19 julio, 2020

Domingo XVI (A) del tiempo ordinario

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Domingo XVI (A) del tiempo ordinario (Ver 1ª Lectura y Salmo)

Texto del Evangelio (Mt 13,24-43): En aquel tiempo, Jesús propuso a las gentes otra parábola, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña.

»Los siervos del amo se acercaron a decirle: ‘Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?’. Él les
contestó: ‘Algún enemigo ha hecho esto’. Dícenle los siervos: ‘¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?’. Díceles: ‘No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero’».

Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas».

Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».

Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese el oráculo del profeta: «Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo».

Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».
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«Algún enemigo ha hecho esto»
P. Ramón LOYOLA Paternina LC
(Barcelona, España)

Hoy, Cristo. Siempre, Cristo. De Él venimos; de Él vienen todas las buenas semillas sembradas en nuestra vida. Dios nos visita —como dice el Kempis— con la consolación y con la desolación, con el sabor dulce y el amargo, con la flor y la espina, con el frío y el calor, con la belleza y el sufrimiento, con la alegría y la tristeza, con el valor y con el miedo… porque todo ha quedado redimido en Cristo (Él también tuvo miedo y lo venció). Como nos dice san Pablo, «en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman» (Rom 8,28).

Todo esto está bien, pero… existe un misterio de iniquidad que no procede de Dios y que nos sobrepasa y que devasta el jardín de Dios que es la Iglesia. Y quisiéramos que Dios fuese “como” más poderoso, que estuviese más presente, que mandase más y no dejase actuar esas fuerzas desoladoras: «¿Quieres, pues, que vayamos a recoger [la cizaña]?» (Mt 13,28). Esto lo decía el Papa San Juan Pablo II en su último libro Memoria e identidad: «Sufrimos con paciencia la misericordia de Dios», que espera hasta el último momento para ofrecer la salvación a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de su misericordia: «Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega» Mt 13,30. Y como es el Señor de la vida de cada persona y de la historia de la humanidad, mueve los hilos de nuestras existencias, respetando nuestra libertad, de modo que —junto con la prueba— nos da la gracia sobreabundante para resistir, para santificarnos, para ir hacia Él, para ser ofrenda permanente, para hacer crecer el Reino.

Cristo, divino pedagogo, nos introduce en su escuela de vida a través de cada encuentro, cada acontecimiento. Sale a nuestro paso; nos dice —No temáis. Ánimo. Yo he vencido al mundo. Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin (cf. Jn 16,33; Mt 28,20). Nos dice también: —No juzguéis; más bien —como yo— esperad, confiad, rezad por los que yerran, santificadlos como miembros que os interesan mucho por ser de vuestro propio cuerpo.

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2020-07-19)

18 julio, 2020

San Federico de Utrecht

 
 San Federico de Utrecht | InfoVaticana
 
 ¡Oh!, San Federico, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo y que, por vuestro saber de las Escrituras
Sagradas, os dedicasteis a la evangelización de los frisones,
con ardor de corazón y fe, honor haciendo al significado
de vuestro nombre: “En la paz poderoso”. Las costumbres
reformasteis de vuestros diocesanos y combatisteis herejías
de vuestro tiempo. Vos, varón justo y lleno de humildad
como erais, os declarasteis incapaz de aceptar vuestro
obispado y, entonces, actuó la providencia y os re-convenció
Ludovico Pío, emperador, para entera satisfacción de vuestro
pueblo. Y, vos, en el único “Sacerdote Justo”, Jesucristo,
confiando realizasteis vuestra obra extraordinaria, hasta
la entrega de vuestra vida misma. Con los pobres generoso,
hospitalario para con los viajeros y amoroso en vuestras
visitas a los enfermos. De un lado y del otro, a la vida
de oración y sacrificio os disteis y jamás ahorrasteis ni
vigilias, ni ayunos, pues vuestra vida así, era. A los arrianos
y a su herejía os confrontasteis y recitar ordenasteis, tres
veces cada día, una oración en honor de la Santísima Trinidad.
Cuando ya casi habíais recorrido toda vuestra diócesis, un
día, mientras dabais gracias por la Misa, atacado fuisteis
por criminales que os atravesaron las entrañas, a los pocos
minutos muriendo, entregando así, vuestra alma a Dios. ¡Os
quitaron vuestro cuerpo, pero jamás vuestra alma!, que voló
presta al cielo, para coronada ser con corona de luz, como
muy justo premio a vuestra increíble entrega de amor y fe;
¡oh!, San Federico, “vivo evangelizador del Dios de la Vida”.



© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de Julio
San Federico de Utrecht
Obispo
Mártir


Martirologio Romano: En Utrecht, ciudad de Güeldres, en Austrasia, san Federico, obispo, que, ilustre por sus conocimientos sobre las Sagradas Escrituras, se dedicó incansablemente a la evangelización de los frisones (838).

Etimológicamente significa “poderoso en la paz”. Viene de la lengua alemana. Descendiente de una familia ilustre entre los frisones, fue elegido obispo de Utrecht en 820. Dedicó toda su actividad a la reforma de las costumbres de sus diocesanos, y combatió las herejías. Murió mártir en Utrecht, el año 838. – Fiesta: 18 de julio.

“Al obispo -dice el consagrante al nuevo obispo, durante el ritual de la consagración-, corresponde juzgar, interpretar, consagrar, ordenar, ofrecer, bautizar y confirmar”. Y cuando le hace entrega de la más significativa insignia de su episcopado: “Recibe el báculo de Pastor a fin de que seas dulce y firme en tus correcciones; en tus juicios, justo y sereno; al fomentar la virtud en los demás, persuasivo, y no te dejes llevar ni del rigor ni de la debilidad. Recibe este anillo, símbolo de la fidelidad con que has de conservar intacta y sin mancha a la Esposa de Dios, es decir, la Iglesia”. Y asimismo, cuando le hace entrega de los Evangelios, dice: “Recibe el Evangelio y ve a predicarlo al pueblo que te ha sido encomendado. Dios Omnipotente aumente en ti la gracia”.

