21 noviembre, 2018

La Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo

 
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¡Oh!, Santa María, Niña Nuestra, Vos,
sois la Hija del Dios de la Vida,
su amadísima y siempre predilecta.
Y, ¡maravilla de maravillas!, que en este
día, a Vos, os presentaron Joaquín y
Ana, vuestros amadísimos padres, hijos
del Dios de la Vida, y santos además
en el Templo de Dios, para que Vos,
supierais vuestros deberes para con Él.
Y, Él, vuestro Padre, el “Alpha y el
Omega”, desde siempre y por siempre
os bendijo amorosa y eternamente por
los siglos de los siglos, ¡Aleluya! ¡Aleluya!
porque sabia Él, Vuestro futuro de Amor;
¡Oh!, Santa María, Niña Nuestra, “¡Viva luz!”.


© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de noviembre
La Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo

Oración
Oh Dios, que quisiste que en este día fuese presentada en el templo la Santísima Virgen María, morada del Espíritu Santo: suplicámoste por su intercesión nos concedas merecer ser presentados en el templo de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

Honramos hoy la Presentación en el Templo de aquella Niña de bendición. Los orígenes de esta fiesta hay que buscarlos en una piadosa tradición que surge en el escrito apócrifo llamado el «Protoevangelio de Santiago». Según este documento la Virgen María fue llevada a la edad de tres años por sus padres San Joaquín y Santa Ana. Allí, junto a otras doncellas y piadosas mujeres, fue instruida cuidadosamente respecto la fe de sus padres y sobre los deberes para con Dios.

Históricamente, el origen de esta fiesta fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén , en el año 543. Todo eso se viene conmemorando en Oriente desde el siglo VI, y hasta habla de ello el emperador Miguel Comeno en una Constitución de 1166.

Un gentil hombre francés, canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón en 1372, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Presentación_de_la_Virgen_María.htm)

20 noviembre, 2018

San Octavio

 
 
¡Oh!, San Octavio, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y que, como San
Ambrosio de Milán decíais: “Comenzad en vosotros
la obra de la paz, una vez que vosotros estéis
pacificados, llevaréis la paz a los demás”.
Y, así lo hicisteis, conjuntamente que Solutor y
Adventor, vuestros compañeros, y que hoy, os
celebran en la iglesia de Turín, y que, valientes
y valerosos como eran, su fe, confesaron en Cristo
Jesús, Dios y Señor Nuestro. A vosotros de tanta
entrega militar, se os compuso una “Pasión”,
donde se os resalta vuestro arrojo y vuestra
vida como mártires en plena persecución. Además
vuestra “Pasión”, narra, de cómo escapar lograron
de la masacre de Agaunum, pero, fueron capturados
enseguida, para luego fugarse de ellas, y caminar
por inhóspitos y solitarios parajes. Esta vez, sobre
vuestra propia muerte caminar, y todo por la  fe
en Dios. Templo y más tarde un monasterio benedictino,
demolición y la “Consolata”, os recibió, hasta
descansar en la Iglesia de los Mártires, en la que hoy
están, como justo premio a vuestra entrega de amor;
¡oh!, San Octavio, “vivo amor, paz y luz de Dios”.


© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Noviembre
San Octavio u Octaviano
Mártir

Autor: P. Felipe Santos
 
Etimológicamente significa “octavo hijo”. Viene de la lengua latina.
La paz sobre la tierra comienza en nosotros mismos.
 
Ya en el siglo IV, san Ambrosio de Milán decía:”Comenzad en vosotros la obra de la paz, una vez que vosotros estéis pacificados, llevaréis la paz a los demás”.

Este joven, juntamente con Solutor y Adventor, se celebran hoy en la iglesia de Turín, Italia.
Eran soldados de la Legión Tebea. Combatían valientemente durante el imperio que mandaba por aquel tiempo Maximiano.

Eran valientes en la lucha y valientes en confesar su fe en Cristo el Señor. El clima y el ambiente no les eran propicios. Ya habían visto con sus propios ojos morir a muchos cristianos.

No hay datos exactos de cómo murieron. Sin embargo, a personas de tanto brillo militar y de tanta fama entre los creyentes, fue fácil componerles un teatro o “Pasión” entre los años 432-450.
Ellos murieron como mártires en el siglo III, es decir cuando las persecuciones arreciaron como nunca.

