19 julio, 2019

San Epafra o Epafras



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19 de Julio
San Epafra o Epafras
Discípulo de San Pablo Mártir, santo del NT

Conmemoración de san Epafras, que en Colosas, Laodicea y Hierápolis, trabajó mucho en la difusión del Evangelio, y a quien san Pablo llama carísimo consiervo, con-cautivo y fiel ministro de Cristo.

De Epafras conocemos muy poco, apenas lo que menciona el elogio del Martirologio Romano, que se atiene estrictamente al dato bíblico, sin embargo, en las tres citas que lo mencionan, se nos aparece como un cristiano en plena actividad apostólica: compañero de cautiverio de san Pablo, según dice el propio Apóstol en Filemon v. 23. Tradicionalmente se entiende que este cautiverio al que se refiere es el del 60-62 con el que termina Hechos de los Apóstoles (Hech 28,29-30), y que no sabemos si culminó en la liberación del Apóstol o en su ejecución.
La siguiente mención, con muchos datos («muchos»… dada la escasez a la que estamos acostumbrados) proviene de dos momentos distintos de la Carta a los Colosenses: en el saludo incial y en el final. Los datos biográficos sobre san Pablo que nos aporta esta carta hay que evaluarlos con prudencia, porque es una de los escritos cuya autenticidad paulina está -y posiblemente lo esté siempre- discutida, con la balanza más inclinada hacia el no, que hacia el sí. Por supuesto, eso no implica que la carta sea o no del Nuevo Testamento: siempre lo ha sido y lo seguirá siendo, y aparece en las listas más antiguas de escritos cristianos, pero la duda sobre la autoría no permite usarla como fuente para trazar la biografía del Apóstol. Sin embargo, los especialistas no dudan en que, aunque la carta sea pseudoepigráfica (es decir, puesta bajo su nombre tiempo después de la muerte de Pablo), contiene fragmentos que sí provienen de mano de Pablo, y esos fragmentos son, precisamente, los que muestran una situación semejante a la de Filemón, como la enumeración de los colaboradores del Apóstol, entre los que se contaba en esa época Epafras.
Así que, aunque la Carta a los Colosenses nos sirve escasamente para biografiar a san Pablo, sirve, y mucho, para acercarnos al personaje de Epafras: los dos fragmentos, ricos y vívidos, conservan todo su valor histórico. Nos dice allí san Pablo que Epafras enseñó a la comunidad de Colosas el Evangelio, e incluso dice más, leámoslo directamente: «El Evangelio [que llegó, fructifica y crece]…desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en la verdad: tal como os la enseñó Epafras, nuestro querido consiervo y fiel ministro de Cristo, en lugar nuestro, el cual nos informó también de vuestro amor en el Espíritu.» (Col 1,6-8) ¡Menudo título le cede el Apóstol a Epafras!: «ministro en lugar nuestro». Aunque san Pablo sabe apreciar a sus colaboradores, sólo a unos pocos los ensalza así.
Posiblemente no sea para menos, ya que, a juzgar por el otro retazo de la vida de Epafras que la carta nos acerca, nos enteramos que no sólo llevó el Evangelio, en nombre de Pablo, a Colosas, sino que además mantiene una conexión constante, en predicación y en oración, con ésa, su comunidad -de la que además es originario-, y desde la que seguramente fue evangelizador también de Laodicea y Hierápolis, ya que las tres ciudades formaban un triángulo de no más de 20 km de separación de cada una con las otras: «Os saluda Epafras, vuestro compatriota, siervo de Cristo Jesús, que se esfuerza siempre a favor vuestro en sus oraciones, para que os mantengáis perfectos cumplidores de toda voluntad divina. Yo soy testigo de lo mucho que se afana por vosotros, por los de Laodicea y por los de Hierápolis» (Col 4,12-13).
No hay más que esto, pero ¿de cuántos personajes del Nuevo Testamento no tenemos sino mucho menos? Se afanaba en esta vida limitada y terrena por su comunidad a través de la oración, seguramente ahora que vive la vida más plena a la que todos estamos llamados, su oración es constante por toda la Iglesia.
La cuestión del cautiverio en Roma de san Pablo y sus posibles terminaciones, puede leerse en cualquier biografía del Apóstol, incluso en el artículo dedicado a su martirio en este santoral. Sobre la autenticidad paulina de Colosenses, hay soluciones para todos los gustos, y ninguna se impone con gran ventaja a las demás; puede leerse la cuestión en cualquier introducción a las epístolas de Colosenses-Efesios (que suelen tratarse juntas), por ejemplo, el Comentario Bíblico San Jerónimo, ya sea el original (que defiende la autoría paulina) o el nuevo (que la descarta), o en los Cuadernillos Bíbicos de Verbo Divino, accesibles a cualquier lector con mínimo de formación. En todo caso, lo mñás interesante para el lector medio no debe ser «tomar partido», sino entrenarse en evaluar por qué los especialistas se inclinan por una u otra solución.