No es extraño que ante una misión tan sublime y a la vez tan cargada de responsabilidad, Federico, varón justo y lleno de humildad, se declarase incapaz de aceptar el cargo de obispo de Utrecht, para el que había sido elegido por el clero y el pueblo de aquella diócesis. Fue necesaria toda la autoridad del emperador Ludovico Pío, para que aquel sacerdote, conocido de todos por su ardor pastoral y su predicación, aceptase la Cátedra episcopal que había quedado vacante a la muerte del obispo Ricfredo.

Y la verdad es que nadie mejor que él podía encargarse de la diócesis: por una parte, sus virtudes y su ciencia le daban la autoridad necesaria para ocupar la Silla episcopal, y por otra, el haber vivido en íntima comunicación con Ricfredo le hacían el más conocedor de la situación.
En efecto, nacido hacia el año 790, en el seno de una noble familia de Frisia, había sido confiado para su educación al clero de la iglesia de Utrecht, primero, y más tarde al mismo obispo, que se aplicó con ardor a formar el alma de aquel joven piadoso y trabajador, hasta que, suficientemente preparado, le confirió el sacerdocio.

Ahora, consagrado ya obispo, en presencia del mismo emperador, Federico se entrega generosamente a su misión, que cumplirá fielmente hasta las últimas consecuencias. Su humildad había hecho cuanto estaba de su mano para no aceptar aquel cargo que sus solas fuerzas no podían soportar, pero ahora que había recibido ya la plenitud del sacerdocio, su fe confía en que el único Sacerdote -Jesucristo-, realizará en él la tarea que le ha querido confiar.

Los primeros tiempos de su episcopado los dedica a la villa de Utrecht, esforzándose en devolver la paz a su pueblo, y en hacer desaparecer los últimos restos de paganismo. Siempre acogedor, es generoso para con los pobres, hospitalario para los viajeros, y sacrificado en sus visitas a los enfermos. Entregado a la vida de oración y sacrificio, no ahorra vigilias ni ayunos, en favor de sus diocesanos.

Más adelante, su celo le lanza a recorrer todo el territorio que le ha sido confiado. En todas partes trabaja incansablemente en la reforma de las costumbres de sus diocesanos, y de una manera especial lo hace en la isla de Walcheren, donde reinaba la más burda inmoralidad.

Se dedica también a combatir la herejía arriana, bastante extendida en Frisia, y poco a poco va reduciendo los herejes a la verdadera fe católica. Para asegurar la duración de este retorno a la verdad, San Federico compone una profesión de fe, que resume la enseñanza católica sobre la Santísima Trinidad, y ordena que se recite tres veces cada día una oración en honor de las tres divinas Personas.

Cuando ya casi había recorrido toda la diócesis, un día, mientras estaba dando gracias de la Misa, es atacado por dos criminales que le atraviesan las entrañas, muriendo a los pocos minutos. ¿A qué móviles respondía aquel asesinato? Algunos dan como causa cierta, el odio que Judit, segunda esposa de Ludovico Pío, alimentaba contra San Federico, por haberla reprendido con santa libertad, a causa de su conducta inmoral.

No obstante, aun cuando parece que esta persuasión ya existía en Utrecht, muy próximamente a la fecha del martirio, hay quien lo pone en duda, por el testimonio del famoso escritor Rábano Mauro, que ensalza las virtudes de la emperatriz. Quizá los hagiógrafos no lleguen nunca a un acuerdo sobre este punto, pero a pesar de ello continuará siendo cierto que en aquel día del año 838, un obispo moría mártir.

(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=11243)

17 julio, 2020

Santa Marcelina, Virgen

 
Catholik-blog: Santo de hoy - Marcelina, Santa Virgen de Milán (+ ...
 
 
¡Oh!, Santa Marcelina, vos, sois la hija de Dios de la Vida,
su amada santa, hermana de san Ambrosio y, a la que Liberio
Papa, os impuso el “velo de consagrada” en la basílica romana
de San Pedro, en la fiesta de la Epifanía del Señor. Vos,
desde pequeña teníais por única mira la gloria de Dios, por
ello, decidisteis renunciar al mundo y el Santo Padre, os exhortó,
a amar a Jesucristo y a vivir en recogimiento y mortificación.
Vuestro hermano San Ambrosio, os dedica su tratado sobre
la excelencia de la virginidad y siendo ya obispo, vos, lo
visitabais para hablar “in extenso” sobre la vida espiritual.
Practicabais  la más alta perfección ayunando diariamente
hasta el atardecer y dedicabais la mayor parle del día
y de la noche a la oración y la lectura espiritual. Vuestro
hermano, en los últimos años de vuestra vida, os aconsejó
que moderaseis vuestras penitencias y aumentaseis el tiempo
de oración y así lo hicisteis. Dejasteis de vivir en comunidad
y aunque seguisteis viviendo en Roma lo hicisteis en una
casa privada luego de la muerte de vuestra santa madre.
Sobrevivisteis a vuestro hermano San Ambrosio, pero, antes
él, habló de vos, en la oración fúnebre pronunciada en memoria
de vuestro hermano Sátiro, llamándoos “santa hermana,
admirable por su inocencia, su rectitud y su bondad con el prójimo.”
Más tarde, voló vuestra alma al cielo para coronada ser con
corona de luz como premio a vuestra entrega de amor y fe ;
¡Oh!, Santa Marcelina, “vivo amor por la gloria del Dios Vivo”.
 

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de Julio
Santa Marcelina
Virgen



Por: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01

Martirologio Romano: En Milán, ciudad de Liguria, santa Marcelina, virgen, hermana del obispo san Ambrosio, a la que el papa Liberio impuso el velo de consagrada en la basílica romana de San Pedro, en la fiesta de la Epifanía del Señor (s. IV ex.).

Marcelina era hermana de San Ambrosio de Milán. Nació antes que San Ambrosio, probablemente en Tréveris, donde su padre era prefecto de los galos. Marcelina se trasladó a Roma con su familia y, desde muy temprana edad, empezó a concentrarse exclusivamente en el fin para el que había sido creada.

