05 noviembre, 2019

Santa Bertilla

 
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 ¡Oh!, Santa Bertilla, vos, sois la hija del Dios de la vida
y su amada santa, que, nacida en familia cristiana, ilustre
y feliz, desde pequeña, deseos sentisteis de renunciar
al mundo material para dedicaros a la vida religiosa; deseo,
que, se os cumplió, cuando vuestros amados padres os llevaron
al monasterio de Jouarre, donde acogida fuisteis con amor.
Allí, os formasteis bajo estrictas prácticas de perfección
monástica, pues, la gentileza combinanda con el rigor; la piedad
con la justicia; la humildad con el coraje y la prudencia
con la sencillez; moldearon vuestro carácter y santa vida.
Por vuestra caridad y voluntad de servicio con obediencia
y humildad asumisteis los cargos, que, os dieron. Y, con ello,
nos enseñasteis a encontrar el valor y el honor de servir
a los demás. Así lo hicisteis con todos y de especial manera
con varias reinas y damas de vuestro tiempo. Durante el tiempo
que fuisteis abadesa de Chelles, por cuarentaiséis años
os hicisteis cargo de Santa Bathilda, y más tarde de Heresvida,
la reina de Inglaterra, quien también se retiró junto a vos,
en busca de paz a Chelles. Y, esa, fama de santidad, atrajo
a muchas mujeres ilustres a vuestro monasterio. Y, de pronto,
voló vuestra alma al cielo y vuestro cuerpo, enterrado fue
en la Iglesia de vuestra abadía, junto a la tumba de Santa
Bathilda. Hoy, coronada estáis, con corona de luz, como justo
premio a vuestra entrega incesante y grande de amor y fe;
¡Oh!, Santa Bertilla, “vivo Cristo, hecho caridad y servicio”.


© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de noviembre
Santa Bertilla
Abadesa
(¿630?-705)

Nació en la región de Soissons, Francia, en una de las familias cristianas más ilustres de la comarca. Desde que era apenas una niña, Santa Bertilla, o Bertille en francés, sintió deseos de renunciar al mundo material y dedicarse a la vida religiosa. Pero antes de revelar este anhelo a sus padres, la niña lo consultó con su preceptor, San Owen, quien la apoyó en su decisión.

Al ver a su hija tan determinada, sus progenitores terminaron convenciéndose, y de hecho la llevaron personalmente a Jouarre, un monasterio de grandes dimensiones a unas cuantas jornadas de Meaux, donde fue acogida con gran alegría.

En Jouarre, Santa Bertilla se formó bajo las más estrictas prácticas de la perfección monástica, combinando siempre la gentileza con el rigor, la piedad con la justicia, la humildad con el coraje, la prudencia con la sencillez.

Por la caridad y la voluntad de servicio que demostraba, la abadesa la puso al frente del priorato, nombrándola asistente suya en cuestiones de la administración del monasterio.

En 659 se terminó de construir en Chelles la abadía que Santa Bathilda, reina de Francia, había dispuesto para retirarse del mundo y pasar sus últimos días.

La reina le solicitó entonces a la abadesa de Jouarre que le aportara algunas hermanas religiosas y una abadesa para Chelles; y la abadesa pensó de inmediato en Santa Bertilla como principal del grupo.

Con discreción y vigor, Santa Bertilla fue abadesa de Chelles por cuarentaiséis años. Al principio ella se hizo cargo de Santa Bathilda, y más tarde también de Heresvida, la reina de Inglaterra, quien también se retiró en busca de paz a Chelles.

La fama de santidad de Santa Bertilla de Chelles atrajo a varias damas ilustres a su monasterio, el cual tuvo un gran auge durante su vida. Cuando falleció, Santa Bertilla fue enterrada en la iglesia de la abadía de Chelles junto a la tumba de Santa Bathilda.

SANTA BERTILLA nos enseña el valor de encontrar honor en servir a los demás.

(http://santoral-virtual.blogspot.com/2009/11/5-de-noviembre-dia-de-santa-bertilla.html)