La “Pasión” narraba que lograron escapar de la masacre de Agaunum.

Su fuga no pasó desapercibida. La policía militar los cogió en seguida. Los llevaron presos a Turín.
También se escaparon de la prisión. Empezaron a caminar pro lugares inhóspitos. Y ya esta vez, fueron enviados a la muerte por su fe en Dios único y verdadero.

Los turineses le levantaron pronto un templo en su honor. Este templo se convertiría más tarde, por mandato del obispo Gezone, en un monasterio benedictino.

Cuando los franceses ordenaron la demolición del monasterio en 1536, los tres cuerpos fueron llevados a la Consolata y finalmente a la iglesia de los mártires, en la que están hoy en día.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=13932)

19 noviembre, 2018

San Andrés Avelino

 
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 ¡Oh!, San Andrés Avelino; vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y el mismo que al leer
en el Libro Santo, la frase: “La boca que miente,
mata el alma”, fue suficiente argumento, para todo
abandonarlo. Y, así, supisteis que, jamás volveríais
a ser como antes, y por ello, os entregasteis con
amor, fe y pasión a abrazar la Cruz de Cristo, atrás
dejando fama, posición y dinero, para, el uniforme
de santo sacerdote vestir y con él, deslumbrar a
propios y extraños, usando vuestra palabra, por donde
fuerais, maravillas y milagros haciendo.
En vuestra ciudad
de Nápoles, vuestra predicación convertía miles 
de pecadores, y acompañabais vuestras palabras 
con admirables milagros y sanaciones. Cuando el Señor
os llamó, acudieron a vos, grandes multitudes a visitaros 
en vuestro ataúd y durante setentaidos horas vuestro 
santo cadáver echó sangre de manera milagrosa,
cada vez que le hicieron alguna pequeña herida
y ella, la recogieron en frascos, y cuatro años
después empezó a hervir en el aniversario de vuestra
muerte. Había dicho Nuestro Señor Jesucristo: “Quien
renuncie a algo importante por amor a mí, recibirá
cien veces más”. Y, claro, vos, lo recibisteis, y hoy,
gozáis de las alegrías del cielo eterno, coronado
de luz como premio justo, a vuestra entrega grande de amor;
¡oh! San Andrés Avelino; “vivo amor y renuncia por Cristo”.

 
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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19 de Noviembre
San Andrés Avelino
Año 1608


Que Dios que es tan bueno y tan generoso, nos envíe muchos predicadores que como San Andrés Avelino conviertan a los pecadores que asistan a sus sermones.
Quien renuncie a algo importante por amor a mí, recibirá cien veces más (Jesucristo).

El hecho más conocido de este santo es que siendo un abogado de fama, un día en un pleito dijo una mentira, pero luego leyó en la S. Biblia la frase que dice: “La boca que miente, mata el alma”, y se asustó tanto que dejó la abogacía y se dedicó al sacerdocio, a predicar y salvar almas.

San Andrés Avelino nació en Nápoles (Italia) en 1521. Entró a la comunidad de Padres Teatinos y allí dio tales muestras de sabiduría, que fue nombrado maestro de novicios y superior.

San Carlos Borromeo, que era Arzobispo de Milán, quedó tan admirado de las cualidades de ciencia y de santidad de San Andrés que pidió a los superiores de esa comunidad que se lo enviaran a Milán, y lo obtuvo, consiguiendo con ello un gran progreso para su ciudad, porque las predicaciones de Avelino convertían muchos pecadores.

Había un convento muy relajado y San Carlos envió al Padre Andrés a tratar de reformarlo. Lo amenazaron de muerte si se atrevía a entrar allá, pero fue valiente y acabó con todos los abusos. En la ciudad de Piacenza su predicación produjo un cambio tan grande en las costumbres, que los cantineros y dueños de casas de juegos se quejaron ante el gobernador porque se les había acabado la clientela. El gobernador llamó al santo para que le diera explicaciones y este le habló tan hermosamente acerca de lo importante que es evitar el pecado y salvar el alma, que desde ese día la esposa del gobernante lo escogió como director espiritual.