Se encargó del cuidado de sus dos hermanos y, con sus palabras y ejemplo, les inspiró el amor a la virtud verdadera, no simplemente de la apariencia de virtud. Marcelina tenía por única mira la gloria de Dios. Para conseguir su objetivo, decidió renunciar al mundo.

El día de la Epifanía del año 353, recibió el velo de las vírgenes de manos del Papa Liberio, en la basílica de San Pedro. En el discurso que pronunció el Pontífice en esa ocasión, exhortó a Marcelina a amar exclusivamente a Jesucristo, a vivir en continuo recogimiento y mortificación y a conducirse en la iglesia con el más grande respeto y modestia. San Ambrosio, a quien debemos los ecos de esa exhortación, no vacila en criticar la elocuencia del Papa Liberio cuando la juzga insuficiente. San Ambrosio dedicó a su hermana su tratado sobre la excelencia de la virginidad. Siendo ya obispo, Marcelina le visitó varias veces en Milán y habló con él sobre la vida espiritual; en esa forma, ayudó a su hermano en sus relaciones con las vírgenes consagradas.

Marcelina practicó la más alta perfección. Ayunaba diariamente hasta el atardecer y consagraba la mayor parle del día y de la noche a la oración y la lectura espiritual. En los últimos años de su vida, San Ambrosio le aconsejó que moderase sus penitencias y aumentase el tiempo de oración; en particular, le recomendó los Salmos, la Oración del Señor y el Credo, al que llamó sello del cristiano y guardián del corazón. Marcelina siguió viviendo en Roma después de la muerte de su madre, no en comunidad, sino en una casa privada, junio con oirá mujer que participaba en todos sus ejercicios de devoción.

Marcelina sobrevivió a San Ambrosio, pero no sabemos exactamente en qué año murió. En la oración fúnebre pronunciada por San Ambrosio en memoria de su hermano Sátiro, llamó a Marcelina “…santa hermana, admirable por su inocencia, su rectitud y su bondad con el prójimo.”

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/36207/marcelina-santa.html)

16 julio, 2020

Nuestra Señora del Carmen



SANTO DEL DÍA || Hoy celebramos a la Virgen del Carmen | Cristovisión


¡Oh!, Nuestra Señora del Carmen, Vos, sois la Virgen
“Bienaventurada del Monte Carmelo”, monte en el que Elías
logró, que el pueblo de Israel, a dar culto volviese
al Dios Vivo y en el que, más tarde, algunos, buscando
la soledad, se retiraron para hacer eremítica vida, origen
dando a vuestra orden de contemplativa vida, que os tiene
como “Patrona y Protectora”, Santa Madre de Dios. Desde
los ermitaños, que, establecidos en el Monte Carmelo; “Los
Carmelitas”, por su profunda devoción a Vos, Santísima
Virgen, conocidos son, porque ellos, la nube interpretaron
de la visión de Elías, como símbolo Vuestro. Además,
cinco siglos antes de la proclamación como santísimo dogma,
el misal Carmelita contenía una Misa para Vos, “Inmaculada
Concepción”. Con Elías, profeta, que la pureza de la fe
en el Dios único y verdadero defendió; Vuestra Orden,
“frutos vivos de la fe” ha dado como: Santa Teresa de Ávila,
San Juan de la Cruz, Santa Teresa del Niño Jesús y Santa
Teresa Benedicta de la Cruz, en los tiempos modernos.
Los Carmelitas desde siempre han difundido vuestra devoción,
señalándoos como modelo de oración, contemplación
y de dedicación a Dios, porque Vos, creísteis que Jesús,
Verbo encarnado, el cúlmen es, del encuentro del hombre
con Dios. Los marineros, mucho antes de la cibernética,
de las estrellas, para marcar su rumbo en la mar dependían
y por ello, a Vos, se os dirigen como, “Estrella del Mar”,
que guía por las aguas tortuosas y difíciles de la vida, hacia
el puerto seguro que es Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro.
Y, el día aquél en que, por la invasión de los sarracenos,
obligados se vieron a abandonar el Monte Carmelo, Vos, Madre
de Dios, os aparecisteis mientras cantaban el “Salve Regina”
y os prometió ser para vosotros su “Estrella del Mar”. Y, así,
acompañasteis y acompañáis a vuestros hijos, esparcidos
sobre la faz de la tierra, vistiendo hábito en honor a Vos,
porque sus vidas os pertenecen a Vos, y por Vos, a Cristo Jesús;
¡Oh!, Nuestra Señora del Carmen, “Viva Estrella del Mar de Dios”.


 
© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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16 de julio
Nuestra Señora del Carmen
Advocación Mariana
Patrona de los marineros


Memoria de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, monte en el que Elías consiguió que el pueblo de Israel volviese a dar culto al Dios vivo y en el que, más tarde, algunos, buscando la soledad, se retiraron para hacer vida eremítica, dando origen con el correr del tiempo a una orden religiosa de vida contemplativa, que tiene como patrona y protectora a la Madre de Dios.

Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.

En las palabras de Benedicto XVI, 15,VII,06:
“El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías, surgió al Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein). Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra, «llegó felizmente a la santa montaña» (Oración de la colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración.

La estrella del Mar y los Carmelitas
Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.

Los Carmelitas y la devoción a la Virgen del Carmen se difunden por el mundo
La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos se venera en el Carmelo. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: “Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo”. En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.

La devoción a la Virgen del Carmen se propagó particularmente en los lugares donde los carmelitas se establecieron.

España
Entre los lugares en que se venera en España la Virgen de España como patrona está Beniaján, Murcia. Vea ahí mas imágenes.

América
Es patrona de Chile; en el Ecuador es reina de la región de Cuenca y del Azuay, recibiendo la coronación pontificia el 16 de Julio del 2002. En la iglesia del monasterio de la Asunción en Cuenca se venera hace más de 300 años. Es además venerada por muchos en todo el continente.

