21 marzo, 2017

Filemón y Donino


 
 


¡Oh!, Filemón y Donino, santos, vosotros, sois los hijos
del Dios de la vida y sus amados santos, que, perseguidos
por razón de vuestra fe. Y, siempre, en Dios confiando,
recorristeis Italia, y, manifestasteis las alegrías
que el Resucitado, os dio, en vuestro interior mundo.
Jamás nunca, os contentasteis en quedaros encerrados e
inmóviles en vosotros mismos y decidisteis el Evangelio,
predicar y bautizar a los que encontrabais en vuestro
andar. Vuestra palabra, ardorosa era, tanto que, hasta
las montañas conmoverse parecían, pero más, los infieles
y paganos que hasta las lágrimas lo hacían. Y, resultó
que los impíos, de pronto, celos sintieron porque sus
paganos templos vacíos estaban y, todo por vuestra
“feliz culpa”, ya que, los vuestros, de fieles llenos
y siempre alabando a Cristo Jesús permanecían. Entonces,
la envidia sus corazones horadó y, prometiendo “el oro
y el moro” a sus disidentes, lograr quisieron que, de
Cristo rengasen, cosa por cierto, que jamás lograron, y,
por ello, os cortaron vuestras cabezas, volando, así,
vuestras almas al cielo, para coronas de luz recibir
como justo premio a vuestras entregas de amor y fe;
¡oh!, Santos Filemón y Donino; “viva fidelidad a Cristo”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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21 de Marzo San Filemón y Donino de Roma. Mártires

Este joven con su amigo Donino, en tiempos de la duras y temibles persecuciones, confiando más en Dios que en ellos mismos, se dedicaron a recorrer Italia.
¿Qué buscaban?
Sencillamente, manifestar a todo el mundo la alegría que les daba el Resucitado en su mundo interior. No podían quedarse encerrados en sí mismos -lo más fácil– sino que tenían que vivir la solidaridad de su fe.
Iban predicando el Evangelio y bautizando a los infieles que se encontraban en su camino, previa preparación, claro está.
Dicen sus biógrafos que su palabra era tan ardiente que conmovían a las masas de paganos e infieles. Las dificultades no tardaron en aparecer. Provenían principalmente de los seguidores de los cultos a los ídolos.
No aguantaban que dos jóvenes dejaran los templos paganos vacíos mientras que sus reuniones para celebrar la Palabra de Dios, se llenaran de fieles en Cristo Jesús.
Los arrestaron y enviaron al gobernador. Este, para ganárselos, le prometió el oro y el moro con tal de que renegasen de Cristo.
Visto con halagos no conseguía sus propósitos, los enviaron a la cárcel en la cual les dieron tremendos tormentos. Y cansado de su fama, mandó que les cortasen la cabeza tal día como hoy. Sus vidas se crearon en las “Passio” o teatro para dar a conocer su vida. No hay fundamento histórico.

(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=8748)

20 marzo, 2017

San José, Casto Esposo de la Virgen María







¡Oh!, San José:
Dios en la luz de los tiempos, y
Mucho antes de que el mundo fuera hecho
Os pensó para convertiros por siempre,
En el terreno padre de Jesús, Su Amadísimo Hijo
Y, según San Mateo y San Marcos
Erais vos, un “tekton”: Un carpintero y
Nuestro Señor Jesús fue llamado “Hijo de José”,
“El carpintero”. Y, vos, lo adoptasteis amorosamente y
Jesús se os sometió como un buen hijo ante su padre
¡Maestro del amor!
¡Maestro del silencio!
¡Oh! San José, “vivo amor del Padre”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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En el Plan Reconciliador de Dios, San José tuvo un papel esencial: Dios le encomendó la gran responsabilidad y privilegio de ser el padre adoptivo del Niño Jesús y de ser esposo virginal de la Virgen María. San José, el santo custodio de la Sagrada Familia, es el santo que más cerca está de Jesús y de la Santísima de la Virgen María.

San Mateo (1,16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas (3,23), su padre era Helí. Probablemente nació en Belén, la ciudad de David del que era descendiente. Al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret.

Según San Mateo 13,55 y Marcos 6,3, San José era un “tekton”. La palabra significa en particular que era carpintero o albañil. San Justino lo confirma, y la tradición ha aceptado esta interpretación.
Nuestro Señor Jesús fue llamado “Hijo de José”, “el carpintero” (Jn 1,45; 6,42; Lc 4,22).

Como sabemos no era el padre natural de Jesús, quién fue engendrado en el vientre virginal de la Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios, pero José lo adoptó amorosamente y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!

(https://www.aciprensa.com/recursos/san-jose-casto-esposo-de-la-virgen-maria-4355/)

19 marzo, 2017

Domingo III (A) de Cuaresma

Día litúrgico: Domingo III (A) de Cuaresma



Texto del Evangelio (Jn 4,5-42): Jesús llega a una ciudad de Samaria llamada Sicar (…). Estaba sentado junto al pozo. Llega una mujer a sacar agua…

Hoy no estamos ante una parábola, sino ante un encuentro “fortuito”: Jesucristo y la samaritana. Los judíos no hablaban con los samaritanos, los maestros no hablaban con mujeres: Jesús habla con todos. Y con esa mujer lo hace con paciencia y delicadeza. Poco a poco, lo que fue “fortuito” al inicio se transforma en conversión y adhesión a la voluntad de Dios.

—«’Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed’. El le dice: ‘Vete, llama a tu marido y vuelve acá’». Dios espera nuestra conversión para calmar nuestra “sed”.