En su ciudad de Nápoles su predicación convertía miles de pecadores, y él acompañaba sus palabras con admirables milagros y sanaciones. San Andrés Avelino murió a la edad de 80 años en noviembre de 1608, y murió en el preciso momento en el que empezaba la santa misa. Al hacer la señal de la cruz para comenzar la celebración, cayó muerto de un ataque de apoplejía.

Acudieron grandes multitudes a visitarlo en su ataúd, y durante 72 horas su cadáver echó sangre cada vez que le hicieron alguna pequeña cortada. Esa sangre la recogieron en frascos, y cuatro años después empezó a hervir, en el aniversario e su muerte.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Andrés_Avelino.htm)

18 noviembre, 2018

Domingo XXXIII (B) del tiempo ordinario

 Resultado de imagen para En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y los astros estarán cayendo del cielo, y las fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. Entonces, verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará a los ángeles, y congregará a sus elegidos de los cuatro vientos, desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del cielo.


Día litúrgico: Domingo XXXIII (B) del tiempo ordinario Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mc 13,24-32): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y los astros estarán cayendo del cielo, y las fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. Entonces, verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará a los ángeles, y congregará a sus elegidos de los cuatro vientos, desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del cielo.

»De la higuera aprended la semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y brotan las hojas, conocéis que el verano está cerca; así también, cuando veáis suceder todo esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. En verdad, os digo, la generación ésta no pasará sin que todas estas cosas se hayan efectuado. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas en cuanto al día y la hora, nadie sabe, ni los mismos ángeles del cielo, ni el Hijo, sino el Padre».
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«Él está cerca»

Rev. D. Pedro IGLESIAS Martínez (Rubí, Barcelona, España)

Hoy recordamos cómo, al comienzo del año litúrgico, la Iglesia nos preparaba para la primera llegada de Cristo que nos trae la salvación. A dos semanas del final del año, nos prepara para la segunda venida, aquella en la que se pronunciará la última y definitiva palabra sobre cada uno de nosotros.

Ante el Evangelio de hoy podemos pensar que “largo me lo fiais”, pero «Él está cerca» (Mc 13,29). Y, sin embargo, resulta molesto —¡hasta incorrecto!— en nuestra sociedad aludir a la muerte. Sin embargo, no podemos hablar de resurrección sin pensar que hemos de morir. El fin del mundo se origina para cada uno de nosotros el día que fallezcamos, momento en el que terminará el tiempo que se nos habrá dado para optar. El Evangelio es siempre una Buena Noticia y el Dios de Cristo es Dios de Vida: ¿por qué ese miedo?; ¿acaso por nuestra falta de esperanza?

Ante la inmediatez de ese juicio hemos de saber convertirnos en jueces severos, no de los demás, sino de nosotros mismos. No caer en la trampa de la autojustificación, del relativismo o del “yo no lo veo así”… Jesucristo se nos da a través de la Iglesia y, con Él, los medios y recursos para que ese juicio universal no sea el día de nuestra condenación, sino un espectáculo muy interesante, en el que por fin, se harán públicas las verdades más ocultas de los conflictos que tanto han atormentado a los hombres.

La Iglesia anuncia que tenemos un salvador, Cristo, el Señor. ¡Menos miedos y más coherencia en nuestro actuar con lo que creemos! «Cuando lleguemos a la presencia de Dios, se nos preguntarán dos cosas: si estábamos en la Iglesia y si trabajábamos en la Iglesia; todo lo demás no tiene valor» (Beato J.H. Newman). La Iglesia no sólo nos enseña una forma de morir, sino una forma de vivir para poder resucitar. Porque lo que predica no es su mensaje, sino el de Aquél cuya palabra es fuente de vida. Sólo desde esta esperanza afrontaremos con serenidad el juicio de Dios.

