honor de los mártires y santos. Dividir el país en tres diócesis:
Canterbury, Londres y York”. Y, así vos, lo hicisteis. De Inglaterra
Apóstol, voló vuestra alma a la Casa del Padre, para recibir premio
por vuestro amor y la entrega de vuestra vida, que está hoy, al lado
de los grandes San Patricio de Irlanda y San Bonifacio de Alemania;
¡Oh!, San Agustín de Canterbury, “amor y humildad de Cristo Jesús”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_________________________________________

27 de Mayo
San Agustín de Canterbury
Fundador de la Iglesia en Inglaterra
Año 605

San Agustín Apóstol de Inglaterra: Te rogamos por la Iglesia Católica en esa nación y en todas las naciones del mundo. Pídele a Dios que nos envíe muchos evangelizadores que sean como tú. Amén.

San Agustín de Canterbury es considerado uno de los más grandes evangelizadores, al lado de San Patricio de Irlanda y San Bonifacio en Alemania. Tiene el gran mérito de haber dirigido la evangelización de Inglaterra.

Era superior del convento benedictino de Roma, cuando el Sumo Pontífice San Gregorio Magno se le ocurrió en el año 596 tratar de evangelizar a la isla de Inglaterra que era pagana. Conociendo el espíritu generoso y emprendedor de Agustín, que no se acobardaba ante ninguna dificultad, y además sus grandes virtudes, el Papa lo envió con 39 monjes más a tratar de convertir a esos paganos sajones.
Y sucedió que al llegar Agustín y sus 39 compañeros a la costa, donde se tomaba la embarcación para llegar a Inglaterra, allí les contaron terribles barbaridades acerca de los habitantes de esa isla, y los otros misioneros sintieron mucho miedo y enviaron al santo a que fuera a Roma a contarle al Pontífice lo peligroso que era esto que iban a emprender. Agustín fue a hablar con el Papa, pero san Gregorio lo animó de tal manera, recordándole que Dios les concedería la buena voluntad de aquellas gentes, que ya desde entonces Agustín no se dejó desanimar por los temores.

En Inglaterra mandaba el rey Etelberto que tenía una esposa muy santa (que después se llamó Santa Berta) y el primer regalo que Dios les concedió a los nuevos misioneros fue darles la buena voluntad del rey. Este los recibió muy cariñosamente y les pidió que le enseñaran la religión, y tanto le agradó que pronto se hizo bautizar y les regaló su palacio real para que les sirviera de convento a los misioneros y les dio un templo en Canterbury para que allí enseñaran. Y en ese sitio está ahora la más famosa catedral de Inglaterra: la Catedral de Canterbury.

El rey dejó en libertad a los súbditos para que escogieran la religión que quisieran, pero les recomendó que se instruyeran en la religión de Jesucristo y tanto les agradaron a aquellas gentes las enseñanzas de Agustín y sus monjes, que en la Navidad del año 597 se hicieron bautizar 10,000 ingleses y entre los nuevos bautizados estaban los que ocupaban los cargos más importantes de la nación.

Agustín envió a dos de sus mejores monjes a Roma a contarle al Sumo Pontífice tan hermosas noticias, y el Papa en cambió le envió el nombramiento de arzobispo, y otro buen grupo de misioneros, y cálices y libros para las celebraciones y muchas imágenes religiosas que a esas gentes recién convertidas les agradaban en extremo. San Gregorio se alegró muchísimo ante noticias tan consoladoras, y le recomendó a San Agustín un simpático plan de trabajo.

San Gregorio, sabiendo que la principal virtud del obispo Agustín era la docilidad a sus superiores, le envió las siguientes recomendaciones 1º. No destruir los templos de los paganos, sino convertirlos en templos cristianos. 2º. No acabar con todas las fiestas de los paganos, sino convertirlas en fiestas cristianas. Por ejemplo ellos celebraban las fiestas de sus ídolos con grandes banquetes en los cuales participaban todos. Pues hacer esos banquetes, pero en honor de los mártires y santos. 3º. Dividir el país en tres diócesis: Canterbury, Londres y York.