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/31890/nuestra-seora-del-carmen.html)

15 julio, 2020

San Buenaventura



San Buenaventura, Obispo y Doctor de la Iglesia


¡Oh!, San Buenaventura, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, y, que, a la vida vuelto por San Francisco
con aquella famosa y preciosa frase: “Juan: ¡Buena Ventura!”.
Y, así, os quedasteis con ella para siempre, hasta convertiros
en el maravilloso “Doctor seráfico”, que sois. Vos, que en santo
amor ardíais por el Dios de la Vida, vuestros sermones, escritos
trabajos y estudios, a Él, os lo ofrecisteis. En “Itinerario del
alma hacia Dios”, bellísimo libro vuestro y muestra perfecta
del bien obrar, donde sutilmente mostráis, cómo el hombre,
alcanzar debe su ascenso hacia la Casa del Padre Eterno.
Vos, con humildad las tareas sencillas del convento realizabais
a la sazón joven Cardenal hecho, con amor puro y alegría
y que, junto a vuestro amabilísimo trato conciliador, os
ganabais a toda la gente de vuestro tiempo. El meditar en la
pasión y muerte de nuestro Señor jesucristo, os llevaba a menudo
a esforzaros por amor y, a cumplir las palabras que Él,
alguna vez dijo: “Aprended de mí que soy manso y humilde
de corazón”. Vuestro amor a María Virgen, recomendabais
complementarlo con el rezo del Santo Rosario y el Ángelus.
¡Qué hermoso! debió haber sido, cuando se os encargó,
escribir la biografía del fundador de vuestra orden, San
Francisco de Asís, que, hasta Santo Tomás de Aquino, un día
se apeó a vuestra celda, y os vio, como “ido” de este mundo
y exclamó para sí: “dejemos que un santo escriba la vida
de otro santo”. Al final de vuestra santa vida ¿dónde
os fuisteis San Buenaventura? ¿dónde? Y, mayor ni mejor
respuesta hay: ¡al cielo os fuisteis todo coronado, con
corona de luz y gloria, como premio a vuestra increíble
entrega de amor, fe y misericordia sin fin. Inocencio,
Papa, en vuestro entierro dijo de vos: “Su amabilidad
era tan grande que empezar a tratarlo era quedar ya
amigos de él para siempre. Y su unción al predicar
y escribir era tan admirable, que escucharlo o leer sus
escritos, era ya empezar a sentir deseos de amar a Dios
y conseguir la santidad”. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, San Buenaventura, “vivo amor por el Dios de la Vida”.



© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de julio
San Buenaventura
Religioso, Cardenal y Escritor.
Año 1274


San Buenaventura: pide a Nuestro Señor que nosotros lo amemos como lo amaste tú.

Un nombre profético
Nació en Bañoreal, cerca de Vitervo (Italia) en 1221. Se llamaba Juan, pero dicen que cuando era muy pequeño enfermó gravemente y su madre lo presentó a San Francisco, el cual acercó al niñito de cuatro meses a su corazón y le dijo: “¡BUENA VENTURA!”que significa: “¡BUENA SUERTE. BUEN EXITO!”. Y el niño quedó curado. Y por eso cambio su nombre de Juan por el de Buenaventura. Y en verdad que tuvo buena suerte y buen éxito en toda su vida.

Un doctor muy especial
En agradecimiento a San Francisco su benefactor, se hizo religioso franciscano. Estudió en la universidad de París, bajo la dirección de famoso maestro Alejandro de Ales, y llegó a ser uno de los más grandes sabios de su tiempo. Se le llama “Doctor seráfico”, porque “Serafín” significa “el que arde en amor por Dios” y este santo en sus sermones, escritos y actitudes demostró vivir lleno de un amor inmenso hacia Nuestro Señor.

Los que lo conocieron y trataron dicen que todos sus estudios y trabajos los ofrecía para gloria de Dios y salvación de las almas. A sus clases concurrían en grandes cantidades gente de todas las clases sociales y sus oyentes afirmaban que mientras hablaba parecía estar viendo al invisible. Su inocencia y santidad de vida eran tales que su maestro, Alejandro de Alex, exclamaba “Buenaventura parece que hubiera nacido sin pecado original”.

Escrúpulos peligrosos
Él no veía en si mismo sino faltas y miserias y por eso empezó a padecer la enfermedad de los escrúpulos, que consiste en considerar pecado lo que no es pecado. Y creyéndose totalmente indigno empezó a dejar de comulgar. Afortunadamente la bondad de Dios le concedió un valor especial, y observó en visión que Jesucristo en la Santa Hostia se venía desde el copón en el cual el sacerdote estaba repartiendo la Sagrada Comunión, y llegaba hasta sus labios. Con esto reconoció que el dejar de comulgar por escrúpulos era una equivocación.

Escritor famoso
Buenaventura, además de dedicarse muchos años a dar clases en la Universidad de París donde se formaban estudiantes de filosofía y teología de muchos países, escribió numerosos sermones y varias obras de piedad que por siglos han hecho inmenso bien a infinidad de lectores. Una de ellas se llama “Itinerario del alma hacia Dios”. Allí enseña que la perfección cristiana consiste en hacer bien las acciones ordinarias y todo por amor de Dios. El Papa Sixto IV decía que al leer las obras de San Buenaventura se siente uno invadido de un fervor especial, porque fueron escritas por alguien que rezaba mucho y amaba intensamente a Dios.

Una noticia muy alagadora. San Buenaventura fue nombrado Superior General de los Padres Franciscanos, y el Papa le concedió el título de Cardenal. Y aunque era famoso mundialmente por su sabiduría, sin embargo seguía siendo muy humilde y se iba a la cocina a lavar platos con los hermanos legos (dicen que la noticia de su nombramiento como Cardenal le llegó mientras estaba un día lavando platos en la cocina) y Fray Gil, uno de los hermanos legos más humildes, le preguntó un día: “Padre Buenaventura, ¿un pobre ignorante como yo, podrá algún día estar tan cerca de Dios, como su Reverencia que es tan inmensamente sabio?”

El gran sabio le respondió: “Oh mi querido Fray Gil: si una pobre viejecita ignorante tiene más amor de Dios que Fray Buenaventura, estará más cerca de Dios en la eternidad que Fray Buenaventura”. Al oír semejante noticia, el humilde frailecito empezó a aplaudir y a gritar: “Ay Fray Gil borriquillo de Dios, aunque seas más ignorante que la más pobre viejecita, si amas a Dios más que Fray Buenaventura, estarás en el cielo más cerca de Dios que el gran Fray Buenaventura”. Y de pura emoción se fue elevando por los aires, y quedó allí suspendido entre cielo y tierra en éxtasis. Es que había escuchado la más halagadora de las noticias: que el puesto en el cielo dependerá del grado de amor que hayamos tenido hacia el buen Dios.