(http://vidas-santas.blogspot.com/2013/07/san-epafra-o-epafras-discipulo-de-san.html)

18 julio, 2019

San Federico de Utrecht


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 ¡Oh!, San Federico, vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo y que, por vuestro saber de las Escrituras
Sagradas, os dedicasteis a la evangelización de los frisones,
con ardor de corazón y fe, honor haciendo al significado
de vuestro nombre: “En la paz poderoso”. Las costumbres
reformasteis de vuestros diocesanos y combatisteis herejías
de vuestro tiempo. Vos, varón justo y lleno de humildad
como erais, os declarasteis incapaz de aceptar vuestro
obispado y, entonces, actuó la providencia y os re-convenció
Ludovico Pío, emperador, para entera satisfacción de vuestro
pueblo. Y, vos, en el único “Sacerdote Justo”, Jesucristo,
confiando realizasteis vuestra obra extraordinaria, hasta
la entrega de vuestra vida misma. Con los pobres generoso,
hospitalario para con los viajeros y amoroso en vuestras
visitas a los enfermos. De un lado, y del otro a la vida
de oración y sacrificio entregado. Jamás ahorrasteis ni
vigilias, ni ayunos, pues vuestra vida era. A los arrianos
y a su herejía os confrontasteis y recitar ordenasteis, tres
veces cada día, una oración en honor de la Santísima Trinidad.
Cuando ya casi habíais recorrido toda vuestra diócesis, un
día, mientras dabais gracias por la Misa, atacado fuisteis
por criminales que os atravesaron las entrañas, a los pocos
minutos muriendo, entregando así, vuestra alma a Dios. ¡Os
quitaron vuestro cuerpo, pero jamás vuestra alma!, que voló
presta al cielo, para coronada ser con corona de luz, como
muy justo premio a vuestra increíble entrega de amor y fe;
¡oh!, San Federico, “vivo evangelizador del Dios de la Vida”.
© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de Julio San Federico de Utrecht Obispo Mártir

Martirologio Romano: En Utrecht, ciudad de Güeldres, en Austrasia, san Federico, obispo, que, ilustre por sus conocimientos sobre las Sagradas Escrituras, se dedicó incansablemente a la evangelización de los frisones (838).

Etimológicamente significa “poderoso en la paz”. Viene de la lengua alemana. Descendiente de una familia ilustre entre los frisones, fue elegido obispo de Utrecht en 820. Dedicó toda su actividad a la reforma de las costumbres de sus diocesanos, y combatió las herejías. Murió mártir en Utrecht, el año 838. – Fiesta: 18 de julio.

“Al obispo -dice el consagrante al nuevo obispo, durante el ritual de la consagración-, corresponde juzgar, interpretar, consagrar, ordenar, ofrecer, bautizar y confirmar”. Y cuando le hace entrega de la más significativa insignia de su episcopado: “Recibe el báculo de Pastor a fin de que seas dulce y firme en tus correcciones; en tus juicios, justo y sereno; al fomentar la virtud en los demás, persuasivo, y no te dejes llevar ni del rigor ni de la debilidad. Recibe este anillo, símbolo de la fidelidad con que has de conservar intacta y sin mancha a la Esposa de Dios, es decir, la Iglesia”. Y asimismo, cuando le hace entrega de los Evangelios, dice: “Recibe el Evangelio y ve a predicarlo al pueblo que te ha sido encomendado. Dios Omnipotente aumente en ti la gracia”.

No es extraño que ante una misión tan sublime y a la vez tan cargada de responsabilidad, Federico, varón justo y lleno de humildad, se declarase incapaz de aceptar el cargo de obispo de Utrecht, para el que había sido elegido por el clero y el pueblo de aquella diócesis. Fue necesaria toda la autoridad del emperador Ludovico Pío, para que aquel sacerdote, conocido de todos por su ardor pastoral y su predicación, aceptase la Cátedra episcopal que había quedado vacante a la muerte del obispo Ricfredo.

Y la verdad es que nadie mejor que él podía encargarse de la diócesis: por una parte, sus virtudes y su ciencia le daban la autoridad necesaria para ocupar la Silla episcopal, y por otra, el haber vivido en íntima comunicación con Ricfredo le hacían el más conocedor de la situación.

En efecto, nacido hacia el año 790, en el seno de una noble familia de Frisia, había sido confiado para su educación al clero de la iglesia de Utrecht, primero, y más tarde al mismo obispo, que se aplicó con ardor a formar el alma de aquel joven piadoso y trabajador, hasta que, suficientemente preparado, le confirió el sacerdocio.

