08 mayo, 2018

San Victor el Moro




 

8 de mayo San Victor el Moro Mártir

Por: Alban Butler | Fuente: Vida de los Santos

Martirlogio Romano: En Milán, en la región de Liguria, conmemoración de san Víctor, mártir, el cual, originario de Mauritania, era soldado del ejército imperial, y al imponer el emperador Maximiano la obligación de sacrificar a los ídolos, depuso sus armas, por lo que le llevaron a la ciudad de Lodi, donde fue decapitado († c. 303).

Breve Biografía

San Ambrosio dice que san Víctor era uno de los patronos de Milán, junto con san Félix y san Nabor. Según la tradición, san Víctor era originario de Mauritania; por ello se le llamó Mauro o Moro, para distinguirle de otros confesores del mismo nombre. Fue cristiano desde su juventud, formó parte de la guardia pretoriana y fue hecho prisionero cuando era ya muy anciano. Después de soportar crueles torturas, fue decapitado en Milán, hacia el año 303, durante el reinado de Maximiano.

Por orden del obispo san Materno, su cuerpo fue enterrado junto a un bosquecito, donde más tarde se construyó una iglesia. San Gregorio de Tours afirma que Dios glorificó la tumba del mártir con numerosos milagros. San Carlos Borromeo, en 1576, trasladó las reliquias de san Víctor a la nueva iglesia de los monjes olivetanos, que todavía lleva el nombre del mártir. En las Actas de San Víctor, como de costumbre, se acumulan los acontecimientos fantásticos. Por ejemplo, se cuenta que el plomo derretido que le vertieron sobre la cabeza, se enfrió instantáneamente al contacto de su piel y no le causó ningún daño. Pero la existencia real del martirio de san Víctor y del culto que se le profesó en Milán desde muy antiguo, está fuera de duda.

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/57502/victor-el-moro-santo.html)

07 mayo, 2018

Santa Flavia Domitila

 
 
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    ¡Oh!, Santa Flavia Domitila, vos, sois la hija del Dios
de la vida, su amada santa y mártir, y que, acusada
fuisteis de renegado haber, de los dioses paganos y,
preferido a Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Y, por
ello, martirio cruel recibisteis junto a vuestro marido,
siendo vos, desterrada a la isla Ponza, a pesar de vuestra
alcurnia noble. Así, vos, demostrasteis, con coraje y
valor, que elegir a Jesús, como fuente de vida y de “vida
abundante”, fue, es y será por siempre la mejor elección.
Vuestro apostolado increíble, siempre de amor lleno,
proclamó en forma clara y abundante, la excelencia de la
virginidad sobre el matrimonio. Vos, no solo con vuestra
virtuosa vida, os contagiasteis de vuestro fervor por Cristo,
sino que, lo hicisteis con vuestras dos vírgenes sirvientas,
que, pronto convertidas; vivas terminaron quemadas, por
razón de su fe y la delación de paganos impíos. Vuestros
verdugos, os quitaron sí, vuestra terrena vida, pero jamás
imginaron que al hacerlo, os daban una eterna, para vivir
hoy, toda coronada de luz, como premio justo a vuestro amor;
¡oh!, Santa Flavia Domitila, “vivo martirio por amor a Cristo”.
 

© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Mayo
Santa Flavia Domitila
Mártir

Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Domitila, mártir, que, siendo hija de la hermana del cónsul Flavio Clemente, fue acusada durante la persecución bajo el emperador Domiciano de haber renegado de los dioses paganos y, por ello, por su fe en Cristo, junto con otros muchos cristianos fue desterrada a la isla de Ponza, en el Lacio, en la que padeció un prolongado martirio (s. I/II).

Etimológicamente: Flavia = Aquella de cabellos dorados, es de origen latino.
El emperador es Vespasiano. Flavio Clemente es su sobrino, está casado con Flavia Domitila, se han hecho cristianos y es cónsul en el año 95. Tiene dos primos carnales que son Tito y Domiciano que, al no tener descendencia directa masculina, deberían dejar su puesto a uno de los hijos de Flavio Clemente según el derecho romano; poco faltó para que la Iglesia tuviera en el primer siglo un emperador cristiano, pero no sólo no fue así, sino que el emperador Domiciano desató una violenta persecución.