04 noviembre, 2019

San Martín de Porres



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 ¡Oh!, San Martín de Porres, vos, sois, el hijo del Dios
de la vida, su amado santo, y, aunque vuestro color
no fue del contento de aquella Lima virreynal, vos, el bien,
hicisteis más, que los “blancos” de aquella sociedad. Al
mundo llegasteis, y por que así lo quiso Dios, bautizado
fuisteis en la misma pila bautismal de otro santo como
vos: Santa Rosa de Lima. Barbero, curandero y ayudante
de médico erais, pues, drenabais hinchazones y tumores
con destreza. Con vuestros conocimientos a los menesterosos
y pobres ayudabais. De labriegos, soldados, caballeros
y corregidores amigo y, siempre hecho caridad contínua,
como el mismo Cristo y Nuestra Señora, que envolvió
a propios y extraños, pues vuestra persona y nombre, respeto
imponía, tanto que, arreglabais matrimonios, dirimíais
contiendas, fallabais en pleitos y reconciliabais familias.
Al Virrey y al Arzobispo aconsejabais en asuntos referidos
a la administración y a la Iglesia. Muchas veces os vieron
en éxtasis, ante el santo Crucifijo, pues devoto fiel, erais
de la Santa Eucaristía, y, jamás en vida, faltasteis a ella.
Vuestro convento, la casa de vuestra hermana y el hospital,
de pobres lo llenasteis. Todos os buscaban, curación pidiendo
y a todos, los sanabais con caseros remedios, la oración
y con el toque de vuestra mano. “La caridad tiene siempre las
puertas abiertas, y los enfermos no tienen clausura”. Así,
respondisteis alguna vez y en cada enfermo, veíais la figura
de vuestro Maestro, y se os partía el alma, y por ello, con
la ayuda de vuestro Arzobispo y la del Virrey, un asilo
fundasteis, donde los atendías, los curabais, y les enseñabais
la doctrina cristiana. Abristeis, las escuelas de Huérfanos
de “La Santa Cruz”, donde los niños conocían a Jesucristo.
Dios, os concedió infinidad de gracias, como en las que,
curando estuvisteis en distintos sitios y a distancia,
dotado del poder de “bilocación”. Os hacíais azotar, hasta
derramar sangre, al igual que el otro pobre de Asís. Erais,
de perros, mulos, ratones, gatos, amigo y sanador, pues
a todos ellos los curabais, pues jamás límites pusisteis
al ejercicio de la caridad. Y, así, el día os llegó, y que, vos,
mismo, anunciasteis la fecha en la que vuestra alma,
al cielo partiría y, entonces, perdón pedisteis a los religiosos,
por vuestros “malos ejemplos” y os marchasteis de este mundo,
para coronado ser, con corona de luz, como justo premio
a vuestra entrega increíble y grande de amor y fe. ¡Aleluya!
¡Oh!, San Martín de Porres, “vivo Amor del Dios de la Vida”.



© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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 ¡Oh! Martín

¡Oh, Martín!
¡Nadie como vos!
La paz de vuestra escoba
A perro, pericote y gato
En santas palomas los convirtieron
¡Pues Cristo lo puede todo!

Si aquellas criaturas
Dentro de sí supieron
Que la paz y el amor se dan
¿Cuánto más podrá el hombre
Si su corazón se abriera
Al Dios de la Vida?
¡Oh; Martín, “de la Paz y del Amor”.



© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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 3 de Noviembre
San Martín de Porres
Religioso dominico


Oración
Virgen María y San Martín de Porres, ayúdenme este día a ser más servicial con las personas que me rodean y así crecer en la verdadera santidad.
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El racismo, esa distinción que hacemos los hombres distinguiendo a nuestros semejantes por el color de la piel es algo tan sinsentido como distinguirlos por la estatura o por el volumen de la masa muscular. Y lo peor no es la distinción que está ahí sino que ésta lleve consigo una minusvaloración de las personas -necesariamente distintas- para el desempeño de oficios, trabajos, remuneraciones y estima en la sociedad. Un mulato hizo mayor bien que todos los blancos juntos a la sociedad limeña de la primera mitad del siglo XVII.


Fue hijo del ilustre hidalgo -hábito de Alcántara- don Juan de Porres, que estuvo breve tiempo en la ciudad de Lima. Bien se aprecia que los españoles allá no hicieron muchos feos a la población autóctona y confiemos que el Buen Dios haga rebaja al juzgar algunos aspectos morales cuando llegue el día del juicio, aunque en este caso sólo sea por haber sacado del mal mucho bien. Tuvo don Juan dos hijos, Martín y Juana, con la mulata Ana Vázquez. Martín nació mulato y con cuerpo de atleta el 9 de diciembre de 1579 y lo bautizaron, en la parroquia de San Sebastián, en la misma pila que Rosa de Lima.


La madre lo educó como pudo, más bien con estrecheces, porque los importantes trabajos de su padre le impedían atenderlo como debía. De hecho, reconoció a sus hijos sólo tardíamente; los llevó a Guayaquil, dejando a su madre acomodada en Lima, con buena familia, y les puso maestro particular.

Martín regresó a Lima, cuando a su padre lo nombraron gobernador de Panamá. Comenzó a familiarizarse con el bien retribuido oficio de barbero, que en aquella época era bastante más que sacar dientes, extraer muelas o hacer sangrías; también comprendía el oficio disponer de yerbas para hacer emplastos y poder curar dolores y neuralgias; además, era preciso un determinado uso del bisturí para abrir hinchazones y tumores. Martín supo hacerse un experto por pasar como ayudante de un excelente médico español. De ello comenzó a vivir y su trabajo le permitió ayudar de modo eficaz a los pobres que no podían pagarle. Por su barbería pasarán igual labriegos que soldados, irán a buscar alivio tanto caballeros como corregidores.