Nuestro santo cumplió exactamente estas recomendaciones, que le produjeron muy buenos resultados. Y fue nombrado por el Papa, jefe de toda la Iglesia Católica de Inglaterra (Arzobispo Primado). En las reuniones sobresalía entre todos por su gran estatura y por su presencia muy venerable que infundía respeto y admiración.

San Agustín escribía frecuentemente desde Inglaterra al Papa San Gregorio a Roma pidiéndole consejos en muchos casos importantes, y el Sumo Pontífice le escribía ciertas advertencias muy prácticas como estas: “Dios le ha concedido el don de hacer milagros, y le ha dejado el inmenso honor de convertir a muchísimos paganos al cristianismo, y de que las gentes lo quieran y lo estimen mucho. Pero cuidado, mi amigo, que esto no le vaya a producir orgullo. Alégrese de haber recibido estos regalos del buen Dios, pero tenga temor de no aprovecharlos debidamente. Consuélese al ver que con los milagros y la predicación logra que tantos paganos se vuelvan cristianos católicos, pero no vaya a creerse mejor que los demás, porque entonces le estaría robando a Dios el honor y la gloria que sólo El se merece. Hay muchos que son muy santos y no hacen milagros ni hablan hermosamente. Así que no hay que llenarse de orgullo por haber recibido estas cualidades, sino alegrarse mucho al ver que Dios es más amado y más glorificado por las gentes”. Mucho le sirvieron a Agustín estos consejos para mantenerse humilde.

Después de haber trabajado por varios años con todas las fuerzas de su alma por convertir al cristianismo el mayor número posible de ingleses, y por organizar de la mejor manera que pudo, la Iglesia Católica en Inglaterra, San Agustín de Canterbury murió santamente el 26 de mayo del año 605. Y un día como hoy fue su entierro y funeral. Desde entonces ha gozado de gran fama de santidad en esa nación y en muchas partes más.

26 mayo, 2015

Santa Mariana de Jesús

 


¡Oh!, Santa Mariana de Jesús, vos, sois la hija
del Dios de la vida y su amada santa, que, desde
pequeña, la piedad, la pureza y el amor a los
pobres os llamó vívidamente, para abrazaros a
la cruz de Cristo. El Santo Rosario y el vía
crucis amasteis, de especial manera, y, así, os
lanzasteis a evangelizar a la descreída gente y,
tentar, como anacoreta vivir. Pero, Dios, que
sabe lo que hace, os quiso en el mundo, y, de
verdad que os santificasteis en Él, rezando,
orando, meditando, y penitencia de manera única
y constante haciedo. Vuestro canto y música
diarios, al cielo llegaban y, de seguro, a Dios
alegraba. Vuestra conciencia, tres veces por día
os examinabais de manera exhaustiva: antes que
el alba rayase, por la tarde y por la noche.
Para recordar que de polvo erais, un ataúd os
conseguisteis y, en él dormíais. “Quien desea
seguirme que se niegue a sí mismo”. Jesús había
dicho. Y, vos, con aquellas proféticas palabras
cumplisteis. Rezabais doce Salmos y, frecuentemente
ayunabais. A un sacerdote muy sabio pero vanidoso,
le dijisteis luego de su sermón: “Mire Padre,
que Dios lo envió a recoger almas para el cielo,
y no a recoger aplausos de este suelo”. Así,
pensabais vos. Otro día, un sacerdote en un
sermón dijo: “Dios mío: yo te ofrezco mi vida
para que se acaben los terremotos”. Y, exclamasteis
vos: “No, Señor. La vida de este sacerdote es
necesaria para salvar muchas almas. En cambio yo
no soy necesaria. Te ofrezco mi vida para que
cesen estos terremotos”. Y, así fue. Dios, os
escuchó. Y, voló vuestra alma al cielo, para
coronada ser, con corona de luz, como justo premio
a vuestra entrega increíble de amor y de fe;
¡Oh!, Santa Mariana de Jesús, “azucena de Quito”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________________

26 de mayo
Santa Mariana de Jesús,
“Azucena de Quito”
Año 1645.

Santa Mariana: No dejes nunca de orar por América

Su nombre completo era Mariana de Jesús Paredes Flórez. Nació en Quito (Ecuador) en 1618. Desde los cuatro años quedó huérfana de padre y madre y al cuidado de su hermana mayor y de su cuñado, quienes la quisieron como a una hija. Desde muy pequeñita demostró una gran inclinación hacia la piedad y un enorme aprecio por la pureza y por la caridad hacia los pobres. Ya a los siete años invitaba a sus sobrinas, que eran casi de su misma edad, a rezar el rosario y a hacer el viacrucis.