No distinguían muy bien por aquel entonces los que mandaban en Roma entre judíos y cristianos; los llaman simplemente paganos porque ni unos ni otros adoraban imágenes por seguir los Libros Santos. Vespasiano y Tito habían hecho la guerra y destruido la Ciudad Santa; los judíos y cristianos -que para ellos es igual- deben pagar impuestos. Como las cuentas cantan, Domiciano advierte por el monto de la recaudación el gran número de paganos que hay en el Imperio y ve que están presentes en todos los estamentos. Piensa que la depuración étnica se impone y Flavio Clemente, entre muchos, es denunciado -dice Suetonio «con acusaciones muy endebles»- y martirizado junto con su mujer o quizá ésta fuera mandada al destierro a la isla de Pandataria, como era costumbre entre los romanos para la gente noble. Así se concluyen los datos que proporciona la historia bien documentada.

Pero así como la historia ofrece unos datos seguros y fiables, la leyenda marca el paso de la historia a la ficción en la historia novelada para gusto y edificación de los cristianos cuando se habla de Flavia Domitila. Más que admitir la existencia de dos Flavias en el mismo tiempo y lugar, según los datos que se tienen, parece lo más probable y sensato aceptar la lectura en novela de la mártir Flavia Domitila, desdoblada.

Así nos encontramos con una novela de altos vuelos literarios en la que, con la base firme de la existencia de una mártir perteneciente a la más alta nobleza, se narra el destierro de Flavia, joven prometida de un joven pagano llamado Aureliano; los soldados Nereo y Aquileo, terminan por convencer a la novia para que acepte la virginidad rechazando la boda prevista. Se anota la esperada reacción violenta del joven pagano despreciado: denuncia como cristiana a la novia y la destierran a la isla de Poncia. La imaginación del autor hace intervenir al papa Clemente consagrando la virginidad de Flavia Domitila. Hay enredos entre amigos de la magia y adivinación por una parte y testigos que narran lo que pasó entre Pedro y Simón, el mago, por otra.

La protagonista que ocupa el centro del relato es un ejemplo de pulcritud y sensatez, mantiene el nervio de la historia con la valentía del seguimiento a Jesús ante la autoridad constituida, apareciendo también momentos de dudas que mantienen el suspense sobre los inciertos resultados de su elección, y ¡cómo no! su apostolado. Se desarrolla abundante doctrina para proclamar -en demasía- la excelencia de la virginidad sobre el matrimonio.

El guión no está exento de elementos dramáticos que mantienen la atención de los lectores y oyentes con los enredos de seducción por parte de Aureliano, que acaba dramáticamente muerto por la decepción y el rechazo. También se condenan las orgías propias del tiempo y la vanagloria de quien no tiene más perspectiva que la vida presente. La vuelta del destierro, además de poner fin a la preciosa novela ejemplar, sirve para describir el martirio con formas adecuadas al estilo del relato: Flavia Domilitila y sus dos sirvientas neoconversas por su ejemplo y palabras -también vírgenes cristianas- acaban quemadas vivas en su propia casa de Terracina por denuncia de paganos.

06 mayo, 2018

Domingo VI (B) de Pascua



 Resultado de imagen para En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
 
Día litúrgico: Domingo VI (B) de Pascua Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Jn 15,9-17): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.

»Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».
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«A vosotros os he llamado amigos»
Rev. D. Francesc CATARINEU i Vilageliu (Sabadell, Barcelona, España)

Hoy celebramos el último domingo antes de las solemnidades de la Ascensión y Pentecostés, que cierran la Pascua. Si a lo largo de estos domingos Jesús resucitado se nos ha manifestado como el Buen Pastor y la vid a quien hay que estar unido como los sarmientos, hoy nos abre de par en par su Corazón.