Pero lo que hace ejemplar a su vida no es sólo la repercusión social de un trabajo humanitario bien hecho. Más es el ejercicio heroico y continuado de la caridad que dimana del amor a Jesucristo, a Santa María. Como su persona y nombre imponía respeto, tuvo que intervenir en arreglos de matrimonios irregulares, en dirimir contiendas, fallar en pleitos y reconciliar familias. Con clarísimo criterio aconsejó en más de una ocasión al Virrey y al arzobispo en cuestiones delicadas.


Alguna vez, quienes espiaban sus costumbres por considerarlas extrañas, lo pudieron ver en éxtasis, elevado sobre el suelo, durante sus largas oraciones nocturnas ante el santo Cristo, despreciando la natural necesidad del sueño. Llamaba profundamente la atención su devoción permanente por la Eucaristía, donde está el verdadero Cristo, sin perdonarse la asistencia diaria a la Misa al rayar el alba.


Por el ejercicio de su trabajo y por su sensibilidad hacia la religión tuvo contacto con los monjes del convento dominico del Rosario donde pidió la admisión como donado, ocupando la ínfima escala entre los frailes. Allí vivían en extrema pobreza hasta el punto de tener que vender cuadros de algún valor artístico para sobrevivir. Pero a él no le asusta la pobreza, la ama. A pesar de tener en su celda un armario bien dotado de yerbas, vendas y el instrumental de su trabajo, sólo dispone de tablas y jergón como cama.


Llenó de pobres el convento, la casa de su hermana y el hospital. Todos le buscan porque les cura aplicando los remedios conocidos por su trabajo profesional; en otras ocasiones, se corren las voces de que la oración logró lo improbable y hay enfermos que consiguieron recuperar la salud sólo con el toque de su mano y de un modo instantáneo.


Revolvió la tranquila y ordenada vida de los buenos frailes, porque en alguna ocasión resolvió la necesidad de un pobre enfermo entrándolo en su misma celda y, al corregirlo alguno de los conventuales por motivos de clausura, se le ocurrió exponer en voz alta su pensamiento anteponiendo a la disciplina los motivos dimanantes de la caridad, porque “la caridad tiene siempre las puertas abiertas, y los enfermos no tienen clausura”.


Pero entendió que no era prudente dejar las cosas a la improvisación de momento. La vista de golfos y desatendidos le come el alma por ver la figura del Maestro en cada uno de ellos. ¡Hay que hacer algo! Con la ayuda del arzobispo y del Virrey funda un Asilo donde poder atenderles, curarles y enseñarles la doctrina cristiana, como hizo con los indios dedicados a cultivar la tierra en Limatambo. También los dineros de don Mateo Pastor y Francisca Vélez sirvieron para abrir las Escuelas de Huérfanos de Santa Cruz, donde los niños recibían atención y conocían a Jesucristo.


No se sabe cómo, pero varias veces estuvo curando en distintos sitios y a diversos enfermos al mismo tiempo, con una bilocación sobrenatural.


El contemplativo Porres recibía disciplinas hasta derramar sangre haciéndose azotar por el indio inca por sus muchos pecados. Como otro pobre de Asís, se mostró también amigo de perros cojos abandonados que curaba, de mulos dispuestos para el matadero y hasta lo vieron reñir a los ratones que se comían los lienzos de la sacristía. Se ve que no puso límite en la creación al ejercicio de la caridad y la transportó al orden cósmico.


Murió el día previsto para su muerte que había conocido con anticipación. Fue el 3 de noviembre de 1639 y causada por una simple fiebre; pidiendo perdón a los religiosos reunidos por sus malos ejemplos, se marchó. El Virrey, Conde de Chinchón, Feliciano de la Vega -arzobispo- y más personajes limeños se mezclaron con los incontables mulatos y con los indios pobres que recortaban tantos trozos de su hábito que hubo de cambiarse varias veces.


Lo canonizó en papa Juan XXIII en 1962.

Desde luego, está claro que la santidad no entiende de colores de piel; sólo hace falta querer sin límite.


¿Qué nos enseña su vida?

La vida de San Martín nos enseña:

A servir a los demás, a los necesitados. San Martín no se cansó de atender a los pobres y enfermos y lo hacía prontamente. Demos un buen servicio a los que nos rodean, en el momento que lo necesitan. Hagamos ese servicio por amor a Dios y viendo a Dios en las demás personas.

A ser humildes. San Martín fue una persona que vivió esta virtud. Siempre se preocupó por los demás antes que por él mismo. Veía las necesidades de los demás y no las propias. Se ponía en el último lugar.

A llevar una vida de oración profunda. La oración debe ser el cimiento de nuestra vida. Para poder servir a los demás y ser humildes, necesitamos de la oración. Debemos tener una relación intima con Dios

A ser sencillos. San Martín vivió la virtud de la sencillez. Vivió la vida de cara a Dios, sin complicaciones. Vivamos la vida con espíritu sencillo.

