11 noviembre, 2022

San Martín de Tours, "Patrono de la Guardia Suiza Pontificia"


 

¡Oh!, San Martín de Tours; sois vos, el hijo del Dios de la Vida,
y su amado santo y, el hombre al que llamaban el de la “media
capa”, aquella que, con amor compartisteis con Aquél “pobre”,
que resultó siendo el mismo Jesús. Y, desde entonces y, por
siempre, con sumo amor y cuidado os ganasteis a cuanto hombre
se os cruzó con vos, para convertirlos a la “Buena Nueva” de la
vida. “Batallador”, como significa vuestro nombre, grande honor
le hicisteis pues, vuestra huella, desde el alto cielo, ilumina
el camino de los hombres, que os imitan. “Con la espada podía
vencer a los enemigos materiales. Con la cruz, estoy derrotando
a los enemigos espirituales”. “Fui soldado por obligación y por deber,
y monje por inclinación y para salvar mi alma”. Así, respondisteis,
lleno de fe y pleno de valor, a quien osó, preguntaros sobre el por
qué, el ejército habíais abandonado para, abrazaros, a la cruz
maravillosa de Cristo. “Hasta ahora te he servido como soldado.
Déjame de ahora en adelante servir a Jesucristo propagando su santa
religión”. Así, os dirigisteis a vuestro general jefe, y él, quiso daros
varios premios, pero vos, le dijisteis: “Estos regalos repártelos
entre los que van a seguir luchando en tu ejército. Yo me voy
a luchar en el ejército de Jesucristo, y mis premios serán espirituales”.
Y, así fue. Años más tarde, vuestros amados discípulos os suplicaban
llorando, cuando os ibais a morir diciendo: “¿Te alejas padre
de nosotros, y nos dejas huérfanos y solos y desamparados?”. Y,
vos, respondisteis así: “Señor, si en algo puedo ser útil todavía,
no rehúso ni rechazo cualquier trabajo y ocupación que me quieras
mandar”. Pero Dios vio que vos, habíais trabajado y sufrido bastante
y os llevó a que recibierais en el cielo el premio por vuestras tareas
en la tierra. Y, así, luego de haberos gastado para Él, voló vuestra
alma, al cielo, para coronada ser, con corona de luz eterna, como
premio a vuestra gran entrega increíble de amor. El medio manto
que vos cortasteis para darlo a Aquél “pobre”, en una urna está
y dentro de un santuario. Santo Patrono de la Guardia Zuiza Pontificia;
¡oh!, San Martín de Tours, “Vivo Cristo, batallador del Amor y la Luz”.

© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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11 de Noviembre
San Martín de Tours
Obispo
Año 397

Que el simpático San Martín nos obtenga de Dios la gracia de recordar siempre que todo favor que hacemos al prójimo lo recibe y lo paga Jesucristo, como si se lo hubiéramos hecho a Él en persona. Si tenéis fe, nada será imposible para vosotros. (Jesucristo. Mt. 17,20).

Martín significa: “el batallador”. (De Mart = batalla).

San Martín es un gran santo queridísimo para los franceses, y muy popular en todo el mundo. Nació en Hungría, pero sus padres se fueron a vivir a Italia. Era hijo de un veterano del ejército y a los 15 años ya vestía el uniforme militar.

Durante más de 15 siglos ha sido recordado nuestro santo por el hecho que le sucedió siendo joven y estando de militar en Amiens (Francia). Un día de invierno muy frío se encontró por el camino con un pobre hombre que estaba tiritando de frío y a medio vestir. Martín, como no llevaba nada más para regalarle, sacó la espada y dividió en dos partes su manto, y le dio la mitad al pobre. Esa noche vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado al pobre y oyó que le decía: “Martín, hoy me cubriste con tu manto”.

Sulpicio Severo, discípulo y biógrafo del santo, cuenta que tan pronto Martín tuvo esta visión se hizo bautizar (era catecúmeno, o sea estaba preparándose para el bautismo). Luego se presentó a su general que estaba repartiendo regalos a los militares y le dijo: “Hasta ahora te he servido como soldado. Déjame de ahora en adelante servir a Jesucristo propagando su santa religión”. El general quiso darle varios premios pero él le dijo: “Estos regalos repártelos entre los que van a seguir luchando en tu ejército. Yo me voy a luchar en el ejército de Jesucristo, y mis premios serán espirituales”.