La simpatía de San Buenaventura
Este gran doctor, que por 17 años fue Superior General de los Padres Franciscanos y recorrió el mundo visitando las casas de su comunidad y animando a todos a dedicarse a la santidad, y que fue el hombre de confianza del Sumo Pontífice para resolver muchos casos difíciles, y que dirigió en nombre del Papa el Concilio de Lyon y tuvo el honor de que la oración fúnebre el día de su entierro la hiciera el mismo Sumo Pontífice, tenía una cualidad especialísima: una exquisita bondad en su trato, una amabilidad que le ganaba los corazones, un modo conciliador que lo alejaba de los extremos, de la extrema rigidez que amarga la vida de los otros y de la relajación que deja a todos seguir por el camino del mal sin corregirlos.

Sus virtudes preferidas eran la humildad y la paciencia, y la meditación frecuente en la pasión y muerte de Cristo lo llevaba a esforzarse por cumplir aquel consejo de Jesús: “Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón”. Su crucifijo lo tenía totalmente desgastado de tanto besarle las manos, los pies, la cabeza y la herida del costado. Su amor a la Virgen María era intenso y por todas partes recomendaba el rezo del Angelus (o de las tres Aves Marías).

Un santo elogia a otro santo
A San Buenaventura le recomendaron que escribiera la biografía de su gran protector San Francisco de Asís (la cual resulto muy hermosa) y dicen que cuando estaba redactándola, llegó a visitarlo el sabio más famoso de su tiempo, Santo Tomás de Aquino, el cual al asomarse a su celda y verlo sumido en la contemplación y como en éxtasis, exclamó: “dejemos que un santo escriba la vida de otro santo”, y se fue. Así que estos dos sabios tan famosos no se trataron en vida pero se admiraron mutuamente.

Muerte solemne
En el año 1274 se celebro el concilio de Lyon (o reunión de todos los obispos católicos del mundo). Terminando el Concilio con gran éxito, todo dirigido por San Buenaventura, por orden del Sumo Pontífice, el santo sintió que le faltaban las fuerzas, y el 15 de julio de 1274 murió santamente asistido por el Papa en persona. Todos los obispos del Concilio asistieron a sus funerales y caso único en la historia, el Santo Padre ordenó que todos los sacerdotes del mundo celebran una misa por el alma del difunto.

Un elogio muy especial
El Papa Inocencio V predicó la homilía en el entierro de San Buenaventura y dijo de él: “Su amabilidad era tan grande que empezar a tratarlo era quedar ya amigos de él para siempre. Y su unción al predicar y escribir era tan admirable, que escucharlo o leer sus escritos, era ya empezar a sentir deseos de amar a Dios y conseguir la santidad”. Bello elogio en verdad.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Buenaventura_7_15.htm)

14 julio, 2020

San Francisco Solano


San Francisco Solano - ACI Prensa

 ¡Oh!, San Francisco Solano, vos sois el hijo del Dios
del vida y su amado santo, a quien os llamaron “el
Taumaturgo del nuevo mundo” por los muchos prodigios
y milagros que, de Dios obtuvisteis en Sudamérica. Desde
pequeño, erais de corazón pacificador, pues, cuando
los sables y discordias se peleaban, la paz volvía
en el acto, gracias a vuestra intervención. Franciscano
de alma, vida y corazón, os dedicasteis a predicar
y predicar, con increíbles resultados, pues, vuestros
sermones, llegaban hasta el fondo del corazón, causando
conversiones, pues, mucho rezabais y orabais antes
de cada predicación. Vos, y Fray Buenaventura, amigo
vuestro, a los enfermos de tifo y a los más necesitados
socorristeis, tanto espiritual y materialmente. Pero,
para pena y dolor vuestro, aquél amigo se contagió
y murió. Y, vos, luego, os contagiasteis pero, Dios, os
curó, increíblemente. El rey Felipe Segundo, pidió a
los franciscanos que misioneros fueran enviados
a Sudamérica, y a vos os tocó y así, llegasteis por el Nuevo
Mundo, para predicar a los nativos. Viajasteis a pie
y sorteando incontables peligros y sufrimientos, desde Lima
hasta Tucumán y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo,
confiando sólo en Dios y por el deseo movido de almas
salvar. Dios os concedió la eficacia de la palabra
y la gracia de la simpatía y de la buena voluntad para
conseguir a vuestros oyentes. Un Jueves Santo, predicabais,
y os enfrentasteis a los indios, crucifijo en mano, logrando
que os entendieran en su propio idioma y después, aceptaron
ser evangelizados y bautizados en la religión católica.
El Chaco Paraguayo, Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe
y Córdoba de Argentina, saben de vos, y vuestro amor por
el Dios Vivo. Siempre a pie, indígenas convirtiendo
y colonos españoles, y a imitación pura de vuestro patrono
San Francisco, sentíais también, cariño por los animales
de Dios. Las aves os rodeaban muy a menudo, y luego
a vuestra voz, por los aires salían alegremente cantando,
alabando al Dios de la Vida. “Si piden perdón a Dios, no
les sucederá nada malo”, dijisteis en pleno temblor.
Y, todos así, lo hicieron y nada malo sucedió aquel día allí.
“Por las maldades de estas gentes, todo lo que está a
mi alrededor será destruido y no quedará sino, el sitio
desde donde estoy predicando”. ¡Y así fue! Y, el día
en que Dios os llamó, una bandada de pajaritos cantando
entró a vuestra habitación y vos dijisteis: “Que Dios sea
glorificado”, y luego, expirasteis santamente, para, coronado
ser con corona de luz como justo premio, a vuestra entrega
increíble de amor y fe. Aquella noche vuestra habitación
se iluminó como señal de la presencia del Dios de la Vida.
¡oh!, San Francisco Solano, “vivo evangelizador del Dios Vivo”.



© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de Julio
San Francisco Solano
Misionero
(año 1610)


Francisco Solano, llamado “el Taumaturgo del nuevo mundo”, por la cantidad de prodigios y milagros que obtuvo en Sudamérica, nació en 1549, en Montilla, Andalucía, España. Su padre era alcalde de la ciudad, y el jovencito desde muy pequeño se caracterizó por su habilidad en poner paz entre los que se peleaban. Cuando había algún duelo a espada, bastaba que Francisco corriera a donde los combatientes a suplicarles que no se pelearan más, para que hicieran las paces.


Estudió con los Jesuitas, pero entró a la comunidad Franciscana porque le atraían mucho la pobreza y la vida tan sacrificada de los religiosos de San Francisco. Los primero años de sacerdocio los dedicó a predicar con gran provecho en el sur de España. Sus sermones no tenían nada de rebuscado ni de elegante, pero llegaban hasta el fondo del corazón de los pecadores y conseguían grandes conversiones. Es que rezaba mucho antes de cada predicación.


Llegó a Andalucía la peste del tifo negro y Francisco y su compañero Fray Buenaventura se dedicaron a atender a los enfermos más abandonados. Buenaventura se contagió y murió (y ahora es santo también) luego se contagió también Francisco y creyó que ya le había llegado la hora de partir para la eternidad, pero luego, de la manera más inesperada, quedó curado. Con eso se dio cuenta de que Dios lo tenía para obras apostólicas todavía más difíciles.


Pidió a sus superiores que lo enviaran de misionero al Africa, y no le fue aceptada su petición. Pero poco después el rey Felipe II pidió a los franciscanos que enviaran misioneros a Sudamérica y entonces sí fue enviado Francisco a extender la religión por estas tierras. Fue una gran alegría para su corazón.


Y sucedió que una terrible tempestad lanzó el barco contra unas rocas frente a Panamá y se partió en dos. No había sino una embarcación para volver a tierra firme, y el misionero prefirió aguardar allá en esos escollos con los esclavos negros que él había venido instruyendo durante el viaje y acompañarlos hasta que llegara otra barca a salvarlos. Y aprovechó esos tres días de terror y peligro, para acabar de instruirlos y bautizarlos allí mismo. Varios de ellos perecieron luego entre aquellas olas pero ya habían sido bautizados.


La pequeña embarcación los llevó a unas costas inhospitalarias y allá pasaron días terribles de hambre y peligros. Cuando los marineros se desesperaban lo único que podía calmarlos era la intervención del Padre Francisco. Cuando había peleas, al único que le hacían caso para dejar de pelear, era el Padre Solano. Al fin lograron que un barco los recogiera y los llevara a la ciudad de Lima.


Fray Francisco Solano recorrió el continente americano durante 20 años predicando, especialmente a los indios. Pero su viaje más largo fue el que tuvo que hacer a pie, con incontables peligros y sufrimientos, desde Lima hasta Tucumán (Argentina) y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo. Más de 3,000 kilómetros y sin ninguna comodidad. Sólo confiando en Dios y movido por el deseo de salvar almas.


Y le sucedió en aquel gran viaje misionero, que lograba aprender con extraordinaria facilidad los dialectos de aquellos indios a las dos semanas de estar con ellos. Y le entendían todos admirablemente sus sermones. Sus compañeros misioneros se admiraban grandemente de este prodigio y lo consideraban un verdadero milagro de Dios. Pero lo más admirable es que las tribus de indios, aun las más belicosas, y opuestas a los blancos, recibían los sermones del santo con una docilidad y un provecho que parecían increíbles. Dios le había concedido la eficacia de la palabra y la gracia de conseguir la simpatía y buena voluntad de sus oyentes.


Fray Francisco llegaba a las tribus más guerreras e indómitas y aunque al principio lo recibían al son de batalla, después de predicarles por unos minutos con un crucifijo en la mano, conseguía que todos empezaran a escucharle con un corazón dócil y que se hicieran bautizar por centenares y miles.


Un Jueves Santo estando el santo predicando en La Rioja (Argentina) llegó la voz de que se acercaban millares de indios salvajes a atacar la población. El peligro era sumamente grande, todos se dispusieron a la defensa, pero Fray Francisco salió con su crucifijo en la mano y se colocó frente a los guerreros atacantes y de tal manera les habló (logrando que lo entendieran muy bien en su propio idioma) que los indígenas desistieron del ataque y poco después aceptaron ser evangelizados y bautizados en la religión católica.


El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el violín y la guitarra. Y en los sitios que visitaba divertía muy alegremente a sus oyentes con sus alegres canciones. Un día llegó a un convento donde los religiosos eran demasiado serios y recordando el espíritu de San Francisco de Asís que era vivir siempre interior y exteriormente alegres, se puso a cantarles y hasta a danzar tan jocosamente que aquellos frailes terminaron todos cantando, riendo y hasta bailando en honor del Señor Dios.


San Francisco Solano misionó por más de 14 años por el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba de Argentina, siempre a pie, convirtiendo innumerables indígenas y también muchísimos colonos españoles. Su paso por cada ciudad o campo, era un renacer del fervor religioso. Un día en el pueblo llamado San Miguel, estaban en un toreo, y el toro feroz se salió del corral y empezó a cornear sin compasión por las calles. Llamaron al santo y éste se le enfrentó calmadamente al terrible animal. Y la gente vio con admiración que el bravísimo toro se le acercaba a Fray Francisco y le lamía las manos y se dejaba llevar por él otra vez al corral.


A imitación de su patrono San Francisco de Asís, el padre solano sentía gran cariño por los animalillos de Dios. Las aves lo rodeaban muy frecuentemente, y luego a una voz suya, salían por los aires revoloteando, cantando alegremente como si estuvieran alabando a Dios.


Por orden de sus superiores, los últimos años los pasó Fray Francisco en la ciudad de Lima predicando y convirtiendo pecadores. Entraba a las casas de juegos y hacía suspender aquellos vicios y llevaba a los jugadores a los templos. En los teatros, en plena función inmoral hacía suspender la representación y echaba un fogoso sermón desde el escenario, haciendo llorar y arrepentirse a muchos pecadores. En plena plaza predicaba al pueblo anunciando terribles castigos de Dios si seguían cometiendo tantos pecados y esto conseguía muchas conversiones.