Se aprendió el catecismo de tal manera bien que a los ocho años fue admitida a hacer la Primera Comunión (lo cual era una excepción en aquella época). El sacerdote que le hizo el examen de religión se quedó admirado de lo bien que esta niña comprendía las verdades del catecismo. Al escuchar un sermón acerca de la cantidad tan grande de gente que todavía no logró recibir el mensaje de la religión de Cristo, dispuso irse con un grupo de compañeritas a evangelizar paganos.

Por el camino las devolvieron a sus casas porque no se daban cuenta de lo grave que era la determinación que habían tomado. Otro día se propuso irse con otras niñas a una montaña a vivir como anacoretas dedicadas al ayuno y a la oración. Afortunadamente un toro muy bravo las devolvió corriendo a la ciudad. Entonces su cuñado al darse cuenta de los grandes deseos de santidad y oración que esta niña tenía trató de obtener que la recibieran en una comunidad de religiosas. Pero las dos veces que trató de entrar de religiosa, se presentaron contrariedades imprevistas que no le permitieron estar en el convento. Entonces ella se dio cuenta de que Dios la quería santificar quedándose en el mundo.

Se construyó en el solar de la casa de su hermana una habitación separada, y allí se dedicó a rezar, a meditar, y a hacer penitencia. Había aprendido muy bien la música y tocaba hermosamente la guitarra y el piano. Había aprendido a coser, tejer y bordar, y todo esto le servía para no perder tiempo en la ociosidad. Tenía una armoniosa voz y sentía una gran afición por el canto, y cada día se ejercitaba un poco en este arte. Le agradaba mucho entonar cantos religiosos, que le ayudaban a meditar y a levantar su corazón a Dios.

Su día lo repartía entre la oración, la meditación, la lectura de libros religiosos, la música, el canto y los trabajos manuales. Su meditación preferida era pensar en la Pasión y Muerte de Jesús. En el templo de los Padres Jesuitas encontró un santo sacerdote que hizo de director espiritual y le enseñó el método de San Ignacio de Loyola, que consiste en examinarse tres veces por día la conciencia: por la mañana para ver qué peligros habrá en el día y evitarlos y qué buenas obras tendremos que hacer. El segundo examen: al mediodía, acerca del defecto dominante, aquella falta que más cometemos, para planear como no dejarse vencer por esa debilidad. Y el tercer examen por la noche, acerca de todo el día, analizando las palabras, los pensamientos, las obras y las omisiones de esas 12 horas.

Esos tres exámenes le fueron llevando a una gran exactitud en el cumplimiento de sus deberes de cada día. Para recordar frecuentemente que iba a morir y que tendría que rendir cuentas a Dios, se consiguió un ataúd y en el dormía varias noches cada semana. Y el tiempo restante lo tenía lleno de almohadas que semejaban un cadáver para recordar lo que le esperaba al final de la vida.

Se propuso cumplir aquel mandato de Jesús: “Quien desea seguirme que se niegue a sí mismo”. Y desde muy niña empezó a mortificarse en la comida, en el beber y dormir. En el comedor colocaba una canastita debajo de la mesa y se servía en cantidades iguales a todos los demás pero, sin que se dieran cuenta, echaba buena parte de esos alimentos en el canasto, y los regalaba después a los pobres. Uno de los sacrificios que más la hacían sufrir era no tomar ninguna bebida en los días de mucho calor. Pero la animaba a esta mortificación el pensar en la sed que Jesús tuvo que sufrir en la cruz. Se colocaba en la cabeza una corona de espinas mientras rezaba el rosario. Muchísimos rosarios los rezó con los brazos en cruz.

Como sacrificio se propuso no salir de su casa sino al templo y cuando alguna persona tuviera alguna urgente necesidad de su ayuda. Así que el resto de su vida estuvo recluida en su casa. Solamente la veían salir cada mañana a la Santa Misa, y volver luego a vivir encerrada dedicada a las lecturas espirituales, a la meditación, a la oración, al trabajo y a ofrecer sacrificios por la conversión de los pecadores.