En seguida se fue a Poitiers donde era obispo el gran sabio San Hilario, el cual lo recibió como discípulo y se encargó de instruirlo. Como Martín sentía un gran deseo de dedicarse a la oración y a la meditación, San Hilario le cedió unas tierras en sitio solitario y allá fue con varios amigos, y fundó el primer convento o monasterio que hubo en Francia. En esa soledad estuvo diez años dedicado a orar, a hacer sacrificios y a estudiar las Sagradas Escrituras. Los habitantes de los alrededores consiguieron por sus oraciones y bendiciones, muchas curaciones y varios prodigios. Cuando después le preguntaban qué profesiones había ejercido respondía: “fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma”.

Un día en el año 371 fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar.

En Tours fundó otro convento y pronto tenía ya 80 mojes. Y los milagros, la predicación, y la piedad del nuevo obispo hicieron desaparecer prontamente el paganismo de esa región, y las conversiones al cristianismo eran de todos los días. A los primeros que convirtió fue a su madre y a sus hermanos que eran paganos.

Un día un antiguo compañero de armas lo criticó diciéndole que era un cobarde por haberse retirado del ejército. Él le contestó: “Con la espada podía vencer a los enemigos materiales. Con la cruz estoy derrotando a los enemigos espirituales”.

Recorrió todo el territorio de su diócesis dejando en cada pueblo un sacerdote. Él fue fundador de las parroquias rurales en Francia. Dice su biógrafo y discípulo, que la gente se admiraba al ver a Martín siempre de buen genio, alegre y amable. Que en su trato empleaba la más exquisita bondad con todos.

Un día en un banquete San Martín tuvo que ofrecer una copa de vino, y la pasó primero a un sacerdote y después al emperador, que estaba allí a su lado. Y explicó el por qué: “Es que el emperador tiene potestad sobre lo material, pero al sacerdote Dios le concedió la potestad sobre lo espiritual”. Al emperador le agradó aquella explicación.

En los 27 años que fue obispo se ganó el cariño de todo su pueblo, y su caridad era inagotable con los necesitados. Los únicos que no lo querían eran ciertos tipos que querían vivir en paz con sus vicios, pero el santo no los dejaba. De uno de ellos, que inventaba toda clase de cuentos contra San Martín, porque éste le criticaba sus malas costumbres, dijo el santo cuando le aconsejaron que lo debía hacer castigar: “Si Cristo soportó a Judas, ¿por qué no he de soportar yo a este que me traiciona?”.

Con varios empleados oficiales tuvo fuertes discusiones, porque en ese tiempo se acostumbraba torturar a los prisioneros para que declararan sus delitos. Nuestro santo se oponía totalmente a esto, y aunque por ello se ganó la enemistad de altos funcionarios, no permitía la tortura.

Supo por revelación cuándo le iba a llegar la muerte y comunicó la noticia a sus numerosos discípulos. Estos se reunieron junto a su lecho de enfermo y le suplicaban llorando: “¿Te alejas padre de nosotros, y nos dejas huérfanos y solos y desamparados?”. El santo respondió con una frase que se ha hecho famosa: “Señor, si en algo puedo ser útil todavía, no rehuso ni rechazo cualquier trabajo y ocupación que me quieras mandar”.

Pero Dios vio que ya había trabajado y sufrido bastante y se lo llevó a que recibiera en el cielo el premio por sus grandes labores en la tierra. El medio manto de San Martín (el que cortó con la espada para dar al pobre) fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir “medio manto” se dice “capilla”, la gente decía: “Vamos a orar donde está la capilla”. Y de ahí viene el nombre de capilla, que se da a los pequeños salones que se hacen para orar.