A tratar con amabilidad a los que nos rodean. Los detalles y el trato amable y cariñoso es muy importante en nuestra vida. Los demás se lo merecen por ser hijos amados por Dios.

A alcanzar la santidad en nuestra vidas. Por alcanzar esta santidad, luchemos…

A llevar una vida de penitencia por amor a Dios. Ofrezcamos sacrificios a Dios.


San Martín de Porres se distinguió por su humildad y espíritu de servicio, valores que en nuestra sociedad actual no se les considera importantes. Se les da mayor importancia a valores de tipo material que no alcanzan en el hombre la felicidad y paz de espíritu. La humildad y el espíritu de servicio producen en el hombre paz y felicidad.


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03 noviembre, 2019

Domingo XXXI (C) del tiempo ordinario


 Resultado de imagen para Texto del Evangelio (Lc 19,1-10): En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».  El bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más». Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
 
Día litúrgico: Domingo XXXI (C) del tiempo ordinario Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Lc 19,1-10): En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».

El bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más». Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

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«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa»
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Rubí, Barcelona, España)

Hoy, la narración evangélica parece como el cumplimiento de la parábola del fariseo y el publicano (cf. Lc 18,9-14). Humilde y sincero de corazón, el publicano oraba en su interior: «Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador» (Lc 18,13); y hoy contemplamos cómo Jesucristo perdona y rehabilita a Zaqueo, el jefe de publicanos de Jericó, un hombre rico e influyente, pero odiado y despreciado por sus vecinos, que se sentían extorsionados por él: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa» (Lc 19,5). El perdón divino lleva a Zaqueo a convertirse; he aquí una de las originalidades del Evangelio: el perdón de Dios es gratuito; no es tanto por causa de nuestra conversión que Dios nos perdona, sino que sucede al revés: la misericordia de Dios nos mueve al agradecimiento y a dar una respuesta.

Como en aquella ocasión Jesús, en su camino a Jerusalén, pasaba por Jericó. Hoy y cada día, Jesús pasa por nuestra vida y nos llama por nuestro nombre. Zaqueo no había visto nunca a Jesús, había oído hablar de Él y sentía curiosidad por saber quién era aquel maestro tan célebre. Jesús, en cambio, sí conocía a Zaqueo y las miserias de su vida. Jesús sabía cómo se había enriquecido y cómo era odiado y marginado por sus convecinos; por eso, pasó por Jericó para sacarle de ese pozo: «El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,10).

El encuentro del Maestro con el publicano cambió radicalmente la vida de este último. Después de haber oído el Evangelio, piensa en la oportunidad que Dios te brinda hoy y que tú no debes desaprovechar: Jesucristo pasa por tu vida y te llama por tu nombre, porque te ama y quiere salvarte, ¿en qué pozo estás atrapado? Así como Zaqueo subió a un árbol para ver a Jesús, sube tú ahora con Jesús al árbol de la cruz y sabrás quien es Él, conocerás la inmensidad de su amor, ya que «elige a un jefe de publicanos: ¿quién desesperará de sí mismo cuando éste alcanza la gracia?» (San Ambrosio).

Hoy Celebramos también a San Martín de Porres, "El Santo de la Escoba" .

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2019-11-03)

02 noviembre, 2019

2 de Noviembre Los Fieles Difuntos

 
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 ¡Oh!, Amados Fieles Difuntos
Dadles, Señor, el descanso eterno
y Haced brillar sobre ellas
Vuestra eterna Luz
¡Benditas almas purgantes!
A Dios rogad por nosotros
Que nosotros por vosotros rogaremos
Para que Él
La gloria del paraíso os de
“Una flor sobre su tumba se marchita,
una lágrima sobre su recuerdo se evapora.
Una oración por su alma, la recibe Dios”
Así es, tal y como San Agustín lo dijo;
!Oh!, Amados Fieles Difuntos.

 
 © 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Noviembre
Los Fieles Difuntos

Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la recibe Dios. -San Agustín

“Cada uno se presentará ante el tribunal de Dios para darle cuenta de lo que ha hecho, de lo bueno y de lo malo.” – Santa Biblia

La Iglesia
Se llama Iglesia a la asociación de los que creen en Jesucristo. La Iglesia se divide en tres grupos:
Iglesia triunfante: los que ya se salvaron y están en el cielo (los que festejamos ayer).
Iglesia sufriente: los que están en el purgatorio purificándose de sus pecados, de las manchas que afean su alma.

Iglesia militante: los que estamos en la tierra luchando por hacer el bien y evitar el mal.
El Catecismo de la Iglesia Católica, publicado por el Papa Juan Pablo II en 1992, es un texto de máxima autoridad para todos los católicos del mundo y dice cinco cosas acerca del Purgatorio:

1ª. Los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, sufren después de su muerte una purificación, para obtener la completa hermosura de su alma (1030).