Se propuso llenar todos sus días de frecuentes actos de amor a Dios. Cada día rezaba 12 Salmos de la S. Biblia. Ayunaba frecuentemente. María recibió de Dios el don de consejo y así sucedía que los consejos que ella daba a las personas les hacían inmenso bien. También le dio a conocer Nuestro Señor varios hechos que iban a suceder en lo futuro, y así como ella los anunció, así sucedieron (incluyendo la fecha de su muerte, que según anunció sería un viernes 26). Tenía un don especial para poner paz entre los que se peleaban y para lograr que ciertos pecadores dejaran su vida de pecado.

A un sacerdote muy sabio pero muy vanidoso le dijo después de un brillantísimo sermón: “Mire Padre, que Dios lo envió a recoger almas para el cielo, y no a recoger aplausos de este suelo”. Y el padrecito dejó de buscar la estimación al predicar. En una enfermedad le sacaron sangre y la muchacha de servicio echó en una matera la sangre que le habían sacado a Mariana, y en esa matera nació una bellísima azucena. Con esa flor la pintan a ella en sus cuadros. Y azucena de pureza fue esta santa durante toda su vida.

Sucedieron en Quito unos terribles terremotos que destruían casas y ocasionaban muchas muertes. Un padre jesuita dijo en un sermón: – “Dios mío: yo te ofrezco mi vida para que se acaben los terremotos”. Pero Mariana exclamó: – “No, señor. La vida de este sacerdote es necesaria para salvar muchas almas. En cambio yo no soy necesaria. Te ofrezco mi vida para que cesen estos terremotos”. La gente se admiró de esto. Y aquella misma mañana al salir del templo ella empezó a sentirse muy enferma. Pero desde esa mañana ya no se repitieron los terremotos.

Una terrible epidemia estaba causando la muerte de centenares de personas en Quito. Mariana ofreció su vida y todos sus dolores para que cesara la epidemia. Y desde el día en que hizo ese ofrecimiento ya no murió más gente de ese mal allí. Por eso el Congreso del Ecuador le dio en el año 1946 el título de “Heroína de la Patria”. Acompañada por tres padres jesuitas murió santamente el viernes 26 de mayo de 1645. Desde entonces los quiteños le han tenido una gran admiración. Su entierro fue una inmensa ovación de toda la ciudad. Y los continuos milagros que hizo después de su muerte, obtuvieron que el Papa Pío IX la declarara beata y el Papa XII la declarara santa.

25 mayo, 2015

San Beda



 


¡Oh!, San Beda, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo, Presbítero y amado
Doctor, que, desde pequeño encontrasteis
en “La luz del mundo”, Cristo Jesús, la pasión
de vuestra vida toda. Y, dedicándoos, con fervor
a meditar y compartir las Escrituras Sagradas,
y vuestro canto en la Iglesia. Vos, hacíais
lo que más os gustaba: aprender, enseñar y
escribir. Burke, de vos dijo que erais: “padre
de la erudición inglesa”, pues en vuestra pluma,
brilló la filosofía, la cronología, la aritmética,
la gramática, la astronomía, la música y
la Teología, en grado sumo, el ejemplo de San
Isidro, siguiendo, de sencilla manera y sin
complicaciones. “Te pido, Jesús mío, que me
concediste saborear con delicia las palabras
de tu sabiduría, concederme por tu misericordia
llegar un día a ti, fuente de sabiduría, y
contemplar tu rostro” . “Ahora sostenme la
cabeza y haz que pueda dirigir los ojos hacia
el lugar santo donde he rezado, porque siento
que me invade una gran dulzura” “He vivido
bastante y Dios ha dispuesto bien de mi vida”.
Vuestras últimas palabras fueron, mientras
el monje escribano sostenía vuestra cabeza.
Y, vos, así, entregasteis vuestra alma a Dios,
quien os premió, coronándoos con corona de luz,
como premio a vuestra entrega de amor y fe;
¡Oh!, San Beda, “el venerable santo de la luz”.