Ahora, consagrado ya obispo, en presencia del mismo emperador, Federico se entrega generosamente a su misión, que cumplirá fielmente hasta las últimas consecuencias. Su humildad había hecho cuanto estaba de su mano para no aceptar aquel cargo que sus solas fuerzas no podían soportar, pero ahora que había recibido ya la plenitud del sacerdocio, su fe confía en que el único Sacerdote -Jesucristo-, realizará en él la tarea que le ha querido confiar.

Los primeros tiempos de su episcopado los dedica a la villa de Utrecht, esforzándose en devolver la paz a su pueblo, y en hacer desaparecer los últimos restos de paganismo. Siempre acogedor, es generoso para con los pobres, hospitalario para los viajeros, y sacrificado en sus visitas a los enfermos. Entregado a la vida de oración y sacrificio, no ahorra vigilias ni ayunos, en favor de sus diocesanos.

Más adelante, su celo le lanza a recorrer todo el territorio que le ha sido confiado. En todas partes trabaja incansablemente en la reforma de las costumbres de sus diocesanos, y de una manera especial lo hace en la isla de Walcheren, donde reinaba la más burda inmoralidad.

Se dedica también a combatir la herejía arriana, bastante extendida en Frisia, y poco a poco va reduciendo los herejes a la verdadera fe católica. Para asegurar la duración de este retorno a la verdad, San Federico compone una profesión de fe, que resume la enseñanza católica sobre la Santísima Trinidad, y ordena que se recite tres veces cada día una oración en honor de las tres divinas Personas.

Cuando ya casi había recorrido toda la diócesis, un día, mientras estaba dando gracias de la Misa, es atacado por dos criminales que le atraviesan las entrañas, muriendo a los pocos minutos. ¿A qué móviles respondía aquel asesinato? Algunos dan como causa cierta, el odio que Judit, segunda esposa de Ludovico Pío, alimentaba contra San Federico, por haberla reprendido con santa libertad, a causa de su conducta inmoral.

No obstante, aun cuando parece que esta persuasión ya existía en Utrecht, muy próximamente a la fecha del martirio, hay quien lo pone en duda, por el testimonio del famoso escritor Rábano Mauro, que ensalza las virtudes de la emperatriz. Quizá los hagiógrafos no lleguen nunca a un acuerdo sobre este punto, pero a pesar de ello continuará siendo cierto que en aquel día del año 838, un obispo moría mártir.
(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=11243)

17 julio, 2019

Santa Marcelina



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 ¡Oh!, Santa Marcelina, vos, sois la hija de Dios de la Vida,
su amada santa, hermana de san Ambrosio y, a la que el Papa
Liberio, os impuso el “velo de consagrada” en la basílica romana
de San Pedro, en la fiesta de la Epifanía del Señor. Vos,
desde pequeña teníais por única mira la gloria de Dios, por
ello, decidisteis renunciar al mundo y Liberio, Papa, os exhortó,
a amar a Jesucristo y a vivir en recogimiento y mortificación.
Vuestro hermano, San Ambrosio, os dedica su tratado sobre
la excelencia de la virginidad y siendo ya obispo, vos lo
visitabais para hablar “in extenso” sobre la vida espiritual.
Practicabais  la más alta perfección ayunando diariamente
hasta el atardecer y dedicabais la mayor parle del día
y de la noche a la oración y la lectura espiritual. Vuestro
hermano, en los últimos años de vuestra vida, os aconsejó
que moderaseis vuestras penitencias y aumentaseis el tiempo
de oración y así lo hicisteis. Dejasteis de vivir en comunidad
y aunque seguisteis viviendo en Roma lo hicisteis en una
casa privada, luego de la muerte de vuestra santa madre.
Sobrevivisteis a vuestro hermano San Ambrosio, pero, antes
él, habló de vos, en la oración fúnebre pronunciada en memoria
de vuestro hermano Sátiro, llamándoos “santa hermana,
admirable por su inocencia, su rectitud y su bondad con el prójimo.”
Más tarde, voló vuestra alma al cielo para coronada ser con
corona de luz como premio a vuestra entrega de amor y fe ;
¡Oh!, Santa Marcelina, “vivo amor por la gloria del Dios Vivo”.



© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de Julio
Santa Marcelina
Virgen

 Por: | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01

Martirologio Romano: En Milán, ciudad de Liguria, santa Marcelina, virgen, hermana del obispo san Ambrosio, a la que el papa Liberio impuso el velo de consagrada en la basílica romana de San Pedro, en la fiesta de la Epifanía del Señor (s. IV ex.).

Marcelina era hermana de San Ambrosio de Milán. Nació antes que San Ambrosio, probablemente en Tréveris, donde su padre era prefecto de los galos. Marcelina se trasladó a Roma con su familia y, desde muy temprana edad, empezó a concentrarse exclusivamente en el fin para el que había sido creada.