2ª. La Iglesia llama Purgatorio a esa purificación, y ha hablado de ella en el Concilio de Florencia y en el Concilio de Trento. La Iglesia para hablar de que será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San Pablo que dice: “La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego”. (1Cor. 3, 14).

3ª. La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º. de los Macabeos en la S. Biblia dice: “Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados” (2Mac. 12, 46).

4ª. La Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los difuntos (Cuenta San Agustín que su madre Santa Mónica lo único que les pidió al morir fue esto: “No se olviden de ofrecer oraciones por mi alma”).

5ª. San Gregorio Magno afirma: “Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso”.

De San Gregorio se narran dos hechos interesantes
El primero, que él ofreció 30 misas por el alma de un difunto, y después el muerto se le apareció en sueños a darle las gracias porque por esas misas había logrado salir del purgatorio.

Y el segundo, que un día estando celebrando la Misa, elevó San Gregorio la Santa Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos, y les respondió: “Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio”. Desde tiempos de San Gregorio (año 600) se ha popularizado mucho en la Iglesia Católica la costumbre de ofrecer misas por el descanso de las benditas almas.

La respuesta de San Agustín
A este gran Santo le preguntó uno: “¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?”, y él le respondió: “Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el evangelio dice que la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa medida se empleará para darle a él”.

¿Vamos a rezar más por los difuntos? ¿Vamos a ofrecer por ellos misas, comuniones, ayudas a los pobres y otras buenas obras? Los muertos nunca jamás vienen a espantar a nadie, pero sí rezan y obtienen favores a favor de los que rezan por ellos.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/los_fieles_difuntos.htm)

01 noviembre, 2019

Santos de la Iglesia Católica

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 ¡Oh!, Santos de la Iglesia Católica, vosotros, sois
los hijos y las hijas del Dios de la vida, que, a la
Cruz de Cristo, os abrazasteis, y, abandonándoos,
servirlo decidisteis hasta ofrendar vuestra vida:
El martirio y la misma muerte, que pudo sí,
con vuestro cuerpo, pero, jamás con vuestras
almas, que moran hoy, en perpetua adoración
al Rey del Universo. Él, que fue, y es, en muchos
casos, vuestro ejemplo que animó y anima,
a innumerables vidas terrenas, que, habiendo
cumplido con vuestra voluntad, os acompañan hoy
hermanos nuestros, como: San Lustrabotas,
San Carpintero, San Talabartero, San Soldado,
San Policía, San Bombero, San Chofer, Santa
Lavandera, San Mensajero y Santa Secretaria.
Santa Madre de familia y San Gerente de Empresa.
San Obrero y San Agricultor. San Colegial
y Santa Estudiante. Santa Viuda, Santa Solterona,
Santa Niña y Santa Anciana. San Sacerdote,
San Obispo, San Pontífice, San Limosnero,
San Celador, Santa Cocinera, San Arrendatario,
San Escritor, San Millonario y San Presidente
de la República. Y, miles de miles más, que,
amaron y aman al Dios Trino, y que, sus deberes
cumplieron de cada día, a imitación clara,
de Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Y, hoy,
de gloria revestidos, por la eternidad de la vida
gozan el premio justo de su amor y entrega
contemplando y alabando al Dios Vivo y verdadero;
¡oh!, Santos fieles, “vivas almas del Dios Vivo y eterno”.


© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1° de Noviembre
Fiesta de Todos los Santos

 
 
Celebramos hoy a las personas que han llegado al cielo, conocidas y desconocidas.
Por: Tere Vallés | Fuente: Catholic.net

Este día se celebran a todos los millones de personas que han llegado al cielo, aunque sean desconocidos para nosotros. Santo es aquel que ha llegado al cielo, algunos han sido canonizados y son por esto propuestos por la Iglesia como ejemplos de vida cristiana.

Comunión de los santos
La comunión de los santos, significa que ellos participan activamente en la vida de la Iglesia, por el testimonio de sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por su oración. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra. La intercesión de los santos significa que ellos, al estar íntimamente unidos con Cristo, pueden interceder por nosotros ante el Padre. Esto ayuda mucho a nuestra debilidad humana.

Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero.

Aunque todos los días deberíamos pedir la ayuda de los santos, es muy fácil que el ajetreo de la vida nos haga olvidarlos y perdamos la oportunidad de recibir todas las gracias que ellos pueden alcanzarnos. Por esto, la Iglesia ha querido que un día del año lo dediquemos especialmente a rezar a los santos para pedir su intercesión. Este día es el 1ro. de noviembre.