Naturalmente, en su Corazón sólo encontramos amor. Aquello que constituye el misterio más profundo de Dios es que es Amor. Todo lo que ha hecho desde la creación hasta la redención es por amor. Todo lo que espera de nosotros como respuesta a su acción es amor. Por esto, sus palabras resuenan hoy: «Permaneced en mi amor» (Jn 15,9). El amor pide reciprocidad, es como un diálogo que nos hace corresponder con un amor creciente a su amor primero.

Un fruto del amor es la alegría: «Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros» (Jn 15,11). Si nuestra vida no refleja la alegría de creer, si nos dejamos ahogar por las contrariedades sin ver que el Señor también está ahí presente y nos consuela, es porque no hemos conocido suficientemente a Jesús.

Dios siempre tiene la iniciativa. Nos lo dice expresamente al afirmar que «yo os he elegido» (Jn 15,16). Nosotros sentimos la tentación de pensar que hemos escogido, pero no hemos hecho nada más que responder a una llamada. Nos ha escogido gratuitamente para ser amigos: «No os llamo ya siervos (…); a vosotros os he llamado amigos» (Jn 15,15).

En los comienzos, Dios habla con Adán como un amigo habla con su amigo. Cristo, nuevo Adán, nos ha recuperado no solamente la amistad de antes, sino la intimidad con Dios, ya que Dios es Amor.

Todo se resume en esta palabra: “amar”. Nos lo recuerda san Agustín: «El Maestro bueno nos recomienda tan frecuentemente la caridad como el único mandamiento posible. Sin la caridad todas las otras buenas cualidades no sirven de nada. La caridad, en efecto, conduce al hombre necesariamente a todas las otras virtudes que lo hacen bueno».

05 mayo, 2018

Santa Judith de Prussia





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05 de Mayo Santa Judith de Prussia
Fuente: Ministerio "CristoMaría"
 
Judith vivió en el siglo XIII. Ella nació en Turingia. Esto fue en lo que ahora es Alemania central. Quería modelar su vida con el ejemplo de Santa Isabel de Hungría.

Al principio la piedad de Judith disgustó a su marido. Pero más tarde aprendió a valorarla y fue corazón y alma con ella en sus piadosos esfuerzos. Hizo una peregrinación a los lugares santos de Jerusalén y murió en el camino. Santa JuditH de Prusia recibió con profunda tristeza la noticia de su muerte, pero también con la más perfecta conformidad con la voluntad de Dios, y resolvió pasar su viudedad de una manera agradable a Dios.

Muchas personas se rieron de la distinguida dama que se hizo la sierva de los más pobres. Pero reconoció en los pobres a su Divino Señor, y se consideró feliz y muy honrada de poder prestarles tales servicios. Una vez, cuando estaba en oración, el mismo Cristo le apareció y le dijo amorosamente:
“Todos mis tesoros son tuyos, y los tuyos son míos”.

La joven viuda crió a sus hijos solos. Cuando los niños crecieron, Judith escuchó un anhelo que había estado en su corazón durante los días ocupados y felices de su vida.

Por inspiración divina, Santa Judith entró en Prusia hacia 1260, y construyó una pequeña ermita cerca de un gran cuerpo de agua. Allí rezaba incesantemente por la conversión de los prusianos. Los habitantes cristianos de la vecindad a veces la veían elevada en el aire en el fervor de su devoción. Tenía como confesor al franciscano Juan Lobedau, que murió en el olor de la santidad, y más tarde el obispo de Kulm.

Después de que Jutdith había vivido aquí durante cuatro años, su santa vida llegó a su fin. Con profunda contrición confesó de nuevo al obispo todos los pecados más pequeños de toda su vida, recibió los santos sacramentos y entregó su alma a Dios con las palabras: “Consumada”. Su cuerpo fue llevado a la iglesia al Kulm, donde sin ser informado, tantas personas a la vez se reunieron como no se había visto en esa ciudad durante muchos años. La iglesia estaba llena de un olor maravilloso.
Debido a que muchos milagros fueron forjados en su tumba, una capilla especial fue construida en su honor, en el que Jutta ha sido venerado durante siglos como el patrón especial de Prusia.