Un día estando predicando en una misa la tierra empezó a temblar. Las gentes quisieron salir huyendo, pero él les dijo: “Si piden perdón a Dios, no les sucederá nada malo”. Todos pidieron perdón y nada malo sucedió aquel día allí. Otro día en pleno sermón exclamó: “Por las maldades de estas gentes, todo lo que está a mi alrededor será destruido y no quedará sino el sitio desde donde estoy predicando”. Y así sucedió años después. llegó un terremoto y destruyó el templo y todos los alrededores, y el único sitio que quedó sin que le pasara nada, fue aquel desde donde el santo había predicado.


En mayo de 1610 empezó a sentirse muy débil. Los médicos que lo atendían se admiraban de su paciencia y santidad. El 14 de julio, una bandada de pajaritos entró cantando a su habitación y el Padre Francisco exclamó: “Que Dios sea glorificado”, y expiró. Desde lejos las gentes vieron una rara iluminación en esa habitación durante toda la noche.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Francisco_Solano.htm)

13 julio, 2020

Santa Teresa de Jesús de Los Andes


Santa Teresa de Jesús de los Andes
 
¡Oh!, Santa Teresa de Jesús de Los Andes, vos, sois la hija
del Dios de la Vida y su amada santa, que pusisteis ante
nuestros ojos el evangelio vivo de Nuestro Señor Jesucristo.
A los catorce años de edad, inspirada por el Espíritu Santo
de Dios, decidisteis consagraros a Él como religiosa santa
vistiendo los hábitos de carmelita descalza en el monasterio
del Espíritu Santo, en el pueblo de Los Andes. Después de
muchas tribulaciones interiores indecibles e inenarrables
vos, a los seis años atraída por Dios volcasteis vuestra
afectividad totalmente en Él. “Cuando vino el terremoto,
al poco tiempo fue cuando Jesús principió a tomar mi
corazón para sí”. Así, sin más, lo escribisteis en vuestro
diario. Vos, poseísteis una enorme capacidad de amar
 y ser amada junto con una extraordinaria inteligencia. Dios,
os hizo experimentar su presencia, cautivándoos con su
conocimiento y os hizo suya a través de las exigencias
de la cruz, pues conociéndolo, lo amasteis; y amándolo os
entregasteis a Él con radicalidad. Desde niña comprendisteis
que el amor se demuestra con obras más que con palabras.
Os, mirasteis con ojos sinceros y sabios y comprendisteis
que para ser de Dios, necesario era morir a vos misma
y a todo lo que no fuera Él. El Sacramento de la Eucaristía, os
cautivó porque comprendisteis que Dios iba a morar dentro
de vos. Vuestra inclinación natural hacia Dios, desde ese día
se transformó en amistad, en vida de oración continua.
Jesucristo os dijo que os quería carmelita y que vuestra
meta debía ser la santidad. Con la abundante gracia de Dios
os disteis a la oración, a la adquisición de las virtudes
y a la práctica de la vida según el evangelio, llegando
a un alto grado de unión con Dios. Cristo, fue vuestro ideal,
vuestro único ideal y os enamorasteis de Él, y fuisteis
consecuente hasta crucificaros en cada minuto por Él.
Vuestra santidad la demostrasteis en la familia, el colegio,
las amigas y con quienes compartíais vuestras vacaciones
y a quienes catequizasteis y ayudasteis. Vos, fuisteis jovial,
alegre, simpática, atractiva, deportista y comunicativa.
Vuestra vida monacal hasta vuestra muerte fue el último
peldaño de vuestra ascensión a la cumbre de la santidad.
Y, un día, después de muchas tribulaciones interiores
e indecibles padecimientos físicos, causados por un violento
ataque de tifus, voló vuestra alma al cielo, para recibir
corona de eternidad como justo premio a vuestra entrega
de amor, muriendo como novicia carmelita descalza, habiendo
vivido, creído y amado, tal y conforme lo dijo Jesús: “La
obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado”. ¡Aleluya!
¡Oh!, Santa Teresa de Jesús de Los Andes, “Vivo amor de Dios”.



© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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13 de Julio
Teresa de Jesús de Los Andes
Carmelita Descalza
Virgen (1900-1920)



La joven que hoy es glorificada en la Iglesia con el título de Santa, es un profeta de Dios para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. TERESA DE JESUS DE LOS ANDES, con el ejemplo de su vida, pone ante nuestros ojos el evangelio de Cristo, encarnado y llevado a la práctica hasta las últimas exigencias.


Ella es para la humanidad una prueba indiscutible de que la llamada de Cristo a ser santos, es actual, posible y verdadera. Ella se levanta ante nuestros ojos para demostrar que la radicalidad del seguimiento de Cristo es lo único que vale la pena y lo único que hace feliz al hombre.


Teresa de Los Andes, con el lenguaje de su intensa vida, nos confirma que Dios existe, que Dios es amor y alegría, que El es nuestra plenitud.


Nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900. En la pila bautismal fue llamada Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones Fernández Solar. Familiarmente se la conocía, y todavía se la conoce hoy, con el nombre de Juanita.


Su niñez se desarrolló normalmente en el seno familiar: sus padres, don Miguel Fernández y Lucía Solar; sus tres hermanos y dos hermanas; el abuelo materno, tíos, tías y primos.


La familia gozaba de muy buena posición económica y conservaba fielmente la fe cristiana, viviéndola con sinceridad y constancia.


Juana recibió su formación escolar en el colegio de las monjas francesas del Sagrado Corazón. Entre la vida estudiantil y la vida familiar se desarrolló su corta e intensa historia. A los catorce años de edad, inspirada por Dios, decidió consagrarse a El como religiosa, en concreto, como carmelita descalza.


Su deseo se realizó el 7 de mayo de 1919, cuando ingresó en el pequeño monasterio del Espíritu Santo en el pueblo de Los Andes, a unos 90 kms. de Santiago.


