20 marzo, 2019

Siete Santas Claudia, Alejandra, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia

 
 
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¡Oh!, Siete Santas Claudia, Alejandra, Eufrasia, Matrona,
Juliana, Eufemia y Teodosia, vosotras, sois las hijas
del Dios de la Vida, y sus amadas santas que, cuando
a prueba puesta fue, vuestra fe, no dudaron ni un segundo
el gritarla a los cuatro vientos. Y, por ello, vuestros
verdugos, de sí fuera, os torturaron de cruel manera,
vuestros pechos cortándoos, y, con ello creyendo que
vosotras cambiaríais de fe y, os rendiríais ante sus
paganos dioses, cosa que por el contario, encendió más
aún la vuestra, y, dejó actuar al Espíritu Santo, quien
os animó en aquella hora, a no desistir y así, vuestras
vidas donar. Y, Dios viendo vuestro martirio, os coronó
con coronas de luz, como premio justo a vuestro amor y fe;
¡oh!, Santas, Claudia, Alejandra, Eufrasia, Matrona,
Juliana, Eufemia y Teodosia, “vivas mártires de Cristo”.

 

© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado_____________________________________
 

20 de Marzo
Santa Claudia y Alejandra, Eufrasia, Matrona, Juliana,
Eufemia y Teodosia, Compañeras Mártires


Siete santas mujeres llamadas Alejandra, Claudia, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia, a quienes imitaron en la confesión de la fe a Derfuta y una hermana suya, amiga de Paflagonia. No conservamos muchos datos sobre estas santos, lo que podemos decir de ellas es lo siguiente: Las Santas Vírgenes Mártires Alejandra, Claudia, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia fueron arrestadas en la ciudad de Amisa (en la región costera del Mar Negro) durante la persecusión en contra de los Cristianos del emperador Maximiano Galerio (305-311).

Bajo interrogación confesaron su fe y por esto fueron sometidas a horribles y crueles torturas. Los malhechores las azotaron y batieron con varas, y cortaron sus bustos. Finalmente, las santas vírgenes fueron quemadas vivas en un horno candente, era el año 310.

(http://www.oremosjuntos.com/Santoral/Marzo20.html)

18 marzo, 2019

San Cirilo de Jerusalén

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¡Oh!; San Cirilo de Jerusalén; vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo. Aunque la vida, por destierro
tuvisteis, a nuestra Iglesia, defenderla supisteis de cuanto
hereje e impío se os cruzó por el camino. “Hereje”, os llamaban
pero, San Hilario, el defensor del dogma de la Santísima
Trinidad, os tuvo como amigo, y San Atanasio, el defensor
de la divinidad de Jesucristo, os profesaba una especial
amistad. No en vano, el Concilio de Constantinopla, os llamó
“valiente luchador para defender a la Iglesia de los herejes
que niegan las verdades de nuestra religión”. En “Catequesis”,
vuestros sermones, la penitencia, el pecado, el bautismo
y el Credo, los disteis a conocer en reflexiones sencillas
y profundas. Nuestra Santa Eucaristía, amasteis en la que vos,
la certeza de la real y verdadera presencia de Jesucristo
teníais. “Hagan de su mano izquierda como un trono en el que
se apoya la mano derecha que va a recibir al Rey Celestial.
Cuidando: que no se caigan pedacitos de hostia. Así como no
dejaríamos caer al suelo pedacitos de oro, sino que los
llevamos con gran cuidado, hagamos lo mismo con los pedacitos
de Hostia Consagrada”. Así, recomendabais el recibo del Cuerpo
de Cristo. Al volver de vuestro último destierro de once años,
encontrasteis a Jerusalén llena de vicio, desorden y división.
Así, con todo, os dedicasteis con fuerza, a que las gentes
volviesen al fervor y a la paz, y a hacer de que, las que se
habían alejado de la Iglesia, volviesen a ella. Maravillosa
y fecunda fue vuestra obra. Y, así, y luego de haber gastado
vuestra santa vida, en buena lid, voló vuestra alma al cielo,
para coronada ser de luz, como justo premio a vuestro amor;
¡oh!; San Cirilo, “vivo defensor de la Iglesia del Dios de la Vida”.


© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de Marzo
San Cirilo de Jerusalén
Doctor de la Iglesia
Año 386




San Cirilo nació cerca de Jerusalem y fue Arzobispo de esa ciudad durante 30 años, de los cuales estuvo 16 años en destierro. 5 veces fue desterrado: tres por los de extrema izquierda y dos por los de extrema derecha.