Se encargó del cuidado de sus dos hermanos y, con sus palabras y ejemplo, les inspiró el amor a la virtud verdadera, no simplemente de la apariencia de virtud. Marcelina tenía por única mira la gloria de Dios. Para conseguir su objetivo, decidió renunciar al mundo.

El día de la Epifanía del año 353, recibió el velo de las vírgenes de manos del Papa Liberio, en la basílica de San Pedro. En el discurso que pronunció el Pontífice en esa ocasión, exhortó a Marcelina a amar exclusivamente a Jesucristo, a vivir en continuo recogimiento y mortificación y a conducirse en la iglesia con el más grande respeto y modestia. San Ambrosio, a quien debemos los ecos de esa exhortación, no vacila en criticar la elocuencia del Papa Liberio cuando la juzga insuficiente. San Ambrosio dedicó a su hermana su tratado sobre la excelencia de la virginidad. Siendo ya obispo, Marcelina le visitó varias veces en Milán y habló con él sobre la vida espiritual; en esa forma, ayudó a su hermano en sus relaciones con las vírgenes consagradas.

Marcelina practicó la más alta perfección. Ayunaba diariamente hasta el atardecer y consagraba la mayor parle del día y de la noche a la oración y la lectura espiritual. En los últimos años de su vida, San Ambrosio le aconsejó que moderase sus penitencias y aumentase el tiempo de oración; en particular, le recomendó los Salmos, la Oración del Señor y el Credo, al que llamó sello del cristiano y guardián del corazón. Marcelina siguió viviendo en Roma después de la muerte de su madre, no en comunidad, sino en una casa privada, junio con oirá mujer que participaba en todos sus ejercicios de devoción.

Marcelina sobrevivió a San Ambrosio, pero no sabemos exactamente en qué año murió. En la oración fúnebre pronunciada por San Ambrosio en memoria de su hermano Sátiro, llamó a Marcelina “…santa hermana, admirable por su inocencia, su rectitud y su bondad con el prójimo.”

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/36207/marcelina-santa.html)

16 julio, 2019

Nuestra Señora del Carmen

 
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 ¡Oh!, Nuestra Señora del Carmen, Vos, sois la Virgen
“Bienaventurada del Monte Carmelo”, monte en el que Elías
logró, que el pueblo de Israel, a dar culto volviese
al Dios Vivo y en el que, más tarde, algunos, buscando
la soledad, se retiraron para hacer eremítica vida, origen
dando a vuestra orden de contemplativa vida, que os tiene
como “Patrona y Protectora”, Santa Madre de Dios. Desde
los ermitaños, que, establecidos en el Monte Carmelo; “Los
Carmelitas”, por su profunda devoción a Vos, Santísima
Virgen, conocidos son, porque ellos, la nube interpretaron
de la visión de Elías, como símbolo Vuestro. Además,
cinco siglos antes de la proclamación como santísimo dogma,
el misal Carmelita contenía una Misa para Vos, “Inmaculada
Concepción”. Con Elías, profeta, que la pureza de la fe
en el Dios único y verdadero defendió; Vuestra Orden,
“frutos vivos de la fe” ha dado como: Santa Teresa de Ávila,
San Juan de la Cruz, Santa Teresa del Niño Jesús y Santa
Teresa Benedicta de la Cruz, en los tiempos modernos.
Los Carmelitas desde siempre han difundido vuestra devoción,
señalándoos como modelo de oración, contemplación
y de dedicación a Dios, porque Vos, creísteis que Jesús,
Verbo encarnado, el cúlmen es, del encuentro del hombre
con Dios. Los marineros, mucho antes de la cibernética,
de las estrellas, para marcar su rumbo en la mar dependían
y por ello, a Vos, se os dirigen como, “Estrella del Mar”,
que guía por las aguas tortuosas y difíciles de la vida, hacia
el puerto seguro que es Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro.
Y, el día aquél en que, por la invasión de los sarracenos,
obligados se vieron a abandonar el Monte Carmelo, Vos, Madre
de Dios, os aparecisteis mientras cantaban el “Salve Regina”
y os prometió ser para vosotros su “Estrella del Mar”. Y, así,
acompañasteis y acompañáis a vuestros hijos, esparcidos
sobre la faz de la tierra, vistiendo hábito en honor a Vos,
porque sus vidas os pertenecen a Vos, y por Vos, a Cristo Jesús;
¡Oh!, Nuestra Señora del Carmen, “Viva Estrella del Mar de Dios”.