04 mayo, 2018

Santos Felipe y Santiago

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¡Oh!, Santos Felipe y Santiago, vosotros, sois los hijos
del Dios de la vida y sus amados apóstoles, que la dicha
tuvieron de servir a Jesús, Dios y Señor Nuestro. A vos,
Felipe, Nuestro Señor os preguntó el día de la multiplicación
de los panes así: “¿De dónde crees tú que podremos
conseguir pan para tanta gente?”. Y otro día, que unos
griegos deseaban hablar con Jesús, os pidieron que los
llevarais hacia El. Y, en la Ultima Cena, fuiste vos,
quien le dijo a Jesús: “Señor: muéstranos al Padre”, y Él,
os respondió: “Felipe, quien me ve a Mí, ve al Padre”. Y,
en el día de Pentecostés, recibisteis junto con los otros
apóstoles y Nuestra Señora, la Virgen María, al Espíritu
Santo, en forma de lenguas de fuego. Y, así lleno de Él, a
Bitinia, marchasteis en el Asia Menor, y allí, resucitasteis a
un muerto, y entregasteis vuestra santa vida, muriendo
crucificado. Vos, por vuestra parte, Santiago, el mismo
Cristo, resucitado se os apareció, según San Pablo. Muy
estimado erais en la Iglesia de Jerusalén, tanto que os
llamaban “el obispo de Jerusalén”. Cuando Pedro liberado
fue por un ángel, os dejó el encargo de comunicaros a vos y
a los demás”. Pablo, de vos escribe así: “Santiago es,
junto con Juan y Pedro, una de las columnas principales
de la Iglesia”. También, redactasteis la carta del Primer
Concilio de Jerusalén para todos los Cristianos y erais
llamado “El Santo”, pues la gente sabía de que vos, nunca
habíais cometido pecado grave. Nunca carne comíais, ni
tomabais licor. Estabais siempre de rodillas adorando y
orando a Dios en el templo, hasta que se os formaron
callos. Convertisteis a muchos judíos por vuestra palabra y
ejemplo. Un día, el impío Anás II y su banda, os dijeron:
“Te rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande
admiración, te presentes ante la multitud y les digas que
Jesús no es el Redentor”. Y, vos, les dijisteis: “Jesús
es el enviado de Dios para salvación de los que quieran
salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes, sentado
a la derecha de Dios”. Al oíros, decidieron vuestro fin, y
os arrojaron desde lo alto del templo. Vos, no moristeis,
al caer de tamaña altura y con vida aún, de rodillas
rezabais diciendo humildemente: “Padre Dios, te ruego que
los perdones porque no saben lo que hacen”. Antes, habíais
redactado vuestra famosa “Carta de Santiago”, con frases
como éstas: “Si alguien se imagina ser persona religiosa y
no domina su lengua, se equivoca y su religión es vana”.
“Oh ricos: si no comparten con el pobre sus riquezas,
prepárense a grandes castigos del cielo”. “Si alguno está
triste, que rece. Si alguno se enferma, que llamen a los
presbíteros y lo unjan con aceite santo, y esa oración
le aprovechará mucho al enfermo”. Y aquella, que a los
protestantes no gusta: “La fe sin obras, está muerta”. Hoy,
la gloria os envuelve, a ambos, como premio justo a vuestra
entrega increíble de amor y fe. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡?Oh!, Santos Felipe y Santiago, “vivos apóstoles de Dios”.