© 2015 Luis Ernesto Chacón Delgado.
___________________________________

25 de Mayo
San Beda “el Venerable”
Presbítero y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Beda el Venerable, presbítero y doctor de la Iglesia, el cual, servidor de Cristo desde la edad de ocho años, pasó todo el tiempo de su vida en el monasterio de Wearmouth, en Northumbria, en Inglaterra. Se dedicó con fervor en meditar y exponer las Escrituras, y entre la observancia de la disciplina regular y la solicitud cotidiana de cantar en la iglesia, sus delicias fueron siempre estudiar, o enseñar, o escribir (735).

Etimológicamente: Beda = Aquel que es un buen guerrero, es de origen germánico.

El nombre de Beda o Baeda en lengua sajona quiere decir oración. San Beda, “padre de la erudición inglesa” como lo definió el historiador Burke, murió a los 63 años en la abadía de Jarrow, en Inglaterra, después de haber dictado la última página de un libro suyo y de haber rezado el Gloria Patri. Era la víspera de la Ascensión, el 25 de mayo del 735. Cuando sintió que se acercaba la muerte, dijo: “He vivido bastante y Dios ha dispuesto bien de mi vida”.

Beda nació en el año 672 de una modesta familia obrera de Newcastle y recibió su formación en dos monasterios benedictinos de Wearmouth y Jarrow, en donde fue ordenado a los 22 años.

Las dos más grandes satisfacciones de su vida las condensó él mismo en tres verbos: aprender, enseñar, escribir. La mayor parse de su obra de escritor tiene su origen y finalidad en la enseñanza. Escribió sobre filosofía, cronología, aritmética, gramática, astronomía, música, siguiendo el ejemplo de san Isidro. Pero san Beda es ante todo un teólogo, de estilo sencillo, accesible a todos.

Se le presenta como uno de los padres de toda la cultura posterior, influyendo, por medio de la escuela de York y la escuela carolingia, sobre toda la cultura europea. Entre los monumentos insignes de la historiografía queda su Historia eclesiástica gentis Anglorum, que le mereció ser proclamado en el sínodo de Aquisgrana, en el 836, “venerabilis et modernis temporibus doctor admirabilis”. Le gustaba definirse “historicus verax”, historiador veraz, consciente de haber prestado un servicio a la verdad.

Terminó su voluminosa obra histórica con esta oración: “Te pido, Jesús mío, que me concediste saborear con delicia las palabras de tu sabiduría, concederme por tu misericordia llegar un día a ti, fuente de sabiduría, y contemplar tu rostro”. El Papa Gregorio II lo había llamado a Roma, pero Beda le suplicó que lo dejara en la laboriosa soledad del monasterio de Jarrow, del que se alejó sólo por pocos meses, para poner las bases de la escuela de York, de la que después salió el célebre Alcuino, maestro de la corte carolingia y fundador del primer estudio parisiense.

Después de haber dictado la última página de su Comentario a san Juan, le dijo al monje escribano: “ahora sostenme la cabeza y haz que pueda dirigir los ojos hacia el lugar santo donde he rezado, porque siento que me invade una gran dulzura”. Fueron sus últimas palabras.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=733)

24 mayo, 2015

Solemnidad de Pentecostés

 


¡Oh!, Espíritu Santo, tomad mi vida como
huésped vuestro y rogar a cada Don perenne
su compañía por el bien de mi vida toda.

Espíritu de Sabiduría, ayudadme a buscar
a Dios y que sea Él, el centro de mi vida
para que en mi alma reine el amor y la paz.

Espíritu de Entendimiento, mi mente
 
iluminad para que conozca yo y ame 
las verdades de la fe y las haga vida.

Espíritu de Consejo, iluminadme y guiadme
 
para que de mí, salgan palabras justas y 
de luz llenas, para hablar de Vos, Dios mío.

Espíritu de Fortaleza, vigorizad mi alma
 
en tiempos de prueba, adversidad y dadme 
lealtad, confianza y fuerza en el Dios vivo.

Espíritu de Ciencia, a distinguir ayudadme

  entre el bien y el mal. Y, enseñadme a 
con rectitud a obrar en presencia de Dios.

Espíritu de Piedad, tomad mi corazón e
 
inclinadlo hacia el dolor de mis hermanos
para que yo, os imite con toda mi alma.

Espíritu de Temor de Dios, lo más íntimo

de mi corazón penetrad, para que pueda 
yo, del pecado huir al recordaros a Vos.