El 14 de octubre de ese mismo año vistió el hábito de carmelita, iniciando así su noviciado con el nombre de Teresa de Jesús. Sabía desde mucho antes que moriría joven. Más aún, el Señor se lo había revelado, pues ella misma lo comunicó a su confesor un mes antes de su partida.


Asumió esa realidad con alegría, serenidad y confianza. Segura de que continuaría en la eternidad su misión de hacer conocer y amar a Dios.


Después de muchas tribulaciones interiores e indecibles padecimientos físicos, causados por un violento ataque de tifus que acabó con su vida, pasó de este mundo al Padre al atardecer del 12 de abril de 1920. Había recibido con sumo fervor los santos sacramentos de la Iglesia y el 7 de abril había hecho la profesión religiosa en el artículo de la muerte. Aún le faltaban 3 meses para cumplir los 20 años de edad y 6 meses para acabar su noviciado canónico y poder emitir jurídicamente su profesión religiosa. Murió como novicia carmelita descalza.


Esa es toda la trayectoria externa de esta joven santiaguina. Desconcierta, y crece en nosotros el gran interrogante: ¿y qué hizo? Para tal pregunta hay una respuesta igualmente desconcertante: Vivir, creer, amar.


Cuando los discípulos preguntaron a Jesús qué debían hacer para vivir según Dios quiere, El respondió: “La obra de Dios es que creáis en quien El ha enviado” (Jn. 6, 28-29). Por lo tanto, para conocer el valor de la vida de Juanita, es necesario mirar hacia dentro, donde está el Reino de Dios.


Ella despertó a la vida de la gracia siendo todavía muy niñita. Asegura que a los seis años atraída por Dios empezó a volcar su afectividad totalmente en El. “Cuando vino el terremoto de 1906, al poco tiempo fue cuando Jesús principió a tomar mi corazón para sí” (Diario, n. 3, p. 26). Juanita poseyó una enorme capacidad de amar y ser amada junto con una extraordinaria inteligencia. Dios le hizo experimentar su presencia, la cautivó con su conocimiento y la hizo suya a través de las exigencias de la cruz. Conociéndolo, lo amó; y amándolo se entregó a El con radicalidad.


Desde niña comprendió que el amor se demuestra con obras más que con palabras, por eso lo tradujo en todos los actos de su vida, empezando por la raíz. Se miró con ojos sinceros y sabios y comprendió que para ser de Dios era necesario morir a sí misma y a todo lo que no fuera El.

Su naturaleza era totalmente contraria a la exigencia evangélica: orgullosa, egoísta, terca, con todos los defectos que esto supone. Como nos sucede a todos. Pero lo que ella hizo, a diferencia nuestra, fue librar batalla encarnizada contra todo impulso que no naciera del amor.


A los 10 años era una persona nueva. La motivación inmediata fue el Sacramento de la Eucaristía que iba a recibir. Comprendiendo que nada menos que Dios iba a morar dentro de ella, trabajó en adquirir todas las virtudes que la harían menos indigna de esta gracia, consiguiendo en poquísimo tiempo transformar su carácter por completo.


En la celebración de este sacramento recibió de Dios gracias místicas de locuciones interiores que luego se mantuvieron a lo largo de su vida. La inclinación natural hacia Dios, desde ese día se transformó en amistad, en vida de oración.


Cuatro años más tarde recibió interiormente la revelación que determinó la orientación de su vida: Jesucristo le dijo que la quería carmelita y que su meta debía ser la santidad.


Con la abundante gracia de Dios y con la generosidad de joven enamorada se dio a la oración, a la adquisición de las virtudes y a la práctica de la vida según el evangelio, de tal modo que en cortos años llegó a un alto grado de unión con Dios.


Cristo fue su ideal, su único ideal. Se enamoró de El, y fue consecuente hasta crucificarse en cada minuto por El. La invadió el amor esponsal y, por tanto, el deseo de unirse plenamente al que la había cautivado. Por eso a los 15 años hizo el voto de virginidad por 9 días, renovándolo después continuamente.


La santidad de su vida resplandeció en los actos de cada día en los ambientes donde se desarrolló su vida: la familia, el colegio, las amigas, los inquilinos con quienes compartía sus vacaciones y a quienes, con celo apostólico, catequizó y ayudó.


Siendo una joven igual a sus amigas, éstas la sabían distinta. La tomaron por modelo, apoyo y consejera. Juanita sufrió y gozó intensamente, en Dios, todas las penas y alegrías con que se encuentra el hombre.


Jovial, alegre, simpática, atractiva, deportista, comunicativa. En los años de su adolescencia alcanzó el perfecto equilibrio síquico y espiritual, fruto de su ascesis y de su oración. La serenidad de su rostro era reflejo de Aquel que en ella vivía.


Su vida monacal desde el 7 de mayo de 1919 hasta su muerte fue el último peldaño de su ascensión a la cumbre de la santidad. Sólo once meses fueron suficientes para consumar su vida totalmente cristificada.


Muy pronto la comunidad descubrió en ella un paso de Dios por su historia. En el estilo de vida carmelitano-teresiano, la joven encontró plenamente el cauce para derramar más eficazmente el torrente de vida que ella quería dar a la Iglesia de Cristo. Era el estilo de vida que, a su modo, había vivido entre los suyos, y para el cual había nacido. La Orden de la Virgen María del Monte Carmelo colmó los deseos de Juanita al comprobar que la Madre de Dios, a quien amó desde niña, la había traído a formar parte de ella.


Fue beatificada en Santiago de Chile por Su Santidad Juan Pablo II, el día 3 de abril de 1987. Sus restos son venerados en el Santuario de Auco-Rinconada de Los Andes por miles de peregrinos que buscan y encuentran en ella el consuelo, la luz y el camino recto hacia Dios.


SANTA TERESA DE JESÚS DE LOS ANDES es la primera Santa chilena, la primera Santa carmelita descalza fuera de las fronteras de Europa y la cuarta Santa Teresa del Carmelo tras las Santas Teresas de Avila, de Florencia y de Lisieux.

(http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_19930321_teresa-de-jesus_sp.html)