(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-03-19)

18 marzo, 2017

San Cirilo de Jerusalén

 

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¡Oh!; San Cirilo de Jerusalén; vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo. Aunque la vida, por destierro
tuvisteis, a nuestra Iglesia, defenderla supisteis de cuanto
hereje e impío se os cruzó por el camino. Hereje, os llamaban
pero, San Hilario, el defensor del dogma de la Santísima
Trinidad, os tuvo como amigo, y San Atanasio, el defensor
de la divinidad de Jesucristo, os profesaba una especial
amistad. No en vano, el Concilio de Constantinopla, os llamó
“valiente luchador para defender a la Iglesia de los herejes
que niegan las verdades de nuestra religión”. En “Catequesis”,
vuestros sermones, la penitencia, el pecado, el bautismo y
el Credo, los disteis a conocer en reflexiones sencillas y
profundas. Nuestra Santa Eucaristía, amasteis en la que vos,
la certeza de la real y verdadera presencia de Jesucristo
teníais. “Hagan de su mano izquierda como un trono en el que
se apoya la mano derecha que va a recibir al Rey Celestial.
Cuidando: que no se caigan pedacitos de hostia. Así como no
dejaríamos caer al suelo pedacitos de oro, sino que los
llevamos con gran cuidado, hagamos lo mismo con los pedacitos
de Hostia Consagrada”. Así, recomendabais el recibo del Cuerpo
de Cristo. Al volver de vuestro último destierro de once años,
encontrasteis a Jerusalén llena de vicio, desorden y división.
Así, con todo, os dedicasteis con fuerza, a que las gentes
volviesen al fervor y a la paz, y a hacer de que, las que se
habían alejado de la Iglesia, volviesen a ella. Maravillosa y
fecunda fue vuestra obra. Y, así, y luego de haber gastado
vuestra santa vida, en buena lid, voló vuestra alma al cielo,
para coronada ser de luz, como justo premio a vuestro amor;
¡oh!; San Cirilo, “vivo defensor de la Iglesia de Cristo”
.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de Marzo
San Cirilo de Jerusalén
Doctor de la Iglesia
Año 386


San Cirilo nació cerca de Jerusalem y fue Arzobispo de esa ciudad durante 30 años, de los cuales estuvo 16 años en destierro. 5 veces fue desterrado: tres por los de extrema izquierda y dos por los de extrema derecha.
Era un hombre suave de carácter, enemigo de andar discutiendo, que deseaba más instruir que polemizar, y trataba de permanecer neutral en las discusiones. Pero por eso mismo una vez lo desterraban los de un partido y otra vez los del otro.
Aunque los de cada partido extremista lo llamaban hereje, sin embargo San Hilario (el defensor del dogma de la Santísima Trinidad) lo tuvo siempre como amigo, y San Atanasio (el defensor de la divinidad de Jesucristo) le profesaba una sincera amistad, y el Concilio general de Constantinopla, en el año 381, lo llama “valiente luchador para defender a la Iglesia de los herejes que niegan las verdades de nuestra religión”.
Una de las acusaciones que le hicieron los enemigos fue el haber vendido varias posesiones de la Iglesia de Jerusalem para ayudar a los pobres en épocas de grandes hambres y miserias. Pero esto mismo hicieron muchos obispos en diversas épocas, con tal de remediar las graves necesidades de los pobres.
El emperador Juliano, el apóstata, se propuso reconstruir el templo de Jerusalem para demostrar que lo que Jesús había anunciado en el evangelio ya no se cumplía. San Cirilo anunció mientras preparaban las grandes cantidades de materiales para esa reconstrucción, que aquella obra fracasaría estrepitosamente. Y así sucedió y el templo no se reconstruyó.
San Cirilo de Jerusalem se ha hecho célebre y ha merecido el título de Doctor de la Iglesia, por unos escritos suyos muy importantes que se llaman “Catequesis”. Son 18 sermones pronunciados en Jerusalem, y en ellos habla de la penitencia, del pecado, del bautismo, y del Credo, explicándolo frase por frase. Allí instruye a los recién bautizados acerca de las verdades de la fe y habla bellísimamente de la Eucaristía.
En sus escritos insiste fuertemente en que Jesucristo sí esta presente en la Santa Hostia de la Eucaristía. A los que reciben la comunión en la mano les aconseja: “Hagan de su mano izquierda como un trono en el que se apoya la mano derecha que va a recibir al Rey Celestial. Cuidando: que no se caigan pedacitos de hostia. Así como no dejaríamos caer al suelo pedacitos de oro, sino que los llevamos con gran cuidado, hagamos lo mismo con los pedacitos de Hostia Consagrada”.
Al volver de su último destierro que duró 11 años, encontró a Jerusalem llena de vicios y desórdenes y divisiones y se dedicó con todas sus fuerzas a volver a las gentes al fervor y a la paz, y a obtener que los que se habían pasado a las herejías volvieran otra vez a la Santa Iglesia Católica.
A los 72 años murió en Jerusalén en el año 386. En 1882 el Sumo Pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Cirilo_de_Jerusalén.htm)