Era un hombre suave de carácter, enemigo de andar discutiendo, que deseaba más instruir que polemizar, y trataba de permanecer neutral en las discusiones. Pero por eso mismo una vez lo desterraban los de un partido y otra vez los del otro.

Aunque los de cada partido extremista lo llamaban hereje, sin embargo San Hilario (el defensor del dogma de la Santísima Trinidad) lo tuvo siempre como amigo, y San Atanasio (el defensor de la divinidad de Jesucristo) le profesaba una sincera amistad, y el Concilio general de Constantinopla, en el año 381, lo llama “valiente luchador para defender a la Iglesia de los herejes que niegan las verdades de nuestra religión”.

Una de las acusaciones que le hicieron los enemigos fue el haber vendido varias posesiones de la Iglesia de Jerusalem para ayudar a los pobres en épocas de grandes hambres y miserias. Pero esto mismo hicieron muchos obispos en diversas épocas, con tal de remediar las graves necesidades de los pobres.

El emperador Juliano, el apóstata, se propuso reconstruir el templo de Jerusalem para demostrar que lo que Jesús había anunciado en el evangelio ya no se cumplía. San Cirilo anunció mientras preparaban las grandes cantidades de materiales para esa reconstrucción, que aquella obra fracasaría estrepitosamente. Y así sucedió y el templo no se reconstruyó.

San Cirilo de Jerusalem se ha hecho célebre y ha merecido el título de Doctor de la Iglesia, por unos escritos suyos muy importantes que se llaman “Catequesis”. Son 18 sermones pronunciados en Jerusalem, y en ellos habla de la penitencia, del pecado, del bautismo, y del Credo, explicándolo frase por frase. Allí instruye a los recién bautizados acerca de las verdades de la fe y habla bellísimamente de la Eucaristía.

En sus escritos insiste fuertemente en que Jesucristo sí esta presente en la Santa Hostia de la Eucaristía. A los que reciben la comunión en la mano les aconseja: “Hagan de su mano izquierda como un trono en el que se apoya la mano derecha que va a recibir al Rey Celestial. Cuidando: que no se caigan pedacitos de hostia. Así como no dejaríamos caer al suelo pedacitos de oro, sino que los llevamos con gran cuidado, hagamos lo mismo con los pedacitos de Hostia Consagrada”.

Al volver de su último destierro que duró 11 años, encontró a Jerusalem llena de vicios y desórdenes y divisiones y se dedicó con todas sus fuerzas a volver a las gentes al fervor y a la paz, y a obtener que los que se habían pasado a las herejías volvieran otra vez a la Santa Iglesia Católica.

A los 72 años murió en Jerusalén en el año 386. En 1882 el Sumo Pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Cirilo_de_Jerusalén.htm)

17 marzo, 2019

Día litúrgico: Domingo II (C) de Cuaresma



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Día litúrgico: Domingo II (C) de Cuaresma Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 9,28-36): En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, y he aquí que conversaban con Él dos hombres, que eran Moisés y Elías; los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con Él. Y sucedió que, al separarse ellos de Él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías», sin saber lo que decía. Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. Y vino una voz desde la nube, que decía: «Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle». Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto.
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«Jesús subió al monte a orar»
Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós (Barcelona, España)

Hoy, segundo domingo de Cuaresma, la liturgia de la palabra nos trae invariablemente el episodio evangélico de la Transfiguración del Señor. Este año con los matices propios de san Lucas.

El tercer evangelista es quien subraya más intensamente a Jesús orante, el Hijo que está permanentemente unido al Padre a través de la oración personal, a veces íntima, escondida, a veces en presencia de sus discípulos, llena de la alegría del Espíritu Santo.

Fijémonos, pues, que Lucas es el único de los sinópticos que comienza la narración de este relato así: «Jesús (…) subió al monte a orar» (Lc 9,28), y, por tanto, también es el que especifica que la transfiguración del Maestro se produjo «mientras oraba» (Lc 9,29). No es éste un hecho secundario.

La oración es presentada como el contexto idóneo, natural, para la visión de la gloria de Cristo: cuando Pedro, Juan y Santiago se despertaron, «vieron su gloria» (Lc 9,32). Pero no solamente la de Él, sino también la gloria que ya Dios manifestó en la Ley y los Profetas; éstos —dice el evangelista— «aparecían en gloria» (Lc 9,31). Efectivamente, también ellos encuentran el propio esplendor cuando el Hijo habla al Padre en el amor del Espíritu. Así, en el corazón de la Trinidad, la Pascua de Jesús, «su partida, que iba a cumplir en Jerusalén» (Lc 9,31) es el signo que manifiesta el designio de Dios desde siempre, llevado a término en el seno de la historia de Israel, hasta el cumplimiento definitivo, en la plenitud de los tiempos, en la muerte y la resurrección de Jesús, el Hijo encarnado.