 


© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de Mayo Santos Felipe y Santiago Apóstoles

San Felipe

El evangelio dice que nació en Betsaida en Galilea. San Juan cuenta que Jesús lo llamó a pertenecer al grupo de sus discípulos al día siguiente de haber llamado a San Pedro y San Andrés. Felipe fue el que llamó a Natanael o Bartolomé y lo llevó a donde Jesús. Cuando el Señor eligió a los 12 apóstoles, uno de los elegidos fue Felipe. Y el día de la multiplicación de los panes, antes de obrar el milagro, Jesús le preguntó a Felipe: “¿De dónde crees tú que podremos conseguir pan para tanta gente?”. Un día en que unos griegos extranjeros quisieron hablar con el Divino Maestro le pidieron a Felipe que los llevara hacia El. Y en la Ultima Cena este fue el apóstol que le dijo a Jesús: “Señor: muéstranos al Padre”, y Jesús le respondió: “Felipe, quien me ve a Mí, ve al Padre”. El día de Pentecostés, Felipe recibió junto con los otros apóstoles y la Virgen María, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.

Los narradores antiguos dicen que este Apóstol después de Pentecostés se fue a evangelizar a Bitinia, en el Asia Menor (cerca del Mar Negro). Papías, un autor del siglo II afirma que San Felipe logró el milagro de resucitar a un muerto. Y San Clemente de Alejandría dice que lo hicieron morir crucificado en una persecución contra los cristianos.

Santiago el Menor

Se le llama el Menor para diferenciarlo del otro apóstol, Santiago el Mayor (que fue martirizado poco después de la muerte de Cristo). El evangelio dice que era de Caná de Galilea, que su padre se llamaba Alfeo y que era familiar de Nuestro Señor. Es llamado “el hermano de Jesús”, no porque fuera hijo de la Virgen María, la cual no tuvo sino un solo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, sino porque en la Biblia se le llaman “hermanos” a los que provienen de un mismo abuelo: a los primos, tíos y sobrinos (y probablemente Santiago era “primo” de Jesús, hijo de alguna hermana de la Sma. Virgen). En la S. Biblia se lee que Abraham llamaba “hermano” a Lot, pero Lot era sobrino de Abraham. Y se le lee también que Jacob llamaba “hermano” a Laban, pero Laban era tío de Jacob. Así que el decir que alguno era “hermano” de Jesús no significa que María tuvo más hijos, sino que estos llamados “hermanos”, eran simplemente familiares: primos, etc.

San Pablo afirma que una de las apariciones de Jesús Resucitado fue a Santiago. Y el libro de Los Hechos de los Apóstoles narra cómo en la Iglesia de Jerusalén era sumamente estimado este apóstol. (Lo llamaban “el obispo de Jerusalén”). San Pablo cuenta que él, la primera vez que subió a Jerusalén después de su conversión, fue a visitar a San Pedro y no vio a ninguno de los otros apóstoles, sino solamente a Santiago. Cuando San Pedro fue liberado por un ángel de la prisión, corrió hacia la casa donde se hospedaban los discípulos y les dejó el encargo de “comunicar a Santiago y a los demás”, que había sido liberado y que se iba a otra ciudad (Hech. 12,17). Y el Libro Santo refiere que la última vez que San Pablo fue a Jerusalén, se dirigió antes que todo “a visitar a Santiago, y allí en casa de él se reunieron todos los jefes de la Iglesia de Jerusalén” (Hech. 21,15). San Pablo en la carta que escribió a los Gálatas afirma: “Santiago es, junto con Juan y Pedro, una de las columnas principales de la Iglesia”. (Por todo esto se deduce que era muy venerado entre los cristianos).

Cuando los apóstoles se reunieron en Jerusalén para el primer Concilio o reunión de todos los jefes de la Iglesia, fue este apóstol Santiago el que redactó la carta que dirigieron a todos los cristianos (Hechos 15).

Hegesipo, historiador del siglo II dice: “Santiago era llamado ‘El Santo’. La gente estaba segura de que nunca había cometido un pecado grave. Jamás comía carne, ni tomaba licores. Pasaba tanto tiempo arrodillado rezando en el templo, que al fin se le hicieron callos en las rodillas. Rezaba muchas horas adorando a Dios y pidiendo perdón al Señor por los pecados del pueblo. La gente lo llamaba: ‘El que intercede por el pueblo’”. Muchísimos judíos creyeron en Jesús, movidos por las palabras y el buen ejemplo de Santiago. Por eso el Sumo Sacerdote Anás II y los jefes de los judíos, un día de gran fiesta y de mucha concurrencia le dijeron: “Te rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande admiración, te presentes ante la multitud y les digas que Jesús no es el Mesías o Redentor”. 