(http://www.ewtn/spanish/Saints/San%20Martín%20de%20Tours.htm)

10 noviembre, 2022

San León Magno, Pontífice

 

 

¡Oh!, San León Magno; vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
su amado santo y aquél que, se entregó íntegro al
servicio del Dios Vivo, tanto que, las huestes del mal
por doquier aparecieron para atacar y destruir la cristiana
doctrina de Cristo, Señor y Dios Nuestro. Pero, vos, fiel
a vuestras convicciones, con todas acabasteis, una a una,
tanto que, hasta el cruel Atila, huyó de vos. Con vuestras
obras de amor y fe; y la santidad llevando como coraza
a los hombres exhortabais en aquellas bellas navideñas
noches con esta viva reflexión: “Reconoce oh, cristiano tu
dignidad, El Hijo de Dios, se vino del cielo, por salvar tu
alma”. Y, la gente maravillada os escuchaba. Vuestro papado
muestras dio de poseer grandes cualidades para ese santo
oficio, predicando todo el tiempo y prueba de ello, se
conservan hasta hoy, noventa y seis bellísimos sermones vuestros.
A los que estaban lejos, los instruíais por medio de cartas,
llenas de Dios y de su inagotable Amor. Vuestra fama de sabio,
muy grande era, tanto que, en el Concilio de Calcedonia
vuestros enviados leyeron la carta que vos, enviasteis
y los seiscientos obispos, os ovacionaron, y de pie exclamaron:
“San Pedro ha hablado por boca de León”. Y, después de Atila,
otro vil enemigo surgió: ¡Genserico!, jefe de los vándalos,
que saqueó Roma, pero, no logró incendiarla. Así, pues,
y durante los veintiún años que vuestro pastoreo duró, tanto
a enemigos internos como a los externos los enfrentasteis,
incluidos los que osaron destruir Roma y aquellos que, con sus
herejías engatuzar a los católicos deseaban. Y, así, y, luego
de haber gastado vuestra santa vida en buena lid, voló vuestra
alma al cielo, para coronada ser con corona de luz, como justo
premio a vuestra entrega increíble de gran amor y sabiduría;
¡Oh!, San León Magno; “viva santidad y Amor del Dios Vivo”.

© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Noviembre
San León Magno
Pontífice
Año 461

Bendito sea Dios que ha enviado a su Santa Iglesia, jefes tan santos y tan sabios. Que no deje nunca el Señor de enviarnos pastores como San León Magno.

Lo llaman “Magno”, porque fue grande en obras y en santidad. Es el Pontífice más importante de su siglo. Tuvo que luchar fuertemente contra dos clases de enemigos: los externos que querían invadir y destruir a Roma, y los internos que trataban de engañar a los católicos con errores y herejías.

Nació en Toscana, Italia; recibió una esmerada educación y hablaba muy correctamente el idioma nacional que era el latín. Llegó a ser Secretario del Papa San Celestino, y de Sixto III, y fue enviado por éste como embajador a Francia a tratar de evitar una guerra civil que iba a estallar por la pelea entre dos generales. Estando por allá le llegó la noticia de que había sido nombrado Sumo Pontífice, el año 440.

Desde el principio de su pontificado dio muestra de poseer grandes cualidades para ese oficio. Predicaba al pueblo en todas las fiestas y de él se conservan 96 sermones, que son verdaderas joyas de doctrina. A los que estaban lejos los instruía por medio de cartas. Se conservan 144 cartas escritas por San León Magno.

Su fama de sabio era tan grande que cuando en el Concilio de Calcedonia los enviados del Papa leyeron la carta que enviaba San León Magno, los 600 obispos se pusieron de pie y exclamaron: “San Pedro ha hablado por boca de León”.

En el año 452 llegó el terrorífico guerrero Atila, capitaneando a los feroces Hunos, de los cuales se decía que donde sus caballos pisaban no volvía a nacer la yerba. El Papa San León salió a su encuentro y logró que no entrara en Roma y que volviera a su tierra, de Hungría.

En el año 455 llegó otro enemigo feroz, Genserico, jefe de los vándalos. Con este no logró San León que no entrara en Roma a saquearla, pero sí obtuvo que no incendiara la ciudad ni matara a sus habitantes. Roma quedó más empobrecida pero se volvió más espiritual.