 © 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado


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16 de julio
Nuestra Señora del Carmen
Advocación Mariana
Patrona de los marineros

Memoria de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, monte en el que Elías consiguió que el pueblo de Israel volviese a dar culto al Dios vivo y en el que, más tarde, algunos, buscando la soledad, se retiraron para hacer vida eremítica, dando origen con el correr del tiempo a una orden religiosa de vida contemplativa, que tiene como patrona y protectora a la Madre de Dios.

Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.

En las palabras de Benedicto XVI, 15,VII,06:
“El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías, surgió al Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein). Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra, «llegó felizmente a la santa montaña» (Oración de la colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración.

La estrella del Mar y los Carmelitas
Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.

Los Carmelitas y la devoción a la Virgen del Carmen se difunden por el mundo
La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos se venera en el Carmelo. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: “Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo”. En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.

La devoción a la Virgen del Carmen se propagó particularmente en los lugares donde los carmelitas se establecieron.

España
Entre los lugares en que se venera en España la Virgen de España como patrona está Beniaján, Murcia. Vea ahí mas imágenes.

América
Es patrona de Chile; en el Ecuador es reina de la región de Cuenca y del Azuay, recibiendo la coronación pontificia el 16 de Julio del 2002. En la iglesia del monasterio de la Asunción en Cuenca se venera hace más de 300 años. Es además venerada por muchos en todo el continente.

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/31890/nuestra-seora-del-carmen.html)

15 julio, 2019

San Buenaventura

 
 
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¡Oh!, San Buenaventura, vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo, y, que, a la vida vuelto por San Francisco
con aquella famosa y preciosa frase, Juan: “¡Buena Ventura!”.
Y, así, os quedasteis con ella para siempre, hasta convertiros
en el maravilloso “Doctor seráfico”, que sois. Vos, que en santo
amor ardíais por el Dios de la Vida, vuestros sermones, escritos
trabajos y estudios, a Él, os lo ofrecisteis. En “Itinerario del
alma hacia Dios”, bellísimo libro vuestro, y muestra perfecta
del bien mostrasteis y además, mostráis, cómo el hombre,
alcanzar debe su ascenso hacia la Casa del Padre Eterno.
Vos, con humildad las tareas sencillas del convento realizabais
a la sazón joven Cardenal hecho, con amor puro y alegría
y que, junto a vuestro amabilísimo trato conciliador, os
ganabais a toda la gente de vuestro tiempo. El meditar en la
pasión y muerte de nuestro Señor jesucristo, os llevaba a menudo
a esforzaros por amor y, a cumplir las palabras que Él,
alguna vez dijo: “Aprended de mí que soy manso y humilde
de corazón”. Vuestro amor a María Virgen, recomendabais
complementarlo con el rezo del Santo Rosario y el Ángelus.
¡Qué hermoso! debió haber sido, cuando se os encargó,
escribir la biografía del fundador de vuestra orden, San
Francisco de Asís, que, hasta Santo Tomás de Aquino, un día
se apeó a vuestra celda, y os vio, como “ido” de este mundo
y exclamó para sí: “dejemos que un santo escriba la vida
de otro santo”. Al final de vuestra santa vida ¿dónde
os fuisteis San Buenaventura? ¿dónde? Y, mayor ni mejor
respuesta hay: ¡al cielo os fuisteis todo coronado, con
corona de luz y gloria, como premio a vuestra increíble
entrega de amor, fe y misericordia sin fin. Inocencio,
Papa, en vuestro entierro dijo de vos: “Su amabilidad
era tan grande que empezar a tratarlo era quedar ya
amigos de él para siempre. Y su unción al predicar y
escribir era tan admirable, que escucharlo o leer sus
escritos, era ya empezar a sentir deseos de amar a Dios
y conseguir la santidad”. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, San Buenaventura, “vivo amor por el Dios de la Vida”.

© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de julio
San Buenaventura
Religioso, Cardenal y Escritor.
Año 1274

Un nombre profético
Nació en Bañoreal, cerca de Vitervo (Italia) en 1221. Se llamaba Juan, pero dicen que cuando era muy pequeño enfermó gravemente y su madre lo presentó a San Francisco, el cual acercó al niñito de cuatro meses a su corazón y le dijo: “¡BUENA VENTURA!”que significa: “¡BUENA SUERTE. BUEN EXITO!”. Y el niño quedó curado. Y por eso cambio su nombre de Juan por el de Buenaventura. Y en verdad que tuvo buena suerte y buen éxito en toda su vida.

Un doctor muy especial
En agradecimiento a San Francisco su benefactor, se hizo religioso franciscano. Estudió en la universidad de París, bajo la dirección de famoso maestro Alejandro de Ales, y llegó a ser uno de los más grandes sabios de su tiempo. Se le llama “Doctor seráfico”, porque “Serafín” significa “el que arde en amor por Dios” y este santo en sus sermones, escritos y actitudes demostró vivir lleno de un amor inmenso hacia Nuestro Señor.