Nos viene bien recordar, en esta Cuaresma y siempre, que solamente si dejamos aflorar el Espíritu de piedad en nuestra vida, estableciendo con el Señor una relación familiar, inseparable, podremos gozar de la contemplación de su gloria. Es urgente dejarnos impresionar por la visión del rostro del Transfigurado. A nuestra vivencia cristiana quizá le sobran palabras y le falta estupor, aquel que hizo de Pedro y de sus compañeros testigos auténticos de Cristo viviente.

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2019-03-17)

16 marzo, 2019

San Heriberto


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¡Oh!; San Heriberto vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado santo y obispo, que iluminasteis al clero y al pueblo
con vuestro ejemplo, tanto en la prédica, como en la obra,
aunque elegido a la fuerza fuisteis. Vuestro nombre significa:
“temido en la batalla”, y al que honor le hicisteis, no por
serlo con el hierro y la pólvora, sino, en las “batallas por
la justicia y la verdad”. Ordenado sacerdote y luego canciller,
los mantuvisteis con vuestro ejemplo y dignidad. A reyes
y cortes, a propios y extraños les brindasteis consejo y asesoría
todo el tiempo. No por nada vuestra investidura y palio
los recibisteis de San Silvestre, Papa, acto que dice mucho
de aquella acción. A su debido tiempo un monasterio benedictino
y la Iglesia de Deuzt, fundasteis como gratitud al Dios eterno
Vivo y Verdadero. Y, así, pasado el tiempo, y luego de algunas
escaramuzas con la vida, que el maligno puso en vuestro camino
 y de que vos, os condujeras entre páramos de justicia y de verdad;
vuestra alma, voló al cielo para corona de luz recibir, como
muy justo premio a vuestra increíble entrega de amor y fe;
¡oh!; San Heriberto, “vivo amante de la justicia y la verdad”.


 
© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de Marzo
San Heriberto de Colonia
Obispo


Martirologio Romano: En Colonia, en Alemania, san Heriberto, obispo, que, siendo canciller del emperador Otón III, fue elegido a la fuerza para la sede episcopal, desde donde iluminó constantemente al clero y al pueblo con el ejemplo de sus virtudes, que también recomendaba en la predicación (1021).

Etimológicamente: Heriberto = Aquel que es temido en la batalla, es de origen germánico.

Nació en Worms, en el año 970, murió el 16 de Marzo de 1021 en Colonia. Fue arzobispo de Colonia, canciller del emperador Otón III y fundador de la abadía de Deutz.

Heriberto era hijo del duque Hugo de Worms. Tras estudiar en la escuela de la catedral de Worms, su ciudad natal, pasó algún tiempo en el monasterio benedictino de Gorza, situado en el ducado de Lorena.

Después de este periodo fue nombrado rector de la catedral de Worms. En 994 fue ordenado sacerdote. Ese mismo año el rey Otón III le nombró canciller para Italia y cuatro años más tarde, también para Alemania, cargo que mantuvo hasta la muerte del emperador en 23 de enero de 1002.
Como canciller, Heriberto se convirtió en el consejero más importante de Otón III, a quien acompañó a Roma en 996 y 997. Todavía estaba en Italia cuando en 999 fue elegido arzobispo de Colonia.

Recibió la investidura eclesiástica y el palio de parte del papa Silvestre II el 9 de julio de 999 en la ciudad italiana de Benevento, siendo consagrado en la Catedral de Colonia en día de Navidad de ese mismo año.

El año 1002 estuvo presente en el lecho de muerte del emperador en Paterno. Cuando regresaba a Alemania con los restos del emperador y la insignia imperial, fue hecho prisionero por un tiempo por el futuro rey Enrique II, a cuya candidatura Heriberto se había opuesto inicialmente.

Tan pronto como Enrique fue elegido nuevo rey, el 7 de junio de 1002, cambió de postura para pasar a reconocer al nuevo rey y servirlo fielmente, acompañándolo a Roma en 1004 y mediando entre el monarca y la Casa de Luxemburgo entre otras obras.

Sin embargo Heriberto nunca se ganó la total confianza de Enrique II hasta el año 1021, cuando el rey reconoció su error y pidió perdón al arzobispo, el mismo año de la muerte del santo.

Heriberto fundó el monasterio benedictino y la iglesia de Deutz, al que hizo generosos donativos y donde se encuentra su tumba. Heriberto fue considerado santo ya en vida.