17 marzo, 2017

San Patricio de Irlanda


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¡Oh!; San Patricio, vos, sois el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo, que luego de haber sido obligado a ser pastor
de ovejas vuestra libertad recuperasteis, y os abrazasteis
a la cruz de Cristo, para, esta vez, “pastor” de hombres ser.
Nombrado obispo de toda Irlanda, desplegasteis vuestras dotes
de evangelizador convirtiendo a vuestro pueblo. El monte
de Crochan Aigli, sabe mucho de vos y allí escribisteis: “oraba
de continuo durante las horas del día y fue así como el amor
de Dios y el temor ante su grandeza, crecieron más dentro
de mí, al tiempo que se afirmaba mi fe y mi espíritu se
conmovía y se inquietaba, de suerte que e sentía impulsado a
hacer hasta cien oraciones en el día y por la noche otras
tantas. Con este fin, permanecía solo en los bosques y en las
montañas. Y si acaso me quedaba dormido, desde antes de que
despuntara el alba me despertaba para orar, en tiempos de
neviscas y de heladas, de niebla y de lluvias. Por entonces
estaba contento, porque lejos de sentir en mi la tibieza que
ahora suele embargarme, el espíritu hervía en mi interior”.
Sencillamente explicabais la Santísima Trinidad, para ello
usabais la hoja del trébol, diciéndoles que, así como esas
tres hojitas forman una sola hoja, así, son las tres personas
divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Os, oponían a vos,
los druidas, con sus paganos dioses, de un lado y del otro,
los herejes pelagianos. Vos, para defenderos, escribisteis
“Confessio”, la “Lorica” y “Carta a Coroticusy”. Y, con ellos,
los vencisteis. Dios, os libró de la muerte todas las veces,
que vuestros enemigos trataron de mataros. Por vuestra
santidad, sencillez al evangelizar y por el don de hacer
milagros, victorias, sobre vuestros oponentes paganos y
hechiceros lograsteis. Vuestra tarea, fue la de convertir
al cristianismo en treinta años de apostolado a “toda
Irlanda”. En “Confesiones”, escribisteis: A diario estoy
a la espera de una muerte violenta, de ser robado, de que
me secuestren para servir como esclavo, o de cualquier
otra calamidad semejante”. Y, agregasteis más adelante:
“Me he puesto en manos del Dios de misericordia, del
Todopoderoso Señor que gobierna toda cosa y, como dijo
el profeta: “Deja tus cuidados con el Señor y El proveerá
la manera de aliviarlos”. Cerca ya a la muerte, subisteis a
una montaña a rezar y hacer ayuno y desde aquella colina,
bendijisteis a todo Irlanda, y, orando por todos, visteis
el fruto de vuestros trabajos. Y, más tarde vuestra alma
voló, al cielo para coronada ser con corona de luz, como
justo premio a vuestra extraordinaria entrega de amor y fe;
¡Oh!; San Patricio, “vivo Apóstol de Irlanda en Cristo Jesús”.



 © 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Marzo 17
San Patricio
Obispo y Patrón de Irlanda



Nacido en Gran Bretaña (Bennhaven Taberniae (pueblecito de Escocia que hoy no se encuentra en los mapas) hacia el 385, muy joven fue llevado cautivo a Irlanda, y obligado a guardar ovejas. Recobrada la libertad, abrazó el estado clerical y fue consagrado obispo Irlanda, desplegando extraordinarias dotes de evangelizador, y convirtiendo a la fe a numerosas gentes, entre las que organizó la Iglesia. Murió el año 461, en Down, llamado en su honor Downpatrik (Irlanda).

No se conoce con exactitud los datos cronológicos del Apóstol de Irlanda. Por lo que el santo dice de si mismo, se supone que era de origen romano-bretón. Su padre Calpurnio era diácono y oficial del ejercito romano; su madre era familia de San Martín de Tours; su abuelo había sido sacerdote ya que en aquellos tiempos no se había impuesto aún la ley del celibato sacerdotal en todo el occidente.

Se afirma que fue alrededor del año 403, a la edad de 16 años, que cayó prisionero de piratas junto con otros jóvenes para ser vendido como esclavo a un pagano del norte de Irlanda llamado Milcho. Lo sirvió cuidando ovejas. Trató de huir varias veces sin éxito.

La Divina Providencia aprovechó este tiempo de esclavitud, de rudo trabajo y sufrimiento, para espiritualizarlo, preparándolo para el futuro, ya que el mismo dijo que hasta entonces “aún no conocía al verdadero Dios“, queriendo decir que había vivido indiferente a los consejos y advertencias de la Iglesia.
Se cree que el lugar de su cautiverio fue en las costas de Mayo, al borde del bosque de Fochlad (o Foclut). De ser así, el monte de Crochan Aigli, que fue escenario del famoso ayuno de San Patricio, también fue el lugar donde vivió los tristes años de su juventud.

Lo mas importante es que para entonces, como el lo dice: “oraba de continuo durante las horas del día y fue así como el amor de Dios y el temor ante su grandeza, crecieron mas dentro de mí, al tiempo que se afirmaba mi fe y mi espíritu se conmovía y se inquietaba, de suerte que me sentía impulsado a hacer hasta cien oraciones en el día y, por la noche otras tantas. Con este fin, permanecía solo en los bosques y en las montañas. Y si acaso me quedaba dormido, desde antes de que despuntara el alba me despertaba para orar, en tiempos de neviscas y de heladas, de niebla y de lluvias. Por entonces estaba contento, porque lejos de sentir en mi la tibieza que ahora suele embargarme, el espíritu hervía en mi interior”.

Después de seis años en tierra de Irlanda y de haber rezado mucho a Dios para que le iluminara sobre su futuro, una noche soñó que una voz le mandaba salir huyendo y llegar hasta el mar, donde un barco lo iba a recibir. Huyendo, caminó mas de 300 kilómetros para llegar a la costa. Encontró el barco, pero el capitán se negaba rotundamente a transportarlo. Sus reiteradas peticiones para que le dejasen viajar gratis fueron siempre rechazadas, hasta que al fin, después de mucho orar con fervor, el capitán accedió a llevarlo hasta Francia. La travesía fue aventurada y peligrosa. Después de tres días de tormenta en el mar, tocaron tierra en un lugar deshabitado de la costa, caminaron un mes sin encontrar a nadie y hasta las provisiones se agotaron.