San León tuvo que enfrentarse en los 21 años de su pontificado a tremendos enemigos externos que trataron de destruir la ciudad de Roma, y a peligrosos enemigos interiores que con sus herejías querían engañar a los católicos. Pero su inmensa confianza en Dios lo hizo salir triunfante de tan grandes peligros. Las gentes de Roma sentían por él una gran veneración, y desde entonces los obispos de todos los países empezaron a considerar que el Papa era el obispo más importante del mundo.

Una frase suya de un sermón de Navidad se ha hecho famosa. Dice así: “Reconoce oh cristiano tu dignidad, El Hijo de Dios se vino del cielo por salvar tu alma”. Murió el 10 de noviembre del año 461.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/León_Magno.htm)

 

09 noviembre, 2022

Dedicación de la Basílica San Juan de Letrán

 

 Santoral de hoy 9 de noviembre: Dedicación de la Basílica de ...

 

¡Oh!, Santo Dios de la Vida, y que, en honor a Vos,
Señor de los cielos y de la tierra; edificada está,
Vuestra “Casa de Letrán”, a Fausta gracias, esposa
de Constantino Emperador, y que, donada fue a Milcíades
Papa. Ella, custodiada está, por dos discípulos amados
vuestros: Juan “el Bautista”, y Juan “el Evangelista”.
¡Oh!, Santa Basílica de Letrán: “Madre y Cabeza de
todas las iglesias de la ciudad y del mundo”. “Cuando
recordamos la Consagración de un templo, en serio
pensemos en aquello que San Pablo dijo: que, “cada
uno de nosotros somos templo del Espíritu Santo”.
Ojalá que nuestra alma la conservemos bella y limpia
siempre, como le agrada a Dios, y, que, sean sus templos
santos y vivos. “Vivirá así, contento el Espíritu Santo en
nuestra alma”. Decía, San Agustín, Obispo de Hipona,
Doctor de Nuestra Santa Madre Iglesia y lumbrera viva.
“¡Oh!Madre y Cabeza de toda las iglesias de la ciudad
y del mundo”. Así, reza, vuestra leyenda en su frontis;
¡Oh!, Basílica de Letrán, “Viva Casa del Dios Rey de la Vida”

© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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9 de noviembre
Dedicación de la Basílica San Juan de Letrán
Año 324

Basílica significa: “Casa del Rey”. En la Iglesia Católica se le da el nombre de Basílica a ciertos templos más famosos que los demás. Solamente se puede llamar Basílica a aquellos templos a los cuales el Sumo Pontífice les concede ese honor especial. En cada país hay algunos.

La primera Basílica que hubo en la religión Católica fue la de Letrán, cuya consagración celebramos en este día. Era un palacio que pertenecía a una familia que llevaba ese nombre, Letrán. El emperador Constantino, que fue el primer gobernante romano que concedió a los cristianos el permiso para construir templos, le regaló al Sumo Pontífice el Palacio Basílica de Letrán, que el Papa San Silvestre convirtió en templo y consagró el 9 de noviembre del año 324.

Esta basílica es la Catedral del Papa y la más antigua de todas las basílicas de la Iglesia Católica. En su frontis tiene esta leyenda: “Madre y Cabeza de toda las iglesias de la ciudad y del mundo”.

Se le llama Basílica del Divino Salvador, porque cuando fue nuevamente consagrada, en el año 787, una imagen del Divino Salvador, al ser golpeada por un judío, derramó sangre. En recuerdo de ese hecho se le puso ese nuevo nombre.

Se llama también Basílica de San Juan (de Letrán) porque tienen dos capillas dedicadas la una a San Juan Bautista y la otra a San Juan Evangelista, y era atendida por los sacerdotes de la parroquia de San Juan.

Durante mil años, desde el año 324 hasta el 1400 (época en que los Papas se fueron a vivir a Avignon, en Francia), la casa contigua a la Basílica y que se llamó “Palacio de Letrán”, fue la residencia de los Pontífices, y allí se celebraron cinco Concilios (o reuniones de los obispos de todo el mundo). En este palacio se celebró en 1929 el tratado de paz entre el Vaticano y el gobierno de Italia (Tratado de Letrán). Cuando los Papas volvieron de Avignon, se trasladaron a vivir al Vaticano. Ahora en el Palacio de Letrán vive el Vicario de Roma, o sea el Cardenal al cual el Sumo Pontífice encarga de gobernar la Iglesia de esa ciudad.