Este día es una oportunidad que la Iglesia nos da para recordar que Dios nos ha llamado a todos a la santidad. Que ser santo no es tener una aureola en la cabeza y hacer milagros, sino simplemente hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien, con amor y por amor a Dios. Que debemos luchar todos para conseguirla, estando conscientes de que se nos van a presentar algunos obstáculos como nuestra pasión dominante; el desánimo; el agobio del trabajo; el pesimismo; la rutina y las omisiones.
Se puede aprovechar esta celebración para hacer un plan para alcanzar la santidad y poner los medios para lograrlo:

¿Como alcanzar la santidad?
– Detectando el defecto dominante y planteando metas para combatirlo a corto y largo plazo.
– Orando humildemente, reconociendo que sin Dios no podemos hacer nada.
– Acercándonos a los sacramentos.

Un poco de historia
La primera noticia que se tiene del culto a los mártires es una carta que la comunidad de Esmirna escribió a la Iglesia de Filomelio, comunicándole la muerte de su santo obispo Policarpo, en el año 156. Esta carta habla sobre Policarpo y de los mártires en general. Del contenido de este documento, se puede deducir que la comunidad cristiana veneraba a sus mártires, que celebraban su memoria el día del martirio con una celebración de la Eucaristía. Se reunían en el lugar donde estaban sus tumbas, haciendo patente la relación que existe entre el sacrificio de Cristo y el de los mártires.

La veneración a los santos llevó a los cristianos a erigir sobre las tumbas de los mártires, grandes basílicas como la de San Pedro en la colina del Vaticano, la de San Pablo, la de San Lorenzo, la de San Sebastián, todos ellos en Roma.

Las historias de los mártires se escribieron en unos libros llamados Martirologios que sirvieron de base para redactar el Martirologio Romano, en el que se concentró toda la información de los santos oficialmente canonizados por la Iglesia.

Cuando cesaron las persecuciones, se unió a la memoria de los mártires el culto de otros cristianos que habían dado testimonio de Cristo con un amor admirable sin llegar al martirio, es decir, los santos confesores. En el año 258, San Cipriano, habla del asunto, narrando la historia de los santos que no habían alcanzado el martirio corporal, pero sí confesaron su fe ante los perseguidores y cumplieron condenas de cárcel por Cristo.

Más adelante, aumentaron el santoral con los mártires de corazón. Estas personas llevaban una vida virtuosa que daba testimonio de su amor a Cristo. Entre estos, están san Antonio (356) en Egipto y san Hilarión (371) en Palestina. Tiempo después, se incluyó en la santidad a las mujeres consagradas a Cristo.

Antes del siglo X, el obispo local era quien determinaba la autenticidad del santo y su culto público. Luego se hizo necesaria la intervención de los Sumos Pontífices, quienes fueron estableciendo una serie de reglas precisas para poder llevar a cabo un proceso de canonización, con el propósito de evitar errores y exageraciones.

El Concilio Vaticano II reestructuró el calendario del santoral
Se disminuyeron las fiestas de devoción pues se sometieron a revisión crítica las noticias hagiográficas (se eliminaron algunos santos no porque no fueran santos sino por la carencia de datos históricos seguros); se seleccionaron los santos de mayor importancia (no por su grado de santidad, sino por el modelo de santidad que representan: sacerdotes, casados, obispos, profesionistas, etc.); se recuperó la fecha adecuada de las fiestas (esta es el día de su nacimiento al Cielo, es decir, al morir); se dio al calendario un carácter más universal (santos de todos los continentes y no sólo de algunos).

Categorías de culto católico
Los católicos distinguimos tres categorías de culto:
– Latría o Adoración: Latría viene del griego latreia, que quiere decir servicio a un amo, al señor soberano. El culto de adoración es el culto interno y externo que se rinde sólo a Dios.
– Dulía o Veneración: Dulía viene del griego doulos que quiere decir servidor, servidumbre. La veneración se tributa a los siervos de Dios, los ángeles y los bienaventurados, por razón de la gracia eminente que han recibido de Dios. Este es el culto que se tributa a los santos. Nos encomendamos a ellos porque creemos en la comunión y en la intercesión de los santos, pero jamás los adoramos como a Dios. Tratamos sus imágenes con respeto, al igual que lo haríamos con la fotografía de un ser querido. No veneramos a la imagen, sino a lo que representa.
– Hiperdulía o Veneración especial: Este culto lo reservamos para la Virgen María por ser superior respecto a los santos. Con esto, reconocemos su dignidad como Madre de Dios e intercesora nuestra. Manifestamos esta veneración con la oración e imitando sus virtudes, pero no con la adoración.

Todos estamos llamados a ser santos
Novena de oración por nuestros difuntos
Catholic.net ha organizado, juntamente con diversos conventos y casas de religiosos y religiosas, una novena de oraciones por todos los Fieles Difuntos, con adoraciones, oraciones, el rezo del rosario, y una intención especial en la Santa Misa el día 2 de noviembre celebrada por sacerdotes amigos de Catholic.net que se han sumado a nuestra primer Novena de los Fieles Difuntos.