El papa Gregorio VII lo canonizó entre 1073 y 1075. Su fiesta se celebra el mismo día de su fallecimiento, el 16 de marzo.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

15 marzo, 2019

Santa Luisa de Marillac

 

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¡Oh!; Santa Luisa de Marillac, vos, sois la hija del Dios
de la vida, su amada santa, y que, desde pequeña ansiabais
haceros religiosa. Un sacerdote santo os dijo: “Probablemente,
Nuestro Señor te ha destinado a formar un hogar”. Y no se
equivocó. Vuestros biógrafos dicen de vos así: “Luisa fue
un modelo de esposa. Con su bondad y amabilidad logró
transformar a su esposo que era duro y violento, y hasta
obtuvo que en su casa todos rezaran en común las oraciones
de cada día”. Al viuda quedar, dijisteis: “Ya he servido
bastante tiempo al mundo, ahora me dedicaré totalmente a
servir a Dios”. Y, así fue, pues jamás cometisteis ningún
mortal pecado en toda vuestra vida y San Francisco de Sales
y San Vicente de Paúl, así lo confirman. Con el segundo,
trabajasteis por treinta años, siendo vos, su fiel discípula
y servidora. “Vaya en nombre del Señor. Que Dios la acompañe.
Que El sea su fuerza en el trabajo y su consuelo en las
dificultades”. Os, dijo él. A los enfermos visitabais,
instruías a los ignorantes y repartíais ayuda a los pobres
con entusiasmo, bondad y alegría. Un día, votos de pobreza,
castidad y obediencia hicisteis con cuatro amigas, naciendo
así, la famosa y mentada comunidad femenina de las “Hermanas
Vicentinas, Hijas de la Caridad”. Y, San Vicente, os hizo
este reglamento: “Por monasterio tendrán las casas de los
enfermos. Por habitación una pieza arrendada. Por claustro
tendrán las calles donde hay pobres que socorrer. Su límite
de acción será la obediencia. Puerta y muro de defensa será
el temor de ofender a Dios. El velo protector será la modestia
o castidad”. Y, así, reunísteis a mendigos y los pusisteis
a trabajar. Las mujeres hilaban y cosían, los hombres hacían
manualidades, hasta lograr convertirse en personas útiles,
pues la alegría, el trabajo y Dios, reinaban en aquél asilo.
Los enfermos mentales, recibían de vos, mucho amor, alimentación
y medicinas adecuadas, logrando su recuperación. San Vicente,
no pudo asistiros en la hora de la muerte, pues él, enfermo
se hallaba, pero, os envió una nota que decía así: “Usted se
va adelante hacia la eternidad. Pero yo la seguiré muy pronto,
y nos volveremos a ver en el cielo”. Y así sucedió. Y, luego,
voló vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona
de luz, como premio a vuestra entrega de amor y fe. Santa
Patrona de los Asistentes Sociales de todo el orbe de la tierra;
¡oh!; Santa Luisa de Marillac, “vivo amor de Cristo Jesús”.

 


© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado


© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de Marzo

Santa Luisa de Marillac Fundadora de las Hermanas Vicentinas (año 1660)

 Nació en Francia el 12 de Agosto de 1591. Huérfana a los 14 años, sintió un fuerte deseo de hacerse religiosa, pero por su delicada salud, y su débil constitución no fue admitida. Un sacerdote le dijo: “Probablemente, Nuestro Señor te ha destinado a formar un hogar”. Se casó entonces con Antonio Le Grass, secretario de la reina de Francia, María de Médicis.


Dicen sus biógrafos: “Luisa fue un modelo de esposa. Con su bondad y amabilidad logró transformar a su esposo que era duro y violento, y hasta obtuvo que en su casa todos rezaran en común las oraciones de cada día”.


Dios le concedió un hijo, al cuál amó de tal manera que San Vicente le escribió diciéndole: “Jamás he visto una madre tan madre como usted”.


Y en otra carta le dice el santo: “Que felicidad nos debe traer el pensar que somos hijos de Dios. Pues Nuestro Señor nos ama con afecto muchísimo más grande que el que Usted le tiene a su hijo. Y eso que yo no he visto en ninguna otra madre un amor tan grande por el propio hijo, como el que Usted tiene hacia el suyo”.


A los 34 años queda viuda y entonces decide hacerse religiosa. “Ya he servido bastante tiempo al mundo, ahora me dedicaré totalmente a servir a Dios”. Claro está que en la vida “mundana” que había tenido se había comportado tan sumamente bien que los que la conocieron están de acuerdo en afirmar que lo más probable es que ella no cometió ni siquiera un solo pecado mortal en toda su vida.