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2018-11-18)

17 noviembre, 2018

Santa Isabel de Hungría

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¡Oh!; Santa Isabel de Hungría; vos, sois la hija
del Dios de la vida, y su amada santa. Aquella mujer
que, habiendo vestido de realeza, renunciasteis
a todos vuestros honores habidos y por haber y  a
los bienes materiales, para luego, hacer votos de pobreza
 en imitación a San Francisco y Santa Clara de Asís,
consagrándoos, al servicio de los pobres y débiles,
como humilde, santa y fervorosa sierva franciscana.
“¿Jesús en la Cruz despojado de todo y coronado de
espinas, y yo con corona de oro y vestidos lujosos?”.
Os preguntasteis aquella vez que decidisteis entrar
en el Templo, para nunca más vestiros de lujo al visitar
la casa de Dios. Y, así, cambiasteis vuestros vestidos
de princesa por un hábito de hermana franciscana y
vuestros cuatro años últimos de vuestra devota vida
os dedicasteis a atender a los pobres y enfermos
del hospital que habíais fundado. Cada día, recorríais
ciudades, calles y campos, limosnas pidiendo para vuestros
pobres. Vivíais en una humilde choza junto al hospital
y os pasabais tejiendo y pescando para obtener dinero,
con qué comprarles medicinas a vuestros enfermos. Poco
antes de morir, un hermano lego, os suplicó interceder
por su brazo roto, y él, os dijo: “¿Señora, Usted que
siempre ha vestido trajes tan pobres, por qué ahora
está tan hermosamente vestida?”. Y vos, contestasteis
sonriente: “Es que voy para la gloria. Acabo de morir
para la tierra. Estire su brazo que ya ha quedado curado”.
Y, aquél hombre, quedó sano. Hoy, vos, estáis coronada
toda de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor.
Os rogamos pues, que, en mérito de vuestra santa vida,
intercedáis ante Jesús, Dios y Señor Nuestro, para que
suscite en nuestro mundo mujeres, que sirvan al Dios
Trino y Señor de la Vida y de la Luz, en los pobres, los débiles,
los menesterosos y en los más descreídos del mundo.
Santa Patrona de todos los pobres y débiles del mundo;
¡Oh!; Santa Isabel, “vivo amor y pobreza de Cristo Jesús”.


© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de noviembre
Santa Isabel de Hungría
Viuda
(1207- 1231)


“Que el Señor nos conceda como a su buena Isabel, el don de un gran desprendimiento para dedicar nuestra vida y nuestros bienes a ayudar a los más necesitados.”

Oración

Oh Dios misericordioso, alumbra los corazones de tus fieles; y por las súplicas gloriosas de Santa Isabel, haz que despreciemos las prosperidades mundanales, y gocemos siempre de la celestial consolación. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Su Vida

Isabel, a los 15 años fue dada en matrimonio por su padre el Rey de Hungría al príncipe Luis VI de Turingia, el matrimonio tuvo tres hijos. Se amaban tan intensamente que ella llegó a exclamar un día: “Dios mío, si a mi esposo lo amo tantísimo, ¿Cuánto más debiera amarte a Ti?”. Su esposo aceptaba de buen modo las santas exageraciones que Isabel tenía en repartir a los pobres cuanto encontraba en la casa. Él respondía a los que criticaban: “Cuanto más demos nosotros a los pobres, más nos dará Dios a nosotros”.

Cuando apenas de veinte años y con su hijo menor recién nacido, su esposo, un cruzado, murió en un viaje a defender Tierra Santa. Isabel casi se desespera al oír la noticia, pero luego se resignó y aceptó la voluntad de Dios. Rechazó varias ofertas de matrimonio y se decidió entonces a vivir en la pobreza y dedicarse al servicio de los más pobres y desamparados.

El sucesor de su marido la desterró del castillo y tuvo que huir con sus tres hijos, desprovistos de toda ayuda material. Ella, que cada día daba de comer a 900 pobres en el castillo, ahora no tenía quién le diera para el desayuno. Pero confiaba totalmente en Dios y sabía que nunca la abandonaría, ni a sus hijos. Finalmente algunos familiares la recibieron en su casa, y más tarde el Rey de Hungría consiguió que le devolvieran los bienes que le pertenecían como viuda, y con ellos construyó un gran hospital para pobres, y ayudó a muchas familias necesitadas.

Un Viernes Santo, después de las ceremonia, cuando ya habían desvestido los altares en la iglesia, se arrodilló ante uno y delante de varios religiosos hizo voto de renuncia de todos sus bienes y voto de pobreza, como San Francisco de Asís, y consagró su vida al servicio de los más pobres y desampardos. Cambió sus vestidos de princesa por un simple hábito de hermana franciscana, de tela burda y ordinaria, y los últimos cuatro años de su vida (de los 20 hasta los 24 años) se dedicó a atender a los pobres enfermos del hospital que había fundado. Se propuso recorrer calles y campos pidiendo limosna para sus pobres, y vestía como las mujeres más pobres del campo. Vivía en una humilde choza junto al hospital. Tejía y hasta pescaba, con tal de obtener con qué compararles medicinas a los enfermos.