Únase a nuestras oraciones, y envíenos los nombres de los difuntos a quienes usted desea que encomendemos. Tendremos un recuerdo especial para ellos durante los nueve días previos a la fiesta de los Fieles Difuntos el día 2 de noviembre. Si desea enviarnos los nombres y sus intenciones es muy sencillo, rellenando el formulario en nuestro sitio Novenas Catholic.net (click aquí) Nosotros enviaremos estos nombres e intenciones a los diversos conventos y casas de religiosos y religiosas, y sacerdotes diocesanos que se han sumado a esta Novena de los Fieles Difuntos.

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/32208/fiesta-de-todos-los-santos.html)

31 octubre, 2019

San Quintín, Mártir

 
 
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 ¡Oh!, San Quintín, vos, sois, el hijo del Dios de la vida,
y su amado santo y, el niño aquél, que, siendo hijo de senador
romano, os hicisteis amigo del Papa San Marcelino, quién os
bautizó, y anhelasteis desde entonces a que muchas personas
conocieran a Jesucristo, Dios y Señor Nuestro, para que lo amaran
y poder, algún día por Él, su sangre derramar. A vos, os echaron
en cara, que cómo posible era, que el hijo de un senador romano
predicase en favor de Cristo. Y, vos, os respondisteis, que “ese”
crucificado ya había resucitado y que ahora era el “Rey y Señor
de cielos y tierra”, y que, por lo tanto para vos, era un honor
mucho más grande, ser seguidor de Él, que ser hijo de un senador
romano. Y, vos, predestinado como estabais, así, lo hicisteis,
nuestra religión defendiendo, con ardor de corazón. Ni los azotes
ni el oscuro calabozo y sus cadenas, pudieron con vos, y pronto
la libertad y la palabra sin saber cómo, las recobrasteis
y las calles, y el pueblo vuestra prédica de amor, a escuchar
volvieron. Entonces el gobernador os mandó a poneros preso otra
vez. Y, después de que os atormentaron y torturaron, ordenó
que os cortaran la cabeza. Y, así, voló vuestra alma al cielo,
para recibir el premio que Cristo prometió a quienes se declaran
a favor de Él, en ésta tierra. Y, vos, así lo hicisteis, luciendo
hoy, corona de luz, como justo premio a vuestro increíble amor;
¡oh!, San Quintín, “vivo y grande amor por el Dios de la Vida”.

 

© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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31 de Octubre
San Quintín
Mártir
Año 287


Fue Quintín hijo de un senador romano muy apreciado de la gente. Se hizo amigo del Papa San Marcelino, quién lo bautizó. El más grande deseo de Quintín era hacer que muchas personas conocieran y amaran a Jesucristo, y poder derramar su sangre por defender la religión.

Cuando el Papa San Cayo organizó una expedición de misioneros para ir a evangelizar a Francia, Quintín fue escogido para formar parte de ese grupo de evangelizadores.

Dirigido por el jefe de la misión, San Luciano, fue enviado Quintín a la ciudad de Amiens, la cual ya había sido evangelizada en otro tiempo por San Fermín, por lo cual hubo un nutrido grupo de cristianos que le ayudaron allí a extender la religión. Quintín y sus compañeros se dedicaron con tan grande entusiasmo a predicar, que muy pronto ya en Amiens hubo una de las iglesias locales más fervorosas del país.

Esto atraía más y más fieles a la religión verdadera. Los templos paganos se quedaban vacíos, los sacerdotes de los ídolos ya no tenían oficio, mientras que los templos de los seguidores de Jesucristo se llenaban cada vez más y más.

Los sacerdotes paganos se quejaron ante el gobernador Riciovaro, diciéndole que la religión de los dioses de Roma se iba a quedar sin seguidores si Quintín seguía predicado y haciendo prodigios. Riciovaro, que conocía a la noble familia de nuestro santo, lo llamó y le echó en cara que un hijo de tan famoso senador romano se dedicara a propagar la religión de un crucificado. Quintín le dijo que ese crucificado ya había resucitado y que ahora era el rey y Señor de cielos y tierra, y que por lo tanto para él era un honor mucho más grande ser seguidor de Jesucristo que ser hijo de un senador romano.
El gobernador hizo azotar muy cruelmente a Quintín y encerrarlo en un oscuro calabozo, amarrado con fuertes cadenas. Pero por la noche se le soltaron las cadenas y sin saber cómo, el santo se encontró libre, en la calle. Al día siguiente estaba de nuevo predicando a la gente.

Entonces el gobernador lo mandó poner preso otra vez y después de atormentarlo con terribles torturas, mandó que le cortaran la cabeza, y voló al cielo a recibir el premio que Cristo ha prometido para quienes se declaran a favor de Él en la tierra.

Hay que ser: Pronto para escuchar y lento para responder (S. Biblia Ec. 5,11).