Esta santa mujer tuvo la dicha inmensa de tener como directores espirituales a dos santos muy famosos y extraordinariamente guías de almas: San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl. Con San Francisco de Sales tuvo frecuentes conversaciones espirituales en París en 1618 (tres años antes de la muerte del santo) y con San Vicente de Paúl trabajó por treinta años, siendo su más fiel y perfecta discípula y servidora.


San Vicente de Paúl había fundado grupos de mujeres que se dedicaban a ayudar a los pobres, atender a los enfermos e instruir a los ignorantes. Estos grupos de caridad existían en los numerosos sitios en donde San Vicente había predicado misiones, pero sucedía que cuando el santo se alejaba los grupos disminuían su fervor y su entusiasmo. Se necesitaba alguien que los coordinara y los animara. Y esa persona providencial iba a ser Santa Luisa de Marillac.


Cuando Luisa se ofreció para coordinar y dirigir los grupos de caridad, el santo se entusiasmó y le escribió diciendo: “Vaya en nombre del Señor. Que Dios la acompañe. Que El sea su fuerza en el trabajo y su consuelo en las dificultades”.


En aquellos tiempos los viajes eran muy penosos y peligrosos. Los caminos eran largos, las comidas malas, y los alojamientos incómodos. La santa tenía una constitución muy débil, pero San Vicente exclamaba: “Su salud es poca, sus tribulaciones son muchas y su actividad es infatigable. Pero sólo Dios sabe la fuerza de ánimo y de voluntad que esta mujer tiene”.


Dicen sus biógrafos que Luisa recorría el país visitando las asociaciones de caridad y que levaba siempre gran cantidad de ropas y medicinas para regalar y que casi todo lo compraba con dinero que ella misma por sus propios esfuerzos había conseguido.


Apenas llegaba al lugar, reunía a las mujeres de la asociación de la caridad, les recordaba los deberes y virtudes que debían cumplir quienes formaban parte de aquella asociación, las entusiasmaba con sus recomendaciones y se esforzaba por conseguir nuevas socias. Ella misma visitaba a los enfermos e instruía a los ignorantes y repartía ayuda a los pobres, y esto lo hacía con tal entusiasmo y tan grande bondad, que cuando marchaba de ahí, quedaba todo renovado y rejuvenecido.


La familia Marillac, que ocupaba altos puestos en el gobierno, cayó en desgracia del rey Luis Trece y uno fue condenado a muerte y otros fueron a la cárcel. Luisa, aunque sufría mucho a causa de esto, no permitía que nadie hablara mal en su presencia contra el rey, y su primer ministro Richelieu que tanto los habían hecho padecer.


En 1633, el 25 de marzo, las primeras cuatro jóvenes hacen votos de pobreza, castidad y obediencia, bajo la dirección de Luisa, Así nació la más grande comunidad femenina que existe, las Hermanas Vicentinas, Hijas de la Caridad.


San Vicente les hizo este reglamento: “Por monasterio tendrán las casas de los enfermos. Por habitación una pieza arrendada. Por claustro tendrán las calles donde hay pobres que socorrer. Su límite de acción será la obediencia. Puerta y muro de defensa será el temor de ofender a Dios. El velo protector será la modestia o castidad”


En aquellos años de 1633, Francia estaba pasando por una situación dificilísima de guerras, miseria, ignorancia y abandono. Fue entonces cuando guiadas por el incansable San Vicente de Paúl, las Hijas de la Caridad se dedicaron a colaborar en todos los frentes posibles, para socorrer a los más necesitados.


Santa Luisa consiguió una casa grande y allí reunía a los pordioseros y los ponía a trabajar. Las mujeres a hilar y a coser y los hombres a hacer diversas obras manuales. Así los fue transformando en personas útiles a la sociedad. La alegría y el trabajo reinaban en aquel inmenso asilo ocupado por la mayoría de los mendigos de París. Y las Vicentinas los atendían con exquisita caridad.


Consiguió otra casa y allí recogía a los locos o enfermos mentales, y a base de una buena alimentación y de medicinas y de mucho cariño, con sus religiosas los atendía esmeradísimamente, y lograba en muchísimos casos su recuperación.


En 1655, el Arzobispado de París le concede la aprobación a la Nueva Comunidad. Y San Vicente reúne a sus religiosas y les dice: “De hoy en adelante llevarán siempre el nombre de Hijas de la Caridad. Conserven este título que es el más hermoso que puedan tener”.