Patricio narra esa aventura diciendo: “llegó el día en que el capitán de la nave, angustiado por nuestra situación, me instaba a pedir el auxilio del cielo. ’¿Cómo es que nos sucede esto, cristiano? Dijiste que tu Dios era grande y todopoderoso, ¿por qué entonces no le diriges una plegaria por nosotros, que estamos amenazados de morir por hambre? Tal vez no volvamos a ver a un ser humano…’ A aquellas súplicas yo respondí francamente: ’Poned toda vuestra confianza y volved vuestros corazones al Señor mi Dios, para quien nada es imposible, a fin de que en este día os envíe vuestro alimento en abundancia y también para los siguientes del viaje, hasta que estéis satisfechos puesto que El tiene de sobra en todas partes’. Fue entonces cuando vimos cruzar por el camino una piara de cerdos; mis compañeros los persiguieron y mataron a muchos. Ahí nos quedamos dos noches y, cuando todos estuvieron bien satisfechos y hasta los perros que aún sobrevivían, quedaron hartos, reanudamos la caminata. Después de aquella comilona todos mostraban su agradecimiento a Dios y yo me convertí en un ser muy honorable a sus ojos. Desde aquel día tuvimos alimento en abundancia.”

Finalmente llegaron a lugar habitado y así Patricio quedó a salvo a la edad de veintidós o veintitrés años y volvió a su casa. Con el tiempo, durante las vigilias de Patricio en los campos, se reanudaron las visiones y, a menudo, oía “las voces de los que moran mas allá del bosque Foclut, mas allá del mar del oeste y así gritaban todas al mismo tiempo, como si salieran de una sola boca, estas palabras: ’Clamamos a ti, Ho joven lleno de virtudes, para que vengas entre nosotros nuevamente’ “. “Eternas gracias deben dársele a Dios, agrega, porque al cabo de algunos años el Señor les concedió aquello por lo que clamaban”.

No hay ninguna certeza respecto al orden de los acontecimientos que se produjeron desde entonces.
Los primeros biógrafos del santo dicen que Patricio pasó varios años en Francia antes de realizar su trabajo de evangelización en Irlanda. Existen pruebas firmes de que pasó unos tres años en la isla de Lérins, frente a Canes, y después se radicó en Auxerre durante quince años mas. También hay sólidas evidencias de que tenía buenas relaciones personales con el obispo San Germán de Auxerre. Durante este tiempo le ordenaron sacerdote.

Algunos historiadores sostienen, que en esa época hizo un viaje a Roma y que, el Papa Celestino I fue quien le envió a Irlanda con una misión especial, ya que su primer enviado Paladio nunca logró cumplir porque a los doce meses de haber partido murió en el norte de Britania. Para realizar esa misión encomendada por el Pontífice, San Germán de Auxerre consagró obispo a Patricio.

Puesto que dependemos de datos confusos, legendarios y muchas veces contradictorios, de sus primeros biógrafos, es materialmente imposible obtener detalles del heroico trabajo en las tierras donde había estado cautivo. La tradición afirma que trabajó en el norte, en la región de Slemish, que dicen fue la misma donde Patricio cuidaba el ganado y oraba a Dios cuando era un joven esclavo. Una anécdota que antiguamente la tenían por auténtica en Irlanda relata que cuando el amo se enteró del regreso de Patricio convertido en venerado predicador, se puso tan furioso que prendió fuego a su propia casa, pereciendo en medio de las llamas.

Se afirma que, a su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saúl y que con la energía que lo caracterizaba se propuso la tarea de conquistar el favor del “Gran Rey” Laoghaire, que vivía con su corte en Tara, de la región de Meath.

Utilizaba un lenguaje sencillo al evangelizar. Por ejemplo, para explicarles acerca de la Santísima Trinidad, les presentaba la hoja del trébol, diciéndoles que así como esas tres hojitas forman una sola verdadera hoja, así las tres personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, forman un solo Dios verdadero. Todos lo escuchaban con gusto, porque el pueblo lo que deseaba era entender.

San Patricio y sus enemigos

Sus acérrimos opositores fueron los druidas, representantes de los dioses paganos. También sufrió mucho a manos de los herejes pelagianos, que para arruinar su obra recurrieron inclusive a la calumnia. Para defenderse, Patricio escribió su Confessio. Por fortuna poseemos una colección bastante nutrida de esos escritos, que nos muestra algo de el mismo, como sentía y actuaba.

Circulaba entre los paganos un extraño vaticinio, una profecía, respecto al santo, que Muirchu, su historiador nos transmite textualmente así: “Cabeza de azuela (referencia a la forma aplanada de la cabeza tonsurada) vendrá con sus seguidores de cabezas chatas, y su casa (casulla o casuela, es decir casa pequeña) tendrá un agujero para que saque su cabeza. Desde su mesa clamará contra la impiedad hacia el oriente de su casa. Y todos sus familiares responderán, Amén, Amén”. Los augurios agregaban esto todavía: “Por lo tanto, cuando sucedan todas estas cosas, nuestro reino, que es un reinado de idolatría, se derrumbará”.

En la evangelización, San Patricio puso mucha atención en la conversión de los jefes, aunque parece ser que el mismo rey Laoghaire no se convirtió al cristianismo, pero si, varios miembros de su familia. Consiguió el amparo de muchos jefes poderosos, en medio de muchas dificultades y constantes peligros, incluso el riesgo de perder la vida (mas de cinco veces) en su trato con aquellos bárbaros. Pero se notaba que había una intervención milagrosa de Dios que lo libraba de la muerte todas las veces que los enemigos de la religión trataban de matarlo. En un incidente que ocurrió en misión, su cochero Odhran, quizás por algún presentimiento, insistió en reemplazar al santo en el manejo de los caballos que tiraban del coche, por consiguiente fue Odhram quien recibió el golpe mortal de una lanza que estaba destinada a quitarle la vida a San Patricio.

No obstante los contratiempos, el trabajo de la evangelización de Irlanda, siguió firme. En varios sitios de Irlanda, construyó abadías, que después llegaron a ser famosas y alrededor de ellas nacieron las futuras ciudades. En Leitrim, al norte de Tara, derribó al ídolo de Crom Cruach y fue uno de los lugares donde edificó una de las iglesias cristianas. En la región de Connaught, realizó cosas notables. En la población de Tirechan se conservó para la posteridad la historia de la conversión de Ethne y Fedelm, hijas del rey Laoghaire. También existen las narraciones de las heroicas predicaciones de San Patricio en Ulster, en Leinster y en Munster.