Los que lo conocieron y trataron dicen que todos sus estudios y trabajos los ofrecía para gloria de Dios y salvación de las almas. A sus clases concurrían en grandes cantidades gente de todas las clases sociales y sus oyentes afirmaban que mientras hablaba parecía estar viendo al invisible. Su inocencia y santidad de vida eran tales que su maestro, Alejandro de Alex, exclamaba “Buenaventura parece que hubiera nacido sin pecado original”.

Escrúpulos peligrosos
Él no veía en si mismo sino faltas y miserias y por eso empezó a padecer la enfermedad de los escrúpulos, que consiste en considerar pecado lo que no es pecado. Y creyéndose totalmente indigno empezó a dejar de comulgar. Afortunadamente la bondad de Dios le concedió un valor especial, y observó en visión que Jesucristo en la Santa Hostia se venía desde el copón en el cual el sacerdote estaba repartiendo la Sagrada Comunión, y llegaba hasta sus labios. Con esto reconoció que el dejar de comulgar por escrúpulos era una equivocación.

Escritor famoso
Buenaventura, además de dedicarse muchos años a dar clases en la Universidad de París donde se formaban estudiantes de filosofía y teología de muchos países, escribió numerosos sermones y varias obras de piedad que por siglos han hecho inmenso bien a infinidad de lectores. Una de ellas se llama “Itinerario del alma hacia Dios”. Allí enseña que la perfección cristiana consiste en hacer bien las acciones ordinarias y todo por amor de Dios. El Papa Sixto IV decía que al leer las obras de San Buenaventura se siente uno invadido de un fervor especial, porque fueron escritas por alguien que rezaba mucho y amaba intensamente a Dios.

Una noticia muy alagadora. San Buenaventura fue nombrado Superior General de los Padres Franciscanos, y el Papa le concedió el título de Cardenal. Y aunque era famoso mundialmente por su sabiduría, sin embargo seguía siendo muy humilde y se iba a la cocina a lavar platos con los hermanos legos (dicen que la noticia de su nombramiento como Cardenal le llegó mientras estaba un día lavando platos en la cocina) y Fray Gil, uno de los hermanos legos más humildes, le preguntó un día: “Padre Buenaventura, ¿un pobre ignorante como yo, podrá algún día estar tan cerca de Dios, como su Reverencia que es tan inmensamente sabio?”

El gran sabio le respondió: “Oh mi querido Fray Gil: si una pobre viejecita ignorante tiene más amor de Dios que Fray Buenaventura, estará más cerca de Dios en la eternidad que Fray Buenaventura”. Al oír semejante noticia, el humilde frailecito empezó a aplaudir y a gritar: “Ay Fray Gil borriquillo de Dios, aunque seas más ignorante que la más pobre viejecita, si amas a Dios más que Fray Buenaventura, estarás en el cielo más cerca de Dios que el gran Fray Buenaventura”. Y de pura emoción se fue elevando por los aires, y quedó allí suspendido entre cielo y tierra en éxtasis. Es que había escuchado la más halagadora de las noticias: que el puesto en el cielo dependerá del grado de amor que hayamos tenido hacia el buen Dios.

La simpatía de San Buenaventura
Este gran doctor, que por 17 años fue Superior General de los Padres Franciscanos y recorrió el mundo visitando las casas de su comunidad y animando a todos a dedicarse a la santidad, y que fue el hombre de confianza del Sumo Pontífice para resolver muchos casos difíciles, y que dirigió en nombre del Papa el Concilio de Lyon y tuvo el honor de que la oración fúnebre el día de su entierro la hiciera el mismo Sumo Pontífice, tenía una cualidad especialísima: una exquisita bondad en su trato, una amabilidad que le ganaba los corazones, un modo conciliador que lo alejaba de los extremos, de la extrema rigidez que amarga la vida de los otros y de la relajación que deja a todos seguir por el camino del mal sin corregirlos.

Sus virtudes preferidas eran la humildad y la paciencia, y la meditación frecuente en la pasión y muerte de Cristo lo llevaba a esforzarse por cumplir aquel consejo de Jesús: “Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón”. Su crucifijo lo tenía totalmente desgastado de tanto besarle las manos, los pies, la cabeza y la herida del costado. Su amor a la Virgen María era intenso y por todas partes recomendaba el rezo del Angelus (o de las tres Aves Marías).

Un santo elogia a otro santo
A San Buenaventura le recomendaron que escribiera la biografía de su gran protector San Francisco de Asís (la cual resulto muy hermosa) y dicen que cuando estaba redactándola, llegó a visitarlo el sabio más famoso de su tiempo, Santo Tomás de Aquino, el cual al asomarse a su celda y verlo sumido en la contemplación y como en éxtasis, exclamó: “dejemos que un santo escriba la vida de otro santo”, y se fue. Así que estos dos sabios tan famosos no se trataron en vida pero se admiraron mutuamente.