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Quintín.htm)

30 octubre, 2019

San Germán de Capua

 
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 ¡Oh!, San Germán de Capua, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, y que, convencisteis a los bizantinos para que,
fin pusieran al “cisma acaciano”, que duraba treinta y cinco años,
y, que, con éxito culminó, gracias a vos, con la “Fórmula de
Hormisdas”. Los legados pontificios más de un año permanecieron
en Bizancio para consolidar la reconciliación, en la que
se condenó como herejes a Nestorio y Eutiques. Y, vos, nacido
en cuna de oro, lo disteis todo por vuestros pobres, dedicándoos
a la oración y a la vida espiritual. Más tarde, os eligieron
obispo por el clero a cuya dignidad os negasteis por humildad
y sólo gracias al pedido popular la aceptasteis y os dedicasteis
en cuerpo y alma, a la evangelización de vuestra grey, y el
conocimiento del Amor a Cristo. Amigo de san Benito, de san
Sabino, y del Papa San Juan I, creasteis un clima de piedad
y de amor hacia los pobres, a mitación de vuestro único Maestro:
¡Cristo! Amado y querido en vuestro tiempo, tanto por propios
y extraños, cuando vos, entregasteis vuestra alma al Padre,
cuenta San Gregorio, que, hallándose San Benito en el Monte
Casino, vio a los ángeles del Señor llevando vuestra alma
“a la eterna felicidad”. Hoy, estáis en la plena gloria, coronado
con justicia con corona de luz, como justo premio a vuestro amor;
¡Oh!, San Germán de Capua, “vivo milagro del Dios de la Vida”.


 
© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Octubre
San Germán de Capua
Obispo


Martirologio Romano: En Capua, en la Campania, san Germán, obispo, del que habla el papa san Gregorio I Magno en sus escritos. c. 541.

Nació en Capua, hijo de Amancio y Juliana, ilustres ciudadanos de la ciudad; al morir su padre, Germán heredó un ingente patrimonio y, con el consentimiento de su madre, vendió todo y donó a los pobres lo recaudado. Así se pudo dedicar más libremente a la vida espiritual, a la que se sentía llamado, con las santas lecturas, oración y mortificaciones. En el 519, al morir el obispo de Capua, Alejandro, fue designado por el clero y el pueblo, a sucederle; después de resistirse por humildad, aceptó el encargo.

El “Liber Pontificalis” nos relata algunos hechos ciertos; el papa san Hormisdas, después que habían fallado los intentos de sus predecesores, pensó en terminar con el cisma acaciano en Oriente, cuando fue elegido emperador Justino I en el 518.

El cisma tuvo origen cuando el patriarca de Constantinopla, Acacio, para terminar con la controversia entre católicos y monofisitas, acordó con estos últimos, sugerir al emperador Zenón de Bisancio promulgar, en el 482, el “Henótikon”, fórmula de unión de los dos pensamientos religiosos; la fórmula dirigida a todo el imperio no resolvió algunos puntos teológicos delicados, y no satisfizo a ninguno. El papa san Félix III depuso y excomulgó a Acacio, en el 484, iniciando así el cisma, que duró 35 años.

El cisma que había separado de Roma a la Iglesia de Oriente, provocó el concepto de independencia del Sumo Pontífice, el cual reivindicaba el derecho pontificio para definir en materia de fe y disciplina. El emperador Justino I, desde el mismo día de su elección, junto con otros personajes influyentes de la corte bizantina, como su sobrino Justiniano y el patriarca Juan, pidieron al Papa que enviase una legación para restablecer la paz entre las dos Iglesias.

Así en Enero del 519, el papa san Hormisdas, de acuerdo con el rey Teodorico, envió una tercera legación, guiada por el obispo de Capua, Germán, y compuesta además de otro obispo llamado Juan, el diácono romano Félix, el célebre Dióscoro, diácono alejandrino residente en Roma, del sacerdote romano Blando y el notario eclesiástico Pedro. El hecho de que Germán encabezara esta misión, denota el gran aprecio que se tenía por su doctrina, sabiduría y virtud. Fueron acogidos triunfalmente en Constantinopla y recibidos en solemne audiencia por el Emperador; leído el célebre libelio del papa san Hormisdas, por fin los obispos presentes aceptaron las tesis pontificias y también el patriarca Juan se aceptó la fórmula del Papa. La paz en la Iglesia se había alcanzado y el cisma finalizado.

Los legados pontificios permanecieron más de un año en Bizancio para consolidar el resultado de la reconciliación, en la que se condenó también como herejes a Nestorio y Eutiques, y para superar los problemas que podrían causar algunos monjes escindidos. Hacia el 520 regresaron a Roma.

San Gregorio Magno en sus “Diálogos” nos narra la gran amistad que le unió a san Benito de Nursia, que en una visión que tuvo en Montecasino, vio su alma elevada al cielo por los ángeles. Oró toda su vida por la santificación de san Pascasio. También fue amigo de san Sabino, obispo de Canosa y del papa san Juan I. Patrón de Cassino.

(http://vidas-santas.blogspot.pe/2013/10/san-german-de-capua-obispo.html)