¡Oh!, Espíritu Santo, tomad mi vida como
huésped vuestro y rogar a cada Don perenne
su compañía por el bien de mi vida toda.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
______________________________________

Domingo 24 de Mayo
Solemnidad de Pentecostés


Jesús había establecido los fundamentos de la Iglesia en el curso de su vida apostólica, y le había comunicado sus poderes después de resucitar. Pero el Espíritu Santo debía completar la formación de los apóstoles y revestirlos de la Fuerza de lo Alto.

Al reino visible de Cristo sucedía el reino invisible del Espíritu Santo, que venía a terminar y pulir la obra ya admirable de Jesús, “a renovar, la faz de la tierra”. Pentecostés celebra la primera manifestación del Espíritu Santo a los discípulos de Jesucristo.

Jesús había anunciado a sus discípulos la llegada del Espíritu Paráclito. Se apodera del Cenáculo el Espíritu Santo, y un viento huracanado que de repente sopla en torno y la aparición de lenguas de fuego en el interior, el gozo y la pérdida de temor, son las señales maravillosas de Su presencia.

Meditación

El Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, es Dios. Verdadero Dios como lo son el Padre y el Hijo. Es el Amor del Padre y el Hijo. Cristo prometió que este Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de nosotros. “Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes.Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes” (Jn 14, 16-17)

El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará

Cincuenta días después de la Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos en valientes proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo.

El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de quienes creen en Cristo como el Señor. Ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia a los fieles para unirse más a Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes con Dios y los demás.

La gracia y vida divina que prodiga hacen a la Iglesia ser mucho más grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio; la renueva con sus dones y la lleva a unión perfecta con Jesús. El Espíritu Santo guía al Papa, a los obispos y a los presbíteros de la Iglesia en su tarea de enseñar la doctrina cristiana, dirigir almas y dar al pueblo la gracia de Dios por medio de los Sacramentos. Orienta toda la obra de Cristo en la Iglesia: solicitud por los enfermos, enseñar a los niños, preparación de la juventud, consolar a los afligidos, socorrer a los necesitados.

Es nuestro deber honrar al Espíritu Santo amándole por ser nuestro Dios y dejarnos dócilmente guiar por Él en nuestras vidas. San Pablo nos lo recuerda diciendo: “¿No saben ustedes que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?”(1 Cor 3, 16).

Conscientes de que el Espíritu Santo esta siempre con nosotros, mientras vivamos en estado de gracia santificante, debemos pedirle con frecuencia la luz y fortaleza necesarias para llevar una vida santa y salvar nuestra alma.

La Palabra de Dios “En verdad te digo: El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu (Jn 3, 5-6). “Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14, 25-26). ” Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.

De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa donde se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se postraron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse (Hech 2, 1-4). ”

A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe, en el mismo Espíritu; a otros carismas de curaciones, en el unico Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía, a otro, discernimiento de espíritus; a otro diversidad de lenguas; a otro don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad” (1Cor 12, 7-11).

ORACIONES

Oración propia de la Novena Espíritu Santo

Tercera Persona de la Santísima Trinidad, Espíritu de Verdad, amor y santidad, que procedes del Padre y del Hijo y en todo son iguales, te adoro y te amo con todo mi corazón.

Espíritu Santo muy querido, confiando en el hondo y personal amor que me tienes, hago esta novena para pedirte, si así es tu voluntad, me concedas esta gracia en particular (Mencione el favor que desea).

Enséñame, Espíritu Divino, a conocer y buscar mi último fin; dame Santo temor de Dios, verdadera contrición y paciencia. No me dejes caer en pecado. Aumenta mi fe, esperanza y caridad y has florecer en mi alma las virtudes propias de mi estado de vida. Hazme fiel discípulo de Jesús y obediente hijo de la Iglesia.

Dame gracia eficaz con que pueda cumplir los Mandamientos y recibir dignamente los Sacramentos. Dame las cuatro virtudes cardinales, tus siete dones y los doce frutos. Llévame a perfección en el estado de vida al cual me has llamado y después de una muerte dichosa concédeme la vida eterna.
Te lo pido por Cristo nuestro Señor. Amén.