Muerte solemne
En el año 1274 se celebro el concilio de Lyon (o reunión de todos los obispos católicos del mundo). Terminando el Concilio con gran éxito, todo dirigido por San Buenaventura, por orden del Sumo Pontífice, el santo sintió que le faltaban las fuerzas, y el 15 de julio de 1274 murió santamente asistido por el Papa en persona. Todos los obispos del Concilio asistieron a sus funerales y caso único en la historia, el Santo Padre ordenó que todos los sacerdotes del mundo celebran una misa por el alma del difunto.

Un elogio muy especial
El Papa Inocencio V predicó la homilía en el entierro de San Buenaventura y dijo de él: “Su amabilidad era tan grande que empezar a tratarlo era quedar ya amigos de él para siempre. Y su unción al predicar y escribir era tan admirable, que escucharlo o leer sus escritos, era ya empezar a sentir deseos de amar a Dios y conseguir la santidad”. Bello elogio en verdad.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Buenaventura_7_15.htm)

14 julio, 2019

Domingo XV (C) del tiempo ordinario



 Resultado de imagen para En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y para poner a prueba a Jesús, le preguntó: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».

Día litúrgico: Domingo XV (C) del tiempo ordinario Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 10,25-37): En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y para poner a prueba a Jesús, le preguntó: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».

Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: ‘Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva’.

»¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».

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«Un samaritano (…) tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas (…) y, montándole sobre su propia cabalgadura…»

Rev. D. Llucià POU i Sabater (Granada, España)

Hoy, nos preguntamos: «Y, ¿quién es mi prójimo?» (Lc 10,29). Cuentan de unos judíos que sentían curiosidad al ver desaparecer su rabino en la vigilia del sábado. Sospecharon que tenía un secreto, quizá con Dios, y confiaron a uno el encargo de seguirlo… Y así lo hizo, lleno de emoción, hasta una barriada miserable, donde vio al rabino cuidando y barriendo la casa de una mujer: era paralítica, y la servía y le preparaba una comida especial para la fiesta. Cuando volvió, le preguntaron al espía: «¿Dónde ha ido?; ¿al cielo, entre las nubes y las estrellas?». Y éste contestó: «¡No!, ha subido mucho más arriba».

Amar a los otros con obras es lo más alto; es donde se manifiesta el amor. ¡No pasar de largo!: «Es el propio Cristo quien alza su voz en los pobres para despertar la caridad de sus discípulos», afirma el Concilio Vaticano II en un documento.

Hacer de buen samaritano significa cambiar los planes («llegó junto a él»), dedicar tiempo («cuidó de él»)… Esto nos lleva a contemplar también la figura del posadero, como dijo san Juan Pablo II: «¡Qué habría podido hacer sin él? De hecho, el posadero, permaneciendo en el anonimato, realizó la mayor parte de la tarea. Todos podemos actuar como él cumpliendo las propias tareas con espíritu de servicio. Toda ocupación ofrece la oportunidad, más o menos directa, de ayudar a quien lo necesita (…). El cumplimiento fiel de los propios deberes profesionales ya es practicar el amor por las personas y la sociedad».

Dejarlo todo para acoger a quien lo necesita (el buen samaritano) y hacer bien el trabajo por amor (el posadero), son las dos formas de amar que nos corresponden: «‘¿Quién (…) te parece que fue prójimo?’. ‘El que practicó la misericordia con él’. Díjole Jesús: ‘Vete y haz tú lo mismo’» (Lc 10,36-37).

Acudamos a la Virgen María y Ella —que es modelo— nos ayude a descubrir las necesidades de los otros, materiales y espirituales.

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2019-07-14)

12 julio, 2019

San Juan Gualberto

 
 