La Basílica de Letrán ha sido sumamente venerada durante muchos siglos. Y aunque ha sido destruida por varios incendios, ha sido reconstruida de nuevo, y la construcción actual es muy hermosa.

San Agustín recomienda: “Cuando recordemos la Consagración de un templo, pensemos en aquello que dijo San Pablo: ‘Cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu Santo’. Ojalá conservemos nuestra alma bella y limpia, como le agrada a Dios que sean sus templos santos. Así vivirá contento el Espíritu Santo en nuestra alma”.

(http://www.ewtn.com/spanish/saints/Basílica_de_Letrán.htm)

08 noviembre, 2022

San Adeodato I, Papa

 


 ORACIÓN A SAN ADEODATO

Padre bueno y misericordioso:

Te pedimos por intercesión de tu representante en la tierra Adeodato I, a quien llamaste a servirte como Pastor de tu Iglesia, que al igual que él sepamos hacer tu voluntad por el tiempo que desees tenernos en esta tierra, con firmeza, alegría, esperanza y misericordia.

Por los méritos de tu hijo Jesucristo

Amén

07 de Noviembre

San Adeodato I, Papa

El Papa Adeodato I, o Deusdedit, fue pontífice en un momento en que se empezaba a sentir cada vez más claro y fuerte el sentimiento de intolerancia y de independencia hacia el poder bizantino.

Hubo levantamientos en Rávena, en Nápoles y en la misma Roma. Los territorios gobernados por los Lombardos. Por lo contrario, gozaban de cierta tranquilidad.

Pocas son las noticias históricas: hijo del subdiácono romano Esteban, fue durante cuarenta años sacerdote en Roma antes de suceder en la cátedra pontificia al Papa Bonifacio IV el 19 de octubre del 615.

Murió en noviembre del 618, amado y llorado por los romanos, que pudieron apreciar el buen corazón durante las grandes calamidades que atormentaron a Roma durante los tres años de su pontificado: el terremoto, que dio el golpe de gracia a los marmóreos edificios del Foro, ya desbastados por las continuas invasiones de los bárbaros, y una terrible epidemia llamada elefancía.

Fue el primer Papa que estableció con testamento donaciones para distribuir al pueblo con ocasión de los funerales del sumo pontífice. En Roma el Papa no sólo era el obispo y el pastor espiritual, sino también el guía civil, el juez, el supremo magistrado, el que garantizaba el orden. A la muerte de todo pontífice los romanos se sentían sin protección, expuestos a las invasiones de los bárbaros nórdicos o a las venganzas del imperio de Oriente. La teoría medieval de los «dos soles», el Papa y el emperador, que deberían gobernar unidos al mundo cristiano, no era aceptada en Constantinopla.

El Papa Adeodato se demostró un hábil mediador y paciente interlocutor con el otro «sol» que en realidad de verdad fue muy poco solícito con Italia, excepción hecha de la vez que envió al exarca Eleuterio a dominar la revolución de Ravena y de Nápoles. Fue la única ocasión en que el Papa Adeodato, ocupado en aliviar la suerte de los habitantes de Roma por las calamidades ya referidas, tuvo un contacto, aunque indirecto, con el emperador.

Tuvo fama de ser un taumaturgo: curaba las formas más graves de peste con sólo apoyar sus labios sobre las llagas inmundas de los enfermos. Baronio pone en el Martirologio Romano un episodio que confirma la fama de santidad que rodeaba al venerable pontífice «dado por Dios» (como dice la etimología del nombre) como guía de los cristianos en una época tan atormentada: durante una de sus visitas a los enfermos, los más abandonados, esto es lo más atacados por la terrible enfermedad de la lepra, habría curado a uno de estos infelices después de haberlo abrazado y besado cariñosamente.