De Santa Luisa se puede decir lo que Fray Luis de León dijo acerca de Santa Teresa: “Para conocer cómo era su personalidad, basta conocer cómo fueron las religiosas que ella formó y las obras que escribió“. Las religiosas formadas por Luisa fueron personas dedicadas con cuerpo y alma y por toda la vida a las obras de la caridad y de apostolado. Y sus escritos causan asombro al considerar de dónde sacó tiempo para escribir centenares de cartas con consejos muy prácticos y provechosos, y para resumir las numerosas conferencias que dictaba San Vicente, copiarlas y hacerlas circular, y para hacer extractos de las meditaciones y de los Retiros Espirituales que predicaba el Santo, y formar así tres volúmenes de 1,500 páginas. Y todo esto en medio de una actividad asombrosa en favor de los enfermos, mendigos e ignorantes.


Trece años antes de que ella muriera, dijo San Vicente: “La hermana Luisa, por su debilidad y agotamiento debería haber muerto hace diez años. Al verla, parece que hubiera salido de una tumba: tan débil está su cuerpo y tan pálido su rostro. Pero sin embargo, trabaja y trabaja sin dejarse vencer por el cansancio”.


San Vicente no pudo asistir a su santa discípula en la hora de la muerte porque el se hallaba también muy enfermo pero le escribió una nota diciéndole: “Usted se va adelante hacia la eternidad. Pero yo la seguiré muy pronto, y nos volveremos a ver en el cielo”. Y así sucedió.


El 15 de Marzo de 1660, después de sufrir una dolorosa enfermedad y la gangrena de un brazo murió santamente, dejando fundada y muy extendida la más grande comunidad de religiosas. (San Vicente murió el 27 de Septiembre de ese mismo año).


Las 33,000 religiosas vicentinas o hijas de la Caridad tienen más de 3,300 casas en el mundo. En la casa donde está sepultada su fundadora, en París, allí mismo sucedieron las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa a la vicentina Santa Catalina Labouré. Las religiosas fundadas por Santa Luisa se dedican exclusivamente a obras de caridad.


El Papa Pío XI declaró santa a Luisa de Merillac en 1934, y el Sumo Pontífice Juan XXIII la declaró Patrona de los Asistentes Sociales.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Luisa_de_Marillac.htm)

14 marzo, 2019

Santa Matilde



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¡Oh!; Santa Matilde, vos, sois la hija de Dios de la vida,
y su amada santa, que honor hicisteis al significado de
vuestro nombre: “valiente en la batalla”. Desde niña
adquiristeis la piedad e inclinación hacia la caridad
para con los pobres. Os casasteis joven con Enrique
de Sajonia, duque, en matrimonio feliz. Él, muchos
triunfos obtuvo en la lucha por defender Alemania
de las invasiones extranjeras, todos atribuidos a las
oraciones de vos. Cuando vuestro esposo nombrado fue
rey, vos, como reina, no dejasteis vuestros modos humildes
y piadosos de vivir. En vuestro palacio, parecíais más,
una buena mamá que una reina, y vuestra piedad semejante
era a una religiosa que a una mujer de mundo; pues
erais muy generosa al repartir limosnas entre los pobres.
Vuestro marido, jamás os pidió cuentas de los gastos
que vos hacíais, porque convencido estaba de que todo
lo repartíais a los más necesitados. Cuando quedasteis
viuda, ofrecisteis una misa por el descanso de su alma,
y arrodillándoos ante el Santo Sacramento os quitasteis
todas vuestras joyas y las dejasteis como ofrenda
ante el altar y ofrecisteis a Dios el sacrificio de no
volver a usar joyas nunca más. Otón y Enrique,
vuestros hijos, luego de disputar el poder entre ellos,
hicieron las paces, gracias a vos, pero entonces a ambos
se les ocurrió que todo el dinero que vos afirmabais
que habíais dado a los pobres, lo teníais guardado
y os sometieron a humillaciones y vejámenes, pero,
ningún dinero hallaron. Vos, decías con fino humor:
“Es verdad que se unieron contra mí, pero por lo menos
se unieron”. Luego os pidieron perdón y, os trajeron a
palacio, permitiéndoos seguir repartiendo limosnas a
cuantos os lo pedían. Otón, os amaba y veneraba tanto
que, cuando lo coronaron en Roma, os dejó encargada
del gobierno de Alemania. Cuando cumplisteis setenta
años y viendo ya pasar a la eternidad, repartisteis
entre los más pobres todas vuestras posesiones y rodeada
de vuestros hijos y nietos, voló vuestra santa alma al cielo
para coronada ser de luz, como premio a vuestro gran amor.
Santa Patrona de los Matrimonios y familias numerosas;
¡Oh!; Santa Matilde, “vivo amor y paz del Dios de la Vida.”


© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de Marzo
Santa Matilde
Reina

Petición


Matilde; reina santa y generosa: haz que todas las mujeres del mundo que tienen altos puestos o bienes de fortuna, sepan compartir sus bienes con los pobres con toda la generosidad posible, para que así se ganen los premios del cielo con sus limosnas en la tierra.

 
Matilde significa: “valiente en la batalla”. Era descendiente del famoso guerrero Widukind e hija del duque de Westfalia. Desde niña fue educada por las monjas del convento de Erfurt y adquirió una gran piedad y una fortísima inclinación hacia la caridad para con los pobres.
Muy jóven se casó con Enrique, duque de Sajonia (Alemania). Su matrimonio fue excepcionalmente feliz. Sus hijos fueron: Otón primero, emperador de Alemania; Enrique, duque de Baviera; San Bruno, Arzobispo de Baviera; Gernerga, esposa de un gobernante; y Eduvigis, madre del famoso rey francés, Hugo Capeto.
Su esposo Enrique obtuvo resonantes triunfos en la lucha por defender su patria, Alemania, de las invasiones de feroces extranjeros. Y él atribuía gran parte de sus victorias a las oraciones de su santa esposa Matilde.
Enrique fue nombrado rey, y Matilde al convertirse en reina no dejó sus modos humildes y piadosos de vivir. En el palacio real más parecía una buena mamá que una reina, y en su piedad se asemejaba más a una religiosa que a una mujer de mundo. Ninguno de los que acudían a ella en busca de ayuda se iba sin ser atendido.
Era extraordinariamente generosa en repartir limosnas a los pobres. Su esposo casi nunca le pedía cuentas de los gastos que ella hacía, porque estaba convencido de que todo lo repartía a los más necesitados. Tampoco se disgustaba por las frecuentes prácticas de piedad a que ella se dedicaba, la veía tan bondadosa y tan fiel que estaba convencido de que Dios estaba contento de su santo comportamiento.
Después de 23 años de matrimonio quedó viuda, al morir su esposo Enrique. Cuando supo la noticia de que él había muerto repentinamente de un derrame cerebral, ella estaba en el templo orando. Inmediatamente se arrodilló ante el Santísimo Sacramento y ofreció a Dios su inmensa pena y mandó llamar a un sacerdote para que celebrara una misa por el descanso eterno del difunto. Terminada la misa, se quitó todas sus joyas y las dejó como un obsequio ante el altar, ofreciendo a Dios el sacrificio de no volver a emplear joyas nunca más.
Su hijo Otón primero fue elegido emperador, pero el otro hermano Enrique, deseaba también ser jefe y se declaró en revolución. Otón creyó que Matilde estaba de parte de Enrique y la expulsó del palacio. Ella se fue a un convento a orar para que sus dos hijos hicieran las paces. Y lo consiguió. Enrique fue nombrado Duque de Baviera y firmó la paz con Otón. Pero entonces a los dos se les ocurrió que todo ese dinero que Matilde afirmaba que había gastado en los pobres, lo tenía guardado. Y la sometieron a pesquisas humillantes. Pero no lograron encontrar ningún dinero. Ella decía con humor: “Es verdad que se unieron contra mí, pero por lo menos se unieron”.
Y sucedió que a Enrique y a Otón empezó a irles muy mal y comenzaron a sucederles cosas muy desagradables. Entonces se dieron cuenta de que su gran error había sido tratar tan mal a su santa madre. Y fueron y le pidieron humildemente perdón y la llevaron otra vez a palacio y le concedieron amplia libertad para que siguiera repartiendo limosnas a cuantos le pidieran.
Ella los perdonó gustosamente. Y le avisó a Enrique que se preparara a bien morir porque le quedaba poco tiempo de vida. Y así le sucedió.
Otón adquirió tan grande veneración y tan plena confianza con su santa madre, que cuando se fue a Roma a que el Sumo Pontífice lo coronara emperador, la dejó a ella encargada del gobierno de Alemania.
Sus últimos años los pasó Matilde dedicada a fundar conventos y a repartir limosnas a los pobres. Otón, que al principio la criticaba diciendo que era demasiado repartidora de limosnas, después al darse cuenta de la gran cantidad de bendiciones que se conseguían con las limosnas, le dio amplia libertad para dar sin medida. Dios devolvía siempre cien veces más.
Cuando Matilde cumplió sus 70 años se dispuso a pasar a la eternidad y repartió entre los más necesitados todo lo que tenía en sus habitaciones, y rodeada de sus hijos y de sus nietos, murió santamente el 14 de marzo del año 968.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Matilde.htm)