Y Santiago se presentó ante el gentío y les dijo: “Jesús es el enviado de Dios para salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes, sentado a la derecha de Dios”. Al oír esto, los jefes de los sacerdotes se llenaron de ira y decían: “Si este hombre sigue hablando, todos los judíos se van a hacer seguidores de Jesús”. Y lo llevaron a la parte más alta del templo y desde allá lo echaron hacia el precipicio. Santiago no murió de golpe sino que rezaba de rodillas diciendo: “Padre Dios, te ruego que los perdones porque no saben lo que hacen”.

El historiador judío, Flavio Josefo, dice que a Jerusalén le llegaron grandes castigos de Dios, por haber asesinado a Santiago que era considerado el hombre más santo de su tiempo.

Este apóstol redactó uno de los escritos más agradables y provechosos de la S. Biblia. La que se llama “Carta de Santiago”. Es un mensaje hermoso y sumamente práctico. Ojalá ninguno de nosotros deje de leerla. Se encuentra al final de la Biblia. Allí dice frases tan importantes como estas: “Si alguien se imagina ser persona religiosa y no domina su lengua, se equivoca y su religión es vana”. 

“Oh ricos: si no comparten con el pobre sus riquezas, prepárense a grandes castigos del cielo”. “Si alguno está triste, que rece. Si alguno se enferma, que llamen a los presbíteros y lo unjan con aceite santo, y esa oración le aprovechará mucho al enfermo” (de aquí sacó la Iglesia la costumbre de hacer la Unción de los enfermos). La frase más famosa de la Carta de Santiago es esta: “La fe sin obras, está muerta”. Es una frase que les disgusta mucho a los protestantes, porque ellos enseñan todo lo contrario. Ellos dicen que para salvarse no hacen falta las buenas obras, sino solamente la fe. Pero el Apóstol Santiago sabía mucho más que ellos, y repite que sin buenas obras, la fe queda muerta.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Felipe_Santiago_5_4.htm)

03 mayo, 2018

Veneración de la Santa Cruz

 
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Santa y maravillosa Cruz de Cristo
 
¡Oh!, Santa y maravillosa Cruz de Cristo,
Cuenta Eusebio de Cesarea historiador
que Constantino, aún general y de Santa Elena, hijo,
pagano era, pero respetaba a los cristianos y,
que, teniendo que medir armas con Majencio,
de Roma jefe, la noche anterior a la batalla
un sueño tuvo, en el cual vio una Cruz luminosa
en los aires y oyó una voz que le decía:
“Con este signo vencerás”. Entonces, Constantino,
  antes de empezar batalla, mandó colocar la Cruz aquella
en todos los estandartes de sus batallones y
exclamando: “Confío en Cristo en quien cree
mi madre Elena”, se lanzó a la justa. Y, cosas de Dios:
¡total fue la victoria! y de general a Emperador y
libertó a los cristianos luego de tres siglos
  que perseguidos eran por gobernantes paganos,
¡Oh!, Santa y maravillosa Cruz de Cristo, “vivo madero del Dios Vivo”



© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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Santa Cruz de Cristo

Sea la Santa Cruz de Cristo
El signo de mi vida toda
El que hasta el final de mis días
Me recuerde lo que Cristo por mi hizo
Dar su vida sin culpa alguna
Por mis pecados y los del mundo
Y todo por Amor al hombre
¡Oh! Santa Cruz de Cristo.


 

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Madero Santo de la Cruz

 
¡Oh!, Madero Santo de la Cruz;
del cuerpo del Señor Nuestro
reposo cruento, y Santa Elena
de Constantino, madre; él, su
hijo; en Cristo Jesús, creyó
porque entre sueños vio, una
brillante Cruz, y como eco,
una voz que le decía: “con
este signo vencerás”. Y, fue
así, venció Constantino y a
los cristianos libertó. Y,
Elena, en Jerusalén, el Madero
halló y resucitaron muertos y
muchos prodigios incontables
allí se obraron de maravilla
¡oh!, Madero Santo de la Cruz.