Tenía un director espiritual que para ayudarla en su camino a la santidad, la trataba duramente. Ella exclamaba: “Dios mío, si a este sacerdote le tengo tanto temor, ¿cuánto más te debería temer a Ti, si desobedezco tus mandamientos?”

Un día, cuando todavía era princesa, fue al templo vestida con los más exquisitos lujos, pero al ver una imagen de Jesús crucificado pensó: “¿Jesús en la Cruz despojado de todo y coronado de espinas, y yo con corona de oro y vestidos lujosos?”. Nunca más volvió con vestidos lujosos al templo de Dios.

Una vez se encontró un leproso abandonado en el camino, y no teniendo otro sitio en dónde colocarlo por el momento, lo acostó en la cama de su marido que estaba ausente. Llegó este inesperadamente y le contaron el caso. Se fue furioso a regañarla, pero al llegar a la habitación, vio en su cama, no el leproso sino un hermoso crucifijo ensangrentado. Recordó entonces que Jesús premia nuestros actos de caridad para con los pobres como hechos a Él mismo.

El pueblo la llamaba “la mamacita buena”

Uno sacerdotes de aquella época escribió: “Afirmo delante de Dios que raramente he visto una mujer de una actividad tan intensa, unida a una vida de oración y de contemplación tan elevada”. Algunos religiosos franciscanos que la dirigían en su vida de total pobreza, afirman que varias veces, cuando ella regresaba de sus horas de oración, la vieron rodeada de resplandores y que sus ojos brillaban como luces muy resplandecientes.

El mismo emperador Federico II afirmó: “La venerable Isabel, tan amada de Dios, iluminó las tinieblas de este mundo como una estrella luminosa en la noche oscura”.

Cuando apenas cumplía 24 años, el 17 de noviembre del año 1231, pasó de esta vida a la eternidad. A sus funerales asistieron el emperador Federico II y una multitud tan grande formada por gentes de diversos países y de todas las clases sociales, que los asistentes decían que no se había visto ni quizá se volvería a ver en Alemania un entierro tan concurrido y fervoroso como el de Isabel de Hungría, la patrona de los pobres.

El mismo día de la muerte de la santa, a un hermano lego se le destrozó un brazo en un accidente y estaba en cama sufriendo terribles dolores. De pronto vio a parecer a Isabel en su habitación, vestida con trajes hermosísimos. Él dijo: “¿Señora, Usted que siempre ha vestido trajes tan pobres, por qué ahora tan hermosamente vestida?”. Y ella sonriente le dijo: “Es que voy para la gloria. Acabo de morir para la tierra. Estire su brazo que ya ha quedado curado”. El paciente estiró el brazo que tenía totalmente destrozado, y la curación fue completa e instantánea.

Dos días después de su entierro, llegó al sepulcro de la santa un monje cisterciense el cual desde hacía varios años sufría un terrible dolor al corazón y ningún médico había logrado aliviarle de su dolencia. Se arrodilló por un buen rato a rezar junto a la tumba de la santa, y de un momento a otro quedó completamente curado de su dolor y de su enfermedad.

Estos milagros y muchos más, movieron al Sumo Pontífice a declararla santa, cuando apenas habían pasado cuatro años de su muerte. Santa Isabel de Hungría es patrona de la Arquidiócesis de Bogotá.

Una Historia

No faltó quien acusó a la princesa ante el propio duque de estar dilapidando los caudales públicos y dejar exhaustos los graneros y almacenes. El margrave Luis, quería a su esposa con delirio, pero no pudo resistir, sin duda, el acoso de sus intendentes y les pidió una prueba de su acusación.