Por su santidad, manifiesta en su carácter su lenguaje sencillo al evangelizar y por el don de hacer milagros, San Patricio logró muchas victorias sobre sus oponentes paganos y hechiceros. Ese triunfo le sirvió para que los pobladores de Irlanda se abrieran a la predicación del cristianismo. De hecho hacen referencias en los textos del Senchus Mor (el antiguo código de las leyes irlandesas) a cierto acuerdo concertado en Tara entre los paganos y el santo y su discípulo San Benigno (Benen).

Dicen esos libros que “Patricio convocó a los hombres del Erin para que se reunieran todos en un sitio a fin de conferenciar con él. Cuando estuvieron reunidos, se les predicó el Evangelio de Cristo para que todos lo escucharan. Y sucedió que, en cuanto los hombres del Erin escucharon el Evangelio y conocieron como este daba frutos en el gran poder de Patricio demostrado desde su arribo y al ver al rey Laoghaire y a sus druidas asombrados por las grandes maravillas y los milagros que obraba, todos se inclinaron para mostrar su obediencia a la voluntad de Dios y a Patricio”.

Hay muchas fantasías sobre las confrontaciones de San Patricio con los magos druidas pero también hay relatos que tienen un trasfondo sin duda histórico. Dicen que un Sábado Santo, cuando nuestro santo encendió el fuego pascual, se lanzaron con toda su furia a apagarlo, pero por más que trataron no lo lograron. Entonces uno de ellos exclamó: “El fuego de la religión que Patricio ha encendido, se extenderá por toda la isla”. Y se alejaron. La frase del mago se ha cumplido; la religión católica se extendió de tal manera por toda Irlanda, que hoy sigue siendo un país católico, iluminado por la luz de la religión de Cristo, y que a su vez a dado muchos misioneros a la Iglesia.

El Sínodo

Hay muchas y buenas razones para creer que San Patricio convocó a un sínodo, seguramente en Armagh, no se mencionó el sitio. Muchos de los decretos emitidos en aquella asamblea, han llegado hasta nosotros tal como fueron redactados, aunque no cabe dudas que a varios de ellos se le hicieron añadiduras y enmiendas.
En esa época San Patricio era ya un anciano con la salud quebrantada por el desgaste físico de sus austeridades y de sus treinta años de viajes de evangelización. Probablemente el sínodo haya tenido lugar cuando los días del santo ya estaban contados

Vida de Santidad

Solo llegaremos a comprender el hondo sentimiento humano que tenía el santo y el profundo amor a Dios que lo animaba, si estudiamos detenidamente sus escritos contenidos en las “Confesiones“, la Lorica y la carta a Coroticus de San Patricio. Conoceremos el secreto de la extraordinaria impresión que causaba a los que lo conocían personalmente. Patricio era un hombre muy sencillo, con un gran espíritu de humildad. Decía que su trabajo misionero era la simple actuación de un mandamiento divino y que su aversión contra los pelagianos se debía al absoluto valor teológico que él atribuía a la gracia.

Era profundamente afectuoso, por lo que vemos en sus escritos referirse tantas veces al inmenso dolor que le produjo separarse de su familia de sangre y de su casa, a la que le unía un gran cariño. Era muy sensible, le hacía sufrir mucho que digan que trabajaba en la misión que había emprendido para buscar provecho propio, por eso insistía tanto en el desinterés que lo animaban a seguir trabajando.

De sus Confesiones: “Incontables dones me fueron concedidos con el llanto y con las lágrimas. Contrarié a mis gentes y también, contra mi voluntad, a no pocos de mis mayores; pero como Dios era mi guía, yo no consentí en ceder ante ellos de ninguna manera. No fue por mérito propio, sino porque Dios me había conquistado y reinaba en mí. Fue El quien se resistió a los ruegos de los que me amaban, de suerte que me aparté de ellos para morar entre los paganos de Irlanda, a fin de predicarles el Evangelio y soportar una cantidad grande de insultos por parte de los incrédulos, que me hacían continuos reproches y que aun desataban persecuciones contra mí, en tanto que yo sacrificaba mi libertad en su provecho. Pero si acaso se me considera digno, estoy pronto a dar hasta mi vida en nombre de Dios, sin vacilaciones y con gozo. Es mi vida la que me propongo pasar aquí hasta que se extinga, si el Señor me concede esa gracia”.

La santidad da frutos

El buen éxito de la misión de San Patricio se debe ante todo a su fe por la que se disponía a cualquier sacrificio y a la inteligente organización que supo crear en esa isla, carente de ciudades y dividida en muchas tribus o clanes, dirigidos por un jefe independiente cada una. El supo adaptarse a las condiciones sociales del lugar, formando un clero local, consagró obispos y sacerdotes y fundo monasterios y pequeñas comunidades cristianas dentro del mismo clan, sin rechazar usos ni costumbres tradicionales. Tuvo la feliz idea de que el obispo de cada región fuera al mismo tiempo el Abad o superior del monasterio más importante del lugar, así cada obispo era un fervoroso religioso y tenía la ayuda de sus monjes para enseñar la religión al pueblo. Las vocaciones que consiguió para el sacerdocio y la vida religiosa fueron muchísimas.
La obra de evangelización pudo progresar rápidamente gracias también a que San Patricio atrajo muchos discípulos fieles, como Benigno quién estaba destinado a sucederle. Siempre fue muy fiel a la Iglesia y, a pesar de la distancia, el santo se mantenía en contacto con Roma. En el año 444 se fundó la iglesia catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, dato que está asentado en los “Anales de Ulster”. Es probable que no haya pasado mucho tiempo antes que Armagh se convirtiera en un gran centro de educación y administración.