 

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Mayo
Veneración de la Santa Cruz
La Invención o hallazgo de la Santa Cruz
Año 326


Una canción religiosa dice: “Venid oh cristianos – la cruz veneremos – la cruz recordemos – de Cristo Jesús”. Tengamos siempre en nuestras casas la Santa Cruz. Un crucifijo que nos recuerde lo mucho que Jesús sufrió por salvarnos. Y ojalá besemos de vez en cuando sus manos y sus pies. Así lo hacían siempre los santos.

No nos acostemos jamás ni nos levantemos ningún día sin hacer la señal de la cruz, bien hecha, despacio, desde la frente hasta el pecho y del hombro izquierdo hasta el derecho, y pronunciando los tres Santísimos nombres del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto trae bendición y muchos favores celestiales, y aleja al demonio y libra de muchos males y peligros.

Oración
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Historia
“Con este signo vencerás”. Cuenta el historiador Eusebio de Cesarea que el general Constantino, hijo de Santa Elena, era pagano pero respetaba a los cristianos. Y que teniendo que presentar una terrible batalla contra el perseguidor Majencio, jefe de Roma, el año 311, la noche anterior a la batalla tuvo un sueño en el cual vio una cruz luminosa en los aires y oyó una voz que le decía: “Con este signo vencerás”, y que al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los batallones y que exclamó: “Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena”. Y la victoria fue total, y Constantino llegó a ser Emperador y decretó la libertad para los cristianos, que por tres siglos venían siendo muy perseguidos por los gobernantes paganos.

Escritores sumamente antiguos como Rufino, Zozemeno, San Cristótomo y San Ambrosio, cuentan que Santa Elena, la madre del emperador, pidió permiso a su hijo Constantino para ir a buscar en Jerusalén la cruz en la cual murió Nuestro Señor. Y que después de muchas y muy profundas excavaciones encontró tres cruces. Y como no sabían cómo distinguir la cruz de Jesús de las otras dos, llevaron una mujer agonizante. Al tocarla con la primera cruz, la enferma se agravó, al tocarla con la segunda, quedó igual de enferma de lo que estaba antes. Pero al tocarla con la tercera cruz, la enferma recuperó instantáneamente la salud. Y entonces Santa Elena, y el obispo de Jerusalén, Macario, y miles de devotos llevaron la cruz en piadosa procesión por las calles de Jerusalén. Y que por el camino se encontraron con una mujer viuda que llevaba a su hijo muerto a enterrar y que acercaron la Santa Cruz al muerto y éste resucitó.

Por muchos siglos se ha celebrado en Jerusalén y en muchísimos sitios del mundo entero, la fiesta de la Invención o hallazgo de la Santa Cruz el día 3 de Mayo.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Santa_Cruz_5_3.htm)

02 mayo, 2018

San Atanasio



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 ¡Oh!, San Atanasio, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
su amado santo,  y el que disteis honor a vuestro nombre
que significa: “inmortal”. Por un tiempo os retirasteis
para llevar una vida solitaria y luego, os dedicasteis a servir
a Dios. En aquél tiempo vivía Arrio, clérigo de Alejandría,
que, a los fieles confundía con su herejía, de que “Cristo
no era Dios por naturaleza”. Por ello, se celebró un concilio
en Nicea, cuando vos, erais diácono, acompañando a Alejandro,
obispo de Alejandría, y refutasteis con vuestra doctrina y
valor, tal herejía, y al mismo tiempo defendisteis la verdad
católica. Cinco meses después de terminado el concilio y
la condenación a Arrio, murió san Alejandro, y a vos, os
eleigieron como patriarca de Alejandría y los arrianos
con más furia os persiguieron, siendo desterrado por cinco
veces y cuando la autoridad civil quiso obligaros a que, a Arrio
recibierais, rechazasteis tal propuesta y jamás lo hicisteis
a pesar de que Constantino, emperador os desterró a Tréveris,
donde permanecisteis hasta su muerte, en que volvisteis a
Alejandría, y proseguisteis la lucha contra los arrianos y
por vez segunda, os desterraron, apareciendo en Roma.
Escapaste del arresto de los arrianos, y, claro, os salvó
la divina Providencia, refugiándoos con los anacoretas, hasta
que volvisteis a vuestra sede episcopal, huyendo a los cuatro
meses y después de un cuarto retorno, os obligaron a huir
por quinta vez, para finalmente, vivir en paz en vuestra sede.
Más tarde, voló vuestra alma al cielo, para ser coronada
con corona de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor.
¡Defensor de la Encarnación de Cristo, Dios y Señor Nuestro!;
¡Oh! San Atanasio, “vivo látigo de fe contra los arrianos”.