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 ¡Oh!, San Juan Gualberto, sois vos, el hijo del Dios
de la vida, y su amado santo, y, el mismo en que un Santo
Viernes, vuestro hermano perdió la vida y hallando
 a su asesino, éste, de rodillas y suplicante os dijo:
“Juan, hoy es Viernes Santo. Por Cristo que murió por
nosotros en la cruz, perdóname la vida”. Y, vos, al ver
los brazos en cruz de aquél hombre a Cristo Crucificado
recordasteis y bajando de vuestra cabalgadura lo abrazasteis
diciendo: “¡Por amor a Cristo, te perdono!”. Y, luego,
entrando a la Iglesia os arrodillasteis ante la imagen
de Cristo Crucificado e inclinando la cabeza, Él mismo
os dijo: “¡Gracias Juan!”. Y, desde aquel día vuestra vida
cambió y en premio, Jesús os concedió la vocación y vos,
dejando uniforme y armas, marchasteis al convento benedictino
de monjes de vuestro pueblo y pedisteis que os admitieran
como religioso. Vuestro padre enterado, se opuso y exigió
al superior del convento que os devolvieran, pero cuando
os vio vestido de monje humilde, lloró, y, os bendijo
amorosamente. En aquellos días campeaba en la Iglesia,
la “simonía”, para la compra de algunos altos cargos,
 y así, a dirigir la Santa Iglesia llegaban hombres indignos.
Y, vos, soportar no pudisteis esta indignidad y retirándoos
del convento con otros monjes, declarasteis públicamente
que el superior y el Obispo, habían cometido tal pecado,
y lograsteis que los destituyeran. Luego, marchasteis
a un sitio apartado y silencioso, llamado Valleumbroso
y allá fundasteis un monasterio de mojes benedictinos,
que se propusieron cumplir con la regla de San Benito.
Y, os llegaron vocaciones de todas partes, y con los mejores
religiosos, fuisteis fundando varios monasterios más,
difundiendo buenas costumbres y atacasteis sin cuartel
la simonía. Del aprecio papal enorme gozasteis y de muchos
obispos también. Y, así, habiendo grande obra hecho,
vuestra alma voló al cielo para recibir corona de luz,
como justo premio a vuestra entrega increíble de amor;
¡oh!, San Juan Gualberto, “vivo perdón y amor del Dios Vivo”.


 
© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Julio 12
San Juan Gualberto
Religioso Benedictino
Año 1073


Nació en Florencia, de familia muy rica y su único hermano fue asesinado. Era heredero de una gran fortuna y su padre deseaba que ocupara altos puestos en el gobierno.
 
Un Viernes Santo iba este santo por un camino rodeado de varios militares amigos suyos, y de pronto se encontró en un callejón al esesino de su hermano. El enemigo no tenía a donde huir, y Juan dispuso matarlo allí mismo. El asesino se arrodilló, puso sus brazos en cruz y le dijo: “Juan, hoy es Viernes Santo. Por Cristo que murió por nosotros en la cruz, perdóname la vida”. Al ver Gualberto aquellos brazos en cruz, se acordó de Cristo crucificado. Se bajó de su caballo. Abrazó a su enemigo y le dijo: “Por amor a Cristo, te perdono”.

Siguió su camino y al llegar a la próxima iglesia se arrodillo ante la imagen de Cristo crucificado y le pareció que Jesús inclinaba la cabeza y le decía: “Gracias Juan”. Desde aquel día su vida cambió por completo. En premio de su buena acción, Jesús le concedió la vocación, y Juan dejó sus uniformes militares y sus armas y se fue al convento de los monjes benedictinos de su ciudad a pedir que lo admitieran como religioso.

Su padre se opuso totalmente y exigió al superior del convento que le dovolvieran a Juan inmediatamente. Cuando el papá vio al antiguo guerrero convertido en sencillo y piadoso monje se echó a llorar, y dándole su bendición se retiró. En aquellos tiempos, el peor defecto que había en la Iglesia era la Simonía, es decir, algunos compraban los altos cargos, y así llegaban a dirigir la Santa Iglesia algunos hombres indignos. En el convento de florencia, donde estaba Juan, se murió el superior, uno de los monjes fue con el obispo y con dinero hizo que lo nombraran superior a él. También el obispo había comprado su cargo.

Gualberto no pudo soportar esta indignidad y se retiró de aquel convento con otros monjes y antes de salir de la ciudad, declaró publicamente en la plaza principal que el superior del convento y el obispo merecían ser destituidos porque habían cometido el pecado de simonía. Más tarde logró que los destituyeran.

Fundador
Se fue a un sitio muy apartado y silencioso, llamado Valleumbroso y allá fundó un monasterio de mojes benedictinos que se propusieron cumplir exactamente todo lo que San Benito había recomendado a sus monjes. El monasterio llegó a ser muy famoso y le llegaron vocaciones de todas partes. Con los mejores religiosos de su nuevo convento fue fundando varios monasterios más y así logró difundir por muchas partes de Italia las buenas costumbres, y fue atacando sin misericordia la simonía y las costumbres corrompidas. Las gentes sentían gran veneración por él.

Después de haber logrado que muchas personas abandonaran sus vicios y se convirtieran y que muchos sacerdotes empezara a llevar una vida santa, y gozando del enorme aprecio del Papa y de numerosos obispos, murió el 12 de julio de 1073, dejando muchos monasterios de religiosos que trataban de imitarlo en sus virtudes y llegaron a gran santidad. Que sus ejemplos sean de gran provecho para nuestra alma.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Juan_Gualberto_7_12.htm)