El Liber pontificalis, recordando dos hechos de su pontificado, afirma que Adeodato amó mucho a su clero, al que defendió respecto del clero monástico o regular, privilegiado desde cuando Gregorio Magno les había confiado a los monjes importantes cargos en el apostolado misionero y en la misma organización eclesial. El segundo hecho se refiere a la facultad de celebrar una segunda misa el mismo día (binación).
De él se conoce el sello de plomo con el que solía marcar los documentos oficiales: el Buen Pastor entre las ovejas y los símbolos cristológicos de alfa y omega. Fue el primero que lo usó. Su forma es redonda, grande como una moneda y en latín se llama bulla, de la que deriva bula. Dejó un regalo de plata a cada clérigo presente en sus funerales.

(https://www.aciprensa.com/recursos/biografia-de-san-adeodato-i-5027)

07 noviembre, 2022

San Engelberto Arzobispo de Colonia y Mártir

 SAN ENGELBERTO, Arzobispo de Colonia, Mártir

07 Noviembre
San Engelberto
Arzobispo de Colonia y Mártir 
 
Uno de los abusos que más se extendieron durante la Edad Media, era la concesión de uno o varios beneficios eclesiásticos a los jóvenes y aún niños. San Engelberto fue un ejemplo de ellos, cuyo padre era el poderoso Conde de Berg. Cuando estudiaba todavía en la escuela de la catedral de Colonia, era ya prebendado de Santa María de Aquisgrán, de San Jorge, de San Severino y de la catedral de Colonia.
 
En 1217 fue nombrado Arzobispo de Colonia; la diócesis estaba completamente arruinada por las luchas políticas y religiosas, pero San Engelberto poseía cualidades humanas que lo hacían apto para la tarea que le esperaba: un juicio claro, un gran deseo de justicia, una voluntad fuerte y una presencia que imponía respeto.
 
El santo recibió generosamente a los frailes menores y dominicos a quienes alentó para que se estableciesen en sus dominios. Convocó varios sínodos en su diócesis para mantener la disciplina en el clero secular y regular. El santo desempeñó con vigor y energía, y supo ganarse el respeto de todos; pero al mismo tiempo, la mano firme y justa con que gobernó, le creó muchos enemigos. Uno de ellos, fue su primo Federico de Isenberg, administrador de las religiosas de Essen, quien tramó una conspiración para asesinarlo debido a los reproches que San Engelberto le había dirigido a causa de sus abusos y malos manejos administrativos.
 
El 7 de noviembre de 1225, el santo partió de Soest a Schwelm con una escolta insuficiente, y Federico y otros nobles cayeron sobre él con cien soldados y lo asesinaron.
 

06 noviembre, 2022

Domingo 32 (C) del tiempo ordinario

 

 El Periódico de México | Noticias de México | Columnas-VoxDei | «No es un  Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven»

 

Texto del Evangelio (Lc 20,27-38):En aquel tiempo, acercándose algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; y la tomó el segundo, luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. Finalmente, también murió la mujer. Ésta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer».

Jesús les dijo: «Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven».

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«No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven» Mn. Ramon SÀRRIAS i Ribalta (Andorra la Vella, Andorra)

Hoy, Jesús hace una clara afirmación de la resurrección y de la vida eterna. Los saduceos ponían en duda, o peor todavía, ridiculizaban la creencia en la vida eterna después de la muerte, que —en cambio— era defendida por los fariseos y lo es también por nosotros.

La pregunta que hacen los saduceos a Jesús «¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer» (Lc 20,33) deja entrever una mentalidad jurídica de posesión, una reivindicación del derecho de propiedad sobre una persona. Además, la trampa que ponen a Jesús muestra un equívoco que todavía existe hoy; imaginar la vida eterna como una prolongación, después de la muerte, de la existencia terrenal. El cielo consistiría en la transposición de las cosas bonitas que ahora gozamos.

Una cosa es creer en la vida eterna y otra es imaginarse cómo será. El misterio que no está rodeado de respeto y discreción, peligra ser banalizado por la curiosidad y, finalmente, ridiculizado.