– Espera un poco -le dijeron- y verás salir a la señora con la faltriquera llena. Efectivamente, poco tuvo que esperar el duque para ver a su mujer que salía, como a hurtadillas, de palacio cerrando cautelosamente la puerta. Violentamente la detuvo y la preguntó con dureza:
– ¿Qué llevas en la falda?
– Nada…, son rosas -contestó Isabel tratando de disculparse, sin recordar que estaba en pleno invierno-.
Y, al extender el delantal, rosas eran y no mendrugos de pan lo que Isabel llevaba, porque el Señor quiso salir fiador de la palabra de su sierva.

Oración

Oh Dios misericordioso, alumbra los corazones de tus fieles; y por las súplicas gloriosas de Santa Isabel, haz que despreciemos las prosperidades mundanales, y gocemos siempre de la celestial consolación. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Isabel_de_Hungría.htm)
Publicado en Poesía

16 noviembre, 2018

Santa Margarita de Escocia

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 ¡Oh!, Santa Margarita de Escocia; sois vos, la hija del Dios
de la vida, su amada santa, y que siempre supisteis que,
el amor a Dios, no es la simpleza de decir: “Yo amo a Dios
y punto”; sino, “viva” hacerla en cada prójimo, en cada pobre
y en cada desvalido; porque, sabíais, -como lo sabe todo el
mundo, pero no lo lleva a cabo-, que, en cada uno mora el Dios
Trino de la Vida: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Visitabais y consolabais a los enfermos, limpiando sus heridas
y besando sus llagas. Ayudabais a familias pobres y numerosas;
socorríais a los indigentes con vuestros bienes y los del palacio,
hasta, vuestras joyas vender. Leíais a diario los “Libros
Santos”, meditándolos y, os esforzabais por imitar a Jesús,
sacando de ellos la luz y fuerza. Vuestro libro de rezos
se recuperó del lecho del río donde cayó, y, se conserva
hasta hoy en la biblioteca bodleiana de Oxford. También os
ocupasteis en restaurar iglesias y levantar templos, entre ellos,
la edificación de la abadía de Dunferline. Eliminasteis del reino
los abusos en materia religiosa y os esforzasteis en poner fin
a las supersticiones. A la pérdida de vuestro esposo e hijo,
dijisteis: “Te doy gracias Dios mío, porque al mandarme
tan dolorosas noticias me purificas de mis pecados”. Vuestros
compatriotas, tienen hoy, el orgullo, de haber tenido, en vida
una mujer virtuosa que, dejando de lado su condición de reina,
prevalecer hizo, la de ser una cristiana convicta y confesa,
y con ello, muestras disteis de aquellos hombres, a los que Dios,
llamó “los pobres de espíritu”. Y, así, más tarde, no soportasteis
la codicia de Guillermo, “el usurpador”, además de vuestra
enfermedad que os llevó a la muerte en Edimburgo. Así,
entregasteis vuestra alma a Dios, para, coronada ser, con corona
de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor, imitando
en vuestra vida a Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Santa
Patrona de Escocia, por la gracia del Dios de la vida. ¡Aleluya!
¡oh¡ Santa Margarita de Escocia, “viva imitación del Dios Vivo”.

© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de Noviembre
Santa Margarita de Escocia
Reina


 

De estirpe regia y de santos. Por parte de padre emparenta con la realeza inglesa y por parte de madre con la de Hungría. Los santos son, por parte de padre, san Eduardo —llamado el “Confesor”— que era su bisabuelo y, por parte de madre, san Esteban, rey de Hungría.

Nació del matrimonio habido entre Eduardo y Agata, en Hungría, con fecha difícil de determinar. Su padre nunca llegó a reinar, porque al ser llamado por la nobleza inglesa para ello, resulta que el normando Guillermo el Conquistador invade sus tierras, se corona rey e impone el juramento de fidelidad; al poco tiempo murió Eduardo de muerte natural.

Pero esta situación fue la que hizo que Margarita llegara a ser reina de Escocia por casarse con el rey. Su madre había previsto y dispuesto que la familia regresara al continente al quedarse viuda tras la muerte de su esposo y, bien sea por necesidad de puerto a causa de tempestades, bien por la confianza en la buena acogida de la casa real escocesa, el caso es que atracaron en Escocia y allí se enamoró el rey Malcon III de Margarita y se casó con ella.