Consagración

Espíritu Santo, divino Espíritu de luz y amor, te consagro mi entendimiento, mi corazón, mi voluntad y todo mi ser, en el tiempo y en la eternidad.

Que mi entendimiento este siempre sumiso a tus divinas inspiraciones y enseñanzas de la doctrina de la Iglesia católica que tu guías infaliblemente.

Que mi corazón se inflame siempre en amor de Dios y del prójimo. Que mi voluntad este siempre conforme a tu divina voluntad. Que toda mi vida sea fiel imitación de la vida y virtudes de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El, contigo y el Padre sea dado todo honor y gloria por siempre.

Dios Espíritu Santo, infinito amor del Padre y del Hijo, por las manos purísimas de María, tu esposa inmaculada, me pongo hoy y todos los días de mi vida sobre tu altar escogido, el Sagrado Corazón de Jesús, como un sacrificio en tu honor, fuego consumidor, con firme resolución ahora más que nunca de oír tu voz y cumplir en todas las cosas tu santísima y adorable voluntad.

Los Siete Dones del Espíritu Santo

Bendito Espíritu de Sabiduría, ayúdame a buscar a Dios. Que sea el centro de mi vida, orientada hacia Él para que reine en mi alma el amor y armonía.

Bendito Espíritu de Entendimiento, ilumina mi mente, para que yo conozca y ame las verdades de fe y las haga verdadera vida de mi vida.

Bendito Espíritu de Consejo, ilumíname y guíame en todos mis caminos, para que yo pueda siempre conocer y hacer tu santa voluntad. Hazme prudente y audaz.
Bendito Espíritu de Fortaleza, vigoriza mi alma en tiempo de prueba y adversidad. Dame lealtad y confianza.

Bendito Espíritu de Ciencia, ayúdame a distinguir entre el bien y el mal. Enséñame a proceder con rectitud en la presencia de Dios. Dame clara visión y decisión firme.

Bendito Espíritu de Piedad, toma posesión de mi corazón; inclinalo a creer con sinceridad en Ti, a amarte santamente, Dios mio, para que con toda mi alma pueda yo buscarte a ti, que eres mi Padre, el mejor y más verdadero gozo.

Bendito Espíritu de Santo Temor, penetra lo mas intimo de mi corazón para que yo pueda siempre recordar tu presencia. Hazme huir del pecado y concédeme profundo respeto para con Dios y ante los demás, creados a imagen de Dios.

Oración

Te pedimos, Dios todopoderoso, nos concedas agradar al Espíritu Santo con nuestras oraciones de tal modo que podamos con su gracia vernos libres de tentaciones y merezcamos obtener el perdón de los pecados. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen

Ven, Espíritu Santo
Oh, Espíritu Santo, ven,
Danos el ansiado bien
De Tu lumbre celestial;
Padre del pobre clemente,
De eternos dones la fuente,
Luz para todo mortal.

Supremo consolador, 
Huésped del alma, dulzor, 
Refrigerio en los rigores, 
Dulce tregua en la fatiga, 
Templanza que ardor mitiga, 
Consuelo en nuestros dolores.
Luz sacrosanta del mundo,
 
Abraza lo mas profundo 
Del corazón de tus fieles; 
Sin tu bella claridad, 
Sólo existiría maldad, 
Y serían los hombres crueles.
Limpia toda sordidez,
 
Fructifica la aridez, 
Sana lo que se halla herido, 
Doblega la vanidad, 
Enardece la frialdad, 
Torna recto lo torcido.
Bríndales la concesión
De tu septiforme don
A la grey que en Ti confía,
Úngelos con la virtud,
Dales éxito y salud,
Y perdurable alegría.

Amén. ¡Aleluya!

R. Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos

¡Oh Dios! Tu has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor. R. Amen

Oración corta al Espíritu Santo

Sopla sobre mí, Espíritu Santo, para que todos mis pensamientos sean santos. Actúa en mi, Espíritu Santo, para que también mi trabajo sea santo. Induce mi corazón, Espíritu Santo, para que ame solamente a aquello que es santo. Fortaléceme, Espíritu Santo, para defender todo lo que es santo. Guárdame, Espíritu Santo, para que yo siempre sea santo.

(http://www.ewtn.com/spanish/prayers/el_espíritu_santo.htm#Meditación)