13 marzo, 2019

Santa Cristina




 
 
 
 
 
¡Oh!, Santa Cristina, vos, sois la hija del Dios de la Vida
su mártir y amada santa, que, azotada con varas, en tiempo
de Cosroes I, rey de los persas, disteis vuestra alma a Dios,
quien os la dió. Sabemos de vos, gracias a Pedro Canisio
que os colocó en este día a vos, de la siguiente manera: “en
este día, Cristina, hecha mártir por la confesión de Cristo
frente a los persas, migró al Señor”. Y, el Martirologio
Romano de Baronio, por esos mismos años escrito, toma la
noticia así: “En Persia, santa Cristina, virgen y mártir”.
También el “Sinaxario Constantinopolitano”, muestra que
para el trece o catorce de marzo, variando según los códices
estáis inscrita, resaltando de que fuisteis castigada con
latigazos. Pero, en la Biblioteca Laurentina de Florencia
se halló en el siglo diecisiete, un acta martirial en griego,
que considera a santa Sira, una joven que murió torturada
a latigazos y que, con posterioridad el Martirologio Romano
adoptó para vos, los datos cronológicos de santa Sira,
fundiendo las dos en una, de donde nace el elogio para vos;
¡Oh!, Santa Cristina, “viva luz, para el Dios de la Vida y del Amor”

 © 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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13 de Marzo Santa Cristina, mártir †: 559 – país: Irak-Irán canonización: pre-congregación hagiografía: Abel Della Costa

Elogio: En Persia, santa Cristina, mártir, que, azotada con varas, consumó el martirio en tiempo de Cosroes I, rey de los persas.
 
Todo comienza con una inscripción en un menologio griego, que, llevado al latín por Pedro Canisio en el siglo XVI, coloca en este día a santa Cristina de Persia con los siguientes términos: «en este día, Cristina, hecha mártir por la confesión de Cristo frente a los persas, migró al Señor». El Martirologio Romano de Baronio, compuesto por esos mismos años, retoma la noticia en estos términos: «En Persia, santa Cristina, virgen y mártir». Ya los Bolandistas observaron que no hay ninguna razón para catalogarla como virgen, y, efectivamente, ese aspecto del elogio ya no aparece en el Martirologio actual.

Con posterioridad, el mejor conocimiento del Sinaxario Constantinopolitano muestra que para el 13 o 14 de marzo (la fecha varía según los códices) se encuentra inscripta nuestra santa, con el añadido de que fue castigada con latigazos.

En la Biblioteca Laurentina de Florencia se halló en el siglo XVII un acta martirial en griego, que los Bolandistas consideran escrita por un contemporáneo de la santa, que habla de santa Sira, una joven que murió torturada a latigazos antes de ser muerta, bajo el reinado de Cosroes I, es decir entre los años 531 y 579. Por varias razones internas, le asignan el año 559, y como la santa no aparece en ninguna otra fuente, ellos la inscribieron provisoriamente en la fecha del 18 de mayo, para lo que dan prolijas razones.

Ahora bien, a pesar del haallazgo de los Bolandistas, santa Sira nunca fue inscripta en el catálogo de santos, sino que con posterioridad el Martirologio Romano adoptó para nuestra santa Cristina los datos cronológicos de santa Sira, fundiendo las dos en una, de donde sale el elogio de la mártir de hoy.

¿Hay base suficiente para identificar estas dos santas? no lo parece, pero al menos de momento, el Martirologio Romano parece preferir no multiplicar en dos mártires muy insuficientemente conocidas, pudiendo inscribir una sola con mejores títulos.

Comprenderá el lector que esto está bastante lejos del género hagiográfico y más bien cerca de la crítica de fuentes; pero la maraña de datos lo exigían, al menos para clarificar de dónde había sacado el MR su noticia detallada de que el martirio fue bajo Cosroes I, siendo que de santaa Cristina, a decir verdad, sólo tenemos el nombre. Ver Acta Sanctorum, marzo II, pág. 258 y mayo V, pág. 171, el interesante artículo de Papebrochio sobre santa Sira. Ver también el Sinaxario Constantinopolitano (ed Delehaye) y un resumen del caso en Enciclopedia dei Santi, artículo de F.S. Pericoli Ridolfini.

(https://virgendelosimposibles.blogspot.pe/2014/03/hoy13-de-marzo-conmemoramos-santa.html)