San Patricio, en el transcurso de 30 años de apostolado, convirtió al cristianismo a “toda Irlanda“. El propio santo alude, mas de una vez, a las “multitudes”, a los “muchos miles” que bautizó y confirmó. “Ahí”, dice San Patricio, “donde jamás se había tenido conocimiento de Dios; allá, en Irlanda, donde se adoraba a los ídolos y se cometían toda suerte de abominaciones, ¿cómo ha sido posible formar un pueblo del Señor, donde las gentes puedan llamarse hijos de Dios? Ahí se ha visto que hijos e hijas de los reyezuelos escoceses, se transformen en monjes y en vírgenes de Cristo”. Sin embargo, como es lógico pensar, el paganismo y el vicio no habían desaparecido por completo.

En las “Confesiones”, que fueron escritas hacia el fin de su vida, dice el santo: “A diario estoy a la espera de una muerte violenta, de ser robado, de que me secuestren para servir como esclavo, o de cualquier otra calamidad semejante”. Pero más adelante agrega: “Me he puesto en manos del Dios de misericordia, del Todopoderoso Señor que gobierna toda cosa y, como dijo el profeta: “Deja tus cuidados con el Señor y El proveerá la manera de aliviarlos“. En esta confianza estaba, sin duda su incansable valor y la firme decisión de San Patricio a lo largo de su heroica carrera. Su fortaleza de no permitir a los enemigos del catolicismo que propagaran por allí sus herejías, fue una de las razones para que Irlanda se haya conservado tan católica.

La obra del incansable misionero dio muchos frutos con el tiempo: Lo vemos en el maravilloso florecimiento de santos irlandeses. Logró reformar las leyes civiles de Irlanda, consiguió que la legislación fuera hecha de acuerdo con los principios católicos, lo cual ha contribuido a que esa nación se haya conservado firme en la fe por mas de 15 siglos, a pesar de todas las persecuciones.

Según un cronista de Britania, Nennius, San Patricio subió a una montaña a rezar y hacer ayuno y “desde aquella colina, Patricio bendijo al pueblo de Irlanda y, el objeto que perseguía al subir a la cima, era el de orar por todos y el de ver el fruto de sus trabajos…Después, en edad bien avanzada, fue a recoger su recompensa y a gozar de ella eternamente. Amén”. Patricio murió y fue sepultado en el año 461, en Saúl, región de Stragford Lough, donde había edificado su primera iglesia.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Patricio.htm)


16 marzo, 2017

Heriberto de Colonia




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¡Oh!; San Heriberto vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado santo y obispo, que, al clero y pueblo iluminasteis
con vuestro ejemplo, tanto en la prédica, como en la obra,
aunque elegido a la fuerza fuisteis. A vuestro nombre,
que significa “temido en la batalla”, honor le hicisteis,
no por serlo en la pelea con el hierro y la pólvora, sino,
en las “batallas por la justicia y la verdad”. Ordenado
sacerdote y luego canciller los mantuvisteis con ejemplo y
dignidad. A reyes y cortes, a propios y extraños les
brindasteis consejo y asesoría todo el tiempo. No por nada,
vuestra investidura y palio los recibisteis de San Silvestre
Papa, cosa que dice mucho de aquella acción. Además, un
monasterio benedictino y la Iglesia de Deuzt fundasteis
como gratitud al Dios eterno Vivo y verdadero. Y, así,
pasado el tiempo, y luego de algunas escaramuzas, que,
el maligno puso en vuestro camino y luego de que vos, os
condujeras por este mundo, entre páramos de justicia y
de verdad; vuestra alma, voló al cielo para corona de luz
recibir, como justo premio a vuestra entrega de amor y fe;
¡oh!; San Heriberto, “vivo amante de la justicia y la verdad”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de Marzo
San Heriberto de Colonia
Obispo

Martirologio Romano: En Colonia, en Alemania, san Heriberto, obispo, que, siendo canciller del emperador Otón III, fue elegido a la fuerza para la sede episcopal, desde donde iluminó constantemente al clero y al pueblo con el ejemplo de sus virtudes, que también recomendaba en la predicación (1021).

Etimológicamente: Heriberto = Aquel que es temido en la batalla, es de origen germánico.
Nació en Worms, en el año 970, murió el 16 de Marzo de 1021 en Colonia. Fue arzobispo de Colonia, canciller del emperador Otón III y fundador de la abadía de Deutz.

Heriberto era hijo del duque Hugo de Worms. Tras estudiar en la escuela de la catedral de Worms, su ciudad natal, pasó algún tiempo en el monasterio benedictino de Gorza, situado en el ducado de Lorena.
Después de este periodo fue nombrado rector de la catedral de Worms. En 994 fue ordenado sacerdote. Ese mismo año el rey Otón III le nombró canciller para Italia y cuatro años más tarde, también para Alemania, cargo que mantuvo hasta la muerte del emperador en 23 de enero de 1002.

Como canciller, Heriberto se convirtió en el consejero más importante de Otón III, a quien acompañó a Roma en 996 y 997. Todavía estaba en Italia cuando en 999 fue elegido arzobispo de Colonia.

Recibió la investidura eclesiástica y el palio de parte del papa Silvestre II el 9 de julio de 999 en la ciudad italiana de Benevento, siendo consagrado en la Catedral de Colonia en día de Navidad de ese mismo año.

El año 1002 estuvo presente en el lecho de muerte del emperador en Paterno. Cuando regresaba a Alemania con los restos del emperador y la insignia imperial, fue hecho prisionero por un tiempo por el futuro rey Enrique II, a cuya candidatura Heriberto se había opuesto inicialmente.

Tan pronto como Enrique fue elegido nuevo rey, el 7 de junio de 1002, cambió de postura para pasar a reconocer al nuevo rey y servirlo fielmente, acompañándolo a Roma en 1004 y mediando entre el monarca y la Casa de Luxemburgo entre otras obras.