Es una mujer ejemplar en la corte y con la gente paño de lágrimas. Se la conoce delicada en el cumplimiento de sus obligaciones de esposa; esmerada en la educación de los hijos, les dedica todo el tiempo que cada uno necesita; sabe estar en el sitio que como a reina le corresponde en el trato con la nobleza y asume responsabilidades cristianas que le llenan el día. Señalan sus hagiógrafos las continuas preocupaciones por los más necesitados: visita y consuela enfermos llegando a limpiar sus heridas y a besar sus llagas; ayuda habitualmente a familias pobres y numerosas; socorre a los indigentes con bienes propios y de palacio hasta vender sus joyas. Lee a diario los Libros Santos, los medita y lo que es mejor ¡se esfuerza por cumplir las enseñanzas de Jesús! De ellos saca las luces y las fuerzas. De hecho, su libro de rezos, un precioso códice decorado con primor —milagrosamente recuperado sin sufrir daño del lecho del río en que cayó— se conserva en la biblioteca bodleiana de Oxford (Inglaterra).

También se ocupó de restaurar iglesias y levantar templos, destacando la edificación de la abadía de Dunferline.

Puso también empeño en eliminar del reino los abusos que se cometían en materia religiosa y se esforzó en poner fin a las abundantes supersticiones; para ello, convocó concilios con la intención de que los obispos determinaran el modo práctico de exponer todo y sólo lo que manda la Iglesia y las enseñanzas de los Padres.

“Gracias, Dios mío, porque me das paciencia para soportar tantas desgracias juntas”. Esta fue su frase cuando le comunicaron la muerte de su esposo y de su hijo Eduardo en una acción bélica. Fue cuando marcharon a recuperar el castillo de Aluwick, en Northumberland, del que se había apoderado el usurpador Guillermo. Ella soportaba en aquellos momentos la larga y penosísima enfermedad que le llevó a la muerte el año 1093, en Edimburgo.

Es la reina Margarita la patrona de Escocia, canonizada por el papa Inociencio IV en el año 1250. Pero no pueden venerarse sus reliquias por desconocerse el lugar donde reposan. Por la manía que tenían los antiguos de desarmar los esqueletos de los santos, su cráneo —que perteneció a María Estuardo— se perdió con la Revolución francesa, porque lo tenían los jesuitas en Douai y, desde luego, no salieron muy bien parados sus bienes. El cuerpo tampoco se pudo encontrar cuando lo pidió Gelliers, arzobispo de Edimburgo, a Pío XI, aunque se sabe que se trasladó a España por empeño de Felipe II quien mandó tallar un sepulcro en El Escorial para los restos de Margarita y de su esposo.

Aunque les duela esa carencia de reliquias a los escoceses, tienen sin embargo el orgullo de disfrutar en su historia de las grandes virtudes de una mujer que supo primar su condición cristiana a su condición de reina. O mejor, que ser reina no fue dificultad para vivir hasta lo más hondo su responsabilidad de cristiana. O aún más, supo desde la posición más alta ser testigo de Cristo. Y eso es mucho en cualquier momento de la Historia. ¿No será la gente como ella los que se llaman pobres de espíritu?

Fuente: Archidiócesis de Madrid

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/32053/margarita-de-escocia-santa.html)

15 noviembre, 2018

San Alberto Magno

 
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 ¡Oh!, San Alberto Magno; vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y el más sabio y amoroso
de vuestro tiempo, porque, vuestra cerviz reclinasteis
ante Nuestra Señora, Madre de Dios, pidiéndole
sabiduría, y, ella, os fue en el mismo acto concedida
de manera maravillosa, y María misma os dijo: “Alberto,
¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a Mí
que soy “Trono de la Sabiduría?” “. ¡Y, así lo hicisteis¡
Y, ya con Ella en vuestro corazón, la compartisteis
con el mundo de vuestro tiempo, y, en “blanco y negro”
plasmasteis el saber todo de Dios, en temas de Teología,
Filosofía, Geografía, Química, Astronomía y muchos
otros saberes más. No en vano, llamado erais “El Magno”,
“el grande” y el “Doctor Universal”, porque, de todo
sabíais, cuando erais consultado. Vos, que habiendo
sido de familia pudiente, y de alta alcurnia, Alemania
toda la recorristeis, predicando y viajando de limosna
y además, hospedándoos como un simple limosnero, con
el sólo afán, de aumentar vuestra humildad. Y, así, un día,
mientras gastabais vuestra santa vida con vuestros hermanos
religiosos, voló vuestra alma al cielo, para luego coronada
ser, con corona eterna de luz y de gloria como muy justo
premio a vuestra entrega increíble e inmensa de amor,
pues toda vuestra vida, llevar fue, a todas las almas hacia
Dios, pues, es Él, la única “Vida verdadera y caridad”;
¡oh!, San Alberto Magno; “vivo amor del Dios de la Vida”.



© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de Noviembre
San Alberto Magno
Doctor de la Iglesia
Año 1280


La Virgen Santísima nos conceda como a su buen devoto San Alberto, el don de la sabiduría, para hacer mucho bien. El primer paso para adquirir sabiduría es tener un gran deseo de instruirse. (S. Biblia. Proverbios).

Alberto significa: “de buena familia” (Al = familia. Bert = buena). Ya en su tiempo la gente lo llamaba “El Magno”, el grande, el magnífico, por la sabiduría tan admirable que había logrado conseguir. Lo llamaban también “El Doctor Universal” porque sabía de todo: de ciencias religiosas, de ciencias naturales, de filosofía, etc. Era geógrafo, astrónomo, físico, químico y teólogo. La gente decía “Sabe todo lo que se puede saber” y le daba el título de “milagro de la época”, “maravilla de conocimientos” y otros más. Tuvo el honor San Alberto de haber sido el maestro del más grande sabio que ha tenido la Iglesia Católica, Santo Tomás de Aquino, y esto le aumentó su celebridad. El descubrió el genio que había en el joven Tomás.

Nació en Alemania en 1206. Era de familia rica y de importancia en el gobierno y en la alta sociedad. Su padre era Conde, o sea gobernador de la región. Estudió en la Universidad de Padua. Allí se encontró con el más grande pescador de vocaciones, el beato Jordán de Sajonia, sucesor de Santo Domingo, y aunque el papá de Alberto se oponía a que su hijo se hiciera religioso, sin embargo la personalidad de Jordán fue tan impresionante para él, que dejó todo su futuro de hacendado, político y hombre de mundo, y entró de religioso con los Padres Dominicos.

Él mismo contaba que de joven le costaban los estudios y por eso una noche dispuso huir del colegio donde estudiaba. Pero al tratar de huir por una escalera colgada de una pared, en la parte de arriba, le pareció ver a Nuestra Señora la Virgen María que le dijo: “Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a Mí que soy ‘Trono de la Sabiduría?”.

Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que sí fui yo quien te la concedí, cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías”. Y así sucedió. Y al final de su vida, un día en un sermón se le olvidó todo lo que sabía, y dijo: “Es señal de que ya me voy a morir, porque así me lo anunció la Virgen Santísima”. Y se retiró de sus labores y se dedicó a orar y a prepararse para morir, y a los pocos meses murió.

En Colonia, en París y en varias otras universidades fue profesor brillantísimo y de muchas naciones iban estudiantes a escuchar sus clases. Él tuvo el mérito de haber separado la teología de la filosofía, y de haber descubierto que el filósofo Aristóteles tiene un gran parecido con las ideas cristianas (lo cual perfeccionará luego su discípulo Santo Tomás).

Escribió 38 volúmenes, de todos los temas. Teología, filosofía, geografía, química, astronomía, etc. Era una verdadera enciclopedia viviente. Fue nombrado superior provincial de su comunidad de Dominicos. Y el Sumo Pontífice lo nombró Arzobispo de Ratisbona, pero a los dos años renunció a ese cargo para dedicarse a dar clases y escribir, que eran sus oficios preferidos.

Habiendo sido de familia muy rica y de alta posición social, recorrió Alemania predicando, y viajando de limosna y hospedándose donde le dieran posada como a un limosnero. Era una buena práctica para aumentar la virtud de la humildad.

El 15 de noviembre de 1280, mientras charlaba tranquilamente con unos religiosos de su comunidad, quedó muerto plácidamente. Tenía 74 años. Dejaba fama de haber sido más sabio que todos los sabios de su tiempo. Todas las enseñanzas tenían por fin llevar el alma hacia Dios que es amor.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Alberto_Magno.htm)