 
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Mayo
San Atanasio
Doctor de la Iglesia


Atanasio, nombre que significa “inmortal”, nació en Egipto, en la ciudad de Alejandría, en el año 295. Llegado a la adolescencia, estudió derecho y teología. Se retiró por algún tiempo a un yermo para llevar una vida solitaria y allí hizo amistad con los ermitaños del desierto; cuando volvió a la ciudad, se dedicó totalmente al servicio de Dios.

Era la época en que Arrio, clérigo de Alejandría, confundía a los fieles con su interpretación herética de que Cristo no era Dios por naturaleza. Para considerar esta cuestión se celebró un concilio (el primero de los ecuménicos) en Nicea, ciudad del Asia Menor. Atanasio, que era entonces diácono, acompañó a este concilio a Alejandro, obispo de Alejandría, y con su doctrina, ingenio y valor sostuvo la verdad católica y refutó a los herejes y al mismo Arrio en las disputas que tuvo con él.
Cinco meses después de terminado el concilio con la condenación de Arrio, murió san Alejandro, y Atanasio fue elegido patriarca de Alejandría. Los arrianos no dejaron de perseguirlo y apelaron a todos los medios para echarlo de la ciudad e incluso de Oriente.

Fue desterrado cinco veces y cuando la autoridad civil quiso obligarlo a que recibiera de nuevo en el seno de la Iglesia a Arrio, excomulgado por el concilio de Nicea y pertinaz a la herejía, Atanasio, cumpliendo con gran valor su deber, rechazó tal propuesta y perseveró en su negativa, a pesar de que el emperador Constantino, en 336, lo desterró a Tréveris.

Durante dos años permaneció Atanasio en esta ciudad, al cabo de los cuales, al morir Constantino, pudo regresar a Alejandría entre el júbilo de la población. Inmediatamente renovó con energía la lucha contra los arrianos y por segunda vez, en 342, tuvo que emprender el camino del destierro que lo condujo a Roma.

Ocho años más tarde se encontraba de nuevo en Alejandría con la satisfacción de haber mantenido en alto la verdad de la doctrina católica. Pero llegó a tanto el encono de sus adversarios, que enviaron un batallón para prenderlo. Providencialmente, Atanasio logró escapar y refugiarse en el desierto de Egipto, donde le dieron asilo durante seis años los anacoretas, hasta que pudo volver a reintegrarse a su sede episcopal; pero a los cuatros meses tuvo que huir de nuevo. Después de un cuarto retorno, se vio obligado, en el año 362, a huir por quinta vez. Finalmente, pasada aquella furia, pudo vivir en paz en su sede.

San Atanasio es el prototipo de la fortaleza cristiana. Falleció el 2 de mayo del año 373. Escribió numerosas obras, muy estimadas, por las cuales ha merecido el honroso título de doctor de la Iglesia.
Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy: Fiesta de María Reparadora. Santos: Félix, Flaminia, Saturnino, Germán, Celestino, Exuperio, Ciriaco, Teódulo, Florencio, Eugenio, Longinos, Zoe, mártires; Antonino Pierozzi, confesor; Daniel, monje.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Anastasio.htm)