La respuesta de Jesús tiene dos partes. En la primera quiere hacer entender que la institución del matrimonio ya no tiene razón de ser en la otra vida: «Los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido» (Lc 20,35). Lo que sí perdura y llega a su máxima plenitud es todo lo que hayamos sembrado de amor auténtico, de amistad, de fraternidad, de justicia y verdad…

El segundo momento de la respuesta nos deja dos certezas: «No es un Dios de muertos, sino de vivos» (Lc 20,38). Confiar en este Dios quiere decir darnos cuenta de que estamos hechos para la vida. Y la vida consiste en estar con Él de manera ininterrumpida, para siempre. Además, «para Él todos viven» (Lc 20,38): Dios es la fuente de la vida. El creyente, sumergido en Dios por el bautismo, ha sido arrancado para siempre del dominio de la muerte. «El amor se convierte en una realidad cumplida si se incluye en un amor que proporcione realmente eternidad» (Benedicto XVI).

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Cristo, al morir, tuvo que acatar la ley del sepulcro; al resucitar, en cambio, la derogó, hasta tal punto que echó por tierra la perpetuidad de la muerte y la convirtió de eterna en temporal» (San León Magno)
  • «Nosotros estamos en camino, en peregrinación hacia la vida plena, y esa vida plena es la que ilumina nuestro camino» (Francisco)
  • «Ser testigo de Cristo es ser ‘testigo de su Resurrección’ (Hch 1,22), ‘haber comido y bebido con Él después de su Resurrección de entre los muertos’ (Hch 10,41). La esperanza cristiana en la resurrección está totalmente marcada por los encuentros con Cristo resucitado. Nosotros resucitaremos como Él, con Él, por Él» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 995)

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2022-11-06)

05 noviembre, 2022

Santos Zacarías e Isabel, Padres de San Juan Bautista

 

La fama de estos dos santos se debe a que fueron los papás de San Juan Bautista. El nombre de Zacarías, significa: "Dios se acordó de mí". Isabel quiere decir: "Consagrada a Dios".

La bella historia de estos dos santos esposos la cuenta San Lucas en el primer capítulo de su evangelio.

"Hubo en tiempos del rey Herodes un sacerdote llamado Zacarías, casado con Isabel, una mujer descendiente del hermano de Moisés, el sumo sacerdote Aarón".

De estos dos esposos hace el evangelio un elogio formidable. Dice así: "Los dos llevaban una vida santa, eran justos ante Dios, y observaban con exactitud todos los mandamientos y preceptos del Señor". Ojalá de cada uno de nuestros hogares se pudiera decir algo semejante. Sería maravilloso.

Dice San Lucas: "Zacarías e Isabel no tenían hijos, porque ella era estéril. Además ya los dos eran de avanzada edad".

Y un día, cuando a Zacarías le correspondió el turno de subir al altar (detrás del velo) a ofrecer incienso, toda la multitud estaba afuera rezando.

Y se le apareció el Ángel del Señor, y Zacarías al verlo se llenó de temor y un gran terror se apoderó de él. El ángel le dijo: "No tema Zacarías, porque su petición ha sido escuchada. Isabel su mujer, dará a luz un hijo, a quien pondrán por nombre Juan. Él será para ustedes gozo y alegría, y muchos se alegrarán por su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá licores; estará lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos hacia Dios, y tendrá el espíritu del profeta Elías, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto".

Zacarías le dijo al ángel: "¿Cómo puedo saber que esto que me dice sí es cierto? Porque yo soy muy viejo e Isabel mi esposa es estéril". El ángel le dijo: "Yo soy Gabriel, uno de los que están en la presencia del Dios, y he sido enviado para comunicarle esta buena noticia. Pero por no haber creído a las palabras que le he dicho, se quedará mudo y no podrá hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, que se cumplirán todas a su tiempo".

El pueblo estaba esperando a que saliera Zacarías y se extrañaban que demorara tanto en aparecer. Cuando apareció no podía hablarles, y se dieron cuenta de que había tenido alguna visión. Él les hablaba por señas y estaba mudo.

"Después Isabel concibió un hijo y estuvo oculta durante cinco meses (sin contar a los vecinos que iba a tener un niño)". Y decía: "Dios ha querido quitarme mi humillación y se ha acordado de mí".

El ángel Gabriel contó a María Santísima en el día de la anunciación, que Isabel iba a tener un hijo. Ella se fue corriendo a casa de Isabel y allí estuvo tres meses acompañándola y ayudándole en todo, hasta que nació el niño Juan, cuyo nacimiento fue un verdadero acontecimiento. 

(https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=332)