Sin embargo Heriberto nunca se ganó la total confianza de Enrique II hasta el año 1021, cuando el rey reconoció su error y pidió perdón al arzobispo, el mismo año de la muerte del santo.

Heriberto fundó el monasterio benedictino y la iglesia de Deutz, al que hizo generosos donativos y donde se encuentra su tumba. Heriberto fue considerado santo ya en vida.

El papa Gregorio VII lo canonizó entre 1073 y 1075. Su fiesta se celebra el mismo día de su fallecimiento, el 16 de marzo

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

15 marzo, 2017

Santa Luisa de Marillac



 Resultado de imagen para Santa Luisa de Marillac


¡Oh!; Santa Luisa de Marillac, vos, sois la hija
del Dios de la vida, su amada santa, y que, desde
pequeña sentisteis deseos de haceros religiosa,
pero, admitida no fuisteis. Un sacerdote os dijo:
“Probablemente, Nuestro Señor te ha destinado a
formar un hogar”. Y no se equivocó. Vuestros
biógrafos escribieron de vos así: “Luisa fue un
modelo de esposa. Con su bondad y amabilidad logró
transformar a su esposo que era duro y violento, y
hasta obtuvo que en su casa todos rezaran en común
las oraciones de cada día”. Al viuda quedar, dijisteis:
“Ya he servido bastante tiempo al mundo, ahora me
dedicaré totalmente a servir a Dios”. Pero, vos,
no cometisteis ningún mortal pecado en toda vuestra
vida y San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl,
así lo confirman. Con el segundo, trabajasteis
por treinta años, siendo vos, su fiel discípula y
servidora. “Vaya en nombre del Señor. Que Dios la
acompañe. Que El sea su fuerza en el trabajo y su
consuelo en las dificultades”. Os, dijo él. A los
enfermos visitabais, instruías a los ignorantes y
repartíais ayuda a los pobres con entusiasmo, bondad
y alegría. Undía, votos de pobreza, castidad y
obediencia hicisteis con cuatro amigas, naciendo
así, la famosa comunidad femenina de las “Hermanas
Vicentinas, Hijas de la Caridad”. Y, San Vicente, os
hizo este reglamento: “Por monasterio tendrán las
casas de los enfermos. Por habitación una pieza
arrendada. Por claustro tendrán las calles donde
hay pobres que socorrer. Su límite de acción será
la obediencia. Puerta y muro de defensa será el
temor de ofender a Dios. El velo protector será la
modestia o castidad”. Y, así, reunísteis a mendigos
y los pusisteis a trabajar. Las mujeres hilaban y
cosían, los hombres hacían manualidades, hasta lograr
convertirse en personas útiles, pues la alegría, el
trabajo y Dios, reinaban en aquél asilo. Los enfermos
mentales, recibían de vos, mucho amor, alimentación
y medicinas adecuadas, logrando su recuperación.
San Vicente, no pudo asistiros en la hora de la
muerte, pues él, enfermo se hallaba, pero, os envió
una nota que decía así: “Usted se va adelante hacia
la eternidad. Pero yo la seguiré muy pronto, y nos
volveremos a ver en el cielo”. Y así sucedió. Y,
voló vuestra alma al cielo, para coronada ser con
corona de luz como premio a vuestra entrega de amor.
Patrona de los asistentes sociales de la tierra;
¡oh!; Santa Luisa de Marillac, “vivo amor de Cristo”
.

© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de Marzo
Santa Luisa de Marillac
Fundadora de las Hermanas Vicentinas
(año 1660)



Nació en Francia el 12 de Agosto de 1591. Huérfana a los 14 años, sintió un fuerte deseo de hacerse religiosa, pero por su delicada salud, y su débil constitución no fue admitida. Un sacerdote le dijo: “Probablemente, Nuestro Señor te ha destinado a formar un hogar”. Se casó entonces con Antonio Le Grass, secretario de la reina de Francia, María de Médicis.

Dicen sus biógrafos: “Luisa fue un modelo de esposa. Con su bondad y amabilidad logró transformar a su esposo que era duro y violento, y hasta obtuvo que en su casa todos rezaran en común las oraciones de cada día”.

Dios le concedió un hijo, al cuál amó de tal manera que San Vicente le escribió diciéndole: “Jamás he visto una madre tan madre como usted”.

Y en otra carta le dice el santo: “Que felicidad nos debe traer el pensar que somos hijos de Dios. Pues Nuestro Señor nos ama con afecto muchísimo más grande que el que Usted le tiene a su hijo. Y eso que yo no he visto en ninguna otra madre un amor tan grande por el propio hijo, como el que Usted tiene hacia el suyo”.

A los 34 años queda viuda y entonces decide hacerse religiosa. “Ya he servido bastante tiempo al mundo, ahora me dedicaré totalmente a servir a Dios”. Claro está que en la vida “mundana” que había tenido se había comportado tan sumamente bien que los que la conocieron están de acuerdo en afirmar que lo más probable es que ella no cometió ni siquiera un solo pecado mortal en toda su vida.

Esta santa mujer tuvo la dicha inmensa de tener como directores espirituales a dos santos muy famosos y extraordinariamente guías de almas: San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl. Con San Francisco de Sales tuvo frecuentes conversaciones espirituales en París en 1618 (tres años antes de la muerte del santo) y con San Vicente de Paúl trabajó por treinta años, siendo su más fiel y perfecta discípula y servidora.

San Vicente de Paúl había fundado grupos de mujeres que se dedicaban a ayudar a los pobres, atender a los enfermos e instruir a los ignorantes. Estos grupos de caridad existían en los numerosos sitios en donde San Vicente había predicado misiones, pero sucedía que cuando el santo se alejaba los grupos disminuían su fervor y su entusiasmo. Se necesitaba alguien que los coordinara y los animara. Y esa persona providencial iba a ser Santa Luisa de Marillac.

Cuando Luisa se ofreció para coordinar y dirigir los grupos de caridad, el santo se entusiasmó y le escribió diciendo: “Vaya en nombre del Señor. Que Dios la acompañe. Que El sea su fuerza en el trabajo y su consuelo en las dificultades”.

En aquellos tiempos los viajes eran muy penosos y peligrosos. Los caminos eran largos, las comidas malas, y los alojamientos incómodos. La santa tenía una constitución muy débil, pero San Vicente exclamaba: “Su salud es poca, sus tribulaciones son muchas y su actividad es infatigable. Pero sólo Dios sabe la fuerza de ánimo y de voluntad que esta mujer tiene”.

Dicen sus biógrafos que Luisa recorría el país visitando las asociaciones de caridad y que levaba siempre gran cantidad de ropas y medicinas para regalar y que casi todo lo compraba con dinero que ella misma por sus propios esfuerzos había conseguido.

Apenas llegaba al lugar, reunía a las mujeres de la asociación de la caridad, les recordaba los deberes y virtudes que debían cumplir quienes formaban parte de aquella asociación, las entusiasmaba con sus recomendaciones y se esforzaba por conseguir nuevas socias. Ella misma visitaba a los enfermos e instruía a los ignorantes y repartía ayuda a los pobres, y esto lo hacía con tal entusiasmo y tan grande bondad, que cuando marchaba de ahí, quedaba todo renovado y rejuvenecido.

La familia Marillac, que ocupaba altos puestos en el gobierno, cayó en desgracia del rey Luis Trece y uno fue condenado a muerte y otros fueron a la cárcel. Luisa, aunque sufría mucho a causa de esto, no permitía que nadie hablara mal en su presencia contra el rey, y su primer ministro Richelieu que tanto los habían hecho padecer.

En 1633, el 25 de marzo, las primeras cuatro jóvenes hacen votos de pobreza, castidad y obediencia, bajo la dirección de Luisa, Así nació la más grande comunidad femenina que existe, las Hermanas Vicentinas, Hijas de la Caridad.

San Vicente les hizo este reglamento: “Por monasterio tendrán las casas de los enfermos. Por habitación una pieza arrendada. Por claustro tendrán las calles donde hay pobres que socorrer. Su límite de acción será la obediencia. Puerta y muro de defensa será el temor de ofender a Dios. El velo protector será la modestia o castidad”

En aquellos años de 1633, Francia estaba pasando por una situación dificilísima de guerras, miseria, ignorancia y abandono. Fue entonces cuando guiadas por el incansable San Vicente de Paúl, las Hijas de la Caridad se dedicaron a colaborar en todos los frentes posibles, para socorrer a los más necesitados.

Santa Luisa consiguió una casa grande y allí reunía a los pordioseros y los ponía a trabajar. Las mujeres a hilar y a coser y los hombres a hacer diversas obras manuales. Así los fue transformando en personas útiles a la sociedad. La alegría y el trabajo reinaban en aquel inmenso asilo ocupado por la mayoría de los mendigos de París. Y las Vicentinas los atendían con exquisita caridad.

Consiguió otra casa y allí recogía a los locos o enfermos mentales, y a base de una buena alimentación y de medicinas y de mucho cariño, con sus religiosas los atendía esmeradísimamente, y lograba en muchísimos casos su recuperación.

En 1655, el Arzobispado de París le concede la aprobación a la Nueva Comunidad. Y San Vicente reúne a sus religiosas y les dice: “De hoy en adelante llevarán siempre el nombre de Hijas de la Caridad. Conserven este título que es el más hermoso que puedan tener”.

De Santa Luisa se puede decir lo que Fray Luis de León dijo acerca de Santa Teresa: “Para conocer cómo era su personalidad, basta conocer cómo fueron las religiosas que ella formó y las obras que escribió“. Las religiosas formadas por Luisa fueron personas dedicadas con cuerpo y alma y por toda la vida a las obras de la caridad y de apostolado. Y sus escritos causan asombro al considerar de dónde sacó tiempo para escribir centenares de cartas con consejos muy prácticos y provechosos, y para resumir las numerosas conferencias que dictaba San Vicente, copiarlas y hacerlas circular, y para hacer extractos de las meditaciones y de los Retiros Espirituales que predicaba el Santo, y formar así tres volúmenes de 1,500 páginas. Y todo esto en medio de una actividad asombrosa en favor de los enfermos, mendigos e ignorantes.
Trece años antes de que ella muriera, dijo San Vicente: “La hermana Luisa, por su debilidad y agotamiento debería haber muerto hace diez años. Al verla, parece que hubiera salido de una tumba: tan débil está su cuerpo y tan pálido su rostro. Pero sin embargo, trabaja y trabaja sin dejarse vencer por el cansancio”.

San Vicente no pudo asistir a su santa discípula en la hora de la muerte porque el se hallaba también muy enfermo pero le escribió una nota diciéndole: “Usted se va adelante hacia la eternidad. Pero yo la seguiré muy pronto, y nos volveremos a ver en el cielo”. Y así sucedió.

El 15 de Marzo de 1660, después de sufrir una dolorosa enfermedad y la gangrena de un brazo murió santamente, dejando fundada y muy extendida la más grande comunidad de religiosas. (San Vicente murió el 27 de Septiembre de ese mismo año).

Las 33,000 religiosas vicentinas o hijas de la Caridad tienen más de 3,300 casas en el mundo. En la casa donde está sepultada su fundadora, en París, allí mismo sucedieron las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa a la vicentina Santa Catalina Labouré. Las religiosas fundadas por Santa Luisa se dedican exclusivamente a obras de caridad.

El Papa Pío XI declaró santa a Luisa de Merillac en 1934, y el Sumo Pontífice Juan XXIII la declaró Patrona de los Asistentes Sociales.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Luisa_de_Marillac.htm)